La esperanza cristiana

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Nº 570/6-XII-2007 SEMANARIO CATÓLICO DE INFORMACIÓN EDIC. NACIONAL Carta encíclica Spe salvi, del Sumo Pontífice Benedicto XVI La esperanza cristiana

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Nº 570/6-XII-2007 SEMANARIO CATÓLICO DE INFORMACIÓN EDIC. NACIONAL

Carta encíclica Spe salvi, del Sumo Pontífice Benedicto XVI

La esperanza cristiana

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Etapa II - Número 570

Edición Nacional

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20-21 Raíces

La época de Durero,

en el Thyssen-Bornemisza

y la Fundación Caja-Madrid

22 La foto

23 Criterios

24 Testimonio

25 El Día del Señor

Aquí y ahora

26 Doña Isabel Bazo,

Presidenta de CECE:

La sociedad se está dando cuenta

de lo que se juega en enseñanza.

27 Cardenal Rouco Varela:

Sí hay lugar para la esperanza

30 Mundo

Don Gustavo de Arístegui:

Con Jerusalén hay que hacer

«geografía creativa»

31 Referéndum en Venezuela:

Democracia «por ahora»

32-33 La vida

Desde la fe

35 Libros.

36 Cine.

37 No es verdad.

38 Teatro

40 Contraportada

...y además

SUMARIOΩΩ

AA

28-29

Festividad de la Inmaculada,

Patrona de España:Buscando

a Dios en el Ejército

34

Don Alfonso Merlos, autor de ¿Rendirse ante ETA?:Se está cometiendo unainjusticia con las víctimas

3-19

Carta encíclica Spe salvi, de Benedicto XVI, sobre la esperanza cristiana:En esperanza fuimos salvados

www.alfayomega.es/tiendaNovedades en páginas 33 y 35

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Anunciación a los pastores, Natividad, los Magosante Herodes y Adoración de los Magos: detalledel batiente izquierdo de la puerta de Santa Maríadel Capitolio. Colonia, Alemania

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«Spe salvi facti sumus» –en esperanzafuimos salvados–, dice san Pablo alos Romanos y también a nosotros

(Rm 8, 24). Según la fe cristiana, la Reden-ción, la salvación, no es simplemente undato de hecho. Se nos ofrece la salvaciónen el sentido de que se nos ha dado la es-peranza, una esperanza fiable, gracias a lacual podemos afrontar nuestro presente: elpresente, aunque sea un presente fatigoso,se puede vivir y aceptar si lleva hacia unameta, si podemos estar seguros de esta me-ta y si esta meta es tan grande que justifiqueel esfuerzo del camino. Ahora bien, se nosplantea inmediatamente la siguiente pre-gunta: pero, ¿de qué género ha de ser estaesperanza para poder justificar la afirma-ción de que, a partir de ella, y simplementeporque hay esperanza, somos redimidospor ella? Y, ¿de qué tipo de certeza se trata?

La fe es esperanza

2. Antes de ocuparnos de estas pregun-tas que nos hemos hecho, y que hoy sonpercibidas de un modo particularmente in-tenso, hemos de escuchar todavía con unpoco más de atención el testimonio de laBiblia sobre la esperanza. En efecto, espe-ranza es una palabra central de la fe bíbli-ca, hasta el punto de que, en muchos pa-sajes, las palabras fe y esperanza parecenintercambiables. Así, la Carta a los Hebreosune estrechamente la plenitud de la fe (10,22) con la firme confesión de la esperanza(v.23). También cuando la Primera Cartade Pedro exhorta a los cristianos a estarsiempre prontos para dar una respuesta so-bre el logos –el sentido y la razón– de suesperanza (cf. 3, 15), esperanza equivale afe. El haber recibido como don una espe-ranza fiable fue determinante para la con-ciencia de los primeros cristianos, como sepone de manifiesto también cuando la exis-tencia cristiana se compara con la vida an-terior a la fe, o con la situación de los se-guidores de otras religiones. Pablo recuerdaa los efesios cómo, antes de su encuentrocon Cristo, no tenían en el mundo «ni es-peranza ni Dios» (Ef 2, 12). Naturalmente, élsabía que habían tenido dioses, que habíantenido una religión, pero sus dioses se ha-bían demostrado inciertos y de sus mitoscontradictorios no surgía esperanza algu-na. A pesar de los dioses, estaban sin Dios y,por consiguiente, se hallaban en un mundooscuro, ante un futuro sombrío. «In nihilo abnihilo quam cito recidimus» (en la nada,de la nada, qué pronto recaemos)1, dice unepitafio de aquella época, palabras en lasque aparece, sin medias tintas, lo mismo a loque Pablo se refería. En el mismo sentido lesdice a los tesalonicenses: «No os aflijáis co-mo los hombres sin esperanza» (1Ts 4, 13).En este caso, aparece también como ele-

mento distintivo de los cristianos el hechode que ellos tienen un futuro: no es que co-nozcan los pormenores de lo que les espe-ra, pero saben que su vida, en conjunto, noacaba en el vacío. Sólo cuando el futuro escierto como realidad positiva, se hace lle-vadero también el presente. De este modo,podemos decir ahora: el cristianismo no erasolamente una buena noticia, una comuni-cación de contenidos desconocidos hastaaquel momento. En nuestro lenguaje se di-ría: el mensaje cristiano no era sólo infor-mativo, sino performativo. Eso significa queel Evangelio no es solamente una comuni-cación de cosas que se pueden saber, sinouna comunicación que comporta hechos ycambia la vida. La puerta oscura del tiempo,del futuro, ha sido abierta de par en par.Quien tiene esperanza vive de otra manera;se le ha dado una vida nueva.

3. Pero ahora se plantea la pregunta: ¿enqué consiste esta esperanza que, en cuantoesperanza, es redención? Pues bien, el nú-cleo de la respuesta se da en el pasaje antescitado de la Carta a los Efesios: antes delencuentro con Cristo, los efesios estabansin esperanza, porque estaban en el mundosin Dios. Llegar a conocer a Dios, al Diosverdadero, eso es lo que significa recibir es-peranza. Para nosotros, que vivimos desdesiempre con el concepto cristiano de Dios ynos hemos acostumbrado a él, el tener es-peranza, que proviene del encuentro realcon este Dios, resulta ya casi impercepti-ble. El ejemplo de una santa de nuestrotiempo puede, en cierta medida, ayudarnosa entender lo que significa encontrar porprimera vez y realmente a este Dios. Me re-fiero a la africana Josefina Bakhita, canoni-zada por el Papa Juan Pablo II. Nació apro-ximadamente en 1869 –ni ella misma sabíala fecha exacta– en Darfur, Sudán. Cuandotenía nueve años fue secuestrada por trafi-cantes de esclavos, golpeada y vendida cin-co veces en los mercados de Sudán. Termi-nó como esclava al servicio de la madre y lamujer de un general, donde cada día eraazotada hasta sangrar; como consecuenciade ello le quedaron 144 cicatrices para elresto de su vida. Por fin, en 1882 fue com-prada por un mercader italiano para el cón-sul italiano Callisto Legnani que, ante elavance de los mahdistas, volvió a Italia.Aquí, después de los terribles dueños delos que había sido propiedad hasta aquelmomento, Bakhita llegó a conocer un due-ño totalmente diferente –que llamó paron,en el dialecto veneciano que ahora habíaaprendido–, al Dios vivo, el Dios de Jesu-cristo. Hasta aquel momento sólo había co-nocido dueños que la despreciaban y mal-trataban o, en el mejor de los casos, la con-sideraban una esclava útil. Ahora, por elcontrario, oía decir que había un Paron porencima de todos los dueños, el Señor de to-

dos los señores, y que este Señor es bue-no, la bondad en persona. Se enteró de queeste Señor también la conocía, que la habíacreado también a ella; más aún, que la que-ría. También ella era amada, y precisamen-te por el Paron supremo, ante el cual todoslos demás no son más que míseros siervos.Ella era conocida y amada, y era esperada.Incluso más: este Dueño había afrontado

CARTA ENCÍCLICA SPE SALVI 6-XII-2007ΩΩ3 AA

Carta encíclica Spe salvi, del Sumo Pontífice Benedicto XVI, a los obispos, a los presbíterosy diáconos, a las personas consagradas y a todos los fieles laicos, sobre la esperanza cristiana

En esperanza fuimos salvadosIntroducción

A los pies de NuestraSeñora de la Esperanza,

el Papa escribióesta encíclica,

el pasado verano

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personalmente el destino de ser maltrata-do y ahora la esperaba a la derecha de DiosPadre. En este momento tuvo esperanza;no sólo la pequeña esperanza de encontrardueños menos crueles, sino la gran espe-ranza: yo soy definitivamente amada, suce-da lo que suceda; este gran Amor me espe-ra. Por eso mi vida es hermosa. A través delconocimiento de esta esperanza ella fue re-dimida, ya no se sentía esclava, sino hija li-bre de Dios. Entendió lo que Pablo queríadecir cuando recordó a los efesios que antesestaban en el mundo sin esperanza y sinDios; sin esperanza, porque estaban sinDios. Así, cuando se quiso devolverla a Su-dán, Bakhita se negó; no estaba dispuesta aque la separaran de nuevo de su Paron. El9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, laConfirmación y la Primera Comunión demanos del Patriarca de Venecia. El 8 de di-ciembre de 1896 hizo los votos en Verona,en la Congregación de las Hermanas Cano-sianas, y desde entonces –junto con sus la-bores en la sacristía y en la portería delclaustro– intentó sobre todo, en varios via-jes por Italia, exhortar a la misión: sentía eldeber de extender la liberación que habíarecibido mediante el encuentro con el Diosde Jesucristo; que la debían recibir otros, elmayor número posible de personas. La es-peranza que en ella había nacido y la ha-bía redimido no podía guardársela para sísola; esta esperanza debía llegar a muchos,llegar a todos.

El concepto de esperanzabasada en la fe en el NuevoTestamento y en la Iglesiaprimitiva

4. Antes de abordar la cuestión sobre siel encuentro con el Dios que nos ha mos-trado su rostro en Cristo, y que ha abierto suCorazón, es para nosotros no sólo infor-mativo, sino también performativo, es decir,

CARTA ENCÍCLICA SPE SALVIΩΩ

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si puede transformar nuestra vida hasta ha-cernos sentir redimidos por la esperanzaque dicho encuentro expresa, volvamos denuevo a la Iglesia primitiva. Es fácil darsecuenta de que la experiencia de la pequeñaesclava africana Bakhita fue también la ex-periencia de muchas personas maltratadas ycondenadas a la esclavitud en la época delcristianismo naciente. El cristianismo notraía un mensaje socio-revolucionario co-mo el de Espartaco, que, con luchas cruen-tas, fracasó. Jesús no era Espartaco, no eraun combatiente por una liberación políticacomo Barrabás o Bar-Kokebá. Lo que Jesúshabía traído, habiendo muerto Él mismo enla cruz, era algo totalmente diverso: el en-cuentro con el Señor de todos los señores,el encuentro con el Dios vivo y, así, el en-cuentro con una esperanza más fuerte quelos sufrimientos de la esclavitud, y que porello transforma desde dentro la vida y elmundo. La novedad de lo ocurrido aparececon máxima claridad en la Carta de san Pa-blo a Filemón. Se trata de una carta muypersonal, que Pablo escribe en la cárcel, en-viándola con el esclavo fugitivo, Onésimo,precisamente a su dueño, Filemón. Sí, Pablodevuelve el esclavo a su dueño, del que ha-bía huido, y no lo hace mandando, sino su-plicando: «Te recomiendo a Onésimo, mihijo, a quien he engendrado en la prisión.[...] Te lo envío como algo de mis entrañas.[...] Quizás se apartó de ti para que le reco-bres ahora para siempre; y no como escla-vo, sino mucho mejor: como hermano que-rido» (Flm 10-16). Los hombres que, segúnsu estado civil, se relacionan entre sí comodueños y esclavos, en cuanto miembros dela única Iglesia se han convertido en her-manos y hermanas unos de otros: así se lla-maban mutuamente los cristianos. Habían si-do regenerados por el Bautismo, colmadosdel mismo Espíritu, y recibían juntos, unosal lado de otros, el Cuerpo del Señor. Aun-que las estructuras externas permanecieran

igual, esto cambiaba la sociedad desde den-tro. Cuando la Carta a los Hebreos dice quelos cristianos son huéspedes y peregrinos enla tierra, añorando la patria futura (cf. Hb 11,13-16; Flp 3, 20), no remite simplemente auna perspectiva futura, sino que se refiere aalgo muy distinto: los cristianos reconocenque la sociedad actual no es su ideal; ellospertenecen a una sociedad nueva, hacia lacual están en camino y que es anticipadaen su peregrinación.

5. Hemos de añadir todavía otro puntode vista. La Primera Carta a los Corintios(1, 18-31) nos muestra que una gran partede los primeros cristianos pertenecía a lasclases sociales bajas y, precisamente poreso, estaba preparada para la experienciade la nueva esperanza, como hemos visto enel ejemplo de Bakhita. No obstante, hubotambién, desde el principio, conversionesen las clases sociales aristocráticas y cultas.Precisamente porque éstas también vivíanen el mundo sin esperanza y sin Dios. Elmito había perdido su credibilidad; la reli-gión de Estado romana se había escleroti-zado convirtiéndose en simple ceremonial,que se cumplía escrupulosamente, pero yareducido sólo a una religión política. El ra-cionalismo filosófico había relegado a losdioses al ámbito de lo irreal. Se veía lo di-vino de diversas formas en las fuerzas cós-micas, pero no existía un Dios al que se pu-diera rezar. Pablo explica de manera abso-lutamente apropiada la problemática esen-cial de entonces sobre la religión, cuando ala vida según Cristo contrapone una vidabajo el señorío de los elementos del mundo(cf. Col 2, 8). En esta perspectiva, hay untexto de san Gregorio Nacianceno que pue-de ser muy iluminador. Dice que en el mis-mo momento en que los Magos, guiadospor la estrella, adoraron al nuevo rey, Cris-to, llegó el fin para la astrología, porquedesde entonces las estrellas giran según laórbita establecida por Cristo2. En efecto, enesta escena se invierte la concepción delmundo de entonces que, de modo diverso,también hoy está nuevamente en auge. Noson los elementos del cosmos, la leyes de lamateria, lo que en definitiva gobierna elmundo y el hombre, sino que es un Diospersonal quien gobierna las estrellas, es de-cir, el universo; la última instancia no son lasleyes de la materia y de la evolución, sino larazón, la voluntad, el amor: una Persona. Ysi conocemos a esta Persona, y ella a noso-tros, entonces el inexorable poder de loselementos materiales ya no es la última ins-tancia; ya no somos esclavos del universo yde sus leyes, ahora somos libres. Esta tomade conciencia ha influenciado en la anti-güedad a los espíritus genuinos que esta-ban en búsqueda. El cielo no está vacío. Lavida no es el simple producto de las leyes yde la casualidad de la materia, sino que entodo, y al mismo tiempo por encima de to-do, hay una voluntad personal, hay un Es-píritu que, en Jesús, se ha revelado comoAmor3.

6. Los sarcófagos de los primeros tiem-pos del cristianismo muestran visiblementeesta concepción, en presencia de la muerte,ante la cual es inevitable preguntarse porel sentido de la vida. En los antiguos sar-cófagos se interpreta la figura de Cristo me-diante dos imágenes: la del filósofo y la delpastor. En general, por filosofía no se en-tendía entonces una difícil disciplina aca-

Los cristianosreconocen que

la sociedadactual no es

su ideal; ellospertenecen auna sociedadnueva, haciala cual estánen camino

La gran esperanzadel Amor que espera.Tapiz de santa JosefinaBakhita, en la Basílica

Vaticana, el díade su canonización

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démica, como ocurre hoy. El filósofo eramás bien el que sabía enseñar el arte esen-cial: el arte de ser hombre de manera recta,el arte de vivir y morir. Ciertamente, ya des-de hacía tiempo, los hombres se habían per-catado de que gran parte de los que se pre-sentaban como filósofos, como maestros devida, no eran más que charlatanes que, consus palabras, querían ganar dinero, mien-tras que no tenían nada que decir sobre laverdadera vida. Esto hacía que se buscasecon más ahínco aún al auténtico filósofo,que supiera indicar verdaderamente el ca-mino de la vida. Hacia finales del siglo III,encontramos por vez primera en Roma, enel sarcófago de un niño y en el contexto dela resurrección de Lázaro, la figura de Cris-to como el verdadero filósofo, que tiene elEvangelio en una mano y en la otra el bas-tón de caminante propio del filósofo. Coneste bastón Él vence a la muerte; el Evan-gelio lleva la verdad que los filósofos de-ambulantes habían buscado en vano. En es-ta imagen, que después perdurará en el ar-te de los sarcófagos durante mucho tiem-po, se muestra claramente lo que tanto laspersonas cultas como las sencillas encon-traban en Cristo: Él nos dice quién es en re-alidad el hombre y qué debe hacer para serverdaderamente hombre. Él nos indica elcamino, y este camino es la verdad. Él mis-mo es ambas cosas, y por eso es tambiénla vida que todos anhelamos. Él indica tam-bién el camino más allá de la muerte; sóloquien es capaz de hacer todo esto es unverdadero maestro de vida. Lo mismo pue-de verse en la imagen del pastor. Como ocu-rría para la representación del filósofo, tam-bién para la representación de la figura delpastor la Iglesia primitiva podía referirse amodelos ya existentes en el arte romano.En éste, el pastor expresaba generalmente elsueño de una vida serena y sencilla, de lacual tenía nostalgia la gente inmersa en laconfusión de la ciudad. Pero ahora la ima-gen era contemplada en un nuevo escenarioque le daba un contenido más profundo:«El Señor es mi pastor, nada me falta... Aun-que camine por cañadas oscuras, nada temo,porque tú vas conmigo...» (Sal 22, 1-4). Elverdadero pastor es Aquel que conoce tam-bién el camino que pasa por el valle de lamuerte; Aquel que incluso por el caminode la última soledad, en el que nadie mepuede acompañar, va conmigo guiándomepara atravesarlo: Él mismo ha recorrido es-te camino, ha bajado al reino de la muerte,la ha vencido, y ha vuelto para acompañar-nos ahora y darnos la certeza de que, con Él,se encuentra siempre un paso abierto. Saberque existe Aquel que me acompaña inclusoen la muerte y que, con su vara y su caya-do me sosiega, de modo que nada temo (cf.Sal 22, 4), era la nueva esperanza que bro-taba en la vida de los creyentes.

7. Debemos volver una vez más al Nue-vo Testamento. En el capítulo undécimo dela Carta a los Hebreos (v.1) se encuentrauna especie de definición de la fe que uneestrechamente esta virtud con la esperan-za. Desde la Reforma, se ha entablado entrelos exegetas una discusión sobre la palabracentral de esta frase, y en la cual pareceque hoy se abre un camino hacia una in-terpretación común. Dejo por el momentosin traducir esta palabra central. La frase di-ce así: «La fe es hypostasis de lo que se es-pera y prueba de lo que no se ve». Para los

Padres y para los teólogos de la Edad Mediaestaba claro que la palabra griega hyposta-sis se traducía al latín con el término subs-tantia. Por tanto, la traducción latina deltexto elaborada en la Iglesia antigua diceasí: «Est autem fides sperandarum substan-tia rerum, argumentum non apparentium»,la fe es la sustancia de lo que se espera;prueba de lo que no se ve. Tomás de Aqui-no4, usando la terminología de la tradiciónfilosófica en la que se hallaba, explica estode la siguiente manera: la fe es un habitus,es decir, una constante disposición del áni-mo, gracias a la cual comienza en nosotrosla vida eterna, y la razón se siente inclinadaa aceptar lo que ella misma no ve. Así pues,el concepto de sustancia queda modificadoen el sentido de que, por la fe, de manera in-cipiente, podríamos decir en germen –portanto, según la sustancia–, ya están pre-sentes en nosotros las realidades que se es-peran: el todo, la vida verdadera. Y preci-samente porque la realidad misma ya estápresente, esta presencia de lo que vendrágenera también certeza: esta realidad queha de venir no es visible aún en el mundoexterno (no aparece), pero debido a que,como realidad inicial y dinámica, la lleva-mos dentro de nosotros, nace ya ahora unacierta percepción de la misma.

A Lutero, que no tenía mucha simpatíapor la Carta a los Hebreos en sí misma, elconcepto de sustancia no le decía nada enel contexto de su concepción de la fe. Poreso entendió el término hipóstasis/sustan-cia no en sentido objetivo (de realidad pre-sente en nosotros), sino en el sentido sub-jetivo, como expresión de una actitud inte-rior y, por consiguiente, tuvo que com-prender naturalmente también el términoargumentum como una disposición del su-jeto. Esta interpretación se ha difundidotambién en la exégesis católica en el sigloXX –al menos en Alemania–, de tal maneraque la traducción ecuménica del Nuevo Tes-tamento en alemán, aprobada por los obis-pos, dice: «Glaube aber ist: Feststehen indem, was man erhofft, Überzeugtsein vondem, was man nicht sieht» (fe es: estar firmesen lo que se espera, estar convencidos de loque no se ve). En sí mismo, esto no es erró-

neo, pero no es el sentido del texto, por-que el término griego usado (elenchos) notiene el valor subjetivo de convicción, sinoel significado objetivo de prueba. Por eso, laexegesis protestante reciente ha llegado conrazón a un convencimiento diferente: «Aho-ra ya no se puede poner en duda que estainterpretación protestante, que se ha hechoclásica, es insostenible»5. La fe no es sola-mente un tender de la persona hacia lo queha de venir, y que está todavía totalmenteausente; la fe nos da algo. Nos da, ya ahora,algo de la realidad esperada, y esta reali-dad presente constituye para nosotros unaprueba de lo que aún no se ve. Ésta atrae alfuturo dentro del presente, de modo que elfuturo ya no es el puro todavía-no. El hechode que este futuro exista cambia el presen-te; el presente está marcado por la realidadfutura, y así las realidades futuras repercu-ten en las presentes y las presentes en las fu-turas.

8. Esta explicación cobra mayor fuerzaaún, y se conecta con la vida concreta, siconsideramos el versículo 34 del capítulo10 de la Carta a los Hebreos que, desde elpunto de vista lingüístico y de contenido,está relacionado con esta definición de unafe impregnada de esperanza y que, al mismotiempo, la prepara. Aquí, el autor habla alos creyentes que han padecido la expe-riencia de la persecución y les dice: «Com-partisteis el sufrimiento de los encarcela-dos, aceptasteis con alegría que os confis-caran los bienes (hyparchonton - Vg: bono-rum), sabiendo que teníais bienes mejoresy permanentes (hyparxin - Vg: substan-tiam)». Hyparchonta son las propiedades,lo que en la vida terrenal constituye el sus-tento, la base, la sustancia con la que secuenta para la vida. Esta sustancia, la se-guridad normal para la vida, se la han qui-tado a los cristianos durante la persecución.Lo han soportado porque, después de to-do, consideraban irrelevante esta sustanciamaterial. Podían dejarla porque habían en-contrado una base mejor para su existen-cia, una base que perdura y que nadie pue-de quitar. No se puede dejar de ver la rela-ción que hay entre estas dos especies desustancia, entre sustento o base material y

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Él nos indicael camino,

y este caminoes la verdad.Él mismo es

ambas cosas,y por eso

es tambiénla vida

que todosanhelamos

El sentido de la vida,en los sarcófagosdel cristianismo

primero

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ra presencia: Él es realmente el filósofo y elpastor que nos indica qué es y dónde está lavida.

9. Para comprender más profundamen-te esta reflexión sobre las dos especies desustancias hypostasis e hyparchonta y so-bre los dos modos de vida expresados conellas, tenemos todavía que reflexionar bre-vemente sobre dos palabras relativas a esteargumento, que se encuentran en el capí-tulo 10 de la Carta a los Hebreos. Se trata delas palabras hypomone (10, 36) e hypostole(10, 39). Hypomone se traduce normalmentepor paciencia, perseverancia, constancia.El creyente necesita saber esperar, sopor-tando pacientemente las pruebas, para po-der alcanzar la promesa (cf. 10, 36). En lareligiosidad del antiguo judaísmo, esta pa-labra se usó expresamente para designar laespera de Dios característica de Israel: superseverar en la fidelidad a Dios basándoseen la certeza de la Alianza, en medio de unmundo que contradice a Dios. Así, la palabraindica una esperanza vivida, una existenciabasada en la certeza de la esperanza. En elNuevo Testamento, esta espera de Dios, es-te estar de parte de Dios, asume un nuevosignificado: Dios se ha manifestado en Cris-to. Nos ha comunicado ya la sustancia delas realidades futuras y, de este modo, laespera de Dios adquiere una nueva certeza.Se esperan las realidades futuras a partir deun presente ya entregado. Es la espera, an-te la presencia de Cristo, con Cristo pre-sente, de que su Cuerpo se complete, convistas a su llegada definitiva. En cambio,con hypostole se expresa el retraerse dequien no se arriesga a decir abiertamentey con franqueza la verdad quizás peligro-

sa. Este esconderse ante los hombres, porespíritu de temor ante ellos, lleva a la per-dición (Hb 10, 39). Por el contrario, la Se-gunda Carta a Timoteo caracteriza la acti-tud de fondo del cristiano con una bella ex-presión: «Dios no nos ha dado un espíritucobarde, sino un espíritu de energía, amory buen juicio» (1, 7).

La vida eterna ¿qué es?

10. Hasta ahora hemos hablado de la fey de la esperanza en el Nuevo Testamento yen los comienzos del cristianismo; perosiempre se ha tenido también claro que nosólo hablamos del pasado; toda la reflexiónconcierne a la vida y a la muerte en generaly, por tanto, también tiene que ver con no-sotros, aquí y ahora. No obstante, es el mo-mento de preguntarnos ahora de maneraexplícita: la fe cristiana ¿es también paranosotros ahora una esperanza que trans-forma y sostiene nuestra vida? ¿Es para no-sotros performativa, un mensaje que plasmade modo nuevo la vida misma, o es ya sóloinformación que, mientras tanto, hemos de-jado arrinconada y nos parece superada porinformaciones más recientes? En la bús-queda de una respuesta quisiera partir de laforma clásica del diálogo con el cual el ritodel Bautismo expresaba la acogida del re-cién nacido en la comunidad de los cre-yentes y su renacimiento en Cristo. El sa-cerdote preguntaba ante todo a los padresqué nombre habían elegido para el niño, ycontinuaba después con la pregunta: «¿Quépedís a la Iglesia?» Se respondía: «La fe». Y–«¿Qué te da la fe?» –«La vida eterna». Segúneste diálogo, los padres buscaban para elniño la entrada en la fe, la comunión conlos creyentes, porque veían en la fe la llavepara la vida eterna. En efecto, ayer comohoy, en el Bautismo, cuando uno se con-vierte en cristiano, se trata de esto: no essólo un acto de socialización dentro de lacomunidad ni solamente de acogida en laIglesia. Los padres esperan algo más para elbautizando: esperan que la fe, de la cualforma parte el cuerpo de la Iglesia y sus sa-cramentos, le dé la vida, la vida eterna. La fees la sustancia de la esperanza. Pero en-tonces surge la cuestión: ¿de verdad quere-mos esto: vivir eternamente? Tal vez mu-chas personas rechazan hoy la fe simple-mente porque la vida eterna no les parecealgo deseable. En modo alguno quieren lavida eterna, sino la presente y, para esto, lafe en la vida eterna les parece más bien unobstáculo. Seguir viviendo para siempre–sin fin– parece más una condena que undon. Ciertamente, se querría aplazar lamuerte lo más posible. Pero vivir siempre,sin un término, sólo sería a fin de cuentasaburrido y, al final, insoportable. Esto es loque dice precisamente, por ejemplo, el Pa-dre de la Iglesia Ambrosio, en el sermónfúnebre por su hermano difunto Sátiro: «Esverdad que la muerte no formaba parte denuestra naturaleza, sino que se introdujoen ella; Dios no instituyó la muerte desde elprincipio, sino que nos la dio como un re-medio. [...] En efecto, la vida del hombre,condenada por culpa del pecado a un durotrabajo y a un sufrimiento intolerable, co-menzó a ser digna de lástima: era necesariodar un fin a estos males, de modo que lamuerte restituyera lo que la vida había per-dido. La inmortalidad, en efecto, es más una

la afirmación de la fe como base, como sus-tancia que perdura. La fe otorga a la vidauna base nueva, un nuevo fundamento so-bre el que el hombre puede apoyarse, detal manera que precisamente el fundamen-to habitual, la confianza en la renta material,queda relativizado.

Se crea una nueva libertad ante este fun-damento de la vida que sólo aparentemen-te es capaz de sustentarla, aunque con ellono se niega ciertamente su sentido normal.Esta nueva libertad, la conciencia de la nue-va sustancia que se nos ha dado, se hapuesto de manifiesto no sólo en el marti-rio, en el cual las personas se han opuestoa la prepotencia de la ideología y de sus ór-ganos políticos, renovando el mundo consu muerte. También se ha manifestado, so-bre todo, en las grandes renuncias, desdelos monjes de la antigüedad hasta Franciscode Asís, y a las personas de nuestro tiempoque, en los Institutos y movimientos reli-giosos modernos, han dejado todo por amorde Cristo para llevar a los hombres la fe y elamor de Cristo, para ayudar a las personasque sufren en el cuerpo y en el alma. Enestos casos se ha comprobado que la nuevasustancia es realmente sustancia; de la es-peranza de estas personas tocadas por Cris-to ha brotado esperanza para otros que vi-vían en la oscuridad y sin esperanza. Enellos se ha demostrado que esta nueva vidaposee realmente sustancia y es una sus-tancia que suscita vida para los demás. Pa-ra nosotros, que contemplamos estas figu-ras, su vida y su comportamiento son dehecho una prueba de que las realidades fu-turas, la promesa de Cristo, no es solamen-te una realidad esperada sino una verdade-

CARTA ENCÍCLICA SPE SALVIΩΩ

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La fe cristiana¿es también

para nosotrosahora

una esperanzaque transforma

y sostienenuestra vida?

Una nueva libertad...sustancia de la

esperanza. La oraciónde san Francisco

en la iglesiade San Damián (detalle):

Historias de sanFrancisco, Giotto.

