LA CULTURA POLÍTICA DEL DESENCANTO: …paperroom.ipsa.org/papers/paper_3166.pdf · Narrativas...
Transcript of LA CULTURA POLÍTICA DEL DESENCANTO: …paperroom.ipsa.org/papers/paper_3166.pdf · Narrativas...
(Este paper constituye la base o el texto de referencia para la presentación
oral)
LA CULTURA POLÍTICA DEL DESENCANTO: CIUDADANOS
DEL COMUN ENTRE LA GUERRA Y LA POLÍTICA
María Isabel Cristina González M
Uno viéndolo la política siempre, siempre hay contradicciones, hay
hasta tragedias, hay muertes. Porque pues… eso depende de qué? de la
política.(Enrique)
El desarrollo de la pregunta sobre cómo es aprehendida y significada la violencia en
Colombia por parte del sujeto del común, nos condujo, a la forma como es representada
la política y sus dinámicas. Y es que Política1 y violencia son percibidas por el sujeto
del común en Colombia como una díada indisoluble que tiene más de un cariz. Primero:
la política es generadora de violencia; segundo, la política es aprehendida como
violencia; y tercero, „la política‟ es representada como otro actor interviniente en la
violencia. Asimismo, los actores armados y el estado actual del conflicto son
representados como desprovistos de sentido político. Estos imaginarios sociales sobre
los intercambios entre violencia y política, recogidos en el marco de la investigación,
Narrativas sobre el fenómeno de violencia en Colombia: la mirada del Hombre Común,
y su impacto en la construcción de la cultura política, serán el objeto de reflexión de las
siguientes páginas.
Estructuración del campo político
„Oligarcas‟, „Altos‟, „los poderosos‟, „los doctores‟ „los de arriba‟, „los grandes‟, son
expresiones con las cuales nuestros entrevistados de OSM y OSB hacen alusión,
caracterizándolos al mismo tiempo, a los protagonistas de „la política‟ nacional. El
ejercicio de la política, aprehendido a través de las figuras y actuaciones de los políticos
profesionales, es identificado así con un perfil específico: los sectores „acomodados‟ o
„pudientes‟, „los de buena familia‟, „los educados‟, pareciendo describir la existencia
como tal, de una „clase política‟.
De forma particular, los entrevistados entre 75 y 82 años y algunos de 55 y 62 años de
OSM y OSB, más allá de su filiación política, identifican a los actores del campo
político como oligarcas, en contraposición al pueblo, en una clara alusión a una relación
dominante-dominados con la cual aunque no se esté de acuerdo, es asumida como
inscrita en el orden natural de las cosas, en el que se inscribe igualmente la pobreza.
La oligarquía son los ricos. En ese tiempo había mucha discriminación social; sumercé
no podía entrar a una casa de los Holguín o los Arboleda o de un Pombo, qué va a
1 Con las expresiones política y campo político hacemos referencia al ámbito político institucional, y a las
reglas del juego democrático que concentran todas las alusiones de los entrevistados sobre lo político.
entrar. Eso es sólo de linaje. Eso en algún tiempo había mucha discriminación racial
sumercé, uyyy … (Alvaro)
La utilización de las nociones: oligarcas y pueblo, que hacen particularmente las
personas consultadas de dichas generaciones, guarda estrecha relación con su
socialización en los discursos políticos de las décadas del 40-60, especialmente en el
gaitanista que enfatizaba en las contradicciones entre clases sociales como el elemento
estructurante del campo político, dualismo que sin implicar la misma carga política se
sigue reproduciendo en las percepciones de las generaciones actuales, para las cuales
resulta casi una obviedad. Utilizando una expresión de Norbert Lechner, “cunde la
sensación de que el estado de cosas existente sería un hecho natural frente al cual no
cabrian alternativas” (pag, 8 lechner)
Esta representación debe ser observada sobre el trasfondo del proceso de constitución
del campo político en el país. Es un modelo de construcción que se aproxima en gran
medida al modelo liberal burgués de configuración de la esfera pública, expuesto por
Nancy Fraser: “Sus prácticas y ethos eran marcas de distinción (...) maneras de definir
una elite emergente, separándola de los diversos estratos populares a los que aspiraba a
gobernar”2. O, como lo señala H. Braun, en el texto Mataron a Gaitán
3, la práctica de la
política o el dominio de la vida pública en Colombia ha tenido un carácter elitista desde
su concepción, siendo representada por los mismos sectores dirigentes como un asunto
propio de “educación, cultura, riqueza y linaje”, y entonces marginal al “pueblo”,
definido precisamente a partir de los contrastes con el „medio‟ político.
La política está manejada por los grandes, que siempre han estado ahí, que siguen sus
descendencias y que tiene que ser este, y ahora sigue este, y ahora sigue este. Siempre
ponen una figura política ahí. Yo creo que eso está más untado, más manejado que
tiene que ser este. Esa es la idea mía, no? (Luz Mila)
El acceso abierto igualitario, sin distinción de origen socioeconómico, sobre el que se
funda la idea de un público moderno y se asientan los regímenes democráticos, parece
no encontrar correspondencia con la representación de las personas consultadas sobre la
configuración del campo político colombiano, percibido particularmente entre los
entrevistados de OSB y OSM, como un lugar „exclusivo‟ y „excluyente‟, al cual las
„personas del común‟ no tienen acceso. La exclusión formal ha desaparecido aunque en
el nivel simbólico parece aún persistir.
El pueblo colombiano nunca mandará, nunca mandará, ni llegará a mandar por las
grandes masas de los oligarcas. Porque la oligarquía es la que tiene dominado el
pueblo (…) en nuestro país, aquí no manda el pueblo, aquí mandan las masas
oligarcas. Y que ellos son los que ponen las leyes y las leyes y que no las cumplen
cabalmente (…) la oligarquía es la que tiene dominado el pueblo porque el oligarca
con sus grandes capitalismos no quieren sino que el pueblo siga esclavo de ellos y
siguen acumulando plata… como los servicios públicos, que el agua, que la luz, que el
teléfono… ahí está la gasolina todo el año súbale. (Ciro)
Para los entrevistados de OSA, el carácter cerrado del ámbito político se expresa bajo la
noción de „roscas‟, aunque su proximidad a estas no supone la misma marginalidad que
la sentida por los entrevistados de los otros orígenes sociales analizados. Las roscas
2 FRASER, Nancy. Iustitia Interrupta: reflexiones críticas desde la posición postsocialista. Bogotá: Siglo
del Hombre editores. Universidad de los Andes, 1997 3 BRAUN, Herbert. Mataron a Gaitán: vida pública y violencia urbana en Colombia. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, 1987
describen una red fundada en vínculos de parentesco o de amistad, que monopoliza o
concentra entre sus miembros la administración pública y la participación política.
El sentido de familia es fantástico; (Se ríe) los grupos sociales funcionan muy bien,
desde ese punto de vista; la política es como en todas partes pero un poquito peor…
Ese es el estilo de ambiente que hay acá… Es que yo soy amigo de no se quién…. Y se
meten en unos, no por sus propios méritos sino por sus amistades y su entronque,
entonces así si es muy difícil hacer empresas. Gente muy simpática y todo pero pa’ eso
no sirven. (Roberto)
De otra parte, la estrechez del campo político se manifiesta para los entrevistados de
OSB particularmente, en el uso de fórmulas jurídicas, que para recurrir al símil de F.
Gutiérrez4 son percibidas como una barrera muy alta o imposible de remontar para el
acceso a los servicios estatales. Así, aunque los impedimentos formales (género, origen
socioeconómico, propiedad, raza) han sido eliminados progresivamente, los
entrevistados perciben „la tradición de una clase política‟ y el lenguaje sociotécnico,
como condiciones que los alejan del medio político. A ello, y siguiendo a Nancy
Fraser, se le podrían sumar los protocolos de estilo y decoro que entendidos como
“correlatos y marcas de la desigualdad de condición”5 marginan informalmente la
participación de los individuos en la esfera pública.
Se conjugan así en la representación del campo político, elitismo tecnocrático, por
denominarle de alguna forma, y elitismo socioeconómico, por lo que nuestros
entrevistados sienten que no encajan o mejor, no tienen posibilidades de encajar, tanto
por su extracción socioeconómica (OSB) como por su capital educativo y cultural.
En este escenario aparece la figura del intermediario, definida a partir de su proximidad
o acceso directo a la clase política, como el único canal de acceso al campo político.
Si en este barrio hubiera alguien influyente, alguien que conociera gente de esa, sí nos
apoyaban, sí estábamos en algo. Pero no… mire… 20 años y ni siquiera… vea el
servicio de agua lo tenemos 4 años apenas hace que nos colocaron los servicios.
(…)(Alejandrina)
Dado el nivel de personalización de los accesos al estado (Fulanos y Zutanos mas no
menganos) en lo que respecta a la atención de las demandas sociales, se va minando la
confianza o la certidumbre en la normatividad y estructura burocrática vigente. En este
contexto se podría decir que la figura del intermediario es vista casi como un conducto
regular que sustituye la apelación directa al sistema burocrático. Este por demás es
caracterizado a partir de su tecnocracia, corrupción e ineficiencia, o dicho de otro modo,
por sus formalismos, enredos y privilegios, atados estos últimos a las redes políticas
dominantes de turno. Los entrevistados perciben así de forma paralela a la estructura
institucional, la existencia de una red informal que sobre la presunción de su eficacia,
llega a institucionalizarse y a convertirse en el ineludible recurso de acceso a la política.
El perfil de los políticos ,elaborado por las personas consultadas de OSM y OSB,
supone la propia lejanía de estos y un afuera por ende del campo político, dada su
propia posición en el espacio social: el pueblo, los estratos medios-bajos, los carentes
de poder, los iletrados. Esa topografía del poder, -las expresiones „acá‟ y „allá‟, „gente
de esa‟- nos dan cuenta de la exterioridad con la cual es aprehendida la política y los
políticos, a los que Alejandrina denomina en su narrativa como „altos‟, respecto de su
propia situación o condición.
