La fábrica social del Internet árabe: ¿democratización de ...

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22 AFKAR/IDEAS, OTOÑO DE 2010 E l paso del segundo al tercer milenio no ha hecho más que reforzar la aceleración de una “globali- zación”, sin duda difícil de definir, pero sin em- bargo, cada vez más presente en todos los aspectos de la vida individual o colectiva. Los vectores de esta glo- balización, las tecnologías de la información y de la comunicación, a las que hace sólo unos años calificá- bamos de “nuevas”, constituyen la mejor ilustración posible de esos profundos cambios. Con unos avances cada vez más rápidos en la gestión y en la transmisión de datos, expresiones como “autopistas de la infor- mación” o “economías del conocimiento” se han in- corporado al lenguaje habitual. Paralelamente, hemos asistido a la aparición de escenarios que asocian los desarrollos técnicos y políticos. De una forma que pue- de parecer ingenua, debido a lo mucho que recuerda a las antiguas teorías que se desarrollaron tras la Se- gunda Guerra mundial en la gran época del auge de los medios de comunicación de masas y de la televisión, algunos quisieron imaginar que la “conexión en red del mundo” traería consigo, de manera mecánica o casi, el progreso de todo el planeta, en el plano económico, por supuesto, pero también político. La multiplicación de las posibilidades de comunicación instantánea a través de unas redes que burlan las fronteras hizo na- cer en muchos la utopía de una democracia digital a escala planetaria... Dentro de un movimiento en apariencia inverso pero con el que está, paradójicamente, muy relacio- nado, hemos visto multiplicarse las profecías más opuestas. Bajo la bandera del choque de civilizacio- nes, la transparente tecnicidad política de las socie- dades posindustriales democráticas (por definición o casi, “occidentales”) se ha opuesto a la opacidad de las sociedades “tradicionales”, autoritarias a la par que reacias a las conversiones técnicas. Desde esta pers- pectiva, los países musulmanes en general, y las so- ciedades árabes en particular, han sido condenados en gran medida a permanecer al margen de la “mar- cha digital del mundo”, por la falta de un buen siste- ma de gobierno político, pero con más frecuencia por- que imaginábamos que su legado cultural los incapacitaba por definición para semejantes trans- formaciones. A partir de la muy objetiva constatación de que existe una “fractura digital” que crea una ver- dadera línea de separación entre las zonas del mun- do, hemos extrapolado de manera natural el inmovi- lismo de unas sociedades irremediablemente atrasadas, ya que se encuentran, por definición, “blo- queadas” en su proceso histórico de desarrollo. Bajo los efectos de la onda expansiva creada por los atentados del 11 de septiembre, esos análisis han to- mado un nuevo derrotero. Sin temor a contradecirse, los mismos que podían disertar sobre la incurable pe- reza tecnológica de unas sociedades abocadas al des- potismo, se han puesto a agitar el fantasma de unos aprendices de brujo de la técnica capaces de provo- car, desde el fondo de sus cavernas afganas, el apoca- lipsis planetario. Mientras ellos comprobaban que to- da la omnipotencia digital estaba evidentemente disponible en cualquier punto del planeta, otros es- peraban que también funcionara como un incentivo: convertido en un fenómeno de masas gracias a la mul- tiplicación de sus aplicaciones, Internet permitiría “re- crear la política” al revitalizar el acceso de los actores al espacio público. Las esperanzas se renovaron otra vez con la entrada en el nuevo milenio y el desarrollo de una Web 2.0 más participativa y más horizontal, ilustrada por la explosión cuantitativa de los blogs y luego por la de las redes sociales como Facebook y Twitter. Si bien, para el gran público, lo que llamamos “In- ternet” –impropiamente además ya que se trata de un abanico de técnicas y de aplicaciones muy diversas– es una realidad tangible desde principios de los años no- venta, los usuarios “corrientes” del mundo árabe tu- vieron que esperar un poco más. Desde este punto de vista, la entrada de Arabia Saudí en la red mundial en vísperas del nuevo milenio representa una fecha des- tacada, porque permitía la creación de un mercado im- portante, a juzgar por la población afectada y su poder adquisitivo y, sobre todo, porque constituía un giro de- cisivo en relación con el lugar que ocupan las nuevas tecnologías en la zona. A través de su decisión, las au- GRAN ANGULAR La fábrica social del Internet árabe: ¿democratización de lo digital o por lo digital? Es improbable que los blogs conduzcan a una revolución, pero abren la perspectiva de un espacio público diferente. Yves Gonzalez-Quijano Yves Gonzalez-Quijano. Universidad de Lyon/Gremmo. 9gonzalez quijano esp.qxp:bernabefr.qxd 6/10/10 08:25 Página 22

