La Ley Del Mus - Manuel Leguineche

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Con prólogo de S.M. el Rey DonJuan Carlos I y escrito con lainteligente pluma de Leguineche,en este libro todo muslariencontrará lo que siempre dijoconocer y en realidad ignoraba.El libro La Ley del Mus, de ManuLeguineche, es vanidad demaestros y espejo de principiantesdel juego de cartas másapasionante de los hasta ahoraconocidos. En él se recogen, entreotras cosas, la historia de losorígenes del juego, sus reglas, sustrucos y secretos, sus partidas

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legendarias, sus mejoresanécdotas, y los testimonios ysemblanzas de una largísima listade personajes, casi todos ellos —siempre según su propia opinión—los mejores muslaris del mundo:Adolfo Suáres, Alfredo Landa, DonJuan de Borbón, Antoñete, ManuelFraga, El Fary, Laura Valenzuela.Luis Aragonés, Mingote, CarlosSolchaga, Rosa Montero, AlfonsoUssia, Nicolas Redondo, José LuisCorcuera, José María García,Gainza, etc.Incluye el reglamento de D.Heraclio Fournier, el reglamento de

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los vascos y el reglamento del musindividual llamado francés.

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Manuel Leguineche

La ley del musGuía y recreo de jugadores

ePub r1.0Titivilus 22.04.15

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Título original: La ley del musManuel Leguineche, 1992Imagen de cubierta: Una buena mano deRamon Tusquets Maignon

Editor digital: TitivilusePub base r1.2

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Los editores quieren agradecer a JuanaVázquez Marín, «descubridora» en sudía del opúsculo Reglas fixas queconviene usar en el juego llamado Mus,su valiosa contribución a la gestación deesta obra musística.

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UNPRÓLOGO

DECUATROREYES

por Juan Carlos I, Rey

Tengo por el Mus un gran respeto nosólo porque en él se define una

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expresiva manera de ser de la culturadel ocio nacional, sino porque goza detradición literaria y política. Nopertenezco, y lo considero una carenciapersonal, a la familia de los musolariso musistas, pero disfruto de lasanécdotas que me llegan de ella y quedefinen, a través de su comportamientoen las partidas, a buen número derelevantes personalidades. El Mus es,como nuestro pueblo, divertido peroexigente, repugna a la pereza ydisciplina el carácter, educando a losvanidosos, compensando a lospacientes, tentando a los audaces y, alfinal, imponiendo a los que conjuganmejor el valor de sus recursos con la

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oportunidad del envite. La transición ala democracia española, podríamosdecir para satisfacción de nuestraconvivencia, ha sido, en el fondo, unagran partida de Mus en la que hemosganado todos aún jugando distintascartas y con rivalidades a veces muytensas y envites peligrosos. Ha habidocortes, más o menos acertados, lancesarriesgados, señas de ciego y, porencima de todo, un lenguajecompartido en busca de un compromisode identidad, como corresponde al granpueblo que somos. Y como con los reyessiempre se juega a la grande y con unobasta para la mejor jugada, me doy porsatisfecho con el resultado. De manera

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simbólica permítanme en las largas,animadas, polémicas, estimulantes ymuy serias partidas de Mus que sejuegan en nuestras regiones, en la pazde España que es el órdagocompartido, que me invite comoespectador silencioso y amable queabraza a vencedores y vencidos porquesabe que en el Mus uno y otros acabanigualando victorias y derrotas. Es elequilibrio de esta España democrática.

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PRESENTACIÓN

EN LA CAVA BAJA LA VISTA ES LAQUE TRABAJA

“Hay que tomar nota de que losjuegos de niños no son juegos, yque hay que juzgarlos en elloscomo sus acciones más serias”.

Montaigne (Ensayos)

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Ahí es nada, atreverse a escribir unlibro sobre el mus, este juego de niñosgrandes, en el que cada uno se sientemuy superior a los demás, en el que todoquisque mira por encima del hombro alresto de los mortales, sean o nomuslaris. El mus es un relampagueo, unescalofrío de placer, el ejercicio delgenio y la imaginación, de la estrategiacreativa, ensayo para la guerrapsicológica, un rictus de contrariedad,tormento y éxtasis. No me atrevo a darlecciones a tres o cuatro millones deespañoles que lo juegan porque miaudacia no llega a tanto.

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Un libro del mus debiera empezarcon un reconocimiento de modestia o ungrito de superioridad que es en lo quedesemboca este juego de locos, que nosdevuelve a todos a la edad infantil. Elmuslari es un niño malcriado, chuletarespondón, sabio o medroso, soñador,cruel o terco. Ya lo dijo el maestroMingote:

Quien al mus juega ceñudosu mujer le hará cornudo

Antonio Mingote juega poco al musporque afirma que puede convertirsemás que en un simpático y absorbente

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pasatiempo, (lo que debe ser) en untorneo medieval, en una tortura, en unadesconsiderada pelea por el triunfo. Hayun mus vegetariano y un mus carnívoro,a cara de perro, la antesala del crimenpasional. Consta de mil reglamentos. Noha tenido a un Nebrija, un unificador delidioma. Cada cabra musística tira almonte y nunca sabemos si el postrepuede pasar señas o el mano pedirlas, olos pares tienen deje, o vale la 31 real ocuándo hay mus visto. Einstein sepreguntaba si Dios jugaba a los dados.Se sabe que juega al mus. Se licenció alos Pares por la Pontificia deSalamanca. Prefiere las partidas largasen alguna de las 150.000 tabernas o

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bares que hay en España (23.000 enMadrid). Pasa, cuando está ciego, señasfalsas y le inspira mucho el ruido de lamáquina tragaperras que tenemossiempre al lado y que toca Cucaracha.

El mus es un juego épico y epicúreo,es un producto del folklore, comparablea las baladas, a las leyendas o al baile,mejora nuestra calidad de vida, empeorael carácter (si pierdes), contribuye adepurar la gramática parda. El musistadebe traicionarlo todo salvo lasemociones. ¿Es el mus un juegoinocente? Puede llegar a ser diabólico.Se dice que los cuerpos son honrados,pero las cartas son casquivanas,antojadizas. Volvemos a ellas después

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de un revolcón, de un ciclo depresivoporque en este tiempo de tensiones, depresión (del inglés pressure), que dicenlos comentaristas de tenis, derivalidades, zancadillas, megalomanías,de pérdida de la identidad, de vacíoespiritual, de soledad, de alienación, decompetencia feroz, de superficialidad, elmus es como el regazo de una madre.Con el mus siempre llueve menos. Lossecuestrados de ETA, camino delsíndrome de Estocolmo, juegan al muscon sus secuestradores. Nos aconsejanque no comamos esto, que no bebamoslo otro, que no conviene fumar, que elamor es peligroso en tiempos de sida,que más vale prevenir que curar, que la

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salud por encima de todo, que el cochees malo, que el spray hace daño a losarbolitos. Vivimos o malvivimos entremiles de tabúes, en un tiempo deincertidumbre y prohibiciones. Vivimosen la era de la liberación total peroreprimidos, apocados. Un muro deBerlín se nos ha caído sobre el cerebro,el corazón, el estómago y la bragueta,son años de lo prohibido, del verboten.Nos censuran. Nos inmunizan pero nosmatan de aburrimiento. El pescadocongelado es malo, la carne traehormonas y el aire contaminación, lacarretera mata. Sacarina en lugar deazúcar. El tabú como evangelio. Portodos lados aparece el cartel de

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Prohibido, un memento mori. Decidme,¿qué nos queda entonces? Nos queda laerótica del mus. El mus, el MovimientoUniversal de la Sabiduría, elMovimiento socializador de la simpatíay el sosiego. Mus, MovimientoUniversal de la Salud, del sentimiento,del secreto, la sapiencia, del sabor y lasolera. Mi reino por un solomillo (tresreyes y un as). Al actor Juanito Navarrole dio un infarto en Torremolinos enpleno torneo de mus. “Nada más recibirel alta quiso quitarse el gafe”, informabaCambio 16 en septiembre de 1988. Setrasladó a Torremolinos y jugó unaspartidas en el mismo lugar. Así sedemostró a si mismo y a los demás que

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la culpa no la tenía el mus. David Parletten A History of Card Games escribe queel brag en la Gran Bretaña, la primieraen Italia y el mus en España son losreyes del “folk” europeo.

Las cartas nos las adjudicaron alnacer, pero en la evolución de la historiatiene enorme importancia el caos, elazar. Hay que luchar para que nuestroscontrarios no nos lleven en el pico, onos den muerte dulce. Gobernar esprever; jugar bien al mus es pasar por elduro aprendizaje, por la humillación demuchas partidas perdidas. ¿El musista,nace o se hace? Se hace. El éxito delmus en España se debe al temperamentoanarquista y volátil de sus habitantes, a

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su afición a la buena vida. José LuisCrespo, director de la revista Órdagoopina que “su popularidad ha llegado atal nivel que hay personas que se sientenavergonzadas por no saber jugar almus”. Tan sólo un juego como estepodría hacer que los españoles dejarande gesticular o de ver la televisión. Peroel verbo queda impune, sobre todo enMadrid donde la boca no hace juego,capital de la ruidomanía española. Es eljuego que sobrevive a las disparidades,a las diferencias del reglamento y de laforma de ser, al laconismo de losvascos, a la chuletería de losmadrileños, a la gracia andaluza, a lasobriedad extremeña o vallisoletana.

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Los vascos creemos que es cosa nuestra.Puede que fuera verdad en los orígenes,pero han surgido nuevas escuelas,nuevas potencias mundiales: Santander,Gijón, Valladolid, Benalmádena oManila. De todos modos, el muslari, seade donde sea, se cree el ombligo delmundo. Al que no triunfa en la vida elmus le permite un desahogo, unarevancha. Al que triunfa, si gana al mus,le confirma en la superioridad. Si pierdeno le viene mal una cura de humildad.Es un juego que deja a cada cual en susitio, que ha pasado en poco tiempo delos casinos de pueblo a los torneosmundiales en California. Algoimportante ocurre siempre en torno a una

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partida de mus, el mejor de los mundosposibles. Basta con observar lafelicidad que ilumina los rostros de losaficionados cuando alguien dice¿Echamos una partidita? ¿Nos jugamosun decimito? Se nos cambia elmetabolismo. Toynbee explicó lahistoria como una larga serie dedesafíos y respuestas. Nos esperan lascartas, limpias, llenas de ideas.

Fernando Casado Arambillet, o sea,Fernando Rey, nacido en La Coruña, unactor-musista a la gallega, suave en laforma, fuerte en el fondo, lleno deexperiencia y retranca, hizo de DonQuijote en la versión televisiva deGutiérrez Aragón. El personaje era un

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engorro para Fernando Rey hasta que ladisciplina, le dice a Javier Muñoz en ElCorreo de Bilbao, acabó venciendo a lapereza.

—No, fue el mus —responde elactor en 200 películas, el don Jaime deViridiana, el don Lope de Tristana—,El productor Emiliano Piedra (yafallecido) me convenció de que hicieraEl Quijote jugando una partida en unataberna. No sé como lo hizo.

—Tal vez le pasó una seña…—No recuerdo. No nos jugábamos

hacer la serie. Le ganamos al tabernero.Nunca se sabe por qué pasan esas cosas.Nada más decir que sí en la partida demus me arrepentí y hasta tuve problemas

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en casa.El mus transfigura a la gente. Juanito

Navarro cree que el mus es el únicoterreno en el que un matrimonio se llevabien o se lleva fatal.

Para David Parlett, autor del librocitado más arriba, por ciertoelogiadísimo por Salman Rushdie, elmus “de origen vasco, es único,extraordinario, complicado, quizá elmás original de los juegos europeos”.

En 1989 había en nuestro país371.000 máquinas tragaperrasregistradas. El español se pasa 183'8minutos diarios ante el televisor. El muses sin embargo, el opio del pueblo, eljuego manual, manos, corazón y cerebro,

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sin electrónica ni falsas esperanzas deuna lluvia de duros. No hay clínicaspara musópatas, no las necesitamos. Esosí, todos somos los mejores. Elentrenador del Real Madrid debaloncesto, el norteamericano CliffordLuyk, uno de los grandes del juego, loaclara: “no soy un buen jugador, soy elmejor. El mus sirve para conocer a lagente no sólo por fuera, sino pordentro”. Cuando accedió al cargo deentrenador del equipo madridista losperiodistas le preguntaron cuál era sufilosofía de la vida: “Muy sencilla,respondió, el baloncesto y el mus”.

De todo esto y mucho más os hablaeste humilde aficionado. No creáis lo

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que digo al comienzo del primercapítulo. Permitidme el tuteo, en el mus,juego de proletas, no rige el usted. Es unjuego de hermanos que a veces setransforma en lucha fratricida. Este libroes el resultado de alguna práctica propiay mucha experiencia ajena. Un tributo amis derrotas. En la primera parteexplico algunas historias e historietasdel mus y en la segunda cuento Mispartidas con gente importante. Dejohablar a mis compañeros o a miscontrarios.

Debo dar las gracias a quienes meha echado una mano en la tarea: MiguelArroyo, Pilar Cernuda, Berta Fernández,Epifanio Teruel, María Casanova, Javier

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Hurtado, Alicia Gómez de Pablos,Beatriz de la Gándara, Kepa Conde,Pablo Camiña, Rafael Castellano, JuanLuis Urcola, Maito, Correcher Jaúregui,Juan Carlos Balmaseda, Javier MartínezReverte, Javier Villán, Paloma Rupérez,Antonio Mingote, Alfonso Ussía, Carlos,Chema y Joaquín Bardavío, CharoNogueira, Mila Albarrán, LuisSacristán, Juan Gómez Soubrier.

Añado una tercera parte que reúnelos más diversos reglamentos, glosarios,poemas, etc… El mus como una de lasBellas Artes. Creo y espero que osayudará algo, pero no olvidéis que laciencia y el arte del mus no se aprendenen los libros ni desde el burladero.

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Como dice mi amigo Alfonso, recolectorde aceituna, “en la Cava Baja la vista esla que trabaja”. Que el Dios de losmuslaris os sea propicio.

El Tejar de la Mata(Entre Cañizar y Torija, Alta

Alcarria).Febrero de 1992.

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“¡Qué quiere usted!Yo veo poesía en los aldeanosque meriendan y juegan al

mus!”

Miguel de Unamuno (De mipaís)

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CORTA EL MUS Y NOTE AZARES

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I.EL

NIRVANA

“Ni la ruleta, pasión diabólica,ni una faena de Juan Belmonte,ni el momento de desabrochar elprimer botón de la blusilla deseda de la amada, ni ninguno delos supremos momentos de lavida son equiparables al juegodel mus. Es el nirvana, es la

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absorción en el seno de ladivinidad”.

A. Díaz Cañabate (Historiade una taberna)

Yo, Manu Leguineche, soy elmejor jugador de mus que hayen el mundo. Yo, el Supremo.¿Cómo podría empezar de otraforma el libro de un muslari?

La esencia de este juego consiste en quedebe colocarle a uno sobre los demásmortales. Es la fe que mueve montañas,timbas, mesas de juego, tabernas, tapetesverdes, órdagos, piedras y amarrecos.

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Vanidad y azar. No es maravilla,escribía Montaigne, que el azar puedatanto sobre nosotros, ya que vivimos porazar. Tenemos que creer mucho ennosotros mismos, ya que vivimos porazar. El mus es un acto de afirmación, laconfirmación de nuestra sabiduría yastucia. Si cada maestrillo tiene sulibrillo, cada musista tiene su definicióndel juego al que ha entregado la vida, elalma, el tiempo interminable. En el muslas horas no pasan. Nos recuerdan aquelfraile navarro, Don Veda, extasiadodurante siglos por el canto de unpajarillo. Es malo un exceso de orgullo,porque en el fondo de todos los grandeserrores se halla el orgullo. Esa es, al

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mismo tiempo, la fuerza motriz de estejuego que descansa sobre lainformación, decisiones rápidas y eljuicio.

La suficiencia no excluye el talento,pero lo compromete. ¿El mejor jugadordel mundo? Ese es un título por el quemuchos aficionados darían parte de sufortuna personal y hasta un brazo sihiciera falta. No tuvimos infanciasfelices, pero aprendimos pronto a jugaral mus. Hemos perdido el pelo, ladignidad, el honor, ya no corremos comoen otros tiempos, nuestro paso vacila,vemos y oímos mal, estamos llenos deachaques. No importa, nos queda el mus.Mientras haya mus hay esperanza.

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VANIDAD

¿Cuál es el motor de este juego de envitey engaño, su razón de ser, su esenciaviva? El mus nos hará jóvenes. EsShangri La, la fuente de la eternajuventud. La vanidad, como un delito, sedescubre al mus. Cuando nos sentamosfrente al compañero, empieza el rito, haydesafío o se echa a reyes, escrutamos alenemigo como el boxeador que seapresta al tanteo. Empieza nuestra mejorhora, la gran oportunidad de hacernosgrandes, sublimes, imbatibles. Se hadicho, con mucha propiedad, que los dostipos de individuos más insoportables

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son los constituidos por esos hombresque creen poseer dotes geniales al mus,y por las mujeres que se consideranirresistibles. La vanidad se descubresiempre al mus porque este juego es almismo tiempo psicoanálisis, escuela depensamiento, afirmación depersonalidad, academia de la astucia. Eljugador de mus es como el gallo quecreía que el sol salía para oírle cantar.

“¿Cómo procede la naturaleza, sepreguntaba nada menos que Goethe, paraenlazar en el hombre lo elevado y lobajo? Poniendo por medio la vanidad”.Cuando perdemos, cosa que no ocurrenunca, la naturaleza, la Providencia y elazar nos ponen en nuestro sitio, nos traen

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una cura de humildad, nos devuelven ala condición de pigmeos, de sereshumanos. La vanidad, el orgullo, lapetulancia, la fanfarronería de que noshabla Mingote, la jactancia, labaladronada, la presunción, la fatuidad,el pavoneo, la farolería, laflamenquería, la vanagloria, elengreimiento, la ostentación, elrecochineo forman parte de este juegoinventado por los dioses para cabrear alos hombres, para ponerlos a prueba,para enseñarles los límites. Mi reino porun solomillo: tres monarcas y un as.

Sin la vanidad de vanidades, sin esacompulsiva necesidad de ganar al musno se despertarían las aptitudes del

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mayor número de hombres. En la vidasocial y en el juego del mus el ego actúacon una intensidad mayor que el hambrey la sed. Quita la vanidad de todo lo quehacemos: ¿Qué es lo que nos queda?Hay orgullos menores y mayores,efímeros, el del mus es imperecedero.Compra a un musista por lo que vale yvéndelo por lo que cree que vale: habráshecho un gran negocio. Hay un muslento, moroso, voluptuoso, por el que nopasan los siglos, y un mus hecho deruido y de furia. Es un juego de unacomplejidad enorme, lleno de secretos yalternativas, que se renueva siempre a simismo. Te sientas en la mesa y sientes lamagia del primer día. ¿Para qué

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descubrir el amor si tenemos el mus? Esnuestra Biblia, nuestro Corán o nuestroTalmud, nuestro tormento y nuestroéxtasis, nuestra terapia, técnica derelajación o taumaturgia. Una partida nose parece a ninguna otra. No nospodemos bañar dos veces en la mismapartida de mus. El mus nos delata. Perohay un elemento sin el cual el mus no esnada, un vulgar pasatiempo: laadrenalina. Ser o no ser: el mus debedisparar la adrenalina, suscitarpasiones, no sé si buenas o malas,cambiar nuestro metabolismo, hacer“clic”, desencadenar nuestrosmecanismos de alerta, suscitar lo mejory peor que hay en nosotros. Con el mus

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el misántropo redoblará su misantropía,el generoso se hará más generoso y elpesado, más pesado aún.

MANDÍBULA DE CRISTAL

¿Manu Leguineche el mejor jugador delmundo? Ni hablar. Nunca será un buenjugador de mus porque al ponerle aprueba el mus descubre sus defectos, laimpaciencia, la irregularidad, lasuspicacia, el desánimo. Es un tipo demandíbula de cristal. Manu Leguinechepuede ser bueno si entra en racha, enestado de gracia. Su equilibrio dependede demasiados factores: el compañero,el talante del enemigo, las cartas, que

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como dice su amigo Nino, son como lasmujeres: se van con el que quieren.Manuel Leguineche no será nunca ungran jugador de mus porque esosdefectos suyos van a más con la edad yle pierden. El muslari es un jugador delargo aliento, como si no pasaran por élaños y azares. El mus es una largapaciencia, estoicismo, perseverancia,entereza, tolerancia, disimulo, acción,calma y espera. Hay que saber tascar elfreno, no dejarse llevar por eltemperamento, tragar saliva, achantarse,ir tirando hasta que vengan tiemposmejores, aguantar mecha, aunque es másfácil recomendar que se tenga pacienciaque tenerla. Manu Leguineche no puede

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con todo eso. Su padre le dio dosconsejos que no ha sabido cumplir: 1)en el mus el mérito es ganar sin cartas, y2) debes jugar siempre pendiente deltanteo.

PACIENCIA

Admiramos a Leonardo da Vinci, aNapoleón, “el rayo de la guerra”, aPicasso, a Plácido Domingo, a MarilynMonroe o a la Callas, a Di Stefano o aBoris Becker, pero a nadie admiramostanto como al gran jugador de mus. Es unser que se coloca de inmediato porencima de nosotros, que nos hace unosrequiebros de golondrina, que parece

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que conoce nuestras cartas, quedescubre nuestros flancos débiles, quenos echa para atrás a la mayor con dosases. ¿Paciencia y a barajar? No. Es unser superior a nosotros. Gracián, en elCriticón, nos recomienda paciencia: “Esel único remedio para cuantos maleshay, y quien no la tuviere, desde el Reyhasta Roque, váyanse del mundo. Tantovalí cuanto sufrí”. Tanto valí cuanto ganéo perdí al mus.

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II.CARA DEPÓKER

“La vida es demasiado cortapara perderla en el juego”.

Lord Byron

“Juegos, pendencias y amoresigualan a los hombres”.

Anónimo

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“La suerte baraja las cartas ynosotros jugamos”.

Schopenhauer

Volvemos una y otra vez a lamesa al grito jubiloso de “haypartida” para comprobar sihemos alcanzado de una vezese grado de hegemonía, ese

fuego sagrado, la piedra filosofal delmus. Y no, descubrimos que no, quenuestros defectos siguen donde y comoestaban y nos llevarán a la tumba. ¿Es lasanta paciencia la virtud del asno? Es,

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en cualquier caso, la más heroica de lasvirtudes, el arte de esperar. Benditos losque tienen esa secreta paz que lespermite afrontar una partida tras otra conserenidad de ánimo, convencidos de quelos naipes terminarán por entrar, que elenemigo cometerá tarde o temprano untraspiés. Calla, sufre y ríe. Se dicepronto. El mus es un juego dialéctico:hay que poner cara de póker. Sufrir deparálisis facial. Existe un reglamento,pero no reglas fijas. Es cuestión defingimiento, de ocultación, de malicia,picardía, imaginación, sagacidad.Enseguida reconocemos a los espíritussuperiores, los que saben esperar suoportunidad en la retranca, los taimados,

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los fuertes.

SISTEMA NERVIOSO

El mus depende de demasiados factorescomo para que, al menos unos cuantosde ellos, no alteren nuestro sistemanervioso central. Si eres vulnerable alas chanzas, al ruido ambiente, a lapalabrería y a la verborrea delcontrario, a los comentarios de losespectadores situados en torno, cuyaúnica misión en la vida debería ser la dedar tabaco y ser de piedra, estásperdido. Si te afecta una mala jugadacomo un directo en el hígado, si noaceptas con resignación la pifia del

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compañero o la tuya propia, si erespuntilloso con el reglamento y los demásno lo son o tienen otro reglamento, si tuenemigo “se moja” y es un experto enacarrear piedras fraudulentas, si tehacen de menos, afean tu inexperiencia,si te dicen que es mejor que te dediquesa otra cosa y te pones hecho unbasilisco, puedes darte por perdido, sí,dedícate a otra cosa. No llegarás lejos.Eres un ser débil, imperfecto. Lo tuyo esel golf o la brisca, o el tute subastado.

El buen jugador de mus ha dejado decreer en los libros, en el arte y hasta enla televisión. El mus es lo sublime, launidad de destino, la razón de ser. Tieneque haber un cielo para los “muslaris”,

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un paraíso aparte, y un infierno para losperdedores y los mirones. El “muslari”que juega al tute es un ser amorfo,intercambiable, un ambiguo, un frívolo,un traidor, en suma. Yo soy monógamodel mus. Lo ideal, aunque ya sé que esmucho pedir, es la extinción del resto delos deseos y pasatiempos. El mus y sóloel mus, siempre viejo y siempre nuevo.Me ha dicho alguna vez Miguel Delibesque no hay dos partidas de caza iguales.En el mus ocurre lo mismo. ¿Qué sepuede esperar de un juego que considerasabios a los pícaros? Se puede ser másastuto que todos los demás. La libertaddel contrario empieza allí donde terminala nuestra. Este es un ejercicio muy sutil:

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el colmo de la habilidad consiste enesconder la propia habilidad.

HIPÓCRITAS

Se dan las dos hipótesis, la vanidaddesenfrenada y la falsa modestia. Esosque empiezan con frases como “heaprendido ayer”, “he pagado muchoscafés”, y “a esto no sé” son loshipócritas, los sepulcros blanqueados.Cuidado con ellos, son peligrosos. Entrela hierba se esconde la serpiente. Esmás fácil asir entre los brazos a cincoelefantes que a un zorro. Al fin y al caboeste es un juego de impostores. ¿Quiénpuede llamarse a engaño? Hay que

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llevar puesta la máscara. El mus es unlance de hipocresía, ese homenaje que elvicio rinde a la virtud. Es unmelodrama. En él, como en la guerra,aflora lo mejor y lo peor que llevamosdentro. Le he oído alguna vez decir a laperiodista Oriana Fallad que la guerraes la hora de la verdad: revela alhombre como ningún otro trance. Esporque Oriana no juega al mus. “Laguerra”, me decía Oriana en Vietnam,“exaspera con igual fuerza la belleza yla brutalidad, la inteligencia y laestulticia, la bestialidad y la humanidad,el coraje y la bellaquería. En la guerrase puede estudiar la existencia comoningún psicólogo podría hacerlo”. Así

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es también el mus, escuela de la vida,arte, técnica, sapiencia. Muchas partidasperdidas y toneladas de azar. Lo que miorgullo no soporta es lacondescendencia del enemigo cuando teha derrotado, ese fariseismo de salónque consiste en unas palmadas a laespalda, ese “otra vez será, lo habéishecho muy bien” que suena a tus oídoscomo una insidia. Es la doblez delcocodrilo, que llora cuando devora a susvíctimas. Se corre el riesgo de perder,por querer ganar demasiado. “Tanto sepierde por carta de más como por cartade menos”, escribió Cervantes.

CRUEL

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No somos unos santos. ¿Cómo arrebataral mus esas y otras gangas? La victoriatiene muchos padres, la derrota ninguno.Es de mal gusto, sin embargo, recriminaral compañero. La derrota pierde suamargura cuando el vencedor es noble.Pero ¿quién lo es ante una cara de guasay pitorreo, de coña, chacota y regodeo,de befa, mofa y escarnio? ¿Y la cara detonto que se te queda al perder, un rictusde enojo, entre la ira y el fastidio, unmosqueo que te arruina la tarde o lanoche, un resquemor, una quemazón, unreconcomio que tan sólo disipa el pasodel tiempo? No se puede ser enojadizo ypicajoso porque es ese un cáncer queroe tus entrañas, envenena tu sangre,

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destroza tu vida. Todo eso, por cruel quesea, forma parte de las reglas del juego.Si eres rezongón, quisquilloso,malsufrido, deberás saber adaptarte alas circunstancias, aprender yoga, otomar pastillas de tila. No siempre segana. Al fin y al cabo es para vino. Hayque leer a Shakespeare: “Su caída fueocasión de felicidad, pues sólo entoncesse conoció a sí mismo y comprendió ladicha de ser pequeño”. Humildad degarabato. Se creen que nos mamamos eldedo. Además ¿qué otra cosa podíaescribir Shakespeare si no aprendió ajugar al mus?

El mus nos ha dado varias vidas enuna. Hemos vivido no sé si más

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peligrosa pero sí más intensamente. Si laBiblia es el libro de los libros y elbrasileño o colombiano el café-café, elmus es hasta para los que florean elnaipe, los fulleros, el juego de losjuegos. En el diccionario, mus apareceal lado de musa y no muy lejos demartingala y muslamen. La esperanza, enel mus, es un buen desayuno, pero unamala cena. Nunca se tienen todos lostriunfos en la mano, salvo el que levantael dedo índice: “Soy el mejor, el número1”. Esos somos todos.

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III.LOS

BORRACHOSEN EL

CEMENTERIO

“En el juego de los mamíferossuperiores y de los pájaros seadvierte con toda claridad que lamotivación de los múltiplesmovimientos instintivos que se

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suceden a toda velocidad nopuede surgir de las fuentes delinstinto de las que se alimentanen el marco del comportamientohabitual… En el juego lanovedad cualitativa consiste enque es el proceso de aprendizajeen sí y no una realización delacto consumador, el queproporciona la motivación”.

Konrad Lorenz (La otra caradel espejo)

SEGUROLA

Los borrachos en el cementerio juegan

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al mus. Se va a este juego deenvite con ansia deinmortalidad, con la esperanzade, borrachos o no (es mejorconservarse sobrio para ganar,esto es un sacerdocio), ganar

al mus en el cementerio. ¿Qué es lo quehace que deseemos pasar a la historia nopor lo que hacemos, un despacho, unaoficina, un campo de fútbol, un hospital,un foro, sino por lo que jugamos, por loque a veces —pocas— ganamos sobreel tapete verde? Miramos con piedad yconmiseración a los que no compartencon nosotros los gozos de este juegotraído de América, según una de lasmuchas versiones, por un jesuíta vasco,

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que ha pasado en poco tiempo de lastabernas a los hoteles de cinco estrellas.¿Cómo se puede pasar por el mundo sinhaber gozado de los placeres del mus?

En El mus y las funciones directivassus autores, Juan Luis Urcola y PabloCarreño tratan de aplicar a la granempresa las técnicas del mus yviceversa. El índice de este libro rico ensugerencias les dará idea cabal de laprofundidad del propósito: Los aspectosdirectivos en el mus. Aspectos previos ala partida: Prever, Organizar,Coordenar, Decidir, Controlar. Cita unafrase de Adán Echecarte en el libro deMingote que ve al mus como “un juegode caballeros, rápido, violento, audaz y

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astuto, que la astucia sin malicia escaballerosidad. Pero sin sañas nirencores, sin resentimientos nidiscordias, en el cual vencedores yvencidos conquistan el galardón de lasociabilidad sublimada. El mus esescuela de educación y de hombría debien, donde la palabra vale más que unafirma y los errores se pagan sinlamentaciones”. Esta es una visiónidealizada, bucólica, del mus. Adán,criatura de Mingote, sabe que el muspuede convertirse en una guerra civil.En una de las primeras partidas, cuandovine a vivir a Madrid, le dije a uno demis contrincantes que era unamarrategui, un Segurola, como el

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jugador de la Real Sociedad, o sea queamarraba mucho, que jugaba muyseguro. Era tan susceptible que dio porterminada la partida, se levantó de lamesa y se fue. No volví a verle.

Yo tengo una visión distinta, dejuego agonístico (del griego agozinomaique significa luchar, combatir, competir,y designaba, con el culto a Apolo enDelfos y a Zeus en Olimpia, losejercicios de preparación para laguerra) de furiosa competencia, contodos los peligros de la emulación. Mipadre era un buen jugador pero lepasaba lo que a mí: se mosqueaba confacilidad, respondía a la provocación,entraba al trapo, se desconsolaba

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cuando le tocaba el perete, ponía carade funeral y perdía con pocaresignación. No soportaba el fraude, laruptura del reglamento. Si la partidadiscurría sin novedad, sin fricciones porlos tanteos, lo aceptaba todo de mejor opeor talante. Si perdía en esascircunstancias pagaba la lotería o lacena sin rechistar. Pero cuando lapartida venía torcida se lo tomaba másen serio que la vida misma. Lainterpretación idílica y ejemplarizantedel mus que hacen Echecarte y Urcolaparte de la idea rusoniana de que elhombre es bueno y el mus escuela de lavida, con emoción, sensación de riesgo,alegrías y tristezas. Pero entre

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caballeros. Ya dice Mingote que laprimera característica del jugador demus es la fanfarronería, limitada,naturalmente al juego, puesto que elmuslari, en sus demás actividades, “esun modelo de caballerosidad ydiscreción”.

Los jugadores cabalgamos sobre untigre. Una buena y armónica partidadepende de factores complejos, dehumores y humos, de estados de ánimo,caracteres, buenas digestiones, buenasvibraciones, estilos. Porque si el estiloes el hombre lo es en mayor medida enel mus. Maravilloso, Único, Soberano.Para un aldeano de Guernica como yo,tratar de adaptarse al mus madrileño fue

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un encontronazo, un aterrizaje muyaccidentado. Se saltaban las que yocreía claras reglas sagradas y, lejos dela austeridad a la que estabaacostumbrado, al poco parlamento y a laeconomía de medios, me topé de brucescon la verborrea, la mentira, el farol, elengaño, y a veces hasta el insultopersonal. Tuve que acostumbrarme.