Basílica superior, Asís

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carga que un bien, si no entra en juego lagracia»6. Y Ambrosio ya había dicho pocoantes: «No debemos deplorar la muerte, yaque es causa de salvación»7.

11. Sea lo que fuere lo que san Ambro-sio quiso decir exactamente con estas pa-labras, es cierto que la eliminación de lamuerte, como también su aplazamiento ca-si ilimitado, pondría a la tierra y a la Hu-manidad en una condición imposible y nocomportaría beneficio alguno para el indi-viduo mismo. Obviamente, hay una contra-dicción en nuestra actitud, que hace refe-rencia a un contraste interior de nuestrapropia existencia. Por un lado, no quere-mos morir; los que nos aman, sobre todo, noquieren que muramos. Por otro lado, sinembargo, tampoco deseamos seguir exis-tiendo ilimitadamente, y tampoco la tierraha sido creada con esta perspectiva. Enton-ces, ¿qué es realmente lo que queremos?Esta paradoja de nuestra propia actitud sus-cita una pregunta más profunda: ¿qué esrealmente la vida? Y ¿qué significa verda-deramente eternidad? Hay momentos enque, de repente, percibimos algo: sí, estosería precisamente la verdadera vida, asídebería ser. En contraste con ello, lo quecotidianamente llamamos vida, en verdadno lo es. Agustín, en su extensa carta sobrela oración dirigida a Proba, una viuda ro-mana acomodada y madre de tres cónsu-les, escribió una vez: En el fondo queremossólo una cosa, la vida bienaventurada, lavida que simplemente es vida, simplemen-te felicidad. A fin de cuentas, en la oraciónno pedimos otra cosa. No nos encamina-mos hacia nada más, se trata sólo de esto.Pero después Agustín dice también: Pen-sándolo bien, no sabemos en absoluto loque deseamos, lo que quisiéramos concre-tamente. Desconocemos del todo esta rea-lidad; incluso en aquellos momentos en quenos parece tocarla con la mano no la al-canzamos realmente. «No sabemos pedir loque nos conviene», reconoce con una ex-presión de san Pablo (Rm 8, 26). Lo únicoque sabemos es que no es esto. Sin embar-go, en este no-saber sabemos que esta rea-lidad tiene que existir. «Así, pues, hay ennosotros, por decirlo de alguna manera, unasabia ignorancia (docta ignorantia)», escri-be. No sabemos lo que queremos realmen-te; no conocemos esta verdadera vida y, sinembargo, sabemos que debe existir un algoque no conocemos y hacia el cual nos sen-timos impulsados8.

12. Pienso que Agustín describe en estepasaje, de modo muy preciso y siempre vá-lido, la situación esencial del hombre, la si-tuación de la que provienen todas sus con-tradicciones y sus esperanzas. De algún mo-do deseamos la vida misma, la verdadera, laque no se vea afectada ni siquiera por lamuerte; pero, al mismo tiempo, no conoce-mos eso hacia lo que nos sentimos impul-sados. No podemos dejar de tender a ello y,sin embargo, sabemos que todo lo que po-demos experimentar o realizar no es lo quedeseamos. Esta realidad desconocida es laverdadera esperanza que nos empuja y, almismo tiempo, su desconocimiento es lacausa de todas las desesperaciones, así co-mo también de todos los impulsos positi-vos o destructivos hacia el mundo auténticoy el auténtico hombre. La expresión vidaeterna trata de dar un nombre a esta des-conocida realidad conocida. Es por necesi-

dad una expresión insuficiente que creaconfusión. En efecto, eterno suscita en no-sotros la idea de lo interminable, y eso nosda miedo; vida nos hace pensar en la vidaque conocemos, que amamos y que no que-remos perder, pero que a la vez es con fre-cuencia más fatiga que satisfacción, de mo-do que, mientras por un lado la deseamos,por otro no la queremos. Podemos sola-mente tratar de salir con nuestro pensa-miento de la temporalidad a la que estamossujetos y augurar de algún modo que laeternidad no sea un continuo sucederse dedías del calendario, sino como el momentopleno de satisfacción, en el cual la totali-dad nos abraza y nosotros abrazamos la to-talidad. Sería el momento del sumergirseen el océano del amor infinito, en el cualel tiempo –el antes y el después– ya no exis-te. Podemos únicamente tratar de pensarque este momento es la vida en sentido ple-no, sumergirse siempre de nuevo en la in-mensidad del ser, a la vez que estamos des-bordados simplemente por la alegría. En elevangelio de Juan, Jesús lo expresa así: «Vol-veré a veros y se alegrará vuestro corazón ynadie os quitará vuestra alegría» (16, 22).Tenemos que pensar en esta línea si que-remos entender el objetivo de la esperanzacristiana, qué es lo que esperamos de la fe,de nuestro ser con Cristo9.

¿Es individualista la esperanzacristiana?

13. A lo largo de su historia, los cristia-nos han tratado de traducir en figuras re-presentables este saber que no sabe, recu-rriendo a imágenes del cielo que siempreresultan lejanas de lo que, precisamente poreso, sólo conocemos negativamente, a travésde un no-conocimiento. En el curso de lossiglos, todos estos intentos de representa-ción de la esperanza han impulsado a mu-chos a vivir basándose en la fe y, como con-secuencia, a abandonar sus hyparchonta,las sustancias materiales para su existencia.El autor de la Carta a los Hebreos, en el ca-pítulo 11, ha trazado una especie de histo-ria de los que viven en la esperanza y desu estar de camino, una historia que, desdeAbel, llega hasta la época del autor. En lostiempos modernos se ha desencadenadouna crítica cada vez más dura contra estetipo de esperanza: consistiría en puro indi-vidualismo, que habría abandonado el mun-do a su miseria y se habría amparado enuna salvación eterna exclusivamente priva-da. Henri de Lubac, en la introducción a suobra fundamental Catholicisme. Aspects so-ciaux du dogme, ha recogido algunos testi-monios característicos de esta clase, uno delos cuales es digno de mención: «¿He en-contrado la alegría? No... He encontrado mialegría. Y esto es algo terriblemente diver-so... La alegría de Jesús puede ser perso-nal. Puede pertenecer a una sola persona, yésta se salva. Está en paz..., ahora y porsiempre, pero ella sola. Esta soledad de laalegría no la perturba. Al contrario: ¡Ella esprecisamente la elegida! En su bienaventu-ranza atraviesa felizmente las batallas conuna rosa en la mano»10.

14. A este respecto, de Lubac ha podidodemostrar, basándose en la teología de losPadres en toda su amplitud, que la salva-ción ha sido considerada siempre como unarealidad comunitaria. La misma Carta a los

Hebreos habla de una ciudad (cf. 11, 10.16;12, 22; 13, 14) y, por tanto, de una salva-ción comunitaria. Los Padres, coherente-mente, entienden el pecado como la des-trucción de la unidad del género humano,como ruptura y división. Babel, el lugar dela confusión de las lenguas y de la separa-ción, se muestra como expresión de lo quees el pecado en su raíz. Por eso, la Reden-ción se presenta precisamente como el res-tablecimiento de la unidad en la que nosencontramos de nuevo juntos en una uniónque se refleja en la comunidad mundial delos creyentes. No hace falta que nos ocupe-mos aquí de todos los textos en los que apa-rece el aspecto comunitario de la esperanza.Sigamos con la Carta a Proba, en la cualAgustín intenta explicar un poco esta des-conocida realidad conocida que vamos bus-cando. El punto de partida es simplementela expresión vida bienaventurada [feliz].Después cita el Salmo 144 [143], 15: «Di-choso el pueblo cuyo Dios es el Señor». Ycontinúa: «Para que podamos formar partede este pueblo y llegar [...] a vivir con Dioseternamente, el precepto tiene por objeto elamor, que brota de un corazón limpio, deuna buena conciencia y de una fe sincera (1Tm 1, 5)»11. Esta vida verdadera, hacia lacual tratamos de dirigirnos siempre de nue-vo, comporta estar unidos existencialmente

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Deseamosla vida misma,la verdadera,la que no sevea afectadani siquiera

por la muerte;pero, a la vez,no conocemos

eso a lo quenos sentimosimpulsados.Esta realidaddesconocida

es la verdaderaesperanza

...algo hacia lo que nossentimos impulsados.San Agustín: detalle,

de Pinturicchio.Pinacoteca de Perugia

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parecieran, el mundo perecería»12. Los con-templativos –contemplantes– han de con-vertirse en trabajadores agrícolas –labo-rantes–, nos dice. La nobleza del trabajo,que el cristianismo ha heredado del juda-ísmo, había aparecido ya en las Reglas mo-násticas de Agustín y Benito. Bernardo pre-senta de nuevo este concepto. Los jóvenesaristócratas que acudían a sus monasteriosdebían someterse al trabajo manual. A de-cir verdad, Bernardo dice explícitamenteque tampoco el monasterio puede resta-blecer el Paraíso, pero sostiene que, comolugar de labranza práctica y espiritual, de-be preparar el nuevo Paraíso. Una parcelade bosque silvestre se hace fértil precisa-mente cuando se talan los árboles de lasoberbia, se extirpa lo que crece en el almade modo silvestre y así se prepara el te-rreno en el que puede crecer pan para elcuerpo y para el alma13. ¿Acaso no hemostenido la oportunidad de comprobar denuevo, precisamente en el momento de lahistoria actual, que allí donde las almas sehacen salvajes no se puede lograr ningunaestructuración positiva del mundo?

La transformaciónde la fe-esperanza cristianaen el tiempo moderno

16. ¿Cómo ha podido desarrollarse laidea de que el mensaje de Jesús es estricta-mente individualista y dirigido sólo al indi-viduo? ¿Cómo se ha llegado a interpretar lasalvación del alma como huida de la res-ponsabilidad respecto a las cosas en su con-junto y, por consiguiente, a considerar elprograma del cristianismo como búsquedaegoísta de la salvación que se niega a servira los demás? Para encontrar una respuestaa esta cuestión hemos de fijarnos en los ele-mentos fundamentales de la época moder-na. Éstos se ven con particular claridad en

Francis Bacon. Es indiscutible que –graciasal descubrimiento de América y a las nuevasconquistas de la técnica que han permitidoeste desarrollo– ha surgido una nueva épo-ca. Pero, ¿sobre qué se basa este cambioepocal? Se basa en la nueva correlación en-tre experimento y método, que hace al hom-bre capaz de lograr una interpretación de lanaturaleza conforme a sus leyes y conse-guir así, finalmente, «la victoria del arte so-bre la naturaleza» (victoria cursus artis su-per naturam)14. La novedad –según la vi-sión de Bacon– consiste en una nueva co-rrelación entre ciencia y praxis. De esto sehace después una aplicación en clave teo-lógica: esta nueva correlación entre cienciay praxis significaría que se restablecería eldominio sobre la creación, que Dios habíadado al hombre y que se perdió por el pe-cado original15.

17. Quien lee estas afirmaciones, y re-flexiona con atención, reconoce en ellas unpaso desconcertante: hasta aquel momentola recuperación de lo que el hombre habíaperdido, al ser expulsado del paraíso terre-nal, se esperaba de la fe en Jesucristo, y enesto se veía la Redención. Ahora, esta re-dención, el restablecimiento del Paraíso per-dido, ya no se espera de la fe, sino de la co-rrelación apenas descubierta entre cienciay praxis. Con esto no es que se niegue la fe;pero queda desplazada a otro nivel –el de lasrealidades exclusivamente privadas y ultra-mundanas–, al mismo tiempo que resulta,en cierto modo, irrelevante para el mundo.Esta visión programática ha determinado elproceso de los tiempos modernos e influyetambién en la crisis actual de la fe que, ensus aspectos concretos, es sobre todo unacrisis de la esperanza cristiana. Por eso, enBacon, la esperanza recibe también una nue-va forma. Ahora se llama: fe en el progre-so. En efecto, para Bacon está claro que losdescubrimientos y las invenciones, apenasiniciadas, son sólo un comienzo; que gra-cias a la sinergia entre ciencia y praxis seseguirán descubrimientos totalmente nue-vos, surgirá un mundo totalmente nuevo, elreino del hombre16. Según esto, él mismotrazó un esbozo de las invenciones previsi-bles, incluyendo el aeroplano y el submari-no. Durante el desarrollo ulterior de la ide-ología del progreso, la alegría por los visiblesadelantos de las potencialidades humanases una confirmación constante de la fe enel progreso como tal.

18. Al mismo tiempo hay dos categoríasque ocupan, cada vez más, el centro de laidea de progreso: razón y libertad. El pro-greso es, sobre todo, un progreso del do-minio creciente de la razón, y esta razón esconsiderada, obviamente, un poder del bieny para el bien. El progreso es la superaciónde todas las dependencias, es progreso ha-cia la libertad perfecta. También la libertades considerada sólo como promesa, en lacual el hombre llega a su plenitud. En am-bos conceptos –libertad y razón– hay un as-pecto político. En efecto, se espera el rei-no de la razón como la nueva condición dela Humanidad que llega a ser totalmente li-bre. Sin embargo, las condiciones políticasde este reino de la razón y de la libertad, enun primer momento, aparecen poco defini-das. La razón y la libertad parecen garanti-zar de por sí, en virtud de su bondad in-trínseca, una nueva comunidad humana per-fecta. Pero en ambos conceptos clave, ra-

en un pueblo, y sólo puede realizarse paracada persona dentro de este nosotros. Pre-cisamente por eso presupone dejar de estarencerrados en el propio yo, porque sólo laapertura a este sujeto universal abre tam-bién la mirada hacia la fuente de la alegría,hacia el amor mismo, hacia Dios.

15. Esta concepción de la vida biena-venturada orientada hacia la comunidadse refiere a algo que está ciertamente másallá del mundo presente, pero precisa-mente por eso tiene que ver también con laedificación del mundo, de maneras muydiferentes, según el contexto histórico ylas posibilidades que éste ofrece o excluye.En el tiempo de Agustín, cuando la irrup-ción de nuevos pueblos amenazaba la co-hesión del mundo, en la cual había unacierta garantía de Derecho y de vida enuna comunidad jurídica, se trataba de for-talecer los fundamentos verdaderamentebásicos de esta comunidad de vida y depaz para poder sobrevivir en aquel mundocambiante. Pero intentemos fijarnos, porponer un caso, en un momento de la EdadMedia, bajo ciertos aspectos emblemáti-

cos. En la conciencia común, los monaste-rios aparecían como lugares para huir delmundo (contemptus mundi) y eludir así laresponsabilidad con respecto al mundo,buscando la salvación privada. Bernardode Claraval, que con su Orden reformadallevó una multitud de jóvenes a los mo-nasterios, tenía una visión muy diferentesobre esto. Para él, los monjes tienen unatarea con respecto a toda la Iglesia y, porconsiguiente, también respecto al mundo.Y, con muchas imágenes, ilustra la res-ponsabilidad de los monjes para con todoel organismo de la Iglesia, más aún, paracon la Humanidad; les aplica las palabrasdel Pseudo-Rufino: «El género humano sub-siste gracias a unos pocos; si ellos desa-

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¿Cómose ha llegadoa interpretarla salvación

del almacomo huidade las cosas

y a considerarel cristianismouna búsquedaegoísta de la

salvaciónque se niega

a servira los demás?

Un lugar de labranzapráctica y espiritual.

Ilustración de la revistaJesus

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zón y libertad, el pensamiento está siem-pre, tácitamente, en contraste también conlos vínculos de la fe y de la Iglesia, así comocon los vínculos de los ordenamientos es-tatales de entonces. Ambos conceptos lle-van en sí mismos, pues, un potencial revo-lucionario de enorme fuerza explosiva.

19. Hemos de fijarnos, brevemente, enlas dos etapas esenciales de la concreciónpolítica de esta esperanza, porque son degran importancia para el camino de la es-peranza cristiana, para su comprensión ysu persistencia. Está, en primer lugar, la Re-volución Francesa como el intento de ins-taurar el dominio de la razón y de la liber-tad, ahora también de manera políticamen-te real. La Europa de la Ilustración, en unprimer momento, ha contemplado fascina-da estos acontecimientos, pero ante su evo-lución ha tenido que reflexionar despuésde manera nueva sobre la razón y la liber-tad. Para las dos fases de la recepción delo que ocurrió en Francia, son significati-vos dos escritos de Immanuel Kant, en losque reflexiona sobre estos acontecimien-tos. En 1792 escribe la obra: Der Sieg desguten Prinzips über das böse und die Grün-dung eines Reichs Gottes auf Erden (La vic-toria del principio bueno sobre el malo y laconstitución de un reino de Dios sobre latierra). En ella dice: «El paso gradual de la feeclesiástica al dominio exclusivo de la purafe religiosa constituye el acercamiento delreino de Dios»17. Nos dice también que lasrevoluciones pueden acelerar los tiemposde este paso de la fe eclesiástica a la fe ra-cional. El reino de Dios, del que había ha-blado Jesús, recibe aquí una nueva defini-ción y asume también una nueva presen-cia; existe, por así decirlo, una nueva espe-ra inmediata: el reino de Dios llega allídonde la fe eclesiástica es superada y re-emplazada por la fe religiosa, es decir por lasimple fe racional. En 1795, en su obra DasEnde aller Dinge (El final de todas las cosas),aparece una imagen diferente. Ahora Kanttoma en consideración la posibilidad deque, junto al final natural de todas las cosas,se produzca también uno contrario a la na-turaleza, perverso. A este respecto, escribe:«Si llegara un día en el que el cristianismono fuera ya digno de amor, el pensamientodominante de los hombres debería conver-tirse en el de un rechazo y una oposicióncontra él; y el anticristo [...] inauguraría surégimen, aunque breve (fundado presumi-blemente en el miedo y el egoísmo). A con-tinuación, no obstante, puesto que el cris-tianismo, aun habiendo sido destinado aser la religión universal, no habría sido ayu-dado, de hecho, por el destino a serlo, po-dría ocurrir, bajo el aspecto moral, el final(perverso) de todas las cosas»18.

20. En el siglo XVIII no faltó la fe en elprogreso como nueva forma de la esperan-za humana, y siguió considerando la razóny la libertad como la estrella-guía que sedebía seguir en el camino de la esperanza.Sin embargo, el avance cada vez más rápidodel desarrollo técnico y la industrializaciónque comportaba crearon muy pronto unasituación social completamente nueva: seformó la clase de los trabajadores de la in-dustria y el así llamado proletariado in-dustrial, cuyas terribles condiciones de vi-da ilustró de manera sobrecogedora Frie-drich Engels en 1845. Para el lector debía es-tar claro: esto no puede continuar, es

necesario un cambio. Pero el cambio su-pondría la convulsión y el abatimiento de to-da la estructura de la sociedad burguesa.Después de la revolución burguesa de 1789,había llegado la hora de una nueva revolu-ción, la proletaria: el progreso no podíaavanzar simplemente de modo lineal a pe-queños pasos. Hacía falta el salto revolu-cionario. Karl Marx recogió esta llamadadel momento y, con vigor de lenguaje y pen-samiento, trató de encauzar este nuevo y,como él pensaba, definitivo gran paso de

la Historia hacia la salvación, hacia lo queKant había calificado como el reino de Dios.Al haber desaparecido la verdad del másallá, se trataría ahora de establecer la verdaddel más acá. La crítica del cielo se transfor-ma en la crítica de la tierra, la crítica de la te-ología en la crítica de la política. El progre-so hacia lo mejor, hacia el mundo definiti-vamente bueno, ya no viene simplemente dela ciencia, sino de la política; de una políti-ca pensada científicamente, que sabe reco-nocer la estructura de la Historia y de la so-ciedad, y así indica el camino hacia la re-volución, hacia el cambio de todas las cosas.Con precisión puntual, aunque de modounilateral y parcial, Marx ha descrito la si-tuación de su tiempo y ha ilustrado congran capacidad analítica los caminos haciala revolución, y no sólo teóricamente: con elpartido comunista, nacido del manifiestode 1848, dio inicio también concretamentea la revolución. Su promesa, gracias a laagudeza de sus análisis y a la clara indica-ción de los instrumentos para el cambio ra-dical, fascinó y fascina todavía hoy de nue-vo. Después, la revolución se implantó tam-bién, de manera más radical en Rusia.

21. Pero con su victoria se puso de ma-nifiesto también el error fundamental deMarx. Él indicó con exactitud cómo lograr el

cambio total de la situación. Pero no nos di-jo cómo se debería proceder después. Su-ponía simplemente que, con la expropia-ción de la clase dominante, con la caída delpoder político y con la socialización de losmedios de producción, se establecería laNueva Jerusalén. En efecto, entonces se anu-larían todas las contradicciones, por fin elhombre y el mundo habrían visto claramenteen sí mismos. Entonces todo podría proce-der por sí mismo por el recto camino, por-que todo pertenecería a todos y todos que-

rrían lo mejor unos para otros. Así, tras eléxito de la revolución, Lenin pudo perca-tarse de que, en los escritos del maestro,no había ninguna indicación sobre cómoproceder. Había hablado ciertamente de lafase intermedia de la dictadura del proleta-riado como de una necesidad que, sin em-bargo, en un segundo momento se habríademostrado caduca por sí misma. Esta faseintermedia la conocemos muy bien, y tam-bién sabemos cuál ha sido su desarrollo pos-terior: en lugar de alumbrar un mundo sano,ha dejado tras de sí una destrucción deso-ladora. El error de Marx no consiste sólo enno haber ideado los ordenamientos nece-sarios para el nuevo mundo; en éste, en efec-to, ya no habría necesidad de ellos. Que nodiga nada de eso es una consecuencia lógi-ca de su planteamiento. Su error está más alfondo. Ha olvidado que el hombre es siem-pre hombre. Ha olvidado al hombre y haolvidado su libertad. Ha olvidado que la li-bertad es siempre libertad, incluso para elmal. Creyó que, una vez solucionada la eco-nomía, todo quedaría solucionado. Su ver-dadero error es el materialismo: en efecto, elhombre no es sólo el producto de condi-ciones económicas y no es posible curarlosólo desde fuera, creando condiciones eco-nómicas favorables.

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El hombre es siemprehombre, con su libertad

La promesa deMarx fascinó yfascina todavíahoy de nuevo.Sin embargo,

con su victoriase manifestó

tambiénsu error.Él indicó

cómo lograr elcambio total.Pero no nosdijo cómoprocederdespués

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23. Por lo que se refiere a los dos gran-des temas razón y libertad, aquí sólo sepueden señalar las cuestiones relacionadascon ellos. Ciertamente, la razón es el grandon de Dios al hombre, y la victoria de la ra-zón sobre la irracionalidad es también unobjetivo de la fe cristiana. Pero ¿cuándo do-mina realmente la razón? ¿Acaso cuando seha apartado de Dios? ¿Cuando se ha hechociega para Dios? La razón del poder y delhacer ¿es ya toda la razón? Si el progreso, pa-ra ser progreso, necesita el crecimiento mo-ral de la Humanidad, entonces la razón delpoder y del hacer debe ser integrada con lamisma urgencia mediante la apertura de larazón a las fuerzas salvadoras de la fe, aldiscernimiento entre el bien y el mal. Sólo deeste modo se convierte en una razón real-mente humana. Sólo se vuelve humana sies capaz de indicar el camino a la voluntad,y esto sólo lo puede hacer si mira más alláde sí misma. En caso contrario, la situacióndel hombre, en el desequilibrio entre la ca-pacidad material, por un lado, y la falta dejuicio del corazón, por otro, se convierte enuna amenaza para sí mismo y para la crea-ción. Por eso, hablando de libertad, se hade recordar que la libertad humana requie-re que concurran varias libertades. Sin em-bargo, esto no se puede lograr si no estádeterminado por un común e intrínseco cri-terio de medida, que es fundamento y metade nuestra libertad. Digámoslo ahora de ma-nera muy sencilla: el hombre necesita aDios, de lo contrario queda sin esperanza.Visto el desarrollo de la edad moderna, laafirmación de san Pablo citada al principio(Ef 2, 12) se demuestra muy realista y sim-plemente verdadera. Por tanto, no cabe du-da de que un reino de Dios instaurado sinDios –un reino, pues, sólo del hombre– de-

semboca inevitablemente en el final per-verso de todas las cosas descrito por Kant: lohemos visto y lo seguimos viendo siempre,una y otra vez. Pero tampoco cabe duda deque Dios entra realmente en las cosas hu-manas, a condición de que no sólo lo pen-semos nosotros, sino que Él mismo salga anuestro encuentro y nos hable. Por eso larazón necesita de la fe para llegar a ser to-talmente ella misma: razón y fe se necesi-tan mutuamente para realizar su verdaderanaturaleza y su misión.

La verdadera fisonomíade la esperanza cristiana

24. Preguntémonos ahora de nuevo:¿qué podemos esperar? Y ¿qué es lo que nopodemos esperar? Ante todo, hemos deconstatar que un progreso acumulativo só-lo es posible en lo material. Aquí, en el co-nocimiento progresivo de las estructuras dela materia, y en relación con los inventoscada día más avanzados, hay claramenteuna continuidad del progreso hacia un do-minio cada vez mayor de la naturaleza. Encambio, en el ámbito de la conciencia éticay de la decisión moral, no existe una posi-bilidad similar de incremento, por el sim-ple hecho de que la libertad del ser huma-no es siempre nueva y tiene que tomar siem-pre de nuevo sus decisiones. No están nun-ca ya tomadas para nosotros por otros; eneste caso, en efecto, ya no seríamos libres.La libertad presupone que, en las decisionesfundamentales, cada hombre, cada genera-ción, tenga un nuevo inicio. Es verdad quelas nuevas generaciones pueden construir apartir de los conocimientos y experienciasde quienes les han precedido, así comoaprovecharse del tesoro moral de toda laHumanidad. Pero también pueden recha-zarlo, ya que éste no puede tener la mismaevidencia que los inventos materiales. El te-soro moral de la Humanidad no está dis-ponible como lo están, en cambio, los ins-trumentos que se usan; existe como invita-ción a la libertad y como posibilidad paraella. Pero esto significa que:

a) El recto estado de las cosas humanas, elbienestar moral del mundo, nunca puede ga-rantizarse solamente a través de estructuras,por muy válidas que éstas sean. Dichas es-tructuras no sólo son importantes, sino ne-cesarias; sin embargo, no pueden ni debendejar al margen la libertad del hombre. In-cluso las mejores estructuras funcionan úni-camente cuando en una comunidad existenunas convicciones vivas, capaces de motivara los hombres para una adhesión libre al or-denamiento comunitario. La libertad necesi-ta una convicción; una convicción no existepor sí misma, sino que ha de ser conquista-da comunitariamente siempre de nuevo.

b) Puesto que el hombre sigue siendosiempre libre, y su libertad es también siem-pre frágil, nunca existirá en este mundo elreino del bien definitivamente consolida-do. Quien promete el mundo mejor que du-raría irrevocablemente para siempre, haceuna falsa promesa, pues ignora la libertadhumana. La libertad debe ser conquistadapara el bien una y otra vez. La libre adhesiónal bien nunca existe simplemente por sí mis-ma. Si hubiera estructuras que establecie-ran de manera definitiva una determinada–buena– condición del mundo, se negaría lalibertad del hombre, y por eso, a fin de

22. Así, pues, nos encontramos de nuevoante la pregunta: ¿qué podemos esperar? Esnecesaria una autocrítica de la edad moder-na en diálogo con el cristianismo y con suconcepción de la esperanza. En este diálo-go, los cristianos, en el contexto de sus co-nocimientos y experiencias, tienen tambiénque aprender de nuevo en qué consiste re-almente su esperanza, qué tienen que ofreceral mundo y qué es, por el contrario, lo que nopueden ofrecerle. Es necesario que, en la au-tocrítica de la Edad Moderna, confluya tam-bién una autocrítica del cristianismo moder-no, que debe aprender siempre a compren-derse a sí mismo a partir de sus propias raí-ces. Sobre esto sólo se puede intentar haceraquí alguna observación. Ante todo, hay quepreguntarse: ¿qué significa realmente pro-greso; qué es lo que promete y qué es lo queno promete? Ya en el siglo XIX había unacrítica a la fe en el progreso. En el siglo XX,Theodor W. Adorno expresó, de manera drás-tica, la incertidumbre de la fe en el progreso:el progreso, visto de cerca, sería el progresoque va de la honda a la superbomba. Ahorabien, éste es, de hecho, un aspecto del pro-greso que no se debe disimular. Dicho deotro modo: la ambigüedad del progreso re-sulta evidente. Indudablemente, ofrece nue-vas posibilidades para el bien, pero tambiénabre posibilidades abismales para el mal, po-sibilidades que antes no existían. Todos no-sotros hemos sido testigos de cómo el pro-greso, en manos equivocadas, puede con-vertirse, y se ha convertido de hecho, en unprogreso terrible en el mal. Si el progresotécnico no se corresponde con un progresoen la formación ética del hombre, con el cre-cimiento del hombre interior (cf. Ef 3, 16;2Co 4, 16), no es un progreso, sino una ame-naza para el hombre y para el mundo.

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Si el progresotécnico no secorrespondecon el de laformaciónética, con

el crecimientodel hombre

interior, no esun progreso,sino que es

una amenazapara el hombre

y el mundo

El hombre sin Diosse queda sin esperanza.Abadía de Saint-Michele

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cuentas, en modo alguno serían estructu-ras buenas.

25. Una consecuencia de lo dicho es quela búsqueda, siempre nueva y fatigosa, derectos ordenamientos para las realidadeshumanas es una tarea de cada generación;nunca es una tarea que se pueda dar sim-plemente por concluida. No obstante, cadageneración tiene que ofrecer también supropia aportación para establecer ordena-mientos convincentes de libertad y de bien,que ayuden a la generación sucesiva, comoorientación al recto uso de la libertad hu-mana, y den también así, siempre dentrode los límites humanos, una cierta garantíatambién para el futuro. Con otras palabras:las buenas estructuras ayudan, pero por sísolas no bastan. El hombre nunca puedeser redimido solamente desde el exterior.Francis Bacon y los seguidores de la co-rriente de pensamiento de la Edad Modernainspirada en él, se equivocaban al conside-rar que el hombre sería redimido por mediode la ciencia. Con semejante expectativa sepide demasiado a la ciencia; esta especiede esperanza es falaz. La ciencia puede con-tribuir mucho a la humanización del mundoy de la Humanidad. Pero también puededestruir al hombre y al mundo, si no estáorientada por fuerzas externas a ella mis-ma. Por otra parte, debemos constatar tam-bién que el cristianismo moderno, ante loséxitos de la ciencia en la progresiva estruc-turación del mundo, se ha concentrado engran parte sólo sobre el individuo y su sal-vación. Con esto ha reducido el horizonte desu esperanza y no ha reconocido tampocosuficientemente la grandeza de su cometido,si bien es importante lo que ha seguido ha-ciendo para la formación del hombre y laatención de los débiles y de los que sufren.