4 GUTIÉRREZ, Francisco. La Ciudad Representada. Bogotá: tercer Mundo Editores, 1998. p. 32
5 FRASER, Nancy. Op cit.
donde nos encontramos, por ejemplo, donde yo me encuentro acá, no tengo ni voz ni
voto allá… pero entonces uno desde aquí ve muchas cosas, muchas fallas (…)y uno por
la falta de educación, de uno saber, de pronto yo se hablar pero hay códigos, leyes y
hace mucha falta todo eso. (Alejandrina)
En el anterior fragmento es igualmente posible observar la „automarginación‟ de la
entrevistada teniendo en cuenta su carencia de formación académica (Alejandrina no
cursó siquiera la primaria) y su presunción de la existencia de unos capitales culturales y
económicos indispensables para el acceso y desenvolvimiento en el ámbito político. La
política es así, no sólo percibida, sino interiorizada, como una actividad o un espacio de
carácter restringido, como nos dan cuenta de ello también la forma de designar a los
actores políticos dentro de un sistema simbólico polar, y la recurrencia a terceros. La
desigualdad con la que se ha configurado históricamente el campo político pareciera ser
comprendida como su elemento estructurante o de definición. Las características con las
que se ha configurado „de hecho‟ la esfera política son asumidas como cualidades
intrínsecas para ejercer o pertenecer a esta. Esta representación de la esfera pública
puede ser comprendida como una resultante de la violencia simbólica operada desde el
campo político, “esa violencia que arranca sumisiones que ni siquiera se perciben
como tales, apoyándose en unas „expectativas colectivas‟, en unas creencias socialmente
inculcadas6”.
El carácter excluyente con el que es representado el campo político institucional “no
parece dar lugar a la producción de un imaginario democrático”7. La imagen de la esfera
política como un campo cerrado sobre la base del origen social de sus integrantes, que
monopolizan y controlan la actividad pública, ha dado lugar a que nuestros
entrevistados identifiquen en últimas clase política y Estado. La clase política “que
ocupa un lugar específico y necesario para la operación de los mecanismos formales del
Estado”8, lejos de ser percibida así como una instancia de intermediación entre éste y la
sociedad, sustituye o suplanta a la figura Estado, según se desprende del registro oral
de las personas consultadas. Esta identificación realizada por nuestros entrevistados
entre elites socioeconómicas - clase política - Estado, puede ser vista tanto a partir del
modelo de constitución de la esfera pública, ya expuesto, como sobre el trasfondo del
proceso de estructuración del Estado colombiano, en el cual se diferencian varias etapas
que podrían sintetizarse de la siguiente manera. La primera de ellas se remonta al
control ejercido por el Estado Colonial español de forma indirecta “a través de la
estructura de poder local y regional: cabildos de notables locales, de hacendados,
mineros y comerciantes que ejercían el poder local y administraban la justicia en
primera instancia, en nombre del poder de hecho que poseían de antemano9”. Una
segunda etapa es la era republicana, en la que “frente al trípode Iglesia-hacienda-
6 BOURDIEU, Pierre. Citado por, FERNÁNDEZ, Manuel. La noción de violencia simbólica en la obra
de Pierre Bourdieu: una aproximación crítica. En: Biblioteca Virtual Universidad Complutense de
Madrid.
http://www.ucm.es/BUCM/revistas/trs/02140314/articulos/CUTS0505110007A.PDF 7 PÉCAUT, Daniel. Violencia y Política: cuatro elementos de reflexión teórica alrededor del conflicto
colombiano. En: Violencia y Política en Colombia. Elementos de reflexión. Medellín: Hombre Nuevo
Editores y Universidad del Valle, 2003. p.17 8 ESCALANTE, Fernando. Clientelismo y Ciudadanía en México. En: Análisis Político. Bogotá. No.26
(Sept- Dic. 1995); p.42 9 GONZÁLEZ, Fernán E. La violencia política y las dificultades de la construcción de lo público en
Colombia: una mirada de larga duración. En: Las violencias: inclusión creciente. Bogotá: Centro de
Estudios Sociales, 1998. p. 167
partidos, el Estado colombiano aparecía, en efecto, como un Estado crónicamente
suplantado y por lo tanto, como un poder con casi inexistentes solidaridades
nacionales”10
. Y finalmente un tercer período, relacionado con la anterior configuración,
es el que define “la existencia del espacio político bipartidista, como único espacio
nacional, (que) terminó confundiendo en una sola y única cosa Estado, partidos y
sociedad civil”11
El imaginario de la identificación entre elites socioeconómicas, clase política y Estado
tiene por consecuencia la comprensión del campo político como un escenario en el que
se recrean, o en el que se atienden, los intereses de los sectores socioeconómicos
„privilegiados‟ del país, que se aprovechan entonces prebendariamente de las estructuras
del Estado.
Por ejemplo, un político que son los profesionales de la política se dedican es al
servicio público pero se les olvida que es servir a los otros, ellos lo que pretenden es
que la cosa pública les sirva a ellos. Eso es al contrario. Ese es un problema gravísimo
en este país. Porque las agendas personales no están en la misma dirección de lo que
debería ir la agenda general. En parte corrupción… nosotros no somos una
democracia, en parte somos una cleptocracia. (Mauricio)
En este escenario, la ley no puede ser percibida de otra forma que “como el producto de
transacciones fluidas y precarias, que en la práctica han hecho posible todo tipo de
acomodos y transgresiones”12
, perdiendo así una significación instituyente.
Aquí en este país no hay justicia. Porque ellos reforman, sacan sus nuevos proyectos de
reforma al código penal, civil, comercial, lo que sea, y dejan sus huecos para después
retirarse de las altas cortes, poner su oficina y decir dónde está el negocio, dónde está
la oportunidad de ganarse una plata. Entonces yo creo que aquí no hay la ética
suficiente ni el respeto. Para mí, en un país donde no hay justicia, no puede primar
nada porque no hay nada. (Miguel)
„Las leyes‟, desde su formulación o expedición son representadas como producto de
alianzas entre grupos de poder o de intereses privados , estando viciada su aplicación
igualmente por prebendas relativas al origen social o político de los „implicados‟. La
expresión: „La justicia es para los de ruana‟, nos da cuenta de la consideración del
aparato de justicia como un espacio sujeto a manipulaciones por parte de las elites
políticas y económicas y en el que la igualdad jurídica parecer no ser más que un
espejismo. Al respecto, para nuestros entrevistados constituyen casos ejemplares: el
beneficio de casa por cárcel generalmente conferido a figuras políticas, la absolución
del presidente Ernesto Samper en el proceso 8000, y el silencio del presidente Belisario
Betancur sobre lo acaecido en el Palacio de Justicia.
Ahora lo que dijo el presidente que estaba en esa época, que no me acuerdo si era
Belisario Betancur, me parece que sí… que la verdad se sabía hasta después de que él
estuviera bajo tierra. Cuál verdad, por qué no nos la dicen ahorita que él está en vida.
El la guarda para él. Y si hay esas señas por qué no investigan al señor si ya no es
ningún presidente, sino expresidente. Por qué a él no lo investigan. Vaya a uno y lo
cogen a uno de pobre, como es del sur no se qué, y lo investigan y lo meten a la
guandoca, quién se qué cuántos años. A dónde está la ley, dónde está la justicia… la
10
SÁNCHEZ, Gonzalo. Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Bogotá: El Áncora Editores. 1991.
p. 25 11
URIBE, María Teresa. Nación, Ciudadano y Soberano. Medellín: Corporación Región, Junio de 2001.
p. 28 12
PÉCAUT, Daniel. Op. cit., p. 18
justicia no está sino pa’ los pendejos. Digamos así pa’ los pobres y los pendejos. Pero
como son ellos, como son políticos, para ellos no hay cárcel. El país está al revés por
los mismos políticos. (Uriel)
El papel del Estado o del ámbito público en el trámite y solución de las tensiones
sociales como un “tercero en discordia en medio de los conflictos de la sociedad13
”, no
encuentra en este escenario condiciones de posibilidad. La identificación estatal con
„una‟ de las partes niega la posibilidad de pensar el Estado como un terreno común, lo
que puede llegar a incidir en la apelación o representación benévola de la justicia por
mano propia.
Aunque el siguiente relato describe „el manejo político‟ del país en el período anterior a
la elección popular de alcaldes y gobernadores, resulta representativo de la mirada sobre
las relaciones que se tejen entre los principales protagonistas del campo político.
Por qué toda esa historia de violencia? Pues yo creo que como se forman estos grupos
cerrados en que, son tipos de diferentes tendencias pero que se unen de todas maneras,
eso que la cuestión política se hereda… Uno ve que los tipos andan en pugna, cuando
una vez me invitaron a una reunión, yo creí que era otra cosa y era la repartición
política de puestos, una cosa en la que daban trago, comida y toda la cosa, y yo ahí …
eso había curas, generales, congresistas, todo lo que quiera, contratistas, era
grandísima la cosa, y era repartiéndose todo el paquete. . Si tu me das la alcaldía de no
se dónde, yo te doy tal otra cosa… Era una repartición de premios, pero así con dedo, y
eso era de todas las tendencias, los comunistas, hasta el gato… y se repartían la vaina.
Entonces dice uno: bueno, esto es bastante pornográfico el paseo. Así se maneja este
país. Creo que se ha manejado mucho tiempo así, y el uno es godo, el otro liberal, el
otro comunista; pero si tienen la cuota de poder la reclaman… y los que están fuera de
eso se vuelven violentos, lógicamente, y los que están adentro también son violentos,
pero de otro estilo. (Roberto)
La clase dirigente es percibida por los entrevistados como un grupo homogéneo en el
cual la diferente filiación política de sus miembros no constituye una fisura interna,
llegando a ser representada su adscripción partidista como una cuestión de apariencia.
Todo eso es una porquería, es una farsa que tiene al país en la ruina. Cada cual dice
misa en su altar, y roban y se tapan con la misma cobija. (Alvaro)
El sistema de representación política en Colombia, podría afirmarse a partir de las
entrevistas, es incapaz de “reflejar el conjunto de preocupaciones públicas, de encarnar
los intereses en juego, o siquiera identificar los deseos de los ciudadanos o hacer
explícitas sus necesidades más básicas”14
, al concentrarse en la atención a intereses
grupales o particulares que no concurren con el interés general. De este fenómeno,
descrito en el ámbito académico como la crisis de la representación de los partidos,
siguiendo a P. Medellín15
, se observan como causas las siguientes: la pérdida del
horizonte de los partidos de su naturaleza y funciones democráticas; su absorción por el
burocratismo y los liderazgos personalistas; y la defensa de unos intereses corporativos
de sus financiadores, sean estos legales o ilegales; aspectos todos reconocidos por los
13
GONZÁLEZ, Fernán E. Op. cit., p. 163 14
MEDELLÍN, Pedro. De la crisis de la representación a la representación de la crisis en Colombia.
