La Causalidad
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LA CAUSALIDAD
I. INTRODUCCION.
Motivados por la admiración y la búsqueda del porqué de las cosas, los hombres se han
esforzado por alcanzar un saber ´´ultimo y universal´´, basado en la causalidad, que a través
del cual se ha logrado conocer un poco más este misterio de las cosas en la realidad
circundante, llevándonos así , hasta un SER SUPREMO (DIOS).
Tal propósito será visto desde un punto de vista metafísico, queriendo así demostrar o
hacer ver la existencia y valor universal de tal principio.
1. Noción de causa.
La causalidad se da en la relación de causa y efecto. Por eso definamos en primer lugar
dichos términos para llegar a nuestro cometido.
Para dar una información concisa partamos definiendo la noción de principio. Se llama
principio a aquello de lo que algo procede de cualquier modo que sea. Principium est id a quo
aliquid procedit quocumque modo.1
Por tanto, un principio puede influir el ser en otro con expresión de dependencia o sin
hacerlo dependiente. El principio que influye en otro con exclusión de dependencia, no es
causa. Esta influye en el ser de otro y lo hace dependiente. Conclúyase, diciendo que la causa
es el principio positivo de donde algo procede realmente con dependencia en el ser o, el
principio real positivo que influye el ser en otro haciéndolo dependiente.
Ahora, perfilemos mejor tal noción, para que así, no confundamos causa con definiciones
semejantes a ella. Como es el caso de condición y ocasión. La condición difiere de la causa
por doble motivo: mientras la causa se caracteriza primordialmente por el influjo que ejerce,
la condición excluye positivamente el influjo causal, y, en consecuencia, toda variación en la
causa debe modificar la causalidad, que puede permanecer inalterable aunque varié la
condición. La ocasión favorece el ejercicio de la causalidad, y en este sentido, aunque no
incluye positivamente la razón de influjo, tampoco la excluye. La ocasión no es de suyo
necesaria para que la causa ejerza su causalidad mientras que la condición es con frecuencia
imprescindible para que la causa pueda obrar.
En resumen: “si quiero pescar, aprovecho la ocasión de encontrarme a orillas del mar o de
un río; es condición de disponer de algún instrumento o aparejo de pesca. Pero, supuesta la
ocasión y la condición para que pueda pescar, se necesita que quiera pescar, que me dedique
a ello y, si tengo éxito, el pez pescado es efecto de mi acción de pescar: lo he pescado yo.
1 AQUINO Tomás, STH. I, q. 33, a. 1.
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Supongamos que he pescado en un rio con prohibición de pesca, porque no estaba abierta
la veda. El causante de esa infracción soy yo, respondo de esa acción.”2
Después de dichas distinciones del vocablo causa definamos efecto. Podemos definirlo en
oposición a la causa como aquello que procede de otro con dependencia en el ser o, aquello
en lo cual otro influye el ser haciéndolo dependiente. El efecto es, por naturaleza, posterior a
la causa. La causa y el efecto se dan de tal manera unidos en el mismo acto de la causalidad
que, bajo este respecto, son perfectamente simultáneos. Debe decirse también que entre la
causa y el efecto hay distinción real, lo que depende realmente de otro, debe distinguirse
realmente de él. Además de eso debe constituirse en una relación real a su origen. Esta
original y originaria relación es lo que se llama realmente “causalidad”.
Por lo tanto, la causa y el efecto, términos de la relación de la causalidad no pueden ser
idénticos, pero tampoco pueden estar absolutamente aislados o separados. La causa no es
una fuente, ni la causalidad un líquido que discurra por no se sabe que canal, ni el efecto es
un deposito en el que aquél líquido se remanse. Santo Tomás lo explico así: “actio est in
passo”. La “acción” y la “pasión” son dos vocablos que expresan la misma realidad: la
actualidad del efecto influida por la causa.3La causalidad de la causa coincide con la
efectuación del efecto. El efecto y la causa se unen sin fundirse. Y esta unión sin confusión se
llama causalidad, influencia de la causa por la que se constituye la actualidad del efecto. La
causalidad no es una realidad subsistente, sino una relación de dependencia merced a la cual
el efecto se solidariza a la causa que le influye el ser.
a) Concepciones históricas de la causalidad.