26. No es la ciencia la que redime alhombre. El hombre es redimido por el amor.Eso es válido incluso en el ámbito pura-mente intramundano. Cuando uno experi-menta un gran amor en su vida, se trata deun momento de redención que da un nue-vo sentido a su existencia. Pero muy pron-to se da cuenta también de que el amor quese le ha dado, por sí solo, no soluciona elproblema de su vida. Es un amor frágil. Pue-de ser destruido por la muerte. El ser hu-mano necesita un amor incondicionado. Ne-cesita esa certeza que le hace decir: «Nimuerte, ni vida, ni ángeles, ni principados,ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altu-ra, ni profundidad, ni criatura alguna po-drá apartarnos del amor de Dios, manifes-tado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rm 8,38-39). Si existe este amor absoluto con sucerteza absoluta, entonces –sólo entonces–el hombre es redimido, suceda lo que su-ceda en su caso particular. Esto es lo quese ha de entender cuando decimos que Je-sucristo nos ha redimido. Por medio de Élestamos seguros de Dios, de un Dios queno es una lejana Causa primera del mundo,porque su Hijo unigénito se ha hecho hom-bre y cada uno puede decir de Él: «Vivo dela fe en el Hijo de Dios, que me amó hastaentregarse por mí» (Ga 2, 20).

27. En este sentido, es verdad que quienno conoce a Dios, aunque tenga múltiplesesperanzas, en el fondo está sin esperanza,sin la gran esperanza que sostiene toda la vi-da (cf. Ef 2, 12). La verdadera, la gran es-peranza del hombre que resiste a pesar detodas las desilusiones, sólo puede ser Dios,

el Dios que nos ha amado y que nos sigueamando hasta el extremo, hasta el total cum-plimiento (cf. Jn 13, 1; 19, 30). Quien ha si-do tocado por el amor empieza a intuir loque sería propiamente vida. Empieza a in-tuir qué quiere decir la palabra esperanzaque hemos encontrado en el rito del Bau-tismo: de la fe se espera la vida eterna, la vi-da verdadera que, totalmente y sin amena-zas, es sencillamente vida en toda su ple-nitud. Jesús, que dijo de sí mismo que habíavenido para que nosotros tengamos la vi-da y la tengamos en plenitud, en abundan-cia (cf. Jn 10, 10), nos explicó también quésignifica vida: «Ésta es la vida eterna: que teconozcan a ti, único Dios verdadero, y a tuenviado, Jesucristo» ( Jn 17, 3). La vida ensu verdadero sentido no la tiene uno sola-mente para sí, ni tampoco sólo por sí mis-mo: es una relación. Y la vida entera es re-lación con Quien es la fuente de la vida. Siestamos en relación con Aquel que no mue-re, que es la Vida misma y el Amor mismo,entonces estamos en la vida. Entonces vi-vimos.

28. Pero ahora surge la pregunta: de es-te modo, ¿no hemos recaído quizás en elindividualismo de la salvación? ¿En la es-peranza sólo para mí, que además, precisa-mente por eso, no es una esperanza verda-dera porque olvida y descuida a los demás?No. La relación con Dios se establece a tra-vés de la comunión con Jesús, pues solosy únicamente con nuestras fuerzas no la po-demos alcanzar. En cambio, la relación conJesús es una relación con Aquel que se en-tregó a sí mismo en rescate por todos no-sotros (cf. 1Tm 2, 6). Estar en comunión conJesucristo nos hace participar en su ser pa-ra todos, hace que éste sea nuestro modo deser. Nos compromete en favor de los de-

más, pero sólo estando en comunión conÉl podemos realmente llegar a ser para losdemás, para todos. Quisiera citar, en estecontexto, al gran doctor griego de la Iglesia,san Máximo el Confesor († 662), el cual ex-horta primero a no anteponer nada al co-nocimiento y al amor de Dios, pero pasaenseguida a aplicaciones muy prácticas:«Quien ama a Dios no puede guardar para síel dinero, sino que lo reparte según Dios[...], a imitación de Dios, sin discriminaciónalguna»19. Del amor a Dios se deriva la par-ticipación en la justicia y en la bondad deDios hacia los otros; amar a Dios requiere lalibertad interior respecto a todo lo que seposee y todas las cosas materiales: el amorde Dios se manifiesta en la responsabilidadpor el otro20.

En la vida de san Agustín podemos ob-servar, de modo conmovedor, la misma re-lación entre amor de Dios y responsabili-dad para con los hombres. Tras su conver-sión a la fe cristiana, quiso, junto con algu-nos amigos de ideas afines, llevar una vidaque estuviera dedicada totalmente a la pa-labra de Dios y a las cosas eternas. Quisorealizar con valores cristianos el ideal de lavida contemplativa descrito en la gran filo-sofía griega, eligiendo de este modo la me-jor parte (Lc 10, 42). Pero las cosas fueron deotra manera. Mientras participaba en la Mi-sa dominical, en la ciudad portuaria de Hi-pona, fue llamado aparte por el obispo, fue-ra de la muchedumbre, y obligado a dejar-se ordenar para ejercer el ministerio sacer-dotal en aquella ciudad. Fijándoseretrospectivamente en aquel momento, es-cribe en sus Confesiones: «Aterrado por mispecados y por el peso enorme de mis mi-serias, había meditado en mi corazón y de-cidido huir a la soledad. Mas tú me lo prohi-

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Quien noconoce a Dios,aunque tenga

múltiplesesperanzas, enel fondo está

sin esperanza,sin la granesperanza

que sostienetoda la vida

Se pide demasiadoa la ciencia;

su esperanza es falaz

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o más pequeñas, diferentes según losperíodos de su vida. A veces puede pare-cer que una de estas esperanzas lo llena to-talmente y que no necesita de ninguna otra.En la juventud puede ser la esperanza delamor grande y satisfactorio; la esperanzade cierta posición en la profesión, de uno uotro éxito determinante para el resto de suvida. Sin embargo, cuando estas esperan-zas se cumplen, se ve claramente que esto,en realidad, no lo era todo. Está claro que elhombre necesita una esperanza que vayamás allá. Es evidente que sólo puede con-tentarse con algo infinito, algo que serásiempre más de lo que nunca podrá alcan-zar. En este sentido, la época moderna hadesarrollado la esperanza de la instauraciónde un mundo perfecto que parecía poderlograrse gracias a los conocimientos de laciencia y a una política fundada científica-mente. Así, la esperanza bíblica del reinode Dios ha sido reemplazada por la espe-ranza del reino del hombre, por la espe-ranza de un mundo mejor que sería el ver-dadero reino de Dios. Esta esperanza pare-cía ser, finalmente, la esperanza grande yrealista, la que el hombre necesita. Ésta se-ría capaz de movilizar –por algún tiempo–todas las energías del hombre; este gran ob-jetivo parecía merecer todo tipo de esfuer-zos. Pero, a lo largo del tiempo, se vio cla-ramente que esta esperanza se va alejandocada vez más. Ante todo se tomó concienciade que ésta era quizás una esperanza paralos hombres del mañana, pero no una es-peranza para mí. Y aunque el para todosforme parte de la gran esperanza –no pue-do ciertamente llegar a ser feliz contra o sinlos otros–, es verdad que una esperanza queno se refiera a mí personalmente, ni siquieraes una verdadera esperanza. También re-sultó evidente que ésta era una esperanzacontra la libertad, porque la situación delas realidades humanas depende en cadageneración de la libre decisión de los hom-bres que pertenecen a ella. Si, debido a lascondiciones y a las estructuras, se les privarade esta libertad, el mundo, a fin de cuen-tas, no sería bueno, porque un mundo sin li-bertad no sería en absoluto un mundo bue-

no. Así, aunque sea necesario un empeñoconstante para mejorar el mundo, el mundomejor del mañana no puede ser el conteni-do propio y suficiente de nuestra esperan-za. A este propósito se plantea siempre lapregunta: ¿cuándo es mejor el mundo? ¿Quées lo que lo hace bueno? ¿Según qué crite-rio se puede valorar si es bueno? ¿Y por quévías se puede alcanzar esta bondad?

31. Más aún: nosotros necesitamos te-ner esperanzas –más grandes o más pe-queñas–, que día a día nos mantengan encamino. Pero sin la gran esperanza, que hade superar todo lo demás, aquellas no bas-tan. Esta gran esperanza sólo puede serDios, que abraza el universo y que nos pue-de proponer y dar lo que nosotros por sísolos no podemos alcanzar. De hecho, elser agraciado por un don forma parte de laesperanza. Dios es el fundamento de la es-peranza; pero no cualquier dios, sino el Diosque tiene un rostro humano y que nos haamado hasta el extremo, a cada uno en par-ticular y a la Humanidad en su conjunto.Su reino no es un más allá imaginario, si-tuado en un futuro que nunca llega; su rei-no está presente allí donde Él es amado ydonde su amor nos alcanza. Sólo su amornos da la posibilidad de perseverar día adía con toda sobriedad, sin perder el im-pulso de la esperanza, en un mundo que,por su naturaleza, es imperfecto. Y, al mismotiempo, su amor es para nosotros la garan-tía de que existe aquello que sólo llegamosa intuir vagamente y que, sin embargo, es-peramos en lo más íntimo de nuestro ser: lavida que es realmente vida. Trataremos deconcretar más esta idea en la última parte, fi-jando nuestra atención en algunos lugaresde aprendizaje y ejercicio práctico de la es-peranza.

Lugares de aprendizajey del ejercicio de la esperanza

I. La oración como escuelade la esperanza

32. Un lugar primero y esencial deaprendizaje de la esperanza es la oración.Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía

biste y me tranquilizaste, diciendo: Cristomurió por todos, para que los que viven yano vivan para sí, sino para el que muriópor ellos (cf. 2Co 5, 15)»21. Cristo murió portodos. Vivir para Él significa dejarse mol-dear en su ser-para.

29. Esto supuso para Agustín una vidatotalmente nueva. Así describió una vez su vi-da cotidiana: «Corregir a los indisciplinados,confortar a los pusilánimes, sostener a losdébiles, refutar a los adversarios, guardarse delos insidiosos, instruir a los ignorantes, esti-mular a los indolentes, aplacar a los pen-dencieros, moderar a los ambiciosos, animara los desalentados, apaciguar a los conten-dientes, ayudar a los pobres, liberar a losoprimidos, mostrar aprobación a los buenos,tolerar a los malos y [¡pobre de mí!] amar a to-dos»22. «Es el Evangelio lo que me asusta»23,ese temor saludable que nos impide vivir pa-ra nosotros mismos y que nos impulsa atransmitir nuestra común esperanza. De he-cho, ésta era precisamente la intención deAgustín: en la difícil situación del ImperioRomano, que amenazaba también al Áfricaromana y que, al final de la vida de Agustín,llegó a destruirla, quiso transmitir esperanza,la esperanza que le venía de la fe y que, entotal contraste con su carácter introvertido, lehizo capaz de participar decididamente ycon todas sus fuerzas en la edificación de laciudad. En el mismo capítulo de las Confe-siones, en el cual acabamos de ver el motivodecisivo de su compromiso para todos, dicetambién: Cristo «intercede por nosotros; deotro modo desesperaría. Porque muchas ygrandes son mis dolencias; sí, son muchas ygrandes, aunque más grande es tu medici-na. De no haberse tu Verbo hecho carne yhabitado entre nosotros, hubiéramos podi-do juzgarlo apartado de la naturaleza huma-na y desesperar de nosotros»24. Gracias a suesperanza, Agustín se dedicó a la gente sen-cilla y a su ciudad; renunció a su nobleza es-piritual y predicó y actuó de manera sencillapara la gente sencilla.

30. Resumamos lo que hasta ahora haaflorado en el desarrollo de nuestras refle-xiones. A lo largo de su existencia, el hom-bre tiene muchas esperanzas, más grandes

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Está claroque el hombre

necesitauna esperanza

que vayamás allá.

Es evidenteque sólo puede

contentarsecon el Infinito,

que serásiempre más

de lo quenunca podrá

alcanzar

Dios –pero un Dioscon rostro humano–

es el fundamentode la esperanza

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me escucha. Cuando ya no puedo hablarcon ninguno, ni invocar a nadie, siemprepuedo hablar con Dios. Si ya no hay nadieque pueda ayudarme –cuando se trata deuna necesidad o de una expectativa que su-pera la capacidad humana de esperar–, Élpuede ayudarme25. Si me veo relegado a laextrema soledad...; el que reza nunca estátotalmente solo. De sus trece años de pri-sión, nueve de los cuales en aislamiento, elinolvidable cardenal Nguyen Van Thuan nosha dejado un precioso opúsculo: Oracionesde esperanza. Durante trece años en la cár-cel, en una situación de desesperación apa-rentemente total, la escucha de Dios, el po-der hablarle, fue para él una fuerza cre-ciente de esperanza, que después de su li-beración le permitió ser para los hombresde todo el mundo un testigo de la esperan-za, esa gran esperanza que no se apaga ni si-quiera en las noches de la soledad.

33. Agustín ilustró de forma muy bella larelación íntima entre oración y esperanzaen una homilía sobre la Primera Carta desan Juan. Él define la oración como unejercicio del deseo. El hombre ha sido cre-ado para una gran realidad, para Dios mis-mo, para ser colmado por Él. Pero su cora-zón es demasiado pequeño para la gran re-alidad que se le entrega. Tiene que ser en-sanchado. «Dios, retardando [su don],ensancha el deseo; con el deseo, ensanchael alma y, ensanchándola, la hace capaz [desu don]». Agustín se refiere a san Pablo, elcual dice de sí mismo que vive lanzado ha-cia lo que está por delante (cf. Flp 3, 13).Después usa una imagen muy bella paradescribir este proceso de ensanchamiento ypreparación del corazón humano. «Imagí-nate que Dios quiere llenarte de miel [sím-bolo de la ternura y la bondad de Dios]; siestás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás lamiel?» El vaso, es decir, el corazón, tieneque ser antes ensanchado y luego purifi-cado: liberado del vinagre y de su sabor.Eso requiere esfuerzo, es doloroso, perosólo así se logra la capacitación para lo queestamos destinados26. Aunque Agustín habladirectamente sólo de la receptividad paracon Dios, se ve claramente que, con esteesfuerzo por liberarse del vinagre y de susabor, el hombre no sólo se hace libre pa-ra Dios, sino que se abre también a los de-más. En efecto, sólo convirtiéndonos en hi-jos de Dios podemos estar con nuestro Pa-dre común. Rezar no significa salir de laHistoria y retirarse en el rincón privado dela propia felicidad. El modo apropiado deorar es un proceso de purificación interiorque nos hace capaces para Dios y, preci-samente por eso, capaces también para losdemás. En la oración, el hombre ha deaprender qué es lo que verdaderamentepuede pedirle a Dios, lo que es digno deDios. Ha de aprender que no puede rezarcontra el otro. Ha de aprender que no pue-de pedir cosas superficiales y banales quedesea en ese momento, la pequeña espe-ranza equivocada que lo aleja de Dios. Hade purificar sus deseos y sus esperanzas.Debe liberarse de las mentiras ocultas conque se engaña a sí mismo: Dios las escruta,y la confrontación con Dios obliga al hom-bre a reconocerlas también. «¿Quién cono-ce sus faltas? Absuélveme de lo que se meoculta», ruega el salmista (19 [18], 13). Noreconocer la culpa, la ilusión de inocencia,no me justifica ni me salva, porque la ofus-

cación de la conciencia, la incapacidad dereconocer en mí el mal en cuanto tal, esculpa mía. Si Dios no existe, entonces qui-zás tengo que refugiarme en estas mentiras,porque no hay nadie que pueda perdonar-me, nadie que sea el verdadero criterio. Encambio, el encuentro con Dios despiertami conciencia para que ésta ya no me ofrez-ca más una autojustificación ni sea un sim-ple reflejo de mí mismo y de los contem-poráneos que me condicionan, sino que setransforme en capacidad para escuchar elBien mismo.

34. Para que la oración produzca estafuerza purificadora debe ser, por una parte,muy personal, una confrontación de mi yocon Dios, con el Dios vivo. Pero, por otra,ha de estar guiada e iluminada, una y otravez, por las grandes oraciones de la Iglesiay de los santos, por la oración litúrgica, enla cual el Señor nos enseña constantemen-te a rezar correctamente. El cardenal Ngu-yen Van Thuan cuenta, en su libro de Ejer-cicios espirituales, cómo en su vida hubolargos períodos de incapacidad de rezar ycómo él se aferró a las palabras de la ora-ción de la Iglesia: el Padrenuestro, el AveMaría y las oraciones de la Liturgia27. Enla oración tiene que haber siempre esta in-terrelación entre oración pública y oraciónpersonal. Así podemos hablar a Dios, y asíDios nos habla a nosotros. De este modo serealizan en nosotros las purificaciones, através de las cuales llegamos a ser capacesde Dios e idóneos para servir a los hom-bres. Así nos hacemos capaces de la granesperanza y nos convertimos en ministrosde la esperanza para los demás: la espe-ranza en sentido cristiano es siempre es-peranza para los demás. Y es esperanza ac-tiva, con la cual luchamos para que las co-sas no acaben en un final perverso. Es tam-bién esperanza activa en el sentido de quemantenemos el mundo abierto a Dios. Só-lo así permanece también como esperan-za verdaderamente humana.

II. El actuar y el sufrir como lugaresde aprendizaje de la esperanza

35. Toda actuación seria y recta del hom-bre es esperanza en acto. Lo es, ante todo,en el sentido de que así tratamos de llevaradelante nuestras esperanzas, más grandeso más pequeñas; solucionar éste o aquelotro cometido importante para el porvenirde nuestra vida: colaborar con nuestro es-fuerzo para que el mundo llegue a ser unpoco más luminoso y humano, y se abranasí también las puertas hacia el futuro. Peroel esfuerzo cotidiano por continuar nuestravida y por el futuro de todos nos cansa ose convierte en fanatismo, si no está ilumi-nado por la luz de aquella esperanza másgrande que no puede ser destruida ni si-quiera por frustraciones en lo pequeño, nipor el fracaso en los acontecimientos de im-portancia histórica. Si no podemos esperarmás de lo que es efectivamente posible encada momento y de lo que podemos espe-rar que las autoridades políticas y econó-micas nos ofrezcan, nuestra vida se ve abo-cada muy pronto a quedar sin esperanza.Es importante, sin embargo, saber que yotodavía puedo esperar, aunque aparente-mente ya no tenga nada más que esperarpara mi vida, o para el momento históricoque estoy viviendo. Sólo la gran esperan-za-certeza de que, a pesar de todas las frus-traciones, mi vida personal y la Historia ensu conjunto están custodiadas por el poderindestructible del Amor y que, gracias alcual, tienen para él sentido e importancia,sólo una esperanza así puede, en ese caso,dar todavía ánimo para actuar y continuar.Ciertamente, no podemos construir el rei-no de Dios con nuestras fuerzas; lo queconstruimos es siempre reino del hombre,con todos los límites propios de la natura-leza humana.

El reino de Dios es un don, y precisa-mente por eso es grande y hermoso, yconstituye la respuesta a la esperanza. Y nopodemos –por usar la terminología clásica–

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Rezarno significa

salir dela Historiay retirarse

en el rincónprivado

de la propiafelicidad.El modo

apropiadode orar esun proceso

de purificacióninterior

que nos hacecapaces

para Dios y,precisamente

por eso,capacestambién

para los demás

Escuela de esperanza.La Anunciación,

Fra Angelico

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36. Al igual que el obrar, también el su-frimiento forma parte de la existencia hu-mana. Éste se deriva, por una parte, de nues-tra finitud y, por otra, de la gran cantidad deculpas acumuladas a lo largo de la Histo-ria, y que crece de modo incesante tambiénen el presente. Conviene, ciertamente, hacertodo lo posible para disminuir el sufri-miento; impedir cuanto se pueda el sufri-miento de los inocentes; aliviar los doloresy ayudar a superar las dolencias psíquicas.Todos éstos son deberes tanto de la justi-cia como del amor, y forman parte de lasexigencias fundamentales de la existenciacristiana y de toda vida realmente humana.En la lucha contra el dolor físico se han he-cho grandes progresos, aunque en las últi-mas décadas ha aumentado el sufrimientode los inocentes y también las dolenciaspsíquicas. Es cierto que debemos hacer to-do lo posible para superar el sufrimiento,pero extirparlo del mundo por completo noestá en nuestras manos, simplemente por-que no podemos desprendernos de nues-tra limitación, y porque ninguno de nosotroses capaz de eliminar el poder del mal, dela culpa, que –lo vemos– es una fuente con-tinua de sufrimiento. Esto sólo podría ha-cerlo Dios: y sólo un Dios que, haciéndosehombre, entrase personalmente en la His-toria y sufriese en ella. Nosotros sabemosque este Dios existe y que, por tanto, estepoder que «quita el pecado del mundo» (Jn1, 29) está presente en el mundo. Con la feen la existencia de este poder ha surgidoen la Historia la esperanza de la salvacióndel mundo. Pero se trata precisamente de es-peranza y no aún de cumplimiento; espe-ranza que nos da el valor para ponernos dela parte del bien, aun cuando parece queya no hay esperanza, y conscientes ademásde que, viendo el desarrollo de la Historia talcomo se manifiesta externamente, el poderde la culpa permanece como una presen-cia terrible, incluso para el futuro.

37. Volvamos a nuestro tema. Podemostratar de limitar el sufrimiento, luchar con-tra él, pero no podemos suprimirlo. Preci-samente cuando los hombres, intentandoevitar toda dolencia, tratan de alejarse detodo lo que podría significar aflicción, cuan-do quieren ahorrarse la fatiga y el dolor dela verdad, del amor y del bien, caen en unavida vacía en la que quizás ya no existe eldolor, pero en la que la oscura sensaciónde la falta de sentido y de la soledad es mu-cho mayor aún. Lo que cura al hombre no esesquivar el sufrimiento y huir ante el dolor,sino la capacidad de aceptar la tribulación,madurar en ella y encontrar en ella un sen-tido mediante la unión con Cristo, que hasufrido con amor infinito. En este contex-to, quisiera citar algunas frases de una car-ta del mártir vietnamita Pablo Le-Bao-Thin(† 1857), en las que resalta esta transfor-mación del sufrimiento mediante la fuerzade la esperanza que proviene de la fe. «Yo,Pablo, encarcelado por el nombre de Cristo,os quiero explicar las tribulaciones en queme veo sumergido cada día, para que, en-fervorizados en el amor de Dios, alabéisconmigo al Señor, porque es eterna su mi-sericordia (cf. Sal 136 [135]). Esta cárcel esun verdadero infierno: a los crueles supliciosde toda clase, como son grillos, cadenas dehierro y ataduras, hay que añadir el odio, lasvenganzas, las calumnias, palabras inde-centes, peleas, actos perversos, juramentos

injustos, maldiciones y, finalmente, angustiasy tristeza. Pero Dios, que en otro tiempo li-bró a los tres jóvenes del horno de fuego, es-tá siempre conmigo y me libra de las tribu-laciones y las convierte en dulzura, porquees eterna su misericordia. En medio de estostormentos, que aterrorizarían a cualquiera,por la gracia de Dios estoy lleno de gozo yalegría, porque no estoy solo, sino que Cris-to está conmigo. [...] ¿Cómo resistir este es-pectáculo, viendo cada día cómo los empe-radores, los mandarines y sus cortesanosblasfeman tu santo nombre, Señor, que tesientas sobre los querubines y serafines?(cf. Sal 80 [79], 2). ¡Mira, tu cruz es pisotea-da por los paganos! ¿Dónde está tu gloria? Alver todo esto, prefiero, encendido en tuamor, morir descuartizado, en testimoniode tu amor. Muestra, Señor, tu poder, sálva-me y dame tu apoyo, para que la fuerza semanifieste en mi debilidad y sea glorificadaante los gentiles. [...] Queridos hermanos,al escuchar todo esto, llenos de alegría, te-néis que dar gracias incesantes a Dios, dequien procede todo bien; bendecid conmi-go al Señor, porque es eterna su misericor-dia. [...] Os escribo todo esto para que seunan vuestra fe y la mía. En medio de estatempestad echo el ancla hasta el trono deDios, esperanza viva de mi corazón...»28

Ésta es una carta desde el infierno. Seexpresa todo el horror de un campo de con-centración, en el cual, a los tormentos porparte de los tiranos, se añade el desenca-denarse del mal en las víctimas mismas que,de este modo, se convierten incluso en nue-vos instrumentos de la crueldad de los tor-turadores. Es una carta desde el infierno,pero en ella se hace realidad la exclama-ción del Salmo: «Si escalo el cielo, allí estástú; si me acuesto en el abismo, allí te en-cuentro... Si digo: Que al menos la tinieblame encubra ..., ni la tiniebla es oscura parati, la noche es clara como el día» (Sal 139[138] 8-12; cf. Sal 23[22], 4). Cristo ha des-cendido al infierno y así está cerca de quienha sido arrojado allí, transformando por me-dio de Él las tinieblas en luz. El sufrimientoy los tormentos son terribles y casi inso-portables. Sin embargo, ha surgido la es-trella de la esperanza, el ancla del corazónllega hasta el trono de Dios. No se desata elmal en el hombre, sino que vence la luz: elsufrimiento –sin dejar de ser sufrimiento–se convierte, a pesar de todo, en canto dealabanza.

38. La grandeza de la Humanidad estádeterminada esencialmente por su relacióncon el sufrimiento y con el que sufre. Esto esválido tanto para el individuo como para lasociedad. Una sociedad que no logra acep-tar a los que sufren y no es capaz de con-tribuir mediante la com-pasión a que el su-frimiento sea compartido y sobrellevadotambién interiormente, es una sociedadcruel e inhumana. A su vez, la sociedad nopuede aceptar a los que sufren y sostener-los en su dolencia, si los individuos mismosno son capaces de hacerlo; y, en fin, el in-dividuo no puede aceptar el sufrimiento delotro, si no logra encontrar personalmenteen el sufrimiento un sentido, un camino depurificación y maduración, un camino deesperanza. En efecto, aceptar al otro quesufre significa asumir de alguna manera susufrimiento, de modo que éste llegue a sertambién mío. Pero precisamente porqueahora se ha convertido en sufrimiento com-

merecer el cielo con nuestras obras. Éste essiempre más de lo que merecemos, delmismo modo que ser amados nunca es al-go merecido, sino siempre un don. No obs-tante, aun siendo plenamente conscientesde la plusvalía del cielo, sigue siendosiempre verdad que nuestro obrar no esindiferente ante Dios y, por tanto, tampo-co es indiferente para el desarrollo de laHistoria. Podemos abrirnos nosotros mis-mos y abrir el mundo para que entre Dios:la verdad, el amor y el bien. Es lo que hanhecho los santos que, como colaboradoresde Dios, han contribuido a la salvación delmundo (cf. 1Co 3, 9; 1Ts 3, 2). Podemosliberar nuestra vida y el mundo de las in-toxicaciones y contaminaciones que po-drían destruir el presente y el futuro. Po-demos descubrir y tener limpias las fuen-tes de la creación y así, junto con la crea-ción que nos precede como don, hacer loque es justo, teniendo en cuenta sus pro-pias exigencias y su finalidad. Eso sigueteniendo sentido aunque en apariencia notengamos éxito, o nos veamos impotentesante la superioridad de fuerzas hostiles.Así, por un lado, de nuestro obrar brotaesperanza para nosotros y para los demás;pero, al mismo tiempo, lo que nos da áni-mos y orienta nuestra actividad, tanto enlos momentos buenos como en los malos,es la gran esperanza fundada en las pro-mesas de Dios.

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El sufrimientode los inocentes

Lo que curano es esquivarel sufrimiento

y huir anteel dolor, sinola capacidadde aceptar latribulación,madurar y

encontrar enella un sentido

mediantela unión conCristo, que

ha sufrido conamor infinito

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partido, en el cual se da la presencia de unotro, este sufrimiento queda traspasado porla luz del amor. La palabra latina con-solatio,consolación, lo expresa de manera muy be-lla, sugiriendo un ser-con en la soledad, queentonces ya no es soledad. Pero también lacapacidad de aceptar el sufrimiento poramor del bien, de la verdad y de la justicia,es constitutiva de la grandeza de la Huma-nidad, porque, en definitiva, cuando mi bie-nestar, mi incolumidad, es más importanteque la verdad y la justicia, entonces preva-lece el dominio del más fuerte; entoncesreinan la violencia y la mentira. La verdad yla justicia han de estar por encima de micomodidad e incolumidad física, de otromodo mi propia vida se convierte en men-tira. Y también el Sí al amor es fuente desufrimiento, porque el amor exige siemprenuevas renuncias de mi yo, en las cualesme dejo modelar y herir. En efecto, no pue-de existir el amor sin esta renuncia tambiéndolorosa para mí, de otro modo se convierteen puro egoísmo y, con ello, se anula a símismo como amor.

