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LA GUERRA DE LOS PASTELES
El 6 de febrero de 1838 comenzó la llamada Guerra de los Pasteles,
conflicto armado entre México y Francia. Este conflicto se gestó, en
parte, como consecuencia de la crisis generalizada, la economía
paralizada, la inseguridad y las malas comunicaciones de nuestro país
recién independizado.
En ese contexto, un pastelero francés de apellido Remontel sufrió las
causas de la inseguridad cuando oficiales mexicanos causaron daños
a su local y el Gobierno se negó a pagar la indemnización pedida por
el hombre francés. El Ministro de Relaciones Exteriores, Luis G.
Cuevas, afirmó que el Gobierno de la República no encontraba razón
alguna para pagar indemnizaciones por pérdidas a consecuencia del
movimiento armado. En ese momento, la nación francesa se sintió
ofendida a grado tal que el 6 de febrero de 1838 envió hombres a la
costa de Veracruz estableciendo un ultimátum para pagar los daños
ocasionados a sus connacionales. El Gobierno Mexicano hizo caso
omiso, lo que los franceses tomaron como señal de guerra y abrieron
fuego contra la fortaleza de San Juan de Ulúa, el 27 de noviembre de
1838. Todo diciembre se libraron combates intensos entre las tropas
mexicanas y las francesas, en uno de ellos el General Antonio López
de Santa Anna perdió una pierna.
Finalmente, un día como hoy de 1839, el Gobierno de la República y la
nación francesa firmaron un tratado de paz mediante el cual los
franceses devolvían San Juan de Ulúa y México se comprometía a
pagar la indemnización por 600 mil pesos.
La Primera Intervención francesa en México, también conocida como
Guerra de los pasteles, fue el primer conflicto bélico entre México y
Francia. Tuvo lugar del 16 de abril de 1838 al 9 de marzo de 1839.
Las operaciones de la creación de los Pasteles se enmarcan dentro de
un intento de obtener privilegios económicos en Hispanoamérica.
Previamente se habían
producido bloqueos a
Buenos Aires (Argentina)
y sobre Uruguay el 28 de
marzo de 1837, bloqueo
que se completó con la
organización de un
ejército insurgente contra
Uruguay, que junto con el bloqueo marítimo acabó tomando la capital
de Uruguay (el presidente de Uruguay renunció y se fue a Buenos
Aires). Como explicaba una carta del vicecónsul francés Aimé Roger al
primer ministro de Francia, el objetivo de este primer bloqueo era
"Infligir a la invencible Buenos Aires un castigo ejemplar que será una
lección saludable para todos los demás Estados americanos,
corresponde a Francia hacerse conocer si quiere que se la respete".
En 1827, se había celebrado un convenio con Francia bajo el nombre
de Declaraciones Provisionales, que sentaban las bases para el futuro
arreglo de las relaciones entre ambos países. A través del barón
Deffaudis, embajador francés, los comerciantes franceses
avecindados en México enviaron una serie de reclamaciones, que
fueron recibidas en París con alarma. Entre estas reclamaciones, se
encontraba la del señor Remontel, dueño de un restaurante de
Tacubaya, donde algunos oficiales del presidente Santa Anna se
habían comido en 1832 unos pasteles sin pagar la cuenta
(posiblemente fue por daños al restaurante), por lo cual exigía ser
indemnizado con sesenta mil pesos.1 Ese fue el motivo para que el
pueblo mexicano identifica esta guerra con Francia con el nombre de
Guerra de los Pasteles. Adicionalmente ese mismo año, un ciudadano
francés fue fusilado en Tampico, acusado de piratería, lo que tensó
aún más las relaciones entre ambos países.1 tomo lugar el 16 de
septiembre hasta el 9 de marzo
México había acabado en 1836 la guerra con Texas, y el 28 de
diciembre España reconoce finalmente la independencia de México (lo
que eliminaba el problema de atacar un territorio reclamado por un
país amigo), y llegado el año de 1838, aún no se había podido
concertar un tratado definitivo en virtud de que el representante
francés, el barón Antoine-Louis Deffaudis, no estaba de acuerdo con
dos artículos del convenio. En consecuencia Deffaudis abandonó su
misión diplomática en México y regresó a Francia, para volver al poco
tiempo (marzo) acompañado de diez barcos de guerra que apoyaban
las reclamaciones de su gobierno. Fondearon frente a la Isla de
Sacrificios, Veracruz, amenazando con invadir el territorio mexicano si
México no cumplía las condiciones que Deffaudis plasmó en un
ultimátum, que vencía el 15 de abril.
Desde uno de los barcos envió Deffaudis el ultimátum en el que
presentaba las reclamaciones de los súbditos franceses en México,
por los perjuicios sufridos en sus personas y propiedades durante los
movimientos revolucionarios ocurridos en el país.
