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M.ª Cristina Martínez Fernández* LA CAPACIDAD INNOVADORA DE LAS REDES DE DESARROLLO REGIONAL: EL VALOR AÑADIDO DE LA COLABORACIÓN, LA COMPETITIVIDAD Y LA DIFUSIÓN DEL CONOCIMIENTO** Este artículo examina, en primer lugar, dos sistemas regionales fundamentales para la innovación territorial: las redes de organizaciones industriales (clusters) y las redes de desarrollo. En segundo lugar, se analizan los tres factores que propician la innovación dentro de ambos sistemas: la colaboración entre organizaciones o empresas, la competencia entre organizaciones o empresas y la generación, transmisión y transferencia del conocimiento. Estos tres factores ponen de manifiesto la importancia de la función del conocimiento para que se dé la innovación en el territorio, así como el hecho de que las redes de organizaciones industriales y las de desarrollo juegan un papel crítico para sostener dicha función. Palabras clave: innovación tecnológica, desarrollo regional, localización industrial. Clasificación JEL: O18, O32, R11, R3, R58. 1. Introducción La historia económica se ha centrado siempre en el estudio de regiones y territorios prósperos pasando por alto aquéllos que no han conseguido tener acceso a un desarrollo sostenible o contado con una ventaja compe- titiva. Un gran número de factores influye sobre las eco- nomías regionales y dificulta la comprensión de la direc- ción y el ritmo de sus movimientos. La aparición de redes de organizaciones industriales (industry clusters 1 ) HISTORIA EMPRESARIAL Enero 2004. N.º 812 55 ICE * Australian Expert Group in Industry Studies (AEGIS). University of Western Sydney, Australia. ** MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, M. C.: «Collaboration, Competition and Knowledge in Contemporary Territorial Development: Innovation Capabilities of Clusters and Development Networks». Traducción de Valentín Sanz Iglesias. La autora agradece a Jenny Turner su colaboración en la edición de este artículo y a Peter Maskell sus valiosos comentarios sobre acumulaciones y conocimiento durante el mes de 2003 en Sydney. 1 Una red de desarrollo regional puede incluir, tanto una agrupación de empresas pertenecientes o relacionadas con un mismo sector industrial, como a organizaciones del sector publico, privado y cívico que, a su vez, pueden actuar como instituciones de apoyo a las iniciativas empresariales. Esta definición hace referencia a los industry clusters que

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M.ª Cristina Martínez Fernández*

LA CAPACIDAD INNOVADORADE LAS REDES DE DESARROLLOREGIONAL: EL VALOR AÑADIDODE LA COLABORACIÓN,LA COMPETITIVIDAD Y LA DIFUSIÓNDEL CONOCIMIENTO**Este artículo examina, en primer lugar, dos sistemas regionales fundamentales para lainnovación territorial: las redes de organizaciones industriales (clusters) y las redes dedesarrollo. En segundo lugar, se analizan los tres factores que propician la innovacióndentro de ambos sistemas: la colaboración entre organizaciones o empresas, la competenciaentre organizaciones o empresas y la generación, transmisión y transferencia delconocimiento. Estos tres factores ponen de manifiesto la importancia de la función delconocimiento para que se dé la innovación en el territorio, así como el hecho de que lasredes de organizaciones industriales y las de desarrollo juegan un papel crítico parasostener dicha función.

Palabras clave: innovación tecnológica, desarrollo regional, localización industrial.

Clasificación JEL: O18, O32, R11, R3, R58.

1. Introducción

La historia económica se ha centrado siempre en el

estudio de regiones y territorios prósperos pasando por

alto aquéllos que no han conseguido tener acceso a un

desarrollo sostenible o contado con una ventaja compe-

titiva. Un gran número de factores influye sobre las eco-

nomías regionales y dificulta la comprensión de la direc-

ción y el ritmo de sus movimientos. La aparición de

redes de organizaciones industriales (industry clusters1)

HISTORIA EMPRESARIALEnero 2004. N.º 812 55ICE

* Australian Expert Group in Industry Studies (AEGIS).University of Western Sydney, Australia.

** MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, M. C.: «Collaboration, Competition andKnowledge in Contemporary Territorial Development: Innovation Capabilities ofClusters and Development Networks». Traducción de Valentín Sanz Iglesias.

La autora agradece a Jenny Turner su colaboración en la edición deeste artículo y a Peter Maskell sus valiosos comentarios sobreacumulaciones y conocimiento durante el mes de 2003 en Sydney.

1 Una red de desarrollo regional puede incluir, tanto una agrupaciónde empresas pertenecientes o relacionadas con un mismo sectorindustrial, como a organizaciones del sector publico, privado y cívico que,a su vez, pueden actuar como instituciones de apoyo a las iniciativasempresariales. Esta definición hace referencia a los industry clusters que

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y de redes de desarrollo es un fenómeno muy útil para

aclarar estas cuestiones.

Las teorías tradicionales, como las de la ubicación y la

aglomeración (Marshall, 1892; Weber, 1909; Isard,

1956), el desequilibrio y la causación acumulativa (Chi-

nitz, 1961), los centros de crecimiento (Friedmann, 1972)

—anteriormente denominados polos de desarrollo, Pe-

rroux, 1970— y las aplicaciones keynesianas, no logran

explicar las razones del crecimiento de una región, por-

que no pudieron tener presente la importancia de los

cambios que la innovación tecnológica acelerada ha pro-

ducido en los últimos veinte años (Zook, 1997). Ahora

bien, tanto Schumpeter (2002) [1939] como Solow (1957)

explicaron el concepto de innovación y teorizaron sobre

él hace mucho tiempo. Para Schumpeter, la innovación

es el fenómeno más sobresaliente de la historia económi-

ca de las sociedades capitalistas (Schumpeter, 2002

[1939]). El mismo afirmaba que «lo que domina el pano-

rama de la vida capitalista es... la innovación, la intrusión

en el sistema de nuevas funciones de producción»2.

En su temprana obra titulada The Theory of Economic

Development (1961), Schumpeter analiza los ciclos fi-

nancieros dentro de un ámbito macroeconómico donde

el empresario es el vehículo de la destrucción creativa

que conduce a la innovación. Schumpeter afirma que la

innovación resulta de la aparición de nuevas empresas

y de la incorporación de nuevos líderes a compañías an-

tiguas, por lo tanto, está relacionada con la competitivi-

dad. La figura del emprendedor se asocia con caracte-

rísticas dinámicas, como la imaginación, la capacidad

de anticipación y la habilidad para enfrentarse a la rutina

y transformarla3.