39. Sufrir con el otro, por los otros; sufrirpor amor de la verdad y de la justicia; sufrira causa del amor y con el fin de convertirseen una persona que ama realmente, son ele-mentos fundamentales de humanidad, cuyapérdida destruiría al hombre mismo. Perouna vez más surge la pregunta: ¿somos ca-paces de ello? ¿El otro es tan importante co-mo para que, por él, yo me convierta enuna persona que sufre? ¿Es tan importantepara mí la verdad como para compensar elsufrimiento? ¿Es tan grande la promesa delamor que justifique el don de mí mismo?En la historia de la Humanidad, la fe cris-tiana tiene precisamente el mérito de ha-ber suscitado en el hombre, de manera nue-va y más profunda, la capacidad de estosmodos de sufrir que son decisivos para suhumanidad. La fe cristiana nos ha enseñadoque verdad, justicia y amor no son simple-mente ideales, sino realidades de enormedensidad. En efecto, nos ha enseñado queDios –la Verdad y el Amor en persona– haquerido sufrir por nosotros y con nosotros.Bernardo de Claraval acuñó la maravillosaexpresión: Impassibilis est Deus, sed nonincompassibilis29, Dios no puede padecer,pero puede compadecer. El hombre tieneun valor tan grande para Dios que se hizohombre para poder com-padecer Él mismocon el hombre, de modo muy real, en carney sangre, como nos manifiesta el relato de laPasión de Jesús. Por eso, en cada pena hu-mana ha entrado uno que comparte el sufriry el padecer; de ahí se difunde en cada su-frimiento la con-solatio, el consuelo delamor participado de Dios, y así aparece laestrella de la esperanza. Ciertamente, ennuestras penas y pruebas menores siemprenecesitamos también nuestras grandes opequeñas esperanzas: una visita afable, lacura de las heridas internas y externas, la so-lución positiva de una crisis, etc. Tambiénestos tipos de esperanza pueden ser sufi-cientes en las pruebas más o menos pe-queñas. Pero en las pruebas verdaderamentegraves, en las cuales tengo que tomar midecisión definitiva de anteponer la verdad albienestar, a la carrera, a la posesión, es ne-cesaria la verdadera certeza, la gran espe-ranza de la que hemos hablado. Por eso ne-cesitamos también testigos, mártires, quese han entregado totalmente, para que nos

lo demuestren día tras día. Los necesitamosen las pequeñas alternativas de la vida co-tidiana, para preferir el bien a la comodi-dad, sabiendo que, precisamente así, vivi-mos realmente la vida. Digámoslo una vezmás: la capacidad de sufrir por amor de laverdad es un criterio de humanidad. No obs-tante, esta capacidad de sufrir depende deltipo y de la grandeza de la esperanza quellevamos dentro y sobre la que nos basa-mos. Los santos pudieron recorrer el grancamino del ser hombre del mismo modo enque Cristo lo recorrió antes de nosotros,porque estaban repletos de la gran espe-ranza.

40. Quisiera añadir aún una pequeñaobservación sobre los acontecimientos decada día, que no es del todo insignificante.La idea de poder ofrecer las pequeñas difi-cultades cotidianas, que nos aquejan, unay otra vez, como punzadas más o menosmolestas, dándoles así un sentido, eran par-te de una forma de devoción todavía muydifundida hasta no hace mucho tiempo, aun-que hoy tal vez menos practicada. En estadevoción había sin duda cosas exageradas,y quizás hasta malsanas, pero conviene pre-guntarse si acaso no comportaba, de algúnmodo, algo esencial que pudiera sernos deayuda. ¿Qué quiere decir ofrecer? Estas per-sonas estaban convencidas de poder incluirsus pequeñas dificultades en el gran com-padecer de Cristo, que así entraban a for-mar parte de algún modo del tesoro de com-pasión que necesita el género humano. Deesta manera, las pequeñas contrariedadesdiarias podrían encontrar también un sen-tido y contribuir a fomentar el bien y elamor entre los hombres. Quizás debamospreguntarnos realmente si esto no podríavolver a ser una perspectiva sensata tam-bién para nosotros.

III. El Juicio como lugar de aprendizajey ejercicio de la esperanza

41. La parte central del gran Credo dela Iglesia, que trata del misterio de Cristodesde su nacimiento eterno del Padre y elnacimiento temporal de la Virgen María, pa-ra seguir con la Cruz y la Resurrección yllegar hasta su retorno, se concluye con laspalabras: «de nuevo vendrá con gloria parajuzgar a vivos y muertos». Ya desde los pri-meros tiempos, la perspectiva del Juicio hainfluido en los cristianos, también en su vi-da diaria, como criterio para ordenar la vi-da presente, como llamada a su concienciay, al mismo tiempo, como esperanza en lajusticia de Dios. La fe en Cristo nunca hamirado sólo hacia atrás ni sólo hacia arriba,sino siempre adelante, hacia la hora de lajusticia que el Señor había preanunciadorepetidamente. Este mirar hacia adelante hadado la importancia que tiene el presentepara el cristianismo. En la configuración delos edificios sagrados cristianos, que que-ría hacer visible la amplitud histórica y cós-mica de la fe en Cristo, se hizo habitual re-presentar en el lado oriental al Señor quevuelve como rey –imagen de la esperanza–,mientras en el lado occidental estaba el Jui-cio final como imagen de la responsabili-dad respecto a nuestra vida, una represen-tación que miraba y acompañaba a los fie-les, justamente, en su retorno a lo cotidiano.En el desarrollo de la iconografía, sin em-bargo, se ha dado después cada vez más re-lieve al aspecto amenazador y lúgubre del

Juicio, que obviamente fascinaba a los ar-tistas más que el esplendor de la esperanza,el cual quedaba con frecuencia excesiva-mente oculto bajo la amenaza.

42. En la época moderna, la idea del Jui-cio final se ha desvaído: la fe cristiana seentiende y orienta sobre todo hacia la sal-vación personal del alma; la reflexión so-bre la historia universal, en cambio, está do-minada en gran parte por la idea del pro-greso. Pero el contenido fundamental de laespera del Juicio no es que haya simple-mente desaparecido, sino que ahora asumeuna forma totalmente diferente. El ateísmode los siglos XIX y XX, por sus raíces y fi-nalidad, es un moralismo, una protesta con-tra las injusticias del mundo y de la historiauniversal. Un mundo en el que hay tantainjusticia, tanto sufrimiento de los inocentesy tanto cinismo del poder, no puede serobra de un Dios bueno. El Dios que tuvierala responsabilidad de un mundo así no se-ría un Dios justo y menos aún un Dios bue-no. Hay que contestar este Dios precisa-mente en nombre de la moral. Y puesto queno hay un Dios que crea justicia, parece queahora es el hombre mismo quien está lla-mado a establecer la justicia. Ahora bien, siante el sufrimiento de este mundo es com-prensible la protesta contra Dios, la pre-tensión de que la Humanidad pueda y debahacer lo que ningún Dios hace ni es capazde hacer, es presuntuosa e intrínsecamente

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Sufrirpor amor

de la verdady de la justicia;sufrir a causa

del amory con el fin

de convertirseen una persona

que amarealmente,

son elementosde humanidad,cuya pérdidadestruiría al

hombre mismo

¿El otro es tan importantecomo para que yo

sufra con él?

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do»30. Pero esto significaría –expresado ensímbolos positivos y, por tanto, para él ina-propiados– que no puede haber justicia sinresurrección de los muertos. Pero una talperspectiva comportaría «la resurrección dela carne, algo que es totalmente ajeno alidealismo, al reino del espíritu absoluto»31.

43. También el cristianismo puede y de-be aprender siempre de nuevo de la rigu-rosa renuncia a toda imagen, que es partedel primer mandamiento de Dios (cf. Ex 20,4). La verdad de la teología negativa fue re-saltada por el IV Concilio de Letrán, el cualdeclaró explícitamente que, por grande quesea la semejanza que aparece entre elCreador y la criatura, siempre es más gran-de la desemejanza entre ellos32. Para el cre-yente, no obstante, la renuncia a toda ima-gen no puede llegar hasta el extremo de te-ner que detenerse, como querrían Hork-heimer y Adorno, en el No a ambas tesis, elteísmo y el ateísmo. Dios mismo se ha dadouna imagen: en el Cristo que se ha hechohombre. En Él, el Crucificado, se lleva al ex-tremo la negación de las falsas imágenesde Dios. Ahora Dios revela su rostro preci-samente en la figura del que sufre y com-parte la condición del hombre abandona-do por Dios, tomándola consigo. Este ino-cente que sufre se ha convertido en espe-ranza-certeza: Dios existe, y Dios sabe crearla justicia de un modo que nosotros no so-mos capaces de concebir y que, sin embar-go, podemos intuir en la fe. Sí, existe la re-surrección de la carne33. Existe una justi-cia34. Existe la revocación del sufrimientopasado, la reparación que restablece el de-recho. Por eso la fe en el Juicio final es an-te todo y sobre todo esperanza, esa espe-ranza cuya necesidad se ha hecho evidenteprecisamente en las convulsiones de los úl-timos siglos. Estoy convencido de que lacuestión de la justicia es el argumento esen-cial o, en todo caso, el argumento más fuer-te en favor de la fe en la vida eterna. La ne-cesidad meramente individual de una sa-tisfacción plena que se nos niega en estavida, de la inmortalidad del amor que es-peramos, es ciertamente un motivo impor-tante para creer que el hombre esté hechopara la eternidad; pero sólo en relación conel reconocimiento de que la injusticia de laHistoria no puede ser la última palabra enabsoluto, llega a ser plenamente convin-cente la necesidad del retorno de Cristo y dela vida nueva.

44. La protesta contra Dios en nombrede la justicia no vale. Un mundo sin Dioses un mundo sin esperanza (cf. Ef 2, 12).Sólo Dios puede crear justicia. Y la fe nos daesta certeza: Él lo hace. La imagen del Juiciofinal no es en primer lugar una imagen te-rrorífica, sino una imagen de esperanza;quizás la imagen decisiva para nosotros dela esperanza. ¿Pero no es quizás tambiénuna imagen que da pavor? Yo diría: es unaimagen que exige la responsabilidad. Unaimagen, por lo tanto, de ese pavor al quese refiere san Hilario cuando dice que todonuestro miedo está relacionado con elamor35. Dios es justicia y crea justicia. Éste esnuestro consuelo y nuestra esperanza. Peroen su justicia está también la gracia. Esto lodescubrimos dirigiendo la mirada hacia elCristo crucificado y resucitado. Ambas –jus-ticia y gracia– han de ser vistas en su justarelación interior. La gracia no excluye la jus-ticia. No convierte la injusticia en derecho.

No es un cepillo que borra todo, de modoque cuanto se ha hecho en la tierra acabepor tener siempre igual valor. Contra estetipo de cielo y de gracia ha protestado conrazón, por ejemplo, Dostoëvskij en su no-vela Los hermanos Karamazov. Al final losmalvados, en el banquete eterno, no se sen-tarán indistintamente a la mesa junto a lasvíctimas, como si no hubiera pasado nada.A este respecto, quisiera citar un texto dePlatón que expresa un presentimiento deljuicio justo, que en gran parte es verdaderoy provechoso también para el cristiano. Aun-que con imágenes mitológicas, pero que ex-presan de modo inequívoco la verdad, diceque al final las almas estarán desnudas an-te el juez. Ahora ya no cuenta lo que fueronuna vez en la Historia, sino sólo lo que sonde verdad. «Ahora [el juez] tiene quizás an-te sí el alma de un rey [...] o algún otro reyo dominador, y no ve nada sano en ella. Laencuentra flagelada y llena de cicatrices cau-sadas por el perjurio y la injusticia [...] y to-do es tortuoso, lleno de mentira y sober-bia, y nada es recto, porque ha crecido sinverdad. Y ve cómo el alma, a causa de laarbitrariedad, el desenfreno, la arrogancia yla desconsideración en el actuar, está car-gada de excesos e infamia. Ante semejanteespectáculo, la manda enseguida a la cár-cel, donde padecerá los castigos merecidos.[...] Pero a veces ve ante sí un alma dife-rente, una que ha transcurrido una vida pia-dosa y sincera [...], se complace y la mandaa la isla de los bienaventurados»36. En la pa-rábola del rico epulón y el pobre Lázaro (cf.Lc 16, 19-31), Jesús ha presentado como ad-vertencia la imagen de un alma similar,arruinada por la arrogancia y la opulencia,que ha cavado ella misma un foso infran-queable entre sí y el pobre: el foso de sucerrazón en los placeres materiales, el fosodel olvido del otro y de la incapacidad deamar, que se transforma ahora en una sedardiente y ya irremediable. Hemos de notaraquí que, en esta parábola, Jesús no habladel destino definitivo después del Juiciouniversal, sino que se refiere a una de lasconcepciones del judaísmo antiguo, es decir,la de una condición intermedia entre muer-te y resurrección, un estado en el que faltaaún la sentencia última.

45. Esta visión del antiguo judaísmo dela condición intermedia incluye la idea deque las almas no se encuentran simplementeen una especie de recinto provisional, sinoque padecen ya un castigo, como demues-tra la parábola del rico epulón, o que por elcontrario gozan ya de formas provisionalesde bienaventuranza. Y, en fin, tampoco fal-ta la idea de que en este estado se puedandar también purificaciones y curaciones,con las que el alma madura para la comu-nión con Dios. La Iglesia primitiva ha asu-mido estas concepciones, de las que des-pués se ha desarrollado, paulatinamente,en la Iglesia occidental la doctrina del pur-gatorio. No necesitamos examinar aquí elcomplicado proceso histórico de este desa-rrollo; nos preguntamos solamente de quése trata realmente. La opción de vida delhombre se hace, en definitiva, con la muer-te; esta vida suya está ante el Juez. Su op-ción, que se ha fraguado en el transcursode toda la vida, puede tener distintas for-mas. Puede haber personas que han des-truido totalmente en sí mismas el deseo dela verdad y la disponibilidad para el amor.

falsa. Si de esta premisa se han derivado lasmás grandes crueldades y violaciones de lajusticia, no es fruto de la casualidad, sinoque se funda en la falsedad intrínseca deesta pretensión. Un mundo que tiene quecrear su justicia por sí mismo es un mun-do sin esperanza. Nadie ni nada respondedel sufrimiento de los siglos. Nadie ni nadagarantiza que el cinismo del poder –bajocualquier seductor revestimiento ideológicoque se presente– no siga mangoneando enel mundo. Así, los grandes pensadores dela escuela de Francfort, Max Horkheimer yTheodor W. Adorno, han criticado tanto elateísmo como el teísmo. Horkheimer ha ex-cluido radicalmente que pueda encontrarsealgún sucedáneo inmanente de Dios, perorechazando al mismo tiempo también laimagen del Dios bueno y justo. En una ra-dicalización extrema de la prohibición ve-terotestamentaria de las imágenes, él hablade la nostalgia del totalmente Otro, que per-manece inaccesible: un grito del deseo di-rigido a la historia universal. También Ador-no se ha ceñido decididamente a esta re-nuncia a toda imagen y, por tanto, excluyetambién la imagen del Dios que ama. Noobstante, siempre ha subrayado también es-ta dialéctica negativa y ha afirmado que lajusticia, una verdadera justicia, requeriríaun mundo «en el cual no sólo fuera supri-mido el sufrimiento presente, sino tambiénrevocado lo que es irrevocablemente pasa-

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Un mundoque tieneque crearsu justicia

por sí mismoes un mundo

sin esperanza.La fe en

el Juicio finales ante todoy sobre todoesperanza

Dios revela su rostroen la figura del que sufre

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Personas en las que todo se ha convertidoen mentira; personas que han vivido para elodio y que han pisoteado en ellas mismas elamor. Ésta es una perspectiva terrible, peroen algunos casos de nuestra propia historiapodemos distinguir con horror figuras deeste tipo. En semejantes individuos no ha-bría ya nada remediable y la destruccióndel bien sería irrevocable: esto es lo que seindica con la palabra infierno37. Por otro la-do, puede haber personas purísimas, quese han dejado impregnar completamentede Dios y, por consiguiente, están total-mente abiertas al prójimo; personas cuyacomunión con Dios orienta ya desde ahoratodo su ser y cuyo caminar hacia Dios leslleva sólo a culminar lo que ya son38.

46. No obstante, según nuestra expe-riencia, ni lo uno ni lo otro son el caso nor-mal de la existencia humana. En gran partede los hombres –eso podemos suponer–queda, en lo más profundo de su ser, una úl-tima apertura interior a la verdad, al amor,a Dios. Pero en las opciones concretas de lavida, esta apertura se ha empañado connuevos compromisos con el mal; hay muchasuciedad que recubre la pureza, de la que,sin embargo, queda la sed y que, a pesarde todo, rebrota una vez más desde el fon-do de la inmundicia y está presente en elalma. ¿Qué sucede con estas personas cuan-do comparecen ante el Juez? Toda la sucie-dad que han acumulado en su vida, ¿se ha-rá de repente irrelevante? O, ¿qué otra cosapodría ocurrir? San Pablo, en la PrimeraCarta a los Corintios, nos da una idea delefecto diverso del juicio de Dios sobre elhombre, según sus condiciones. Lo hacecon imágenes que quieren expresar, de al-gún modo, lo invisible, sin que podamostraducir estas imágenes en conceptos, sim-plemente porque no podemos asomarnosa lo que hay más allá de la muerte, ni te-nemos experiencia alguna de ello.

Pablo dice sobre la existencia cristiana,ante todo, que ésta está construida sobreun fundamento común: Jesucristo. Éste esun fundamento que resiste. Si hemos per-manecido firmes sobre este fundamento yhemos construido sobre él nuestra vida, sa-bemos que este fundamento no se nos pue-de quitar ni siquiera en la muerte. Y conti-núa: «Encima de este cimiento edifican conoro, plata y piedras preciosas, o con made-ra, heno o paja. Lo que ha hecho cada unosaldrá a la luz; el día del juicio lo manifes-tará, porque ese día despuntará con fuego yel fuego pondrá a prueba la calidad de ca-da construcción. Aquel cuya obra, cons-truida sobre el cimiento, resista, recibirá larecompensa, mientras que aquel cuya obraquede abrasada sufrirá el daño. No obstan-te, él quedará a salvo, pero como quien pa-sa a través del fuego» (3, 12-15). En todo ca-so, en este texto se muestra con nitidez quela salvación de los hombres puede tener di-versas formas; que algunas de las cosasconstruidas pueden consumirse totalmen-te; que para salvarse es necesario atravesarel fuego en primera persona para llegar a serdefinitivamente capaces de Dios y podertomar parte en la mesa del banquete nupcialeterno.

47. Algunos teólogos recientes piensanque el fuego que arde, y que a la vez salva,es Cristo mismo, el Juez y Salvador. El en-cuentro con Él es el acto decisivo del Juicio.Ante su mirada, toda falsedad se deshace.

Es el encuentro con Él lo que, quemándo-nos, nos transforma y nos libera para llegara ser verdaderamente nosotros mismos. Enese momento, todo lo que se ha construidodurante la vida puede manifestarse comopaja seca, vacua fanfarronería, y derrum-barse. Pero en el dolor de este encuentro,en el cual lo impuro y malsano de nuestroser se nos presenta con toda claridad, estála salvación. Su mirada, el toque de su co-razón, nos cura a través de una transfor-mación, ciertamente dolorosa, como a tra-vés del fuego. Pero es un dolor bienaven-turado, en el cual el poder santo de su amornos penetra como una llama, permitiéndo-nos ser por fin totalmente nosotros mis-mos y, con ello, totalmente de Dios. Así seentiende también con toda claridad la com-penetración entre justicia y gracia: nuestromodo de vivir no es irrelevante, pero nues-tra inmundicia no nos ensucia eternamen-te, al menos si permanecemos orientadoshacia Cristo, hacia la verdad y el amor. Afin de cuentas, esta suciedad ha sido yaquemada en la Pasión de Cristo. En el mo-mento del Juicio experimentamos y acoge-mos este predominio de su amor sobre to-do el mal en el mundo y en nosotros. Eldolor del amor se convierte en nuestra sal-vación y nuestra alegría. Está claro que nopodemos calcular con las medidas crono-métricas de este mundo la duración de es-te arder que transforma. El momento trans-formador de este encuentro está fuera delalcance del cronometraje terrenal. Es tiem-po del corazón, tiempo del paso a la co-munión con Dios en el Cuerpo de Cristo39.El Juicio de Dios es esperanza, tanto porquees justicia, como porque es gracia. Si fuerasolamente gracia que convierte en irrele-vante todo lo que es terrenal, Dios seguiríadebiéndonos aún la respuesta a la pregun-ta sobre la justicia, una pregunta decisivapara nosotros ante la Historia y ante Diosmismo. Si fuera pura justicia, podría ser alfinal sólo un motivo de temor para todosnosotros. La encarnación de Dios en Cristoha unido uno con otra –juicio y gracia– detal modo que la justicia se establece con

firmeza: todos nosotros esperamos nues-tra salvación «con temor y temblor» (Fil 2,12). No obstante, la gracia nos permite atodos esperar y encaminarnos llenos deconfianza al encuentro con el Juez, que co-nocemos como nuestro abogado, parakle-tos (cf. 1Jn 2, 1).

48. Sobre este punto hay que mencio-nar aún un aspecto, porque es importantepara la praxis de la esperanza cristiana. El ju-daísmo antiguo piensa también que se pue-de ayudar a los difuntos en su condiciónintermedia por medio de la oración (cf. porejemplo 2Mc 12, 38-45: siglo I a.C.) La res-pectiva praxis ha sido adoptada por los cris-tianos con mucha naturalidad y es comúntanto en la Iglesia oriental como en la occi-dental. El Oriente no conoce un sufrimien-to purificador y expiatorio de las almas en elmás allá, pero conoce ciertamente diversosgrados de bienaventuranza, como tambiénde padecimiento en la condición interme-dia. Sin embargo, se puede dar a las almasde los difuntos consuelo y alivio por mediode la Eucaristía, la oración y la limosna. Queel amor pueda llegar hasta el más allá, quesea posible un recíproco dar y recibir, en elque estamos unidos unos con otros con vín-culos de afecto más allá del confín de lamuerte, ha sido una convicción fundamen-tal del cristianismo de todos los siglos, y si-gue siendo también hoy una experienciaconsoladora. ¿Quién no siente la necesidadde hacer llegar a los propios seres queridosque ya se fueron un signo de bondad, degratitud o también de petición de perdón?Ahora nos podríamos hacer una preguntamás: si el purgatorio es simplemente el serpurificado mediante el fuego en el encuen-tro con el Señor, Juez y Salvador, ¿cómopuede intervenir una tercera persona, pormás que sea cercana a la otra? Cuando plan-teamos una cuestión similar, deberíamosdarnos cuenta que ningún ser humano esuna mónada cerrada en sí misma. Nuestrasexistencias están en profunda comunión en-tre sí, entrelazadas unas con otras a través demúltiples interacciones. Nadie vive solo.Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En

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La fe en el Juicio Final es,sobre todo, esperanza.

El Juicio Final,Miguel Ángel Buonarroti.

Capilla Sixtina,del Vaticano

Nuestro modode vivir no esirrelevante,pero nuestrainmundicia

no nos ensuciaeternamente,al menos si

permanecemosorientados

hacia Cristo,hacia la verdad

y el amor.En definitiva,esta suciedad

ha sido yaquemada

en la Pasiónde Cristo.

En el momentodel Juicio

acogemos estepredominiode su amorsobre todoel mal en el

mundoy en nosotros

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saluda a María, la Madre de Dios, como es-trella del mar: Ave maris stella. La vida hu-mana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Có-mo encontramos el rumbo? La vida es comoun viaje por el mar de la Historia, a menu-do oscuro y borrascoso, un viaje en el queescudriñamos los astros que nos indican laruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vi-da son las personas que han sabido vivirrectamente. Ellas son luces de esperanza.Jesucristo es ciertamente la luz por anto-nomasia, el sol que brilla sobre todas las ti-nieblas de la Historia. Pero para llegar has-ta Él necesitamos también luces cercanas,personas que dan luz reflejando la luz deCristo, ofreciendo así orientación para nues-tra travesía. Y ¿quién mejor que María podríaser para nosotros estrella de esperanza, Ellaque con su Sí abrió la puerta de nuestromundo a Dios mismo; Ella que se convir-tió en el Arca viviente de la Alianza, en laque Dios se hizo carne, se hizo uno de no-sotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn1, 14)?

50. Así, pues, la invocamos: Santa Ma-ría, tú fuiste una de aquellas almas humildesy grandes en Israel que, como Simeón, es-peró el consuelo de Israel (Lc 2, 25) y espe-raron, como Ana, la redención de Jerusa-lén (Lc 2, 38). Tú viviste en contacto íntimocon las Sagradas Escrituras de Israel, quehablaban de la esperanza, de la promesahecha a Abrahán y a su descendencia (cf.Lc 1, 55). Así comprendemos el santo te-mor que te sobrevino cuando el ángel deDios entró en tu aposento y te dijo que da-rías a luz a Aquel que era la esperanza de Is-rael y la esperanza del mundo. Por ti, por tuSí, la esperanza de milenios debía hacerserealidad, entrar en este mundo y su historia.Tú te has inclinado ante la grandeza de es-ta misión y has dicho Sí: «Aquí está la es-clava del Señor, hágase en mí según tu pa-labra» (Lc 1, 38). Cuando llena de santa ale-gría fuiste aprisa por los montes de Judeapara visitar a tu pariente Isabel, te conver-tiste en la imagen de la futura Iglesia que, ensu seno, lleva la esperanza del mundo porlos montes de la Historia. Pero junto con laalegría que, en tu Magnificat, con las pala-bras y el canto, has difundido en los siglos,conocías también las afirmaciones oscurasde los profetas sobre el sufrimiento del Sier-vo de Dios en este mundo. Sobre su naci-miento en el establo de Belén brilló el res-plandor de los ángeles que llevaron la bue-na nueva a los pastores, pero al mismo tiem-po se hizo de sobra palpable la pobreza deDios en este mundo. El anciano Simeón tehabló de la espada que traspasaría tu cora-zón (cf. Lc 2, 35), del signo de contradic-ción que tu Hijo sería en este mundo. Cuan-do comenzó después la actividad públicade Jesús, debiste quedarte a un lado, paraque pudiera crecer la nueva familia que Élhabía venido a instituir y que se desarrolla-ría con la aportación de los que hubieran es-cuchado y cumplido su palabra (cf. Lc 11,27s). No obstante toda la grandeza y la ale-gría de los primeros pasos de la actividad deJesús, ya en la sinagoga de Nazaret experi-mentaste la verdad de aquella palabra sobreel signo de contradicción (cf. Lc 4, 28ss).Así has visto el poder creciente de la hosti-lidad y el rechazo que progresivamente fuecreándose en torno a Jesús hasta la hora dela cruz, en la que viste morir como un fra-casado, expuesto al escarnio, entre los de-

lincuentes, al Salvador del mundo, el here-dero de David, el Hijo de Dios. Recibisteentonces la palabra: «Mujer, ahí tienes a tuhijo» (Jn 19, 26). Desde la cruz recibiste unanueva misión. A partir de la cruz te conver-tiste en madre de una manera nueva: madrede todos los que quieren creer en tu Hijo Je-sús y seguirlo. La espada del dolor traspasótu corazón. ¿Había muerto la esperanza? ¿Sehabía quedado el mundo definitivamentesin luz, la vida sin meta? Probablemente ha-brás escuchado de nuevo en tu interior, enaquella hora, la palabra del ángel, con lacual respondió a tu temor en el momento dela anunciación: «No temas, María» (Lc 1, 30).¡Cuántas veces el Señor, tu Hijo, dijo lo mis-mo a sus discípulos: No temáis! En la no-che del Gólgota, oíste una vez más estas pa-labras en tu corazón. A sus discípulos, antesde la hora de la traición, Él les dijo: «Tenedvalor: Yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).«No tiemble vuestro corazón ni se acobarde»( Jn 14, 27). «No temas, María». En la horade Nazaret el ángel también te dijo: «Su rei-no no tendrá fin» (Lc 1, 33). ¿Acaso habíaterminado antes de empezar? No, junto a lacruz, según las palabras de Jesús mismo, teconvertiste en madre de los creyentes. Conesta fe, que en la oscuridad del Sábado San-to fue también certeza de la esperanza, tehas ido a encontrar con la mañana de Pas-cua. La alegría de la Resurrección ha con-movido tu corazón y te ha unido de modonuevo a los discípulos, destinados a con-vertirse en familia de Jesús mediante la fe.Así, estuviste en la comunidad de los cre-yentes, que en los días después de la As-censión oraban unánimes en espera del dondel Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14), que reci-bieron el día de Pentecostés. El reino de Je-sús era distinto de como lo habían podidoimaginar los hombres. Este reino comenzóen aquella hora y ya nunca tendría fin. Poreso tú permaneces con los discípulos co-mo madre suya, como Madre de la espe-ranza. Santa María, Madre de Dios, Madrenuestra, enséñanos a creer, esperar y amarcontigo. Indícanos el camino hacia su reino.Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guí-anos en nuestro camino.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el30 de noviembre, fiesta del Apóstol sanAndrés, del año 2007, tercero de mi pon-tificado.

mi vida entra continuamente la de los otros:en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Yviceversa, mi vida entra en la vida de losdemás, tanto en el bien como en el mal. Así,mi intercesión en modo alguno es algo aje-no para el otro, algo externo, ni siquieradespués de la muerte. En el entramado delser, mi gratitud para con él, mi oración porél, puede significar una pequeña etapa de supurificación. Y, con esto, no es necesarioconvertir el tiempo terrenal en el tiempo deDios: en la comunión de las almas quedasuperado el simple tiempo terrenal. Nuncaes demasiado tarde para tocar el corazóndel otro y nunca es inútil. Así se aclara aúnmás un elemento importante del conceptocristiano de esperanza. Nuestra esperanza essiempre y esencialmente también esperan-za para los otros; sólo así es realmente es-peranza también para mí40. Como cristia-nos, nunca deberíamos preguntarnos sola-mente: ¿cómo puedo salvarme yo mismo?Deberíamos preguntarnos también: ¿quépuedo hacer para que otros se salven y pa-ra que surja también para ellos la estrellade la esperanza? Entonces habré hecho elmáximo también por mi salvación perso-nal.

María, estrella de la esperanza

49. Con un himno del siglo VIII/IX, portanto de hace más de mil años, la Iglesia

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Nadie vivesolo.

Ninguno pecasolo.

Nadie se salvasolo.

En mi vidaentra

continuamentela de los otros

María, estrellade la esperanza.

