La Guerra sucia se lava en casa

8/3/2019 La Guerra sucia se lava en casa

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Rector Dr. Carlos Ossa Escobar

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Decano Maestro Ricardo Lambuley

Facultad de Artes - asab

Coordinador proyecto curricular de Artes Plasticas y Visuales

Rafael Mauricio Méndez Facultad de Artes - asab

Sala de exposiciones asab

Coordinador Santiago Rueda Fajardo Producción

Ana María Villate

Montaje exposiciónCarolina Chacón, Natalia López, Liliana Cuca,

Laura Vásquez, Karla MorenoCompilación y Edición

Santiago Rueda Fajardo

Textos Fidel Cano, Joe Broderick, Mico, Jorge Peñuela Santiago Rueda Fajardo

Fotografía

Erika ValdiviaDigitalización de imágenes

Carolina Chacón, Mónica Benavides

Diseño y producción

f La Silueta Ediciones



pág 9

pág 13

pág 15

chocolo en las cuerdas Monseñor Joe Broderick

chócolo, una tusade humor

Mico

y yo en cierre de sábado y domingo. aquí les va lo que

se me alcanzó a ocurrir

esta mañana,… Fidel Cano

pág 29trapos al sol

Jorge Peñuela

pág 19tienes planes terroristas

para esta noche? Santiago Rueda Fajardo



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en las cuerdaschócolo* Monseñor Joe Broderick // Bogotá 4 junio 2009*

En el mes de abril, en el segundo pisode la ASAB, los monos de Chócolo secolgaban de cuerdas como calzonci-

llos recién lavados, y yo caminaba porla sala, deteniéndome ante cada unosin saber si reírme o emputarme. Noporque las caricaturas de este ponzo-ñoso comentarista paisa me molesten.Lo que causa profundo malestar sonlas porquerías que se cometen en este

país (y en el mundo) y que los dibujosde Chócolo señalan, incluso con más verraquera – o por lo menos en formamás sucinta y memorable – que losmismos sesudos argumentos de tantas y tan serias columnas del periódico don-de aparecen. En las páginas de opinión

de El Espectador, lo primero que busco– y lo que más permanece grabado des-pués en mi imaginación – es el dibujode Chócolo, o el de Mico. Los admiro,porque me parece que el más exigentede los oficios es el arte de la caricaturapolítica, el reto de captar y resumir lanoticia del momento en unos pocosgarabatos y con humor.

Hace ya más de veinte años, cuandopartió el gran Naide a buscar fortuna enUSA, me pareció que iba a ser difícil, si

no imposible, volver a ver en Colombiaun dibujo político con igual dosis de veneno y un trazo tan suelto y seguro deplumilla. Pero me equivoqué. No habíaterminado la década de los ochentacuando apareció en Medellín la revistaFrivolidad en cuyas páginas conocí por

primera vez los trabajos de Chócolo y losde su compañero y coterráneo Mico. Sesalvó la patria, pensé. Pero no fue así; lapatria – ese embeleco que tanto invocael actual presidente – ya estaba jodida.Después de tan solo cuatro números, labrillante e irreverente revista se acabó;

unas llamadas anónimas, pero sin dudade los narcoparamilitares, obligaron alos dos humoristas paisas y sus colegas acerrar y pisarse. El único consuelo paraChócolo y compañía fue el de saber quesí estaban en lo cierto; evidentementegolpeaban donde dolía. Tal vez por esono se desanimaron. Ahora Chócolo vuelve a cabalgar, mejor que nunca, más



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dueño de su talento, con mayor bagaje y más vivencias asimiladas, produciendouna obra letal. Y muy propia. No obs-

tante las muchas influencias que se de-tectan, o al menos se sospechan, detrásde su línea, el producto final muestra laestampa inconfundible del humoristaenorme que es el Chócolo

Uno de sus aciertos en la muestra dela ASAB fue el haber pintado un mono

inmenso en la pared de fondo, un dibujosencillo e impactante que medía algo asícomo 5 metros por 3. Resaltado sobre elmuro blanco, Chócolo había dibujado,con esa gruesa línea negra que es su sellopersonal, una señora indicando el caminohacia los derechos humanos en Colombia:

una escalera que bajaba a una fosa común.Con razón el público queda entre la risa y las lágrimas. Como en las películas deChaplin. Cuando el pequeño hombremuerto de hambre cocina su propia bota,por ejemplo, y chupa las tachuelas con

deleite como si fueran espinas de un finopescado, y luego enrolla los lazos del za-pato en el tenedor antes de tragarlos como

espaguetis, casi da pena reírse. Así mesiento ante una caricatura de Chócolo.

