La Ingeniosa Elena

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La ingeniosa Elena (La hija de Celestina) Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo LLEGA LA HIJA DE PIERRES Y CELESTINA A TOLEDO EN UNA NOCHE DE REGOCIJO, Y MIENTRAS VEE LA FIESTA, ARMA CONVERSACION CON UN MOÇUELO DE POCA MALICIA QUE LA DA OCASION DE EXERCITAR LA SUYA. A la imperial Toledo, gloriosa y antigua ciudad de España (tan gloriosa que la Reyna a quien hazen corte los Serafines la * ennobleció con visitarla, dexando por testigo la piedra donde puso sus plantas, a quien la Fee y piadosa religión de sus ciudadanos * devotamente reverencia; y tan antigua que la soberbia del Romano Imperio no la juzgó por indigna de ser assiento de su silla las vezes que sus príncipes vinieron a España), llegó una muger llamada Elena (a cuyo nacimiento y principios les espera más agradable lugar * ), en el tiempo que la primavera anda tan liberal con los campos que a ninguno dexa quexoso ni mal vestido, aunque en las galas que les reparte haze de unos a otros diferencia notable. Muger de buena cara y pocos años, que es la principal hermosura tan sutil de ingenio que era su coraçón la recámara de la mentira, donde hallava siempre el trage más a su propósito conveniente. Persona era ella que se passara diez años sin dezir una verdad, y lo que más se le ha de estimar es que nunca le echava menos y vivía muy contenta y, consolada sin sus visitas; cierto que mentía con mucho asseo y limpieza, y que salía una bernardina * de su boca cubierta de pies a cabeça de tantas galas que se llevava los oídos de los que la escuchaban sin poderse defender los más severos y rigurosos ánimos. Dezía ella muchas vezes que aquello era todo buen natural, y tan copioso que en una hora que ella se recogiesse con su pensamiento echava una tela que le durava todo el año; y era tan casera y hazendosa la buena señora que nunca salía del telar: bastara muy bien a dar provisión desta mercadería, quedandole la casa llena, a todos los poetas de Castilla, con aver tantos que se pudieran hazer a sus tiempos sacas dellos para Vizcaya, * atento a ser tierra que no los lleva y que para tenellos es fuerça que los trayga de fuera del reyno. Al fin, passava con esta gracia su vida, que

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La ingeniosa Elena (La hija de Celestina)

La ingeniosa Elena (La hija de Celestina)Alonso Jernimo de Salas Barbadillo

LLEGA LA HIJA DE PIERRES Y CELESTINA A TOLEDO EN UNA NOCHE DE REGOCIJO, Y MIENTRAS VEE LA FIESTA, ARMA CONVERSACION CON UN MOUELO DE POCA MALICIA QUE LA DA OCASION DE EXERCITAR LA SUYA.

A la imperial Toledo, gloriosa y antigua ciudad de Espaa (tan gloriosa que la Reyna a quien hazen corte los Serafines la * ennobleci con visitarla, dexando por testigo la piedra donde puso sus plantas, a quien la Fee y piadosa religin de sus ciudadanos * devotamente reverencia; y tan antigua que la soberbia del Romano Imperio no la juzg por indigna de ser assiento de su silla las vezes que sus prncipes vinieron a Espaa), lleg una muger llamada Elena (a cuyo nacimiento y principios les espera ms agradable lugar * ), en el tiempo que la primavera anda tan liberal con los campos que a ninguno dexa quexoso ni mal vestido, aunque en las galas que les reparte haze de unos a otros diferencia notable.

Muger de buena cara y pocos aos, que es la principal hermosura tan sutil de ingenio que era su coran la recmara de la mentira, donde hallava siempre el trage ms a su propsito conveniente. Persona era ella que se passara diez aos sin dezir una verdad, y lo que ms se le ha de estimar es que nunca le echava menos y viva muy contenta y, consolada sin sus visitas; cierto que menta con mucho asseo y limpieza, y que sala una bernardina * de su boca cubierta de pies a cabea de tantas galas que se llevava los odos de los que la escuchaban sin poderse defender los ms severos y rigurosos nimos. Deza ella muchas vezes que aquello era todo buen natural, y tan copioso que en una hora que ella se recogiesse con su pensamiento echava una tela que le durava todo el ao; y era tan casera y hazendosa la buena seora que nunca sala del telar: bastara muy bien a dar provisin desta mercadera, quedandole la casa llena, a todos los poetas de Castilla, con aver tantos que se pudieran hazer a sus tiempos sacas dellos para Vizcaya, * atento a ser tierra que no los lleva y que para tenellos es fuera que los trayga de fuera del reyno. Al fin, passava con esta gracia su vida, que acompaada de su cara dentro de pocos aos hizieron mucha hazienda.

Eran sus ojos negros, rasgados, valentones y delinquentes. Tenan hechas quatro o cinco muertes y los heridos no podrn reduzirse a nmero. Miravan apacibles a los primeros encuentros prometiendo serenidad, pero en viendo al miserable amante engolfado en alta mar acometan furiosos y, usando de aquella desesperada resolucin: exectese luego, davan fin a su vida.

Vestase con mucha puntualidad: de lo ms prctico, lo menos costoso y lo ms lucido; y aquello, puesto con tanto estudio y diligencia que pareca que cada alfiler de los que llevava su cuerpo ava estado en prenderse un siglo. El tocado siempre con novedad peregrina, y tanta, que el da que no le diferenciava por lo menos el modo con que le llevaba puesto, no era ya oy como ayer ni como oy maana; y tena tanta gracia en esto de guisar * trages que si las cintas de los chapines las passara a la cabea y, las de la cabea a los chapines, agradara, tan vencidos y obligados estavan de su belleza los ojos que la miravan.

Para su cara no consultava otro letrado de quien ms se fiasse que el espejo; y ass, acuda muy de ordinario a tomar su parecer no atrevindose a salir de su voluntad, donde las cejas, los dientes, el cabello y, al fin, desde la menor hasta la ms principal parte passava rigurosa censura y obedecan su correcin. Pues si hablamos del espritu noble con que ella haza vivir todas estas cosas y parecer que en cada una de ellas assista un alma particular, es ofender a la naturaleza pintando mal lo que ella dio bien.

Cada una de sus hazaas me importuna por particular cornica, y son tan dignas de vivir celebradas que nunca ser culpado de prolixo. qu muger, seores mos! Si la vieran salir tapada de medio ojo, * con un manto destos de lustre de Sevilla, saya parda, puos grandes, chapines * con virillas, pisando firme y alargando el passo, no s yo qul fuera dellos aquel tan casto que, por lo menos, dexara de seguilla, ya que no con los pies, con los ojos siquiera el breve tiempo que estuviera en passar la calle.

Con estas gracias y otras muchas con que se duerme aora mi pluma, porque piensa despertando a muchos hablar a su tiempo, entr quando la noche y en ocasin [en] que la ciudad arda en comn gozo, porque los ms principales della hazan una mxcara * celebrando las bodas de un cavallero forastero y de una seora deuda de todos. Las ventanas estavan pobladas de varias luzes, ass de las artificiales como de las naturales que nacan de los hermosos ojos de tantas damas; que qualquier * dellas era un seguro competidor del cielo (seguro digo porque le venca con tan manifiestas ventajas que all la vitoria no estava dudosa), porque esta felicssima ciudad goza, llevando a todas las dems destos reynos la gloria, insignes mugeres bellas en los cuerpos, discretas en las almas, suaves * en la condicin, liberales en el nimo, honestas en el trato; deleytan quando hablan, suspenden quando miran, siempre son necessarias y jams su lado parece intil, porque como dems de la belleza, en cuyo gozo se ocupa y exercita el apetito que tan fcilmente se cansa y enoja de lo que busc con ansia y solicitud, les dio el ciclo la alteza de los ingenios, manjar foroso del alma; y estos, mientras ms se tratan ms se aman, es fuera que en todos tiempos agraden, y parece que all el cielo, generalmente con particular cuydado, us con todas esta liberalidad, porque pocas son las que viven sin la compaa de estas buenas partes.

Por las calles y placas pblicas tambin andavan muchas de menor calidad en la sangre, que en lo dems bien competan, a cuyo olor yvan mouelos verdes * y antojadizos destos que ponen su felicidad ms en que se sepa que no en que sea, dgase, aunque nunca se haga; gente que porque con una rodela y un estoque de siete palmos, yendo treze en quadrilla, hizieron bolver las espaldas a un corchete * mulato y urdo, pregonan valenta y piensan que tienen juridicin sobre las vidas de sus vezinos, persudense a que todo lo matan: a las mugeres con su amor y a los hombres con su rigor; y al fin, los ms mueren a los pies de su confiana. Todos se esforavan por hablar bien, no ava ingenio que no * quisiesse sacar a luz sus curiosidades: ya huvo alguno tan desalmado tahur del vocablo que jug los ojos de su dama, porque como fuesse en professin y hbito estudiante, * y le preguntasse la causa de sus desvelos que quntas hojas ava estudiado aquel da de sus Brtulos, * respondi:

Seora ma, pocas, porque como estudio * en essos ojos fltame tiempo para las hojas.

Con razn se puede correr un honrado ingenio la vez que por descuydo y grave desdicha suya cae en baxeza semejante, porque este estilo y corriente brbara se ha dexado solamente para los estudiantes sumulistas, * porque como nuevos en las escuelas tienen dispensacin para que aquel primer ao, aunque sean viciosos deste juego, no incurran en pena alguna.

Uno destos se le arrim a nuestra Elena, que esperava la fiesta junto a la Puerta del Perdn, porque por hazrsela al ilustrssimo estava aquel lugar entre los sealados para la carrera. qu tal * era ella para desembolver un mentecato!: pareca purga de necios, porque visitndoles todos los rincones del pecho les haza vomitar, como dizen, las entraas. Tomle la medida, reconocile una y otra vez, sintile flaco y atrevisele. Psole luego en el potro * de la lisonja y, con alagos falsos, le hizo confessar lo que nunca imagin. Supo del que era page de un cavallero viejo, to del que aquella noche se desposava, hombre de los ms ricos y adinerados de Castilla y que dexava, despus de sus das, por heredero al sobrino, a quien amava tiernamente como a nica prenda de su sangre; el quid ava solicitado tanto estas bodas, porque se mejoravan en calidad con ellas mucho, * que se esfor a dexar su tierra, que era el Andaluza, para dar ms calor a la pretensin con su presencia; * inters que le ava puesto en una cama a peligro de perder la vida por ser hombre de muchos aos y aver intentado una jornada tan larga, como es la que ay desde Sevilla a Toledo, en los caniculares * del invierno, que es como si dixramos en los mayores fros de Deziembre. *

Ella oha atenta y l prosegua sin recelo quando la desembaraada y embaraosa picardia (porque para ninguna cosa halla estorvo y en ninguna dexa de hazelle aquella gente tan acomodada que en todas partes encuentra la mesa puesta y la cama hecha) vena anunciando la mscara corriendo y gritando desordenadamente, como ufana de ver que en este * mundo ay ocasin en que traen los pcaros mejor lugar que los cavalleros. Mezclvanse al descuido entre la gente, y como padres comunes de bolsas desamparadas, si hallavan alguna hurfana la recogan con tanta caridad que la hospedavan en su mismo pecho (no me espanto, que todos buscan la vida en este mundo trabajoso y los mas hurtando: y stos, entre los muchos del arte, son dignos de causar mayor lstima porque caminan al ms grave peligro y conquistan pequeos interesses: coge un desdichado una bolsa con veinte reales y danle dozientos aotes: la ganancia es buena, no le dirades siquiera a real por aote; sin duda que el ms varato * jubetero, * en cualquier ciudad o villa, es el verdugo, pues por tan * corto precio como quatro reales, que no son ms sus derechos, os vestir un jubn tan al justo que parezca que viene como si con l nacirades; y trae muchos provechos al servirse de tan buen oficial, y el mayor es que todo lo que l obra lo acaba tan a propsito del talle de la persona para quien lo trabaja que no puede servir a otra, y ass, nadie ay que se atreva a pedillo prestado: dura tanto como la vida del dueo y a veces ms, porque la fama queda en la memoria de muchos).

