La dama escarnecida

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La dama escarnecida de Georgina Palacios · Nívea tersura al sol reflejaban y al viento, tus curvas perfectas que agravio gritaban; tres mariposas en tu piel lucían sus trágicos colores en muda denuncia contra el oprobio y tortura que cruel asesino, no en una, asestara. Cabeza perfecta en parte velada como el bello rostro en parte velado con profundo golpe impactan la vista de quien verte osa alzando los ojos. Corona de espinas corona tu testa exquisita que derrama sangre en suprema tortura como hace dos mil años el Ser Supremo también padeciera. Brazos perfectos igual curvas que tus tirantes soportan el peso del cuerpo lanzando hacia el cielo su muda protesta que mientras más muda se hiciera, más fuerte es el grito, son brazos abiertos, en imposible abrazo. Tus piernas cruzadas esconder no pueden la femenina belleza mientras hacia el suelo se estiran cual lanza. No es una, son todas; todas y ninguna; la idea perfecta de mujer, torturada. Es Patria, Minerva y María Teresa; Es Irma, Rogelia y Santa Cecilia; Es Nancy que danza al aire en suspenso. Es cualquier mujer maltratada como fue Cristina. En negras capas te envolvieron para evitar que tu casta desnudez hiciera que el grito fuera escuchado muy posiblemente por quien más debía oirlo. Moderna Galatea, Pigmalión corrió en tu auxilio para hacer de nuevo que al sol brillara tu blancura. Mas ahora... ¿Dónde estás querida amiga? ¿Alguien sabe dónde la han encerrado? Su muda protesta desgarra el oído de quien no tiene o no quiere entender que su cuerpo desnudo es el mejor homenaje a la sufriente madre y a quien ya no udo p serlo. Para todas las mujeres que nos sentimos identificadas de alguna manera con la dama escarnecida y para su Pigmalión, el maestro Manolo Gallardo.

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de Georgina Palacios

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La dama escarnecida de Georgina Palacios · Nívea tersura al sol reflejaban y al viento, tus curvas perfectas que agravio gritaban; tres mariposas en tu piel lucían sus trágicos colores en muda denuncia contra el oprobio y tortura que cruel asesino, no en una, asestara. Cabeza perfecta en parte velada como el bello rostro en parte velado con profundo golpe impactan la vista de quien verte osaalzando los ojos. Corona de espinas corona tu testa exquisita que derrama sangre en suprema tortura como hace dos mil años el Ser Supremo también padeciera. Brazos perfectos igual curvas que tus

tirantes soportan el peso del cuerpo lanzando hacia el cielo su muda protesta que mientras más muda se hiciera, más fuerte es el grito, son brazos abiertos, en imposible abrazo. Tus piernas cruzadas esconder no pueden la femenina belleza mientras hacia el suelo se estiran cual lanza. No es una, son todas; todas y ninguna; la idea perfecta de mujer, torturada. Es Patria, Minerva y María Teresa; Es Irma, Rogelia y Santa Cecilia; Es Nancy que danza al aire en suspenso. Es cualquier mujer maltratada como fue Cristina. En negras capas te envolvieron para evitar que tu casta desnudez hiciera que el grito fuera escuchado

muy posiblemente por quien más debía oirlo. Moderna Galatea, Pigmalión corrió en tu auxilio para hacer de nuevo que al sol brillara tu blancura. Mas ahora... ¿Dónde estás querida amiga? ¿Alguien sabe dón dela han encerrado? Su muda protesta desgarra el oído de quien no tiene o no quiere entender que su cuerpo desnudo es el mejor homenaje a la sufriente madre y a quien ya no udop serlo. Para todas las mujeres que nos sentimos identificadas de alguna manera con la dama escarnecida y para su Pigmalión, el maestro Manolo Gallardo.