La esperanza de Salvación para los niños que mueren sin el Bautismo

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    NDICE GENERAL

    PRESENTACIN 2

    INTRODUCCIN 5

    I. Historia quaestionis. Historia y hermenutica de laenseanza catlica. 9

    1. Fundamentos bblicos 9

    2. Los Padres griegos 10

    3. Los Padres latinos 12

    4. La Escolstica medieval 15

    5. La era moderna postridentina 18

    6. Del Vaticano I al Vaticano II 19

    7. Problemas de naturaleza hermenutica 22

    II. Inquirere vias Domini: Investigar los caminos de Dios.Principios teolgicos. 27

    1. La voluntad salvfica universal de Dios realizada a travs de lanica mediacin de Jesucristo en el Espritu Santo 27

    2. La universalidad del pecado y la necesidad universal de salvacin 30

    3. La necesidad de la Iglesia 33

    4. La necesidad del Bautismo sacramental 35

    5. Esperanza y oracin por la salvacin universal 38

    III. Spes orans. Razones de la esperanza. 39

    1. El nuevo contexto 392. La filantropa misericordiosa de Dios 42

    3. Solidaridad con Cristo 45

    4. La Iglesia y la comunin de los santos 50

    5. Lex orandi, lex credendi 51

    6. Esperanza 52

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    COMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL

    LA ESPERANZA DE SALVACIN

    PARA LOS NIOS QUE MUEREN SIN BAUTISMO*El tema del destino de los nios que mueren sin haber recibido elBautismo ha sido afrontado teniendo en cuenta el principio de lajerarqua de las verdades, en el contexto del designio salvadoruniversal de Dios, de la unicidad y el carcter insuperable de lamediacin de Cristo, de la sacramentalidad de la Iglesia en orden a lasalvacin y de la realidad del pecado original. En la situacin actual derelativismo cultural y de pluralismo religioso, el nmero de nios nobautizados aumenta de manera considerable. En esta situacin se hace

    ms urgente la reflexin sobre la posibilidad de salvacin para estosnios. La Iglesia es consciente de que esta salvacin se puede alcanzarnicamente en Cristo por medio del Espritu. Pero no puederenunciar a reflexionar, en cuanto madre y maestra, acerca del destinode todos los seres humanos creados a imagen de Dios y, de maneraparticular, de los ms dbiles y de aquellos que todava no tienen eluso de la razn y de la libertad.

    Es sabido que la enseanza tradicional recurra a la teora del limbo,entendido como un estado en el que las almas de los nios que

    mueren sin bautismo no merecen el premio de la visin beatfica, acausa del pecado original, pero no sufren ningn castigo, ya que nohan cometido pecados personales. Esta teora, elaborada por lostelogos a partir de la Edad Media, nunca ha entrado en lasdefiniciones dogmticas del Magisterio, aunque el mismo Magisterio laha mencionado en su enseanza hasta el concilio Vaticano II. Siguesiendo por tanto una hiptesis teolgica posible. No obstante, en elCatecismo de la Iglesia Catlica(1992) la teora del limbo no se menciona;se ensea por el contrario que, en cuanto a los nios muertos sin elbautismo, la Iglesia no puede ms que confiarlos a la misericordia de

    Dios, como se hace precisamente en el ritual de las exequias previstoespecficamente para ellos. El principio segn el cual Dios quiere lasalvacin de todos los seres humanos permite esperar que haya una

    va de salvacin para los nios muertos sin bautismo (cf.Catecismo de laIglesia Catlica, n. 1261). Esta afirmacin invita a la reflexin teolgica aencontrar una conexin lgica y coherente entre diversos enunciadosde la fe catlica: la voluntad salvfica universal de Dios / la unicidadde la mediacin de Cristo / la necesidad del bautismo para la salvacin/ la accin universal de la gracia en relacin con los sacramentos / la

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    ligazn entre pecado original y privacin de la visin beatfica / lacreacin del ser humano en Cristo.

    La conclusin del estudio es que hay razones teolgicas y litrgicaspara motivar la esperanza de que los nios muertos sin Bautismo

    puedan ser salvados e introducidos en la felicidad eterna, aunque nohaya una enseanza explcita de la Revelacin sobre este problema.Ninguna de las consideraciones que el texto propone para motivaruna nueva aproximacin a la cuestin puede ser utilizada para negar lanecesidad del bautismo ni para retrasar su administracin. Ms bienhay razones para esperar que Dios salvar a estos nios ya que no seha podido hacer por ellos lo que se hubiera deseado hacer, es decir,bautizarlos en la fe de la Iglesia e insertarlos visiblemente en el Cuerpode Cristo.

    Para terminar, una observacin de carcter metodolgico. Eltratamiento de este tema se justifica dentro del desarrollo de la historiade la inteligencia de la fe de la que habla la constitucin Dei Verbum(n. 8), y cuyos factores son la reflexin y el estudio de los creyentes, laexperiencia de las cosas espirituales y la predicacin del Magisterio.Cuando en la historia del pensamiento cristiano se ha comenzado asuscitar la pregunta sobre la suerte de los nios muertos sin bautismotal vez no se conoca exactamente la naturaleza y todo el alcancedoctrinal implcito en esta cuestin. Solamente en el desarrollohistrico y teolgico que ha tenido lugar en el curso de los siglos y

    hasta el concilio Vaticano II se ha cado en la cuenta de que estapregunta especfica deba ser considerada en un horizonte cada vezms amplio de las doctrinas de fe, y que el problema puede serrepensado poniendo en relacin explcita el punto en cuestin con elcontexto global de la fe catlica y observando el principio de lajerarqua de las verdades mencionado en el decretoUnitatis redintegratiodel concilio Vaticano II. El documento, tanto desde el punto de vistateolgico-especulativo como prctico-pastoral, constituye uninstrumento explicativo, til y eficaz para la comprensin y laprofundizacin de esta problemtica, que no es solamente doctrinal,sino que va al encuentro de urgencias pastorales de no pocarelevancia.

    * NOTA PRELIMINAR. El tema La esperanza de salvacin para los nios quemueren sin Bautismo ha sido sometido al estudio de la Comisin TeolgicaInternacional. Para preparar este estudio se form una Subcomisin formada por losExmos. Mons. Ignazio Sanna y Mons. Basil Kyu-Man Cho, de los Rdos. ProfesoresPeter Damian Akpunonu, Adelbert Denaux, P. Gilles Emery O.P., Mons. RicardoFerrara, Istvn Ivancs, Paul McPartlan, Dominic Veliath S.D.B. (presidente de laSubcomisin) y de la profesora Sr. Sara Butler, con la colaboracin del P. Luis Ladaria

    S.I., secretario general, y de Mons. Guido Pozzo, secretario adjunto de la misma

    http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19641121_unitatis-redintegratio_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19641121_unitatis-redintegratio_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19641121_unitatis-redintegratio_sp.htmlhttp://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ednref*http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ednref*http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19641121_unitatis-redintegratio_sp.htmlhttp://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.html
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    Comisin Teolgica, y con las contribuciones de los otros miembros. La discusingeneral tuvo lugar con ocasin de las sesiones plenarias de la CTI celebradas en Romaen diciembre de 2005 y en octubre de 2006. El texto presente fue aprobado en formaespecfica por la Comisin y fue sometido a su presidente, el Cardenal William J.Levada, el cual, una vez recibido el consenso del Santo Padre en la audienciaconcedida el 19 de enero de 2007, ha autorizado su publicacin.

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    Introduccin

    1. San Pedro exhorta a los cristianos a estar siempre preparados paradar razn de la esperanza que hay en ellos (cf. 1 Pe3,15-16)[1]. Estedocumento trata del tema de la esperanza que los cristianos pueden

    tener acerca de la salvacin de los nios que mueren sin haberrecibido el Bautismo. Explica cmo se ha desarrollado esta esperanzaen los ltimos decenios y en qu base se apoya, de tal manera que sepueda dar razn de ella. Aunque a primera vista este tema puedeparecer marginal respecto a otras preocupaciones teolgicas,cuestiones muy profundas y complejas se encuentran implicadas en eldesarrollo del mismo; urgentes necesidades pastorales hacen necesariaesta explicacin.