Aunque el ámbito del trabajo de Schumpeter es la

empresa, no obstante, su interpretación del papel del

«emprendedor» en el proceso de innovación puede ser

aplicada a la esfera de lo territorial para explicar el na-

cimiento de las redes regionales. Actualmente, pode-

mos observar un determinismo creciente entre las em-

presas que tratan de organizarse como redes y asocia-

ciones y la obtención de la máxima ventaja a partir de

su ubicación geográfica. Este esfuerzo por crear redes

puede deberse a la desintegración de un sistema in-

dustrial, que ya no resulta funcional, y a la aparición de

los llamados «emprendedores sociales»4 (Henton et

al., 1997), que desde distintos puntos del espectro so-

cioeconómico dirigen una red de la misma forma que

un emprendedor moviliza todas sus habilidades para

establecer su propio negocio. Estas redes regionales

son la fuente de energía que está detrás de los proce-

sos de innovación y de aprendizaje de las capacidades

de organización que tienen lugar en una red (Martínez

Fernández, 2001).

Actualmente existen numerosas teorías que explican

el fenómeno del cambio tecnológico como un componen-

te endógeno del desarrollo regional. Incluyen determi-

nantes estructurales del cambio, como el ciclo de benefi-

cios (Vernon, 1979; Markusen, 1985) y la path-depen-

dence (Krugman, 1995); sistemas de organización del

trabajo y de reestructuración de la producción, como el

posindustrialismo (Cohen y Zysman, 1987) y el informa-

cionalismo (Castells, 1989); producción flexible (Bennet,

1994), nuevos espacios industriales (Scott, 1988b), insti-

tuciones (Granovetter, 1985; Putnam, 1992) y sistemas

de innovación regional (Cooke y Morgan, 1998).

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propuso PORTER (1990). En los últimos diez años, el concepto original dePorter se ha visto completado, de manera paulatina, por la inclusión delpapel que juegan las organizaciones de sectores no industriales comosoportes críticos del desarrollo de las agrupaciones industriales. De estamanera, no sólo hacemos referencia a la agrupación industrial cuandohablamos de redes de desarrollo regional, sino que también ampliamosel concepto hablando de una red capaz de contener un extenso grupo deorganizaciones, principalmente públicas o semipúblicas, interesadas en eldesarrollo económico y social de una región. En cualquier caso, laprincipal característica de estas formas de redes de desarrollo económicoes su facultad para la planificación estratégica en un ámbito regional, yen segundo lugar, su capacidad de impulsar, en ocasiones, el desarrollode las agrupaciones de empresas en forma de cluster (agrupaciónindustrial en forma de red). Una referencia más extensa a este tipo deredes regionales se encuentra en MARTÍNEZ-FERNÁNDEZ (1999).

2 SCHUMPETER, 2002 [1939], página 70.

3 Véase CUNNINGHAM (ed.), 1991, volúmenes I, II, III, IV y V parauna explicación detallada.

4 Civic entrepreneurs.

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El concepto marshalliano de economías externas

(Marshall, 1890), resultado de la agregación espacial de

compañías pequeñas, ha ejercido una gran influencia

sobre el análisis espacial del desarrollo territorial. El tra-

bajo de Marshall inspiró el concepto de «distrito indus-

trial», que es una forma de aglomeración espacial de

pequeñas empresas, especializadas e innovadoras que

operan en mercados nacionales e internacionales com-

petitivos (Turpin et al., 2002). Uno de los ejemplos más

conocidos de distrito industrial es la «Tercera Italia»

(Coleman, 1990; Putnam, 1993) cuya prosperidad eco-

nómica se fundamenta en los vínculos entre empresas y

otros actores regionales. Por último, Scott (1988a,

1988b, 1993), mediante sus investigaciones sobre

«nuevos espacios industriales», explicó los efectos de

la especialización flexible sobre los costes de transac-

ción y las economías de escala y de alcance.

La última investigación en este campo se centra en

los efectos del innovative milieu, y concluye que la flexi-

bilidad del nuevo espacio estimula ciclos de innovación

beneficiosos para la región (Capello, 1999). Los defen-

sores de este enfoque (Camagni, 1991; Maillat, 1991;

Kogut et al., 1993) conceden gran importancia a la for-

mación de conocimiento tácito y a la interacción estre-

cha entre las empresas como la forma clave del proceso

de aprendizaje. La cooperación aparece, por lo tanto,

como un factor decisivo para la innovación y el aprendi-

zaje colectivos. Recientemente, este debate se ha tras-

ladado a los sistemas de innovación para explicar la in-

novación en el ámbito regional. El principal argumento

del enfoque de los Sistemas de Innovación Regional

(SIR) es que las empresas dependen cada vez más de

la intervención directa de las instituciones para innovar

y, en consecuencia, competir (Cooke, 2001; Landabaso,

1997; de la Mothe y Paquet, 1998). Un sistema de inno-

vación regional sólido es aquél donde los vínculos entre

la producción del conocimiento (universidades y centros

de investigación), los intermediarios (Gobierno y servi-

cios de innovación privados) y las empresas son sisté-

micos (Cooke, 1995). Sin embargo, la investigación rea-

lizada acerca de los SIR todavía no es sistemática, sien-

do la comparación regional complicada porque sigue

obedeciendo, cuando menos, a los patrones estableci-

dos por los Sistemas Nacionales de Innovación. Esto se

debe, en parte, a que los analistas se han concentrado

demasiado en los límites geográficos de las ciudades o

de las regiones y muy poco en la explicación de los pro-

cesos internos de convergencia en los sistemas regio-

nales capaces de incrementar la capacidad de innova-

ción en el ámbito regional. Éste es el tema de discusión

del resto del artículo.

