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LA HABITACIÓN SAGRADA DE LA CIUDAD IBÉRICA DE LA SERRETA POR IGNACIO GRAU Área de Arqueología. Universidad de Alicante RICARDO OLMOS Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC ALICIA PEREA Instituto de Historia. Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC RESUMEN En el siguiente artículo se analiza un departamento con probables funciones sagradas en el asentamiento ibérico de La Serreta (Alcoi-Cocentaina-Penàguila, Alicante). En esta ha- bitación se recuperó un excepcional conjunto material que incluye algunos de los mejores ejemplos de cerámica con decoración figurada de estilo narrativo, una plaqueta de terra- cota que representa una divinidad nutricia, vajilla de impor- tación e instrumental especializado de orfebre. Las caracte- rísticas de este destacado conjunto nos llevan a definir el espacio como un depósito singular y una habitación represen- tativa con posibles funciones religiosas que contribuiría a articular las complejas relaciones sociales y políticas del oppidum ibérico a finales del s. III a.C. SUMMARY In this paper a department with probable sacred functions in the Iberian settlement of La Serreta (Alcoi-Cocentaina- Penàguila, Alicante) is analyzed. In this room an exceptional material record was found that includes some of the better examples of the so-called narrative figured pottery style, the image of a nurse goddess in terracotta, imported vessels and specialized metal instruments. This outstanding ensemble al- lows us to define this space as a singular deposit and a repre- sentative room with possible religious functions, which formed the back bone of the complex social and political relationships of the Iberian oppidum at the end of the 3 rd cent. B.C. PALABRAS CLAVE: Época Ibérica. Antigua Contestania. Prácticas religiosas. Prácticas artesanales. Orfebrería. KEY WORDS: Iberian Iron Age. Ancient Contestania Region. Religious practices. Working techniques. Jewellery. 1. INTRODUCCIÓN: LA DIVERSIDAD DE LAS PRÁCTICAS Y ESPACIOS RELIGIOSOS ENTRE LOS IBEROS 1 No cabe duda del importante avance producido en el conocimiento de los aspectos religiosos del mun- do ibérico en los últimos años. La proliferación de la actividad arqueológica de campo ha aportado nueva información con la que iluminar y revisar la documen- tación proveniente de antiguos trabajos. Pero no sólo se ha producido un importante acopio de evidencias, también han proliferado las propuestas de ordenación, clasificación y síntesis de los lugares religiosos y las prácticas que albergaron 2 . Estamos ante un paradig- ma abierto y por tanto fecundo y creativo. La evaluación del objeto arqueológico, protago- nista absoluto en los estudios pioneros, adquiere hoy un nuevo sentido al interrelacionarse con la informa- ción contextual, su asociación con otros elementos y su concreta ubicación en el espacio y el tiempo. Así la evaluación de las formas arquitectónicas y la ubi- cación de los lugares religiosos en la trama urbanís- 1 Trabajo realizado dentro de los proyectos de investiga- ción, «La construcción de la naturaleza desde el poder: imáge- nes de la Grecia arcaica y de la cultura ibérica» (HUM2005- 00213), «Romanización comparada: los casos de Ilici y Elo» (HUM2006-09874) patrocinados por la Dirección General de Universidades e Investigación, Ministerio de Ciencia e Inno- vación y Ajudes per a Equips Emergents 2007-GRE07-2P de la Universitat d’Alacant. El estudio relacionado con la matriz de bronce y el bloque de plomo se integra en el marco del Pro- yecto «Bases para una investigación arqueométrica y tecnó- mica sobre metalurgia en la Prehistoria y Antigüedad. La Pe- nínsula Ibérica» financiado por el Plan Nacional de I+D+I (HUM2006-06250) que dirige A. Perea dentro del más amplio Proyecto Au, desarrollado en el Instituto de Historia, CCHS, CSIC, Madrid. Agradecemos a D. Josep María Segura Martí, director del Museu Arqueològic Municipal Camil Visedo d’Alcoi, el permiso y todas las gestiones que nos facilitaron el análisis de los materiales arqueológicos. Las figuras 2, 4, 8, 9 y 10 han sido elaboradas a partir de dibujos de Emilio Cortell, Museu d’Alcoi; la figura 14 es de Sara Olmos. 2 El lector interesado encontrará las síntesis más recientes en el catálogo de la exposición Les Ibères (1997), 135-151, en el número monográfico dedicado a los espacios de culto del Quaderns d’Arqueologia i Prehistòria de Castelló, 18 (1997), o en los trabajos Moneo, T. (2003): Religio Ibérica. Santuarios, ritos y divinidades (siglos VII-I a.C.), Madrid y Olmos, R. (2004): «Imaginarios y prácticas religiosas entre los iberos. Perspectivas de un proceso histórico», Archiv für Religionsgeschichte, 6, 111-134, entre otros. Archivo Español de Arqueología 2008, 81, págs. 5-29 ISSN: 0066 6742

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LA HABITACIÓN SAGRADA DE LA CIUDAD IBÉRICADE LA SERRETA

POR

IGNACIO GRAUÁrea de Arqueología. Universidad de Alicante

RICARDO OLMOSEscuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC

ALICIA PEREAInstituto de Historia. Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC

RESUMEN

En el siguiente artículo se analiza un departamento conprobables funciones sagradas en el asentamiento ibérico de LaSerreta (Alcoi-Cocentaina-Penàguila, Alicante). En esta ha-bitación se recuperó un excepcional conjunto material queincluye algunos de los mejores ejemplos de cerámica condecoración figurada de estilo narrativo, una plaqueta de terra-cota que representa una divinidad nutricia, vajilla de impor-tación e instrumental especializado de orfebre. Las caracte-rísticas de este destacado conjunto nos llevan a definir elespacio como un depósito singular y una habitación represen-tativa con posibles funciones religiosas que contribuiríaa articular las complejas relaciones sociales y políticas deloppidum ibérico a finales del s. III a.C.

SUMMARY

In this paper a department with probable sacred functionsin the Iberian settlement of La Serreta (Alcoi-Cocentaina-Penàguila, Alicante) is analyzed. In this room an exceptionalmaterial record was found that includes some of the betterexamples of the so-called narrative figured pottery style, theimage of a nurse goddess in terracotta, imported vessels andspecialized metal instruments. This outstanding ensemble al-lows us to define this space as a singular deposit and a repre-sentative room with possible religious functions, which formedthe back bone of the complex social and political relationshipsof the Iberian oppidum at the end of the 3rd cent. B.C.

PALABRAS CLAVE: Época Ibérica. Antigua Contestania.Prácticas religiosas. Prácticas artesanales. Orfebrería.

KEY WORDS: Iberian Iron Age. Ancient Contestania Region.Religious practices. Working techniques. Jewellery.

1. INTRODUCCIÓN: LA DIVERSIDAD DE LASPRÁCTICAS Y ESPACIOS RELIGIOSOSENTRE LOS IBEROS1

No cabe duda del importante avance producido enel conocimiento de los aspectos religiosos del mun-

do ibérico en los últimos años. La proliferación de laactividad arqueológica de campo ha aportado nuevainformación con la que iluminar y revisar la documen-tación proveniente de antiguos trabajos. Pero no sólose ha producido un importante acopio de evidencias,también han proliferado las propuestas de ordenación,clasificación y síntesis de los lugares religiosos y lasprácticas que albergaron2. Estamos ante un paradig-ma abierto y por tanto fecundo y creativo.

La evaluación del objeto arqueológico, protago-nista absoluto en los estudios pioneros, adquiere hoyun nuevo sentido al interrelacionarse con la informa-ción contextual, su asociación con otros elementosy su concreta ubicación en el espacio y el tiempo. Asíla evaluación de las formas arquitectónicas y la ubi-cación de los lugares religiosos en la trama urbanís-

1 Trabajo realizado dentro de los proyectos de investiga-ción, «La construcción de la naturaleza desde el poder: imáge-

nes de la Grecia arcaica y de la cultura ibérica» (HUM2005-00213), «Romanización comparada: los casos de Ilici y Elo»(HUM2006-09874) patrocinados por la Dirección General deUniversidades e Investigación, Ministerio de Ciencia e Inno-vación y Ajudes per a Equips Emergents 2007-GRE07-2P dela Universitat d’Alacant. El estudio relacionado con la matrizde bronce y el bloque de plomo se integra en el marco del Pro-yecto «Bases para una investigación arqueométrica y tecnó-mica sobre metalurgia en la Prehistoria y Antigüedad. La Pe-nínsula Ibérica» financiado por el Plan Nacional de I+D+I(HUM2006-06250) que dirige A. Perea dentro del más amplioProyecto Au, desarrollado en el Instituto de Historia, CCHS,CSIC, Madrid. Agradecemos a D. Josep María Segura Martí,director del Museu Arqueològic Municipal Camil Visedod’Alcoi, el permiso y todas las gestiones que nos facilitaron elanálisis de los materiales arqueológicos. Las figuras 2, 4, 8, 9y 10 han sido elaboradas a partir de dibujos de Emilio Cortell,Museu d’Alcoi; la figura 14 es de Sara Olmos.

2 El lector interesado encontrará las síntesis más recientesen el catálogo de la exposición Les Ibères (1997), 135-151,en el número monográfico dedicado a los espacios de cultodel Quaderns d’Arqueologia i Prehistòria de Castelló, 18(1997), o en los trabajos Moneo, T. (2003): Religio Ibérica.Santuarios, ritos y divinidades (siglos VII-I a.C.), Madrid yOlmos, R. (2004): «Imaginarios y prácticas religiosas entrelos iberos. Perspectivas de un proceso histórico», Archiv fürReligionsgeschichte, 6, 111-134, entre otros.

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tica o en el paisaje, hoy proporcionan importantes cla-ves de comprensión de los espacios sacros. Recorde-mos al respecto que los más importantes intentos declasificación de los lugares de culto toman como re-ferencia su relación con las áreas de hábitat, con eltejido urbanístico y su interrelación con el paisajenatural. De ese modo se distinguen entre los espaciosde culto vinculados a núcleos urbanos y aquellos em-plazados en un entorno rural y varios asentamientos;dentro de esta horma se clasifican la variedad deespacios reconocidos. La bibliografía al respecto esamplia3.

Tampoco debemos olvidar los importantes avan-ces en el campo de la iconografía, especialmente apartir de su inmersión en el entorno mejor conocidode la imagen mediterránea y su sentido dentro delpropio proceso de las sociedades ibéricas. Ha sidoeste un campo crucial en que se han logrado preci-sar los códigos de representación ideológica de lasaristocracias ibéricas4.

Los avances descritos en estas gruesas pinceladasno pretenden más que mostrar a partir de mojones sig-nificativos el largo trecho recorrido en el conocimientode la expresión religiosa ibérica. Pero también debe-mos hacer referencia a las cautelas con las que debe-mos movernos en un campo tan difícil como fascinan-te. Y ello nos lleva a reflexionar sobre algunos aspectosreferidos a las posibilidades y limitaciones de la ar-

queología, la principal forma de acercamiento a losaspectos religiosos de la sociedad ibérica.

En primer lugar, nuestros caminos de aproxima-ción nos remiten a la materialidad de los cultos y prác-ticas religiosas que enfocamos desde el prisma mejorconocido de la religiosidad mediterránea. Nos situa-mos ante evidencias que se apartan de los contextosfuncionales de uso doméstico o económico y quedestacan por su carácter singular, su monumentalidado su recurrencia. Son espacios y objetos que despuntansobre las restantes evidencias por el cuidado en surealización material, la aparición recurrente de deter-minados tipos de objetos que denotan una deposiciónselectiva e intencional o la localización de conjuntosde objetos con nula funcionalidad práctica. Estas com-binaciones, y otras posibles, no siempre son lo diáfa-nas y elocuentes que quisiéramos para reconstruir laactividad religiosa. De ese modo en ocasiones se hablade «espacios singulares» en los que se produce la in-tersección de los poderes políticos y religiosos, habidacuenta de la ligazón entre la esfera ideológica y delpoder de las sociedades antiguas.

