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La experiencia mística en San Pablo: «Encuentro con Jesús» 1 FRANCISCO BRÄNDLE, OCD (Ávila) Abordar la experiencia mística que encierran los escritos pauli- nos requiere un acercamiento previo a la persona de San Pablo. No resulta fácil acceder a la biografía de un hombre tan alejado de nosotros en el tiempo, del que carecemos de bases históricas docu- mentales directas. Hemos de admitir, no obstante, que la tradición viva en la que nos han llegado sus escritos nos permite descubrir en ellos la biografía interior que marca el sentido de su vida en los distintos momentos en que se va desarrollando. Este sentido viene ligado a una serie de experiencias que juzgamos entran dentro de lo que comúnmente solemos llamar experiencias místicas. Dado lo íntimamente ligadas que están a la personalidad del sujeto conviene recordar lo que se puede conocer de ella. EN TORNO A LAS FUENTES Las principales fuentes las encontramos en sus propias cartas y en los Hechos de los Apóstoles, no podemos olvidar los documentos escritos por la escuela paulina posterior, y los documentos ligados a la literatura cristiana antigua, especialmente los Hechos de Pablo y Tecla. 1 Queremos acentuar ya desde el título la estrecha conexión entre la expe- riencia mística de Pablo y su encuentro con Jesús, el Señor. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 67 (2008), 205-235

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La experiencia mística en San Pablo:«Encuentro con Jesús» 1

FRANCISCO BRÄNDLE, OCD

(Ávila)

Abordar la experiencia mística que encierran los escritos pauli-nos requiere un acercamiento previo a la persona de San Pablo. Noresulta fácil acceder a la biografía de un hombre tan alejado denosotros en el tiempo, del que carecemos de bases históricas docu-mentales directas. Hemos de admitir, no obstante, que la tradiciónviva en la que nos han llegado sus escritos nos permite descubriren ellos la biografía interior que marca el sentido de su vida en losdistintos momentos en que se va desarrollando. Este sentido vieneligado a una serie de experiencias que juzgamos entran dentro delo que comúnmente solemos llamar experiencias místicas. Dado loíntimamente ligadas que están a la personalidad del sujeto convienerecordar lo que se puede conocer de ella.

EN TORNO A LAS FUENTES

Las principales fuentes las encontramos en sus propias cartas yen los Hechos de los Apóstoles, no podemos olvidar los documentosescritos por la escuela paulina posterior, y los documentos ligadosa la literatura cristiana antigua, especialmente los Hechos de Pabloy Tecla.

1 Queremos acentuar ya desde el título la estrecha conexión entre la expe-riencia mística de Pablo y su encuentro con Jesús, el Señor.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 67 (2008), 205-235

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Los autores coinciden en afirmar que son las cartas las fuentesprincipales y decisivas; «toda otra información, que provenga deotro origen, deberá ser calibrada teniendo este punto de mira» 2. Noobstante, hemos de tener también presente que en su caso las cartasno constituyen una autobiografía, sino que tienen como finalidaddar razón de los problemas concretos que las comunidades a las quese dirige le plantean, y ante los cuáles su propio testimonio se orien-ta a iluminar la problemática 3.

En nuestros días cobra importancia la valoración crítica del librode los Hechos de los Apóstoles, ya que se trata del escrito del cristia-nismo primitivo que contiene más datos sobre la vida de Pablo 4.Tener presente cuanto en estos estudios se afirma contribuye a forjaruna visión más sencilla y honda de lo que fueron las experiencias queestán a la base del testimonio de Pablo en la fundamentación de larevelación cristiana.

Esta labor crítica es indispensable ante lo que en todo personajesupone la incontrolable «leyenda popular». El mismo Pablo aludiríaa ella en Gal 1,13,23, recordando lo que se oía de él. Leyenda quese iría engrosando tras su muerte 5.

2 Cfr. G. BORNKAMM, Pablo de Tarso, 2.ª ed., Salamanca, Sígueme, 1982,p. 14.

3 No es acertado pensar con Bornkamm que su propia persona desaparece,al contrario, se afirma en unas experiencias claves que le confirman su postura(cfr. G. BORNKAMM, op. cit., p. 14.

4 Remitimos al lector a dos interesantes consideraciones para dar razónde cómo hemos de valorar los datos ofrecidos por Hechos: G. BORNKAMM,op. cit., pp. 15-22. S. VIDAL, Pablo. De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae,2007, pp. 19-27. Quienes defienden que los datos de los Hechos son acertadosy que Pablo se educó en Jerusalén apelan a su condición de fariseo y lo con-tradictorio para quien lo es de vivir entre los gentiles. Por otro lado, confirmalo dicho apreciar que su lengua materna debió ser el arameo y las dificultadesque tiene para expresarse en griego (2 Cor 10,10, 11,5s.). Cfr. J. M. GARCÍA,Los orígenes históricos del cristianismo. Madrid, Ediciones Encuentro, 2007,pp. 282-284, dato que otros niegan al afirmar que Pablo muestra en sus cartasque su lengua materna era el griego y que estaba familiarizado con la traduc-ción griega de la Escritura, los LXX. Cfr. S. VIDAL, op. cit., p. 35.

5 Cfr. S. VIDAL, op. cit., pp. 18-19.

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DATOS BIOGRÁFICOS

Parece acertado colocar el origen de Pablo en el seno de unafamilia judía en la diáspora. Él afirma su pertenencia a la tribu deBenjamín (2 Cor 11,22; Rom 11,1; Fil 3,5), y haber sido circunci-dado a los ocho días (Fil 3,5), confirmando su condición de «he-breo», «israelita», «descendiente de Abraham» (2 Cr 11,22; Rom11,1). El lugar de nacimiento sería Tarso 6 (Hch 9,11; 21,39, 22,3),ciudad helenista importante, capital de la provincia romana de Ci-licia. Pronto se trasladaría a Damasco, aquí viviría en principiocomo fanático judío, perseguidor de los cristianos y más tarde comocristiano comprometido 7, hasta el punto de enrolarse en la evange-lización de Arabia. Vuelto a Damasco tiene que huir para no serencarcelado (2 Cor 11,32-33). Sube a Jerusalén para conocer a Cefas(Gal 1,18-20) y pasa a Antioquia, donde forma parte de otra de lasmás importantes comunidades cristianas primitivas. Ligado a estacomunidad desarrolla también su actividad misionera, hasta que seprovoca el conflicto que nos recuerda Gal 2,11-14, y Pablo empren-de su gran misión por Europa, independiente de la comunidad deAntioquia 8. Su estancia en Éfeso, ciudad en la que más tiempo pasa,puesto que en ella es encarcelado, dará lugar a una serie de comu-nicaciones escritas con las comunidades que ha fundado y que senos conservan como escritos canónicos; escribe también a la comu-nidad de Roma para preparar su visita. Después de bajar a Jerusalénpara llevar la colecta a los cristianos de aquellas comunidades pa-lestinas es encarcelado y llevado a Roma, allí fue decapitado. Pudo

6 No es digno de tomarse en serio el dato trasmitido por San Jerónimo quehace a Pablo oriundo de Giscala, al norte de Galilea (cfr. S. VIDAL, op. cit.,p. 35). No obstante, hay grandes especialistas en Pablo que apoyan este datoy lo explican haciéndolo compatible con el recuerdo de Tarso en la infancia.Los padres de Pablo habrían sido víctima de las devastadoras expediciones delas legiones romanas de Siria bajo el mando de Varo. Habrían sido vendidoscomo esclavos y su destino final sería Tarso (cfr. J. MURPHY-O’CONNOR, Pablo,su historia. Madrid, San Pablo, 2008, pp. 14-15).

7 La conversión tiene lugar en este contexto y a ella dedicaremos nuestrasreflexiones: ahora nos interesa describir con brevedad el transcurso de la vidade Pablo.

8 Este breve esquema de la biografía paulina responde a la presentaciónque ha elaborado S. VIDAL, op. cit., pp. 28-103 y 213-225.

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haber llegado desde Roma a España conforme eran sus deseos, peroeste dato, según autores críticos no parece probable.

SU PERSONALIDAD

Nos disponemos a presentar algunos rasgos de la personalidadde Pablo en base a las opiniones de los estudiosos del apóstol.Acerca de su aspecto físico y salud corporal se ha escrito en abun-dancia. La grave enfermedad crónica a la que parece aludir en Gal4,13-15 y 2 Cor 12,7-9, no descarta que en su juventud fuera denatural fuerte y vigoroso, lo que le permitió superar las calamidadesde la misión (1 Cor 4,9-13; 6,4-10; 11,23-33; Rom 8,35-36), queserían, sin duda, la causa del deterioro sufrido, unido al peso de laancianidad, aunque personalmente se considere «débil» en cuanto apresencia corporal (2 Cor 10,10). Es fácil que en su juventud vivieraen la hacienda familiar dedicado a la fabricación de tapices o tien-das (Hech 18,3) 9, lo que le ponía en contacto con gentes vinculadasal comercio de textiles, a las que pudo más tarde volver a encontraren sus viajes misionales, y le dieron un talante sociable. Se recuerdaen Hechos a uno de sus sobrinos, hijo de una hermana, que fue avisitarlo a la prisión (Hech 23,26-22). Con lo que deducimos quemantuvo siempre una relación familiar sana y afectuosa. Por losescritos paulinos podemos deducir el talante teologal en que sedesarrolló su vida, como piadoso fariseo, como fiel cristiano; locual conllevaba una conducta ordenada, bien por la ley o, más ade-lante una vez convertido, por la gracia. En su personalidad pudoabrirse paso el «hombre de experiencia de Dios» que confirmaría lafe de muchos creyentes contemporáneos y de multitudes a lo largode la historia 10. Nos interesa adentrarnos en la experiencia de Diosrecibida por Pablo, sobre todo aquella que le hace orientar su vidade modo totalmente distinto y dejar el judaísmo farisaico en el quehabía vivido para convertirse en apóstol de la fe en Cristo.