CUATRO CASTIZOS

En los años en los que Díaz Cañabateescribió su aclamada Historia de unataberna parece que el mus no era unjuego nacional y sí lo eran el tute, queviene del italiano tutti (todos) y la

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brisca, que procede de Holanda. DíazCañabate, el Caña para sus amigos,entendió después de frecuentescavilaciones que el misterioso origen dela raza vasca se fundía con la madrileña“en virtud de la identidad de gustosraciales de carácter al adoptar las dos elmus como entretenimiento privado.Porque, añadía, es curioso el fenómenode que dos razas tan disparesmanifiesten las mismas aficiones y lasdesarrollen dentro del juego del mus conidénticas palabras, vehemencia,incidentes y resultados. Esto esincontrovertible: cuatro aldeanos vascosjuegan al mus y dicen, hacen y comentancomo si fueran cuatro castizos nacidos

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de Progreso pa bajo”. Tan sólo unadiferencia filológica apuntaba el escritorcostumbrista y cronista taurino deldiario ABC, “en las provinciasvascongadas, a los tantos se les llamaamarrecos. Y nada más; el resto, igual,exacto. Quizá cuando uno desafía, diga:

—Yo y la boina os jugamos a ti y alque salga”.

Fue una lectura apresurada. Se ve ala legua que Díaz Cañabate no sabía degeomusística, que lo suyo eran los torosy las tabernas. En Madrid la boca nohace juego. Eso sin entrar en mayoreselaboraciones, porque el reglamentocambia de región en región, y se vadesde los cuatro reyes en lugar de ocho,

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en Navarra y zonas de Euskalerría, a laprohibición de las señas.

NIRVANA

Sin embargo en algo tenía razón el autorde Historia de una taberna, quedescribe la mesa de pino en el rincóndel local, cuatro hombres a su alrededory cuatro o cinco a su lado, en la mesauna baraja, copas de vino y unos tanteosque pueden ser de varias clases: corchosde botellas partidos en rajitas, cerillas,perras gordas y chicas, etc… El Cañaestá de acuerdo conmigo en que el muspuede llevar al crimen. “Cuando eldesafío no existe, entonces se echa a

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suerte quiénes van a jugar decompañeros y la suerte son los cuatroreyes de la baraja. Se van tirando lascartas delante de cada jugador. Al que letoca el primer rey juega con el que letoca el segundo. Ya está la partidaarmada. Y casi siempre la broncatambién. Porque, eso sí, el juego delmus, por la razón apuntada de los listosy los tontos, se presta como ninguno a ladiscusión, a la disputa, al acaloramiento,a las palabras gruesas y, por último, alcrimen. Ahora, no sé antes, en todas lascárceles de los lugares donde se juega almus había seis o siete reclusos, allíencerrados, por el asesinato de uncontrario que echó un órdago no muy

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claro cuando al asesino le faltaban trestantos para ganar la partida. El juradosolía ser benévolo con tales reos y losequiparaba a los pasionales que matabana la novia porque se había cansado decomprarles cajetillas de cuarenta ycinco. El abogado defensor manejaba enuno y otro caso la eximente de la locura:locura de amor para unos, locura de muspara otros”.

Díaz Cañabate habla con propiedaddel nirvana del mus. El rito deiniciación en aquellos tiempos en lataberna de Antonio Sánchez era así oalgo así:

—Yo y la gorra os jugamos a ti y alque salga.

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—Tú no sabes ni tenerlas.—Pues me juego la cena para los

presentes y adheridos.—¡Hombre, una cena!—Lo que sea, es igual.Y terminaban jugándose unas copas.

Los tiempos, como las ciencias de lazarzuela, han adelantado que es unabarbaridad, sobre todo en codicia ymaterialismo, de modo que el bueno delCaña se llevaría un chasco alcomprobar que lo usual es jugarse lacena o la lotería, pero a veces la novia,la esposa, los hijos, el patrimoniofamiliar. Me contó mi maestro, MiguelDelibes, que su hermano Manolo(entonces tenían en Valladolid los

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talleres Seat) se jugó una carnicería y laganó. “Fue en Santa María del Campo,donde estuvo desterrado Peces Barba.Ocurrió después de un día de caza, claroque Manolo no se cobró nunca ladeuda”, me dice Miguel. Los cazadoresson muy aficionados al mus, peroMiguel Delibes no sabe jugar, pormucho que el orondo y bien humoradoManolo haya intentado explicárselo milveces. Porque desde detrás, en el corro,es imposible aprender a jugar. Así esmás difícil que el sánscrito. Hay queempezar con los rudimentos y perdermuchas partidas.

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EL HONOR Y ELCACHONDEO

Pues bien, Delibes, como Camilo JoséCela, es jugador de póker. Ahora estarde para que se pongan a aprender.Delibes encuentra el póker “máspeliculero y más serio que el mus”. ¿Lesonará el mus a hortera? “No, responde,yo soy un paleto que no sé jugar. Mimadre nos habilitó una buhardilla conuna mesa de póker y organizábamosgrandes timbas hasta que llegó la guerray me fui a la Marina”. En tiempos deDíaz Cañabate, según explica en suHistoria de una taberna casi

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únicamente se jugaba al mus “en lasprovincias vascongadas y en Madrid”.Cree el autor que una de lascaracterísticas del mus consiste en quees el único juego, tanto de azar, carteadoo de envite, al que se juega, no por laganancia material, sino por el honor deltriunfo, por la satisfacción de “poderechar a los contrarios la derrota a lacara”:

“—¿Os convencéis? Bueno, pues laacademia la tengo abierta todos losanocheceres aquí mismo, y os iremosganando para ir bebiendo, y de pasoaprenderéis”.

“Los derrotados sienten el escozorde la derrota. No han perdido gran cosa,

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una peseta con cuarenta y cincocéntimos, pero padecen en lo más íntimode su orgullo”. Aquí acierta de lleno elCaña cuando nos explica el gran secretodel mus: “el que gana se cree listo, elque pierde, tonto”.

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IV.PACIENCIA

Y ABARAJAR

“El destino del hombre en el muses lo más parecido al viento”.

Manu Leguineche (Despuésde perder la final en untorneo)

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El mus se practica ya en todaEspaña. Es ecuménico, y hayquien nos dice “soy licenciadopor la pequeña por laUniversidad de Rentería” ovan más allá, como Joaquín

Bardavío y Yone Zabalgogeazcoa“ganamos la final del Campeonato deMus de Asia en el hotel Bombay TajMahal de la India”. Proliferan lastarjetas de Academias o esas otras enlas que se puede leer: No tenga penas,ha perdido usted con los campeones delmundo. O esta otra que no es unamaravilla de redacción, pero hacefelices a sus dueños: Federación

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Internacional de Mus, CarnetInternacional. Jugador de Primera.Firmado, el Rector Magnífico de laUniversidad del Mus. El poseedor deeste documento está obligado acomunicar al contrario la superioridadque sobre él tiene en este juego. Estedocumento procede de Vitoria y a lomejor es una traducción del euskera. Loscarnets de Valladolid están mejorescritos.

Estas tarjetas se sacan después dehaber ganado, claro. Forman parte de laparafernalia musística. Quizá sea unjuego de caballeros pero, sin duda, lo esde los perdonavidas. La motivación esmuy necesaria pero la competitividad es

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su líquido elemento, su oxígeno. Alpobre Antonio Mingote lo reta todo elmundo. Quieren ganar, machacar, trituraral autor del libro del mus. El bueno deAntonio se sacude a los pelmazos consabias excusas: “Eso mi mujer, juegacon mi mujer, ella es la que sabe”. Haycoleccionistas, filatélicos del mus queapuntan sus victorias con muescas en elcinturón o como Napoleón sus victoriasen el Arco de Triunfo de París. Esos sonlos compulsivos y los afectados delmono del mus, del síndrome deabstinencia. Unos drogadictos delenvido y cinco más. Si este librito míotiene algún éxito, cosa poco probable,me puedo ir preparando para algo que,

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sin duda, me va a martirizar de por vida:¿Tú autor de un libro sobre el mus si nosabes ni tenerlas? Querrán ganarme. Ylo que es peor, me ganarán, para echarpor tierra el poco prestigio que mequeda.

Es una batalla para saber quién es elmás listo y quién el más tonto. No sóloeso. Está en juego el honor, elmecanismo del amor propio. “Porque¡ay señores del Jurado!”, explicaba DíazCañabate en el proceso al criminal delmus. “Mi patrocinado, al oír exclamarórdago a la grande, consultó con sucompañero, y su compañero le animó ano querer. Es preciso no olvidar,señores del Jurado, este dato

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importantísimo, quizá clave de todo loocurrido después. Les faltaban trestantos para ganar la partida. Elcontrario, el que lanzó el órdago a lagrande, hoy difunto, incitaba a midefendido a querer con chuflas y pullas,directamente dirigidas a herir la fibramás sensible del hombre: el amorpropio. Y fue este amor propio, señoresdel Jurado; fúe el amor propio herido,escarnecido, pisoteado, el que armó elbrazo de mi defendido, quien ofuscado,conturbada su razón, obnubiladas susfacultades, un tanto deficientes siempreen él por la herencia materna —como yahe dicho antes—, esgrimiendo la navaja,acabó con el órdago a la grande y con la

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vida de su contrincante. ¿Es responsablede ella mi defendido? ¡Ah, señores delJurado, todos hemos jugado una vez almus y sabemos!”.

ABSTEMIO

De esta manera tan profesional elabogado defensor del muslari (se dicemuslari o musista y no musolari)convencía al Jurado, pues en aquellosaños de guerra y preguerra había Jurado,de la inocencia del jugador. Este salía ala calle aunque los parroquianos,sabedores de la facilidad con quesacaba su navaja cabritera por unquítame allá un órdago, o un seis más a

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la pequeña, huían de su mesa de pino.El mus es en ocasiones una tragedia

griega, una obsesión, un estado deanonadamiento, de pérdida de contactocon la realidad, de todo cuanto nosrodea. Es la vida en una nube, un trance.¿Quién nos levanta de una parada demus en el clímax? No hay más quefijarse en la cara que ponen losabstraídos muslaris cuando alguien oalgo viene a interrumpir la partida.Hasta el camarero molesta cuando traelas copas. El buen muslari es abstemioporque el juego exige tantaconcentración que nada debe sacarle desu ensimismamiento. Los buenoscaballos nunca beben antes de empezar

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la carrera. Hay que aguantarse las ganasde orinar hasta que llegue una tregua o elfinal y en determinados juegos ni aúnasí. En el viaje inaugural del Titanic losjugadores de mus hubieran perecido enlas frías aguas del Artico al no escucharlas campanas del barco cuando se iba apique.

EL PASEO

El Caña pone un ejemplo, quizáextremo, pero real en ese estado deensoñación que afecta a los nuevosjugadores. Se remonta a la guerra civilespañola. “Todos sabemos que, en elMadrid rojo, oír el timbre de la puerta

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de la escalera y que al ratito entraba lacriada, muy risueña, al cuarto dondeestaba congregada toda la familia,anunciando la visita de unas milicias,era algo tremendo y un tantoescalofriante. Pues bien, en pleno mesde septiembre de 1936, un servidorjugaba en su casa una partida de mus conunos vecinos un día que creíamos queiba a ser tranquilo. Llaman a la puerta.No oímos el timbre. Llega la criada todaalborozada, como aquellos angelitosproletarios se ponían cuando veían,armados de todas las armas, a suscamaradas: —¡Señorito, señorito, ahíestán unas milicias que preguntan porusted!”.

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Ninguno de los cuatro jugadores,palabra de honor, nos estremecimos. Yocontesté:

—Bueno diles que esperen, queestamos terminando la partida.

¡Envido a la chica y, si hay pares,cinco!

Así se hace, Caña. “Esto parececuento, añade, pero es verdad”. Quedapues demostrado el nirvana del mus.Fue un año que jugaron peligrosamente.Ni el anuncio de un paseo levantaba a unbuen muslari de la silla.

MAL PERDER Y MALGANAR

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Esta del mus es una fauna variopinta, degente con mal perder y mal ganar,educada, borde, humilde (poca, cuidadocon los modestos), sublime, suicida,agresiva, surrealista. Como la vidamisma. Los reclutas del mus, losnovatos, los que aún están en el rito deiniciación con el cartel de L en la solapason desconcertantes porque ganan. Esdifícil de explicar porqué, eso nosllevaría muchas páginas, pero la razónde sus éxitos está a la vista: rompen losesquemas de juego, echan a la grandecon dos ases y no por astucia. Quizá sustriunfos no son de largo aliento, de largorecorrido, pero el susto te lo llevas, y elrevolcón, también. Todo lo que sabes, lo

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que has aprendido con mucho esfuerzono sirve para nada. Paciencia y abarajar.

En esto de las cartas o hay muchainformación y la partida se convierte enun ejercicio de lógica o hay pocainformación y la suerte se convierte enel factor dominante.

Jugar con un aprendiz es un ejerciciodesagradable, un calvario, tiempoperdido. Se pierde la motivación, serompe el ritmo, no se establece esarevolución química de las partidas acara de perro. Porque el mus no es sóloun juego, un divertimento. Una victoria atiempo remedia nuestras carencias,depresiones y desconsuelos. Carrero

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Blanco jugaba con su chófer contraFranco y el almirante Nieto Antúnez: sedejaba ganar. Tiene algo de mística y demasonería. Como dice el amigo Urcola“es un buen instrumento para aprender yllegar a dominar la técnica de lasfunciones directivas disfrutándolo ypasándolo bien”. Por eso Juan Luis pidea los organismos competentes o a algunaentidad privada que levante unmonumento al mus “situado en la cumbrede los juegos universales de naipes juntocon el póker y el bridge”. Es una de lasgrandes aportaciones del pueblo vasco,sobre todo cuando nuestros mitos sederrumban, desde Urtain a Clemente,Marino Lejarreta envejece y la Real

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Sociedad y el Athletic de Bilbao searrastran por los últimos lugares de latabla de clasificación. Para colmo, laboina la inventaron en Europa Central.

GALERÍA

Hay muslaris de todos los tipos. Sepodría levantar toda la antropología delmus, una galería de retratospsicológicos, una teoría delbehaviorismo, del conductismo, delcomportamiento. Como diría aquelchiste sobre el sexo, te permite conocergente, sacudirte complejos o refocilarteen el sadomasoquismo. Los yuppies noson, por lo general, buenos jugadores

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porque toda la picardía se la reservanpara las cotizaciones de bolsa. Les faltael instinto de la yugular. Es para ellosmero pasatiempo. Juegan sinconcentrarse, con la mente en otro lado,en territorios de los brokers. A untiburón del mus se le distingue a lalegua. Como los erotómanos, no piensaen otra cosa.

Ya hemos visto cómo el grancampeón se presenta con piel decordero. Atención, esconde un lobodispuesto a zamparse a Caperucita.Desde el primer golpe de vista no tequita ojo de encima. Calcula tucoeficiente de inteligencia, tutemperamento, tu forma de ser. En el

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mus hay que retratar al rival desde elprimer asalto, tomarle el pulso, calcularsus reacciones. Si es frío, si es caliente,si es decidido, si es taimado, si muestrasangre fría, si es calculador. O sea, si esun hijo de puta.

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V.RETRATO

DEFAMILIA

“El hombre es verdaderamentehombre cuando juega”.

Friedrich von Schiller

No resulta fácil trazar un catálogo de

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biotipos musísticos.Se necesitarían unLevi-Strauss, unMarvin Harris, unaMargaret Mead o unCaro Baroja. Heaquí una

aproximación a esa antropología:

Los segurolas: son, como su nombreindica, muy seguros, flemáticos,invulnerables, van a la piedra. ¿Si almus quieres ganar no te canses de pasar?No acaba de ser cierto ese consejo. Sujuego es conservador. No se enfadan sipierden porque creen en el fair play.Son estalactitas inglesas,

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imperturbables. Los admiro. Sonparsimoniosos. A veces hastademasiado. Te consume esa serenidad,esa premeditación, esa lentitudexasperante, lo hacen por eso.

Los científicos son otra cosa:confunden el mus con las teorías deEinstein. Tienen una computadora en elcerebro y a veces una flor en el culo.Hacen como que evalúanelectrónicamente tus cartas, como sillevaran todo el juego en la memoria.Calculan las piedras que les faltan parasalirse. Te miran como sólo sabíanhacerlo aquellos aduaneros-policías delaeropuerto de Moscú cuando lesenseñabas el pasaporte. Te hacen de

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menos porque tú confías en esas armas ono sabes cubicar o te da pereza.

Ellos son seres superiores, losdioses del mus cibernético. “Esmatemáticamente correcto, señor,pero…” le decía Sidney Greenstreet aHumphrey Bogart en El halcón maltes.Todas esas idas y venidas, como laardilla de la fábula, no sirven a vecespara nada. No importa, ellos se lo pasanen grande. Son cerebros privilegiados.Al enemigo ni agua, pero a estospedantes mucho menos. Me gustapisotearles la garganta, hacer quemuerdan el polvo.

JERGA

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Los sentenciosos: merecerían ir a parara la Real Academia porque tedeslumbran con su jerga cheli, rica enmatices y variantes: A llorar a losPaúles, hasta que no pasa el últimocura no termina la procesión; hasta queno sale la gorda no termina la ópera;Dios da calzoncillos a quien no tieneculo; estoy más tieso que la mojama;hay que esperar a que descargue latormenta; ¿me luzco o no me luzco?; osrendís; ya se ha puesto papá encima demamá (el juego ha dado un girocopernicano); trece, mal número si nocrece; engordar para morir, tú no eresmás tonto porque no te entrenas,jugador de chica, perdedor de

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cuartillos; hasta que pase el rabo todoes toro; si mi novia tuviera dos ruedasno sería mi novia, sería una bicicleta(se dice cuando en lugar de haberenvidado así hubiéramos envidado asá);después de verle los cojones al mono,es macho (¿quién puede preveracontecimientos? Una vez descubiertaslas cartas todo es fácil); son más durosque los huevos cocidos; no por muchomadrugar amanece más temprano; estoes sequía y no lo de Etiopía; te vamos ahacer la zaragozana; nos espera latarea del negro (levantar la partida,cuando de perder se pasa a ganar); quese salgan con las suyas (confesión deinferioridad, se trata a veces de una

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incapacidad táctica, una frase fatalistaque, como señala el maestro Maito, “aveces se usa para confiarle al enemigomientras se oculta una buena jugada ypueden caer en la trampa”).

Los sentenciosos desbordan loslímites de este léxico habitual, deberíanser tratados por Lázaro Carreter o NoamChomsky. El glosario del mus seenriquece con los años. El mus urbanoes más rico que el rural, apegado a lasvoces tradicionales. Tan tradicionalesque en mi pueblo de Cañizar, en la AltaAlcarria, hay quien dice cuando está enbaja, cuando pierde, cuando le ponencontra las cuerdas: “De éstas tengo másganadas que moros matados”. Esta fue

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tierra de moros y judíos pero no creoque el mus, por muy antiguo que sea,hunda sus raíces en la Españamusulmana y lo jugaran las huestes deDon Pelayo. En la ciudad la palabreríadel mus crece y se renueva, se confundecon el argot, con el cheli, conecta con elfútbol, con el folklore, con el lenguajepublicitario (quizá porque los chicos dela publicidad se perecen por el nirvanadel mus), va y viene, cambia como loschistes y chascarrillos. Vemos que haygente que pierde pronto pero que hablacomo León Salvador.

ZORRA CON TRES RABOS

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Conviene distinguir entre el sentencioso,el refranero, el que hace de eso un arte yel que tiene el vocabulario suficiente ylo utiliza sin pasarse, de manerafuncional. La estrategia de la frase esfundamental para llegar a comprendereste juego diabólico. Debe caer en elmomento oportuno. Bien administradapuede hacer mella en el hígado delenemigo, socavar su moral y hastavolverle loco. Los profesionales delverbo trabajan por acumulación, porsaturación. Reconozco que puedenconmigo, me dejan hecho unos zorros,irritable, confundido. Nadie puedellamarse a engaño: ese bombardeo depalabras tolerado por las reglas del mus

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madrileño, castizo y volandero, acabacon las defensas de un misántropovasco, silencioso e ignaciano. La deHontanares, el triple envite, dos a lagrande, tres a la chica y cinco a pares(presagia tres ases) suena como untrallazo. Zorra con tres rabos. Sienvidas a la mayor y a la pequeña eso sellama zorra con dos rabos. Este recursoa los animales muestra el origencampesino del juego. Somos zoólogos.A veces nos ponen una zapatería (frasede origen menestral). Ya está la rata enla lata o ya tengo el agua hirviendopara pelar los pichones.

Se desgrana poco a poco la artilleríaverbal: a la mano con un pimiento;

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corta el mus y no te azares; quiero y nopierdo (33 al juego); mus sin verlas; elcorte del capullo (corte de resultadosnulos). Y así sucesivamente. Estemetalenguaje del mus incluye lo del trantran, con mucha tranquilidad, al paso,chiquita reventona, la de las cabrillas,tres a cero y Zamora (o Iribar, Iru,Ablanedo, Buyo…) de portero. La zorracon dos rabos no es en otros lugares elque envida a la grande y a la pequeñasino el que lleva dos reyes y dos ases.Un envite es un convite; escopeta yperro; con buena pluma bien seescribe, que tiene —como sabéis— unaversión más procaz. La raya, la igualase pronuncia con énfasis y se señala con

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el dedo índice una raya sobre el tapeteen la posición teórica de medio centroque diría Matías Prats. O también labuchaca como dicen Pérez Monzón y suhijo, Manu: el caldero, toda lachatarrería, todos los tontos, el acabóse.Hay variaciones para todos los gustos:el solomillo o la niña bonita, jugadacual ninguna, tres reyes con treinta yuna. Si estás ciego es que no llevas unpatalí; la mano vale un cañón; con tresases de primera (de primeras dadas)corta el mus y vocifera.

El mus negro, no cortar pese a lasbrillantes cartas que te han tocado (hastacon tres barbas-reyes) es el nirvana delnirvana. Pocas cosas en el mundo

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producen tanto placer como el pasenegro con éxito. Es la emboscadaperfecta, la más sabrosa. Juego de tacónes la 31, el Banco de Bilbao tres ocuatro caballos. Conozco jugadores que,como algunos aficionados a los toros,desprecian a los caballitos, prefierenartillería a caballería. He oído cómoalgunos jugadores relinchan para llamara más caballos, pero el equino te damalas sorpresas. La ley del mus son dosreyes, caballo y sota en la grande y dosases, cuatro o cinco para la chica,aunque los hay que trabajan hasta laboticaria, la sota, a un siete o un seis.La mano dicen que vale cinco; comertablero es la tarea de vigilancia al

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enemigo por si hace señas; me voy detodas, descarte total; una para Cangas yotra para Tineo, un amarreco oamarraco (que en vascuence significa nocinco sino diez). Órdago y ordaguillo (ala mayor y a la pequeña); recoge laherramienta es una invitación a ponerseen marcha. Esa frase se pronuncia en eltono rotundo que da la superioridad delas cartas que llevas. Cuando llega lamala racha yo suelo decir: “¡Vayacartonaje!” o “¡Vaya cartulario!”.Siempre hay alguien que me responde lode a llorar a los Paúles o al muro delas lamentaciones, o me recuerda quehay una habitación al lado donde mepuedo hinchar a llorar. La jugada del tío

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Perete es cuatro, cinco seis y siete. Elauge del jamón ha llevado a muchosjugadores a servirse de esta muletilla:tienen una jugada de pata negra y cosaspor el estilo. “Tamarín” amenaza: “Sillevo dos reyes te asocarro”. Y measocarra. Socarrar significa quemarligeramente una cosa.

747

También la tecnología aporta su granitode arena. Un Boeing es un 747, es decirsiete a la mayor, cuatro a la chica y sietea los pares. Son gente viajera ycosmopolita. Los hay matemáticos quese sirven de la pi, la letra griega que

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corresponde a nuestra p, el signo querepresenta la relación aproximada entrela circunferencia y el diámetro delcírculo: 3'1416, tres a la mayor, 14 a lapequeña y 16 a los pares. Antes nosinvitan a darnos una vuelta. La mano deun niño serán cinco tantos, los dientesde un choto son dieciocho. Otra vez lazoología, el choto. No en vano mussignifica ratón en latín. Ya llueve menoso escampa, mejora el cartonaje, seavanza. Estoy puesto por elAyuntamiento significa que el jugadorno liga nada. Agarrarse a la mesaquiere decir jugar al tanto, sin sucumbira la tentación del ordagueo. Soyconocido en el mundo entero —decía el

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autor Julio Peña—, por no quitar lamano al compañero. La jugadaladrona: rey, caballo y dos ases. La delpandero es la sota de oros.

EL BOCA RANA

El cinco de bastos (y toquen madera, oden la vuelta a la silla) es el boca rana.Otro animalejo. Trae mal de ojo. Cadavez que le llega a mi amigo José elBellotero (y no el Bello Otero como lellamó la lista y escultural Emma Roig enEl País) pierde la color. No sólopalidece sino que tartamudea más de lohabitual. Es un portero extremeño definca urbana que recibe por lo general

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buen naipe. La definición del ego es esebellotero que todos llevamos dentro. Eslo más parecido que conozco a lasmaracas de Machín.

Ya he dicho que admiro a losclásicos, a los conservadores, a lossegurolas porque de ellos es y será elreino de los cielos. Nunca delatan lajugada, no les sudan las manos, nunca seles transparenta lo que llevan. Sabenparar, templar y mandar. Nada, sinembargo, comparable a los Rimbaud delmus: con ellos empieza una nueva era.

Los nerviosos: ciclotónicos, histéricos,impacientes, rabos de lagartija. Una lata.Progresan hacia la catástrofe a golpe de

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órdagos, de broncas al compañero. Soncomo un elefante en una catedral.Desconocen las delicias del pase delnegro; en cuanto ven un rey y un caballose vuelven locos, se las dan decampeones desde el primer atisbo. Sejuntan el hambre con las ganas de comeren este tipo de jugador desasosegado,ruidoso, inquieto, excitable si juega conel farolero profesional. Son DonPerfecto o Doña Perfecta. Es unacombinación explosiva. Es mejor que tetires por la ventana. Desconocen eljuego en equipo, funcionan por sucuenta, en plan exclusivista y franco-tirador. Son como el asno de Buridán.En estas situaciones, frente al

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individualista, escriben Urcola yCarreño, a su pareja sólo le queda jugartambién solo y, ya se sabe, hermanosque luchan entre si engordan al vecinoo aquello de ovejas separadas, lobo queengorda. En las empresas con este tipode directivos se rompen las estructurasverticalmente, “apareciendo lo que seconoce como reinos de Taifas”. Tambiéncaen en el principio de Peter: hanpodido ser buenos gregarios, pero trasuna buena racha se les suben los humos,desprecian al compañero, seencampanan y terminan por alcanzar elnirvana de la total incompetencia. Conamigos así no necesita uno enemigos. Sebasta para perder solo.

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EL RISUEÑO

El risueño es la contrafigura delnervioso, la otra cara de la moneda.Ejemplo: el padre Andrés Fuertes, de laescuela del Bar Bedia. Un compañeroasí es una mina, una madre. Te mece enla cuna en los momentos de fatalidad, tecanta nanas tranquilizadoras, te preparael valium con tila, desdramatiza lacrisis, te halaga la vanidad, te recuerdatus horas altas, tus glorias y momentosfelices. Es todo lo contrario que elapocalíptico, el cenizo que a falta dedos piedras cuando el contrario tieneaún dos amarrecos profetiza la

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catástrofe: nos van a hacer papilla,Manu. Hay que elegir el compañerocomo se elige la esposa o el mejorchampaña. El buen compañero,aplomado, prudente, risueño, es unabendición de Dios. He visto en algunasesposas el apunte en los ojos de unasombra de celos al ver hasta qué puntosu cónyuge se compenetra con elcamarada, el colega de siempre. Sereconocen con una mirada, con un gestoimperceptible para los demás. Hanalcanzado el nirvana del acoplamiento,de la avenencia. Sólo les falta pasar porla vicaría. En los momentos de fuertedisputa conyugal, en plenaincompatibilidad de caracteres, la

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esposa no puede menos que recordarleal muslari: Pues si tan bien te llevascon Mariano cásate con él. Porquetodos esos buenos compañeros sellaman Mariano o Blasillo, como en loschistes de Forges. El risueño utiliza laherramienta del humor como remedio.

EL TENSO

¿En qué categoría se inscribe ManuLeguineche? En la peor de todas. En ladel tenso. Apriétense los cinturones ysigan leyendo:

El tenso: Me he reconocido porcompleto en la clasificación de Juan

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Luis Urcola y Carreño. Gracias, JuanLuis, por tu ayuda. Porque el mus espsicoanálisis y, a veces, tambiénpsicodrama. No hay trampa ni cartón enlo que digo. Lo voy a dejar en manos dela prosa ceñida de los escolásticosvascos, los Keynes y Schumpeter delmus: “El tenso es aquel que no sabe nipuede disfrutar en la partida porqueparece que en ella se juega la vida.Ganar es algo vital para él. Que suhonor, su inteligencia y su imagenqueden salvados es lo importante.Apenas habla y juega con tensión malcontenida”. Este tipo de jugador puedetener algún estallido si, perdiendo, seinsinúa alguna broma que pueda resultar

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desagradable a su sensibilidadcontenida. Mea culpa. Soy yo, un tenso.Lo llevo en los genes. He peregrinado aLourdes, he visitado el diván delpsicoanalista, he comido fruta, que dicenque relaja, pero nada. Pertenezco a lacategoría de los parias, de los tensos.Olvido consultar al compañero, sólopienso en mí, en mi mismidad, en mihonor, en mi vergüenza torera. Tan sololos perturbados se embarcan en el muspara demostrar su superioridad.

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VI.EL MUS

RURAL Y ELMUS

URBANO

“¡Juego del mus, yo te reverencioy te sublimo! ¡Juego del mus,juego de mi juventud consumidaen tu culto, allá en un cuartitodel café Lyon D’Or, lleno de

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humo, de gritos, de risas, desdelas cinco de la tarde hasta lascinco de la mañana en el veranoy en invierno! ¡Juego del mus,pícaro y endemoniado, cienciadel engaño, flor de las cuarentahojas, nido de las horas yremanso de inofensivascanalladas! ¡Es jugada cualninguna tres reyes y treinta yuna! ¡Llevo pares! ¿Tú hasperdido? ¡La chica te la regalo!¡Juego del mus, arrullo decorazones palpitantes, tumba deesperanzas, alegrías e ilusiones,arca de suspiros! ¡Te sublimo y tereverencio, juego del mus!”.

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A. Díaz Cañabate (Historiade una taberna)

TRAN TRAN

¿Es distinto el mus de losmarinos, de los bomberos,funcionarios, ministros,aristócratas, de los albañiles,de los campesinos, el mus

rural del mus urbano? Este juego quenos ocupa nace en humilde cuna pero hallegado desde la ruin barca a los másaltos palacios. Don Juan Carlos y sushijos lo juegan con disfrute. La ReinaSofía le pidió a Pilar Cernuda el libro

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de Mingote. Hoy es también un juego dela alta burguesía, de la aristocracia.Muslaris de todo el mundo, uníos. Hacaído el muro de Berlín, el comunismoha quedado hecho fosfatina, se muevenlas fronteras, cambian los mapas, loúnico que permanece impertérrito es elmus, inamovible, berroqueño. Es uncompromiso teológico entre Dios, eldemonio, el mundo, la carne y HeraclioFournier. No es de derechas ni deizquierdas, indestructible, siempre fiel así mismo. Nosotros pertenecemos conorgullo al Mus..solini, a la secta deltran tran o del órdago permanente.

El juego de los pescadores vascos,al decir de Urcola, que al parecer les

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tiene tomada la medida (el mus es, comodirían los griegos, la medida de todaslas cosas) está lleno de frenesí yprecipitación. Debe ser una cosa delcarácter. Es bullicioso, adopta confrecuencia actitudes teatrales, juega conel riesgo de forma permanente, envidapor decenas y ordaguea sin pensárselodos veces. Sus partidas duran muy pocotiempo. Su juego es de infarto para elcompañero, que deberá estaracostumbrado. De lo contrario, apuntanlos expertos guipuzcoanos, debe pasarrevisión médica periódica. Sobre tododel corazón.

En cambio, el hombre de campodispone de una infalible arma secreta, la

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desconfianza. Mira debajo de cadapiedra por si esconde un escorpión. Leguía el instinto de conservación. En subosque canta un pájaro que le dice ¡Note fíes! Pero se fía de su instinto, de lacantidad de siglos de vida que llevaencima. Frente a uno de estosespecímenes surgidos de las cavernas,que jugaban al mus con el hombre deNeanderthal, te sientes como unpardillo. Aguanta carros y carretas. Ensu coraza rebotan los dardos de laprovocación, de la fanfarronería. Va a losuyo. Nunca se deja arrastrar por ungrave defecto de algunos muslaris: elexceso de confianza. Es como la reinade Inglaterra, nunca se queja de nada. Es

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una esfinge de manos encallecidas contierra de siglos entre las uñas. Es un museterno, telúrico. Saborea el tanto. Suvenganza es un plato servido en frío.Sabe de sobra que el que juega pornecesidad (de ganar) pierde porobligación.