Los presocráticos, más que de la causa (αιτία) del ser parecen preocupados por la
indagación del principio (άρхἠ), del que procede todo y en el cual todas las cosas se
resuelven. En esta misma línea se sitúa la investigación platónica. Platón: “lo que nace es
preciso que nazca de una causa”.
Para Platón, solo los inteligibles y las primeras hipostasis son causas; y el mundo sensible
es únicamente receptivo. Para Aristóteles, la realidad física, la naturaleza, tiene sus propios
principios intrínsecos de transmutación.
Para los estoicos, las cosas y los acontecimientos están rigurosamente determinados por
la causa originaria que llaman fuego, soplo o espíritu. Finalmente los escépticos sometieron a
2 GOMES PEREZ Rafael, introducción a la metafísica, pp.136-137.3 GONZALES ALVARES Ángel, tratado de metafísica ontológica, Gredos- Madrid, 1961. P.375.
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la prueba el concepto de causa y practicaron respecto de ella la universal suspensión de
juicio.
Santo TOMÁS, siguiendo a Aristóteles, pone la causalidad en relación con las ciencias. La
ciencia misma se define como conocimiento por causas. Así, si la causa es un principio de
explicación de las cosas, se debe a que primeramente es un principio de realidad.
J. LOCKE dirá: denominamos con el nombre general de causa a lo que produce cualquier
idea simple o compleja, efecto es aquello que es producido. Lo que interesa a la causalidad
no es la producción como tal, sino la sucesión.
HUME: “siendo todas las ideas distintas separables unas de otras, y siendo,
evidentemente, distintas las ideas de causa y efecto, no es fácil concebir un objeto cualquiera
como inexistente en este momento, y como existente en el instante siguiente, sin añadir a
ese objeto la idea distinta de una causa o de un principio productivo.” 4
KANT, afirma que el principio de relación causal en la serie de los fenómenos vale, antes
de todos los objetos de la experiencia (bajo las condiciones de la sucesión), porque ese
principio mismo es el fundamento de la posibilidad de semejante experiencia.5
MALEBRANCHE: las voliciones del alma y los movimientos del cuerpo son meras causas
ocasionales de la verdadera causación, solo producida por Dios.
Brentano, Meyerson y Husserl, devolvieron a la causalidad el sentido que le hace
trascender de las ciencias positivas a más altas regiones del saber.
b) EXISTENCIA DE LA CAUSALIDAD.
Tal problema puede ser planteado desde muy variadas perspectivas. En el presente
trabajo nos centraremos únicamente en dos perspectivas:
La consideración de los seres particulares en su real facticidad nos pone en presencia de sus
múltiples vinculaciones y termina revelándonos la causa de que depende.
Ésta se sitúa también ante los entes particulares, pero no para examinarlos como efectos,
sino para contemplar el influjo que ejercen unos sobre otros.
2) CONOCIMIENTO DE LA CAUSALIDAD.
Conocemos por observar el papel de la experiencia en la percepción del influjo físico de
una cosa sobre otra. La negación más radical de esta experiencia fue llevada a cabo por
Hume, según quedo puesto de relieve. El grave error de Hume fue tratar a las ideas como
4 GONZALES ALVARES Ángel, Tratado de Metafísica Ontológica, Gredos- Madrid, 1961. P.380.5 KANT Emmanuel, Critica de la razón pura, trad. GARCÍA MORENTE Manuel, p. 228.
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elementos abstractos, separados, en la pura representación de la mente, cuando debía
tratarlas en el acto por el que el espíritu las relaciona a lo concreto, en el que se encontraban
potencialmente realizadas. Proceso que comenzando en la inducción, concluye en el
concepto. Por tanto, solo de una imagen experiencial de una causa y un efecto reales, que los
sentidos han mostrado, pueden obtenerse los conceptos de causa y efecto. Ahora bien, este
es la dificultad del problema. ¿Nos muestran los sentidos causas y efectos reales, cosas
concretamente productoras y conocidas?