9 Cfr. F. BRUNE, op. cit., p.16. S. VIDAL, op. cit., p. 31.10 Ha preparado un sugerente trabajo acerca de la personalidad de Pablo,

partiendo de unas categorías clásicas en lo referente a la personalidad, E. C.SALZER, Literatura mística. San Pablo místico. Burgos, Monte Carmelo, 2002,pp. 93-119.

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PROCESO DE SU CONVERSIÓN

Puede parecer extraño que contando con las narraciones tandetalladas de Hechos nos dispongamos a elaborar todo un apar-tado sobre el «proceso» de la conversión, y mantengamos que setrata de un proceso cuando los datos que nos brindan los pasajesaludidos hablan de una conversión fruto de una acción fulminantede Dios.

La postura de los autores diverge, para unos la elaboración lu-cana sería algo muy tardío y respondería a una escenificación de unproceso interior; para otros esto es imposible porque el relato res-ponde a datos muy precisos en personajes y lugares. Nuestro intentoes acercarnos a lo que se puede deducir de la conciencia de Pablodesde los testimonios de las cartas, y entender que los relatos luca-nos son fruto de una elaboración en base a elementos que puedenresponder a la misma experiencia de Pablo, contada siempre con lascategorías propias de una experiencia que no es ciencia, y por lomismo difícil de traducir al lenguaje de los sentidos. Recibida éstaexperiencia narrada en el seno de la tradición paulina pudo muybien venir a convertirse en los relatos que recogen los Hechos.

Al hacerlo nos proponemos dejar claro que Pablo no es un mero«pensador» de la fe cristiana, elaborador de unos contenidos teoló-gicos desde consideraciones iluministas, sino el hombre de expe-riencia que nos lleva a descubrir la vida que llena de sentido loscontenidos doctrinales propuestos en sus cartas.

Naturalmente esos datos de experiencia han surgido de su en-cuentro personal con el Señor. Un encuentro que conlleva un acer-camiento al Jesús histórico que muchos autores no han destacado,porque no es fácil precisar de modo crítico, aunque hay que llegara descubrir a Pablo interesado por conocer la vida y los dichos dequien puede afirmar que «me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20) 11,

11 El conocimiento de Jesús, como trataremos de indicar más adelante, esfruto de su relación con las incipientes comunidades cristianas a las que per-seguía y que serían testigos fieles de la vida y la muerte de Jesús, garantizadaspor el Espíritu del resucitado. Puede, no obstante, afirmarse con MURPHY-O’CONNOR que en su encuentro con Pedro en Jerusalén tendría ocasión de in-formarse sobre la vida de Jesús. Cfr. op. cit., p. 62.

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sin dejar por ello de mantener que todo emana de esa única y pro-funda experiencia del resucitado.

ALCANZADO POR CRISTO JESÚS (FIL 3,12) 12

La conversión de San Pablo, de la que tenemos relatos ampliosen tres pasajes de Hechos (Hech 9,1-19; 22,3-16; 26,4-18), mereceser contemplada en un primer momento desde los datos que nosofrecen sus propias cartas.

Los fieles de Filipos han constituido una comunidad entrañablepara Pablo. Conocen bien sus sentimientos. La propia experienciadel apóstol está a la base de sus exhortaciones. Al igual que conotras comunidades, cuando el evangelio que les ha predicado se veamenazado por falsas interpretaciones, Pablo acude a deshacer mal-entendidos o incomprensiones por medio de sus cartas.

Los argumentos para rebatir a los enemigos los encuentra Pabloen su propia experiencia. Frente a los judeocristianos que puedenverse reflejados en su carta a los fieles de Filipos, Pablo recuerdaque él ha defendido y vivido esas tradiciones judías que ellos defien-den, no ha sido un mal prosélito que se ha vuelto atrás, sino que fuecircuncidado al octavo día según lo prescrito por la Ley de Moisés(Lev 12,3), y entroncado con una familia judía, probablemente de-portada a Tarso, de la tribu de Benjamín. No olvidemos que el proto-parente de su clan, el patriarca Benjamín, gozaba de especial pres-tigio entre los rabinos por haber nacido en el país de Israel y segúntradiciones judaicas fue el primero en cruzar el Mar Rojo 13.

Pablo recuerda que su familia, aun viviendo en la diáspora, haseguido estrictamente la tradición y por ello no duda de calificarsepersonalmente de «hebreo de hebreos» (Fil 3,5). Sin embargo, lejosde gloriarse en ello busca la gloria en Cristo Jesús. No pone su con-fianza en la carne, algo a lo que les exhorta también a los filipenses,frente a los enemigos que han hecho su aparición en la comunidad.

12 Para este apartado nos servimos de F. BRÄNDLE, «El Jesús que transfor-mó a Pablo», en Revista de Espiritualidad 47 (1988) 49-64.

13 Cfr. G. FRIEDRICH, «Epístola a los Filipenses», en H. CONZELMANN-G. FRIEDRICH, Epístolas de la cautividad. Madrid, 1972, pp. 144-147.

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La confianza en la carne no es sólo el entronque con el viejoIsrael, sino lo que ello conlleva. Es estar ligado a todas sus tradicio-nes y poner en ellas su confianza. En este sentido, aquellos a los quePablo llama «perros» intentan convencer a los filipenses de la ne-cesidad de la circuncisión y las prácticas judías para vivir auténti-camente su fe cristiana, porque los que acosan a los filipenses evan-gelizados por Pablo no son los judíos propiamente dichos, sino loscristianos procedentes del judaísmo. Con ellos se ha tenido queenfrentar Pablo en otras ocasiones. Es necesario que los filipensesvuelvan a recordar lo que les ha transmitido y han compartido: suencuentro con Cristo.

Aquel encuentro no se redujo a una mera ilusión imaginaria, fuealgo tan vivo que marcó toda su vida. El fariseo, Saulo, que habíabuscado y que sinceramente había vivido su fe, ve trastocarse total-mente sus valores. Y esto no por un desengaño, sino por una expe-riencia singular: el conocimiento de Cristo Jesús, su Señor (Fil 3,8).¿A qué tipo de conocimiento se refiere? ¿Es que quienes desdesu condición de cristianos procedentes del judaísmo —que conti-núan insistiendo en la necesidad de circuncisión y lo que ello con-lleva—, no han encontrado a Cristo? ¿Qué conocimiento, pues, esel de Pablo? Estamos ante uno de los problemas más arduos que sedebatieron en las comunidades cristianas primitivas y que ayudarona decantar el verdadero contenido de la fe cristiana.

Pablo, asegura que éstos ponen su confianza en la carne, mientrasellos, él y sus seguidores, se glorían en Cristo Jesús (Fil 3,3-4).Él también podría haber puesto su confianza en la carne. Si no lohace es por haber descubierto a alguien por quien todo eso lo estimapérdida (Fil 3,6-7). Y lo ha descubierto colocándose en una postu-ra completamente nueva: la fe en Cristo. Es fácil que aquellos judeo-cristianos que levantan la polémica en la comunidad de Filipos hayanconocido a Jesús, incluso podrían haberse contado entre los que oye-ron sus palabras, pero su acercamiento a él permanece cerrado en elmarco de la ley judía. Pablo no ha conocido a Jesús de Nazaret cuan-do éste recorría los caminos de Galilea, atravesaba Samaría, se retira-ba al desierto de Judea o subía a Jerusalén; pero su experiencia de fele ha ligado de un modo nuevo a quien se le ha manifestado como suverdadero Señor (Fil 3,8). Lo vivo de esta experiencia no puede redu-

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cirse a un simple momento puntual, aunque ciertamente tiene sumomento cumbre en un proceso vital. Esta experiencia supone uncamino de búsqueda que exige un cambio radical por el que se llegaa juzgar como pérdida lo que antes reputaba como ganancia, y estoha tenido lugar al recibir ese encuentro con Cristo, que le ha llevadoa un conocimiento singular (Fil 3,7-8).

Este conocimiento de Cristo al que Pablo alude no podemoslimitarlo a una mera experiencia sensorial, visión luminosa o audi-ción, que provocaría su conversión. Luz y palabra hay que encua-drarlas en el misterio de una experiencia mística que conlleva unanoticia trascendente más allá de lo sensible, y que ha venido dispo-niéndose a ella el sujeto a través de un camino de búsqueda o re-chazo, como es el caso de Pablo 14.

Veamos, hay que reconocer que el celoso perseguidor de lacomunidad cristiana que se había formado en Damasco —una deaquellas procedentes de la primera persecución a los judíos helenis-tas convertidos al cristianismo en Jerusalén (Hech 8,1.4)—, se havisto sorprendido por unos hombres que viven desligados de losmedios de salvación propuestos por el judaísmo, tal como Pablotambién los concebía desde su condición de fariseo, y esto por haberencontrado en Cristo resucitado —y no simplemente por seguir lascorrientes del judaísmo helenista— el principio de su verdaderasalvación.

Esta apertura necesariamente hubo de llamar la atención aPablo. No eran unos judíos más, que pudieran haber formado unasecta en la que se reconociera a Jesús como Mesías. Destruían losprincipios intangibles de la Ley, principio de salvación para unfariseo, como era Pablo. Por eso, y dentro del poder coercitivointerno concedido a las comunidades sinagogales, Pablo derrocharíatodo su celo para acabar con ellos 15. El testimonio de aquellos per-seguidos, que llevados a los tribunales hablarían movidos por elEspíritu Santo (Mt 10-18-20 y par.) provocaría en Pablo aquella

14 El modo más propio de entenderlo es acercarse a las experiencias tere-sianas en torno a sus visiones de Cristo y que describe en el libro de la Vida(cc. 27 y 28), acaecidas en las fiestas de San Pablo o de San Pedro. Más ade-lante nos detendremos en ello.