    2. En nuestros tiempos crece sensiblemente el nmero de nios que

    mueren sin haber sido bautizados. En parte porque los padres,influenciados por el relativismo cultural y por el pluralismo religioso,no son practicantes, en parte tambin como consecuencia de lafertilizacin in vitro y del aborto. A causa de estos fenmenos elinterrogante acerca del destino de estos nios se plantea con nuevaurgencia. En una situacin como sta las vas a travs de las cuales sepuede alcanzar la salvacin aparecen ms complejas y problemticas.La Iglesia, que custodia fielmente los caminos de la salvacin, sabeque sta slo se puede alcanzar en Cristo mediante el Espritu Santo.Pero en cuanto madre y maestra no puede renunciar a reflexionar

    sobre la suerte de todos los seres humanos, creados a imagen deDios[2], en particular de los ms dbiles. Los adultos, dotados derazn, conciencia y libertad, son responsables de su propio destino encuanto aceptan o rechazan la gracia de Dios. Pero los nios, que notienen todava el uso de la razn, la conciencia y la libertad, no puedendecidir por s mismos. Los padres experimentan un gran dolor ysentimientos de culpa cuando no tienen la certeza moral de lasalvacin de sus hijos, y las personas encuentran cada vez ms difcilaceptar que Dios sea justo y misericordioso si excluye a los nios, queno han pecado personalmente, de la salvacin eterna, sean cristianos ono. Desde un punto de vista teolgico, el desarrollo de una teologa dela esperanza y de una eclesiologa de la comunin, juntamente con elreconocimiento de la grandeza de la misericordia de Dios, cuestionanuna interpretacin excesivamente restrictiva de la salvacin. De hechola voluntad salvfica universal de Dios y la mediacin de Cristo,

    1 Los textos bblicos citados en este documento estn sacados de la Biblia de Jerusaln.Con todo, en algunas ocasiones se ha cambiado la traduccin para respetar lasopciones del original.2

    Cf. Commissione Teologica Internazionale, Comunione e servizio. La persona umanacreata a immagine di Dio, Citt del Vaticano 2005.

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    igualmente universal, hacen que se juzgue inadecuada cualquierconcepcin teolgica que en ltimo trmino ponga en duda laomnipotencia de Dios y, en especial, su misericordia.

    3. La teora del limbo, a la que ha recurrido la Iglesia durante muchos

    siglos para hablar de la suerte de los nios que mueren sin Bautismo,no encuentra ningn fundamento explcito en la revelacin, aunquehaya entrado desde hace mucho tiempo en la enseanza teolgicatradicional. Adems, la idea de que los nios que mueren sin bautismose encuentren privados de la visin beatfica, idea que ha sidoconsiderada durante tanto tiempo doctrina comn de la Iglesia, suscitanumerosos problemas pastorales, hasta tal punto que muchos pastoresde almas han pedido una reflexin ms profunda sobre los caminos dela salvacin. La reconsideracin necesaria de estas cuestionesteolgicas no puede ignorar las consecuencias trgicas del pecado

    original. El pecado original comporta un estado de separacin deCristo que excluye la posibilidad de la visin de Dios para aquellosque mueren en este estado.

    4. Reflexionando sobre el tema del destino de los nios que muerensin bautismo, la comunidad eclesial debe tener presente el hecho deque Dios, propiamente, es ms el sujeto que el objeto de la teologa.La primera tarea de la teologa es por tanto la escucha de la palabra deDios. La teologa escucha la palabra de Dios, contenida en laEscritura, para comunicarla con amor a todos los hombres. No

    obstante, acerca de la salvacin de los que mueren sin Bautismo, lapalabra de Dios dice muy poco o nada. Es necesario por tantointerpretar el silencio de la Escritura sobre este tema a la luz de lostextos que tratan del designio universal de salvacin y de los caminosde la misma. En resumen, el problema, tanto para la teologa comopara la pastoral, es cmo salvaguardar y armonizar dos grupos deafirmaciones bblicas: las que se refieren a la voluntad salvficauniversal de Dios (cf. 1 Tm2,4), y las que conciernen a la necesidaddel Bautismo como la va para ser liberados del pecado y conformadoscon Cristo (cf.Mc16,16;Mt28,18-19).

    5. En segundo lugar, teniendo presente el principio lex orandi, lexcredendi, la comunidad cristiana tiene en cuenta que no hay ningunamencin del limbo en la liturgia. sta comprende la fiesta de losSantos Inocentes, venerados como mrtires, aunque no haban sidobautizados, porque fueron muertos por Cristo[3]. Ha habido un

    3 Beln, no ests triste, anmate ante la muerte de los santos nios, porque ellos,

    como vctimas perfectas, han sido ofrecidos a Cristo Soberano, inmolados por l,reinarn con l:Exapostiliariondel Orthros(Maitines) de la liturgia bizantina del 29 de

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    importante desarrollo litrgico con la introduccin de los funeralespor los nios muertos sin bautismo. No rezamos por los condenados.ElMisalRomano de 1970 introdujo una misa funeral por los nios nobautizados cuyos padres deseaban presentarlos para el Bautismo. LaIglesia confa a la misericordia de Dios a los nios que mueren sin

    Bautismo. En la Instruccin sobre el Bautismo de los nios de 1980 laCongregacin para la Doctrina de la Fe ha reafirmado que en cuantoa los nios muertos sin Bautismo la Iglesia slo los puede confiar a lamisericordia de Dios, como hace en el rito de los funerales porellos[4]. El Catecismo de la Iglesia Catlica (1992) aade que la granmisericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (1Tm2,4) y la ternura de Jess con los nios, que le hizo decir: Dejadque los nios se acerquen a m, no se lo impidis (Mc10,14), nospermiten confiar en que haya un camino de salvacin para los niosmuertos sin Bautismo[5].

    6. En tercer lugar, la Iglesia no puede dejar de estimular la esperanzade la salvacin para los nios muertos sin Bautismo por el hecho queella ruega para que nadie se pierda[6], y ruega en la esperanza de quetodos los hombres se salven[7]. A la luz de una antropologa de lasolidaridad[8], reforzada por una comprensin eclesial de lapersonalidad corporativa, la Iglesia reconoce la ayuda que puede dar lafe de los creyentes. El evangelio de Marcos narra precisamente unepisodio en el que la fe de algunos ha sido eficaz para la salvacin deotra persona (cf.Mc2,5). Aun siendo bien consciente de que el medionormal para alcanzar la salvacin en Cristo es el Bautismo in re, laIglesia espera que existan otras vas para conseguir el mismo fin.Puesto que, por su encarnacin, el Hijo de Dios se ha unido en uncierto modo a todo ser humano, y puesto que Cristo ha muerto portodos y la vocacin ltima del hombre es efectivamente una sola, ladivina, la Iglesia sostiene que el Espritu Santo ofrece a todos laposibilidad de ser asociados, del modo que Dios conoce, al misteriopascual[9] (Gaudium et spes22).

    diciembre (Memoria de los santos nios muertos por Herodes), en Anthologion di tuttolanno,vol. 1, Roma 1999, 1199.4 Congregacin para la Doctrina de la Fe, Pastoralis Actio, n. 13, en AAS 72 (1980)1144.5Catecismo de la Iglesia Catlica, 1261.6Catecismo de la Iglesia Catlica, 1058.7Catecismo de la Iglesia Catlica, 1821.8 Cf. Gn 22,18; Sab 8,1; Hch 14,17; Rom 2,6-7; 1 Tm 2,4; Snodo de Quiercy, en H.Denzinger-P. Hnermann,El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion Symbolorum, Definitionum

    et Declarationum, Barcelona 1999 [en adelante DH]; cf. tambinNostra aetate1.9 Las traducciones del Concilio Vaticano II son del traductor.

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    7. Finalmente, al reflexionar teolgicamente sobre la salvacin de losnios que mueren sin Bautismo, la Iglesia respeta la jerarqua de las

    verdades y por tanto empieza por reafirmar claramente el primado deCristo y de su gracia, que tiene prioridad sobre Adn y el pecado.Cristo, en su existencia por nosotros y en el poder redentor de su

    sacrificio, ha muerto y resucitado por todos. Con toda su vida y suenseanza ha revelado la paternidad de Dios y su amor universal. Si lanecesidad del bautismo es defide, la tradicin y los documentos delMagisterio que han reafirmado esta necesidad tienen que serinterpretados. Es verdad que la voluntad salvfica universal de Dios nose opone a la necesidad del bautismo, pero tambin es verdad que losnios no oponen ningn obstculo personal a la accin de la graciaredentora. Por otra parte el bautismo se administra a los nios, queestn libres de pecados personales, no slo para liberarlos del pecadooriginal, sino tambin para insertarlos en la comunin de salvacin

    que es la Iglesia, por medio de la comunin en la muerte yresurreccin de Cristo (cf. Rom6,1-7). La gracia es totalmente gratuitaen cuanto es siempre puro don de Dios. La condenacin, por elcontrario, es merecida, porque es la consecuencia de la libre eleccinhumana[10]. El nio que muere despus de haber sido bautizado essalvado por la gracia de Cristo mediante la intercesin de la Iglesia,incluso sin su cooperacin. Nos podemos preguntar si el nio quemuere sin Bautismo, pero por el cual la Iglesia expresa en su oracinel deseo de salvacin, puede ser privado de la visin de Dios sin sucooperacin.

    10 Cf. Snodo de Quiercy(DH 623).

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    1. Historia quaestionisHistoria y hermenutica de la enseanza catlica

    1.1 Fundamentos bblicos8. Una investigacin teolgica rigurosa debe partir de un estudio delos fundamentos bblicos de cualquier doctrina o praxis eclesial. Porconsiguiente, por lo que se refiere a nuestro tema, nos tenemos quepreguntar si la Sagrada Escritura trata de un modo u otro la cuestindel destino de los nios no bautizados. Una mirada rpida al Nuevo

    Testamento pone de manifiesto que las primeras comunidadescristianas todava no se confrontaron con la cuestin de si los niosque haban muerto sin Bautismo podan recibir la salvacin de Dios.

