La Democracia en Proceso Participativo

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    LA DEMOCRACIA EN PROCESO PARTICIPATIVO:

    PRINCIPIOS, FUNDAMENTOS Y REQUISITOS

    Joaquín Herrera Flores

    I-Los dos principios democráticos: el principio de “igualdad de poder

    político” y el principio de “distribución del poder político”

    Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que las prácticas participativas locales

    constituyen hoy en día un “hecho” constatable por todos los rincones de nuestro mundo.

    De todos es sabido que el origen de estas prácticas se sitúa en el Sur. La terrible realidad

    con la que se enfrentaban cotidianamente los habitantes de ciudades como Lima (Perú)

    o Porto Alegre (Brasil) indujo a éstos, primero, a organizarse y articularse socialmente

    y, segundo, a pasar a la acción política creando marcos de acción participativa en el

    ámbito local.

    El objetivo básico residía en asumir que los habitantes podían empoderarse sin

    más dilación poniendo en práctica procesos en los que no sólo se aprovecharan los

    resortes de la democracia formal (instituciones establecidas, ejercicio del derecho al

    sufragio…), sino las mismas posibilidades internas que la propia democracia contiene a

    la hora de la expansión de sus límites más allá de lo establecido (la decisión y la

    cogestión ciudadana).

    En los últimos tiempos tales experiencias han pasado a implementarse en

    municipios del Norte económicamente desarrollado. A pesar de tener condiciones

    económicas e institucionales bien distintas de las que sufren los países del Sur, con sólo

    observar las mejoras sociales y políticas llevadas a cabo en regiones sometidas a

     procesos de fuerte subdesarrollo, se comenzó a percibir la exigencia de extender estas

     prácticas a entornos en los que la democracia formal se viene ejerciendo sin problemas

    desde hace décadas.

    En muchos lugares del Norte desarrollado comenzó, pues, a generalizarse la

    necesidad de que las políticas públicas y más en concreto, las políticas municipales, tan

    cercanas a las necesidades concretas de las personas, impulsasen y pusiesen los medios

    necesarios para que la ciudadanía fuera realmente protagonista en la gestión municipal.

    La idea básica consistía en que ésta podía ser la mejor manera de profundizar en, y

    garantizar la, democracia y hacer de la política un ejercicio permanente de participación

    en la vida de las ciudades por parte todos y todas los que las habitan. De ahí que la

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    experiencia de los presupuestos participativos esté siendo validada por muchas

    experiencias internacionales, no solo de ciudades de América Latina, sino de nuestro

    entorno más cercano: Portugal, Francia, Alemania, Italia, Holanda, Bélgica, Dinamarca,

    etc…

    Poco a poco, hemos ido asumiendo que los procesos de creatividad social no

     parten únicamente de propuestas académicas o de “buenas maneras” institucionales. La

    creatividad surge cuando se está atento a las paradojas y a las contradicciones con las

    que convivimos todos los días en nuestras ciudades. Una de estas paradojas destaca por

    su carácter paradigmático: estamos ante una de las ciudadanías mejor preparadas y

    equipadas de los últimos tiempos, pero, situada cada vez más lejos de los avatares de lo

     político.

     No se trata, pues, de inventar algo de la nada, sino aprovechar lo existente para

    encontrar y construir soluciones favorables a las posiciones de las mayorías. La cuestión

    no consiste únicamente en que los dirigentes o los técnicos sean creativos para que la

    gente participe, sino de que la gente participe para que se puedan sentir que ellos

    también son aptos a la hora de crear proyectos viables por los que luchar.

     Nosotros pensamos que uno de los medios para ir haciendo posible esta realidad

    son los Presupuestos Participativos, como proceso de democracia participativa,

    voluntaria y universal que sirva tanto para el debate, elaboración, control y seguimiento

    del Presupuesto anual, como  para la decisión ciudadana en los ámbitos que en cada

    contexto le corresponda, independientemente del signo político de los gobiernos

    municipales.

    La cuestión básica que es preciso abordar antes de entrar en mayores detalles

    reside, pues, en el concepto de democracia con el que trabajamos. Nuestra propuesta es

    sencilla y, a la vez, compleja.