Corrieron sus parejas los cavalleros, que venian por estremo galanes: tan bien que el vulgo, suspenso, les dava las gracias en altas y confusas vozes, pero nuestro relator prosegua su processo y el juez malicioso escuchava como quien siempre se prometi que aquella conversacin le ava de ser la llave para abrir algn escritorio. Ultimamente entendi que el desposado era un hombre muy rendido a las flaquezas de la carne, y tan rompido en este vicio que no solamente procurava la gracia y buen acogimiento de las damas con regalos y cortesas, sino que a mas de una donzella ava forado, travessuras que le costavan al viejo mucha cantidad de hazienda; y que uno de los fines por que ms desse cassalle fue por entender que con la nueva obligacin del matrimonio assentara el pie firme, reconociendo que los tiempos no caminan igualmente y que los hombres principales deven mudar con el estado las costumbres. Este punto fue muy agradable a nuestra Elena, ms hermosa que la griega * y ms liviana, que en lo uno y en lo otro, aunque vino tantos aos despus, la pass muy adelante. porque sobre l fabric su industria lo que presto sabrys.

Preguntle cmo se llamava y de qu tierra era. El dixo:

Antonio, y de Valladolid.

Respondi * ella:

Por muchos aos, seor galn; qu buen nombre, no presumo yo que ser menos el hombre! Toda mi vida me ha corrido con hijos de vezino de Valladolid buena suerte, y cierto que tengo notado esto con cuydado, que es gente a quien ms que a otra me inclino; no s, en mis ojos son los que con ms gala se visten, hablan ms tiempo, corresponden con mejor trato. Los ms son tan bien entendidos que pueden aconsejar, y los que no, tan cuerdos que las cosas ms fciles no las intentan sin pedir consejo; no desconocen las caras de los amigos quando los veen en trabajos y a los enemigos perdonan, quando se humillan, las mayores injurias, considerando que es feo vicio el de la vengana. Antonio mo, y quntas virtudes te contar de tus paysanos; labor tengo para muchos das!

Quando el moo, mal advertido y poco exercitado en semejantes refriegas, se oy llamar Antonio mo de aquellos labios de cuya hermosura elegante se pudiera vencer mayor subjeto que el de su corto ingenio, calentsele ms el alma, y el corazn, inquieto y turbado, perdi pie; olvidsele a la lengua su oficio, y loco de verse favorecido no saba por dnde dalle gracias; ponasele el ingenio de puntillas, y hazindose ojos buscava razones que le sacassen de verguena. No pens l que le dexaran sentar en el umbral de la puerta y viose llevar mano a mano hasta el retrete; holgrase de coger la fruta despus de San Juan y hallla madura por Navidad; celebrara por mucho favor que le dieran con el pie y pusironle a la mano derecha en la mejor silla.

Cierto deza muchas vezes en su coran que todos los sucessos estn a voluntad de la fortuna: ella dispensa con absoluto parecer y sus rdenes son obedecidas; en vano solicita con lgrimas tiernas, pierde los ruegos y las esperanas el que no camina debaxo de sus alas. Yo, un pobre page con quien las medias se apuntan cada da; los apatos, de verguena de verse rotos, pierden el color y de negros se buelven blancos; el sombrero suda de congoja de lo mucho que sirve; la capa y ropilla, tan peladas como si hubiessen passado por el martyrio de las unciones; * el cuello y puos, con tantas ventanas que si fueran casas en la plaa de Madrid me valan un da de toros * muchos ducados; persona en quien los codos son muy parecidos a los apatos, porque tambien en ellos traygo tacones, escusando con esta diligencia que la miserable camisa no se ponga a azechar por ellos y hazer cocos, que segn est de negra bien puede, y espantar todos los nios de las vezinas. * Yo, pues, he merecido, por intercesin de mi buena estrella, en una hora un bien tan grande que si le conquistara un poderoso sobervio a costa de muchos passos y a fuera de infinitos dineros en largo discurso de tiempo, se pusiera en un estado que fuera menester dalle memoriales * para acordalle que era hombre y deva mirar por su juyzio.

Tan abrasado estava del fuego desta nueva Elena nuestro Antonio, ya segundo Paris, que con tales pensamientos se entretena. Acompala hasta su posada y ella hzole entrar. Rogle favoreciesse una silla, y al obedecella l y sentarse, caysele la daga de la baina, y si no acudiera al remedio con promptitud estuvo cerca de enclavarse *; pero bolvindola a su lugar dixo:

Qualquier dao que me sucediera justamente lo mereca, pues ya que esta noche tuve antojo de ponerme un adereo de espada y daga de los muchos que tiene el desposado, escog ste, que se le dio el mal acondicionado viejo de su to a mi amo * da de San Pedro, este verano passado en una jornada que hizo a La Montaa; que bastava ser don de manos tan avarientas para recelar dl qualquiera mal sucesso.

Ay, Jess! dixo ella. Hame querido dar V. m. pesadumbre. Tnganme, tengan, tnganme, que me caer muerta! A fe que se me ha ausentado el alma, y ms lexos de lo que parece. Qutese esa daga luego, que por lo menos no quiero que * esta noche la traiga consigo!

Y ass como lo dixo, con su mano execut su voluntad, que * l, aprovechando la ocasin, bes y ella no defendi. Preguntndole que a qu hora sera el desposorio, porque se determinava yr emboada * si en Toledo, por la vezindad de la Corte, en semejantes ocasiones se permita:

Tarde respondi: pienso que ser ms de las onze de la noche, porque espera que llegue de Madrid un seor de ttulo muy cercano pariente de entrambas partes y por cuyo medio y buenos oficios ha tenido este casamiento efeto, y segn dixo un criado suyo que lleg a Toledo a las quatro de la tarde, vendra muy noche porque no poda salir de Madrid hasta despus de medio da. Y si V. m. me diesse licencia me bolvera a ver a mi viejo, que le dexo en la cama y me la concedi limitada por una hora; y yo, obligado de la mucha que de V. m. reconozco indignamente * aver recebido, he alargado la facultad de un hora a tres, que a m me han parecido un breve instante; y tngame lstima por amor de Dios, pues pierdo el regalo de su dulce conversacin por la de un caduco impertinente, templado al tiempo del Conde Fernn Gonzlez, ms hidalgo que Lan Calvo, y tan montas que me dize infinitas vezes esta vanidad: que la casa de Austria dexa de ser de las ms ilustres de todas quantas oy ay en el mundo solamente por no aver tenido sus principios en las montaas de Len. * Es persona que vive y se govierna por las pragmticas * de los varones antiguos: respeta a las mugeres como a cosa sagrada; a todos los hombres bien nacidos, aunque sean tan pobres que no les cubra otra capa sino la del cielo, iguala con su persona; tiene en la memoria las sentencias del sabio Catn, que andan en bocadillos de oro, * y refirelas con mucho respeto y veneracin. Y a fe que no ay poco trecho desde este mesn del Carmen hasta las casas del Conde de Fuensalida, donde * esta aposentado el seor Don Rodrigo de Villafae, mi amo. No s yo cmo me estoy tan descuidado en el verde * dndome uno y otro floreo, y ms que esta noche, como han de acudir a la casa de la novia donde se ha de celebrar el desposorio, es fuera que le dexen solo. Al fin, seora, voime; y quedo con V. m. tan presente que ser ms fcil dexar el alma el amistad y compaa del cuerpo que la de V. m. y sus hermosos ojos.

Ass razonava quando, oyendo ella golpes a la puerta, dixo:

Ay dicha ma! Qundo seris vos buena, tarde o nunca? Esto me tenades guardado agora a la vejez: quando no ay muelas, el pan ms duro? Seor, nimo y al remedio: escndase, presto! *

Y diziendo esto metile por la mano otro aposentillo ms adentro, donde torciendo la llave se le dex por ms horas que l pens.

HAZE UN SUTIL ENGAO LA HIJA DE PIERRES Y CELESTINA, Y BOLVIENDO LAS ESPALDAS AL PELIGRO HUYE DE TOLEDO.

Abriendo, pues, al que llamava, que era un galn suyo que a ttulo honesto de hermano, para cumplir con la buena gente, la acompaava en bien peligrosas estaciones, recibindole entre sus braos, en breves palabras le cont al oydo la aventura de aquella noche; y dndole parte de todo su pensamiento mand poner el coche de mulas en que ava venido, y entrando con ellos una criada vieja, muger muy cumplida de tocas * y rosario, de cuyas opiniones y dotrina se fiavan los negocios de ms importancia, y en un estrivo un pagecillo de catorze a quince aos, diestro en las embaxadas de amor, cuyas manos eran dichoso passo para qualquier villete * porque dellas con seguridad llegava a las del galn o dama a quien se diriga, camin a la calle de los christianos modernos, * en cuyas casas es ms nueva la fe que los vestidos, aunque los hazen cada da para vestir con ellos a los que los pagan tanto ms de lo que valen, que si lo consideran, ms los desnudan que los visten.

Ya yvan los de la mxcara desordenados: por aqu dos, por all quatro, todos a mudarse hbito, y el pueblo tratava de recogerse. Don Sancho de Villafae, que era el desposado, que caminava con su compaero a lo que los dems, encontr el coche, y con la luz de las achas * acert a ver el rostro de Elena, que de passo le tiraniz el alma con tan poderosa fuera que, si le fuera possible, siguiera la hermosa forastera y perdonara de muy buenas ganas la boda. Y, sin duda, se arrojara en los brazos de tan loco disparate si no ahogara la prudencia este desseo por entonces, * que antes de nacido fue muerto. El prosigui a su negocio y ella al suyo, que alargando el passo, en breve tiempo lleg a la ropera, adonde entrando en la casa ms proveyda, sin reparar en conciertos porque entonces, por no detenerse y ganar tiempo quera perder dinero, compr tres lutos que vistieron ella, su hermano y el pagecillo, sin atender a la curiosidad y asseo de que conformassen con los talles de las personas. Bolvironse al coche, que los llev a las casas del Conde de Fuensalida. Aqu orden al pagecillo que se apease y, preguntando por el quarto del seor Don Rodrigo de Villafae, entrasse en sus aposentos y le dixesse que una seora montaesa que acabava de llegar de Len para un negocio de mucha importancia y consideracin le quera besar las manos; y ass, le suplicava que en todo caso se le diesse * licencia. El muchacho obedeci, bolviendo con muy buen despacho. El buen viejo mand a otro paje, compaero * del que estava encerrado, que pusiesse sillas y saliesse con un acha a recebir visitas * de tanta autoridad, y l se incorpor en la cama, dndose prisa a poner los botones del jubn y audando ms el tocador * que tena en la cabea puesto. Quando clavando los ojos en la puerta de la piea vio, no con pequea admiracin de sus ojos y mayor de su corazn, entrar un hombre tan cubierto de luto que pudiera segunda vez retar a Zamora, * y despus dl, dos mugeres en el mismo trage, aunque el de la ms moa representava mayor dolor porque traa cubierto el rostro con el manto negro y basto, a quien segua el pagecillo, no menos enlutado y llevndola una falda tan larga que, dexndola caer luego como entr en la sala, ocup todo el suelo.