Pero finalmente el cuadro me obliga aechar una carcajada, a reírme no sólo dela ocurrencia de Chócolo que es capazde ver siempre el lado inverso de larealidad, sino también de mi propia con-

dición de animal humano con todas susinevitables ridiculeces. ¿Qué machistano se sentirá retratado ante la figura deese amante celoso, de rodillas y con lacabeza metida hasta el cuello en el coñode la mujer en busca de su rival? No,Chócolo no perdona. No tendrá abso-

lución, entonces, ni penitencia, pero síla bendición fraternal de este humildeincrédulo que frecuenta el templo de sustempladas bromas y que lo seguirá ha-ciendo, en cuanto sea factible, per omnia saecula saeculorum. Amen.



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Chócolo me recordó hace poco que fui yo quien lo recomendó en el periódi-co El Mundo, de Medellín, donde yo

también empecé en este bello y sufridooficio de caricaturista.Chócolo hace la caricatura como debeser: políticamente incorrecta, y mira elmundo y sus miserias con un sentidodel humor tirando a negro, aunquea veces se descacha con una que otra

ternurita.Soy, como casi todos los caricaturistas,pésimo para teorizar sobre nuestro ofi-cio. De modo que si mucho puedo decirque los dibujos de Chócolo me gustan y que su trazo no se parece a ninguno y tie-ne un aire internacional, de caricaturista

caché (seguramente sería un estupendopintor, pero como mi Dios algunas vecesda talento y molicie miti miti).

Como ejemplo personal no lo reco-miendo…Nunca se me olvida la primera

vez que me invitó a su casa y le dijo a supobre mamá que yo estaba cumpliendoaños y ella muy querida mandó por torta

y ron. Era mentira lo de mi cumpleaños y la belleza de Chócolo descorchó sinremordimientos la botella y encabezó lacantada del “japiverdi”.

La anterior anécdota la traje a cuentopara rellenar un poco esta “críticaconstructiva”, pues sobre su dibujo lo

único que puedo decir es que me gusta y no sé explicar por qué, y algunosde sus chistes, los que me plagia, meparecen geniales.

En suma: Chócolo tiene futuro, lásti-ma su pasado.

Hay un rasgo admirable de Chócolo

que quiero destacar finalmente: ha so-brevivido con sueldo de caricaturista…¡Un putas!

Para agregar cualquier otra cosa sobreél, creo que necesito un trago.

una tusa de humorchócolo

* Mico*



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Cuando Chócolo, el querido por todosHarold Trujillo, me llamó a pedirmeque escribiera un par de párrafos sobre

“lo que significaba ser su editor” paraser incluido en este catálogo, así, sinmás, me fue diciendo que como erauna publicación de carácter humorís-tico era bueno que le diera ese tono altexto. De inmediato, sabiendo que mepedía un imposible, supe que habla-

ba en serio, pues para él el humor esun estado natural y lo raro, supongo,es que los demás no podamos desa-rrollarlo, aun si quisiéramos. Peroel humor de Chócolo no es un humorsimple. Va mucho más allá de ese re-pentismo paisa que le sale en cualquier

conversación. No es un humor decarcajada. Es mucho más sofisticado.Como sus trazos, fuerte. Crudo si sequiere. Una caricatura de Chócolo hacetanto reír como reflexionar. Y por esomismo, en un país donde la reflexiónpierde la batalla aceleradamente frenteal discurso y a las órdenes, las carica-turas de Chócolo entran muchas veces

en el esquema de la incomprensión ola repulsa interesada.