(Capítulo 2) En: La Reforma Política del Estado en Colombia, Una Salida Integral a la crisis. Bogotá:
FESCOL – CEREC. 2005. p. 22 15
Ibid., p. 24-26
entrevistados, pero dimensionados en sus narrativas como consecuencias de un
problema mayor:
El despelote y el problema del congreso de estar vendidos a unos intereses y otros
intereses, nunca ha sido…eso no es nuevo. En este momento el lío es que si…no se
cuántos saldrán untados pero yo si se que hubo, siempre ha habido, muchos, muchos,
senadores, congresistas que están apoyados por X o Y grupo. En este caso hay un gran
grupo que está apoyado por los grupos paramilitares; así como hay un gran grupo que
está apoyado por las empresas aseguradoras y de seguros médicos, de las que han
recibido también fondos y platas para sus campañas, parte de ellos, y los grandes
capitales también tienen a su gente metida a su gente ahí. O sea, los grandes capitales
lícitos, digámosle así, que también tienen a su gente puesta en el congreso para que
defienda sus intereses (Ricardo)
La fragilidad o precariedad de la representación y representatividad política en el país
no es reducida o vista por los entrevistados como consecuencia de la „crisis‟ de los
partidos, sino que se inscribe en sus narrativas como una derivación de la estructuración
histórica misma del campo político, caracterizada por su talante excluyente, y que como
su consecuencia convierte al poder en “objeto de apropiación y transmisión privada e
incluso familiar, al igual que en las viejas dinastías”16
. La escasa legitimidad conferida a
los partidos como medios de representación política, lejos de ser una problemática
coyuntural, pareciera ser en el discurso de los entrevistados un rasgo consustancial de
los partidos percibidos en su configuración como simples instancias aglutinadoras de la
clase política.
A nivel humano no le veo la diferencia… y política tampoco. A la hora del té si va
ganando el liberal se unen los conservadores, si van ganando los conservadores se
unen los liberales de todas maneras. Eso es bobada.(Alejandrina)
La crisis de los partidos y de la representación política, manifiesta en la débil disciplina
partidista y la indefinición de un proyecto político, características a las cuales hace
alusión Alejandrina en su discurso, refuerza tan sólo, la percepción de los partidos como
entes carentes de contenido político.
El Estado es la expresión de una relación de dominación. Entonces los que detentan el
poder: poder económico y político, tienen una expresión en el Estado. Y ellos se
encargan de que el Estado tenga como función el velar por sus intereses. (Pedro; OSA)
La inmanencia de una „clase‟ política; la superposición entre régimen político y Estado;
el agenciamiento de intereses particulares en la escena política en detrimento del interés
público; el paralelismo entre burocracia oficial y redes informales semi-
institucionalizadas, características todas con las que es descrito el campo político por
nuestros entrevistados, apuntan entonces a la definición de la escena política nacional
como una organización estatal patrimonial(Weber) en la cual se diluye la diferencia
entre esfera pública y esfera privada, “transformando a los Estados en propiedad privada
de quienes poseen los recursos de dominación política”17
.
Nosotros tenemos una democracia incipiente donde hay familias que viven del Estado,
como la familia Araujo por decir un caso. (Miguel; OSA)
16
SÁNCHEZ, Gonzalo. Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Op.cit., p. 33 17
TROCELLO, María Gloria. Violencia Simbólica y Patrimonialismo. En: Revista Electrónica de
Psicología Política. Año 2 No.7 Diciembre de 2004. http://www.psicopol.unsl.edu.ar/dic04_nota1.htm
Al contrario de lo que la gente espera, a saber, que la política esté gobernada por el
altruismo, en los hechos ésta se proyecta simplemente como un medio de
enriquecimiento, en consonancia con la representación de la política como el lugar de
agenciamiento de intereses privados y no del servicio público o interés colectivo.
Aquí en Colombia no es así. Me duele decirlo pero aquí no nos ayudan en nada. Por el
contrario, el gobierno roba y roba, y prefiere más para ellos que para la
gente.(Janneth)
Los del gobierno no es que sean tampoco personas muy santas que digamos. Porque es
que ellos van es por la plata, por lo que ganen, por lo que puedan hacer… de
atesorarse lo que más puedan… (Alejandrina)
No creo que haya un sólo político, aunque pueda que me equivoque, que esté en lo que
está simplemente por servir y por el altruismo a la patria. No creo que haya el primero.
No creo eso exista. Están para hacer dinero. Cómo lo van a hacer? Eso si ya, como
mejor puedan. Si no, no importaría el sueldo.(Ricardo)
La clase política al igual que la acción de los grupos armados ilegales es representada
paradójicamente como despolitizada, según se refirió en un apartado precedente. Así
entonces los actores diferenciados en el conflicto armado: guerrilla, paramilitares y
Estado (como se dijo, aprehendido a través de los políticos) no podrían ser calificados
desde la perspectiva de los entrevistados como actores políticos, ni por sus
motivaciones, ni por sus fines.
2. La praxis de la política
El acceso al campo político de los entrevistados o su papel como ciudadanos es
restrictivo al momento de las elecciones. No obstante, el voto aparece como un ritual o
un simulacro de participación política en la medida que los candidatos, de una parte,
están preseleccionados por las elites político-económicas del país, y de otra parte, a que
los elegidos se deben a grupos de interés que parecen determinar forzosamente sus
acciones, las cuales no se corresponden con el interés público.
Por qué también Álvaro Gómez decía que el país no lo manejaban ni liberales ni
conservadores sino que lo manejaba un régimen, pues uno entiende que son los
oligarcas, que ellos realmente en las campañas le compran la voluntad a los políticos,
dándoles mucho dinero y después … me imagino que ellos quedan comprometidos o eso
es lo que uno piensa, entonces por eso nunca pueden aumentarle un pesito al
trabajador porque van a perjudicar a las personas que realmente los colocaron en la
silla. (Ramiro; OSB)
La relación con el campo político de nuestros informantes es concebida como un asunto
meramente transaccional, aunque no en la forma de derechos y obligaciones
demandables mutuamente entre ciudadanos y agentes de un Estado, sino como una
transacción consistente en el intercambio de recursos, regalos, obras etc., por votos entre
dos actores: los políticos y los ciudadanos.
Yo cuando estaba en el pueblo (Bolívar-Santander), votaba por los conservadores y nos
ayudaban. Uno prestaba el voto y a mi me sacaron el agua para la casa y todo eso…
(Belarmina)
Los términos „ayuda‟, „favores‟ y similares aparecen en el discurso de los entrevistados
de OSB y OSM como descriptores de la política, revelando una típica ecuación
clientelista. De esta forma el voto pierde su calidad de instrumento de expresión política
y ejercicio de la ciudadanía para convertirse en una mercancía.
Ya por lo menos hoy en día, ya uno poco cree en las promesas, porque vea como sucede
que dice deme el voto porque van a obtener no se qué ayudas, que pa’ los de tercera
edad, pa’ los de no se qué… van a tener una ayudita, qué, a dónde se ha visto eso, eso
no se ha visto(…). Porque muchos se ponen a pensar y dicen no eso es uno ser pendejo
dar un voto, pa’ qué, qué sacamos, qué nos dan, semos lo mismo. Si nosotros no
trabajamos para poder ganarnos el pan de cada día, el gobierno no nos lo viene a dar,
o las personas que le vamos a dar el voto no nos lo vienen a dar. No vienen a decir:
tome porque usted dio el voto, tome esto. No, aquí lo que uno…. Y sin embargo todo lo
que le quitan a uno de impuestos, servicios, todo eso y que ser que si uno tiene por
decir su ranchito fue porque lo tuvo con el sudor de la frente, le tocó a uno camellar y
muchas veces sacrificarse. Y el gobierno, ni el que vino a pedirle el voto dice: tome
porque usted se sacrificó. (Enrique, OSB)
El clientelismo en este contexto está tan inherentemente asociado a la forma tradicional
de la política, que para gran parte de los entrevistados los buenos políticos son
precisamente quienes entran en el juego de recíprocos favores, y los malos políticos
entonces los que incumplen estos pactos. Aludiendo a Rojas Pinilla, Yolanda nos
manifiesta:
El era un conservador también. Y ese si era muy bueno, porque por lo menos por parte
de la hija, yo recibí regalos. Yo a esa vieja la quería porque esa vieja le daba a uno
mercaditos, le daba regalos, si uno tenía hijos le daba una tina, un platoncito, una
ollita o bueno lo que fuera… yo si recibí mercados por ella y regalitos. (Yolanda)
El incumplimiento de las ofertas políticas se ha traducido en un resquebrajamiento de la
confianza, que el elector confiere mediante su voto al político profesional, y asi mismo
ha significado la defraudación de nuestros entrevistados respecto a la política, dada la
asimilación de esta con los intercambios ya señalados. El correlato de este desencanto
es la abstención electoral y en general un „desinterés‟ por el mundo de la política,
notable en especial entre nuestros entrevistados de OSM y OSB.
Uno a diario se da cuenta que el gobierno promete hacerle a muchos pueblos
carreteras y llega el momento de realizarse y resulta que no, o si no que la gente, los
políticos, digamos las personas no destinan esos dineros para… si no que a todo
momento desde el más pequeño hasta el más grande es mirando a ver cómo roba, cómo
hace la trampa para que… todas esas cosas hacen que el gobierno pierda su
credibilidad, no? Yo poco de política. Eso no, no vale la pena. Uno está metido en su
cuento… eso a cada político. No vale la pena…(Jairo,OSM )
Es que uno sabe que si uno va por uno, que eso se ve que eso sigue igual… si vota por
otro, eso sigue igual. Entonces uno más bien se abstiene. (Alejandrina, OSB)
El campo político se revela ante la mirada de los entrevistados como un campo
anquilosado, dada la comprobación de que el nepotismo y el clientelismo que tienen
lugar en éste se inscriben en una dinámica histórica de larga data. Esta representación
viene desde hace más de 50 años, si le creemos a los papás de Ciro (OSB), sobre los
cuales el entrevistado comenta:
Ellos entendían que no, eso que elecciones, eso no le llamaban sentido a eso, seguía
todo igual, que eso no se veía un cambio radical, que no se veían un cambio, que
hiciera el gobierno por el campesino y seguía lo mismo.
La existencia de una participación ciudadana autónoma en el juego democrático es
cuestionada por algunos de los entrevistados a partir de fenómenos como la compra de
votos a nivel local, regional o nacional, detectada como un continuo en la actividad
política del país, o por la coacción ejercida sobre la población por grupos armados
ilegales.