Hizieron al enfermo tres reverencias, todas por un comps: la primera, al entrar por la puerta; la segunda, en medio del aposento y la tercera al tiempo de tomar las sillas. Sentronse las dos hembras y arrimronse a un lado, descubiertos, los varones, porque pareci convenir ass que tambien Montfar, que hasta entonces ava representado el papel de hermano, le hiziesse de criado. El enfermo las recibi quitndose con entrambas * manos un bonete * de seda que sobre el tocador tena puesto en la cabea y diziendo:

Beso las manos de Vs. ms. mil vezes. qunto me pesa, nobles seoras, del doloroso trage! Dganme vuestras mercedes ass la causa dl como la ocasin de venir a hazerme este favor en hora tan fuera de costumbre para las mugeres principales.

Aqu Elena, que saba que una muger hermosa tal vez persuade ms con los ojos llorando que con la boca hablando, en lugar de razones acudi con una corriente de copiosas lgrimas tan bien entonada, ya alando, ya baxando; limpindose ya con un lieno los ojos por mostrar la blanca mano, y ya retirando el manto porque se viessen en el rostro las lgrimas, que quando es hermoso tanto obligan a piedad vistas como oydas, que a quien tuviera el pecho tan duro como la condicin de un miserable rindiera y le forzara a compadecerse.

Estava el viejo en xtasis, y quando esperava conocer de dnde traya origen * tan desesperado sentimiento, porque el ro de los ojos de Elena, que se ava estendido por todo el campo de la cara, sufra ya mrgenes y se bolva, como dizen, a la madre, la anciana vieja, que le pareci empear por donde la compaera acabava, acometi con tanto bro que mal ao para lo que la otra ava llorado *; al fin, como persona que de muchos aos atrs estava enseada a hazello de sol a sol sin necessidad, advirti que sera de mucho efeto para el auditorio acudir al ademn de los cabellos, y tirando de unos que ella traa postizos toda la vida para hazer ms al vivo semejantes passos, * pareci que los arrancava a manojos. El muchacho, que estava detrs de las sillas, quando le hizieron la sea que entre ellos vena concertada, derram lo que fue bueno, haziendo todos tres una capilla que se pudiera alquilar, si fuera el tiempo del Cid Ruy Daz, para plair los difuntos. El miserable oyente humedeci tambin la cara, y esforndose para hablallas las conjur por todos los santos del cielo para que, corrigiendo el llanto, le diessen parte de su principio, porque assegurava, a fe de cavallero y honrado montas, que la menor prenda que por ellas aventurara sera la hazienda, porque la vida poca que le quedava con mucha liberalidad la perdera en su servicio, pesndole de no estar en los primeros tercios de la edad, quando la sangre arde y los miembros se hallan fziles, para que conocieran en las obras sus desseos.

Oyeronle ms blandas, serenaron los semblantes y, parecindoles que en el llanto avan andado tan cumplidas como quien ellas eran y que contradeza a buena razn gastar all todo el caudal porque no saban en las necessidades que, adelante el tiempo, se veran desta moneda, dems de que se perda en la dilacin, la vieja, echndose el manto en los hombros porque el rostro venerable obligasse ms, empez a orar deste modo:

Guarde el cielo a V. m., seor Don Rodrigo de Villafae, y dle la salud que puede, que aunque nosotras le traemos malos instrumentos para tenella, porque pesares grandes ms son agentes que solicitan la muerte, se la desseamos con veras; pero quando las ocasiones vienen tan estrechas que es fuera huyr, nayde ay que no se arroje por la ventana si no halla cerca la puerta. El caso es apretado y la razn nos averguena dando gritos.

Aqu se dio el viejo una palmada y, arrancando un suspiro, dixo:

Plega a Dios que yo me engae! Es alguna mocedad, o por mejor dezir, necedad de las que haze mi sobrino. No querra que por adivino me agotassen. Prosiga V. m. y si puede no pare, hija, porque ser darnos muy mala noche.

Cobr con esto * Elena un nimo valeroso y acometile diziendo:

Pues V. m. por tantas experiencias conoce sus liviandades y sabe que no tiene ley si no es con sus apetitos desordenados, no se les har nuevo a los oydos mi caso, porque avr remediado otros muchos semejantes. Quando V. m., por mi desdicha, este verano passado embi a esse cavallero a nuestra tierra, me vio en una iglesia, * donde * si fuera verdad lo que l me dixo los dos nos pudiramos quedar en ella: yo retrada como matadora y el sepultado como difunto, porque me afirm que mis ojos avan sido poderosos a quitalle la vida valindose del lenguaje comn y tretas ordinarias. Siguime hasta mi casa y, aunque pudiera respetarme por mis deudos entonces, pues en ella conoci la calidad de mi sangre, no quiso. Escrivime, passe mi calle, de da a cavallo y de noche a pie, acompaado de msicos; y al fin, por morir consolado, hizo todas las diligencias possibles como prudente enfermo. Pero vindose de m cada da peor acogido y que los ruegos eran de poco efeto, aconsejado de una esclava berberisca que era de mi madre, que viva entonces, a quien l ava ofrecido libertad, fue a cierta huerta donde yo las maanas del verano sola, como quien tena el nimo limpio de sospechas, sola y sin ms compaa, yr con ella de la mano a recrearme y, avindose encerrado en los aposentos del casero y guarda que la assista, a quien con cierta industria embi al lugar, no quedando all sino un muchacho de edad de onze a doze aos, aguard a que yo estuviesse dentro, y quitndole las llaves, quando le pareci ocasin, se hizo dueo de las puertas, donde con una daga que me puso a los pechos alcan con villana fuera lo que no ava podido con blanda cortesa, para cuyo efeto, quando me vio rendida, dex caer la daga en el suelo. A este tiempo bolvi el hortelano acompaado de otros y, llamando a las puertas con priessa, l, que temi ms a la pena del delito que a la verguena de avelle cometido, huy por unas tapias, dexndose all las llaves con que el muchacho abri a su padre y los dems que le acompaavan. Yo alce la daga y, guardndola, esfor el nimo para que en el rostro no se conociesse, por la alteracin, que estava disgustada. La esclava, que para dar ms colores a la cautela ava hecho que me defenda con tanto artificio que se dex herir en una mano, adonde fue necessario apretarse un lieno, se lleg a m y, hazindose muchas cruzes, invoc todo el poder del cielo para que con todas las penas del infierno castigasse tan mal hombre. Maldixole una y otra y tantas vezes, llenando su rostro de lgrimas que pareca verdad, aunque yo conoca bien su alevoso pecho exercitado en trayciones; pero convnome por entonces tomarlo por el precio que me lo vendan. Dissimul todo lo ms que pude y bolv con ella a mi casa, de donde falto dentro de pocos das. Nunca dixe, aunque lo conoc como persona que pisava sobre la malicia, quin nos ava hecho el mal juego; call sin dar parte, ni de lo uno, ni de lo otro, a nadie en la tierra, librando en el cielo la satisfacin. El se ausent y mi madre muri sin dexarme ms sombra que la de mi ta, * que a no tener hijas moas de cuyo remedio ha de tratar en primer lugar, era bastante arrimo.

Supe que este caballero estava tan lexos de poner los ojos en su obligacin que se casava; y ass, vin con la mayor diligencia que he podido a dar parte a V. in. para que antes que salga desta piera me d para entrarme monja, o en dinero de presente, o joyas que lo * valgan, dos mil ducados; porque quando l esta noche, con gusto de V. m. y todos sus deudos, me quisiera por muger, diera de mano al ofrecimiento, porque no tengo por seguro hombre tan determinado. Y si V. m. no se resuelve presto yr a poner impedimento, porque segn tengo entendido antes de una hora se efetuar el desposorio y no es mi intencin perder la solicitud y passos que, desde Len hasta Toledo, con tanto trabajo hemos dado. Y para que V. m. vea el instrumento de la traycin y conozca en l mi verdad, sta es la daga que me puso al pecho.

El venerable viejo, que ava oydo atento y que desde * el principio le pareci el caso fiel, quando vio la daga y la conoci dio en su nimo entero crdito, donde hizo este discurso:

Si yo embiasse a llamar a mi sobrino y le sacasse de entre tantos cavalleros, sera dar nota y quiz ocasin de que algunos curiosos le siguiessen, de los que en esta pretensin le han sido competidores; y entendiendo de las vozes que han de dar estas mugeres la baxeza de su nimo, llevassen nuevas a la nobia que fcilmente desconcertassen las bodas, perdiendo en una hora lo que con mucho trabajo y costa he pretendido muchos aos. Bueno es que quien arroj al mar, por salvar su persona, las joyas, la plata y el oro, repare en la ropa! He gastado lo ms y dudar en lo menos?; fuera de que la hazaa es muy propia de su coraon y seguramente la creo: no desdize el pao, todo es de un color y de una misma piea.

El ass discurra, quando vindolas hazer ademn de levantarse para yr a executar lo que tenan propuesto, las detuvo, dando al page la llave de un escritorio de donde sac la cantidad en oro, en doblones de a quatro, y se la entreg, contndola Montfar, que se hizo entregado en ella dobln sobre dobln; con que diziendo que a la maana se veran tomaron la puerta y, tras ella, el coche, guiando a Madrid, parecindoles que si les siguiessen sera por el camino de Len.

La huspeda del mesn, viendo que no venan a recogerse, quiso reconocer los aposentos; donde hallando encerrado aquel preso de amor y necedad le embi libre, tanto porque le conoci y crey dl la historia como porque no le faltava cosa alguna de sus * muebles.

LA HIJA DE CELESTINA Y DEMAS COMPAEROS PROSIGUEN SU CAMINO Y ELLA CUENTA A MONTUFAR SU VIDA Y NACIMIENTO.

Ponales el miedo alas a Elena y sus compaeros, y al cochero cierta cantidad con que le untaron las manos, dndole a entender que para negocio de mucha importancia les convena passar a Madrid; y ass, ms parecan aves por el viento que caminantes por la tierra (el que mal vive no tiene casa ni ciudad permaneciente, porque antes de poner los pies en ella haze por donde bolver las espaldas, ganando con uno a quien ofende a todos por enemigos, porque como se recelan justamente de ygual dao reciben la ofensa por comn; y aunque sea criatura tan desamparada del socorro del cielo que nunca tenga pesar del mal que haze, por lo menos jams le falta el del temor, considerando qun graves castigos le estn guardados si da en las manos de la justicia. Este oficio miserable, que con tanto estudio y peregrina diligencia infinitos aprenden, de robar lo ageno, tiene una condicin estraa en que de los otros muchos se aparta, y es: que a los dems, lo que ordinariamente los sucede [es que] sus professores viven tantos aos en ellos que, vencidos de la edad, vindose intiles para el trabajo, los dexan porque les faltan fueras y no vida; pero a este exercicio de quien vamos hablando, como mueren siempre en lo ms verde y loano de la edad * en manos agenas y con no poco acompaamiento, * los que del se valen dxanlo por falta de vida y no de fueras. * Hombre, es possible que quando no tengas ojos para ponellos en el respeto que a Dios deves, pisando la honra que tus padres te comunicaron, que aunque fuessen de humilde nacimiento, como viviessen debaxo de las leyes, sin ofensa de Dios y de su vezino, eran nobles * en lo ms importante, que quieras ms la baxeza de un vicio que veynte aos de vida, que los pierdes entre los pies de un verdugo? * Locuras tiene el mundo y nayde ay en l tan bien aconsejado que dexe de alcanar su parte; pero sta es, sin duda, la ms ciega y a quien aun no ampara ni disculpa la flaqueza natural si no es en el ltimo estremo).

