La Ciudad Muerta Primera Parte

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1 LA CIUDAD MUERTA JP. LORENTE

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    LA CIUDAD

    MUERTA JP. LORENTE

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    CAPTULO 1

    EL EXTRAO CASO DE FAUSTINO GONZLEZ

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    Mientras ascendan el camino pedregoso y empinado, Sergio mir por el

    espejo retrovisor del vehculo para cerciorarse que el pesado camin de

    bomberos les estaba siguiendo. Estaba empezando a anochecer y sobre los

    picos de las montaas avanzaban unas nubes negras y amenazadoras.

    - Cunto queda para llegar? Pregunt uno de los sanitarios que llevaba

    de pasajero en el asiento trasero del vehculo policial.

    - Paciencia, de hecho no estamos muy lejos, tal vez un par de kilmetros,

    pero no puedo ir ms rpido ya que podramos perder a los bomberos

    Sergio sonri al pensar el mal rato que estaban pasando los dos sanitarios

    cargados sobre su regazo con grandes bolsas de material. Cada vez que

    coga un bache sus cuerpos entrechocaban con brusquedad. El camino era

    tortuoso y complicado, de imposible acceso para un vehculo que no fuera

    un todo terreno. Por eso haba recogido en el inicio de la pista forestal al

    personal de la ambulancia.

    Tras la llamada de una ciudadana informando que su padre haba

    desaparecido desde hacia una semana y que posiblemente estuviese en una

    pequea casa que tena en la montaa, los equipos de emergencia, polica,

    bomberos y ambulancia, se pusieron en marcha para localizar al anciano.

    Establecieron en Puesto de Control en el aparcamiento de las pistas de

    atletismo, muy prximas al camino rural que les haba de llevar al paraje

    donde supuestamente se encontraba la persona desaparecida. Sergio era

    conocedor del territorio, por lo que cogi un vehculo policial todo terreno

    e hizo de gua al resto del grupo.

    - Cmo ves el tema, cabo? Le pregunt el sanitario.

    - Pinta mal. Al parecer la ltima noticia que tuvieron del anciano fue que

    iba a pasar el fin de semana en la casa que tiene en el paraje de les

    Agulles. Desde entonces su familia no tiene noticias de l. De eso hace ya

    una semana. El anciano es viudo y vive solo, pero se mantiene en contacto

    peridicamente con sus hijos. Le han llamado por telfono pero sale el

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    aviso de que est fuera de servicio, seguramente porque tiene la batera

    descargada. Hemos llamado a hospitales y a otras policas pero no tienen

    constancia de ningn servicio con ste seor. Seguramente lo

    encontraremos nosotros en cuanto lleguemos a la casa.

    Sergio se mantuvo atento a la conduccin y a intentar sortear los grandes

    baches del camino. Redujo la velocidad hasta que los alcanz el camin de

    bomberos y continu ascendiendo por el tortuoso camino. A unos

    centenares de metros gir a la derecha por una pista forestal ms maltrecha

    y angosta si cabe que la anterior, flanqueada por pinos que araaron con

    sus ramas la carrocera del vehculo. El recorrido se hizo sombro debido a

    la sombra de los rboles y tuvo que poner las luces de cruce.

    Al cabo de diez minutos llegaron a una explanada dnde haba estacionado

    un todoterreno de color verde.

    - Ya hemos llegado? Pregunt el sanitario.

    - En coche, s. Ahora nos toca andar un poco.

    Sergio estacion a un lado para dejar paso al camin de bomberos. Baj del

    vehculo policial con la emisora en la mano y mir la matrcula del

    todoterreno verde. Retransmiti la matrcula y solicit el titular del

    vehculo a su Base.

    - La placa solicitada corresponde a Faustino Gonzlez Gijn Contest

    una voz por la emisora.

    Los dos sanitarios y cuatro bomberos se haban congregado alrededor del

    cabo de la polica, mirndolo expectantes.

    - S, se trata de la persona que estamos buscando Sergio comprob que el

    vehculo estaba cerrado y no haba nadie en su interior. Toc el cap y

    confirm que el motor estaba totalmente fro.

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    - Bueno seores, la casa que buscamos se encuentra al final de aquel

    camino seal a un sendero que discurra hacia el norte, elevndose entre

    la vegetacin Si no recuerdo mal, tardaremos unos cinco minutos en

    llegar. Como veis, el terreno es impracticable en vehculo, tendremos que

    llegar all a pie.

