La Encamisada de Estercuel

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LA ENCAMISADA DE ESTERCUEL Y OTRAS ANDANZAS CRONICA ANUNCIADA DE UNA EXCURSION FUTURA 16 Y 17 DE ENERO DE 2010 TERTULIA ALBADA Pues señor, señor…, mira por dónde que casualidad: cuando pongas tus ojos en estas líneas lo más fácil es que estés en feliz compañía con otros diecinueve chicos y chicas de “Albada” tratando de averiguar qué es eso de la encamisada y preguntándote con un poco de miedo –sé sincero/a, ¿a qué es verdad?- si aguantarás la helada nocturna de Enero o te quedarás como un pajarito sin decir ni pío- por mucho que sea sábado, sabadete- o, por el contrario, sentirás un alegre calorcillo en el alma al amparo de las hogueras en la villa de Estercuel. Esperemos que Carlos no se haya hecho acompañar de la lluvia y no sea posible encender teas ni fogatas. (Schisss, no digas nada, pero sé de buena tinta que ha intentado llegar a un pacto de no agresión con un señor que se llama Tláloc, alguien que se titula dios de la lluvia, para que no llore ni sobre México ni mucho menos sobre Estercuel). Aprovechando que no haremos grandes recorridos, saldremos a hora avanzada. Esta vez no habrá legañas que quitar porque a las nueve y media de la mañana ya no hay telarañas en los ojos. El lugar de recogida de fiesteros, encamisados o no, será el mismo, la plaza Paraíso,

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LA ENCAMISADA DE ESTERCUEL Y OTRAS ANDANZAS

CRONICA ANUNCIADA DE UNA EXCURSION FUTURA

16 Y 17 DE ENERO DE 2010

TERTULIA ALBADA

Pues señor, señor…, mira por dónde que casualidad: cuando pongas tus ojos en estas líneas lo más fácil es que estés en feliz compañía con otros diecinueve chicos y chicas de “Albada” tratando de averiguar qué es eso de la encamisada y preguntándote con un poco de miedo –sé sincero/a, ¿a qué es verdad?- si aguantarás la helada nocturna de Enero o te quedarás como un pajarito sin decir ni pío- por mucho que sea sábado, sabadete- o, por el contrario, sentirás un alegre calorcillo en el alma al amparo de las hogueras en la villa de Estercuel. Esperemos que Carlos no se haya hecho acompañar de la lluvia y no sea posible encender teas ni fogatas.

(Schisss, no digas nada, pero sé de buena tinta que ha intentado llegar a un pacto de no agresión con un señor que se llama Tláloc, alguien que se titula dios de la lluvia, para que no llore ni sobre México ni mucho menos sobre Estercuel).

Aprovechando que no haremos grandes recorridos, saldremos a hora avanzada. Esta vez no habrá legañas que quitar porque a las nueve y media de la mañana ya no hay telarañas en los ojos. El lugar de recogida de fiesteros, encamisados o no, será el mismo, la plaza Paraíso, de la antigua Facultad de Medicina, y los carruajes, en donde daremos principio a la excursión, dos flamantes vehículos de nuestra central furgonetera: Hispania.

Belchite será la primera parada. Será una visita emocional a un pueblo fantasmal. El Portal de San Roque y la iglesia de San Martín de Tours, joya mudéjar del siglo XIV, es decir, sus restos, nos saldrán al encuentro con pasos lentos y decrépita mirada.

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¡Belchite! La palabra suena a ruinas, a muertos. Cuando paseas por sus calles vacías hasta de sentimientos y de gatos, parece brotar de ellas una extraña melodía interpretada por cientos

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Iglesia de San Martín de Tours

de voces fallecidas violentamente. Voces de las dos Españas, voces que nos llevan a los días de verano de 1.937, aquéllos que fueron del 24 de Agosto al 6 de septiembre, ésos en los que se dirimía el ser de nuestro pobre país: futuro y democracia si la República salía vencedora o fusilamientos, terror y dictadura si los

fascistas, con Franco a la cabeza, ganaban el combate.

¡Belchite! Una voz atiplada, desagradable, mentirosa, parece escucharse todavía por unos imaginarios altavoces rememorando la inauguración del pueblo nuevo en 1.954. Una voz que condena a las ruinas de Belchite a ser lo que son ahora, ruinas famélicas, tristes, vacías, ruinas sin alma.