Ellos caminavan, y aunque la hora de la noche peda sueo, el temor no consenta porque es cama muy dura: sobre ella nayde descansa; al ms perezoso inquieta y desvela hazindole contar igualmente todas las horas de la noche, que aunque sea muy breve, siempre la que no se duerme parece una eternidad. Elena, que quiso divertir a Montfar para que no se desanimasse, porque en los supiros que yva dando mostrava ms arrepentimiento que satisfacin, dixo ass:

Muchas vezes, amigo, el ms agradable a mis ojos y por esta razn entre tantos elegido de mi gusto, me has mandado y yo he desseado obedecerte, que te quente mi nacimiento y principios, y siempre nos ha salido al camino estorvos que no han dado lugar; agora nos sobra tiempo y el que corre es tan triste que necessita mucho de que le busquemos entretenimiento; y porque el que yo te ofrezco sin duda te ser muy apazible, por ver si en la mucha ociosidad desta noche puedo dar fin a lo que tantas vezes empec, prosigo: Ya te dixe que mi patria es Madrid. Mi padre se llam Alonso Rodrguez, gallego * en la sangre y en el oficio lacayo, hombre muy agradecido al ingenio de No por la invencin del sarmiento. Mi madre fue natural de Granada y con seales en el rostro, porque los buenos han de andar sealados para que de los otros se diferencien. Serva en Madrid a un cavallero de los Zapatas, * cuya nobleza en aquel lugar es tan antigua que nadie los excede y pocos los igualan. Al fin, esclava, que no puedo yo negarte lo que todos saben. Llamvanla sus amos Mara, y aunque responda a este nombre, el que sus padres la pusieron y ella escuchava mejor fue Zara. Era persona que en esta materia de creer en Dios se yva a la mano todo lo que poda, y poda mucho porque creya poco; verdad es que cumpla cada ao con las obligaciones de la Iglesia, temerosa destos tres bonetes * que dexamos en Toledo porque de su crcel salieron a morir mis abuelos, vase a los pies del confesor a referir los pecados de sus amos, de quien siempre se quejava, porque su persona la justificava tanto que, si fuera verdad lo que ella al padre de su alma deza, la pudieran canonizar. Pareci bien en su moedad; y tanto, que ms de dos de las cruzes verdes y roxas * dessearon mezclar sangres ofrecindole la libertad; pero ella, que con natural odio heredado de sus mayores estava mal con los christianos, se escus de no juntarse con ellos, * y ass, hizo desto Firme voto a su Profeta que observ rigurosamente. *

Baxava a lavar la ropa de sus amos y la de algunos criados de importancia los sbados a Mananares, ro el ms alegre de fregonas y el ms bien passeado de lacayos de quantos oy se conocen en Espaa, en cuya prueva, si fuera * necessario y alguien lo dudara, truxera muchos lugares autorizados de poetas. * All acudan a celebralla, el rato que podan hurtar a sus amos, * todos quantos esclavos ava de sillas en la Corte; y ella ygualmente remediava necessidades con la misma voluntad al de Tnez que al de Argel, aunque a los de Orn parece que con alguna diferencia de ms agrado porque * tena deudos en aquella tierra, y aunque no la traan cartas de recomendacin * ella saba a lo que deva acudir y ass lo haza con toda diligencia. Tvola tanta en agradar a su ama que, quando muri, la dex libre en agradecimiento de que la acab de criar una criatura con mucha salud despus de aver andado en manos de diferentes amas y siempre enferma, * y tanto que los mdicos desesperaron de su vida. Pdolo hazer ella fcilmente porque los ms aos, imitando a la buena tierra, dava fruto, que de algo le ava de servir la conversacin de tanto moro cavallero con quien sola emboscarse por aquel soto y quitarse todos los malos desseos. Luego que se vio libre, como para acudir a las necessidades desta vida, que son tantas y todas tan importunas, quien nace sin renta ha menester oficio, se aplic al de labandera; y hazalo con tan extremada gracia y limpiea que quien no traya la ropa lavada de manos de la morisca no pensava que poda parecer a los ojos curiosos de tanto cortesano sin verguena.

En este tiempo, que ya ella estava cerca de cumplir una quarentena de aos, se cas con el buen Rodrguez, aquel mi honrado padre que Dios aya perdonado. Adminrense mucho todos los que le conocan la condicin de que huviesse celebrado bodas con una muger que traa siempre las manos en el agua; * pero l se escusava con dezir que al amor todas las cosas le son * fciles. Hzose luego preada de m, que por avrsele muerto los dems hijos lo desseava mucho. El parto fue feliz porque no le truxo la costa peligrosa de dolores y ansias que otros suelen. Ya ella ava mudado de oficio, porque bovindosele a representar en la memoria ciertas liciones que la dio su madre, que fue doctssima muger en el arte de convocar gente del otro mundo, a cuya menor voz rodava todo el infierno, * donde lleg a tanta estimacin que no se tena por buen diablo el que no alcancava su privana, empe por aquella senda; y como le vena de casta, hallse dentro de pocos * das tan aprovechada que no trocara su ocupacin por dozientas mil de juro, * porque creci con tanta prisa este buen nombre que, antes que yo pudiesse roer una corteza de pan y me huviessen en la boca nacido los instrumentos necessarios, tena en su estudio ms visitas de prncipes y personas de grave calidad que el abogado de ms opinin de toda la Corte. Y nayde se espantava dello, antes todos conocan ser puesto en razn, porque tambin ella pareca siempre que era necessario en juyzio y defenda causas; de tal suerte que en el tribunal del amor no se determinava negocio sin su asistencia, porque era sujeto en quien concurran todas las partes necessarias: oha a todos con atencin, despachava con puntualidad y satisfacin de la parte, y al que no tena justicia le desengaava luego. Si se prendava por Pedro y era su contrario Iuan, le huya el rostro, avergonndose infinito de lo mal que en esto proceden muchos juristas. * Y ass, deza muchas vezes:

No quiero abarcar mucho viviendo con malos tratos. Hgame Dios bien con lo que lcitamente puedo ganar, que con esso lucir mi casa y crecer mi hija!

Y sobre todas sus gracias tena la mejor mano para aderear donzellas que se conoca en muchas leguas, fuera de que las medicinas que aplicava para semejantes heridas estavan aprovadas por autores tan graves que su dotrina no se despreciava como vulgar. Y haza en esto una sutileza estraa: que adobava mejor a la desdichada que llegava a su poder segunda vez que quando vino la primera. De modo fue, amigo, lo que te cuento, que sucedi en realidad de verdad que huvo ao, y aun aos, que passaron ms caros los contrahechos * de su mano que los naturales. Tan bien se hallavan con ellos los mercaderes deste gusto [que] pareca que tena tantas almas como personas con quien tratava, porque se ajustava tan estrechamente a sus voluntades que cada uno pensava que era otro l. * Como el pueblo lleg a conocer sus mritos quiso honralla con ttulo digno de sus hazaas; y ass, la llamaron todos en voz comn Celestina, segunda deste nombre. * Pensars que se corri del ttulo? Bueno es esto!; antes le estim tanto que era el blasn de que ms cuenta haza.

Mientras ella andava en estos exercicios el bueno de mi padre acuda a sus devociones sin dexar hermita que no visitasse, en cuya jornada, como yva a pie y eran tantas, slo Dios y l saben los muchos tragos * que passava, haziendo tan largas oraciones que, muchas vezes, se quedava arrobado horas y horas, y aun las noches y das enteros. Passlo bien mucho tiempo hasta que un muchacho que le andava a los alcanes dio noticia a los dems, y entre otros renombres que le achacaron, el que ms le doli fue Pierres. * A los principios de esta persecucin * que el padeci * del vulgo pueril, que suele ser el ms desvergoado y el menos corregible, valise de una industria, que fue escusarse de las calles principales; pero l hizo obras tales que llegaron a conocelle en los ltimos arrabales, donde le cantavan la misma musa. Estuvo muy determinado, casi, casi resuelto a tener verguena apartndose deste mal vicio por escusar la * afrenta; pero como achaque antiguo y envejezido en la persona, con la edad curse mal, y por ms que afirm los pies bolvi a dar de cabea, sin hallarte remedio los mdicos, que con esta enfermedad acab sus das, con no poco dolor del pueblo que con l se entretena, en este modo: en una fiesta de toros donde se hallaron los Reyes, entr a romper unos rejones en presencia de los ojos de su dama, por pagarles un singular favor que le avan hecho, cierto prncipe acompaado de ms de docientos lacayos todos de una librea. Entre los que visti fue uno mi padre; y como l, antes de entrar en la plaa, huviesse acudido a sus estaciones y truxesse la cabea trabajosa, tanto que se ava baxado el govierno del cuerpo a los pies, pensando que huya del toro le sali al camino y se arroj sobre sus cuernos. Llegaron aprisa para valelle todos, pero ya l ava dado su alma a Dios y a la tierra ms vino que sangre.

A todos les pes y a su amo ms que a todos. Al fin, con traelle a casa para que le dissemos sepultura le hizieron pago. Mi madre y yo le lloramos, como cuerdas, lo menos que pudimos, y aun para esto fue menester esfrarnos. * Dezan unos vezinos nuestros, gente de no mala capa pero de ruyn intencin, considerando la vida de mi padre, que fue pacientssima, * y despus la muerte en los cuernos de un toro, que se ava verificado bien aquel refrn: Quin es tu enemigo?: el que es de tu oficio * . Y sobre esto glossavan otros estendindose a muy largos comentos. Nosotros hizimos a todo oydos de mercader, hasta que el tiempo, que olvida las cosas ms graves, sepult sta entre las dems.

Ya yo era mouela de doze a treze, y tan bien vista de la Corte que arrastrava prncipes que, golosos de robarme la primera flor, me prestavan coches. Dvanme aposentos en la comedia; embivanme, las maanas de Abril y Mayo, almueros, y las tardes de Julio y Agosto, meriendas al ro Mananares. Mirvanme, invidiosas, algunas destas donzelluelas fruncidas * y dezan:

Miren con el toldo que va la hija de Pierres y Celestina.

Sin acordarse que yo me llamava Elena de la Paz. Elena, porque nac el da de la Santa; y Paz, porque se llamava ass la comadre en cuyas manos nac, que sacndome despus de pila quiso hazerme heredera de su nombre.

Ellas me cortavan de vestir aprisa, y mucho ms los sastres, porque como mi madre se resolviesse a abrir tienda, que al fin se determin antes que yo cumpliesse los catorze de mi edad, no huvo * quien no quisiese alcanar un bocado obligndome primero con alguna liberalidad; y fueron tantas las que conmigo usaron, que ya me faltavan cofres para los vestidos y escritorios para las joyas. Tres vezes fuy vendida * por virgen: la primera, a un eclesiastico rico; la segunda, a un seor de ttulo; la tercera, a un ginovs que pag mejor y comi peor. Este fue el galn ms assistente que tuve, porque mi madre embi un da, valindose de sus buenas artes, en un regalo de pescado que le present, bastante pimienta para que se picasse de mi amor toda su vida: andava el hombre loco, y tanto que, aviendo destruydo con nosotras toda su hazienda, muri en una crcel avr pocos das preso por deudas. Temise mi madre de la justicia y quiso mudar de frontera. Partmonos a Sevilla y, en el camino, por roballa, unos ladrones la mataron. Y acomparala yo en esta desdicha si no me huviera quedado, en razn de venir con poca salud, ms atrs dos leguas. Supe la triste nueva de su muerte luego y, sin passar ms adelante, me bolv a Madrid, donde te encontr en casa de aquella amiga y me aficion de tus buenas partes, siendo el primer hombre que ha merecido mi voluntad y con quien hago lo que los caudalosos ros con el mar: que todas las aguas que han recogido, ass de otros ros menores como de varios arroyos y fuentes, se las ofrecen juntas, dndote lo que a tantos he quitado.