Virgen gótica.Capilla del Cristo,

de la catedralde Burgos

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Notas

ÍndiceIntroducción 3

La fe es esperanza 3

El concepto de esperanza basada en la fe en el Nuevo Testamento y en la Iglesia primitiva 4

La vida eterna ¿qué es? 6

¿Es individualista la esperanza cristiana 7

La transformación de la fe-esperanza cristiana en el tiempo moderno 8

La verdadera fisonomía de la esperanza cristiana 10

Lugares de aprendizaje y del ejercicio de la esperanza 12

I. La oración como escuela de la esperanza 12

II. El actuar y el sufrir como lugares de aprendizaje de la esperanza 13

III. El Juicio como lugar de aprendizaje y ejercicio de la esperanza 15

María, estrella de la esperanza 18

1. Cf. Corpus Inscriptionum Latinarum, vol. VI, n. 26003.2. Cf. Poemas dogmáticos, V, 55-64: PG 37, 428-429.3. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1817-1821.4. Summa Theologiae, II-II, q.4, a.1.5. H. Köster: ThWNT VIII (1969), 585.6. De excessu fratris sui Satyri, II, 47: CSEL 73, 274.7. Ibíd., II, 46: CSEL 73, 273.8. Cf. Ep. 130 Ad Probam 14, 25-15, 28: CSEL 44, 68-73.9. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1025.10. Jean Giono, Les vraies richesses (1936), Préface, Paris 1992, pp.18-20; cf. Henri de Lu-bac, Catholicisme. Aspects sociaux du dogme, Paris 1983, p.VII.11. Ep. 130 Ad Probam 13, 24: CSEL 44, 67.12. Sententiae, III, 118 : CCL 6/2, 215.13. Cf. ibíd., III, 71: CCL 6/2,107-108.14. Novum Organum I, 117.15. Cf. ibíd., I, 129.16. Cf. New Atlantis.17. En Werke IV: W. Weischedel, ed. (1956), 777.18. I. Kant, Das Ende aller Dinge: Werke IV, W. Weischedel, ed. (1964), 190.19. Capítulos sobre la caridad, Centuria 1, cap 1: PG 90, 965.20. Cf. ibíd.: PG 90, 962-966.

21. Conf. X 43, 70: CSEL 33, 279.22. Sermo 340, 3: PL 38, 1484; cf. F. van der Meer, Agustín pastor de almas, Madrid 1965, 351.23. Sermo 339, 4: PL 38, 1481.24. Conf. X, 43, 69: CSEL 33, 279.25. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 2657.26. Cf. In 1 Joannis 4, 6: PL 35, 2008s.27. Cf. Testigos de esperanza, Ciudad Nueva, Madrid 2000, 135s.28. Breviario Romano, Oficio de Lectura, 24 noviembre.29. Sermones in Cant. Serm. 26,5: PL 183, 906.30. Negative Dialektik (1966), Tercera parte, III, 11: Gesammelte Schriften, vol. VI, Frank-furt/Main 1973, 395.31. Ibíd., Segunda parte, 207.32. Cf. DS, 806.33. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 988-1004.34. Cf. ibíd., n. 1004.35. Cf. Tractatus super Psalmos, Ps. 127, 1-3: CSEL 22, 628-630.36. Gorgias 525a-526c.37. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1033-1037.38. Cf. ibíd., nn. 1023-1029.39. Cf. ibíd., nn. 1030-1032.40. Cf. ibíd., n. 1032.

Los Magos ante Herodes y ofreciendo sus dones a Jesús, en el regazo de María. Ilustración de la Biblia de Ripoll (siglo XI). Biblioteca Apostólica Vaticana

Page 20: La esperanza cristiana

Durero y Cranach. Arte y huma-nismo en la Alemania del Re-nacimiento es el título de la ex-posición que la Fundación Ca-ja Madrid, junto con el Museo

Thyssen-Bornemisza, ofrecen al público, enMadrid, hasta el próximo 6 de enero.

Se trata de un recorrido por la conocidacomo Edad dorada del arte alemán, y queabarca desde mediados del siglo XV hasta lasprimeras décadas del siglo XVI. Una época, elRenacimiento, de gran esplendor en las artesvisuales de Alemania e Italia, concebidas demuy distinta manera en ambos países.

En la exposición se presenta una cuidadaselección de más de doscientas obras entrepinturas, dibujos y grabados, expuestos, mu-chos de ellos, por primera vez en nuestro

país. Las obras están repartidas entre la se-de del Museo Thyssen-Bornemisza (Paseodel Prado, 8), y la sede de la Fundación Ca-ja Madrid, conocida como Casa de las Alha-jas (Plaza de San Martín, 1).

El mundo de los artistas es el tema prin-cipal de la parte de la muestra que albergael Museo Thyssen, en el que el visitante pue-de observar la evolución formal y social dela pintura alemana de aquella época. Por suparte, la Fundación Caja Madrid acoge Unmundo en conflicto, con aquellas obras quemejor ilustran la relación entre la pintura yla conflictiva vida espiritual y cortesana quevivió la Alemania del Renacimiento.

El período elegido para esta exposiciónse encuentra delimitado entre el año del na-cimiento de Alberto Durero, 1471, hasta los

RAÍCESΩΩ20

6-XII-2007AA

Organizado por la Fundación Caja Madrid y el Museo Thyssen-Bornemisza

La época de Durero

Una cuidada selección de doscientas obras, entre dibujos, grabados y pinturas, de los mejores artistas del Renacimiento alemán, se muestran, hasta el próximo 6 de enero en Madrid, en la exposiciónDurero y Cranach. Arte y humanismo en la Alemania del Renacimiento. La exposición tiene dos sedes: el Museo Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado, 8), y la sede de la Fundación Caja-Madrid (Plaza de San Martín, 1)

Jesús entre los doctores. Alberto Durero. (1596)Cabeza de anciano con gorro rojo. Alberto Durero (1520)

La Virgen y el Niño con un racimo de uvas. Lucas Cranach. (1553)

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años 50 del siglo XVI. Este pintor, nacidoen Nuremberg en el seno de una familia deorfebres de origen húngaro, llegó a tenertanta importancia en el terreno de las artesvisuales, que a la edad dorada de la pinturaalemana se la llegó a conocer también comoDürerzeit (el tiempo de Durero). Al mismotiempo que se le llamó Lutherzeit, o tiem-po de Lutero, ya que son éstos los momen-tos del inicio de la Reforma.

En este tiempo, donde Durero fue con-siderado como Príncipe de los artistas, des-tacaron también grandes pintores comoMatthias Grünewald, Lucas Cranach, oHans Baldung. Los temas que les preocu-pan son las diversas maneras de represen-tar la realidad, la relación del arte con elpasado, la representación de una nuevaidea de la ciencia, la experiencia religiosao la imagen de la persona. Al mismo tiem-po, se nota la preocupación por el papeldel artista, o por la creación artística en símisma.

Además, una peculiaridad de Alberto Du-rero fue la importancia que le dió a la ne-cesidad del aprendizaje teórico de los artis-tas, algo que echaba en falta en sus con-temporáneos alemanes y que sí que teníanen cuenta, en cambio, los italianos. A pesarde ello, nunca dejó de considerarlo un artevisual: «El arte de los pintores está hechopara los ojos, ya que el sentido más nobledel hombre es la vista».

A. Llamas Palacios

RAÍCES 6-XII-2007ΩΩ21 AA

La adoración de los Magos.

Alberto Durero (1504)

Autorretrato. Alberto Durero (1498)

Retrato de una mujerveneciana. AlbertoDurero (1506)

Retrato de MartínLutero. Lucas Cranach(1526)

Page 22: La esperanza cristiana

LA FOTOΩΩ

6-XII-2007AA

Urge despertar

22

Raúl Centeno tenía 24 años, pa-dre, madre, un hermano y no-via; y toda la ilusión y la es-

peranza de una vi-da por delante, a laque tenía pleno de-recho. Tres asesinosque no actúan co-mo los seres huma-nos que son acaba-ron con su vida conun tiro en la nuca.Fernando Traperotiene 23 años; lostiene todavía, al cie-rre de esta edición, aunque no seregistra actividad en su cerebro. Losmismos asesinos han destrozado suvida y la de su familia. Ambos erannaturales de Madrid. El cardenal ar-zobispo de Madrid y sus obisposauxiliares, en nombre de toda la ar-chidiócesis madrileña, han expre-sado su rotunda condena de esteatentado y la «urgente necesidadde que se despierten las concien-cias frente al fenómeno terrorista,como realidad inseparable que esdel creciente desprecio a la vidahumana, que ha ido progresivamen-te introduciéndose en la sociedadespañola, afectando incluso a insti-tuciones cuya misión, precisamen-te, consiste en salvaguardar la vidaen sus distintos órdenes». Una vezmás, es preciso recordar, y la Con-ferencia Episcopal Española ha vuel-to a hacerlo en su comunicado decondena, que «el terrorismo es in-trínsecamente perverso»; los católi-cos saben que no pueden negar, opasar por alto, este juicio sin contra-decir su conciencia cristiana y, enconsecuencia, sin ir contra la lógi-ca de la comunión de la Iglesia.

Al comienzo del Adviento, tiem-po de esperanza, san Pablo nos haavisado, una vez más: «Es hora dedespertar». También es hora, desdeluego, de dar gracias a Raúl y a Fer-nando por su vida y su servicio en laGuardia Civil. Y también es hora depedirles perdón, a ellos y a sus fami-liares. En las fotos, la emoción deSu Majestad el Rey, al rendir a Raúlhomenaje póstumo, y, la de sus pa-dres al recoger la Bandera nacionaly las condecoraciones que cubríansu féretro.

Page 23: La esperanza cristiana

«La fe que amo más, dice Dios,es la esperanza. La caridad nome sorprende. Lo que me ad-

mira es la esperanza. Esa pequeña es-peranza que parece de nada. Esa niñi-ta esperanza. Inmortal… La Fe es unaEsposa fiel. La Caridad es una Madre.Una madre ardiente, toda corazón. LaEsperanza es una niñita de nada. Quevino al mundo el día de Navidad. Esaniñita de nada. Sola, llevando a lasotras, atravesará los mundos». Estasbellas, buenas y verdaderas palabrasdel Charles Péguy, en El pórtico delMisterio de la Segunda Virtud, pue-den introducirnos bienen la lectura de la es-pléndida segunda encí-clica que acaba de rega-larnos Benedicto XVI,en la misma víspera delinicio del Adviento, jus-tamente el tiempo porexcelencia de la espe-ranza, la gran esperan-za sin la cual todas lasotras son incapaces dellenar el corazón. «Estagran esperanza –dice el Papa– sólopuede ser Dios, que abraza el univer-so y que nos puede proponer y darlo que nosotros por sí solos no pode-mos alcanzar».

Ciertamente, «Dios es el funda-mento de la esperanza; pero no cual-quier dios, sino el Dios que tiene unrostro humano y que nos ha amadohasta el extremo, a cada uno en par-ticular y a la Humanidad en su con-junto». La fe cristiana nace del en-cuentro con este rostro humano, dise-ñado en el vientre de esa niñita denada que atraviesa los mundos yabraza el universo, como le sucedió ala pequeña esclava africana JosefinaBakhita. Llegar así a conocer a Dios,al Dios verdadero, «es lo que signifi-ca recibir esperanza»; habiendo co-nocido que era amada, y precisamen-te por el Señor supremo, ella «ya nose sentía esclava, sino hija libre deDios». Antes de conocer a Jesucristo,los hombres «estaban en el mundosin esperanza y sin Dios; sin espe-ranza –concluye Benedicto XVI– por-que estaban sin Dios». Y después, conla llegada de la modernidad, la fe-es-peranza cristiana ve desdibujarse surostro humano y va quedando redu-cida a la intimidad del individuo, por-que ahora –escribe el Papa– la reden-ción de la vida social «ya no se espe-ra de la fe, sino de la correlación ape-nas descubierta entre ciencia ypraxis»; ahora, la esperanza se llamafe en el progreso.

Se constata «que elcristianismo moderno,ante los éxitos de laciencia en la progresi-va estructuración delmundo, se ha concen-

trado en gran parte sólo sobre el indi-viduo y su salvación». De este modo,«la esperanza bíblica del reino de Diosha sido reemplazada por la esperanzadel reino del hombre». Pero «si el pro-greso técnico no se corresponde conun progreso en la formación ética delhombre, con el crecimiento del hom-bre interior, no es un progreso, sinouna amenaza para el hombre y para elmundo». ¡Cómo, y con cuánto dolor, lohemos constatado en el último siglo!Conviene recordar las premisas, «lasdos etapas» de esta nueva esperanza,tan alejada ya del rostro humano deDios. «Está, en primer lugar, la Revolu-ción Francesa como el intento de ins-taurar el dominio de la razón y de lalibertad». Y «después de la revoluciónburguesa de 1789 había llegado la ho-ra de una nueva revolución, la prole-taria: el progreso no podía avanzarsimplemente de modo lineal a peque-ños pasos. Hacía falta el salto revolu-cionario. Karl Marx recogió esta lla-mada». Y añade el Santo Padre: «Al ha-ber desaparecido la verdad del másallá, se trataría ahora de establecer laverdad del más acá», de tal maneraque el progreso «ya no viene simple-mente de la ciencia, sino de la políti-ca». Si creer que el hombre sería redi-mido por la ciencia se ha demostradoesperanza falaz, más aún lo es el te-rrible error de Marx olvidando «queel hombre es siempre hombre» y «quela libertad es siempre libertad, inclu-so para el mal». Ni la ciencia, ni las

estructuras económicas podían redi-mir al hombre. El hombre sólo «es re-dimido por el amor».

La libertad, junto con la razón, enal-tecidas por la Ilustración como lasnuevas divinidades a adorar, en lugardel Dios con rostro humano, nacidode María Virgen y que nos ha amadohasta el extremo, no podían menosque derrumbarse estrepitosamente.«¿Cuándo domina realmente la razón?–se pregunta Benedicto XVI–. ¿Acasocuando se ha apartado de Dios?» Y«hablando de libertad», ¿acaso es posi-ble sin Aquel «que es fundamento ymeta de nuestra libertad»? ¡Ya hemosvisto sobradamente a qué niveles deinhumanidad han conducido estos fal-sos dioses de la modernidad! La ra-zón y la fe –recuerda el Papa– «se ne-cesitan mutuamente», como el hom-bre mismo «necesita a Dios», pues «delo contrario queda sin esperanza». Por-que necesitamos «una esperanza quevaya más allá» de lo que alcanzannuestras fuerzas. La verdadera espe-ranza que nos asegura el futuro de fe-licidad infinita para el que ha sido he-cho nuestro corazón no puede ser otraque esa niñita de nada con rostro hu-mano, que llevando de la mano a lafe y al amor atraviesa los mundos yabraza el universo. No podía ser fa-bricada por el hombre. Es el regalo deDios, y por tanto esta niñita de nada,en realidad, es la «esperanza más gran-de que no puede ser destruida ni si-quiera por frustraciones en lo peque-ño ni por el fracaso en los aconteci-mientos de importancia histórica». Na-da, pues, más indispensable para vivir,en todos los órdenes de la vida, queser iluminados por este precioso ros-tro humano de la esperanza.

CRITERIOS 6-XII-2007ΩΩ23 AA

Los hijos sonde los padres

La nueva asignatura deEducación para la

ciudadanía, tal y como estáplanteada hasta la fecha, esincompatible con el derechoque tienen los padres a educarmoralmente a sus hijos. Loshijos son de los padres, no delEstado ni de Gobierno alguno.Por otra parte, esta materiaplantea una ética relativista ydefiende términos y conceptosde la ideología de género que, anuestro juicio, las personasresponsables y amantes de lalibertad y, por supuesto, loscatólicos, no pueden aceptar sinmás. Además, la ComisiónPermanente de la ConferenciaEpiscopal Española hadeclarado que el contenido dela asignatura no es conformecon la doctrina social de laIglesia, porque se opone a laconcepción de la persona y dela moral.

Teniendo en cuenta que estaasignatura será obligatoria paratodos los alumnos en todos loscentros escolares, quiero señalarque la gravedad de la situaciónno admite posturas pasivas niacomodaticias. Antes bien, hade motivarnos a actuar de modoresponsable, respetuoso ycomprometido, recurriendo alos medios legítimos paradefender la libertad deconciencia y de enseñanza, quees lo que está en juego.

Estamos de acuerdo en quetodo lo que hagamos paraayudar a los padres en favor dela educación integral de sushijos es positivo y bienvenido.¿Es éste el caso de la Educaciónpara la ciudadanía? Nos pareceque no en su totalidad.

Ante la negativa delMinisterio de revisar elcontenido de Educación para laciudadanía, o declarar lamateria optativa, apoyamos lapropuesta hecha por diversasorganizaciones familiares paradefenderse ante esta imposicióna través del derechoconstitucional de la objeción deconciencia, por representar éstala forma legítima y acertada decumplir como ciudadanosresponsables en uso de susderechos constitucionalesrespecto a la libertad ideológicay religiosa.

+ Francisco Cerro Chavesobispo de Coria-Cáceres

El rostro humano de la esperanza

Page 24: La esperanza cristiana

almente se quisieran evitar, la Administra-ción ya habría actuado.

Lo que se ha sabido estos días –y que sesabía ya– es tan estremecedor que exige deforma automática hacer algo. Por su expe-riencia en este campo, Miró siente bastanterecelo ante las campañas públicas que in-vitan a la gente a presentar denuncias anteun hecho; pues, aunque la «buena voluntadpor sí sola tiene valor, no sirve» para teneruna influencia real en la vida pública: «Noacostumbran a funcionar, e inmunizan a losjueces». En el caso concreto de su querellacontra Ginemedex, por ejemplo, los Juecesse la pasaban unos a otros con la excusa deque en otros Juzgados ya había denunciaspresentadas. Tardaron medio año en con-seguir que un juzgado la aceptara.

Dentro de esta estrategia de no hacer es-fuerzos inútiles, la asociación de Miró no seplantea iniciar otros procesos contra abor-torios, pues quieren centrarse en que el yaexistente «vaya bien, y se amplíe a la Admi-nistración». Esto, sin embargo, no le impiderecordar que, mientras, queda abierto otrofrente para las organizaciones de laicos: «Pe-dir una reglamentación legislativa clara yconcreta». No es la situación ideal, pero «lasalcachofas se comen de hoja en hoja». Tam-bién invita a los interesados a reforzar con sulabor a organizaciones ya constituidas, envez de actuar individualmente.

María Martínez López

Se ha hablado mucho, estos días, del re-portaje en el Daily Telegraph británi-co en 2004, y del reportaje, con cáma-

ra oculta, de la televisión pública danesa.Ha pasado desapercibido, sin embargo, queel primero se inspiró en una investigaciónde la policía inglesa sobre una organizaciónque enviaba mujeres a Barcelona, y que,tras el segundo, el tema llegó hasta el Par-lamento danés. Mientras, en España, el Co-legio Oficial de Médicos de Barcelona notomaba medidas y la Administración sóloimponía sanciones administrativas. Esto fuelo que empujó a la organización católica E-cristians a presentar una querella, por pri-mera vez en su historia, explica don JosepMiró i Ardèvol, su Presidente. A los delitosde aborto se añadía el de asociación ilíci-ta, por el montaje necesario para que la redfuncionara; y también se acusaba a la Ad-ministración sanitaria de negligencia, algoque creen que «se desarrollará cuando selevante el secreto de sumario».

Miró está sorprendido por la actuaciónde la Justicia, y subraya que tanto la juezcomo la fiscal son mujeres. Todo lo sucedi-do «debería ser un punto de inflexión», por-que «está documentado que no es el únicocaso». Pero el problema es que el aborto esun cáncer «con metástasis; todos los partidosestán comprometidos». Es más –asegura–,«la propia Administración incentiva el abor-to». Miró cree que la baja tasa de abortosen los centros públicos se debe no tanto a laobjeción de conciencia, como a que «tienen

instrucciones de que se mande a las mujeresa las clínicas privadas, a menos que esténdentro de los supuestos despenalizados»;es decir, se manda a las mujeres a los cen-tros privados a sabiendas de que esos abor-tos son ilegales.

La otra cara del fomento de abortos ile-gales es su financiación, a través de conve-nios con las clínicas y de otros sistemas, co-mo la Fundación catalana Salut i familia,que, según Miró, recibe de la Generalidadsubvenciones de hasta 600.000 euros, queutiliza entre otras cosas para financiar abor-tos. Una contribución que permite que, co-mo ha publicado estos días La Gaceta delos negocios, las empresas de Morín hayanfacturado unos cuatro millones y medio deeuros al año. El Presidente de E-cristiansestá convencido de que la enorme cantidadde centros abortistas de España no se podríamantener sólo con abortos legales, comocon el hecho de que, después del reportajeen la televisión danesa, Morín se asustaray dejara de practicar los abortos más tardí-os durante unos meses. Volvió a ellos «por-que sus ingresos bajaron mucho».

Fraude y asesinatos de bebés completa-mente viables se ven con total naturalidad,como atestigua el hecho de que uno de losresponsables de la ACAI (Asociación de Clí-nicas Acreditadas para la Interrupción Vo-luntaria del Embarazo) explicara en público,en un encuentro de centros abortistas enRoma, por qué se realizan abortos ilegalesen España. Su interpretación era que, si re-

TESTIMONIOΩΩ24

6-XII-2007AA

Entrevista con don Josep Miró i Ardèvol, Presidente de E-cristians

Aborto provocado:cáncer con metástasisLa organización E-cristians ha sido protagonista estos días por el efecto que ha obtenido su querella contra los abortorios de Carlos Morín. Su Presidente explica a Alfa y Omega algunos aspectos del cáncer del aborto en España

Carlos Morín contempla cómo

la Guardia Civil registrauno de sus centros

de exterminio

Más frentes

Se está tramitando otra denuncia contra los abortorios deCarlos Morín, presentada, casi a la vez que la de E-

cristians, por el Centro Jurídico Tomás Moro en el Juzgadonúmero 3 de Barcelona. Su Presidente, don Javier PérezRoldán, espera que los datos aportados por ellos se incluyanen la querella de aquéllos. Pérez está convencido de que esun punto de inflexión, pues, «hasta ahora, nunca ha habidoganas de perseguir el aborto, y la gente no se atreve adeclarar. Ahora será más creíble de cara a los jueces». EnMadrid, hay otro proceso abierto (bastante paralizado demomento) contra la clínica Isadora, por tirar los cadáveres defetos abortados a la basura. Javier Pérez explica que,«normalmente, acompañan a los abortos otras muchasirregularidades». Por ejemplo, en los últimos tiempos se estánacumulando, sobre todo en Estados Unidos, las denunciascontra promotores del aborto por encubrir abusos de menores(se está investigando también en el caso de Rosita, la niñanicaragüense utilizada para promover el aborto hace años) odiversos tipos de fraude administrativo.

Page 25: La esperanza cristiana

EL DÍA DEL SEÑOR 6-XII-2007ΩΩ25 AA

El apostolado en el ambiente social, es decir, el afán por informar con espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de lacomunidad en la que cada uno vive, es hasta tal punto un deber y una obligación propia de los laicos que nunca podrá ser realizada convenientemente

por otros. En este campo, los laicos pueden ejercer el apostolado del semejante con el semejante. Ahí complementan el testimonio de la vida con eltestimonio de la palabra. Ahí, en el campo del trabajo, de la profesión, del estudio, de la vecindad, del descanso, de la convivencia, son los más aptos paraayudar a los hermanos. Los laicos cumplen en el mundo esta misión de la Iglesia, ante todo, con la coherencia entre su vida y su fe, por la que se conviertenen luz del mundo; con la honradez en cualquier negocio, con la que atraen a todos al amor de la verdad y del bien y, finalmente, a Cristo y a la Iglesia; conel amor fraterno, por el que, participando de las condiciones de vida, los trabajos, dolores y aspiraciones de los hermanos, disponen, casi sin hacerlo notar,los corazones de los demás para la acción de la gracia salvadora; con la plena conciencia de su participación en la construcción de la sociedad, por la quese esfuerzan en desempeñar su actividad doméstica, social y profesional con magnanimidad cristiana. Así, su forma de actuar impregna paulatinamente elambiente de su vida y de su trabajo. Este apostolado incumbe a todos allí donde se encuentren y no debe excluir ningún bien espiritual o temporal quetengan posibilidad de aportar. Pero los verdaderos apóstoles no se contentarán sólo con esta acción, sino que se esforzarán en anunciar a Cristo al prójimotambién con la palabra. Pues muchos hombres sólo pueden recibir el Evangelio y conocer a Cristo a través de los laicos que les están cercanos.

Decreto Apostolicam actuositatem, 13

Esto ha dicho el Concilio

«Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego». Bau-tizarse es sumergirse en el agua para purifi-carse, para dejar atrás una vida vieja y reno-

varse con la lozanía de un buen baño. La llegada delque viene como salvación definitiva de Dios para loshombres, Jesucristo, pone en marcha todo un movi-miento de arrepentimiento, de conversión, de renova-ción personal y comu-nitaria. Preparad el ca-mino del Señor.

Alguien se atrevió adecir que el grito revo-lucionario, que hatransformado el mun-do, ha sido: «Proleta-rios del mundo entero,uníos». Es un grito quebrota del marxismo.Ese grito ha sembrado,en la historia recientede la Humanidad, odioy destrucción, lucha declases y enfrentamien-to. Ese grito ha queda-do sofocado por el ro-tundo fracaso del mar-xismo verificado en laHistoria, incapaz deconducir al hombre aun progreso integral.

El grito que, sin em-bargo, ha trasformadorealmente el mundoes: «Pecadores delmundo entero, conver-tíos». Es el grito de unDios con entrañas demisericordia y de per-dón, deseoso de res-taurar al hombre roto por sus extravíos. Es el Dios que,en las distintas etapas de la Historia, se dirige al hombrepara llevarlo a la plenitud. Éste es el grito de Juan elBautista, que prepara los corazones para la venida delSeñor.

Juan Bautista nos invita a la conversión, a la peni-tencia, a señalar con nuestra vida Quién es el salvador

del mundo, Jesucristo, el cordero que quita el pecado ynos hace hijos de Dios. Juan el Bautista nos lo anunciacon su vida penitente y austera, con la humildad dequien señala a Otro e impide que la gente se quedecon él. Sólo en Jesucristo hay salvación, porque sola-mente Él es Dios como su Padre y hombre como noso-tros. Todas las demás propuestas de salvación se quedan

a medio camino, aun-que tengan elementosde verdad en su dis-curso. Sólo en Jesu-cristo el hombre es di-vinizado, llega a serplenamente hombre.

Esta vida que nostrae Jesús entra en elcorazón de quien leacoge como el fuegoque enciende, trans-forma, purifica e ilu-mina. Es el EspírituSanto, amor personalde Dios, que Jesús de-rrama en nuestros co-razones. «He venido atraer fuego a la tierra,y estoy deseando quearda». La venida de Je-sús en la noche santade la Navidad será co-mo un incendio deamor, que quiere des-terrar todo egoísmo denuestro corazón. Serácomo un fulgor de luzen la noche de lostiempos, que conduz-ca nuestros pasos porlos caminos de la paz.

La noche santa de la Navidad, que se acerca, nos invitaa convertirnos a Dios, dejando a un lado las obras de lastinieblas y del pecado. Escuchemos el grito del Bautis-ta: «Pecadores del mundo entero, convertíos».

+ Demetrio Fernández obispo de Tarazona

Evangelio

Por aquel tiempo, Juan Bautista sepresentó en el desierto de Judea

predicando:«Convertíos, porque está cerca el

reino de los cielos. Éste es el queanunció el profeta Isaías diciendo:Una voz grita en el desierto: Prepa-rad el camino del Señor, allanad sussenderos».

Juan llevaba un vestido de pielde camello, con una correa de cueroa la cintura, y se alimentaba de sal-tamontes y de miel silvestre.

Acudía a él toda la gente de Je-rusalén, de Judea y del valle del Jor-dán; confesaban sus pecados y él losbautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y sa-duceos venían a que los bautizara,les dijo: «Raza de víboras, ¿quién osha enseñado a escapar de la ira in-minente? Dad el fruto que pide laconversión. Y no os hagáis ilusionespensando: Abrahán es nuestro pa-dre, pues os digo que Dios es capazde sacar hijos de Abrahán de estaspiedras. Ya toca el hacha la base delos árboles, y el árbol que no da buenfruto será talado y echado al fuego.

Yo os bautizo con agua para queos convirtáis; pero el que viene de-trás de mí puede más que yo, y nomerezco ni llevarle las sandalias. Élos bautizará con Espíritu Santo y fue-go. Él tiene el bieldo en la mano:aventará su parva, reunirá su trigoen el granero y quemará la paja enuna hoguera que no se apaga».

Mateo 3, 1-12

Segundo Domingo de Adviento

Convertíos

Mosaico del ábside de la basílica romana de San Clemente (siglo XII)

Page 26: La esperanza cristiana

AQUÍ Y AHORAΩΩ26

6-XII-2007AA

Pero nunca servicio público, porque esa de-nominación sólo la tienen aquellos orga-nismos o empresas cuya titularidad es dela Administración. Por lo tanto, si admiti-mos que somos servicio público, es tantocomo admitir que quienes deben mandaren el colegio son, exclusivamente, las au-toridades educativas.

Vivimos un momento muy difícil enmateria educativa. Pero, al mismo tiempo,¿no le alegra el comprobar cómo la so-ciedad está más implicada que nunca enla importancia del proceso educativo?

Me parece estupendo porque yo creoque la sociedad estaba un poco aletargadacomo consecuencia del momento de bie-nestar en el que vivimos. ¿Qué es lo estu-pendo? Que la sociedad está despertando,se está dando cuenta de lo que se juega,de que se juega el futuro de sus hijos y elfuturo de España. La influencia de la edu-cación en la sociedad es total. Basta ver,por ejemplo, lo que han producido las ikas-tolas.

¿Cómo se siente al comprobar que hay

actitudes, como la de la FERE, que sonopuestas a la lucha que ustedes estánmanteniendo?

Ha habido momentos de tristeza. Si otrasorganizaciones –FERE entre ellas– se hu-bieran unido a esta reclamación, a esta vozde los padres, de las asociaciones, de loscolegios, ni la LOE ni Educación para laciudadanía habrían salido adelante. El Go-bierno ha conseguido el divide y vencerás.Y eso es algo que nos duele a todos, porquetodos tenemos el mismo objetivo, que esformar a personas felices.

Los datos del informe PISA son, denuevo, desalentadores. ¿Dónde está la raíz del problema?

Es que seguimos inmersos en una ley quetiró abajo la obtención de la calidad que me-recíamos: la LOGSE –no la LOE, que es la hi-ja aumentada de la LOGSE–. La pena es queno hubo ocasión de buscar una alternativacon la que se plantease el valor del esfuerzoy se recuperasen los valores –humanos y cris-tianos, que yo los uno, no me da vergüenzadecir que la sociedad necesita los valores cris-tianos–. Si no se lleva a cabo, y no lo ha hechoesta ley, no me extraña el informe PISA.