Con Chócolo me encontré tarde,

cuando El Espectador definía suregreso a la circulación diaria. Me lopresentó su colega Mico. Él andabadesanimado y yo emproblemado.Él porque sentía que donde estabapublicando le imponían una suerte decensura a las caricaturas más críticas.

Yo porque necesitaba a diario mante-ner la alta calidad que en la caricaturamantenía el entonces semanario, mar-cada por el para mí inigualable Osuna,por el propio Mico y por el emergenteBetto. No creo que hayamos habladomás de 10 minutos para solucionar

nuestros mutuos problemas. El humorde Chócolo era perfecto para sumarse aun periódico que venía creciendo bajoel eslogan de “La opinión es noticia”. Y en El Espectador tendría su sitio fijo y sin restricción alguna para opinar loque bien le pareciera.

Llevo un año como editor, si así se puedellamar, de Chócolo en El Espectador, que

Y yo en cierre de sábado y domingo. Aquí les valo que se me alcanzó a

ocurrir esta mañana,…

* Fidel Cano*



161616

es de lo que se supone debo hablar enestas líneas. Al comienzo, les confieso,tuvimos serios problemas. Me moles-

taba su reticencia a entregar tempranolas caricaturas, que varias veces puso enpeligro el cierre a tiempo de la edición. Ahora se ha ajuiciado. Nunca ha faltado. Y nunca ha dejado de dar que hablar.Para bien y para mal, porque inclusoha habido quienes, dentro y fuera del

periódico, han insinuado que la durezade su mensaje no le hace bien a la imagen

del periódico. Lo dicho, en este país lareflexión pierde su espacio. Pamplinas.El humor de opinión se hace así, de

frente, con carácter, con compromisocon el país, burlándose de la realidadpara hacerla palpable, mirándonos alombligo para ver lo sucio que está y lohermoso que puede ser si entre todos lolimpiamos. Soy feliz de ser el “editor”cotidiano de Chócolo y sé que los lectores

de El Espectador agradecen su presencia. Aunque a algunos pocos les moleste.



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La caricatura como la fotografía deprensa, se mueve en el terreno inter-medio entre la comunicación, la noticia

y el arte. El caricaturista, mezcla deartista, intelectual y periodista, sintetizaen pocas líneas los hechos, las ideas, lasaspiraciones y paradojas, las menti-ras y las verdades de su sociedad. En América latina, el caricaturista siempreha expresado el descontento social, y

es una burla al poder. La caricaturaesta destinada a provocar, pero esen-cialmente, a hacer reír. Es depositode esa fuerza vital que es el humor, elque, como afirma Marshall Mc Luhanen El medio es el masaje “como sistemade comunicación y como sonda de nuestroambiente –de todo lo que en realidad está sucediendo- nos brinda la más atrayentede las herramientas anti ambientales. No se ocupa de la teoría, sino de la experien-cia inmediata, y es a menudo la mejor guíade las experiencias cambiantes.”

˜BART, BURNS y BENDER: Cómo hacer humor después de Itchy & Scratchy?˜

Las ultimas dos décadas han visto elrenacer de la critica política propia de lacaricatura en los programas de dibujos animados, giro inesperado que sedebe esencialmente a la serie de MattGroening Los Simpsons -y su secuela Futurama, extendiéndose a través de

la cultura global en la década de los90 en las parejas Beavis y Butt Head, Ren y Stimpy, y en nuestro medio en El siguiente programa1, seguidas por lasacidas y anárquicas Casa de los dibujos y South Park. Estas series de audienciamasiva coincidieron con el programade desarme ideológico y desclase quelas disciplinas “serias” - urbansimo,sociología, lingüística, los estudios li-terarios y culturales y la filosofía, entreotras- tomaron a partir del posiciona-miento del post estructuralismo a partir

1 http://www.youtube.com/ watch?v=MHOQoCIbSh0

tienes planesterroristas para

esta noche?

*Santiago Rueda Fajardo*



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de los anos 1970. De una manera queha pasado inadvertida, estas serieslograron una nivelación cultural por lo

bajo, exponiendo a grandes audienciasa las ideas de la cultura de elite, eli-minando, capitulo a capitulo, semanaa semana, su solemnidad. La lecciónque la cultura de masas le dejaba a lacultura de elite era que la única regla,es que no hay reglas.