El aldeano no cree en los milagros.Su pirámide de los tantos se construyesin prisas. El miedo guarda la viña. Másvale una corrida a tiempo que ciennovilladas. Ni siquiera se refugia en elrecurso al pataleo. De vez en cuandodeja escapar alguna frase de su boca, sinmolestar, para hacer patente que está enel mundo de los vivos. Ni arriba niabajo, rey, caballo, as y cinco. Observa

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a sus rivales, los taladra con la mirada.Cuando el contrario saca dos reyes ycaballo nunca dice: Eso es para lapequeña. Y pone en la mesa cuatroreyes. No le va el chuleo. Nunca se leescapa detalle. Parece que no se entera,pero lo ha apuntado todo en la cabeza, laforma en que coge el rival las cartas, lamodulación de la voz, el énfasis, el tono.Nunca dice Tiene usted más suerte quesi fuera bueno y otras frases máspropias de la ciudad. Su mirada es derayos X. Y se dice pares del campo, nopares de la ciudad.

ESCUELAS

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El mus es la continuación de la guerrapor otros medios. No lo es para elcampesino. Pertenece a la escuelatelúrica frente a otras escuelas, labrasileña, a ritmo de samba, la rondeñade Antonio Ordóñez, más sobria, lasevillana, más alegre, la escuelacartujana del silencio absoluto —losvascos son de la escuela cartujana—.De vez en cuando el rústico tiene unrasgo de malicia: Te juego los choposdel Chorrillo. En el mus urbano tedirán: tengo pares de albañil o losjueves, las clases son gratis. El musagropecuario sabe a establo, encina,surco y viento sur. Nos dirán: No ofendaa Dior, o a su compañero: Si te brindan

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la paz no elijas la guerra. O también:Como el galgo viejo, a la carrera larga.A veces va retardado, como la Renfe.Pero nadie rompe su ritmo. Dime cómojuegas al mus y te diré quién eres. Elcampesino desgrana sus cartas comooraciones. A salida de caballo trotónparada de burro manchego. No sabe bienlo que es el racismo y cuando pierde enlos primeros compases nos recuerda quelos gitanos no quieren a sus hijos conbuenos principios. Perdona, RamírezHeredia, no volverá a repetirse.

PASE NEGRO

Contra la fortuna no hay arte alguna. Lo

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sabe de sobra, es un maestro en el pasedel negro, aunque el mejor cazadorpuede un día ser cazado. No sufre dearrebatos. La pasión y la ira son malosconsejeros. Se juega los chiquitos o unacena. El juego con apuestas fuertescumple una alta misión moral. Sirvepara arruinar a los idiotas. Pierde comosi te gustara ganar, como si estuvierasacostumbrado a ello. El hombre es unanimal que juega, que experimenta elazar. La vida es juego. Un buen jugadorde mus es en ocasiones señal de unajuventud perdida ¿Perdida? Elcampesino parece amarrado a la silladesde la noche de los tiempos, sin untemblor de músculos. Un jugador astuto,

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ha escrito Gracián, nunca juega la cartaque el adversario espera, pero tampocoes la que él quisiera. Todo es relativo.Una partida no está perdida hasta queestá ganada.

El mus es una venganza contra ladictadura de la televisión —aunque yole gané a Aberasturi en su programa—,contra el final de las tertulias y lastensiones cotidianas. Nada mejor quejugar en horas de oficina con un cartelcolocado sobre el respaldo de la silla:No molesten, do not diturb, nedérangez pas. El Barcelona es algo másque un club, el mus es algo más que unjuego efímero. El espacio del mus y elespacio del pensamiento son dos teatros

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de libertad. Las tuyas y tú, tus cartas ytú, me dice Chuchi Peñuelas,descorazonado como casi siempre por elmal cartulario. Has perdido y losfariseos palmean tu espalda: Hemostenido mejores cartas, paciencia y abarajar, ropa limpia, pero sabes, quecomo decía Mac Arthur, “en una guerranada sustituye a la victoria”. No nosvale ese refrán de París que dice: “Haydos placeres en el juego, el de ganar y elde perder”.

También a la remota China pareceque llegó algún misionero muslari,porque en un texto procedente delcantonés encontré un proverbio lleno desabiduría. Los chinos, los filipinos y los

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españoles son los tres pueblos másapostadores en el universo. Se pulenhasta las cejas. El proverbio chinoparece un traje hecho a medida para losazares y contratiempos del mus: “Si tedispones a jugar decide tres cosas antes,las reglas del juego, lo que te juegas ycuándo lo vas a dejar”. Confucio hadado en la diana, porque las reglas deljuego no pactadas de antemano sonfuente inagotable de problemas. Lo quete juegas: cuando vas ganando, y comoquien no quiere la cosa, recuerdas a tusrivales que nos jugamos una cena o unalotería. Lo de “cuándo lo vas a dejar” esotro albur. Hay jugadores de regatecorto, de caldo concentrado, de pocas

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partidas, y otros, maratonianos, que sólodisfrutan si siguen allí al amanecercuando se proyectan los primeros rayosde sol sobre el tapete verde y tienen losdedos cansados y dormidos de tantoapretar a Heraclio.

DE LOCOS

En el mus se sobrepasa siempre ellistón, los límites. ¿Cómo mantenerse enel punto justo si todo el mundo reconoceque es un juego de locos? El profano sepierde en esa jungla de órdagos, dosmás, si llevas llevo, si tienes tengo, mevoy, se fue, no me gusta, me echo paraatrás, llévate dos, tienes un corte

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carismático, etc. Es de tal calibre laatracción fatal del mus que hay quieneshan decidido que esa, y sólo esa, es surazón de vivir. Les cubre lasnecesidades esenciales, la seguridad yla vanidad y una familia que es uncompañero, con el que pacta, negocia, alque consulta, al que no amonesta. Les dapoder, con la victoria comunica con losdemás. Tiene una coreografía, unentorno, una misión en la vida, uninstrumento para aguzar el ingenio, paraafilar la astucia, para desarrollar elsentido del humor. El mus esvasodilatador y, para los vascos, lomismo que el whisky, vascodilatador.Bien llevado, administrado con un buen

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camarada, de esos que no te sorprendencon pifias, que no se desmadra, que noquiere ser Pavarotti, ayuda a prolongarla existencia en ese Shangri La que es eltapete verde.

PROEZAS PEQUEÑAS

Ya les he hablado de la pasión portriunfar en los hobbies. Cuenta MiguelDelibes, cuyo único defecto es que nosabe y no quiere jugar al mus, en uno desus libros que don Joaquín Garrigues,con cuyo Derecho Mercantil aprendió elnovelista vallisoletano a pulir la prosa,que “como todos los grandes hombresGarrigues se vanagloriaba de sus

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proezas pequeñas”. Esas pasiones eranmontar un bravo caballo, o cortar unaperdiz sirgada. “Parecía menospreciar,añade Miguel, aquellas cosas que comosu pluma o la Ciencia del Derecho lehabían dado un puesto cimero en elmundo y, con él, la inmortalidad”. Enefecto, a veces somos más nuestrospasatiempos que nuestras ocupacionesreales. Cuando alguna vez me preguntanque a qué aspiro ya en la vida respondo“a perder dignamente(?) al mus y a tocarel acordeón”. Mejor estaba y le di.

Otro insigne escritor, Camilo JoséCela, nos presenta en las páginas de DelMiño al Bidasoa a un tal Santos Fortunaque lucía un tatuaje en la espalda que

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representaba a una señoritaabanicándose debajo de una palmera,con una leyenda que decía Visitez leMaroc. Santos Fortuna había cruzado elAtlántico sin tocar tierra. Cuando llegó aLa Habana dijo que él no salía delbarco, que a él no le daba la gana salirdel barco, y no hubo quien loconvenciera. En vez de tener dos cejascomo todo el mundo, tenía una sola quele iba, todo seguido, de oreja a oreja;vamos, quiere decirse de patilla apatilla. “Santos Fortuna, escribe Camilo,era pescador de truchas y jugador debolos. A veces, cuando las lloradorasnubes encerraban a los hombres bajotechado, Santos Fortuna jugaba al mus

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para entretenerse. Santos Fortuna, queera como un toro de la montaña, tenía elfeo vicio de andarse con un dedo en lanariz.

—Santos.—Mande.—¿Cuándo vas a dejar de andarte

con un dedo en la nariz?—Pues ya ve usted, doña Consuelo,

es que no me percato.—Bueno, pues percátate. ¡Vergüenza

te debía de dar!”Un buen jugador, le he advertido a

Camilo, no se hurga nunca la nariz.—¿Por qué razón, si puede saberse?—No es por urbanidad ni por

pringar de mocos las cartas. Es que debe

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concentrarse en la tarea.—Bueno, si tú lo dices…

CAZA Y MUS

Camilo sólo juega al póker y hace unastrampas monstruosas y deliberadas. Esun tramposo descarado, muy marrullero.Se guarda cartas en la manga. Al menordescuido se lleva lo que no es suyo.Camilo no puede perder. Las partidascon él terminan como el rosario delamanecer. Se enfada cuando no puedeganar. “No es necesario que me deislecciones”, dice el Nobel, “Yo sé bienlo que es el póker entre caballeros”. Yal terminar vuelve la calma: “Por el

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dinero que nos hemos gastado nos hasalido más barato que una tardedivertida en cualquier parte. No osquejéis”.

Camilo José, como le llama siempresu esposa, Marina, tampoco quiere jugaral mus, aunque sospechamos que sabe,quizá porque ahora todo el mundo acudea la Universidad del Órdago. No sé si elLorenzo de Miguel Delibes jugaba almus. Puede que sí. Para cazadores nohay final cinegético sin el complementode la partidilla. Perdices, liebres,conejos y órdagos. No faltan lasanalogías entre el mus y la caza. Esnecesario observar mucho, comunicarbien con el que lleva la mano (también

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aquí la mano importa sobremanera),seguir rastros, estar pendiente del vientoy a la hora de la verdad afinar lapuntería del órdago. Hay que fijarsecomo los búhos.

El conejo hay que cazarlo al trantran, el pase negro hay que dárselo a lasprimeras palomas, las que pasan másaltas, al águila real un no quiero, a laperdiz cinco más, y al zorzal hay queenvidarle a la pequeña. Cuando nosmojan la oreja o nos vamos bolos los dela cuadrilla caen como las hienas sobrenosotros. Y si perdemos al mus, pese ala ley de compensaciones, el sonrojoserá doble.

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ANÍS

El cazador y el musista, casi siempreuna misma persona, comparten un ciertogrado de misoginia. La caza es unaevasión, lo mismo que el mus. Porejemplo, el Gervasio Medina de Cela enHistorias de España (Los tontos)fumaba farias y pegaba a las mujeres:“Gervasio Medina, por las mañanas,después de almorzar, jugaba al chameloy bebía anís. La espadaña de la ermitadel Santo Cristo se vino abajo, herida demuerte por el rayo. Gervasio Medina,por las tardes, después de merendar,jugaba al mus y seguía bebiendo anís. En

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el toro de la función, Gervasio Medinacorría con la contrata. Por las noches,después de cenar, Gervasio Medinajugaba al cané y también bebía anís; esode andar cambiando es algo que sientamal a la salud”.

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VII.EL BRIDGE

DE LASTABERNAS

“Si no oyen, apenas hablan, nisienten, ni ven. ¿Qué hacen?Juegan”.

Lichtner

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Soy mus, con lamano, que hable lamano, a la mano conun pimiento,hablando paso, va,

tres no, llevo pares, la chica puede seruna, tres, no llevo pares, hermosos, yono, tantéate, cinco a tus pares, cuántosreyes me quitas, querer. Un lenguajecríptico, sólo para iniciados. Envascuence musu o mosu significa morroy, por extensión, beso. Por lo cual,escribe el amigo Rafael Castellano,aquellos puristas que sostienen que elbuen jugador de mus no hace señas,

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pecan contra el origen de este viejobridge de las tabernas. Se puede jugar, yse juega, sin señas, pero es menos mus,¿verdad Urcola?

Los catedráticos de este juegodiscuten sobre sus orígenes. Órdago eshor dago, ahí está, ahí queda eso. Deórdago se deriva órdiga. Amarreko esgenitivo de hamar, diez. Debía decirsebosteko, de cinco, pero al prevaleceramarreko todo hace pensar que antes sejugaba con diez piedras. Otros dicen quemus procede del francés mouche,grumete, porque se jugaba entre marinos.No lo creo. Los Diego Urbino, elandaluz José Antonio Fernández Sanz,José Luis Crespo, Correcher Jaúregui,

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Jaime Torner, Santiago Aizarna, ManoloLlano Gorostiza, Maito, HeraclioFournier, Mingote (poco, porque no legusta discutir), el asturiano José LuisNúñez Elvira debaten estos oscurosorígenes. No me he propuesto escribirun tratado de semántica, de modo que ellector encontrará al final del libro unaselección de textos. En la VII Edicióndel Diccionario de la Real AcademiaEspañola de la Lengua, cuando Isabel IIalcanzaba su mayoría de edad yasomaban en el horizonte las guerrascarlistas, se refería al mus como “juegode naipes de origen vasco que se juegacon una baraja de 40 cartas”. En elprimer reglamento de mus de que se

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tiene noticia: Reglas fixas que convieneusar en el juego llamado Mus,característico de vizcaínos y navarros,de J. L. Ortiz de Zárate, editado en 1804en Pamplona con las licenciasnecesarias se advierte en el prólogo:Nótese, que aunque este juego es máspropio para los Vascongados, pero lohan aprendido, y practicado con sumogusto infinitos, que no lo son. DonMiguel de Unamuno, que no era muyvasquista, al menos de los vasquitos yneskitas señaló en el Congreso de losDiputados en 1932 a la voz Órdagocomo una de las aportaciones deleuskera al castellano.

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LOS GRIEGOS

Mi sorpresa fue mayúscula alcomprobar que el novelista uruguayo,afincado en Madrid, Juan Carlos Onetti,se refería al mus como solaz propio delos antiguos jueces griegos que juzgaronla desnudez de Friné (cortesana que fuemodelo y amante del gran Praxíteles) yla absolvieron por su belleza sin par trashaber sido acusada de impudicia: “Paraentonces el gobierno de Atenas no habíadictado ninguna ley que impusiera lajubilación forzosa a los jueces llegadosa una edad en la que parecía convenienteque cuidaran resfríos en su hogares,

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jugando al mus, juego favorito de losantiguos griegos”.

El mus aparece en todas partes.Tiene el don de la ubicuidad. Hemosjugado al mus en las trincheras, enremotos figones con Zalacaín elAventurero, en hoteles bombardeados,en toques de queda. Hay que llevar unabaraja española de 40 cartas en lamaleta se vaya donde se vaya. Siemprese encuentra algún misionero vasco,algún contrabandista de armas, algúnmarino o diplomático ocioso en Haitidispuesto a repartir la herramienta yrecogerla. En la Historia delfranquismo editada por Diario 16leímos una declaración del doctor

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Cabeza, en las que se refiere a la agoníadel general Franco: “Otros muchos —afirma el ex-presidente del Atlético deMadrid, muy aficionado al mus, muytemperamental dentro y fuera del tapeteverde— iban a tomarse unos whiskys acosta de la Casa Civil de Franco, queera la que pagaba las consumiciones dela cafetería que se montó para atenderlas visitas del Caudillo. MientrasFranco estaba agonizando, algunas deesas personas que acudían a visitarleestaban jugando partidas de mus de milpesetas”. Por esas mismas horasTorcuato Fernández Miranda preparabael postfranquismo en torno a una mesade mus con Adolfo Suárez, el fino

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estilista, como compañero. Adolfo sedejó ganar y fue recompensado por elpolítico asturiano con la Presidencia dela nación. Y eso que el mus no es buenforo para hacer planes. Los negocios,los asuntillos, se dejan para más tarde,para la cena o la comida. Los dos,Torcuato Fernández Miranda y el jovenpolítico Adolfo Suárez, el exgobernadorcivil nacido en Ávila, aprendieronmucho del mus. Urcola y Carreñodeberían animarse a escribir un librosobre El mus y las funciones políticas.Fernández Miranda no podía vivir sin elmus. “Lo que más me gusta”, confesó aGonzález Muñiz, “es el mus. La tertuliadel mus es insuperable. Es el juego de la

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auténtica convivencia humana. Algogenial”. De la convivencia humana y dela trampa saducea, también.

LA CASA COMÚN

Los vascos nos hemos apropiado delmus. Es cosa nostra, nuestra casacomún, aunque en Eibar jueguen condiez reyes. Los de Eibar siempre hansido muy rumbosos y muy suyos. Lostreses son reyes. Pero el caballo debastos y la sota de oros con pericas,comodines. La perica eibarresa tieneseña propia: cubrir el labio superior conel inferior. Su poseedor la convierte enla carta que más conviene, pero se

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respeta la jerarquía de los lances —mayor, pequeña o chica, pares, juego ypunto, por este orden— de modo que elcomodín sólo vale para uno de ellos.Soy hijo del silencio en el mus, de ahími esquizofrenia cuando desembarquéen Madrid dispuesto a dar lecciones yaleccionar compañeros. Me molieronlas costillas. Cuando llegan parejas deMadrid al norte no es raro que seproduzcan suspicacias. En Ondárroa, medice Imanol Beristáin, del bar Zamora,se juega sin señas, al lado, en Markina yMutriku, con señas. “A nosotros nosparece que eso de mirarse los hombres alos ojos…” Los de Mutriku dicen quelos de Ondárroa, sus vecinos y enemigos

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íntimos, juegan al mus mirando latelevisión. “Como no hacemos señas…Aquí, en asuntos musísticos cada uno secree el ombligo del mundo…”.

En las tascas de Euskalherría se vencuriosas pizarras con el orden del día ylas parejas. Se utilizan los motes de losparticipantes, al menos en Guipúzcoa,no sus nombres propios. Estoscampeonatos son multipartidistas yaglutinantes. Así, ves sentados a la mesadel mus a individuos políticamenteadversarios, pero que forman pareja enel naipe. “Ya sé que no es fácil, me diceRafael Castellano, pero constituye elpunto débil del pacto de Ajuria Enea”.

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LA HONRILLA

El lehendakari Ardanza, que es paisanode Elorrio, y casado con la hija delmédico, Patxiquin, que me trajo almundo, envió un mensaje a losparticipantes en el XI CampeonatoMundial de Mus de ComunidadesVascas en el que compitieron catorcepaíses y que se celebró en Río Negro,San Carlos de Bariloche, en Argentina,en 1988. “¿Y qué decir del mus?, sepreguntaba el presidente vascongado. Senos ocurre pensar que detrás de estejuego se esconde el alma, lapersonalidad y el carácter de los vascos.

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Porque lo esencial del mus es jugarse,no el dinero, sino la honrilla, penetrar enlas intenciones del adversario, tratar deadivinar sus ocultos argumentos,disimular y fingir los propios, desafiardisimulando una fuerza que no se tiene,infundir miedo sin otra cosa que lamirada, la palabra, el tono de voz…apuntando a veces al adversario con unrevólver sin balas, pero ¡cargado deideas y de malas intenciones! Luego estála gran lección de saber guardar losórdagos, las palabras solemnes, lasactitudes decisivas… tan sólo paraescasas, bien contadas y excepcionalesocasiones en la vida. Por eso, concluíaArdanza su mensaje, hay una mirada de

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jugador de póker y una mirada demusían. A mi, honradamente, me gustamás esta última, y también a vosotros”.

AL SUR

La mirada del mus se extendió al sur. ElCampeonato de España se celebra desde1970 en el Hotel Alay (risa envascuence) de Benalmádena, Málaga. Enel primero ganó Valladolid, que es plazafuerte en esto del mus. Había hastaenviados especiales de los periódicos.Uno de ellos transmida desde la Costadel Sol:

“La gente busca islas desiertasdonde refugiarse, es uno de los males de

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este siglo. Hay quien se levanta muy demañana y decide:

—Ahora mismo cogería el portante yme iría a pasar lo que me queda de vidaen una isla desierta.

Para esta gente se ha inventado elmus, que es una forma de isla desiertapero en la tasca, el casino, el bar, el café—donde quede alguno con diván deterciopelo y el espejo biselado— o elclub, o el refugio de montaña, o unaterraza que da al mar, o un pisoconfortable, con café, copa y puro y tresamigos más. El mus, añadía el fogosocorresponsal allá por los años 70, vienea ser la antidroga de nuestro tiempo, elantídoto de los males, humos, estrépitos,

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angustias que aquejan a los hijos delsiglo. Es un delicado pretexto paraguiñarle el ojo a una hermosa dama o desacarle la lengua secretamente, diríaíntimamente, para indicarle que uno estádispuesto a jugar con la chiquita. Y todoello sin abandonar la moral ni lasbuenas costumbres, a menos de que setenga mucha suerte”.

El cronista probó suerte en elCampeonato de España con una señorallamada Angelines de pareja. “Eraguapa y le dije, tú mandas. Mandó muybien y jugó como si fuera de Tolosa,donde hasta las alubias son musolaris(sic). No gané pero fui envidiado a lolargo de cinco días. Aunque no cogió

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demasiadas cartas, Angelines me guiñóel ojo a un promedio de tres veces cadamedia hora entre ocho de la tarde y dosde la madrugada”.

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VIII.HERACLIO

“La dificultad del problema deljuego proviene, de que, con lamisma palabra designamosnecesariamente realidades muydiferentes. Esos juegossecundarios, esos golfs y eseturismo en rebaño, esasliteraturas amorfas y esasfilosofías exangües dan lamedida de una inmensa renuncia,

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son el reflejo de esta tristehumanidad que ha preferido eltrabajo a la muerte. Es elprincipio del mundo nuevo: loútil es el único soberano y eljuego sólo se tolera si sirve”.

Georges Bataille (1951)

El mus, el bridge de lastabernas. Marle Passell estabaen 1977 en proceso dedivorcio cuando descubrióalgo muy interesante: “Me di

cuenta de que las tres horas que pasabaen la mesa de bridge eran la terapia más

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barata del mundo. De haber ido alpsiquiatra me hubiera costado 20.000pesetas”.

Se convirtió en mirona y cazó a sunuevo marido, Bill Passell, analista desistemas de IBM, que lo dejó todo y sefue a California para ganarse la vidajugando a las cartas, al bridge. Alcasarse, los Passell se trasladaron aFlorida, donde dicen que hay másjugadores de bridge per cápita que encualquier otro lugar de Estados Unidos.El bridge es un juego de razonamientodeductivo, de gimnasia mental, separece mucho al ajedrez. Todo el quepueda contar hasta 13 y reconocerformas puede empezar a jugar al bridge,

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como el campeón Omar Sharif o ClintEastwood o el ex-vicepresidente delgobierno, general Gutiérrez Mellado. Elmus es también la terapia más barata,siempre que no se rompan lashostilidades.

¿Cuántos desearían retirarse aMarbella, por ejemplo, y ganarse la vidajugando al mus? No lo sé, quizá lesbaste con practicar la terapia másbarata del mundo. Si el bridge tienealgo que ver con el ajedrez, el mus nadao muy poco. Antonio CorrecherJaúregui, presidente de la FederaciónInternacional de Mus opina que “en elajedrez si se enfrentan uno muy bueno yuno muy malo, siempre gana el bueno.

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Mientras que en el mus si una parejabuena y una muy mala juegan diezpartidas, ocho las ganan los buenos,pero dos las pueden ganar los malos.Interviene el azar”.

FERRETERÍA

El auge del mus ha traído unaproliferación de campeonatos:regionales, nacionales y mundiales. Yuna larga lista de Collares, Ordenes ymedallas, el inevitable aprovechamientoindustrial y ferretero del humilde juegode las tabernas. El general De Gaulledecía que era muy difícil gobernar unpaís, el suyo, Francia, que tiene 250

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clases de quesos. ¿Cómo hacer orden yarmonía en un reino en el que cada zonadefiende a capa y espada suspeculiaridades? Hay más de 200 peñasmusísticas distribuidas por la geografíaespañola con más de tres millones ymedio de jugadores. Se han llegado apagar 100.000 pesetas por la inscripciónen un torneo. Las señas, por ejemplo,varían de una zona a otra. En regionesdel sur se elige el 33 en lugar de las 31.33 es el peor tanteo en el resto deEspaña. Si se deja en paso puedes ganarcon 33 si el rival canta juego, siempreque éste tenga también 33. Por eso, lasmás de las veces, salvo una enajenacióno una razón de tanteo en contra, por

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Madrid a un envite no se responde conun querite sino con el convencionalQuiero y no pierdo. Es una feacostumbre que muestra la catadura moralde los que la utilizan. Cantar juego, sintenerlo, y prolongar el suspense conmefistofélica sonrisa es una canallada. Ytú al borde de la lipotimia. Por fin ponenlas cartas sobre la mesa: no había juego.En el norte se toman con más rigor estoslances.

31 Y 33

La explicación de los andaluces alpreferir el 33 a la 31 clásica es que esmucho más difícil sumar 33 que 31.

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Tiene, según esta tesis, mucho másmérito porque mientras la 31 se puedereunir con tres figuras y un as, o con unafigura y tres sietes, o con el cinco y elseis, sólo se logra sumar 33 con losseises y los sietes. En el extremoopuesto, en algunos zonas de Guipúzcoay en Navarra, como ya hemos visto, ladificultad se concentra en dar con reyesy ases. No se consideran como tales nilos treses ni los doses. Por nuestra tierravaría también el tanteo. En Vizcaya sejuega por lo general a ocho amarrekos,cuarenta tantos; en Guipúzcoa, porllevarnos la contraria, se hace a siete,uno más que, por ejemplo, en la zonacentro.

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En cuestión de señas, en Madrid seimpone por regla general el todo vale.Pero en citas musísticas de solera, comola Semana Nacional que celebra la peñadon Pelayo en Gijón se apuntan señascomo la de los dos reyes caballo, que sehace cantando juego y levantando elhombro izquierdo. La pareja de pitos,ases o doses moviendo el hombroderecho. Los dos ases cinco, con señade dos ases y alzamiento del hombroizquierdo. En esta región asturiana no sesaca la punta de la lengua como espreceptivo para pasar los dos ases. Seoprime la nariz, lo que se logra con laaspiración y compresión de las fosasnasales. En áreas del sur la seña de tres

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ases no se hace desplazando la punta dela lengua hacia la comisura de loslabios, sino moviendo el moflete,operación que resulta sencilla si secoloca la lengua en él. En Extremadurase practica una variedad conocida comotrueque. En el sur y en Extremadura esdonde menos se juega al mus y parece,según me cuentan, aunque no debe haberestadísticas fiables, que Asturias yCantabria son las primeras potenciasmusísticas en cuanto a número depracticantes. Hay grandes polémicas conrespecto a la treinta y una real, tressietes y una figura, aunque como señalaJaime Torner, la genuina es con sota deoros y tres sietes de los tres otros palos.

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Se adoptó —según nos contabaCastellano en El País— para rebajar laprepotencia del jugador que es mano.Hay algunas señas que provocan malosentendidos, que dan a veces comoresultado odios que se prolongandurante generaciones. La oreja hacia elhombro, con lo que se quiere dar aentender al colega que corte el mus, la31 con el ojo derecho, la 32 con elizquierdo son los reglamentos delPaleolítico superior; el soplido significapareja de caballos

SIN FEDERACIÓN

A pesar de su fuerza creciente, el mus

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es, desde el punto de vista oficial,institucional, una práctica sin oficio nibeneficio. Se han hecho intentos paraencuadrarlo en un Federación, pero ni elMinisterio de Interior, presidido por ungran aficionado, José Luis Corcuera, niel Ministerio de Cultura, ni el ConsejoSuperior de Deportes se han dado poraludidos. Quizá sea mejor así, un musdisperso y multiforme. Es posible que apartir de la Europa del 93 nos quierantambién imponer el diktat delreglamento único. Hay que cultivar algolas diferencias, hombre. Este no sólo esun juego de locos sino de peligrososanarquistas que dejarían en ridículo aBakunin.

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Ya hemos hablado de la nefastainfluencia del dinero en este juego quese quiere puro, incontaminado, quizá porla aversión de los vascos a hablar deperras (al menos antes). A veces esasrifas nacionales dan mejores resultados.Debo decir que a mí nunca me tocólotería que hubiera disputado al mus.Como es sabido esa lotería es paratodos, si toca toca a todos. Mi amigoTiqui, un día que tenía yo de compañeroa un ser angelical, más parado que elcaballo de un fotógrafo, lento dereflejos, me impuso la apuesta de undécimo de lotería. El vasco es un puebloapostador. Nunca dice que no a esasinvitaciones. Tiqui jugaba con ventaja.

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Yo soy muy malo con compañeros a losque desconozco. Desconciertan, irritan.Palmas. En cambio, con un colegaconocido con el que te compenetras, queno te abronca, ni tú a él, que aprendecontigo de los errores, que no actúacomo una prima donna, puedes llegar alfin del mundo. Todas las grescas yzaragatas que tengo se deben a rivalesmuy mal educados o compañerosbisoños, o algún rival con el que tienescuentas pendientes al margen del mus.Cuando esos compañeros tuyos sonhumildes aún se les puede soportar, perocuando campan por sus respetos no hayforma de hacerse con ellos. Lo viejo yconocido es, también aquí, una regla de

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oro, algo cómodo, ropa usada, loszapatos ya adaptados al pie como unguante.

LA FLAUTA

O sea, nunca me ha tocado la lotería delmus. Quizá por eso sigo jugando, a versi suena la flauta. A un pescadero delmercado de Tirso de Molina en Madridle tocó la lotería del Niño de 1986. Loexplicó así: “Organizamos una partidaocho amigos y nos jugamos dos décimosde lotería que yo, como gané al mus, nisiquiera he pagado”. Menos mal que lospaganos la compraron porque lo habituales que si te he visto no me acuerdo.

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Cuando ganas tú, claro… Una vez metocaron unas monedas, unos duros, enuna de esas raras ocasiones en que juguéal mete, a la metida, el mus individual,también llamado francés. Se juega sólocuando no hay cuatro o hay más decuatro. O sea, cuando falta quorum.Nunca es, ya que estamos con el latín, eldesideratum del mus. En lugar de sacarlos tantos del platillo, se cogenpreviamente de él los que se decidan, ycuando los otros no quieren el envite ose ganan al final determinados lances elganador se desprende de los quecorrespondan. Se reparten cinco cartas,nunca hay mus y se prescinde del naipemenos provechoso. Ese descarte de una

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es obligatorio. Pueden intervenir tres,cinco, seis y hasta ocho jugadores. En elmus a la metida, pierde el jugador quetenga aún piedras en su poder, cuandolos demás se han desprendido de lassuyas o porque las han metido en elplatillo o se las han colocado a losdemás por victoria con órdago o envitessucesivos. Aquí vale la treinta y una realcinco tantos, la treinta y tres, cuatro; latreinta y una simple, tres y los demásjuegos, dos. Falete Castellano me lo haexplicado pronto y bien…

MUS ILUSTRADO

Se arriesga dinero en el mus ilustrado.

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En su libro El mus de los vascos JaimeTorner explica las características. Losenvites se negocian entre quienes losdeseen, y cada lance debe proporcionarun ganador al que los demás pagan loapostado. Se paga la retribuciónmultiplicada por el número dejugadores: estos le pagan, en dinerocontante, las unidades tradicionales enel mus: tres por treinta y una, dos porjuego, tres por duples. Si el lance hatranscurrido sin envites, es decir, enpaso, el ganador cobra también unaunidad de cada uno de los jugadores. Esuna modalidad del despotismo ilustradoy financiero de los caballeritos deAzcoitia que ha desaparecido casi del

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mapa.

FIJARSE

Me fijo mucho en cómo mi rival barajalas cartas y las distribuye. Se advierte sies ordenado o caótico, si es un virtuoso.Mi amigo Nino, cuando le cortan elnaipe, toma sólo un montón de la faceta,a ojímetro, y calcula que habrá dieciséiscartas, o sea material para todos. Aveces no le llega, con lo que debevolver al montón. Nino, agricultorladino y galguero, es muy a su aire paratodo. Una noche jugamos en un puebloalcarreño (eran fiestas) desde las nuevede la noche hasta las diez de la mañana.

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Cómo sería la cosa que no recuerdo siganamos o perdimos. Amnesia total, yaque a duras penas pudimos llegar anuestro destino. En nuestras cabezasrevoloteaban los efectos del vino y loswhiskys, los órdagos, los envites, lostantos, los amarrekos y la señora de lacasa que era muy paciente y estaba muybuena. Cuando a Nino, que tiene losdientes un poco delicados, le toca decirsi hay mus o no hay mus no dice mussino Heraclio en homenaje al industrialburgalés que fue en Vitoria, y en 1869,el Gutenberg de la baraja española.

LAS CUATRO PASIONES

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Oros, copas, espadas y bastos: lascuatro pasiones que dominan al hombredel Renacimiento, la riqueza, el vino, laguerra y la caza, se han prolongado hastanuestros días. Cuando el zorro de Ninopronuncia la sentencia Heraclio, micompañero Félix Peñuelas le mira ysonríe y me pongo a pensar en aquelHeraclio Fournier que imprimía subaraja, que se ha hecho universal, en unaminerva. Se utilizaban grabados de bojy plantillas para colorearlas a mano. En1875, un profesor de la Escuela de ArtesGráficas de Vitoria dibujó porindicación de Fournier los oros, copas,espadas y bastos, según el modelo envigor a principios de siglo. Agustín Rius

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se llamaba el artesano que nos ha hechovivir con su baraja horas de frenesí y demelancolía. Con un ojo reímos y conotro lloramos, aunque son más lasglorias que las penas. Existe una versiónanterior diseñada por Soubrier y Díazde Olano. Heraclio Fournier, que era deorigen limusino, ganó un premio con unade sus barajas en la ExposiciónUniversal de París.

