La ciencia y la educación para la paz

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LIBRO MEMORIAS SIMPOSIO INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA: INNOVACIONES Y EDUCACIÓN PARA LA PAZ, realizado en la Universidad de Cartagena, 5-7 de mayo de 2015 ISBN: 978-958-58932-3-8, Editorial REDIPE- UNIVERSIDAD DE CARTAGENA, 2015 “LA CIENCIA Y LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ” Maria Emanuel Melo de Almeida Universidad Abierta de Portugal Resumen Con esta comunicación sobre ―La ciencia y la educación para la paz‖ se busca comprender cómo la ciencia puede ser un medio que permita edificar una cultura de paz a través de la educación para la paz, contribuyendo a la transformación de las injusticias y desigualdades sociales. El principal objetivo de esta exposición es verificar cómo la ciencia puede contribuir a la educación para la paz. El conocimiento científico y tecnológico há traído grandes beneficios a la humanidad; sin embargo, estos beneficios no se distribuyen equitativamente, lo cual ha ampliado la brecha entre los países industrializados y en desarrollo, causando el detrimento del medio ambiente, el desequilibrio y la exclusión social (UNESCO, 1999). Para promover la construcción de una cultura de paz a través de la educación para la paz son necesarios nuevas formas de pensar y concebir la sociedad, puesto que las áreas científicas y tecnológicas tienen una gran influencia en la construcción del pensamiento individual y colectivo de las personas. Es esencial realizar no sólo investigaciones relacionadas con la construcción de una cultura de paz, sino también informar y discutir con la sociedad la diferencia entre las investigaciones realizadas en provecho de la paz y el desarrollo, aplicadas al conocimiento, a la resolución de problemas sociales y ambientales, de las que son orientadas para fines bélicos.

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LIBRO MEMORIAS SIMPOSIO INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA: INNOVACIONES Y EDUCACIÓN PARA LA PAZ, realizado en la Universidad de Cartagena, 5-7 de mayo de 2015 ISBN: 978-958-58932-3-8, Editorial

REDIPE- UNIVERSIDAD DE CARTAGENA, 2015

“LA CIENCIA Y LA EDUCACIÓN PARA LA PAZ”

Maria Emanuel Melo de Almeida

Universidad Abierta de Portugal

Resumen

Con esta comunicación sobre ―La ciencia y la educación para la paz‖ se busca comprender cómo la ciencia puede ser un medio que permita edificar una cultura de paz a través de la educación para la paz, contribuyendo a la transformación de las injusticias y desigualdades sociales.

El principal objetivo de esta exposición es verificar cómo la ciencia puede contribuir a la educación para la paz. El conocimiento científico y tecnológico há traído grandes beneficios a la humanidad; sin embargo, estos beneficios no se distribuyen equitativamente, lo cual ha ampliado la brecha entre los países industrializados y en desarrollo, causando el detrimento del medio ambiente, el desequilibrio y la exclusión social (UNESCO, 1999).

Para promover la construcción de una cultura de paz a través de la educación para la paz son necesarios nuevas formas de pensar y concebir la sociedad, puesto que las áreas científicas y tecnológicas tienen una gran influencia en la construcción del pensamiento individual y colectivo de las personas. Es esencial realizar no sólo investigaciones relacionadas con la construcción de una cultura de paz, sino también informar y discutir con la sociedad la diferencia entre las investigaciones realizadas en provecho de la paz y el desarrollo, aplicadas al conocimiento, a la resolución de problemas sociales y ambientales, de las que son orientadas para fines bélicos.

Las comunidades científicas no logran per se poner fin a la producción de armas. A pesar de esta incapacidad, deberían esforzarse por rechazar y prevenir el adelanto de investigaciones que ponen en peligro la vida humana y el medio ambiente, desarrollando y promoviendo una ética científica pacifista (UNESCO, 1999). Así, es necesario mirar no sólo la sociedad actual, sino los derechos de las futuras generaciones, la responsabilidad ética y moral de cada individuo para permitir la supervivencia futura, una vida humana digna y feliz.