Hoy, la expresividad y posibilida-des de la animación han servido paramostrar puntos de vista particularessobre los problemas políticos deOriente Medio como lo muestran laautobiografica Persepolis de MarjaneSatrapi y Vals con Bashir de Ari Folman, que narran los problemas políticos enel Irán post-Sha y la guerra del Líbano,respectivamente, a través de los ojosde dos adolescentes.

La ultima década también ha visto elresurgir del comic y las películas basadasen sus personajes. Desde la suntuosa Sin City y la anabólica 300, al desbordan-

te numero de cintas realizadas a partir

de los súper héroes de Marvel Comics,como X Men, Spider Man, Wolverine, Fantastic Four, Iron man, Ghost rider

y Hulk. Esto sin mencionar a lo querealizan estudios como Pixar y Dream Works y la industria de los video juegos,que adapta a estos mismos personajes,lo que ha hecho que de una curiosa ma-nera, el dibujo, en sus nuevos formatosfílmicos, electrónicos e hiper textuales,

se haya convertido en una de las fuerzasde mayor expresividad en la cultura ainicios del Siglo XXI.

˜La alegria del sub desarrollo˜“El dibujo es la conciencia del artista” di-ría Beatriz González, atenta observadora

de nuestra sobre modernidad y quiénsiempre acertó a tratar la imagen polí-tica con sentido del humor: “Creo queel humor es una característica de América Latina. Del arte latinoamericano. Creoque ante toda la cultura y el trascenden-talismo de Europa, a los latinoamericanos

nos toco reugiarnos en el humor,. No se



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puede soportar una situación sin el. Es loque nos hace sobrevivir. Eso se ha vueltocaracterística de la literatura, de la poesía,

los grandes poetas, como León de Grei, son unos humoristas extraordinarios.” 2

En 1981 González realizó una cortinade baño impresa de 14 metros de largo, Decoración de interiores,3 basada enuna fotografía de prensa que enseña alex presidente Turbay, ofreciendo un

discurso whiskey en mano, ante unacomitiva jubilosa que le acompaña, enuno de los mas oscuros momentos derepresión política4 y malos manejos

2 En el plegable de la exposición. S.F.

3 Carolina Ponce de León. “Beatriz González

in situ”, en Beatriz González. Una pintora deprovincia. Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1988.

4“En los cuatro años del presidente Turbay fueron detenidos 30 mil ciudadanoscolombianos pertenecientes a la izquierda o ala intelectualidad colombiana. Muchas de esasdetenciones terminaron en torturas dentrode los establecimientos militares. En la Corte

Suprema de Justicia había 1.200 procesos portortura contra miembros de la fuerza pública.”

económicos de la historia reciente deColombia5. “En metros le gano a Pedro Nel” declaraba González, quien se situaba

en la delgada línea que separa el docu-mento de la caricatura, acompañandolos trabajos hondamente políticos de losaguerridos grabadores Augusto Rendón,Pedro Alcántara, Luís Paz, Hanne Gallo,Francisco Quijano, y el maestro dealgunos de estos, Luís Ángel Rengifo.

Debate sobre el Palacio de Justicia - (1/7).Plenaria de la Cámara de Representantes. 27 deoctubre de 2004 Intervención de Gustavo Petro.http://www.viaalterna.com.co/index2.htm

5 Según Luis Jorge Garay el gobierno Turbay (1978-1982) cumplió “el período de peordesempeño económico en la historia reciente

de la economía colombiana”, financiando concrédito externo un enorme gasto público. Ladeuda pública externa contratada entre 1970

y 1978 con la banca comercial, representóescasamente el 21% de la deuda públicacontratada, frente al 54% en el período 1979-1982. Garay S, Luis Jorge. “Período De ShocksExternos 1975-1984.” Colombia: estructuraindustrial e internacionalización 1967-1996.