15 Cfr. G. BORNKAMM, op. cit., p. 48.

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disposición en la que pudiera recibir una experiencia singular deCristo, motivadora de su conversión. La escenifican los Hechos,más adelante podremos recordar cómo, y Pablo la recuerda como elhecho de haber sido alcanzado por Cristo Jesús (Fil 3,12). Ahoratodo será basura, a no ser que le permita alcanzar a Cristo y serhallado en él (Fil 3,9). Para logarlo ha de dejar aquella justiciapropia (Rom 10,3), la justicia promovida por la Ley y ganada porel hombre, y ha de abrirse a la justicia recibida como don graciasa la fe en Cristo. Esta fe es obra de la gracia divina y obra lajustificación. Esta justificación es la que nos permite ser en Cristo.Sólo así es posible gloriarse en Cristo y no poner la confianza en lacarne, alcanzar un conocimiento de Cristo ligado a la experiencia desu resurrección (1 Cor 15,8), que no se cierra en mero conocimientosensible de Jesús a su paso por la tierra. La fuerza del testimonio deaquellos testigos permite a Pablo, que los persigue, acercarse aJesús, el hombre entregado, y prepararse a experimentar la fuerzade su resurrección, que ha hecho de él principio de salvación paratodos los hombres. La pequeña comunidad de Filipos, también per-seguida (Fil 1,29) y amenazada por quienes no han conocido ple-namente a Cristo, recibe las confidencias de Pablo, a ellos puedehablarles de aquella experiencia que hizo cambiar de rumbo la tra-yectoria de su vida. El testimonio breve de la conversión de Pabloen la carta a los filipenses, nos abre las puertas de acceso a Jesúsdesde la experiencia de Pablo, que habiéndole conocido a través deltestimonio de los cristianos a los que persigue, es alcanzado por élcomo resucitado y salvador.

Jesús se ha convertido para toda la humanidad en el lugar deencuentro con el misterio divino y fundamento del nuevo camino desalvación. Este es el evangelio de Pablo, a él consagrará su vida. Elprincipio de la justificación está en el amor de Dios manifestado enJesucristo. El hombre puede encontrar en Jesús el camino de lasalvación. En él vivir su vida, enfrentarse a la muerte con su mismaactitud y esperar como él la resurrección (Fil 3,10-11). Pablo trans-mite a través de su propia experiencia a los fieles de Filipos no unamera doctrina, sino una determinada actitud en la vida, un estilo devida distinto que brota del conocimiento de Jesucristo.

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«POR REVELACIÓN DE JESUCRISTO» (GAL 1,12)

En la carta a los Gálatas, en una línea mucho más polémica,Pablo nos vuelve a recordar su conversión. Es un texto muy estu-diado, que nosotros vamos a recordar para destacar el aliento vivoque emana del encuentro de Pablo con Jesús.

Las amenazas a la obra evangelizadora de Pablo surgen de loscristianos que poseyendo una visión mediatizada de Jesús, el Me-sías, ven en la obra de Pablo algo escandaloso, al no exigir a loscreyentes una observancia fiel de las tradiciones judías. La discu-sión que a partir de aquí se establece entre Pablo y sus enemigos nopuede librarse en el plano de las ideas, ni él ni ellos defienden unaideología. Es la vida misma la que está implicada en sus posturas.A Pablo no le queda otra salida que la de rebatir desde el testimoniode su propia experiencia.

No es desde fuera, con aprobaciones y títulos, como Pablo sedefiende. No acudirá al prestigio alcanzado para acreditar su actuar.Lleno de humildad se confiesa indigno de ser apóstol, puesto quepersiguió a la Iglesia de Dios (1 Cor 15,9). Es su propia experienciala que trae ante los fieles de Galacia para hacerles comprender loacertado de su postura y desarticular la de sus enemigos. El evangelioque les ha predicado, por el que Pablo vive (1 Cor 3,13), no lo harecibido como tradición venida de hombres, sino por revelación deJesucristo (Gal 1,12). ¿Qué encontramos a la base de esta afirmación?

La conversión de Pablo tal y como aparece en Hechos, sólo seentiende si tenemos en cuenta la asimilación de un proceso. Loselementos del relato de Hechos se entienden mal si se reducen afenómenos sensibles, es al fin una experiencia desde la fe, que Pabloha ido despertando, aun en su misma actitud intransigente con loscristianos. Acabará siendo testigo de la experiencia pascual que lepermite acceder a un modo nuevo de vivir frente a Dios, o mejor enDios, tal y como descubre en aquellos a los que persigue, la Iglesiade Dios (Gal 1,13), que no es ciertamente la comunidad de Jerusa-lén, a la que conoce bastantes años después 16.

16 Cfr. Gal 1,18; 2,1. No nos vamos a detener en aclarar el origen de estascomunidades cristianas establecidas en Siria. Lo cierto es que revelan la plu-riformidad de los comienzos y el esfuerzo por vivir la comunión entre unas y

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En las comunidades fundadas en estas ciudades sirias, alejadasde los ambientes palestinenses, se tendió un puente al mundo dela gentilidad. Es aquí donde Pablo descubre su vocación, única ysingular, que parte del mismo Dios: anunciar a los gentiles todoaquello que escondido desde siempre en Dios se ha manifestadoahora en su Hijo (Gal 1,16).

Vocación y conversión se aúnan en Pablo. El llamamiento de Diosse descubre al tiempo que se recibe la autorevelación de Cristo. No lorecibió como tradición que se asimila por aprendizaje, sino como re-velación, experiencia transformante de la presencia de la salvaciónde Dios en la vida del hombre. El evangelio de Pablo es fruto de lapresencia inmediata y clara del Señor exaltado y no de su mediatoser-hecho-presente en el logos de la predicación 17, aunque en todomomento es difícil en cada uno deslindar estas dos formas de vivir lapresencia. Esto no excluye que el apóstol pueda ser también transmi-sor de una tradición evangélica, como se ve claramente por 1 Cor11,23, y 15,1ss. Pero se refiere ya a un «logos» determinado del evan-gelio que le había sido dado original y sustancialmente con la apari-ción del glorificado, pero un evangelio que ya actuaba en la Iglesiacomo tradición de los demás apóstoles 18.

La realidad de esta experiencia paulina, sobre la que volveremosmás adelante al analizar las experiencias místicas en Pablo, va másallá de lo puramente subjetivo. Si Pablo intenta hacer apología dela autenticidad de su apostolado, lo hace porque está convencido deello. Su apostolado es en su origen divino y por lo mismo ancladoen la realidad más honda, la de Dios. «Para ello —comenta Gonzá-lez Ruiz—, mediante un «midrash» hábilmente llevado, a base deEx 34,29-35, se compara a sí mismo, como apóstol, con Moisés.Moisés recibía directamente de Dios los oráculos, que se sensibili-zaron en aquel esplendor que emitía su rostro. Los apóstoles tam-bién reciben de Dios directamente el evangelio, y quedan ilumina-dos para poder irradiar esta luz divina a los fieles (2 Cor 3,18).

otras. No obstante, somos conscientes de la rica serie de estudios que se hanvenido haciendo en estos años, y que recoge, por ejemplo, J. M. GARCÍA, op.cit., pp. 299-303.

17 Cfr. H. SHLIER, La carta a los Gálatas. Salamanca, Sígueme, 1975, p. 60.18 Cfr., id., p. 60.

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Moisés tenía que taparse el rostro con un velo para que aquellaluz no deslumbrara a los israelitas. Pablo, sigue adelante la sutilizarabínica del «midrash»: ese velo continúa aún cubriendo el rostrodel «Moisés» que se lee en las sinagogas. Los judíos son poseedoresde la verdadera Palabra de Dios; pero para ellos es una palabra es-condida, tapada, velada. Basta que se remueva ese velo para queellos queden también iluminados.

Pues bien, Pablo recuerda ahora aquí que él también durantemuchos años tuvo en sus manos al Hijo de Dios, contenido en lavieja revelación. «En él», Pablo, estaba Cristo escondido, veladopor la incomprensión y el orgullo judaico. En el subsuelo de laexistencia paulina existían todas esas realidades, incluso su voca-ción apostólica, decretada por Dios desde su primer instante; peroestaban veladas, cubiertas.

Pero llegó un momento en que la pura misericordia divina quiso«quitar el velo», «desvelar» al Hijo que estaba escondido en el rabinoPablo. Y aquella «revelación» tenía una finalidad: Dios hizo brillar aCristo en el rostro de Pablo, para que él, a su vez, lo irradiara a losgentiles (2 Cor 3,18) 19.

Aquel fariseo, Pablo, que había vivido su fe judía con tantarectitud, se encuentra con otra fe, la de aquellos cristianos a los quepersigue, que tiene su fundamento en el Señor presente en medio deellos. Así logra Dios quitar el velo judaíco, revelar en Pablo a suHijo, para que él pueda irradiarlo a los gentiles. Frente a los que aúnse ven cubiertos con ese velo judaíco, Pablo no encontrará mejorarma que su propia vivencia.

Fue tan firme su convicción que no necesitará volver a contrastarsu experiencia con la vieja tradición judía; no pide consejo, ni a lacarne, ni a la sangre (Gal 1,16), pues de ella no puede ya venir media-ción alguna para la salvación. Consciente de su vocación comprome-te su vida en la misión de proclamar aquello que ha encontrado.

Jesús, el Señor de las comunidades, no queda cerrado en elpequeño marco de la vieja tradición judía, como un profeta más.Pablo entiende ahora que en Jesús se da ese ámbito del encuentro

19 Cfr. J. M. GONZÁLEZ RUIZ, Epístola de San Pablo a los Gálatas, 2.ª ed.,Madrid, 1971, pp. 76-77.

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nuevo y definitivo del hombre con Dios, pues en él Dios ha encon-trado a todo hombre 20.