Como el gobierno de Anastasio Bustamante se negara a tratar con
Deffaudis mientras hubiera fuerzas navales francesas frente a
Veracruz, el comandante de estas, almirante Bazoche, declaró
bloqueados todos los puertos del Golfo, incautó a las naves mercantes
mexicanas, comenzando un bloqueo que duraría ocho meses, desde
el 16 de abril de 1838, fecha en que se rompieron las relaciones entre
ambas naciones.
Al ver que México no cedía ante la presión de tener sus dos
principales fuentes de ingresos fiscales bloqueadas, Francia envió en
octubre veinte barcos más al mando del contraalmirante Charles
Baudin, veterano de las guerras napoleónicas, con el carácter de
ministro plenipotenciario del gobierno francés, y se reunió en Xalapa
con el ministro de Relaciones interiores y exteriores de México, don
Luis G. Cuevas para efectuar negociaciones.
En el último proyecto de bases para el arreglo, el plenipotenciario
reclamaba del gobierno mexicano la celebración de un tratado de
amistad, comercio y navegación entre los dos países que concediera
derechos preferentes a los franceses.
Además, México debería pagar a Francia, en el término de treinta
días, la cantidad de 800 000 pesos que se aplicarían del modo
siguiente: 600.000 para la liquidación general de los daños sufridos
por los franceses y 200.000 como indemnización de los gastos de la
flota francesa anclada en la costa mexicana.
Hechos
Como no fueron aceptadas tales demandas por el gobierno mexicano,
la flota francesa abrió fuego contra el fuerte de San Juan de Ulúa
(Batalla de San Juan de ulua) y la ciudad de Veracruz el 21 de
noviembre de 1838, por lo que al día siguiente capitularon ambas
entidades, comenzando la guerra.
El gobierno de México reprobó ambas capitulaciones y expidió un
decreto el 30 de noviembre anunciando que se declaraba la guerra al
Rey de Francia, e inmediatamente pidió a Santa Anna que se pusiera
al frente de las tropas e iniciara la ofensiva contra los franceses.
Santa Anna llegó a Veracruz y se dispuso a defender la ciudad,
enviando una comunicación a Baudin informándole que no habían sido
aprobadas las capitulaciones. En respuesta, el contraalmirante ordenó
que una columna de 1000 hombres con artillería desembarcara con el
propósito de aprehender a Santa Anna, y el 4 de diciembre consiguió
desembarcar en Veracruz. Este, al darse cuenta del desembarco,
reunió algunas fuerzas y entabló la lucha sin resultados definitivos
para una u otra parte.
Ante esta situación, Baudin ordenó el embarco de sus tropas, que
fueron perseguidas por los mexicanos hasta el muelle, donde los
franceses, al disparar un cañón, pudieron detenerlos, resultando
herido en una pierna el propio Santa Anna.
Baudin ordenó a continuación que la artillería naval hiciera fuego
contra la ciudad, por lo que Santa Ana dispuso la evacuación del
puerto, retirándose hasta Pocitos (a una legua de la ciudad).
El bloqueo dañaba seriamente la economía mexicana y hacía al país
dependiente del contrabando a través de Texas. No obstante, el
gobierno texano, temiendo que fueran incluidos en el bloqueo,
organizó la captura de los contrabandistas mexicanos, y el 6 de
septiembre de 1837 negoció con Francia - por medio de Estados
Unidos - para que estos enviaran un barco a reforzar el bloqueo
francés contra México, a cambio de que el bloqueo no perjudicara los
intereses de Texas. Tras esto, y como consecuencia de que México no
aceptaba las exigencias francesas, se enviaron 20 barcos más al
mando del contraalmirante Charles Baudin, que llegaron en octubre y
exigieron a México la compensación por los gastos del bloqueo.
Sin embargo, puesto que Francia había bloqueado a otros países
europeos el acceso a uno de los mercados más importantes de
América, al mes de haber iniciado los combates en tierra, con el
propósito de mediar en el conflicto, la marina británica destacó a la
Flota de las Indias Occidentales, logrando que Francia suspendiera su
agresión. El mediador fue el inglés Richard Pakenham, quien
consiguió reunir a los representantes mexicanos Guadalupe Victoria y
Eduardo Gorostiza con el contraalmirante Baudin. El 9 de marzo de
1839 se firmó un tratado de paz, en el cual México se comprometía a
pagar las indemnizaciones (seiscientos mil pesos en total), pero no así
a mantener las garantías exigidas para los extranjeros en el futuro.
Francia retiró, a cambio, la flota invasora, desistió de la indemnización
por los gastos de guerra y el desconocimiento de las Declaraciones
Provisionales de 1827, devolviendo además las naves incautadas..