Las evidencias nos sitúan ante las prácticas reli-giosas de mayor visibilidad arqueológica, bien por lodestacado de su materialidad, bien por la frecuenciay reiteración de las actividades. Los bien conocidossantuarios étnico-territoriales fueron los primeros yprincipales sitios religiosos ibéricos en reconocerseprecisamente por el acondicionamiento monumentalde los lugares de culto o por la densa aparición deexvotos, en cualquiera de sus manifestaciones, deforma reiterada y repetitiva. Son las expresiones re-ligiosas en las que intervienen un mayor número departicipantes y atañen a la mayor parte de la comu-nidad, por lo que podríamos denominarlos «cultosoficiales». Más difícil es reconocer las prácticas re-ligiosas más humildes que se escaparían de nuestrosmodos de aprehensión e interpretación.

Ante este panorama, debemos ser conscientes delas dificultades que se derivan del estudio de los es-pacios y prácticas religiosas. Los problemas no sóloemanan de la necesidad de mayor acopio de informa-ción y ejemplos, que sin duda contribuirán en el fu-turo a clarificar infinidad de aspectos, sino de la propianaturaleza del objeto de estudio. Habida cuenta delmosaico cultural ibérico, la heterogeneidad de la do-cumentación y la propia versatilidad del fenómenoreligioso, los intentos clasificatorios deben permane-cer necesariamente abiertos. Pensamos que la búsque-da de símiles, paralelos o patrones a los que asociarlos espacios que analizamos en cada caso concreto nodebe constituirse como una norma rígida, más biendebe ser una inferencia débil. Con ello queremos ad-

3 Lucas, R. (1981): «Santuarios y dioses de la baja épocaibérica». La Baja Época de la Cultura Ibérica. Actas de laMesa Redonda celebrada en conmemoración del 10º aniver-sario de la Asociación Española de Amigos de la Arqueolo-gía. Madrid, pp. 233-293; Prados, L. (1994): «Los santuariosibéricos. Apuntes para el desarrollo de una arqueología delculto», Trabajos de Prehistoria 51, 1, pp. 129-140; Oliver,A. (1997): «La problemática de los lugares sacros en la his-toriografía arqueológica», Quaderns d’Arqueologia i Prehis-tòria de Castelló, 18, pp. 495-516; Bonet, H. y Mata, C.(1997): «Lugares de culto edetanos: Propuesta de defini-ción», Quaderns de Prehistoria i Arqueologia de Castelló,18, pp. 115-146; Domínguez Monedero, A. (1995): «Reli-gión, rito y ritual durante la protohistoria peninsular. El fenó-meno religioso en la Cultura Ibérica». Ritual, rites and reli-gion in Prehistory. 3rd Deya International Conference ofPrehistory, II. BAR International Series, 611. Oxford, pp.25-91; Domínguez Monedero, A. (1997): «Los lugares deculto en el mundo ibérico: espacio religioso y sociedad. Es-pacios y lugares cultuales en el mundo ibérico». Quaderns dePrehistòria i Arqueologia de Castelló, 18, pp. 391-404; Ara-negui, C. (1995): «Iberia Sacra Loca. Sur le pas des Grecsen Occident». Collection Etudes Massaliètes, 4, pp. 17-30;Almagro-Gorbea, M. y Moneo, T. (2000): Santuarios urba-nos en el mundo ibérico. Bibliotheca Archaelogica Hispana,4. Madrid; Moneo, T. (2003), cit. (n. 2).

4 Olmos, R. (ed.) (1992): La sociedad ibérica a través dela imagen, Madrid; Olmos, R. (coord.) (1999): Los iberos ysus imágenes, CD-Rom, Madrid; Aranegui, C. (ed.), Mata,C. y Pérez, J. (1997): Damas y caballeros en la ciudad ibé-rica, Madrid.

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8 IGNACIO GRAU, RICARDO OLMOS, ALICIA PEREA

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vertir de forma preliminar que el estudio del espaciosacro que ahora iniciamos difícilmente encontrará unreflejo fiel en los lugares hoy conocidos. Como vere-mos, se asemejará a algunos lugares pero tambiénencontraremos variaciones respecto a los espaciossacros conocidos del área oriental de Iberia con los quecomparte un común marco sociocultural.

La habitación sagrada que ahora centra nuestraatención es un espacio integrado en la trama urbanís-tica de la ciudad de La Serreta de Alcoi (Alcoi, Cocen-taina, Penàguila; Alicante), el asentamiento principalde la región central de la Contestania en época clási-ca (Fig. 1). La Serreta es un conjunto arqueológicoformado por un gran oppidum que cuenta con un san-tuario territorial y una necrópolis de la llamada épo-ca plena, es decir principalmente en los ss. IV y III a.C.Los recientes trabajos de caracterización del enclavey su papel en la organización del paisaje ibérico con-testano han permitido reconocer la dinámica de ocu-pación del oppidum y su papel predominante en laorganización del poblamiento en la región de Alcoi5.

Tras una primera etapa de ocupación correspondien-te principalmente al s. IV a.C., durante el s. III a.C. seproduce una ampliación de la ciudad a partir de laocupación de las laderas meridionales del cerro en elque se ubica el oppidum. Posiblemente a fines de estacenturia o muy a inicios de la siguiente acaba de for-ma repentina la vida en el poblado y sus estancias ydepartamentos se sellaron con los ajuares en uso en elmomento de su abandono. La recuperación y análisisarqueológico de estos conjuntos cerrados permitenreconocer la importancia del enclave a partir de susevidencias materiales y reconocer la singularidad dealgunas asociaciones, como la que ahora nos ocupa.

La versatilidad y diversidad de los espacios re-ligiosos ibéricos a la que nos hemos referido en lasprimeras líneas de este trabajo no se aprecia única-mente cuando observamos el conjunto de la culturaibérica, también ocurre en oppida particulares don-de en ocasiones se identifican varios lugares sacros.Valga como ejemplo el oppidum de Edeta (Llíria,Valencia) donde se señala la existencia de un tem-plo urbano en los departamentos 12, 13 y 14 de lamanzana 4 y una habitación con posibles activida-des rituales de carácter doméstico en el dep. 41 dela manzana 7, ambos con características y funcionesdistintas6. También se da esta variedad en el oppidumde La Serreta, donde se apuntan diversos puntos dereferencia sacros. El primero de ellos es el célebresantuario localizado en los años 20 en la parte cimerade la montaña a partir de la acumulación de terracotasvotivas7. Este espacio se vincula claramente a la acró-polis de la ciudad y sin duda también al espacio co-marcal, dada la búsqueda intencional del lugar demayor prominencia visual desde el entorno con lafinalidad de favorecer la agregación del paisaje po-lítico que presidía el oppidum. El segundo punto sacrose ubica en la fortificación de acceso a la ciudad. Enel estrato de tierra que sirve de regularización delterreno y asiento de las estructuras de la torre y puertade acceso oriental se encontraron algunos materialesque por su naturaleza sugieren una deposición inten-

Fig. 1. Localización de la Serreta en el marco de laContestania Ibérica.

5 Por mor de la brevedad remitimos a los recientes trabajospublicados para la detallada caracterización del asentamientoy el territorio. Véase Llobregat Conesa, E. A., Cortell Pérez,E., Juan Moltó, J., Olcina Domenech, M. y Segura Martí, J.M.(1995): «El sistema defensiu de la porta d’entrada del poblatibèric de La Serreta. Estudi preliminar». Recerques del Museud’Alcoi, 4, pp. 135-162; Olcina Doménech, M., Grau Mira, I.,Sala Sellés, F., Moltó Gisbert, S., Reig Seguí, C. y SeguraMartí J. M. (1998): «Nuevas aportaciones a la evolución de laciudad ibérica: el caso de La Serreta», en Aranegui, C. (ed.).Congreso Internacional Los Iberos, Príncipes de Occidente(Barcelona, marzo 1998). Barcelona, pp. 35-46. Olcina Do-ménech, M., Grau Mira, I. y Moltó Gisbert, S. (2000): «El sec-tor I de la Serreta: noves perspectives al voltant de l’ocupacióde l’assentament». Recerques del Museu d’Alcoi, 9, pp. 119-144. Grau Mira, I. (2002): La organización del territorio en elárea central de la Contestania Ibérica. Alicante; Idem,(2005), «El territorio septentrional de la Contestania», enAbad Casal, L.; Sala Sellés, F.; Grau Mira, I. (eds.) La Con-

testania Ibérica. Treinta años después. Alacant, pp. 73-90.Olcina, M. (2005): «El Tossal de Manises. La Illeta. La Serre-ta». En Abad Casal, L.; Sala Sellés, F.; Grau-Mira, I. (eds.) LaContestania Ibérica. Treinta años después. Alacant.

6 Aranegui, C. (1997) cit. (n. 3); Bonet, H. (1995): El Tos-sal de Sant Miquel de Llíria: la antigua Edeta y su territorio.Valencia; Bonet, H. y Mata, C. (1997) cit. (n. 3).

7 Visedo Moltó, C. (1922a): Excavaciones en el monte LaSerreta, próximo a Alcoy, Memorias de la Junta Superior deExcavaciones Arqueológicas, 41, Madrid; Idem (1922b): Ex-cavaciones en el monte La Serreta, próximo a Alcoy, Memo-rias de la Junta Superior de Excavaciones Arqueológicas, 45,Madrid.; Idem (1923): Excavaciones en el monte La Serreta,próximo a Alcoy, Memorias de la Junta Superior de Excava-ciones Arqueológicas, 56, Madrid.

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cional de carácter votivo8. Se trata de vajilla de bar-niz negro, un oinochoe de cerámica figurada quemuestra a un guerrero a pie, presto al ataque, al quesigue su caballo y representado entre vegetación floral(Fig. 2), tres terracotas pertenecientes a dos cabezasfemeninas de distintos tipos y un grupo de variasfiguras. Estos materiales en la base de la fortificaciónllevan a pensar en la práctica de un rito fundacionalque sancionase la construcción de la obra defensiva.

El tercer punto donde situamos prácticas religio-sas en el seno de la ciudad de La Serreta es el de-partamento F1 al que dedicaremos atención en estetrabajo. En este caso se trata de una habitación deapariencia doméstica inserta en el entramado urba-no de la ciudad del s. III a.C., pero con un repertoriomaterial y algunas características de su construcciónque diferencian claramente el espacio.

2. ASPECTOS CONSTRUCTIVOS Y ESPACIA-LES DE LA HABITACIÓN SACRA DE LASERRETA

La singularidad de la habitación de estudio vienedada por el destacado ajuar que se recuperó en su in-

terior. Este conjunto se identificó durante el procesode revisión de las excavaciones antiguas en la Serre-ta de los años 50 realizada por uno de nosotros9. Aque-lla investigación permitió contextualizar un conjuntoque reunía algunas de las piezas destacadas del oppi-dum, especialmente en lo que corresponde a la concen-tración de un singular conjunto de imágenes en sopor-tes diversos, como a continuación se detallará. Sinembargo, aunque el repertorio material es la caracte-rística más evidente de la excepcionalidad del espacio,el análisis detallado de las particularidades construc-tivas y su interrelación con la trama urbanística de laciudad ofrece datos relevantes para la interpretaciónde la habitación y su importancia.

La habitación sacra es el departamento número 1del sector F10 (Fig. 3) que constituye un barrio de untípico poblado en ladera cuya morfología urbanísti-ca se adapta a las empinadas laderas del cerro en que

Fig. 2. Oinochoe de cerámica figurada procedente de la fortificación de acceso al poblado. Elaboración a partir de Llobregatet al. (1995) fig. 13.

8 Llobregat et al. (1995) cit. (n. 5): 152-154.

9 Grau Mira, I. (1996): «Los materiales de las excavacio-nes antiguas de 1953 y 1956 del poblado ibérico de La Serre-ta», Recerques del Museu d’Alcoi, 5, pp. 83-120

10 Denominación asignada durante el levantamiento plani-métrico y estudio urbanístico que se realizó de la Serreta ainicios de los años 90, cuando se designaron por orden alfabé-tico los distintos barrios o zonas independizadas del yaci-miento en Llobregat Conesa, E.A., Cortell Pérez, E., JuanMoltó, J. y Segura Martí, J.M. (1992): «El urbanismo ibéricoen La Serreta», Recerques del Museu d’Alcoi, 1, pp. 37-70.