    Cuando en el Nuevo Testamento se menciona la praxis del Bautismoen general se hace referencia al bautismo de los adultos. Pero los datosdel Nuevo Testamento no excluyen la posibilidad de que tambin losnios fueran bautizados. Cuando en los Hechos de los Apstoles16,15 y 33 (cf. 18,8) y en 1 Cor1,16 se habla de familias (oikos) quereciben el Bautismo, es posible que los nios hayan sido bautizadosjuntamente con los adultos. La ausencia de referencias explcitas sepuede explicar por el hecho de que los escritos del Nuevo Testamentose preocupan sobre todo de la difusin inicial del cristianismo en elmundo.

    9. La ausencia de una enseanza explcita en el Nuevo Testamentosobre el destino de los nios no bautizados no significa que ladiscusin teolgica acerca de esta cuestin no est basada en diversasdoctrinas bblicas fundamentales. Entre stas se incluyen:

    (I) La voluntad de Dios de salvar a todos (cf. Gn3,15; 22,18; 1 Tm2,3-6), mediante la victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte (cf.

    Ef1,20-22; Flp 2,7-11; Rom14,9; 1 Cor15,20-28).

    (II) La pecaminosidad universal de los seres humanos (cf. Gn6,5-6;8,21; 1 Re8,46; Sal130,3), y el hecho de que desde Adn han nacidoen el pecado (cf. Sal 51,7; Sir 25,24) y que por tanto estn destinados ala muerte (cf. Rom5,12; 1 Cor15,22).

    (III) La necesidad para la salvacin, por una parte, de la fe del creyente(cf. Rom1,16), y, por otra, del Bautismo (cf. Mc16,16;Mt28,19; Hch2,40-41; 16,30-33), y de la Eucarista (cf.Jn6,53) administrados por laIglesia.

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    (IV) La esperanza cristiana supera completamente la esperanzahumana (cf. Rom4,18-21); la esperanza cristiana es que el Dios vivo, elSalvador de toda la humanidad (cf. 1 Tm4,10) har a todos partcipesde su gloria y que todos vivirn con Cristo (cf. 1 Tes5,9-11; Rom8,2-5.23.25); los cristianos deben estar siempre dispuestos a dar razn de

    la esperanza que hay en ellos (cf. 1 Pe3,15).

    (V) La Iglesia tiene que hacer plegarias, oraciones y splicas portodos (1 Tm2,1-8), fundada en la fe en que para la potencia creadorade Dios nada es imposible (Job42,2;Mc10,27; 12,24.27; Lc1,37), yen la esperanza de que la creacin entera participar finalmente en lagloria de Dios (cf. Rom8,22-27).

    10. Parece que existe una tensin entre dos de las doctrinas bblicasque acabamos de mencionar: la voluntad salvfica universal de Dios

    por una parte, y la necesidad del Bautismo sacramental por otra. Estaltima parece limitar la extensin de la voluntad salvfica universal deDios. Se hace por tanto necesaria una reflexin hermenutica acercade cmo los testimonios de la Tradicin (los Padres de la Iglesia, elMagisterio, los telogos) han ledo y utilizado los textos y las doctrinasde la Biblia que se refieren al tema que aqu se trata. Msespecficamente, es necesario aclarar de qu tipo es la necesidad delsacramento del bautismo para evitar interpretaciones erradas. Lanecesidad del bautismo sacramental es una necesidad de segundoorden respecto a la necesidad absoluta de la accin salvadora de Dios

    por medio de Jesucristo para la salvacin definitiva de todo serhumano. El Bautismo sacramental es necesario, porque es el medioordinario mediante el cual una persona participa de los efectosbenficos de la muerte y resurreccin de Jess. A continuacinobservaremos con atencin cmo los testimonios de la Escritura hansido usados en la tradicin. Adems, al tratar los principios teolgicos(captulo 2) y nuestras razones para la esperanza (captulo 3),analizaremos detalladamente las doctrinas bblicas y los textoscorrespondientes.

    1.2 Los Padres griegos

    11. Muy pocos Padres griegos han tratado del destino de los nios quemueren sin Bautismo, puesto que en Oriente no haba controversiaalguna acerca de esta cuestin. Tenan adems una visin distinta de lacondicin presente de la humanidad. Para los Padres griegos, comoconsecuencia del pecado de Adn, los seres humanos han heredado lacorrupcin, la pasibilidad y la muerte, de las cuales podan serliberados por un proceso de divinizacin hecho posible por la obraredentora de Cristo. La idea de una herencia del pecado o de la culpa,

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    comn en la tradicin occidental, era extraa a esa perspectiva pues,segn su concepcin, el pecado poda ser slo un acto libre ypersonal[11]. Por ello no son muchos los Padres griegos que tratanexplcitamente del problema de la salvacin de los nios nobautizados. Pero no obstante se han referido al estado o situacin

    pero no al lugar de estos nios despus de la muerte. Desde estepunto de vista, el problema principal al que se enfrentan es la tensinentre la voluntad salvfica universal de Dios y la enseanza delevangelio sobre la necesidad del Bautismo. Pseudo-Atanasio diceclaramente que una persona no bautizada no puede entrar en el Reinode Dios. Sostiene adems que los nios no bautizados no entrarn enel Reino, pero que tampoco se perdern, ya que no han pecado[12].

    Anastasio del Sina lo afirma de manera todava ms clara: para l, losnios no bautizados no van a la Gehenna. Pero no puede decir ms;no expresa ninguna opinin sobre adnde van, sino que deja su

    destino al juicio de Dios[13].

    12. Gregorio de Nisa es el nico entre los Padres griegos que haescrito una obra que trata especficamente del destino de los nios quemueren, De infantibus praemature abreptis libellum [14].La preocupacinde la Iglesia aparece en la cuestin que se plantea a s mismo: eldestino de estos nios es un misterio, es algo ms grande de lo que lamente humana puede abarcar[15]. Gregorio expresa su opinin enrelacin con la virtud y su recompensa; en su opinin no hay ningunarazn para que Dios conceda como recompensa lo que se espera. La

    virtud no tiene ningn valor si los que dejan esta vida prematuramentesin haberla practicado son recibidos inmediatamente en labienaventuranza. Continuando en esta lnea Gregorio se pregunta:Qu suceder a aquel que acaba su vida en una tierna edad, que noha hecho nada malo ni nada bueno? Es digno de un premio?[16]. Yresponde: La bienaventuranza esperada pertenece a los sereshumanos por naturaleza, y solamente en un cierto sentido es llamada

    11

    Cf. D. Weawer, TheExegesis of Romans 5:12 among the Greek Fathers and itsImplication for the Doctrine of Original sinn: The 5th 12th Centuries, en ST.VladimirsTheological Quarterly29 (1985) 133-159; 231-257.12 (Pseudo-)Atanasio, Quaestiones ad Antiochum ducem, q. 81 (PG 28,660C). Anloga-mente en q.115 (PG 28,672A).13 Anastasio del Sina, Cuestiones et responsiones, q. 81 (PG 89,709C).14 Cf. Gregorio de Nisa, De infantibus prameture abreptis libellum, ab H. Polack adeditionem praeparatum in colloquio Leidensi testimoniis instructum renovatis curisrecensitum edendum curavit H. Hrner, in J.K. Downing J.A. McDonough H.Hrner (ed. cur.), Gregorii Nysseni opera dogmatica minora, Pars II, W. Jaeger H.LangerbeckH. Hrner (eds.), Gregorii Nysseni opera, volumen III, Pars II, Leiden New YorkKobenhavn Kln, 1987, 65-97.15

    Ib. 70.16 Ib. 81-82.

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    premio[17]. El gozo de la vida verdadera (zoey no bios) corresponde ala naturaleza humana y es posedo segn el grado en que se hapracticado la virtud. Puesto que el nio inocente no necesitapurificacin por los pecados personales, tiene parte en esta vida demanera correspondiente a su naturaleza, en una suerte de progreso

    continuado, segn su capacidad. Gregorio de Nisa hace una distincinentre el destino de los nios y el de los adultos que han vivido unaexistencia virtuosa: La muerte prematura de los nios recin nacidosno es motivo para presuponer que sufrirn tormentos o que estarnen el mismo estado de los que en esta vida han sido purificados portodas las virtudes[18]. Por ltimo ofrece esta perspectiva a lareflexin de la Iglesia: La contemplacin apostlica da fuerzas anuestra investigacin, porque Aquel que ha hecho bien todas las cosascon sabidura (Sal104,24) sabe sacar bien del mal[19].