Palabras clave

Ciencia, Cultura de paz, Educación para la paz, Ética, Paz, Tecnología

Introducción

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Teniendo en cuenta que la aplicación de los avances científicos y tecnológicos en ciertas ocasiones han sido la causa del deterioro del medio ambiente, la fuente de desequilibrio y de exclusión social, la ciencia no debiera contribuir a que los científicos fueran ajenos a su medio social. Así, surge la necesidad de una ética científica que invierta estas tendencias promoviendo el bien y la paz en un ambiente donde la diversidad cultural es un valor a preservar. En este sentido surge la necesidad de impulsar una ética científica pacifista que mire no solo a las necesidades de las investigaciones científicas sino a los resultados que estas pueden alcanzar para la humanidad y el medio ambiente.

Los aspectos mencionados anteriormente, evidencian la relevancia de la ponencia que se presenta en seguida y que tiene como objetivo verificar como la ciencia puede contribuir a la construcción de una cultura de paz a través de la educación para la paz.

Para alcanzar el objetivo propuesto se realiza un breve análisis sobre una nueva visión de la ciencia, el rol de los científicos y la paz, las implicaciones de la ciencia, el papel de la ciencia en la construcción de la paz, la ciencia y la educación para la paz, terminando con unas reflexiones finales.

Resulta indispensable mejorar el conocimiento, el análisis y contribuir para armonizar las interrelaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad. Los sistemas políticos democráticos deberían valorar y apoyar el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, en lo que respecta el progreso social, el enriquecimiento cultural y ambiental.

Según la UNESCO (2002b) es necesario renovar el compromiso en favor de la ciencia para la paz, el desarrollo y evidenciar la utilización responsable de la ciencia en beneficio de las sociedades a través de la eliminación de la pobreza y del impulso de la seguridad humana.

La UNESCO (2002a) en la Declaración sobre Ciencia y la utilización del conocimiento científico titulada: ―Ciencia para el Siglo XXI – Un nuevo compromiso‖, evidencia, en el punto nº 31, que la comunidad científica, como afirma el Ato Constitutivo (UNESCO, 2002a: 8), debe promover la ―solidaridad intelectual y moral de la humanidad‖, la base de una cultura de paz.

En este sentido, la cooperación entre los científicos es una contribución valiosa y constructiva para la seguridad mundial, para el desarrollo de interacciones pacíficas entre diferentes naciones, sociedades y culturas, inclusive en el sentido del desarmamiento nuclear y como sucedió entre regiones enmarcadas por conflictos, como Israel y Palestina (UNESCO 2012).

Por lo tanto, a través de una nueva visón de la ciencia es necesario mirar no solo la sociedad actual, sino los derechos de las futuras generaciones que son hoy de la responsabilidad ética y moral de cada individuo, con miras a permitir la supervivencia futura de una vida humana feliz y digna.

1. Una nueva visión de la ciencia

La ciencia es un factor fundamental que moldea nuestras vidas, formas de pensar y de relacionarnos; contribuye a la resolución de distintos problemas humanos siendo también una llave para el desarrollo económico. Durante mucho tiempo se pensó que la

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evolución científica aportaría a la liberación de la humanidad, la esclavitud y de los sufrimientos inherentes a la insatisfacción de las necesidades básicas.

Después de una reflexión y teniendo como base la promoción de una cultura de paz, verificase que la evolución acelerada de la ciencia, tuvo efectos perturbadores en la interrelación entre los seres humanos y el universo. Por un lado, las revoluciones son el resultado de una inestabilidad causada por actividades humanas y por el otro, son la causa de cambios en el ser humano.

El comportamiento y la historia de las ciencias plantean dos cuestiones. La primera es la correlación con las técnicas que son extensiones de la ciencia.

Sin embargo, es importante subrayar que hay algo técnico en la actitud científica. Rodrígues (1997) afirma que es común a la ciencia y a la técnica subyugar la naturaleza obligándola a revelar sus secretos y poniéndola al servicio del individuo. La segunda cuestión está relacionada con el capitalismo.

Las ciencias surgieron cuando el capitalismo se imponía, apoyaba las ciências y se servía de ellas para luchar contra la supremacía.