G. M. MENSER: los sentidos no perciben, de suyo, más que cualidades sensibles y sus
series fenoménicas. Para Aristóteles y santo Tomás seria el llamado sensible “per se”. Pero,
también señala Aristóteles que hay un sensible accidental “per accidens”. Esto quiero decir,
que además de lo captado por los sentidos hay algo que no puede ser captado por ellos. Ante
esto tiene que haber algún sentido interno, por el cual, aquello que no puede ser captado
por los sentidos externos, sea captado.
Según los filósofos árabes, a este sentido le dieron el nombre de cogitativa, respecto al
hombre; en el caso del animal se llama estimativa. La cogitativa, permite percibir al sujeto
concreto más claramente como individuo, y en consecuencia de ello, hacer efectiva la imagen
experiencial de un productor concreto –causa- y de un producto concreto –efecto-. Siendo
así, ya no hay dificultad alguna. Iluminando la imagen fantasmática de la causa y efecto
concretos, el entendimiento, después de dejar atrás lo concreto y singular, percibe aquello
que forma y constituye la esencia de la causa y el efecto; así es como adquirimos las ideas de
causa y efecto, tomándolos de la experiencia sensible.6
Tengo la impresión de que existen muchos ejemplos análogos de causalidad fuera del
hombre, particularmente en el mundo, con experiencia externa. Más lo que pretendo aquí es
formular un razonamiento que pruebe apodícticamente el valor objetivo de concepto de
causa. Lo que empieza a existir, necesariamente recibe el ser o es causado por influjo de otro,
pues para que algo se produjera a si mismo sería preciso que ya existiera antes de producirse.
Ese otro le influye precisamente el ser y, por tanto es su causa.
II. DIVISION DE LAS CAUSAS.
Siendo la causalidad una relación de dependencia, habrá tantos géneros de causas
cuantos sean los modos de depender. En las cosas de nuestra experiencia, estos modos de
dependencia causal se extienden a cuatro, según señaló ya Aristóteles.
6 GONZALES ALVARES Ángel, Tratado de Metafísica Ontológica, Gredos- Madrid, 1961. P.391.
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En primer lugar, puede observarse una dependencia del efecto en relación a sus principios
intrínsecos constitutivos: la causa material y la causa formal que es intrínseca y constitutiva,
pero también lo es en segundo lugar, causa formal extrínseca (llamada también causa
ejemplar) que, a semejanza de las causas eficiente y final es asimismo extrínseca y productiva
(en el ser de lo causado).7
En suma, es causa la materia de la que algo está hecho (causa material); la forma
intrínseca a la cosa, que actualiza a esa materia (causa formal); el principio que hace surgir la
forma en la materia (causa eficiente); y, por último, el fin hacia el que tiende el agente (causa
final).
A. CAUSAS INTRÍNSECAS: MATERIAL Y FORMAL.
Serán analizados estos componentes solo desde el punto de vista de su causalidad: en qué
sentido son causa el uno y el otro, los diversos tipos de causa material y formal, el efecto
propio de cada uno de ellos, etc.
1) CAUSA MATERIAL.
Causa material es aquello de lo cual y en lo cual se hace algo (“ex qua et in qua aliquid
fit”)8; y eso permanece “dentro” de lo hecho.
En relación a los otros géneros de causa, la material puede caracterizarse como:
a. Principio potencial pasivo: la causa material tiene razón de potencia pasiva que contiene al
efecto como la potencia a su acto, es decir, de modo imperfecto, como mera capacidad.
b. Permanente en el efecto: por su potencia pasiva, la materia realiza la función de sujeto
receptivo de la forma.
c. Indeterminación: en tanto que es potencia, la materia es algo inacabado, indefinido, abierto
a distintas posibilidades: y esa indeterminación se cierra precisamente cuando la forma actúa
una de esas posibles realizaciones.
TIPOS DE CAUSA MATERIAL.