Después de éstas, otras ruinas salen de “sopetón” para zancadillearnos el corazón: la Torre del Reloj junto a los restos de la iglesia de San Juan, un tímido cartel anunciando su reconstrucción, el

convento de San Rafael de las Dominicas, con tan solo 250 años a sus espaldas, el convento de San Agustín, barroco del XVIII, con la

Calle Mayor

crucería tendida al cielo y sin techo que la soporte, el arco de la Villa, puerta de entrada a la ciudad, y, ante todo, la calle Mayor, arteria descarnada y trágica en donde, mejor que en ningún otro lugar, se descubre el silencio de la muerte.

¡Belchite! Dos batallas te marcaron a fuego y dejaron tu nombre en el libro de la Historia. La de 1.809 en la guerra de Independencia contra los franceses, y la más cercana, la que te heló el alma, aquélla de hace 72 años en la que empezaste a morir con una sonrisa heladora a pesar del bochorno veraniego. Puerta de la Villa

¡Belchite! Casi te da vergüenza decir tu nuevo nombre de pueblo nuevo. Un millar de prisioneros republicanos, verdaderos esclavos del siglo XX, construyeron tus calles y tus plazas en otro lugar. Reconstruyeron tus casas, tus ventanas, tus puertas de entrada, pero tu espíritu quedó atrás, mil años atrás, en otro tiempo.

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Iglesia de San Agustín

Seguro que esta visita, si la hacemos, nos habrá emocionado. A la salida, no se nos tendrá que olvidar cantar o tararear, al menos, la jota que Serrat cantaba en honor al pueblo que hemos visitado, al pueblo de su madre:

…Por la mañana, rocío,

al mediodía, calor.

Por la tarde los mosquitos,

no quiero ser labrador.

Iglesia de S. Agustín

Rugirán de nuevo las flamantes furgonetas al tomar la ruta de nuevo. Puede que sean las once de la mañana, puede que de una mañana espléndida. Esperemos que el refrán se haya cumplido – ése de que no hay sábado sin sol ni doncella etcétera- y cantemos a pleno pulmón lo que nos cumpla, sin miedo de que las nubes enturbien nuestro horizonte. De cualquier manera si aquél dios de tres al cuarto hubiera incumplido su palabra, ¡qué tampoco debiera

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extrañarnos con lo poco serios que son!, no debemos callar jotas ni boleros, ¡qué salgan al aire estepario nuestras jóvenes voces!, y si

puede ser, más fuerte que antes.

El camino será continuado hasta Molinos. Nuestro paso por Albalate, Andorra y Alcorisa, por esta vez, habrá sido anónimo.

Quién sabe si al llegar a Molinos el mediodía nos esté cayendo, inmisericorde, sobre

Plaza e iglesia de Molinos

las frentes. Igual no es un mediodía caluroso pero a estas alturas la temperatura la habremos puesto todos con nuestras voces y risas.

Sima de San Nicolás

Si nos preguntaran por famas y parajes, entra dentro de lo posible que Molinos sea más conocido por sus grutas, la del Cristal

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por ejemplo, que por el pueblo en sí pero esto es un error que descubriremos en cuanto penetremos por sus calles estrechas, sinuosas y empinadas. Molinos deslumbra por su belleza, por sus peñas rojizas asomadas al vértigo, por sus plazas, por sus casas edificadas sobre peñas. El río homónimo es el resultado de la unión de dos barrancos, el de Fuentes y el de Garrocha. Los dos juntan sus caudales y se despeñan en medio del pueblo por la sima de San Nicolás, una barranquera de 30 metros de altura cortada por un tajo increíble. Y todo visible desde el Balcón de San Nicolás.

Molinos, detalle

Pero nuestras sorpresas no acabarán ahí. Una iglesia gótica enorme, perfectamente conservada, en el marco de una Plaza Mayor preciosa nos saldrá al encuentro. La iglesia es del siglo XV y

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de estilo levantino. De nave única, el ábside es exagonal. Debajo del coro existe una pila bautismal precristiana, del siglo III, y en el otro lateral hay otra pila del siglo VIII. La iglesia no tiene torre. En la parte alta del pueblo, una torre, a modo de faro, se asienta en el lugar en que estuvo el castillo calatravo. Esta torre marcaba las tareas de las gentes mediante el tañido de sus dos campanas conocidas con los nombres de “Libertad” y “Democracia”. La plaza, contiene asimismo una casa consistorial renacentista.