Las tradiciones en torno a Jesús que Pablo ha podido conocer,no son sólo meros «logia» particulares del evangelio, hubo de co-nocer sobre todo una vida encarnada en aquellos creyentes de lacomunidad cristiana que perseguía y que cuestionaron su propiavida y le llevaron a descubrir a Jesús como revelación de Dios. Noestá ante meras tradiciones humanas, sino ante el comportamiento yla vida de aquellos que han conocido a aquel que responde a esemodo nuevo y definitivo de estar y vivir frente a Dios. Cuando a lolargo y ancho de sus escritos, todos ellos enmarcados en los últimosaños de su vida, trate de explicitar su evangelio, juntará la tradiciónacerca de Jesús con este marco de experiencia que rompe el moldede la vieja ley judía. En Pablo, la experiencia de Cristo no se puedereducir a un subjetivo pensar a Cristo desde categorías previas,emanadas de un contexto religioso misterio-helenista, ni un merorecoger tradiciones en torno a Jesús en el marco de la vida judía.Más allá de la pura «sophia» griega, o de la ley judía, está el nuevovivir cristiano que brota de la vida de Jesús encuadrada en el marcode la acción salvadora definitiva de Dios cara a los hombres.

LAS EXPERIENCIAS MÍSTICAS EN PABLO

Si la conversión de Pablo la hemos presentado como un procesoa lo largo de un espacio de tiempo en la vida del apóstol, no ha sidocon la intención de desplazar las gracias místicas de Pablo y olvi-darnos de su valor. Sin adentrarnos en esa valoración, nos propone-mos analizarlas tal y como él nos las recuerda y tal y como pudieroninterpretarlas sus seguidores. Pero es necesario antes detenernos enel modo de entender estas gracias dentro de una concepción de larevelación de Dios marcada por su carácter de comunión personaly su desvelamiento en la historia.

20 No hay, pues, que presentar de modo antagónico entre Jesús y Pablo losorígenes del cristianismo.

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REVELACIÓN CRISTIANA Y GRACIAS MÍSTICAS

El Vaticano II ha hablado ampliamente de la revelación en unode sus grandes documentos: Dei Verbum. Para el Concilio está claroque la revelación es la manifestación del ser de Dios, que conllevano sólo una noticia intelectiva, sino, sobre todo, un conocimiento enorden a la salvación de la persona: «Dispuso Dios en su sabiduríarevelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntadmediante el cual los hombres, por medio de Cristo, tienen acceso alPadre en el Espíritu y se hacen consortes de la naturaleza divina» 21.

El Vaticano II ha dejado claro que la revelación sólo puede serasimilada en un proceso que culminaría en la comunión con Dios, quees lo que significaría el acceso al misterio trinitario para hacernosconsortes de la naturaleza divina. Ésta se daría dentro del marco de lahistoria de la humanidad que se va transformando en historia de sal-vación 22. Ello hasta llegar a su plena manifestación en Cristo 23.

Los místicos cristianos, y en nuestro caso San Pablo, enseñan,hablan o escriben poniendo de relieve esta llamada a la comunióncon Dios asimilando plenamente el misterio de Cristo.

Dos cuestiones se plantean en lo que arriba afirmamos. ¿Se haahondado al testimoniar la revelación cristiana en lo que significa laparticipación en la naturaleza divina? ¿No estaríamos ante lo quelos místicos han llamado posteriormente la unión con Dios y Pabloha vivido como incorporación a Cristo? A su vez, ¿la experienciapaulina es testimonio fiel de que la historia de salvación habríallegado a su cumbre? ¿No estaríamos en su experiencia ante unaconcepción de la naturaleza humana abierta al misterio de Cristo ypor lo mismo siempre agraciada?

21 Cfr. DV n. 2.22 «Este plan de la revelación se realiza con palabras y gestos intrínsi-

camente conexos entre sí, de forma que las obras, realizadas por Dios en lahistoria de la salvación, manifiestan y confirman la doctrina y los hechos sig-nificados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras yesclarecen el misterio contenido en ellas (DV n. 2).

23 La verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nosmanifiesta por la revelación de Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitudde toda revelación (DV n. 2).

LA EXPERIENCIA MÍSTICA EN SAN PABLO... 219

REVELACIÓN Y EXPERIENCIA DE COMUNIÓN CON DIOS

Está claro en la propuesta conciliar acerca de la naturaleza de larevelación que se da en la llamada a la participación de la naturalezadivina: la revelación de Dios conlleva la experiencia. No ha sidofácil admitir en los tratados teológicos sobre la revelación esta notaclara de comunión y vida, se ha puesto el acento en la transmisiónde unos contenidos conceptuales, concretados en fórmulas de fe,hechos en una catequesis que no propiciaba la invitación a la expe-riencia, y ello se ha proyectado en el estudio de los escritos bíblicos,también de San Pablo. El peligro de una concepción inmanentista dela revelación, reducida a puro sentimiento religioso 24, ahogó la lla-mada a una asimilación de la revelación en la experiencia de comu-nión ofrecida a todos y testimoniada por aquellos que han vividoplenamente su entrega a este Dios presente en la historia y asumidoen la fe. Sin embargo, la llamada a la divinización del hombre, laparticipación en la naturaleza divina, el alcanzar la comunión conDios, es fundamental para comprender la revelación de Dios dentrode la iglesia católica.

La gratuidad con la que Dios nos llama a participar en su propiavida brota del misterio mismo de nuestra incorporación a Cristo.San Pablo y San Juan son claros en sus escritos 25. Así lo entendie-ron los Padres orientales que siempre hablaron de la divinizacióndel hombre. Tenemos, no obstante, que afirmar que la llamada a lacomunión, que se hace en el corazón de la vida misma, entiendeésta en su realidad histórica. Este es, sin duda, el gran obstáculo quehan encontrado en nuestros días los teólogos que, habiendo descu-bierto el sentido de la historia en la revelación cristiana, no lograndescubrir en las gracias místicas de Pablo este sentido histórico.Tendremos, pues, que insistir en este sentido histórico de la revela-ción, afirmar que así se ha transmitido en la Sagrada Escritura, y

24 Recordemos la propuesta de SCHLEIERMACHER frente a la visión kantianay el modernismo dentro del campo católico a la hora de poner en la experien-cia y el sentimiento religioso el fundamento de la revelación. Por fortuna hoydisponemos ya de perspectiva histórica suficiente para intentar un equilibrio, ydescubrir el puesto de la experiencia y el de la tradición viva como elementosde una verdadera respuesta a la auténtica revelación de Dios.

25 Cfr. Rom 6,5; Col 3,2; Ef 2,4-6; Gal 2-19-20; Jn 17,21.

220 FRANCISCO BRÄNDLE, OCD

que Pablo así lo ha expresado, con el testimonio de su vida creyentey el recuerdo de las gracias místicas, entendidas desde esta perspec-tiva, que en ella pudo vivir.

REVELACIÓN DE DIOS E HISTORIA DE SALVACIÓN

¿Cómo se da Dios a conocer? ¿Cómo tiene lugar este procesopor el que Dios se revela a sí mismo para que los hombres tenganacceso al Padre por medio de Cristo en el Espíritu y se hagan con-sortes de la divina naturaleza?

El concilio Vaticano II puso también de manifiesto, de formaclara, que esta revelación de Dios no es una revelación ni en lanaturaleza, ni en la razón, de forma inmediata. La revelación comollamada a la comunión se hace desde categorías de amor y presenciaamorosa, que se hacen patentes en hechos interpretados bajo esapalabra amorosa, y palabras de amor justificadas por hechos 26. Loshechos de los que da testimonio la historia de salvación no sonacontecimientos al margen de la historia, es decir, hechos que cons-tituyeran una historia paralela, solo vivida por los hombres esco-gidos por Dios, en su intimidad y fuera del devenir de los hechoscotidianos, al igual que no lo son las así llamadas «gracias místicas»desde las que se ilumina y entiende la vida creyente. Fuera de esto,son hechos de la historia en la que los hombres viven inmersos, peroque los descubren en el contexto de esa palabra amorosa de Diosque les ayuda a vivirlos en clave de cercanía y comunión con Dios,siempre presente en la historia, es decir, descubriendo su sentidorevelador, que es lo mismo que decir, su sentido abierto a la comu-nión con Dios.

26 «En consecuencia, por esta revelación Dios invisible (cf. Col 1,15; 1 Tim1,17) habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor (cf. Ex33,11; Jn 15,14-15) y mora con ellos (cf. Bar 3,38) para invitarlos a la comu-nión consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realizacon palabras y gestos intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obrasrealizas por Dios en la historia de la salvación manifiesten y confirman ladoctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte,proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas (DV n. 2).

LA EXPERIENCIA MÍSTICA EN SAN PABLO... 221

Así, hechos como el Éxodo, la conquista de la tierra prometida,el destierro, se viven y son hechos en los que se da la salvación, ypor tanto reveladores del misterio de Dios en sí mismo, porque hayuna palabra que ilumina el hecho. Es decir, hay una experiencia deDios, en clave de amor, o lo que es lo mismo, en clave de Alianza,que se traduce en palabra y nos lleva a vivir el acontecimiento comosalvador. Esta palabra viene a través de un hombre carismático,caudillo, profeta, siempre al servicio de la comunidad, signo de lahumanidad a la que Dios quiere revelarse. La percepción de estapresencia, comunicación de Dios, no es un añadido a los hechos,sino una experiencia singular, nacida de esa llamada de Dios a lacomunión con él, y que a través de un sujeto abierto a él, puedeformularse como palabra que hace a los hechos reveladores 27. Lanaturaleza de esta comunicación, siendo enteramente humana, es-capa a todo cálculo y medida sensible o racional, se da en el másprofundo centro de la persona, donde tiene su asiento el amor y lacomunión y del que han dado testimonio nuestros místicos 28. Peroes, sobre todo en la vida de Jesús donde esta llamada a la comunióncon Dios, a la nueva Alianza, se hace patente. Son los apóstoles, yen nuestro caso san Pablo, quienes han recibido esa palabra queinterpreta el hecho como revelador, es decir como expresión viva deesa llamada a vivir la vida desde la Trinidad.