2. Los sistemas regionales para el desarrollo

de la innovación en el territorio

La innovación en el ámbito nacional se identifica habi-

tualmente con redes de instituciones públicas o priva-

das cuyas actividades e interacciones inician, importan,

modifican y difunden nuevas tecnologías y prácticas

(OCDE, 2001). En el caso de espacios territoriales defi-

nidos, estas redes públicas o privadas pueden precisar-

se claramente y pueden contener simultáneamente más

de un tipo. Dentro de un espacio concreto pueden iden-

tificarse cuatro tipos de redes territoriales: redes de pro-

ducción, redes de empresas, redes de organizaciones

industriales y redes de desarrollo. Aunque pueden estu-

diarse de forma aislada, estos conceptos forman parte

de un continuum, donde la probabilidad de identificar los

cuatro tipos de red es mayor cuanto mayor es la interac-

ción entre el sector público y el privado (Martínez Fer-

nández, 2001). Mientras que las redes de producción y

de empresas existen desde hace mucho tiempo como

formas de organización de mercado, las redes de orga-

nizaciones industriales y las redes de desarrollo tienen

el potencial de ser sistemas de innovación regionales

por derecho propio.

Las redes de producción como, por ejemplo, licen-

cias, franquicias, acuerdos cooperativos, joint ventu-

res, subcontratas, negocios familiares, conglomerados

y relaciones proveedor-cliente son el tipo más antiguo

de estas estructuras e implican la interrelación entre la

producción y la oferta. Generalmente, en ellas sólo par-

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ticipa el sector privado, aunque a veces también incor-

poran instituciones públicas como parte de los conse-

jos consultivos de las empresas. A diferencia de las re-

des de organizaciones industriales y de las redes de

desarrollo, las redes de producción se basan en rela-

ciones de tipo contractual y jerárquico, así como en es-

tructuras verticales, estando sus fines muy ligados a

sus objetivos empresariales (Martínez Fernández,

2001). Las redes de empresas incluyen compañías y

organizaciones que pertenecen al mismo sector indus-

trial. Además, se caracterizan por la prestación de ser-

vicios especializados a sus miembros a precios más

bajos, el acceso restringido, los acuerdos contractua-

les y la cooperación (OCDE, 2001). Las redes de em-

presas podrían convertirse en redes de organizaciones

industriales si decidiesen seguir siendo un grupo espe-

cializado en cierta actividad industrial, por ejemplo, una

red de ingeniería. Las redes de producción y de empre-

sas no deben ser consideradas sistemas en sí mismas,

sino únicamente una parte del sistema, porque están

formadas solamente por algunas determinadas empre-

sas de una región.

Las redes de organizaciones industriales

o clusters

Deben ser entendidas como asociaciones informales

de empresas, geográficamente próximas, que buscan

deliberadamente formas de colaboración para mejorar

su ventaja competitiva en los mercados regionales, na-

cionales e internacionales. Estas agrupaciones presen-

tan una estructura que articula las estrategias de promo-

ción del conocimiento, las aplicaciones tecnológicas y la

innovación en el ámbito empresarial (Martínez, 1998).

Es característico de las redes de organizaciones indus-

triales atraer servicios especializados a una región, ge-

nerar la demanda para más empresas con capacidades

similares y relacionadas, permitir el acceso a cualquier

compañía que comparta los mismos valores sociales e

implicarse en la cooperación y la competencia (OCDE,

2001; Porter, 1999 [1998]).

Estas redes de organizaciones industriales tienen ob-

jetivos genuinos, características organizativas y estructu-

rales propias y elementos relativos a su aparición y evo-

lución distintos de los de cualquier otra forma de organi-

zación. Los objetivos de estas redes son la obtención de

beneficios financieros para el desarrollo del conocimien-

to, la creación de empleo y el crecimiento económico en

sus áreas de actividad. En cuanto a sus características

organizativas están formadas por voluntarios sin relación

contractual y sin límites organizativos definidos. Estructu-

ralmente, se basan en relaciones no jerárquicas con un

cuerpo administrativo central que comparte el liderazgo

con varios miembros. Su aparición y evolución suele es-

tar influida por las respuestas políticas ante las reconver-

siones económicas. De hecho, en muchos casos fueron

dichos procesos los que propiciaron la colaboración entre

las fuerzas económicas de una comunidad (Martínez

Fernández, 2001). Estas redes también se han visto in-

fluidas por la existencia de economías de colaboración y

por la aparición de los llamados «emprendedores socia-

les»5, dentro de lo que podría denominarse como desa-

rrollo de base, haciendo referencia al proceso de cons-

trucción de «comunidades económicas» con lideres que

conectan dichas comunidades con las redes económicas

especializadas. Por consiguiente, estos emprendedores

sociales desempeñan un papel clave en el progreso de

estas comunidades económicas (Henton et al., 1997).

El concepto de industry cluster (red de organizacio-

nes industriales) fue desarrollado por Michael E. Porter

dentro de su modelo explicativo de la competitividad

empresarial, las implicaciones nacionales y las nuevas

estrategias globales (Porter, 1990). La idea original ha

evolucionado hacia una definición más comprensiva,

que incorpora un aspecto clave para la innovación: la

generación y transferencia del conocimiento. En 1990,

Porter definió con sencillez dos tipos de redes de orga-

nizaciones industriales: las horizontales y las verticales.

Las redes verticales están compuestas por empresas

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5 Civic entrepreneurs.

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vinculadas por relaciones comprador-vendedor. Las ho-

rizontales incluyen compañías que comparten un mismo

mercado para sus productos finales, necesitan una tec-

nología o una capacitación de su fuerza de trabajo idén-

tica, o emplean recursos naturales comunes (Porter,

1990). Nueve años después, en 1999 [1998], Porter am-

plió su definición así:

«Una red de organizaciones industriales es un

grupo geográficamente denso de empresas e

instituciones conexas, pertenecientes a un sec-

tor concreto, unidas por rasgos comunes y com-

plementarias entre sí. Por su dimensión geográ-

fica, una red puede ser urbana, regional, nacio-

nal e incluso supranacional. Estas redes adoptan

varias formas dependiendo de su profundidad y

complejidad, pero la mayoría de ellas compren-

den empresas de productos o servicios finales,

proveedores de materiales, componentes, ma-

quinaria y servicios especializados, instituciones

financieras y empresas de servicios afines. En

las redes también suelen integrarse empresas

que constituyen eslabones inferiores de la cade-

na (es decir, canales de distribución o clientes);

fabricantes de productos complementarios; pro-

veedores de infraestructura; las instituciones pú-

blicas y privadas que facilitan formación, infor-

mación, investigación y apoyo técnico especiali-

zado (universidades, grupos de reflexión,

entidades de formación profesional) y los institu-

tos de normalización.» Porter (1999) [1998], pá-

gina 2056.