PRIMO DE RIVERA

Se ha dicho que el juego de cartas lotrajeron a Europa Marco Polo, loscruzados o los gitanos. Es más probableque lo trajeran a España los moros o los

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mamelukos de Egipto.El llorado Manolo Llano Gorostiza

reunió en su libro Naipes españolescopiosa documentación sobre esosnaipes que le permiten al hombremoverse “entre la esperanza del librealbedrío y la fatalidad del destino”. Lascartas le permitirán desafiar ese destino.Descubre su futuro por medio de lacartomancia y desafía a la diosa fortunapor medio del azar. Manolo Llano noshabla de un monje alemán, el padreJohannes, que afirma en un manuscritoque se conserva en el Museo Británicoque el juego de las cartas apareció enEuropa en 1377. Pero la primera vezque se menciona el juego de cartas es en

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España, en 1371, como ha podidodemostrar Luis Monreal en Iconografíade la baraja española en 1989 (Journalof the International Playing-cardSociety).

En las páginas de Cervantesaparecen malandrines (Rinconete yCortadillo se ganaban la vida con la 31).En las de Quevedo el fullero surge comouna variedad del pícaro. El naipeesconde arcanos, misterios que algunosespecialistas se han atrevido adesentrañar. Luis Monreal y Tejada, ensu prólogo al catálogo del MuseoHeraclio Fournier, se ocupa de tanesotéricas cuestiones: “¿Qué quieredecir, por ejemplo, ese sello de

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Salomón que aparece en el cuatro deoros de los naipes más antiguos, y quemás tarde se convierte en un arabescosin significación especial? ¿Acaso enaquellos remotos tiempos era cosa dejudíos la fabricación de naipes? Porcitar otros aspectos, vemos cómo losrespaldos van en blanco y no empiezan aestamparse hasta el siglo XVIII. O cómolos fabricantes adquieren la costumbrede poner su rúbrica autógrafa en el 4 decopas como garantía de su producción.O cómo aparece el sello del impuesto”.Carta viene del latín charta (trozo depapel) y naipe no procede del flamencoknaep o de las iniciales de NicolásPepin sino del catalán naip.

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Constitución, Fuerza, Justicia yUnión fueron los palos de la barajaconmemorativa de las Cortes de 1812.Monárquicos, republicanos, liberales ycarlistas aparecen en los naipes de1868, y más tarde, como ejemplo de“naipes políticos”. Las casas fabricantesde naipes españoles, como Fournier oCasa Comas de Hospitalet lo pasaronmuy mal cuando a Don Miguel Primo deRivera se le ocurrió prohibir el juego en1923. Como en los tiempos de la leyseca norteamericana, Don Miguelconsiguió que se jugara aún más, puesbueno es este país como le prohíbanalgo, sobre todo en terrenos de lacivilización del ocio.

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LOS CABALLOS Y LOSENTIERROS

Sentimos una especie de hipnosis porlas cartas del mus. Forman parte denuestros sueños, la baraja tiene piel deKim Bassinger. Hay quien dice que esereparto simbólico de la baraja española,esas espadas no representan el poder. Loque está claro es que la reina, elcaballero y el paje (la sota) manejan alrey. Un día le explicaré a Nino, un pocorenqueante a sus 60 años, producto detantas partidas hasta horas pococristianas y del palo de copas, lasaveriguaciones en torno a Heraclio.

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—Anda, reparte la herramienta ydéjate de…

Nino odia los caballos de Heraclio.“Los caballos, dice, están bien en losentierros”. Se ha quedado en losfunerales a la federica.

LA PARTIDA

La pintura vasca se ha inspirado en elmus. Ahí están las escenas de Arrúe, elÓrdago a los pares (gana la abuelita),de Flores Kaperotxipi, la Romería en mialdea de Ramón de Zubiaurre, Lapartida de mus de Gustavo de Maeztu,donde uno de los musistas ni siquieraaparece sentado sino espatarrado sobre

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la mesa, o La partida de mus de PabloUranga (1920). En esos cuadros todoslos jugadores llevan txapela y aparecenflanqueados por jarras de vino y vasosde caserío. Nada que ver con Losjugadores de naipes de Goya o Lasnaturalezas muertas con naipes de JuanGris, o Riña ante la Embajada deEspaña de Velázquez. En nuestrotiempo, Mingote, Casero, Ortuño oCeledonio Perellón se han dedicado alnoble oficio de dibujar cartas. Tiene queser algo sublime perder con cartasdibujadas por uno. Yo las hubieramarcado en origen.

PEINADO

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A veces, no muchas, he visto cómo, paraimpresionar, el contrincante barajaba lascartas al estilo peinado o cola demilano, reflejo de las técnicas tahúresen el cine o la televisión. Se corta por lamitad y se entremezclan las dos mitadesen acordeón. Digno de un Houdini. Elnerviosismo de algunos jugadores lesimpide controlar bien las cartas,cuadrarlas como es debido. En ese caso,la baraja se repite como la berza. Enocasiones, ese azaramiento producto dela tensión ambiental, hace que confundasun tic nervioso de tu compañero con unaseña. Tu colega corta el mus y no seazara, pero tú sí cuando compruebas,desolado, que ha sido el corte del

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perete. Cuidado con los tics faciales.

SIETE BARAJADAS

Las matemáticas confirman que lascartas deben barajarse siete veces. Estoes ciencia pura. Según el Espasa lascartas del mus se deben dar por abajo.Menos de siete barajadas no sonsuficientes y más de siete no mejoran demodo notable la mezcla de los naipes.La prueba matemática, descubierta porel Fleming de la barajada, un tal DaveBayer, matemático y científicoinformático en la Universidad deColumbia (Estados Unidos) después dediversos estudios de los resultados de

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elaborados cálculos de ordenador y deuna cuidadosa observación de los juegosde cartas, confirmaba, según el NewYork Times, la intuición de muchosjugadores de que barajar en excesoresulta pernicioso. La respuesta, taninteresante para los jugadores comopara los ilusionistas, estaba en lasmatemáticas. Persi Diaconis, coautor deldescubrimiento, estadístico de laUniversidad de Harvard, observódurante los últimos 20 años la forma debarajar de los que distribuyen las cartasen los casinos y de los jugadoresocasionales. Según el investigador, elmétodo de cola de milano produce unorden de cartas que dista mucho de ser

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aleatorio, y el conocimiento de estacircunstancia permite a los jugadoresmejorar sus posibilidades de ganar. Sesabe que la mayor parte de la gentebaraja tres o cuatro veces. La buenafórmula es barajar siete veces. Ahoraque mi arma secreta no me ha dadoresultados espectaculares se lo puedocontar: al principio noté que barajar losnaipes siete veces mejoraba misperformances. Luego descubrí,decepcionado, que quienes mejorabaneran los contrarios. Se lo he contado aNino.

—Que hay que barajar siete veces,Nino, que no te pones a la altura…

—Déjate de leches y habla, parlero,

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¿hay mus o no hay mus?

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IX.PARAR,

TEMPLARY MANDAR

“Los juegos siempre encierranalgo profundo e intenso. Si no, nohabría excitación en ello, nohabría placer. Todo está definidosalvo los engaños, unasfronteras, un principio y un fin”.

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Saint-Exupery

Si el musista debe tenercondiciones de Pérez deCuéllar o Butros Ghali no esaptitud de la que Nino puedahacer gala. Se guisa y se come

su mus y funciona con una especie deciencia infusa de la adivinación. Cuandono tiene naipe se aplana, se hiberna.Masculla unas frases ininteligibles. Asípasa el invierno, la travesía deldesierto. Es muy puntilloso en elrecuento y defiende el tanteo amanotazos.

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El musista más admirable es el quejuega sin buen naipe. El que defiende auñas y dientes su parvedad, sus escasosrecursos. No rechista. Tan sólo arriesgacuando suena la consigna final de loscontrarios: vamos a empegar a oírvoces. Mientras tanto, se retira a suscuarteles de invierno, sopesa la ley deprobabilidades. Nunca pierde laesperanza. En el mus se dan grandesremontadas, épicas tareas del negro. Yodesfallezco enseguida. Por muchoesfuerzo que hago por sacudirme elmuermo no lo consigo: en el mus latravesía del desierto es una tortura. Elcompañero te recuerda que la tormentadel desierto pasará, que no conviene

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regañar a las cartas, que se vuelvencontra ti, que te lo hacen pagar tarde otemprano, que son muy vengativas. Lasuerte huye de los llorones, de losagonías. Uno, en su hipocondría, cree enla maldición de los ciclos, hasta que ungolpe de fortuna te devuelve la fe. Parael pesimista lo peor que hay es cogerbuenas cartas cuando el contrario, quegana por goleada, las coge malas, con loque no hay boda. Un error se paga caroporque los naipes tienen memoria y tecondenan al ostracismo. Por mucho quehagas en ese trance verás que tu causano prospera. En el mus hay que cubrirsede piel de paquidermo, aguantar loschaparrones, aprender de los errores,

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sacar provecho de los yerros, convertirderrotas en victorias morales, comoSadam Hussein. Debiera aplicarme elcuento. Al fin y al cabo jugar viene dejuglar, el trovador medieval que seganaba la vida recitando versos ytocando música.

AL ATAQUE

Es el momento de repetir lo que aquelgeneral francés: “Mi flanco izquierdoretrocede, el flanco derecho huye, es elmomento de lanzar el ataque”. Sin llegaral snobismo (sine nobilitate) delcientífico, del musista cibernético,conviene anticipar los movimientos del

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enemigo, preparar el zarpazo. La tareaes doble porque consiste en vaticinar nosólo lo que el adversario piensa hacercon el cartulario sino pronosticartambién los pasos que piensa dar tucompañero. Ahí es nada, un cálculo atres bandas, o a cuatro bandas, porquetienes que tomar decisiones en segundos,no sabes bien qué rumbo tomar con tusdos reyes. Una seña pasada a tiempo esun tesoro de valor incalculable. Lapareja funciona con red a partir de esemomento. Las garantías nunca sontotales, calculas mal los riesgos, lossobresaltos están a la orden del día.Otra vez un buen compañero es unamina. Como dicen Urcola y Carreño “no

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basta un hombre. Hace falta el hombre”.Porque en el mus, según el espabilado yreflexivo jefe de mercadotecnia de laCaja Guipúzcoa de San Sebastián “lasrelaciones son horizontales. O sea, nohay una estructura jerárquica definida.En consecuencia, aparentemente nadietiene ascendencia o dominio sobrenadie. La pareja de mus es una especiede empresa cooperativista, integrada pordos personas, con el mismo rango ynivel. Nuestra personalidadindividualista nos llevará a competirhasta con nuestra sombra. Hay queevitarlo”.

Hay ocasiones en que los papelesestán bien repartidos pero a veces el

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dromedario es un caballo diseñado poruna empresa cooperativista. El menosambicioso de los dos asume su papel detelonero. No se atreve a respirar sinconsultar. Acepta su rol con humildad.Hay parejas al estilo que retrata Urcola,pero son las menos. Ese ensamblajecooperativista ha dado buenos réditos enMondragón, pero malos en Yugoslavia.Los ha conducido a una cruenta guerracivil. Alguien debe llevar la vozcantante, el experimentado, el sensato, eljuicioso, el circunspecto.

Es el guión que conduce a la barrade grullas. La fidelidad, el sometimientolo pago por lo general con lacomprensión en los fallos. Cuando los

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tienes. Es el jefe perfecto. Los africanossuelen decir que no hay sitio en unestanque para dos cocodrilos machoscon aspiraciones de mando. El repartode los papeles: tú mandas, tú inspiras, yyo obedezco, debe hacerse porconsenso, sin reservas mentales. Cuandode cada ocho marineros siete sontimoneles, el navío termina por irse apique.

EL GENIO

Baltasar Gracián sabía mucho de esto:“Hay sujetos, escribió, que son buenospara mandados, porque ejecutan confelicísima diligencia; más no valen para

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mandar, porque piensan mal y eligenpeor, tropezando siempre con eldesacierto”. Hay hombres para todos losgremios, unos para primeros y otrospara segundos. El primero es elencargado de intuir, de planificar, medirlas decisiones de ajuste fino. Yo cedíese cometido a Julián Martínez, porquehay hombres que han nacido paramandar. Pues bien, en una partida enTalavera de La Reina después de quenos mirara un tuerto entramos en unafase de sequía que ni la de Sudán. Eradecepcionante comprobar cómo a cadamano nuestras esperanzas se veníanabajo. Peretes, pequeñas inservibles porlos dos lados, el suyo y el mío.

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De pronto, el golpe del genio. JuliánMartínez, el conquense, decidió que nohabría mus nunca más. Estaba cortadouna vez concluido el reparto de laherramienta. Desconcertó un poco alenemigo, pero estaba de ley que ni asípodríamos remontar el desastre. Luegodescubrí que era una forma de venganza,una señal de humo a los rivales: habéisganado por cartas, potrosos. De nadasirvió la prolongación de la agonía. Yotiré la esponja al ring, porque era yamuy tarde. Mientras yo pedía laeutanasia Julián pedía árnica, prórroga,porque creía en su fórmula del corteperpetuo. A eso de las cuatro de lamañana cambió la suerte. Es un

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momento mágico. Los rivales, aterrados,empiezan a comprobar que su buenaracha se acaba, que cambia el viento,que el azar elige otra novia. Cautivo ydesarmado el ejército enemigo, muerto,muertos de sueño, en una habitación queapestaba a humo, que olía a whisky,coñac y anís del Mono, salimos alexterior para respirar aire puro. Teníalas neuronas fundidas, estragado de mus.Mientras llegaba la aurora de rosadosdedos Julián tuvo aún fuerzas paradecirme: “Te das cuenta, Manu, es quelo nuestro es demasiado, somos unosgenios. Si confiaras un poco más enmí…”

El juego de Julián es como él

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mismo, alegre y descomprometido. Es elGarrincha del mus. Por su vida nocorren penas. La alegría es mucha perolos triunfos pocos. No hay orden niconcierto. Le puede la intuición,traicionera al cálculo y la prudencia.Contagiado de esa alegría yo me dejodespeñar. Nunca me ha importadoperder con él. Es más, pierdo conentusiasmo. El mus es un juego máscruel, como el abril de Elliot, perosucumbir con Julián Martínez es casi unplacer. Las chanzas del adversario, sussubidas a la mesa para corear el triunfo,no le hacen mella. Estoy dispuesto avolver a empezar. Amén.

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X.LOS

MIRONES

“¿Qué es el juego, en efecto, sinouna actividad cuyo origenprimordial es el hombre, cuyosprincipios el hombre mismoplantea y que no puede tenerconsecuencias sino de acuerdocon los principios planteados?Desde que el hombre se

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considera libre y quiere usar sulibertad… su actividad es unjuego: plantea él mismo el valory las reglas de sus actos y noconsiente en pagar sino deacuerdo con las reglas que élmismo ha planeado y definido”.

Jean-Paul Sartre (El ser y lanada)

“Me parece que juegan limpio.Y discuten con tantavehemencia que una no puedeoírse a sí misma, y no parecentener reglas de juego o, si las

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hay, nadie les hace caso”. Este es elpartido de croquet según lo vio LewisCarroll en Aventuras de Alicia en elPaís de las Maravillas. Así ocurrealguna vez en el mus. Las reglas seolvidan. El conflicto estalla por unafruslería. Por ejemplo, si no se establecesi los pares tienen deje o no lo tienen, oporque el postre ha pasado una seña deinteligencia, o porque de pronto dondehabía dos amarrekos, aparecen tres, opor un mus visto, quiera o no la mano osólo si quiere la mano, etc… Elproblema es pasar de un reglamento aotro, de una región a otra. Se ve unoobligado a ajustar la mente a sistemas dejuego muy dispares. Por ejemplo, en

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Sacedón (Guadalajara), haces renunciosi te das mus con 31. Encuentro el juegocon ocho reyes más divertido, pero concuatro reyes y en mi tierra no he tenidouna sola fricción. Es mano de santo. Hevisto jugadores (voy a tocar madera)como esa Reina sanguinaria de Alicia enel País de las Maravillas que deciden asu antojo cuándo debe empezar el juegoo cuándo debe terminar. Se creensiempre el primus inter pares (aunqueno lleve pares). El mus humanizadodebe ser un modelo de convivenciasocial. Vamos a ponernos moralistas: losque no lo consideran así perturban lasreglas del juego, desnaturalizan elsentido del mus, que es democrático, las

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mismas opciones para todos, seanmarqueses o plebeyos. Cuando lacomunidad se aparta del modelo lúdico,lo olvida, lo transgrede, genera todas lasformas imaginables de abusos del poder.“Sin reglas no hay juego”, escribeGraciela Scheines en “Los juegos de lavida. Jugar equivale a fundar un orden,improvisarlo o someterse voluntaria yforzosamente a él. Y es precisamente elorden lúdico lo que constituye a la vezun desafío y un estímulo a la libertad deljugador. La instauración del caos y lafundación de un nuevo orden son dosetapas esenciales del juego”.

ENIGMA

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Con los años se acumula experiencia, sedisfruta con la pérdida del tiempo, seaprende en los secretos del mus eseenigma dentro de un jeroglífico. Apreciauno a los buenos jugadores, a esos queparecen tener un sexto sentido,cualidades extrasensoriales y ven tuscartas como si don Heraclio fueratransparente. Adivinan tus movimientos.Tú te aferras a tus seguridades, al mundoconocido, seas mayorero o menorero(con afición a la pequeña) o hastapuntero (aficionado al punto. Hayauténticos artistas en el punto). Pero note vale de nada. Sabes, aunque cuestereconocerlo, que estás ante un sersuperior. Ellos no tienen los problemas

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que se te plantean a ti a la hora supremadel descarte. Saber descartarse bien esuna de las Bellas Artes, aunque es muysaludable —si se puede— jugar a cartacorrida, de primeras dadas. Al buenjugador no le rompe el saco la avaricia,si bien es capaz, en su superioridad depegar a la mayor y llevarse la piedra, deenvidar a la chica y llevarse la piedra,de quedarse con los pares. Y ¡oh, abuso!de pegar también al punto y llevárselo.Nos ha dejado asombrados, hemosperdido la brújula. Como Fausto,vendería mi alma a Mefistófeles pero noa cambio de los bienes terrenales sinopor una máquina de leer el pensamiento.¿Sería divertido ganar siempre? Es un

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juego de engaño: consiste en hacer creerque se tiene, como en la vida misma, enel ocio como en el negocio. Jugamos alfarol, y vivimos por encima de nuestrasposibilidades. Quemamos cerillas paraespantar al gafe. El mus y el tango soncosa de dos. De pronto nuestrocompañero, o mohíno como lo llama elEspasa, gana un órdago a la mano condos sietes. Increíble, pero cierto. Nosreconciliamos con él. El sereminentemente superior que es eljugador de mus se nos aparece despuésde una buena faena nuestra, vulnerable,reducido a su tamaño real. ¿Y cuándonos llega la mano? La mano azota elculo, es la más grande ocasión que han

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visto los siglos. La mano no es ya esaparte del cuerpo humano que comprendedesde la muñeca hasta la punta de losdedos. Es que te ha llegado el instantesupremo en que ganas tú en las mismascondiciones, salvo si se acepta la treintay una real. Es el vicegol del que hablabaFernández Flórez para referirse alcórner.

INJURIAS

Me gusta jugar en los restaurantescuando el dueño permite que nosquedemos una vez se han ido losclientes, en las tabernas sin televisión ysin radio, aunque dicen que el ruido

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estimula los contactos humanos. Elfenómeno de la televisión demuestra quela gente está dispuesta a ver cualquiercosa con tal de no verse a sí misma. Hayquien prefiere ese escenario, ese circonimbado de humos porque les estimulaintelectualmente. Me inclino por lashabitaciones acogedoras en techos altos,que no reboten las voces, con pocosceniceros o ninguno sobre la mesa, sincopas que se caen y dejan el mantelhecho unos zorros y el tapete pringadode anís. Un golpe sobre la mesa porquenos han ganado el órdago por la mano,los dos con tres reyes, y mecheros,ceniceros, botellas, fichas y copas sevan al suelo. No lo sé, no soy un

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experto, doctores tiene la iglesiamusística, pero quizá lo mejor sea unescenario desnudo. Tenía un amigo,maniático, que sólo jugaba a unatemperatura de 20 grados. Si el monollega, si sentimos el apretón del mus,seremos capaces hasta de jugar en el filode un alfanje a 20 grados bajo cero.

Volvemos a la partida con másilusión que el primer día. Aguantamos elchaparrón, la mala racha, post tenebrasspero lucem, vendrá la luz después delas tinieblas. Haremos oídos sordos alas injurias porque sabemos, por elcapítulo LXX del Quijote, que

“aquel que dice injurias cerca

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está de perdonar”.

SABIHONDOS

El incordio son los mirones. Los peoresson los sabihondos, los que al terminardan un amplio repaso de tusequivocaciones: Si tienes 31 échale alos pares, hombre… ¿Te han regaladoel carnet de mus en una tómbola? Hevisto a ciudadanos que no tienen ni ideade mus seguir una partida comohipnotizados, sin comprender nada,como si miraran el mar o el fuego de lachimenea. Si este es un juego en el quedebe dominar la concentración los

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mirones te distraen con sus gestos, consu untuosidad. Son, siempre hayexcepciones, pegajosos, tosen,murmuran, piden consumiciones y aveces hacen gestos sobre el desarrollode la partida, que no sabes bien cómointerpretar. Cuando se les pone dejueces de alguna jugada dudosa siemprefallan en contra tuya. Unos angelitos, ensuma.

Hay hinchas de un club de fútbol queantes del partido siembran ajos yfetiches en el césped del estadio. Diosnos libre de los gafes-mirones. Encuanto llegan a tu lado empieza lasequía, vuelan de tu lado los reyes,pegas sin querer un órdago cuando lo

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que querías decir era paso. Te pidenfuego en el peor momento. No saben quedando a otros la vela se consume. Tucontrario aprovecha para pasar unaseña. No es mejor el mirón que sostieneque tu victoria se debe a su presencia atu lado: Cuando me he sentado aquíperdías. De nada vale decir que tu juegoha sido brillante, que tus corridas-emboscadas han destruido al enemigo,que has cortado con un pimiento (otravez la relación entre mus y horticultura),que le has dejado al enemigo sin agua.El mirón que se cree providencial se vaa la barra y pregona urbi et orbe que hasganado gracias a sus buenasvibraciones, a su presencia mágica. No

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hay nada que no puedan empeorar lasmalas lenguas. Y los tontos de baba.

El mus es camino de perfección. Situ contrario es muy bueno, pero te gana,te puedes dar por jodido como decíaJaimito, pero si es malo y ganas, nodisfrutas. Es como ganarle a unacalabaza.

DE NOCHE O DE DÍA

Es mejor que las cartas no esténpringosas, que las piedras sean como esdebido, que la mesa no cojee, que lasilla sea lo bastante sólida como paraque no se derrumbe en plenoencorajinamiento. La tele es el peor

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enemigo, en especial durante lasretransmisiones deportivas y el cacaomaravillao. Tu compañero quiere gozardos veces, jugando al mus y asistiendoal triunfo de su equipo. No puede ser.Pierde concentración, desbarra. Ocurrelo mismo que cuando salen chavalasligeras de ropa en algún programa devariedades. También estos quieren gozardos veces. La lujuria casa mal con elórdago y la treinta y una. ¿Cómo sepuede poner uno cachondo mientra juegaal mus?

No me perdáis de vista a losquisquillosos. Te agachas para rascarteel pie y saltan:

—¿No habrá sido eso una seña?

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Te suenas los mocos:—Oye, ¿no habrá sido eso una seña?Comentas que tu señora no ha ido

hoy a la compra:—Cuidadito con lo que dices, no

habrá sido una contraseña…Informas que tu hijo tiene paperas:—Eso pasa de castaño oscuro.

¿Cómo va a tener paperas tu hijo si noestás casado ni tienes hijos?

Y se apuntan una con esa crípticafrase: Una por no venir ayer.

¿Es mejor el mus diurno o elnocturno? Está bien hacer la digestióndel mediodía en torno al tapete verde.Sus contraindicaciones: llegas tarde a laoficina. Si encima has perdido, hiel

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sobre hojuelas. Estás enfadado, noproduces, maquinas la revancha, teautoflagelas: si en lugar de echar mepaso, si le hubiera aceptado aquelórdago. La noche en cambio permite unamayor laxitud, saborear la dulzura delpesimismo, la miel del pecado.Nietzsche descubrió el demonio delmediodía. San Basilio, según leo en laNueva enciclopedia de Alberto Savinio,pide al hombre “Una oración a mediodíacontra el demonio meridiano”. EnTeócrito, el cabrerizo le dicegravemente al pastor: “No se puedetocar la flauta al mediodía. A esta horavuelve Pan de la caza y una cóleraoscura arruga su nariz”. Los demonios

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velan al mediodía, sobre todo si hasperdido.

EL DESCUBRIMIENTODEL HOMBRE

La capacidad de jugar, de actuargratuitamente, es un aspecto esencial delfenómeno humano. Biólogos y etnólogos,leí en un número del Correo de laUnesco han mostrado que el juego —estrechamente ligado a loscomportamientos de exploración ycuriosidad— constituye el motor delaprendizaje y del descubrimiento en elhombre, como por lo demás en losanimales superiores. Numerosos

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filósofos piensan, por su parte, que lahumanidad peca por exceso depragmatismo y de seriedad, y que unretorno hacia una vida más auténtica,más libre, más digna de ser vivida,presupone necesariamente el juego. Yala industria, las finanzas, el ejército y lainvestigación utilizan los juegos desimulación para la comprensión desituaciones complejas y la toma dedecisiones. Parece que hubieran leído aPagola y Carreño.

FUENTE DE VIDA

Lo mejor es conservar la inocencia deljuego. Hay que reanimar esa fuente de

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vida. Escribe Martine Mauriras-Bousquet, autora de La experiencialúdica, que “la pulsión del juego,también llamada pulsión de curiosidad opulsión de exploración”, tresdenominaciones que los etnólogosutilizan casi indiferentemente,proporciona una amplia ventaja. El quetiene la costumbre de explorar suentorno “multiplica las ocasiones deinformarse y estará, por consiguiente,mejor preparado para hacer frente a lassituaciones imprevistas”. Esaexploración del terreno, de los ojos delcontrario, es vital en el mus, ese oasisde dicha en el desierto de la vidaconsiderada seria. Es apetito de vivir, la

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vida como viene.

LA CONQUISTA DE LOINÚTIL

Los juegos mercantilizados nogarantizan en modo alguno el juego, quetiene a veces mala prensa y se le definesegún Mauriras-Bousquet, en términosnegativos: lo que no es serio. Así, tantoen la teoría como en la práctica, el juegoocupa un lugar marginal. Paraneutralizarlo mejor, hay que reducirlo aocasiones excepcionales (las fiestas) y aactividades bien delimitadas (losjuegos)… El progreso y la cultura tienensu origen en el juego.

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Es, como escribía San Agustín en lasprimeras páginas de sus Confesiones, elresorte de nuestra curiosidad por elmundo y por la vida, el principio detodo descubrimiento y toda creación. Elmus, como el alpinismo, es la conquistade lo inútil, pero nunca una pasióninútil. Estimula la creatividad, laestrategia creativa, te mantienedespierto, alerta. Según un antiguoproverbio que cita Jean d’Ormesson,cuando aparece la luna, toda el Áfricadanza. Eso nos pasa a los quegravitamos en torno al Planeta Mus, alos que habitamos en esa Arcadia feliz.¿No es el mundo, como señala Jeand’Ormesson, una suerte de gran juego

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con reglas misteriosas, que sedesarrollaría a través de cada uno denosotros? El juego estaría en todaspartes y, bajo formas diferentes,constituiría algunas de lascaracterísticas de las civilizacionessucesivas.

CUATRO ALEGORÍAS

Roger Caillois ha clasificado los juegosen cuatro grandes categorías:competición, azar, imitación y vértigo.En el apartado de competición figuran elfútbol, las carreras, las luchas, lasdamas, el ajedrez. En el azar el cara ocruz, las apuestas, la lotería. En la

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imitación las máscaras, el teatro. En elvértigo el tiovivo, el parque deatracciones, el esquí o el alpinismo. Yocreo que el mus reúne las cuatrocaracterísticas. En el apartado deimitación, imitamos nuestras mejoresjugadas, nuestros golpes de mano, yponemos en práctica lo que hemosaprendido de los grandes maestros, delos Capablanca y los Kasparov del mus¿y quién se atreve a sostener que no estambién teatro? El mus transforma enética el placer del cuerpo. En especial sise tiene solomillo. Si el exceso deseriedad o la tensión destruyen elelemento lúdico, o este degenera eninfantilismo, no se trata ya de un juego

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sino, para citar a Huizinga, el autor deHomo ludens, de su pantomima. Laemulación debe ser un signo de acuerdoy de complicidad. La efervescenciaespontánea y jubilosa. La competición,que consistía en el marco del juego ensuperarse a si mismo, consiste ahora enestablecer plusmarcas y ganarle aladversario, a menudo escarnecido eincluso odiado. De índole técnica,financiera y publicitaria, lo que está enjuego en el deporte hace olvidar laalegría fraternal y desinteresada deljuego. Cuanta más publicidad nos lluevesobre los juegos mercantilizados más megusta la humildad franciscana del mus.Qué pena morirse, con la de libros que

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le quedan a uno por leer, y la de partidasque le quedan por jugar.

He interrumpido la redacción de estecapítulo —un poco cursi— porque mellaman para echar una partida en elpueblo.

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XI.EL MIEDOES LIBRE

“Sólo hay un auténtico juego sino se le atribuye demasiadaimportancia. Jugar es no tomarseen serio. Saber despreocuparse yapartarse de sí mismo es, almismo tiempo, una fuente desabiduría y placer lúdico”.

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Marsi Paribatra (Pintoratailandesa y profesora dehistoria del arte)

He perdido. Pasemos a otracosa.

He visto a auténticosprofesionales de la estrategiade la tensión, del

aguijoneamiento, sacar de quicio a susrivales, exasperarlos. Al tapete verde esmejor acudir blindado, en plan Séneca,insensible a las provocaciones. Cuandote peleas con tu compañero brillan losojos de los contrarios. Lo hemos

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conseguido, piensan para sus adentros yhasta lo dicen en voz alta para que noqueden dudas. El mejor compañero esDon Prudencio, inasequible aldesaliento. Tengo la desgracia de jugar aveces con Epifanio Teruel, conserje, ex-vinatero, que es Don Imprudencio.Reconozco que Epi puede con misnervios. Ayer, sin ir más lejos, le pasé laseña de la niña bonita que no fuedetectada por el radar de loscontrincantes. Pues bien, me quiso a lamenor con dos ases y una puta. Yllevábamos ventaja en el marcador. Asíes como tiene uno mal perder, esaacusación que muchas veces te lanzanlos que tienen mal perder para cubrirse

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las espaldas o para justificar su derrota.En las partidas en las que el enemigo

es de primera división el pulso se teacelera, la respiración se hace profunda,el corazón bate con mayor rapidez, subela presión arterial, la sangre escala delestómago a los intestinos, al corazón, alos músculos y al sistema nerviosocentral. La médula de la adrenalinasuelta una especie de tinta, como elchipirón. El cuerpo sufre una rápidatransformación como con el miedo y larabia. David Spanier ha descrito otrossíntomas en su libro Easy money: Insidethe gambler’s mind, un libro sobre losludópatas, que se aplica a los musópatasen condiciones extremas: se seca la

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garganta, sudan las palmas de las manos,se siente una pinzadura en la boca delestómago y, como me amenazó un ex-comandante de aviación con el quejugaba al póker en Washington, “voy ahacer que se te arrugue el culo”. Ni quefuera la ruleta rusa…

DROGA Y PURIFICACIÓN

Ha dicho alguna vez Luis MiguelDominguín que el miedo es esencial anteel toro. Es como una droga. “El miedohace que pienses que vas a morir. Poreso cada segundo tiene intensidad. Esuna especie de purificación”. Este bailede millones de células de culos

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arrugados y pulso acelerado produceuna sensación placentera. El sustitutivode la aventura, del maratón, de lasoledad del jugador de fondo. En efecto,se vive con mayor intensidad, meses enminutos. Lo mismo les ocurre a losperiodistas que van a la guerra, a losconductores de coches de carreras o alos planeadores sin motor. Nos gustavivir peligrosamente aunque sea en algotan inocente como el mus.