    13. Gregorio Nacianceno no dice nada acerca del lugar y del estado delos nios que mueren sin bautismo, pero ampla este tema aadiendootra reflexin. Escribe que estos nios no reciben ni alabanza nicastigo del Justo Juez, en cuanto han sufrido un dao ms queprovocarlo. El que no merece castigo no es por esto merecedor dealabanza, y el que no merece alabanza no es por esto merecedor decastigo[20]. La profunda enseanza de los Padres griegos puede serresumida en la opinin de Anastasio del Sina: No es conveniente queel hombre compruebe con sus manos los juicios de Dios[21].

    14. Por una parte estos Padres griegos ensean que los nios quemueren sin bautismo no sufren la condenacin eterna, aunque noconsigan el mismo estado de los que han sido bautizados. Por otraparte no explican cul es el estado de estos nios o en qu lugar seencuentran. En este asunto los Padres griegos muestran su tpicasensibilidad apoftica.

    1.3. Los Padres latinos

    15. El destino de los nios no bautizados fue por vez primera el

    objeto de una reflexin teolgica notable en Occidente durante lascontroversias antipelagianas al comienzo del siglo V. San Agustnabord la cuestin en respuesta a Pelagio, el cual enseaba que losnios podan salvarse sin ser bautizados. Pelagio pona en duda que lacarta de Pablo a los Romanos ensease realmente que todos los seres

    17 Ib. 83.18 Ib. 96.19 Ib. 97.20 Gregorio Nacianceno, Oratio XL. In sanctum baptisma, 23 (PG 36, 389BC).21

    Anastasio del Sina,Quaestiones et responsiones, q. 81 (PG 89,709C).

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    humanos pecaron en Adn (Rom5,12), y que la concupiscencia, elsufrimiento y la muerte fueran consecuencia de la cada[22]. Puestoque negaba que el pecado de Adn se hubiera trasmitido a susdescendientes, consideraba inocentes a los nios recin nacidos. A losnios muertos sin bautismo Pelagio les prometa la entrada en la vida

    eterna (pero no en el reino de Dios [Jn 3,5]), argumentando queDios no iba a condenar al infierno a los que no eran personalmenteculpables de pecado[23].

    16. En la oposicin a Pelagio, Agustn fue llevado a afirmar que losnios que mueren sin bautismo van al infierno[24]. Se remita a laspalabras del Seor en Jn3,5 y a la prctica litrgica de la Iglesia. Porqu los nios son llevados a la fuente bautismal, especialmente losrecin nacidos en peligro de muerte, si no es para asegurarles laentrada en el Reino de Dios? Por qu se les somete a los exorcismos

    si no tienen que ser liberados del diablo[25]? Por qu renacen si nonecesitan ser renovados? La prctica litrgica confirma la fe de laIglesia en que todos heredan el pecado de Adn y tienen que pasar delpoder de las tinieblas al reino de la luz (Col1,13)[26]. Hay solamenteun Bautismo, el mismo para nios y adultos, y ste es para el perdnde los pecados[27]. Si los nios son bautizados, es porque sonpecadores. Aunque evidentemente no son culpables de pecadopersonal, segn Rom 5,12 (en la traduccin latina de que dispona

    Agustn), han pecado en Adn[28]. Por qu muri Cristo por ellossi no son culpables?[29]. Todos necesitan a Cristo como Salvador.

    17. Segn la opinin de Agustn, Pelagio minaba la fe en Jesucristo, elnico Mediador (1 Tm 2,5), y la fe en la necesidad de la graciasalvadora que nos mereci en la cruz. Cristo vino para salvar a lospecadores. Es el Gran Mdico que ofrece incluso a los recinnacidos la medicina del Bautismo para salvarlos del pecado heredadode Adn[30]. El nico remedio para el pecado de Adn, transmitido a

    22 Cf. Pelagio,Expositio in Epistolam ad Romanos, enExpositiones XIII epistolarum Pauli,A.

    Souter (ed.), Cambridge, 1926.23 Agustn,Epistula156 (CSEL 44,448s); 175,6 (CSEL 44,660-662); 176,3 (44,666s); Depeccatorum meritis et remissione et de baptismo parvulorum1,20,26; 3,5.11-6.12 (CSEL 60, 25s;137-139); De gestis Pelagii11, 23-24 (CSEL 42,76-78).24 Cf. De pecc. mer. 1,15,21 (CSEL 60,20s); Sermo 294,3 (PL 38,1337); Contra Iulianum5,11,44 (PL 44,809).25 Cf. Depecc. mer. 1,34,63 (CSEL 60,63s).26 Cf. De gratia Christi et de peccato originali 2,40,45 (CSEL 42,202s); De nuptiis et concu-

    piscentia2,18,33 (CSEL 42,286s).27 Cf. Sermo 293,11 (PL 38,1134).28 Cf. De pecc. mer. 1,9-15,20 (CSEL 60,10-20).29 Cur ergo pro illis Christus mortuus est si non sunt rei?, en De nup. et conc. 2,23,56

    (CSEL 42,513).30 Cf. Sermo 293,8-11 (PL 38,1333s).

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    todos a travs de la generacin, es el Bautismo. Los que no han sidobautizados no pueden entrar en el Reino de Dios. El da del juicio, losque no entrarn en el Reino (Mt25,34) sern condenados al infierno(Mt25,41). No hay un estado intermedio entre el cielo y el infierno.No queda ningn lugar intermedio en el que t puedas poner a los

    nios[31]. Todo aquel que no est con Cristo debe estar con eldiablo[32].

    18. Dios es justo. Si condena al infierno a los nios no bautizados esporque son pecadores. Aunque estos nios sean castigados en elinfierno, sufrirn solamente un castigo muy suave (mitissima

    poena)[33], la pena ms leve de todas[34], pues hay diversas penas enproporcin con la culpa del pecador[35]. Estos nios no eranresponsables, pero no hay injusticia en su condena porque todospertenecen a la misma masa, la masa destinada a la perdicin. Dios

    no hace injusticia a los que no son elegidos, porque todos merecen elinfierno[36]. Por qu algunos son vasos de ira y otros vasos demisericordia? Agustn admite que no puede encontrar unaexplicacin satisfactoria y adecuada. Puede solamente exclamar conSan Pablo: Qu inescrutables son los juicios de Dios e inaccesiblessus caminos (Rom11,33)[37]. Ms que condenar la autoridad divina,da una explicacin restrictiva de la voluntad salvfica universal deDios[38]. La Iglesia cree que si alguno es redimido, es slo por lagracia inmerecida de Dios. Pero si alguno es condenado, es por unjuicio bien merecido. Descubriremos en el otro mundo la justicia de la

    voluntad de Dios[39].

    31Sermo 294,3 (PL 38,1337).32De pecc. mer. 1,28,55 (CSEL 60,54).33Enchiridion ad Laurentium93 (PL 40,275); cf. De pecc. mer. 1,16,21 (CSEL 60, 20s).34C. Iul. 5,11,44 (PL 44,809).35 Cf. Conta Iulianum opus imperfectum4,122 (CSEL 85,141-142).36Contra duas Epistolas Pelagianorum2,7.13 (CSEL 60,474).37Sermo 294,7,7 (PL 38,1339).38

    Despus de haber enseado la voluntad salvfica de Dios hasta el comienzo de lacontroversia pelagiana (De Spiritu et litera 33,57-58 [CSEL 60,215s]), Agustn halimitado ms tarde en modos diversos la universalidad del todos en 1 Tm 2,4; todosaquellos (y solamente aquellos) que sern efectivamente salvados; todas las categoras(hebreos y gentiles), no todas las personas individuales; muchos, o sea no todos (Enchir.103 [PL 40,280]; C. Iul. 4,8,44 [PL 44,760]). A diferencia del jansenismo, no obstante,Agustn ha enseado siempre que Cristo ha muerto por todos, incluso los nios(Numquid [parvuli] aut homines non sunt ut non pertineant ad id quod dictum est,omnes homines [1 Tm 2,4]?; C. Iul. 4,8,42 [PL 44,759], cf. C. Iul.3,25,58 [PL 44,732];Sermo 293,8 [PL 38,1333]), y que Dios no manda cosas imposibles (De civitate Dei22,2[CSEL 40,583-585]; De natura et gratia 43,50 [CSEL 60,270]; Retractaciones1,10,2 [PL32,599]. Para un anlisis ms profundo de este tema, vase F. Moriones (ed.),

    Enchiridion theologicum Sancti Augustini, Madrid 1961, 327s y 474-481.39 Cf.Enchir. 94-95 (PL 40,275s); De nat. et grat. 3,3-55 (PL 44,249s).

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    19. El Concilio de Cartago del ao 418 rechaz la enseanza dePelagio. Conden la opinin de que los nios no contraen de Adnnada del pecado original que deba ser expiado por el bao de laregeneracin que lleva a la vida eterna. Positivamente el Concilioensea que aun los nios que todava no pudieron cometer ningn

    pecado por s mismos, son verdaderamente bautizados para laremisin de los pecados, a fin de que por la regeneracin se limpie enellos lo que por la generacin contrajeron[40]. Se aadi tambin queno existe algn lugar intermedio o lugar alguno en otra parte donde

    viven bienaventurados los nios que salieron de esta vida sin elbautismo, sin el cual no pueden entrar en el reino de los cielos que esla vida eterna[41]. Este concilio, no obstante, no apoyexplcitamente todos los aspectos de la severa opinin de Agustnacerca del destino de los nios que mueren sin Bautismo.