De all, como t sabes, passamos a esta ciudad de Toledo, de donde bolvemos tan acrecentados que si no tuvieras * ms angosto el nimo de lo que yo pens, truxeras mejores alientos. Y porque parece que la conversacin ha sido salsa que te ha hecho apetecer el sueo, sossegando algn tanto la inquietud de tu espritu, reclnate un poco y reposa, considerando que todo lo que el miedo es bueno antes de cometer un delito, porque suspende la execucin del, es malo despus, porque turba al culpado tanto que suele, en vez de huyr de quien con diligencia le busca, ponerse en sus propias manos.

NO PUEDE DORMIR MONTUFAR AUNQUE LO PROCURA, Y POR PASSAR LA NOCHE CON MENOS DISGUSTO REFIERE DE MEMORIA DOS CURIOSOS PAPELES DE LA MADRE Y EL MARIDO.

Dormir ser ya imposible dixo Montfar, hermosa y corts Elena, hasta que rendido del cansancio y larga noche cierre los ojos quando los abre el da, que entonces vendr la hora ms cierta de mi quietud. La pltica ha sido entretenida y la habilidad de mi honrada suegra, madre y seora tuya, es digna de alabarse entre todas las graduadas de su facultad. Es possible que tuvo fin tan arrebatado muger de tantos mritos y que t ests tan consolada aviendo perdido en ella tan buen arrimo y consejo? qu pobre est el mundo de buenas habilidades y qu acabada la facultad de naturaleza!, pues ya apenas en todo el reyno, aunque la busquemos con mucho cuydado, hallaremos una muger en quien concurran todas las partes y calidades que en tu buena madre. Pienso que aquella Celia, celebrada en la Corte tanto de todos y ya conocida en Espaa por aquellos tercetos en que escrivi su vida un liberal ingenio, no la ygual; y porque s que t y Mndez ha muchos das que desseis or los hechos desta muger ilustre, en lenguaje medido, dulce y sabroso por la armona de los consonantes, os la referir sin mancar los versos ni cometer adulterio contra el casto lenguaje de su primer autor; que si la memoria usa conmigo en esta ocasin el buen termino que otras vezes, vosotras quedaris muy servidas y yo rico de alabanas. Dize ass:

LA MADRE *

Siete aos cumpli Fabia; al rostro bello Celia, su madre, aplica sucio afeyte y torpes artificios al cabello * para que ocupe con el vil deleyte a los ociosos ojos del mancebo, que slo con miralla se deleyte. La simple jubentud, que atiende al cebo de la ramera en flor, por su hermosura se atreve a despreciar la luz de Fevo. Doze aos contava la criatura quando se hall hecha duea una maana, que todo fue acertar la coyuntura. * En la noble moneda segoviana * cobr de su vertida sangre el precio por emular los passos de una hermana. Tres aos la ador el amante necio neci era y ginovs parece engao: * nunca pudo tener amor tan recio. Jams en su poder se visti pao ni en la calle se vio sin coche un da, * haziendo yguales todos los del ao, porque con la ocasin siempre sala aunque no fuesse ms que a ser mirada o a visitar la casa de una ta. Era la ta cosa muy honrada, parceme que agora la estoy viendo de venerables tocas adornada. Aqu se fue la venta repitiendo de la enmendada virgen quatro vezes, al apetito brbaro mintiendo que los que desta causa se hazen jueces siempre suelen errar en el derecho y aprecian por buen vino sucias hezes. Creci la opinin ms, creci el provecho; slo en su tribunal hablava el oro, a quien tratavan como amigo estrecho piensas, tacaa vieja, que yo ignoro tus tretas, tus trapaas, tus engaos? Mejor te arrastre por la plaa un toro!. Fue muger de negocios veynte aos. Enriqueci en el trato de las hijas mejor que [en] el de las sedas y los paos. Dos dellas pass a Italia * no te aflixas, * vieja, porque lo cante yo a la gente; vngate en tus cadenas y sortijas. Estas enriquecieron brevemente porque pusieron precio comedido, estimando el dinero en qualquier gente. Desterraron los zelos, el olvido, el desdn, el agravio y el ausencia por antiguo lenguaje no entendido. Mandaron que se hablasse en su presencia bordados, plata, perlas y diamantes: lenguaje de ms gala y eloquencia. Y como las que no eran ignorantes, con un alma traydora se rean de la curiosidad de los amantes. Zurda la condicin siempre tenan, y, con ser deshonestas, si miravan a la verdad desnuda se ofendan. A su madre suspensas escuchavan; ctedra * de maytines les lea, que all a la media noche se juntavan. Hijas amadas con la voz deza, tal vez blanda y suave y tal severa, conforme la ocasin la requera, pobres nacistes, aunque ya pudiera aver crecido vuestra suerte tanto que a la imbidia en cuydados la pusiera. Mas, de qu sirve renovar el llanto, pues que dl no se obliga la fortuna y dexa en nuestros miembros el quebranto? Variable al fin, persigue e importuna al que en naciendo se mostr risuea, revocando las leyes de la cuna. Este estado mendigo nos ensea a respetar lo til del dinero forando el alma a condicin de pea. Advertid este punto lo primero, que en l consiste toda la importancia: a fe que es el consejo verdadero! Jams os persuada la ignorancia que puede aver amor donde ay pobreza, ni que puede aver mal donde ay ganancia; el abundancia alivia la tristeza: sabed que es poderosa medicina para todos los males la riqueza. Qu bien que alega esto Celestina! Si ella lo dixo bien, mejor lo siento: yo soy la que comenta su doctrina. La licin de ventana dar intento; advertid que no digo razn vana: todas llevan seguro fundamento. Quando alguna se pone a la ventana ha de estar bien locada y bien vestida, diziendo el traje: dama cortesana. Si passa algn mouelo que a la vida la hace fiesta perpetua sin hazienda, pngase luego triste y divertida * para que deste modo no se ofenda de que no se le haga cortesa, y que a nacido del dolor entienda; porque aunque l la haga grande, yo querra se le pague inclinando la cabea, mostrando en el semblante el alma fra. Mas si acaso os mirare con terneza algn hombre ms cuerdo y hazendado, aunque le falte al traje la limpieza * bien podys con semblante messurado hazerle reverencia cortsmente, pero no con lisonja ni cuydado. no estimys sombreradas de valiente, que a vosotros no pueden agraviaros como hagys vuestro oficio honradamente. Si algn seor viniere a festejaros, algn mercader gruesso, * y por la calle tratare de serviros y agradaros, con los ojos riyendo avys de hablalle, besarle la mano haziendo reverencia y hasta las necedades celebralle. Esto es lo que me dicta mi conciencia; bien prodr ser que tenga algn engao, pero ser por falta de ciencia. Vmonos al estrado; aqu es estrao el estilo: bien s que es ingenioso, que me cost de estudio ms de un ao. Si entrare un mancebito peligroso, hablalde en pie porque esperys visita; pedid perdn diziendo que es foroso. Si fuere el hombre rico, ste se admita para darle una silla brevemente, que para todo el oro le habilita. Si es gruesso mercader o un excelente prncipe, bien podys, en el estrado, * sentarle en una almohada afablemente. Encarecelde que le days el lado diziendo que con l se rompe todo porque el saber quin es os ha obligado; para que l se disponga deste modo a daros por esclavo a su dinero porque la obligacin le da del codo; * pero si con semblante lisonjero os quisiere pagar con dos razones, limpiad la casa deste majadero; porque no pueden tales ocasiones sacar a las mugeres de lazeria quando ay tanta pereza en los doblones. Nunca os empeys mucho en esta feria, que si no es con amor estraordinario haze pocos milagros la miseria. Pero si luego fuere tributario, podysle permitir que os quite un guante, y no le culparys de temerario aunque con muestras de rendido os intente besar la blanca mano; pero no ha de pasar de aqu adelante si no es que de galn y cortesano le ofrezca las sortijas que truxere diziendo: gana ella y yo gano; que entonces bien podr, si l lo quisiere, bever de vuestros labios el aliento, porque de lo dems el fruto espere. Mas no le deys el ltimo contento hasta que ayan passado algunos das, que no es ste el menor merecimiento. Y si te saben bien las alegras y quiere amistad larga, aya escritura pidindole cien mil supercheras: hasta que llegue a tanta desventura que, oliendo a pobre, que es peor que a muerto, el olvido le de su sepultura. Lo que voy a dezir es lo ms cierto: triste de la que aqu se divirtiere quando negocios de importancia advierto. Si algn varn de iglesia se ofreciere, que destemplando a la razn su vizio en la torpe luxuria se perdiere, stos los hombres son que yo codicio, que slo sabe bien quien le ha gozado qun sabroso es el pan de un beneficio. * Cura le hallys o ya beneficiado, no despreciys beneficiado o cura, pues que es de todo el pueblo respetado. Aqu de sed, de hambre est segura la mal sufrida gula: no ha vivido en su barrio jams la desventura. Y como aquesta gente siempre ha sido tanto en simiente humana * poderosa que el linage del hombre han estendido, por esto su amistad es ms golosa, porque, estando presente el heredero, es perpetuar la suerte venturosa. Y si llega a morir, del pueblo entero es la biuda del cura respetada porque le quedan arcas de dinero; no como ac la triste desdichada cuyo marido se muri en la guerra, que le dexa la herencia en una espada. Grande mysterio, gran secreto encierra quando traen tres hermanas compaa, qu, un pueblo dividido siempre yerra! Hazen ganacia de mayor quanta; ms que fulana suena las fulanas: tan necia es la vulgar visoera. Son la hermandad * de amor tales hermanas, que prenden con cuydado y diligencia siendo ellas salteadoras inhumanas. Qu bien lograda que ver mi ciencia si consejos tan graves y prudentes me los agradecys con la obediencia! A deudos no escuchys impertinentes, porque para comer en esta vida es mal juro el honor de los parientes. Excesos de merienda o de comida iams pidys por paga: al bel dinare * mostrad la voluntad agradecida. Necia ser la tal que se pagare de abundancia en vestidos: pocos tenga, renueve quando el uso renovare. Todo el mayor caudal se le entretenga * el eterno metal que llaman oro: a l, con sus desseos, vaya y venga. Y por las tristes lgrimas que lloro dixo y humedeci la vieja aleve, para movellas a mayor decoro, el arrugado rostro, que no deve ninguna muger sabia desprecialle: necia es la que sin l sus plantas mueve; como a sangre ms cierta avys de amalle pues se convierte en ella cada da, y como a poderoso respetalle. Que me sangrasen yo permitira de quantas venas tengo: solamente de la vena del arca no querra. No respondys jams a amante ausente si todas quantas cartas os embiare no traen el sobre escrito con presente. Rehos del rendido que llorare mientras no fuere el llanto del Aurora * y aquellas ricas perlas derramare; que yo, por ver llorar a esta seora, desseo me amanezca en un desierto: por vida de aquesta alma pecadora! Lo dems es dudoso; aquesto es cierto; esto avys de seguir, que es la luz clara que os llevar seguras hasta el puerto. Ass la predicante vieja avara secta * de Celestina introduca, mostrando sus desseos en la cara. Fabia a su vieja madre obedeca, guardando all en Italia las ausentes esto que en cien mil cartas refera. Hasta que al fin, con tiempos diferentes, buelven a Espaa con mayor riqueza que hasta oy truxeron espaolas gentes. Viendo la astuta Celia la torpeza de sus desseos, a sus pies passada, y que la edad la andava la cabea; temiendo que la hora era llegada en que sus huessos se veran dolientes sin la piel asquerosa y trabajada, buscles tres maridos * obedientes entre hombres pacientes de la casta, que ya tambin ay casta de pacientes. A Fabia casa por honesta y casta, y a las dems dotando ricamente en celebrar los desposorios gasta. Y sin que con voz triste y penitente contar pudiesse su maldad perjura, se muri una maana de repente. Y este epitafio honr su sepultura: Celia soy, mucho viv, por amantes abogu, bculo de oro llev en los ms passos que di. De tres hijas que par puse el casto cuerpo en precio. Llevme un mal breve y recio a los nfimos lugares. Pasagero, si llorares tendrte el diablo por necio.