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El paso del segundo al tercer milenio no ha hechomás que reforzar la aceleración de una “globali-zación”, sin duda difícil de definir, pero sin em-

bargo, cada vez más presente en todos los aspectos dela vida individual o colectiva. Los vectores de esta glo-balización, las tecnologías de la información y de lacomunicación, a las que hace sólo unos años calificá-bamos de “nuevas”, constituyen la mejor ilustraciónposible de esos profundos cambios. Con unos avancescada vez más rápidos en la gestión y en la transmisiónde datos, expresiones como “autopistas de la infor-mación” o “economías del conocimiento” se han in-corporado al lenguaje habitual. Paralelamente, hemosasistido a la aparición de escenarios que asocian losdesarrollos técnicos y políticos. De una forma que pue-de parecer ingenua, debido a lo mucho que recuerdaa las antiguas teorías que se desarrollaron tras la Se-gunda Guerra mundial en la gran época del auge de losmedios de comunicación de masas y de la televisión,algunos quisieron imaginar que la “conexión en red delmundo” traería consigo, de manera mecánica o casi,el progreso de todo el planeta, en el plano económico,por supuesto, pero también político. La multiplicaciónde las posibilidades de comunicación instantánea através de unas redes que burlan las fronteras hizo na-cer en muchos la utopía de una democracia digital aescala planetaria...

Dentro de un movimiento en apariencia inversopero con el que está, paradójicamente, muy relacio-nado, hemos visto multiplicarse las profecías másopuestas. Bajo la bandera del choque de civilizacio-nes, la transparente tecnicidad política de las socie-dades posindustriales democráticas (por definición ocasi, “occidentales”) se ha opuesto a la opacidad delas sociedades “tradicionales”, autoritarias a la par quereacias a las conversiones técnicas. Desde esta pers-pectiva, los países musulmanes en general, y las so-ciedades árabes en particular, han sido condenadosen gran medida a permanecer al margen de la “mar-cha digital del mundo”, por la falta de un buen siste-ma de gobierno político, pero con más frecuencia por-que imaginábamos que su legado cultural los

incapacitaba por definición para semejantes trans-formaciones. A partir de la muy objetiva constataciónde que existe una “fractura digital” que crea una ver-dadera línea de separación entre las zonas del mun-do, hemos extrapolado de manera natural el inmovi-lismo de unas sociedades irremediablementeatrasadas, ya que se encuentran, por definición, “blo-queadas” en su proceso histórico de desarrollo.

Bajo los efectos de la onda expansiva creada por losatentados del 11 de septiembre, esos análisis han to-mado un nuevo derrotero. Sin temor a contradecirse,los mismos que podían disertar sobre la incurable pe-reza tecnológica de unas sociedades abocadas al des-potismo, se han puesto a agitar el fantasma de unosaprendices de brujo de la técnica capaces de provo-car, desde el fondo de sus cavernas afganas, el apoca-lipsis planetario. Mientras ellos comprobaban que to-da la omnipotencia digital estaba evidentementedisponible en cualquier punto del planeta, otros es-peraban que también funcionara como un incentivo:convertido en un fenómeno de masas gracias a la mul-tiplicación de sus aplicaciones, Internet permitiría “re-crear la política” al revitalizar el acceso de los actoresal espacio público. Las esperanzas se renovaron otravez con la entrada en el nuevo milenio y el desarrollode una Web 2.0 más participativa y más horizontal,ilustrada por la explosión cuantitativa de los blogs yluego por la de las redes sociales como Facebook yTwitter.