    20. Pero la autoridad de Agustn en Occidente fue tan grande que losPadres latinos (p.e. Jernimo, Fulgencio, Avito de Vienne y GregorioMagno) de hecho adoptaron su opinin. Gregorio Magno afirma queDios condena tambin a aquellos que tienen en su alma slo el pecadooriginal. Incluso los nios que no han pecado por su voluntad debenir a los tormentos eternos. Cita Job14,4-5 (LXX), Jn3,5 yEf2,3 apropsito de nuestra condicin de hijos de la ira en elnacimiento[42].

    1.4 La Escolstica medieval

    21. Agustn fue el punto de referencia para este tema para los telogoslatinos a lo largo de todo el Medioevo. Anselmo de Canterbury es unbuen ejemplo: cree que los nios pequeos que mueren sin Bautismoson condenados a causa del pecado original y de acuerdo con lajusticia de Dios[43]. La doctrina comn fue resumida por Hugo deSan Vctor: los nios que mueren sin Bautismo no pueden sersalvados porque 1) no han recibido el sacramento, y 2) no pueden

    40 DH 223. Esta enseanza fue recogida por el Concilio de Trento: Concilio deTrento, sesin quinta, Decreto sobre el pecado original[DS 1514].41 DH 224: Item placuit, ut si quis dicit, ideo dixisse Dominum: In domo Patris meimansiones multae sunt (Io 14,2), ut intelligatur, quia in regno caelorum erit aliquismedius aut ullus alicubi locus, ubi beati vivant parvuli, qui sine baptismo ex hac vitamigrarunt, sine quo in regnum caelorum, quod est vita aeterna, intrare non possunt,anatema sit. Cf. C. Munier (ed.), Concilia Africae A. 345A. 525,Turnhout 1974, 70.Este canon est presente en algunos manuscritos, pero no en otros. No lo ha recogidoel Indiculus. Cf DH 238-249.42 Gregorio Magno, Moralia 9,21, en el comentario a Job 9,17 (PL 75,877). VasetambinMoralia12,9 (PL 75,992-993) y 13,44 (PL 75,1038).43

    Cf. Anselmo de Canterbury, De conceptu virginali et de originali peccato, cap. 28 (F.S.Schmitt [ed.], t. II, 170-171).

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    hacer un acto personal de fe en sustitucin del sacramento[44]. Estadoctrina implica la necesidad de ser justificados durante el tiempo dela vida terrena para entrar en la vida eterna despus de la muerte. Lamuerte pone un fin a la posibilidad de elegir entre aceptar o rechazarla gracia, es decir, unirse a Dios o alejarse de l; despus de la muerte

    las actitudes fundamentales de una persona respecto a Dios ya nopueden ser modificadas.

    22. Pero la mayora de los autores medievales posteriores, a partir dePedro Abelardo, subrayan la bondad de Dios e interpretan el castigomuy suave de Agustn como la privacin de la visin beatfica (carentiavisionis Dei), sin esperanza de obtenerla, pero sin otras penasadicionales[45]. Esta enseanza, que modificaba la estricta opinin deSan Agustn, fue difundida por Pedro Lombardo: los nios no sufrenms pena que la privacin de la visin de Dios[46]. Esta posicin llev

    a la reflexin del siglo XIII a atribuir a los nios no bautizados undestino esencialmente diferente del de los santos en el cielo, perotambin parcialmente diferente del de los condenados, a los cuales, noobstante, quedan asociados. Esto no impidi a los telogosmedievales sostener la existencia de dos (y no tres) posibles salidaspara la existencia humana: la felicidad del cielo para los santos, y laprivacin de esta felicidad celestial para los condenados y para losnios que mueren sin Bautismo. En los desarrollos de la doctrinamedieval la prdida de la visin beatfica (poena damni) se vea como eljusto castigo por el pecado original, mientras los tormentos delinfierno para siempre representaban la pena por los pecados mortalesefectivamente cometidos[47]. En la Edad Media el Magisterioeclesistico afirm ms de una vez que los que mueren en pecadomortal y los que mueren slo con el pecado original reciben penasdiferentes[48].

    44 Cf. Hugo de San Vctor, Summa Sententiarum, trac. V, cap. 6 (PL 176, 132).45

    Cf. Pedro Abelardo, Commentaria in Epistolam Pauli ad Romanos, liber II [5,9] (CorpusChtistianorum, Continuatio Mediaevalis11,169-170).46 Cf. Pedro Lombardo, Sententiae, lib. II, dist. 33, cap. 1,I (I. Brady [ed.], t. I/2 ,Grottaferrata 1971,520).47 Cf. Inocencio III, Carta a Imberto, arzobispo de Arls, Maiores Ecclesiae causas(DH780): Poena originalis peccati est carentia visionis Dei, actualis vero poena peccati estgehennae perpetuae cruciatus (La pena del pecado original es la carencia de la visinde Dios; la pena del pecado actual es el tormento del infierno eterno).Esta tradicinteolgica identificaba con los tormentos del infierno las penas aflictivas, tantosensibles como espirituales; cf. Toms de Aquino, IV Sent., dist. 44,q.3,a.3, qla 3; dist.50, q. 2,a.3.48 Concilio II de Lyon, Profesin de fe de Miguel Palelogo (DH 852); Juan XXII, Carta a

    los armenios,Nequaquam sine dolore(DH 926); Concilio de Florencia, Decreto Laetenturcaeli(DS 1306).

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    23. Puesto que los nios que no han alcanzado el uso de la razn nohan cometido pecados actuales, los telogos llegaron a la opinincomn segn la cual estos nios no bautizados no experimentanningn dolor, e incluso gozan de una plena felicidad natural por suunin con Dios en todos los bienes naturales (Toms de Aquino,

    Duns Escoto)[49]. La contribucin de esta ltima tesis teolgicaconsiste sobre todo en el reconocimiento de un gozo autntico en losnios que mueren sin el Bautismo sacramental: poseen una verdaderaunin con Dios de modo proporcionado a su condicin. La tesis seapoya en un cierto modo de conceptualizar la relacin entre losrdenes natural y sobrenatural y, en particular, la orientacin hacia elsobrenatural. Pero no debe ser confundida con el desarrollo sucesivodel concepto de naturaleza pura. Toms de Aquino, por ejemplo,insista en que solamente la fe nos permite conocer que el finsobrenatural de la vida humana consiste en la gloria de los santos, es

    decir, en la participacin en la vida del Dios uno y trino mediante lavisin beatfica. Dado que este fin sobrenatural trasciende elconocimiento humano natural, y dado que a los nios no bautizadosles falta el sacramento que les habra dado el germen de esteconocimiento sobrenatural, el Aquinate concluye que los nios quemueren sin Bautismo no conocen aquello de que estn privados, y portanto no sufren por la privacin de la visin beatfica[50]. Inclusocuando han acogido esta opinin, los telogos han considerado laprivacin de la visin beatfica como una afliccin (castigo) en laeconoma divina. La doctrina teolgica de una felicidad natural (y laausencia de todo sufrimiento) puede ser considerada como unatentativa de tomar en consideracin la justicia y la misericordia deDios respecto a los nios que no han cometido ningn pecado actual,dando as a la misericordia de Dios un peso mayor que en la opininde Agustn. Los telogos que han sostenido esta tesis de una felicidadnatural para los nios muertos sin Bautismo manifiestan un sentidomuy vivo de la gratuidad de la salvacin y del misterio de la voluntadde Dios que el pensamiento humano no puede comprendercompletamente.

    24. Los telogos que, de una forma o de otra, han enseado que losnios no bautizados son privados de la visin de Dios generalmentesostenan al mismo tiempo una doble afirmacin: a) Dios quiere quetodos se salven, y b) Dios, que quiere que todos se salven, quiere

    49 Toms de Aquino, II Sent., dist. 33, q.2,a.2; De malo, q. 5, a. 3; J. Duns Escoto,LecturaII, dist. 33, q. un.; Ordinario II, dist. 33, q. un.50 Toms de Aquino, De malo, q. 5, a. 3: Anime puerorum [] carent supernaturalicognitione que hic in nobis per fidem plantatur, eo quod nec hic fidem habuerunt inactu, nec sacramentum fidei susceperunt []. Et ideo se privari tali bono anime

    puerorum non cognoscunt, et propter hoc non dolent. Cf. ib. ad 4, ed. Leonina, vol.23, 136.

