La imagen social del anciano - Horarios de los centros asociados...

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58 José María QUINTANA CABANAS CAMPO, S. del (1994): Tendencias Sociales en España (1960-1990). Madrid: Fundación BBV. CAPODIECI, S. (1998): La edad de los sentimientos. Barcelona: Herder. CARSTENSEN, L.L.; EDELSTEIN, A.A. (1989): Gerontología Clínica. Intervención y psicología social. Barcelona: Martínez Roca. CASTRO, A. de (1990): La Tercera Edad, tiempo de ocio y de cultura. Madrid: N arcea. FERMOSO, P. (1994): Pedagogía Social. Barcelona: Herder. FOESSA (1994): Informe sociológico sobre la situación social de España. Sociedad para todos en el año 2000. Madrid: Fundación FOESSA. GARCÍA MÍNGUEZ, J.; SÁNCHEZ GARCÍA, A. (1998): Un modelo de educación en los Mayores: la interactividad. Madrid: Dykinson. LlMÓN MENDlZÁBAL, M.R. (1996): <<Espacios profesionales del educador social ante el desarrollo de las políticas dirigidas a las personas mayoreS>>. En J. A. López Herrenas (Coord.), El educador social: lfneas de forma- ción y de actuación. Madrid: Guillermo Mirecki, pp. 50-64. LlMÓN MENDlZÁBAL, M.R. (1997): <<La educación de las personas mayores>>. En A. Petruso (Coord.), Pedagogía Social. Barcelona: Ariel, pp. 292-329. LÓPEZ HERRERÍAS, J.A.; V ALERO IGLESIAS, L. F. (1995): Cómo hacer proyectos pedagógicos panicipativos. Manresa: Angle. MAÑÓS, Q. (1998): Animación estimulativa para personas mayores disca- pacitadas. Madrid: Narcea. MEIER, R.; SEEMANN, J. (1982): Die Grauen Panther. Rebellion der Alten (Las Panteras Grises. La rebelión de los ancianos). Beltz, Weinheim und Base!. MORAGAS, R. (1989): La jubilación. Un enfoque positivo. Barcelona: Gri- jalbo. MORAGAS, R. (1998): Gerontología Social. Barcelona: Herder. QUINTANA CABANAS, J.M. (1988): Pedagogía Social. Madrid: Dykinson (2' edic.). SEPÚLVEDA BARRIOS, F. (1996): <<Prensa y Tercera Edad. Utilización de la prensa en la educación no formal>>. En S. Yubero y E. Larrañaga (Coords.), El desafío de la educación social. Cuenca: Universidad de Cas- tilla-La Mancha, pp. 191-212. VARIOS (1991): El jubilado ante su futuro. Plan de Preparación a la Jubi- lación. Madrid: Endesa-Narcea. LA IMAGEN SOCIAL DEL ANCIANO Santiago Yubero y Elisa Larrañaga INTRODUCCIÓN No es común comenzar algo con un epílogo, pero en este caso lo vamos a hacer con el que Sirnone de Beauvoir (1983) utiliza como reflexión en su libro sobre «La vejez» y que Alberto Moneada (1998) recoge en su reciente publi- cación <<Años dorados. Entender a los mayores y prepararse para serlo>>. Dice Simone de Beauvoir: <<La vejez denuncia el fracaso de nuestra civilización. La sociedad sólo se preocupa del individuo en la medida en que produce. Los jóvenes lo saben. Su ansiedad, cuando abordan la vida social, es simétrica a la angustia de los viejos en el momento en que quedan excluidos. Entre tanto la rutina enmascara los problemas mientras la máquina gira, tri- turadora de hombres que se dejan triturar porque no imaginan siquiera que puedan escapar. Cuando se ha comprendido lo que es la condición de los viejos no es posible conformarse con reclamar una política de la vejez más generosa, un aumento de las pensiones, alojamientos sanos, ocios organizados. Todo el sistema es lo que está en juego y la reivin- dicación no puede ser sino radical, cambiar la vida>>. Pues bien, tal vez nos sea muy difícil conseguir una propuesta tan radical como cambiar la vida y cambiar, en parte, la sociedad, pero al menos creemos

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58 José María QUINTANA CABANAS

CAMPO, S. del (1994): Tendencias Sociales en España ( 1960-1990). Madrid:

Fundación BBV. CAPODIECI, S. (1998): La edad de los sentimientos. Barcelona: Herder.

CARSTENSEN, L.L.; EDELSTEIN, A.A. (1989): Gerontología Clínica.

Intervención y psicología social. Barcelona: Martínez Roca.

CASTRO, A. de (1990): La Tercera Edad, tiempo de ocio y de cultura.

Madrid: N arcea. FERMOSO, P. (1994): Pedagogía Social. Barcelona: Herder.

FOESSA (1994): Informe sociológico sobre la situación social de España.

Sociedad para todos en el año 2000. Madrid: Fundación FOESSA.

GARCÍA MÍNGUEZ, J.; SÁNCHEZ GARCÍA, A. (1998): Un modelo de

educación en los Mayores: la interactividad. Madrid: Dykinson.

LlMÓN MENDlZÁBAL, M.R. (1996): <<Espacios profesionales del educador

social ante el desarrollo de las políticas dirigidas a las personas mayoreS>>.

En J. A. López Herrenas (Coord.), El educador social: lfneas de forma­

ción y de actuación. Madrid: Guillermo Mirecki, pp. 50-64.

LlMÓN MENDlZÁBAL, M.R. (1997): <<La educación de las personas

mayores>>. En A. Petruso (Coord.), Pedagogía Social. Barcelona: Ariel,

pp. 292-329. LÓPEZ HERRERÍAS, J.A.; V ALERO IGLESIAS, L. F. (1995): Cómo hacer

proyectos pedagógicos panicipativos. Manresa: Angle.

MAÑÓS, Q. (1998): Animación estimulativa para personas mayores disca­

pacitadas. Madrid: Narcea. MEIER, R.; SEEMANN, J. (1982): Die Grauen Panther. Rebellion der Alten

(Las Panteras Grises. La rebelión de los ancianos). Beltz, Weinheim und

Base!. MORAGAS, R. (1989): La jubilación. Un enfoque positivo. Barcelona: Gri­

jalbo. MORAGAS, R. (1998): Gerontología Social. Barcelona: Herder.