La materia prima: es el sujeto que permanece a través de todos los cambios sustanciales,
recibiendo en si las formas que dan origen a los diversos entes corpóreos; es pura potencia
pasiva, desprovista por si misma de cualquier acto y actividad; es absolutamente
indeterminada, por eso puede entrar a formar parte de un sinfín de seres corpóreos en cada
uno de los cuales obtiene una configuración diversa. Por tanto, es principio o causas de todos
7 GARCÍA LOPEZ Jesús, Metafísica tomista, EUNSA-Pamplona 22001. Colección de pensamiento
medieval y renacentista N° 14. P.226.8 ALVIRA Tomás, CLAVEL Luis, MELENDO Tomás; Metafísica, Eunsa ed.8. p.210-215.
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los entes corpóreos; ya que es necesario que el efecto preexista de algún modo ya en la
causa.
La materia segunda: se habla de materia segunda cuando la causa material son substancias
que solo cambian accidentalmente, o en la línea de la “cualidad”.9si partimos de algo que ya
es, la causa material es materia segunda, es decir, un sujeto que ya es, pero que puede
perfeccionarse (o empeorarse).
2) LA CAUSA FORMAL.
Es el acto o perfección intrínseca por el que una cosa es lo que es, en el ámbito de la
substancia o en el de los accidentes. “acto que determinando a la materia constituye el
compuesto especificando su esencia. Esta puede ser sustancial y accidental. La forma
sustancial es el acto de la materia prima; la forma accidental, el de la materia segunda”.10La
forma sustancial hace sencillamente ser; la accidental hace ser de esa o de otra manera.
La causalidad intrínseca consiste en proporcionar a la materia prima, integrada en cada
cuerpo la determinación esencial, de que dicha materia carece por entero.11
3) RELACION ENTRE LA CAUSA MATERIAL Y FORMAL.
Tal relación puede resumirse diciendo que “la materia es potencia respecto a la forma, y
ésta es acto de la materia”. Pero, en qué sentido una y otra son causas mutuas y causas del
todo corpóreo.
a. Materia y forma son causas del compuesto corpóreo.
El ente corpóreo depende de su materia prima y de su forma sustancial en cuanto al ser y
al grado específico en que posee el ser: es notorio que ningún animal pude existir sin cuerpo,
y que cuando pierde su forma sustancial se corrompe, dejando de ser lo que era.
b. Materia y forma son causas mutuas.
Santo Tomás decía: la materia se dice causa de la forma, en cuanto la forma no es sino en
la materia; de modo análogo, la forma es causa de la materia, en cuanto que ésta no tiene ser
en acto sino es por la forma. Por tanto, debe afirmarse que la materia es por y para la forma,
y no viceversa; esto explica que pueden existir formas espirituales, más perfectas que las
corpóreas, no recibidas en materia - los ángeles-, o independientemente de la materia que
informan – el alma humana-: “puesto que la materia recibe por medio de la forma el ser
determinado y actual ( contraído a un modo específico), y no al contrario; ya que la causa no
depende del efecto, sino más bien al contrario”.12
9 ARTIGAS Mariano, Filosofía de la naturaleza, Eunsa-Panplona.52003.P. 226.
10 GONZALES ALVARES Ángel, Tratado de Metafísica Ontológica, Gredos- Madrid, 1961. PP.399-400. 11 GARCÍA LOPEZ Jesús, Metafísica Tomista, EUNSA-Pamplona 2
2001. Colección de pensamiento medieval y renacentista N°
14. P.225.12 ALVIRA Tomás, CLAVEL Luis, MELENDO Tomás; Metafísica, Eunsa ed.8. pp.219-221.
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En consecuencia según había mencionado, de algún modo, <<como lo que es menos
principal se ordena a lo más principal, la materia (prima) es “para” la forma sustancial,
mientras que la forma accidental es “para” el perfeccionamiento del sujeto (materia
segunda).13
B. CAUSAS EXTRÍNSECAS: EFICIENTE Y FINAL.
Antes de desarrollar cada una de las causas mencionadas, es preciso hacer mención a la
causa formal extrínseca o ejemplar, siendo como una prolongación de la causa formal en sí,
en cuanto tal.
causa ejemplar: tratase de un modelo a imitación del cual un agente realiza su obra.
