LA EXPERIENCIA REPUBLICANA Y LA GUERRA CIVIL … · Una muy curiosa la representaron los judíos en...

LA EXPERIENCIA REPUBLICANA

Y

LA GUERRA CIVIL EN ALICANTE

MANUEL MARTÍNEZ LÓPEZ

Título: La experiencia republicana y la Guerra Civil en AlicanteAutor: © Manuel Martínez López

ISBN: 978-84-8454-606-1Depósito legal: A-623-2007

Edita: Editorial Club Universitario Telf.: 96 567 61 33C/. Cottolengo, 25 - San Vicente (Alicante)www.ecu.fm

Printed in SpainImprime: Imprenta Gamma Telf.: 965 67 19 87C/. Cottolengo, 25 - San Vicente (Alicante)[email protected]

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“Se tejerá una historia oficial para los vencedores y, quizás, una anti-historia, no menos oficial para los proscritos. Y sólo las generaciones nacidas ahora podrán comprender un día todo lo que esto significó como desastre y perdición, el día en que nacerá un español que tendrá la suficiente agudeza y fuerza para penetrar la verdad y recuperar a los muertos y a los vivos”

Manuel Azaña. Memorias políticas y de guerra

MONARQUÍA Y REPÚBLICA

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Alicante fue, a decir del periódico “El Luchador”, la más republicana de todas las provincias españolas. Aunque esta afirmación pudiera ser puesta en entredicho pues otras provincias reclaman el mismo privilegio, sí mostró siempre Alicante un gran entusiasmo republicano. Y esto desde la Primera República gracias, sobre todo, a la señera figura de Elleuterio Maisonnave. Y así, recibió con inusitado entusiasmo el advenimiento de la Segunda República, el 14 de abril de 1931. Pero ¿cómo vivió después los sucesos más dramáticos, desde esta fecha del 31 hasta marzo del 39 en que termina la experiencia republicana? Vivencias personales, investigación histórica, prensa alicantina. Pero la prensa fue una de las grandes víctimas de este convulso período: incendios, saqueos, bombardeos, censura férrea. No obstante, no tenemos otro remedio que seguirla día a día, para ver qué nos cuenta y cómo lo cuenta. Pero también son muy elocuentes sus silencios, sus “grandes silencios”.

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INTRODUCCIÓN

1º. Monarquía o República

Monarquía y República. Dos formas, en principio, igualmente nobles para gestionar los asuntos de la “polis”. De hecho, aunque la idea republicana va ganando terreno en el mundo de hoy, muchos pueblos reivindican orgullosos su origen y su pasado monárquico. Aunque el argumento fundamental de los republicanos es que los “genes”, la “herencia biológica”, no garantizan que el rey vaya a ser el mejor gestor de los asuntos de la polis”

Sin embargo, se dan asombrosas contradicciones a través de la Historia y en nuestra actualidad política. Una muy curiosa la representaron los judíos en su mayor esplendor de Israel, hace tres milenios, cuando estaba gobernada no por reyes sino por jueces. Nos lo cuenta el Libro I de Samuel, 8-1: “Reuniéronse todos los ancianos de Israel y vinieron a Samuel, en Rama, y le dijeron:

-Tú eres ya viejo... Danos un rey para que nos juzgue, como a todos los pueblos.

Desagradó esto a Samuel y consultó con Jhavé y vuelto al pueblo les enumeró los graves inconvenientes de la Monarquía. Tomará el rey a vuestros hijos y los pondrá sobre sus carros.. y los hará correr delante de su carro...Tomará a vuestra hijas para perfumeras... Tomará vuestros mejores campos, viñas y olivares...Diezmará vuestras cosechas y vuestros vinos para sus eunucos y servidores...Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores bueyes y asnos, para emplearlos en sus obras... Diezmará vuestros rebaños y vosotros mismos seréis esclavos suyos”

Todo inútil. “El pueblo, desoyendo a Samuel, dijo:-No, no; que haya sobre nosotros un rey, así seremos como todos los

pueblos”¿Puro masoquismo?

