LA CAMARA DE REFLEXIÓN (1)

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A L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.Buenos Aires, 5 de Marzo de 6013, (v.·.l.·.)

V.·. M.·.,QQ.·.HH.·. Todos

La Cámara de Reflexión y sus simbologías.

Desde que me inicié en la orden no pasa un día sin que recuerde, no sin gran perplejidad, aquel día tan extraordinario en que experimenté de manera tan personal, las transformaciones de espíritu al llegar como candidato profano hasta las puertas del templo, ser recipiendario durante la iniciación y final y felizmente neófito al ver la luz.

La iniciación es un símbolo que nos acompañará durante el resto de nuestro desarrollo en la masonería, ya que, tal como se desprende desde su etimología, el significado de la iniciación es el ingreso en el mundo interno para el comienzo de una nueva vida. Este ritual se remite a los utilizados en las antiguas iniciaciones en los Misterios Egipcios y conserva hasta hoy el mismo significado.

Hoy voy a referirme al ámbito y simbología en que tiene lugar una de las instancias de la iniciación y que denominamos Cámara de Reflexión.

La cámara de reflexión es, en lo material, una bóveda o sala pequeña, oscura, fría y silenciosa, de aspecto sepulcral. Recuerdo con gran nitidez lo que sentí cuando me ví dentro de la Cámara de Reflexión. Es una experiencia difícil de transmitir a quien no ha estado allí. Recuerdo haber sentido a nivel físico mucho frío, un gran silencio y el olor a humedad. A nivel psíquico muchas preguntas, dudas y un gran asombro frente a lo que estaba viviendo. Me veía a mí mismo solo ahí dentro, me preguntaba quién era yo y cómo había llegado allí. Pensaba también en cómo iba a ser mi vida en adelante y en quién me convertiría. Conservo con gran alegría mis momentos dentro de la Cámara y esas vivencias son, hasta hoy, motivo de nuevos pensamientos e interrogantes que, a medida que voy recorriendo los peldaños de la masonería, van cobrando nuevas formas y sentidos.

Si el candidato debe pasar por las cuatro pruebas de la tierra, el agua, el aire y el fuego como símbolo de la superación de los cuatro elementos del mundo físico hacia la Divinidad, la cámara de reflexión representa la primera de estas pruebas, es decir el centro mismo de la Tierra, lugar del que venimos y al que por fuerza regresaremos.

Su oscuridad remite al misterio, a lo enigmático, a lo desconocido y al estado crepuscular de conciencia frente a la luz clara de la verdad. Recordemos como hito que la filosofía occidental nace de la asunción de la propia ignorancia del hombre, a través de la máxima socrática “sólo sé que no sé nada”.

El recinto se halla iluminado solamente por la luz de una vela sobre un cráneo humano, a modo de lámpara sepulcral, lo cual representa la tenue luz de los conocimientos físicos de la mente profana.

En las paredes encontramos escritas en blanco algunas sentencias de las que, al ser muy variadas, citaré sólo algunas:

“¡La Conciencia es el espejo del alma, es tu juez inflexible, por eso el crimen jamás queda sin castigo!”

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A L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.“¡Si sientes miedo o tiemblas ante la verdad, abandona este recinto!”

“¡Si rindes homenaje a las prerrogativas humanas, vete, porque aquí no se las conoce!”

“Lee y aprovecha, mira e imita, reflexiona y trabaja, trata de ser útil a tus hermanos y trabajarás para ti mismo”.

Estas sentencias de carácter aforístico e imperativo, mueven al recipiendario a reflexionar sobre la necesidad de dejar atrás su vida de ignorancia, vulgaridad y vicios, que simbólicamente deberá morir para renacer a su nueva vida purificado y preparado para comenzar su camino guiado por la luz verdadera de los valores supremos, la ciencia y el esfuerzo.

Cito dos más que decidí apartar para dedicarles una interpretación especial:

“Conócete a ti mismo y sólo así conocerás el mundo y los dioses que allí moran”

“V.I.T.R.I.O.L.”

La primera de estas sentencias nos viene del mundo antiguo y se corresponde con un grabado hallado en el frontispicio del templo de Delfos, dedicado al Dios griego Apolo. Nos remite a la búsqueda del yo interior, del sí-mismo, para conocerlo y comprender que sólo desde allí el hombre conoce “el mundo y los dioses que allí moran”, del mismo modo afirma uno de los siete principios herméticos “como es arriba, es abajo” o “como es adentro, es afuera”.

La segunda guarda relación íntima de sentido con lo expuesto sobre la significación de la Cámara de Reflexión como centro de la Tierra como a continuación veremos. Se trata de un acrónimo latino que reza: “Visita InterioraTerrae; Rectificando Invenies Occultum Lapidem” (“Visita el interior de la Tierra; Rectificando encontrarás la piedra escondida”) y corresponde a la fórmula hermética que significa que descendiendo a las profundidades del ser encontraremos la piedra filosofal que constituye el secreto para convertir el plomo en oro, es decir para depurar nuestro espíritu de pasiones negativas y tender a la virtud y elevación del espíritu.