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    igualmente los dones y los medios que l mismo ha establecido paraesta salvacin y que nos ha dado a conocer mediante su revelacin. Lasegunda afirmacin, en s misma, no excluye otras disposiciones de laeconoma divina (como resulta claro, por ejemplo, en el testimonio delos Santos Inocentes). La expresin limbo de los nios fue acuada

    a caballo entre los siglos XII y XIII para designar el lugar de reposode estos nios (el lmite de la regin inferior). Pero los telogospodan tratar de esta cuestin sin usar la palabra limbo. Susdoctrinas no deben confundirse con el uso de la palabra limbo.

    25. La afirmacin principal de estas doctrinas es que los que no erancapaces de un acto libre con el cual consentan a la gracia y que hanmuerto sin haber sido regenerados por el sacramento del Bautismoestn privados de la visin de Dios a causa del pecado originalheredado mediante la generacin humana.

    1.5 La era moderna post-tridentina

    26. El pensamiento de Agustn fue objeto de un inters renovado enel siglo XVI, y con l su teora sobre el destino de los nios nobautizados, como atestigua, por ejemplo, Roberto Bellarmino[51].Una de las consecuencias de este despertar del agustinismo fue eljansenismo. Juntamente con los telogos catlicos de la escuelaagustiniana, los jansenistas se oponan vigorosamente a la doctrina dellimbo. Durante este tiempo los Papas (Paulo III, Benedicto XIV,

    Clemente XIII)[52] defendieron el derecho de los catlicos a ensearla severa doctrina de Agustn, segn la cual los nios que moran conel solo pecado original eran condenados y castigados con el tormentoperpetuo del fuego del infierno, aunque con un castigo suavsimo(Agustn) en comparacin con los sufrimientos de los adultoscastigados por sus pecados mortales. Por otra parte, cuando el snodojansenista de Pistoia (1786) denunci la teora medieval del limbo,Po VI defendi el derecho de las escuelas catlicas a ensear que losque mueren slo con el pecado original son castigados con la ausencia

    51 Roberto Bellarmino, De amissione gratiae, VI, c. 2 y c. 6, en Opera,vol. 5, Paris 1873,458; 470.52 Cf. Paulo III, Alias cum felicitate (23 de septiembre de 1535) en J. Laurentii BertiFlorentini, Opus de theologicis disciplinis,vol. V, Venetiis, Ex Typographia Remondiniana,1970, 36; Paulo III, Cum alias quorumdam(11 de marzo de 1538), vol. I, ib., 167-168;Benedicto XIV, Dum praeterito mense (31 de julio de 1748); Non sine magno (30 dediciembre de 1750); Sotto il 15 di luglio (12 de mayo de 1751, en Benedicti XIV Acta sivenondum sive sparsim edita nunc autem primum collecta cura Raphaelis de Martinis, Neapoli 1894,vol. I, 554-557; col. II. 74 y 412-413. Para otros textos y referencias, cf. G. J. Dyer, TheDenial of Limbo and the Jansenist Controversy, Mundelein (Illinois) 1955, 139-159; enparticular vase, en las pp. 139-142, la relacin de las discusiones en el pontificado de

    Clemente XIII en 1758-1759, segn el manuscrito 1485 de la Biblioteca Corsiniana,Roma, 41.C.15 (Cause trattate nella S. C. del SantUffizio di Roma dal 1733 al 1761).

    http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn51http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn52http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn52http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn51
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    de la visin beatfica (pena de dao), pero no con sufrimientossensibles (castigo del fuego, pena de sentido). En la bula Auctorem

    fidei(1794), el Papa conden como falsa, temeraria e injuriosa contralas escuelas catlicas la doctrina jansenista que reprueba como unafbula pelagiana [fabula pelagiana] aquel lugar de los infiernos (al que

    corrientemente designan los fieles con el nombre de limbo de losprvulos), en que las almas de los que mueren con sola la culpaoriginal son castigadas con la pena de dao sin la pena de fuego, comosi los que suprimen en l la pena del fuego, por este hechointrodujeran aquel lugar y estado carente de culpa y pena comointermedio entre el reino de Dios y la condenacin eterna como loimaginaban los pelagianos[53]. Las intervenciones pontificias en esteperiodo por tanto han protegido la libertad de las escuelas catlicaspara afrontar esta cuestin. No han adoptado la doctrina del limbocomo una doctrina de fe. El limbo, de todas maneras ha sido la

    doctrina catlica comn hasta la mitad del siglo XX.

    1.6 Del Vaticano I al Vaticano II

    27. En el periodo que precedi al Concilio Vaticano I, y de nuevoantes del Concilio Vaticano II, surgi a partir de ciertos ambientes unfuerte inters en la definicin de la doctrina catlica sobre este tema.Este inters era evidente en el esquema reformulado de la constitucindogmtica De doctrina catholica preparada para el concilio Vaticano I(pero no sometida al voto del Concilio), que presentaba el destino de

    los nios muertos sin bautismo como un estado a medio camino entreel de los condenados por una parte, y el de las almas del purgatorio yel de los bienaventurados por otra. Etiam qui cum solo originalipeccato mortem obeunt, beata Dei visione in perpetuumcarebunt[54]. Pero en el siglo XX los telogos pidieron el derecho depoder imaginar nuevas soluciones, incluida la posibilidad de que laplena salvacin de Cristo llegara a estos nios[55].

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    Po VI, Bula Auctorem fidei (DS 2626). Sobre este tema cf. G.J. Dyer, The Denial ofLimbo and the Jansenist Controversy, 159-170.54 Schema reformatum constitutionis dogmaticae de doctrina catholica, cap. V, n. 6, in Acta etDecreta SacrorumConciliorum Recentiorum, Collectio Lacensis, t. 7, Friburgi Brisgoviae, 1890,565.55 Para una resea de la discusin y de algunos nuevas soluciones propuestas antes delConcilio Vaticano II, cf. Y. Congar, Morts avant laurore de la raison, en Vaste mondema paroisse: Verit et dimensions d Salut, Paris 1959, 147-183; G.J. Dyer, Limbo. Unsettled

    Question, New York 1964, 93-182 (con una amplia bibliografa en las pp. 192-196);W.A. van Roo, Infants Dying without Baptism: a Survey of Recent Literature andDetermination of the State of the Question, en Gregorianum35 (1954) 406-473; A.Michel,Enfants morts sans baptme, Paris 1954; C. Journet, La volont divine salvifique sur les

    petits enfants, Paris 1958; L. Renwart, Le baptme des enfants et les limbes, enNouvelleRevue Thologique 80 (1958) 449-467 ; H. de Lavalette, Autour de la question des

    http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn53http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn54http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn55http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn55http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn54http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn53
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    28. En el perodo de la preparacin del Concilio Vaticano II algunosdeseaban que el Concilio afirmase la doctrina comn segn la cual losnios no bautizados no pueden obtener la visin beatfica y dejase asla cuestin cerrada. La Comisin Central Preparatoria se opuso a estapeticin, ya que era consciente de las numerosas razones en contra de

    la opinin tradicional y de la necesidad de proponer una solucin msacorde con el desarrollo del sensusfidelium. Pensando que la reflexinteolgica sobre este punto no estaba todava suficientemente madura,no se incluy el tema en el programa de los trabajos; no entr en lasdeliberaciones del Concilio y se dej abierto para ulterioresinvestigaciones[56]. La cuestin suscitaba una serie de problemas cuyasolucin era debatida entre los telogos; en particular: el valor de laenseanza tradicional de la Iglesia acerca de los nios que mueren sinBautismo; la ausencia en la Sagrada Escritura de indicaciones explcitassobre el tema; la conexin entre el orden natural y la vocacin

    sobrenatural de los seres humanos; el pecado original y la voluntadsalvfica universal de Dios; y las sustituciones del Bautismosacramental que se pueden invocar para los prvulos.

    29. La conviccin de la Iglesia Catlica acerca de la necesidad delBautismo para la salvacin fue establecida con vigor en el Decretopara los Jacobitas en el Concilio de Florencia en el ao 1442: a losnios no se les puede socorrer con otro remedio ms que con elsacramento del bautismo, por el que son librados del dominio deldiablo y adoptados por hijos de Dios[57]. Esta enseanza presuponeuna percepcin muy neta del favor divino que se muestra en laeconoma sacramental instituida por Cristo; la Iglesia no conoceningn otro medio que pueda asegurar a los nios el acceso a la vidaeterna. La Iglesia, con todo, ha reconocido tradicionalmente laexistencia de sustituciones para el Bautismo de agua (que es laincorporacin sacramental al misterio de Cristo muerto y resucitado),en concreto, el Bautismo de sangre (incorporacin a Cristo a travsdel testimonio del martirio por Cristo) y el Bautismo de deseo(incorporacin a Cristo por el deseo o el anhelo del Bautismosacramental). A lo largo del siglo XX algunos telogos, desarrollandoalgunas tesis teolgicas ms antiguas, propusieron que se reconocierapara los nios alguna forma de Bautismo de sangre (considerando el

    enfants morts sans baptme, ib. 82 (1960) 56-69 ; P. Gumpel, Unbaptized Infants:May They be Saved, en The Downside Review 72 (1954) 342-358 ; Id., UnbaptizedInfants : A Further Report, en ib. 73 (1955) 317-346 ; V. Wilkin, From Limbo toHeaven: An Essay on the Economy of Redemption, New York 1961. Despus del VaticanoII: E. Boismard, Rflexionssur le sort des enfants mots sans baptme, Paris 1974.56 Para las referencias, cf. G. Alberigo (dir.), Storiadel Concilio Vaticano II, vol. I: A.Melloni (ed.), Il cattolicesimo verso una nuova stagione. Lannunzio e la preparazione: gennaio

    1959-settembre 1962, Bologna 1995, 236-262; 329-332.57 DH 1349.

    http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn56http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn57http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn57http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn56
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    sufrimiento y la muerte de estos nios), o alguna forma de Bautismode deseo (invocando un deseo inconsciente en estos nios orientadohacia la justificacin, o el deseo de la Iglesia)[58]. Pero estaspropuestas llevaban consigo algunas dificultades. Por una parte esdifcil atribuir a un nio el acto de deseo del Bautismo de los adultos.