Otra enorme contradicción se da en la actualidad. Se reivindica a la Segunda República como el mejor período de la Historia de España. “Declaramos a la

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Monarquía y república

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La experiencia republicana y la Guerra Civil en Alicante

Republica como la más importante experiencia democrática...” Y, sin embargo, todas las Autonomías reclaman que se incluya en sus nuevos Estatutos que sus señas identitarias provienen de un lejano Reino.. Galicia quiere que antes que nada figure que fue Reino Suevo fundado por Hemerico en 411 y que perduró hasta el 585. Los vasco no parece ya poner el énfasis, como hasta ahora, en Sabino Arana, sino en el Rey Sancho III el Mayor, quien se definía a sí mismo como Rey de Pamplona y Rey de las Españas. Valencia fija su sus señas de identidad y personalidad en un rey, “Jaume I el Conqueridor” y Sevilla en el rey poeta, Al-Mutamid (“Si este delirio universal por la poesía huebiera de personalizarse en una sola persona habríamos de elegir a Al-Mutamid, rey de Sevilla”(García Gómez).Y Granada, cómo no, en su último rey, el nazarí Boabdil al-Zugaybi, el “desventuradillo”, el que tanto amó a su ciudad y a su Reino y tanto los lloró. Monarquía o República ¿Puro galimatías mental?

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Si el mayor inconveniente para el prestigio y la supervivencia de la Institución monárquica es el que, a través de la Historia, haya sido regentado en más de una ocasión por monarcas “felones”, la mayor dificultad para el prestigio de la República, al menos en España, ha sido para sus presidentes el poder gestionar los intereses de un conglomerado enormemente variopinto ¿Cómo podía salvar la Primera República de los embates de federalistas, carlistas levantados en armas, cantonalistas bombardeando Alicante, bakunistas asesinando incluso a socialistas en Alcoy? Y, ¿cómo se podía compaginar, en la Segunda, a republicanos liberales, a intelectuales como Ortega, Marañón, o Madariga, con ideologías con slogans incendiarios como los de los anarquistas (“Ni Dios ni amo”), a los marxistas (“La religión es el opio del pueblo”), comunistas estalinistas cuyo único norte era la Revolución rusa del 17 y soñando con implantar la dictadura del proletariado? O ¿cómo las aspiraciones de los nacionalistas cuya única meta era convertir su pequeño territorio en Estado?

2º. La “República” de Platón

Hace 2.400 años escribió el genial Platón uno de sus libros más maravillosos titulado “La República”. El eje fundamental del mismo, que no es la Institución en sí, la República, la que hace buena a ésta, sino que lo esencial son los individuos que la componen. Existe, para él, un perfecto paralelismo entre el alma individual de los componentes de la República y la misma Institución. Si sus hombres, en su interior, son harmónicos, la República será harmónica; si cada uno de ellos es bueno y justo, la República lo será también. Pero si sus integrantes son inarmónicos, el alma colectiva de la República será un alma enfermiza. Y, además, para ser bien gestionada la República, sus gobernantes no tienen por qué ser los mejores oradores, los que mejor arenguen al pueblo, ni los más iracundos, sino los que sean “los verdaderos pastores de la “polis”.

A la vista objetiva de los crímenes, salvajadas, barbaridades que se cometieron en los dos bandos en aquella nuestra sociedad de los años treinta, habría que convenir, y creo que Platón lo hubiera hecho, que muchos individuos de aquella República tenían un alma inarmónica, enferma de odio, de sed de venganza y de revancha, por lo que el conjunto, el alma colectiva de la misma resultaba inarmónica y enferma.”Hemos llegado a poner de manifiesto que ene alma de cada uno de nosotros se encuentran los mismos

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principios y en el mismo número que en la polis”(La República, CXVI). La República será, pues, justa si los individuos que la componen son justos. Si no hay justicia y bondad en cada alma, tampoco la habrá en la “polis”: No puede haber armonía en la polis, en la República, si no hay armonía interior en cada unos de sus miembros; no puede haber justicia si no la hay previamente en el interior de cada uno.