    Los bomberos se pertrecharon con herramientas y linternas. Cuando

    estuvieron preparados, iniciaron el ascenso por aquel camino pedregoso.

    - No entiendo cmo alguien puede vivir en un sitio tan apartado Dijo uno

    de los bomberos.

    Nadie contest, era evidente que guardaban las fuerzas para caminar por

    aquella pendiente tan empinada.

    El camino se abri en una explanada que coronaba la montaa. Desde all

    las vistas eran esplndidas. Bosques y ms montaas se extendan bajo sus

    pies. Abajo, en el valle se poda ver el pueblo. Ms lejos, otras poblaciones

    y ciudades parecan pequeas maquetas de juguete en la distancia. Haca un

    aire fro que presagiaba tormenta. El cielo estaba amenazador y pareca

    oscurecer por minutos. Estallidos de luz reflejaban las nubes y los truenos

    resonaban con infinidad de ecos lejanos.

    Encima de la loma pudieron ver una pequea casa de obra vista de una sola

    planta con un coqueto porche en la entrada cuya plataforma rodeaba toda la

    edificacin.

    Sergio subi los cuatro escalones hasta la puerta principal y comprob que

    sta estaba cerrada. Acompaado por los bomberos dieron la vuelta a toda

    la casa. Las ventanas estaban protegidas por barrotes y todas estaban

    cerradas. El interior de la vivienda estaba totalmente a oscuras. Imposible

    ver nada desde fuera.

    - Hay que entrar Dijo escuetamente Sergio a los bomberos.

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    Se ech a un lado mientras que uno de los bomberos forz la cerradura

    utilizando una palanca. La puerta se abri de par en par tras un crujido

    hacia la ms absoluta oscuridad. Un hedor a carne putrefacta sali hacia el

    exterior como una nube invisible y entr por las fosas nasales de los ms

    prximos a la entrada con tanta vilurencia que se tuvieron que tapar la

    nariz.

    Uno de los sanitarios sac un pequeo recipiente del bolsillo de su pantaln

    y lo abri. Contena una crema transparente.

    - Es eucalipto Explic mientras se aplicaba la crema bajo los agujeros de

    sus fosas nasales. Ofreci el envase al resto y todos le imitaron. El fuerte y

    refrescante olor consigui vencer al de la muerte.

    Encendieron sus linternas y accedieron a la vivienda. Haba un pequeo

    comedor con cocina y un fuego a tierra, el cual estaba limpio y sin signos

    de haber sido utilizado. En el centro de la sala haba una mesa circular y

    sobre ella dos platos con restos de comida florecida por hongos.

    Sergio comprob la cocina y sta tena todos los mandos apagados. Abri

    las puertas del armario inferior y all encontr una pequea bombona de

    gas butano con la vlvula tambin cerrada.

    Continuaron su macabra expedicin por un corto pasillo, a la izquierda del

    cual haba una puerta cerrada. Un bombero la abri y barri su interior con

    la linterna. Se trataba del cuarto de bao, pequeo y austero. Pareca limpio

    y en orden.

    Al final del pasillo se encontraron con otra puerta cerrada. Sergio baj la

    maneta y esper unos segundos para acabar de abrir. Se estaba preparando

    para el escenario que se tema iba a encontrar.

    Por fin abri la puerta y lanz la luz de su linterna hacia el interior de la

    estancia.

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    Se trataba de una habitacin. Haba una cama de matrimonio en el centro

    con dos cuerpos tapados con una sbana. Se acerc primero al lado

    izquierdo de la cama, hacia donde dirigi la linterna. All haba una mujer

    con el rostro totalmente amoratado e hinchado. Los parpados semiabiertos

    mostraban unos ojos entelados, casi blancos. El rigor mortis haba

    impulsado la sangre hacia la parte inferior del rostro, acumulando la sangre

    por el efecto de la gravedad en una fea mancha negra debajo de la piel. Un

    reguero de sangre oscura y seca sala de la boca del cadver entre una

    hinchada y azulada lengua e impregnaba la sbana y almohada en una gran

    mancha amarronada. Sergio se alegr de haberse puesto la crema de

    eucalipto en las fosas nasales. El hedor en aquella habitacin deba de ser

    insoportable.

    Se volvi hacia los bomberos y sanitarios que observaban la escena

    horrorizados.