CONDENADOS

En su clásico estudio La teoría de laclase ociosa, publicado en 1899,Thorstein Veblen contempla los juegos y

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deportes de la clase alta y los nuevosricos como una manifestación modernadel antiguo instinto predatorio por lalucha, las proezas o las hazañas bélicas.O sea, los campeonatos, la caza, lostoros, el atletismo o la navegación avela. No sólo importa la victoria sinola humillación del contrario. Es unaperfecta descripción del mus. Se pasabien. He leído, no obstante, que la gentejuega para perder, para castigarse. Haypsicólogos para todos los gustos. Estádemostrado que jugar a las cartas hacebien a los enfermos, a los presos y hastaa los condenados a muerte. Me preguntocómo se puede echar una partidita diezminutos antes de marchar hacia la silla

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eléctrica. Miguel Delibes ha escrito quela caza es una terapéutica para malesmenores o de tipo medio. En los grandesla procesión va siempre por dentro. Paracalmar la ansiedad son muchos los quedeciden afrontar algún peligro. Porejemplo, una partida con EpifanioTeruel. Epi no tiene el card-sense deque nos hablan los anglosajones, elsentido de la carta. Con Epi el mus no esla búsqueda de la felicidad, es el fosode los leones. Ni siquiera su inclinacióna apuntarse piedras de más da resultadostangibles. Admiro a los jugadores quedetectan a los que se mojan, los quellevan la cuenta mental de lo que uno haganado. A Epi le pillan siempre, aunque

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reconozco que es más hábil en elchoriceo de las alubias que de losgarbanzos, de las chapas redondas quede las pesetas o los duros. Vamos aolvidar los malos trances, las derrotas.Se juega para escapar de un mundoautomatizado, de la rutina y lamasificación. Se tienta la suerte, unelemento que ha desempeñado un papelno sólo en nuestras vidas sino en lafísica cuántica y en la biologíamolecular. Hasta la creación del mundo,el big bang como bien sabe Hawking esconsecuencia del azar. Decían las brujasde Macbeth que la seguridad es el peorenemigo de los mortales. ¿No vivimostiempos de incertidumbre? También yo

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prefiero la barbarie al tedio.

JUEGOS DE MESA

Rata, me dice Nino cuando le revoco.Ni arriba ni abajo, me informa Félix, osea, un as y una sota abajo y un rey ysiete arriba. Morralla, ya puedes irretirando el retrato de los Reyes paraponer el mío, se ufana Leandro. Epi esmás positivista, habla de cosas de laoficina: “Nos engañan con el sueldopero se fastidian con el trabajo”. Es lomás parecido que he oído al aforismo delos comunistas del Este: Hacen comoque nos pagan y nosotros hacemoscomo que trabajamos. Apreta, apreta,

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me despierta Félix. Estamos junto a lachimenea de leña marca Relax2. Haycacahuetes y pipas por el suelo, dosbanderillas, retratos de toreros, unfutbolín, un cartel que describe lasenfermedades del girasol, la lista demorosos del coto de caza, mesas y sillasde formica. Ricardo espera que bebantodos para echar también él la partida.

Según una encuesta de 1991encargada por el Ministerio de Cultura,Equipamiento, prácticas y consumosculturales, los españoles prefieren losjuegos de mesa a las actividadesculturales. El 98,3 por ciento no haacudido al ballet, el 98,6 por ciento noha acudido a la ópera, el 97,3 por ciento

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no ha asistido a ningún espectáculo dezarzuela o de jazz. Al circo o aespectáculos de variedades no haacudido el 95 por ciento de losciudadanos, a conciertos de músicaclásica, el 93,2 por ciento; a los toros,pese a ser la fiesta nacional, no haasistido el 91,3 por ciento; a conciertosde música popular, el 89,7 por ciento; alos de rock, el 87,4 por ciento. El 86,1por ciento de los españoles no haacudido al teatro; el 82,3 por ciento seha perdido las exhibiciones de bailesregionales; el 61 por ciento no haentrado en una sala de cine. El 41,7 porciento reconoce que no lee nunca.

Los juegos de mesa reinan como

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dueños y señores de las preferenciasculturales de los españoles, sobre todoel noble arte del mus, el tute o el tutesubastado, el póker, la brisca, el roby, lacanasta, el julepe, la escoba, el chinchóne imagino que la oca, el parchís, eldominó, el ajedrez, etc… Yo no sé siestas especialidades merecen el título deculturales, pero el mus sí, con todos loshonores. Fomenta la convivencia y aveces la discrepancia, estimula lafacultad de pensar (y destrozar alenemigo), airea la cabeza, se hacegimnasia con el codo. En el tiempo librede los españoles figura, después de losjuegos de mesa, el cultivo de las flores,la preparación de platos especiales, el

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baile de discotecas y verbenas, hacerpunto, bordados o labores y cuidaranimales domésticos.

SERVIDOR DE USTED

El mus va a más. Anselmo saca sus tresreyes y dilucida el órdago cuando yollevo, ingenuo de mí, dos reyes ycaballo de primeras dadas: “Servidor deusted”. Sabe que de esa manera la faenaescuece aún más. Servidor de usted estásiempre al picardeo, desafía esa espadade Damocles según la cual los quedesprecian la ley de probabilidadesacaban destruidos por los dioses. Sabelo que decía Dostoievski en El Jugador:

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“De cada cien personas sólo una puedevencer”. La probabilidad en el mus esmás amplia que en la ruleta peroAnselmo (Servidor de usted) creerá,como todo el que juega al mus, que es elnúmero uno, es el uno entre cien.

—Si es que no te concentras, Manu,si estás pendiente de las noticias entelevisión, del final de Gorbachov, delos líos en Sudáfrica. Tu compañero estáen babia, no transmitís en la mismalongitud de onda. Os vamos a dejarzapateros.

Recuerdo aquello que le decíaVíctor Mature, tocado de ridículo fez, aGene Tierney en una película deShangai: “Por eso pierdes, por tus

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devaneos, miras a todos lados, no estáspendiente del juego”.

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2

MIS PARTIDAS CONGENTE

IMPORTANTE

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VIDAINTENSA

«Los recuerdos más vivos deexaltación lúdica no siempre serelacionan con juegospropiamente dichos, sino conmomentos de vida intensa».

«El nacimiento y el desarrollodel universo es el juego de unniño que mueve sus piezas en eldamero. El destino está entre las

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manos de un niño que juega».

Heráclito (Fragmento 52)

«¿Por qué juega el niño al queHeráclito atribuye el Juego delmundo? Juega porque juega. Elporqué desaparece en el juego. Eljuego no tiene por qué. Juegamientras juega».

Heidegger (El principio derazón)

«Toda institución funciona enparte como un juego, de modoque se presenta como un juegoque ha sido necesario instaurar,

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que descansa sobre nuevosprincipios y que ha tenido queeliminar un juego antiguo. Estejuego inédito responde a otrasnecesidades, valora otras normasy legislaciones, exige otrasvirtudes y otras aptitudes. Desdeese punto de vista, unarevolución aparece como elcambio de las reglas del juego».

Roger Caillois (Los juegos ylos hombres)

* * *

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Antonio Mingote ha vendido casi treintaediciones de su libro El mus. Ha hechomucho por la causa musística. Antonioes un tipo de temperamento libérrimo,de sonrisa noble e irónica, que huye depompas, vanidades y reconocimientospúblicos. En la primera edición de sulibro, Mingote escribía en el preámbulo:“Esperemos que los principiantesencuentren útil este tratado, escrito porel mejor jugador de Mus de la CostaMediterránea y gran parte de la MesetaCentral”.

Son legiones los musistas que sereconocen en el sabio librito deAntonio, en su forma, limpia,

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transparente y llena de humor, deexplicar los secretos del juego de locos.

Con el paso del tiempo el genialdibujante y académico de la Lengua hatomado distancias con ese juegoapasionante. Es el amor ya no volcánico,sino sereno, lleno de comprensión y deternura. Quizás es que le han mareadomucho al maestro, a este budistailustrado y cariñoso, lleno de pazinterior, que también pasará a la historiapor ese librito de 87 páginas, que comotodo lo suyo, va a lo esencial.

—Antonio, ¿quién te enseño a jugaral mus?

—Fue mi mujer. Ella es la que juegabien.

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Antonio se escuda en Isabel, sumujer. Cuando alguien deseoso defulminar al “Momsen del mus” lerequiere para una partida, Mingote leresponde:

—Eso mi mujer. El negociadoIsabel.

Antonio Mingote ha ganado máspartidas que las que ha perdido. Sujugada favorita es el solomillo deprimeras dadas. Tiene buen perder. “Meimporta un carajo, Manu”, dice de formacontundente, para que no haya dudas.“Para decírtelo más claro, me aburremortalmente, sobre todo si la partida seprolonga. Una o dos partiditas conamigos simpáticos, eso está bien, pero

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más no. Me gusta jugar con genteconocida, no en esas competiciones queson un engorro, una tortura, se hacenhorrorosas porque la gente se ponetensa. En efecto, el mus nunca debe serun psicodrama”.

Antonio me dice que tan sólo sabeun poco de mus. “Es una de las famasmás injustas del mundo”, añade.

—¿El mus se inventó para jugar opara ganar?

—Sin duda para jugar. Si se juegapara ganar se convierte en algoinaguantable. No merece la pena.

—¿Cuál es el mejor jugador de musque has conocido?

—Antonio Gómez del Barco, El

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Tordo, al que dediqué el libro con estafrase: “El mejor jugador de mus despuésdel autor”. Era un loco maravilloso.

—¿Qué partida recuerdas al cabode los años?

—Una memorable que jugamosAntonio Bienvenida, Chicote yBernabeu. Y también una que jugamos enMarbella con Tono y Saenz de Heredia yotro amigo. Tono cogió ases y le diceSaenz de Heredia: “Órdago a la grande”y dice Tono “Quiero, ¿qué llevas?”. Ytiró los cuatro ases. “Gracias”, dijo. Mereí mucho con él.

—El órdago es muy bueno paracuando estás harto y quieres dejarlo…

—Sí, desde luego.

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—¿Te ha gustado humillar a loscontrarios?

—Forma parte del juego, el ruido, elescándalo, subirse a la mesa y todo eso.

—¿En la taberna o en casa?—Me da igual. No tengo

preferencias en ese sentido.—¿Has jugado con mujeres?

¿Cómo encuentras a la mujer en elmus?.

—Es extraordinaria. Sabe por lacara que pones las cartas que llevas.Tiene gran habilidad para envidar, parallevar la cuenta de los amarracos, paratodo…

—¿Cómo es el mus andaluz?—Que sea o no divertido depende

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de las personas con las que juegues.“Hay grandes jugadores de póker

que no juegan bien al mus, me diceAntonio, yo creo que el jugador depóker se delata en el mus. Es otramentalidad y otra técnica. El mus espara quien se quiera divertir. El jugadorde póker quiere ganar. Lo que se gana enel mus es ínfimo. Destaca el valorlúdico sobre el agónico”. Asiste a laconversación el periodista AlfonsoUssía. Hablamos otra vez de lasmujeres: “Son desconcortantes”, afirmaAlfonso. “Al llegar al juego, se ponen acontar, vamos a ver, vamos a ver cuántastengo, 7 por aquí, seis por aquí… andasi tengo 31. He ganado el órdago al

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juego. No me gusta jugar con mujeres”.“Son buenas por mal intencionadas”,tercia Mingote.

Las señas falsas: “Esas son lastrampas del mus”, señala Antonio, “lasseñas falsas. No me gusta acudir a loscampeonatos porque algunas de lasparejas que participan son jugadores deventaja, van conchabadas, si se ganaalgo más de una merienda, el mus es unaaberración”. Antonio no pone reparos almus madrileño: “La boca no hacejuego”.

Alfonso recuerda la última partidacon Don Juan de Borbón, muyaficionado al mus: “Estábamos a bordodel Giralda y a unas 30 millas al norte

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de las islas Cíes. Le gané a Don Juancon la 31 real. Él tenía 31. «Apéate yadiós», me dijo. «Que losdesembarquen»”. “Es muycomprometido guiñarle un ojo a DonJuan”, dice Mingote. “Mire”, le dijo unavez, “tengo cuatro de usted”. Y le mostróa Don Juan los cuatro reyes. También legastan bromas al Rey: “Si coge tresReyes serán cuatro con usted mismo”.

Luis del Olmo no parece muyentusiasmado con estas charlas sobre elmus: “No tengo tiempo. A vecesjugamos mi mujer y yo con unmatrimonio de japoneses que viven en lamisma casa”. Y Moncho Borrajo nosexplica que no juega al mus: “Con esta

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cara que tengo no podría engañar anadie…”

Juan Tomás de Salas, editor,organiza un campeonato desde hacemuchos años. “Hay exquisitos”, dice,“que se preguntan si el póker es másjuego que el mus. No hay duda: el mus,gracias quizás a su acentuadoespañolismo, resulta mucho más cruel,despiadado y, en definitiva, más juegoque el póker. El mus, por decirlo enclásico, es como la vida misma. El listo,listorro, el valiente, el cobardica,acaban ganando o pagando en amarracossus vicios, virtudes y debilidades. Nohabría que perderse, añadía Salas, alláen la transición, una partida entre

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Adolfo Suárez-Felipe González y Fraga-Cuevas, por ejemplo. En el mus no valetanto aquello del baturro pa ti la cienciay pa mí los triunfos. Los museros sabenque no hay duples que resistan a unsolomillo bien jugado”.

El mus humaniza a los políticos.Todos recordamos a aquel ministro deComercio, Alberto Ullastres. Unministro de Franco que jugaba al muscon su chófer. Fue la primera fisura,según Gómez Soubrier, en elmonumento megalítico de la posguerra.

El Gran Maestro, el político que másha hecho por el mus en España, ha sidoAdolfo Suárez. Ya no quiere hablar de lacuestión. “Juega piedra a piedra”, me

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dice Julio Feo, que recuerda una partidaen la Arabia Saudí, en plan clandestino.“Tuvimos que hacernos con unoswhiskys de una manera muy complicaday al final lavamos los vasos para nodejar rastro del alcohol”.

En la Moncloa se pasó del mus —que reinaba como dueño y señor y ledaba a Adolfo Suárez un toque populista— al billar. Las primeras damas de losEstados Unidos cuando llegan a la CasaBlanca lo primero que hacen es cambiarlas cortinas, la decoración. También ladecoración de los entretenimientos y delocio cambió en Moncloa. Nada quedabaya de aquellos primeros tiempos delSuárez abierto, eufórico, contento en el

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cargo y derrotado poco a poco por esoque se ha dado en llamar la maldiciónde la Moncloa. Para jugar al mus nuncahay que perder el sentido del humor.

El Presidente Suárez jugaba al musen los aviones, en los viajestransoceánicos. Era una forma decomunicación con los periodistas, consus colaboradores. Jugar al mus, aunqueel ejercicio físico sea nulo, representauna forma de vitalidad y de optimismo.Si un político deja de jugar del todo almus, malo, es que ha sucumbido a lasneuras de su función. Aunque luego hayabroncas, de entrada el mus significaequilibrio, curiosidad. Adolfo Suáreztenía ese aspecto de político hecho en

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campamentos del Frente de Juventudes,en timbas universitarias donde seaprende el sutil oficio del disimulo y laretranca. Un jugador de mus no seimprovisa. Por eso llegó a la Moncloaen la madurez musística y supo aplicar ala realidad política algunos de losmejores trucos de la realpolitik del mus.

El Duque de Suárez llegó a jugar conel Rey, que le llevó al poder endetrimento de otro ilustre musista,Areilza, el Conde de Motrico.

¿Juega el Rey bien al mus? Segúntestimonios recogidos y la impresiónque yo mismo he sacado, Don JuanCarlos disfruta con este tipo deesparcimientos, pero concentra sus

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ilusiones, su entrega, en los deportesnáuticos o de invierno. El mus es para élun complemento divertido, como elpóker. Juan Manuel Madrigal, Maito, hajugado varias veces con el Rey: «Es unpoco caliente. Es un estupendocompañero, muy querencioso, no se parademasiado a pensar, se deja llevar y quepreveas las jugadas. Eso sí, con él nohay protocolos, es muy simpático, teapea el tratamiento. Éste es un juego»,añade Maito, «reñido con el protocolo.No le vas a decir “le echo órdago a SuMajestad”».

Don Juan Carlos es un musistarisueño y con el que se juega a gusto,pero por razones de su alto cargo

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renuncia a dar la batalla. «Gastabromas», añade Maito, «conoce ellenguaje y las expresiones del mus. Elhijo se lo toma a broma, el padre se lotoma muy en serio». En efecto, el juegodel mus viene a demostrar la disparidadde caracteres. Don Juan se enfurruña,siente la necesidad perentoria de ganar.Muy diferente a un Juan Carlossimpaticote, que juega al margen de laobtención de resultados, por pasar elrato, le da pereza enfrentarse a una largaestrategia, concentrarse de formaobsesiva en el juego. Su mus es aéreo,improvisado, amable, anecdótico ycordial. En cambio, Don Juan es elmodelo del musista agonístico, luchador,

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preocupado con la victoria. Tiene famade perder mal y lo reconoce. Nadie lepuede negar la ciencia, la afición, ladedicación, ya sea en tierra, mar o aire.

Entre los políticos, el que se lleva lapalma es Ángel Matanzo, el concejal enMadrid del PP, polémico, duro y muypreparado para afrontar las partidasdifíciles con determinación y sangrefría. Es el más “sinvergonzón”. Hacepolítica municipal como si jugara almus, sobre todo en el aspectoordagueador. En cambio, el alcalde JoséMaría Álvarez del Manzano es unjugador flojo, de coyuntura, al que legusta el mus pero que lo juega de unaforma amable, con ese mismo rostro que

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él exhibe, un poco al estilo del Rey, sinentrar demasiado en detalles. El Rey, almus, se deja llevar con facilidad, lomismo que Álvarez del Manzano. Suantecesor Agustín Rodríguez Sahagúnera un tecnócrata del mus teñido de uncierto humanismo. Del estilo de AdolfoSuárez, Maito me dice que “es sólido,seguro, echa cuando lleva. Tiene aspectode lanzado, pero no, difícilmente semete con la mano”.

El cántabro Hormaechea es muybueno. Hay una larga tradición entre losdeportistas, los actores y las folclóricas:Alfredo Landa, Luis Aragonés, JoséMaría García y Juanito figuran en elcuadro de honor. Entre los toreros,

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Antoñete es representativo, compañerodel Fary. En los actores la afición vadesde el clásico Tony Leblanc y el yacitado Landa hasta Fernando Esteso yJuanito Navarro (excepcional); tambiénFernando Sancho lo hacía muy bien.Patxi Andión juega excelentemente, lomismo que Millán (Martes y Trece). AJulio Iglesias le enseñó Alfredo Fraile.Tuvo, pues, un buen maestro.

No es fácil recoger la nómina de losmusistas, porque los que no salen en lalista se enfadan. Se creen con derecho, ytienen razón, a aparecer en el elenco delos buenos o de los muy buenos. Lagalaxia televisiva da muchos y muybuenos muslaris, desde Pedro Macía o

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Matías Prats junior (el senior no juega)hasta Aberasturi, Gabilondo, AntonioHerrero o Alejo García. AndrésAberasturi es un buen segundo de abordo, juega con esa bonhomíadesmadejada que es la suya. Es unfilósofo de los primores de lo vulgar:“El mus”, me dice, “es el único juego denaipes que existe. Es una liturgia, algosagrado, situado por encima del tiempo,de la familia. Eso sí”, añade, “exigededicación, plena dedicación. Yo locomparo con la bicicleta, te acelera elcorazón. Y con el amor. Es igual debueno al final, el órdago es el orgasmo(de ahí orgasmus) y la catarsis escompartir luego unas cervezas con tus

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compañeros”.Confiesa el periodista de Tele 5 y

Onda Cero que no es supersticioso,“pero me gusta jugar en mesascuadradas en cuya superficie no hayaplatos ni bebidas. Si estás jugando almus, estás jugando, lo demás no importa.Lo que no me gusta es jugar condesconocidos”. Su jugada preferida esla de Hontanares, dos a grande, tres achica y cinco a pares. Lo que más lemolesta es que la gente tenga mal perder,“en esto o en cualquier otra cosa”,puntualiza. “No me mosqueo cuandopierdo, por mucho que se te quede carade tonto o tengas que soportar durantedías esa ‘zapatería’ que te han puesto”.

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Andrés Aberasturi es de los querespetan mucho a la mujer… dentro yfuera de la mesa de juego: “Las quejuegan lo hacen muy bien, aunque hablandemasiado. A mí me gusta el juegocallado. No entiendo que la gente nopare de hablar o se piense demasiadolas jugadas. Esos que no se deciden merevientan. Él lo mamó más queaprenderlo. El mejor jugador queconoce es un tal Santiago González(pero no hemos podido establecer laidentidad del caballero en cuestión), yentre las chicas elogia a Carmen Tomás,editorialista económica en Tele 5.

Entre las chicas lo bordan LauraValenzuela (de la escuela Dibildos),

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Marisa Medina y Betty Missiego.Maruja Moraleda es la única mujer enposesión del Gran Collar. Tan sólo loposeen 22 personas. Maruja practicatodo tipo de juegos, aunque “el mus es elmás bonito”. “Lo de los envites es unamagia que no tiene ningún otro. A mí”,añade, “me han tratado de una formadistinta por ser mujer, aunque reconozcoque hace quince o veinte años sí eraextraño ver a una mujer jugar al mus, deigual manera que era raro verla hacercosas que hoy parecen y son normales”.

A la gran campeona de mus lemolesta que miren por detrás de losjugadores durante las partidas. “No megustan los bares para jugar, prefiero la

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peña, en la mía si es posible. El mus merelaja totalmente. A veces no puedoconciliar el sueño. Me despiertosobresaltada gritando ‘quiero’ cuando enla última partida no fui a la baza en laque tenía que haber ido”.

No le costó mucho aprender: “Fuehace quince o veinte años, y lo hice allado de gente muy buena. Esta es unabuena condición, el aprendizaje con losexpertos en la materia. En cuanto a lamujer no le gusta jugar contra loshombres juega entre amigas y seamanera”. Maruja apunta aquí un datoesencial: “Se juega mejor con la parejade toda la vida, pero nunca viene mal uncambio, variar de escenarios y personas.

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Se descubren nuevas tácticas, estilos yformas de organizar el juego. Como entodo, el gran problema del mus es larutina y el adocenamiento”. Intuición,picardía y capacidad para adivinar elnaipe del contrario son las trescondiciones que debe reunir paraMaruja Moraleda un buen jugador demus. Señala Valladolid como primerapotencia musística. “En Madrid y en elPaís Vasco hay muy buenos jugadores,aunque el que se practica en el norte nome gusta nada”. Sitúa a Luis Aguirreentre los mejores. Aunque considerafundamental “tirarse algún que otrofarol”, la principal condición en el muspara Maruja es “ligar”.

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También opina así la escritora yperiodista Rosa Montero, con la que megusta jugar porque es una mujer intensa yapacible. Tiene una sonrisa muy joven,muy joven. Es una musista de vocación yconvicción. Le gustan todos los juegosde cartas menos el póker “por lastensiones que provoca el dinero”.

A la autora de Te trataré como auna reina le gusta el mus “por lomalicioso, juguetón, mentiroso, por lovariado; porque exige compinche ymucha labia; porque incluso perdiendote diviertes. Me gusta más jugar conocho reyes. Es un juego más jacarandosoy más brillante. Con cuatro reyes la cosaparece un entierro. No tengo mal perder,

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aunque me hayan tenido que arrancaralguna vez del cuello de un jugadordemasiado chulillo. La jactancia y lamortificación del prójimo forma partedel juego, de modo que no me molestaque el vencedor se baile un zapateadosobre la mesa. Si yo soy perdedora,intento contrarrestar esa ofensamintiendo: “digo a todo el mundo que heganado”.

—¿Has hecho alguna vez una señafalsa?

—Una es una señora y sólo mientecon la boca, como mandan los cánones.

—¿Tu frase o expresión favorita?—“Remar, remar, para morir en la

orilla”. Dicha cuando el enemigo lleva

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25 piedras y tú sólo tres por ejemplo.Les comes mucho la moral (eso espero).

—La mujer en el mus, Eva en elórdago.

—La mujer puede ser una magníficajugadora de mus, por supuesto (yo losoy). Jugamos igual que los hombres; laúnica diferencia quizá sea que, siperdemos, nos ponemos menos bordescon nuestro compañero/a (me pareceque somos más leales).

—Jugada preferida.—Por ejemplo duples de reyes cinco

contra duples de reyes-pitos.—Tu partida más larga.—Una noche de juego, cuatro

mujeres desde las once de la noche hasta

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las ocho de la mañana siguiente.Aprendió a jugar en la Escuela de

Periodismo, a los 19 años. “Fue loúnico de valor que aprendí en toda lacarrera”, añade la brillante periodistade El País.

¿Recuerdan a Francine Gálvez,aquella presentadora de informativos detelevisión que los cronistas decían que“ponía una nota exótica”? También en elmus la pone, y también, como RosaMontero, lo aprendió en la Facultad deCiencias de la Información. “Soy unaenamorada del mus”, dice, “no se cómono lo exportamos. Es la suerte, lahabilidad, la inteligencia, la cara quedebes poner, la frialdad. Tengo muy mal

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perder y cuando pierdo la emprendo conel compañero. Soy muy seria con elreglamento y con mi hermana soyimbatible. Si algo me gusta del mus esque no hay dinero por medio. Los juegoscomo el póker no me gustan por eso”.

—¿Juegan mejor los hombres o lasmujeres?

—Los hombres. Son más fríos. A lasmujeres se nos nota más cuando tenemosbuenas o malas cartas, en especial por elbrillo de los ojos.

Curiosa teoría la del brillo de losojos en la querenciosa Francine. Seguroque a Cristina Alberdi no le brillan losojos cuando le llega la tuerta., o sea, las31. Cristina jugó, antes de sus pacíficos

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enfrentamientos casi familiares, conMiguel Ángel Fernández Ordoñez unalegendaria partida en un torneocelebrado en un céntrico hotelmadrileño. Soubrier llama a PilarCernuda, “elegante y displicente” y a unservidor “vanguardista y querencioso”.Nos informa, de paso, que LuisCarandell, el periodista y escritor,aprendió en tierras poco musísticas, osea, en su Cataluña natal, al lado de susparientes los Goytisolo y de mi paisanoel poeta Blas de Otero.

“Jugar dinero al mus es comoreconocer que tu hijo es feo”, me dice encuriosa pirueta metafórica Juan ManuelMadrigal, Maito. Y dice más: “Un mal

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jugador de mus puede ganar a unobueno, eso nunca ocurriría en el bridge.El corte”, añade, “es esencial en el mus,se anuncia el desenlace. Esa es la vitoladel mus, el corte. El secreto de estejuego está en saber lo que lleva elcontrario, hacerse una idea. Con lo quehables puedes equivocar al contrario. Elcálculo es también esencial”. Madrigalsostiene que esto del mus no va con eljuego, va con las personas. “El que noes buena gente no es buena gente almus”.

Pregunto a Maito y Roberto Noriegapor la clasificación regional del mus.¿Dónde se juega mejor? Esta fue surespuesta, sin demasiados titubeos:

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1.— Cantabria2.— Madrid3.— Euskadi4.— Asturias5.— Valladolid6.— Alicante

Dada la termocefalia del mus, estaclasificación sería discutida por todosmenos por los cántabros. Pero el expertome explica las razones para la elecciónde Cantabria en el número 1: “EnCantabria se juega muchísimo. Estejuego no se puede aprender leyendo sinopracticando. Son las partidas las quedan triunfos. Enseñar el mus es unapérdida de tiempo. ¿Cómo puedes

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enseñarle a alguien que con dos asespuedes echar un órdago a la grande? Losprincipiantes pueden ganar por chiripapero a la larga pierden”.

Les he pedido un más difícil todavía,la clasificación de mejores jugadores deEspaña. Aquí se producen algunas dudasy rectificaciones. Al final, el ránking delos mejores queda como sigue:

1.— Carlos Martín2.— Luis Aguirre3.— Alfredo Arizpe4.— Emilio Morollón5.— Ángel (de la “Peña de

Mus Don Pelayo”, de Gijón)6.— Goyo Morollón

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7.— Pedro García8.— Alfonso García9.— Miches, de

Fuenlabrada.

Saltan a otros nombres: MarujaMoraleda (y no sólo para que aparezcauna mujer), Ángel Matanzo, Gelín, deTorrelavega, Juanito Herrero, pasandoya de mus, ahíto de órdagos… JuanLejas, de Málaga. Carlos Martín, deSantander, es agresivo, hermético, “es elmejor con diferencia”. Luis Aguirre,soriano de apellido vasco, es el númerodos con todo merecimiento. “Es unsabio, adivina las intenciones y hasta lascartas del contrario, y juega con

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valentía. Es jefe de grupo de lajudicial”. El concejal Ángel Matanzo esun hábil interrogador, descubre alcontrario a base de palabrería. Encuanto a Emilio Morollón, fue delanterocentro del Valladolid cuando yo jugabaen segunda regional vallisoletana en unequipo llamado Azor[*]. He preguntadopor las virtudes de los Morollón, doshermanos campeones. “Cuando se lesniega el naipe demuestran grandesrecursos”, responde Maito.

El gran despegue del mus, elcomienzo de su edad de oro, hay quesituarlo entre los años 65 y 70, ycoincide con la bonanza económica. Losespañoles pueden permitirse el lujo de

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jugar al mus. Aspiran a algo más que al“seiscientos”, viajan a Canarias ycompran en los grandes almacenes. Lascomidas de negocios terminan muchasveces en partidas de mus. A losejecutivos les gusta, practican la astuciay la agresividad. Algunos matrimoniosse mantienen en pie porque los dosjuegan al mus. Hoy se juegan alrededorde 50.000 torneos. Hay una leyendanegra en estos campeonatos sobre lasseñas falsas. Pones la mano así, o lascartas así, o haces como que estornudaso te llevas la mano al pelo o mueves elpaquete de cigarrillos o el cenicero.Maito opina que no es necesario pasarseñas falsas. “Es signo de debilidad, lo

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que hay que saber es cuándo pasar laseña, que no te vea el contrario. O hayocasiones en que haces una seña apostapara que te la vea el contrario. Hay almenos diez personas en la lista negra: seles prohíbe el acceso a los torneos.Juegan más por vicio que por afición.Son adictos a las señas falsas. Loshemos pillado in fraganti”.

Hay quién se niega a acudir a lostorneos. Mingote, por ejemplo, no lohace, en parte por la inevitableaparición de algún tahúr que vive de lasseñas falsas. Pedro Altuna y AntonioEsparza, navarros, ganaron el XIVCampeonato Mundial de Mus que secelebró en Chile. Ganaron la final a

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Colombia. Pues bien, Altuna y Esparzaaseguraban a Gema Santamaría pocodespués de su victoria: “En uncampeonato de estas característicasapenas se pasan señas. El juego dependede la compenetración con la pareja. Note puedes fiar de las señas que vesporque generalmente son intencionadas,para engañar al contrario, y las señasfalsas no se pueden controlar. Cualquiergesto o la forma de poner las cartaspuede querer decir algo entre una parejaque juega habitualmente”. Según loscampeones del mundo, la pareja chilenase hacía señas con los puros. “Todas laspartidas”, afirmaba Esparza, “se laspasaban fumando, y cuando se les

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apagaba un puro encendían otro. Sehacían señas con el puro”. En esecampeonato del mundo la primerapartida la jugaron los navarros contraArgentina: “Quitaron ellos el mus con31 (dos reyes, sota y as). Nos echarontres envidos y yo órdago y quisieron. Yotenía la 31 real”. Antonio Esparza hacontado al Diario de Navarra como fuela final: “Estuvo muy reñida. Micompañero iba de mano, me enseñó 30,yo quité el mus y fuimos de paso, nohubo pares, y cuando Colombia metió elórdago al punto, les quise”.

La pareja campeona del mundo enChile reside en Australia. Juegan en elclub Gure Txoko de Sidney. Antonio

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Esparza no llevó a su mujer porque dice,en broma, que “para ganar al mus no hayque llevar a las mujeres”. Para Esparzaganar es cuestión de suerte, perotambién de serenidad. “Me enfadoalguna vez, como en la partida delMundial contra España. Le mandé quitarel mus a mi compañero, Pedro. Nosecharon órdago a la grande, pero lespodíamos haber ganado con los duplesque yo llevaba. El mus tiene esas cosas,te enfadas a veces porque no teentiendes con la pareja, pero sin más”.Antonio Esparza, que cumplió 60 añosen el mismo año en que ganó elCampeonato Mundial de Mus, esperabadejar Australia, adonde llegó en 1958 en

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la llamada “Operación Canguro”, pararetirarse a vivir a Pamplona. A su mujer,Paula, nacida en Azcoitia, no leimportaría seguir en Australia, pero aAntonio no le gusta el carácter “inglés”.Altuna, sin embargo, seguirá enAustralia, está casado con una italiana ytiene tres hijos.

La luz es fundamental en la partidade mus, los techos altos y el espacioentre mesa y mesa. En los grandescampeonatos se cambia de cartasdespués de cada partida. La excesivaproximidad de las mesas puede llevar,babélicamente, a la confusión de lasvoces. A veces los envites de una mesase aceptan en otra. Se oye un envido a

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pares en una mesa y ocho más en otra.No quiere y apunta ocho más tres,cuando el que la ha reenvidadopertenece a otra mesa. En el PrimerCampeonato del Rey, las barajas,firmadas por D. Juan Carlos,desaparecieron como por ensalmo. Eljugador de mus es fetichista y, como yahemos visto, algo supersticioso,reacciona según el color de la ropa,orienta la silla, lo acepta todo al juegocon 32 porque ha ganado casi siempre…Hay quien lleva la misma camisa, losmismos pantalones y los mismos zapatosporque le ha ido bien con ellos. Algunosmaniáticos lo aceptan todo si les entra elcaballo de oros, y así sucesivamente.