Con tan desembuelto espritu y actiones libres, naturales del efecto que la materia peda, refiri Montfar estos versos, que se les dio general aplauso; y tanto, que l qued bien satisfecho de su trabajo y al mismo precio los dixera infinitas vezes. Celebrse mucho el ingenio que hizo la fbrica y preguntaron con notable cuydado Elena y Mndez si era vivo, ya temerosas de su pluma, y aun si fuesse possible, buscar medios para grangear su amistad.

Cmo es esso! respondi Montfar Vivo est y con tan buenos azeros que ha no muchos das que embi esta epstola consolatoria a la viuda de un buen hijo, persona tan principal que de doze signos que ay en el Zodaco * tena con tres estrecho parentesco, que son: el carnero, la cabra y el toro. Escuchad, que pues la noche da lugar para todo, mientras el sueo no llama dir hasta donde se me acordare. Y advierto que no har ofensa ni formar quexa de que, si se os ofreciere, entre terceto y terceto deys una cabeada, porque, adems de que yo no soy el autor, s y conozco muy bien

que necessidad obliga a lo que el hombre no piensa.

Agora quiero barrer la garganta primero y quitarle ciertos estorvos a la voz que la embaraavan el passo. Dadme lugar por essa ventana yzquierda del coche! Parece que con aver arrancado esta pesadumbre quedo con ms descanso y podr empear ass:

EL MARIDO

Quanto perdiste en el primer marido, Lysis, que al segundo casamiento con injusta razn te has atrevido, considralo agora en el tormento de aquesse zelador impertinente que adltera te juzga con el viento. No es aquesto lisonja, ni consiente mi pluma adulacin: muy bien poda combatirse con todos frente a frente. * Como era el hombre cuerdo, no crea que el honor en mugeres estuviesse: que mal destos escrpulos senta. Tena por opinin que se le diesse la muger * al amigo y no el dinero si entrambas cosas menester huviesse. No yva por el camino carretero * a ganar la corona de paciencia, que fue desta virtud gran jornalero. Qu de cosas descubre la esperiencia! Esta razn mil vezes me dezia, que era estar muy profundo en la prudencia: Si a mi muger la llamo prenda ma y es verdad que lo es, quin a una prenda, quando ay necessidad, no empeara? Que he de empealla y aun venderse entienda, porque mientras estoy necessitado ella no es mi muger sino mi hazienda. Con injusta razn ser culpado, pues si es mi carne, de mi carne * como, que bien s que en aquesto soy letrado. Este consejo le celebro y tomo, que tanto valen de oro las razones quanto imitaren en el peso al plomo. Porque no se me quede entre renglones, con l me pass un cuento cierto da, testigos fueron unos socarrones. Sangrado y melanclico vena; pregunt la ocasin y, alando el grito, me dixo, como aquel que lo senta: Hanme sangrado! Sintolo infinito porque la sangre fue tal y tan buena como se la sacaran a un cabrito. Hombre de bien, pues esso te da pena? Sacronte la sangre que tenas; no es culpa del barbero, ni la vena dixo un bellaco. Oy sus grosseras, ms era l muy humilde y no estimava del siglo las caducas fantasas; antes con lo que a todos engaava era (t no lo ignoras) la simpleza que en los hechos y dichos afectava; pues para desmentir a su torpeza, recogido a tratar de hypocresia, * maana y tarde suspirando reza; que la necessidad le persuada (que sabe ser retrica eloquente) ms bestiales delitos cada da. No tengas por enfado que te cuente las gracias del marido que perdiste, aunque las sabes t bastantemente. Qundo su rostro disgustado viste porque de noche te tardavas, o porque la licencia no pediste?; antes l te alumbrava la escalera, o a la puerta de casa te esperava si no es que justa escusa le viniera: que tal vez una amiga * no faltava que, aunque bolverte a casa t quisiesses, ella te lo impeda y estorbava. Y aunque un mes ni dos no pareciesses, aguardava con gusto; y aguardara no slo dos, ms todos doze meses. Y todo afin que el mueble * se aumentara, porque la copia en bienes diferentes descanso a la vejez assegurara; que entonces, aunque son menos los dientes, ms falta haze el sustento: que ay enzas ms duras que un enojo entre parientes. Porque cumpliesses lo que prometas, salir del lecho con la aurora hermosa qu de maanas, Lysis, le veras!, para que t anduvieses generosa del tesoro que encubre tu belleza, a un tiempo codiciada y codiciosa. Fue una tarde a mi casa y la tristeza me le mostr el semblante mesurado; descubrime la causa con llaneza: Tineme mi muger desesperado dixo, porque me trata como a un perro enterneci el semblante el mal logrado. Yo soy de los que llaman al encierro porque a ella no la s dexar cerrada: arrepentido estoy de tanto yerro. De las ganancias que haze la taymada puso oy en su cabea un juro. Es loca; anduvo en esto mal considerada; a ira la memoria me provoca, pues, porque para m se lo peda, se ara el rostro y se rompi la toca. luros y cuernos es su mercanca: pero los juros pone en su cabea y los cuernos se assientan en la ma. Sobr aqu la verdad y la llaneza, que no pens que fuera a un tiempo mrtyr y confessor con tal simpleza. Yo, que vi que no hablava solecismo, * tal nombre le llam toda mi vida y olvid para siempre el del bautismo. Su voz desconsolada y afligida me parece que escucho, y que le veo con la cabea floxa y oprimida. Respondile enojado: No lo creo. Hablaste con la ira demasiado. No deys tantas licencias al desseo! Vuestra esposa es honrada y vos honrado. Busca ella como puede la comida, y sta, gracias a Dios, nunca ha faltado. Siempre la veys tocada y bien vestida. Y a la mi fe, compadre, esto es la honra: que es todo lo dems honra podrida: miserable de aquel que todo se honra con poner treynta llaves a su casa si al fin padece el vientre la deshonra! La voz del pueblo como viento passa; lo que padece el cuerpo es lo que siento con la porcin de la fortuna escasa. Mucho me celebr este pensamiento, y humill la cabea aunque pesada; que fue la explicacin de su contento que a qualquier hombre en su exercicio agrada, aunque l vil le confiesse, quel tercero responda en su favor con voz ayrada. Iams con las holguras fue severo, al mismo regozijo pareca: humano en todo, en nada carnicero; aunque cierta persona me deza que por ver unos toros caminava catorze o veynte leguas en un da. De que los maltratassen se alegrava: contra la caridad grave pecado porque del mal del prximo se holgava. Era sabrosamente regalado de los frutos de Vaco; no ofreca dineros ni apetito limitado: antes en anchos cntaros beba el sagrado licor y en las entraas espacioso hospedaje prevena. Saba ciertos cuentos y patraas para contar las noches del invierno mientras assava el fuego las castaas. Dizen que le alterava el son de un cuerno ms que la caxa, * ms que la trompeta y que la voz del msico ms tierno. Por natural inclinacin secreta tuvo su casa llena de pinturas de la mano ms prima y ms perfeta. No encerravan bellezas ni hermosuras: antes de humanas formas se reha; todas eran boscajes y espessuras: qui ver retratada pretenda la habitacin de aquellos animales * a que tanto en las armas pareca. Quando aquella que haze en los mortales verdadero este nombre con su efeto lleg con una fiebre a sus umbrales, hizo que me llamassen y, en secreto, me dixo qu memoria dexara digna de hombre catlico y discreto. Yo respond que a m me pareca que, pues no era Ziga ni Castro, ni sangre de los godos conoca, que en vez del mrmol, bronze y alabastro, renta a dos capellanes sealasse, y estos fuessen cannigos del Rastro. * Y dxele que al tiempo que acabasse (merezca yo que aquesto se me crea) ass mirando al Christo razonasse: Porque la fuera de mi amor se vea, como el ciervo dessea las corrientes, ass, seor, mi alma te dessea. Persuadle dexasse a sus parientes dos dotes que sirviessen, cada un ao, para casar dos hurfanos pacientes. Y que si por desdicha o grave dao tal gente a su linage le faltasse, que no permita Dios mal tan estrao, stos en su parrocha los buscase, y haziendo informaciones de limpieza, en fe de su paciencia, los casasse. Y pues dava principio a su nobleza, y mejor que no todos sus passados l era solamente su cabeza, no hiziese a nadie manda por ducados: sino la cantidad que le dexasse toda fuesse en moneda de cornados, * para que deste modo eternizase su memoria en el nombre del dinero y de aqueste papel no se borrase. Todo esto escuch como un cordero sin consentir color en su semblante que anunciasse el dolor del mal postrero. Con esto prosegu ms adelante viendo que hazer un vnculo * intentava en su hijo mayor el estudiante. Alable el intento que llevava ms que si hazerle honrado pretenda. Esto mi fiel discurso aconsejava: Compradle dixe en la carnizera * unas casas que salen a la plaa, que stas son las que yo vinculara: que hombre de esa cabea y essa traa siempre deve buscar cosas de peso si algn consejo ruyn no le embaraa. Esto no han de juzgallo por excesso los que vuestra persona han conocido, que todos saben parte del processo. Vos soys el carnizero que ha vendido la carne ms liviana de la tierra y con aquesto avys enriquezido; porque es engao grande aquel que encierra comprar, en vez del peso, por el ojo, que entonces quien ms sabe es quien ms yerra. Segn esto, no es brbaro mi antojo: que hagys vuestro solar en esta casa y le ofrezcys por vctima y despojo. Aquesto es la verdad, aquesto passa. A mi casa bolv. Muri al momento. Dironle de marfil la postrer casa. Despus tuve de esotro casamiento, Lysis, nuevas ciertas de un vezino, el qual me ha celebrado todo el cuento. Dzenme que es un moo granadino pequeo, avalentado y rezeloso, ms inquieto que rueda de molino. Prciese quanto l quiera de furioso, que si l sus manos pone en tu cabea, t le pondrs el ramo poderoso. Y porque del difunto, la estrecheza dentro del alma, la memoria dura, te embio este epitafio con llaneza; acompaa con l su sepultura: Passagero, has de advertir que es de Ardenio este lugar; que para lo que es callar no ava menester morir. Aunque no era cavallero, con sus armas se ha enterrado. Llora, que el Rastro ha llorado que fue presto al matadero.

Hasta aqu fue seor y entero dueo de toda la conversacin Montfar; quando Elena, agradecida al buen donayre y ya ms contenta de verle con mejor nimo, le pidi diesse alguna parte al sueo de sus pensamientos, porque ya a Mndez la avan llegado muchos embaxadores; y tantos, que por ms que se defenda era fuera rendirse a la voluntad de tan poderoso brao. Negoci con facilidad lo que propuso, porque no aviendo boto en contrario, como todos conformassen con su parecer, el coche qued en silencio; y tanto, que de todo punto fuera mudo si las ruedas no hizieran su oficio.

VESE LA HIJA DE PIERRES Y CELESTINA EN PELIGRO DE PAGAR CON LA VIDA EL HURTO Y LIBRASE POR SU HERMOSURA.