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10 IGNACIO GRAU, RICARDO OLMOS, ALICIA PEREA

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se emplaza La Serreta. Este sector está formado por29 departamentos que se extienden a lo largo tresterrazas paralelas situadas hacia el sureste del yaci-miento y entre las cotas 1.009 y 1.000 m s/n/m. Sudisposición por las laderas se realiza en forma dealineaciones alargadas, con terrazas que siguen lascurvas de nivel. Sobre estas plataformas se constru-yen los departamentos, que se adosan lateralmente.Este tipo de urbanismo geomórfico constituye un

sistema flexible que se adapta a las condiciones to-pográficas del lugar. A la altura de la terraza centraly separado por unos 15 m de las restantes estancias,se localiza el departamento 1, cuya ubicación y ca-racterísticas constructivas lo apartan del patrón mos-trado por los restantes departamentos.

Se trata de una estancia de aproximadamente 3 x5 m, de mayor tamaño que los restantes habitáculos,cuyo lado mayor sigue el sentido de la curva de ni-

Fig. 3. Esquema del urbanismo de la Serreta y localización del sector F y departamento 1. Elaboración propia a partir deLlobregat et al., 1992.

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vel. Le falta el muro oriental, donde presumiblementese situaría el vano de acceso. La cámara se encuen-tra aislada del resto de departamentos, pues a dife-rencia de los restantes habitáculos del sector no apa-recen construcciones adyacentes. Sin embargo, nopodemos precisar a qué distancia empezarían a apa-recer nuevas estancias debido a la falta de excava-ciones en su entorno.

Los restos conservados de los muros son altoszócalos de piedra, realizados con mampuesto irregu-lar trabado con barro y cuyo espesor es de aproxi-madamente 45-50 cms. La forma de las construccio-nes y la disposición junto a la plataforma sugiere laprobable existencia de dos alturas en esta estancia:una planta baja que corresponde a las estructuras aúnconservadas hoy día y cuyo acceso se realizaría des-de la plataforma intermedia y un altillo sobre la cu-bierta de esta primera cámara al que se podría ac-ceder desde la terraza superior. Este esquemaorganizativo se ha reconocido en las recientes exca-vaciones en el sector I11 y es posible suponerlo enotros departamentos de poblado con idéntica dispo-sición y construcciones semejantes, aunque no po-demos asegurarlo debido a las carencias del regis-tro documental.

No consta la detección de ningún equipamiento oelemento constructivo doméstico que pueda observar-se en la actualidad o llamase la atención de los exca-vadores en su momento. Únicamente se alude a unpavimento de tierra apisonada sobre el que se locali-zaron los hallazgos arqueológicos. Al respecto, debe-mos hacer mención de las escasas referencias dispo-nibles de la excavación realizada por el lejano año de1956. Esas mismas carencias de la documentacióndisponible afecta a la contextualización de algunosmateriales. Por ejemplo, sabemos de la existencia deun gran lote de instrumentos de hierro con regatones,clavos, anillas, una azada, cadenas, rejas de arado, etc.aparecidos en el sector12, pero desconocemos cual deellos pudo aparecer en la estancia n.º 113.

El barrio o sector F fue erigido durante el s. III

a.C., a juzgar por las evidencias arqueológicas recu-peradas en su excavación, y por tanto, cabe atribuiresa misma cronología a la construcción de la habi-tación 1. Es precisamente con este barrio de la laderacon el que se vincula estrechamente el departamen-

to de estudio y cabría relacionar su edificación conel proceso de ampliación de la ciudad y, en un sen-tido más amplio, con la constitución del nuevo marcociudadano a fines de la época ibérica plena.

La ubicación del departamento aislado de las res-tantes construcciones de hábitat del sector F y ubi-cado al sudoeste de éstas, permite proponer que sereproduce la orientación y disposición espacial delsantuario sobre la acrópolis con el oppidum, peroahora a escala más reducida. En ambos casos encon-tramos la disposición de los edificios hacia levante,en una orientación hacia el orto solar de posible ca-rácter astronómico. Hacia ese horizonte solar se dis-pone la agregación urbana en el caso del oppidum yel barrio en el caso del departamento de estudio. Deello podría desprenderse, con todas las cautelas, unaaxialidad que reforzaría el carácter sacro de estahabitación.

En segundo lugar, frente al departamento sacro sedispone un espacio de confluencia del tránsito, conun posible espacio abierto que vincula la trama ur-bana que se dispone en tres terrazas al este. Tal or-ganización facilitaría una posible agregación de loshabitantes frente al espacio singular, lo que pudoaprovecharse en las prácticas realizadas en la es-tancia en el supuesto de que la participación deun amplio colectivo requiriera un espacio adecua-do. También la articulación del movimiento desde yhacia el poblado frente a este edificio lo convertiríaen un nexo espacial que contribuiría a subrayar surelevancia.

En conclusión, frente a su apariencia de construc-ción común existen algunas particularidades que sinser excesivamente elocuentes nos indican la singu-laridad del edificio. No parece que se escogiesenpautas de visibilidad material en la construcción deldepartamento, empleando materiales especiales yconstruyendo elementos destacados, pero sí que seaprecian algunos componentes que transmitirían ladistinción del espacio.

En departamentos próximos de la misma barria-da aparecen otras piezas destacadas, algunas excep-cionales con iconografía heroica. Destacamos, sobretodo, una gran jarra (Fig. 4), completamente deco-rada, de la habitación denominada F914. Se trata deuna jarra de asa bífida y cuyo cuello se separa de lapanza con una moldura con sogueado pintado. La

11 Olcina Domenech, M., Grau Mira, I. y Moltó Gisbert, S.(2000), cit. (n. 5).

12 Pascual, V.(1956): «Nuevas excavaciones en La Serre-ta», periódico Ciudad de Alcoi, ejemplar del 4/XII/1956.

13 La habitación n.º 14, integrante del templo urbano deSant Miquel de Llíria también concentraba instrumentos detrabajo, Bonet, H. (1995) cit. (n. 6) y Bonet, H. y Mata, C.(1997) cit. (n. 3).

14 La descripción detallada e ilustración de esta pieza yotras que se detallan en este trabajo se encuentran en GrauMira, I. (1996): cit. (n. 9). También en la reciente obra: Tor-tosa Rocamora, T. (2006): Los estilos y grupos pictóricos dela cerámica ibérica figurada de la Contestania, Anejos deArchivo Español de Arqueología, XXVIII, Madrid.

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Fig. 4. Oinochoe de cerámica figurada procedente del departamento F9.

forma es próxima a la depositada en el fundamentodel torreón de entrada y la iconografía repite el mo-tivo del jinete. En este caso una procesión de tresvarones a caballo, del que se conserva sobre todo elque se sitúa a la izquierda del asa, que es el que ini-

cia el desfile y el que ha sido pintado en primer lu-gar. Es un varón barbado que enarbola lanza, falca-ta al cinto y gran escudo oval. Va calzado con espue-las. La tercera figura es imberbe y lleva al cinto puñalrecto. Podría expresar una agrupación de varones

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ordenados jerárquicamente por edad15. Esta jarra essin duda relevante, pero lo que la diferencia del casoque nos ocupa es el modo de aparición, pues en lahabitación F1 destaca la concentración de un grannúmero de piezas, mientras que en la cámara F9aparece aislada.

3. EL REPERTORIO MATERIAL

3.1. LAS CERÁMICAS IMPORTACIÓN

En el departamento F1 ha sido hallada una redu-cida pero significativa muestra de vajilla helenísti-ca de barniz negro principalmente campaniense A16.Estas piezas han aparecido en escaso número, ape-nas dos piezas de vajilla de mesa y una lucerna, par-quedad de aparición que se compadece bien con laspautas distributivas observadas en el oppidum de LaSerreta, donde hasta el momento no se conocen con-juntos numerosos hallados en un único espacio. Lainexistencia de amplios lotes abundaría en la impor-tancia y el valor de estas piezas que llegan median-te circuitos redistributivos de los bienes de prestigioprocedentes del comercio mediterráneo.

Por lo que se refiere a las formas concretas apa-recidas en el departamento, se trata de un cuenco dela forma Lamb 2717 (Fig. 5, 1), hasta el momento lamás abundante entre las piezas del poblado de laSerreta, como se documenta en la fortificación deacceso18, en el sector B19, en el Sector I20 y en otrosdepartamentos del sector F21. La segunda forma ates-tiguada es el plato Lamb 36, atestiguado por un frag-mento de pared y arranque de borde22. Estos platostambién aparecen en otros repertorios del poblado,como en la fortificación de acceso anteriormentecitada, pero su hallazgo es menos frecuente que loscuencos.

La tercera de las piezas de importación merece unaatención especial, pues se trata de una lucerna hele-nística de cuerpo cilíndrico con pequeña moldura enel disco que corresponde a la forma Ricci D23 (Fig.5, 2). Estas lámparas son poco usuales en los pobla-dos ibéricos y a diferencia de otras piezas de impor-tación, nunca fueron imitadas por los ceramistas ibé-ricos. Por ello se ha propuesto que la iluminaciónestaría estrictamente regida por los ritmos diurnos obien por el empleo de otros recipientes, como lospequeños cuencos de cerámica común empleadoscomo lámparas24. No hay otros recipientes que hu-biesen podido emplearse para iluminar en la estan-cia que nos ocupa. Y cabe destacar que piezas idén-ticas del entorno cercano las encontramos encontextos religiosos, como los que se consideranlugares de culto edetanos: el templo de Sant Miquelde Llíria y el departamento 1 de El Puntal delsLlops25. Esta circunstancia nos indica la importanciade la iluminación artificial o el simbolismo asocia-do a la lucerna como portadora de luz en estos con-textos litúrgicos.

El estudio de la vajilla helenística importada nosfaculta para situar con claridad el momento de aban-dono del espacio, dada la precisión con la que hoyse conocen estas piezas en los contextos ibéricos. Enefecto, las piezas estudiadas se corresponden conun repertorio correspondiente a la producción decampaniense A que es habitual en poblados ibéricosdel último momento de la época clásica ibérica, afines el s. III o inicios del s. II a.C. Correspondena un repertorio formado principalmente por las for-mas Lamb 23, 27, 36, Morel 68 correspondientes algrupo de campaniense A media, definido por Morely datado entre el 200-180, generalmente asocia-dos al avance de las tropas romanas a inicios del

15 Este mismo orden jerárquico plasmado en la panopliaguerrera aparece en el Vas dels Guerrers, citado más adelante.

16 Remitimos a Grau Mira, I. (1996) cit. (n. 9) donde sedescriben detalladamente, analizan y presentan ilustracionesdel repertorio material, aquí únicamente resumiremos las ca-racterísticas principales.

17 Pasta marrón rojiza, fina y dura y con barniz denso, es-peso y poco brillante. En el fondo exterior, marcas de digita-ciones y manchas sin barnizar, propias del proceso de barni-zado por inmersión de estos ejemplares.

18 Llobregat Conesa, E. A. et al., (1995), pp. 135-162, cit.(n. 5).

19 Abad, L. (1983): «Un conjunto de materiales de La Se-rreta de Alcoy», Lucentum, II, pp. 173-197.

20 Olcina Domenech, M., Grau Mira, I. y Moltó Gisbert, S.(2000): cit. (n. 5).

21 Grau Mira, I. (1996), cit. (n. 9).22 La pasta es de color rosado oscuro y su barniz denso y

brillante.

Fig. 5. Cerámica de barniz negro. 1: Cuenco Lamb. 27 decampaniense A; 2: lucerna Ricci D.

23 El pico, alargado y estrecho, con un pequeño apéndicelateral a la derecha, sin perforar. La pasta es rosácea y elbarniz liso y de color rojizo.