María Solano

30años dedicados a la educacióndefendiendo la libertad. ¿Aúnhace falta defender la libertad?

Sí, porque, desde la creación de la CE-CE –y se crea precisamente para eso–, lalibertad siempre ha estado amenazada.Hablamos de la libertad y, específica-mente, de la libertad de enseñanza. A mílo que me gusta es hablar de la educa-ción en libertad, para que se entienda realmente el significado de la palabra edu-cación.

¿Por qué se hace necesario recuperarla ilusión de educar, uno de los ejes entorno a los que ha girado este Congreso?

Hay una crisis tremenda en la educaciónpor la desilusión, por la falta de reconoci-miento de los profesores, de la labor queestá haciendo cada centro educativo com-plementando la acción de la familia. La es-cuela tiene que recuperar la ilusión por edu-car y saber que lo que está haciendo va a re-percutir en toda la sociedad. Sin ilusión y sinvocación es imposible que se obtengan bue-nos resultados.

En su opinión, uno de los grandes pro-blemas que tiene la escuela concertadacon la nueva Ley de Educación es quedetermina que es un servicio público.¿Por qué?

Eso ha sido una maniobra que no he-mos conseguido sacar de la LOE a pesar delas enmiendas. No queremos que se nosconsidere servicio público, sino servicioesencial o, si se quiere, servicio al público.

Entrevista con la Presidenta de la patronal de enseñanza CECE, tras su Congreso nacional

«La sociedad se está dandocuenta de lo que se juega»

Doña Isabel Bazo ha hablado con Alfa y Omega, a su regreso de Santander, donde se ha celebrado el XXXV Congreso Nacional de la patronal de la enseñanza CECE(Confederación Española de Centros de Enseñanza), que aglutina a 5.000 centros

Cinco merecidos Premios

En esta edición de su Congreso nacional, la patronal de centros de enseñanza CECE ha querido hacerentrega de cinco galardones a personas o entidades que han luchado duramente por defender la

educación: la Orden de San Agustín, a la que pertenecía el fundador de la CECE, la Fundación San PabloCEU, el Foro Español de la Familia, la Hermana María Rosa de la Cierva y el periódico Magisterio.

Isabel Bazo (segunda por la izquierda), en la inauguración del Congreso nacional de CECE

Page 27: La esperanza cristiana

AQUÍ Y AHORA 6-XII-2007ΩΩ27 AA

Muchas son las razones que nos ofrecen las más variadas ex-periencias de la vida diaria, en nuestro entorno más próxi-mo y en el ámbito más amplio de la sociedad, para sentir-

nos desanimados y escépticos ante lo que nos pueda deparar elfuturo e, incluso, para rendirnos a actitudes derrotistas y deprimi-das ante los retos del presente. Por ejemplo, ¿no es posible realizaro, al menos, concebir el matrimonio como la unión en el amor fieldel varón y de la mujer, unión indisoluble, y que compromete todoslos ámbitos de la existencia personal? ¿No es posible, en las cir-cunstancias concretas de la sociedad actual dominada por el afán deriqueza, de placer y de poder, vivir el matrimonio en toda su verdad,abierto a la procreación y educación integral de los hijos; dispues-to, por tanto, a constituirse en familia, hogar imprescindible para lavivencia y aprendizaje del amor y para que fructifique el don de lavida? ¿Habrá que rendirse a las presiones de los medios de comu-nicación social, de las leyes injustas y de los usos sociales cada vezmás extendidos, hostiles a la verdad del matrimonio y de la familiafundada en una ley, reflejo y exigencia de la naturaleza del hombre,tal como ha sido pensada y querida por Dios? ¿Cómo no puede serposible acabar con lo que el Concilio Vaticano II llama el crimen ne-fando del aborto, en cuyas prácticas se está llegando al infanticidio?Ayer se ha cometido un nuevo y terrible atentado terrorista. Susvíctimas, dos jóvenes madrileños, guardias civiles, ¡el uno ha falle-cido en el acto!, el otro ha resultado gravísimamente herido. ¿Tam-poco se puede acabar con el horrible azote del terrorismo etarra? Laspreguntas concretas, referidas a otros muchos aspectos de la vida,que caracterizan el estilo existencial y la cultura dominante delhombre y de la sociedad contemporáneas, podían alargarse inde-finidamente. Hay una, sin embargo, en la que podían cifrarse todaslas demás y que podría formularse así: ¿seremos capaces de nuevo,a la altura del siglo XXI que acaba de comenzar, de vivir de acuer-do con la ley de Dios? ¿Estaremos dispuestos, al menos, a recono-cer y a estimar esa ley como el código de la verdadera Humani-dad?, ¿de la Humanidad salva y sana?

También ahora, después de Cristo, que ha revelado al hombre loque es el hombre y lo ha salvado por la vía del amor misericordio-so, continúa acuciante esta pregunta. También para el hombre de laera cristiana, en la que nos encontramos y a la que pertenecemos,deviene difícil cumplir la exhortación paulina: «Conduzcámonoscomo en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas, ni borra-cheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y pendencias».Y, efectivamente, desde el punto de vista de lo que puede real-mente el hombre en el plano moral y espiritual, abandonado a símismo, resulta difícil –cuando no prácticamente imposible– adhe-rirse sin fisuras ni reserva alguna a ese ideal de vida diseñado ymarcado por la sabiduría y el amor de Dios, su Creador. ¿No hay lu-gar, pues, para la esperanza? Sí, lo hay, si sabemos preparar la venidadel Señor en comunión de oración, de penitencia y de amor fraterno,¡de esperanza!, con toda la Iglesia. Sí, basta saber y querer vivir laespera y la esperanza del Salvador, imitando y siguiendo, sobre to-do, a su Madre, la Santísima Virgen María.

El Evangelio de la esperanza

Siempre, por tanto, que la Iglesia emprende, con un nuevo año li-túrgico, el camino del Adviento, está invitando y animando a sushijos a que preparen, con el alma bien dispuesta, la acogida del Se-ñor que viene. Es el mismo Señor Jesucristo que vino ya y que ven-drá en Gloria y Majestad al final de los tiempos, y que viene cons-tantemente a su Iglesia en la celebración litúrgica de los Misterios desu encarnación y nacimiento en Belén; el Señor que quiere visitar yhabitar en el alma de sus fieles y, por la mediación eclesial, llegar atoda la familia humana: a todos los hijos de los hombres de cualquierépoca y lugar. ¡No perdamos de nuevo la ocasión de salir al en-cuentro del Señor con el alma bien dispuesta! ¡Vestíos del Señor Je-sucristo! De esa actitud nuestra, espiritualmente expectante y vigi-lante, humilde en la plegaria y preparada para una nueva conversión,dependerá, en gran y decisiva medida, el fruto de toda la acción

misionera de nuestra Iglesia diocesana y, muy singularmente, de lanueva etapa de la Misión Joven, que mira a la evangelización de la fa-milia y por la familia. A este mundo nuestro de postración interior,de indiferencia y desgana moral; a su juventud tentada y arrastradapor la vorágine de una oferta de placer y de poder, presentada co-mo la única razón de vivir y que, al final, les vacía el alma y les des-poja de lo más valioso de sí mismos, hay que llevarles de nuevo elEvangelio de la esperanza: la Buena Noticia de que el Dios, contrael que habían pecado nuestros primeros padres y nosotros mismos,ha venido a nuestro encuentro haciéndose hombre, y que su venidavuelva a ser actualidad. ¡Actualidad nuestra!; ¡actualidad para nues-tros contemporáneos!; ¡actualidad para las nuevas generaciones!;Antes de la venida de Cristo, recuerda el Papa en su recientísimaencíclica Spe salvi facti sumus –En esperanza fuimos salvados–, elhombre estaba «en el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperan-za porque estaba sin Dios». Pues bien, el tiempo y la Historia sinDios han terminado. ¡El Hijo Unigénito de Dios se ha hecho hombrey viene a nosotros para devolvernos la esperanza! «Daos cuenta delmomento en que vivís –amonestaba san Pablo a los fieles de Ro-ma–; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestrasalvación está más cerca que cuando empezamos a creer».

A la Virgen Santísima del Adviento, la que concibió en sus en-trañas al Hijo de Dios según la carne, la que lo guardó muy cerca desu corazón de Madre para ofrecérselo al mundo, le suplicamos:¡Enséñanos a esperar con el alma y el corazón bien dispuestos!

Con todo afecto y mi bendición, especialmente para las fami-lias de las dos víctimas del último atentado terrorista.

+ Antonio Mª Rouco Varela

El cardenal arzobispo de Madrid, al comienzo del Adviento

Sí hay lugar para la esperanzaEsperamos al Salvador, titula el cardenal arzobispo de Madrid su exhortación pastoral,

al comienzo del Adviento de este año 2007. Dice en ella:

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6-XII-2007AA

Pero nunca servicio público, porque esa de-nominación sólo la tienen aquellos orga-nismos o empresas cuya titularidad es dela Administración. Por lo tanto, si admiti-mos que somos servicio público, es tantocomo admitir que quienes deben mandaren el colegio son, exclusivamente, las au-toridades educativas.

Vivimos un momento muy difícil enmateria educativa. Pero, al mismo tiempo,¿no le alegra el comprobar cómo la so-ciedad está más implicada que nunca enla importancia del proceso educativo?

Me parece estupendo porque yo creoque la sociedad estaba un poco aletargadacomo consecuencia del momento de bie-nestar en el que vivimos. ¿Qué es lo estu-pendo? Que la sociedad está despertando,se está dando cuenta de lo que se juega,de que se juega el futuro de sus hijos y elfuturo de España. La influencia de la edu-cación en la sociedad es total. Basta ver,por ejemplo, lo que han producido las ikas-tolas.

¿Cómo se siente al comprobar que hay

actitudes, como la de la FERE, que sonopuestas a la lucha que ustedes estánmanteniendo?

Ha habido momentos de tristeza. Si otrasorganizaciones –FERE entre ellas– se hu-bieran unido a esta reclamación, a esta vozde los padres, de las asociaciones, de loscolegios, ni la LOE ni Educación para laciudadanía habrían salido adelante. El Go-bierno ha conseguido el divide y vencerás.Y eso es algo que nos duele a todos, porquetodos tenemos el mismo objetivo, que esformar a personas felices.

Los datos del informe PISA son, denuevo, desalentadores. ¿Dónde está la raíz del problema?

Es que seguimos inmersos en una ley quetiró abajo la obtención de la calidad que me-recíamos: la LOGSE –no la LOE, que es la hi-ja aumentada de la LOGSE–. La pena es queno hubo ocasión de buscar una alternativacon la que se plantease el valor del esfuerzoy se recuperasen los valores –humanos y cris-tianos, que yo los uno, no me da vergüenzadecir que la sociedad necesita los valores cris-tianos–. Si no se lleva a cabo, y no lo ha hechoesta ley, no me extraña el informe PISA.

María Solano

30años dedicados a la educacióndefendiendo la libertad. ¿Aúnhace falta defender la libertad?

Sí, porque, desde la creación de la CE-CE –y se crea precisamente para eso–, lalibertad siempre ha estado amenazada.Hablamos de la libertad y, específica-mente, de la libertad de enseñanza. A mílo que me gusta es hablar de la educa-ción en libertad, para que se entienda realmente el significado de la palabra edu-cación.

¿Por qué se hace necesario recuperarla ilusión de educar, uno de los ejes entorno a los que ha girado este Congreso?

Hay una crisis tremenda en la educaciónpor la desilusión, por la falta de reconoci-miento de los profesores, de la labor queestá haciendo cada centro educativo com-plementando la acción de la familia. La es-cuela tiene que recuperar la ilusión por edu-car y saber que lo que está haciendo va a re-percutir en toda la sociedad. Sin ilusión y sinvocación es imposible que se obtengan bue-nos resultados.

En su opinión, uno de los grandes pro-blemas que tiene la escuela concertadacon la nueva Ley de Educación es quedetermina que es un servicio público.¿Por qué?

Eso ha sido una maniobra que no he-mos conseguido sacar de la LOE a pesar delas enmiendas. No queremos que se nosconsidere servicio público, sino servicioesencial o, si se quiere, servicio al público.

Entrevista con la Presidenta de la patronal de enseñanza CECE, tras su Congreso nacional

«La sociedad se está dandocuenta de lo que se juega»

Doña Isabel Bazo ha hablado con Alfa y Omega, a su regreso de Santander, donde se ha celebrado el XXXV Congreso Nacional de la patronal de la enseñanza CECE(Confederación Española de Centros de Enseñanza), que aglutina a 5.000 centros

Cinco merecidos Premios

En esta edición de su Congreso nacional, la patronal de centros de enseñanza CECE ha querido hacerentrega de cinco galardones a personas o entidades que han luchado duramente por defender la

educación: la Orden de San Agustín, a la que pertenecía el fundador de la CECE, la Fundación San PabloCEU, el Foro Español de la Familia, la Hermana María Rosa de la Cierva y el periódico Magisterio.

Isabel Bazo (segunda por la izquierda), en la inauguración del Congreso nacional de CECE

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AQUÍ Y AHORA 6-XII-2007ΩΩ27 AA

Muchas son las razones que nos ofrecen las más variadas ex-periencias de la vida diaria, en nuestro entorno más próxi-mo y en el ámbito más amplio de la sociedad, para sentir-

nos desanimados y escépticos ante lo que nos pueda deparar elfuturo e, incluso, para rendirnos a actitudes derrotistas y deprimi-das ante los retos del presente. Por ejemplo, ¿no es posible realizaro, al menos, concebir el matrimonio como la unión en el amor fieldel varón y de la mujer, unión indisoluble, y que compromete todoslos ámbitos de la existencia personal? ¿No es posible, en las cir-cunstancias concretas de la sociedad actual dominada por el afán deriqueza, de placer y de poder, vivir el matrimonio en toda su verdad,abierto a la procreación y educación integral de los hijos; dispues-to, por tanto, a constituirse en familia, hogar imprescindible para lavivencia y aprendizaje del amor y para que fructifique el don de lavida? ¿Habrá que rendirse a las presiones de los medios de comu-nicación social, de las leyes injustas y de los usos sociales cada vezmás extendidos, hostiles a la verdad del matrimonio y de la familiafundada en una ley, reflejo y exigencia de la naturaleza del hombre,tal como ha sido pensada y querida por Dios? ¿Cómo no puede serposible acabar con lo que el Concilio Vaticano II llama el crimen ne-fando del aborto, en cuyas prácticas se está llegando al infanticidio?Ayer se ha cometido un nuevo y terrible atentado terrorista. Susvíctimas, dos jóvenes madrileños, guardias civiles, ¡el uno ha falle-cido en el acto!, el otro ha resultado gravísimamente herido. ¿Tam-poco se puede acabar con el horrible azote del terrorismo etarra? Laspreguntas concretas, referidas a otros muchos aspectos de la vida,que caracterizan el estilo existencial y la cultura dominante delhombre y de la sociedad contemporáneas, podían alargarse inde-finidamente. Hay una, sin embargo, en la que podían cifrarse todaslas demás y que podría formularse así: ¿seremos capaces de nuevo,a la altura del siglo XXI que acaba de comenzar, de vivir de acuer-do con la ley de Dios? ¿Estaremos dispuestos, al menos, a recono-cer y a estimar esa ley como el código de la verdadera Humani-dad?, ¿de la Humanidad salva y sana?

También ahora, después de Cristo, que ha revelado al hombre loque es el hombre y lo ha salvado por la vía del amor misericordio-so, continúa acuciante esta pregunta. También para el hombre de laera cristiana, en la que nos encontramos y a la que pertenecemos,deviene difícil cumplir la exhortación paulina: «Conduzcámonoscomo en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas, ni borra-cheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y pendencias».Y, efectivamente, desde el punto de vista de lo que puede real-mente el hombre en el plano moral y espiritual, abandonado a símismo, resulta difícil –cuando no prácticamente imposible– adhe-rirse sin fisuras ni reserva alguna a ese ideal de vida diseñado ymarcado por la sabiduría y el amor de Dios, su Creador. ¿No hay lu-gar, pues, para la esperanza? Sí, lo hay, si sabemos preparar la venidadel Señor en comunión de oración, de penitencia y de amor fraterno,¡de esperanza!, con toda la Iglesia. Sí, basta saber y querer vivir laespera y la esperanza del Salvador, imitando y siguiendo, sobre to-do, a su Madre, la Santísima Virgen María.

El Evangelio de la esperanza

Siempre, por tanto, que la Iglesia emprende, con un nuevo año li-túrgico, el camino del Adviento, está invitando y animando a sushijos a que preparen, con el alma bien dispuesta, la acogida del Se-ñor que viene. Es el mismo Señor Jesucristo que vino ya y que ven-drá en Gloria y Majestad al final de los tiempos, y que viene cons-tantemente a su Iglesia en la celebración litúrgica de los Misterios desu encarnación y nacimiento en Belén; el Señor que quiere visitar yhabitar en el alma de sus fieles y, por la mediación eclesial, llegar atoda la familia humana: a todos los hijos de los hombres de cualquierépoca y lugar. ¡No perdamos de nuevo la ocasión de salir al en-cuentro del Señor con el alma bien dispuesta! ¡Vestíos del Señor Je-sucristo! De esa actitud nuestra, espiritualmente expectante y vigi-lante, humilde en la plegaria y preparada para una nueva conversión,dependerá, en gran y decisiva medida, el fruto de toda la acción

misionera de nuestra Iglesia diocesana y, muy singularmente, de lanueva etapa de la Misión Joven, que mira a la evangelización de la fa-milia y por la familia. A este mundo nuestro de postración interior,de indiferencia y desgana moral; a su juventud tentada y arrastradapor la vorágine de una oferta de placer y de poder, presentada co-mo la única razón de vivir y que, al final, les vacía el alma y les des-poja de lo más valioso de sí mismos, hay que llevarles de nuevo elEvangelio de la esperanza: la Buena Noticia de que el Dios, contrael que habían pecado nuestros primeros padres y nosotros mismos,ha venido a nuestro encuentro haciéndose hombre, y que su venidavuelva a ser actualidad. ¡Actualidad nuestra!; ¡actualidad para nues-tros contemporáneos!; ¡actualidad para las nuevas generaciones!;Antes de la venida de Cristo, recuerda el Papa en su recientísimaencíclica Spe salvi facti sumus –En esperanza fuimos salvados–, elhombre estaba «en el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperan-za porque estaba sin Dios». Pues bien, el tiempo y la Historia sinDios han terminado. ¡El Hijo Unigénito de Dios se ha hecho hombrey viene a nosotros para devolvernos la esperanza! «Daos cuenta delmomento en que vivís –amonestaba san Pablo a los fieles de Ro-ma–; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestrasalvación está más cerca que cuando empezamos a creer».

A la Virgen Santísima del Adviento, la que concibió en sus en-trañas al Hijo de Dios según la carne, la que lo guardó muy cerca desu corazón de Madre para ofrecérselo al mundo, le suplicamos:¡Enséñanos a esperar con el alma y el corazón bien dispuestos!

Con todo afecto y mi bendición, especialmente para las fami-lias de las dos víctimas del último atentado terrorista.

+ Antonio Mª Rouco Varela

La voz del cardenal arzobispo

Sí hay lugar para la esperanzaEsperamos al Salvador, titula nuestro cardenal arzobispo su exhortación pastoral,

al comienzo del Adviento de este año 2007. Dice en ella:

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La Iglesia está próxima al mundo militarya desde los tiempos de Cristo en latierra. Un pasaje del evangelio de San

Mateo nos recuerda, a modo de ejemplo,este vínculo. En Cafarnaúm, un centuriónse acercó a Jesús y le rogó que curase a susiervo, diciendo: «Señor, no soy digno deque entres bajo mi techo; basta que lo digasde palabra y mi criado quedará sano». Hoyla Iglesia también colabora con la milicia através de las capellanías, encargadas de di-fundir la palabra de Dios entre los miem-bros de las Fuerzas Armadas. Prácticamen-te en todos los Ejércitos del mundo occi-dental hay capellanes, un apoyo imprescin-dible para el militar que participa enarriesgadas misiones internacionales, o quese encuentra destinado lejos de sus seresqueridos, o que simplemente necesita elconsuelo de alguien dispuesto a escuchary a dar fuerza moral y espiritual.

La Iglesia en el Ejército español

En España, la Iglesia acompaña al Ejérci-to desde comienzos del siglo XVI, en tiem-pos del emperador Carlos V, que promovióla organización de las capellanías cuandosolicitó al Papa que organizase la asistenciareligiosa a los Tercios de Flandes. La Iglesiaquiere estar al lado de los soldados paraofrecer apoyo religioso en los corazones deestos defensores de la Patria que, en oca-siones, han de enfrentarse a duras pruebasdel destino en peligrosos campos de batalla.Los capellanes atienden a los tres Ejércitos–Tierra, Mar y Aire– y también a los com-ponentes de la Guardia Civil y del Cuerpo

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6-XII-2007AA

8 de diciembre: Festividad de la Inmaculada, Patrona de España

Buscando a Dios en el Ejército

El Catecismo de la Iglesia católica define a «los que se dedican al servicio de la Patria enla vida militar» como «servidores de la seguridad y de la libertad de los pueblos»,y a su tarea rectamente realizada como verdadera colaboración «al bien comúnde la nación y al mantenimiento de la paz»

Don Serrano Arturo Calvo Aladro, capellán de la Academia de Infanteríade Toledo

«La vocación militartiene una granconnotación cristiana»

Son muchos los valores que encarnan la laborde un soldado: el amor y el sacrificio, la

generosidad y la entrega, la decisión y ladisponibilidad, la respuesta y la abnegación.Para el capellán don Serrano Arturo Calvo, «la feayuda a un militar a vivir más intensamente esosvalores», porque detrás de su vocación hay unacierta connotación religiosa.

Él es un testigo de Dios en medio de losmilitares, y como tal debe estar próximo a lasnecesidades concretas de cada uno ycompartir con ellos esos valores. Se siente

una pieza esencial en el Ejército, donde leacogen con entusiasmo. Le piden consejos ytambién acompañamiento espiritual, y él rezapor ellos y les brinda su ayuda en todos losmomentos de la vida: «al comienzo, en lacreación de la familia, casándoles,bautizando a sus hijos, dándoles la Comunióno cuando, en su entorno más cercano,sobreviene la muerte».

En el día a día, su misión se concentra encelebrar la misa diaria, en transmitir el amor deDios, el respeto y el cariño, la obediencia, enofrecer acompañamiento e incluso diversascharlas a las tropas, a los alumnos de la Academiay a los cuadros de mando. Para este capellán, «losmilitares son un reflejo del mundo en el quevivimos, y su fe es la misma fe que se palpa en lasociedad». En la Academia de Infantería, él tratade encauzar esa dimensión espiritual para que susmiembros crezcan en esa fe y nunca laabandonen.

Hay muchos católicos en el Ejército. El Capitánde Infantería don Fernando Bonelli contaba en El

Page 31: La esperanza cristiana

mas preocupaciones que cualquier otro cris-tiano», afirma don Pablo Panadero, jefe delservicio religioso del Ministerio de Defen-sa, en una entrevista concedida a El Espejodel Arzobispado castrense, programa de laCadena COPE dirigido por Iván de Vargas

que se emite los viernes. Pero a su vocaciónespecífica conlleva una mayor responsabi-lidad: «Exige dedicación y estar dispuesto adar la vida en defensa de la paz».

Jorge Rivera Noval

Nacional de Policía, que pertenecen a la ju-risdicción del Arzobispado castrense. Su pre-sencia es fundamental. La vida y la muertevan ligadas a su trabajo y se hace necesariala apertura hacia lo trascendente.

«El militar vive en la sociedad con las mis-

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Espejo, de COPE, que, de hecho, «la fe cristianaayuda a ser un buen militar».

El milagro de la Inmaculada

El ocho de diciembre se celebra la festividadde la Inmaculada Concepción, Patrona deEspaña y Patrona también de la Infanteríaespañola y del Cuerpo eclesiástico del Ejército yel Estado Mayor, así como del Cuerpo Jurídico yFarmacia militares. Los orígenes de estafestividad se remontan a las postrimerías delsiglo XVI, cuando los soldados del Tercio deBobadilla, congregados en Flandes para protegera las poblaciones católicas, fueron cercados porla escuadra holandesa que estaba al mando delconde de Hardick. En medio de una situacióndesesperada, con inferioridad de efectivos,agotados por las difíciles condiciones, sinalimento y teniendo que soportar bajastemperaturas, sólo un milagro podía salvarles.

Y el milagro sucedió en la mañana del sietede diciembre de 1585. Un soldado de Infantería

que hacía de centinela, ya fuera para guarecersedel intenso frío, o bien para construir unatrinchera que sirviera de baluarte, comenzó acavar con denuedo en la tierra. Al poco de darlos primeros golpes con su pico se tropezó conuna bella pintura que representaba a la Madrede Dios. Pronto acudieron hasta allí paracontemplar el hallazgo el Maestre del Campo,don Francisco de Bobadilla, y varios capitanes ysoldados, y ante su imagen divina le suplicaronque intercediese para otorgarles la victoria. Aldía siguiente, amaneciendo ya el ocho dediciembre, se desencadenó una fuerte tormentaseguida de bajas temperaturas que helaron lasaguas. La infantería española aprovechóentonces para iniciar un ataque por sorpresa yreprimir a los confiados sitiadores, que se vieronobligados a huir después de perder diez navíosen la refriega y numerosos hombres que cayeronprisioneros. María, en su misterio de InmaculadaConcepción, había venido en defensa de losinfantes de España y en agradecimiento por elbien prestado, entre lágrimas de triunfo y

emociones, los Tercios de Flandes decidieronproclamarla su Patrona. Más tarde, otros Terciosseguirían su ejemplo.

La festividad de la Patrona

Desde 1892, año en que la reina MaríaCristina de Habsburgo-Lorena dispuso, en unaReal Orden, declarar «Patrona del Arma deInfantería a Nuestra Señora la Purísima eInmaculada Concepción», los infantes españolesacuden a su amparo en cuantas tribulaciones lesdepara la vida, y cada ocho de diciembrecelebran diferentes actos conmemorativos en suhonor. En la Academia de Infantería de Toledo,por ejemplo, la parte religiosa está compuesta deun triduo que hace la Asociación de las Damasde La Inmaculada en la iglesia de Santiago elMayor, de Toledo, donde también se ofrece unamisa, y de una celebración eucarística presididapor el cardenal arzobispo de Toledo, don AntonioCañizares. Además, se organizan conferenciasque versan sobre asuntos civiles y religiosos.

Doña María José MartínezTorres, Capitán Auditor de laFiscalía del Tribunal MilitarTerritorial Primero, en Madrid

«Dios esculpe mi vida limandolas asperezas que me impidenser la mujer que Él quiere que sea»

Cuando María José finalizó la carrera de Derecho, decidió hacer la oposición deJurídico Militar, porque ser militar siempre le pareció «una profesión llena de

dignidad, por los valores y principios que la inspiraban», como la entrega en eltrabajo, la constancia y la solidaridad, sobre todo en los momentos de mayor dolor.Nunca ha tenido obstáculos para practicar su fe, y dentro del Ejército, donde llevatrece años, se ha encontrado con mucha gente dispuesta a buscar a Dios. Para ella,Él es el único capaz de calmar el alma cuando «lo humano no puede dar consuelo,ni respuesta, ni sentido». El Señor esculpe su vida para ayudarle a ser una mujervaliosa tanto en lo personal como en lo profesional. Confía plenamente en Él y poreso le reza todos los días, para sentir siempre su presencia.

«La vida en la tierra es milicia», opina. Y esa máxima vale para la personacristiana y para la que no lo es y trate de profesar una vida de coherencia ysinceridad de corazón, «haciendo siempre el bien por sus semejantes y apartando elmal, que embrutece el alma».

María José quiere a España, su Patria, la tierra donde nacieron y murieron susantepasados. Siente especial devoción por Nuestra Señora del Villar, Patrona deVillarrubio (Cuenca), el pueblo de su madre, y admira a san Agustín, porque leresulta «un santo muy humano, por su honradez espiritual y por haber llevado unavida en la que todos podemos reconocernos». Pertenece al Cuerpo Jurídico Militar, ysu Patrona es la Inmaculada. Celebran su festividad con una Eucaristía en su honor yun pequeño ágape «para compartir un tiempo con los compañeros», bajo cuyaconvivencia María José halla solidaridad, compañerismo y entrega.

Soldados españoles reciben el sacramento

de la Confirmación, de manos del entonces

arzobispo castrense

Page 32: La esperanza cristiana

mente en las partes del mundo donde sonminoría. Y creo que es muy de agradecer.

¿Por qué es tan conflictivo el repartode poder en Líbano?

Hay una característica muy peculiar delLíbano que no se puede olvidar. Tiene unamayoría chií. Es una rareza en el mundoárabe. Sólo hay tres países en los que se dé:Iraq, Bahrein y Líbano. En Líbano, en el pac-to por el que se establece la independen-cia total de Francia, se reparten las magis-traturas más importantes del Estado en fun-ción de un censo muy antiguo, en el quelos maronitas eran la primera comunidad,los sunnies la segunda y los chiíes la terce-ra. Hoy, todo el mundo reclama ser la pri-mera, pero parece que demográficamentelo son los chiíes. Ahora bien, el decir, co-mo se dice en Occidente, que el grupo Hiz-bulá representa a todos los chiíes, es unafalacia. Y, con quienes hay que mantenerconversaciones, es con los moderados, queson una mayoría silenciosa con miedo a ha-blar. Además, Hizbulá no es libanés, no obe-dece a los intereses del Líbano, sino de unapotencia extranjera que es Irán.

Otro proceso de paz para palestinose israelíes. ¿Confiamos en éste?