27 Ha estudiado y presentado la naturaleza de la revelación en esta clave,A. TORRES QUEIRUGA, La revelación de Dios en la realización del hombre.Madrid, 1987. Un buen resumen puede verse en la voz revelación, en C. FLO-RISTÁN-J. J. TAMAYO (eds.), Conceptos fundamentales del cristianismo. Madrid,1993. Gran conocedor de la obra de W. PANNENBERG, que propone esa visiónhistórica de la revelación, acentúa la fuerza de la palabra que interpreta elhecho revelador, que llega a través del sujeto portador de la misma, sujetoinspirado, sin él el acontecimiento no descubría su sentido revelador. Esa pre-sencia descubierta determina ese modo de ser del hombre con Dios. Nosotrostendríamos que acentuar en la clara visón de TORRES QUEIRUGA, la clave deAlianza, en la que la palabra se dice. Entendemos siempre la Alianza comocomunión, que nace y brota del amor entregado. Cfr. La citada voz revelación,pp. 1222-1223.

28 Baste aquí una nota, pues el tema requiere un estudio amplio. SantaTeresa ha experimentado en su comunión con Dios que Él es la suma Verdadque sustenta la Escritura, y sólo quienes le aman pueden entender su contenido(cfr. Vida, 40,1). Para San Juan de la Cruz el Espíritu Santo habla en estelenguaje de amor puro y sencillo, que nace de la verdadera comunión, expre-sada en muchos casos en clave de Alianza o Matrimonio.

222 FRANCISCO BRÄNDLE, OCD

Sólo teniendo esto en cuenta podremos descubrir el sentido ge-nuino de la revelación de Dios y por lo mismo el de la comunión conÉl que ha de vivir el cristiano llamado a ella.

La historia, pues, es interpretada por la palabra, y, al mismotiempo, esta historia interpretada por la palabra sirve para funda-mentar y confirmar la experiencia de Dios, en clave de comunión,alentado así un nuevo proceso en la historia que camina en el tiem-po hasta su consumación.

Insistimos, hay un momento histórico singular: La crucifixión ymuerte de Jesús, sellada con la resurrección. Este momento único eirrepetible de la historia recibe su palabra de la experiencia carismá-tica de la Iglesia apostólica. Es el hecho central de la revelación, laobra mayor realizada por Dios en orden a su plan de salvación paralos hombres, tal y como lo testimonia la iglesia apostólica que harecibido esa palabra. Con este hecho central se lleva a su fin el pro-ceso revelador histórico-salvífico y se proyecta a la humanidad avivir en esa plenitud de la historia salvadora 29.

La vida de Jesús consumada en la crucifixión y muerte y abiertaa la resurrección, tal y como testimonia la palabra apostólica, colocaa la historia de la humanidad en una dimensión nueva, la que desdesiempre Dios había proyectado, habiendo alcanzado la humanidadsu plenitud.

Parece claro deducir de todo esto que la revelación, es decir,salvación que se realiza en la historia, no la recibe el hombre comoindividuo cerrado en sí mismo, sino abierto al misterio de comuniónque le abre a Dios y a todos los hombres. Por tanto, es en la tota-lidad de la historia salvadora donde Dios se revela plenamente. Eneste sentido se han pronunciado algunos autores 30, recordando su

29 Cfr. SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del Monte Carmelo, 2S 7, 10-12. Elvacío y desamparo de la cruz consuman la mayor obra a realizar por Jesús,mayor que las que en toda su vida había hecho, incluso con milagros, que fuereconciliar y unir al género humano por gracia con Dios…, de modo que elhombre podrá alcanzar la unión con Dios, cuando puesto en suma humildad, seasocia a la muerte y resurrección de Cristo.

30 En este sentido nos recuerda con citas del NT y de San Juan de la Cruz,A. TORRES QUEIRUGA, lo que siempre ha vivido la conciencia cristiana, la con-vicción de estar en la «plenitud de los tiempos». Siguiendo las intuiciones deSCHILLEBEECKX, RAHNER, PANNENBERG, MOLTMANN, METZ y otros autores ha ela-borado una interpretación acertada de lo propuesto por el Vaticano II. Recor-

LA EXPERIENCIA MÍSTICA EN SAN PABLO... 223

universalidad nacida de la vida entregada al prójimo, significadomás claramente cuando éste es el prójimo necesitado 31. E igualmen-

demos en breve su formulación: Esta plenitud no es clausura estática de larevelación, sino apertura dinámica de una comunión que, al tener todas susclaves fundamentales descubiertas, abre el futuro en toda su posibilidad y es,por ello, vivible en actualidad siempre nueva. Como la evolución que al cul-minar en el hombre, no paraliza la vida, sino que la abre al horizonte ilimita-do de la historia; o como un amor que al alcanzar su máxima entrega, no seestanca, sino que empieza su auténtica plenitud… A su vez, de la plenitud asíentendida nace su universalismo. Si Dios quiere darse a todos plenamente,cualquier experiencia reveladora tiene siempre un destino universal… Lo alcan-zado en Cristo es el rodeo por la inevitable particularidad histórica, para ofrecermás eficazmente a la humanidad lo que no ha logrado todavía, pero que le estáintrínsecamente destinado. Al no tratarse de una mera «ilustración», la revela-ción afecta al destino más hondo del ser humano: su salvación. La que se vadesvelando en la historia, y se muestra definitivamente en el destino de Jesús.Su centro está en el amor incondicional y efectivo a los demás, desveladoscomo hermanos, puesto que hijos —sin excepción por abajo ni privilegio porarriba— de Dios. Por eso es una realización desde la solidaridad y el servicio.Cfr. «Art. revelación», op. cit., pp. 1228, 1230. En este sentido falta a la teo-logía en todas sus ramas, descubrir el sentido de una antropología teológica quedesde la llamada de Dios a la comunión con él en el marco de la historia dela salvación, descubra la plenitud de la comunión interhumana, desde el man-damiento del amor entendido en la clave que Jesús nos brinda: «Amaos unosa otros como yo os he amado» (Jn 13,34), que hace posible la plena comunión(cfr. Jn 17,22-23). Tendremos ocasión de iluminar esta propuesta desde lavisión paulina de las comunidades mesiánicas que alienta con su apostolado,apoyándonos en S. VIDAL, El proyecto mesiánico de Pablo. Salamanca, Sígue-me, 2005.

31 Es lo que afirma A. TORRES QUEIRUGA en el pasaje citado anteriormente,sin acentuar la dimensión escatológica que tal entrega lleva porque en el fondose ha disociado la comunión con Dios en plenitud de la comunión con elhombre, entendida más en clave de sentido, entrega, donación, servicio, obje-tivando al prójimo, y no de espíritu, vivir en el ser amado dentro del misterioque abarca a Dios y al hombre, que lógicamente encierra la encarnación y laentrega hasta la muerte, haciendo de ésta el signo definitivo de la vida entre-gada. A pesar de que se ha buscado entender la teología espiritual en la pers-pectiva de la historia de la salvación nada se alude a este misterio en suplanteamiento, al menos es lo que comprobamos en el artículo de R. MORETTI,«L’unità della conoscenza teologica e il compito della teologia spirituale»,en Seminarium 26 (1974), 41-60, resumido y presentado en C. GARCÍA, Teolo-gía espiritual contemporánea. Corrientes y perspectivas. Burgos 2002, p. 345,donde se afirma que R. MORETTI «caracteriza la teología espiritual, dentro dela perspectiva histórico-salvífica, como la actuación de la historia de salva-ción hasta la “koinonia” o plena “comunión con Dios”», sin alusión alguna ala comunión entre los hombres, y menos aún a la perspectiva escatológica deesta comunión, desde el amor entregado abierta por Jesús.

224 FRANCISCO BRÄNDLE, OCD

te hemos de afirmar que sin ver la historia en esta dimensión última,en su totalidad, no habríamos alcanzado la revelación plena de Dios.No que Dios se vaya revelando por partes, sino que Dios va reve-lando todo su ser y todos sus atributos, que se identifican con elmismo ser de Dios, en un proceso histórico-salvífico. En Cristo locontemplamos ya plenamente realizado, se ha alcanzado la plenitudde los tiempos, el rodeo histórico va ligado a consumar eficazmentelo que está intrínsecamente destinado a toda la humanidad. «Mis-terio» escondido desde siempre, tal y como lo afirma San Pablo,revelado ahora (Col 1,26-27), fundamento imborrable de la misión,entendida como entrega en alianza de amor que tiene su origen enDios-Padre y alcanza a toda la humanidad. El Hijo de Dios encar-nado es el hombre pleno que en su vida entregada muestra el sen-tido de la misión que ha de asumir la humanidad, para llegar aconsumar la historia como historia de salvación. No cabe otra reve-lación distinta de la que en Cristo, plenificador de la historia, le esdado vivir al hombre que entrega plenamente su vida como Jesús.

Insistimos, esto quiere decir que el proceso revelador de Diosestá abierto, mejor aún es un proceso abierto, como lo es la reali-zación del amor, y se da en esa tradición viva, la historia abierta ala palabra salvadora que viene de Dios, que hace que la historia seahistoria de salvación y no mero recuerdo cerrado del pasado. Que lahistoria sea vida que va actualizando esa historia de salvación, y porconsiguiente actualización de la revelación, siempre en tensión deconsumación para el que la recibe. Vivir esta tradición no es vivirdel pasado, sino asumir el misterio de salvación en el que el hombrese realiza plenamente al entregar su vida y esperar la realizaciónplena de lo que en visión paulina llega a los hombres cuando salenal encuentro de Cristo que llega y ser así alcanzados por él.