3º. “La República de Utopía”, de Tomás Moro

En 1516 se editaba en Lovaina el libro del inglés Tomás Moro titulado “La República de Utopía”. En aquella sociedad europea también convulsa, Moro planta soluciones ideales, las cuales él mismo confiesa que son difícilmente alcanzables y, por tanto, utópicas.

No elude ninguno de los grandes temas de la sociedad: la pena de muerte, el excesivo gasto militar, los problemas sociales como el paro, la jornada laboral, la salud, la educación, los mendigos y vagabundos, los “parásitos de la sociedad”, la moralidad de las costumbres, la libertad religiosa. En algún momento Tomás Moro plantea el comunismo como solución global para resolver diferentes problemas. Solución que también quisieron aplicar algunos en nuestra Segunda República como a otros les parecía que los resolvería el “nacionalsocialismo”. En el fondo, nacionalsocialismo y comunismo (Marx no era sino la “izquierda hegeliana”) provenían del mismo tronco, la filosofía de Hegel

Pero, ¿cuál era la gran diferencia entre la República de Utopía y la Segunda República Española? No era la institución en sí, la República, sino los miembros que la conformaban. En Utopía, es la bondad del corazón la que rige las relaciones.”Este pueblo, al que me refiero, donde abiertamente se puede observar cuanta idea de humanidad y de convivencia posee”. “Toda la isla -escribe Moro- es como una gran familia.” Humanidad y espíritu de convivencia que faltaron a los componentes de la Segunda República Española donde es el odio el que rige los comportamientos. Media España odiaba a la otra media.

Ante estos corazones enfermos, ni siquiera las Leyes de la República podían hacer gran cosa. Las hubo buenas, discutibles y otras enormemente sectarias. “Los utópicos -escribe Moro- tienen pocas Leyes; un país así

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regido se basta con muy pocas”. Casi no las necesitan porque las suplen las virtudes de sus ciudadanos. “Y así, los países cercanos a Utopía, admiran las virtudes de sus habitantes”.

¿Y los dirigentes? En la Segunda República sobraron oradores brillantes pero con un verbo demagógico e inflamante y henchido de palabras vanas. “Los hombres están ligados con mayor fuerza por la buen voluntad que por los pactos y más por los sentimientos que por las vanas palabras” (Moro). Los dirigentes de Utopía son, como en la República de Platón, sobre todo, “pastores de los hombres de la República”. Y así “se asegura la concordia interior”. Y en una sociedad reconciliada como aquella, “No hay peligro de guerras civiles”. (Moro).

4º. La Primera República en el recuerdo de Alicante

Alicante venía de una larga tradición republicana ya desde los tiempos de la Primera República donde surge una figura señera, Eleuterio Maisonnave. Pero Maisonnave poco tiene que ver con algunos posteriores que se han definido también como republicanos. Nada que ver, pues, con comunistas partidarios de la supresión de la propiedad privada o “de la dictadura del proletariado”. Cuando el 23 de noviembre de 1872 se le acusa, por parte de un diputado de la derecha, de socialista, en el momento en que el socialismo incluía aún nociones marxistas, Maisonnave responde:

“Yo no tengo más que decir a S.S. sino que rectifíque la imputación de socialista que me ha dirigido por más que no me ofenda pues reconozco que el socialismo es una doctrina que S.S. y yo debemos respetar, aunque no la aceptemos, porque respeto merece todo aquello que reconoce por base un principio científico: pero como mis ideas han sido siempre claras, como no quiero pasar por socialista ni aquí ni fuera de aquí, porque no lo soy. Bajo el punto de vista de que nosotros debemos aspirar a las reformas sociales que estén dentro del Derecho, yo soy socialista, como lo somos todos; pero yo, Sr. Pidal, no acepto la doctrina social que tiene como objeto universalizar la propiedad”. Discurso y rectificación del diputado Don Eleuterio Maisonnave).