Por ejemplo, que ahorita se principian las elecciones entonces, qué pasa, que en ese
momento los grandes políticos engañan a las conciencias con el dinero, van a los
barrios a engañarnos porque uno va en esa colada, con un mercado, con un
aguardiente con una cosa, entonces empiezan a comprar conciencias. Ahí es donde
ellos después de que tienen esos votos políticos que se llaman, que ya ellos están en la
opinión pública, entonces ya no conocen a nadie.(Ciro)
Nuestra democracia es muy incipiente, una democracia que no es muy participativa
como dicen. Pues ahí lo estamos viendo con ‘los paras’ que compran las elecciones…
Que hablan que de nuestra democracia pura, cuál democracia si todo estaba manejado
por unos paramilitares. Qué democracia puede ser cuando unos señores con pistola
están manejando las elecciones. Entonces le tumban el primero de la lista y pasa el
segundo de la lista, es que deberían anular todos los votos de esa lista, porque es una
lista espuria… pero cuál democracia hay acá, pero eso ha sido de siempre.(Miguel)
La corrupción gubernamental, o en general de „los políticos‟, constituye el principal
descriptor de „la política‟ para nuestros entrevistados y una de las la principales
problemática del país, en la medida que de esta son derivadas no sólo otras dificultades
en el campo político, como la abstención electoral y la pérdida de credibilidad en las
instituciones, sino también conflictos en el campo económico y social.
Ese es el principal problema. De ahí para adelante hay problemas graves de índole
político: una estructuración, una inmadurez política muy grande del país, una falta de
cultura política, una falta de participación política, una democracia muy débil, poco
participativa.(Miguel)
Pues fíjate que yo creo que nosotros llevamos las clases dirigentes robándose la plata,
no queriendo hacer las cosas como toca hacerlas, y entonces pues cada vez hay gente
más pobre, cada vez es más difícil conseguir empleo, las oportunidades son pocas y hay
mucha pobreza. (Manuel)
El carácter generalizado del fenómeno de corrupción que describen nuestros
entrevistados se acerca a lo definido por Francisco Thoumi18
como una corrupción
sistémica. Es decir, como un fenómeno que afecta desde el nivel más bajo de la
administración pública hasta los niveles más altos. Más allá de estas características, que
median en el ámbito académico, desde la perspectiva de nuestros entrevistados puede
afirmarse que la corrupción política, dado su carácter permanente y generalizado, es
una práctica institucionalizada en la burocracia oficial.
La corrupción es el problema más importante. El principal. Pues porque alguien que
entra a un cargo público siempre quiere sacar su tajada. Primero, él, luego los que lo
18
THOUMI, Francisco E. El Imperio de la droga. Narcotráfico, economía y sociedad en los Andes.
Bogotá. Editorial Planeta Colombiana. 2002. p. 215-217
siguen, porque nunca un político está solo, nunca un empleado público está solo, él
siempre tiene sus subalternos que tienen que darles, emplearlos y ellos necesitan otros
que necesitan emplearlos y ahí es donde está la corrupción siempre.(David)
Hay un problema muy grave que es la falta de honradez de la gente, y entonces,
siempre se está viendo que apenas una persona tiene un cargo donde puede manejar
unos centavos, lo primero que hace es mirar la manera de robárselos. Entonces, pues
las obras públicas no prosperan, como debían prosperar; muchísimas cosas… Porque
la gente está siempre como arañándole al presupuesto nacional. (Ofelia)
La corrupción es vista, en suma, como un fenómeno consustancial a la práctica política
en el país, ya sea asociada directamente con la clase política o con el aparato
burocrático.
Ahora le dicen a uno que no se qué, y hablan allá en el gobierno que esto, que no se
qué y mentira. Esos servicios no están llegando donde deben de llegar sino…y ellos si
dicen allá... Entonces eso es lo que está pasando…la gente que distribuye o sea los
administradores son los que se quedan con la mayor parte de las cosas y nunca
objetivamente, lo que el gobierno dice nada. (Alejandrina)
Este país se lo han saqueado todo, todos los gobiernos, todas las fuerzas políticas en su
momento, el descaro más grande, sin haber ninguna pagado pena por los horrores que
han hecho.(Miguel)
Instituciones estatales como INVÍAS, ADPOSTAL, y el ISS, entre otras, son
presentadas por nuestros entrevistados como ejemplos de la corrupción institucional en
el sector oficial que corroe a todo el sector público. Tráfico de influencias,
malversación de fondos, sobrecostos, cuotas burocráticas, y desviación de los recursos,
forman parte así del conocimiento de sentido común sobre la dinámica de la
administración pública estatal.
Y entonces uno oye que reformas tributarias que el país necesita, 3, 4 billones y…..
pero coja cualquiera de los institutos del Estado. Todo, todo lo que maneja el Estado,
lo maneja mal, y aquí hay familias completas que se dedicaron a vivir del Estado.
(Miguel)
O sea no puede ser que tú por ejemplo tengas un contrato de unas calles por una plata
y resulta que se roben la plata, se roben el doble y sigamos pagando nosotros
impuestos para que la gente se la siga robando (Manuel)
Uno se da cuenta que la mayoría de empresas es, sobre todo las del Estado, que se
manejan es por cuotas. Que tal congresista le tocó esta y le tocó este puesto, entonces
ya tiene que mandar sobre estas cosas. Entonces eso es lo que creo es la corrupción,
que es lo que tiene a este país así. Mucha pobreza, muy poquitos ricos, que son los que
tienen todo.(David)
Aunque es considerada por algunos entrevistados como una problemática inherente al
manejo del poder en todas las sociedades, la corrupción política y estatal en el caso
colombiano llega a ser comprendida no obstante como una desviación extrema, que se
expresa en su carácter extendido, frecuente y en la escala de sus acciones. Dicha
peculiaridad ha generado una especie de acostumbramiento a la misma y por
consiguiente la implantación de unos límites de tolerancia, la aceptación de la
corrupción como una condición dada de la política. Es lo que se observa en el siguiente
fragmento.
Yo creo que la corrupción es lo que tiene desangrado el país.(…) Tú ves que en
cualquier sitio donde existe el poder, el poder del dinero hace que la gente se
corrompa. Tú ves en instituciones pequeñas, en instituciones grandes, que siempre va a
haber algún personaje que roba. Y va a ser aquí en Colombia y en cualquier parte del
mundo. Lo que pasa es que aquí se roban hasta lo que no hay(…) Pero yo creo que en
una democracia, o en un gobierno, sea como lo quieras llamar, siempre hay alguien
que roba. Pero dentro de los límites. O sea se roban el 5% o el 10% de lo que hay. Pero
no el 100%. Si se va a robar la plata que la robe disimuladamente porque todo mundo
va a robar. (Manuel)
„Falta de ética‟, „ambición‟, „sinverguencería‟, „codicia‟, son nociones todas utilizadas
por nuestros entrevistados en su discurso sobre el campo político que remiten el
problema de la corrupción política al ámbito de los valores; un ámbito percibido en
decadencia continua, en particular por nuestros entrevistados de la generación 73-80
años.
Yo creo que la gente era más sana antiguamente. Digamos no de veinte años, que no
hay tanta diferencia, pero ponle de 40 años. La gente era mucho más sana, más
honrada. Yo creo que eso también tiene que ver con la educación, no? Porque no
encuentro razón para ver por qué la gente se corrompió… La gente era más sana antes.
Yo creo que los gobiernos, te decía que por ejemplo en el caso de este presidente Marco
Fidel Suárez, qué escándalo hubo en Colombia, le tocó retirarse, porque había vendido
sus sueldos. Porque necesitaba la plata y vendió sus sueldos. Eso creó un escándalo.
Les parecía que eso era corrupto. Ahorita pues uno habla de eso y eso no tiene
absolutamente nada, pero en esa época era una cosa que le tocó renunciar.(Ofelia)
No obstante, para los entrevistados la corrupción, aunque asociada al resquebrajamiento
de los valores, se ve reforzada como práctica por el carácter excluyente de la política
oligárquica. La inexistencia o precariedad de una oposición política real que ejerza una
veeduría o fiscalización es interpretada por los entrevistados como un caldo de cultivo
para la generalización de la corrupción, constituyendo el pacto del Frente Nacional su
máxima expresión. El Frente Nacional (1958-1974), período en el cual los partidos
liberal y conservador se turnaron la presidencia y se repartieron proporcionalmente la
burocracia, significó para algunos entrevistados de una parte, la institucionalización de
la exclusión política, y de otra la fusión definitiva en una misma clase política de los dos
partidos, y entonces su total despolitización o vaciamiento político e ideológico.
Que tan pronto se formó el frente Nacional se acabó el pudor en este país. Todos
comenzaron a comer del mismo plato. Llegó la corrupción a sus más altos niveles y
sigue. Esa alternación fue fatal pa’ mi gusto. Entonces ya después se toleraba
todo…Como nosotros robamos durante tantos años de gobierno de los godos, ahora
hay que dejar robar a los liberales y así sucesivamente. Ahí se acabó el pudor en este
país…. Total. Es el factor de corrupción más grande que ha tenido este país. (Roberto)
El Frente Nacional como lo señala Gonzalo Sánchez, citando a Francisco Leal Buitrago,
y como puede entreverse igualmente en el anterior fragmento “es el punto de quiebre en
la configuración del clientelismo como forma dominante del ejercicio de la política en
Colombia”19
.
Ahora bien, el punto más alto de la corrupción política para gran parte de los
entrevistados es el entroncamiento de los políticos con el narcotráfico. La relación entre
narcotráfico y clase política, que tiene para nuestros entrevistados una de sus más claras
expresiones en la financiación de campañas electorales, es vista como una estrategia
para “proteger la integridad de la organización y de sus líderes, promover legislación
favorable a sus intereses criminales, y en general, asegurar un clima no adverso a la
criminalidad”20
, como se aprecia en el siguiente fragmento:
Hicimos un asamblea constituyente y le entregamos el país a los ‘narcos’ y acabamos
con la extradición, y volvimos mucho más rentable estar en la política (…) El ‘narco’
en la política tiene el efecto de que con todo ese número tan grande de dólares que les
entran, pues si yo fuera narcotraficante pues lógicamente también yo trato de, no de
hacerme volver presidente ni tomarme eso, pero si en estas democracias dominar los
poderes que toman las decisiones políticas pa’ defender mi negocio (Mauricio)
Figuras como Pablo Escobar, líder narcotraficante del Cartel de Medellín, elegido como
Representante a la Cámara, y Ernesto Samper, presidente de Colombia, acusado de
financiar su campaña electoral con dineros del narcotráfico, simbolizan para los
entrevistados el entroncamiento o las fluidas relaciones entre narcotráfico y política.