Ya Montfar dorma, y el alva despertava tan bella que el ave, la flor y la fuente la saludavan cada una a su modo: el ave cantando, la fuente riyendo, la flor y la planta comunicando el ayre ms vivo olor; quando all el desposado, cansado de la noche y ms sobrado de muger de lo que l quisiera, desseava huyr la compaa y la cama. Apretvanle mucho los desseos de la forastera hermosa, que la imaginacin ms perfeta se la pintava mientras ms en ella discurra, haziendo agravio y bien grave ofensa a su esposa por ser muger que poda pretender lugar entre las que mejor en la ciudad parecan. Y se le davan de justicia; tanto, que el * tiempo que se pudo dexar servir honestamente despert muchos cuydados, llevndose las voluntades de hombres cuyos coraones altivos siempre se ocupavan en los mejores sujetos. Y alguno dellos sigui con tan fiel espritu esta carrera que, en aquel tiempo, suspirava por la possessin que don Sancho aborreca. Qu de faltas tiene este ydolo de la naturaleza, este rapaz * que se ha usurpado, siendo tirano, el nombre de amor! No s cmo ay en el mundo quien le mire a la cara, admitindole en sus conversaciones siempre * la gente ms principal. Y no es la menos importante sta de no conformar voluntades: el otro suspirava por la desposada, ella por el ingrato que tena al lado, a quien amava con verdad de coraon y le ava conocido la tibiea de la voluntad, y l por la fugitiva Elena. Y entre los tres, quien justamente mereca grave pena era el triste, el infeliz don Sancho, pues pudiendo descansar en los honestos y hermosos braos de su muger codiciava los de una vil ramera que ava sido y era pasto comn.

Tan torpe es la condicin de nuestro apetito que, aborreciendo el manjar limpio y saludable, jams se vee harto del ms daoso y grosero. Srvenle al otro prncipe platos de tanto regalo y curiossidad que slo su olor consuela de tal suerte el olfato que, quando no trugeran otra salsa sino sta, bastava para poner alientos a los que ha zien aos que estn debaxo de la tierra; y despus de averlos mirado con mucho desdn y provdolos con ms ansias y melindres que una preada primeriza, manda que los levanten y le suban la chanfayna * que est adereada para que coman los criados. Y da tras ella con tan buen nimo que parece arriero que, despus de aver caminado desde que se riy el alva hasta las nueve o diez de la noche sin comer ms de lo que almor, se sienta a cenar en la possada tan cansado y hambriento que corren peligro los huspedes * si no le acuden con puntualidad y abundancia. Todo este mundo est lleno de malos gustos, y el peor es el de los * seores, * porque como les sobra el bien le desprecian y buscan el mal a costa de muchos passos, a fuera de infinitos dineros y a importunacin de prolixos ruegos; permitindolo ass el cielo porque, fuera del pesar tras quien se afanan, no le tengan menor en el cansancio con que le solicitan. Hombre miserable que pierdes la ocassin de ser el ms dichoso de la tierra; t, a quien dio el cielo las dos mayores comodidades, las dos ms grandes ventajas que puede tirar el gusto humano, como son larga hazienda y muger propia que te yguala en la calidad, hermosa en las partes del cuerpo, discreta en las del alma; y en las unas y en las otras a tu satisfazin y a la de los ojos de tus vezinos, que siempre en esta materia veen ms que los tuyos; honesta y vergonosa, qu buscas? si tienes dentro de tus puertas, debaxo de tus llaves, para el alma entretenimiento, para el cuerpo deleyte, seguridad para la honra, acrecentamiento para la hazienda, y al fin, quien te d herederos que en la moedad te entretengan, en la vejez te sirvan y respeten y, despus de muerto, te honren con sus virtudes tanto que, viviendo en ellos tu nombre, se halle tu sangre mejorada! Sabes, por tu vida, a dnde vas? Pues esprate un poco; oye, que no ser largo: a quemar tu hazienda, a echar por el suelo tu reputacin, a bolver las buenas voluntades de tus deudos y amigos espadas que desseen baarse en tu sangre. Que fias en tu muger porque agora es santa y virtuosa? Ay, qu poco le deves a la experiencia! Mal conoces las flaquezas de nuestra naturaleza miserable! Amigo, el cavallo ms bien castigado, el que se a llevado en fiestas pblicas los ojos y las voluntades de la plaa, si sube en l un mal ginete que a un mismo tiempo le tira la rienda * a dos manos y le clava las espuelas con dos pies, arroja cozes y no para hasta tendelle por el suelo con verguena suya y risa de los ojos que le veen. La muger honesta, la de ms buen exemplo, si la ponen ocasiones apretadas se cansa, si no en sta en aqulla, y si no en aqulla en la otra, y dando crcobos corre desenfrenada y no para hasta dar con el marido y su honra por uno y otro despeadero, sin dexar barranco adonde a l y a ella no los arrastre. * Verdades he dicho y muchos me oyen. A quien bien le parecieren crguese dellas y provea su casa, que yo de valde las ofrezco.

El relox dio las diez del da quando a don Sancho le metieron a la cama un papel de su to en que le refera el caso de la noche passada, y cmo estava desengaado de que no tena culpa; porque aquellas mugeres, despus de averlas buscado personas de mucho cuydado por el lugar desde que amaneci hasta aquella hora, no parecan en ninguna possada ni mesn; y ass, le peda que le hiziesse plazer de despachar uno de sus criados en busca suya por el camino de Madrid, porque por todas las dems partes, sino era sta, avan salido personas de confiana.

Don Sancho, que era mal sufrido y se sinti tocado en la parte ms dolorosa, ya agraviado de la burla, ardiendo en justo coraje, ya apessaroso * de la hazienda perdida, pidi de vestir con muchas vozes y, contando brevemente a su muger y cuados que avan robado a su to la noche passada unos ladrones, sin dezilles el modo aunque la cantidad s, mand que le buscassen postas; * y sin ser bastantes los ruegos de todos los presentes a detenelle, comiendo un bocado, despus de aver tomado del pagezillo de su to, que fue el que alumbr a Elena al apear y al subir del coche, ass las seas dl como las del cochero, se puso a cavallo con dos criados a quien l tena por hombres seguros para qualquier ocasin peligrosa y corri la posta camino de Madrid.

Yva tan divertido de la ira, tan sujeto al desseo de la vengana que no se acordava de Elena; hasta que despus de aver corrido seys leguas, * al mudar otra vez la posta, como ya estava ms gastado el enojo y se le ava afloxado un poco la pesadumbre, tuvieron lugar otros pensamientos de hazer su oficio: vio en ellos tan hermosa y agradable a su forastera que mil vezes quiso bolver las riendas a Toledo; y deza estas razones consigo a solas:

Es possible que soy tan tyrano de mi propio gusto que, al tiempo que mis pies se avan de ocupar en buscarme este bien que tanto desseo, voy huyendo del lugar adonde le vi? Que sera triste yo y mil vezes miserable si aquel ngel a quien di el alma, como era muger forastera, no estuviesse en la ciudad quando yo bolviesse; justamente pagara este mal consejo con dar desesperado fin a mis verdes aos. Qu me suspendo tanto en esta consideracin? Qu pretendo en la dilacin? Bolvamos, bolvamos y sea luego! posta, y qu cierto es que si como corres con largo passo fueras tan veloz que usurparas su buelo el guila, me avas de parecer en esta ocasin pereosa! * Mas con qu reputacin puedo, sin llevar ninguna razn de lo que sal a buscar, parecer a los ojos de aqullos contra cuya opinin intent esta jornada, dexando que de m se burlen unos ladrones que, por camino tan nuevo que no se sabe otro exemplar, robaron la casa de mi to y desacreditaron mi reputacin?

Esta batalla tan sangrienta se dava en el coraon del pobre moo quando, antes de llegar a Getafe, descubrieron el coche de Elena los criados que del muchacho avan tomado las seas puntuales y empearon a dezir:

Albricias, albricias, seor, albricias! * Aqul es, no ay duda! Es, por Dios, lo que buscarnos!

Miraldo bien dixo l

No ay qu mirar replicaron

Malo est de conocer respondiles don Sancho. Pues caminad ms y tenelde! *

Obedecironle, haziendo parar el coche con no poco ruydo ponindosele delante * con las espadas desnudas, diziendo:

Por Dios, seores ladrones, que han echado mal el lance! Caydo han en el lao!

Alborotse el cochero y ms Montfar, a quien Elena hizo quitar del estrivo; * y ponindose en l para el remedio de tanta turbacin vio que ya vena don Sancho, que llegava con la daga desnuda con intento de herir con ella a quien hallasse ms cerca; pero ya que estava junto, al tiempo que alava el brao para executar el golpe, reconoci los ojos que le avan vencido y, lo refrenando la mano y dando lugar a la vista que de espacio examinasse la verdad de aquel rostro y viesse si era el que tanto amava, como de repente le ava parecido, como se afirmasse segunda vez y reconociesse ser ass, pens que sus criados se avan engaado, porque siempre, de la cosa ms amada, presume el amante inclinaciones honradas y nobles respetos. Y como si l conociera a Elena por persona abonada * desde el da de su nacimiento y no fuera possible en este mundo que muger de tan buen talle fuera ladrona, como verdaderamente lo era, arrojando la daga y desnudando la espada dio tras ellos diziendo:

Pcaros, hombres viles! No os dixe antes de llegar a este coche que mirsedes bien si era lo que se buscava? Por qu no lo considerastes, locos? Por qu quisistes que diramos de ojos en tan vergonosa afrenta?

Como no trahan otro testimonio ms autorizado que las seas que avan recebido del pagezillo y viessen la rara belleza de aquella muger, que a todos obliga un rostro hermoso * y ms quando el sujeto es peregrino, dndose por vencidos y bolviendo las espadas a su lugar les pareci que sin duda se avan engaado, y que su amo tena razn culpndolos justamente y hazindoles de cortesa el no cortalles las caras y rompelles las cabeas.

Don Sancho pidi a Elena perdn, contando la causa del atrevimiento de sus criados, suplicndola considerasse qun fcilmente se engaa una persona, y ms apassionada.

Mire V. m., seora prosigui diziendo, a lo que est sujeta la gente principal en el mundo, pues si yo no vengo aqu acompaando a stos alborotaran * esse lugar primero y, valindose de los recaudos que traen, buelven a V. m. pressa a Toledo por ladrona. Bien creo yo que V. m. lo es, y tanto que, por vida ma, que no jurara * en su abono: pero de voluntades y corazones!, que de tan bello rostro ms lcito es presumir que roba almas que dineros.

Elena agradeci al cielo que la huviesse dado tan buena cara que ella sola bastase a servir de disculpa de todas las obras malas que haza sin traer ms testigos en su descargo, y quietando su espritu, satisfecha de que los mismos que avan venido a buscalla la desconocan, respondi con mucha modestia palabras breves, porque quien mucho se disculpa quando nadie le acusa abre la puerta a toda mala sospecha y mala presuncin.

Don Sancho se admirava de ver por el camino tan estrao que ava hallado que l tan injustamente firmava * su bien, y loco deza que sin duda las estrellas le queran dar ocasin de quedalles agradecido toda su vida en aquellos amores, pues le reciban con los braos abiertos, guindoles ellas para que los hallasse y trayndole como forado, pues tantas vezes quiso bolverse a buscallos donde era fuera perdellos para siempre. Preguntle su nombre y en qu barrios de Madrid se aposentava, porque yva con intento de serla muy gran servidor si su merced le dava * licencia. Ella le dixo que estimava en muy mucho * la merced y, mintindole en el nombre y la casa, assegurndole que llegados que fuessen all se hablaran ms largo, le pidi prosiguiesse * su jornada y no tratasse de querella acompaar, porque era muger casada y la esperava fuera de Madrid * su marido en un coche de ra; * y, dems desto, no se * fiava de los criados que traha al lado. Diola crdito y, parecindole que las razones obligavan, contentndose con aquel breve rato por buen principio de su pretensin, cobrando nimo con el ayrezillo de las esperanas que se ava levantado en el pensamiento, pic la posta y pass a Madrid.