Si bien, para el gran público, lo que llamamos “In-ternet” –impropiamente además ya que se trata de unabanico de técnicas y de aplicaciones muy diversas– esuna realidad tangible desde principios de los años no-venta, los usuarios “corrientes” del mundo árabe tu-vieron que esperar un poco más. Desde este punto devista, la entrada de Arabia Saudí en la red mundial envísperas del nuevo milenio representa una fecha des-tacada, porque permitía la creación de un mercado im-portante, a juzgar por la población afectada y su poderadquisitivo y, sobre todo, porque constituía un giro de-cisivo en relación con el lugar que ocupan las nuevastecnologías en la zona. A través de su decisión, las au-

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La fábrica social del Internet árabe: ¿democratización de lo digital o por lo digital? Es improbable que los blogs conduzcan a una revolución,pero abren la perspectiva de un espacio público diferente.Yves Gonzalez-Quijano

Yves Gonzalez-Quijano. Universidad de Lyon/Gremmo.

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toridades de esta monarquía de reputación conserva-dora, mostraban que el paso a lo digital era una reali-dad ineludible. Sin duda, tanto en Riad como en otraspartes, han seguido esforzándose por mantener esaapertura bajo el mayor control posible, multiplicandolos filtros e incluso con frecuencia las prohibiciones;pero se ha creado una dinámica. De hecho, en una dé-cada, el número de usuarios árabes de Internet ha au-mentado en un 300% con respecto al año 2000 (más de53 millones de usuarios árabes a finales de 2009, Cf. Kh.‘A. aql-Khalaf, Elaph, 10 de diciembre de 2009) hasta al-canzar hoy en día el 19% del conjunto de las poblacio-nes afectadas.

La breve historia del Internet árabe ya puede anali-zarse en periodos. Por unas razones bastante evidentes,relacionadas con las características de unas técnicas quese encontraban en sus inicios, las primeras iniciativasárabes se hicieron en inglés. Sólo hacia mediados de losaños noventa empezaron a estar disponibles unos con-tenidos nativos, en concreto los de los diarios panára-bes (Al Sharq al awsat y Al Hayat en lo que se refiere ala prensa de capital saudí y Al Nahar y Al Safir, por ejem-plo, en cuanto a los periódicos libaneses). A pesar de lapesadez de los procedimientos de aquella época (los ca-racteres aparecían como imagen y, por consiguiente, sinposibilidad de búsquedas en texto íntegro), el poder dis-poner de contenidos árabes en la Red mundial dio lu-gar a una primera etapa significativa. La multiplicaciónen los años siguientes de los sitios de información ac-cesibles en Internet suele comentarse menos que la apa-rición más espectacular, en la misma época, de las ca-denas por satélite. Sin embargo, se trata de la mismarevolución del sistema de información árabe, gracias alas nuevas aplicaciones digitales y a la “convergencia”de soportes de información. Lanzada en 1996, Al Yazi-ra abrió dos años más tarde un sitio en Internet que si-gue siendo uno de los más visitados por los internautasárabes.

El auge de los blogs y de las redes sociales

El grueso de la prensa árabe, en toda la diversidad desus orientaciones, ya estaba disponible en la “redde redes” cuando ésta última sufrió una nueva trans-

formación de sus usos con el auge de los blogs. A escalamundial, la plataforma Blogger.com proporciona una có-moda referencia: la pequeña e innovadora empresa lan-zada en 1999 fue adquirida por Google en 2003 (la ver-sión árabe se distribuyó en 2008). En el mundo árabe, laempresa pionera fue jordana. Maktoob, lanzada en el año2000 como un servicio de mensajería especializado parala clientela árabe y un portal que visitan uno de cada tresinternautas en esta zona según algunas estadísticas, fueadquirida por Yahoo en 2009 por una suma cercana a los80 millones de dólares. Los blogs, un fenómeno mundial,conocieron en el mundo árabe un crecimiento excep-cional. Al coincidir con un uso simplificado para el in-