Tampoco tiene nada que ver el pensamiento de Maisonnave con el de los anarquistas, pues él es, sobre todo, un hombre de Derecho y de Leyes. Ni nada

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que ver con slogans posteriores como el de los libertarios.”Ni Dios ni amo” ni con el de los marxistas, “La religión es el opio del pueblo”. Maisonnave no se considera católico pero siente un gran respeto por la religión cristiana.

“Vino Jesús al mundo predicando con su inmensa sabiduría el gran principio de la fraternidad universal; los hombres, entonces, se amaron los unos a los otros, el señor bajó hasta el esclavo y el esclavo se elevó hasta su señor; la preciosa semilla de la igualdad cayó sobre la tierra y fructificó; el pobre paria abandonó los bosques y el desgraciado siervo salió de su tugurio, donde la hediondez le consumía, para formar parte de la gran familia humana. Pero esto, señores, ni fue bastante para que el hombre cumpliera en el mundo su grandioso destino, se necesitaba algo más; se necesitaba la libertad de trabajo que es el solo camino por donde puede llegar a la realización de la idea divina, que es el único medio de alcanzar su completa regeneración; y esto, que las edades pasadas despreciaron como un delito tal vez, tal vez como una injusticia, es lo que exige el hombre del S. XIX y lo que el hombre del XIX conseguirá según se vayan ensanchando las esferas del Derecho”(Inauguración de las Conferencias Científico-Literarias del Casino. 27 febrero de 1868)

Alicante se había sumado a la “septembrina”, el pronunciamiento militar del 18 de septiembre de 1868 en la Bahía de Cádiz. En Alicante se retrasó el movimiento tres días, hasta el 21, con la concentración de grupos armados frente al Teatro Principal donde construyeron barricadas. La “septembrina” culminó el 29 en la Batalla del Puente de Alcolea ganada por los revolucionarios. Y Alicante se sumaba a la revolución que había derrocado a la Monarquía y en la que participaron, también, sectores burgueses, eso sí, exigiendo las máximas garantías de orden y moderación. Entre estos moderados surge ya, como figura destacada, Eleuterio Maisonnave, joven abogado, cuyo nombre quedará siempre asociado al intento de lograr una República de orden y de leyes.

No fue así. Orden y moderación que después no se dieron. Aunque la tarea legislativa fue considerable, salvo alguna Ley sectaria (incautación de los bienes eclesiásticos, extinción de conventos y casas religiosas, expulsión, de nuevo, de los jesuitas). Aparte de esto, el famoso sexenio fue un verdadero galimatías político. Se sucedieron los presidentes de la República a velocidad de vértigo: Pi, Margall, Salmerón, Castelar, incapaces de frenar o encauzar una serie de movimientos virulentos de distinto orden, carlistas, federalistas,

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cantonalistas, la Internacional Socialista (A.I.T.), marxistas, anarquistas, y bakunistas animados por la venidia a España de Fanelli.

Maisonnave intenta salvar a la caótica República

En el mes de julio de 1873, la situación de España era caótica. Carlistas, bakunistas, cantonalistas, todos pugnan por llevarse pedazos de un hipotético botín. Se llama a Madrid a Maisonnave, como Ministro de Gobernación, para que intente poner algo de orden. En la Memoria de 225 páginas que Maisonnave presenta el 2 de enero de 1874 a las Cortes analiza esta caótica situación y los intentos y logros para reconducirla: “En gran número de localidades-dice-las Autoridades que representan al Gobierno habían llegado a juzgarse completamente independientes... La especialidad eran los Gobernadores que cooperaban con la insurrección, que promovían alzamientos contra los acuerdos de esta Cámara misma, o que auxiliaban con todas sus fuerzas a los perturbadores del orden público. El país era víctima de dos insurrecciones”. Maisonnave lo intentó con no poca energía: “Y el orden, a pesar de todo, comenzó a hacerse y la paz comenzó a restaurarse”. Pero quizás era ya demasiado tarde. Castelar, entonces presidente, pronuncia una arenga apocalíptica sobre la ruina de la República. La Primera República española se había convertido realmente en una auténtica opereta. Y Pavía entraba el día 3 en la Cortes.