QUINTANA CABANAS, J.M. (1988): Pedagogía Social. Madrid: Dykinson

(2' edic.). SEPÚLVEDA BARRIOS, F. (1996): <<Prensa y Tercera Edad. Utilización de

la prensa en la educación no formal>>. En S. Yubero y E. Larrañaga

(Coords.), El desafío de la educación social. Cuenca: Universidad de Cas­

tilla-La Mancha, pp. 191-212. VARIOS (1991): El jubilado ante su futuro. Plan de Preparación a la Jubi­

lación. Madrid: Endesa-Narcea.

LA IMAGEN SOCIAL DEL ANCIANO

Santiago Yubero y Elisa Larrañaga

INTRODUCCIÓN

No es común comenzar algo con un epílogo, pero en este caso lo vamos a

hacer con el que Sirnone de Beauvoir (1983) utiliza como reflexión en su libro

sobre «La vejez» y que Alberto Moneada (1998) recoge en su reciente publi­

cación <<Años dorados. Entender a los mayores y prepararse para serlo>>. Dice

Simone de Beauvoir:

<<La vejez denuncia el fracaso de nuestra civilización. La sociedad sólo

se preocupa del individuo en la medida en que produce. Los jóvenes lo

saben. Su ansiedad, cuando abordan la vida social, es simétrica a la

angustia de los viejos en el momento en que quedan excluidos. Entre

tanto la rutina enmascara los problemas mientras la máquina gira, tri­

turadora de hombres que se dejan triturar porque no imaginan siquiera

que puedan escapar. Cuando se ha comprendido lo que es la condición

de los viejos no es posible conformarse con reclamar una política de la

vejez más generosa, un aumento de las pensiones, alojamientos sanos,

ocios organizados. Todo el sistema es lo que está en juego y la reivin­

dicación no puede ser sino radical, cambiar la vida>>.

Pues bien, tal vez nos sea muy difícil conseguir una propuesta tan radical

como cambiar la vida y cambiar, en parte, la sociedad, pero al menos creemos

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60 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

que merece la pena intentarlo. Y lo debemos hacer a través del conocimiento,

del esmdio, de la experimentación, de la investigación desde el análisis de la

propia realidad, con una visión multidisciplinar que nos permita avanzar sobre

este tema tan importante y apasionante como es el envejecimiento y la vejez.

Además, a diario somos <<bombardeados» con conceptos y términos que

hacen referencia a la tercera edad, a los ancianos, a los viejos, a los jubilados

o a los mayores, como bien se quiera llamar a ese grupo de personas que se

han apartado o, en muchos casos, han sido apartados de su trabajo <<oficial» y

separados del resto de la sociedad. En cuanto a la terminología parece más

conveniente utilizar el término «personas mayores» .y desestimar totalmente

el término <<viejos>>, por tener un carácter claramente peyorativo de desgaste

e inutilidad que, además, las propias personas mayores desprecian (Bandera,

1993, p.l03); también sería adecuado el término <<anciano», ya que podría

tener su justificación al tratarse del cuarto período o edad de la existencia

humana después de la infancia, la adolescencia y la madurez; o el término

<<tercera edad>>, que ha tenido bastante aceptación -por tratarse de un térmi­

no que se ha asumido como no peyorativo- pero de dificil explicación, ya

que no existen una primera y segunda edad y, por otro lado, es necesario resis­

tirse a pensar que pueda existir -como aparece en algún texto- una posible

sirnilimd en cuanto al concepto numérico marginal de <<tercer o tercero>> con

otro término que se acuñó, aproximadamente, al mismo tiempo como es el de

Tercer Mundo y nos lleve a pensar que «la tercera edad sea valorada como

una edad de tercera» (Pinillos, 1994). Habimalmente llegan a nosotros términos y conceptos sobre temas muy

variados, pero que directa o indirectamente tienen que ver con las personas

mayores, como gerontología o gerontofobia, edadismo, productividad y

exclusión, renta vitalicia o hipoteca pensión, lobby de la tercera edad o el

<<Voto gris>>, etc.; todo esto no hace sino ratificar la importancia que en la

acmalidad han cobrado las personas mayores al constituir un importante y,

según las previsiones, influyente núcleo de población.

Todos tenemos en la mente una imagen de las personas mayores o de la

vejez o, tal vez, podríamos decir que lo que tenemos es una imagen global de

la vejez, compuesta a su vez por otras muchas imágenes que la completan.

Gráficamente, podríamos entender que nuestra imagen de la personas mayo­

res es como un gran puzzle (rompecabezas) formado por numerosas piezas

encajadas unas con otras. Lo que ocurre, realmente, es que nuestras percep­

ciones tienen un carácter <<multidimensional>> debido, por un lado, a las carac-

La imagen social del anciano 61

!erísticas propias del concepto de <<vejez>> que, como sabemos, puede ser

definido en términos cronológicos (persona que ha cumplido los 65 años), en

térrrunos funcionales (disminución de las capacidades funcionales que con­

lleva la discapacidad y la pérdida de independencia), en términos de roles

sociales (jubilación) o como una etapa vital (la ancianidad como una etapa

diferente a las vividas anteriormente) y, por otro, a los conocimientos que

poseemos a partir de las informaciones e imágenes externas que nos llegan y

que nosotros después procesamos, de nuestras propias experiencias y viven­

cias e, incluso, de los componentes sociohistóricos en los que nuestra cultura

se ha desarrollado y cuyas creencias han pasado de generación en generación.

Al hablar de esta imagen de la vejez lo hacemos en una doble dirección,

tanto de la imagen que los demás tienen de las personas mayores, como de la

imagen que ellos tienen de sí mismos. Porque ambas imágenes están estre­

chamente relacionadas, hasta el punto de llegar a ser dependientes entre sí.

Pinillos (1994), con respecto a la imagen que las personas mayores tienen de

sí mismos, afirma: <<Uno acaba por ser lo que cree que es, y lo que cree que

es depende muchas veces de lo que dicen que es, de lo que están diciendo que

es>> (p.l3). Esta afirmación, señala la importancia que tiene para la propia per­

sonalidad del anciano la imagen de la vejez que la sociedad, de forma gené­

rica, y las personas que le rodean, de forma particular, proyectan sobre él.

Pero no es sólo eso, sino que la imagen social creada sobre la vejez tendrá una

influencia determinante sobre las actitudes y comportamientos de todos aque­

llos que, de una forma u otra, van a intervenir con ancianos.

Esta imagen que tenemos de las personas mayores tiene una profunda car­

ga de subjetividad, pero está ligada al momento y al contexto en el que vivi­

mos. Es por lo que la imagen de la vejez, igual que ha variado de tiempo en

tiempo, lo hace de lugar en lugar y, por supuesto, de cultura en culmra. No

existe una concepción única, ni definitiva de la vejez, sino que se trata de imá­

genes variadas que evolucionan y se modifican en función de los factores y

creencias que manejarnos en su formación. La vejez más que entenderse

como un fenómeno fisiológico, debe entenderse como un producto social.