ternauta local que ya podía utilizar su propio idioma pa-ra realizar sus intercambios en la Red, la moda de los blogsse extendió rápidamente por todos los países de la zona.A menudo poco precisas e incluso poco fiables para to-do lo relacionado con el uso de las nuevas tecnologías,las estadísticas son especialmente cuestionables a la ho-ra de elaborar el mapa de una blogosfera con contornosdifíciles de definir. Sin embargo, aunque se considere queson aproximados, los datos que circulan son impresio-nantes. Se calcula que en 2005 había cerca de 30.000 blogsen el conjunto de los países árabes. El año siguiente, secontaba al menos el mismo número sólo en Marruecos,aunque es verdad que es un país especialmente activo eneste campo. A mediados de 2008, los expertos locales, yen especial los de Google, calculaban que había cerca demedio millón de blogs árabes, una cifra que aumentó en100.000 unidades más unos meses después (las cifras másrecientes, de diciembre de 2009, arrojan un total de600.000 blogs, la cuarta parte de ellos activos. The ArabicNetwork for Human Rights Information, One Social Net-work With a Rebelious Message, 2009: http://www.ope-narab.net/en/node/1612).

Hoy, las prácticas digitales están marcadas por unanueva y significativa evolución: las redes sociales. El es-pectacular ascenso de la Red de la segunda generaciónque se inició con los blogs se comprueba en concretocon el éxito de aplicaciones como Facebook, desde ha-ce algunos años, y Twitter, más recientemente. El fenó-meno mundial adquiere en el mundo árabe una di-mensión especial, como si la entrada en circulación deesa clase de aplicación se produjese en consonancia conun entorno técnico-cultural especialmente favorable(algo parecido al teléfono móvil, que también conoceallí un éxito mucho mayor que en otras zonas del mun-do). Aun con las precauciones habituales en cuanto a lafiabilidad de los datos estadísticos, resulta bastante sig-nificativo comprobar que los usuarios árabes de Face-book son actualmente más numerosos que los de laprensa escrita (15 millones frente a 14 millones). Másreciente, la comunidad de los que en árabe llaman los“twitteristas” (twitariyyun), parece que se desarrolla deacuerdo con unos parámetros igual de impresionantes(cerca de 12.000 usuarios de Twitter en el mundo árabea mediados de 2009, aunque con unos índices de creci-miento muy elevados).

La incorporación al lenguaje habitual de palabras co-mo twitariyyun o mudawwannat (blogs) refleja una re-alidad, la de la trivialización de Internet. En el espacioárabe, sin embargo, esta irrupción de las tecnologías di-gitales se suma a otros fenómenos sociales que refuer-zan sus efectos. En primer lugar, por la demografía delos internautas quienes, como en cualquier otro lugar,se reclutan preferentemente entre las generaciones quepor así decirlo nacieron en un mundo ya plagado de co-municaciones digitales y cuyo aprendizaje se ha con-vertido en una inclinación natural o casi. Pero, desde elmomento en que los países árabes se caracterizan por

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una demografía especialmente dinámica (de ahí que lamitad de su población tenga en la actualidad menos de25 años), se concibe fácilmente que las consecuenciasde esta aculturación de las nuevas técnicas sean allí es-pectaculares.