Estas dos cuestiones plantean un tercer aspecto a tener cuenta ¿cuál es la función de la ciencia en la actualidad? La vida sería impensable sin la ciencia y también sin la tecnología. También importante subrayar que la intervención y la maximización de los provechos que generaron las sociedades de consumo, degradan el medio ambiente de manera irreversible y han aumentado la brecha entre los pobres y los ricos. De este modo, la ciencia está cada vez más sujeta a la no-razón del Estado, de la cual surge su contribución a la violencia, a la opresión, a la guerra, así como a los peligros inherentes a la ingeniería nuclear y biológica.

Panikkar (1993) considera que desde la perspectiva de la paz, la ciencia gnosis es valiosa y es un privilegio de pocas personas. La ciencia de la paz no puede crear desigualdades entre los individuos, ni generar competitividad, ni justificar situaciones que deterioren la paz.

La razón humana sobrepasa en cierto sentido a la ciencia, ya que ésta puede ser vista como un arma. Así, la ciencia (al menos, la ciencia defendida por ciertos científicos) no es auténtico conocimiento, ni sabiduría y tampoco experiencia; es práctica y poder que transforman a los individuos en vencedores, y permiten convencer, controlar y dominar. Reflexionando sobre el uso de la ciencia como arma, Panikkar (1993: 155) evidencia la necesidad del desarme cultural como una condición para la paz, porque si "el conocimiento es para ‗ser‘ la cultura no se obtiene para tener poder o dominar, sino para ver, para conocer, para juzgar, para alcanzar la realización humana y lograr la paz.

De donde se puede deducir la necesidad de profundizar en el aspecto relacionado con los científicos y la paz.

2. Los científicos y la paz

Según el Informe 2005 sobre la Situación Social en el Mundo (Naciones Unidas, 2005b), el desarrollo, la seguridad y los derechos humanos están ligados y se refuerzan mutuamente, como ha afirmado el Secretario General de la ONU declarando que "no

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puede haber desarrollo sin seguridad, ni seguridad sin desarrollo y no puede haber ningún de los dos sin respeto a los derechos humanos" (Naciones Unidas, 2005b: 88).

Por estas razones, los científicos han discutido la cuestión del principio de precaución, que surgió después del impacto de la experiencia con la bomba atómica y se adoptó como una guía para las organizaciones nacionales e internacionales. Según Cioci y Meazzini (2005), este principio se explica, por la ética de la responsabilidad, propuesta en 1979 por el filósofo hebreo Hans Jonas.

La definición del principio de precaución se formuló en una reunión en enero de 1998 en Wingspread, en presencia de científicos, abogados, legisladores y ecologistas. La Declaración Wingspread (1998) sobre el principio de precaución dice que deben ser tomadas las medidas cautelares cuando una actividad representa una amenaza para el medio ambiente o la salud humana.

Este principio es importante, porque la acción de los seres humanos puede tener consecuencias destructivas para todo el planeta y para las generaciones futuras. Por lo tanto, la ética debe mirar hacia el futuro bajo el imperativo de Hans Jonas (1992: 31): "actúa de tal manera que las consecuencias de tus acciones sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la tierra".

Es el principio de precaución que se encuentra en la base del texto del Protocolo de Kioto sobre la reducción de las emisiones de gases y el efecto invernadero que fue aprobado el 16 de febrero de 2005. El problema surge cuando se pasa de la declaración de principios a la aplicación concreta de los mismos, puesto que las decisiones son difíciles y a veces contradictorias. En este contexto, urge hacer frente a las implicaciones de la ciencia, a la responsabilidad de los científicos en el proceso de paz, al papel de la ciência en la construcción de la paz y a la ciencia y la educación para la paz.

3. Implicaciones de la ciencia

Las sociedades del pasado vivían en contacto con los riesgos naturales. En la actualidad, la ciencia y la técnica proporcionan a los seres humanos médios que permiten liberarse, en parte, de las contingencias materiales existentes en la vida cotidiana y satisfacer las crecientes necesidades. Actualmente se espera que la investigación científica cree presupuestos que garanticen y aumenten el bienestar para el futuro. Pero, puede suceder lo contrario, en la medida en que aumenta la conciencia de que el desarrollo tecnológico conduce a la humanidad a una situación tal que la misma existencia terrenal se ve amenazada.