Ha habido 19 procesos de paz, a lo largode todos estos años. Yo creo que más que

inventarnos cosas nuevas, hay que coger lobueno que tenían los anteriores y depurarlas cosas malas que tenían. El método detrabajo y los patrocinios establecidos porel Cuarteto [Unión Europea, Estados Uni-dos, Rusia y Naciones Unidas] y por la Ho-ja de Ruta son válidos y no podemos dese-charlos tan alegremente. Respecto al actualproceso de paz [iniciado en la ciudad esta-dounidense de Annápolis], es evidente quela solución es la creación de dos Estados,palestino e israelí. Creo que el acuerdo denegociar sobre esa base, a lo largo de 2008,para establecer un Estado palestino en 2009es correcto. Se está diciendo: «Éste es el ob-jetivo y vamos a ver cómo llegamos a él».Se ha establecido una meta ambiciosa, quees la creación del Estado palestino, y se hadado a las partes una flexibilidad que lespermite caminar en esa dirección.

¿Qué papel juega Occidente?Hay que apoyar a los moderados. En Pa-

lestina, hay que apoyar a los moderados deAbu Mazen. No se puede exigir a las auto-ridades palestinas sin darles los instrumen-tos necesarios. Esta situación es muy dis-tinta a la que había con Yaser Arafat. Arafattuvo los medios, el apoyo político, la legiti-midad y la oportunidad, y no quiso hacerlo.Ahora las circunstancias son muy diferentes.El crecimiento de Hamas y su control so-bre la franja de Gaza es dramático y muypeligroso y, lamentablemente, esto tendráque tenerse seriamente en cuenta por partede los copatrocinadores del proceso de paz.

¿Cuál cree usted que sería la mejor op-ción para Jerusalén?

Tiene que hacerse geografía creativa,que es lo que estaba en las negociaciones deTaba. Lo lógico sería que se estableciese unsistema para que la parte occidental de Je-rusalén pudiese ser la capital del Estado deIsrael. Y, por otro lado, unir Jerusalén Este aRamala, llamarlo Nueva Jerusalén, o como sedesee, y que esa parte pase a los palesti-nos. En cuanto a los Santos Lugares –la ex-planada de las mezquitas y los restos delsegundo templo judío–, tienen que repar-tirse de tal manera que la superficie estébajo dominio palestino, como siempre haestado, y que el subsuelo también puedaser visitado por los fieles judíos del mun-do entero. Respecto a los Santos Lugaresdel cristianismo, hay que decir, sin amba-ges y sin complejos, que se preservaron gra-cias a la tolerancia religiosa de un hombrehistórico y que muy poca gente ha habladode él: Saladino. Gracias al gesto de llegarante el Santo Sepulcro, bajar de su caballo yarrodillarse, el Santo Sepulcro ha llegadohasta nuestros días.

María Solano

¿Qué tiene el Líbano que todo elmundo lo quiere?

Una de las características delLíbano, a pesar de ser un país muy pequeño,del tamaño de apenas Asturias, es que tiene19 comunidades, muchas de ellas son cris-tianas y tienen una enorme importancia, por-que son arqueología cristiana. Son de lascomunidades más antiguas y de las que que-dan muy pocos creyentes en el mundo. Só-lo eso ya sería razón suficiente para preser-var la existencia, la soberanía, la indepen-dencia, la estabilidad y la paz en el Líbano.Por mencionar a algunos: católicos maroni-tas, católicos merquitas, greco-ortodoxos,armenio-católicos, siríacos... Por su situa-ción geográfica, en Líbano perviven ritos an-tiquísimos. A lo largo de la Historia, cristia-nos perseguidos de otras partes del mundose refugiaron en Líbano y desarrollaron supropio rito oriental. Pero no hay que olvi-dar que el Patriarca de la Iglesia maronitaes un cardenal de la Iglesia católica. Y tam-bién hay comunidades musulmanas, y otrassalidas del Islam como los drusos...

El Papa tiene muy presentes a los cris-tianos en Oriente Próximo...

Tanto el fallecido Papa Juan Pablo II co-mo Su Santidad Benedicto XVI han tenidosiempre una extraordinaria sensibilidad ha-cia todas las Iglesias cristianas, especial-

MUNDOΩΩ30

6-XII-2007AA

Entrevista con don Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del PP en el Congreso

«Con Jerusalén hay que hacergeografía creativa»

Excelente conocedor de la situación en Oriente Próximo, don Gustavo de Arísteguiexplica, en esta entrevista concedida a Alfa y Omega, algunas de las cuestiones de política internacional que más preocupan en este momento a los católicos

El Presidente Bush,de Estados Unidos,junto con el israelí,

Olmert, y el palestino,Abas, en la firmade los Acuerdos

de Annápolis. El Subsecretario

del Vaticanopara las Relaciones con

los Estados, monseñorParolin, acudió

a las negociacionesen representaciónde la Santa Sede.

El Papa ha rezadopara que esta

negociación acabecon un conflicto «que

ha causado tantas lágrimas y sufrimientos

en los dos pueblos»

Page 33: La esperanza cristiana

Cuando se planteó la reforma de laConstitución, «esperábamos cualquiercosa, pues apenas han transcurrido

ocho años de la Constitución actual, la cualno se ha implementado totalmente, y ¿ya hayque cambiarla?», se pregunta monseñor Rei-naldo del Prette, arzobispo de Valencia, en Ve-nezuela. Al cierre de esta edición, tras variashoras de tensiones y sospechas en la nocheelectoral, el Gobierno de Hugo Chávez habíareconocido su derrota «por ahora» en el re-feréndum (con un 50,7% de votos por el Noen el primer bloque, y un 51,05% en el se-gundo). A pesar de ello, Chávez ya ha anun-ciado que la propuesta «sigue viva», y quebuscará la manera de sacarla adelante. La re-forma convertía a Venezuela en un Estadosocialista, dentro del Socialismo del siglo XXIy bajo el lema Patria, socialismo, o muerte.

Ya en julio pasado, la Conferencia Epis-copal Venezolana alertaba de que lo quehasta entonces se sabía hacía suponer quela reforma se dirigía hacia «un sistema fun-dado en la teoría y la praxis del marxismo-leninismo», y denunciaba un déficit de par-ticipación en su elaboración, por lo que yaalbergaban serias dudas sobre el proyecto.Su pronunciamiento más claro, sin embargo,se produjo en octubre, cuando, en su do-cumento Llamados a vivir en libertad, hi-cieron un análisis detallado de la propues-ta y llegaron a la conclusión de que «acentúala concentración de poder en manos delPresidente»; «reduce los derechos políticosde muchos venezolanos»; y «toda la actividadpolítica, social, económica y cultural» se en-cuadra dentro del pensamiento único, por loque la consideraban moralmente inacepta-

ble a la luz de la doctrina social de la Iglesia.Los pronunciamientos de los obispos

han hecho que la Iglesia fuera considera-da «un partido de la oposición», por lo queha recibido «toda clase de improperios, des-calificaciones, ofensas por parte del Presi-dente» y del Gobierno. Monseñor Del Pret-te limita esta actitud a los más cercanos aChávez: pues, en general, «el pueblo se hamantenido muy respetuoso», aunque sí hahabido «pequeños grupos de exaltados quegritaban consignas, quemaban figuras y es-cribían graffitis en las paredes».

Monseñor Del Prette también denunciaque ha habido poco tiempo (un mes) paraconocer a fondo la reforma, y un «exceso derepresión policial contra los estudiantes», lamayoría de los cuales eran contrarios a lareforma y aglutinaron el No. La Iglesia ve-nezolana, en todos sus pronunciamientos,había llamado a que la gente acudiera a vo-tar «en conciencia», pero algunos partidosde la oposición defendieron la abstención

«por considerar que la Reforma era anti-constitucional e ilegítima», explica el arzo-bispo de Valencia. También destacó la faltade interés, según sus cálculos, del 70% delos venezolanos. Sin embargo, «la salida delos estudiantes a la palestra y su invitación avotar No ha unido a toda la oposición». Tam-bién ayudaron antiguos líderes y altos cargoschavistas, en especial el general retirado Ra-úl Baduel, ex ministro de Defensa, que llegóa hablar de golpe de Estado.

Más allá de la reforma, la Iglesia ha esta-do preocupada por la polarización social enVenezuela. En octubre, la Conferencia Epis-copal reiteraba su llamamiento «al diálogo ya la reconciliación», y ratificaba su «disposi-ción a seguir acompañando al pueblo vene-zolano», aunque –se lamenta monseñor DelPrette– «no ha habido ningua posibilidad».Los líderes del movimiento estudiantil tam-bién han animado a superar las divisiones.

María Martínez López

MUNDO 6-XII-2007ΩΩ31 AA

Gana el No a la reforma de la Constitución, en el referéndum de Venezuela

Democracia por ahoraPoco más de la mitad de quienes votaron en el referéndum lo hicieron en contra de un proyecto que pretendía instaurar en el país hispanoamericano el Socialismo del siglo XXI. La Iglesia y los estudianes han jugado un papel decisivo Ataques

a católicosLos violentos afectos al Presidente

atropellaron a personas, atracarontodo lo que podían y llegaron hastanuestra casa. Lanzaron dentro uncohetón con clavos y vidrios. Laexplosión rompió los vidrios, se llenóla casa de olor a pólvora, nosinsultaron todo lo que les dio la gana.La gente les gritaba que no noshicieran daño, y les respondieron conimproperios, les lanzaron piedras,palos. La policía vino y nos dijo queésa era gente mandada por elGobierno y que ellos nada podíanhacer. El cardenal me dijo que habíanido a la Casa de la Conferencia yhabían prendido [fuego a] un muñecoque lo representaba a él. También enla madrugada habían entrado en unaiglesia en Antímano y la profanaron.

Hermana Arelys MartínezSuperiora provincial

de las Terciarias Capuchinas

Extrema izquierda, extrema derecha

«El populismo es una fusión entre la extrema izquierda y la extrema derecha», explica a Alfa y Omega donGustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del PP, pues «tiene métodos y estructuras de poder fascistas

y una creciente ideologización marxista-leninista», que genera «un modelo totalitario muy eficaz» con«apariencia de democracia». De Arístegui no es optimista respecto al final de estos regímenes en ascenso enHispanoamérica, pues, «aunque el populismo es caudillista», eso no implica necesariamente que «vaya adesaparecer cuando desaparezcan los caudillos como Hugo Chávez». Detrás de ellos –explica–, «hay unaserie de movimientos, de ideologías que han tomado el populismo como una especie de referente yaglutinador», y ve en ello «una coincidencia de fobias, de obsesiones de algunas personas e ideologías».

Partidarios del Nocelebran la victoria

en el referéndum, la noche del pasado

domingo

Page 34: La esperanza cristiana

LA VIDAΩΩ32

6-XII-2007AA

Nombres«La mejor ayuda al Papa es orar por él», ha dicho su

hermano, monseñor Georg Ratzinger, en una en-trevista a la agencia Zenit. «El Papa –ha añadido–se siente sostenido por toda la Iglesia; sabe quemuchísima gente reza por él y sabe que tiene unángel de la guarda y también la protección deDios, que lo eligió para esta tarea».

Hazteoir.org se ha propuesto recuperar el sentido dela Navidad, y para ello ha lanzado su Proyecto Fe-liz Navidad, para llenar las ventanas de balconerasverdaderamente navideñas, que representan al Ni-ño Jesús y a la Sagrada Familia. Más información:Tel. 662 10 85 64.

Ayer, 5 de diciembre, se celebró el Día Internacionaldel Voluntariado. Desde hace más de 12 años, enMadrid, la ONG Desarrollo y Asistencia trabajaen tareas de acompañamiento a personas que su-fren la mayor de las pobrezas: la soledad. Quiendesee ayudar en hospitales, residencias de ancia-nos, albergues y domicilios puede ponerse en con-tacto con esta organización en el Tel. 91 554 58 57,o en su web: www.desarrolloyasistencia.org

Trabajar en comunión. Muchos desafíos, una propues-ta es el lema del III Congreso internacional pro-movido por el Movimiento de los Focolares parauna Economía de Comunión. Se ha celebrado enCastelgandolfo (Italia), del 30 de noviembre al 2 dediciembre, y quiere ser una respuesta a la actualcrisis de relaciones en el mundo del trabajo (pre-cariedad, flexibilidad, paro, etc.) La Economía deComunión tiene 16 años de vida en más de 700empresas de producción y servicios.

Un año más se ha presentado, en la Fundación CajaMadrid, la Semana de Música Religiosa de Cuen-ca, que en esta edición, entre el 14 y 23 de marzode 2008, tendrá como líneas conductoras la memo-ria del compositor Olivier Messiaen, al cumplirseel primer centenario de su nacimiento, y tambiénla música para la liturgia funeral.

Don Eugenio Nasarre, don José Alberto Parejo Ga-mir y don Emilio Boronat han sido los principalesponentes de las II Jornadas Católicos y vida públi-ca que acaban de celebrarse en Alicante, sobre eltema Educación, desafío renovado, bajo la direc-ción de don Carlos Romero Caramelo, de la Aso-ciación Católica de Propagandistas.

La Universidad de Navarra ha celebrado un acto aca-démico en memoria del profesor Mariano Arti-gas, primer Decano de la Facultad eclesiástica deFilosofía de dicha Universidad, y prestigioso ex-perto en evolucionismo. El último libro en el quecolaboró el profesor Artigas es Galileo y el Vatica-no. En el homenaje al profesor Artigas, intervinomonseñor Sánchez de Toca, Subsecretario del Con-sejo Pontificio de la Cultura.

Monseñor Julián López, obispo de León, ha presididola celebración de la Eucaristía, en el santuario dela Virgen del Camino, con ocasión de la firma delDecreto por el que se crea en la diócesis el Semi-nario diocesano misionero Redemptoris Mater-Vir-gen del Camino, que nace inspirado y va a ser sos-tenido por el Camino neocatecumenal. Sus pri-meros ocho seminaristas, a la espera de un centropropio, viven acogidos por familias y estudian enel Seminario Mayor de León.

La Facultad de Comunicación de la Universidad Pon-tificia de la Santa Cruz, de Roma, conferirá el Doc-torado Honoris Causa en Comunicación institu-cional al cardenal Camillo Ruini, obispo Vicario delPapa para la diócesis de Roma, y también al profe-sor Alfonso Nieto, pionero en el reconocimiento delos estudios de comunicación con carácter uni-versitario en Europa.

Un libro optimista

«El deseo de encontrarnos con elMisterio que engrandece nuestra

vida» es una constante en el libro sobreDrama humano y sentido religioso en elcine contemporáneo: Como en un espejo,publicado por Ediciones Encuentro, queJuan Orellana acaba de presentar en laUniversidad CEU San Pablo. El escritor JuanManuel de Prada señaló, al presentar ellibro, que «el nihilismo es el gran mal del arte de nuestro tiempo: la negación de una parte de loque somos y el intento de resolver la vida fingiendo que no estamos amputados. El arte consisteen dar voz a esa parte que tiene que ver con la belleza del descubrimiento del Misterio. El artistaque lo niega deja de serlo». Cristina López Schlichting compartió la presentación del libro yelogió la calidad y el rico contenido de la obra; asimismo, valoró el concepto de críticacinematográfica católica por el que se aboga en el libro.

25 años de servicio

En este convento de Santa Teresa de Jesús (casa natal), en Ávila,tiene su sede, desde que comenzó a publicarse, la revista

Teresa de Jesús, que acaba de publicar su número 150, con el quecumple 25 años de intenso y eficaz servicio. Editada por loscarmelitas descalzos, la dirige el carmelita Javier F. Frontera.Desde Alfa y Omega les felicitamos y les deseamos todo lo mejor.

Tierras de Segovia

Tierras de Segovia. Magia de luz es el título del libro que acabade editar la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, dentro del

programa de actividades conmemorativas del 130 aniversario dela institución. Hasta 600 títulos, con Segovia como protagonistaindiscutible, ha promovido durante el año 2007. Este espléndidolibro es una magnífica carta de presentación de Segovia y suprovincia, y cuenta con la aportación de destacados intelectualessegovianos que glosan los más diversos aspectos de la historia, elpaisaje, la cultura y el patrimonio artístico y etnográfico de laprovincia. La recaudación obtenida con la venta de este libro serádestinada a programas solidarios y sociales.

Los gitanos, hacia la igualdad, por el empleo

La Fundación Secretariado Gitano acaba de presentar su última campaña de sensibilizaciónsobre la igualdad de este grupo bajo el lema El empleo nos hace iguales. Asimismo, ha hecho

públicos los positivos datos de la primera pasrte del programa de acceso al empleo parapoblación gitana Acceder, que se puso en marcha en el año 2000 con un presupuesto de 57,5millones de euros que procede, en su mayoría, del Fondo Social Europeo, además de otrasentidades públicas y privadas. En el período comprendido entre 2000 y mayo de 2007, se haatendido a unas 35.000 personas, se ha dado formación a 14.000, se han contabilizado 26.000empleos por cuenta ajena y hay 350 empresas vinculadas con este proyecto.

La fe del ex-Primer Ministro británico

Había habido numerosos rumores sobre la posible conversión del ex-Primer Ministro británicoTony Blair al catolicismo, religión que profesa su esposa, Cherry. Hace unos días, en una

entrevista concedida a la cadena británica BBC, reconoció que Dios le había dado fuerza en sutrayectoria política: «No tiene sentido negarlo. Tengo una profunda fe religiosa. No creo que seaalgo malo, sino todo lo contrario, porque da fuerza a la gente».

Dos libros sobre los eremitas camaldulenses

A10 kilómetros de Miranda de Ebro, en la provinciade Burgos, se encuentra el Yermo de Nuestra Señora

de Herrera, que desde el año 1923 acoge unacomunidad de la Congregación de EremitasCamaldulenses de Monte Corona. Para darse a conocerun poco más, han editado los libros La Congregaciónde los Eremitas Camalduenses de Monte Corona.Apuntes de historia y espiritualidad; y Un humanistaermitaño, el Beato Pablo Giustinaini, del benedictinoDom Jean Leclerq. Pueden solicitarse ya en el Apartadode correos 406. 09200-Miranda de Ebro (Burgos).

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LA VIDA 6-XII-2007ΩΩ33 AA

Libros

Aunque la figura de Benedicto XVI gozade una actualidad permanente, la

promulgación de su encíclicasobre la esperanza cristiana hasuscitado crecienteadmiración y agradecimiento.

Es constante el interésde diversas editorialespor la persona y laobra del Papa. Cincode ellas se hanocupado de élrecientemente. Herderacaba de publicar, enestas vísperasnavideñas, La bendiciónde la Navidad.

Meditaciones, volumen que reúne doslibros de reflexiones escritas cuando estabaal frente de la archidiócesis de Munich. Sepublican ahora reunidas en un únicovolumen magníficamente editado.

Cristiandad acaba de editar El espíritu dela liturgia. Una introducción. Se trata de lacuarta edición de este espléndido libro, queJoseph Ratzinger dedicó a uno de loselementos claves del Concilio Vaticano II: larenovación litúrgica, que a menudo hallegado a los cristianos como cambiosexteriores más que como un espíritu. Loescribió cuando era Prefecto de laCongregación para la Doctrina de la Fe. Ybusca, teológicamente, revelar el verdaderoespíritu que anima la liturgia y, medianteella, la vida de toda la Iglesia.

La editorial S.F.J (Fundación San Juan,Argentina) acaba de publicar Miremos alTraspasado, 164 páginas en las que JosephRatzinger presenta sus reflexiones conmotivo del Congreso sobre el Corazón deJesús, que tuvo lugar en Toulouse, en elverano de 1981, tras el CongresoEucarístico celebrado en Lourdes. Es unalección magistral de fundamentaciónteológica de la Cristología espiritual delmisterio pascual y de la relación entreEucaristía, comunidad y misión en laIglesia. Los pedidos pueden hacerse aFundación Maior: Tel. 91 522 76 95; o bien:[email protected]

Alessandra Borghese acaba de publicar,en LibrosLibres, Tras las huellas de JosephRatzinger. Aborda en estas páginas el ladomás humano del Papa: un recorrido por lainfancia y juventud de Benedicto XVI, llenode rincones emblemáticos y de recuerdosinéditos en su Baviera natal, así como deencuentros con personas cercanas al Papa.

Desclée De Brouwer acaba de editar Sercristiano, un libro que Joseph Ratzingerdedicó «a Romano Guardini, con gratitud yadmiración». Se trata de una serie desermones pronunciados por el entoncesprofesor Ratzinger ante un grupo deestudiantes católicos; en ellos, el carácterde Adviento aparece como signo distintivode lo cristiano. Estas páginas son un intentode formular nuevamente la cuestión denuestro ser cristianos en el mundo de hoy, yde responder a ella de un modo nuevo yeficaz.

M.A.V.

El chiste de la semanaEl Roto, en El País

WWWW WWWW WWWWLa página web de esta semana es una página católica dedicada a la Virgen María, donde se pue-

den encontrar abundantes recursos audiovisuales, material pastoral, lecturas de autores cató-licos, reflexiones, reseñas de libros y otras utilidades con las que conocer mejor y amar a la Ma-dre del Señor.

http://www.madremaria.es

La dirección de la semana

Alfonso Carrasco Rouco, nuevo obispo de Lugo

El Papa Benedicto XVI ha nombrado obispo de Lugo alsacerdote don Alfonso Carrasco Rouco, en la actualidad

Profesor de Teología en la Facultad de Teología San Dámaso,de Madrid. Sustituirá al actual obispo de la diócesis,monseñor José Higinio Gómez González, quien hapresentado su renuncia por razones de edad, en conformidadcon el Código de Derecho Canónico. El nuevo obispo electode Lugo nació el 12 de octubre de 1956 en Villalba, provinciade Lugo y diócesis de Mondoñedo-Ferrol, y ha realizado susestudios en la Universidad Pontificia de Salamanca y en lasUniversidades de Friburgo y de Munich. En declaraciones aAlfa y Omega, don Alfonso Carrasco ha afirmado que recibeel nombramiento «con sorpresa y asombro, porque siempreresulta inesperado; y fundamentalmente con gratitud. Para míes un gesto de confianza y una llamada de parte de nuestroSeñor».

Fiesta de Santa Maravillas

El próximo 11 de diciembre es la fiesta de Santa Maravillas de Jesús.Con tal motivo, el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María

Rouco Varela, presidirá la celebración de la Eucaristía, a las 19:30 horas,en la catedral de Nuestra Señora de la Almudena. En la iglesia de lascarmelitas descalzas del monasterio de la Aldehuela, el obispo auxiliar

de Getafe, monseñor Rafael Zornoza,presidirá la celebración eucarística, a las8:30 horas de la mañana; a las 11 horas lohará el obispo de Getafe, monseñor Lópezde Andújar; y a las 17 horas, monseñorJuan Antonio Martínez Camino, obispoauxiliar electo de Madrid.

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DESDE LA FEΩΩ34

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Titula su libro con un interrogante: ¿Rendirse ante ETA?¿Cuál es la respuesta? ¿Nos estamos rindiendo?El Presidente del Gobierno sí ha intentado rendirse, pero ha

comprobado que existe una doble resistencia. Por un lado, la del pro-pio Estado de Derecho democrático; y, por otro –algo con lo que nocontaba–, la de lo que se ha llamado la rebelión cívica, que desdedistintas convicciones quieren proteger las libertades en España yevitar los objetivos de un Gobierno que ha querido rendir a toda lasociedad ante los terroristas, algo que es inmoral, ilegítimo e ilegal.

En su libro recoge veinticinco voces contra la negociación delGobierno con ETA, la mayoría víctimas de los terroristas. ¿Cuálde ellas ha sido la que más le ha impresionado?

Todas son impactantes, pero las más conmovedoras y desgarra-doras son las de las víctimas, porque cada una de ellas revela elprofundo dolor por la pérdida de sus familiares, y además el sufri-miento añadido por un Gobierno que sienten que no las está am-parando y que las quiere marginar, a pesar de la gesticulación quehemos visto tras el mazazo terrorista en Francia. Todas las víctimascuentan que se está cometiendo con ellas una injusticia.

En la presentación del libro, don Jaime Mayor Oreja dijoque «las víctimas son lo mejor de nosotros mismos». ¿Qué sig-nifican para usted las víctimas?

Para mí son el resorte y la agarradera que nos sirve a nosotros pa-ra sostener nuestras convicciones y nuestros principios. Aquí, enla COPE, y yo personalmente en mi libro, defendemos que hay queestar siempre con la víctimas, y que son la base moral de nuestra de-mocracia. Pero hay más: nosotros sostenemos estas conviccionesen la medida en que constatamos continuamente que el compor-tamiento de las víctimas del terrorismo es absolutamente ejemplardesde el punto de vista moral, sin entrar en consideraciones de ti-po político. Son ejemplares; jamás han caído en la tentación en la quehan caído en otros países, que es la de tomarse la venganza porsu cuenta. Desde el Gobierno se les trasmitió el mensaje de que elEstado de Derecho les haría justicia y las reconocería, y ahora venque les están arrebatando todo aquello que les prometieron.

¿Se buscaría una solución negociada sin un retroceso moralprevio en la sociedad a un nivel más amplio, en las costumbresy en la instauración de la cultura de la muerte?

De ninguna manera. Se está buscando una negociación con loque, en realidad, es una banda de asesinos, de criminales que ejer-cen la violencia para obtener una contraprestación política. Si unoacepta sentarse en una mesa para negociar políticamente con ellos,si uno adquiere compromisos con ellos, como hace el Presidente, es-tá lanzando un mensaje muy claro: fomentar la cultura de la muer-te. Y el mensaje a los terroristas también es muy claro: si ustedchantajea lo suficiente, si extorsiona lo suficiente, si pega los sufi-cientes tiros en la nuca, si pone los suficientes coches-bomba, en-tonces es posible un Gobierno que se siente con ustedes y les re-conozca sus reivindicaciones. Esto es un incentivo para que los te-rroristas asesinen, para que matar sea rentable en términos políticos.

¿Qué va a pasar en las elecciones de marzo?Los españoles tendrán dos opciones. Una es votar para que ha-

ya un Gobierno que retome el pulso policial y judicial, aplique lalegislación antiterrorista y lleve de nuevo a ETA a una situaciónde debilidad. La segunda opción es apoyar a un Gobierno que hamanifestado que el proceso de paz era un elemento clave de esta le-gislatura, y que ha expuesto en el Congreso que también lo será enuna segunda legislatura. Al Gobierno se le ha pedido que renunciea los compromisos que ha adquirido y por los que ha pagado –queETA esté en los Ayuntamientos–, y no ha querido. También se le hapedido que no negocie con ETA, y el Presidente dice que no re-nuncia, que no revoca la resolución de mayo de 2005 y que quie-re seguir teniendo las manos libres paran seguir negociando. Estoes lo sustancial y lo estratégico, y deja reducido a papel mojado eldocumento-trampa aprobado el pasado sábado por partidos polí-ticos, patronal y sindicatos en el Congreso de los Diputados y al que,equivocadamente, se sumó el Partido Popular.

Usted es periodista. ¿Cómo han presentado los medios decomunicación la información sobre las negociaciones con ETA?

Yo creo que no hemos sido neutrales, pero también creo que, an-te el terrorismo, no tenemos por qué serlo. Pero aquí surge un pro-blema: determinados medios de comunicación han utilizado suscolumnas de prensa, sus cámaras de televisión y sus micrófonospara legitimar intelectualmente una negociación política con te-rroristas, algo que es absolutamente infame. Nosotros hemos de-nunciado que es absolutamente ilegal e inmoral negociar política-mente con ellos. No hemos querido dar voz a estas posturas, porquees algo que repugna moralmente. La COPE ha sido la única cadenade radio en emitir, este pasado fin de semana, una programación es-pecial sobre el atentado en Francia. No nos basta con mirar al terror,queremos combatirlo y, desde profundas convicciones e innego-ciables principios, lo combatimos sin tregua y sin complejos.

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Alfonso Merlos, autor de ¿Rendirse ante ETA?:

«Se está cometiendo unainjusticia con las víctimas»

El periodista Alfonso Merlos, presentador de La mañana del fin desemana, de la Cadena COPE, ha recogido, en ¿Rendirse ante ETA? 25 voces contra la negociación (ed. Altera), los testimonios depolíticos, jueces y víctimas de los terroristas, cuyas palabras cobranhoy más importancia que nunca

Don Alfonso Merlos

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DESDE LA FE 6-XII-2007ΩΩ35 AA

Punto de vista

Células madre, un nuevo horizonte

Células madre a partir de células de la piel.Una noticia universal y una esperanza,

condicionada todavía, de poder prescindirdel embrión humano para la bien llamadamedicina regenerativa, que pueda obviartransplantes sujetos a la barrera inmunológicay cuidados postoperatorios muy complejos. Yno sólo eso, sino que se abre otro portillo a lareparación, esta vez ética, de estructurasorgánicas dañadas por la enfermedad o elenvejecimiento.

Las células madre adultas están presentesen algunos tejidos del organismo y tienencapacidad para desarrollar elementoscelulares que reconstruyan hasta órganosdeteriorados. Su obtención es harto variada:mediante el cordón umbilical del niñonacido, por reprogramación de célulasadultas a un estado embrionario o a partir deembriones humanos logrados o no por unaclonación llamada terapéutica. Estoconllevaría la muerte del embrión y, paramuchos, un rechazo moral.

Ante un tema tan controvertido en todoslos ámbitos de su análisis, lo prudente esapostar por lo más seguro, eliminando riesgosde cancerización, y por la defensa, tandevaluada, de la vida embrionaria. Dice elprofesor Nombela que lo que se ha hecho enel campo de las células madre embrionariastiene poca relevancia «porque la tendencia vahacia las células madre adultas». El últimohallazgo de norteamericanos y japonesesparece confirmarlo.

Otro tema que puede confluir en todo estoes el de la reproducción clónica, queconsiste, a grandes rasgos, en lamanipulación de una sola célula, decualquier célula corporal, con su batería decromosomas y un código de replicación.Transplante posterior del núcleo de estacélula a un óvulo no fertilizado en el quepreviamente se hubiera erradicado su masahereditaria, dejándolo reducido a merosoporte orgánico sin más funciones que la deun habitáculo. En síntesis, en las clonaciones,el ADN del óvulo es eliminado yreemplazado con material genético de otrapersona. Todo el proceso posterior sedesarrolla bajo el control del ADN deldonante. El resultado, bastante utópico, esque el sujeto obtenido sería igual que aquél.

En la modalidad de clonación conocidacomo terapéutica prima la obtención decélulas madre desde embriones clonados.Algo que tampoco ofrece resultadossatisfactorios al menos por ahora, al margendel atentado que representaría para elembrión, cuyo horizonte sería lacriogenización o la destrucción por suinutilidad para las terapias previstas.