El sistema social será, por tanto, el que prescriba de manera más o menos

estricta las pautas de comportamiento asociadas al papel que representan las

personas en una determinada categoría o grupo social y junto a estas pautas de

comportamiento están también sus significados (Berger y Luckman, 1986). De

manera que la imagen que una persona se forma de sí misma tendrá mucho que

ver con los significados extraídos de la estructura de relaciones en la que se

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encuentra inmerso. La aplicación de esto a la categoría o grupo denominado ancianos, tendrá que ver con los roles que la sociedad les atribuye y les per­mite desempeñar y la forma como se organiza el comportamiento con respec­to a las personas mayores. Todo ello, dependerá sin duda de la representación

0 imagen social que se haga de la vejez (ancianidad), que a su vez configura la situación de los ancianos como grupo en nuestra sociedad. Esta categoría o grupo, normalmente es descrito a partir de parámetros cronológicos, dándose la paradoja de que además todos entendemos que, con frecuen~1a, la edad

social de una persona no tiene mucho que ver con su edad cronolog:¡ca. El problema no es tanto el hecho de que se tenga una imagen social del

grupo de personas mayores que al no detenerse en las individualidades sea susceptible de importantes sesgos, como el que esa rmagen soc1al sea negall­va y se corresponda con un cliché fijo que no se ajuste en nada ala realidad:

La imagen social del anciano no es, por tanto, un concepto mocente, ru

simple, ni fortnito, sino un elemento clave del o:_atarniento que l~s ~ersonas Y la propia sociedad dan a lo ancianos, de las pohucas soc1ales d1senadas para

la tercera edad y lo que es más importante, del comportarruento y de las

expectativas que los ancianos proyectan para sí mismos .. Este es nuestro objetivo, analizar una parte de la real1dad para mostrar la

imagen que proyecta de las personas mayores y lo haremos a partir de las acti­tudes que sobre la vejez tienen los estudiantes umvemtanos de la Umvem­

dad de Castilla-La Mancha en el Campus de Cuenca.

LAS ACTITUDES Y LA FORMACIÓN DE ESTEREOTIPOS

Al hablar de imágenes sociales hemos de hacer referencia a las actitudes,

entendiéndolas como una predisposición que orienta nuestros propios com­portamientos como respuesta a determinados hechos, personas, grupos, etc. La formación de las actitudes guarda estrecha relación con el proceso de socialización, con el de aprendizaje de una cultura y con la pertenencia a

determinados grupos. El hecho de pertenecer a un grupo y no a otros, de estar integrado en una determinada cultura, compartir creencias, lenguaje: c~stum­bres, valores, etc., desde luego guarda relación directa con las 1magenes

sociales que vamos construyendo. En el camino de la formación de las actitudes nos encontramos con los

estereotipos. La necesidad que tenemos las personas de percibir un cierto con­trol y conocimiento de la realidad con la que convivimos, nos hace simplifi-

La imagen social del anciano 63

carla de tal manera que unas cuantas características nos sirven para identifi­car Y describir cualquier persona o grupo de personas que nos rodea. Se trata de simplificar el entorno, de reducir su complejidad y por derivación, de poder _identificar a una persona a partir de la simplificación de unas cuantas características del grupo al que pertenece. Así se construye un estereotipo, sobre la generalización de las características que entendemos describen a un grupo y, por extensión, a todos sus miembros.

El origen de los estereotipos se encuentra en la ordenación y agrupación de las personas en categorías (grupos sociales), a partir de un proceso de eva­luación de las características que asemejan y diferencian a unas personas de otras. La categorización es, por tanto, un proceso cognitivo de carácter per­ceptivo que trata de estructurar y simplificar el contexto que nos rodea.

Los estereotipos son muy resistentes al cambio y se fijan dentro del com­ponente cognitivo de las actitudes. Se trata de creencias que comparten un número elevado de personas sobre las características que, según ellos, mejor describen a los miembros de un grupo. Pueden ser desde características físicas, a conductas relacionadas con sus roles sociales, rasgos de personalidad o algún atributo que supuestamente los identifique como miembros de ese grupo.

Y si hablamos de estereotipos, también podemos hablar de prejuicios cuando las actitudes son negativas, desfavorables y como las define Oskamp (1991), además de negativas, injustas e irracionales hacia los miembros de otro grupo de personas. Al igual que a los estereotipos se les sitúa en el pla­no cognitivo de las actitudes, a los prejuicios se les define como un senti­miento negativo y se les sitúa dentro del campo afectivo de las actitudes (Morales, 1996). El prejuicio es una actitud de orientación negativa que implica conductas agresivas o de evitación, que se produce dentro de las rela­ciones entre grupos y que, debido a que siempre supone una generalización

excesiva, suele ser fuente de creencias erróneas e injustas. La imagen social de la categoría o grupo denominado ancianos es un este­

reotipo que generaliza erróneamente unas características comunes para una amplia y variada gama de personas que, supuestamente, forman parte de ese grupo. La definición de la categoría suele hacerse en función de criterios con­textuales que en numerosas ocasiones no se ajustan a la realidad, pero que

poseen una indudable carga cultural. Precisamente, los ancianos, al igual que ocurre con otros grupos de edad, comparten ciertas características que les son propias, pero también existe una gran variabilidad entre las personas mayores con respecto a sus cualidades, experiencias, creencias, roles y sentimientos,

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además de tratarse de un grupo de edad en el que sus miembros son inmen­samente diferentes entre sí (Bleda, 1997).

Si es cierto que a lo largo de la historia la categoría ancianos y sus fronte­ras ha sido frecuentemente redefinida y con ello la imagen estereotípica se ha adaptado al momento histórico, no es menos cierto que las actitudes hacia las personas mayores se han tornado, en muchos momentos, negativas y prejui­ciosas, derivándose de ello comportamientos de evitación y desprecio hacia los ancianos.

Hoy en día en España, la imagen del anciano se construye sobre una con­fusión de mitos y realidades, aunque bien es cierto que poco a poco y debido, seguramente, a una coyuntura económica favorable para este colectivo y la mejora de los avances científicos, existe un mayor y mejor conocimiento de la realidad de las personas mayores, lo que ha provocado una mejor atención, al tiempo que se les ha permitido más participación y protagonismo en la sociedad. Todo ello, ha hecho que progresivamente la imagen de los ancianos haya ido mejorando. Aún así, todavía persiste para una gran mayoría de la población -con una indudable carga histórica-, una concepción errónea de la vejez que provoca actitudes negativas hacia los ancianos y que, todavía, margina y menosprecia a este colectivo.