Más aún, el peligro aumenta con la presencia de las armas nucleares, cuyo uso puede llegar a destruir el medio ambiente, afectando a la genética y a la biotecnología, entre otras realidades (Mario Albornoz, 2013).

Según la Comisión Europea (2000) sobre la Ciencia, Sociedad y Ciudadanos en Europa, el impacto de las consecuencias del progreso científico y tecnológico no se limita a estas áreas, ya que "la evolución prevista en el nível de las neurociencias, la tecnología virtual, o incluso en el campo de la robótica y la inteligencia artificial, no dejan de suscitar dudas al respecto‖.

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Echeverría (2002) refuerza este punto al afirmar que el conocimiento científico es el resultado final de un sistema de acción que comprende la práctica científica que por lo general es compleja.

La actividad científica comprende diferentes acciones. Bajo el punto de vista axiológico, es necesario que ni las acciones, ni los resultados obtenidos sean considerados científicos sin una evaluación previa. La evaluación consiste en una formulación de políticas que facilite la anulación de riesgos de acción. En esta línea de pensamiento Echeverría (2002) considera que la evaluación se basa en una acción racional con el apoyo de los valores positivos en perjuicio de los negativos.

El aspecto principal de este tipo de intervención axiológica, es el hecho de hacer posible la evaluación antes, durante y después de la ejecución de las actividades. Las prevenciones y evaluaciones pueden servir para advertir a la conciencia humana de que en cualquier actividad científica existen siempre riesgos, mayores o menores, que deben ser gestionados correctamente (Mario Albornoz, 2013).

Desde la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los años ochenta del siglo pasado el desarrollo de la sociedad tecnológica originó el llamado riesgo tecnológico, que se manifiesta en forma de desastres: petrolífero, químico, nuclear, entre otros.

En los últimos años, la atención se ha centrado en otras formas de riesgo de origen humano, que son más frecuentes y más sofisticados. Estos riesgos afectan a la salud, al medio ambiente y son resultado de la industria nuclear, de la contaminación de alimentos, de las ondas electromagnéticas, del cambio climático, de las prácticas industriales y de la negligencia, entre otras causas.

Actualmente, la sociedad espera que los nuevos avances científicos y tecnológicos sean objeto de un análisis de los riesgos antes de introducirse en la sociedad. Los riesgos también deben ser evidenciados y confrontados con los beneficios que la ciencia y la tecnología proporcionan a la sociedad.

Se corre riesgo siempre que algo valioso para la persona, la vida y la salud se ve amenazado. De ahí, la importancia de la responsabilidad que cada individuo tiene con los demás en el campo científico. Responsabilidad que, cual valor añadido, debería ser tenido en cuenta a la hora de ejercer el papel de investigador. En este sentido surge la responsabilidad que los científicos deben tener en el proceso de paz.

4. La responsabilidad de los científicos en el proceso de paz

En la actualidad, la responsabilidad de los científicos es un tema relevante, aunque a veces sólo se contempla como un debate puramente académico. En vista de la amenaza existente para la humanidad, ahora la responsabilidad es diferente y más exigente que en el pasado.

No se puede caer en posiciones extremas, como no asignar responsabilidad a los científicos, o ceder por completo; es importante que la responsabilidad sea entendida en un sentido moral y no legal. El grado de responsabilidad moral depende fundamentalmente del tipo de investigación que hace el científico.

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El conocimiento se convierte en un medio de manipulación y al mismo tiempo en un instrumento eficaz de poder, porque su aplicación puede tener efectos útiles o nocivos sobre los seres humanos y la sociedad.

El documento de trabajo de la Comisión de las Comunidades Europeas de Ciencia, Sociedad y Ciudadanos en Europa (2000) señaló que la cuestión de la libertad de investigación implica una cierta tensión entre la libertad y otros valores éticos.

La Carta Europea de los Derechos Fundamentales, aprobada por el Consejo Europeo de Biarritz (2000) para la adopción formal en el Consejo Europeo de Niza, recuerda que la libertad es un principio fundamental de la concepción del mundo, afirmando que "el arte y la investigación científica son libres‖. Sin embargo, los límites respeto de los principios éticos y morales deben ser fuertemente defendidos y promovidos.

