la honestidad

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La honestidad es una cualidad de calidad humana que consiste en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad (decir la verdad), de acuerdo con los valores de verdad y justicia. Se trata de vivir de acuerdo a como se piensa y se siente. En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los demás, y del sujeto consigo mismo. Dado que las intenciones se relacionan estrechamente con la justicia y se relacionan con los conceptos de "honestidad" y "deshonestidad", existe una confusión muy extendida acerca del verdadero sentido del término. Así, no siempre somos conscientes del grado de honestidad o deshonestidad de nuestros actos. El autoengaño hace que perdamos la perspectiva con respecto a la honestidad de los propios actos, obviando todas aquellas visiones que pudieran alterar nuestra decisión. LA HONESTIDAD Y SUS NIVELES En su nivel más superficial, Li: todas aquellas acciones realizadas por una persona objeto de construir la sociedad ideal, y destinadas a cumplir sus deseos, ya sea a corto plazo (mal) o a largo plazo (bien). Admitir que se busca la gratificación inmediata, con todo, puede contribuir a transformar un acto malo en uno peor, del mismo modo que ocultar las intenciones a largo plazo puede empeorar una buena

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La honestidad es una cualidad de calidad humana que consiste en comportarse y expresarse con

coherencia y sinceridad (decir la verdad), de acuerdo con los valores de verdad y justicia. Se trata

de vivir de acuerdo a como se piensa y se siente. En su sentido más evidente, la honestidad puede

entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas;

en otros sentidos, la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los demás, y del sujeto

consigo mismo.

Dado que las intenciones se relacionan estrechamente con la justicia y se relacionan con los

conceptos de "honestidad" y "deshonestidad", existe una confusión muy extendida acerca del

verdadero sentido del término. Así, no siempre somos conscientes del grado de honestidad o

deshonestidad de nuestros actos. El autoengaño hace que perdamos la perspectiva con respecto a

la honestidad de los propios actos, obviando todas aquellas visiones que pudieran alterar nuestra

decisión.

LA HONESTIDAD Y SUS NIVELES

En su nivel más superficial, Li: todas aquellas acciones realizadas por una persona objeto de

construir la sociedad ideal, y destinadas a cumplir sus deseos, ya sea a corto plazo (mal) o a

largo plazo (bien). Admitir que se busca la gratificación inmediata, con todo, puede

contribuir a transformar un acto malo en uno peor, del mismo modo que ocultar las

intenciones a largo plazo puede empeorar una buena acción. Un principio fundamental en

esta teoría es la de que una buena persona debe mostrar sus sentimientos sinceramente en

su rostro, de forma que facilite la coordinación de todos en la consecución de mejoras a

largo plazo. Esta sinceridad, que abarca incluso a la propia expresión facial, ayuda a lograr la

honestidad con uno mismo, y a que las actividades humanas resulten más predecibles,

amigables y placenteras. En esta primera versión, la honestidad se logra buscando

únicamente el propio beneficio.

En un nivel más profundo que el Li se encuentra el Yi, o la bondad. En este nivel no se

persigue ya el propio interés, sino el principio moral de la justicia, basado en la reciprocidad.

También aquí es importante el aspecto temporal de las acciones, pero en este caso como

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lapso de tiempo. Así, por ejemplo, dado que los padres dedican los tres primeros años de

vida de sus hijos sólo a cuidarlos, los hijos deben guardar luto los tres primeros años tras la

muerte de los padres. En este nivel uno es honesto acerca de sus propias obligaciones y

deberes, incluso cuando no hay nadie que los juzgue o que se vea inmediatamente

afectado. Esta parte del código moral se relaciona con el culto a los antepasados, que

Confucio hizo normativo.

El nivel más profundo de honestidad es el Ren, desde el cual surgen el Yi y por tanto

también el Li. La moral de Confucio se basa en la empatía y la comprensión de los demás, lo

que requiere una auto comprensión previa, de la que nacen las normas morales, más que de

un código ético previo, otorgado por alguna divinidad. La versión confucionista del

Imperativo categórico consistía en tratar a los inferiores como te gustaría que tus superiores

te tratasen a ti. La virtud se basa en la armonía con los demás, y en la aceptación de que en

algún momento de nuestras vidas todos estamos a merced de otras personas. La honestidad

consiste por lo tanto en ponerse en el lugar hipotético de la propia vida futura, y la de las

generaciones pasadas y venideras, y elegir no hacer o decir nada que pueda mancillar el

honor o la reputación de la familia

EL SER HONESTO y EL DESHONESTO

Ser honesto es ser real, auténtico, genuino. Ser deshonesto es ser falso, ficticio, impostado. La

honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás. La deshonestidad no respeta a la

persona en si misma ni a los demás. La honestidad tiñe la vida de apertura, confianza y sinceridad, y

expresa la disposición de vivir en la luz. La deshonestidad busca la sombra, el encubrimiento, el

ocultamiento. Es una disposición a vivir en la oscuridad.