    - Debis salir de la casa. Tengo que llamar a la polica cientfica para que

    inspeccionen los cadveres y todo el escenario. No se trata de una muerte

    natural.

    Muy a su pesar se qued solo en la estancia. Continu con su penosa tarea.

    Tocando lo menos posible tena que observar la mayor cantidad de datos

    posibles para poder informar despus a la polica cientfica.

    Levant la sbana y observ que el cuerpo hinchado de la mujer estaba

    vestido con un camisn subido hasta la cintura. El resto del cuerpo

    permaneca desnudo, mostrando su bello pblico y unas piernas enteladas

    de violeta debido a las venas repletas de sangre muerta.

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    Suficiente, pens Sergio. Iba a tapar el cadver nuevamente con la sbana

    cuando algo llam su atencin. La mujer estaba boca arriba, pero su cabeza

    descansaba hacia el lado derecho, apoyada en la almohada. El cuello estaba

    tapado por su cabellera, pero el pelo pareca pegado a la piel por una

    pastosa masa negruzca. Dirigi hacia all la luz de la linterna y se

    sobresalt al observar una terrible herida semicircular que haba producido

    desgarro de tejidos y de la yugular. De hecho otra gran mancha de sangre

    seca manchaba las sabanas por ese lado del cuerpo.

    Esta vez, aterrado, dirigi su linterna hacia el cadver que estaba en el lado

    derecho de la cama.

    Se trataba de un hombre de edad avanzada. Su cuerpo estaba girado en

    direccin a la mujer y la cabeza recostada en la almohada. Lo que llam

    inmediatamente la atencin de Sergio fue la boca del cadver. Tena sus

    dientes a la vista como en una terrible sonrisa y lo peor, estaban repletos de

    sangre seca y jirones de carne. Luego vio los ojos, entelados y casi

    blancos, como en el otro cuerpo. Parecan mirarlo fijamente.

    Sergio pens que ya haba visto suficiente. Sali rpidamente de la

    habitacin con todos y cada uno de los bellos de su cuerpo erizados.

    Cuando sali al exterior de la casa llen sus pulmones del fresco aire de la

    montaa. Casi se haba hecho de noche cerrada. Estaban sumidos en la ms

    absoluta oscuridad, solamente rota por los haces de la luz de las linternas

    de los bomberos y sanitarios que se haban congregado en un grupo y

    charlaban entre ellos a unos veinte metros de la casa. El cielo tambin se

    iluminaba de vez en cuando con los reflejos de una tormenta todava lejana.

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    Sergio camin hacia el grupo intentando conservar la compostura. La

    imagen de los dos cadveres se haba quedado gravada en su retina como si

    de una pesadilla se tratara. En el transcurso de los aos en la polica haba

    visto muertes de todo tipo, pero nada tan ttrico y aterrador como aquello.

    Pensaba que su alma estaba blindada a se tipo de experiencias, pero era

    evidente que esto lo superaba. Tal vez fuera la violencia que transmita el

    escenario y el entorno en el que se haba producido las muertes. Aquel

    lugar apartado e inhspito tal vez fuese bello a plena luz del da, pero no

    pudo imaginarse en aquellos momentos un sitio ms espeluznante que

    aquel.

    El grupo dej de hablar ante la llegada del polica y lo miraron expectantes.

    - Al menos uno de los cadveres, el de la mujer, ha muerto violentamente.

    Ahora llamar para que venga la polica cientfica y el forense. Hemos de

    tener paciencia, me temo que la noche puede ser larga.

    Uno de los sanitarios lanz un resoplido de queja transmitiendo el

    sentimiento del resto. A nadie le apeteca estar en aquel lugar ni un minuto

    ms.

    Sergio se apart del grupo y habl por la emisora con su Base.

    - Confirmada la presencia en el lugar de dos exitus por muerte violenta. El

    hombre con casi toda seguridad es la persona a la que estbamos buscando,

    pero estaba acompaado de una mujer de unos cuarenta aos. Solicito que

    se active a la polica cientfica y al forense. Que me llamen al telfono de

    Jefe de turno, lo llevo encima.

    - Recibido, as se har Contest la voz por la emisora.

    No tuvo que esperar ms de dos minutos antes de que el telfono mvil

    sonara. Lo descolg rpidamente ya que lo tena sujeto en su mano.