Dado que la revelación de Dios está orientada a este final dela historia, plena comunión, hasta que el hombre no se realiza enla plena apertura a Dios y a los hermanos no podemos hablar deuna revelación consumada 32. Teniendo esto en cuenta no extraña

32 La Iglesia, en la medida en que es sacramento de comunión entre Diosy los hombres, y entre los hombres, celebra y vive esta plena revelación deDios, ofreciéndola a todos. La necesaria limitación histórica hace que no lopuedan contemplar quienes se incorporan a ella, o la contemplan desde fuera,

LA EXPERIENCIA MÍSTICA EN SAN PABLO... 225

que el Concilio haya dicho: «Esta tradición (transmisión viva dela revelación en la historia) que deriva de los apóstoles, progresaen la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo, puesto que va cre-ciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmiti-das, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes que lasmeditan en su corazón; ya por la percepción íntima que experimen-tan de las cosas espirituales; ya por el anuncio de aquellos que conla sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad.Es decir, en el decurso de los siglos, la Iglesia tiende constantemen-te a la plenitud de la verdad divina hasta que en ella se cumplan laspalabras de Dios» (DV n. 8) 33.

sin ese amor purificado, que permita ser en los demás como Jesús. El místico,el santo, han llegado a vivir este misterio como en grado único lo ha alcanza-do María, la Madre de Dios y de todos los hombres. Pocos místicos han sidocapaces de expresarlo, no obstante, todos han dejado balbucir algo de ello.Encontramos testimonios en Santa Teresa de Jesús (7M 4,4.6.8), en SantaTeresita del Niño Jesús (Ms cf. 34-36). San Juan de la Cruz nos ha dejado unbello testimonio en la «oración de alma enamorada», pero no sólo aquí sino enotros muchos pasajes que a lo largo de esta obra tendremos que recordar. Estadimensión escatológica, así entendida, no es fácilmente asimilable en unosconceptos espacio-temporales, con los que se suele acercar la razón al datorevelado. De ahí que la dimensión escatológica última se proyecta en la parusía,entendida como segunda venida de Cristo en gloria. De este modo, siguiendola DV nn. 3 y 4, escribe R. LATOURELLE: «El concilio reserva el término derevelación para designar ante todo la manifestación histórica de Dios por elVerbo hecho carne. Para designar la manifestación de Dios por su creación, elconcilio habla de su «testimonio permanente en las cosas creadas»; y paradesignar el acontecimiento final de la parusía, habla de la «manifestación glo-riosa» de Cristo. La «revelación» es un término reservado para la manifestacióny la comunicación de Dios en Jesucristo. También la creación y la parusía sellaman «manifestación» de Dios, pero sólo la manifestación histórica de Diospor la encarnación del Verbo encarnado recibe el nombre de revelación, quesigue siendo el término consagrado. La fe y la esperanza tienden hacia el re-torno glorioso de Cristo, pero en Cristo el futuro ya es nuestro. Entoncesdescubriremos, con un asombro lleno de gozo, a Aquel que, en la fe, erael compañero de todos nuestros días», «Art. revelación», en R. LATOURELLE-R. FISICHELLA, Diccionario de Teología Fundamental. Madrid, 1992.

33 El misterio tan hondo que estas palabras encierran no se traduce en unfinal en el tiempo como categoría de sentido, sino en una plenitud dentro de lamisma iglesia como experiencia del Espíritu que conduce a la verdad plena. Entodo momento la Iglesia, entendida como misterio de comunión entre Dios ylos hombres y los hombres entre sí (cfr. LG 1), es en Cristo, signo de estarevelación consumada, portadora de la misma en la historia universal en la quese actualiza la historia de salvación. El decurso de los siglos, la historia uni-

226 FRANCISCO BRÄNDLE, OCD

La Iglesia, sacramento del final de los tiempos, es portadora de larevelación de Dios que ha de ser asimilada en orden a su consuma-ción. No son verdades aisladas transmitidas de modo sucesivo, sinouna única verdad, la divina, el misterio de su ser, desvelado en lahistoria cuando en ella se vive la salvación, es decir, la llamada a lacomunión en el verdadero amor, que nos es dado alcanzar en Cristo.

LOS ESCRITOS PAULINOS. SAGRADA ESCRITURA Y REVELACIÓN DE DIOS

En el decurso de esta historia en la que Dios se revela, ¿dóndecolocar la Sagrada Escritura? ¿Cómo se formó? ¿Qué puesto tiene?

Como creyentes damos un valor normativo al contenido de laSagrada Escritura en orden a conocer la revelación de Dios. ElConcilio, al presentar la doctrina sobre la divina revelación, abordatambién la formación de los escritos sagrados, dando cabida a losactuales estudios histórico-críticos. No podemos olvidar, no obstan-te, que la Sagrada Escritura está ligada al ser mismo de Dios. Ladoctrina sobre la inspiración 34 de las Escrituras no puede desligarse

versal, está abierta a ser vivido en esa constante apertura a la historia comosalvación, siendo ya posible tender en todo momento a la constante plenitud dela verdad divina, desde el momento que todo hombre identificado con Cristoestá llamado a trascender su singularidad histórica y geográfica y vivir elmisterio de la comunión universal con los hombres, al tiempo que alcanza laplena comunión con Dios. El límite espacio-temporal en el que se enmarca suvida cósmico-cronológica tiene que abrirse a una comunión con Dios y loshombres en esa nueva vida plenamente espiritual. Todas las consideraciones delfinal de la historia en los tratados de «escatología» soslayan esta visión, aunqueno dejan de entenderla como el momento en que hayan muerto todos los sereshumanos (cfr. M. KEHl, Escatología. Salamanca, 2003, p. 248). Tanto en estelibro como en J. MOLTMANN, La venida de Dios. Escatología cristiana. Sala-manca, 2004, el lector encontrará bibliografía abundante y estudios sumamenteinteresantes; no encontramos, sin embargo, esta perspectiva escatológica uni-versal que proponemos, y que entraña esa percepción mística de la realidad.Una concepción de la resurrección como misterio de comunión interhumana,fruto de haber llegado a la comunión con Dios, puede verse en X. PIKAZA IBA-RRONDO, Dios es palabra, Teodicea cristiana. Santander, 2003, p. 349.

34 Cfr. A. M. ARTOLA-J. M. SÁNCHEZ CARO, Biblia y Palabra de Dios.Estella (Navarra), 1990, pp. 176-177. El misterio de la comunión a la que Diosllama al hombre vendría de nuevo a darnos la clave para poder llegar a descu-brir el valor de la Sagrada Escritura como Palabra de Dios, y se convierte enalgo fundamental a la hora de valorar el sentido de las escrituras en el devenirde la historia de salvación.

LA EXPERIENCIA MÍSTICA EN SAN PABLO... 227

del misterio trinitario, que a su vez se da a conocer en el marco dela historia de salvación. Teniendo presente la fundamentación trini-taria de las Sagradas Escrituras, nos vamos a detener en los escritospaulinos, dada su condición de escritos canónicos.

La formulación conciliar tal y como se aprobó llegó tras un largoproceso de elaboración 35. Recogiendo la enseñanza tradicional se par-tió en el instrumento previo de trabajo de una doble fuente para cono-cer la divina revelación: La Sagrada Escritura y la Tradición. Con elsucesivo estudio en las sesiones conciliares, y después de formularclaramente que Dios se revela en la historia, pareció mejor no hacerreferencia a dos fuentes en las que estarían contenidas las verdades dela revelación, puesto que quedaba claro que la revelación no podíareducirse a una serie de formulaciones de verdades abstractas, sinoque se da en verdades en orden a la salvación, que no se entienden oaceptan sino es en la medida en que se experimentan y se viven.

Dios me ama, experimento su amor, y no simplemente Dios esamor, pues sin esta experiencia viva no hay verdadera revelación deDios. La revelación se da en la historia 36 y se transmite en esa vidaque por ella alcanzan los creyentes.

La Sagrada Escritura no constituye, pues, una colección de rela-tos más o menos verídicos de acuerdo con criterios de racionalidadmoderna, sino una serie de relatos vivos, por su contenido portadoresde la salvación, que han ido cuajando en el seno de esa tradición viva.Tradición viva que engendra vida, y en el centro de la misma, parasuscitar vida auténtica, va recogiéndose como escritura. Así lo hapodido descubrir San Pablo, cuando entiende el contenido de la Leya la luz de la vida de Jesús y la tradición que le ofrecen las comu-nidades cristianas que ha conocido o que llegará el mismo a fundar.La Escritura Sagrada no es sino la quintaesencia de la transmisión dela revelación divina. Nada extraña que en el momento histórico delexilio, cuando la vida se purifica ante la amenaza de ser extinguida,

35 Cfr. Comentarios a la Dei Verbum. Madrid, BAC, 284. Aportaciones deAlonso SCHÖCKEL, ASHTON y otros.

36 Un libro que puede orientarnos en cuanto decimos, y que ya es clásico,L. RUBIO MORÁN, El misterio de Cristo en la historia de la salvación, 10.ª ed.,Salamanca, 2004. La introducción la dedica a presentar la Sagrada Escritura enclave de historia.

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cobre su punto álgido el proceso de formación del canon sagradoveterotestamentario. Al verse despojado de la tierra, el pueblo en-cuentra en la Escritura santa el lugar teológico que le permite vivir encomunión con el Dios vivo, con el Dios de sus antepasados.

Esta tradición viva, que fue creciendo en el pueblo de Israel yalcanza a Cristo y la Iglesia primitiva, es la que refleja la experien-cia histórico-salvífica en la que Dios se revela, tradición que con-tinúa en la Iglesia de modo vivo, constituyéndose en la base de todaexperiencia cristiana genuina.