24 Teoría propuesta por Luzón, J. M. (1973), Excavacionesen Itálica, Estratigrafía en El Pajar del Artillo (Campaña,1970). E.A.E, 78, Madrid, p. 37.

25 Bonet, H., Mata, C. y Guérin, P. (1990): «Cabezas voti-vas y lugares de culto edetanos», Verdolay, 2, pp. 191-192.

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s. II a.C.26. Frente a esta datación clásica, en la in-vestigación actual existe una tendencia a la revisiónde este aserto, proponiendo que la llegada de estafacies cerámica podría corresponder a los momentosde la Segunda Guerra Púnica a fines del s. III a.C.,puesto que estos tipos ya están presentes en laCartagena Bárquida27.

Además del indicador cronológico preciso, lasvajillas plantean la cuestión de la vinculación de lapresencia bárquida en el área en los momentos de laSegunda Guerra Púnica. En otras ocasiones se haseñalado la clara vinculación comercial de La Serretacon El Tossal de Manises en la costa de Alicante28

de donde procederían los productos del Mediterráneoque se encontrarían en la ciudad del interior. La in-tensa impronta púnica en el fortín alicantino ha lle-vado a su excavador29 a proponer que la construcciónde El Tossal se debe a la política bárquida de forta-lecer su presencia en el litoral oriental de la Penín-sula. Ello supondría una proximidad geográfica y unapresencia comercial, cuanto menos, que no debeobviarse para comprender qué sucedía en La Serre-ta. Por lo que respecta a nuestro estudio, no debe per-derse de vista el elemento púnico como vector trans-misor al mundo ibérico de prácticas y creenciasreligiosas de raigambre mediterránea, especialmen-te intensa en la zona sudoriental de la península.

3.2. LAS CERÁMICAS IBÉRICAS

Las cerámicas ibéricas constituyen el lote demateriales más numeroso recuperado en el espaciosacro. Se trata de un conjunto muy uniforme forma-do por cuarenta y dos piezas pertenecientes a 5 tiposformales distintos y funcionalmente destinados úni-camente a servir de recipientes de almacenaje y des-pensa (Fig. 6). Es decir, un elenco muy limitado detipos dentro de la amplia tipología que ofrece la va-jilla ibérica reconocida en el asentamiento de La

Serreta y que, como veremos, nos servirá para aproxi-marnos a las prácticas realizadas en el lugar. Un se-gundo aspecto que conviene destacar de inicio serefiere a la decoración de estos recipientes, puesexiste un reducido número de vasos que acogen de-coraciones de tipo excepcional con la aparición demotivos de carácter figurativo humano y vegetal queconforman complejas escenas y ricas composiciones.Dedicaremos un epígrafe especial a estos vasos deespecial riqueza decorativa, veamos primeramenteuna breve descripción formal y funcional del conjuntode vasos30.

La cerámica ibérica corresponde exclusivamenteal tipo fino de pasta clara, sin que aparezcan las ce-rámicas de cocina realizadas con pastas groseras dedesgrasantes vistosos y de cocción reductora. En estacerámica fina predomina la decorada con motivospintados de tipo geométrico, bien a base de líneas ofiletes o composiciones más complejas en que inter-viene el pincel múltiple y el compás para crear mo-tivos como círculos concéntricos, los denominadostejadillos, etc…

Corresponden a esta cerámica decorada las pie-zas de despensa o almacenaje doméstico con formascomo urnas de bordes moldurados, con nueve ejem-plares de tamaño mediano, o los kálathoi, represen-tados por tres ejemplares, uno de pequeño tamaño ymotivos geométricos y otros dos de mayor porte condecoraciones complejas. Encontramos también ocholebetas de diversos tamaños; predominan los grandesrecipientes abiertos con decoración de líneas y file-tes, pero aparecen piezas menores con bordes planosy moldurados. Completan este conjunto ocho gran-des tinajas contabilizadas a partir de elementos for-males como sus bordes o por ejemplares casi com-pletos, como el denominado Vas dels Guerrers y otraspiezas con decoración vegetal.

La cerámica común sin decorar está representa-da en nuestro espacio de estudio por las típicas án-foras de cuerpo de odre, hombro redondeado y lige-ro borde saliente con labio almendrado con un totalde trece ejemplares. Ánforas a las que hay que aña-dir otros tres ejemplares que presentan bordes distin-tos, bien de labio plano en dos casos o uno de perfilcuadrangular y cuello cilíndrico que imita las produc-ciones de ánforas ibicencas del tipo ramón T. 8.1.3.1.realizada en pasta ibérica local.

La primera observación que debemos realizar anteeste elenco es que nos encontramos claramente ante

26 Morel, J.-P. (1980): «La céramique campanienne: acquiset problèmes», en Lévêque P. y Morel, J.-P. (eds.): Cérami-ques hellénistiques et romaines. Annales Littéraires del’Université de Besançon, 242, pp. 85-122.

27 Principal-Ponce, J. (1998): Las importaciones de vajillafina de barniz negro en la Cataluña litoral y occidental en els. III a.C., Comercio y dinámica de adquisición en las socie-dades indígenas, Oxford; Idem (2004): «La vajilla de barniznegro itálica de época ibérica en Cataluña. Tradiciones pro-ductivas y prácticas sociales», en Olmos, R. y Rouillard, P.(eds.), La vajilla ibérica en época helenística (siglos IV-III alcambio de era), Madrid; Sala, F. (1998): «Los problemas decaracterización del s. III a.C. en los yacimientos de la Contes-tania»: Arqueo-Mediterránea, 4, pp. 29-48.

28 Olcina, M. et al. (1998) cit. (n. 5).29 Olcina, M. (2005) cit. (n. 5).

30 Por mor de la brevedad, nuestra descripción será nece-sariamente esquemática. En Grau Mira, I. (1996) cit. (n. 5) ellector encontrará un estudio detallado y paralelos tipológicosde las piezas cerámicas aquí sucintamente descritas.

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un contexto que se aparta del que podríamos consi-derar propio de un ámbito doméstico del poblado deLa Serreta, perfectamente reconocido gracias a lascitadas excavaciones en el sector I y la revisión deotros repertorios. En primer lugar, cabe mencionar laabsoluta ausencia de cerámicas de cocina y vajillasde mesa que permitan suponer la presencia de ungrupo doméstico preparando y consumiendo sus ali-mentos habituales. A lo sumo podría pensarse en eluso de la vajilla de barniz negro, un cuenco y unplato, para cubrir el servicio de mesa, pero son es-casas dos piezas para tal fin y no explicarían la ca-rencia de cerámicas para cocinar los alimentos. Ensegundo lugar, predominan los recipientes de despen-sa y almacenaje cuya capacidad de conservación deproductos, en caso de encontrarse en uso al mismotiempo, excedería ampliamente las necesidades deuna unidad doméstica. Antes bien, la concentraciónde 16 ánforas, quizá en un altillo31, casi triplican lasseis recuperadas en la unidad doméstica identifica-da en el sector I32, aunque se aleja de otras concen-traciones notables, verdaderos almacenes identifica-dos en el mundo ibérico. A las ánforas hay que sumarla capacidad de conservación de productos de las

restantes piezas que, en un tamaño u otro, todas pa-recen responder la función de despensa, desde loskálathoi que pudieron conservar frutos carnosos con-servados en miel hasta los grandes recipientes paraalmacenamiento de áridos, cerveza, vino o inclusoagua, como parecen sugerir los análisis realizados enejemplares de otros yacimientos ibéricos33. Debere-mos retener este rasgo funcional del conjunto cerá-mico a la hora de aproximarnos a la función del es-pacio sacro.

3.3. LAS CERÁMICAS IBÉRICAS CON DECORACIÓN

EXCEPCIONAL

Sin apartarse de la función de almacenamientoatribuida, como hemos dicho, algunos vasos acogenuna decoración pintada de carácter excepcional decarácter figurado. En concreto nos referimos al pi-thos con decoración figurada conocido como el Vasdels Guerrers, el kálathos de la paloma, el kálathosde la eclosión vegetal y otros dos pithoi con moti-vos vegetales en una banda central.

Fig. 6. Tipos de recipientes de cerámica ibérica presentes en el departamento F1: 1: ánfora; 2: tinaja; 3: tinajilla; 4: Lebes;5: Kálathos.

31 Carecemos de datos concretos para la ubicación de lasánforas en un altillo del departamento F1, pero apuntamosesta posibilidad por comparación en el modo de aparición enel departamento del sector I.

32 Olcina Domenech, M., Grau Mira, I. y Moltó Gisbert, S.(2000) cit. (n. 5).

33 Inferimos la propuesta de contenidos de los trabajosJuan Treserras, J. (2000): «Estudio de contenidos en cerámi-cas ibéricas del Torrelló de Almazora», en Clausell, G., Iz-quierdo, I. y Arasa, F.: «La fase del Ibérico Final en el asen-tamiento del Torrelló del Boverot (Almazora, Castellón)»,Archivo Español de Arqueología, 181-182, pp. 103-104 yJuan Treserras, J. y Matamala, J. C. (2004): «Los contenidosde las ánforas en el Mediterráneo Occidental. Primeros resul-tados», Arqueomediterránea, 8, pp. 283-291, entre otros.

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Vas dels Guerrers. Se trata de una gran tinaja deforma ligeramente ovalada de 66 cm de altura y59 cm de diámetro máximo, con el borde engrosadoy grandes asas trenzadas (Fig. 7). Se trata de la prin-cipal muestra de decoración figurada de estilo narra-tivo, también llamado Oliva-Lliria, de La Serreta34.Muestra la representación de jinetes e infantes arma-dos en escenas de iniciación, caza y combate, acom-pañados de una profusa decoración vegetal. A travésde la narración en un gran friso continuo se recreauna secuencia de tres hazañas (Fig. 8): la primera deellas muestra un joven que se enfrenta a una fiera;la segunda representa a dos jóvenes jinetes que ca-balgan a la caza de un ciervo; la tercera escena plasmaun combate singular de infantes. Todo ello envueltoen el tiempo mítico que sitúa la música que hacesonar una joven con su diaulós en el inicio de las

escenas. Estos episodios relatan en progreso e inten-sidad gradual la historia o biografía de un héroe, através de un proceso iniciatico.

Kálathos de la eclosión vegetal. Se trata de unvaso de forma cilíndrica con el borde plano vueltoal exterior (Fig. 9). Se conserva incompleto, pues lefalta su base. La pasta cerámica es de color anaran-jado claro en su superficie y ligeramente más oscu-ra en su sección. La decoración está pintada entonos rojizos y cuenta con motivos de dientesde lobo en el borde del vaso y principalmente ungran friso central enmarcado por bandas y filetes;en esta banda se dispone la decoración vegetal com-pleja y profusa, en la que abundan los brotes y zar-cillos, las esquematizaciones en forma de estrellay una franja vertical con ajedrezado jalonada deespirales. Estos elementos se disponen en torno auna gran hoja de hiedra de forma lanceolada de laque parten la mayor parte de los brotes vegetales. Enla parte opuesta del vaso se pinta una hoja tripéta-la representada en sección que preside el panel de-corado.

Fig. 7 y 8. El Vas dels Guerreres. Calco de la decoración de El Vas dels Guerreres. El punteado representa una propuestahipotética de restitución de las figuras perdidas (Dibujo E. Cortell, Museu d’Alcoi).

34 Remitimos al estudio reciente Olmos, R. y Grau Mira, I.(2005): «El Vas dels Guerrers de la Serreta», Recerques delMuseu d’Alcoi, 14, pp. 79-98, donde se ofrece un detalladoanálisis de la pieza; véase también Tortosa Rocamora (2006)cit. (n. 14).

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Fig. 9. Kálathos de la eclosión vegetal.