La deshonestidad no tendría ningún papel en un mundo en que imperara la realidad y estuviera

habitado por seres humanos plenamente conscientes. Desgraciadamente, debemos de convivir con

la deshonestidad. Los humanos, abrigamos una variedad de tendencias e impulsos que no

armonizan espontáneamente con la razón. Los seres humanos necesitan práctica y estudio para

convertirse en personas benévolas en las que retomar la chispa divina de la que emergimos. En ese

intento hacen muchas cosas que la prudencia les aconseja ocultar. Mentir es una “fácil”

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herramienta de ocultamiento y, cuando se emplea a menudo, pronto degenera en un vicio que

arrastra hacia lo contrario.

COMO SE CULTIVA LA HONESTIDAD?

¿Cómo se cultiva la honestidad? Como la mayoría de las virtudes, conviene desarrollarla y

ejercitarla en armonía con las demás. Cuanto más se ejercita, más se convierte en una disposición

afincada. Pero hay una respuesta rápida que se puede dar en tres palabras: tomarla en serio.

La

honestidad constituye uno de los valores más importantes en la formación de la personalidad del

niño al ser la base de relaciones personales en las que la proyección hacia el otro implica un afecto

personal desinteresado, y un respeto que se fortalece a través de las mismas interrelaciones.

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Para desarrollar la honestidad en el niño es preciso formar nociones, conocimientos, habilidades,

emociones, vivencias, sentimientos, que los preparen para una conducta honesta, que es necesario

aprender. Por su propio desarrollo evolutivo el niño de la primera infancia cree que todo le

pertenece, que todo gira entorno a él, y por lo tanto, todos los objetos del mundo circundante son

suyos, así como aprobadas todas las acciones para obtenerlos, este egocentrismo inicial va

cediendo poco a poco a comportamientos mas socializados, que lo obligan a no mentir, a no utilizar

medios no adecuados, para obtener lo que quiere. Es por eso que en la formación de una cultura de

paz la honestidad se convierte en un pilar de la misma.

El saber que se puede o no se puede hacer, y que conducta es buena, es un aspecto fundamental

en el desarrollo de la honestidad. Conocer porqué un comportamiento honesto logra buenos

amigos y un reconocimiento moral, es básico para desarrollar este valor en los niños de esta edad.

Esforzarse por hacer algo útil en beneficio de los demás, sin esperar recompensa y solo por el hecho

de hacerlo es importante para estos fines.

Como se destaca, la honestidad es un valor o concepto general que engloba otros más específicos,

como es el respetar a los demás, no apropiarse de lo ajeno, ser sincero en las relaciones, no mentir,

decir siempre la verdad. Es una cualidad bastante abstracta de comprender para un niño en la

primera infancia, y que solo mediante comportamientos particulares logra poco a poco

consolidarse como un valor general.

Se debe reconocer que la honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para

la amistad, para la auténtica vida comunitaria. Pero se debe tomar en serio por sí misma, no “como la

política más conveniente”. Hay una gran diferencia entre tomar en serio la verdad y no dejarse pillar.

Los padres a menudo decimos “que no te pille de nuevo”, y es comprensible, pero una vida buena y

honesta es más que eso. El desarrollo moral no es un juego de “píllame si puedes”. Conviene

concentrarse en lo que importa de verdad, la clase de persona que uno es, y la clase de persona que

uno quiere ser.

LA HONESTIDAD EN LAS RELACIONES HUMANAS

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La honestidad puede convertirse en un valor que se viva cotidianamente con los demás, tratando de no perjudicar o herir susceptibilidades, lo cual se puede dar cuando les atribuimos defectos que no tienen o juzgando con ligereza su actuar; incluso, evitando sacar provecho u obtener algún beneficio a costa de sus debilidades o de su ignorancia; procurar no apropiarnos de aquella información importante para la empresa en que trabajamos, o de aquel problema que nos ha confiado nuestro paciente o cliente que ha solicitado nuestra ayuda; tratar de no generar discordia y malos entendidos entre las personas que conocemos; señalando con firmeza el grave error que se comete al hacer calumnias y difamaciones de quienes que no están presentes; devolviendo con oportunidad las cosas que no nos pertenecen y restituyendo todo aquello que de manera involuntaria o por descuido hayamos dañado..

Si realmente pretendemos ser honestos, debemos empezar por enfrentar y asumir con valor nuestros defectos, buscando aquella manera que resulte más eficaz para superarlos, llevando a cabo acciones que mejoren todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia, a nuestros semejantes. Ello supone aprender a rectificarnos ante un error y cumplir con nuestras labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.