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UNAMANERADE SER

Fue Bernardo de Arrizabalaga quien meenseñó a jugar al mus. Sucedió en laUniversidad de Deusto allá por el año1959. Le debo más a él que al profesorde Derecho Político. El cuarto de Arriera una isla, con libros, conversación,rasgueos de su guitarra, la romanza de“Juegos Prohibidos”. Luego escribió y

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trabajó en Triunfo, dirigió revistas, secasó con Carmen, publicó variasnovelas premiadas, entre ellas “LosBarroeta”. Yo creo que el mus nos salvóde algunos días esquinados. Comodiscípulo agradecido que soy le heenviado al maestro el cuestionario:

—¿Juegas al mus?—Juego únicamente al mus, porque

para mí más que un juego es una manerade ser, y claro, yo sólo puedo ser quiensoy y como soy.

—¿Qué distingue al mus de otrosjuegos?

—El mus es un juego interior, sedesarrolla dentro de cada uno de loscuatro jugadores sentados en la misma

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mesa. Tengo la impresión de que lamayoría de los juegos restantes seventila encima del tapete.

—¿Eres temperamental? ¿Tienesmal perder? ¿Has tenido alguna broncapor el mus?

—Me cabrea perder, sobre todocuando es por culpa de la temerariafanfarronería del compañero. Esta hasido siempre la causa de mis broncas.

—¿Tienes sangre fría como paraaguantar los evites o los comentariosde los chuletas de este juego?

—Los soporto con el mismoestoicismo que en la vida corriente.

—¿Prefieres el juego vasco, mássilencioso y tristón, o el más

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alborotado y ruidoso de losmadrileños?

—Me encuentro a gusto en esesilencioso fluir dialéctico que va, comolas buenas procesiones, por dentro,mucho más que en la alborotadorabravuconería, que siempre me producetristeza.

—¿Eres muy “ordagueador”?—No más que en la vida.—¿Cuántas veces has perdido los

nervios?—Algunas veces, y, ya digo, casi

siempre por culpa del compañero.—¿Juegas mejor al mediodía o por

la noche?—Me gusta iniciar el juego a partir

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de un café.—¿Tienes pareja ideal?—La tuve, pero ahora él vive en

Madrid, y yo, en un pueblecito deVizcaya. ¡Lástima que no se pueda jugaral mus por fax!

—¿Haces señas falsas? ¿Prefieresjugar con señas?

—¡Pero, qué dices! Con señas, claroestá, pero siempre verdaderas,aceptadas.

—¿Eres supersticioso en el juego?—No.—¿Te has jugado dinero alguna

vez?—No.—¿Has levantado partidas que

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dabas por perdidas?—Sí, pero también se han caído

otras que parecían ir bien levantadas.—¿Crees en el eslogan: “si quieres

ganar no te canses de pasar”?—¡Hombre, tampoco es eso! Es

como en la vida: pasas con frecuencia,pero a veces tienes que intervenir,incluso echando un órdago a la grande.

—¿Te dicen algo los cuatro reyes?—Sí, y me parece una sensación

comparable a esa comodísima seguridadque da el ir por la vida con la carteraapretada de billetes (o con una tarjeta decrédito respaldada con el pingüe saldode esos duples).

—¿Te molesta que los rivales,

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cuando ganan, se suban a la mesa ocanten victoria en el bar, o en el lugarde la partida?

—Mucho.—¿Tienes frases favoritas de las

que se dicen en el mus?—En el mus, cuanto más anodinas

sean las frases, tanto mejor. Estodesconcierta al enemigo.

—¿Te importa el sitio en que sejuega? ¿Prefieres una taberna o unrestaurante, o prefieres el silencio paraconcentrarte?

—Prefiero invitar o ser invitado,para tener la partida, siempre que seaposible, en la tranquilidad de una casa.

—¿Cuál es tu arma secreta?

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—De verdad, no la tengo.—¿Quién es el mejor jugador de

mus que has conocido? ¿Y el peor? ¿Elmás loco?

—El que fue mi hermano mayor,Juan José (responderían lo mismo todoslos muslaris de Markina, Ondarroa,Lekeitio…), tan desconcertante siempreen sus salidas y reacciones impulsadaspor un ingenio increíble. El peor lotengo olvidado. Y el más loco,¡lúcidamente loco!, era también JuanJosé.

—¿Te afectan los estados de ánimopara jugar, o desde el momento en quete pones a ello te olvidas de todo?

—Se distrae uno con el mus, bien es

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verdad, pero, como dije antes, a vecesla procesión va por dentro.

—¿Notas mucho la diferencia dejugar contra gente de ciudad o decampo?

—La gente de campo llevamosmucha ventaja sobre la gente de ciudad,y nada se diga de los que somos de“monte”.

—¿Crees que el mus tiene algunasvirtudes terapéuticas?

—Todas las virtudes que ofrece lavida inteligente y sosegada por el humor.

—¿Cuánto tiempo dedicas al mus?—Ahora, muy poco. Alguna partida

esporádica y pare usted de contar.—¿El mus te relaja o te excita?

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¿Duermes después de una partidaexcitante?

—Según. Pues no creas, a veces hetardado en conciliar el sueño.

—¿Cuál es la partida más largaque has jugado?

—¡Ay, aquella maravillosairresponsabilidad de los tiempos deestudiante! Había partidas que iban delcafé a la cena, para a veces continuarhasta la madrugada.

—¿Qué condiciones son lasmejores para un buen jugador de mus?

—El buen jugador de mus vienedado por una mezcla a partes más omenos iguales de inteligencia,serenidad, penetración psicológica,

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sentido del humor y audacia. O sea, casilo mismo que un buen empresario, oabogado, o psiquiatra, o director de loque fuere.

—Hay gente que después de asistiraños como testigo de mus, no aprendeni se entera de nada. ¿Te costó muchoaprenderlo?

—Lo aprendí por osmosis, y tuvepor maestro, un maestro anónimo, alambiente que rodeó mi niñez y juventud.

—¿Qué te parece la mujer comojugadora de mus? ¿Has visto buenasjugadoras?

—Nunca he jugado con mujeres nilas he visto jugar (ellas, en mi tierra,juegan a la brisca).

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—¿Crees que juegan igual que elhombre? ¿En qué se diferencian?

—¡Claro que sí! ¡Y algunas que yome sé lo harían mejor que muchoshombres! No se diferencian en nadaabsolutamente.

—De los lances del mus, ¿cuál es tujugada preferida?

—Curiosamente, y a lo mejor es unatontería, me gusta el lance de los pares.Poder decir humildemente “pares, sí”con cuatro reyes en la mano, añadirluego un inocente “paso” y esperar a quecualquiera de los dos adversarios diga“envido”… y así.

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UNDIRECTORGENERAL

José Aranda Aznar, nacido en Bolañosde Calatrava (Ciudad Real) en 1942, eslicenciado en Ciencias Económicas.Cursó estudios en la Escuela Oficial deCinematografía. Director de revistasuniversitarias y miembro de variosconsejos de redacción, ha escritonumerosos artículos, relatos y guiones

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para la televisión. Ha publicado variasnovelas: La culpa (1980), El que habitael infierno (1987) y Gemidos muertos(1991) y un libro de relatos Miausencia. Desde hace tres años ocupa elpuesto de Director del Instituto Nacionalde Estadística, donde trabaja desde quehace 20 años accedió por oposición alcuerpo de estadísticos facultativos. PepeAranda es una persona estupenda, unvecino ejemplar.

—¿Ayuda la estadística a jugar almus?

—El mus es un juego tan lleno desutilezas que todo ayuda, incluso laestadística. Pero quien pretendiera jugaral mus teniendo sólo en cuenta las

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probabilidades de obtener determinadacarta en un descarte estaríaindudablemente perdido, igual que loestaría en un número de partidassuficientemente representativo quien,alocadamente, hiciera descartesdesconociendo el número de cartas quequedan por repartir y el número de lasque reservan para si los otros jugadores.Aparte de la probabilidad, en el mus sepodría aplicar la denominada teoría dejuegos, que en realidad es un modeloprobabilístico consistente en mantenerhipótesis sobre la jugada de los otros,compañero y contrarios, a partir de losdatos que se poseen. También existeposibilidad de aplicar la teoría

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estadística de la información, que vasiendo más elevada a medida queavanza la partida y se dispone de másdatos, lo que hace que la entropía (gradode desinformación) vaya disminuyendo.Esto por lo que se refiere a laestadística en cuanto técnica matemáticaque tiene por objeto investigar larealidad, pero si tomamos la estadísticaen su acepción de recopilación deinformación, entonces no es que ayude ajugar al mus, sino que es imprescindiblepara hacerlo; el mus exige informaciónsobre descartes realizados, sobreactitudes habituales de cada jugador antesituaciones determinadas, sobre elcarácter de cada uno y el modo de

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influir en el mismo para forzarle a hacerlo que uno quiere. Y para colmo deinformación, la que se puede derivar delas señas que existen para declarar lajugada al compañero, por supuesto deaquellas que no sean detectadas por loscontrarios.

—¿Eres capaz de memorizar tantos,cartas que han salido, etc?

—El mus es tan popular, entre otrasmuchas cosas, porque cualquier personaes capaz de memorizar fácilmente todaslas incidencias, a diferencia de lo queocurre en otros juegos como el bridge oel black jack, donde precisamente elcálculo de probabilidades da unaventaja extraordinaria al jugador capaz

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de memorizar gran número de cartas,hasta el punto, como en el caso delblack jack, que puede ser el único juegode los casinos donde la esperanzamatemática del “jugador informado” o,lo que es lo mismo, su probabilidad deganar, sea superior a 50%, lo que quieredecir que se gana a la banca en más dela mitad de las ocasiones.

Indudablemente, todo cuanto hedicho sobre llevar la cuenta en el musdel tanteo, las cartas salidas, etc., serefiere al juego en condicionesnormales, o sea en las primeras partidas.Si uno se juega las copas y no tiene grancapacidad para beber, la memoria juegamalas pasadas, cuestión sabida por el

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enemigo y que puede ser aprovechadahábilmente como truco admitido en esasestrictas reglas del juego que aún estánpor escribir.

—¿Crees que el mus es más rural omás urbano?

—A través de mi limitadaexperiencia por pueblos de ambasCastillas, Aragón y el País Vasco, creoque el mus se juega más en las ciudadesque en los pueblos, donde se le da másal dominó, al tute, al guiñote.

—¿Sale en algún libro tuyo el muso tienes referencias literarias de estejuego?

—En mi novela La Culpa hablo dejuegos de cartas, sin especificar el mus,

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donde, por la tacañería de los jugadoresy mi escasa destreza, me resultabamucho más difícil encontrar compañeroque contrarios. En mi relato La Bóveda,aunque tampoco cito expresamente elmus, trato de partidas de cartas y dedominó en un casino de pueblo dondeexiste una bóveda que reflejacaprichosamente las voces del presentey del pasado, dando informaciones tancaóticas a los jugadores que haceenloquecer a todos menos a unpobrecillo que, por ahorrar pilas para susonotone, lo mantiene apagado y sólosigue las conversaciones por elmovimiento de los labios.

Salvo un relato que creo recordar

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era de Fernando Fernán Gómez, no tengoreferencias literarias del mus, cuestióncuriosa por la abundancia con la que secitan otros juegos, como, por ejemplo, elajedrez. Supongo, sólo por sacarle puntaa la cosa, que esto obedece al carácterlocal del juego y a la manía de todoescritor “que se precie” por launiversalidad, lo que obligaría, caso detratar del mus, a explicarlominuciosamente. Y ahí me gustaría ver acualquiera intentando hacer entender esecúmulo de gestos, trampas, faroles,amenazas, provocaciones, verborrea,diálogo ininteligible y disparatesmayúsculos a cualquier atento lector dela Gran Bretaña.

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—El mus y los funcionarios delEstado: ¿Se juega mucho al mus?

—No creo que los funcionarios sedistingan mucho de los demás en estacuestión. Efectivamente se juega mucho.En concreto, en el INE hay campeonatosde mus, al igual que de ajedrez. Luegohay medallas para casi todos losparticipantes. Es muy curiosa laincorporación de las mujeres al juego.Incluso algunas de ellas creen jugarbien. Y no digo esto en un sentidoantifeminista, sino todo lo contrario,nunca jugarán bien las mujeres porqueson seres mucho más centrados quenosotros y no necesitan lo queprecisamente le da chiste al mus, que es

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el afán por demostrar que uno es mejorque los otros, que los otros tienen muchoque aprender de uno y que, en el insólitocaso de que uno pierda, sólo puededeberse a la enorme e inmerecidafortuna de los contrarios con las cartas.Y, todo ello, sin dar nunca el brazo atorcer porque, en caso contrario, esmejor dejar el juego, ponerse unachistera y dar unas manitas de bridgemientras se toma un té con pastas ensustitución del vino peleón o del cubatacon metílico.

—¿Crees que puede ser un musdistinto el del campesino y el delfuncionario?

—Quizá la diferencia de

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comportamiento en el juego del mus estémás en factores de índole geográfica queen otros de tipo profesional e inclusocultural. En cada sitio se juega de unamanera y uno no puede meter la pata sidesconoce las costumbres del lugar.Pero la verdad es que todos somos casiigual de borricos cuando jugamos almus.

—¿Qué te dice la filosofía del mus?—Es un juego entrañable porque,

gozando de una enorme complejidad porel cúmulo de factores que en élintervienen, se caracteriza por un fondode ingenuidad. En este juego nosforzamos a ser como niños, defendiendocada punto con una vehemencia

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inexplicable en estado sereno, nosvemos sometidos a esa transfiguraciónque se produce durante la fiera pero lealpelea por demostrar que somos losmejores.

—Cuéntanos tu mayor desdichacomo muslari.

—Dejando aparte alguna anécdota,como la de una amiga de tan ampliaspestañas que al señalar 31 hacía volarlas cartas y nos obligaba a agarrarnos alas sillas para no seguir su misma suerte,lo más destacable de mi experiencia enel mus es la desgracia de ser vecino deuno de los más viciosos jugadores demus que conocerse pueda. Bueno, enrealidad la desgracia me la he buscado

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yo solo confesándole ingenuamente quesabía jugar al dicho jueguecito. En midescargo diré que, como aficionado, nopodía disimular tan enaltecedor méritocomo el de conocer los más intrincadossecretos de juego tan complejo, quemuchos dicen conocer pero que, enrealidad, es privilegio de muy pocos.Pues bien, sabido mi conocimiento porel citado vecino, que todavía hoy noreconoce mi probada superioridad en lamateria, es frecuente que, por lairregular vida de sus amigotes deprofesión, se encuentre con una partidaconcertada para la que le falta unjugador. Y como me tiene siempre amano, no se limita a llamar a mi puerta

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él solo, sino que aparecen los tresfrustrados jugadores diciéndome que mevista, que no sea cabrón, que ya dormiréal día siguiente, que me van a enseñar ajugar, que lo que me pasa es que no meatrevo, que aún no les he perdonado lapaliza del último día, que tienen uncoñac francés y unos puritosdominicanos de cagarse. Y el caso esque no sólo acudo siempre a contemplarel grupo, sino que tengo la certeza deque seguiré acudiendo, porque sé que esmentira que les haya fallado ese cuartojugador, que no es otro sino yo.

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ALFREDOLANDA

Pocos jugadores tan entrañables comoAlfredo Landa, amigo de sus amigos, eincluso de sus compañeros. Nacido enPamplona bajo el signo del 3 (un 3 del33 poco antes de las 3 de la mañana), hapermanecido a flote en las sucesivasolas de la pantalla patria, desde los 60hasta ahora. Fue un cateto encalzoncillos al lado de señoras con lossujetadores más atrevidos que permitía

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la censura de aquellos años, perotambién protagonista premiadointernacionalmente de Los santosinocentes, película dirigida por otroincondicional del mus. Landa nunca harenunciado a nada ni borrado líneas desu curriculum. Su divisa es divertir alpúblico, tanto con lo popular como conlo más profundo o intelectual.

—¿Juegas sólo al mus?—Sólo juego al mus, porque los

otros juegos no me gustan nada.—¿Qué distingue al mus de otros

juegos?—Al mus nunca me he jugado

dinero, que creo que es la base del mus.En el mus te puedes jugar una cena, una

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comida, un viaje, un cubata, un whisky olo que sea, pero nunca dinero, y ahíestriba la diferencia.

—¿Eres temperamental? ¿Tienesmal perder? ¿Has tenido alguna broncapor el mus?

—Nunca, jamás, tengo un perdermaravilloso. Un lapón es un caribeño ami lado, a la hora de saber soportar losenvites.

—¿Prefieres el juego vasco o elmadrileño?

—El de los madrileños, aunque aquíen Madrid juego poco, tan sólo en casade unos amigos, donde solemosorganizar unos seminarios. En Cáceres,sin embargo, solemos ir una vez al año

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doce amigos y estamos tres díascomiendo, bebiendo y jugando al mus, ynos jugamos un azulejo con nuestrosnombres. Yo ya tengo uno.

—¿Eres muy ordagueador?—Sí, me encanta. Sé que

ortodoxamente quizá no sea muy válido,pero a mí me encanta darlo y decir quesí.

—¿Cuándo juegas mejor?—Por la noche.—¿Tienes pareja ideal?—Hombre, es indudable que la

pareja influye muchísimo, porque sejuega siempre de la misma manera. Sí,tengo un amigo de San Sebastián, que sellama Miche, y aquí en Madrid formo

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pareja con Julio Leiva y nos divertimosmuchísimo, que es de lo que se trata.

—¿Mujeres?—Yo no quiero jugar con ellas

aunque hay muchas que lo hacen muybien, porque, sin ser machista y, deserlo, soy un machista adorable, creoque el mus implica un léxico distinto, unlenguaje de hombres. Sé que se puededecir “me cago en la leche jodida”, seadmite, pero no es lo mismo decirlo anteuna mujer.

—¿Haces señas falsas?—Prefiero jugar sin señas porque lo

hago más relajado, pero juego con señasy nunca falsas, por eso no me gusta jugaren campeonatos, porque sé que suele

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haber, si no señas falsas, sí señas almargen de las habituales. Eso no megusta, el mus es mentir mucho, alborotarmucho, hablar mucho, que es una cosaque me obnubila.

—¿Eres supersticioso?—No, nada.—¿Has levantado partidas que

dabas por perdidas?—Por supuesto, soy especialista.—¿Crees en el eslogan: “si quiere

ganar no te canses de pasar”?—No.—¿Has jugado con cuatro reyes?—Bueno, es una fórmula que cambia

mucho la manera de jugar, porqueestando acostumbrado a jugar con ocho

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reyes, donde dos reyes no es nada, aquídos es mucho. Es otra forma y hay quehabituarse si es preciso.

—¿Has jugado con el Rey deEspaña?

—No, todavía no he tenido eseplacer, pero sí le he enseñado el carnetde mus y se quedó bizco del ojoderecho.

—¿Tienes frases favoritas?—Alguna, como “Las de

Hontanares: dos a grande, tres a chica ycinco a pares, si lo hay”. Soy muyameno jugando, la gente se diviertemucho jugando conmigo. Otra es “Las deAranjuez: tres a grande, tres a chica y sihay pares, diez”.

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—¿Te importa el sitio donde sejuega?

—Prefiero el alboroto, la bulla.Donde juego muy a gusto es en SanSebastián, en las sociedadesgastronómicas.

—¿Cuál es tu arma secreta?—Domino todas las suertes del

juego.—¿Quién es el mejor jugador de

mus que has conocido?—Yo, naturalmente.—¿Y el peor? ¿El más loco?—También de vez en cuando hago

cosas absurdas.—¿Te afectan los estados de

ánimo?

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—Desde el momento en que mepongo a jugar me olvido de todo.

—¿Notas mucha diferencia entrejugar con gente de ciudad y con gentede campo?

—Si, prefiero jugar con los deciudad. Son más zorros, más reservados,más introvertidos, tiene una formaparticular de jugar más resabiada.

—¿Crees en las virtudesterapéuticas del mus?

—Es indudable. Entre un psiquiatray una partida de mus, me quedo con esta,pues me hace mucho más que aquel.

—¿El mus te relaja o te excita?—Me relaja. Jugando estoy muy

excitado, porque lo vivo. Después de

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una partida duermo como un señor.—¿Cuál es la partida más larga

que has jugado?—No soy partidario de jugar mucho

tiempo al mus, porque llega un momentoen que me canso. Una hora, hora y mediaes el tiempo justo para jugar al mus, apartir de ahí me canso y pierde interéspara mí lo que estoy haciendo.

—¿Qué condiciones son lasmejores para un buen jugador de mus?

—El tener un estado de ánimocontento.

—¿Te costó mucho aprender?—Nada, una tarde, aunque sin

embargo, y pese a saber la mecánica delpóker, no sé jugar al póker, es una cosa

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que no me entra. Para las cosas que meinteresan tengo muy buena memoria,para las otras soy un zote. En lo que meinteresa destaco, en lo que no soy unmindundi. Eso sí, no tuve maestro, soyautodidacta, como casi todo en la vida.

—¿Entre los actores hay buenosjugadores?

—Jugué una partida maravillosa conun actor que se llama Paco Hernández enToro, tuvimos como quinientas personasde auditorio. Contra el párroco y el juezde Toro, y casi nos sacan a hombros,sobre todo a mí porque estuveauténticamente genial. Reconozco queligué, porque en el mus sin cartas pocopuedes hacer. Juega muy bien Ricardo

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Merino —que casi quiso pegarme en unapartida por hacer una locura, “quéhaces, en el mus no se puede hacer eso”,me dijo—, Valeriano Andrés, PacoMarsó, Tirso Escudero, hay muchos,como Mario Camus, con el que juguéuna partida contra Sancho Gracia y sutío, una de esas que he dicho quelevanté. Sancho se quedó con cara dehaba.

—¿Cuál es la más divertida?—Una es la de Toro, otra hace diez

días en San Sebastián, donde lloré derisa.

—¿Eres más chulo que un ocho?—Sí, verme jugar es un regalo. No

pondré una academia porque no soy un

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buen maestro. El ser divertido, audaz ymentiroso son tres facetas fundamentalespara ser un buen jugador de mus.

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UN CURARURAL

Don Virgilio Pérez y Pérez tiene muypoco que ver con el atormentadopersonaje de Ambricourt en la novela deGeorges Bernanos Diario de un curarural. Ha pateado Castilla-La Mancha,ha enseñado y predicado sin descanso lapalabra de Dios. Es un as de la 31. Sujuego es sencillo, retranqueado. Elevangelio del mus según Don Virgilio.Ha pasado muchos años en parroquias

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rurales desde la Sierra del Alto Reyhasta Guadalajara, vía Molina deAragón. Ha sido profesor en Madrid,Brihuega, Alcalá de Henares y, ahora, enGuadalajara. Lee, estudia, viaja y juegaal mus. He aquí un hombre feliz.

—¿Dónde y cuándo aprendiste ajugar al mus?

—En mi época de estudiante aprendíel mecanismo del tute subastado y delmus. Al principio dediqué más tiempo alprimer juego que al segundo, porque enlos lugares en los que residía entoncesera más corriente el subastado. Fue alfinal de los años 60 cuando me inicié enel mus. Los domingos por la tarde enTortuera nos reuníamos a veces el

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maestro, el médico, el veterinario… Enla actualidad es el único juego de naipesque practico.

—¿Juegan bien al mus lossacerdotes?

—Una vez le preguntaron aChesterton que qué opinaba de losfranceses. “No lo sé”, contestó, “no losconozco a todos”. Yo creo que sí, lapena es que no disponemos de muchotiempo. Los sacerdotes jóvenes no sonmuy adictos a este tipo de juegossedentarios. Carecen de tiempo y de latranquilidad que antes poseíamos enabundancia.

—¿Os ayuda el hecho de ladiscreción obligatoria, la cultura del

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secreto, de la confesión?—No especialmente. Yo creo que

eso va en el temperamento de cada uno,en su capacidad de disimulo, de hacercreer lo contrario de lo que aparentas.

—¿Te relaja o te excita el mus?—En general relaja.—¿La gente juega de un modo

normal con el sacerdote del pueblo o secohíbe algo?

—Al principio se cohíben algo, peroesa reserva mental dura poco. Lesencanta ganarle al cura. Es una forma deganar indulgencias.

—¿Tienes buen perder?—Sí, normalmente, aunque no me

gusta nada perder.

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—¿Qué diferencias adviertes entreel tute y el mus?

—El tute es más lógico, el mus másinstintivo; el tute más racional, el musmás imaginativo. El tute produce másnerviosismo y el mus, salvo enacaloramientos, relaja casi siempre. Eltute necesita de algún incentivoeconómico, mientras que en el mus sejuega por el café o la copa. El tute exigetres o cuatro horas y el mus lo que durela partida, aunque se pueda repetir.

—¿Has notado un auge del mus enlos pueblos?

—Sí, porque es sedante y la vida unpoco neurasténica que llevamos exigealgo liviano, que nos libere de tantos

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problemas.—¿Quiénes son los que mejor

juegan al mus?—Las personas maduras. Son más

serenas, no se encrespan fácilmente, nihacen tonterías cuando no recibenbuenas cartas. Saben esperar, no secansan de pasar. En definitiva, losmejores jugadores, a mi modo de ver,son los que reúnen la doble cualidad: laserenidad del hombre de pueblo y, almismo tiempo la osadía, con el riesgoconsiguiente de los habitantes de laciudad.

—¿Crees que la tele ha arrebatadoclientes al mus?

—No muchos.

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—¿Se podrá jugar al mus en elcielo?

—A mí me da igual, si bien puedepasarle a alguien lo que al enfermo deMiguel Delibes en el Diario de uncazador, renunciaba al cielo si no habíaen él cotos con caza abundante.

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ENFRIAR UNAPARTIDA Y

CALENTARLA

“La UNESCO ha hecho hincapiéen la noción del fair play. El fairplay, el retorno al gran juego, aljuego noble, a una forma dejuego desinteresada, consiste enjugar por jugar más que enganar. Contra la violencia,contra el cebo de la ganancia a

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toda costa, contra una técnicadeshumanizada, marca el retornoa la vez a una noción de placerque terminaba por desaparecerbajo la dureza y el tecnicismo y auna noción de moral donde eladversario no es visto como unobstáculo que hay que abatirsino como un ser que es precisorespetar”.

Jean D’Ormesson (Porcapricho de Dios)

Lo conocí en casa de mi amigo ypaisano José Luis Ruiz Solaguren, el

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popular “José Luis”, que sale hasta enlas canciones de Serrat. Luis Aragonés,53 años, un caballero dentro y fuera delmus, actual entrenador del Atlético deMadrid. Quizá sea el más prestigioso delos técnicos españoles. Sumando sustrayectorias de jugador y entrenador loha ganado todo, menos la Copa deEuropa, aunque estuvo a punto deconseguirlo frente al Bayern de Munich,precisamente con un gol suyo de“friqui”. Aficionado al mus. Sucompañero ideal ha sido Antonio ChenelAntoñete.

—¿Cómo ves el mus en relacióncon otros juegos?

—Yo no sé jugar al póker. El mus es

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distinto en relación al tute y al dominó.En él se depende mucho menos de lostriunfos que tengas en la mano y más dela psicología y de la imaginación, delsaber hablar y del saber callar. En elmus influye mucho más el factor humano.Lo esencial para ser buen jugador demus es ser psicológicamente fuerte. Poreso todo el mundo se cree el mejor, porpura autoestima.

—¿Cómo es tu perder, bueno omalo?

—Me fastidia perder a todo, hasta alas chapas, pero no monto broncas,porque lo que no se puede perder es elequilibrio. Luego se ríen mucho de ti.

—¿Tienes sangre fría jugando?

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—Sí, tengo sangre fría. Loscomentarios de los chuletas vienenporque intentan dominarte. Lo hacenpara sacarte de quicio. Por eso hay quese psicológicamente espabilados y noentrar al trapo.

—¿juego vasco o juego madrileño?—El juego vasco es aburrido.

Prefiero el madrileño. Uno se sienta ajugar al mus fundamentalmente paradivertirse y gastarle bromas al contrario.

—¿Prefieres la sobremesa o lanoche para jugar?

—Mediodía.—¿Tienes compañero ideal?—Normalmente sí existe un

compañero ideal. Para mí ha sido

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Antonio Chenel Antoñete y un amigomío, Germán Colino.

—¿Haces señas falsas?—No hago señas falsas, ni “muevo”

las cartas. Hago pocas señas, aunqueimportantes. Normalmente, en el mus elque “lleva” el juego es el que tiene quepercibir las señas. Ya digo, señas pocas,pero importantes. No te puedes prodigarmucho en ellas porque si los rivales sonexpertos te cogen casi todas. No soytramposo.

—¿Eres supersticioso en el juego?—No mucho, estudio al contrario.

No me gusta tener rivales ni tontos nicon cara de tontos. Te suelen ganar.

—¿Has jugado dinero alguna vez?

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—No se suele jugar dinero al mus.Yo, siempre que he jugado, lo he hechoapostando la comida o un billete delotería. El mus no es un juego parajugarse dinero, para eso lo ideal es ir alcasino, aunque yo lleve ya dos años sinir.

—¿Has remontado partidasperdidas?

—Si, “pasando” del tanteo yarriesgando. Me gusta más el juego detreinta que el de cuarenta. Es másvibrante.

—¿Eres conservador, de acuerdocon el lema de que “si quieres ganar note canses de pasar”?

—Estoy de acuerdo con el lema,

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aunque eso va con el tanteo. Es como enel fútbol, si vas perdiendo no tienes otraque arriesgar, y si vas ganando te limitasa esperar, a “pasar”, a jugar a la contra.En el mus hay un sinfín de tácticas,aunque esas dos son las primordiales.

—¿Mus de cuatro reyes o de reyes ytreses?

—No me gusta el mus de cuatroreyes, no he jugado con cuatro reyes.

—Los que se suben a la mesa paracantar victoria ¿qué te parecen?

—Me gusta el tío que sabe irritartecuando te gana, pero sin aspavientos,con ironía. Esos que se suben a la mesacuando ganan y cantan victoria en el barhacen esos alardes porque han ganado

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muy poco. Me dan pena, son“perdedores natos” y han tenido un díade suerte que no se creen ni ellos.

—¿Cuáles son tus frases favoritasen el mus?

—El léxico general del juego es ensí apasionante y un tratado demundología. Yo tengo dos frasesfavoritas. La primera “Están tiesos comola mojama”. Esta frase la pronunciocuando leo en la cara de los rivales queno llevan un pimiento… eso se masca enel ambiente y hay que cortar aunque seacon dos sietes. Otra de mis favoritas es“Cuando pasa el garbancero…” ¿Quéquiere decir?, pues antes, en lospueblos, el garbancero pasaba a una

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hora determinada vendiendo garbanzostostados. Era a una hora fija. En el mus,si vas ganando dos a cero, por ejemplo,y te echan un órdago y llevas algo, pueshay que querer. En ese momento “estápasando el garbancero”.

—¿Qué lugar prefieres para jugar?—Restaurantes y tascas.—¿Cuál es tu jugada o táctica

secreta favorita?—Lo que más me gusta es la 31 de

mano. Es una táctica que sueloprefabricar. Pierdo ocho o diez a lagrande para que me hagan una mayorexagerada, sin pito, y luego ellos solosse entregan en el juego. Suele salirsensacional.

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—Habrás conocido jugadoresbuenos, malos y locos. Dime algunos.

—En plan bueno, un ex-jugador delReal Madrid, Morollón, que essensacional, y mi amigo Germán Colino.Malo, el masajista del Atlético, ÁngelCachadiñas, que además se empeña enjugar conmigo. Y uno loco, un cuñadomío, que va de veinte en veinte.

—¿El estado de ánimo influye en tujuego?

—El mus es tan divertido,imaginativo y alegre que a mí metransfigura.

—¿Jugadores de pueblo o deciudad?

—Yo soy de pueblo, de Hortaleza,

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cuando Hortaleza era un pueblo.Aprendí a jugar con los viejos de allí ycon los amigos de allí. Los del puebloson listísimos, auténticos zorros. Paraganar a un tío de esos hay que sudarsangre. Son menos pretenciosos que losde ciudad, pero con mucho másfundamento. Ojo con los de pueblo, quepegan baños históricos.

—¿El mus relaja o excita?—Es tan bonito el mus que es un

aliciente para la gente y relaja. Es comopara otras personas, quizás con máspoder de diálogo, una buena tertulia.Entiendo que a la mayoría de laspersonas el mus les relaja. El que seexcita es ese, del que hablamos antes,

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que se sube a la mesa. Se excita porqueha ganado muy poco. A mí me gustajugar con gente que lo haga bien, contácticas consolidadas. Los que no sabente vuelven loco. Por eso, justamente, sehabla de “la suerte del novato”.

—¿Juegas mucho o poco?—Ahora, poco por el trabajo. Ahora

juego sobre todo en las concentraciones.—¿Cuál ha sido tu partida más

larga?—Recuerdo en alguna ocasión

terminar de comer y seguir hasta lanoche. Estar clavados en la silla porquenadie ganaba y se sucedían lasrevanchas. Todo el mundo tenía muchoque hacer, pero todos nos quedamos.