Así, en los países democráticos, los científicos son formalmente libres pero no es obvia la libertad material. Hay limitaciones relacionadas con el impacto, las restricciones económicas, los intereses industriales y comerciales. Cada vez es más importante que los científicos tengan posibilidades de determinar sus objetos de investigación y elegir la forma de conducir su trabajo (Comisión Europea, 2000).

Es todavía necesario subrayar la responsabilidad que los científicos deben tener respecto a este controvertido tema; más aún si se trata de su aplicación respecto a la cual existe mayor claridad. Pongamos un ejemplo de la dificultad en compatibilizar el derecho a investigar y el derecho a vivir en paz: ¿la única manera de prevenir la producción de armas, sería prohibir a los científicos investigar dicho campo armamentístico? Algunos responden diciendo que tal prohibición supondría la reducción del derecho a la libertad y a la natural curiosidad, causa de la dedicación de la humanidad a la búsqueda de la verdad. Mientras tanto, el mundo se derrite en sangre causada por los bombardeos y las destrucciones masivas de edificios y poblaciones.

La ciencia puede permanecer libre, pero debe estar sujeta a ciertas restricciones para asegurar que la vida en la tierra no se destruye. El investigador sincero y honesto sabe cuál es el verdadero propósito y sentido de la investigación.

Dürr (1999) afirma que la ciencia orientada para el conocimiento tiene un significado filosófico y cultural, lo cual es esencial para la convivencia humana.

Recomienda aún que los científicos hagan un juramento hipocrático, en modo a cuestionar sus acciones en relación con las posibles consecuencias, y no realicen lo que podría poner en peligro la vida humana.

Esta idea, desarrollada en la Conferencia Mundial sobre la Ciencia en Budapest, aboga por la introducción de un juramento ético para los científicos como un requisito para su graduación (Portolés, 2001).

Durán y Riechmann (1998) informan que los científicos deben hacer un juramento ético que reconozca y evidencie el compromiso de no exceder los límites éticos y actuar de manera responsable. Este juramento es un reflejo de la necesidad de promover una ética científica y pacifista, de manera que los científicos actúen responsablemente y no realicen investigaciones que pongan en peligro la vida humana y el medio ambiente (OEI, 1999). Tanto el progresso como las obras que se basan en un potencial peligro

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pueden tener consecuencias inaceptables para los seres vivos o para la biosfera, por eso deben ser prohibidos, independientemente de que sirvan para fines constructivos o destructivos. Así, surge la importancia de relacionar la ciencia con la construcción de la paz.

5. El papel de la ciencia en la construcción de la paz

Se puede decir que todo lo que rodea los individuos es producto de la ciencia.

Según Appleyard (2004) el futuro pertenece a la ciencia, pero es inevitable que esté al servicio de la verdad y del respecto por la humanidad.

En su Plan de Acción sobre Ciencia y Sociedad, la Comisión Europea (2000) menciona que es necesario el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación, puesto que ―los progresos científicos y tecnológicos diarios permiten innovaciones esenciales para la calidad de vida y para la competitividad mundial y, […] la cooperación científica constituye muchas veces un elemento importante en el diálogo con los países terceros.

La misma Comisión dice que hay indicadores que revelan la existencia de un desfase entre el potencial de realización de innovaciones científicas y tecnológicas y las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos, en particular con respecto a la paz, al empleo, a la seguridad y al desarrollo sostenible del planeta.

La encuesta del Eurobarómetro de octubre de 2001 sobre las actitudes de los europeos ante la ciencia, revela un panorama de contrastes, donde se mezclan la confianza, la esperanza y también el interés en actividades científicas o incluso temores con respecto a sus consecuencias.

Estos datos informan que el ochenta por ciento de los europeos creen que la ciencia terminará con enfermedades como el cáncer o el SIDA. Los científicos disfrutan de un alto nivel de confianza, ya que al setenta y dos por ciento de los encuestados les gustaría que los políticos basasen más sus opciones en el consejo de especialistas.

La misma encuesta señala que los ciudadanos europeos no siempre tienen una percepción positiva de la ciencia y de la tecnología. Diversos sectores de la población están actualmente al margen de la ciencia. Incluso los riesgos industriales y/o las cuestiones éticas son comentadas en los medios de comunicación, realzando el deseo de una mejor búsqueda de progreso.