    Sencilla, en cuanto que lo que proponemos no pretende imponer procesos ajenosa la experiencia política acumulada en más de veinte años de democracia formal en el

    Estado español. La construcción del “estado de derecho” ha sido tan difícil que no

     pueden tirarse por la borda las conquistas que el pueblo español ha conseguido después

    de muchas décadas de lucha por las libertades. Es lo que nosotros denominamos como

     principio de igualdad del poder político: todos tenemos el derecho a participar en lo

     político a través de nuestros representantes ejerciendo, al mismo tiempo, las libertades y

    derechos civiles reconocidos en nuestra Constitución de 1978. Es decir, estamos ante el principio bajo el que se resume el conjunto de consensos implícitos  (creencias

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    compartidas que no se someten al debate) que conllevan un fuerte grado de confianza en

    los mecanismos básicos de representación, y en donde se juega cotidianamente la

    credibilidad y eficacia de la gestión de los asuntos de los habitantes por parte de las

    instituciones. Todo ello en el marco de la democracia representativa o democracia

    formal.

    Pero – a pesar de ser conscientes de la importancia de dicho principio y de que

    su goce no ha caído graciosamente del cielo, sino que ha sido producto de las luchas

    sociales mencionadas—, nuestra propuesta es “compleja”, dado que no nos

    conformamos con un concepto de democracia que permanezca encerrado en sus

    aspectos formales y procedimentales.

    Por tal razón, cuando tratamos con experiencias participativas del grado y de la

    calidad como las que se han puesto en práctica en la ciudad de Sevilla, es preciso

    “complejizar” la cuestión de lo democrático, añadiendo un factor de enorme

    importancia. Es lo que nosotros denominamos el principio de distribución del poder

    político. 

    Con este principio, queremos afirmar que la democracia no se construye ni se

    reproduce únicamente asumiendo “implícitamente” la libertad como valor básico y

    autónomo. La libertad, como cualquier otro valor, no es más que el producto de luchas

    sociales por el acceso a los bienes materiales e inmateriales que hacen digna la vida que

    vivimos. Por ello, la libertad hay que complementarla con el valor de la igualdad

    material, o, lo que es lo mismo, con el conjunto de condiciones económicas, sociales y

    culturales que permiten “explícitamente” poner en práctica el principio de igualdad del

     poder político.

     No basta, pues, con la mera participación en los procesos electorales y la

    confianza ciega en las instituciones. Es preciso profundizar en los aspectos

    “decisorios”que están en la base y en la raíz del concepto de democracia. La democraciano se otorga, la democracia se conquista. Y se conquista luchando día a día

    construyendo las condiciones materiales que nos van a permitir disfrutar de las

    libertades formales ya conseguidas. Es preciso, pues, “distribuir” entre la ciudadanía las

     posibilidades que éstas nos garantizan. En otros términos, hay que conseguir distribuir

    el poder político lo máximo posible para que en conjunto todas y todos, no sólo los que

     parten ya de condiciones materiales adecuadas, podamos disfrutar de la libertad y del

    estado de derecho.

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    De ahí que, si en el caso del principio de “igualdad de poder político” los

    consensos son implícitos: damos por hecho que todos somos iguales ante la ley y

    disfrutamos de libertades y derechos civiles; en el caso del principio de distribución del

     poder político los consensos deben ser explícitos, pues las condiciones materiales en las

    que la gente vive es sumamente injusta y, en muchos casos, desigual. Es decir, a través

    del principio de distribución del poder político todos debemos comprometernos

    “explícitamente” en la construcción de espacios de igualdad material. Esto es algo que

    no puede darse “por supuesto”, ni conseguido de una vez para siempre. Por tanto, se

    requiere una participación activa de la ciudadanía a la hora de implementar acciones

    institucionales y ciudadanas que permitan “acceder a los bienes” políticos que propone

    el sistema democrático.

    El corolario al que llegamos reside, pues, en que los consensos, los mecanismos

    de representación y la credibilidad y eficacia institucionales deben tender

    fundamentalmente hacia un objetivo preciso: el empoderamiento ciudadano. Todo lo

    cual nos lleva a la conclusión de que profundizar en la democracia supone un proceso

     participativo y decisorio que vaya de abajo hacia arriba y no al revés. Es decir, un

     proceso en el que los que habiten cualquier espacio o territorio puedan expresar

    libremente sus opciones y construir igualitariamente las condiciones de su

    implementación. La libertad no termina donde comienza la del otro, como si de

    individuos egoístas se compusiese la sociedad. La libertad comienza cuando comienza

    la del otro, pues sólo a través de procesos colectivos y solidarios podremos llevar a la

     práctica lo que intuitivamente entendemos por democracia.