    El nio es difcilmente capaz de llevar a cabo el acto personaltotalmente libre y responsable que sera una sustitucin del Bautismosacramental. Un acto libre y responsable de estas caractersticas sefunda en un juicio de la razn y no puede ser realizadocompletamente si la persona no ha alcanzado el uso de razn (aetasdiscretionis, edad de la discrecin) suficiente y apropiado. Por otra partees difcil entender cmo la Iglesia podra ejercer una suplencia para losnios no bautizados. Completamente diverso es el caso del Bautismosacramental, en cuanto este ltimo, administrado a los nios, obtienela gracia en virtud de lo que es especficamente propio del sacramento

    en cuanto tal, es decir, el don cierto de la regeneracin por el poderdel mismo Cristo. sta es la razn por la cual Po XII, recordando laimportancia del Bautismo sacramental se expres en estos trminos ensu alocucin a las comadronas italianas en 1951: El estado de graciaen el momento de la muerte es absolutamente necesario para lasalvacin; sin l no es posible llegar a la felicidad sobrenatural, a la

    visin beatfica de Dios. Un acto de amor puede bastar al adulto paraconseguir la gracia santificante y suplir la falta del Bautismo; al quetodava no ha nacido o al nio acabado de nacer no est abierto esecamino[59]. Estas palabras dieron lugar a una nueva reflexin porparte de los telogos acerca de las disposiciones de los nios respectoa la recepcin de la gracia divina, sobre la posibilidad de unaconfiguracin extrasacramental con Cristo y sobre la mediacinmaterna de la Iglesia.

    30. Entre las cuestiones discutidas que se refieren a este tema esnecesario mencionar la de la gratuidad del orden sobrenatural. Antesdel Concilio Vaticano II, en otras circunstancias y en referencia a otrascuestiones, Po XII haba llevado con fuerza este tema a la concienciade la Iglesia afirmando que, si se sostiene que Dios no puede crearseres inteligentes sin ordenarlos y llamarlos a la visin beatfica, sedestruye la gratuidad del orden sobrenatural[60]. La bondad y lajusticia de Dios no implican que la gracia sea dada necesaria o

    58 Sobre estas propuestas y los interrogantes que suscitaban, cf. G.J. Dyer, The Denial ofLimbo, 102-122.59 Po XII, Allocuzione al Congresso dellUnione Cattolica Italiana delle Ostetriche,en AAS 43 (1951) 841.60 Cf. Po XII, Carta encclica Humani generis, en AAS 42 (1950) 570: Alii veramgratuitatem ordinis supernaturalis corrumpunt, cum autumnent Deum entia

    intellectu praedita condere non posse, quin eadem ad beatificam visionem ordinet etvocet (cf. DH 3891).

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    automticamente. Entre los telogos, la reflexin acerca del destinode los nios no bautizados ha llevado consigo desde entonces unaconsideracin renovada de la absoluta gratuidad de la gracia y de laordenacin de todos los seres humanos a Cristo y a la redencin quepor nosotros ha obtenido.

    31. Sin responder directamente a la cuestin del destino de los niosno bautizados, el concilio Vaticano II indic numerosas vas paraguiar la reflexin teolgica. El Concilio record muchas veces launiversalidad de la voluntad de salvacin de Dios que se extiende atodos (1 Tm 2,4)[61]. Todos tienen un fin ltimo, Dios, cuyaprovidencia, manifestacin de bondad y designios de salvacin seextienden a todos (Nostra aetate1; cf. Lumen gentium16). En una lneams particular, al presentar una concepcin de la vida humanafundada en la dignidad del ser humano creado a imagen de Dios, la

    constitucin Gaudium et spes recuerda que la razn ms alta de ladignidad humana consiste en la vocacin del hombre a la comunincon Dios, precisando que desde su mismo nacimiento el hombre esinvitado al dilogo con Dios (GS 19). La misma constitucinproclama con fuerza que solamente en el misterio del Verboencarnado encuentra verdadera luz el misterio del hombre. Adems,tenemos la conocida afirmacin del Concilio: Cristo muri por todosy la vocacin definitiva del hombre es en realidad una sola, la divina.En consecuencia debemos sostener que el Espritu Santo da a todos laposibilidad de que, del modo que Dios conoce, sean asociados almisterio pascual (GS22). Aunque el Concilio no aplic expresamenteesta enseanza a los nios que mueren sin Bautismo, estos pasajesabren un camino para dar razn de la esperanza en su favor[62].

    1.7 Problemas de naturaleza hermenutica

    32. El estudio de la historia muestra una evolucin y un desarrollo dela enseanza catlica acerca del destino de los nios que mueren sinBautismo. Este desarrollo tiene en cuenta algunos principiosfundamentales y algunos elementos secundarios de diverso valor. Larevelacin, en efecto, no comunica directamente y de una maneraexplcita el conocimiento del designio de Dios para los nios nobautizados, pero ilumina a la Iglesia en relacin con los principios de

    61 Cf. Lumen gentium15-16;Nostra aetate1; Dignitatis humanae11;Ad gentes7.62 Cf. por ejemplo, entre otros, las observaciones de K. Rahner, DiebleibendeBedeutung des II Vatikanischen Konzils, en Id., Schriften zur Theologie, B. XIV, Zrich-Kln-Einsiedeln 1980, 314-316. Con matices diversos: J. - H. Nicolas, SynthseDogmatique. De la Trinit la Trinit, Freibourg-Paris 1985, 848-853. Cf. tambin lasobservaciones de J. Ratzinger, que, como telogo privado, expres sus

    consideraciones en V. Messori, A colloquio con il cardinale J. Ratzinger, Rapporto sullafede, Cinisello Balsamo (Mi) 1985,154-155.

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    fe que deben guiar su pensamiento y su praxis. Una lectura teolgicade la historia del Magisterio catlico hasta el Vaticano II muestra enparticular que son tres las afirmaciones principales que pertenecen a lafe de la Iglesia que estn en el centro del problema del destino de losnios no bautizados: I) Dios quiere que todos los seres humanos sean

    salvados; II) Esta salvacin es dada solamente mediante laparticipacin en el misterio pascual de Cristo mediante el Bautismopara la remisin de los pecados, sea el Bautismo sacramental, sea enotra forma. Los seres humanos, incluidos los nios, no pueden sersalvados sin la gracia de Dios derramada por el Espritu Santo; III)Los nios no entran en el Reino de Dios si no son liberados delpecado original por la gracia redentora.

    33. La historia de la teologa y de la enseanza del Magisterio muestraen particular un desarrollo en cuanto al modo de comprensin de la

    voluntad de salvacin universal de Dios. La tradicin teolgica delpasado (Antigedad, Edad Media, comienzo de los tiemposmodernos), en particular la tradicin agustiniana, presenta confrecuencia una concepcin que, confrontada con los modernosdesarrollos teolgicos, parece una idea restrictiva de la voluntadsalvfica universal de Dios[63]. En la investigacin teolgica,solamente en tiempos relativamente recientes la voluntad salvfica deDios ha sido concebida como cuantitativamente universal. En elMagisterio esta concepcin ms amplia ha sido afirmadaprogresivamente. Sin tratar de establecer fechas precisas, se puedeobservar que aparece de modo claro en el siglo XIX, especialmente enel magisterio de Po IX sobre la posible salvacin de aquellos que, sinculpa por su parte, ignoran la fe catlica: aquellos que llevan una vidahonesta y recta pueden conseguir la vida eterna por la accin de la luzdivina y de la gracia, pues Dios que manifiestamente ve, escudria yconoce las mentes, nimos y pensamientos de todos no consiente enmodo alguno, por su suma bondad y clemencia, que sea castigado coneternos suplicios quien no es reo de una culpa voluntaria[64]. Estamaduracin e integracin de la doctrina catlica haba suscitadoentretanto una nueva reflexin acerca de las posibles vas de salvacinpara los nios no bautizados.