    - Cabo? Soy el sargento Picard de la polica cientfica. Infrmeme de la

    situacin, por favor.

  • 10

    - Estamos en el paraje de Les Agulles, de la poblacin de Montllobregat.

    Habamos subido a una casa aislada en la montaa en la bsqueda de una

    persona desaparecida. Me acompaa una dotacin de cuatro bomberos y

    dos sanitarios. Dentro de la vivienda hemos encontrado dos cadveres. Uno

    seguramente ser la persona que buscbamos y el otro, es una mujer de

    unos cuarenta aos. Ambos estaban dentro de la cama con signos

    postmortem de varios das. La mujer presenta una herida abierta en el

    cuello producida seguramente por un mordisco que le ha seccionado tejidos

    y la vena cartida izquierda. Seguramente ha muerto desangrada. El

    hombre tiene restos de carne entre los dientes.

    - Ese seor tena antecedentes violentos?

    - No. Estaba a punto de jubilarse. Trabajaba en mantenimiento de

    ferrocarriles y hasta el momento tena una vida totalmente ejemplar. Era lo

    que se considera una buena persona.

    - Tenemos identificados los cadveres?

    - No. El hombre seguramente es la persona que buscbamos, ya que hemos

    encontrado su vehculo estacionado en las proximidades. La mujer no tengo

    ni idea de quin es. No he querido tocar las pertenencias buscando sus

    identificaciones para no alterar el escenario Sergio tuvo que admitir para

    sus adentros que ni busc las identificaciones de los cadveres con las

    prisas de salir de aquel lugar.

    Al otro lado del telfono se hizo el silencio durante unos segundos.

    - Bien explqueme cmo llegar a su posicin. Pienso que tardaremos una

    hora aproximadamente.

  • 11

    Sergio explic que deban llegar hasta las pistas de atletismo dnde

    encontraran la ambulancia estacionada. A partir de ah deban de tomar el

    camino rural prximo en direccin a la montaa, recorrer unos cuatro

    kilmetros y coger una pista forestal hacia la derecha que los conducira a

    la explanada donde estaban los vehculos policiales, de bomberos y el del

    fallecido. Una vez que llegaran all, alguien bajara a buscarlos.

    Una vez finalizada la comunicacin, se dirigi al grupo y se integr en el

    crculo que formaban. Solamente tenan encendida la linterna de uno de los

    bomberos para no agotar la batera del resto.

    La oscuridad era absoluta y ya no se vean ni las luces de las ciudades,

    ocultas por gruesas nubes bajas. Un aire fro azotaba a rfagas la explanada

    desprovista de vegetacin. All no haba nada para resguardarse que no

    fuese la propia casa.

    - Es la primera vez que echo de menos un buen fuego en la montaa Dijo

    uno de los bomberos intentando poner una nota de humor a la situacin.

    Sergio encendi un cigarrillo cubriendo la llama del mechero con la palma

    de su mano para evitar que se apagara con el aire. Aspir una larga

    bocanada de humo y se sinti algo ms reconfortado.

    - Tendremos que estar mucho rato aqu? Quiso saber el jefe de la

    dotacin de bomberos, un sargento alto y espigado que se distingua del

    resto de sus compaeros por el casco azul que llevaba, mientras que el resto

    era de color amarillo.

    - Me temo que os tendris que quedar para colaborar en las maniobras de

    evacuacin de los cadveres una vez hayan acabado su trabajo los de la

    polica cientfica y el forense. Hasta aqu no puede llegar ningn vehculo,

    por lo que se tendrn que transportar a mano hasta la explanada de abajo.

    Pero lo dudo, ya que hasta all no puede llegar tampoco un coche funerario

    al menos que sea un todo terreno y no he visto que exista ninguno con esas

    caractersticas. Seguramente se optar por trasladarlos en un helicptero.

  • 12

    - Y nosotros, qu hacemos aqu? Pregunt uno de los sanitarios tiritando

    de fro.

    - Me hacis compaa Contest Sergio con una sonrisa forzada. l

    tambin tena el fro clavado hasta los huesos, pero no solo el ambiental,

    sino el de sensacin de terror del que no poda desprenderse. Aquel lugar

    rezumaba maldad y le daba escalofros. Luego aadi Dependis de mi

    para poder bajar en coche, a no ser que queris andar. Yo tambin me tengo

    que quedar para esperar a la polica cientfica y preservar el escenario.