Hablando con todo rigor, es causa ejemplar el modelo interior al cual el agente ajusta su
acción: “forma quam aliquid imitatur ex intentione agentis qui determinat sibi finem”.14o más
bien es la “forma intencional” del artífice, la cual, si no “informa”, realmente al efecto que de
ella resulta, sí que lo “conforma”, al quedar éste plasmado luego a imitación de la misma. Y
de este modo la causa eficiente, en los agentes libres, se enlaza necesariamente con la causa
ejemplar, ya que ésta es, ni más ni menos, que la forma misma del agente libre en cuanto
tal.15
1. CAUSA EFICIENTE.
Es aquella de la que brota una acción que influye en el ser o en el hacerse de otra cosa.16
La causa eficiente es causa de la causalidad de la materia y de la forma, pues hace, por su
movimiento, que la materia reciba a la forma y que la forma inhiera en la materia.
TIPOS DE CAUSA EFICIENTE.
La causa total es completa del efecto en un determinado orden, en tanto que la causa
parcial solo produce una parte de éste, y de ahí que siempre se encuentren en coordinación
con otras: los hombres son causas parciales de la paz de una sociedad, en cuanto que para
conseguirla concurren todas sus voluntades.
Causa universal y causa particular, se llama universal a lo que alcanza una serie de
resultados diferentes desde el punto de vista específico; y particular a lo que se encuentra
restringida a un solo tipo de efectos.
Cuanto más acto tiene una causa –cuanto más perfecta es-, mayor es su virtud operativa,
y a más cosas se extiende. Por último, Dios situado –como acto perfectísimo- en la cumbre de
13 AQUINO Tomás, STH. I, q.77, a. 6, c.14 GONZALES ALVARES Ángel, Tratado de Metafísica Ontológica, Gredos- Madrid, 1961. PP.401-402.15 GARCÍA LOPEZ Jesús, Metafísica Tomista, EUNSA-Pamplona 2
2001. Colección de pensamiento medieval y renacentista N°
14. PP.250-252.16 ARTIGAS Mariano, Filosofía de la Naturaleza, Eunsa-Panplona.5
2003.P. 227.
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la causalidad eficiente, trasciende en extensión e intensidad, y en grado infinito, todo el
poder causal de las criaturas.
Causa unívoca y análoga, unívoco es aquello que produce un efecto de su misma especie: el
fuego engendra fuego…, mientras que lo análogo da lugar a un efecto de especie distinta e
inferior a la causa, aunque siempre semejante a ella. Dios es causa análoga de las criaturas,
pues les participa su ser, resultando semejantes a Dios, pero por tener un “ser” participado,
se distinguen infinitamente del ser divino.
Causa instrumental y causa principal, se denomina instrumental a lo que produce un efecto,
no en virtud de su forma, sino solo por el movimiento con que es movida por un agente
principal; principal, al contrario, es la que actúa por su propia virtud. “la acción del
instrumento en cuanto instrumental no es distinta de la acción del agente principal” 17, por
eso el efecto de la acción instrumental debe atribuirse al agente, y no al instrumento: los
milagros, propiamente, no se atribuyen a los santos, sino a Dios.
Causas necesarias y contingentes, es necesario lo que alcanza siempre y de manera
indefectible su propio efecto; es contingente, por el contrario, lo que no siempre lo produce.
Por tanto, la eficiencia de las sustancias materiales es contingente, mientras que el obrar
natural (no voluntario) de las criaturas espirituales es indefectible: los ángeles nunca se
equivocan cuando conocen.
causas determinadas y causas libres, son determinadas las que producen su propio efecto
por la simple espontaneidad de su naturaleza. En cambio, las causas libres son las que
producen su efecto con dominio sobre la operación, pudiendo o no producirlo en virtud de
una decisión. “las causas libres tienen dominio sobre el fin que se proponen, porque lo
conocen y tienden a él con su voluntad.18
2. CAUSA FINAL.
Aristóteles definía la causa final como “aquello por lo cual algo se hace”. La causa final es
la causa de las causas, sin ser ella misma causada. Inicia y cierra el proceso de la causalidad,
impidiendo un proceso al infinito.19
Lo propio del fin es atraer; si el fin atrae es precisamente porque es bueno, y porque, es su
bien, por tanto, todo agente obra por el bien.