IMÁGENES DEL ANCIANO: MITO Y REALIDAD

Es evidente que existen creencias, actitudes y estereotipos negativos en torno a la vejez y a las personas mayores. Sabemos que no siempre la imagen de la vejez fue negativa y que es en la época de las sociedades industrializa­das cuando el grupo de personas mayores de 65 años es considerado como personas de segundo orden, independientemente de sea cual fuere su estado físico y psíquico; al tiempo que son, aunque no siempre de forma explícita, apartados del resto de la sociedad. En estas sociedades en las que el trabajo es el elemento canalizador del prestigio social y de la propia identidad personal, el anciano es relegado a un papel marginal y se espera de él que «moleste lo menos posible>> (Sánchez, 1993).

El hecho de que la condición de anciano dependa del contexto social, inde­pendientemente de sus propias características personales, hace que el factor de <<improductividad>> --elegida mayoritariamente de manera involuntaria­sirva como elemento de marginación y exclusión. Por ello, la mejora de la situación económica y de las condiciones de vida de este colectivo, favorece

La imagen socíal del anciano 65

el cambio progresivo del rol social del anciano y un cambio paulatino de su imagen social.

Aunque aún hoy, las afmnaciones negativas que se hacen sobre las perso­nas mayores abarcan desde la salud, la actividad que realizan o pueden reali­zar, sobre su funcionamiento intelectual y su motivación vital, el trabajo y sus habilidades para las relaciones sociales, hasta afmnaciones sobre su propia personalidad. Es indudable, que algunas de estas afirmaciones pueden tener una base de realidad, pero otras son erróneas y carecen de todo fundamento científico (Fernández Ballesteros, 1992).

Como señalamos anteriormente, la imagen negativa y falsa que se confec­ciona del anciano no es inocente, ya que daña y perjudica seriamente a este colectivo. Esto se verá reflejado negativamente no sólo en la autoimagen de las personas mayores y su nivel de expectativas, sino también en las personas que les rodean, los profesionales que intervienen y, del mismo modo, tendrá su influencia en el diseño de programas y políticas de atención a las personas mayores. De ahí la importancia de analizar, desenmascarar y modificar los este­reotipos, sobre todo, aquellos que acarrean actitudes y conductas prejuiciosas.

Lo primero que nos encontramos a la hora de intentar describir un estere­otipo de las personas mayores es que las fronteras diferenciadoras del grupo permanecen difusas. Aunque se conoce que tanto la edad, como el trabajo son a nivel social importantes elementos diferenciadores, nos encontramos con que los supuestos miembros del grupo de personas mayores utilizan otros cri­terios diferenciadores que los establecidos socialmente. Así, Bazo (1990), afirma que las personas ancianas no se identifican con la imagen de la vejez ofrecida por la sociedad. Esto, según el análisis de esta autora, se debe al este­reotipo negativo ligado al calificativo de <<personas viejas>>, percibidas como personas en un inevitable período de declive y decadencia, donde se sufre enfermedad, soledad, tristeza y abandono. Las personas mayores al no auto­percibirse de este modo, consideran que <<las personas viejas son las otras>>. Esta misma autora encuentra en una encuesta realizada a las personas mayo­res que éstas consideran que una persona puede considerarse anciana cuando <<ya no se vale para nada>> (34%), «cuando se tienen muchos años>> (25%), <<cuando ya no se tiene ilusión por nada>> (24%) y, únicamente, un 5% consi­dera que el umbral de la vejez se da <<a partir de los 65 años>>, mientras que sólo un 3% encuentra que es la <<jubilación>>, un 8% de los encuestados pien­sa que no se es anciano «nunca>>. La conclusión resulta evidente, se da un

rechazo a los <<factores oficiales>> que categorizan la vejez, mientras que se

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66 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

atiende a características de orden psicosocial como «la motivación» o la <<actividad práctica>> para establecer las fronteras del grupo.

Aunque se conoce que la transición de una edad a otra es de forma ITa­dual, una de las características del estereotipo de las personas mayores r:la­cwnada con la salud es la idea de que a partir de una detenninada edad se produce un deterioro brusco de salud, de manera que se considera que en ese momento se recorre un camino «cuesta abajo», en el que en cualquier momento la persona cae enferma.

Otras creencias que, siguiendo el trabajo de Fernández-Ballesteros (1992), forman parte del estereotipo de las personas mayores serian: las personas a partrr de Cierta edad sufren incapacidades que les hacen depender de los demás, existe un deterioro mental progresivo y una incapacidad para apren­der cosas nuevas y resolver problemas, las personas mayores agudizan sus defectos y se vuelven más rígidos e inflexibles, el aumento de la edad conlle­va dificultades para realizar trabajos correctamente y una pérdida apreciable de responsabilidad, se da un desinterés por las cuestiones relacionadas con el sexo Y un aumento de las dificultades para relacionarse con otras personas, las personas mayores reducen su actividad y no es demasiado positivo el ejerci­cio físico, es muy frecuente que en las personas mayores se produzca una regresión hacia el infantilismo y se <<ablande» su carácter, etc.

Del análisis de todas estas características que pueden formar parte del este­reotipo de las personas mayores, se deduce una cierta incompatibilidad y rechazo entre el mundo actual y la idea de vejez que, además, puede tener cierto fundamento. Nos encontrarnos en una sociedad en donde prima lo novedoso, lo joven, la belleza externa, la rapidez, la competencia, la produc-1lvidad, el consumo, el bienestar entendido en ténninos de consumo, etc., fac­tores todos ellos que, en cierta medida, potencian una imagen negativa de la veJez por contraposición a los factores de éxito.

. De todas maneras, la realidad de las personas mayores parece ser muy dis­t~ta al papel que la sociedad oficialmente les asigna y se corresponde, más bien, con un cliché de ideas fijas que parecen de otras épocas. Existen muchas maneras de envejecer y la idea negativa que se tiene de las personas mayores, como personas pasivas, inútiles e incapaces de ejercer responsabilidades no se sustenta en ningún fundamento científico, como ocurre con ciertas capaci­dades mtelectuales o sus habilidades de relación con los demás.

Acercarse a la realidad, analizar los estereotipos negativos y ciertamente fal­sos que sobre las personas mayores se han creado, y conocerles más a fondo

La imagen social del anciano 67

para ir modificando las actitudes y comportamientos que se tienen hacia este colectivo es una obligación de todos y, más aún, de aquellos profesionales que de forma directa o indirecta realizan su intervención con las personas mayores.