Pablo Escobar fue un tipo que estaba en la política y de ahí empezó a manejar muchos
políticos y él fue el que empezó a manejar lo que era la cocaína, y a transportarla y a
llevarla y a venderla en otros países. Por eso fue que se hizo tan grande, tan famoso,
tan millonario y tiene muchos políticos, untó muchos políticos de su misma plata… los
manejaba, manejaba el gobierno a su antojo. (Luz Mila)
La corrupción del narcotráfico, percibida en algún momento como un fenómeno externo
que penetró el campo político, parece haberse constituido en un elemento estructural y
consustancial del poder.
Y por ejemplo hay casos de que decir algo los altos mandos saben de las cosas, de las
cuestiones de los otros… yo lo veo, yo he tenido oportunidad de ver que por ejemplo
cuando yo era niña, que yo creo que eso no se ha cambiado… yo vine y yo conocí, no
recuerdo qué presidente era el que había, y un ministro y el hijo del ministro iba y
estaba involucrado con el mismo narcotráfico y eso, esa cosa. Uno mira. Entonces yo
digo si eso es así entonces todo está en un sólo núcleo, y entonces uno qué se puede
hacer? Nada. (Alejandrina)
El fenómeno de corrupción por organizaciones de traficantes de drogas ilícitas,
observan nuestros entrevistados, se extiende o comprende todos los niveles de la
administración pública, manifestándose en los niveles bajos de la burocracia estatal en
la forma de sobornos a cambio de favores o servicios específicos.
Eso pasaban con la marihuana y la embarcaban tranquilos. Eso estaba todo arreglado.
Esa es otra característica de este país. Pueden arreglar cualquier cosa. Toda la pasada
en frente de la policía y toda la cosa… Todo eso estaba arreglado. (Roberto)
19
SÁNCHEZ, Gonzalo. Op.cit. 20
THOUMI, Francisco E. Op.cit.
Nuestros entrevistados convergen con los analistas académicos en que la penetración
del narcotráfico en todos los niveles y dimensiones del campo político es producto de la
continua debilidad institucional que ha padecido el país, la cual se expresa en
fenómenos como la corrupción, el clientelismo, y la „despolitización‟ de la clase política
entre otros. En esta dirección la configuración, prácticas y relaciones que
tradicionalmente han caracterizado la dinámica política del país son percibidas a su vez
como el terreno propicio o como una condición favorable para la instalación del
narcotráfico en la escena política y para el desarrollo mismo de dichas organizaciones
ilegales de producción y tráfico de estupefacientes. “La relación entre las drogas
ilegales y la corrupción es circular, es decir la corrupción atrae las drogas ilegales y
éstas, a su vez promueven la corrupción”21
. El narcotráfico en relación con el campo
político habría o ha cumplido tan sólo la función de “un catalizador para acelerar la
debilitación del Estado y los controles sociales tradicionales”22
, parece decirnos
Alfredo:
El episodio digamos histórico, cultural y político más triste aquí en este país.
Corrompe, corroe, lo poco de lo bueno que había en algunas instituciones, había cosas
buenas, pero se somete al control y al yugo de esta gente (…)ahí comienzan a
sembrarse las raíces de las organizaciones delictivas, comienza a verse plata a
borbotones que corrompen las instituciones, entonces ahí comienza, entrada la década
de los 70, entre el 77 y el año 80 a escucharse de los narcos.(Alfredo)
Ahora bien, la imbricación entre el ámbito político y el narcotráfico es vista por algunos
entrevistados como resultante de la coacción institucional ejercida por parte de esta
organización delictiva. En esta dirección, como lo señala F. Thoumi, la disposición de
dicha mafia a recurrir a la eliminación física de los adversarios habría contribuido a
incrementar el efecto corruptor de la industria de las drogas en Colombia, al minar la
capacidad de resistencia del establishment político23
.
Este es un juego: usted se preparó porque usted cree en el Derecho y usted se prepara y
estudia y usted va a impartir justicia en pro de la sociedad, y le toca juzgar a un narco,
y el narco viene y le propone: cuál es el metal que más le gusta, si quiere el oro o
quiere el plomo. El oro siendo que yo lo voy a dar un ‘pocotón’ de plata si falla de tal
forma, y el plomo es que le voy a matar a su familia y no va a quedar un solo ser con su
apellido vivo en este país, y uno sabe que el tipo tiene con que cumplir la amenaza pues
eso ya es una aberración de todo, no?(Mauricio)
La amenaza del narcotráfico sobre los políticos profesionales o el sector burocrático
como elemento explicativo de la corrupción del campo político, no obstante ocupa un
lugar muy secundario en el imaginario de nuestros entrevistados. La lectura
predominante observada en los testimonios recolectados es la de una mutua
conveniencia entre estos actores, o la de, por decirlo de algún modo, una subordinación
voluntaria de la clase política a las mafias de tráfico de estupefacientes, como nos lo
expresa Miguel:
Ese ha sido el culto a la vagabundería más grande que le han hecho todas las clases
aquí en este país. Eso fue la clase política la que se rindió…. Ahorita salen a decir que
no pero… la clase política, la sociedad antioqueña, y muchas sociedades de la costa y
muchas del interior se entregaron al señor Pablo Escobar. Era un honor ir a donde don
Pablo, manejarle los negocios a Don Pablo…(Miguel)
21
Ibid., p. 74 22
Ibid., p. 241 23
Ibid., p. 242
Si bien los entrevistados reconocen la violencia ejercida por las organizaciones
delictivas del narcotráfico contra numerosos líderes políticos como represalia por una
oposición pública al accionar político y económico de dicha industria ilegal, o por la
negativa de estos últimos – los políticos profesionales- a los intentos de cooptación, esta
circunstancia expresa más la excepción que la regla, en lo relativo a las calidades
políticas de las víctimas. La idea de líderes políticos, que se enfrentan con las diferentes
problemáticas y que no están involucrados como actores directos en éstas, ocupa un
relegado lugar en la representación del campo político, caracterizado por la prevalencia
de intereses privados, la corrupción y en general prácticas delictivas.
Un país donde no hay unas instituciones muy fuertes que pudieran ponerle límite,
dejaron florecer ese negocio y tarde o temprano empezó a tomar unas dimensiones,
empezó a adquirir poder (…)Pero en la medida que ellos querían tener más poder y que
su negocio creciera y se legalizara, entonces el tema de llegar a influenciar en el país
en la política origina pues la muerte de Lara, de Rodrigo Lara, que marca también un
hito en esa historia (Hernán)
Entre las organizaciones delictivas de producción y tráfico de estupefacientes y la clase
política se habría establecido una relación de recíproca funcionalidad.
No se realmente… yo pienso que los dos coexistieron siempre toda la vida… o sea, tu
me ayudas, yo te ayudo, Yo pienso que fue básicamente mutuo acuerdo por
conveniencia. (Ricardo)
En suma, las organizaciones de narcotraficantes buscaron penetrar el ámbito político
para lavar grandes sumas de dinero de forma „sutil‟ o poco ruidosa procurando
salvaguardar su negocio de medidas legales o policivas que pudieran afectarles. Por su
parte, la clase política buscó en el narcotráfico una fuente de financiamiento para
sostener o expandir sus maquinarias electorales pero también un actor para eliminar a
sus opositores políticos o a organizaciones sociales amenazantes de su poder, con lo
cual introducimos la relación entre política y violencia que desarrollaremos a
continuación.
3. Política y violencia
El papel del campo político en la dinámica de violencia es múltiple de acuerdo a las
narrativas de nuestros entrevistados. Hay muchos aspectos señalados en los testimonios
que parecen posicionar a la „clase política‟ como un actor más de violencia en el país:
El elitismo socioeconómico y cultural a partir del cual se estructura el campo político;
las actuaciones de las clases dirigentes comprendidas como acciones de violencia en si
mismas o como generadoras de violencia por parte de otros actores; la alianza de
sectores políticos con organizaciones armadas o delictivas ilegales; y el empleo de la
violencia.
El cierre del campo político, expresado en el elitismo socioeconómico y cultural que ha
marcado su devenir histórico, y que da lugar a la percepción del Estado como
patrimonio de unos pocos, es en el discurso de los entrevistados un factor incidente en
la generación de violencia…
Por la necesidad y por la inconformidad porque es que todo se queda es allá en lo alto.
(Alejandrina)
1) Por la inconformidad. En efecto se apela a la violencia para buscar la inclusión o el
reconocimiento de demandas en el campo político, o la transformación de este. La
representación de los orígenes de la guerrilla de muchos de los entrevistados encuadra
dentro de esta perspectiva.
2) Por la necesidad. Ante la situación de injusticia social, algunos sectores de la
población se verían compelidos a emplear la violencia como medio de supervivencia, ya
sea ingresando a una organización armada o como delincuentes comunes. La injusticia
social, en la que la mayoría de los entrevistados encuentra uno de los más importantes
elementos causales en el desarrollo del fenómeno de violencia en Colombia, aparece así
como un desarrollo de la configuración y prácticas del campo político, estableciéndose
entonces una línea de continuidad-transformación entre las problemáticas: corrupción -
injusticia social - violencia.
He visto la corrupción infinidad de veces en mis viajes. A nivel gubernamental
fundamentalmente. Pues todo eso ha generado pobreza, hambre... genera más
violencia. Porque la gente de alguna forma tiene que buscar como defenderse, como
buscar comida para sus familias etcétera.(Diego)
Hay un problema muy grande al cual nunca se le ha puesto coto y que genera mucha
desigualdad, es la corrupción. Que no se hace, que los dineros no llegan a donde son,
etc., etc., porque hay gente que ha llegado a tomar, ha robado o se ha apropiado de
cosas de forma indebida y de ahí se han ido generando unas desigualdades bastante
graves. La misma corrupción genera entonces violencia. Cuando alguien hace y
transgrede algo de una forma, que finalmente se va a ver reflejada de alguna forma,
afectando a muchos, eso finalmente genera diferencias, puede llegar a generar
conflicto, violencia. Es complicado. (Hernán)
El ámbito político y sus prácticas en esta dirección adquieren el status de causa última
de la violencia, ya sea de la violencia contra el campo político o de otras modalidades
como la delincuencia común o la violencia intrafamiliar, como se ha señalado en
diversos testimonios. Estas prácticas en relación con el impacto que generan en el
ordenamiento social y político, llegan a ser representadas en si mismas como una forma
de violencia
Los que están fuera de eso se vuelven violentos, lógicamente, y los que están adentro
también son violentos, pero de otro estilo. La violencia del tipo que parece respetable,
pero hace todas las porquerías de este mundo, es peor, de pronto, que la violencia
física, cierto? Degrada más el proceso, golpea a la democracia y a toda la sociedad…
el delincuente de cuello blanco es una vaina terrible. (Roberto)
Dicha representación tiene cabida principalmente entre nuestros entrevistados de OSB y
en menor medida de OSM, que comparan las acciones del gobierno o circunscritas al
ámbito político de manera directa con acciones materiales de violencia. Así, como se
observa en el siguiente fragmento el incumplimiento de las promesas suscritas con la
población por parte de los políticos profesionales es descrito figurativamente como un
machetazo.