Cristo, punto culminante de esta historia de salvación, se al-canza en el seno de esta tradición viva. No conocemos a Cristo sinla experiencia que le precede y sin la tradición que, apoyada en esaexperiencia pasada, nos le transmite. Esta tradición comienza en lavida de la Iglesia apostólica, cuajada de modo esencial en los escri-tos del Nuevo Testamento, tan ricos en la vida litúrgica, catequética,pastoral de aquellas primitivas comunidades apostólicas. Las gra-cias místicas, que nunca se viven al margen de esta revelación liga-da a la historia de salvación, se entienden como la percepción sin-gular de este misterio, por parte de algunos sujetos que serán lostestigos del mismo, lo vivirán siempre en el seno de esta tradiciónviva y al servicio de la comunidad que es el sacramento de la hu-manidad a la que Dios alcanza con su salvación.

No hay, pues, dos fuentes. Hay una fuente única de vida queDios ha suscitado en el seno de la humanidad abriendo paso a unahistoria de salvación que se extiende a lo largo de las generacionesy que encierra como su quintaesencia una Escritura sagrada, laexpresión más fiel de esta historia. Por eso la Escritura no puedeentenderse sino es en el seno de esa tradición viva, y así es comoPablo pudo descubrir el verdadero sentido de la tradición judía y dela Ley, su sentido pleno, una vez convertido a la fe cristiana 37.

Al ser alcanzado por el Dios revelado en Cristo, Pablo, comotestigo escogido, no sólo vivirá inmerso en el misterio sino que

37 Así lo ha visto también GNILKA, que en su estudio sobre Pablo reconoceque ha sido la historia de la salvación la que le ha hecho empalmar con laEscritura, pues es el mismo Dios el que se revela en la historia de Israel y enla de Jesús, siendo ésta la plena y definitiva. Cfr. J. GNILKA, Pablo de Tarso.Apóstol y testigo, 2.ª ed., Barcelona, Herder, 2002, pp. 182-186.

LA EXPERIENCIA MÍSTICA EN SAN PABLO... 229

recordará momentos singulares en los que su conciencia se veráinundada de esa luz y presencia de modo único, algo que traduciráen aquel lenguaje propio de los que han vivido también de estemodo la presencia de Dios en sus vidas. No son fenómenos almargen de esa presencia, sino percepciones de la misma en unadimensión de fe más cualificada, y que en el caso de Pablo, loconstituye en «apóstol», al tiempo que sus escritos serán incluidosen el canon de los escritos sagrados de la iglesia 38. Tales experien-cias no abren un camino distinto, sino que ahondan y plenifican elcamino de fe que ha de recorrer el hombre en su devenir hastaalcanzar la comunión con Dios 39.

LAS GRACIAS MÍSTICAS EN PABLO. TESTIMONIOS EN SUS ESCRITOS

Nos acercamos a la consideración de estos testimonios desde laperspectiva apuntada. Las percepciones extraordinarias de la vida decomunión y fe en un momento determinado de su vida, a las quePablo directa o indirectamente aluda, no son signo de una dimensióndistinta en el acercamiento de Dios al hombre, sino de la experienciadel hombre, que en el plan de Dios es llamado a ser testigo de estemodo singular para tomar conciencia de la realidad de la salvaciónvivida en la fe. Insistimos en ello, porque sólo así se puede superar loque desde otras categorías se afirma como constitutivo de su llamada,que Pablo «ha sido enriquecido con un contacto privilegiado con

38 Con indudable acierto MURPHY-O’CONNOR en el epílogo a la obra: Pablo,su historia, recoge brevemente la influencia de los escritos paulinos en los co-mienzos de la Iglesia y cómo se decantaron en el seno de la tradición ecle-sial. Concluye con Ireneo como modelo en la recepción de los escritos pauli-nos. Cfr. pp. 373-379.

39 Cfr. J. MURPHY-O’CONNOR, op. cit., p. 379. Atestigua la influencia de losescritos paulinos en Agustín o la Reforma, e invita a descubrir en estos escritosel verdadero apoyo para una experiencia cristiana vivida en plenitud tras unaverdadera conversión; he aquí sus palabras: «El análisis que Pablo hizo delmundo en que vivió todavía vale para nuestra sociedad contemporánea. Talgrado de precisión e intuición debería darnos confianza suficiente en las solu-ciones que propuso a fin de que la cristiandad fuera un verdadero instrumentode cambio». A lo que nosotros añadimos que este cambio no es otro que el quele lleva a su plena realización, y por lo mismo a la plena experiencia de larevelación de Dios que se da en la comunión con Él.

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Dios, un contacto de sustancia a sustancia» y por ello «llega a serrevelador del misterio de Cristo entre los gentiles» 40.

El momento concreto en que esta experiencia singular se hacepresente en la conciencia de Pablo, no es fácil de delimitar. Siadmitimos el proceso de su conversión tal y como hemos expuestomás arriba, no cabe duda de que en él hemos de encuadrar aquellaexperiencia a la que él mismo alude.

Recuerda a los Corintios que es Dios el que ha hecho brillar ennuestros corazones esa luz que permite conocer en el rostro de Cristola gloria de Dios (2 Cor 4,6). Bajo el símbolo de la luz 41, se entien-de su experiencia de la resurrección recibida como gracia, parahacerle verdadero apóstol (1 Cor 15,8.10-11), no se puede dudar deque también ha visto a Jesús, el Señor resucitado (1 Cor 9,1), conla misión de anunciarlo a los gentiles (Gal 1,15-16).

Ha comprendido el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, haconcebido hasta qué punto se da esa vinculación personal e indes-tructible con Cristo que marcará toda su vida (Rom 8,35-37). Estasexperiencias místicas son claves para descubrir que su doctrina ten-drá como base esa vida de comunión y amor que ha vivido Pablo.

No se trata de desligar su experiencia de la tradición recibida—aunque fuera desde actitudes hostiles, ya que en un primer mo-mento Pablo es perseguidor de la comunidad cristiana de Damas-co—, sino de descubrir que por ella se siente interpelado y final-mente, totalmente convertido, vive en ella, hasta el punto de que porella ha recibido aquellas experiencias que fundamentarán su aposto-lado. Veremos más adelante, cómo se transmitieron estas experien-cias de Pablo en los relatos de los Hechos, ligados, quién lo duda,a la tradición paulina, pero ya utilizados por Lucas para la elabora-ción de su obra, sin que ello quiera decir que los desvirtúe o cambie,como diremos más adelante 42.

40 E. C. SALZER, op. cit., p. 128. Se está hablando de la mística como unapercepción experimental de las realidades sobrenaturales, no de una percepciónde la historia de Dios con el hombre, al que llama a la comunión con él, desdeuna conciencia más profunda.

41 Anotemos ya que bajo el símbolo de la luz se elaboran los relatos de laconversión en Hechos.

42 Cfr. F. BRUNE, op. cit., pp. 35-54. El autor ofrece una interpretacióndistinta. Con el testimonio de algunas experiencias vividas por otros sujetos,

LA EXPERIENCIA MÍSTICA EN SAN PABLO... 231

No mucho después de haber emprendido su compromiso misio-nal en Arabia, Pablo recibe una de las experiencias que traerá muypresente como gracia singular del Señor. Hubiera sido algo quemantendría en secreto, pero la situación a la que se enfrenta con losfieles de Corinto le obliga a expresarla, aunque sea en esa fórmulatan curiosa, empleada también por escritores místicos posteriorescomo Santa Teresa, que es hablar de sí mismo en tercera persona.

También a Corinto llegaron misioneros judaizantes (2 Cor 3,1;10,12.18). Es un pequeño grupo (2 Cor 2,6; 10,2), que se enorgu-llece de su ascendencia judía (2 Cor 11,22) de tener un mensaje quesupera al de Moisés (2 Cor 3,4 y ss.), pues conocen a Cristo y lepertenecen (2 Cor 5,16; 10,7; 11,23), como se prueba por sus cua-lidades carismáticas (2 Cor 5,12; 11,12-18) y su legitimación con elvisto bueno de la iglesia de Jerusalén (2 Cor 3,1; 10,12). Se trata demisioneros judeocristianos, al estilo de los predicadores helenisti-cos, en la línea de la misión judaico-helenística anterior. El anunciodel señorío de Yahvé a través de sus enviados, por una interpreta-ción de la Escritura, que convierte la Ley en camino de perfecciónhumana hacia la reconciliación de todos los hombres, queda referi-do ahora a Jesús de Nazaret. El reino de Dios ha empezado ya pormedio de él. Estos misioneros son theoi andres, que se atestiguanpor la suficiencia de su poder espiritual en la concurrencia con otrosmisioneros. Se sienten vinculados a la tradición judía, especialmen-te al decálogo puesto en el corazón de cada hombre, pero que haculminado en el camino de Jesús, el theios aner, el nuevo Moisés,el portador de la vida de la fuerza para la humanidad. Una vezsuperada la muerte y la existencia carnal, el pneuma de Jesús pe-netra en cada creyente potenciando su vida y anticipando todo elfuturo. La manifestación extática de su vida personal atestiguaen los creyentes la potencia suprema de su sabiduría y de su liber-

trata de iluminar las de Pablo, sobre todo con experiencias de sujetos en lo quese conoce como experiencias fronterizas de la muerte (EFM), que sin identifi-carlas plenamente con las de Pablo, entiende ayudan a entender su género. Perosobre todo nos interesa resaltar que el autor sobrevalora estas experienciaspaulinas, hasta el punto de desligarlas de toda relación con la experiencia ligadaa una comunidad cristiana incipiente, como es nuestro caso, lo cual no implicaque sea una comunidad ya ordenada jerárquicamente, algo que ya en Lucas sepondría más de relieve.