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¿Curioso?—Lo esencial de mus, ¿qué es?—Lo primero, la psicología. Lo

segundo, saber tantear bien. Y lotercero, saber pasar y arriesgar según enqué momento. Saber usar el freno y elacelerador. Enfriar una partida ycalentarla.

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UNMEDICO

DEPUEBLO

Manolo Millán es un tipo nervioso dejugar sereno. Es médico en Mondéjar.Nació en el Bajo Aragón. Hijo deguarda forestal. Empezó a estudiar tarde,cuando abandonó el pueblo para viajar aZaragoza. Su abuelo, que era un pocoácrata, le inculcó la sed de aprender y

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de viajar. Durante los seis años de lacarrera de Medicina hizo de todo, cantóen la calle, armó balones de fútbol quellegaban de Francia al Bajo Aragón (porlo de la baratura de la mano de obra),hizo desde Praga (Checoslovaquia)contrabando de cristal de Bohemiatallado… Acompañado de su guitarracantaba en las terrazas de Zaragoza, enlos restaurantes, cantó en el sur deFrancia, en Suiza, en Austria, enAlemania. Así se pagó la carrera. Un díadejó el guiñote por el mus.

—La tarde es gris. Los hombres delpueblo están en el campo, los pastorescon sus rebaños. Un día más los únicosparroquianos en el bar del pueblo somos

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el cura, el farmacéutico y el médico. Nohay partida. De pronto se oye el ruidodel motor de un coche. “Manolo”, medice el cura, “asómate y mira si es laGuardia Civil”. En efecto, es la pareja.Hay partida, al menos hasta que venga elsecretario del Ayuntamiento.Aprovechamos para poner sobre eltapete no sólo las cartas, sino algunosproblemas de la comunidad. Losdesmenuzamos y buscamos solucionesen equipo. Lo que en estos últimostiempos los sociólogos vienen llamandoequipos multidisciplinares se habíainventado ya en el pueblo a través de lapartida del mus entre el cura, elboticario, el cabo de la Guardia Civil,

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el médico o el secretario delAyuntamiento.

—¿Y se resolvían los problemas,Manolo?

—El cura planteaba, por ejemplo, elproblema de la viuda que tiene los hijosmayores que no tienen trabajo, que unode ellos es un poco rebelde. Cada unoexpone su punto de vista entre un “nohay mus”, un envite a la pequeña o unórdago.

—¿Te ha ayudado la medicina ajugar mejor al mus?

—Está todo inventado. Los tipos decaracteres de los que nos hablaba lamedicina hace dos mil años, elindividuo pacífico, el sanguíneo, se

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reflejan en el mus. La persona a la quele gusta huir hacia delante, que echamuchos órdagos, que quiere morirmatando. Al salir le echará un órdago ala vida. Es un ser temerario que gasta sudinero con alegría y prodigalidad. O elpacífico, que va al tanto, que escruta alos contrarios, que tiene miedo a querer.Ya lo estudiamos en Kreysler, losdiversos tipos de personalidad, elatlético, el leptosomático, el pícnico.Todos ellos se producen en la partida taly como son.

—¿O sea que los gordos jugamosde una manera y los flacos de otra?

—Eso no siempre es verdad, pero latendencia existe.

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—¿Por qué juega la gente al mus?¿Quizá para reafirmar lapersonalidad?

—Debes conocer esa frase que diceque si el mus lo hubieran inventado losnorteamericanos en el mundo se jugaríaal mus y no al póker. Yo creo que lagente se lo pasa bien, simplemente.Ahora, si quieres para tu libro móvilesmás complicados te diré que el mus esla batalla para saber quién es más tontoo más listo, para intentar el triunfo oconocer el fracaso, intento y fracaso,conato o derrota. Intentar y fallar, oganar, es la esencia de la vida en suproceso de adaptación al medio ysuperación evolutiva. La vida es un

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esfuerzo frente a una resistencia. Noaprende sino aquel que intenta y fracasa.Esa es también la esencia del mus. Nome hagas mucho caso, lo acabo de leeren un libro de Pérez de Ayala.

—¿Qué tipos curiosos has conocidoen el mus?

—El más curioso ha sido Juan “elinglés”, que en realidad es irlandés.Vino a la Alcarria y vivía de dar clasesen Cañizar, donde yo estuve comomédico durante siete años y ocho meses.A lo largo de esos años Juan intentóaprender al mus por lo menos cienveces. Conato y fracaso. No loconsiguió. El proceso era siempre elmismo. Se sentaba lleno de entusiasmo.

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A la media hora se levantabadesesperado. “Esto ser juego de locos”,decía. No lo aprendió nunca porque nocomprendía las expresiones paso, ala,voy, la mano, ni mus ni pollas, zorracon dos rabos… Nunca supo traducirórdago al inglés. Se estrelló con eldialecto. “¿Cómo un rey puede ser almismo tiempo un tres de bastos?”, nospreguntaba “¿Por qué un uno es igualque un dos? Esto ser juego de locos”.Pobre Juan.

—¿Te ha ayudado el mus?—Me ha ahorrado el psiquiatra. Yo

había pasado por la Universidad yrecorrido el mundo. De pronto me tocóencerrarme como brujo en un pueblo de

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forma voluntaria. El mus me permitiósuperar tardes enteras, escapar delmuermo. Si no es por el mus, el jardín, ola caza y la pesca no sé qué habría sidode mí. Cultivaba las petunias, losrosales, el césped. El césped en Castillacon tamañas sequías era difícil demantener, pero yo lo logré con pacienciay amor, lo mismo que los claveleschinos.

—Eres aficionado a la pesca. Lapaciencia del pescador de caña ¿ayudaa la técnica del mus? Lo digo por lapaciencia, la habilidad, la artimaña…

—No creas, la pesca de la trucha esrápida, activa, se necesita mucha salud,requiere profundos conocimientos de la

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naturaleza, de observación del clima,del entorno, de los insectos, de lascorrientes. Quizá eso ayude. Dejé depescar la trucha porque me teníaensimismado. Podía haber provocado unproblema en el seno de mi familia. Yacon la caza y el mus, bastaba.

—Háblame del binomio caza-mus,de la misoginia de musistas ycazadores…

—La partida de mus después de lacaza tiene su intríngulis. El que ha salidobolo y no ha cobrado una pieza, si ganaal mus tiene al menos una satisfacción.Se resarce, puede ganarles a loscampeones de ese día. El que ha llenadoel zurrón puede rematar la faena al cabo

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de las treinta piedras y los seisamarracos. El día en que la caza nopuede prolongarse hasta las cinco o lasseis de la tarde porque el tiempo noacompaña o por cansancio, permitemantener el mismo horario de retirada.Hablo de los casados, porque volver alhogar a las dos y media de la tarde undomingo puede ser una especie deejemplo peligroso. La mujer puedeacostumbrarse a que llegues todos losdomingos a las dos y media de la tarde.No conviene crear falsas esperanzas.

—Del argot del mus ¿cuáles son lasexpresiones que más te han llamado laatención?

—“El taller”, dicen los industriales

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o los medianos empresarios cuandoechan el órdago. “El taller, me juego eltaller”. Es gracioso. O, el musistaagnóstico, que después del “paso, paso,paso” dice “más pasó Cristo, que pasópor todo el mundo”. Yo no tengo tallerpero tengo consulta. Intenté alguna vezdecir “me juego la consulta”, pero nosuena bien, no tiene gracia; lo que tienegracia es jugarse el taller.

—¿Cúales son a tu juicio lasmejores cualidades del jugador demus?

—Que no exprese las emociones,que no se delate y que hable poco.

—¿Tu jugada predilecta?—Quitar mano con poca ley siendo

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postre, robar tantos, ganar posiciones.—¿Lo que más te molesta?—Los que se pasan siglos para dar

el mus o cortarlo, los que escrutan lascartas durante horas sin decir ni mú, losque cantan juego sin tenerlo, los que seeternizan barajando. En lugar de barajarmarean tanto los naipes que se le caenlas bragas a la sota.

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EL TEMPLEY EL

SENTIDODEL

HUMOR

¿Qué puedo decir de Pilar Cernuda aestas alturas? Generosa, elegante, aguda,llena de nervio y muy amiga de susamigos. Nunca he sabido si es gallega,andaluza o madrileña, pero sí sé, porque

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trabajamos juntos desde hace más deveinte años, que ha recogido lo mejor deesas cosechas. Es muy espabilada yjuega muy bien. Ya le ha enseñadoalguna seña a su hija Julia.

—¿Sólo juegas al mus?—Sólo al mus. Hubo una época en

que también al bridge, pero ya no tengotiempo ni pareja que sepa jugar.

—¿Qué es lo que tiene de especialel mus respecto a otros juegos?

—Cabe el farol, la picardía, laconversación paralela, la fantasía, elchalaneo, y cabe incluso el podersentirse superior a cualquiera, aunqueluego no sea cierto.

—¿Eres temperamental y tienes mal

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perder jugando, Pilar?—Ni temperamental ni mal perder,

porque en el mus no se pierde, se juegay punto. Pero sé de algún jefe que tienemuy mal perder y ante el que hay quecallarse.

—Y con los chuletas del mus, ¿qué?¿Tienes sangre fría para aguantar susenvites?

—Claro, como no la voy a tener…—¿Prefieres el juego silencioso de

los vascos o el más alborotador de losmadrileños?

—El madrileño, sin duda. El musrequiere ruido y bulla.

—¿Eres muy “ordagueadora”?—Si, se me calienta la boca

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bastante. Sobre todo cuando ya llevo unbuen rato jugando.

—¿Cuántas veces has perdido losnervios?

—Creo que ninguna. No sirve denada en este juego.

—¿A qué hora prefieres jugar, almediodía o por la noche?

—Por la noche, sobre todo porquelos demás han comido y bebido más queyo y estoy en ventaja.

—¿Tienes pareja ideal y fiel?—No, la que en ese momento tenga

buen ánimo y ganas de jugar. Eso meimporta más que tener de pareja a unoque siempre gana.

—¿Te gusta jugar con señas? Y, por

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cierto, ¿haces señas falsas?—Señas falsas nunca, y sí me gusta

jugar con señas, pero me pescan casisiempre y no pesco las de los demásporque soy miope. Las señas y lavigilancia es parte del divertimento.

—¿Eres supersticiosa?—En el mus, no. En la vida, sí, todo

el tiempo.—¿Has jugado dinero alguna vez?—Nunca, es una ordinariez. Hay que

jugarse copas, la comida, una cena, lasentradas para un cine o un teatro, hastaun jersey si se tercia, pero nunca dinero.

—¿Has levantado partidas quedabas por perdidas?

—Claro, ésa es una de las ventajas

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del mus, que hasta el final no se sabequé acontecimientos pueden variar lastornas. Un acontecimiento además queno tiene nada que ver con la buenaentrada de cartas, sino con la magia delmomento y con la inspiración.

—¿Qué opinas del eslogan “siquieres ganar no te canses de pasar”?

—Eso dicen, pero en el mus no haymáxima que valga. Tampoco creo en lode que “jugador de chica, perdedor demus”, hay casos que demuestran locontrario.

—¿Qué te parece jugar con cuatroreyes, sin treses?

—Está bien para los vascos, tanserios. A mí me gustan los reyes y

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treses.—¿Cómo te sientes cuando tus

adversarios, al ganar, se suben a lamesa y cantan victoriaostentosamente?

—Los que ganan tienen todo elderecho a hacer lo que les apetece, paraeso ganan. Excepto pegar al contrario.Pero hay humillaciones peores que unabofetada, y en el mus hay expertos enpracticarlas y restregarte el resto de tuvida una derrota.

—¿Tienes alguna frase favorita delrepertorio del mus?

—Ninguna en especial, y todas almismo tiempo. El mus está siemprecuajado de lugares comunes a los que no

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escapa nadie.—¿Taberna ruidosa o pacífico

comedor de hogar?—Taberna, taberna. Bullicio y

público que jalee o abuchee.—¿Cuál es tu arma secreta?—No la puedo decir, no se pueden

dar pistas al adversario.—Díme el mejor jugador de mus, el

peor y el más loco de entre todos losque has conocido.

—No hay ninguno, todos tienenbuenas y malas tardes y noches. Heganado a los campeones de España y heperdido ante unos novatos.

—¿Te afectan los estados de ánimopara jugar o te olvidas de todo?

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—Te olvidas hasta de que existes.Por eso el mus es un juego excepcional.Lo cura todo.

—¿Notas diferencias entre losmuslaris del campo y los de ciudad?

—No, en todas partes cuecen habas.—¿Qué virtudes terapéuticas le

encuentras al mus?—Las citadas anteriormente. Cura la

depre, baja los humos, te olvidas deltiempo.

—¿Cuánto tiempo dedicas al mus?—Por rachas. Puedo estar meses sin

jugar y de repente dedicar una semanaentera. Depende de dónde estés, quéhagas y con quién estés.

—¿El mus te relaja o te excita?

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¿Cómo duermes después de una partidaapasionada?

—Relaja, relaja cantidad. Y seduerme bien incluso después de unasonada derrota. Porque siempre piensasque a la próxima los derrotados seránlos otros y te quedas tan pancho.

—¿Cuál es la partida más largaque has jugado?

—En el tren “Al Andalus”. Conbuenos jugadores, buena compañía,mucho bullicio, muchos amigos, muchosmirones haciendo comentarios… y unresultado que no digo.

—¿Cuáles son las virtudes de unbuen jugador de mus?

—El sentido del humor y el temple.

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—¿Te costó mucho aprender?¿Crees que es posible aprendermirando?

—Se dice que el mus es el únicojuego que no aprendes mirando, y esverdad. No te enteras de nada si notienes ninguna noción. A mí me loenseñó mi padre y remató la faena ellibro de Mingote.

—¿Juegas con mujeres? ¿Qué teparece la mujer muslari?

—Es tan buena como el hombre,como en todo. Las hay buenas y malas,igual que los hombres. Pero los hombresno lo saben, son los únicos que no losaben.

—¿Jugáis igual que los hombres o

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sois peores?—Esta pregunta sólo puede hacerla

un hombre, y no la pienso responder.—De los lances del mus, ¿cuál es tu

preferido?—Los pares.

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SEDANTE

“Para ser feliz en Madrid,fundamentalmente hay que ser jugadorde mus”, así de rotundamente se expresaLucio, uno de los taberneros “máscotizados” de la capital de España.Según él, “aunque se juegue en todaEspaña, el mus es un juego muy deMadrid, y aquí es donde mejor se juega,en especial en los barrios más castizosdel centro, donde ver a la gente mayores un auténtico espectáculo. La relación

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con los clientes en este sentido es unamaravilla, es un engranaje perfecto”.Lucio es de la opinión de que “altabernero que no deja jugar al mus, sinduda le falta algo para mantener sunegocio en Madrid”. Apostarse lacomida a una partida es algo que muyraramente deja de llevarse a cabo almenos una vez al día. Lucio asegura que“me gusta ganar incluso cuando meapuesto una peseta, porque de locontrario sufro mucho y me pongo deuna mala leche que no puedo remediar”.Reconoce que hay ocasiones en que sedeja ganar aposta por determinadosclientes, “tengo que hacer una pirulillade esas, porque hay algunos que tienen

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que ganar por narices”.Lucio define el mus como “el mejor

sedante para los hombres dominados porel stress, un desahogo, una salida y undisfrute que no tiene igual”. Se calificacomo “una buena persona que no juegamal, que lo hace bastante bien, pero queno es suertuda en el juego”. Subraya queaunque ha jugado en toda España,“incluso en los campeonatos que secelebran en la Costa del Sol”, sigueconsiderando a Madrid como la ciudaddonde mejor se juega.

Al practicar y contemplar estamodalidad de cartas es cuando, según él,“mejor se ve la forma de ser de lagente”. Acostumbrado a ser el anfitrión

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de muchos jugadores, Lucio afirma que“la clase social baja juega mucho mejoral mus, tiene mucha más astucia”. Susparejas preferidas son un amigo, QuiqueGarcía, y su hermano Fidel, aunquedestaca que su mejor resultado lo obtuvocon Paco Laína —ex-jefe de Seguridaddel Estado— de compañero, al quedarterceros en un campeonato.

Su máximo anhelo es, sin embargo,jugar de compañero con el Rey don JuanCarlos, “porque es simpatiquísimo entodos los sentidos y tengo entendido quees un buen jugador de mus”. De suspartenaires siempre recuerda con unasonrisa en la boca una expresión deSerafín Trueba —productor de cine—,

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“con el que quizás más me haya reído enuna mesa”, que al parecer respondió aun envite de un señor muy serio quetenía como rival: “Pato”. Al serpreguntado por dicho señor quésignificado tenía esa respuesta, Serafíndijo: “Pa-to puta madre”.

Lucio, seguidor del Atlético, alias“El Atómico”, reconoce que, a la horade poder elegir, no le gusta que le veanlas cartas, “me molesta tener a alguiendetrás”; que su jugada secreta es darsemus llevando 31, “aunque depende decómo vaya el tanteo”; y que lo que sueleapostarse son comidas, décimos delotería y viajes.

Precisamente para pagar los gastos

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de uno que pensaba realizar con unosamigos jugó hace unos años la partidade mus más larga de su vida.“Empezamos después de comer,continuamos después de merendar yseguimos al terminar la cena. Elobjetivo era recaudar dinero para unviaje, y al término de cada partida lapareja que perdía echaba dinero en unbote”.

Lucio destaca también el papel de lamujer en el mus: “Tengo dos o tresamigas que van a los campeonatos, unala señora de Cazorla, que lo borda”.Subraya que “ante una mujer no te tieneque doler perder, debes decir encualquier ocasión que te has dejado

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ganar”. Para él el mus es un relajanteperfecto “siempre que se jueguetranquilamente”, y es esa virtud, el sertranquilo, la que define como“fundamental” para ser un buen jugadorde mus. “Al loco siempre se le ve elplumero y se le caza rápidamente”.

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EL TORERODE LOS

TOREROS

“Pierde como si te gustara, ganacomo si estuvieras acostumbradoa ello”.

(Jonas Hitchcock a su hijo)

“Pierde y empieza de nuevodesde el principio no digas una

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palabra de tu derrota”.

Rudyard Kipling

Antonio Chenel Albadalejo, catedráticode mus y torero de toreros, haatravesado sus años, desde aquel 1934en que nació en Madrid, dando órdagoscomo cornadas. Tomo su alternativacomo matador en 1953. En los siguientesaños, la fama, el dinero, el éxito con lasmujeres y la realización de todos lossueños de un torero se hicieron realidad.En 1962, aburrido, dejó de torear; porno dejó de fumar ni de jugar al mus. Susidas y venidas de los ruedos se han

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sucedido desde entonces. A los 54 años,en la feria de Bilbao, brindó la muertede su segundo toro a Manolo Chopera,anunciándole que sería el último de suvida en España. De momento lo cumple.En la actualidad, “berrendito deMadrid” —como le conocen los íntimospor su blanco mechón— fuma suscigarrillos, envida lo que puede y quemala vida.

—¿Qué otros juegos practicas?—Practico algunos como el

chinchón o el subastado, pero el rey delos juegos es el mus, y, lógicamente, esal que más juego.

—¿Cuáles son las ventajasdiferenciadoras del mus?

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—Pues yo creo que es un juego enque puedes apostar una comida, unassimples copas y, además, admite labroma constante.

—¿Te apasionas mucho? ¿Tienesmal perder?

—No. No me apasiono demasiado.Prefiero que el temperamento lodesarrollen los contrarios para poderengañarlos mejor. No tengo mal perder,porque como decía anteriormente, es unjuego que permite la broma, que semetan contigo. Nunca he tenido unabronca. Con el compañero sí que hetenido roces propios del juego, que sitenías que haber pasado, que a quién sele ocurre echar órdago siendo postre,

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etc. Los distintos pareceres entrecompañeros siempre que se pierde unapartida. ¡Pero eso es tan bonito!

—¿Y tu sangre fría de torero?—Hay que tenerla, porque si no no

se puede ser jugador de mus. Muchasveces hay que envidar a lo que no llevaspara que los contrarios echen a lo queverdaderamente tienes y poder ganar unpuñado de tantos o la partida.

—¿Eres partidario del juego vascoo del madrileño?

—A mí me gusta el de Madrid,porque en el vasco no se permite hablar,ni mentir. Tienes que ceñirte a jugar conlas cartas que has cogido. En elmadrileño, en cambio, sin llevar nada

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puedes aparentar que llevas cuatroreyes, puedes decirlo a voces, y en losdemás está el creérselo o no. Creo queel hecho de poder utilizar cualquierrecurso para engañar a los rivalesengrandece el juego.

—Órdago.—El órdago en seco sí me gusta

echarlo, porque es el que gana losjuegos. Tanto a tanto, hay que ser muyregular. El órdago imprevisto, de golpe,es el que gana las partidas. Aunque nome gusta abusar de él.

—¿Has perdido los nervios muchasveces?

—¿Jugando al mus? Jamás.—¿Juegas mejor en la sobremesa o

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en la noche?—Me gusta jugar después de comer,

a ser posible lo que haya comido y unosdécimos de lotería si llega el caso.

—¿Tienes pareja ideal?—Si, El Fary es mi pareja desde

hace ya muchos años.—¿Eres mentiroso haciendo señas?—No, nunca. Hombre, si intuyes que

los que tienes enfrente están utilizandoseñas falsas, pues si son amigos lessigues la corriente porque te diviertes,pero de no ser así, me gusta utilizar yque utilicen las señas establecidas.

—¿Pero te gusta el juego con señaso sin ellas?

—Pues depende. Por regla general

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El Fary y yo nos hacemos pocas señas,nada más que en los momentosdecisivos. Por ejemplo, cuando estamosenvidando a chica ya estamos pensandoen el juego y en ese momento nospasamos la seña de 31, que es cuandohay que hacerla, ¿no?

—¿Eres tan supersticioso en muscomo en el ruedo?

—No. Por el juego en sí, no. Lo quesí me desazona es jugar con alguien quelleve una prenda de color amarillo. Misamigos, que ya lo saben, procuran nollevar nada de ese color, y si se trata deun desconocido, pues soy yo quien huyede la partida.

(Nota: el color amarillo es

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repudiado en general por todos lostoreros. Tan sólo admiten en ese tono lasvueltas de los capotes de brega, yalgunos, como Paula, ni siquiera eso, ylos encargan con el reverso de colorazul).

—¿Juegas dinero alguna vez?—Sí, acostumbramos a jugar una

rondita de lotería. Mil duros cada uno endécimos de lotería, pero nunca dinerocontante y sonante.

—¿Has levantado partidasimposibles?

—Si, muchas, y lo contrario tambiénme ha ocurrido. He tenido ganada unapartida y los contrarios, “in extremis”,con un órdago inverosímil, le han dado

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la vuelta.—“Si quieres ganar no te canses de

pasar”. ¿Es así?—No. No creo en esa frase. Yo al

revés; yo tanteo. Me gusta muchoenvidar a lo que no llevo.

—¿Has jugado con cuatro reyes,sin treses?

—Alguna vez sí. Precisamente en elPaís Vasco, pero no termina degustarme.

—Si se suben a la mesa pararestregarte una derrota, ¿qué piensas?

—Hombre, tanto como subirse a unamesa… Pero los hay que se ríen y tegastan bromas —algunas graciosísimasy ocurrentes—, que incluso te contagian

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la risa. Ese es uno de los privilegios queconlleva ganar una partida al mus. Elganador se mofa del perdedorsubestimándolo a sabiendas de que en lapróxima partida puede perfectamenteocurrir lo contrario.

—¿Tienes frases favoritas?—Muchas de las ya acuñadas y otras

nuevas que te inventas. En Madrid,como no se para de hablar,constantemente aparecen nuevos dichosque se extienden de partida a partida.Por ejemplo: “Este parece que tienecara de primo, échale cuatro o cincomás”; “Éste es como un río truchero. Nohay más que echar la caña y se tragahasta el sedal”; “No sabe ni tenerlas”…

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Todas esas cosas que se dicen… “Jefe,ponga agua a calentar que vamos adesplumar dos pollos”…

—¿Restaurante o casa? ¿Ruido osilencio?

—A mí me gusta jugar en elrestaurante. O antes o después de comerpara jugarnos la comida. El mus no es unjuego serio, hay que practicarlo parapasárselo bien, divertirte,independientemente de que ganes opierdas. Eso es lo de menos.

—¿Cuál consideras que es tu armasecreta?

—La simulación. Tratar por todoslos medios de que el contrario nuncasepa qué llevo realmente. Creo que esa

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es la gran baza del jugador de mus.—El mejor jugador, el peor y el

más loco.—Para mí el mejor es El Fary, y el

peor, muchos. A diario conoces malosjugadores que al tiempo son grandesfantasmas. El más loco también de todoscuantos he conocido es El Fary. Es, másque loco, sorprendente. Nunca terminasde cogerle el aire.

—¿Ayuda el mus a olvidarse detodo?

—Sí, ayuda a evadirse. Recuerdoque cuando estaba en activo, en día decorrida, por San Isidro, me metía en elhotel y no salía, pensando siempre en eltoro… pero si echaba una partida al

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mus, me olvidaba de todo.—¿Notas diferencia entre

jugadores de campo y de ciudad?—Sí, se nota. La gente de campo es

más observadora. No es “reguladora” detantos como decimos nosotros. Juegamucho al despiste.

—¿Tiene virtudes terapéuticas elmus?

—Efectivamente. Viene bien paraevadirse y es también un pretexto parareunirse y hablar con los amigos defútbol, de toros, etc. Pero eso sí, nuncajugándose el dinero. Alguna, rara vez, lohe hecho, y no es divertido porque enese supuesto no puede existir la broma.Se mata la gracia del mus.

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—¿Cuánto tiempo dedicas al mus?—Depende, porque hay días que se

juegan diez o doce partidas, y eso esdemasiado. Yo creo que se pueden jugartres o cuatro partidas. Eso entra dentrode lo normal.

—¿Duermes mejor después deperder o de ganar?

—A mí no me afecta, para nada,perder o ganar. Ya he dicho que, al nomediar apuestas de dinero, lo entiendocomo un divertimento y no como algovital.

—¿Cuál ha sido tu partida máslarga?

—Pues creo que una que se empezóa alargar, alargar, y duró algo más de

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dos horas.—¿Cuáles son las mejores

condiciones para un jugador de mus?—¿Condiciones ambientales? El

sitio quizá sea lo de menos. Lo másmolesto es el mirón. El mirón que no escapaz de callarse y mete baza con másfrecuencia de la deseada. Ése sí quedistorsiona el buen ambiente de lapartida. Pero a veces son inevitables.

—¿Dónde aprendiste a jugar?—Yo aprendí de los toreros. De

pequeño, como lo que yo quería eraestar a su lado y verlos torear… Para míun torero veterano era un dios. Yo ibaentonces con ellos y los veía jugar, y asíme fui iniciando, y ellos fueron

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explicándome los lances del juego,porque si no no hubiese cogido onda.Aprendí de todos. Los miraba calladitomientras jugaban y así fuifamiliarizándome con las señas… Todosaportaron algo. De modo que mirandomucho y con algunas explicaciones,aprendí la mecánica del mus.

—¿Qué me dices de las mujeres?—No me gusta la mujer jugando al

mus por regla general, tienen un carácterdistinto a los hombres. No admiten lasbromas con el mismo talante. He jugadocontra alguna, pero lo hago más cortado.

—Y por último, de los lances delmus, ¿cuál es el que prefieres?

—Las partidas se ganan con los

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pares y el juego. Son las jugadas clave.Pares y juego son determinantes. Grandey chica son jugadas de tanteo que seutilizan para despistar.

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UNCAMPEON

DELMUNDO

Campeón del mundo en 1974 y trofeo“Órdago de Oro” en 1983 al mejorjugador del mundo. Juan Herrero,“Juanito” para todo el que le conoce.Este madrileño afincado en Segoviacontinua a sus 78 años dando clases demus en el casino y en su restaurante de

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la ciudad del acueducto.Ya no viaja a muchos torneos —su

última aparición importante fue en elCampeonato del Rey, en el que entre 155parejas quedó quinto. “Ya no estoy parair de ciudad en ciudad viajando denoche por carretera”.

Don Juan Herrero afirma queaprendió a jugar al mus en Madrid,cuando era medidor de vino en unataberna de la calle Fuencarral. “Despuésque llegué a esta ciudad en 1939 mioficio, aparte de trabajar, era el deenseñar a jugar al mus”. Para él, estejuego de naipes es “el más bonito que seha inventado”. Llega incluso a indicarmeque “sería oportuno que se enseñara a

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jugar al mus a los niños en el colegio”.Él ya practica con el ejemplo

jugando de compañero con su nieto desiete años, al que le enseña que loprincipal en este juego es saber perder.“Hay que tener un perder fenomenal, quete puedan decir, como pasa en mi caso,que no saben si has ganado o perdido”.Juan Herrero subraya que “el mus debeservir sobre todo para hacer amigos,pensando cada vez que juegas conalguien que vas a hacer dos nuevosamigos”. Por eso a él le da igual quiénsea su pareja, “cada tarde cuando voy alcasino a echar la partidita echamos acartas para ver cómo vamos”, aunquerecuerda a Manuel Díaz Miguel

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Moraleda —hombre que de secretariodel Gobierno Civil de Segovia llegó aGobernador de la provincia—, como elhombre con el que más y mejor jugó,pese a que no ser con éste con quien seproclamó campeón del mundo.

“Juanito” dice no ser en modoalguno supersticioso, “no cambio lassillas ni la baraja, tan sólo pienso que sino entran buenas cartas ya acabaránviniendo”, y tampoco le gusta hablar enla mesa, “prefiero escuchar a loscontrarios y descubrir de esta forma eljuego que llevan”. Reconoce que en elmus “todos somos un poco faroleros”,aunque confiesa que también pierdealguna vez, “cuando esto sucede ocurre

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igual que cuando lo hace el Madrid en elfútbol, que todo el mundo quiere quepierda porque al menos en teoría se leconsidera el mejor, y disfrutan muchocontemplando este hecho, lo que mehace sentirme feliz por verles pasar unbuen rato”.

No tiene jugadas preferidas, aunqueallá donde juegue son famosas frasessuyas como “veinticinco más” o“mándamelo cortar”. Afirma que enMadrid es donde mejor se juega, “haycantidad y calidad al mismo tiempo”,seguida de la zona del País Vasco y lapropia Segovia, “en proporción a laescasa población que hay”. Por elcontrario no le gusta mucho el mus que

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se practica en Santander, “porque allí esdemasiado serio, sin tan siquiera dejartiempo para pensar nada”.Individualmente no se atreve a destacarlos mejores jugadores del país, “puescitaría a algunos y otros, tan buenos omejores, me dirían que por qué no leshabía mencionado”.

Para este campeón del mundo “el serintuitivo y el no jugar tan sólo conbuenas cartas” son las mejorescondiciones que debe reunir alguien quequiera ser considerado buen jugador demus. Eso y tener fe, “yo siempre piensoque voy a ganar cuando me siento a unamesa y, aunque vaya perdiendo pormucho, suelo acabar ganando”. En este

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aspecto aún recuerda la semifinal delCampeonato del Mundo programada acinco juegos y que iba perdiendo por 0-4: “No perdimos la esperanza y cuandonos pusimos 3-4 ellos se vinieron abajoy acabamos ganando 5-4. Aquélla fue lapartida más emocionante que hejugado”. En la final de aquel torneoprotagonizaría también una de susjugadas más arriesgadas, “gané unórdago a pares con dos sietes”.

Juan Herrero considera que “lasmujeres son las más difíciles de ganar,porque, como en todos los terrenos, sonlas personas más inteligentes”. La razónque argumenta para esta afirmación esque “piensas que no se van a echar

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faroles y luego te revocan con todo”. Sinembargo, no cree que uno se tenga quesentir peor si pierde ante una mujer,“aunque, como tienen más amor propioque los hombres, ellas sí se cabrean silas gana otra señora”. Su único lamentoen esto del mus es “no haber podidojugar en la Luna”.

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LA NUEVAGENERACION

“Casarse es malo para los queaspiren a jugar bien al mus”.

(Anónimo)

Antonio Mercero junior, 22 años, de lanueva generación de musistas. Aprendióa los 10 o 12 años. Es periodista. Tieneingenio y juega muy bien al fútbol, en

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segunda regional. Es hincha de la RealSociedad; como a su padre, le gustamucho el cine, pero más comoespectador.

—¿Eres jugador sólo de mus?—Practico todos los juegos de

cartas, en especial el póker, el tute y, porsupuesto, el mus. Suscribo la frase deque “todo muslari que se precie estápreparado para jugar a cualquier hora yen cualquier situación”.

—¿En qué se distingue el mus deesos otros juegos que practicas?

—El mus se distingue de otrosjuegos en el fuerte componentepsicológico que tiene, en la complicidadque se establece con la pareja, ya sea

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por medio de señas o por lacompenetración que concede laexperiencia, y, por encima de todo, porla magia.

—¿Tienes mal perder? ¿Organizasbroncas si pierdes?

—Detesto perder al mus, perodisimulo muy bien. No recuerdo habertenido broncas, pero si alguna discusión(siempre hay algún espabilado que sequiere apuntar un tanto de más).

—¿Tienes sangre fría para soportara compañeros temerarios y adversariosfanfarrones?