No perderemos la ocasión de subir a lo alto de Molinos. La vista desde allí será difícil de olvidar. El color de las rocas y de los edificios, rojizos, nos recordará otra ciudad aragonesa, Albarracín. Podremos pasear por el jardín botánico hasta la torre de las campanas.

Quizá las campanas nos recuerden a todos que la hora de salida está al caer: -“a la una y cuarto todos aquí, junto a los coches”-. Con cierta desgana iremos acercándonos a ellas. Montaremos, camino de la siguiente parada.

Gargallo, vista general

Todavía nos acercaremos antes de llegar a la Venta, al pueblo cercano de Gargallo. Allí, preguntaremos en el bar de la entrada si

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es factible comer al día siguiente. Dependiendo de la respuesta el domingo optaremos por una cosa u otra.

Gargallo, otro pueblo de las parameras turolenses, se levanta al pie de la sierra de San Just, cerca del nacimiento del río Escuriza. No sabremos, hasta ese momento, si estamos en disposición de visitarlo. Si así lo hacemos, nos encontraremos con un trazado de calles estrechas y empinadas que nos llevarán hasta la iglesia de la Piedad, fechada en el siglo XVIII, con torre campanario de planta cuadrada. Nos encontraremos con muy pocos gargallinos a pesar de la hora, cosa poco extraña ya que son poco más de un ciento.

Cuando ocurra esto, estaremos cerca del final de etapa. A dos kilómetros de Gargallo se encuentra la Venta de la Pintada, (¿a que parece que estemos hablando de rutas quijotescas en donde puedan aparecer en cualquier momento mozas y venteros?) el que será nuestro

lugar de reposo en las horas nocturnas. Ahora, nos presentaremos, ocuparemos los diez dormitorios dobles asignados, resolveremos el pequeño guirigay del reparto de las habitaciones y de las parejas (¿haremos sorteos?) y empezaremos a pensar en el yantar de cada día.

Cuando hayamos llegado a este punto, tendremos que elegir, según como esté el aire de calmado, entre comer al aire libre o almorzar dentro de las habitaciones sin demasiado estruendo. Si el sol y el ánimo nos empujase hacia la primera opción se podría aprovechar para ir a conocer el Monasterio Mercedario del Olivar, a 4 kilómetros del pueblo, construido entre los siglos XVI y XVII. Entre esos muros, Tirso de Molina escribió seis de sus obras, entre ellas la Dama del Olivar. En el retablo del ábside se encuentra una imagen de la Virgen del mismo Olivar, obra de nuestro paisano Pablo Serrano nacido muy cerca de aquí, en Crivillén.

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Monasterio de Nuestra Señora del Olivar

No hagáis más cábalas a estas alturas, los relojes de los campanarios habrán dado las tres y media cuando terminemos la sobremesa. Tendremos el tiempo justo para acudir al pueblo de Estercuel, meta de nuestras ilusiones de fin de semana.

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La villa de Estercuel se acuesta en el piedemonte de la sierra de San Just, en una loma que mira al río Estercuel o Zarzosa. El pueblo está dominado por el caserón-castillo de los Atrosillo. Es villa importante, pueblo minero, todavía hay minas de carbón activas, aún tiene una población apreciable, cuatrocientos vecinos dan vida al pueblo.

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Dentro del casco urbano hay algunos lugares reseñables: la iglesia de Santo Toribio, la ermita de la Virgen, portales como la casa del Cura y el castillo de la Baronía, imponente caserón de ladrillo en lo más alto de la villa. Un nevero adorna el espacio desde el que se contempla el calvario. El centro de interpretación del fuego será tomado al asalto por la mayoría de los tertulianos.

El Centro, verdadero museo del Fuego, nos alumbra en todo lo concerniente a bien tan importante y de primera necesidad. Nos indica que, como elemento ritual, se encienden hogueras del solsticio de

Iglesia de Santo Toribio

invierno que por influjo religioso se dedican a unos cuantos santos frioleros (S. Antón, S. Sebastián, S. Babil, S. Valero, S. Blas, La Candelaria, Sta. Águeda…) y las del solsticio veraniego, todos pensaremos en las de S. Juan. También saldremos convencidos de sus funciones: lumínica, energética, pragmática (asar chorizos), purificadora (¡y tanto!), ritual y lúdica.