Maisonnave, ya de vuelta a su tierra natal, siguió capitaneando aquellas huestes republicanas antes ilusionadas, hoy malheridas, pero siempre bien intencionadas de los republicanos alicantinos. Maisonnave perdura en el recuerdo de Alicante y una estatua de Bañuls, el escultor que embelleció nuestras plazas y jardines, le representa, a juicio de Alberola, “en el crítico momento de pronunciar uno de sus grandilocuentes discursos y, la actitud daltoniana en que lo ha colocado, indica bien a las claras su estirpe tribunicia”.

5º. La Segunda República Española: una Historia de odios mutuos

“Pero ahora combatimos con otras armas, al menos yo, y ninguna tan potente como la verdad ¿A quien enrolaremos en nuestro seguimiento-cuando la propaganda dio tan pobres

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resultados pregonando que nosotros fuimos ángeles y los falangistas puros demonios? No lo cree nadie, no lo puede creer nadie; y es mala política, pura propaganda, que por serlo es desechada por cualquier persona de sentido común ¿Para quien escribo sino para los españoles? Y ¿hay alguno que no sepa lo que pasó?¿A quien queréis engañar si pintamos lo que fueron imágenes inventadas?¿Es que tenemos miedo?¿Hay algún español que ignore lo que la rebelión trajo consigo? No queramos ser más listos de lo que somos. Tal vez estáis demasiado encerrados entre vuestras paredes.

Max Aub. Diario

Partamos de la premisa de que una República es una Institución noble y válida para gestionar los problemas de la “polis”¿Qué pudo, pues, pasar para que, no en la esencia misma de la República sino durante la República y por ambos bandos se cometiesen crímenes tan horrendos? Frente a la concepción de Tomás Moro de un pueblo republicano “lleno de humanidad y espíritu de convivencia”, la nuestra, la Segunda, parece más bien una República de “odios mutuos”. Las ideas no son malas, lo son los hombres.

Lo que aparecía como perverso no era, desde luego, la Institución en sí, sino el comportamiento de los miembros que la conformaban, muchos de los cuales, en los dos bandos, repito, eran corazones enfermos, enfermos de odio y de sed de venganza. La teoría de Hobbes se hizo presente en el sentido de que el estado natural del hombre sólo se mueve por el deseo, el temor o el odio, en un conflicto permanente, “bellum omnium contra omnes”, en la que el “hombre es un lobo para el hombre”(homo homini lupus). Resucitó en aquellas fechas el espíritu cainita y despertó una especie de hiena que quizás todos llevamos dormida dentro. Surgieron en ella los más viles sentimientos y se hicieron presentes los diagnósticos de compatriotas tan geniales como Goya, pintando a los españoles a garrotazos en el Mural de la Quinta del Sordo; o a Larra describiéndonos perfectamente: “Aquí yace media España, murió de la otra media”; o a Machado: “Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”; o al mismo Miguel Hernández que con vena poética pero a su vez casi metafísica declamó: “España, piedra estoica / partida en dos mitades”.

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Los tres intelectuales que más contribuyeron a traer la República, Marañón, Unamuno y, sobre todo, Ortega con aquel demoledor artículo “Delenda est Monarchia”, se sienten pronto aterrorizados. Marañón, en un artículo publicado en el primer aniversario, el 14 de abril del 32, defiende vigorosamente la República, pero advierte: “En torno a la República se trata de perpetuar en España la lucha tradicional, no entre derechas e izquierdas, como ligeramente suele decirse, sino entre energúmenos y hombres sensatos, que son los que hoy se oponen entre sí, cualquiera que sea su filiación”(El Sol. 14 de abril )