Finalmente, en un artículo que escribió en 2000, defi-

nió cluster como:

«Concentración de capacidades y conocimien-

tos altamente especializados, instituciones, com-

petidores, empresas relacionadas y clientes sofis-

ticados presentes en una nación o región determi-

nada.» Porter (2000), página 28.

Se trata de una visión más elaborada que ofrece un

concepto más amplio de lo que es un cluster y del alcan-

ce de sus fronteras dentro de las instituciones políticas y

administrativas regionales. De acuerdo con esta defini-

ción, las capacidades y el conocimiento son elementos

fundamentales de los cúmulos. A la vez, precisamente,

capacidades y conocimientos son también elementos

esenciales en las redes de desarrollo.

Las redes de desarrollo

Son alianzas estratégicas de compañías u organiza-

ciones públicas, privadas, no lucrativas o cívicas cuyo

objetivo es el desarrollo socio-económico de un territo-

rio, generalmente aquél donde operan. Este tipo de red

actúa como una organización sin ánimo de lucro, pu-

diendo adoptar formas legales como, por ejemplo, el

consorcio (Sabety, 1996; Martínez Fernández, 1998). La

colaboración entre los diferentes agentes que operan en

un territorio, un área metropolitana, un municipio, o una

región formada por varias áreas locales y metropolita-

nas es definitoria de estas redes. La inclusión de todos

los agentes en el proceso de desarrollo constituye un

esfuerzo específico por agrupar todo el conocimiento

social, económico y medioambiental del «territorio» al-

rededor de un fin común. De acuerdo con los estudios

recientes, la red de desarrollo de la región australiana

de Hunter, que puede utilizarse como ejemplo, está

compuesta por 25 organizaciones, entre las que se

cuentan once entidades públicas, cinco empresas priva-

das, ocho organizaciones no gubernamentales (ONGs)

y un grupo informal (Martínez Fernández, 2001). Las re-

des de desarrollo tienen objetivos económicos específi-

cos que pueden cristalizar en planes regionales. Sin

embargo, su propósito más importante es mejorar la ca-

LA CAPACIDAD INNOVADORA DE LAS REDES DE DESARROLLO REGIONAL: EL VALOR...

HISTORIA EMPRESARIAL

Enero 2004. N.º 81259ICE

6 Porter hace referencia al término cluster, que en la presente

traducción hemos optado por traducirlo como «red», incluso como «red

de organizaciones industriales», ya que una traslación al castellano de

cluster por «agrupación» o «cúmulo» no da la idea de organización y de

funcionamiento conjunto.

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lidad de vida del medio en el que trabajan, a diferencia

de las redes de organizaciones industriales, las cuales

en este sentido buscarían asegurarse en mayor grado

su propia permanencia más allá de los ciclos políticos.

El sector público lidera las redes de desarrollo. Dichas

redes operan en tres frentes: el social, el económico y el

medioambiental. La identificación y el objetivo de una red

de organizaciones industriales es una de las estrategias

de las redes de desarrollo y pueden, por tanto, ambas re-

des tener una composición muy similar de empresas y

organizaciones, ahora bien, las redes industriales habi-

tualmente presentan una composición que resulta restric-

tiva con respecto a la entrada de agentes económicos

muy poderosos, especialmente en lo que se refiere a la

parte del sistema dedicado a la producción y a los servi-

cios. Además, las redes de desarrollo están enfocadas

hacia la colaboración institucional para hacer efectivas

las estrategias de planificación y los acuerdos políticos

minimizando los riesgos presentes en las relaciones de

colaboración. Durante los últimos diez años las fronteras

entre redes industriales y redes de desarrollo se han difu-

minado, de modo que las primeras tienden a aparecer en

aquellas regiones que poseen redes de desarrollo ricas y

activas, más que en aquéllas que no cuentan con ellas.

Como el desarrollo de redes de organizaciones industria-

les depende de la financiación pública para los análisis

preliminares, la organización de reuniones y el diseño de

planes estratégicos, la articulación de dichas redes como

redes de desarrollo es fundamental para su éxito. Proce-

so que, por otra parte, resulta sencillo cuando la estructu-

ra de colaboración funciona.

Existen dos importantes referencias en la literatura re-

lacionada con las redes de desarrollo que deben indi-

carse. Una es el llamado «sistema local de innovación»7

de Dupuy y Gilly (1996):

«Un sistema local de innovación se construye, en-

tonces, gracias a la cooperación de individuos y or-

ganizaciones (centros de investigación, empresas,

instituciones, etcétera) implicados en procesos pro-

ductivos y cognitivos. La proximidad territorial posibi-

litaría esta colaboración. El término «proximidad» se

emplea aquí no sólo en sentido geográfico (distancia

física), sino también organizativo (complementarie-

dad de sus actividades), e institucional (coherencia

social).» Dupuy y Gilly (1996), página 1611.

La otra referencia relevante es la aportada por Cooke

y Morgan (1993), quienes han desarrollado el concepto

«paradigma de red» para identificar las nuevas tenden-

cias en el desarrollo regional y corporativo. Este «para-

digma de red» se referiría a aquellas regiones que rees-

tructuran y desarrollan conexiones entre las agencias y

las organizaciones. Así, estas regiones estarían involu-

cradas en procesos de aprendizaje y adaptación basa-

dos en redes dentro de las propias organizaciones (in-

traorganizativas) y entre las diferentes organizaciones

(interorganizativas).

Este enfoque pone también de manifiesto la función

innovadora de estas redes que absorben y difunden los

conocimientos generados específicamente en las insti-

tuciones públicas y las organizaciones sin ánimo de lu-

cro. Desde el punto de vista territorial de la innovación,

la identificación y localización de estas estructuras re-

gionales es un primer paso hacia el conocimiento del

tipo de sistema más propicio para la innovación. Pero

esto no es más que una aproximación inicial, el desafío

real consiste en determinar los factores que propician la

innovación dentro de estas estructuras.