Kálathos de la paloma. Es un recipiente de cuer-po de tendencia cilíndrica, aunque ligeramente tron-cocónico (Fig. 10). Posee el borde moldurado, la basecóncava y como elemento de sujeción sendas asashorizontales trenzadas, de la que se conserva una. Lapasta cerámica es anaranjada clara y con una capa debarbotina rosada en su superficie; características quecomparte con el Vas dels Guerrers y nos llevan a pre-sumir que tal identidad técnica se debe a que proce-den del mismo artesano y posiblemente de un mismolote de realización, conjetura que se avala con la si-militud de algunos motivos decorativos y del asa tren-zada descrita con función únicamente decorativa y quesingulariza simbólicamente el vaso. La decoraciónestá pintada en tonos vinosos y se compone de un granfriso delineado entre bandas y filetes en el que apa-rece como motivo central una gran paloma picoteandoun bulbo, posiblemente una cápsula de adormidera en

eclosión35. En la parte posterior del friso aparece unagran hoja de hiedra lanceolada que se acompaña delianas y tallos. Bajo el amparo que forma la visera delasa horizontal se pinta una esquematización de bro-te vegetal, comúnmente llamado zapatero, de grantamaño. En la zona inferior, independientemente delfriso central decorado, aparece una banda de semi-círculos concéntricos entrelazados.

Pithos vegetal I. Gran vaso bitroncocónico conborde almendrado y hombro ligeramente marcado quese conserva incompleto, pues le falta el tercio infe-

35 Este mismo motivo de la cápsula de adormidera apareceen otra tinajilla de La Serreta, la núm. 2335. este motivo vege-tal ha sido recientemente objeto de un detallado estudio. Véa-se Mata, C., Badal, E., Bonet, H., Collado, E., Fabado, F.J.,Fuentes, M., Izquierdo, I., Moreno, A., Ntinou, M., Quixal,D., Ripollés, P.P., Sorial, L. (2007): «De lo real a lo imagina-rio. Aproximación a la flora ibérica durante la edad del Hie-rro», Anales de Arqueología Cordobesa, 18, pp. 93-122.

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rior y parte de la zona superior (Fig. 11). Posee elborde engrosado. La pasta cerámica es de color ana-ranjado y la decoración pintada en tono vinoso a basede bandas y filetes que separan dos frisos: en el su-perior aparecen motivos vegetales que no se puedenidentificar con claridad al faltar parte de las paredesdel vaso, pero se intuyen grandes hojas de hiedra,

zarcillos, etc. El friso inferior está compuesto por unconjunto de pequeños círculos concéntricos unidosde forma horizontal y alternando con líneas en zig-zag, por debajo aparecen tejadillos verticales quecompartimentan el espacio en metopas en las queaparecen semicírculos concéntricos, arriba, y líneasen zigzag, debajo.

Fig. 10. Kálathos de la paloma.

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Pithos vegetal II. Gran vaso bitroncocónico conborde almendrado y hombro ligeramente marcado quese conserva incompleto, pues únicamente se recuperóel tercio superior (Fig. 12). La pasta cerámica es decolor anaranjado claro y la decoración de color vi-noso a base de filetes que separan dos frisos, el su-perior con motivos fitomorfos, con restos de dosgrandes hojas de hiedra con forma lanceolada y zar-cillos que las contornean. El friso inferior está ocu-pado por tejadillos en sentido vertical y segmentosde círculos concéntricos.

3.4. LA PLAQUETA DE TERRACOTA

Descripción

Una de las piezas más emblemáticas de la Serre-ta es la conocida terracota comúnmente conocidacomo el grupo de la Diosa Madre (Fig. 13). Aunquetradicionalmente se asocia al santuario, se encontróen la habitación que nos ocupa. Se trata de una pla-queta de arcilla rojiza modelada a mano de 18’2 cmde anchura y 16’7 de altura que muestra un grupo de

personajes en tamaños y actitudes diversas y queestán realizados a partir de un modelado manual dela arcilla de forma esquemática. Preside la escena unagran figura femenina central incompleta, pues care-ce de la cabeza, y que acoge en su seno a dos niñospequeños a los que amamanta. Dentro del esquema-tismo de la representación es posible apreciar un granmanto o velo que cae de la cabeza y que acogería alas figuras lactantes, aunque es difícil distinguir losbrazos del pliegue del vestido. Sin embargo, nume-rosos paralelos apoyan esta función del mostrarse ysimultáneamente acoger, que es protección bajo elmanto divino. Por ejemplo, el mismo motivo y es-quema de representación, la acogida bajo el manto

Fig. 11. Pithos vegetal I.

Fig. 12. Pithos vegetal II.

Fig. 13. Plaqueta de terracota con divinidad nutricia.

Fig. 14. Divinidad nutricia de Megara Hyblea(dibujo de S. Olmos).

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a dos lactantes aparece en la escultura de la diosanutricia de Megara Hyblaea (Fig. 14)36.

Está sentada en un trono que constituye la partetrasera de la pieza. Esta figura central se acompaña desendas parejas de mujeres e infantes de proporcionesmenores a las de la señora sentada, en sus laterales. Losrostros se realizan con un simple pellizco de arcilla enel que individualizan algunos rasgos, como los buclesdel cabello que penden de ambos lados de la cabeza.La figura de la derecha acoge a la figura infantil conel brazo derecho posado sobre el hombro –un gestofamiliar— mientras que con el izquierdo toca el regazode la figura central o el mismo trono, como tambiénaproxima su brazo a la figura sedente la figura infan-til. Por su parte, las figuras de la izquierda tocan eldiaulós que dan sentido singular a una escena envueltaen el entorno de la música37. Entre estas figuras y elpersonaje central aparece una paloma. Una segundapaloma se situaría probablemente en el espacio simé-trico del trono, a la izquierda.

La pieza tiene una base plana y un reverso lisocon un agujero central debido a las necesidades téc-nicas de fabricación. Presenta, por tanto, una única

cara decorada, para ser mostrada de frente38 sobre unapequeña peana o bien en una hornacina.

Paralelos

Este grupo no es único en el yacimiento de LaSerreta. De procedencia indeterminada, pero proba-blemente de la zona de la acrópolis dónde se ubicael santuario, proceden al menos dos figuras muy se-mejantes a la de la habitación F1. Un fragmentomuestra una mujer con el brazo derecho junto alcuerpo y el izquierdo adelantado para acoger proba-blemente a una figura de menor tamaño (Fig. 15).Tendríamos muy probablemente a una madre, o unaadulta, con un niño. Esta figurilla es del mismo ta-ller que el de la plaqueta y responde a un grupo si-milar, si bien la disposición de uno de los brazos esinversa. Lo que es seguro en este segundo caso es queel brazo que se adelanta acogería una segunda figu-ra. No podemos precisar si ambas figuras se asociana un grupo mayor. Una segunda terracota con simi-lar peinado femenino dobla el brazo izquierdo por elcodo tal vez en el gesto de entrar en contacto con unobjeto o personaje a su derecha (Fig. 16). Posible-mente pertenecen a un grupo que ofrece variaciones

Fig. 15. Figura de terracota perteneciente a un grupo. Fig. 16. Figura de terracota perteneciente a un grupo.

36 Nos referimos a la conocida estatua kurotropha de Me-gara Hyblaea custodiada en el Museo Paolo Orsi de Siracu-sa, Sicilia.

37 Sobre la relación de la música, en concreto la aulética,con el ámbito de la diosa, con frecuencia se ha indicado laomnipresencia de este instrumento y en, especial, acompañala aproximación procesional a la Diosa. Véase el Thesaurusof Cultus et Rituum Antiquorum, vol. II. (2004). The PaulGetty Museum, Los Angeles, pp. 347 y sig.

38 Parte de la descripción y las ideas vertida sobre la piezahan sido presentadas anteriormente por uno de nosotros: Ol-mos, R. (2000-2001): «Diosas y animales que amamantan: latransmisión de la vida en la iconografía ibérica», Zephyrus,53-54, pp. 353-378.

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Fig. 17. Fragmento de grupo de terracota con figura centralsedente y fieles a un lado.

Fig. 18. Fragmento de cerámica con decoración figurada querepresenta un hombre que llega desde la izquierda y toca con sumano el respaldo del trono de la divinidad. Para enfatizar elcontacto se han hecho ligeras incisiones sobre la mano pintada.

mente, presentándose, que recuerdan la placa. Entreellos destaca la parte inferior de una terracota incom-pleta que muestra tres figuras. Conforman probable-mente un grupo originario en el que la figura centralsería sedente de mucha mayor anchura y a su dere-cha dos personajes de pie cuyo cuerpo se inclina haciael personaje central. El esquema que proponemos esel de dos devotos junto a la efigie de la diosa (Fig.17). En este caso parece que se reproduce el motivopor un taller distinto. Otras terracotas muy fragmen-tarias corroborarían la existencia repetida de imágenesvotivas en que lo importante es la representación degrupos, tal vez familiares, generalmente en su mos-tración frontal.

El motivo del fiel que se aproxima a la imagendivina lo describe un fragmento cerámico de La Se-rreta (Fig. 18). El hombre en este caso llega desdela izquierda y toca con su mano el respaldo del tro-no de la divinidad. Delante del trono la gran siluetanegra puede ser la prótome de un animal, como unlobo, que enmarca y protege el trono, se intuyen ras-gos del ojo y las fauces abiertas. Pero sobre todo nosinteresa el gesto del fiel. Los dedos excepcionalmentese marcan con incisiones sobre la superficie cerámicapara subrayar el gesto sagrado del contacto. Es elmismo gesto de la mujer y el niño de la izquierda enla placa de terracota.

En definitiva, nos encontramos con la presenta-ción ante la diosa que se transforma en un motivo anteel espectador. Disuelve la espacialidad en frontali-dad, recurso plástico propiamente ibérico.

3.5. LA HERRAMIENTA DE ORFEBRE

Los hallazgos arqueológicos de herramientas quepodemos asignar con exclusividad al trabajo del oroo de la plata son extraordinarios por diversas razo-nes. En primer lugar porque las herramientas delorfebre son objetos que pueden llegar a ser muy es-pecializados, incluso personalizados, fabricados porel propio artesano adaptándose a su forma de hacery trabajar; formas y medios que se transmiten durantegeneraciones, se transforman y reciclan, de maneraque el resultado es una ausencia del documento ar-queológico. En el lado contrario tenemos las herra-mientas versátiles que pueden ser utilizadas paracualquier trabajo metalúrgico sin distinción; entreellas estarían toda una serie de objetos de bronce,como punzones, cinceles, varillas, martillos y mol-des que pudieron emplearse durante alguna fase delproceso de transformación de cualquier metal. Unatercera categoría de herramientas serían aquellas fa-

claras con nuestra placa, pero que a su vez muestranuna unidad de taller. Otros elementos relacionadoscon este grupo es el fragmento de busto femeninomuy desgastado y de mayor tamaño a los descritoshallado en los niveles fundacionales de la fortifica-ción de acceso al oppidum39 y cuyo gran tamaño yafue relacionado en la publicación original como po-sible referencia de la figura central de la plaqueta dela diosa nutricia.

Otros fragmentos procedentes de la acrópolismuestran grupos de varias figuras dispuestas frontal-

39 Llobregat Conesa, E.A. et al. (1995) cit. (n. 5) nota 10,lám. 8.

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bricadas en materiales perecederos que tampoco hansobrevivido al paso del tiempo; la cuerna y las ma-deras duras son materiales perfectamente válidos paradeterminadas tareas de orfebrería y actualmente to-davía se utilizan mazas de madera para la fase finalde procesos de deformación plástica; pero tambiénalgunos materiales marinos como conchas o jibias,y otros vegetales y animales, como textiles y sustan-cias ácidas o aglutinantes.

Existe, no obstante, otra fuente de información quenos permite conocer el tipo de herramientas que seutilizaban en los distintos procesos técnicos del tra-bajo orfebre, que son las huellas y microhuellas detrabajado. Cada herramienta deja sobre la superficiedel metal, o en su estructura interna, una huella ca-racterística que es prueba de su existencia y utiliza-ción; lo mismo que la propia herramienta se desgastay deforma según las peculiaridades de su propio uso.Otra cosa es que seamos capaces de ver e interpre-tar estas huellas correctamente. En general, la lupabinocular de altos aumentos es la herramienta másversátil y útil para el investigador. Por otro lado, laanalítica no destructiva para el conocimiento de lacomposición química del metal o la aleación queestemos estudiando, por cualquiera de los métodosque actualmente están al alcance del arqueólogo, esun paso previo ineludible para no errar en nuestrasinterpretaciones. Estos fundamentos metodológicosse han utilizado en el estudio de la extraordinariaherramienta encontrada en el departamento F1 de LaSerreta de Alcoy.