Yo me pongo a pensar en que hemos sido tan engañados por los cabecillas, los
comandos del pueblo (…) Después de que ganen, ya no se vuelvan a acordar de nadie,
entonces vea lo ajustan, le dan el machetazo a uno. Porque olvidan de que esa gente
fue la que lo apoyaron y entonces por eso es que vienen las violencias también, porque
entonces ya uno ya se vuelve incrédulo a esos hechos. Porque no más por los
politiqueros se vuelve mucha violencia, porque ya uno ya no cree y entonces muchas
veces por eso es que los persiguen a los políticos, por las falsedades. Ello se lo han
buscado, ellos mismos se lo buscan… (Enrique)
La violencia contra el campo político resulta entonces, si no justificable, al menos
comprensible sobre la base de lo que se estima la transgresión de un contrato social o
ético. El sentimiento de injusticia social o agravio moral producto del incumplimiento
reiterado o sistemático de la palabra empeñada, o dicho de otro modo del ofrecimiento,
a cambio del voto, de recursos o servicios a la comunidad, llega a ser percibido como
una forma de violencia, y se desborda a su vez a través de la violencia. Como dice el
analista francés Ives Michaud, “la representación de la violencia en lo social, de lo
social como violencia, libera violencias-efectos”24
. La noción de violencia no describe
entonces exclusivamente actos de agresión física, sino que cobija el engaño y la
manipulación de la población cometido por la „clase política‟. Habría una especie de
agravio social que resulta intolerable en relación con la economía moral de algunos
sectores de la población. Así entonces, la definición de una situación, conducta o acción
bajo la noción de violencia, se realiza sobre las referencias y significaciones normativas
y evaluativas imperantes en un grupo. La violencia es la transgresión a una
representación determinada o específica del orden social, en este caso el incumplimiento
del contrato social o ético del pacto de representación política.
Las acciones del gobierno, o circunscritas al ámbito político, son consideradas así como
generadoras de violencia, al propiciar necesidades que no encuentran forma de
satisfacerse dentro de „lo institucional‟; y al generar rencor o inconformidad radical en
la población.
Ahora bien, la relación entre violencia y política todavía no se agota. La violencia que
se registra en el país es remitida al campo político en su función como modelo o
referente para la población.
Pero la violencia yo digo, de dónde viene, de qué raíz viene… ¿no será del mismo
gobierno? Yo creo que es del mismo gobierno porque el mismo gobierno es una
cuestión de que ellos manipulan al campesino, manipulan al pueblo, entonces ellos
mismos, desde arriba, de los grandes, viene el ejemplo. Porque el ejemplo entra por
casa. Si uno es violento en la casa, así salen los hijos. Y si uno es borracho, pues los
hijos tienen que salir…. alguno no todos. Porque todos los dedos de la mano no son
iguales. (Ciro)
En este sentido, para los entrevistados existe un aprendizaje social de la violencia a
partir de la observación de una violencia, no física de forma necesaria, ejercida ya sea
por el gobierno, el Estado o los políticos que aparecen como sinónimos todos en el
discurso de los entrevistados. “La arbitrariedad estimula simultáneamente la imitación y
la indignación”25
parecen decirnos nuestros entrevistados. Es también la conclusión de
Francisco Gutiérrez, luego de examinar los testimonios de numerosos reinsertados, en
los que la violencia encuentra justificación dada la violencia ejercida desde el campo
político26
. Esta emulación a la que hace referencia Ciro parece seguir en parte la lógica
de una „metonimia fundacional‟ es decir: “si la sociedad colombiana incurre en
flagrantes inconsistencias e injusticias, si los depositarios de la ley y el orden son sus
primeros violadores, es natural que: a. mi adversario defeccione; b. yo defeccione; c.
24
MICHAUD, Yves. Violencia y Política. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. 1989.p.116 25
GUTIÉRREZ, Francisco. ¿Ciudadanos en armas? En: Las violencias: inclusión creciente. Bogotá:
Centro de Estudios Sociales, 1998. p. 199 26
“Aquí se ve gente que hace las peores cosas, hasta las más sanguinarias. Vea la ley: es el gobierno con
licencia para matar. Entonces ¿uno por qué no puede hacer sus cosas?”. Citado por Francisco Gutiérrez en
La Ciudad Representada
todos defeccionemos”27
. Ahora bien, la representación de la violencia como una
conducta social aprendida o emulada de las prácticas políticas nos remite al papel
jugado en la comprensión social de la violencia y de la política por la tradición en el
campo político de la resolución de las conflictos por medio de la violencia, tradición
rastreable en nuestro país desde por lo menos mediados del siglo XIX, y que nos
introduce de lleno en el tema de la cultura política. Pero veamos antes otra variante de la
relación política y violencia en la mirada de las personas consultadas que contribuye a la
representación de la indisolubilidad entre el campo político o de la política y el ejercicio
de la violencia.
La clase política como actor de violencia
La eliminación física del oponente o contradictor, lo tienen claro los entrevistados, ha
sido práctica de larga usanza en el campo político colombiano. Los entrevistados la
remiten por lo menos hasta el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que representa
en el imaginario popular no sólo el momento inaugural de la denominada época de la
Violencia, sino de una secuencia de magnicidios que se extiende hasta la época actual y
que tienen como común denominador a la clase política como su autor intelectual.
La clase política es señalada por los entrevistados de todos los orígenes sociales y
generacionales como un actor directo de violencia. Enumeran en sus relatos numerosos
homicidios de líderes de diferentes tendencias atribuidos a „los políticos‟: Jorge Eliécer
Gaitán, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo y Álvaro Gómez, entre
otros. Estos habrían sido asesinados por órdenes directas provenientes del mismo medio
en que se desenvolvían, pues tales personajes eran precisamente asociados a cualidades
tales como honestidad e interés público, excepcionales y amenazantes para la clase
política.
En relación con el asesinato de Galán:
Fue muy cruel, y para mí, yo digo que fueron los mismos políticos…Nos caía bien y
esto, porque hablaba cosas ideales, lo que era la realidad de las cosas: la corrupción y
toda esa cosa. Y parecía que iba a ser como un buen presidente, un buen gobierno y yo
digo que fue tal vez por eso que de pronto, los mismos lo mandaron a bajar porque
como él era de seguro que subía... Y si vio que después de la muerte de él, todo fue tan
confuso. Todo fue como tan, tan rápido, tan esto…o sea para tomar el puesto de él y
todo, para seguir la candidatura del otro gobierno… en esas fue que subió Gaviria?
Exacto. Entonces fue todo como tan rápido… Y yo vi también una noticia de que
estaban acusando al ministro de Justicia o algo así.(Alejandrina)
Sumercé sabe que la envidia es la que reina. A unos les gustó a otros no, entonces
hicieron su plan de matarlo. Eso fueron entre sus jefes, entre los mismos manifestantes,
los mismos que tienen su política, se reunieron lo que no les gustaban acá y los otros al
otro lado, pero eso fue sola envidia por eso fue que lo que lo mataron a él. Los mismos
amigos de él compañeros de cámara ya tenían pronosticada la muerte de él, porque
según yo oí en las noticias, el tal Botero fue el principal que pagó, yo no se, para que lo
mataran. Y a mi me parece una cosa muy cruel porque el que manda en uno en un ser
27
GUTIÉRREZ, Francisco. La Ciudad Representada. Op. Cit., p. 188 (El subrayado es mío)
humano es mi Dios, el que tiene derecho a hacer lo que quiera con uno pero no otro ser
humano que le quite la vida a otra persona.(Ester)
La guerrilla, las organizaciones de narcotraficantes, y el paramilitarismo no son así los
únicos actores a los que se atribuye el ejercicio de la violencia en el país por parte de
nuestros entrevistados. Son numerosos y continuos los hechos de violencia
rememorados en las narrativas del fenómeno de violencia en Colombia en los cuales la
clase política aparece como un agente que interviene. No necesariamente en la
ejecución de los crímenes, pero sí en su planeación, asimilándose entonces a los otros
actores de violencia inventariados por los entrevistados. El uso de idénticos epítetos en
la descripción realizada de la clase política y de guerrilleros o delincuentes, por parte de
los entrevistados, puede ser ilustrativo de dicha equiparación. Al respecto, Miguel
describe a un renombrado líder político involucrado como autor intelectual del asesinato
de Luis Carlos Galán así:
Uno de los asesinos más grandes del país, es lo más peligroso que ha tenido el país, de
lo más tramposo que ha tenido el país. El quemó los archivos del congreso cuando se
robó un poco de plata. El señor ese es un pícaro total. Su trayectoria no es nada
distinta de la peor hombre de la vida. Si aquí dicen que aquí hay hombres malos es de
lo peor que ha podido haber, pero entonces tiene una elocuencia que lo salva porque
este es un país donde la elocuencia vale más que la verdad.(Miguel)
A fenómenos como la corrupción y el carácter excluyente con los cuales es identificada
la clase política, y que son interpretados como factores desencadenantes de numerosos
tipos de violencia, se suma en el discurso de los entrevistados su participación continua
como un actor de violencia, minando aun más la legitimidad del campo político
institucional, englobante de categorías como políticos profesionales, gobierno y Estado.
Las relaciones observadas entre el campo político y grupos armados ilegales (guerrilla,
paramilitares, narcotráfico), son múltiples, y agregaríamos nosotros, no excluyentes: 1)
de complicidad para mantener la situación de guerra; 2) de complicidad para eliminar a
un enemigo común como en el caso de su alianza con el paramilitarismo; 3) de
utilización de las organizaciones armadas para ejecutar homicidios de líderes políticos y
sociales.