Por su parte Ortega, meses más tarde del advenimiento de la República, escribe. “Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron con el advenimiento de la República, con su acción, con su voto o, con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos ¡No es esto, no es esto!” (Crisol, 9 de septiembre de 1931)

Y Unamuno va más allá, llegando a la raíz misma del problema que no es la República sino la barbarie de sus componentes: “Ya no se hable de ideolgía, que no hay tal. No es sino barbarie, zafiedad, suciedad de malos instintos y, lo que es peor, estupidez, estupidez. Y de ignorancia no se hable. He tenido ocasión de hablar con pobres chicos que se dicen revolucionarios, marxistas, comunistas, lo que sea y, cuando, cogidos uno a uno, fuera del rebaño, les he reprochado, han acabado por decirme: Tiene razón, Don Miguel, pero ¿qué quiere que hagamos? Daba pena oírles en confesión. Pero luego se tragaban un papel antihigiénico en que sacan sus grosero apetitos ciertos pequeños burgueses que se las dan de bolcheviques(...)Tragaldabas que reservan ruedas de molino soviético para hacer comulgar con ellas a los papanatas que les leen”.

Si Alicante fue o no la más republicanas de las provincias españolas como afirmaba El Luchador, aquí también se dieron crueldades, desde luego, no más horribles que las cometidas en Madrid, Barcelona, Málaga o Badajoz aunque, lógicamente, al describir el devenir de la misma República en Alicante, pues es el tema de nuestro libro, tengan que aparecer necesariamente.

La Segunda República no fue una lucha de buenos contra malos o de ángeles contra demonios. Fue una lucha de malos contra malos. Al final ¿hemos de admitir, con el escritor Sánchez Dragó, que aquella España de la década de los 30 “era un país invertebrado, bicéfalo, esquizofrénico,

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envidioso, perezoso, iracundo, rústico, virulento, sadomasoquista y parricida hasta helarnos el corazón?”

6º. El drama de la prensa alicantia en la Segunda República

A la verdad histórica se puede llegar, a través de vivencias (“scriptor de vista”), por investigación histórica y, también, a través de la prensa de ese momento histórico. Desgraciadamente, la prensa alicantina fue una de las primeras víctimas de aquellos avatares: incendios de redacciones y talleres, incautación, bombardeos, robos y censura férrea. A pesar de eso, hay que seguir día a día esta prensa para ver qué cuenta, cómo lo cuenta y, sobre todo, para leer también en sus silencios, en sus grandes y “elocuentes silencios”.

La República: Asaltos e incendios a periódicos de derechas

“La Voz de Levante”. El primero que cayó fue “La Voz de Levante”. Aún no se había apagado el desbordante entusiasmo del triunfo republicano del 14 de abril del 31 y Alicante se convierte ya, el 11 de mayo, en una inmensa pira de iglesias y conventos. Y entre sus cenizas, como no, un periódico. “La Voz de Levante” había nacido el 1º de marzo de l927 y cuyo lema era “Alicante, la mejor estación invernal del mundo”. Sus talleres y redacción son asaltados e incendiados el día 11. Periódico de derechas pero que reconoció sin paliativos el triunfo de los republicanos: “El pueblo ha dado muestra de un gran civismo y de un alto nivel cultural y la misión de todas las clases conservadoras, proclamada la República, consiste en facilitar el tránsito... colaborando todos al mayor engrandecimiento de España. No es momento de oponer Monarquía a República sino de salvar los ideales supremos que deben imperar en la República”.

De nada le sirvió este espíritu de tolerancia y convivencia. No pudo superar el impacto emocional y económico, y dejó de publicarse.

Febrero del 36. “Mas”, “El Día”, “Diario de Alicante”

En Febrero del 36, Alicante es de nuevo una pira, según Azaña en sus “Diarios de guerra”. Y en la hoguera de las “vanidades”, entre numerosas iglesias, caen otros 3 periódicos.