Además, debemos subrayar también las importan-tes transformaciones culturales relacionadas con losusos del idioma. En la blogosfera árabe, los jóvenes usua-rios están muy lejos de limitarse a usar el árabe llama-do moderno (o “estándar”), derivado del idioma clási-co. En realidad, los intercambios en los teclados de losteléfonos digitales o en las redes tipo Twitter vienenacompañados por la creación de nuevas formas de to-mar la palabra, liberadas de las exigencias de la gramá-tica y de los códigos lingüísticos, que restablecen en ma-yor medida las libertades y la inventiva del hablacotidiana. En estas sociedades en las que las élites a me-nudo han establecido su condición privilegiada sobrela base de su dominio del idioma (aunque sólo sea en elámbito religioso), ese viento de libertad en los inter-cambios no carece de importancia, sobre todo cuandosopla para las generaciones más jóvenes y que, pese aque el analfabetismo sigue siendo una lacra social ennumerosos países, se asocia a la posibilidad de tratar losmensajes tanto por imagen como por sonido (YouTubey Skype, por citar sólo un par de ejemplos).

¿Podría la democratización de Internet provocaruna democratización por Internet?

Por consiguiente, en todos los lugares del mundo,tanto en los barrios más cosmopolitas de las gran-des capitales como en las zonas rurales más des-

favorecidas, se asiste a una evidente democratizaciónde las prácticas digitales en general, y de Internet enconcreto. ¿Se debe por ello ampliar la observación y afir-mar que esta democratización de Internet podría pro-vocar a su vez una democratización por Internet? La pre-gunta se plantea debido a que los usuarios de lo digitalson objeto de discusión en todos los países de la zonacuando se trata de adaptar el código de la prensa a lasnuevas condiciones técnicas, por ejemplo, o bien por-que conviene dar una categoría a los actores agrupadosen asociaciones o incluso en grupos de presión. Aun-que crucial por más de una razón para el conjunto delescenario regional, el caso de Internet en Egipto es po-siblemente uno de los que ha suscitado mayor interés,precisamente porque quizás forma parte de aquellos enlos que las nuevas formas de expresión procedentes deluniverso digital han irrumpido especialmente en la es-cena política. A este respecto, es sin duda revelador pa-ra el conjunto del mundo árabe, a pesar de las enormesdiferencias entre los usos políticos de la Red dentro delos distintos países árabes.

La intervención de los internautas egipcios en el de-bate público tuvo lugar pronto en comparación con el

resto de la zona. Ya en 2004, un periodista-ciudadanocomo Wael Abbas denunciaba en su blog, Misr Digital,no sólo las exacciones policiales y la represión contralos partidos políticos de la oposición, sino también fe-nómenos sociales como el acoso sexual en las calles dela capital. En 2007 y 2008, las protestas de la entoncesllamada “generación Facebook” por los medios de co-municación, preocuparon lo suficiente al poder comopara que éste diversificara su estrategia para completarlas tradicionales medidas de control (o de represión)mediante una serie de decisiones que iban desde la sim-ple vigilancia del espacio digital a través del reforza-miento de las normas administrativas que regulan loscibercafés, por ejemplo, hasta la creación de programasde estudios con el fin de comprender mejor –para con-trolarlo mejor– el nuevo fenómeno de las “movilizacio-nes electrónicas”. Y al parecer tuvo éxito, ya que la di-námica política que se hizo posible gracias al uso de lasnuevas tecnologías parece que se ha perdido en granmedida, aunque el conjunto de los actores tradiciona-les, incluso los medios de oposición de inspiración re-ligiosa, haya incorporado ahora a su manera de actuarun uso de Internet en cierta forma banalizado. A pesarde que algunos rescoldos vuelven a encenderse, a me-nudo en la estela de innovaciones técnicas (como porejemplo Twitter), y que vuelven a dar a los activistas dela Red una ventaja sobre los órganos de control, el ejem-plo egipcio parece ofrecer una especie de paradigma ge-neralizable al conjunto del mundo árabe, en virtud delcual la innovación política que se hizo posible median-te la multiplicación de los usos de las técnicas digitalesmostraría sus limitaciones frente a la capacidad de lasfuerzas en el poder de mantener su control sobre las di-námicas sociales, especialmente mediante una especiede “puesta al día” de sus técnicas represivas. Retoman-do una fórmula que se ha convertido en famosa, las re-des de comunicación están abiertas, pero numerosos“regímenes” permanecen no solo “cerrados”, sino pen-dientes de que no se abra ninguna brecha en sus de-fensas (ver S. Kalathil, Shanthi y T. Boas, Open Networks,Closed Regimes, Washington DC: Carnegie Endowmentfor International Peace, 2003).