http://www.lablaa.org/blaavirtual/letra-i/industrilatina/006.htm



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y que, en cada uno de sus movimientos, re- presenta la multiplicidad y la gracia movilde todos los elementos de la vida. Es un ‘yo’

insaciable del ‘no yo’.”7

Como este ‘yo’ insaciable de ‘no yo’la caricatura se hace incomoda para lascategorías tradicionales del arte, quehan sido reacias a aceptarla, como la vanguardia clandestina que sigue sien-do. En su énfasis en la idea, en su des-

enfado, en su renuncia a la seriedad, lacaricatura se asemeja al arte concep-tual. O mejor, el arte conceptual, co-incide con la caricatura, en su carácteranti autoritario y retador intelectual-mente. Un ejemplo cercano de nuestracepa conceptual se encuentra en obrasde la primera fase de Bernardo Salcedo,como Primera lección (Desaparición delEscudo) de 1970, una serigrafía en laque los elementos del emblema vandesapareciendo ( Panamá, el cóndor,el orden, la libertad), sus Frases de cajón,

7 Baudelaire, Charles. El arte romantico. EditorialSchapire, Buenos Aires, 1954. Pagina 44.

cajas de madera con frases impresas como Bajó el costo de la vida, Moral administra-tiva, Cesó la horrible noche, del mismo

periodo de otras de sus cajas/objeto como Caja Agraria (1969) y Miniundio (1969),esta última una pequeña cajita con tierra.

El caricaturista, como el artista con-ceptual, no solo se ocupa de la imagen. A la vez, es un escritor que debe decirlotodo en una o dos frases. En la unión que

hace del dibujo y la palabra 1+1=3. Es elcaso de Chócolo, quien se define porla palabra. Aisladas del dibujo que lasacompaña, algunas de sus frases tiene lasuficiente fuerza para ser obras en si:

violar los derechos de los civiles no

es humanitario.

es hereditario

derechos humanos?

al fondo a la derecha!

no tengo sencillo. te lo digo con la

mano en la chequera

una ayudita en esta lucha por el

poder….adquisitivo



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˜Tipo de sangre? Falso positivo!˜En el trabajo de Chócolo puede

notarse la influencia de dos escritores-caricaturistas. El argentino RobertoFontanarrosa y el colombiano Anto-nio Caballero. Fontanarrosa, quienafirmaría ‘uno no hace el humor quequiere, sino el que puede, el que lesale’, poseedor de un dibujo simple y ala vez muy sofisticado. Boggie el aceito- so, su personaje principal, no solo erauna parodia del cine policiaco de Ho-llywood y el American way of die, fuereflejo de la Escuela de las Américas,la operación Cóndor, las dictaduras delcono sur y el neo liberalismo.

Caballero ha definido en las últimas

tres décadas una serie de personajesarquetípicos de lo que llamamos “lasituación nacional”, caracterizandosegmentos sociales y psicológicos,reconocibles y cotidianos. El agente depolicía, confundido, semi analfabeta eignorante, que simboliza el gobierno

Turbay, y su Estatuto de Seguridad,8 elpolítico corrupto sentado en su sillón consu vaso de whiskey, el narco paramilitar

de camisa de flores, echado en su hamacacon el AK 47 recostado, el guerrilleroembrutecido y extraviado en el tiempo y la soledad de la selva y la montaña, ladesdichada madre de familia. Cándidos odescarados, ingenuos o cínicos, indo-lentes o desesperados, estos personajes

siempre emiten un juicio, dicen lo quepiensan, llegan a sus conclusiones y susparadojas. Chócolo es un continuadorde la perplejidad y la línea simple deCaballero, de la que también se sirvepara caracterizar la impredecible vida delcolombiano común. “Para el croquis de

costumbres, es decir la representación de lavida burguesa y los espectáculos de la moda,el medio mas expeditivo y menos costoso, esevidentemente el mejor” afirma Baudelaireen El pintor de la vida moderna.