DON SANCHO SE BUELVE A TOLEDO Y DE ALLI PASSA A BURGOS CANSADO DE BUSCAR EN MADRID A ELENA, Y ELLA Y MONTFAR HUYEN DE LA CORTE EN HABITO DE PEREGRINOS. ELENA HAZE UNA BURLA A MONTFAR DE QUE L TOMA SATISFACION.

Las congoxas y fatigas de un amante, la inquietud de su pecho, la eterna solicitud de sus ansias no consiente comparacin: es calentura con crecimientos que no dexa sossegar al enfermo, que dando bueltas en la cama buscando alguna parte fra que alivie su fuego, en todas halla su dao. Ya pide que le aderecen la cabeera ms alta y se arrima a una torre de almoadas que en breve tiempo arroja por el suelo, ya que le pongan a los ojos variedad de vidrios preados de agua por bevella con ellos en tanto que a la voca le dan licencia, ya se alegra con las visitas de los amigos, ya se ofende que toquen los umbrales de la puerta. Al fin, aquel miserable cuerpo no sossiega hasta que la calentura se despide.

(Triste del amante que corre tras el inters torpe de su apetito, pues no conoce lugar de reposso en tanto que no consigue el efeto de su desseo! Dura ley estableciste, dura y forosa, madre naturaleza, quando obligaste al hombre, rey de todas las criaturas, que siguiera los antojos de una muger fcil que slo se desvela en buscalle su perdicin!)

Ass padeca el miserable don Sancho, que tres das ocup su persona en buscar a Elena valindose tambin de las diligencias de sus criados, encargndose muchos amigos del mismo cuydado; pero perdan el tiempo y los passos porque, otro da siguiente, Elena, Montfar y la honrada vieja, recelndose justamente del peligro a que se arrojavan si prosiguiessen con la conversacin del cavallero toledano, de quien era dificultoso guardarse viviendo todos dentro de unos mismos muros, encomendando sus muebles a persona de satisfacin y llevando consigo todo el dinero y, joyas que tenan, se vistieron unos hbitos de peregrinos y, tendiendo las velas para Burgos, empearon su viage, por ser Mndez, * que se llamava ass la vieja, natural de aquella ciudad y tener una hermana en ella en cuya compaa les pareci que estaran con ms espaldas para qualquier caso que se ofreciesse.

Al fin, don Sancho se desenga y, vindose burlado, dio la buelta a su casa corrido * y vergonoso, y con tanto dolor que en todo el camino, hasta que lleg a los braos de su muger, no habl palabra. Recibironle en su casa con unas cartas de mucho dolor en que le avisavan que un hermano suyo natural, prebendado en la Santa Yglesa de Burgos y de los ms ricos eclesisticos * della, estava con enfermedad grave en aquella ciudad, y que si no acuda presto corra peligro la herencia. Y ass, reposando aquella noche en Toledo, el siguiente da bolvi a tomar postas y parti a Burgos.

Ya yva descontenta Elena del lado de Montfar, a quien llevava aborrecido * con el mesmo estremo que le am por avelle conocido en el nimo tan pocas fueras. Mirvale con ojos de desprecio como a hombre covarde y de corto coran. Quisiera abrir una puerta, si la ocasin la diera las llaves, por donde huyrle el rostro para toda la vida. Amargle y hzosele la boca spera con aquel pessado subsidio de subjecin, ahogvasele el coraon y rebentava por los ojos el desseo de libertad, porque como se ava criado con estas mantillas, la echava menos y le pessava de no tenerla tan a mano como sola. Desta opinin fue siempre la venerable Mndez, porque le * pesava mucho de ver en casa quien le mandasse a ella y governasse a su ama, gozando con descanso el fruto que con tanto sudor y fatiga las dos adquiran. Y entonces, como la pusieron el cabe * cerca, tirte hasta pasalle de la * raya. Dixle a Elena a quntos daos estava sujeta, repressentndole que era como los esclavos que andan en las minas, que despus que con largo afn sacan el oro que la avarienta y escasa tierra guarda retirado, lo llevan a sus amos, que les pagan con dalles una miserable comida y tal vez, en lugar della, muchos palos y no pocas cozes. * Advirtila que era tan breve don la hermosura que, antes de muchos aos, ava de mudar con ella el espejo * de lenguaje, dizindola en vez de las lisonjas muchos pessares, pintndola tan fea como entonces hermosa. Y prosiguiendo con su discurso muy enojada, ms a fuera de la passin que de la razn aunque en esto la tena, pronunci estas palabras:

Sabed, seora, que en llegando una muger a los treinta, cada ao que passa por ella la dexa una arruga. Los aos no se entretienen en otra cosa sino en hazer a las personas moas viejas, y a las viejas mucho ms, que ste es su exercicio y mayor passatiempo. Pues si por aver vivido una muger mal, adquiriendo con torpes medios hazienda, quando llega a la vejez, aunque la goza descansada, es triste vida por ser afrentosa, qunto peor estado ser el de aqulla que tuviere juntas la afrenta y la pobreza? A quin podr bolver a pedir la mano en una necessidad? Si vos, por el servicio de Dios y por la vergena de las gentes, os retirredes con los bienes que tenys para casaros con un hombre que, procurando enmendar vuestra vida passada, corrigiera los borrones de las afrentas, no me pareciera mal, mucho gusto recibiera de que con ste tal abrasredes vuestro caudal; pero con un pcaro hombre de ruynes entraas y de baxo nimo, cuyo coraon es tan vil que se ha contentado y satisfecho para passar su vida deste baxo entretenimiento en que se ocupa, estafando mugeres, comiendo de sus amenazas y viviendo de sus insolencias locura es, necedad sin disculpa gastar con l la hazienda y el tiempo. *

Elena oy el discurso con gusto, pagndose mucho de todas las razones aunque no se le hizieron nuevas, que su ingenio sutil stas y otras de mayor * importancia ava hallado; * pero entonces las abra de mejor voluntad por ver que ava otro voto ms que el suyo y que quien * le dava no pretenda engaalla en el consejo. Llegaron por sus jornadas a Guadarrama, un lugar del Duque del Infantado. Aqu cay enfermo de una gravssima calentura Montfar, tan congojosa y acelerada que no le dex sossegar en toda la noche. Y ass, resolvi * a la maana que, pues su salud era a lo que deva atender en primer lugar, que la jornada se suspendiesse, trayndose * mdico que le curasse; y este decreto le pronunci con palabras de tanto imperio como si las dos fueran sus esclavas y l absoluto seor de sus vidas y haziendas. Pero ellas, que la noche antes avan determinado no perder la vez y dalle cantonada, se sentaron a los lados de la cama: * Elena al derecho y Mndez al yzquierdo, saludndole Elena con este discurso:

Amigo, por tu vida (y ass Dios te la d el tiempo que l fuere servido, que ste es negocio por que no pienso importunalle mucho, antes desde agora te ofrezco en sus manos porque gusto infinito de sacrificalle las cosas que ms quiero), que pienso, y por Dios que pienso muy bien, que desvaras con la calentura. Es possible, pobrezillo de ti, por menos tonto te pagu, que no has conocido que esta muger anciana, esta honrada Mndez que ya passa en el mundo segura por la aprovacin de sus canas, y yo, que tambin me quiero poner * en el calendario, estamos muy cansadas de tus fieros con nosotras y de tus miedos con los hombres, * y mucho ms con las varas de la justicia? Consulate, si esta vez mueres, con que es ms noble cuchillo una calentura que un temor covarde: y acabars a manos de mejor verdugo de lo que yo ava presumido de tu nimo estrecho. Entre las cosas que deves agradecer a la fortuna es la principal, si bien lo miras, el averte hecho tan bien quisto con nosotras que, quando vayas deste mundo, no nos echars en ninguna costa * de lgrimas; antes para aquel da, en vez de los paos negros que significan dolor, pienso vestir brocado * celebrando el principio de mi dichosa libertad. Con todo esso, mira por tu salud y no te engae el diablo pensando que esto que te dezimos es de veras, y t de puro bueno y agradable, creyendo que nos hazes gusto en ello, te dexes morir: que estas palabras, aunque se pronuncian, no se sienten. Y a fe que te puedes consolar de que, ya que ha llegado la enfermedad a tus puertas, no te ha cogido en un lugar estrao, en un mesn y con poco dinero, sino en tu propia patria, en la casa de tus padres y cerca de tus deudos, donde se curan las enfermedades y remedan las necessidades. Ven ac, amigo! Querras * t que yo me quedasse aqu para curarte y servirte? Bueno es esto para tu cortesa con las damas! Y como que te conozco yo, no dirs tal aunque pensasses por este camino, restaurando tu salud, resucitar todo tu linage; y en verdad que es lo que ms presto te concederemos. Aconsjote que no llames doctor si no quieres morir con ms brevedad, porque el mdico, en vindote con esta calentura tan ardiente te ha de hazer abstinente de vino; y con el mal podrs vivir algunos das aunque ayas de acabar a sus manos, pero privado deste tan * suave licor yo me atrever a jurar que no cumples las veynte y quatro horas: conzcote y s que no te criaste con otra leche.

Aqu Mndez le puso la mano en la cabea y, viendo que su ama acabava, dixo ass:

En verdad que arde, seor Montfar, y que este acidente lo toma ms de veras de lo que vuessa merced puede pensar. Abrese a este rosario y passe estas * cuentas con muy gran devocin, y despus embie por un confessor con quien descanse limpiando su conciencia; verdad es que la vida que vuessa merced ha passado ha sido tan exemplar que tendr la cuenta muy breve * y fcil el despacho. Y si no, dganlo esto todos los seores escrivanos * del crimen que en Madrid quedan, que inumerables vezes fueron coronistas * ocupando sus plumas en escrivir sus gloriosas hazaas; fuera de que V. m. tiene para en descuento de sus pecados aquel passeo que hizo por las calles ms principales de Sevilla, acompaado de tantos alguaziles a cavallo como el seor Assistente. Verdad es que en esto huvo una diferencia: que l los lleva siempre delante y con V. m. fueron a la retaguarda. * Tambin ha visitado parte de la Tierra Santa y no de passo, pues por seys aos fue a Galilea, donde padeci muchos trabajos comiendo poco y caminando siempre; y estimsele esta virtud por entonces ms que a otro porque an no tena veynte y dos aos quando hizo tan santa romera. Pues cosa cierta es que ha de ver V. m. premiado * en la otra vida el cuydado que siempre ha tenido de que las mugeres que ha tratado no sean vagabundas, ponindolas a oficio y hazindolas trabajadoras: que no solamente coman de la labor de sus manos, sino de la de todo su cuerpo.

Por lo menos, si V. m. esta vez muere * en su cama har una graciosa burla al Corregidor de Murcia, porque tiene jurado, por vida del Rey y de la de su muger y hijos, que le ha de ver hazer piernas en la horca y estirarse de pescueo; y quando l est ms seguro pensando que se le llevan a las manos para executar su ira, le llegaran las nuevas de que no ay * lugar, dizindole que vuessa merced fue persona que tuvo habilidad de morirse por s mismo sin ayuda de tercero. Y porque ya es hora de que nos partamos * por si acaso no nos viremos ms, le doy este ltimo abrao y a Dios.

Esto dixo, y ponindose las dos en pie dieron pas