No hace falta nada más para tranquilizar a aque-llos que siempre manifestaron sus dudas sobre la ca-pacidad de las nuevas tecnologías digitales para modi-ficar en profundidad las bases de la política. Nosrecuerdan que, sea cual sea la importancia de las mo-vilizaciones que permiten las aplicaciones abiertas enInternet, sólo existen en la virtualidad de los intercam-bios digitales y sólo se materializarán de manera con-creta en función de las relaciones de fuerza reales. Enotras palabras, en todos los discursos sobre la “genera-ción Facebook”, que va camino de hacer la “revoluciónTwitter” en el mundo árabe, existen muchas exagera-ciones, e incluso fantasías, que no resistirían un análi-sis un poco serio. Formuladas de esta guisa, semejan-tes aserciones son cuando menos refutables ya que se

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basan, de hecho, en realidades comprobables. Sin em-bargo, todos aquellos que cuentan con la capacidad delas tecnologías digitales para contribuir a una modifi-cación en profundidad de los datos comprobables enlas sociedades árabes no son lo suficientemente inge-nuos como para pensar que la creación de una publi-cación en Internet o de un “grupo de amigos” en Face-book representa un indicio tangible de una revoluciónpolítica. Muy al contrario, los modelos explicativos másconcluyentes son quizás los de la antropología políti-ca americana cuando considera, por ejemplo comoMarc Lynch, que la verdadera cuestión se refiere a la ca-pacidad de la muy activa blogosfera de “transformar lasdinámicas de la opinión pública y del activismo políti-co”, y que “aunque resulte improbable que los blogs po-líticos árabes conduzcan a una revolución, abren laperspectiva de un espacio público diferente que podríamodificar la naturaleza de la política de las décadas ve-nideras”. (M. Lynch, “Blogging the new Arab public”,Arab Media & Society, primavera de 2007 y D. Eickel-man y J. Anderson, New media in the Muslim World. TheEmerging Public Sphere, Bloomington: Indiana Uni-versity Press, 2003).

Estas consideraciones, que examinan con deteni-miento los efectos movilizadores de Internet más amedio que a corto plazo, merecen ampliarse reflexio-nando sobre las transformaciones más soterradas, me-

nos inmediatas, creadas por el juego de las relacionesindividuales. En efecto, los usos más recientes de In-ternet contribuyen, tanto en los productores de con-tenidos como en los usuarios, a una “fábrica social”que puede contribuir a una nueva dinámica política.En su inmensa mayoría, los mensajes que pone en cir-culación la juventud árabe en Internet no contienenun discurso reivindicativo; no llaman a la acción con-tra tal o cual injusticia, o bien lo hacen en formas muyalejadas de la reivindicación tradicional, y en la ma-yoría de los casos se conforman con reunir a unos cír-culos de semejantes, a veces hasta decenas de miles,que se reconocen en una palabra expresada pública-mente relacionada con unos temas que les concier-nen. No se consideran unas plataformas de moviliza-ción, pero a pesar de todo son más portadoras decambios que las formas de expresión, incluso en laRed, derivadas de una intervención en apariencia másclásicamente política. Además del hecho de que suproliferación y su forma de abordar la política, en cier-ta manera de soslayo, convierten en vano cualquierintento de control, se puede pensar también que losverdaderos cambios nacerán de las nuevas formas decomunicación electrónica que favorecen la constitu-ción de “comunidades virtuales” en las que la afirma-ción individual se suma al rechazo de las jerarquíassociales heredadas. ■

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Internet café en El Cairo. Egipto, 2010. /REUTERS/CORDON PRESS

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