3. Las capacidades de innovación de los sistemas

basados en el territorio

El apartado anterior examinaba las redes de organi-

zaciones industriales y las redes de desarrollo como dos

sistemas territoriales distintos que podían coexistir en el

mismo espacio. Sin embargo, la literatura económica

nunca se ha interesado demasiado por saber si estos

sistemas territoriales tienen capacidades innovadoras, y

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7 Local innovation system.

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menos cómo pueden identificarse esas capacidades.

Por un lado, los estudios se han centrado en los efectos

económicos de los industry clusters (redes de organiza-

ciones industriales) y la ventaja competitiva que pueden

llevar a su territorio (Porter, 1990, 1999 [1998], 2000).

Por otro, los impulsores de estas redes comprendieron

rápidamente las implicaciones que acarreaba el con-

trol-gestión de la red por parte de agentes económicos

muy poderosos. Consecuentemente, las fronteras entre

las redes industriales y las de desarrollo empezaron a

difuminarse, muy probablemente, porque las redes de

organizaciones industriales terminan surgiendo allí don-

de hay redes de desarrollo bien asentadas. En el otro

sentido, los análisis de las funciones y los efectos de las

redes de desarrollo se limitan a los trabajos de Cooke y

Morgan (1993), Cooke (2002), y otros como Martínez

Fernández (2001) y Hagen, Killinger y Streeter (1997).

Estas obras distinguen tres factores de innovación so-

bre los que me extenderé a continuación.

— La colaboración entre organizaciones y empresas.

— La competencia entre organizaciones y empresas.

— La generación, transmisión y transferencia del co-

nocimiento.

La colaboración entre organizaciones y empresas

La colaboración estrecha entre organizaciones o em-

presas es habitual en las redes de desarrollo. De hecho,

es fundamental para su progreso, siendo necesario que

se prolongue a lo largo del tiempo. Los efectos de la co-

laboración pueden observarse en los intentos de mejora

de la coordinación política y estratégica entre los dife-

rentes actores institucionales implicados. Asimismo, la

colaboración permite también el establecimiento de un

sistema eficaz para la difusión de información. Así, las

distintas organizaciones que forman la red participan en

comités en los que los representantes de las empresas

o organizaciones intercambian conocimientos. Dicho de

otro modo, su capital social facilita en gran medida el ac-

ceso a la información. Los resultados de la colaboración

pueden apreciarse mejor desde un punto de vista prácti-

co, si se considera el número de proyectos auspiciados

por las redes de desarrollo. Un estudio reciente sobre

dos redes de desarrollo, una en la región australiana de

Hunter y otra en la provincia española de León (Martí-

nez Fernández, 2001), indica que la frecuencia con que

las empresas u organizaciones de una red participan en

proyectos conjuntos de desarrollo regional está positiva-

mente correlacionada con su nivel de cohesión.

El estudio muestra que la participación en proyectos de

colaboración es baja e incluso negativa en aquellos ca-

sos en los que las organizaciones mantienen una comu-

nicación infrecuente (mensual) o casual (menos que

mensual). De este modo, la comunicación periódica (se-

manal o quincenal) puede ser una condición necesaria

para la colaboración, y lo mismo en sentido contrario: los

proyectos son el «pegamento» que une a las organiza-

ciones, activa la comunicación entre ellas e incrementa

las oportunidades de transferencia del conocimiento apli-

cado al desarrollo competitivo de la región (Huggins,

1997).

En octubre de 1999, la red de desarrollo local de la re-

gión de Hunter estaba implicada en 187 proyectos por

un valor total de 3.290 millones8 de dólares australia-

nos9. Estos planes se concentraron en seis áreas: pro-

moción de la competitividad industrial de sectores no

dependientes de la fabricación de acero (28 por 100),

actividades de planificación, tales como análisis e inves-

tigaciones del futuro de la región y de sus necesidades

(22 por 100), generación de empleo (17 por 100), pro-

yectos de apoyo a las organizaciones no gubernamen-

tales miembros de la red (14 por 100), campañas de

promoción de la región (11 por 100) e infraestructuras (8

por 100). La función principal de las organizaciones de

la red fue preparar propuestas y coordinar proyectos,

además de presionar al Gobierno para conseguir sub-

LA CAPACIDAD INNOVADORA DE LAS REDES DE DESARROLLO REGIONAL: EL VALOR...

HISTORIA EMPRESARIALEnero 2004. N.º 812 61ICE

8 N. del T. En octubre de 1999, 1 AU$ = 0,60 € � 3.290 millones de

AU$ = 1.974 millones de euros.9 La región de Hunter está reconvirtiendo su base industrial para evitar

una dependencia excesiva de la producción de acero.

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venciones, cofinanciar los proyectos y evaluar y supervi-

sar su desarrollo y realización efectiva. Aunque los re-

sultados de estos planes son difíciles de evaluar a corto

plazo, las organizaciones de la red esperan un incre-

mento de la actividad empresarial, la creación de nue-

vos puestos de trabajo, el mantenimiento de los ya exis-

tentes, la formación de recursos humanos capaces de

adaptarse a una base industrial diversificada, una ma-

yor competitividad de las PYMEs y, finalmente, el au-

mento de las exportaciones regionales.

El estudio de la red de desarrollo de la provincia es-

pañola de León, donde la correlación entre las organi-

zaciones que mantienen una comunicación frecuente

(semanalmente) y aquéllas que participan en los pro-

yectos de colaboración es significativa, arrojó los mis-

mos resultados. El resto de frecuencias de comunica-

ción presenta niveles de correlación muy bajos o in-

cluso negativos. En octubre de 1999 la red de León

estaba involucrada en 85 proyectos por un valor total

de 4.900 millones10 de dólares australianos. Estos

planes, en términos generales, tratan de paliar la ac-

tual crisis de la minería regional, la cual está provo-

cando un importante desajuste de su base económi-

ca. Asimismo, ya de forma pormenorizada, promue-

ven la competitividad industrial (39 por 100), fomentan

de forma directa la creación de empleo (33 por 100),

invierten en infraestructuras (16 por 100), financian

actividades de planificación (6 por 100), costean cam-

pañas de promoción de la región (4 por 100) y apoyan

a los grupos de la red (2 por 100). Por tanto, el princi-

pal cometido de las organizaciones de la red es la pre-

paración de propuestas y la coordinación de proyec-

tos, al igual que ocurría con las redes de desarrollo de

Hunter. Los frutos esperados de estos planes son la

creación de puestos de trabajo, la formación de recur-

sos humanos y el incremento del número de empre-

sas.