Desde el área de Psicología de la E. U. de Trabajo Social de Cuenca de la Universidad de Castilla-La Mancha, se ha realizado una investigación para tratar de conocer la imagen social que los alumnos universitarios de distintas carreras del Campus de Cuenca tienen de los ancianos, tratando de contrastar los datos con otras investigaciones publicadas anteriormente.

LA IMAGEN DEL ANCIANO EN ALUMNOS UNIVERSITARIOS

Ya hemos comentado que la actitud ante las personas mayores en un aspec­to crucial detenninante de la conducta que desarrollarnos ante ellos, y confi­gura su propia imagen social. Todos tenemos una imagen de los ancianos, y de la vejez, influida por variables socioculturales de nuestro entorno. No se trata de una imagen simple, sino que está compuesta por diversas variables que nos sirven para categorizar a las personas: salud, aspecto físico, personalidad, adaptación al contexto, ... Esta imagen social sobre la vejez influye de un modo detenninante sobre las actitudes y comportamientos que llevamos a cabo y, a su vez, configura la situación de los ancianos como grupo en nuestra sociedad.

Nuestro objetivo es analizar la imagen de las personas mayores en el entorno universitario, y lo haremos a partir del estudio de las actitudes que sobre la vejez tienen los estudiantes de nuestra universidad (Universidad de Castilla-La Mancha), estudiando el estereotipo medio de los estudiantes de diversas carreras, algunas de marcado carácter social.

Metodología

Emplearnos una adaptación del Cuestionario de Estereotipos sobre la vejez de Montorio e Iza!, 1991 (publicado en Fernández Ballesteros, 1991). Reali­zamos modificaciones en dos direcciones: por una parte eliminarnos de los enunciados la referencia a la edad, realizando afirmaciones más generales sobre la vejez; por otra parte, añadimos una nueva categoría de respuesta, incluyendo como alternativa de opinión <<Indiferente».

El cuestionario consta de veinte enunciados negativas sobre características de las personas mayores que analizan los estereotipos en función de seis variables: salud, competencia intelectual, carácter y personalidad, relaciones

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68 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

interpersonales, funcionamiento motor, trabajo y jubilación. El sujeto debe

~esponder ante cada ítem en función del grado de acuerdo con el enunciado

2 o~espondiente, con cmco grados de respuesta: l. Totalmente en desacuerdo

. n desacuerdo, 3. Indiferente, 4. De acuerdo y 5. Totalmente de acuerdo. ,

La prueba fue co?'pletada con la siguiente pregunta, ¿Cuál debe ser la fór­

mula para la atencwn de_ las personas mayores cuando necesitan cuidados?·

con respuesta de alternauva múltiple de cuatro opciones: ingresarlos en u~~

residencia, llevarlos a VIvrr con sus hijos u otros familiares· prestar! parte d 1 f ·li ¡ . . ' es, por

e os anu ares, os serviCIOS necesarios en el domicilio habitual de las

pderso~as may?res; que el Estado les preste los servicios necesarios en su

onucilio habitual.

El cuestionario fue aplicado a 379 alumnos universitarios de diferentes

carreras del Can!pus de Cuenca.

Resultados

Los valores medios alcanzados en cada uno de los ítems, considerando la

muestra globalmente, fueron·

ÍTEM DESCRIPrOR MEDIA DES.TÍP.

1 Deterioro de la salud 3.02 2 Incapacidades

1.!5

3 Deterioro de memoria 3.01 1.!8

4 Dificultad para aprender 2.99 1.!2 2.24 1.!6

5 Rígidos - Inflexibles 6 Menos activos

2.95 1.20

7 Menos responsables 3.13 !.14

8 Jubilarse 60-65 años 2.08 0.95

9 Menos amigos 3.30 1.24

!O Menos interés sexo 1.85 0.99

11 Jubilación =Trastorno 2.76 1.08

12 No resuelven problemas 3.59 !.18

13 Son como niños 2.56 1.06

14 Menos interés por las cosas 3.67 1.14

15 Aumentan los defectos 2.32 1.04

16 Son cascarrabias 2.98 1.!7

17 Vejez = Descanso 2.94 1.14

18 No conviene ejercicio físico 3.60 1.35

19 Peor en el trabajo 1.53 0.89

20 Chochean 2.40 1.10 2.67 1.06

La imagen social del anciano 69

La puntuación más elevada (referida al mayor grado de acuerdo con el

enunciado negativo) se produce en el ítem 13, «Las personas mayores son, en

muchos casos, como niños>>, dando idea de las modificaciones que "1' produ­

cen en la personalidad, pasando a ser caprichosos, vulnerables, etc.

Se acompaña de valoraciones elevadas en los ítems de deterioro de salud

y de memoria, junto con la creencia de que son menos activos. Esto podría

explicar las puntuaciones de los ítems 8, 11 y 17, referidos al trabajo y la jubi­

lación; el deterioro, que supuestamente se produce, les lleva a tener que jubi­

larse entre los 60-65 años, siendo una etapa para descansar y equiparada con

la aparición de trastornos. Por ello, enunciados que podrían parecer en un

principio no muy negativos, si los unimos con la información proporcionada

por los otros ítems, vemos que adquieren un carácter marcadamente negativo.

Y más en nuestra sociedad donde el prestigio social se adquiere en función

del trabajo desempeñado y del poder adquisitivo.

Los ítems que presentan mayor acuerdo entre los estudiantes son los refe­

ridos a la responsabilidad y al ejercicio físico. Considerándoles todavía res­

ponsables y recomendándoles el ejercicio físico; posiblemente pueda

explicarse por el papel que desempeñan los abuelos en la crianza de los nie­

tos. Actualmente, en muchas familias, el papel de cuidador y educador le

corresponde desempeñarlo a los abuelos, haciendo frente a la tarea de modo

satisfactorio. Los resultados globales, por ítems, quedan claramente expresados en la

gráfica l, pudiendo observarse el valor alcanzado con mayor frecuencia en

cada uno de ellos. Los dos únicos ítems que obtienen como valor modal <<Totalmente desa­

cuerdo>> son el 9 (Las personas mayores tienen menos amigos que las perso­

nas más jóvenes) y el 18 (El ejercicio físico no es recomendable para las

personas mayores); el ítem del ejercicio físico refleja la idea actual del bene­

ficio de la actividad en todas las edades, y el ítem 9 asume la importancia de

las vinculaciones y relaciones sociales en la tercera edad.

Estos valores de tendencia central proporcionan una visión rápida de la

situación, pero creemos que es importante reflejar los porcentajes de respues­

ta en cada uno de los ítems para dar una información más completa y real de

los resultados obtenidos, por ello en la tabla 1 reflejamos estos datos.