8 En 1978 Turbay decretó el Estatuto deSeguridad, cobijado por el Estado de Sitio

proclamado en 1976. “



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Menos acido que Caballero, que parecequerer destruir a sablazos la mentalidadmiserabilista y los prejuicios patéticos de

una sociedad deforme, Chócolo explorala inestabilidad laboral, política, econó-mica, geográfica y metereologica a la queesta sometido, el colombiano común. Eldesempleo, el desplazamiento, la avidezramplona de la política colombiana y el difícil equilibrio en las relaciones de

pareja y la vida familiar completan, enlineas fluidas, su paisaje social. Chócolono es en esencia un dibujante de perso-najes públicos y tampoco un humoristagrafico mudo. Su trazo rápido recuerdaal mexicano Rius o al brasilero Henfil ,este ultimo quien afirmo “El sadismo es elúnico lenguaje del mundo hoy.”

Así como el artista tiene sus Caprichos asítambién registra sus Desastres de la Guerra.“A mi esposo lo decapitaron y yo termine decabeza; de amilia”, dice uno de los per-sonajes de Chócolo, una mujer rodeadade sus niños. Dos uniformados, uno viejo con un libro en la mano y otro jovencon un fusil en la mano, se encuentran

frente a un campesino. El viejo le dice: “El eterno problema semántico. Aunque en eldiccionario de la REAL ACADEMIA dice que

te vamos a matar, en el de nosotros dice que solo te vamos a ajusticiar.” La desoladoracontundencia de su humor negro recuer-da a la novela de Fernando Vallejo, La virgen de los sicarios. “¿Yo explotar a los pobres? ¡Con dinamita!” reflexiona el personajecentral de la novela, un escritor que vuelve

al Medellín de los anos 80 después dedécadas en el auto exilio. “La solución paraacabar con la juventud delincuente? Exter-minen la niñez” es otra de las reflexionesdel escritor/protagonista, quien se ena-mora de un sicario adolescente con quiencomparte sus días en la ciudad. “Las balas

para recargar el revólver se las compró este su servidor, que por él vive. Fui directamente a la policía y les dije: “Véndanmelas a mí, que soy decente. Aparte de unos cuantos libros quehe escrito no tengo prontuario”. “¿Libros dequé?” “De gramática, mi cabo”9.

9 Fernando Vallejo. La virgen de los sicarios. Alfaguara, Madrid, 1994.



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No es coincidencia que tanto Valle- jo como Chócolo, hayan crecido enMedellin, epicentro de los mas intensos

movimientos sociales y económicos delpaís en las últimas décadas. La virgen de los sicarios, como la obra deChócolo, es una novela que responde ala brutalidad real de los personajes quedominan la vida politica en Colombia enlos últimos años. Es el mundo atroz de

Rasguño, Chupeta y Jabón, de Mono-

leche y Macaco, de Romaña y Jojoy. Laimpunidad de los crímenes contra la hu-manidad que han cometido estos sujetos

es una de las preocupaciones centralesde Chócolo, quien ha enfrentado lalínea invisible de la censura y el temoral silenciamiento al que no han escapa-do los humoristas, como lo recuerda elasesinato de Jaime Garzón en 1999. Siel dibujo es la conciencia del artista, el

artista es la conciencia de la sociedad.



trapos



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˜La contemporaneidad del arte en la vida cotidiana˜

Cuando oímos con tono categórico,¡Libertad! ¡Democracia!, nunca nosmolestamos por indagar quién es quiennos prescribe la libertad y por qué lohace, tampoco nos preocupa saber quées lo que anima este espíritu libertario,qué oculta, calla o vela. Sabemos bienque no hay pensamiento sin ocultación,así la mayoría de ciudadanos nos faci-litemos la vida olvidando esta premisa.Quien se atreve a pensar no la olvida.

En sus seminarios, los metafísicosuniversitarios, los más aventajados,escasamente alcanzan a preguntarse ensilencio qué es la libertad, qué es la de-

mocracia, cuáles son las razones secre-tas que la animan. Los ciudadanos y lasciudadanas del común hemos aprendidoque tales preguntas son inoficiosas,que el preguntar es una desgracia, queacarrea mil peligros. El común de losmortales no amamos el peligro. Esta

condición contemporánea es esquivada

por algunos artistas contemporáneos,para quienes Alain Badiou, ha escri-to quince tesis: “la única máxima del

arte contemporáneo es no ser imperial. Loque, también, quiere decir que no debe ser democrático, si democrático signifca: deacuerdo con la idea imperial de la libertad política”1. Ésta es la tesis novena. Sercontemporáneo, entonces, es quebrarlos ejes que estructuran el lengua-

je visado por los imperios a los quesomos tan proclives los seres humanos.Badiou ha señalado cómo la Libertad y la Democracia han sido capturadas y puestas al servicio de las institucionesdel capital.