    De vez en cuando Sergio lanzaba miradas aprensivas hacia la puerta de

    acceso a la casa. Haba quedado abierta y el interior destacaba por una

    oscuridad incluso ms profunda de la que les rodeaba. De vez en cuando la

    silueta de la edificacin quedaba reflejada fugazmente por los relmpagos.

    Todos guardaron silencio. Solamente se escuchaba el violento balanceo de

    las copas de los rboles del cercano bosque a causa del viento racheado. De

    vez en cuando tambin redoblaba en la montaa algn trueno. No tardara

    mucho tiempo en tener la tormenta sobre ellos.

    De repente, uno de los sanitarios se gir hacia la casa.

    - Qu ha sido eso?

    - Qu? pregunt Sergio.

    - Me ha parecido escuchar el sonido de un mueble arrastrndose, como si

    alguien hubiese chocado contra l.

    Todos miraron alarmados hacia la puerta de la casa.

    Pasaron unos segundos pero no escucharon nada.

    - Ser el viento que ha generado algn tipo de corriente dentro de la

    vivienda Dijo el sargento de bomberos.

    Todos dieron por buena esa explicacin, pero no dejaron de prestar

    atencin hacia la puerta.

  • 13

    Esta vez escucharon claramente el impacto de una vajilla contra el suelo y

    el sonido inconfundible de las patas de madera de una mesa al ser

    arrastrada.

    - Haba alguien ms en la casa? Pregunt uno de los bomberos. Su voz

    son totalmente aterrada.

    - Un comedor, un pasillo, un cuarto de bao y una habitacin Dijo Sergio,

    tambin asustado No haba nada ms y es imposible que se escondiera

    nadie cuando hicimos la bsqueda. Incluso la cama era demasiado baja

    para que alguien se ocultara debajo de ella.

    - Me cago en la puta, pues parece que alguien est dentro! El sargento de

    bomberos haba hecho el comentario casi gritando Habr que

    comprobarlo.

    Todas las miradas se dirigieron hacia el polica. Era evidente que era l la

    persona que deba de hacer la comprobacin.

    Sergio dirigi su linterna a la entrada de la casa, descubriendo con el haz de

    luz parte del techo del comedor.

    De repente pudieron ver asombrados cmo una figura sala hacia el

    exterior. Se iba tambaleando y chocando contra todos los obstculos que

    encontraba a su paso. Pareca estar muy enfermo o malherido.

    - No puede ser! Exclam Sergio Es el hombre que estaba en la cama.

    Estaba muerto, os lo juro.

    Antes de que se dieran cuenta, uno de los sanitarios ech a correr hacia la

    casa, dispuesto a asistir a aquella persona.

    - No, espera! Le grit Sergio. La situacin era sumamente peligrosa.

    Record que haba tenido la sensacin en la habitacin que el hombre le

    miraba fijamente. Pero estaba seguro que los ojos eran los de un cadver.

    Haba visto demasiados en su vida para poderse equivocar en eso. Por otro

    lado, aquella persona era el presunto asesino de la mujer. Le haba

    arrancado medio cuello de un mordisco! - Aljate de l.

  • 14

    Pero el sanitario sigui corriendo hacia la persona, subi los tres escalones

    que daban acceso al porche y le escucharon decir:

    - Est usted bien? Prcticamente se encontraba a un metro del hombre y

    le tenda la mano con la intencin de sujetarlo en el caso que perdiera el

    equilibrio.

    - Fuera de ah! Le grit nuevamente Sergio. Forz a sus piernas a que

    vencieran la inmovilidad producida por el terror y por fin consigui salir

    corriendo hacia la entrada de la casa. Vencer el miedo era una de las cosas

    que ms le costaba tras numerosas situaciones de riesgo en su larga carrera

    profesional. Pero una vez ms consigui romper ese bloqueo que le

    atenazaba gracias al firme compromiso que tena para con su profesin.

    Quera proteger al sanitario de un peligro que intua cierto. Busc con su

    mano derecha la defensa extensible del cinturn. Cuando sinti la forma

    cilndrica en la palma de su mano la sac de la funda y la despleg con un

    golpe seco.