Si segmentamos la muestra por grupos, en función de la carrera que estu­

dian, y analizamos la respuesta a cada uno de los ítems, podemos apreciar las

siguientes diferencias entre ellos:

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70 Santiago YUBERO y Elisa IARRAÑAGA

Gráfica I VALORES MODALES EN LOS ÍTEMS

Moda

- Ítem 6 (A medida que las persona se hacen mayores son menos acti­

vas): sólo magisterio y derecho valoran en la franja de desacuerdo \derecho: 55.5% y magisterio: 44.7.

- Item 10 (Las personas mayores tienen menos interés por el sexo): en

derecho y enfermería predomina el desacuerdo, mientras que los alum­

nos de arquitectura, magisterio, relaciones laborales y trabajo social no

~oman postura (39.2%, 35.1 %, 45.5% y 46.7% respectivamente en 3).

- Item 13 (Las personas mayores son, en muchas ocasiones como

niños): los estudiantes de derecho y relaciones laborales están :Uás frr­

memente de acuerdo, en derecho el38.9% y en relaciones un 40.4% en el valor 5.

-Ítem 15 (Los defectos de la gente se agudizan con la edad): magisterio

presenta una tendencia positiva (33.3% en 2), relaciones laborales

neg~tiva (32.7% en 4), trabajo social no opina (32.4% en 3) y en enfer­

mena se da una doble tendencia, distribuyéndose en parecido porcen­taje entre 2 (30.7%) y 4 (34.1%).

' ·.,.

La imagen social del anciano 71

Tabla l PORCENTAJES DE RESPUESTA POR ÍTEM

Desacuerdo Indifer. Acuerdo ÍTEM IMAGEN POSITIVA IMAGEN NEGATIVA

1 2 3 4 S

l Deterioro de la salud 8.8 31.6 14.6 38.8 6.1

2 Incapacidades 9.3 32.6 14.1 35.8 8.2

3 Deterioro de la memoria 6.4 36.9 16.2 32.9 7.7

4 Dificultad para aprender 29.7 39.8 12.6 12.6 5.3

5 Rígidos e inflexibles 10.8 31.0 21.4 25.9 10.8

6 Menos activos 8.0 26.3 19.4 37.5 8.8

7 Menos responsables 27.6 47.5 16.4 6.1 2.4

8 Jubilarse 60- 65 años 8.5 19.0 28.3 22.8 21.2

9 Menos amigos 44.3 36.3 11.4 5.6 2.4

lO Menos interés sexo 14.2 25.1 37.2 17.9 5.6

11 Jubilación causa trastornos 6.1 18.8 14.2 40.6 22.2

12 No resuelven problemas 15.0 39.8 22.2 20.3 2.7

13 Son como niños 4.6 14.5 16.4 38.6 26.0

14 Menos interés por las cosas 20.7 45.4 18.3 12.4 3.2

15 Aumentan los defectos 11.3 26.4 23.5 30.2 8.6

16 Son cascarrabias 10.0 29.6 25.1 27.0 8.4

17 Vejez = Descanso 8.6 19.0 11.0 27.3 34.2

18 No conviene ejercicio físico 63.8 27.1 3.8 3.2 2.1

19 Peor en el trabajo 22.8 36.7 21.4 15.5 3.5

20 Chochean 13.7 31.7 32.5 17.5 4.6

- Ítem 16 (Las personas mayores se irritan con facilidad y son <<Casca­

rrabias>>): en arquitectura, derecho y relaciones laborales predomina la

respuesta4 (con más de un 30%), en enfermería la 2 (45.6%), y de nue­

vo trabajo social se acumula en 3 (31.4% ), distribuyéndose en exacto

porcentaje a ambos lados de este valor (28.6% en 2 y en 4).

-Ítem 19 (Casi ninguna persona mayor de 65 años realiza un trabajo tan

bien como lo haría otra más joven): franja positiva, de manera signifi­

cativamente diferencial con los otros grupos, en enfermería (73%) y

trabajo social (63.8%).

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72 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

En los demás ítems no se aprecian diferencias entre los estudiantes de las distintas carreras.

Ante estos resultados nos preguntamos si las diferencias provendrían real­mente por el origen académico (estudios cursados) o si podría estar encu­briendo la diferente formación por sexos de los grupos (es evidente para todos el predominio absoluto de mujeres estudiantes en algunas de estas carreras). Para determinar esta cuestión procedimos a segmentar de nuevo la muestra global, pero en este caso en función de la variable sexo, disponemos así de dos grupos: mujeres -un total de 264-- y hombres -110--, el resto de los sujetos (5) no declararon su sexo en la referencia de la encuesta. Los resulta­dos obtenidos (en porcentajes, para poder comparar directamente los resulta­dos) nos llevan a afrrmar que existen diferencias entre hombres y mujeres, pero no en los mismos ítems que aparecían en el caso de las carreras. Pasa­mos a exponer estas diferencias:

- Ítem 5 (A medida que las personas se hacen mayores, se vuelven más rígidas e inflexibles): las mujeres presentan el valor modal en 2 -en desacuerdo- frente a los hombres que alcanzan la máxima frecuencia en 4 ---<le acuerdo-.

- Ítem 7 (En general, las personas mayores son menos responsables que los adultos jóvenes): un 54.% en desacuerdo de las mujeres, frente a un 32.7% de hombres, dándose además es éstos un 17.3% en la franja de acuerdo (mujeres sólo un 5.3%).

- Ítem 8 (Es conveniente para las personas jubilarse entre los 60 y 65 años de edad): el 34.5% de los hombres están totalmente de acuerdo, las mujeres se distribuyen en 23.5% desacuerdo y 29.2% en indiferen­te. Posiblemente refleje la diferente situación laboral de las personas actualmente mayores en función de sexo, la mayoría de las mujeres mayores de hoy eran amas de casa y los siguen siendo, no hay jubila­ción.

- Ítem 1 O (Las personas mayores tienen menos interés por el sexo): el 40.6% de las mujeres no opina (valor 3) y sólo ellO.?% está totalmen­te desacuerdo, en los hombres el totalmente desacuerdo alcanza un 23%.

-Ítem 12 (A medida que nos hacemos mayores perdemos la capacidad de resolver los problemas a los que nos enfrentamos): las mujeres se muestran en desacuerdo en un 43.7% y sólo el 25% valora con 4 y 5;

La imagen social del anciano 73

los hombres sólo un 17% está en la franja de acuerdo, pero casi el 30% se situa en la respuesta 3 (no opina).