    En resumen, los fundamentos de nuestro análisis de la democracia confluyen en

    los dos siguientes puntos:

    1º.- La exigencia “política”, no sólo de “representar”, sino, asimismo de

     promover el uso y la distribución equitativa y eficiente de los recursos políticos ymateriales disponibles en todo sistema democrático.

    Y 2º.- La exigencia “social” de promover capacidades e iniciativas ciudadanas

    de individuos, comunidades, organizaciones públicas y privadas, sindicatos, partidos

     políticos etc., a la hora de generar capacidades cognitivas ciudadanas  que nos

     permitan a todas y a todos detectar problemas y proponer soluciones a los mismos.

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    La conjunción de las dos exigencias, debe conducirnos a la puesta en marcha de

    un proceso de empoderamiento de los habitantes de un lugar concreto  (sea una

    ciudad, un municipio, una comunidad autónoma o una nación) en los que lo

    democrático sea entendido como un proceso secuencial en el que se suman los criterios

    de información, participación, deliberación, decisión y control de dicha decisión.

    II- Los Fundamentos: 20 propuestas de profundización democrática a

    través de los presupuestos participativos

    1ª-Toda iniciativa democrática en el mundo contemporáneo debe tener en cuenta las

    estrechas interrelaciones y los problemas que producen las conexiones entre los

    contextos globales (políticas de la OMC, FMI y del BM) y los contextos locales(incidiendo en las políticas municipales)

    2ª-La iniciativa democrática articulada bajo el concepto de Presupuestos Participativos

    constituye un mecanismo de profundización democrática que se ha dado en llamar

    “democracia participativa”.

    3ª-La democracia participativa incluye como elemento definidor el concepto de“participar para decidir ”

    4ª-La relación entre democracia participativa y democracia representativa es una

    relación de mayor a menor grado de profundización en los mecanismos democráticos.

    La democracia participativa incluye, pues, como uno de sus elementos básicos a la

    democracia representativa.

    5ª-La democracia participativa es un concepto mucho más amplio que el de democracia

    representativa, pues no sólo trabaja con la categoría de participación (a través del voto)

    sino, asimismo, con la categoría de decisión (a través de la auto-reglamentación

    ciudadana)

    6ª-En ese sentido, la democracia participativa no es un procedimiento antagónico a la

    democracia representativa: ambos conceptos de democracia se complementan y se

    refuerzan el uno al otro.

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    7ª-De este modo, trabajar “participativamente” requiere una reorientación de los

    mecanismos democráticos tradicionales en un sentido: creativo, solidario, operativo e

    instituyente

    8ª-Asimismo, la democracia participativa supone pasar del ciudadano consumidor

    (sometido a las inercias de los mercados: económicos, electorales…) al ciudadano-

    ciudadano (recuperador del sentido instituyente de los mecanismos democráticos)

    9ª-Estos supuestos, exigen una reorganización creativa y contextualizada de los tiempos

    y de los espacios de la democracia representativa a un nivel local (los auto-reglamentos

    ciudadanos de los presupuestos participativos se realizan cada año; los espacios de

     participación y decisión local se reorganizan ampliando los conceptos de “barrios”,

    “distritos”, “centros cívicos”, etc.)

    10ª-Esta “reorganización” espacio-temporal supone la redefinición de las

    responsabilidades en las áreas de intervención local: surge la conciencia de la

    interrelación horizontal de los problemas con los que se enfrentan diariamente los

    vecinos y, a partir de ahí, la doble exigencia de coordinación de las políticas públicas

    entre sí, y de las políticas públicas y las iniciativas ciudadanas.

    11ª-Los Presupuestos Participativos suponen una recuperación ciudadana del concepto

    de “lo político” en el sentido de “dinamización e inclusión” del tejido local asociativo.

    12ª-Como elemento importantísimo, se requiere la creación de una dinámica

    antipatriarcal que vaya inculcando la exigencia de consecución de la igualdad en temasde género, raza, etnia, inmigración, opción sexual, etc.

    13ª-Desde la puesta en marcha de los Presupuestos Participativos, la Ciudad de Sevilla

    se medirá, no sólo con criterios de mercado, sino a partir de la calidad y la cantidad de

     participación “decisoria” que contenga

    14ª-Las experiencias desarrolladas durante los meses previos a la redacción de los auto-reglamentos de participación ciudadana, muestran que la participación no puede ser

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    impuesta  desde arriba. La participación debe surgir desde abajo como una necesidad

    social.