    El sanitario mir hacia Sergio, pero no se alej del hombre. Este pareca

    inmvil en la entrada de la casa, pero de repente, avanz torpemente y

    cogi al desprevenido tcnico por los hombros. Antes de que ste pudiera

    reaccionar, le hundi la boca en plena garganta. Despus el hombre retir

    la cabeza hacia atrs llevando entre los dientes una gran porcin de carne.

    El tcnico dio un paso atrs y cay fulminado de espaldas, cayendo por los

    escalones del porche. Convulsion en el suelo de tierra llevndose las

    manos al cuello para intentar contener una fuente de sangre que se

    escapaba de su cuerpo a borbotones.

    Sergio decidi rpido en eliminar el peligro antes de socorrer al sanitario.

    Subi los escalones del porche y dio un fuerte golpe con la defensa

    extensible en la cabeza del agresor. Este se desestabiliz y cay

    pesadamente en el interior de la casa.

  • 15

    El polica se acerc al sanitario y observ cmo la vida se escapaba en los

    ojos de ste. Se vio empujado a un lado por el otro sanitario que apart las

    manos de su compaero para valorar la herida. De inmediato se dio cuenta

    de que nada poda hacer por l. Tena seccionada la vena cartida y la

    laringe. Aquellas lesiones eran mortales. Los bomberos tambin rodearon

    el cuerpo agnico vindose impotentes de poder hacer nada por l.

    El sanitario tard escasamente un minuto en dejar de convulsionar y muri.

    Sergio, conmocionado, se apart del cadver y se dirigi a la puerta de la

    casa. All esper encontrar a otro muerto, ya que el golpe que le haba

    propinado con la defensa le haba acertado con fuerza en plena sien. La

    suficiente como para provocarle una importante fractura craneal.

    Para su sorpresa el hombre se estaba incorporando en aquellos momentos.

    - Quieto ah! Le grit.

    Pero el hombre consigui ponerse de rodillas y mir fijamente al polica.

    Sergio sinti un escalofri ante la imagen que se presentaba ante sus ojos.

    Vio a unos ojos entelados por la muerte y una boca sanguinolenta que

    masticaba pausadamente trozos de carne y tejidos.

    La escena le caus tanto pavor que se sinti paralizado por el pnico. El

    instinto de supervivencia le hizo dar varios pasos atrs, hasta bajar los

    escalones del porche. Para su estupor, detrs del hombre que ya haba

    conseguido ponerse en pie, apareci otra figura. Tena el camisn lleno de

    sangre seca, el rostro plido y una terrible herida en el cuello. Era la mujer

    que haba encontrado muerta en la cama.

    - Atrs! Grit mientras empujaba a los bomberos y al sanitario - Me

    cago en la puta, hacedme caso, atrs!

    Todos corrieron hacia el centro de la explanada, a unos diez metros de la

    casa y se volvieron, empuando sus linternas hacia las dos personas que

    haban surgido de ella de manera incomprensible. Estaban aterrados.

  • 16

    Ninguno dijo nada. Observaron cmo el hombre y la mujer bajaron

    torpemente la escalera del porche y se detuvieron ante el cadver del

    sanitario. Para su espanto, vieron que se arrodillaron ante l y empezaron a

    morderle en los brazos y rostro, arrancando trozos de carne y masticando

    pausadamente.

    Sergio, espantado, busc con su mano derecha la culata de la pistola que

    tena en el cinturn. Quit el seguro de la funda, y extrajo el arma. Quit el

    seguro y ech hacia atrs la corredera para cargarla. Escuch como la vaina

    entraba en la recmara en un sonido metlico.

    Se aproxim a las dos personas que estaban destrozando al sanitario e

    intent fijar el objetivo del alza del arma en el hombre.

    - Alto, polica! Grit Tirense al suelo o disparo.

    El hombre y la mujer se fijaron de repente en l. Tenan la boca llena de

    sangre fresca y tejidos que se deslizaban por sus mentones hasta el cuello y

    pecho. Ambos se levantaron torpemente y comenzaron a caminar hacia

    Sergio, desentendindose del cadver que tenan a sus pies.

    -Alto o disparo!

    Se escuch una detonacin y la bala atraves el pecho del hombre. Este,

    debido a la fuerza del impacto a tan poca distancia cay hacia atrs. Sergio

    encaon entonces a la mujer.

    - Seora, no me obligue a disparar.

    La mujer, arrastrando los pies descalzos, ofreca una imagen terrorfica con

    su rostro en descomposicin y la boca y el camisn manchados de sangre.