Los resultados de este trabajo sugieren igualmente al-

tos niveles de interacción asociados a la colaboración.

Sorprendentemente, a pesar de que la interacción dentro

de la organización está directamente relacionada con el

establecimiento de proyectos de desarrollo económico, la

literatura económica no la ha considerado como un factor

determinante de la competitividad regional. De hecho, el

fomento de la comunicación como base del desarrollo de

entramados regionales puede ser vital para territorios en

declive que necesitan desesperadamente aglutinar todos

sus activos. Los beneficios futuros que surgirán de un te-

rritorio en el que se hayan desarrollado los enlaces entre

los diferentes actores se pueden mantener a lo largo del

tiempo mejor que otras iniciativas regionales, tales como

los proyectos específicos a corto plazo. De hecho, tal

como afirman Maskell y Lorenzen:

«Los proyectos interempresariales pueden no

ser tan eficientes como las redes a la hora de ge-

nerar conocimiento, debido a lo limitado de la du-

ración de los mismos y, por esta misma razón, a lo

limitado también de la información que les da tiem-

po a compartir en profundidad, es decir, en conjun-

to debido a su capacidad específica de construir

conocimiento. Con todo, más importante es que,

de forma regular, algunos proyectos interempresa-

riales tienen dificultades a la hora de fijar la apro-

piación del conocimiento que han ido generado en

el transcurso de propios proyectos, dado que, a

menudo, los conocimientos terminan perdiéndose

cuando los proyectos concluyen y la participación

de cada empresa se dispersa.» Maskell y Loren-

zen (2003), página 11.

La interactividad dentro de las redes o alianzas incre-

menta las capacidades de las empresas o organizacio-

nes que forman parte de ellas; a propósito Arthur D. Litt-

le establece:

«Es la combinación de capacidades dentro de la

alianza, más que las capacidades de cada empre-

62 HISTORIA EMPRESARIALEnero 2004. N.º 812

M.ª CRISTINA MARTÍNEZ FERNÁNDEZ

ICE

10 N. del T. En octubre de 1999, 1 $AU = 0,60 € � 4.900 millonesde AU$ = 2.940 millones de euros.

Page 9: LA CAPACIDAD INNOVADORA DE LAS REDES DE DESARROLLO ... · nitz, 1961), los centros de crecimiento (Friedmann, 1972) —anteriormente denominados polos de desarrollo, Pe-rroux, 1970—

sa individual, lo que sustenta su éxito y pone ba-

rreras a la competencia. Parte de la gestión de es-

tas capacidades consistirá entonces en elegir y

desarrollar el tipo de relación correcto entre los so-

cios de la alianza, quizás mediante una financia-

ción adecuada, compartimiento de riesgos, o de-

sarrollo tecnológico conjunto.» Little (2001), pági-

na 36.

Finalmente, el valor de las redes de desarrollo no se

restringe únicamente a la producción y gestión de pro-

yectos individuales. Su importancia reside en que son

entidades sistémicas que cohesionan los planes y estra-

tegias regionales, propician que sectores públicos, pri-

vados y cívicos compartan conocimientos, e impulsan la

innovación. La colaboración permite la planificación y el

progreso regionales, de modo que las estrategias enca-

minadas a fomentar las redes de desarrollo son más

efectivas que aquéllas que estimulan redes basadas en

proyectos específicos.

La competencia entre organizaciones o empresas

La literatura económica ha analizado los efectos be-

neficiosos que la colaboración tiene sobre la innovación

y la mejora de las capacidades (AEGIS, 2001; OCDE,

2001; Martínez, 1998; Martínez Fernández, 2001). Sin

embargo, la competencia no suele considerarse un fac-

tor determinante del proceso innovador, ahora bien, co-

existe junto a los esfuerzos de colaboración de redes in-

dustriales y redes de desarrollo. De acuerdo con Porter

(1990, 1999 [1998] y 2000), la competencia es un factor

clave para la competitividad y la innovación de las na-

ciones y de las empresas. Esto implica que la compe-

tencia es otra capacidad fundamental de las redes de

organizaciones industriales entendidas éstas en su sen-

tido de sistemas territoriales.

«Está claro que los clusters fomentan ambiva-

lentemente la competencia y la cooperación. Los

concurrentes compiten de forma intensa para ga-

narse y conservar a los clientes. Sin una potente

competencia cualquier cluster fracasaría.» Porter

(1999 [1998]), página 228.

«El predominio de los clusters revela importan-

tes implicaciones para la microeconomía de la

competencia y con respecto al papel que juega la

localización en la ventaja competitiva. Incluso aun-

que los viejos argumentos hayan perdido peso con

la mundialización, la nueva influencia de los clus-

ters en la competencia adquiere una importancia

creciente en una economía cada vez más comple-

ja, más dinámica y más basada en el conocimiento

(...).

En las economías más avanzadas, y cada vez

más en todas partes, no obstante, los aspectos de-

cisivos para la competitividad de un entorno em-

presarial son, a menudo, específicos de los clus-

ters, por ejemplo, la existencia de un tipo particular

de proveedor, destrezas o departamentos univer-

sitarios.» Porter (2000), páginas 15-18.

Porter también reivindica que la proximidad desarrolla

la rivalidad, a la vez que estimula la cooperación (Porter,

2000). Éste es un aspecto importante porque la mayor

parte del debate se había centrado en la colaboración y

no en la competencia (Cooke y Morgan, 1993; Doerin-

guer y Terkla, 1995; O’Neill, 1996; Henton et al., 1997).

De hecho, la obra clave de Doeringuer y Terkla cuestio-

na la línea de Porter en cuanto a la competencia:

«... no está claro por qué la competencia tendría

que generar necesariamente una externalidad po-

sitiva en el hecho de la formación de los clusters y,

en el caso de que así sucediera, por qué razón

tendría que tratarse de una competencia de origen

local. De hecho, una fuerte rivalidad de tipo vertical

entre las empresas por hacerse con el control de

los canales de abastecimiento para la producción

puede ser contraproducente para muchas de las

actuaciones de mejora, como el establecimiento

de relaciones just-in-time o la apertura de nichos

LA CAPACIDAD INNOVADORA DE LAS REDES DE DESARROLLO REGIONAL: EL VALOR...