Así, Europa debería aunar los esfuerzos desplegados en los Estados Miembros sobre un marco comunitario con el fin de permitir que los ciudadanos europeos sean más capaces de evaluar los aspectos científicos y tecnológicos de la época y se involucren en la promoción de la ciencia que, si se gestiona bien, promueve una cultura de paz en el mundo.

Por lo tanto es necesario motivar una educación científica basada en valores, que permita a las personas, creer en el potencial de la ciencia y de la tecnología, cuando se utiliza para el beneficio de la humanidad, en particular para la promoción de la paz (Almeida, 2011).

El conocimiento científico es esencial para una ciudadanía moderna y democrática y para la comprensión de las cuestiones económicas, sociales y tecnológicas.

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Toda la sociedad puede y debe participar en la política con el objetivo de controlar las consecuencias del rápido progreso científico y tecnológico, destacando los beneficios y los riesgos que esto conlleva para las personas, la sociedad y el medio ambiente.

Según Charpak (1996), en el campo educativo, es esencial desarrollar el potencial científico de los estudiantes con el fin de promover los valores de cooperación, el respeto, la solidaridad, la paz, la ciudadanía y la responsabilidad, que se erigen como factores que conducen a una mejor integración en la escuela y en el mundo.

Así tornase importante analizar el aspecto relacionado con la ciencia y la educación para la paz.

6. La ciencia y la educación para la paz

En relación con lo expuesto es importante considerar la educación para la paz, como una acción educativa permanente al largo de toda la vida, facilitadora y promotora de las relaciones positivas y armoniosas de la persona consigo misma, con los demás, con la naturaleza y con lo trascendente, lo que favorece la resolución de conflictos de manera no violenta y que tiene como objetivo la justicia, la libertad, la igualdad, la fraternidad y la construcción de una cultura de paz que garantiza una existencia feliz y pacífica del individuo y de la sociedad.

Es todavía importante tener en cuenta las características e implicaciones básicas de la educación para la paz que son subrayadas por Jares (1983, 1986, 1991 y 1996) cuando dice que: i) la educación para la paz es una forma especial de la educación en valores; ii) tiene como principal objetivo recuperar la idea de la paz positiva; iii) es una educación desde y para la acción; iv) consiste en un proceso continuo y permanente; v) puede hacer parte de la dimensión transversal del currículo comprehendiendo todos los elementos y etapas educativas; vi) presupone combinar la teoría y la práctica, sobre todo la correlación entre los resultados que se deben alcanzar y los medios a utilizar; vii) tiene como objetivos y contenidos prioritarios la educación para la comprensión internacional, la educación para los derechos humanos, la educación para el desarme, la educación intercultural, la educación para el desarrollo, la educación para el conflicto y la desobediencia; viii) y, finalmente para que se pueda educar para la paz implica la existencia de un cuerpo docente comprometido pedagógica y socialmente con la construcción de una cultura de paz.

Así, en el siglo XXI y en esta nueva civilización caracterizada por câmbios rápidos y complejos, comprobase la necesidad de revisar los valores y las acciones examinando la práctica pedagógica, guiándola para una educación en valores, para los derechos humanos y para la paz (Grossi, 2000). Esta necesidad se debe principalmente al hecho de vivir en una era de perplejidad en que la sociedad humana se encuentra delante de la urgencia en encontrar nuevos caminos que conducen a la ruptura del mecanicismo, de la fragmentación y de la linealidad. Por lo tanto, es a partir de estos nuevos paradigmas que la ciencia se une al desafío de entender el mundo desde una perspectiva holística (Beauclair, 2007).

Entendiendo la educación como una posible manera de enfrentar los retos expuestos, se espera que esta sea responsable por la producción y la reproducción de bienes simbólicos y materiales, y que discuta la contribución que corresponde a cada educador

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para superar este contexto y enfrentar los nuevos desafíos que se imponen. En éste sentido urge ver la ciencia según un enfoque holístico, pues es una manera de percibir la realidad, donde los conceptos se pueden aplicar a los procesos de expansión, de intuición y de conciencia, a fin de lograr una sociedad más humana basada en la construcción de la paz. Es todavía necesario tratar de encontrar los demás según una perspectiva de alegría, de esperanza y de renovación de la propiá vida. Pues solamente así, otro mundo será efectivamente posible.