    Pero no se detuvo, continu andando torpemente hacia Sergio.

    El polica, intentando mantener la sangre fra, pens que el disparo dirigido

    al hombre estaba justificado, ya que haba matado brutalmente al sanitario,

    pero no poda pegarle un tiro a una mujer desarmada. En un juicio no

    podra defender su actuacin de ninguna manera. Le imputaran un

  • 17

    homicidio con el agravante de ser funcionario pblico. Por ese motivo

    enfund el arma y prefiri seguir dialogando.

    - Seora, detngase y trese al suelo bocabajo.

    Pero la mujer lejos de hacer caso, se abalanz hacia Sergio con la boca

    abierta, dispuesta a morderle. La esquiv hacindola caer al suelo. Se sent

    encima de su espalda e intent coger una de sus muecas para

    inmovilizarla mientras con su otra mano busc los grilletes que tena en el

    cinturn. Sinti una gran repugnancia al notar la piel blanda, corrupta y

    fra de la mujer. Se sorprendi de la gran resistencia que opuso para tener

    un peso de unos cincuenta quilos. Lo levant sin aparente dificultad desde

    sus espaldas y lo hizo caer rodando sobre el suelo. Luego se abalanz sobre

    l para intentar morderlo. La ayuda de los bomberos fue crucial para evitar

    que eso sucediera. Cogieron a la mujer por las axilas y la arrastraron lejos

    del polica. Por desgracia, consigui morder la mano del sargento en el

    trascurso de esa operacin, arrancndole de cuajo el dedo meique.

    La soltaron debido a la extrema fuerza y resistencia que mostraba. La

    dejaron lejos de Sergio y se retiraron de ella. El sanitario que quedaba se

    prest rpido a auxiliar al jefe de grupo de los bomberos poniendo apsitos

    en la herida del dedo seccionado. Mientras tanto todos observaban como la

    mujer se incorporaba masticando el dedo del sargento mientras caminaba

    hacia ellos.

    Sergio, consciente de que no poda reducir a la mujer en un cuerpo a

    cuerpo, tom una decisin de vida o muerte. Su arma estaba cargada y a

    punto para disparar. La sac de la funda y apunt.

    Se escuch una detonacin y la mujer cay hacia atrs como un peso

    muerto. La bala le haba impactado en el centro del esternn. Pero el

    polica haba apuntado a la cabeza. Era tal el estrs que senta que era

    incapaz de alinear los puntos de mira de su arma.

    Todos acudieron a auxiliar al bombero herido.

  • 18

    La lluvia empez a caer en gruesas y fras gotas al principio. Un fuerte

    trueno que hizo retumbar el suelo fue el augurio de una catarata de agua

    que se desplom sobre de ellos.

    - Debemos evacuarlo ahora Dijo el sanitario a Sergio Est malherido.

    El polica, sobrepasado por los acontecimientos, tom una decisin.

    - Te dar las llaves del patrulla y bjalo hasta la ambulancia. Yo me he de

    quedar hasta la llegada de la polica cientfica. El escenario ha cambiado.

    He matado a dos personas que haba informado que ya estaban muertas

    La lluvia fra e implacable caa torrencialmente sobre el grupo, calndolos

    hasta los huesos.

    - Bajar con el sanitario Dijo el sargento de bomberos aguantando las

    gasas sanguinolentas que cubran la herida de su mano Pero el resto de mi

    equipo se queda aqu contigo. Ahora lo comunicar por radio a mi Central.

    - Bien Contest Sergio casi sin aliento. Se senta extremadamente

    vulnerable e intentaba razonar todo lo que haba pasado. Cmo era posible

    que dos personas que haba dado por muertas hubiesen resucitado? Cmo

    explicar aquel sinsentido? Cmo justificar los disparos y las muertes que

    haba provocado?.

    De repente, uno de los bomberos ms apartados del grupo lanz un alarido

    de dolor. Sergio enfoc su linterna hacia el grito y la imagen que se

    present ante sus ojos lo llen de terror. El hombre al que haba disparado

    en pleno pecho y que haba dado por muerto otra vez, morda la cara del

    bombero, al cual tena atenazado en un fuerte abrazo del que no se poda

    desprender todo y sus esfuerzos por separarse del agresor que lo haba

    sorprendido por la espalda.