-Ítem 14 (A medida que nos hacemos mayores perdemos el interés por las cosas): el48.8% de las mujeres están desacuerdo, y sólo un 11.5% en la franja de acuerdo frente al 25% de los hombres.

-Ítem 18 (El ejercicio físico no es recomendable para las personas mayores): en ambos casos el mayor porcentaje se presenta en la franja de desacuerdo, pero con mayor firmeza en el caso de los hombres (73.4% totalmente desacuerdo).

Queremos comprobar la hipótesis de que el estereotipo sobre la vejez ha ido mejorando y que actualmente es más positiva la imagen qu~ los jó~enes tienen de las personas mayores, más en nuestro grupo de estudiO que tienen una formación universitaria. Para ello comparamos los resultados de nuestros sujetos con los resultados obtenidos por Fernández-Ballesteros en 1991, en el tramo de población de nivel de educación medio-superior. Para poder realizar adecuadamente la comparación trasformamos la escala de respuesta Simplifi­cándola en dos valores: acuerdo-desacuerdo. Presentamos los datos de los porcentajes de acuerdo, por ítems, en la gráfica II. .

Si analizamos estos resultados observamos que efectJ.vamente se ha pro­ducido una evolución en cuanto a la imagen de los ancianos, los porcentajes

Gráfica II COMPARACIÓN PORCENTAJES DE ACUERDO 1991-1998

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74 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

de acuerdo son más bajos en el año 1997 (se tratan de enunciados negativos), excepto en los ítems correspondientes a «Son como niños» que sube ligera­mente (del 63 al65%) y <<dificultad aprendeD>, que se mantiene en el mismo nivel (18% en ambos años). Los demás ítems disminuyen todos en cuanto al grado de acuerdo, siendo muy superior el descenso en los ítems que se refie­ren al .interés por el sexo (disminuye en un 39%, pasa de un 62% a 23%) y el interés por las cosas (diferencia de 30 puntos). A pesar de una cierta mejoría, sigue produciéndose una descripción basada en términos funcionales y de desempeño de rol social.

Recordemos que este cuestionario anal.iza los estereotipos en función de seis variables: salud, competencia intelectual, carácter y personal.idad, rela­ciones interpersonales, funcionamiento motor, trabajo y jubilación. Agrupan­do los ítems en estas variables y las respuestas en las tres franjas alternativas (desacuerdo - de acuerdo - indiferente) obtenemos la siguiente representa­ción:

Gráfica ill PORCENTAJES DE RESPUESTA EN LAS VARIABLES

V.COG V.MOT V.PER V.SAL V.SOC V.TRA

· Indiferente •oeAcuerdo • Desacuerdo

En la gráfica aparece un fenómeno descrito por todos los investigadores de los prejuicios; ya no resulta socialmente deseable mostrar un estereotipo públicamente, pero los prejuicios siguen existiendo. Se produce una paradoja social que los alumnos han resuelto contestando en un porcentaje elevado con la puntuación 3 (Indiferente), no muestran una actitud positiva -representa­da en gris-, pero tampoco abiertamente negativa -zona más oscura-. Se puede ver claramente que el porcentaje de acuerdo, en cada una de las varia-

.-La imagen social del anciano 75

bies, es el más bajo. Si sumáramos los porcentajes de desacuerdo e indiferen­cia encontraríamos valores más próximos a los esperados. Sin embargo, debe­mos confirmar lo comentado anteriormente, la imagen del anciano es más positiva pero tenemos que seguir trabajando para facilitar el paso de la indi­ferencia al desacuerdo y favorecer el desarrollo de actitudes positivas hacia las personas mayores.

Si calculamos los valores medios de cada una de las variables encontramos que la variable valorada más negativamente es el trabajo (M=3.21), seguida de la variable salud (M=3.01) que es además en la que se produce el menor acuerdo entre los sujetos (desviación típica de 0.89). Las variables con las puntuaciones más bajas, mejor valoradas, son los aspectos motores (M=2.33) y la variable de las relaciones interpersonales (M=2.85).

Gráfica IV VALORES MEDIOS GLOBALES DE LAS VARIABLES

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76 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

A continuación pasamos a presentar los resultados de cada una de las vanables en cada uno de los grupos de estudio:

Variable Salud:

CARRERA

Trabajo Social Magisterio Enfenneria

Derecho Relaciones Laborales

Arquitectura

Variable Competencia Intelectual:

CARRERA

Trabajo Social Magisterio Enfermeria

Derecho Relaciones Laborales

Arquitectura

Variable Carácter y Personalidad:

CARRERA

Trabajo Social Magisterio Enfermería

Derecho Relaciones Laborales

Arquitectura

Media

3.03 3.10 2.92 2.78 2.92 3.22

Media

2.63 2.81 2.68 2.58 2.66 2.76

Media

2.82 2.87 2.65 2.85 3.10 2.98

Desv. Típ.

0.96 0.81 0.90 1.19 0.77 0.81

Desv. Tip.

0.71 0.67 0.75 1.02 0.75 0.82

Desv. Típ.

0.67 0.61 0.64 0.97 0.75 0.75

p

0.30

p

0.712

p

0.00 (ítem 13 y 20)

La imagen social del anciano

Variable Relación Interpersonal:

CARRERA Trabajo Social

Magisterio Enfennería

Derecho Relaciones Laborales

Arquitectura

Variable Funcionamiento Motor:

CARRERA

Trabajo Social Magisterio Enfermeria

Derecho Relaciones Laborales

Arquitectura

Variable Trabajo y Jubilación:

CARRERA

Trabajo Social Magisterio Enfermería

Derecho Relaciones Laborales

Arquitectura

Media

2.47 2.49 2.32 2.42 2.68 2.50

Media

2.30 2.19 2.39 2.19 2.40 2.39

Media

3.21 3.30 3.05 3.26 3.34 3.26

Desv. Típ.

0.57 0.68 0.60 0.78 0.78 0.70

Desv. Típ.

0.74 0.66 0.81 0.89 0.67 0.78

Desv. Típ.

0.63 0.68 0.60 0.91 0.62 0.78

77

p

0.06

p

0.525

p

0.15

Como puede apreciarse en la única variable donde aparecen diferencias significativas, al nivel del 95%, es en la variable carácter y personalidad, con­cretamente en los ítems 13 y 20. La dirección de estas diferencias se produce respecto a los alumnos de relaciones laborales con los de enfermería y traba­jo social, siendo más negativa la imagen que presentan los alumnos de reJa-

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78 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

ciones laborales. Esto confirma. en parte, nuestra hipótesis de que los alum­nos de las carreras con marcado carácter social tendrían una imagen social más positiva. En este caso sólo se produce la diferencia con relaciones labo­rales y no con los demás grupos, y únicamente en esta variable. Seria preciso ampliar las muestras de las carreras de derecho y arquitectura, e incluso intro­ducir nuevas carreras para confirmar con mayor solidez la hipótesis. Nosotros simplemente apuntamos los resultados obtenidos.