    34. En la tradicin de la Iglesia, la afirmacin de que los niosmuertos sin bautismo estn privados de la visin beatfica ha sido

    63 Cf. ms arriba la nota 38.64 Po IX, Carta encclica Quanto conficiamur, 10 de septiembre de 1863 (DH 2688):[] qui [] honestam rectamque vitam agunt, posse, divinae lucis et gratiaeoperante virtute, aeternam consequi vitam, cum Deus, qui omnium mentes, animos,cogitationes habitusque plane intuetur, scrutatur et noscit, pro summa sua bonitate et

    clementia minime patiatur, quempiam aeternis puniri suppliciis, qui voluntarie culpaereatum non habeat.

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    durante mucho tiempo doctrina comn. sta se fundaba sobre uncierto modo de reconciliar los principios recibidos de la revelacin,pero no posea la certeza de una afirmacin de fe, ni la misma certezade otras afirmaciones cuyo rechazo hubiera significado la negacin deun dogma divinamente revelado o de una enseanza proclamada por

    un acto definitivo del Magisterio. El estudio de la historia de lareflexin de la Iglesia sobre esta materia muestra la necesidad de haceralgunas distinciones. En este sumario distinguimos en primer lugar, lasafirmaciones de fe y lo que pertenece a la fe; en segundo lugar ladoctrina comn; en tercer lugar la opinin teolgica.

    35. a) La concepcin pelagiana del acceso a la vida eterna de losnios no bautizados debe ser considerada contraria a la fe catlica.

    36. b) La afirmacin segn la cual la pena por el pecado original es la

    carencia de la visin de Dios, formulada por Inocencio III[65],pertenece a la fe: el pecado original es en s mismo un impedimentopara la visin beatfica. Es necesaria la gracia para ser purificado delpecado original y para ser elevado a la comunin con Dios de maneraque se pueda entrar en la vida eterna y gozar de la visin de Dios.Histricamente la doctrina comn aplicaba esta afirmacin al destinode los nios no bautizados y conclua que estn privados de la visinbeatfica. Pero la enseanza del Papa Inocencio III, en su contenidode fe, no implica necesariamente que los nios que mueren sin elBautismo sacramental sean privados de la gracia y condenados a la

    prdida de la visin de Dios; nos permite esperar que Dios, que quiereque todos se salven, ofrece algn remedio misericordioso para supurificacin del pecado original y su acceso a la visin beatfica.

    37. c) En los documentos del Magisterio en la Edad Media, la mencinde penas diversas para los que mueren en pecado mortal actual ocon el solo pecado original (Las almas de aquellos que mueren enpecado mortal o con el solo pecado original desciendeninmediatamente al infierno para ser castigadas, aunque con penasdesiguales[66]) debe ser interpretada segn la enseanza comn de lapoca. Histricamente, estas afirmaciones se han aplicado ciertamentea los nios no bautizados, con la conclusin de que estos nios sufrenuna pena por el pecado original. Se ha de observar de todas manerasque, en general, el objeto de estos pronunciamientos de la Iglesia noera la privacin de la salvacin para los nios no bautizados, sino lainmediatez del juicio particular despus de la muerte y la asignacin delas almas al cielo o al infierno. Estas declaraciones magisteriales no

    65 Inocencio III, Carta a Imberto, arzobispo de Arls,Maiores Ecclesiae causas(DH 780).66

    Concilio II de Lyon, Profesin de fe de Miguel Palelogo (DH 858); cf. ms arriba la nota48.

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    nos obligan a pensar que estos nios mueren necesariamente con elpecado original, de tal manera que no haya para ellos ninguna va desalvacin.

    38. d) La bula Auctorem fidei del Papa Po VI no es una definicin

    dogmtica de la existencia del limbo: se limita a rechazar la acusacinjansenista segn la cual el limbo enseado por los telogosescolsticos era idntico a la vida eterna prometida por los antiguospelagianos a los nios no bautizados. Po VI no conden a losjansenistas porque negaban el limbo, sino porque sostenan que losdefensores del limbo eran culpables de la hereja pelagiana. Al sostenerla libertad por parte de las escuelas catlicas de proponer solucionesdiversas al problema del destino de los nios no bautizados, la SantaSede defenda la enseanza comn como una opcin aceptable ylegtima, sin hacerla propia.

    39. e) La Alocucin a las comadronas italianas de Po XII[67], en laque se afirma que no hay otro medio para comunicar esta vida[sobrenatural] al nio que todava no tiene el uso de la razn, expresla fe de la Iglesia en la necesidad de la gracia para alcanzar la visinbeatfica y la necesidad del Bautismo como medio para recibir estagracia[68]. La precisin de que los nios (a diferencia de los adultos)no son capaces de obrar por su cuenta, es decir son incapaces de unacto con razn y libertad que pueda sustituir al Bautismo noconstituy un pronunciamiento sobre el contenido de las teoras

    teolgicas de la poca, y no prohibi la bsqueda teolgica de otroscaminos de salvacin. Po XII record ms bien los lmites dentro delos cuales se deba situar el debate y reafirm firmemente la obligacinmoral de administrar el Bautismo a los nios en peligro de muerte.

    40. En resumen: la afirmacin segn la cual los nios que mueren sinBautismo sufren la privacin de la visin beatfica ha sido durantemucho tiempo doctrina comn de la Iglesia, que es algo distinto de lafe de la Iglesia. En cuanto a la teora de que la privacin de la visinbeatfica es la nica pena de estos nios, con exclusin de cualquierotro sufrimiento, se trata de una opinin teolgica, no obstante suamplia difusin en Occidente. La tesis teolgica particular de unafelicidad natural que en ocasiones se atribua a estos nios constituyeigualmente una opinin teolgica.

    41. Por consiguiente, adems de la teora del limbo (que continasiendo una opinin teolgica posible), puede haber otros caminos queintegren y salvaguarden los principios de fe fundados en la Escritura:

    67

    En AAS 43 (1951) 841, cf. la nota 59.68 Cf. ms arriba 1.6 y ms adelante 2.4.

    http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn67http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn68http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn68http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html#_ftn67
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    la creacin del ser humano en Cristo y su vocacin a la comunin conDios; la voluntad salvfica universal de Dios; la transmisin y lasconsecuencias del pecado original; la necesidad de la gracia para entraren el Reino de Dios y alcanzar la visin de Dios; la unicidad y launiversalidad de la mediacin salvfica de Jesucristo; la necesidad del

    Bautismo para la salvacin. No se llega a estos otros caminosmodificando los principios de la fe o elaborando teoras hipotticas;ms bien buscan una integracin y una reconciliacin coherente de losprincipios de la fe bajo la gua del Magisterio de la Iglesia, atribuyendoun peso mayor a la voluntad salvfica universal de Dios y a lasolidaridad en Cristo (cf. Gaudium et spes22), para motivar la esperanzade que los nios que mueren sin el Bautismo pueden gozar de la vidaeterna en la visin beatfica. Siguiendo el principio metodolgico en

    virtud del cual lo que es menos conocido debe ser investigado a la luzde lo que se conoce mejor, parece que el punto de partida para

    considerar el destino de estos nios debera ser la voluntad salvficauniversal de Dios, la mediacin de Cristo y el don del Espritu Santo, ala vez que la consideracin de la condicin de los nios que reciben elbautismo y son salvados mediante la accin de la Iglesia en el nombrede Cristo. El destino de los nios no bautizados contina siendo uncaso lmite en la investigacin teolgica: los telogos deberan tenerpresente la perspectiva apoftica de los Padres griegos.

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    2. Inquirere vias Domini:Investigar los caminos de Dios. Principios teolgicos

    42. Puesto que ninguna respuesta explcita acerca del tema objeto denuestro estudio viene de la Revelacin tal como se contiene en laSagrada Escritura y en la Tradicin, el fiel catlico debe recurrir aciertos principios teolgicos subyacentes que la Iglesia, y en particularel Magisterio, custodio del depsito de la fe, ha articulado con laasistencia del Espritu Santo. Como afirma el Concilio Vaticano II:Hay un orden o jerarqua de las verdades de la doctrina catlica, alser diversa su conexin con el fundamento de la fe cristiana (Unitatisredintegratio 11). En definitiva ningn ser humano puede salvarse a smismo. La salvacin viene solamente de Dios Padre por medio de

    Jesucristo en el Espritu Santo. Esta verdad fundamental (de laabsoluta necesidad del acto salvfico de Dios para los sereshumanos) se despliega en la historia a travs de la Iglesia y de suministerio sacramental, El ordo tractandique aqu adoptaremos sigue elordo salutis con una nica excepcin: hemos colocado la dimensinantropolgica entre la trinitaria y la eclesiolgico-sacramental.

    2.1. La voluntad salvfica universal de Dios realizada a travs dela nica mediacin de Jesucristo en el Espritu Santo

    43. En el contexto de la discusin sobre el destino de aquellos niosque mueren sin Bautismo, el misterio de la voluntad salvfica universalde Dios es un principio central y f