    El casco del bombero rod sobre los charcos de agua que estaban formando

    la intensa lluvia. Su agresor aprovech para arrancarle medio rostro con sus

    dientes. Los alaridos de la vctima eran espeluznantes.

  • 19

    Otro grito pidiendo ayuda reson en la noche. Giraron el haz de linternas

    hacia l y vieron horrorizados cmo la mujer, tambin presuntamente

    muerta, estaba mordiendo entre feroces gruidos la mano herida del

    sargento de bomberos.

    Totalmente sobrepasado por los acontecimientos, Sergio volvi a

    desenfundar su arma. Primero se dirigi al agresor del bombero y le dispar

    a bocajarro en la espalda, en un ngulo que saba que no haba peligro de

    herir a la vctima. El hombre cay al suelo fulminado, hundiendo su rostro

    en un charco de lluvia. El polica se dirigi acto seguido hacia la atacante

    del sargento, disparndole directamente en el cuello mientras segua

    devorando la mano del pobre desafortunado. El cuerpo de la mujer se vio

    impulsado al suelo con violencia.

    - Vmonos de aqu, ya Grit Sergio.

    No tuvo que repetir la orden dos veces. Cogiendo a los heridos por las

    axilas emprendieron el camino hacia los vehculos que tenan estacionados

    unos cientos de metros ms abajo.

    Fue una marcha fatigosa, ya que el sargento haba perdido el resto de dedos

    de su mano derecha y el otro bombero prcticamente careca de la parte

    derecha de su cara.

    La lluvia crepitaba con violencia sobre las copas de los rboles, cataratas de

    agua caan sobre ellos. Pero el instinto de supervivencia les hizo culminar

    el pesado camino hasta la explanada dnde haban dejado los vehculos.

    - Todos al patrulla! Grit Sergio bajo el fragor de la lluvia El camin

    de bomberos es demasiado lento.

    Pero para su desesperacin no se acordaba dnde haba dejado las llaves

    del todoterreno. Rebusc nerviosamente en el chaquetn y en los bolsillos

    de sus pantalones, pero no las encontraba.

  • 20

    Miraba de reojo a los heridos. Sobre todo al bombero que le faltaba media

    cara y que permaneca afortunadamente inconsciente sujetado por los

    brazos por dos de sus compaeros.

    Tena los pantalones calados por la lluvia, pegados a la piel y le costaba

    introducir sus manos por los bolsillos para encontrar las llaves del vehculo

    policial.

    - No me lo puedo creer! Grit el sanitario mirando hacia el camino que

    llevaba hasta la explanada.

    Sergio mir en aquella direccin y pudo ver aterrado como el hombre y la

    mujer a los que haba disparado en dos ocasiones, avanzaban hacia ellos

    con paso vacilante pero continuo. Sus dedos dieron por fin con las llaves

    del vehculo dentro del bolsillo lateral derecho de su pantaln. Las

    introdujo con manos temblorosas en la cerradura y el cierre centralizado

    salt abriendo todas las puertas. Los cuatro bomberos entraron en la parte

    trasera, mientras que el sanitario se acomod al lado del asiento del

    conductor.

    Cuando Sergio intent introducir las llaves en el contacto, stas se cayeron

    al suelo del vehculo. Con la oscuridad no poda verlas.

    Una cabeza llena de sangre se estrell contra la ventanilla, dejando restos

    de fluidos en ella. Unos dientes con restos de sangre mordan el vidrio.

    Sergio tante con las yemas de sus dedos el suelo del vehculo bajo sus pies

    y por fin pudo recuperar la llave. La introdujo en el contacto utilizando sta

    vez la dos manos temblorosas para asegurarse de que no volvieran a caer.

    Puso en marcha el vehculo y dio marcha atrs, arrastrando en la trayectoria

    al hombre muerto en vida, Faustino Gonzlez y a la mujer que lo

    acompaaba. Ambos rodaron entre el barro y se quedaron inmviles

    mirando con sus ojos muertos cmo el patrulla policial emprenda la huida

    por la pista forestal, en direccin a la ciudad.

  • 21

    Sergio not que su corazn palpitaba violentamente mientras conduca

    rpidamente entre charcos profundos llenos de agua embarrada. Cuando

    alcanzaron el camino principal aminor la marcha al ser consciente que

    llevaba en la parte trasera a dos heridos graves.

    An as no pudo evitar que su mente solamente estuviese ocupada en salir

    de aquel infierno.

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