HISTORIA EMPRESARIALEnero 2004. N.º 812 63ICE

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de mercados, ambos basados en la colaboración

entre empresas.

Sopesando pros y contras, fomentar la rivalidad

empresarial dentro de una región no parece propi-

cio para las políticas de crecimiento basadas en

los clusters. Facilitar las relaciones de cooperación

y la promoción de colaboraciones verticales entre

proveedores y clientes, que son las que conducen

al funcionamiento conjunto de los canales de dis-

tribución de la producción, parece una política de

desarrollo más constructiva.» Doeringuer y Terkla

(1995), página 235.

Sin embargo, la competencia es una característica

humana fundamental que no puede ser despreciada,

porque estimula la creatividad de los directivos y de los

empleados y, por lo tanto, su capacidad para innovar.

Como afirma Porter en un trabajo reciente:

«Resulta evidente que en los clusters se combi-

nan competencia y cooperación. Para conseguir

clientes y conservarlos se establece una intensa

competencia. Es más, debido a la presencia de

múltiples competidores y a la existencia de fuertes

incentivos, a menudo, el grado que alcanza la

competencia dentro de los clusters se eleva (...).

La competencia y colaboración pueden coexistir

porque actúan en dimensiones diferentes, o dicho

de otra forma, porque la cooperación en determi-

nados niveles es parte esencial de las ganancias

de competencia a otros niveles.» Porter (1999

[1998]), páginas 228-229.

Las empresas que comparten su ubicación geográfi-

ca tienen más oportunidades de observarse, y más ins-

trumentos para conocer o predecir las innovaciones que

aparecen o van a aparecer en el ámbito empresarial.

Estas innovaciones son soluciones creativas que ponen

de manifiesto que el conocimiento es un componente

fundamental de la atmósfera de las redes industriales.

Las compañías aisladas son capaces de mantener la

confidencialidad, sin embargo, en un ambiente donde

las interacciones tanto formales como informales son

frecuentes, cualquier filtración permitirá a los competi-

dores acceder a informaciones que podrán complemen-

tar sus propias capacidades (Maskel y Lorenzen, 2003).

De este modo, las redes de organizaciones industriales

propician una mejora constante de los productos y los

procedimientos. Los «observatorios de la competen-

cia», que las compañías rivales establecen para mante-

nerse en el juego, son los que activarían este proceso.

Por lo tanto, las estrategias colectivas, tales como las

redes de organizaciones industriales, fomentarían la

competencia, que es un factor que estimula a las em-

presas a innovar más.

La generación, transmisión y transferencia del

conocimiento

Actualmente nadie discute que la participación en re-

des, clusters y alianzas constituye un poderoso meca-

nismo de aprendizaje. Más aún cuando estas relaciones

se dan en un medio geográfico inmediato, de modo que

los contactos puedan tener lugar de manera informal

(Arthur de Little, 2001). Por lo tanto, los sistemas regio-

nales de innovación maximizan el valor de sus institu-

ciones dedicadas a la generación del conocimiento es-

tableciendo vínculos entre los diferentes actores que

participan en el sistema (OCDE, 1999; Maskell, 2001).

Estos actores pertenecen a la esfera pública, privada y

de las organizaciones no lucrativas. La transferencia de

conocimiento entre los creadores del mismo y la indus-

tria ya ha sido estudiada con detenimiento (Kline y Ro-

senberg, 1986; Faulkner y Senker, 1995; Teece, 1987).

Sin embargo, la atención que ha recibido la generación

y transferencia de conocimiento entre instituciones pú-

blicas, así como el papel de las organizaciones sin áni-

mo de lucro, ha recibido menor atención.

Actualmente, la función que las universidades y otras

instituciones generadoras de conocimiento desempe-

ñan en la creación y transmisión de conocimiento es

analizada por los asesores de políticas regionales de

64 HISTORIA EMPRESARIALEnero 2004. N.º 812

M.ª CRISTINA MARTÍNEZ FERNÁNDEZ

ICE

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manera mucho más compleja que en el pasado. La ta-

rea fundamental de estas instituciones ya no es la for-

mación de nuevos talentos. Ahora, la colaboración con

la industria y la comunidad es el motor de las estrategias

de las universidades de ámbito regional. En Australia,

por ejemplo, la University of Western Sydney lidera un

foro anual sobre compromiso comunitario11, y la Univer-

sity of Western Australia consagra un vicerrector al de-

sarrollo regional. La importancia de la investigación y el

desarrollo conjuntos va más allá de un proyecto o alian-

za particular con una compañía. Gracias a la interac-

ción, las empresas mejoran tanto sus capacidades de

colaboración, como sus probabilidades de éxito en aso-

ciaciones futuras (Dogson y Bessant, 1996).

El análisis de la importancia de los productores de co-

nocimiento en las dos redes de desarrollo estudiadas

(una australiana y otra española) arroja los siguientes

resultados. Las universidades mantienen posiciones de

poder porque interactúan con el resto de jugadores y

generan prestigio y confianza en sus contactos y cola-

boraciones. Utilizando métodos de análisis de redes so-

ciales se descubrió que las universidades se comportan

como «guardianes» de la información y el conocimiento

dentro de la red regional de desarrollo —obsérvese en

el Gráfico 1 que dos instituciones educativas públicas

(R10 y R17) presentan los índices de intermediación

(betweenness) más altos de la red—. Las instituciones

de investigación privadas (R13) no gozan de esta posi-

ción privilegiada. Esto pone de manifiesto la importancia

que el «conocimiento público» tiene para el resto de

miembros de la red. Aunque estos resultados no pue-

den generalizarse, señalan a las instituciones científicas

como protagonistas del debate actual sobre núcleos de

conocimiento (knowledge hubs) y territorialidad, que

considera al conocimiento como un activo crucial de

cualquier territorio (AEGIS, 2002; Marceau y Martínez,

2003).