Una herramienta multiuso

El hallazgo de esta herramienta es extraordinarioporque se trata de la primera vez que se encuentrauna herramienta compleja, es decir compuesta por dospiezas, en un contexto arqueológico controlado. Laprimera pieza es una matriz de bronce con impron-tas en negativo, y la segunda es un bloque de plo-mo de dimensiones similares al de la matriz que sirvepara distribuir la fuerza del golpe en un proceso deestampación. No obstante, la matriz está pensadaigualmente para utilizarse en procesos de deforma-ción plástica directos con hilos y láminas de meta-les nobles. Examinaremos primero la pieza de bronce.

La matriz de bronce

La llamada matriz de Alcoy es un paralelepípe-do de base cuadrangular ligeramente irregular, fabri-

cado en bronce, que pesa 316,40 grs y mide en tor-no a los 6 cm de lado y 1.5 cm de grosor. Sus seiscaras se encuentran trabajadas en hueco con diferentesmotivos y formas para trasladar al oro o la plata. Setrata de la parte pasiva y estática, aquella que reci-be la fuerza del golpe, de una herramienta especia-lizada en procesos de deformación plástica; la parteactiva y móvil se realizaría con herramientas versá-tiles como martillos, cinceles y punzones de diferen-tes tamaños y formas, que no se han conservado,utilizadas directamente, o mediante la intermediacióndel bloque de plomo para distribuir la fuerza y faci-litar la estampación en algunos procesos. Actúa, portanto, como yunque y como matriz, y sobre sus seiscaras o mesas de trabajo se pueden transformar hi-los, alambres, láminas delgadas y chapas gruesas parafabricar tanto elementos estructurales o partes dejoyas, como elementos ornamentales figurados. Es porello que puede ser mejor definida como una herra-mienta multiuso.

Es importante la descripción de todas las caraspara una mejor comprensión de la herramienta y suutilización. Nombraremos las dos caras de base cua-drangular mediante letras, y con números las cuatrocaras rectangulares laterales. Describimos los moti-vos en hueco a través de su positivado en molde desilicona.

Cara A (Fig. 19): el centro del cuadrado que cons-tituye esta cara está ocupado por un motivo de do-ble círculo con semiesfera central, que es punto deconvergencia para cinco espacios rectangulares e irre-gulares, delimitados por líneas y ocupados central-mente por un motivo cuadrangular de menor volumen

Fig. 19. Cara A de la matriz de bronce.

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que la semiesfera central. Podría describirse como unaroseta de rasgos esquemáticos y geometrizados.

Marcando el eje de uno de los ángulos de estamisma cara, aparece un rostro frontal en forma de dosojos enmarcados por un arco abierto y prolongado quefigura las cejas, de cuya parte central surge la nariz(Fig. 20). El trazo es muy superficial, de manera queno creemos se trate de un motivo útil para trasladaral metal, sino de una marca o advocación. Lo mis-mo ocurre con la figura que aparece en el ángulocontiguo, algo más centrada con respecto al lado delcuadrado, trazada de manera más superficial aún. Setrata en este caso de un círculo de puntos que encierraun motivo trazado a línea en forma de bulbo conprolongación recta que se ha descrito como caduceo(Fig. 21); en el espacio puntillado aparecen dos pe-queñas estrellas enmarcando al anterior.

Todos estos motivos ocupan un espacio plano y

liso que presenta multitud de microhuellas fruto delconstante golpeteo de diferentes herramientas al tra-bajar sobre su superficie.

Cara B (Fig. 22): la cara cuadrangular opuesta ala anterior está ocupada por cuatro motivos figuradosde la misma naturaleza, transcritos en diferentes tama-ños. Se sitúan por parejas, atendiendo al tamaño, endos lados contiguos del cuadrado, quedando el restode la superficie metálica sin trabajar. Son cuatro próto-mos de lobo que en su momento se describieron comopalmetas debido a la dificultad de su identificación alno haber verificado los volúmenes en molde de sili-cona. En éste se pueden observar los elementos esque-matizados de las distintas partes de la cabeza del ani-mal transcritos en secuencia de contigüidad conperspectiva cenital: la línea más sobresaliente y pro-longada es la del hocico que marca un eje de simetríaen torno al que se alinean los bigotes, los ojos, lascejas formando ángulo, y finalmente las orejas trian-gulares (Fig. 23). El resultado es un motivo alargado,inorgánico pero muy expresivo, característico de laiconografía ibérica como veremos más adelante.

Fig. 20. Detalle de la máscara grabada sobre la Cara A dela matriz de bronce.

Fig. 21. Detalle del caduceo grabado sobre la Cara A de lamatriz de bronce.

Fig. 22. Cara B de la matriz de bronce.Fig. 23. Detalle de las cabezas de lobo de la Cara B de la

matriz de bronce.

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Las distintas longitudes de los prótomos, midiendodesde el borde bien delimitado del lado del cuadra-do hasta el final del hocico, se agrupan por pares paralas magnitudes del centímetro, es decir, la diferen-cia entre los dos motivos más grandes y los dos más

pequeños es al menos del doble; por su parte las di-ferencias correspondientes a los milímetros se distri-buyen linealmente entre los cuatro motivos. Lasmedidas tomadas son las siguientes: lobo a: 2.6 cm;lobo b: 2.5 cm; lobo c: 1.4 cm; lobo d: 1.3 cm.

Figs. 24-27: 24. Cara 1 de la matriz de bronce.-25. Cara 2 de la matriz de bronce.-26. Cara 3 de la matriz de bronce.-27.Cara 4 de la matriz de bronce.

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La cuantificación de la anchura es imprecisa de-bido a las curvaturas y al desgaste producido por eluso. En efecto, la oquedad de cada motivo es relati-vamente profunda y está delimitada por un área dedeformación del metal en forma de halo estratifica-do; cada estrato corresponde, teóricamente, a unautilización de la herramienta para estampar el moti-vo correspondiente sobre una gruesa chapa de metalque suponemos era plata. La fuerza necesaria paraconseguir trasmitir la forma al metal noble se consi-gue mediante sucesivos golpes de martillo, un procesorepetido que llegó a deformar notablemente el ladocorrespondiente a las cabezas de mayor tamaño.

Se podría pensar que sobre estos zoomorfos sepudieron haber estampado finas láminas de oro oplata. No fue así, puesto que en ese caso no se hu-biera formado el halo estratificado que va hundien-do cada vez más el motivo en la masa metálica. Es-tamos seguros de que la matriz se utilizó durante unperiodo muy prolongado de tiempo para estampargruesas chapas de plata como las utilizadas en lafabricación de algunos brazaletes ibéricos, de losdenominados acintados, que después señalaremos.

Cara 1 (Fig. 24): el rectángulo que delimita estacara actúa como un yunque de estrías, es decir, unamesa de trabajo marcada por distintas líneas, estríasy espacios para dar forma a finas láminas de metalnoble o a pequeños alambres y cintillas. Los moti-vos concretos que aparecen son de izquierda a dere-cha: moldura oblicua; moldura ancha recta; tresmolduras contiguas de distinto tamaño; moldura an-cha enmarcada por líneas.

Cara 2 (Fig. 25): esta cara está muy deformadaporque es la que corresponde al arranque de las cabe-zas mayores de lobo de la cara B; la oquedad de losmotivos zoomorfos y la deformación por trabajadohan reducido la superficie útil, un hecho que el orfe-bre había previsto de antemano porque sólo se mar-caron dos molduras paralelas en el espacio central.

Cara 3 (Fig. 26): yunque de estrías y matriz. Lasecuencia de motivos es la siguiente: tres moldurasde tamaños decrecientes muy superficiales; impron-ta profunda con el volúmen de media bellota conesferilla inferior; dos molduras muy separadas y su-perficiales; ancho espacio plano separado por dosfinas líneas; tres moldurillas finas y superficiales.

Cara 4 (Fig. 27): igual que la cara anterior, seconcibió como yunque de estrías y matriz. Todas lasestrías que aparecen en esta cara son angulares y re-lativamente profundas, por contraste con el resto delas caras que hasta ahora se han descrito, que marcanmolduras curvas; estas características facilitan el tra-bajo no sólo de láminas, sino de hilos. La secuencia

de motivos es la siguiente: tres molduras iguales jun-tas; tres molduras separadas por espacios curvos;bellota muy superficial enmarcada por molduras.

El estado de conservación de esta herramientamultiuso es muy bueno, con una pátina homogéneay estable. Los bordes aparecen con melladuras y es-tán suavizados por el desgaste de uso; también he-mos observado pequeñas huellas de golpes y ralla-duras de distintas herramientas, fácilmente visiblescon luz rasante. Por el contrario, según se despren-de de la observación de los moldes de silicona, to-dos los motivos en hueco están perfectamente deli-mitados y marcados, es decir, la herramienta estabaen perfecto estado de uso cuando se depositó en eldepartamento F1. El mantenimiento de una herra-mienta de este tipo implica limpiar las oquedades paradejarlas libres de restos del trabajo anterior y reha-cer los motivos que se hayan deformado por el uso,sobre todo en el caso de las cabezas zoomorfas.

Hemos realizado una analítica completa por elmétodo PIXE40 para conocer la composición delmetal, en una serie diferente de puntos de los queresulta una aleación de base cobre con contenidos enestaño en torno al 10% y alrededor del 3.5-4% deplomo. Igualmente realizamos un barrido en la be-llota que presenta una huella más profunda para versi detectábamos restos de algún metal noble; en efectopudimos medir la existencia de plata que pensamosprocede de los restos del material trabajado sobre laherramienta.

El bloque de plomo

Es un paralelepípedo de dimensiones muy simi-lares al de la matriz, con un peso de 292,93 grs queconserva las improntas de su última utilización (Figs.28 y 29). En su momento no se identificó como he-rramienta porque presentaba una inscripción en ca-racteres ibéricos, y se clasificó como un plomo ibé-rico inscrito de los habituales41.

El plomo es un metal flexible pero inelástico, quefunde a muy baja temperatura (327 ºC); es muy resis-tente a la corrosión y a los ataques de determinadosácidos porque se reviste de una capa protectora de

40 El estudio analítico de la matriz de bronce se llevó acabo en el Centro de Microanálisis de Materiales de la UAM,Madrid. Agradecemos a su director A. Climent y a M.D.Ynsa todas las facilidades y el conocimiento que pusieron anuestra disposición. Los resultados completos serán objetode una próxima publicación más extensa.

41 Untermann, J. (1990): Monumenta Linguarum Hispanic-arum, III. Die Iberischen Inschriften aus Spanien, 2 vols.Wiesbaden, pp. 573-574, G.1.5

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óxido, por todo ello es un metal que desde la prehis-toria fue más útil de lo que generalmente se piensa, nosólo aleado con cobre, o sustituyendo al estaño parala producción de bronces llamados plomados, sino ensu estado puro, por ejemplo, para la construcción,obras públicas, y en pequeños arreglos caseros, comolañas para los recipientes cerámicos. Su enorme duc-tilidad y ausencia de oxidación son las cualidades porlas que se utilizó también como herramienta pasiva enprocesos metalúrgicos como la orfebrería, en combi-nación con otras herramientas, actuando como apoyo,transmisor o distribuidor de una fuerza aplicada a laconformación de láminas o planchas metálicas. Estees el caso de la matriz y el bloque de plomo encontra-dos conjuntamente en el departamento F1.

La descripción del proceso concreto de estampa-ción con matriz y bloque de plomo está descrita contodo detalle en el capítulo «De opere quod sigillisimprimitur» del tratado De Diversis Artibus escritopor el monje Teófilo en el siglo XI42. La matriz se sitúasobre un apoyo firme, con el motivo para estamparen negativo hacia arriba; encima colocamos la láminametálica, que no debe ser muy gruesa; sobre la lá-mina disponemos el bloque de plomo y con un mar-tillo pesado golpeamos con fuerza sobre él hasta queel motivo de la matriz queda impreso en la lámina.