    15ª-En ese sentido, se exige la creación de mecanismos de interacción entre Técnicos y

    Políticos y, paralelamente, entre Técnicos, Políticos y Ciudadanía.

    16ª-La participación, asimismo, no surge del vacío. Se requieren campañas de

    Información Relevante que incluyan cuando menos los siguientes aspectos

    *conocimiento de la historia de los barrios

    *conocimiento de la realidad concreta de los barrios: presupuestos,

     programas de intervención social, obras…

    *conocimiento de problemas comunes que constituyan la base para

    la creación de tejido social participativo

    17ª-De ahí, la necesidad perentoria de programas de comunicación que no se reduzcan a

    la “difusión social” de lo ya decidido; sino programas de comunicación que potencien

    los siguientes aspectos:

    *el cambio social y de percepciones ciudadanas sobre su entorno urbano

    *la creación de Espacios de Ciudadanía

    *la potenciación de otros espacios de expresión e información

    alternativos a los tradicionales medios de comunicación

    18ª-Dicha creación de tejido social participativo requiere la creación de nuevas figuras

    de intervención ciudadana: por ejemplo, la figura de los “traductores sociales y

    culturales” que se dediquen a buscar mecanismos de diálogo entre sectores sociales

    tradicionalmente separados e incomunicados.

    19ª-Estos mecanismos deben servir para superar las actitudes pasivas ciudadanas

    reducidas a la “reivindicación de los deberes públicos” mientras que se renuncia a la

    asunción propia de responsabilidades en la gestión de los propios asuntos. Para tal tarea,

    los Presupuestos Participativos deben tender a clarificar el cómo y el cuándo de la

    gestión operativa de las decisiones asumidas. Sólo a través de la realización concreta de

    lo decidido ciudadanamente, el tejido social asociativo irá asumiendo confianza en los

    Presupuestos y se irá pasando de una reivindicación pasiva de “deberes” ajenos a unaauto-imposición activa de deberes y compromisos para con la ciudadanía.

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    20ª-Dado lo novedoso de las experiencias dirigidas a implementar en nuestra ciudad los

    Presupuestos Participativos, tanto el equipo técnico del Área de Participación

    Ciudadana que trabaja cotidianamente con el tejido asociativo de la ciudad de Sevilla,

    como el conjunto de profesores y profesoras de las dos universidades públicas de

    Sevilla, exigen tener el máximo cuidado con las cuestiones procedimentales a partir de

    las cuales se decidirán proyectos, obras y reformas urbanas. Es decir:

    1-el procedimiento utilizado para los procesos de decisión debe tener la máxima

    sensibilidad a la hora de integrar las concepciones de las mayorías y de las

    minorías;

    2-los espacios de decisión y participación deben partir, no de criterios previos

    decididos verticalmente sino, de la cooperación estrecha con las redes sociales

    que se van formando en la experiencia de los Presupuestos (en el caso de la

    ciudad de Sevilla resalta la creación de los Grupos Motores);

    y 3-el procedimiento utilizado debe partir del mandato constitucional a través del

    cual la participación en los asuntos públicos debe llevarse a cabo “directa” y

    “representativamente”: lo cual nos lleva a poner el máximo cuidado en la

    organización y puesta en prácticas de las Asambleas Ciudadanas.

    III- Requisitos democráticos para unos presupuestos participativos

    empoderadores

    1º- ¿Cómo se gobierna desde los presupuestos participativos?: Se gobierna CO-

    GESTIONANDO la ciudad entre los habitantes (articulados socialmente), los equipos

    de técnicos y los representantes políticos

    Esto supondría:a) el aumento de la credibilidad y recuperación de la confianza mutua.

     b) el aumento de la credibilidad y recuperación de la confianza en los procesos

    democráticos de representación.

    c) el aumento de la conciencia de que lo democratico  es un proceso

    secuencial, es decir de acumulación de saberes y prácticas en función del grado

    de:

    1)transparencia2)inteligibilidad

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    3)participación

    4)decisión

    5) control

    2º ¿Cómo se democratiza un proceso de presupuestos participativos teniendo en

    cuenta los dos principios básicos de la democracia participativa( igualdad de poder

    político –lo formal— y de distribución del poder político –lo participativo—)?.

    a)  A través  del manejo eficiente de los instrumentos del proceso de

    implementación de los presupuestos: lo cual requiere una visión compartida de

    la ciudad como referente básico para la resolución de los problemas comunes

     b)  De la disponibilidad de la información: evitando los vacíos informativos sobre

    todo en lo que respecta a la cantidad de dinero disponible y al conocimiento

    técnico.