A. TIPOS DE CAUSA FINAL.
17 AQUINO Tomás, STH. III, q.19, a.1, ad2.18 Leibniz, Discours de Métaphysique, ed. Gerhardt, IV, pp.427-463.19 GOMES PEREZ Rafael, Introducción a la Metafísica, p.152.
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Fin intrínseco y fin trascendente, se denomina intrínseco de una operación al resultado
natural de la misma; también se le puede llamar fin-efecto, en cuanto que es producto de la
acción. Mientras que el fin trascendente de una acción es el objetivo a que está dirigida.
Fin último y fines próximos, se llama fin último a aquel por el que se tiende a todos los demás
fines en un determinado ámbito; fin próximo en cambio, es el que se pretende con vistas a
otro fin ulterior.
En términos absolutos, el fin último de todo lo creado es Dios, ya que solo Él es el Ser por
Esencia y la Bondad Infinita. Sin embargo –en Ética- las criaturas libres, aunque naturalmente
ordenadas al Bien, pueden desordenadamente proponerse como fin último algo diverso de
Dios.
Fin honesto, deleitable y útil.
Se denomina fin honesto a aquel que se quiere en sí mismo, en cuanto es efectivamente
bueno por el ente que lo causa. Bien deleitable es el mismo bien honesto, en cuanto aquieta
el deseo y produce un gozo, que se sigue del bien poseído. Por último, bien útil es el bien que
se quiere como medio: no por sí mismo, sino más bien en razón de los bienes precedentes.
B. PRINCIPIO DE CAUSALIDAD.
“todo agente obra por un fin”. Tanto los seres libres, como los que actúan de forma
necesaria obran, justamente, para conseguir su fin; de lo contrario no actuarían. Actuar por
un fin no significa percibirlo como tal fin; implica solamente una dirección precisa en las
operaciones.
CUALIDADES:
la finalidad en el obrar natural.
El fin es causa del orden, del orden interno de las acciones de la naturaleza.
La regularidad de los procesos naturales es una manifestación de que tienden a un fin; y en
cambio, la ausencia de finalidad se revela en los fenómenos desordenados y que acontecen
por un puro azar.
La finalidad en las acciones libres.
Los seres inteligentes tienden a sus fines de una manera peculiar: lo conocen como tal fin,
interiorizándolo, y, en consecuencia, tienen dominio sobre las acciones relacionadas con él.
Este tema es de una detallada consideración por parte de la Psicología y de la Ética.
La finalidad natural exige una inteligencia ordenadora.
La finalidad en el obrar natural es un dato de experiencia; más la acción del agente, para
que alcance su fin, es necesario que guarde una proporción con él, cosa que no puede ser
hecha más que por una inteligencia que conozca el fin y la razón del fin, y la proporción entre
el fin y lo que a él se dirige.
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En las criaturas carentes de conocimiento no pueden dirigirse a su fin como consecuencia
de la aprehensión del mismo, es necesario que estén ordenadas a él por alguna inteligencia
superior. El orden y la finalidad del universo es una de las vías más expeditas para alcanzar el
conocimiento de Dios como inteligencia suprema ordenadora: de hecho es el camino más
utilizado para el ascenso natural a Dios.
El fin causa de las demás causas.
El fin es la primera de las cuatro causas, el presupuesto necesario para que se den los
restantes tipos de causalidad: así, el fin es la causa de las causas (causa causarum), porque es
causa de la causalidad de todas las causas.20 Por ejemplo, los huesos no sostienen al cuerpo
porque “resulta” que son sólidos, sino que son sólidos precisamente para sostener el cuerpo.
La conexión entre las causas.
El fin mueve al agente, el agente educe la forma, y la forma organiza la materia.21
En la realidad, en las cosas que hacemos, en cualquier proceso de causalidad están las cuatro
causas; pero es posible que se den otros factores de complejidad.