El bloque de La Serreta presenta una serie de

huellas que coinciden con las de uno de los latera-les de la matriz. Pensamos que esta técnica indirec-ta de estampación no se pudo utilizar con las impron-tas de los prótomos de lobo porque el motivo esdemasiado profundo y estaba pensado para estamparchapas excesivamente gruesas para esta técnica enparticular, aunque es adecuada para todas las demás.

Otro tipo de huellas que aparecen sobre esta pie-za podría indicar la interposición de un fino textil entrela lámina y el bloque (Fig. 28), lo que responde a lanecesidad de evitar las manchas que el plomo puedecausar al entrar en contacto directo con una lámina deoro, y que después son muy difíciles de eliminar.

Finalmente, sobre la cara opuesta a las huellashasta ahora comentadas aparecen otras de herramien-tas, como si se hubieran trabajado láminas metálicasdirectamente sobre el bloque de plomo, actuando éstecomo apoyo flexible para un proceso de repujado. Esen esta cara donde en el momento final de su utili-zación, se grabó la inscripción de caracteres ibéricos(Fig. 29), que aparecen perfectamente impresos, porlo que tenemos que suponer que una vez inscrita, laherramienta no volvió a utilizarse.

Interpretación

La excepcionalidad de este doble hallazgo noradica únicamente en su naturaleza de herramientasespecializadas, sino en la información que contiene

Fig. 28. Anverso del bloque de plomo. Fig. 29. Reverso del bloque de plomo.

42 Brepohl, E. (1987): Theophilus Presbyter und die mittel-alterliche Goldschmiedekunst. Edition Leipzig, pp. 230-232.

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sobre el conocimiento técnico, la organización arte-sanal, económica e ideológica en la que se inscribeel orfebre ibérico.

Desde el punto de vista estrictamente funcional,la herramienta multiuso de Alcoy presenta sorpren-dentes similitudes con el yunque de estrías del de-pósito francés de Génelard (Saône-et-Loire), delBronce final, el conjunto de útiles para el trabajo delmetal más completo de Europa43. Entre otras muchasherramientas para todo tipo de trabajos de deforma-ción plástica, incluía un paralelepípedo de base cua-drangular, en bronce, de dimensiones similares al deAlcoy, cuyas caras menores constituyen mesas detrabajo con distintos tipos de estrías para estamparfinas láminas y conformar hilos, probablemente enmetales nobles. Las dos caras mayores son lisas yfuncionan como simples apoyos para el trabajo. Evi-dentemente se trata en este caso de una convergen-cia tecnológica curiosa, sin más significado que lapersistencia de una buena solución para un proble-ma técnico; también hay que recordar que el conjuntocontenía otros yunques de estrías de formas diversasy adaptados a las diferentes necesidades del trabajode metales de base cobre44.

En la Península ibérica conocemos, hasta la fe-cha, sólo dos ejemplos de yunques de estrías y am-bos son de pequeño tamaño, concebidos para traba-jos de poca envergadura o para el de metales nobles.El primero procede de un depósito del Bronce finalde La Mazada (Zamora), y se trata en este caso deuna herramienta desechada por fallo de fundición quela rompió en dos trozos. La mesa de trabajo es casicircular y en ella aparecen una serie de estrías para-lelas para la deformación de pequeñas láminas oalambres45. El segundo ejemplo procede de excava-ciones de urgencia en la calle Méndez Núñez deHuelva y data del periodo orientalizante46. En estecaso la mesa de trabajo es rectangular, dividida envarias zonas con distintos tipos de molduras, ademásde un motivo de tres círculos formando triángulo.

Estos objetos mencionados ponen de manifiesto

que el yunque de estrías fue una herramienta relati-vamente extendida entre los artesanos metalúrgicosde toda Europa desde el Bronce final en adelante. Másraro es el hallazgo de matrices con motivos figura-dos para estampar y ello sólo a partir de la Edad delHierro. Estos motivos pueden ser de dos tipos, enhueco o en relieve; por ejemplo, sabemos que lasplacas cuadrangulares que forman parte del cinturónde oro de Aliseda con una escena de lucha heroicaentre hombre y león, y otras donde figura un grifo,se estamparon en una matriz47; éste sería el ejemplomás antiguo dentro de nuestro territorio peninsular.Las matrices en bronce más conocidas son las queformaban parte del ajuar funerario de la tumba 100,llamada del orfebre, de la necrópolis ibérica de Ca-bezo Lucero, en Guardamar del Segura (Alicante).Más de medio centenar de objetos especializados enbronce y hierro, entre las que había una treintena depequeñas matrices con diversos motivos figurados enrelieve, componían un juego de herramientas queincluía un yunque de cubo con mesa de trabajo cir-cular y lisa, muy deformada por el uso48.

Una herramienta compleja, compuesta por dospiezas de bronce, es la recuperada recientemente enel yacimiento de Segeda (Calatayud), que en un pri-mer momento se identificó como trefiladora49. Podríatratarse más bien de una prensa para estampar o con-formar láminas o varillas. Se encontró en el espaciode habitación contiguo a la llamada casa del lagar.

La herramienta de bronce de Alcoy es el únicoejemplo que combina en un mismo objeto las funcio-nes de yunque de estrías y matriz en hueco con mo-tivos figurados. La iconografía de los prótomos delobo es otra de las razones de excepcionalidad. Enefecto, procedentes de tesorillos ibéricos de plata50

conocemos toda una serie de joyas, anillos y sobre

43 Thevenot, J.P. (1998): «Un outillage de bronzier: ledépôt de la Petite Laugère è Génelard (Saône-et-Loire)», enMordant, C., Pernot, M. y Rychner, V. (eds.) L’Atelier duBronzier en Europe du XXe au VIIIe siècle avant notre ère.Paris, pp. 123-144.

44 Ehrenberg, M.R. (1981): «The anvils of Bronze AgeEurope», The Antiquaries Journal, LXI, pp: 14-28.

45 Armbruster, B., Comendador, B., Montero, I., Perea, A.y Pernot, M. (2003): «Tools and tool marks. Gold andbronze metallurgy in Western Europe during the Bronzeand Early Iron Ages», en: Archaeometallurgy in Europe. In-ternational Conference. Proceedings, vol. 1. Milan, pp. 255-265, especialmente 258-259.

46 Armbruster, B. et al., (2003) cit. (n. 45), pág. 259.

47 Perea, A. (1991): Orfebrería Prerromana. Arqueologíadel Oro. Comunidad de Madrid. Caja de Madrid, pág. 154.

48 Olcina, M. y Soler J. (1992): Cabezo Lucero. Necrópo-lis Ibérica (Guardamar del Segura. Alicante). Catálogo Ex-posición. Museo Arqueológico de Alicante. Alicante. nº 78-85; Les Ibères (1997): Catálogo Exposición. Paris-Bar-celona-Bonn (1997-1998). Barcelona. nº 71-78. Uroz Rodrí-guez, H. (2006): El Programa Iconográfico Religioso de la‘Tumba del Orfebre’ de Cabezo Lucero (Guardamar del Se-gura, Alicante), Monografías del Museo de Arte Ibérico deEl Cigarralejo, Murcia.

49 Burillo Mozota, F. (2006): «La ciudad estado de SegedaI», en Burillo Mozota, F. (ed.): Segeda y su contexto históri-co. Entre Catón y Nobilior (195 al 153), Homenaje a A. Bel-trán Martínez, Zaragoza, pp. 203-240, fig. 30. Arguis Rey,M.L. (2007): El Museo crece: últimos ingresos, CatálogoExposición, Museo de Zaragoza, pág. 62, fig. 49.

50 Raddatz, K. (1969): Die Schatzfunde der IberischenHalbinsel vom Ende des Dritten bis zum Mitte des ErstenJahrhunderts vor Chr. Geb. Madrider Forschungen, Band 5.Berlin.

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todo brazaletes, que presentan prótomos zoomorfosrematando los extremos abiertos de un aro acintado;las variante son múltiples, y el grado de esquematis-mo de las cabezas muy diverso, hasta el punto quelas identificaciones oscilan entre serpientes, lobos eincluso caballos, variabilidad zoológica que proba-blemente responda a la realidad, pero que no susci-ta acuerdos entre los estudiosos actuales. De entretodos los ejemplares, destacamos una pareja de bra-zaletes procedente del tesorillo de Córdoba, hoy enel Museo Británico51, por su semejanza con las queaparecen en la matriz de Alcoy. Evidentemente nose trata de la misma impronta, pero los recursos dela esquematización son los mismos: perspectiva ce-nital y contigüidad de los elementos anatómicos ali-neados simétricamente en torno al eje del hocico.

Parece redundante, y por tanto inútil, el hecho deque se hayan trabajado cuatro improntas de cabezasde lobo agrupadas en parejas por tamaños, una eldoble que la otra, sin más diferencia aparente. Laconstatación de las medidas ha puesto de manifies-to que existe un pequeño escalonamiento en los ta-maños, en el rango del milímetro, que separan lascuatro improntas. Hemos encontrado un rasgo simi-lar en otra matriz, ya de época romana, con cuatrocabezas de serpiente agrupadas igualmente por pa-rejas, procedente de Alchester (Oxfordshire), hoy enel Ashmolean52. Este modo de disponer las impron-tas no puede responder más que a una razón econó-mica derivada del modo de producción, probablemen-te orientado hacia un mercado que controlaba losprecios de manera muy ajustada, lo que indica el altogrado de mercantilismo que alcanzó la producciónorfebre en época ibérica. No debemos olvidar quehacia mediados del siglo IV a.C. los orfebres de laciudad de Cádiz se regían por un modo de produc-ción altamente desarrollado, con una oferta de pro-ductos seleccionados por precios y fabricados enserie53.

Otros motivos iconográficos presentes en la ma-triz son dos bellotas, de diferente tamaño y configu-ración. El motivo es muy frecuente en la orfebreríaibérica desde época orientalizante hasta la romana,y sería tedioso enumerar los ejemplares conocidos,pero todos ellos están relacionados con objetos que

hacen alusión a la fecundidad, como las bellotas dela diadema áurea de extremos triangulares de LaPuebla de los Infantes (Sevilla)54, o con objetos ri-tuales como los vasos de cuello abocinado de Tivi-sa55, conjunto asociado a otros objetos en donde laimagen del lobo es protagonista. Las improntas deAlcoy presentan todos los rasgos de este fruto demanera detallada y naturalista.

La roseta que preside la cara A podría ser unaesquematización de la más orgánica orientalizante,pero quizá en este caso deberíamos suponer que elorfebre estaba más interesado en representar unombligo, la semiesfera central con su significadocosmogónico, que el conocido elemento vegetal. Unesquema similar aparece en un colgante de plata delconjunto de Salvacañete56 que reproduce una pateraen miniatura con omphalos rodeado de un doble cír-culo y líneas marcando unos pétalos geometrizados.

En cuanto a lo que hemos considerado marcas oadvocaciones, en cualquier caso improntas no funcio-nales, parecen responder igualmente a ese espíritumercantilista que se desprende de la propia organi-zación de la herramienta, si aceptamos la interpreta-ción del símbolo encerrado en el círculo puntilladocomo un caduceo, y los dos ojos como el rostro fron-tal de una diosa que podría asimilarse a Tanit. Nocreemos que deban ser leídas como marcas de orfe-bre, más bien parecen dedicaciones a la divinidad quepuede propiciar y proteger el proceso de produccióndentro del entramado económico del grupo.

Con respecto al bloque de plomo con inscripciónque completa la utilización de la matriz de bronce,tenemos que destacar lo excepcional de su hallazgo,pues si bien se conocen algunos pequeños fragmen-tos de plomo asociados a herramientas de metalúr-gico, nunca se había encontrado un bloque de lasdimensiones y características como el que presenta-mos en esta ocasión. En este sentido, la valoraciónconjunta del ajuar aparecido en el departamento F1es determinante para conocer la naturaleza de esteextraordinario hallazgo.