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tad. El mensaje de los nuevos apóstoles venía a coincidir con elentusiasmo de Corinto» 43. De nuevo Pablo, forzado a garantizar sumisión apostólica, elabora su defensa con los datos acerca de supersona y de su propia experiencia. Ha vivido también gracias in-efables, y por ello traducidas en un lenguaje que trasciende lo sen-sible e imaginable. El recuerdo en 2 Cor 44 de las gracias recibidashace catorce años, por alguien que en Cristo llegó al tercer cielo, nosabe si fue dentro o fuera del cuerpo (12,4), o dicho con otra circun-locución: fue arrebatado al paraíso, se constituye en la mejor garan-tía frente a los que ahora en Corinto tratan de ganarse a una facción«entusiasta» que, por otro lado, se dejaría convencer de estos nue-vos misioneros «judeocristianos» 45. Es verdad que desde análisiscientíficos modernos pueden encontrarse experiencias de éxtasis condistintos orígenes, pero aquella que se funda en principios espiri-tuales, abre la conciencia a una revelación trascendente que no esreducible a principios racionales, aunque siempre es camino de rea-lización personal y no mera experiencia psicosomática 46. En el ca-mino de esta realización personal es donde encaja toda la doctrinaespiritual de Pablo en sus cartas y las consecuencias éticas, que sonal fin vida humana transformada.

43 M. LEGIDO LÓPEZ, Fraternidad en el mundo. Un estudio de eclesiologíapaulina. Salamanca, Sígueme, 1982, pp. 130-131.

44 El testimonio paulino acerca de sus gracias místicas es el material, segúnalgunos autores, desde el que elaboraría Lucas sus relatos de conversión, sobretodo en el discurso que Pablo tuvo ante Festus y Agripa. Habría, según ellos,una parte importante de amalgama y recomposición. Cfr. M. F. BASLEZ, SaintPaul. Fayard, 1991. No lo cree así F. BRUNE, op. cit., p. 25, de quien tomamosla referencia. Para BRUNE, los relatos de la conversión responden a una tradi-ción y no a la elaboración de Lucas. Volveremos sobre ello más adelante.

45 Para encuadrar todo este pasaje, puede leerse J. MURPHY-O’CONNOR, Pa-blo, su historia. Madrid, San Pablo, 2008, pp. 279-308, y más en concretop. 305. La experiencia paulina está siempre al servicio de la proclamación delevangelio de la salvación, que tiene una dimensión universal. Merece conside-rarse la opinión del autor citado que interpreta la «espina clavada» a la quealude Pablo, como el símbolo de la animadversión que desde dentro del movi-miento cristiano se desarrolló contra el ministerio de Pablo, marcadas todas porese sentido elitista de la salvación frente a la visión universal de Pablo.

46 Cfr. F. BRUNE, op. cit., pp. 45-47. El autor se detiene en aclarar desdela ciencia y la experiencia lo que supone vivir una experiencia estática, paravenir a deducir que esta experiencia en Pablo es la que está a la base de lacomprensión de su vida y sus enseñanzas.

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LAS GRACIAS MÍSTICAS EN PABLO. TESTIMONIO DE LOS HECHOS

El libro de los Hechos responde en sus dos terceras partes a losavatares apostólicos de Pablo. La narración se abre con el relato desu conversión, tras una alusión de pasada a su aprobación del mar-tirio de Esteban al que según el relato asiste Saulo (Hech 7,58-60).

El relato de su conversión lo encontramos en tres pasajes deHechos (9,1-26; 22,3-21; 26,8-18). Dos elementos que se repiten enlos tres relatos nos interesa destacar para por ellos deducir lo quepudiera ser la transmisión de una gracia mística, entendida como suconversión, en terminología asequible, aunque no imaginable. Nosreferimos a la luz y a la audición. Ambos datos nos ofrece tambiénTeresa de Jesús en sus experiencias de Cristo resucitado narradas enel libro de su Vida 47. La tradición paulina ha podido recoger estosrelatos alusivos a su conversión, que Pablo mismo ha eludido en suscartas, donde le basta simplemente confirmar el dato de habérselerevelado Cristo. La preparación de estas experiencias, como hemosrecordado más arriba, es el fruto de esa interpelación y rechazo queen un primer momento vivió Pablo frente a la comunidad cristianade Damasco, pero que acabó en un cambio de conducta y en unaexperiencia singular a la que se asocia su conversión 48.

Los Hechos reconocen la dimensión apostólica de Pablo y laligan a experiencias místicas que el mismo Pablo ha dejado veladasbajo la afirmación de haber sido constituido apóstol, no por media-ción de hombres, sino por Jesucristo y Dios Padre, que lo resucitóde entre los muertos (Gal 2,2.11-12). Sus encuentros con Cristogarantizan su misión apostólica, ¿no soy yo apóstol? ¿Acaso no he

47 Cfr. cc. 27 y 28 del libro de la Vida. La certeza con la que asegura oírla voz y el ámbito de luz en que se desarrolla, recuerdan exactamente los con-tenidos del relato de la conversión paulina.

48 Cfr. F. BRUNE, op. cit., pp. 21-35. El autor desarrolla su trabajo proban-do la veracidad de relato paulino, poniendo de relieve la existencia de experien-cias que se le asemejan. Nosotros hemos reducido el testimonio de experienciasparalelas a las narradas por Santa Teresa, a las que en ningún momento aludeel autor. Es bueno hacer notar que la experiencia teresiana nace en el seno dela iglesia y es confirmada por la misma. En el caso de Pablo, lo es igualmente,aunque la estructura eclesiástica, todavía incipiente, se reduzca a los cristianosde Damasco, a los que después se asociará en su primera misión apostólica aArabia.

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visto yo a Jesús, nuestro Señor? (1 Cor 9,1). Él mismo se incluyeen la lista de quienes han visto al Señor resucitado (1 Cor 15,3-8).

En uno de los relatos de su conversión ya se afirma que apare-ciéndosele el Señor en el templo de Jerusalén le envía a nacioneslejanas (Hech 22,21). Es algo confirmado en los mismos relatosmisioneros que encontramos en el libro de los Hechos, jalonadospor visiones en las que se le va marcando su ruta evangelizadora,como es el caso de su paso a Macedonia (Hech 16,6-10), la confir-mación de su ministerio a los gentiles en Corinto: «No tengas mie-do, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y nadie tepondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblonumeroso en esta ciudad» (Hech 18,9-10), hasta desembocar en esavisión consoladora del último viaje a Roma, donde el ángel de Diosle ha dicho: «No temas, Pablo; tienes que comparecer ante el César,y mira, Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan con-tigo» (Hech 27,24-25).

Esta serie de apariciones, peticiones, sueños, donde su misiónes confirmada, orientada, responden a una constante en la vida dePablo, que encontraremos más tarde en la de otros muchos hombresde Dios, testigos de su fidelidad al hombre en Cristo. En todo estose hace patente, no algo excepcional en el camino de encuentro deDios con el hombre, sino la confirmación de esa realidad: que tienecarácter universal. Pablo no es el inventor del cristianismo, sino elapóstol de ese camino de salvación instaurado en Jesús. Su clarapercepción de la dimensión universal del mismo rompiendo lasbarreras que hubiera supuesto la consideración meramente judía dela vida de Jesús, supone siempre un reto para la misión cristiana 49.

49 Sin querer agotar las múltiples consideraciones que en este campo sehayan podido hacer, queremos remitir al lector a tres trabajos que puedenresultar paradigmáticos a la hora de entender el reto que supone descubrir lariqueza encerrada en la experiencia paulina. F. BRUNE, op. cit., afirma: «Deestas experiencias místicas es de donde hay que partir por tanto si se quierecomprender algo, no sólo de la vida de San Pablo, sino también de su teolo-gía…», p. 47, y a partir de aquí desarrolla en su obra una serie de considera-ciones en torno a la experiencia mística y al apostolado en Pablo, cfr. pp. 47-60. S. VIDAL, El proyecto mesiánico de Pablo. Salamanca, Sígueme, 2005.La dimensión mesiánica de la comunidad cristiana viene ligada a esta revela-ción de Dios en el marco de la historia que en su última dimensión, la dimen-sión escatológica, es comunión mesiánica, es transformación del hombre en

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La visión universalista de Pablo tiene su raíz en esa contempla-ción de la Cruz de Jesús que le ha llevado a descubrir lo que afirmaen Gal 2,19: «Por la Ley he muerto a la Ley». Jesús se mostró aPablo, como atestiguaran los relatos de su conversión, como perse-guido y excluido, ahora en esos cristianos que mantienen su obra,para llevar a los hombres a la genuina experiencia de Dios vivo, laque se abre a una dimensión universal en «espíritu y verdad» 50.

CONSIDERACIÓN FINAL

Las gracias místicas en Pablo, como genuinamente cristianas,ofrecen siempre una dimensión de comunión y comprensión nuevadel hombre, que al tiempo que es libre y liberado, no se concibe sino es en comunión con todos los hombres. La apertura a los genti-les, su visión universal de la salvación tiene su fundamento en laexperiencia mística en el seno de esa primera iglesia apostólica. ElConcilio Vaticano II y su conciencia de universalidad en la com-prensión de la iglesia y la salvación de todos los hombres, son unreto para vivir en nuestros días aquella experiencia por la que Pablorompiendo las ataduras del judaísmo evangelizó a los gentiles.

Dios, desde su condición histórica. Otra aproximación al tema ofrece la obra deM. LEGIDO LÓPEZ, Fraternidad en el mundo. Un estudio de eclesiología paulina.Salamanca, Sígueme, 1982. La consideración de la fraternidad como el modode concebir la humanidad es el exponente más claro para confirmar el proyectode revelación de Dios que se hace garante de esta nueva humanidad, revelandode este modo su misterio y su comunión con el hombre.

50 Estamos ante un tema sumamente interesante que aquí sólo apuntamos.En el mundo de hoy se nos hace más urgente que nunca abrirnos a ello. Sonsugerentes, en este sentido, y desde Pablo, las orientaciones que aparecenen J. MOINGT, «La imagen de Jesús», en Sel de Teol, 47 (2008), p. 18, y enM. HERRANZ, San Pablo en sus cartas. Madrid, Ediciones Encuentro, 2008,pp. 274-282.