La libertad que quiere el artistacontemporáneo no es la ordenada porel Imperio. Luchar por la libertad que visa el imperio para recibir medallas

1 http://salonkritik.net/08-09/2009/03/_15_tesis_sobre_arte_contempor.php#more

al soltrapos

*Jorge Peñuela*



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morales en las grandes Bienales delImperio, o para mantener la mesadapor parte de los grandes coleccionis-

tas de arte internacional, no es lucharpor ninguna de las libertades con quehemos soñado, inútilmente, desde hacedos siglos; al contrario, es síntoma dehaber renunciado al peligro de pensar,de estar acomodado en un régimen quesabe cómo gratificar a sus incondicio-nales, manteniéndolos en el star systemdiseñado para tal fin. El artista con-temporáneo sospecha de la democra-cia ordenada por el Imperio, por eso,prefiere parecer no democrático, asícorra el riesgo de ser señalado por elLeviatán Estético como siervo de algunaelite perversa. Leviatán Estético: lacultura diseñada en los medios masivosde comunicación.

Santiago Rueda, nuevo coordinador dela Sala de Exposiciones ASAB, ha reali-zado una de sus primeras curadurías enla Facultad de Artes de la UniversidadDistrital Francisco José de Caldas. Su

propósito es presentar a la ciudada-

nía bogotana y en especial al públicouniversitario, la producción de Chóco-lo, artista de la ironía y el sarcasmo, un

artista que se mueve con espontaneidaden las arenas movedizas de un paísque piensa poco, un país que ha sidoeducado para hacer pereza, sin mayorresistencia. Esta espontaneidad puedeser descrita equívocamente como laingenuidad rasa que despliegan muchosartistas tradicionales y los caracterizan.Pero no hay tal. Por eso es mejor nollamar artista a Chócolo, denominaciónsospechosa para el artista contemporá-neo, así le ofrezca la sombra necesariaque demanda todo pensar.

Rueda dispone en la Sala un conjuntode las caricaturas elaboradas por Chó-colo y que ha circulado por los mediosmasivos de comunicación colombianos,pero que, paradójicamente, conocenmuy pocos. A pesar de que en estosmedios circulan algunos pensamientos,la mayoría no podemos inteligirlos. Noestá de más recordar que la cultura de

masas nos gratifica sistemáticamente



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con actividades que inhiben el riesgode pensar y todo proceso cognoscitivo.Son pocos los que leen en la época del

Imperio. Éste es el secreto mejor custo-diado en las salas de redacción. Nuestrademocracia de masas se fundamenta enla ciudadanía de los brutos, en quienes voluntariamente hemos entregadonuestras competencias para pensar acambio de un poco de espectáculo. Ya noes sólo el pintor el censurado por bruto.

Mediante un montaje sencillo, sinmayores pretensiones historicistas oteóricas, Rueda logra que el trabajo deChócolo sobresalga de manera particu-lar y capture el escepticismo político deuna academia sorprendida con la irrup-ción del día a día en sus aulas. En efecto,

Chócolo captura y sorprende principal-mente a todos aquellos interesados con vehemencia en los proyectos artísticosmás contemporáneos, en los más avan-zados de la época, obsesionados por lasgrandes discusiones teóricas sobre el ha-cer pensar de los artistas. En especial, le

ofrece a la juventud bogotana, tan tiesos,

tan majos, tan serios, tan transcenden-tales, tan dispuestos a librar las guerrasreligiosas del capital, la oportunidad

de liberarse de los controles mediáticosque ejerce el Imperio, les proporcionaalgunas abstracciones que les ayuda ahacer una claridad tenue sobre muchosacontecimientos tan sobreexpuestos, demanera premeditada en/por los mediosmasivos de comunicación, que pocos

logran hacerse alguna idea mediamenteclara sobre lo que con ellos encubre elcapital. El arte proporciona la sombranecesaria para comprender lo que ocul-ta la luz radiante que emiten las lente- juelas de nuestra época, nos ha dicho Agamben. No obstante, me temo que ellogro de Chócolo es momentáneo, el es-cepticismo académico logra escabullirse y evadir sus responsabilidades.