Las causas intrínsecas (material y formal) tienen una relación mutua con las extrínsecas
(eficiente y final); y además existe una relación mutua entre sí mismas.
En suma podemos decir que, esta mutua implicancia de las causas se advierte también en
la cuestión de la prioridad.
Así, la materia tiene prioridad temporal respecto a la forma, porque es antes lo que
“recibe” que lo “recibido”; pero la forma es prioritaria en la perfección porque la materia no
se actualiza sino por la forma. Y, ya se ha dicho también, de algún modo, el eficiente es
primero en la acción, y, por tanto, tiene prioridad temporal; sin embargo, el fin, que es
primero en la intención, lo es también en la perfección, puesto que el eficiente no actúa sino
atraído por el fin.
La relación entre las causas eficiente y final tiene especial importancia en el análisis
metafísico del acto humano libre. Así sabemos que la libertad no se opone a la causalidad:
siendo el fin la causa de las causas, el ejercicio de la libertad es la causalidad más perfecta
porque es a la libertad a la que se presenta el fin.
En consecuencia, al ser el hombre ente por participación, “su actus essendi” la viene de
Dios y, en este sentido muy preciso, es un ente finalizado: el fin señalado al hombre por Dios
(es Dios mismo, su conocimiento y su amor) tiene para el hombre razón de deber. Ese deber
20 AQUINO Tomás, De principiis Nature, c. 4.pp.43-48; tradc. Del latín y prólogo de JOSÉ ANTONIO MIGUEZ.
21 ALVIRA Tomás, CLAVEL Luis, MELENDO Tomás; Metafísica, Eunsa ed.8. p.250.
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ha de ser cumplido en libertad, porque el hombre no está finalizado con necesidad. Ya que el
hombre ha sido y es solo gracias a que ha recibido el ser por un acto libre y gratuito de Dios.
Por tanto, solo Dios es la causa, “causa incausada”, que causa sin ser causada; ya que Él Es
por esencia, mas el hombre Es, “de algún modo”, por participación del Ser causante y que le
sigue causando, es decir, dándole existencia.22
CONCLUSION
Una vez hecho tal recorrido, la causalidad afrontada desde un punto de vista metafísico,
podemos concluir que la causa y el efecto son los términos de la causalidad, en su más viva
expresión, en cuanto a su existencia y a su valor expresados en su relación mutua de dichos
términos. Ya que la causa y el efecto se dan de tal manera unidos en el mismo acto de la
causalidad que, bajo este respecto, son perfectamente simultáneos.
«Que hay causas es algo evidente. [...] Puesto que existen cuatro causas, la tarea del físico
es conocerlas todas ellas. Por eso el físico, para indicar el "¿por qué?" según las exigencias de
la Física debe explicitar estas cuatro causas: la materia (ὕλη), la forma (εîδος, sinónimo de
μορφή), el motor (κινητόν) y la causa final (sinónimo de τέλος). En muchos casos tres de
estas causas se reducen a una sola: porque la esencia y la causa final son una sola cosa, y el
origen próximo del movimiento se identifica con ellas» (Físc. II, 7, 198 a 14-15 y 22-26).
Por último, me atrevo con seguridad y rigor verídico a afirmar que la causalidad es
evidente y necesaria, porque lo que empieza a existir, necesariamente recibe el ser o es
causado por influjo de otro, pues para que algo se produjera a si mismo sería preciso que ya
existiera antes de producirse. Ese otro le influye precisamente el ser y, por tanto es su causa.
Este hecho es innegable, aunque algunos autores especialmente HUME, diga: “entendemos,
habitualmente, la conexión causal como una conexión necesaria entre el efecto y la causa”,
es decir, de pura sucesión de fenómenos. Nieguen o pongan en entre dicho la causalidad, tal
propósito no puede ser llevado a cabo, puesto que la misma realidad lo justifica su existencia
y valor.
BIBLIOGRAFÍA
AQUINO Tomás, STH. I, q. 33, a. 1.
22 GOMES PEREZ Rafael, Introducción a la Metafísica, pp.160-161; 166.
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