Yo creo que aquí si mucho, mucha gente del gobierno pesado, no se quién porque uno
no los identifica tienen que ver con ellos. O si no, no serían tan fuertes. No puede ser
que treinta mil gatos estén, lleven, ponle que fueran cincuenta mil. 25 y 25 mil de cada
lado tengan tan en jaque al gobierno. Tiene que haber plata del… y poder del gobierno
que quiera mantener la situación así. (Manuel)
Bueno, recuerda uno mucho asesinatos de líderes políticos (…) Digamos que tiene que
ver bastante con la parte de corrupción política, donde se busca o se elimina a la
persona que esta interfiriendo con un cierto flujo de dinero o cosas así, generadas por
esa corrupción.(Diego)
Dada la desconfianza en su acción por los vicios políticos ya reseñados; la debilidad
institucional que estos suponen; y su involucramiento directo o indirecto en múltiples
acciones de violencia; el gobierno, los políticos, o el Estado, engruesan la lista de „los
sospechosos de siempre‟ junto a la guerrilla
Porque todo lo que dicen no es verdad. Por ejemplo, que la guerrilla mató a tantas
personas, que la guerrilla… están juzgando a una persona que todavía ni les consta si
es verdad o no. Siempre todo lo malo que pasa es la guerrilla, es las FARC, el M 19, el
ELN. Entonces resulta que muchas veces, no me consta, puede ser hasta el mismo
gobierno que lo está haciendo. Porque actos que los culpan a ellos y que uno de pronto
puede saber que no fueron a ellos y a todas horas los están culpando a ellos. Por
ejemplo eso que hablan de unos soldados que mataron a unos campesinos incluyendo
un niño, que le echan la culpa a la guerrilla o que eran guerrilleros, siendo que el
mismo gobierno fue el que cometió el error de dispararles a ellos y que se comprobó
que fue el mismo ejército y no culparon a la guerrilla? ….(Uriel)
Han habido muchas cosas, hechos han sucedido muchísimos pero vaya uno a saber si
realmente fue la guerrilla, o fue el gobierno, o fue quién porque uno… Ahí si uno no
puede confiar porque qué…cómo. Pueda que el propio gobierno no, pero si… los que lo
rodean. O quién sabe, de pronto él mismo pero vaya uno a saber, pero si hay
desconfianza. Uno si desconfía de las personas altas. Uno ve muchas cosas. Algo que se
me había olvidado decirle, por ejemplo la muerte de Galán (…)(Alejandrina)
Ahora bien, el Estado, identificado con la clase política, no sólo no detenta el
monopolio de la violencia legítima sino que interviene de forma solapada a través de
sus fuerzas de seguridad como un actor más de violencia. Lo que ha sido denominado
como el genocidio político de la Unión Patriótica es atribuido por gran parte de quienes
aun lo recuerdan al Estado colombiano, como se observa en los siguientes fragmentos.
Las matanzas de personas inermes; están las tomas de pueblos... por ejemplo, el
asesinato de los miembros de la UP. Lo recuerdo. El asesinato sistemático. La UP era
una especie de brazo político de la guerrilla de las FARC. No recuerdo muy bien eso,
pero tenían nexos con las FARC. Unas personas que nunca estuvieron en la
clandestinidad, ni nada de eso, se agruparon para formar un movimiento político legal
de izquierda. De modo que como le van a pedir a los señores guerrilleros ahora, que
se... una de las razones por las cuales los guerrilleros no pueden hacer la paz. Quiénes
eliminaron a la UP? Yo creo que el Estado. Las fuerzas represivas del Estado. Por
qué? Qué es el Estado... El Estado es la expresión de una relación de dominación.
(…)Di tú eso implica el eliminar a los opositores, o eliminar cualquier piedra en el
zapato, pues eso nada hay que lo impida. Por eso yo creo que a ellos los elimino el
Estado.(Pedro)
Jaramillo fue el del avión? Es que ahí estoy un poquito confundido, no se si Jaramillo
fue el del avión o el de Pizarro. El de Jaramillo yo no lo recuerdo… Es que eso ya fue
hace veintipico de años… Pero si fueron, es decir, yo me recuerdo que fueron tres
asesinatos graves, ah no, y después hubo uno, el de Jaime Pardo Leal, también creo o
fue primero… ese fue subiendo de La Mesa o de Anapoima, y eso acabó mucho con la
Unión Patriótica. Porque es que aquí ha habido unas fuerzas de seguridad del Estado
mal manejadas. La Brigada Z mató a Pardo Leal y a Alvaro Gómez, así el señor
Samper diga que no. Están las pruebas. Entonces desbarataron la brigada 13. Los
cuerpos de seguridad del Estado han hecho muchas bestialidades. Había una brigada
que era la 13 o 23, la que mató a Alvaro Gómez y mató a todos las de la Unión
Patriótica.(Miguel)
La violencia es percibida así como un arma política de eliminación del adversario o del
enemigo social o político, imaginario que hunde sus raíces, especialmente entre nuestros
entrevistados de las generaciones 55-62 y 75-82 años, en la época de La Violencia.
A los contradictores a lo que ellos creen, por la lucha que ellos tienen y que ven de
pronto tienen alguna fuerza para hacer daño a los poderosos del país entonces…ahí
algo pasa. Si matan a alguien pues es porque está metiéndose donde no debe.
Poderosos? Los políticos. Ellos son los que tienen todo. Ellos son los que mandan sobre
todo. El que está de presidente tiene el poder, los que están de ministros, de
gobernadores, de alcaldes, son los que tienen el poder. El que tiene el poder es
corrupto (David)
La Violencia y la política
Se conoce como período de La Violencia (con mayúscula) en Colombia a la
confrontación partidista ocurrida entre 1945 – 1965, confrontación a la cual se le
atribuyen más de 200.000 muertos.
Pues bien, hablándonos de sus recuerdos sobre esta época, Enrique, vendedor ambulante
de 62 años nos dice:
Pero a la otra vez cuando existía el partido conservador, el partido liberal… había
muchas contradicciones por la política. Porque habían muchos ataques, mucha
violencia por ese motivo, porque cada uno quería mandar en su partido, por eso era
que había tantas incomprensiones de los partidos. Eso es lo que llamamos nosotros
política. (Enrique)
Ciro por su parte nos comenta: Ahí yo comencé desde ese tiempo para acá a que todo
mandaba era la violencia, la violencia. No entendía uno en esa época porque yo era
muy niño, estaba en la adolescencia. No se sabía porque era que se peleaban, pero si
entendía que entre los liberales y los conservadores tenían ellos un conflicto. En esa
época yo me acuerdo que eso llegaban eran los conservadores y quemaban casas en el
campo… y que no se sabía por que. Que por el único hecho de que la persona era
liberal, no era más… y que llegaban y así fuera como fuera les prendían candela. Yo no
se si eso sería era raíz del gobierno central o qué era políticamente. En ese tiempo lo
que mandaba era la política.
En las anteriores narraciones se observa cómo se fusionan en el discurso la violencia y
la política, aprehendida esta última a través de la actividad bipartidista. La política así
antes de ser comprendida como un espacio de cooperación y de confrontación, que si
bien contiene como su germen o en su matriz la enemistad total y entonces la guerra, se
expresa de manera directa, sin una mediación anterior en el campo de batalla. La
política parece descifrarse así en clave de violencia.
Los partidos políticos, agentes de socialización política, que “llegaron a la gente y a las
localidades antes que el sentido de Nación28
”, son identificados de una parte con la
política y de otra parte, como productores de la situación de violencia de la época.
Ahora bien, esta identificación de los partidos como actores protagónicos de La
Violencia, aunque los enmarca en el campo político, no supone una comprensión del
conflicto. De hecho cuando se pregunta a los entrevistados por los motivos de la
disputa liberal – conservadora, aunque son intuidas por la mayoría de los entrevistados
diferencias ideológicas o programáticas, éstas no logran ser precisadas.
28
Citado por Gonzalo Sánchez en Guerra y Política en la Sociedad Colombiana. Op.cit., p. 31
Porque era en cuestiones de gobierno diferencias programáticas, cierto? Una cosa es
lo que piensa el partido liberal; otra el conservador. En la manera de arreglar
problemas económicos. Qué se yo.(Mario)
El carácter ancestral del enfrentamiento bipartidista es aducido por los entrevistados
como un elemento de explicación de La Violencia. Así la historicidad de la disputa
liberal-conservadora por el poder estatal, paradójicamente redunda en la pérdida de
referentes o en una naturalización del conflicto. Siguiendo al historiador Gonzalo
Sánchez las banderas bipartidistas “arrastran „odios heredados‟ y sus diferencias reales
se encuentran por tanto en un pasado casi mítico, difícil de precisar”, como se puede
apreciar en el siguiente fragmento:
Pues que digamos ha sido algo de toda la vida, desde que se formó nuestra querida
Colombia, desde la época entre Bolívar y Santander siempre había enfrentamiento
entre ellos, supuestamente el uno era liberal y el otro conservador, digamos por las
ideologías…. Posteriormente Guerra de los Mil Días etc., también es lo mismo…
Digamos que ha sido de toda la vida esa disputa entre los dos partidos
principales.(Diego)
Liberal y conservador, son significantes asociados por todos los entrevistados a los
partidos políticos tradicionales que rigieron la vida política nacional durante más de un
siglo, y que se enfrentaron en una cruenta lucha. Sin embargo, no expresan el mismo
significado y sentido para todas las generaciones.
Es preciso subrayar que hace algo más de cincuenta años la identificación como liberal
o conservador no daba cuenta sólo de una adscripción política, sino que simbolizaba
una cosmogonía para los copartidarios. Y es que la política era concebida y vivida como
un asunto sagrado, del cual cada partido se presentaba como dignatario o poseedor de la
„verdad revelada‟ y cada miembro se reclamaba como adalid. Siguiendo a C.Perea la
perspectiva simbólica de naturaleza religiosa de la que hacían gala los dos partidos,
aunque no logra ser comprendida o dimensionada por los entrevistados, se traduce en
las narrativas realizadas sobre la época, como en el caso de Ciro que nos comenta:
Decía un señor de Moniquirá, cerrado, cerrado… conservador y era casado con una
señora de Sogamoso, y peleaban por política. La señora era liberal. Entonces cuando
el señor se emborrachaba le decía a la señora: ‘El que no le guste el azul que rompa el
cielo’ y ella le contestaba ‘y el que no quiera ver el rojo que le rompa el corazón a
Cristo’ Y se golpeaban, era que se pegaban el par de casados, delante de los hijos… y
por política.
La identidad liberal-conservador llegaba a ser representada como una marca de
nacimiento, y en este sentido constituía „una herencia‟, o se inscribía dentro de una
tradición que no podía ser quebrantada, so pena del rechazo o del estigma social y
familiar. Liberal o conservador no eran identidades políticas sino identidades naturales y
por lo tanto sólo podrían desaparecer con la muerte.
Es que nacían liberales, nacían conservadores… además se les decían voltiaos, los que
eran hijos de un conservador y resolvían volverse liberales por ejemplo. Eran voltiaos.