Nos recordará cuales son los elementos iniciadores de la combustión (piñas, aliagas,etc) y los combustibles de todo tipo (maderas, aceites, sebos, detritos…) Qué elementos son los que propician de manera natural la combustión (rayos, volcanes, Rincón de los Santos Mártires

el sol) y cuáles son los que la propician artificialmente (pedernal, lupas, cerillas…) Nos dirá las fechas y los porqués de las fiestas del fuego en honor a todos aquellos santos y santas citados.

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Aprenderemos los usos del fuego en los ciclos estacionales: en invierno con la matacía, con el prensado del aceite, abonos con las cenizas…, en primavera con la quema de piedras en los hornos para la obtención de cal y yesos, la colada con las cenizas y agua

Nevero en Estercuel

hirviendo…, en el verano consiguiendo tejas y baldosas en las tejerías, tortas y pastas en los hornos de las casas, la cocción del espliego para esencias, el marcaje de las ovejas con pez caliente… y en otoño con la quema de los rastrojos para regenerar la tierra, carboneras para obtener carbón vegetal…

En fin, que habrá merecido la pena visitar el Centro del Fuego. Saldremos de él con más sabiduría y conocimientos en la cabeza. Pero sabiduría de la buena, de la ancestral, de la que ha hecho que vayamos hacia

adelante y nos desarrollemos a lo largo de un millón de años.

La calle Mayor vertebra el pueblo de Norte a Sur. Todavía conserva uno de sus portales. El portal de la Barrera. Sobre él se encuentra la capilla de los Santos Mártires. La calle atraviesa las plazas de la Iglesia, de La Fuente y la plazuela del Olivar.

Algo habrá que decir de esa fiesta tan especial que nos habrá traído hasta donde estamos: la Encamisada y los Sanantones. Esta celebración, a caballo entre lo cristiano y lo pagano, es, en el fondo, una muestra de agradecimiento a San Antón por haberles librado de una peste que azotó los pueblos de la zona y que no llegó a Estercuel. La fiesta gira alrededor de tres conceptos:

EL FUEGO

Frente a los efectos destructores que puede tener, también ha sido un agente de fertilidad desde la noche pagana de los tiempos. Se le ha atribuido un carácter protector con un valor mágico y hasta

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terapéutico. La hoguera viene a significar el espíritu de purificación de todo el pueblo.

SAN ANTON

No solo es el protector de los animales sino que está muy relacionado con las hogueras en muchos pueblos de Aragón. Es un tiempo propicio para aparear a los animales domésticos de la casa. Para ello se ha cristianizado el tema bendiciendo a los animales.

Estercuel ha sido siempre un pueblo agrícola y ganadero. De ahí se entiende el miedo a que cualquier epidemia llegara a las lides del pueblo. Como los medios de protección, higiénicos y profilácticos, eran mínimos tenían que recurrir a ritos paganos y cristianos para intentar erradicar esas pestes.

LAS ENCAMISADAS

En los tiempos de Felipe IV, en el transcurso del siglo XVII, se celebraban numerosas procesiones y desfiles en donde intervenían los caballos, entre éstas había una que denominaban encamisada. Era una fiesta que se hacía de noche, con teas por la villa, y con desfiles a caballo.

El pueblo mezcló estos tres conceptos y de esa mezcla surgió el festejo conocido ahora como La Encamisada y los sanantones.

El origen de la fiesta se pierde en el tiempo. Hay referencias escritas desde 1892, del fraile mercedario P. Bravo. Seguimos teniendo referencias en el “Diario de Avisos” del 30 de enero de 1.908. Solo dejó de celebrarse en los años de la guerra civil. El cronista José Altaba cuenta de la fiesta en los años posteriores y hasta los cincuenta. Es de resaltar que, hasta 1.975, son todos los vecinos los que entran en el sorteo para la organización y pago de las fiestas. En este año es el Ayuntamiento el que asume la organización de los actos principales y se celebra, desde entonces, el fin de semana más próximo al día 19 de enero. Hasta esa fecha, la fiesta se iniciaba el 19 por la noche (la Encamisada), seguía el 20 (los Santos Mártires) y finalizaba el 21 (San Antón).

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En 1.988 la asociación Cultural Santo Toribio inicia el proceso de recuperación de la fiesta: capas nuevas, sombreros, se traen gaiteros… y en 1.990 vuelve a haber “fiesteros” de nuevo y en el 94 se vuelve a bailar el “reinau” y se crea entonces una asociación cultural que distribuye el trabajo de la fiesta.