Los maestros deben fomentar en los alumnos los valores que facilitan la comprensión del proceso que conduce a la plena realización de la paz. En este sentido, es imprescindible en el educador un constante análisis y auto reflexión crítica de sus comportamientos y de la forma de educar, para que todos estos aspectos sean coherentes con los valores que propone desarrollar en función de la paz. Sólo entonces, científicos, educadores, maestros en general pueden educar para la paz: la paz entendida de una manera positiva; la paz como el proceso creativo de resolución de conflictos; la paz que según Montessori (sd) es principio práctico de la humanidad y la organización social; la paz que se funde en la propia naturaleza del ser humano, por lo que es un principio único y universal común a todos los individuos.

Delante del vertiginoso ritmo de cambio que arrastra el mundo, surgen nuevos retos para la educación, puesto que debe preparar al individuo para tomar cada vez más decisiones, no solamente las que afectan a las opciones de vida a nivel personal, sino también las que consideren las consecuencias éticas, sociales y ambientales. En este sentido, es urgente renovar los planes de estudio (currículos), los contenidos y los métodos de enseñanza y aprendizaje, teniendo como principal objetivo lograr no sólo una mayor calidad de la educación en general como una mayor relevancia, considerando las necesidades de los estudiantes y de la sociedad, aspectos que sólo se pueden lograr mediante la promoción de valores como la esperanza, la paz, la felicidad y el bien común.

De lo expuesto verificase que el futuro de la humanidad, requiere la construcción de la paz mediante la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación, porque la lucha por el derecho a la paz, inspirada en el ideal democrático de la dignidad, de la igualdad y del respeto por la persona, es el medio más seguro para erradicar la exclusión, la discriminación, la intolerância y la violencia que amenaza la cohesión de las sociedades y conduce a los conflictos armados. La humanidad enfrenta un gran desafío: construir un mundo que viva en paz, democrático, próspero y justo. Esto requiere una educación para la paz, que se caracteriza como un proceso dinámico y permanente, creador de las bases de una nueva cultura: la cultura de la paz que se manifiesta como la expresión de aprender a pensar y actuar de manera diferente, que sea facilitadora de una relación equilibrada y armoniosa de las personas con ellas mismas, con los demás y con el medio ambiente. Así la conciencia holística de la educación para la paz corresponde a un sentido cósmico y ecológico. En este contexto, la función educativa no es la única meta de la escuela, la responsabilidad recae también en los elementos del entorno social y sobre las experiencias que se convierten en oportunidades para aprender.

La cultura de paz debe ser el principal objetivo de cualquier política educativa, ya que su finalidad es garantizar una educación de calidad para todos los ciudadanos. En este

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contexto, la ciudadanía democrática es una expresión de la cohesión social que permite a los individuos participar libremente en la organización de la sociedad. Por todo esto, la educación para la paz no puede fragmentarse en diferentes dimensiones o dominios, porque siendo la paz, un derecho humano, en la base de la educación es importante conciliar la paz interior, la paz social y la paz con la naturaleza. En este contexto, la construcción de una cultura de paz mediante la educación, requiere un aprendizaje específico, es decir, aprender a vivir juntos y a desarrollar estrategias que permitan la construcción de un pensamiento común centrado en el concepto positivo de la paz.

Reflexiones finales

En una perspectiva clásica, hasta la mitad del siglo XX, la acción de los efectos producidos por el ser humano se limita a su entorno; la intervención en la naturaleza no tenía efectos definitivos o consecuencias irreversibles; la propiá naturaleza restablecía su equilibrio y las consecuencias de las acciones humanas sobre el nivel ecológico no superaban una generación.

Actualmente, las consecuencias de la llamada tecno-ciencia, relativas a los niveles físico, químico, biológico y/o genético afectan a todo el planeta, a todos los seres humanos, y van más allá de los límites cronológicos de un futuro cierto (Mario Albornoz, 2013).