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“Mas”. Nacido el 4 de marzo de 1935 como Diario de la mañana de la mano de Rafael Alberola Herrera y, aunque se define como publicación apartidista, no cabe duda que recoge grandes sentimientos de la derecha, orden, religión, patria. Y también muestra una gran vocación “por la terreta” y dedica números extraordinarios a Las Hogueras de San Juan o a las Fiestas de Elche. Incendiado el 20 de febrero de 36, su ultimo número, el 223, es de ese día. Tampoco pudo superar el impacto emocional y económico.

“El Día”. Nace en 1915, como defensor de los intereses de Alicante y su provincia y como “Portavoz de los pueblos de Alicante”. Liberal en su origen, es adquirido por el poeta Juan Sansano en 1926. Como hecho curioso, es el primer periódico que incluye algún poema de Miguel Hernández, aún un poeta pueblerino casi desconocido. “El Día” había superado anteriormente diversas incidencias. El 20 de febrero del 36 son asaltados su redacción y talleres y desaparece desde este día hasta el 1 de marzo del 36, después de superar las dificultades económicas. Luego sería incautado.

“Diario de Alicante”. Diario republicano. Defiende la Escuela Única, la tierra para el que la fecunda, “revolucionarios ante la reacción, conservadores ante el desorden”. Orden, disciplina y acción. Nació en 1907. Dejó de publicarse varias veces en la República por huelgas, etc. Superó el incendio pero pronto sería incautado.

“La Gaceta de Levante”. Son destruidos los talleres y tiene que dejar de salir definitivamente.

La Guerra Civil: Incautaciones y transformación de los periódicos incautados

Pero si durante la Republíca la prensa sufrió asaltos e incendios, desde que comenzó la Guerra Civil, van a ser las incautaciones, el apropiamiento de periódicos, el monopolio de la prensa en manos de Sindicatos y Partidos, como bien ha estudiado el profesor Moreno Sáez. Desaparece la prensa de derechas e, incluso, el periódico republicano que aún pervive, El Luchador, acaba, por unas u otras causas, cerrando el año 38 después de 70 años de vida en la provincia. La censura es férrea y se trata de un periodismo más de propaganda que de información, al que podríamos definir como “periodismo de guerra” que nada tiene que ver con el periodismo habitual.

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De los tres periódicos existentes en julio del 36, los dos de derechas de Alicante capital, El Día y Diario de Alicante, a pesar de que se mantuvieron al margen y distantes de la sublevación, son incautados. El tercero, el republicano El Luchador, resistió al principio, tuvo luego no pocos problemas, se le restringió el papel, bajó la venta de ejemplares, hasta que aprovechando que fue afectado por un bombardeo en mayo del 38, a continuación, sufre un robo de su linotipia, en una clara maniobra política, despareciendo, a continuación, la prensa republicana mayoritaria durante la II República. No obstante, El Luchador, aunque censurado, es importante pues informa bien en los primeros meses de guerra de las Organizaciones de Milicias Populares, de los problemas de la retaguardia, bombardeos, racionamientos, pero, sobre todo, es el único que informa día a día, aunque con letra muy pequeña, de la actuación de los Tribunales de Urgencia o de Desafectos.

“Diario de Alicante”, ya incautado por la UGT, se transforma en diciembre del 36 en “Bandera Roja”, aunque como periódico “unitario” de las izquierdas. Pero el poder de los comunistas fue creciendo en él, por lo que en abril y julio del 37 se desdobla en 2 periódicos, “Bandera Roja” y “Nuestra Bandera”, éste ya exclusivamente comunista. Y con polémicas constantes entre ambos. Bandera Roja, que se queja de que el otro es privilegiado en el reparto de papel, desaparece a principios del 38

También en Alcoy fue incautado “La Gaceta de Levante” que pasó a denominarse “Humanidad”, nombre muy en boga en los Partidos Comunistas Europeos (L’Humanité) y se definía como el “Diario de la Revolución y del pueblo en armas”.