En cuanto al estereotipo obtenido de la globalidad del cuestionario debe­mos comentar que se refleja de nuevo la mayor frecuencia de la valoración 3 frente a las demás, resultado claramente apreciable en la siguiente gráfica:

Gráfica V SECTORES DE DISTRIBUCIÓN DEL ESTEREOTIPO GLOBAL

Sólo el 7% tendria un estereotipo marcadamente positivo, el 0.5% total­

mente negativo, el28.5% con alguna característica negativa y el 58% se man­tendría en un nivel de no mostrar claramente la dirección. Resultados que vuelven a confmnar la necesidad de seguir trabajando en la !mea de modifi­cación de la imagen social del anciano para acabar de dotarla de significados positivos. Debemos resaltar, que a nivel de estereotipo global, no se producen diferencias significativas entre los alumnos de las diferentes carreras.

1 -

La imagen social del anciano 79

Nosotros ejercemos nuestra docencia en la E. U. de Trabajo Social, lo que nos llevó a incluir una cuestión sobre la fórmula que consideraban más ade­cuada para atender a las personas mayores cuando necesitan cuidados. Los resultados globales aparecen reflejados a continuación:

SALIR DE SU CASA 92 Residencia

Hijos

EN SU CASA 253 Fanúlia

Estado

NO CONTESTA 32

Gráfica VI FRECUENCIA DE REPUESTA ÍTEM ATENCIÓN

z -o 13 z w ~

o 100

Frecuercia

11

81

190

83

1

1

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80 Santiago YUBERO y Elisa LARRAÑAGA

No aparecen diferencias significativas en esta cuestión ni en cuanto a los grupos de estudios ni relativas al sexo. La mayoría de los sujetos consideran que deben ser los familiares los que atiendan a las personas mayores que pre­cisan cuidados, pero permaneciendo el anciano en su propio domicilio, sin desvincularle de su entorno habitual.

Para fmalizar, a modo de conclusión, esquematizamos el cliché del ancia­no; en función de los resultados obtenidos a través del cuestionario:

1.- JUBILACIÓN= Fin de la actividad productiva - Deterioro de salud - Trastornos - Pérdida de memoria - Disminución del interés por las cosas -Dedicación al descanso - Peor rendimiento en el trabajo Consideración social negativa

2.- LABILIDAD EMOCIONAL - Caprichosos -Chochean - Mal carácter - Inestables

3.- PROBLEMAS DE CONVIVENCIA - Deterioro de la salud - Dependencia -Trastornos - Labilidad emocional

4.- ASPECTOS POSITIVOS - Responsables -Amistosos - Capacidad de actividad física - Resolutivos - Buena cognición

5.- ASPECTOS VARIABLES - Flexibilidad -Actividad -Sexo

La imagen social del anciano 81

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ENVEJECIMIENTO, SOCIEDAD Y SALUD

Antonio V. Martín, José M' Quintana, Santiago Yubero, Elisa Larrañaga, José M. Latorre, Juan Montañés,

Enrique Be¡jano, Sacramento Pinazo, Francisco Be¡jano, M' José Navarro, José M' Bleda, José L. Martínez,

Encamación Pérez, M' Carmen Sánchez, M' Anastasia Tsackos, Vicente Merce, Pilar Guirado, Virgilia Antón, Teresa Pineda, M' Carmen Valdivieso,

Silvestre Jiménez, M' Isabel Sánchez

Coordinadores:

Santiago Yubero, José M. Latorre Juan Montañés y Elisa Larrañaga

., ___:E::..:d:c..:ic::..:io::..:ne::..:s:...:d::..:e-"la::..:U::..:n::..:ivc..:.e::..:rs.c:id.c:.ad'---rll de Castilla-La Mancha

Cuenca, 1999

1

1

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ENVEJECIMIENTO, sociedad y salud 1 Antonio V. Martín ___ [et al.] ; coordi-nadores, Santiago Yubero ... (et al.].- Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1999

326 p. ; 22 cm. -(Humanidades ; 38) ISBN 84-89958-83-1 l. Geriatría 2. Ancianos - Aspectos sociales 3. Ancianos - Cuidados e

. higiene 4. Asistencia social I. Martín García, Antonio Víctor ll. Yubero Jiménez, Santiago, coord. ID. Universidad de Castilla-La Mancha, ed. N. Título V. Serie

613.98 316.346.3-053.9 616-053.9 364.65-053.9

Esta publicación es propiedad de EDICIONES DE LA UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA y no se puede copiar, fotocopiar, reproducir, traducir o convertir a cualquier medio impreso, electrónico o legible por máquina, enteramente o en parte, sin su previo consentimiento.

Esta publicación ha contado con la ayuda económica de la Consejería de Sanidad de la

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

© de los textos: sus autores. © de la edición: Universidad de Castilla-La Mancha.

Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha. Director: Pedro C. Cerrillo. Colección HUMANIDADES no 38. l. • edición: diciembre de 1999. Tirada: 1.000 ejemplares.

Diseño de la colección: García Jiménez. Diseño de la cubierta: C.I.D.!. (Universidad de Castilla-La Mancha).

I.S.B.N.: 84-89958-83-1 Depósito Legal: CU-442-1999 Fotocomposición e impresión: COMPOBELL, S.L.

Impreso en España - Printed in Spain.

Presentación

ÍNDICE

........... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Educación y vejez: aproximación y justificación conceptual ... · ... Antonio Víctor Martín García

Socialización y Tercera Edad ................... · · · · · · · · · · · José María Quintana Cabanas

La imagen social del anciano ................ · · · · · · · · · · · · · · Santiago Yubero y Elisa Larrañaga

Desarrollo cognitivo durante el envejecimiento normal Y patológico Juan Montañés y José Miguel Latorre Postigo

Evaluación funcional en personas de edad avanzada ....... · · · · · · Enrique Berjano, Sacramento Pinaza y Francisco Berjano

El tabú de la vejez ...................... · · ... · · · · · · · · · · · · M" José Navarro García

Las políticas de vejez en la Unión Europea y en España José María Bleda García

Plan de atención a mayores de la comunidad de Castilla-La Mancha José Luis Martínez Guijarro

9

11

43

59

83

105

149

183

207