Nicolás Retana Iza

La publicación de las Actas del Congreso internacional sobre laLey natural, celebrado en la Facultad de Teología San Dá-maso, de Madrid, del 22 al 24 de noviembre de 2006, a raíz de

la invitación que anteriormente hiciera el entonces Prefecto de laCongregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger,a los centros universitarios católicos superiores, nos brinda la opor-tunidad de referirnos, una vez más, a las novedades de esa joven pe-ro acreditada Facultad. Es este libro de Actas, bajo el título Una leyde libertad par la vida del mundo, un ejemplo del rigor y de la se-riedad científica y académica, y de la comunión eclesial, con laque se trabaja en esa Facultad. La pregunta por la ley natural no esfácil. Como muy bien señala la crónica introductoria del Congreso:«Speculatio pauperis in deserto: esta expresión bonaventuriananos puede servir para enmarcar lo que ha sido la intención de es-te Congreso. (…) La expresión nos sitúa en un lugar: el desierto. És-te parece ser el lugar donde la Iglesia se encuentra en el momen-to de hablar de la ley natural ante un mundo que no quiere escu-charla. Es más, no sólo no parece haber un interlocutor, sino que,en ese desierto, tampoco aparecen caminos para salir de él y en-contrarlo». Como queda demostrado y dicho en este libro, la cues-

tión de la ley más universal, la más democrática, es una cuestión que hoy está inmersa implícita-mente en no pocas de las grandes problemáticas del presente: desde la que se establece entre uni-versalismo y culturalismo, pasando por la de la ética universal, llegando hasta la de la objeción deconciencia. Russell Hittinger afirmó que, si la ley natural existe, existe con independencia de las te-orías que hagamos acerca de ella. Difícilmente se podría afirmar que, si la ley natural existe parala conciencia del presente humano, existe con independencia de las descripciones y narracionesque hagamos de ella. La relación entre la descripción y la prescripción de la ley natural es una delas claves de este volumen, que recuerda cómo el contenido básico del bien y del mal, según san-to Tomás, se adquiere por nuestra razón de manera natural con el presente de nuestras inclinacionesnaturales. La no siempre fácil utilización del concepto de lo natural favorece la necesaria reflexiónsobre esta realidad que se nos presenta de muy diversas maneras.

La simple enumeración de los autores principales de este volumen nos da la idea de su calidad:cardenal Rouco Varela, monseñor G.L. Müller, J. Seifert, E. Ortiz Llueca, M.C. Murphy, Ph. Renczes,J. Prades López, A. Carrasco Rouco, M. Schulz, P. Domínguez Prieto, L. Rodríguez Duplá, A.M. Gon-zález, G. del Pozo Abejón, L. Melina, J.J. Pérez-Soba, J. Wolenski, E. Schockenhoff, A. Ollero, D. Schind-ler y R. Rovira. Este libro de Actas ha nacido a las librerías acompañado de dos novedades de la co-lección Presencia y diálogo, de la Facultad de Teología San Dámaso. Una, coordinada por Eduar-do Toraño y Javier Prades, titulada Educar en la verdad, que recoge las conferencias de ExtensiónUniversitaria de 2005; y otra, de los profesores Ignacio Carbajosa y Luis Sánchez Navarro, editores,titulada Entrar en lo antiguo, es memoria de la Jornada sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento.También las Tesis doctorales más sobresalientes defendidas en la Facultad son publicadas en la co-lección Dissertationes theologicae. Por último, una mínima referencia a la nueva colección Subsi-dia instrumenta, que publica textos para las asignaturas del programa académico, de los quetendríamos mucho que hablar. Pero ni es el momento, ni tenemos el espacio.

José Francisco Serrano Oceja

Ha nacido una nueva editorial, y de eso siempre tenemos que alegrarnos. Y ha na-cido con el buen pie de publicar un libro ameno, atractivo, sugerente, de uno de

los más destacados pedagogos contemporáneos, profesor de la Universidad de Valen-cia, que nos ayuda a educar a los hijos, tarea, vocación y misión no siempre fácil. Es-te libro es un antídoto contra las dificultades de la educación en la familia hoy. Un buenregalo, sin duda.

J. F. S.

Manual de Educación para nuestra ciudadaníaTítulo: Antes que sea tarde. Cómo prevenir la tiranía de los hijosAutor: Vicente GarridoEditorial: Nabla ediciones

La ley más democráticaTítulo: Una ley de libertad para la vida del mundoAutor: J.J. Pérez Soba, J. de Dios Larrú y Jaime Ballesteros (eds.)Editorial: Facultad de Teología San Dámaso

L I B R O S

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DESDE LA FEΩΩ36

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Diario de una niñera

Muy criticada por unos, más celebrada por otros, nos llega esta adap-tación de la novela homónima de Emma McLaughlin y Nicola Kraus

sobre sus experiencias como niñeras en los barrios ricos de Nueva York.Annie Braddock, interpretada por Scarlett Johansson, es una joven uni-versitaria recién graduada que no sabe hacia dónde dirigir sus pasos. Se to-ma un verano para pensarlo y aprovecha para trabajar de niñera en una fa-milia pija del Upper East Side neoyorquino. Annie se encuentra con unentorno sobreabundante en lujos, pero muy deficiente de contenido hu-mano: un matrimonio destrozado pero que guardan las apariencias, un ni-ño florero que tiene de todo menos verdadero afecto, unas relaciones cla-sistas y egoistas... Todos sus amigos le recomiendan que abandone esetrabajo, pero Annie no puede: se ha dado cuenta de que ella es la única re-ferencia afectiva real para el niño y no quiere abandonarlo.

Laura Linney y Paul Giamatti completan el reparto de esta comedia quepretende hacer un drástico diagnóstico de la alta burguesía americana,aunque su crítica a cierto modelo familiar es lamentablemente extrapola-ble a todo Occidente. Aunque el film no está exento de defectos, inclusode casting, y determinadas situaciones se exageran hasta lo grotesco, lo cier-to es que funciona, es divertida y trasmite con eficacia su idea principal:De qué sirve ganar el mundo si te pierdes a ti mismo (y a tus hijos, marido,amigos...)

Muerte de un Presidente

La televisión se ha convertido en un recurso lingüístico innegable parael cine contemporáneo, no ya como argumento, sino como formato.

En Muerte de un Presidente, toda la película es un programa de televi-sión tal y como debe emitirse, concretamente un reportaje. Pero lo quecuenta y desarrolla el citado reportaje es pura ficción: el asesinato delPresidente Bush en Chicago en octubre de 2007, la posterior investigación,la detención del presunto asesino musulmán, y la implantación de unaIII Ley Patriótica, cada vez más implacable.

Con el telón de fondo de la Guerra de Iraq, presenta a un Presidente ho-nesto, que cree sinceramente en lo que hace, frente a unos radicales agre-sivos y revolucionarios. En la segunda parte vemos un sistema judicialpolitizado que busca un chivo expiatorio estratégico por encima de laverdad. Así se incrimina a un sospechoso sirio con insuficientes pruebasy muchas lagunas periciales. Se prefiere así conectar gratuitamente elatentado con Al Qaeda y rentabilizar el magnicidio a beneficio de la polí-tica exterior. Pero la verdad va a ser bien distinta: el monstruo está dentro,no fuera. Aunque el balance final no es ciertamente pro-Bush, no es de-magógico, es inteligente, y sobre todo muy interesante y bastante realista.Muestra un mundo que no está hecho de buenos y malos, sino de un en-tramado mucho más complejo de personas, con sus contradicciones y lu-ces y sombras.

Fados

El veterano cineasta aragonés Carlos Saura retoma su ya larga serie demusicales que alterna con producciones sólo en apariencia más con-

vencionales. Después de Sevillanas (1992), Flamenco (1995), Tango(1998), Salomé (2002) e Iberia (2005), culmina ahora con Fados, y re-presentan en conjunto una contribución excepcional a la historia del ci-ne español. No se conforma con elaborar una sucesión de ejemplos mu-sicales, sino que, bajo la seña fado, Saura propone un cóctel de elemen-tos históricos, identitarios y musicales, que permiten que el film conten-ga unitariamente fados tradicionales, flamenco, rap, ecos jazzísticos,guiños de tango, encuadres videocliperos, imágenes documentales dearchivo..., con un resultado caleidoscópico que quiere ser tan portuguéscomo universal.

La puesta en escena se vertebra en los principios que Saura ha ido ci-mentando estos años: juego de espejos, paneles traslúcidos, virtuosa arti-culación luminotécnica, transparencias, y una jugosa combinación de pla-nos analíticos con encuadres coreográficos generales. En esta ocasión seenfatizan en el baile las formas sensuales, afro-brasileiras, y los colores cá-lidos y crespusculares.

Juan Orellana

Cine

Interesante fin de añoLlega el mes de diciembre y el período prenavideño nos deja algunas cintas de interés. Vamos a recomendar algunas

para gustos muy dispares: una comedia aguda, una ficción política, y un musical

La brújula dorada

Ante las múltiples reacciones que Labrújula dorada ha suscitado en

diversos ámbitos por su presuntoanticatolicismo y sobre todo debido ala importante cantidad de solicitudesde información y criterio por parte demuchos fieles católicos y padres defamilia, parece conveniente señalaralgunas observaciones muy breves quese refieren exclusivamente a lapelícula, y no a la novela original dePhilip Pullman: ●. El elemento másimportante que puede interpretarsecomo alusión soterrada a la Iglesiacatólica es el Magisterium, unainstitución tiránica que lleva siglosejerciendo su poder, especialmentesobre los niños –almas inocentes– ycontra los avances científicos. ●. Hayotros elementos cuya interpretaciónsimbólica anticatólica es claramenteposible, si bien es cierto que –sin seringenuos– pueden no ser leídos en esaclave (...) ●. Pensamos que, aunquenadie duda de la militanciaantirreligiosa de ciertas novelas dePhilip Pullman, en la película casitodas estas alusiones camufladas a laIglesia pasarán desapercibidas para lamayoría del público. ●. Nos parecemuy sensato que padres católicosprefieran que sus hijos no vean estefilm, por las razones arriba expuestas.También creemos que la encriptaciónde las analogías anticatólicas hace quesu supuesta eficacia quedesuficientemente mermada eincognoscible para el público juvenil.

Extracto del Comunicado de la Asociación Católica

Mundial para la Comunicación (Signis)-España

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DESDE LA FE 6-XII-2007ΩΩ37 AA

Está muy bien manifestarse por la derrota deETA –por cierto, ya iba siendo hora de que algu-nos adoptasen ese lema básico y determinantede todo lo demás–, pero infinitamente mejor quelos lemas y que las palabras demagógicas y la re-tórica barata están los hechos, los hechos con-cretos y claros como el agua clara. Personalmen-te, me creeré la sinceridad del Presidente del Go-bierno, del Gobierno y del Parlamento, cuandorevoquen la resolución de seguir negociando conETA esa indignidad y esa ignominia a la que lla-man proceso de paz. Les empezaré a creer cuan-do deslegitimen e ilegalicen a esa cuadrilla que seagrupa bajo las siglas ANV y PCTV, que desde lasinstituciones siguen siendo cómplices de ETA y notienen el menor decoro de ausentarse cuando seva a condenar el atentado de Capbreton. Empe-zaré a creerme algo sobre la sinceridad de ZP,Rubalcaba, Bermejo y todos los demás, cuandoen vez de esconderse cobardemente –hace bas-tante que ZP es abucheado casi cada vez que sa-le de la Moncloa– den la cara por las víctimas delterrorismo, por todas y cada una de ellas, siempre,sin condición alguna. De la connivencia de ANVy de los comunistas vascos con la ETA no tendrápruebas el ministro de Justicia, pero será porqueno las busca o no quiere verlas, porque el hombrey la mujer de la calle sencillos y normales las ven;basta con abrir los ojos y los oídos. De modo quesí, que muy bien lo de manifestarse para derrotara ETA, pero mientras sólo se quede en eso, nobasta. Es más: si sólo se queda en eso, es lícitopensar que se trata de puro camelo o pura hipo-cresía.

El ínclito señor Rubalcaba dijo –¿se acuerdanustedes?–, cuando los etarras robaron trescientasy pico pistolas en Francia, aquello tan hueco deque «lo importante no es que roben pistolas, sinoque tengan voluntad de usarlas». Bueno, Rubal-caba, pues ahí tienes la voluntad de usar las pis-tolas bien clara y trágicamente efectiva. Es el mis-mo que dijo aquello de que «España merece unGobierno que no mienta». Bueno, pues, en el len-guaje común se entiende que hay un tiroteo cuan-do unos intercambian tiros con otros, no cuandounos van –por cierto, increíblemente– desarma-dos, y otros les disparan un tiro en la nuca. Demodo que eso es mentir como un bellaco. Y, al pa-

recer, según las fuentes policiales más creíbles,el atentado de Capbreton fue todo menos fortui-to; igual que lo de la Terminal 4 de Barajas nofue un accidente. Así que basta de accidentes for-tuitos y basta de mentir. Y basta también de es-capar por la puerta de servicio antes de que se re-tire la Bandera del funeral por un guardia civilasesinado por ETA.

El maestro Mingote ha pintado, en ABC, a unamultitud de manifestantes con pancartas en lasque se lee: Pedimos ¡utilidad! Federación de Ma-nifestantes; ¡Eh, oigan!; Manifestaciones eficaces,¡ya!; Exigimos que las manifestaciones sirvan pa-ra algo. Bueno, pues eso. Después de este nuevocrimen de los etarras, ¿alguien se caerá del guin-do, o va a seguir la nauseabunda oleada de ver-borrea en el Parlamento y en los medios de co-municación social? ¿Los políticos de todos los co-lores van a seguir teniendo sus agendas muy apre-tadas unas veces sí y otras no? ¿Cuándo va aempezar a volver a España un mínimo de decen-cia, de sensatez, de sereno equilibrio y de digni-dad? ¿Van a hacer falta muchos Raúles y Fernan-dos más para que un Gobierno, cualquier Go-bierno, sea del color que sea, aprenda de una vezque no se puede negociar con los criminales? Nole vendría mal al señor Rodríguez Zapatero olvi-darse de memeces cósmicas como ésa del con-trato con el planeta, y hacer, de una vez por todasy cuanto antes, un sencillo contrato con la cohe-rencia y con la dignidad. Urge también, como haescrito José María Beneyto en ABC, «el consensode nuestra política exterior, que ha estado basado–también en tiempos de González– en la convic-ción de que España es un país occidental, europeoy atlántico…» Pero, claro, para eso, el partido enel Gobierno tiene que ponerse de acuerdo conel partido mayoritario en la oposición, y no connacionalistas, separatistas, secesionistas e inde-pendentistas, que, por cierto, últimamente se dis-frazan de soberanistas. Y para eso, claro, lo pri-mero que hay que hacer, después de las próxi-mas elecciones, las gane quien las gane, es cam-biar la actual y nefasta Ley electoral. Porque sí,señor Bono, la vida es más importante que la po-lítica. Pero siempre.

Gonzalo de Berceo

Ricardo, en El Mundo

No es verdadCon ojos de mujer

Lo que buscamos las mujeres

Es ésta una de las grandes preguntas que tantoescritores, directores de cine, intelectuales,

publicistas y hasta políticos, se hacen. Pero esmuy posible que ni siquiera las mujerestengamos demasiado clara la respuesta. Tal ycomo nos van las cosas hoy en día, las mujeresandamos, cuando menos, un poco estresadas.

Una cosa es lo que comúnmente se entiendepor calidad de vida para la mujer, y otra, muydistinta, lo que de verdad buscamos. Está claroque a nivel práctico nuestra lucha está en evitarque tengamos que hacer doble trabajo, el defuera y el de dentro de casa. Por eso aplicamosalternativas que, con mayor o menor éxito, nosayudan a delegar para tener un respiro. Así nosencontramos multitud de casos en los que unacocinera, una babysitter, unas cuidadoras, y nopocos veces, una abuela, son el indispensabletercer brazo para cualquier hogar.

Pero existe un segundo nivel, más profundo,en el que la mujer se plantea cómo llegar a serella misma en cuanto mujer y ser humano. Sinembargo, en este terreno hay muy pocas ayudasexternas. De hecho, muchos de los agentes quenos rodean son los que aumentan más ladicotomía mental en la que nos movemos lasmujeres. Pondré un ejemplo gráfico: analizar losanuncios en los que se venden productosfemeninos puede ayudarnos a testar por dóndetransitan muchas de las cuestiones vitales a lasque hombres y mujeres nos enfrentamos día adía. Recuerdo un anuncio que publicita un tipode material la mar de efectivo para ciertos díasdel mes. El lema que se subraya, una y otra vez,a lo largo de los veinte segundos que suele durarcualquier publicidad televisiva es: Muy segura,muy mujer… ¿Desde cuándo nos ha hecho faltaa las mujeres que nos digan que debemos estarmuy seguras de ser mujeres? ¿Es que existealguna connotación en ser mujer por la quedebamos sentirnos inseguras?

Dentro de nuestra cultura occidental, lasmujeres hemos llegado a convencernos de queimitando a los hombres tendríamos más fuerza yseríamos más libres. Esta concepción ha dañadonuestra feminidad, hasta tal punto que muchasmujeres han llegado a sentirse inseguras de sucondición. Se ha alienado nuestra feminidad,abocándonos a la imitación de conductas mástípicamente masculinas que femeninas. Es poreso que muchas de las mujeres de los citadosanuncios resultan agresivas y andróginas,desprovistas de ese toque glamoroso y elegantede otros tiempos.

El camino de vuelta empieza por valorarse auno mismo, independientemente de ser hombreo mujer. La verdadera fuerza radica en nuestrainterioridad, ese valor tan poco en alza y quetantas satisfacciones nos daría si supiésemoscultivarlo. De manera que os animo, a unos y aotros, a hacer un auto examen, serio y profundo,sobre el verdadero significado de ser persona. Setrata de atreverse a mirarse con total desnudez, yvalorarse con todas nuestras connotaciones, enuna carrera por la autenticidad y la naturalidad.

Eva Latonda

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Luis María Anson,periodista

Educación para laciudadanía enmascara latentación totalitaria deeducar a los niños para queen el futuro voten al Partido

Socialista. Una educación así repercutiráen la cultura. La manipulación socialistatiene, entre otros, un objetivo:descristianizar España. Corresponde a lospadres, no al Estado, educar a sus hijos.

Juan Antonio Samaranch,ex-Presidente del COI

El lema mens sana incorpore sano es explícito.El deporte es una vía desuperación y uninstrumento útil de

formación para nuestra juventud. Encierramuchos valores, estimula el ansia desuperación, fortalece la relación con elentorno, y suone disciplina, esfuerzo ylealtad.

Mar Pons,analista de TelespectadoresAsociados de Cataluña

Hay padres que utilizan latelevisión como canguro, yeso es una grave falta deresponsabilidad por su

parte. La televisión hay que aprender averla; sería bueno que los niños la vierancon sus padres, que pudiesen hacerpreguntas y recibir respuestas sensatas.

PROGRAMACIÓN POPULAR TELEVISIÓN MADRID (del 6 al 12 de diciembre de 2007)(Mad: sólo en Madrid; Información: Tel. 902 22 27 28)

A DIARIO: 07.55 (S. y D.); 09.00 (de lunes a vier-nes).- Palabra de vida08.00 (salvo S. y D.).- Documental08.30 (salvo S. y D.).- Dibujos anima-dos12.00 (Dom. desde el Vaticano).- Án-gelus y Santa Misa14.50 (14.55: V. y D.).- Va de fresi15.30; 20.30; 23.50 (salvo S. y D.).- TvNoticias mediodía -tarde -noche00.30 (de lunes a viernes); 02.35 (S.);00.00 (D.).- Palabra de vida

JUEVES 6 de diciembre09.25.- Suite reservada10.30.- Cine La montaña trágica (TP)12.35.- Pongamos que hablo... (Mad)13.55.- Noche de Isabel San Sebastián16.00.- Juanita la soltera17.00.- ¿Y tú de qué vas? (Delfy; Ser-lock Holm.; Salvados por la campana)19.30.- Pongamos que hablo... (Mad)21.15.- Noticias (Mad)22.00.- Caliente y frío23.00.- La noche de... Jaime Peñafiel01.15.- Cloverdale’s corner

VIERNES 7 de diciembre09.25.- Con la vida en los talones10.30.- Libros con fe11.00.- Octava Dies12.35.- Pongamos que hablo... (Mad)13.55.- La noche de... Jaime Peñafiel16.00.- Más Cine por favor La Herma-na San Sulpicio17.30.- ¿Y tú de qué vas? (Delfy...)21.10.- La Noche LEB (Partido: C.B.L’Hospitalet - Plus Pujol Lleida)23.00.- Pantalla grande01.15.- La noche de... El Tricicle

SÁBADO 8 de diciembre08.00.- ¿Y tú de qué vas?09.30.- ¡Cuídame!10.30.- Mundo solidario11.00.- Dibujos animados12.30.- Teleton Mexicano

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...00.00.- Más Cine por favor El oído delos Mc Guire

DOMINGO 9 de diciembre08.00.- Noche LEB (Partido: C.B. L’-Hospitalet - Plus Pujol Lleida) - 09.55.-La Baraja - 11.00.- Libros con fe13.00.- Argumentos - 14.00.- Dibujos16.00.- La casa de la pradera17.00.- Serie Salvados por la campana17.30.- Informativo diocesano (Mad)18.00.- Programa LEB19.30.- Caliente y frío21.00.- Más Cine por favor Mr Lucky23.05.- La noche de... El Tricicle01.10.- Cine II. Primer amor02.00.- Programa LEB

LUNES 10 de diciembre09.25.- ¡Cuídame!10.30.- Más Cine por favor La Herma-na San Sulpicio12.35.- Pongamos que hablo... (Mad)13.55.- La Noche de... El Tricicle16.00.- Juanita la soltera17.00.- ¿Y tú de qué vas? (Delfy; Sher-lock Holm.; Salvados por la campana)19.30.- Pongamos que hablo... (Mad)21.15.- Noticias (Mad)22.00.- Frente a frente23.00.- La Noche de... José A. Abellán01.15.- La noche LEB

MARTES 11 de diciembre09.25.- Personajes de la Historia10.30.- Más Cine por favor El oído delos Mc Guire12.35.- Pongamos que hablo de Ma-drid (Mad)13.55.- La Noche de... José A. Abellán16.00.- Juanita la soltera17.00.- ¿Y tú de qué vas? (Delfy; Sher-lock Holm.; Salvados por la campana)19.30.- Pongamos que hablo... (Mad)21.10.- La Baraja23.00.- Noche de M. Ángel Rodríguez01.15.- Cloverdale’s corner

MIÉRCOLES 12 de diciembre09.25.- Mi vida por ti10.00.- Mundo solidario10.30.- Audiencia Vaticano12.35.- Pongamos que hablo... (Mad)13.55.- Noche de M. Ángel Rodríguez16.00.- Juanita la soltera17.00.- ¿Y tú de qué vas? (Delfy; Sher-lock Holm.; Salvados por la campana)19.30.- Pongamos que hablo... (Mad)22.00.- Argumentos23.00.- Noche de Isabel San Sebastián01.15.- Juanita la soltera02.00.- El final del día

Gentes

Teatro

Esperando a Godot

El sábado pasado, Argentina celebraba el día na-cional del teatro, en conmemoración del in-

cendio del Teatro de la Ranchería, el primero queexistió en Buenos Aires. El Teatro de la Rancheríarecibió ese nombre porque era el lugar donde seencontraba la ranchería de los jesuitas (construc-ciones donde se alojaban los negros). Hasta laerección del Coliseo en 1804, Buenos Aires perma-neció sin teatro, y desde entonces no ha parado lahipertrofia de centros de representación. Uno re-corre la calle Corrientes, de punta a cabo, y seencuentra docenas de salas de teatros, a 20 pe-sos la función, unos tres euros. Es verdad que el2000 del corralito navajeó la economía bonae-rense, pero no fue motivo de decapitación de ofer-tas culturales. Hace un par de semanas, vi en Co-rrientes Esperando a Godot, de Samuel Beckett,catalogada como pieza del teatro del absurdo,

cuando lo absurdo sería no enterarse de lo que,con una peculiar claridad, nos cuenta el autor.Pocos personajes, y todos ellos arrojados al mun-do de la espera. Sí, porque la vida se nos cuenta so-bre las tablas, como una marquesina en la que unpuñado de usuarios esperan a que el autobús losrescate del frío. Sin embargo, a nuestros persona-jes esa espera los trastorna, no saben qué hacercon el tiempo, todo dura demasiado, todo es unentretanto inútil.

En el fondo, Esperando a Godot es una metáfo-ra del sentido de la vida: ¿qué hacer con la liber-tad que se nos regala? Entonces, sale a la luz unacolección de despropósitos y egoísmos; en defini-tiva, el drama humano, como la imposibilidad deuna plena comunicación, porque, a pesar de quelos personajes llevan un sufrimiento compartido,no existe verdadero diálogo. También aparece el

horror de la soledad. En un momento, los dos pro-tagonistas deciden suicidarse, pero sólo tienenuna cuerda, y para ambos sería más insoportablequedarse solos que propiciarse la muerte. Pozzo esun personaje que aparece de repente arrastrandoa un hombre al que trata como un animal: su inse-guridad le lleva a compararse con el paria al quehumilla, y eso le da algo de satisfacción. La ayudaal prójimo es una burla de la caridad; sólo intere-sa el utilitarismo. La obra literaria que más impre-sionó a Benedicto XVI es El lobo estepario, de H.Hesse, otra pieza que, por la crudeza de ese mis-mo desaliento, clama por una necesidad de darun sentido a la vida que no sólo sea el de la des-trucción del otro y la borrachera personal. ¿Cuán-do veremos Esperando a Godot en España?

Javier Alonso Sandoica

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esengaño. Éste es quizá uno de los sínto-mas más impactantes de las sociedades post-modernas del mundo globalizado. Caídaslas ideologías, caídos los mitos del progreso,sólo parece quedar el Sálvese quien pueda,pero con una buena cuenta corriente en elBanco. Y de este modo, con demasiada fre-cuencia, el desengaño se convierte en cinis-mo. En este contexto, Benedicto XVI ha vuel-to a tomar papel y pluma para escribir la se-gunda encíclica de su pontificado, Spe salvi(Salvados en esperanza), para reflexionarsobre la virtud teologal más desconocida,pero al mismo tiempo la más añorada.

Después de haber dedicado al amor suprimer gran documento (Deus caritas est,publicado en enero de 2006), esta Carta en-cíclica abre de par en par las ventanas delespíritu al horizonte de la esperanza cris-tiana: «El elemento distintivo de los cristia-nos es el hecho de que ellos tienen un fu-turo»: su vida «no acaba en el vacío».

«¿Por qué?», se pregunta repetidamenteel teólogo y pastor. La respuesta está en queel cristiano no cree en algo –el cristianismono es ideología, ni un sistema de normasque hay que cumplir–, el discípulo de Je-sús cree en Alguien, en alguien vivo, quees más fuerte que la misma muerte: «Llegara conocer a Dios, al Dios verdadero, eso eslo que significa recibir esperanza» –sugie-re, sacudiendo las conciencias de los cre-yentes amodorrados–. La esperanza no esotra cosa que «el encuentro real con esteDios». Como afirmó el mismo Benedicto XVIen el Ángelus que pronunció el pasado do-mingo, la esperanza «es un don que cam-

bia la vida de quien lo recibe, como de-muestra la experiencia de muchos santos.¿En qué consiste esta esperanza tan gran-de? En definitiva, consiste en el conoci-miento de Dios, en el descubrimiento de sucorazón de Padre bueno y misericordioso».

Jesús no trajo un mensaje socio-revolu-cionario, «no era un combatiente por unaliberación política», aclara. Trajo «el en-cuentro con el Dios vivo», con «una espe-ranza más fuerte que los sufrimientos de laesclavitud, y que por ello transforma des-de dentro la vida y el mundo».

Cristo indica «el camino más allá de lamuerte»; por eso, la esperanza del creyenteno se fundamenta en lo pasajero, sino enDios. Por eso constata, con el realismo tí-pico de Joseph Ratzinger, que la crisis actualde la fe «es sobre todo una crisis de la es-peranza cristiana».

Cómo encontrar la esperanza

Pero la encíclica no sólo explica qué es laesperanza, su mayor contribución está qui-zá en mostrar cómo alcanzarla, o más bien,dónde. El primer lugar de aprendizaje dela esperanza –propone– es la oración, pues,«cuando ya nadie me escucha, Dios todavíame escucha. Cuando ya no puedo hablarcon ninguno, ni invocar a nadie, siemprepuedo hablar con Dios».

Luego presenta el actuar como escuelade oración, despejando mil prejuicios so-bre esta virtud. La esperanza cristiana es al-go muy concreto: «Es esperanza activa, conla cual luchamos para que las cosas no aca-ben en un final perverso». De este modo–señala–, «mantenemos el mundo abierto aDios. Sólo así permanece también como es-peranza verdaderamente humana».

A esperar se aprende, sobre todo, en losmomentos de dolor y sufrimiento, sigueaclarando: «Conviene ciertamente hacer to-do lo posible para disminuir el sufrimiento»;sin embargo, «lo que cura al hombre no esesquivar el sufrimiento y huir ante el dolor,sino la capacidad de aceptar la tribulación,madurar en ella y encontrar en ella un sen-tido mediante la unión con Cristo, que hasufrido con amor infinito».

No hay nada más duro que una vida sinesperanza y no hay nada más bello que unavida henchida de esperanza, incluso en elmomento mismo de la muerte.

Por último, la esperanza se encuentra almantener ante los ojos el horizonte últimode la vida: el Juicio de Dios: «Sí, existe laresurrección de la carne. Existe una justi-cia. Por eso la fe en el Juicio final es ante to-do y sobre todo esperanza».

Si, al leer esta encíclica, una personavuelve a encontrar la esperanza de su vida,Benedicto XVI habrá contribuido a ofre-cerle el mayor regalo de su vida.

Jesús Colina. Roma

Dios es la esperanzadel mundo

Alfa y Omega agradece la especial colaboración de:

D

Un momento de la presentación de la encíclica sobre laesperanza. De izquierda a derecha, el cardenal AlbertVanhoye, el padre Federico Lombardi y el cardenalGeorges Marie Martin Cottier