El ecosistema que consiste en la interdependencia de todos los factores que permiten la vida en el planeta, ahora está directamente afectado por la acción del ser humano. La tecno-ciencia puede causar cambios prejudiciales en el equilibrio de la vida vegetal y/o animal (mediante la creación de especies transgénicas) y en la vida humana (con la manipulación genética de los seres humanos y la cuestión de la energía atómica).

El desarrollo de la tecno-ciencia requiere una reflexión sobre la comprensión de la naturaleza y de la moralidad en su modo de actuar. La cuestión de los limites éticos, sociales y políticos de acción tecno-científica es común a la cuestión de los derechos de las generaciones futuras.

Cabe aclarar que el concepto de ―derecho de las generaciones futuras‖ alcanza a las generaciones de los siglos venideros, no sólo de los seres aún no existentes, sino también a los que escapan totalmente de nuestro conocimiento.

Cuando se habla de derechos, se plantea el interrogante moral y por supuesto la responsabilidad que el ser humano del siglo XXI tiene en relación con la naturaleza, con los ecosistemas locales y globales y por lo tanto con la calidad de vida que le deja a los descendientes.

Los derechos de las generaciones futuras se convierten en la determinación de las normas éticas y morales de responsabilidad, para las posibles intervenciones de la tecno-ciencia. Así, Jonas (1992) afirma que los descubrimientos científicos derivados de la tecno-ciencia causaran una evolución en las condiciones de la vida humana, por lo que una persona puede estar enfrentando una autodestrucción suicida global. Para Renaud (1996), esta amenaza puede ser una advertencia con respecto a no comprometer las circunstancias que permiten la supervivencia indefinida de la humanidad en la tierra.

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Jonas (1992) señala que la cuestión de la continuidad de la vida en la Tierra es un deber moral, porque la vida se toma como un valor, y éste coincide con la preferencia de ser.

Desde este enfoque es donde se aprecia la necesidad de contemplar no sólo a la sociedad actual, sino también a los derechos de las generaciones futuras y a la supervivencia del ser humano en medio de las amenazas que la tecnociência crea a su alrededor, lo cual es responsabilidad ética y moral de cada individuo.

Las futuras generaciones esperan que el individuo actual asuma su responsabilidad hacia sí mismo y hacia la supervivencia futura, permitiendo una vida humana digna y feliz.

En este sentido, se puede ver cómo la ciencia contribuye a la construcción de la paz en la medida en que puede proteger no solo la vida actual, sino también la vida de las generaciones futuras.

Este aspecto fue estudiado en una reunión de representantes de distintas academias de diversos países, donde los científicos manifestaron su preocupación por el peligro que puede surgir en el futuro y afirmaron que ―el hombre no debe destruir sino crear‖ (Emelyanov, 1984: 146).

Los mismos científicos concluyeron que pueden y deben hablar con autoridade en lo que se refiere a la defensa de la paz y sobre los problemas vitales com que se depara la humanidad, puesto que son los científicos los que conocen las cuestiones que las actuales y las próximas generaciones tienen que solucionar. Estos investigadores apelaron a los científicos de todo el mundo para que se apresuren a defender los valores humanos universales, a promover la paz y el progreso social para todos, a oponerse a la carrera de armamentos, a solucionar los problemas internacionales a través del diálogo y negociación y a reforzar y desarrollar una política de paz (Almeida, 2011).

Sólo así se llegará a la convicción de que la acción conjunta de todas las fuerzas interesadas en la construcción de la paz en el mundo conseguirá mantener al planeta vivo y apto para acoger y promover la supervivencia humana.

Para finalizar, cito un dialogo de Petrarca con un loco que hace hincapié sobre la importancia de la paz:

Petrarca refiere el siguiente diálogo que tuvo con un loco:

―El loco, al ver los soldados marchando, pregunta al poeta: "¿A donde vas?"

"A la guerra," respondió Petrarca.

El loco observa: ―¿Es cierto que esta guerra terminará un día a través de la Paz?‖

"¡Por supuesto!", Responde el poeta.

Luego añade el loco "¿Por qué no hacen ya la paz antes de empezar la guerra?‖

Y Petrarca concluye pensativo: ―¡Pienso como un loco!‖ (Yarce, 2004: 160).

Referencias bibliográficas

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