Nuevos periódicos

El 1º de mayo del 37 aparece el periódico “Liberación” auspiciado por los Sindicatos anarquistas y libertarios (CNT, FAI, JJLL) de la provincia. No se incautó de ningún otro periódico pero sí de la imprenta del Oratorio Festivo de Orihuela. También escaseó de papel, quizás por el predomino en el Gobierno Civil de los comunistas. Curiosamente, si al principio se decantó por que lo primero era “ganar la guerra” y luego “hacer la revolución”, al final se unió a la tesis de muchos anarquistas (recuérdese la postura de Cipriano Mera) de pactar con el enemigo frente a la de resistencia numantina de los comunistas. Siguió publicándose hasta el 28 de marzo del 39, un día ante que lo hiciera Avance.

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Y en agosto del 37 aparece “Avance”, quizás como reacción a la aparición de “Nuestra Bandera”. Diario socialista pero de clara influencia del sector “Largo Caballero”, sufrió multas, restricciones de papel, etc, por parte del Gobernador Comunista Monzón. Si El Luchador es imprescindible para conocer la primera etapa de la Guerra, Avance lo es para los meses finales, alineándose con la tesis del Coronel Casado de la necesidad de un pacto con los vencedores.

El profesor Moreno Sáez, divide la prensa de la Guerra en Alicante en “prensa unitaria”, “prensa republicana”, “prensa socialista”, “prensa libertaria”, “prensa comunista” y “prensa de la Juventud Socialista Unificada.” En toda la provincia hay, durante la Guerra, cerca de 50 publicaciones, aunque no son periódicos sino Semanarios, quincenarios o mensuales y algunos fueron efímeros. Los títulos son bastante significativos: El Obrero (Elche), Elche Rojo, Germinal, Humanidad, Konsomol, Octubre (evocando la revolución rusa), Pluma Roja, ¡Rebelión!, Spartacus, Anarquía, Bandera Roja, El Bolchevique. A efectos e información son importantes, aunque se editaban en Guadalajara o La Mancha, los Semanarios ligados a las Milicias Populares Alicantinas que partieron hacia el Frente, “Alicante Rojo”, (de la 71 Brigada Mixta, que tan valientemente luchó en La Alcarria) y que abarca casi todo el año 37. Otro de las mismas características es el quincenal “La 110” referido a la 110 Brigada Mixta alicantina (aunque no se editaba en Alicante).

En las postrimerías de la contienda, en el mes de marzo, desaparecen los tres periódicos que aún perviven en Alicante. Si “Nuestra Bandera” sale, por última vez, el 6 de marzo del 39, justo el mismo día que huye, desde Monóvar, el Comité Central del Partido Comunista, “Liberación” perdura hasta el 28 de marzo y “Avance”, el último que cierra, lo hace el 29, justo la víspera de la entrada de las tropas vencedoras.

Fiabilidad de esta prensa para conocer realmente lo que pasó, sobre todo en retaguardia

A efectos de información, para saber qué pasó realmente durante la Guerra en Alicante, la prensa no es suficiente. Por ejemplo, de los 1.005 represaliados en retaguardia, sobre todo, en el 36 y principios del 37, salvo los 200 condenados, casi todos a muerte, por el Tribunal Popular, “por rebelión o excitación a la rebelión”, de los 800 restantes muertos por “paseos”, “sacas”,

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“linchamientos”, etc. La prensa no dice ni una sola palabra. Tampoco es fácil tener noticias, salvo por El Luchador que es el único que las da aunque en letra muy pequeña, de las Sentencias del otro Tribunal, el de Urgencias o Desafectos al Frente Popular por el que fueron pasando centenares y centenares de ciudadanos, más de los pueblos que de la capital. Eran juzgados, y la mayoría condenados a campos de trabajo, multas, incautación de sus bienes, privación de derechos políticos y ciudadanos.

De las noticias de guerra, v.g. de la toma de ciudades por las tropas de Franco, tardan días en reconocerlo. Y, a veces, se hacen eco de noticias curiosas, vg. dan cuenta tres veces de que Franco ha muerto.

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