El esquema de la fiesta es el siguiente:

La organización corre a cargo de 14 matrimonios, 7 entrantes y 7 salientes. Los entrantes solo escoltan y observan. La fiesta refuerza dos ideas: el matrimonio y a la persona de edad. El papel de las autoridades es el de presidir la santa encamisada, la misa mayor y el resto de actos. Los cargos son:

Procurador, es la persona de mayor cargo y edad. Detenta el mando de la fiesta y lleva tres plumas blancas de gallo en el sombrero.

Rey, le sigue en el rango. Se le identifica por tres estrellas plateadas en la parte izquierda del sombrero-

Conde, el siguiente en rango. Del sombrero le cuelgan tres cintas blancas.

Cuatro mayorales, dos acompañan al rey y otros dos al conde. Las tareas de éstos son:

Llevar el ramal de las caballerías

Quitar el sombrero a las autoridades.

Intervenir como danzantes juntando y poniendo sombreros en el “baile de las coronas”.

En la formación de las hogueras participa todo el pueblo. En los meses de verano se cortan los pinos para las tres principales que son la de la Plaza de la Fuente, la de la Plaza de la Iglesia y la de los Santos Mártires. A éstas les acompañan otra docena más en las calles y barrios de Estercuel. Durante el otoño se irá secando la madera. La perfecta formación de la madera en las hogueras es fundamental para evitar problemas a la hora de pasar el fuego. Generalmente se

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realiza una estructura de troncos apilados en cuadros ganando altura de manera piramidal.

El día de la fiesta, los hombres van a recoger con tractores las aliagas arrancadas. Antes de distribuirlas, celebran un almuerzo. Después las seleccionan para elegir la más grande y mejor formada y, mediante cuerdas y paciencia, llegar a poder cortarla sin estropearla.

La noche de fuego, la que visitaremos el 16 de Enero, discurre de la siguiente manera:

Salve en los Santos Mártires, de casa del Procurador salen los fiesteros y junto a éstos, los gaiteros. Todos juntos van a buscar al sacerdote a la salida del rosario e irán a rezar una Salve a los Santos Mártires y, a la salida, prender los tederos

(las teas) con la aliaga bendita.

Cuando se habla de los Santos Mártires, en Estercuel se quiere hablar de San Sebastián, santo también de invierno y de San Fabian, papa, sepultado junto a San Sebastián. Los festejos invocando a tales santos son la cristianización de fiestas y ritos antiguos asignados a genios de la fecundidad antes de aparecer la

primavera.

Sobre las ocho de la tarde, un poco cansados ya de recorrer el pueblo y de subir y bajar por sus calles, los fiesteros se reúnen en casa del Procurador y de allí parte la comitiva hasta la Plaza de la Iglesia en donde se inicia la Encamisada al son de campanas. La

encabezan los tederos (portadores de teas), los gaiteros, el Conde, el Procurador, el rey, los entrantes, el ayuntamiento y, acto seguido, el pueblo. Ah! Que no se nos olvide decir que el recorrido de la

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Plano de Estercuel

encamisada será: Plaza de la Iglesia (inicio), Calle Carrera, Portal de los Santos Mártires, Calle Umbría, Cabizuelo, Cantón del tío Olivareros, Plaza de La Fuente, Plaza de Santo Toribio, Plaza de Aragón, Curva Cabizuelo, calle dos Ramos y Plaza de la Virgen del Olivar.

El número de hogueras actual es de quince. Terminado el desfile, todo el mundo compartirá las brasas y será el momento óptimo de sacar nuestros “taper” y nuestras tortillas y hacer la corte a los estómagos a la luz y el calor de alguna de las quince piras.

Más tarde, si el tiempo no lo impide, que no lo hará, tendremos fiesta y baile alrededor de las hogueras.

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Hará frío, pero el relente helado casi no se advertirá al amparo como se estará de esa multitud de hogueras que convierten la villa en una monumental luminaria. Aunque el frío no hiele los corazones, el sueño sí que los dormirá. Ocho kilómetros separan las camas de las fogatas. Ocho kilómetros que, de madrugada, se recorrerán felices por dos cosas: por haber contemplado la fiesta y por tener cama segura. Más de uno, o de una, suspirará de placer cuando piense en ese artilugio horizontal, muchos con cuatro patas,

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todos con sus sabanitas limpias y mantas palentinas, que la loca y hermosa historia del mundo ha llamado lecho, catre, tálamo, piltra, hamaca, yacija, camastro y que para nosotros atenderá por cama.