Yo soy de ideas liberales. Mi papá decía que qué tristeza. Cuando yo estaba estudiando
‘¡¡¡tener una hija comunista!!!’ ¡Decía que había tenido una hija comunista!. Mi
hermano es conservador todavía. Yo trato de no hablar con mi familia ni cuestiones de
política ni de religión. Porque tengo unas ideas muy diferentes, entonces se presta a
discusiones. Las discusiones por temas políticos y religiosos son dolorosas. La gente se
duele mucho.(Ofelia)
La naturalización de la filiación partidista operada desde el discurso por las elites
políticas tanto liberales como conservadoras, que aseguró su reproducción y afianzó su
hegemonía sobre la sociedad civil29
, dio lugar de una parte a la aprehensión de la
política como un asunto visceral y entonces a la relegación de la racionalidad política
propia del ciudadano moderno, y de otra parte, a la expansión del enfrentamiento, de los
escenarios públicos a la esfera privada.
Porque antes yo me acuerdo que mi papá cuando hubo lo de Gaitán, el estaba ya acá
en Bogotá y a él casi lo matan. Ya ni me acuerdo como fue el cuento pero llegaron al
hospital San Juan de Dios a decir, en las residencias, ¿usted qué es: liberal o
conservador?. Si era liberal o conservador lo mataban. No se qué contestó, pero me
imagino que contestó la respuesta correcta. Pero era una cuestión de creencias. Como
pasa ahora en el Medio Oriente. Es creencia. Yo se que mi Dios es musulmán y el otro
no tiene nada que ver; y alguien me está obligando, me está matando mis hijos… es
creencia. (Manuel)
La política era el hilo con el que se tejía la sociedad, y sobre esta trama se desenvolvía o
mejor se limitaba la cotidianidad: las relaciones personales se debían circunscribir a
miembros del mismo partido, y sólo se podía pisar territorio del mismo partido, nos
cuentan, aunque casi de oídas, algunos entrevistados, como si todavía pudiera tener
implicaciones decirlo en voz alta:
Que un conservador no podía entrar donde fueran liberales porque lo mataban… o un
liberal no podía entrar donde los conservadores porque también lo mataban. Que uno
no podía, tal vez si uno se desplazaba de su región conservadora a ir a la región liberal
porque de una vez lo seguían investigando a uno, que de dónde era y si de pronto uno
era contrario, uno corría el riego de que lo pelaran.(Enrique)
La invasión de lo político a la esfera privada trajo consigo, como lo señala Carlos Mario
Perea, ofensa personal. Ser liberal o conservador en la época de La Violencia era vivido
como una identidad total, de la cual el Otro representaba una negación, lo cual se
traducía en una enemistad profunda y en persecución.
Resulta que como yo jugué tanto fútbol, entonces una vez de estas hubo una moda de
busos. Entonces un día de estos yo compré un buso de esos, rojo, pero no me lo puse
con saco y pasé por la iglesia del Alfonso López y el párroco de la iglesia de esa
parroquia era un cura bruto, atrasado… un cura por allá boyacense, político, regodo
como quién sabe qué, y me echó la policía… que yo era un tipo liberal malo que no se
qué ni se cuántas.(Alvaro)
Liberal o conservador se convierten así para los entrevistados que vivieron el período de
la Violencia en una identidad de la cual resulta difícil desprenderse, de tal forma que,
aun finalizado dicho enfrentamiento, media actualmente su representación y
participación en política.
Ahorita por ejemplo la reelección: Uribe es liberal por punta y punta, y los liberales no
están de acuerdo con la reelección del país, y están divididos en este momento y
entonces el que está puyando, accionando en toda forma, ayudando es el partido
conservador. Pero ojo sumercé, que el partido conservador tiene la puñalada
29
PEREA, Carlos Mario. Op. Cit.
marranera, trapera… ellos saben cómo hacen sus cosas, cómo llevan al altar a una
señora pa’l matrimonio, pa’ después romperle las vestimentas y hacen de todo (Alvaro)
Ya no se nota la diferencia entre liberal y conservador. Hay más convivencia. Yo creo
que a nadie le importa tampoco. No mucho. Y a la gente joven menos. Pero entre los
viejos si. Un liberal ahí queda velando siempre el trapo rojo.(Mario)
Como lo intuye Mario, liberales y conservadores, de forma contrastante a lo registrado
en los otros dos grupos de edad, si bien son reconocidos -no rememorados- por parte de
nuestros entrevistados más jóvenes como dos actores/partidos que se enfrentaron a
mediados del siglo pasado, son dos significantes desprovistos hoy de una carga emotiva
y simbólica, y aun política, en la medida que son desconocidas las diferencias
ideológicas. Resulta casi incomprensible para este grupo generacional el episodio de La
Violencia.
Eso viene desde muy atrás. Que había una guerra boba por un simple color, un simple
cambio de ideales… llegar a tanto... Por qué se enfrentaban? La verdad no se…
simplemente por el color. Ser usted liberal y ya lo mataban, eso es lo que alguna vez me
contó mi papá. El rojo o el azul ya eran enemigos, ni siquiera sin conocerse y ya eran
enemigos, entonces me parece muy bobo. (David)
La Violencia, desde el contexto actual que le sirve como marco interpretativo, llega a
ser considerada como una lucha sin sentido y „boba‟. Y es que en el presente la política
es percibida por muchos como una transacción, y como un oficio prosaico, carente de
idealidad o elevación, y los partidos, a su vez, son representados como simples
coaliciones desideologizadas e inestables de la clase política. Así entonces se dificulta
comprender o dimensionar el tipo de identidades políticas movilizadas en La Violencia
y las características que en general siguió dicho episodio histórico. El marco
interpretativo del grupo generacional 35-42 sobre la Violencia tiene así como base su
experiencia de la denominada crisis de representación de los partidos, pero igualmente
se alimenta de un fenómeno más global: el proceso de individualización.
El rechazo actual a una identificación colectiva como producto del redimensionamiento
de lo público, pero también de la mala imagen de los partidos políticos tradicionales
hace casi impensable para las generaciones más jóvenes las identidades totales, y por lo
tanto el tipo de confrontación acaecido en la Violencia.
La memoria de la Violencia es una memoria que ha perdido vigencia como hecho y
como elemento explicativo en el conflicto contemporáneo. Es éste el que conocen de
forma directa los entrevistados de 35-42 años, y que se desarrolla a través de actores
diferentes a los partidos y por fuera del ámbito político institucional. El conflicto
armado contemporáneo para la gente del común no sigue fines políticos ni involucra a la
población como adepto o combatiente sino como víctima. En esta dirección no son
muchos los puntos en común observados entre la vieja y la actual violencia. Ahora bien,
pese al carácter diferenciado de esos dos momentos para los entrevistados de todos los
rangos generacionales hay una continuidad esencial del fenómeno de violencia en el
país.
El contenido total de la época de la Violencia en el imaginario de los entrevistados se
circunscribe en específico al enfrentamiento bipartidista. No obstante, liberal o
conservador es sólo una etiqueta con la que se designa a dos actores, reconocidos como
políticos, que se relacionan mediante la violencia. La política aprehendida bajo la
división liberal – conservadora es asociada de esta forma indisolublemente a la
violencia.
Había tanta contrariedad e irritación entre los unos y los otros por la política.
(Enrique)
Eso es ya cuestión de lo que hablaban mis padres. Que violencia total. Que hubo una
época en la que se unían los conservadores para ir a matar a los liberales, y los
liberales para ir a matar a los conservadores. Se mataban por el color yo creo… Lo
que yo pienso es que ellos no sabían ni por qué peleaban.(Ramiro)
El conflicto liberal- conservador de mediados de siglo no enfrentó ideologías, visiones
de sociedad o sobre la dirección del Estado, o existe un reconocimiento muy vago y
confuso al respecto. El conflicto bipartidista movilizó banderas que no representaban
más que un color en medio de una lucha por el poder del Estado: Rojos vs. Azules. La
representación de La Violencia pareciera asemejarse entonces a la de un conflicto
político paradójicamente despolitizado30
. Sin embargo, esta despolitización en la
representación de los actores enfrentados, común a todas las generaciones de
entrevistados, debe observarse sobre el trasfondo de la imbricación entre lo político y lo
social resultante de la naturalización de las filiaciones políticas operada desde el
discurso de las elites bipartidistas, lo que dificulta para los entrevistados establecer los
valores que cada uno de los partidos representa al ser subsumidos estos en un origen
último casi biológico.
Como se ha expuesto a lo largo de estas páginas, la exclusión, y la eliminación del otro
son elementos constitutivos de la representación del campo político. Para la gente del
común, la violencia simbólica o material es así una referencia ineludible cuando se está
hablando de política en Colombia. La política no aparece como un escenario opuesto o
diferenciado radicalmente del escenario violento. Esta apreciación no supone como en
la teoría schmittiana una relación de continuidad entre la política y la guerra. El
conflicto armado interno no constituye actualmente, desde esta perspectiva, un
escenario de radicalización de las enemistades políticas. Es un conflicto despolitizado
tanto por sus actores como por sus fines. Adicionalmente, la „clase política‟ es
considerada como otro actor de violencia, o como un actor que mantiene transacciones
fluidas con los actores ilegales . En este contexto, las llamadas narcopolítica,
parapolítica y la farcpolítica no generan desconcierto. Terminan por inscribirse en la
rutina de la corrupción de la clase política.
En ese mundo indiferenciado entre lo político, las armas y la corrupción, el ciudadano
va perdiendo interés y confianza en las virtudes de la representación política. Y la lucha
armada sea subversiva o antisubversiva, pensadas en algún momento como alternativas,
ha sido desprestigiada por sus intercambios con los mundos del narcotráfico y la
criminalidad.
La violencia forma parte en últimas del orden político o está inscrita en este como una
tradición, bien sea que se trate de su estructuración excluyente, sentida como un hecho
de violencia o como generadora de violencia; o que se trate de los intercambios con
actores criminales. La imbricación entre política y violencia, da lugar a la sustitución de
la comprensión de la política como un escenario de dominación y construcción de la
legitimidad, por el de la comprensión de la política como el escenario de apropiación y
ejercicio crudo del poder. La política y la violencia terminan por distanciarse de los
intereses sociales o mejor, de cualquier expectativa de realización o representación de
los intereses colectivos. Por su parte, la sociedad ha dejado ya de sorprenderse. Hay una
especie de acomodación o resignación a esos intercambios entre política y violencia. Y
30
SÁNCHEZ, G, Op. Cit.
paradójicamente, la máxima expresión de esa cultura transaccional es la de haberse
acostumbrado a vivir con ella.