    c)  De la transparencia en el gasto: la ciudad debe convertirse en una “casa de

    cristal”

    d)  De la eficacia y compromiso ciudadano en el manejo de las inversiones: es

    decir, que se lleven a la práctica las decisiones tomadas

    e)  De tomarse en serio la horizontalidad en la participación y el principio de

    deliberación: primero la información, segundo la deliberación y tercero la

    decisión y sus consecuentes procesos de control

    f)  De la asunción por parte de todas y de todos de que estamos construyendo una

    tendencia de profundización en la democracia. Para ello, es muy importante

    tener muy claros los procesos, primero de información, de elección, de

     proposición, de priorización y de decisión-ejecución.

    g)  De que aceptemos y pongamos en práctica que la participación ciudadana sea

    algo común y transversal a toda la acción política municipalindependientemente del ámbito o campo de cada Delegación: desde el

    urbanismo a los servicios sociales; desde la infancia hasta los mayores

    h)  De que las normas, los reglamentos sean el instrumento legal que potencie el

    ejercicio del derecho a la participación y que al mismo tiempo protejan este

    derecho. La participación sin poder real no es tal, ya que entonces puede ser

    instrumentalizada. De ahí que sea precisa una adecuación continua de las

    normas a las necesidades ciudadanas y una transparencia de las mismas

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    i)  De que la participación contribuya a la transformación del entorno ciudadano,

    de ahí que deba formar parte del Plan Estratégico, como instrumento básico del

    desarrollo permanente de la ciudad

     j)  De que la participación en la gestión del presupuesto municipal se entienda

    como un factor de modernización de la participación y una recuperación de la

    esfera pública en la vida municipal.

    k)  De que los presupuestos participativos contribuyan al desarrollo económico y

    social de las ciudades, y a corregir desigualdades sociales como así reconoce y

    recomienda su aplicación la Asamblea Mundial de Ciudades y Autoridades

    Locales (Estambul, Habitat 1996) auspiciada por la ONU, como una de las

    mejores prácticas de gestión urbana del mundo

    l)  De la necesidad de que barrio y ciudad sean vistos como dos caras de la misma

    moneda. El territorio es fundamental para articular y construir la ciudad. Todo

    ello sin olvidar que hay hacerlo desde la solidaridad interterritorial y superando

    visiones y prácticas "encerradas" en el “pequeño entorno”. Los Presupuestos

    Participativos han de ayudar a ello

    m)  De la necesidad de una voluntad política asumida por las instituciones y de una

    colaboración decidida de los técnicos municipales implicados en el proceso.

    Asimismo, es preciso crear las condiciones para que las asociaciones y la

    ciudadanía en general ejerzan su derecho a la participación para contribuir a la

    transformación permanente de la ciudad.

    3º) ¿Cómo garantizar políticamente el proceso de presupuestos participativos? 

    1-  A través  del aumento anual de la cantidad de dinero propuesta en los

     presupuestos.

    2- 

    De la superación real de las carencias de los habitantes.

    3-  Del aumento de la credibilidad y confianza mutuas: a través de la

    implementación real de las propuestas decididas en las asambleas.

    4-  De la calidad del resultado: en la decisión, en la priorización y en la

    sostenibilidad.

    5-  De la ampliación del concepto de gobernabilidad: igualdad +

    distribución.

    6- 

    De la aceptación del principio de diferencia: la conciencia de que existendiferencias grupales y que hay que saber tratar con esas diferencias como

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    un recurso público y no sólo como un problema a resolver por medios de

    “orden público”.

    7-  Promoviendo que los habitantes no seamos simples observadores, sino

     protagonistas activos de lo que ocurre en la ciudad.

    8-  Buscando respuestas más ajustadas a las necesidades que los habitantes

     piensen que son prioritarias.

    9-  Creando espacios de diálogo y toma de decisiones entre los habitantes,

    los representantes políticos y los equipos de técnicos permitan construir

     partiendo de un sentido comunitario, es decir, de una ciudad más justa e

    igualitaria.

    10- Que las decisiones se tomen en asambleas y cualquier persona que habite

    la ciudad pueda debatir, proponer, expresarse y decidir, basándonos en la

    idea de una mujer/un hombre/un joven/un niño/un inmigrante puedan

    informarse, deliberar y capacitarse para actuar en su entorno local.

    .