Al día siguiente, domingo en nuestro caso, el tema central de nuestra visita será la fiesta y buena será la ocasión de vivirla desde dentro.

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El revuelo que produciremos en las estancias de la Venta a la hora de del amanecer será considerable. Entonces será el momento de decir en voz alta si hemos tenido acierto o no en la elección de cama. Lo que no cabrá ninguna duda es de que no desluciremos la fiesta de manera alguna, puesto que si en la Encamisada son siete parejas las que la protagonizan, aquí, en la Tertulia, seremos diez parejas también, de hecho, de derecho, de través o de casualidad, las que saldremos de los dormitorios dispuestas a continuar el jolgorio.

e será el momento de buscar manjares apetitosos en cualquier lugar de los caminos. Mejor que sea dentro de la Venta, atendidos por hermosas venteras o venteros con bigote pero si esa visión no puede ser tendremos que alcanzar los muros blanqueados de algún bar de Gargallo. La contestación a la pregunta de ayer en uno de ellos tendrá mucho que ver. La solución a esta cuestión tan fundamental del desayuno no estaba en el diario de La Sibila ni en los acertijos del Oráculo. El caso es que, con más o menos volumen de estómago, volveremos al pueblo del fuego, esta vez de día y con un sol magnífico (predicción conjunta de los oráculos).

Tempranito, muy temprano, llegarán los fiesteros recogiendo “La llega” (recolecta), recogida de productos, actualmente dinero, para que la próxima encamisada del siguiente San Antón empiece con fuerzas.

Misa Mayor, las mujeres de los fiesteros irán ataviadas con sus mejores avíos de fiestas. Será con mantones. Repartirán panes benditos en canastillos. Lástima de desayuno. En el desarrollo de la ceremonia se “sacará hacha” y que consiste en portar vela o hachones entre seis parejas de hombres con roquete (camisón blanco sin mangas). También, si estamos dentro, nos repartirán “canto” (porción de pan) como a todo el mundo. Después, procesión por el pueblo portando las imágenes de San Fabián, San Sebastián

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Fiesteros y gaiteros

y la principal, la de San Antón. Los gaiteros acompañaran tocando los sones de la fiesta: Encamisada, Reinau, Mazurca, Llegá, y las Coronas, el cura también es personaje principal ¡cómo no!, detrás los asistentes y los turistas.

Se llegará, pasado ampliamente el mediodía, al refresco, acto popular abierto a todos. Previamente a la danza del Reinau se encenderá la aliaga ganadora. Ésta última será una jota popular dividida en dos partes que se irán repitiendo.

La fiesta estará tocando a su fin.

Aún tendrá lugar el Baile de las coronas. Los cargos entrantes y salientes danzarán al son de los gaiteros de Estercuel mientras los mayorales salientes y entrantes se quitarán los sombreros, símbolos vivos de poder, en un juego de cambio de mando.

No podemos dejar de nombrar a los Gaiteros de Estercuel, a los viejos, a esos que no cejaron en su empeño de rescatar sones y cantos de fiesta y a los nuevos, a ese grupo de

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músicos que nacen en 1.994 y que trabajarán, y mucho, desde entonces por conservar el legado musical de los pueblos turolenses.

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Habrá que comer. Si no se ha quedado satisfecho con el refresco de la plaza, tendremos que ir, o al bar de Gargallo si es que hemos convencido a sus dueños de que somos muy formales, conformados y comedidos y poco comedores, o a un restaurante de Molinos. En cualquiera de los dos supuestos habrá que poner una vela incensada a la Virgen del Olivar para que comamos de manera fácil, bonita y barata.

Para cuando el espectáculo del buen yantar termine, las tinieblas irán envolviendo cielos y tierra. No es que la Naturaleza se enfurezca porque la Encamisada haya terminado, porque finalice nuestra excursión o porque se ponga borde sin más, no. Lo más seguro es que serán cercanas las cinco de la tarde y la noche caerá sobre nuestras cabezas y sobre el resto de nuestras personas sin más aviso.

Ese será el momento de poner la proa de nuestros veleros a gasoil en dirección contraria y alcanzar, de nuevo, la acogedora ciudad de la que partimos ayer.

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Si has llegado hasta aquí, amado lector, fácil es que sea señal de que has disfrutado en este fin de semana encamisado, si no es así y te quedas por la mitad, no servirá de nada pedir disculpas puesto que no llegarás a leerlas pero como lo cortés es obligado, disimula pacientemente y ten compasión de nosotros, aaamén.