Un núcleo de conocimiento es un conjunto de orga-

nizaciones, tanto públicas como privadas, intensivas

en información especializada y localizadas en un es-

pacio geográfico específico. Algunas, como los insti-

tutos de investigación o las universidades, son pro-

ductores de conocimientos intensivos en investiga-

ción. Otras prestan servicios técnicos de alto nivel a la

vez que investigan y transfieren conocimientos. El

resto de participantes del núcleo son demandantes de

conocimiento. Aquí se incluirían principalmente las

compañías, pero también estarían presentes los pro-

veedores de servicios tales como hospitales y aero-

puertos. Estos «usuarios del conocimiento» indican el

enfoque que el proceso de generación, transmisión y

transferencia debe seguir para satisfacer sus necesi-

dades. De este modo, dentro del núcleo se ajustan las

funciones de los productores y los usuarios. La expe-

riencia e impacto económico de núcleos como Silicon

Valley o el North Carolina Research Triangle permiten

observar la relevancia de la integración de los recur-

sos humanos, con las agencias públicas y con

las compañías privadas para la generación y aplica-

ción de conocimientos generados localmente o en

cualquier parte (Saxenian, 1985, 1990, 1991 y 1994).

Estos modelos son, más bien, una excepción que una

solución que pueda aplicarse en cualquier lugar. El

éxito de estos modelos en otros ámbitos, sólo sería

posible si el «ecosistema» sociopolítico fuese idén-

tico.

La generación, transmisión y transferencia de cono-

cimiento dentro de los núcleos incrementa las capaci-

dades iniciales de sus participantes, pero también me-

jora las capacidades de las redes de organizaciones in-

dustriales y de las de desarrollo. El potencial de ambos

sistemas de innovación para activar núcleos reside,

precisamente, en su habilidad para capturar y difundir

conocimientos generados dentro y fuera de su ámbito

geográfico. De este modo, las informaciones de carác-

ter especializado obtenidas en cualquier sitio pueden

aplicarse rápidamente a las necesidades de industrias

y comunidades locales. Las redes industriales y las de

LA CAPACIDAD INNOVADORA DE LAS REDES DE DESARROLLO REGIONAL: EL VALOR...

HISTORIA EMPRESARIAL

Enero 2004. N.º 81265ICE

11 Community engagement. www.uws.edu.au/ord.

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desarrollo constituyen, entonces, una rica plataforma

pública, privada y cívica que atrae y difunde nuevos co-

nocimientos. En este ambiente el papel de las universi-

dades y otras instituciones científicas es vital, tanto por

su labor diaria en la transmisión de conocimiento,

como por su función de reservas de capital humano en

un espacio confinado.

Actualmente, se reconoce que la proximidad de los

centros de conocimiento y los investigadores es fun-

damental para que el intercambio de información táci-

ta pueda tener lugar (OCDE, 2002b). Sin embargo, la

creación de un núcleo de conocimiento tiene numero-

sas dimensiones, lo cual significa que la cercanía es-

pacial a las fuentes de nuevo conocimiento no tiene

por qué favorecer de forma inmediata el hecho de que

las empresas vayan a aprovecharse de la oferta que

se les presenta y que, consecuentemente, no sea ne-

cesario tomar medidas especiales para facilitar la ab-

sorción de los nuevos conocimientos (Marceau y

Martínez, 2003).

Se ha prestado muy poca atención a las relaciones

entre la universidad y el resto de organizaciones pro-

ductoras de conocimiento de su entorno geográfico más

inmediato. La planificación de estos contactos tan espe-

cíficos, que propician la difusión de nuevas tecnologías

en una región, aunque compleja, es crucial para el de-

sarrollo del potencial de cualquier red de conocimiento

local. Aunque la literatura económica hace referencia a

la importancia de este ejercicio de planificación (OCDE,

2002b), sin embargo, no existe ningún modelo que es-

pecifique los métodos analíticos que permitan llevarla a

cabo en cualquier parte.

66 HISTORIA EMPRESARIAL

Enero 2004. N.º 812

M.ª CRISTINA MARTÍNEZ FERNÁNDEZ

ICE

GRÁFICO 1

RED DE DESARROLLO DE HUNTER (AUSTRALIA). ÍNDICES DE INTERMEDIACIÓN

FUENTES: [Instituciones públicas: PS18, PS3, PS25, PS11, PS24, PS19][Organizaciones privadas: PR22, PR16, PR1, PR12, PR2, PR7][Organizaciones no gubernamentales: NG23, NG14, NG20, NG6, NG9, NG15, NG4, NG5, NG21][Grupos informales: I8][Investigación y educación: RE10, RE17, RE13].

Índi

cede

inte

rmed

iaci

ón

0,00

0,50

1,00

1,50

2,00

2,50

3,00

3,50

4,00

PS18

PR12

PR16 I8

NG23 PS3

NG14

NG20 PR1

NG6PR

12RE

13 PR2

NG9PS

25PS

11

NG15PS

24NG4

NG5PS

19RE

17RE

10 PR7NG21

Organizaciones

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4. Conclusiones

El hecho de que el desarrollo económico dependa de

la innovación plantea una difícil ecuación para cual-

quier territorio que analicemos. Para que la innovación

beneficie a las empresas, organizaciones e institucio-

nes se necesitan estructuras y sistemas adecuados.

Las redes de organizaciones industriales y las de desa-

rrollo pueden interpretarse como sistemas de innova-

ción territorial que desempeñan una tarea fundamental

en el desarrollo de las capacidades de la industria y de

las instituciones. Estas capacidades mejoran de forma

incremental debido a la colaboración y la competencia

que se establecen entre las organizaciones y las em-

presas, lo que termina estimulando la generación,

transmisión y transferencia de conocimientos claves

para los miembros de una comunidad.

Aunque sabemos que el conocimiento es un factor fun-

damental en aquellas áreas donde existen redes indus-

triales y de desarrollo, carecemos de un modelo que per-

mita analizar y mejorar la interacción entre instituciones

científicas e industria. De lo contrario, podrían solucionar-

se muchos de los desajustes que se aprecian en los

comportamientos de la industria y de las organizaciones

intensivas en conocimiento. También debería estudiarse

la colaboración entre instituciones públicas, ya que nu-

merosos departamentos de la Administración pública po-

seen conocimientos que podrían servir, de combinarse

de manera adecuada, como motores para activar, por un

lado, esos núcleos de conocimiento y, además, la innova-

ción y el desarrollo en su ámbito territorial.

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M.ª CRISTINA MARTÍNEZ FERNÁNDEZ

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