Estas dos sentencias sintetizan, a mi juicio, de forma perfecta el camino que debe atravesar el iniciado en su interior para tender al ideal masónico. Pues pensemos también que el hombre al cerrar los ojos se encuentra en su propia cámara de reflexión.

Dentro de la cámara se halla también un taburete y una mesa cubierta con un mantel blanco, sobre la cual hay:

granos de trigo que simbolizan al iniciado mismo al ser arrojados y enterrados en el suelo, para germinar y brotar a través de la resistencia de la tierra hacia la luz. El hombre debe aprender del grano de trigo a concentrarse en su silencio interior, aislado de influjos externos que pudieran perturbar su reflexión, y morir en sí mismo como germen para resurgir y brotar a la nueva vida de luz;

migajas de pan, las cuales representan los vestigios a que pueden aspirar los cinco sentidos si no son guiados por la luz de la razón;

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A L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·. un plato con cenizas, que aluden al substrato idéntico de todo lo que compone la

naturaleza y el fin de la materia por la acción transformadora del fuego, y nos recuerda que el hombre es parte de la naturaleza y de sus leyes;

un plato con sal, que simboliza el fruto del esfuerzo humano y su utilidad para la sociedad, lo cual dignifica su pertenencia a la misma.

Debemos considerar también la sal en conjunto con el azufre (que también encontramos sobre la mesa), pues ambos representan la dualidad del universo y en particular del hombre, pues el azufre representa el principio activo, el principio creador, una fuerza centrífuga que impulsa a la trascendencia; por otra parte, la sal cuyas propiedades conservadoras son bien conocidas, representa la energía pasiva o femenina, la maternidad, la reflexión y la energía centrípeta de la inmanencia. Digo reflexión en sentido del desdoblamiento del hombre hacia su interior, pues el iniciado es el ser que dirige su pensamiento hacia el mundo interno o su propia alma, y en ese acto se conoce “a sí mismo, al mundo y los Dioses que allí moran”.

Estos dos son, decía, los principios que cohabitan en el seno del hombre, los polos espiritual y material, sus tendencias trascendente e inmanente; y en esta dualidad el iniciado deberá encontrar un nuevo equilibrio muy diferente al de su vida profana.

una calavera humana que, en sintonía con un reloj de arena y los restos de huesos humanos arrojados en desorden al piso (y que son tanto de un semejante como propios), recuerdan el flujo incesante del tiempo, y el destino de destrucción y muerte del mundo físico, del cual el hombre no puede escapar. Confrontándose con la certeza de la propia finitud, el hombre asume su condición en toda su dimensión de grandeza y fatalidad, frente al caos y la disgregación el hombre iluminado se erige con el amor (Eros) “que une y complejiza” y la razón (logos) que da sentido al cosmos y la existencia. Recordemos cómo es ilustrada la condición humana en la epopeya babilónica del héroe Gilgamesh, quien al presenciar la muerte de su hermano Enkidu se pregunta “¿No moriré acaso yo también como Enkidu?” y movido por la angustia de muerte comienza su viaje en busca de la inmortalidad. Pero al ser advertido por un dios sobre la imposibilidad de tal proeza, Gilgamesh dice:

“Después de andar y errar por la estepa ¿Descansará mi cabeza en el corazón de la tierra para dormir a través de todos los años? ¡Deja que mis ojos contemplen el sol, a fin de que me sacie de su luz! La oscuridad se retira cuando hay luz suficiente. ¡Ojalá el que esté en verdad muerto vea aún el resplandor del sol!”

por último, hay sobre la mesa una hoja de papel con interrogantes que el recipiendario debe responder luego de haber reflexionado en la contemplación de todo lo previamente descripto; y finalmente deberá redactar su testamento espiritual y moral, que se diferencia del testamento profano en que este último se redacta para la muerte y en cambio el primero es una preparación para una vida nueva. Creo también que el sentido del testamento es que el hombre debe ser capaz de seguir encontrando un sentido y un valor en las palabras aún, y

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A L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.fundamentalmente, en medio del caos y la desolación; y a través de la palabra encontrar al otro, su hermano, hacia quien están dirigidas.

Comprendemos que la iniciación es una experiencia fundamental en la vida de un masón, pero debemos cuidar que no quede cristalizada como un hito lejano del pasado. Se trata de algo que permanece verde y vivo; es un entramado complejo que se alimenta de la continua reflexión sobre los símbolos y alegorías de la masonería y su continua reciprocidad con la praxis. Con el conocimiento vamos iluminando nuestro camino, y caminando vamos enriqueciendo los símbolos. La Cámara de Reflexión somos nosotros y debemos trabajar sin tregua, apoyándonos en el amor fraternal que es la única vía para soportar la carga. La meta es ir siendo mejores hombres y hacer mejores a quienes nos rodean.

E.·.T.·.C.·., V.·.M.·.

Libertad, Igualdad y Fraternidad

Ignacio SomozaApr.·.

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