Así todas sus construcciones noexpresen la misma perspicacia y contundencia mostrada en La LibertadOrdenada o en Al ondo a la Derecha, eldibujo de Chócolo es la sombra que nos

permite comprender en algo la crueldad



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del capital, su egotismo, su sordera. Elque todas sus construcciones no logrencausar en nuestro entendimiento los

mismos chispazos, porque nos refuer-zan muchas de nuestras creencias oatavismos, sólo muestra el difícil trabajo del artista que sigue pacientementeel día a día de las violencias cotidianasen nuestras ciudades, los excesos delpoder y la maldición de la crueldad, lacorrupción y la injusticia social con lasque se nos ha logrado domesticar.

Rueda ha denominado a su curaduría La pasión de Chócolo, yo la he interpre-tado como Sacar los trapos al sol. Máscoloquial, pero quizá más cercana allenguaje de Chócolo. No sé si Ruedaha notado que su montaje evoca esa

imagen de ropa tendida al sol, tanfamiliar para nuestra cultura urbana y campesina. Esto es precisamente loque hace el artista, orear unos traposque muchos ciudadanos y ciudadanasprestantes prefieren mantener olorososen sus baúles herméticos y fuertemente

custodiados por el periodismo político

del Imperio. El montaje es tan ligero y fluido como el dibujo de Chócolo, queal ojo inexperto le puede parecer trivial,

nos muestra lo arriesgado del pensar,nos sugiere que cuando nos atrevemos apensar debemos estar prestos a recogernuestros pensamientos, porque encualquier momento el capital los puedecapturar. El capital es quien judicializalas violencias cotidianas en la épocacontemporánea, o lo que es lo mismo,los medios masivos de comunicación.

El trazo de Chócolo logra ubicarseen un entre, lo grotesco fluye espon-táneamente hacia lo ligero y lo trivialhacia lo perspicaz, sin agredir; por esoel entendimiento no le ofrece resis-tencia, al contrario, se le entrega y por

ello mismo logra deleitarse con lasrelaciones más inesperadas que le sonsugeridas, precisamente aquellas quemás le satisfacen al sentido común. Eldiálogo entre el artista y el espectador esfructífero, porque muchas de las ideasdel primero son ampliamente compar-

tidas en secreto por sus lectores, él les



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proporciona una apariencia sensible,como plantean las estéticas clásicas.

Mientras algunos artistas contem-

poráneos defensores de oficio de lalibertad de las instituciones al serviciodel Imperio, de las Grandes Bienales,desesperan por ganarse medallas mo-rales para mantener sus privilegios enlas Bienales del Imperio y la mesada delos Coleccionistas de Arte Internacional,Chócolo nos muestra, concordando conBadiou, que es necesario escapar de lalibertad que hace esclavos, de la libertadque hace del arte un espectáculo para elpopulacho estético: el incondicional dela libertad del imperio de los medios

masivos de comunicación. El lenguajede Chócolo rechaza, quizá sin saberlo,el himeneo de algunos artistas contem-

poráneos con el capital. La academiadebe mirar y reconocer más este campodel pensamiento cotidiano, que portal pasa desapercibido para los pocos y pocas que aún leen y para los muchosque no podemos ver. En esta medidala curaduría de Santiago Rueda en laSala de Exposiciones de Facultad de Artes-Asab de la Universidad DistritalFrancisco José de Caldas, es oportuna y enriquece la experiencia de una Acade-mia sorda a la vida cotidiana.



de imágenes

catálogo

*Chocolo*

La Guerra sucia se lava en casa

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