4. LECTURA ICONOGRÁFICA Y ESPACIAL

La habitación concentra una gran riqueza y varie-dad de objetos y de elementos iconográficos. Tieneuna función de tesaurización, de depósito sacro, don-

51 Raddatz, K. (1969) cit. (n. 50): lám. 6.52 Henig, M. (1999): «A jeweller’s die from Alchester,

Oxfordshire», The Antiquaries Journal, LXXIX, pp. 388-389.

53 Perea, A. (2000): «Comportamientos de mercado en laproducción orfebre del taller de Cádiz», en Fernández Uriel,P., González Wagner C., López Pardo, F. (eds.) Intercambioy Comercio Preclásico en el Mediterráneo. I Coloquio delCentro de Estudios Fenicios y Púnicos. Madrid, pp. 281-292.

54 Perea, A. (2006): «Entre la metáfora y el mito. La repre-sentación simbólica de lo femenino en la sociedad ibérica»,MARQ Arqueología y Museos, 01, pp. 49-68.

55 Raddatz, K. (1969) cit. (n. 50): lám. 7156 Raddatz, K. (1969) cit. (n. 50): lám. 53,1

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29LA HABITACIÓN SAGRADA DE LA CIUDAD IBÉRICA DE LA SERRETA

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de aparecen relacionadas cerámicas comunes y pie-zas extraordinarias. Es insólita la acumulación deimágenes y piezas excepcionales que por sí solasdestacan entre el amplio repertorio material de lacultura ibérica y que aparecen concentradas en unsólo departamento de un oppidum, de ahí la impor-tancia incuestionable del espacio. Las piezas acumu-ladas en la cámara 1 nos llevan a pensar en dos gru-pos de funciones y prácticas distintas: mostrar yguardar o utilizando una dicotomía en términos masconnotados religiosamente: ostentar y conservar,como estrategia de la memoria que es la tesauriza-ción. Se ostentan, pues, imágenes que transmitenmensajes de carácter no-verbal mediante unos códi-gos iconográficos compartidos y preciosos, articula-dos sintácticamente. De forma simultánea se guardande forma colectiva productos e instrumentos, es de-cir, se agrupan las bases materiales de la perviven-cia del grupo. Ambas funciones aparecen interrela-cionadas pues son los mensajes ideológicos los quepermiten y avalan la tesaurización. Trataremos deofrecer algunas lecturas derivadas del análisis con-textual y cruzado de los datos disponibles para do-tar de sentido al espacio y las prácticas que albergó.

Iniciaremos nuestras reflexiones fijando la aten-ción sobre la acumulación de imágenes. La habita-ción es un microcosmos espacial que acumula unriquísimo conjunto de elementos que están entre siestrechamente vinculados. Ese conjunto permite unalectura nueva y enriquecedora del espacio.

La plaquita es en sí misma una representacióngráfica de ese espacio sacro. Estamos ante un mun-do exclusivamente femenino presidido por la figuradivina, caracterizada por sus proporciones superio-res y por su centralidad en la escena. Ella preside yarticula el espacio, se muestra en él. La diosa acogea los dos lactantes en su seno y a ella se acercan lamujer de la izquierda con otro niño, al que presen-ta. El grupo de la derecha —de nuevo una mujer yprobablemente una niña— realizan un acto cultual através del diaulós. Es un indicio de la vinculación yaprendizaje de la música en el entorno sacro.

La figura de la auletrís nos enlaza con el Vas delsGuerrers. La figura ritual —muchacha que pertene-ce a la diosa— nos introduce en el relato mítico delvaso: la iniciación de un joven a través de tres mo-mentos o pasos: la lucha con el monstruo, la caza delciervo acompañado de un igual, un compañero ya ini-ciado, a caballo y por último, el certamen heroico,la lucha que lo introduce definitivamente en el mundode los adultos y le concede el estatus de guerrero57.

Hay pues una prolongación entre la placa votiva yel vaso, a través de una secuencia de edad. El ama-mantamiento no agota su ámbito de actuación de ladiosa. La kourotrophía debe ser larga, no concluyecon el don de la leche de la generosa nodriza divi-na. La Señora se seguirá ocupando de los niños y losjóvenes que parecen con las mujeres en la plaquetay también del joven protagonista de la historia na-rrada en el Vas dels Guerrers. Como una presenciainvisible o acaso mostrada en su símbolo vegetal queaparece en las escenas que relatan la iniciación mo-délica del joven. La roseta, que acompaña al jovenjinete y al guerrero, es vigor de su rostro y de suspiernas así como del caballo por él cuidado, podríaser una alusión al poder y presencia de la Señora ensu territorio. El mensaje parece claro, es la Diosaquien protege y cuida al héroe. Con su participaciónen la exaltación de los valores heroicos sanciona elpoder del elegido y el orden social desigual estable-cido sobre la base de la superioridad del príncipe.

La naturaleza se erige como escenario de los su-cesivos pasos de iniciación. La sobreabundancia y eldinamismo de los elementos vegetales se muestranclaramente en los grandes vasos figurados. Y entreellos aparece el ave, representada en la terracota yel gran kálathos. El ave cumple diversas funcionesen el ámbito divino. En la plaqueta acompaña el tronoy a la diosa, como en la dama sedente del Cigarra-lejo y la misma dama de Baza. Cuidan y fecundansu jardín, como vemos en el gran cálato, donde la granave pica en las granadas o adormideras. Y anuncianla muerte del ciervo herido en el Vas dels Guerrers,posándose en el lomo del cuadrúpedo. Es una formade indicar que también el ciervo es posesión divina.

Por último la presencia del lobo, como animal defronteras. Las flautas de la auletrís con vestido ritualdel gran vaso están rematadas con cabecitas de lobo,precisamente casi en contacto con la escena del en-frentamiento del adolescente con la fiera. El mismoinstrumento musical nos indica que está configura-do así para ritmar una hazaña precisa. El lobo cubrirála cabeza del ya iniciado en las sucesivas hazañas deeste vaso. Pero además la matriz de orfebre repite adiversos tamaños la cabeza frontal del lobo que re-mata pulseras en plata de los aristócratas. De nuevoun signo de la vinculación de la divinidad y el ini-ciado.

Apuntemos un segundo aspecto. La terracota esuna imagen de grupo, pues la Señora amamanta ados pequeños y junto a ellos aparecen posiblemen-te dos madres que presentan sus hijos a la Diosa. Serefuerza la idea de participación múltiple. Es uncolectivo que se vinculará con un lazo más allá del57 Olmos, R. y Grau Mira, I. cit. (n. 34).

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30 IGNACIO GRAU, RICARDO OLMOS, ALICIA PEREA

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parentesco, son syntrophoi. Han sido bendecidos elmismo día y han recibido la misma leche de la Dio-sa58. Nuevas fórmulas que nos muestran los nuevoslazos que van más allá de los vínculos consanguí-neos y que estructuran las formas de agregaciónsocial en el oppidum ibérico.

Junto a estas imágenes se conservan otros bienesmateriales. Ya nos hemos referido al predominioabsoluto de las funciones de almacenamiento y des-pensa del amplio conjunto de recipientes cerámicos.Ello sugiere que en el departamento F1 se concen-traban la producción de un amplio colectivo de cam-pesinos, un grupo suprafamiliar, captada y almace-nada al amparo de prácticas religiosas. Quizá setratase de las primicias y otras porciones de los fru-tos del campo y del trabajo ofrecidas a la divinidadque preside el lugar. Junto a la producción agrícolaenvasada en recipientes cerámicos también se guar-dan los medios de producción, en especial el excep-cional instrumento de orfebre y algunas herramien-tas agrícolas que se mencionan en las notas deexcavación pero que hoy no han podido ser recono-cidas. Esta misma asociación se encuentra en algu-nos espacios edetanos y en otros lugares59. Ello nossitúa en la intersección de las prácticas religiosas ysocioeconómicas del oppidum. Los aspectos sacrosy simbólicos cimientan las relaciones que permitenla vinculación de un grupo social, la captación de ex-cedentes y el control de los medios de producción porparte de los grupos dominantes de la sociedad. Esdecir, procesos ideológicos que avalan la formacióny consolidación de la sociedad clientelar ibérica de-finida por A. Ruiz y M. Molinos60. En este caso con-creto, se trataría de la ubicación de prácticas religiosasde carácter colectivo en una dependencia urbana conuna clara función de agregación y vinculación social.

En el contexto social ibérico de esta época se hansuperado las relaciones consanguíneas propias de lasociedad parental y se deben crear nuevos vínculosidentitarios que permitan la construcción del nuevolinaje aristocrático. El fundamento del nuevo modelosocial reside en la existencia de un estamento aris-tocrático que institucionaliza su posición preeminentey un grupo dependiente que se vincula al aristócra-ta. Cabe por tanto, reforzar los lazos ideológicos quereformulan las relaciones de grupo y sancionan laposición predominante del grupo aristocrático. Y enesas claves de lectura se puede interpretar las imá-genes y los mensajes que transmiten.

Las prácticas religiosas dirigen su objetivo haciael afianzamiento unas fórmulas de relación ciudada-nas bajo nuevos vínculos políticos sancionados conprácticas rituales. Es el ámbito de lo sagrado el quearropa los procesos sociales que nos ayudan a enten-der la articulación suprafamiliar ibérica y la comple-jidad que adquiere a través de diversos grupos de edady género. El tema no es nuevo, pues ejemplos seme-jantes se diseminan en contextos mediterráneos61 quenos aportan luz para interpretar los testimonios ibé-ricos y dan cuenta de la intensidad de las relacionesen ese entorno cultural.

Otras cuestiones y temas de extraordinario inte-rés surgen a medida que profundizamos en el análi-sis de esta habitación sagrada. Las relaciones entreel artesanado especializado y el ámbito religioso re-querirían un estudio pormenorizado. También losaspectos de representación espacial y perspectiva delas imágenes, pues las dos piezas principales se pro-yectan con esquemas de presentación diferentes: lafrontalidad de la plaqueta frente a la circularidad delvaso decorado; una requiere estatismo, el otro mo-vimiento. Por último, la profundización en los temasaludidos de la forma y significado de la iniciación enel mundo ibérico deberán ser objeto de futuros tra-bajos que aborden esta temática específica. En fin,escogimos algunas claves de lectura entre tantas otrasque se acumulan como lo hicieron los preciosos ob-jetos de esta cámara singular.

58 Olmos, R. (2000-2001) cit. (n. 38): pp. 366-367.59 En el citado Dep. 14 del Tossal de Sant Miquel de Llí-

ria, Bonet, H. (1995) cit. (n. 6), o en Mas Castellar de ElPontòs, donde se localizan herramientas de hierro junto conotros objetos votivos en el relleno ritual del foso-silo 101.Pons, E. (1997): «Estructures, objectes i fets cultual en eljaciment protohistóric de Mas Castellar (Pontòs, Girona)».Quaderns d’Arqueologia i Prehistòria de Castelló, 18.pp. 71-89.

60 Ruiz, A. y Molinos, M. (1993): Los iberos. Análisis ar-queológico de un proceso histórico. Barcelona. Ruiz Rodrí-guez, A. (1998): «Los príncipes Iberos. Procesos económicosy sociales», en Aranegui, C. (ed.): Congreso InternacionalLos Iberos Príncipes de Occidente (Barcelona, marzo,1998), pp. 285-300. Barcelona.; Idem, (2000): «El conceptode clientela en la sociedad de los príncipes», en Mata, C. yPérez, G. (eds.) III Reunió sobre Economia del Món Ibèric.Saguntum-PLAV, extra 3, Valencia, pp. 11-20.

61 En otros trabajos uno de nosotros ha abordado el temade la presentación de niños, la nutrición y la tutela de la dio-sa en ejemplos del Mediterráneo como Locri, Villa Albani oIcaria, Olmos, R. (2000-2001) cit. (n. 38) pp. 367.

Recibido el 10-03-08.Aceptado el 15-05-08.