—No sólo tengo sangre fría, sinoque considero que es una cualidadesencial para jugar al mus.

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—¿Juego vasco o madrileño?—Estoy acostumbrado a la fórmula

madrileña, pero el mus es mus en todaspartes.

—¿Eres ordagueador?—¿Ordagueador? Sólo lo necesario.—¿Cuándo juegas mejor, al

mediodía o por la noche?—Prefiero las partidas de

sobremesa, pero he jugado más vecespor la noche. Me permito la fantasmadade decir que juego igual de biensiempre.

—¿Tienes pareja ideal?—Tengo una pareja ideal, mi amigo

Paco, un tipo bravucón, muy honesto.Puedo presumir de no haber discutido

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con él nunca en una partida de mus.—¿Cómo te sientes con cuatro

reyes en las manos?—He cogido cuatro reyes varias

veces. Se le puede llamar suerte, perotambién hay que saber sacarle elmáximo jugo a este tipo de jugadas.

—¿Te enfada que los contrarioscelebren su victoria con brincos,canciones y proclamas?

—No me molesta, pero yo,personalmente, celebro las victorias conmás sobriedad.

—Tu frase favorita.—Me gusta echar las de

Villamantilla (dos a grande, tres a chicay a pares una manilla, o sea cinco) y las

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de Hontanares (dos a grande, tres achica y cinco a pares).

—¿Prefieres para jugar un sitioruidoso o uno tranquilo?

—Mientras escuche a los jugadoressin forzar el oído, me da igual.

—¿Quién es el mejor jugador quehas conocido?

—Un tipo de un pueblo deSalamanca que me ganó una vez en abrilde 1983.

—¿Te afectan los estados deánimo?

—Suelo tener una disposiciónexcelente para jugar al mus, pero…

—¿Son mejores los de campo o losde ciudad?

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—No recuerdo haber jugado congente de campo.

—¿Es el mus un buen psiquiatra?—El mus puede curar depresiones,

pero, ¡ojo!, puede acentuarlas.—Tu partida más larga.—Una final de un campeonato local,

jugada al mejor de cinco vacas.Disputamos 25 juegos, y perdimos.

—¿Cuáles son las cualidades quedefinen a un campeón?

—Paciencia, experiencia,imaginación y saber tragarse el orgullo.

—¿Cómo aprendiste a jugar?—Aprendí de pequeño. Me enseñó

mi padre antes de que se le olvidara.—¿Y las mujeres? ¿Qué tal te llevas

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con ellas en la mesa de mus?—Aun a riesgo de pecar de

machista, no me gusta jugar con mujeres.Conozco una que no juega mal: la mujerde Luis Solana, Cuca.

—¿Juegan mejor o peor que loshombres?

—Por lo que yo he visto, las mujeresson muy conservadoras, no exponenpiedras y deslucen el juego. Más de unavez he notado que se cansan de lapartida, que la viven con pocaintensidad.

—¿Cuál es tu lance preferido?—Me entrego en cuerpo y alma a

llevarme el juego, porque es el que máscotiza. Pero muchas veces las piedras

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del juego están en relación con lo quehaya sucedido en los lances anteriores.En este sentido le concedo a todos lamisma importancia.

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IRIONDO YGAINZA

IRIONDO

Zarra no juega al mus. Lo intentó en unaépoca, pero, a pesar de regentar unrestaurante en Munguía, el autor del golde Rio está jubilado del órdago. Hejugado alguna vez con Di Stefano. ¡Quécarácter!

Por aquello quizá de haber estadodurante gran parte de su vida vinculadoa un juego de hombres, como es el

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fútbol, Rafa Iriondo, integrante de lahistórica delantera del Athletic —junto aPanizo, Gaínza, Zarra y Venancio—,afirma que, en lo que se refiere al mus,“cuando me toca perder prefiero hacerloante hombres que ante mujeres”. Sabe dealgunas que juegan muy bien. Pertenecea la fina escuela de mi pueblo Gernika.Siempre ha sido un estilista, dentro yfuera del campo.

“El mus es muy entretenido”, medice. Aún recuerda con nostalgia laspartidas en las concentraciones. “Sejugaba mucho al mus”. De loscompañeros de mesa, cita a Gaínza, quetenía fama de buen jugador.

El que fue gran extremo del Athletic

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asegura que no tiene mal perder,“aunque nunca gusta”, y reconoce quetan sólo puede “mosquearse” algo másdependiendo de lo que esté en juego, unacena, por ejemplo. Le da igual tener porcompañero a uno u otro, pero sí prefiereen cambio jugar en un sitio confortable,“donde no haya ruido y se pueda unocentrar en el juego”.

Rafael Iriondo es de los que noconfiesan jugadas preferidas a priori,“todo depende —dice— de las cartasque te vayan viniendo”. “Me gusta másesta modalidad del País Vasco en la quelas señas son vitales, por mucho que tearriesgues a que te puedan pillar si nolas haces muy bien. El juego ese típico

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madrileño en el que se habla tanto y semiente, es algo que no me parece justo”.

“PIRU” GAINZA

El “maestro” del mus que definíaIriondo, “Piru” Gaínza, “el gamo deDublín”, sigue enamorado de este juegode cartas. “Casi todos los días echo lapartidita”, pese a haber transcurridomuchas décadas desde que aprendió lasreglas. “Empecé a jugarlo a losdieciocho años. No me costó muchoporque desde el primer instante empecéa practicarlo con asiduidad”.

Gaínza define el mus como “un juegobonito que es de envite y de K.O”.,

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fórmula de competición en la que másdestacaba el Athletic del que formóparte. “Jugábamos muchísimo, tanto enlas concentraciones como en losdesplazamientos, e incluso en los díaslaborables”. De aquella época no sóloeran importantes para él los choquescontra el Real Madrid en el terreno dejuego, sino también encima de la mesa,“los del Madrid jugaban mucho al mus yyo y algunos compañeros del Athleticechamos bastantes partidas contra ellos,con resultados parejos, unas vecesganaban ellos y otras nosotros”.

Pese a aquellos encuentros con losmadridistas, Gaínza recuerda como granmuslari a Aparicio, el central

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internacional del Atlético de Madrid.“Es sin duda uno de los mejoresjugadores que he conocido”. Norecuerda a su más poderoso rival, “hansido demasiados los que me hanpropinado palizas muy fuertes”.

El que fue gran extremointernacional del Athletic asegura que elmus le relaja. “Como otros muchosjuegos de cartas es una expansión, algoen lo que todo el mundo debería emplearcuando menos una hora al día”. Para serun buen jugador de mus “hay que seralgo inteligente y saber tener bien lascartas”.

Cosa notable del juego es que losequipos de fútbol sigan practicando esta

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especialidad. “Según tengo entendidoson muchos los clubes que inclusoorganizan campeonatos en lasconcentraciones”. Gaínza se definecomo buen perdedor. “Me cuestareconocerlo, pero no siempre gano”.Sobrelleva con resignación lasbravuconerías de la pareja rivaltriunfadora, “porque una de las cosasmás bonitas de este juego es todo esoque empieza cuando termina la partida,el que te digan que te han sacado tantasfichas, que te han ganado con doscuatros…”

“Piru” afirma que, al igual que enotros aspectos de la vida, no es en modoalguno supersticioso, y subraya que

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“para jugar me da igual un sitio que otro,incluso lo haría en el monte, con tal depasar un rato agradable”. A diferenciade Iriondo, Gaínza destaca que le daigual perder ante un hombre que ante unamujer, “no he jugado mucho contra ellas,ni puedo decir si lo hacen muy bien omal, pero desde luego que tengo claroque las que hayan decidido jugar al musterminarán por hacerlo muy bien, pues lamujer siempre destaca en todo lo que deverdad pretende conseguir”.

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JUANGOMEZ

“JUANITO”

Era un apasionado del mus, tanto o másque del fútbol. El que fue internacionaldel Real Madrid aprendió con Dani, delAthletic de Bilbao, durante unaconcentración de la selección española.Así logró ponerse a la altura de losases: Di Stefano, del Bosque, Amancioo Marquitos. Ya en sus comienzos como

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musista Juanito afirmaba: “Las personasque tienen arte lo tienen para todo.Como me considero un jugador con arte,si lo aplico al mus, pronto seré un buenjugador. Si conozco a los contrarios megusta jugar con mucha alegría, juego unpoco fantasma y me gusta tirarmemuchos faroles. Si no conozco a losrivales, juego con el máximo respeto”.

La primera partida que perdió fue enuna concentración, contra Quini yArconada “que eran dos monstruos”.Juanito afirmaba que en lasconcentraciones se jugaba sobre todo almus. Después, al julepe, al tute y a labrisca. Cuando Juanito perdía unapartida le pasaba lo mismo que le

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ocurría en el terreno de juego: echabalas patas al aire y arremetía contra elárbitro. Luego se calmaba y en la casetalas aguas volvían a su cauce. Hastanueva orden.

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MUS DEALTA

MONTAÑA

Don Manuel Gómez de Pablos tiene unimpresionante “currículum”. Es DoctorIngeniero de Caminos, Canales yPuertos, ha sido Presidente deIberduero, es Presidente de Honor deIberdrola, empresa eléctrica españolaque cubre el 44% del sector. Hapresidido el comité organizador del XV

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Consejo Mundial de Energía. Desde1986 es Presidente del Consejo deAdministración del PatrimonioNacional. Tiene un montón decondecoraciones y en 1984 fuenombrado “Mejor empresario del año”por la revista Mercado. Le premiaroncon el “Juan Lladó” de la FundaciónOrtega y Gasset en reconocimiento de lamejor labor empresarial y cultural. Esono es nada si consideramos un título delque esta especialmente satisfecho, el de“Subcampeón mundial de mus de altamontaña”.

—¿Puede definirnos su técnica demus?

—La técnica varía según los

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contrincantes. No me gusta confesar mismétodos para no dar pistas a loscontrarios. Suelo aplicar la técnica de“a la mano con un pimiento”.

—¿Qué es lo que más le gusta delmus?

—El ambiente grato que se suelecrear alrededor de una mesa de mus.

—¿Los mejores jugadores que haconocido?

—He encontrado todo tipo dejugadores en todos los ambientes.Recuerdo con especial admiración a uncarnicero de Villaviciosa de Odón.

—¿Ha interrumpido algún Consejode Administración para echar lapartida?

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—No, nunca. Separo muy bien eltrabajo del juego.

—¿Juega sólo al mus?—Sólo juego al mus.—¿Qué distingue…?—Su clima relajado, campechano y

bromista.—¿Es temperamental…?—Suelo ser frío. No tengo mal

perder y nunca he tenido una bronca acausa del mus.

—¿Tiene sangre fría?—Tengo sangre fría y además me

hacen mucha gracia los comentarios.—¿Prefiere el juego vasco…?—Estoy acostumbrado a jugar en

todos los ambientes y me acoplo bien a

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los dos.—¿Es muy “ordagueador”?—Lo justo.—¿Juega mejor al mediodía o por

la noche?—Por la noche, sin prisas.—¿Tiene pareja ideal?—No.—¿Hace señas falsas?—No hago jamás señas falsas.

Prefiero jugar sin señas, ya que es másrelajado.

—¿Es supersticioso?—Nada.—¿Se ha jugado dinero?—Sí. En cantidades muy pequeñas

(como mil pesetas).

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—¿Ha levantado partidas que dabapor perdidas?

—Por supuesto. Y es de las cosasmás emocionantes. Conseguir hacer la“carrera del señorito” es de lo másgratificante.

—¿Cree en el eslogan “no tecanses de pasar”?

—No demasiado. Prefiero un juegomás agresivo.

—¿Ha jugado con cuatro reyes?—Muy pocas veces. Prefiero la

fórmula de ocho reyes.—¿Le molesta que los ganadores se

choteen de usted?—No me molesta lo que hagan los

rivales después de ganarme.

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—¿Tiene frases favoritas?—Tengo una que me divierte: “Con

tres ases de primera, corta el mus yvocifera”.

—¿Le importa el sitio donde sejuega?

—No me importa demasiado, peroprefiero jugar en una casa (la mía o demis amigos).

—¿Cuál es su arma secreta?—Disimulo bastante bien mi jugada.—¿Quién es el musista que más le

ha impresionado?—Entre los mejores jugadores que

he conocido, aparte del carnicero queantes mencioné, está mi amigo “Elgüero”, José Gómez-Acebo. El peor me

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lo callo. Y la más loca, mi mujer.—¿Qué es lo que más le gusta del

mus?—Que es un estupendo

desconectador de problemas.—¿Nota mucha diferencia entre la

técnica urbana y la campestre?—Sí. Suele jugar mejor la gente del

campo.—¿Cuánto tiempo dedica al mus?—Menos del que quisiera.—¿El mus relaja?—El mus me relaja. Siempre duermo

divinamente.—¿Cuál es la partida más larga

que ha jugado?—Más de una noche la he pasado

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entera jugando al mus.—¿Qué condiciones son necesarias

para triunfar en esto?—Frialdad, rapidez de reflejos y

buena labia para liar al contrario. Notuve maestros. Al mus se aprendejugando.

—De los lances del mus, ¿cuál essu preferido?

—El “pase negro”.

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EL FARY

PASA TORITO, AY, TORITOGUAPO, PASA TORITO…

Entre las personas que consideran elmus como algo más que un juego decartas está El Fary. El cantante aseguraque “las tres cosas más importantes quehay en mi vida son mi familia, micarrera profesional y mi partidita demus, sin alguna de ellas no tendríasentido la vida para mí”. No es que se

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pase todo el día jugando al mus,“afortunadamente me ruedan bien lascosas y el trabajo me tiene bien atado”,pero sí destina buena parte de su tiempolibre a este juego: “Si tengo seis horaslibres, cuatro son para mi familia y dos,como mínimo, para el mus, porque asípuedo tomar contacto con los amigos yguardar una buena relación”.

Como “profesional” y por tanto“fantasma” de la materia, reconoce quetodo el mundo se cree que es superior alotro. “Es como los cazadores, que todosdicen que han cobrado las piezas másgordas”. El Fary asegura que supromedio está en torno al 80% devictorias y apenas un 20% de derrotas.

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“Esto último es tan improbable que lesdigo a los que lo consiguen que sudesgracia es que si van contando por ahíque han ganado al Fary, nadie les va acreer”. Reconoce que hay muy buenosjugadores, como el concejal ÁngelMatanzo, Ariste o José Luis Crespo.

El Fary asegura que no tiene malperder. Sostiene bien las bravatas de loscontrarios cuando estos ganan, “perocomo soy muy temperamental me gustadiscutir las jugadas en la mesa y a vecesme enfado con el compañero”. Se definecomo “un dictador” en el mus, “pues megusta llevar la batuta, y si se le escapaalguna jugada a mi compañero tengo mispequeñas broncas”. Subraya que “lo

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bueno que tiene este juego es que alminuto, una vez que te levantas de lamesa, todo son abrazos y buena armoníaentre los jugadores”.

Para el cantante y ex-taxistamadrileño, “donde verdaderamente seha inventado el mus, y donde mejor sejuega es en Castilla”. Lo que a él no leimporta es el sitio donde poder echarunas manitas: “Puedo hacerlo hasta enun banco del Retiro en una noche deinvierno”. Admite que es en este juegodonde únicamente sale a relucir su venasupersticiosa: “No creo en lo del trece,ni en el color amarillo, pero sí en laspersonas positivas o negativas. Hayalgunos que se te ponen al lado y, no sé

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si por la mentalidad que llevas o porqué, no hay forma de hacer nada”.

Su “arma secreta” es “largar muchopero sin perder el hilo”, y reconoce queen el mus “la psicología es muyimportante, sobre todo para saber losgestos del contrario, descubrir si haligado no”. Estas condiciones no se dancon frecuencia para El Fary entre suscolegas de profesión. “Hay muchosmembrilletes”. Destaca entre ellos aManolo Escobar, “se las da de que juegabien, pero pobrecito mío, cada vez quele cojo lo mondo. Quiere jugar a minivel y ya le he dicho que le tienen queganar muchas partidas para que al menospueda llegar a perder por 3-1 conmigo”.

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El Fary define a la mujer muslaricomo “un lince, muy conservadora ypeligrosísima, como en todo”. Según elcantante, “con ellas hay que tener muchocuidado, porque no se tiran un farol niqueriendo, algo que me sienta muy mal.Siempre van al cinquillo y te ganan abase de machacarte, como acabanganándote en todo”. La pareja ideal espara él “aquella que sea capaz deadaptarse y que consulte siempre lajugada conmigo”, aunque sientepredilección por Antonio Chenel“Antoñete”. Nos acoplamos muy bien,pero quizá también lo haría concualquiera que sepa tenerlas y consulte”.

“Mañana te vas a casar con otro que

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no soy yo…”

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SINPENSAR

Intenté enseñarle a jugar al mus pero no“tragó”. Francisco Umbral se negó asucumbir al vicio nacional. Tan sólojuega al parchís. Yo creo que el autor de“Mortal y rosa” tiene poca paciencia.Aprenderá cuando entre en la Academia,donde ya hace años que debería estar.En cambio en el parchís es brillante yjuega partidas muy duras con su amigoRaúl del Pozo.

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“El mus, me dice Paco Umbral, essaludable, un juego de pobresrecuperado por los ricos. En este país laaristocracia ha bebido siempre delpueblo. El mus me parece un juegohonrado y de casino. Mientras jueganhablan del tempero y esas cosas. Eshonestamente vicioso. Yo aprendí alpóker en mi juventud pero me aburríamuchísimo. Lo dejé. Me decidí aescribir porque no hay que pensar. Losescritores que piensan, la cagan. Meaburre pensar y no juego al mus porquehay que pensar. Hay que escribir sinpensar. Me gusta el parchís porquedependes del dado, del gran azar”.

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¿DOSCARAS?

Fernando Jáuregui, cronista político, deSantander. Su mus es un compromisoteológico entre Santander y Madrid.Periodista inquieto, culto, atento a todo,le vemos por Tele 5 donde desgrana,como en sus artículos, su visión irónicadel mundo y de la vida. Este testimoniode Jáuregui es un homenaje a la escuelacántabra.

“Dice Manu Leguineche que, en sus

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encuestas particulares, los cántabrosaparecemos como los mejores jugadoresde mus. Es la primera noticia que tengosobre el tema, pero no me extraña; a lossantanderinos se nos achaca el tener doscaras, y eso es bueno para el despisteque se necesita imponer al adversario.Me dicen incluso que Juan Hormaechea,mezcla —como yo mismo— de cántabrocon ancestros vascos, es un musolari deprimera categoría. Lo ignoro, y dudo,además, que pueda algún díacomprobarlo: Hormaechea y yo tenemosun pacto tácito de no sentarnos juntos, nienfrente.

Sí me he sentado en la misma mesade juego con otros muchos políticos: en

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los de verdadera raza, he observadosiempre un afán implacable por ganar.Mientras la mayor parte de los mortalesjugamos por el placer de jugar, elpolítico lo hace para acumularamarracos. Es una tendencia innata enél. Comparten esta obsesión con micompañero de profesión y amigo JuliánLacalle, el gran corresponsal político deDiario 16, quien, sin duda de tanto jugarpartidas vespertinas con diputados a lasalida del Congreso, ha aprendido nopoco de esa infatigable voluntad devictoria, cuya carencia nos ha perdido—ay— a otros tantas veces ante eltapete verde.

Si tengo que recordar a un político

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en la mesa de juego, siempre me viene ala memoria Agustín Rodríguez Sahagún,con cuya amistad me honré. Con Agustínjugamos algunos periodistas partidasmemorables, en el “txoko” de EuskalEtxea, junto a las Cortes, en LaCarmencita —donde, por cierto, a él lecobraron el cristal de una mesa querompí yo de un puñetazo tras ciertamano particularmente desafortunada—,en la propia casa del fallecido alcalde,mientras Rosa nos ofrecía cerveza yaceitunitas. Era un jugador de raza,ponía el mismo ímpetu en un falsoórdago a la grande que en la aceleraciónde las obras de un paso subterráneo. Sialgo siento, al margen de no haberle

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devuelto nunca —al final, siempre faltatiempo, Agustín, hermano— el importede aquella mesa destrozada, es no tener,en mi colección de (mal) musolari, unafotografía con él en la tabla redondadonde, con Lacalle, tantas veces nosganó a Julio Fernández, de Colpisa, y amí.

Sí tengo, y en lugar de honor en elsalón de mi casa, una imagen enmarcadaen la que puede verse, por detrás, laimplacable calva de Carlos Dávila, otropsicópata del mus, como yo mismo,formando pareja con él, como AdolfoSuárez, recogiendo sonriente losgarbanzos que nos había robado a losdos periodistas. O como… Chus Viana,

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el cuarto jugador. Puede comprenderseque si esta fotografía me acompañasiempre, por muchos cambiosdomiciliarios que vaya sufriendo a lolargo de mi vida, es porque en ella estáChus. A los demás también les quiero —y a Carlitos Santos, de Cambio 16, queestá de mirón, pero nunca callado—,pero a Chus le admiré. Jugó al mus, enaquella tremenda campaña electoral de1982, en la que aprendí a conocer aAdolfo Suárez —me tocó seguirle, pasoa paso, mitin a mitin, durante todo unmes—, jugó al mus, decía, como vivió.Generosamente, sin red. Jugándoselotodo. No para ganar, sino paradivertirse, y divertir a quienes con él

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jugaban o vivían.¿Y Suárez? Suárez es un perdedor

con las cartas en la mano, pero nunca loadmitirá. El cree que gana. Y cuandopierde, echa la culpa a José RamónCaso, si forma pareja con él. Sucede queCaso es un ídem, un muñeco a la hora decoger las cartas, un buen tipo que nopuede olvidar que lo es cuando juega —y ya se sabe, hay que convertirse en unmister Hyde a la hora del órdago falso ydel pase negro—.

He jugado, claro, con bastantes máspolíticos, me gusta particularmente elestilo algo barriobajero de ManoloNúñez, el ex-ministro con UCD, hoydiputado leonés por el PP. Sobre todo,

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cuando te dice eso de “dos que te meto,Aniceto, en la boca del metro”signifique la expresión lo que signifique,que vaya usted a saber. Manolo es unpoco de la escuela de Agustín, de Chus,incluso del duque. No en vano fueronuña y carne tanto tiempo.

Ramón Aguirre, aquel diputado,también del PP, que se atrevió adenunciar los innecesarios viajesturísticos de sus compañerosparlamentarios, lo que le costó casi serdeclarado indigno, es más bien del tipochuleta y prepotentón, pero se le nota labonhomía a la segunda mano, y ahí esdonde empieza su ruina.

He jugado con los del CDS —y con

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los de UCD, mientras la UCD fue—, conlos de AP, y luego PP, con los delPCE… Había, que hay, una suerte decamaradería que empieza donde eltrabajo acaba, en la mesa no se habla depolítica, y el que hable de política novolverá a jugar, porque no es un fanáticodel mus. No se piden mercedes, niinformativas ni de las otras. No haycontubernios. Al día siguiente, cada unovolverá a estar en lados diferentes delmostrador. Los del PSOE no juegan conlos periodistas —Lacalle me cuenta lomal que lo pasó Virgilio Zapatero unavez que sus compañeros de partido yescaño le sorprendieron jugando condos periodistas. Nunca repitió—.

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Incluso nos miran con extrañeza cuando,en los seguimientos de las campañaselectorales, formamos timba entrenosotros. Será porque los jefes sonandaluces, y tienen poca tradición en lacosa. Pienso que será por eso”.

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CUIDADO,NO VAYA ASER QUE

TE LATRAGUES

Ignacio Medina, acreditado gastrónomo,me dice lo siguiente: “Soy conocido,junto con Paco García Marquina por serel único jugador de mus al que le gustaperder. Mi natural bonanza me empuja a

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la buena acción de cada día, y noencuentro actividad más reconfortanteque proporcionar al prójimo diezminutos de felicidad en la vida. Cuestamuy poco conseguir que un amigo serealice pensando que sabe jugar a lascartas.

Mi segunda ocupación consiste enescribir de comida y de vinos. Hedirigido las revistas Club de Gourmetsy Gran Reserva; entre partida y partidasaqué tiempo para escribir un librotitulado Los ritos del lujo; ejercí decrítico de restaurantes en dos diarios, ElPaís y El Sol, hasta que fui despedido(seguramente porque me descubrí yquedó muy claro que me estaba dejando

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ganar por los dueños). Ultimamente heencontrado acomodo en la revistaPanorama y viajo todas las semanas aBilbao. Allí aprovecho para hacer unprograma de cocina con KarlosArguiñano, en el circuito regional deTVE, mientras intento desentrañar losmisterios del mus de cuatro reyes.

Estoy convencido que ando en lo dela cocina y los vinos (eso de lagastronomía es tan equívoco como laseña del punto) por culpa del mus. Misamigos eran jugadores de sobremesa,horario sobre el que casi nadie estácomprometido a dar explicaciones encasa. Si quería seguir perdiendopartidas de mus estaba obligado a

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compartir sus comidas en las tascas,chigres y casas de comidas máspeculiares.

Tardamos muchos filetes empanadosservidos sobre un baño de aceite, milesde patatas fritas acartonadas y de gustorancio, y decenas de aguachirlis, hastaque dimos el salto a la gloria de laspartidas del viejo Frontón o de Lucio. Elcambio en el condumio fue tan aparatosoque un día, sin duda obcecado por lassecuelas de un órdago ganado a chicasin un sólo pito, pensé que habíaalcanzado la gloria. Y decidí quedarmeallí, entre chuletones, besugos a ladonostiarra, cazuelas de callos ycapones en pepitoria. Y aprovechar el

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calor de la enésima revancha paraintentar que me saliera de balde.

Desde entonces se ha ampliadonotablemente el campo de acción. Hejugado partidas multitudinarias en sitiostan dispares como Cabo Mayor, el Clubde Golf de Santander, el desaparecidoDolfins, El Teletipo, Casa Julián deTolosa, Los Asturianos, Morales, Luján,Riocroo, Río Neira, Juanito, Belia,Pedroñeras o Casa Mundi, cuyas puertasme fueron abiertas por Leguineche. Lacomida antecede siempre a las cartas,nunca la precede, a no ser que se iniciesesión continua.

Empecé jugando en sobremesadiurna, pero prefiero la nocturna. El

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exceso de comida, al contrario de lo quesucede con las copas, no es bueno parajugarse tanto como va en una partida.Hay además razones operativas.Después de comer te puedes quedar ajugar en cualquier tasca, pero siemprehay alguien que antes de dos horas seacuerda de su familia. Y hay más,apenas pasarán cuatro horas antes deque empiece el turno de la cena. Lapartida, que andará ya por la sextarevancha, se irá al garete en el peormomento.

Prefiero la sobremesa de la cena, ysi nos acaban echando de allí —malacostumbre que algunos castizosempiezan a adquirir, seguramente por la

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penetración del llamado modo de vidaeuropeo, región en la que nunca hansabido disfrutar con las cartas en lamano— siempre encontraremos ungarito en el que nos presten una mesa.

Lo que si he conseguido en estetiempo es discernir algunas de lasclaves que marcan la relación entre lacomida y la partida que, cuando haysuerte y jugadores de altura, cierra lasesión. Son el fruto de una profunda ylarga observación, y no suele fallar.

Sin ir más lejos, el jugador másevidente es el que se controla en lacomida y dedica su tiempo a rumiarverduras cocidas, pescados hervidos ocarnes a la plancha. Nunca juega al

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farol. Su tristeza y la disciplina de quehace gala le predisponen para jugar sólocon lo que tiene en la mano, y nuncahaciendo gala de excesivas fantasías.

Tanta sobriedad salta a la vista y endos manos queda al descubierto. Perocuidado, es el mejor dispuesto para laseña.

En el extremo contrario está elcomilón. Traga cantidades, exigiendoúnicamente que el condumio seaconsistente y rellene el buche. Siempreque pueda comerá judías (dos platos) ychuletón, a ser posible con patatas fritas.De postre, arroz con leche, y si noqueda, lo que más llene. Para engullirtodo el tinglado trasegará buena

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cantidad de copas de vino y, aunque labebida es buena compañera de unapartida, los excesos previos se pagan.Su jugada es el órdago, pero suinconsciencia y constancia obligan aprestar atención. De vez en cuando tienecon que respaldarlo.

Siguiendo el mismo camino, hecomprobado que el pajarito (come unapizca de aquí, otra de allí y acabadejándolo todo) sigue idéntico caminoen el tapete. Domina el arte de jugar achica, premisa suficiente para unaderrota segura, a no ser que loscontrarios no estén avisados.

Es imposible engañar en la mesa demus después de haberte descubierto

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entre los manteles. El descuidado quepide dos platos que repiten ingredientes(pimientos rellenos y carne conpimientos, gambas a la plancha y rollitosde rape rellenos de gambas, gazpacho ypollo con tomate…) es capaz dedestrozar la mejor partida, que siemprees la última. No declarará pares cuandolos tenga y contará veintiocho al puntocuando lleve treinta y seis a juego. Estetipo se entusiasma sobre todo con lospares. A veces es providencial, porquejugará con duples de reyes-caballos sindarse cuenta que tiene una sota perdidaen la mano. Otras veces es temible,porque atrae los dobletes como por artede magia.

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El que realmente me da miedo es elque sabe disfrutar en la mesa. Mira lacarta despacio, como si estuviera deejercicios espirituales, pensándose elmenú y acaba alejándose de la rutina.Combina bien los platos de la comida,toma la iniciativa al pedir el vinoadecuado para lo que va a comer (losdemás le importan un bledo) y comedespacio, pero es evidente que goza concada bocado. Cuidado con este. Escreativo y observador. Puede perder losprimeros juegos, pero enseguida te cogelas vueltas, se pone sobre aviso de tusmanías y nunca deja que te des cuenta decómo juega. Seis horas después seguirásiendo una incógnita. Siempre sonriente,

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siempre en segundo plano. Es el que seda mus ciego con treinta y una de mano,te envida doce a grande para que tearrugues y luego te levanta, con pito ysota, las seis que le han echado a chicapara recuperar la dignidad.

Lo que está claro es que durante lapartida no se come (a ver si no cómopasas señas de tres pitos después dehaberle dado una tarascada al bocadillode calamares fritos). Sólo se bebe.

Los sofisticados que se las dan dejugar sin haber visto nunca la barajacompleta pedirán aguardiente de peraWilliams, a ser posible suizo, armagnac,calvados, tal vez un vodka —siempre unpolaco—, un aguardiente de ciruela

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envejecido en barrica durante veinteaños, un whisky de malta con muchosaños, cognac —por supuesto X.O— ouna copa de medio sorbo de eseaguardiente de chinchón que tieneochenta grados y te chamusca las uñasde los pies.

Pero el jugador de mus sorbesiempre bebidas largas. Whisky de losde blended, a ochocientas o mil la copa,con mucho hielo y agua; ginebra contónica o con limón, ron con coca-cola oasí y, los más cutres, los ratillas quesiempre intentan levantarse una piedrapor la cara, vodka con naranja (el viejodestornillador, que en estas artes nosuele servir para abrir nada). Se bebe

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ligero, a sorbos pequeños, porque lonormal es seguir largo, habrá que agotarvarias rondas y conviene conservar almenos un atisbo de lucidez. En estoúltimo no estoy muy seguro, por muylógico que sea el razonamiento. Laspocas partidas que he perdido sin quererha sido contra energúmenos que luegono fueron capaces de levantarse de lamesa. Y es que con viciosos no se debejugar. Me lo decía mi madre”.

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¿CUESTIONDE

HORMONAS?

He aquí una fuerza de la naturaleza, unEtna, un Pinatubo, un Krakatoa confaldas. María Antonia Velasco llevavarias vidas en una, es una mujer total,inabarcable, una deliciosa furia. Creecon Sartre que “el infierno son losdemás”. Hemos jugado grandes partidasen casa de Jesús y Delia Campoamor.

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Toya Velasco se presenta de estamanera:

“Me dedico a escribir y pintar en losratos libres sin ningún éxito y sin muchofundamento. En el pasado me dediquécon iguales consecuencias a la medicina,la filosofía y la decoración deinteriores. Ni mi pasado, ni mi presentey espero que ni el futuro dan paramuchas alegrías”. No se lo crean, no espara tanto. Latoya Velasco, un huracándel tamaño de Latoya Jackson, es unapesimista activa, arrolladora… Tambiénsu mus es de ese calibre. El NobelCamilo José Cela ha dicho de MaríaAntonia que es “la escritora españolamás interesante desde Ana María

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Matute”. Su novela El gato entrepapiros me ha gustado mucho: entre losborrosos límites de la literatura, lalocura y la muerte, don AlejandroAlcázares encuentra el secreto de lainmortalidad. El lector se ve abocado alborde mismo de la grieta que separa laverdad de la mentira. Esa misma grieta,entre la verdad y la mentira, que se abreen el noble arte del mus.

“Cuando yo era una niña —en elpleistoceno— el mus era un juegorestringido al ámbito de los casinos depueblo o al de los cafés comerciales delas capitales de provincia. Severosvarones con sombrero y sobretodo —que ese es el real nombre del abrigo—

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abandonaban incluso el débito conyugalpara tratar de ganar a otros varonesseveros un par de pesetas rubias o el soly sombra de la sobremesa.

Yo tuve un abuelo así; acabada lacena, se desprendía la servilleta de entrela botonadura del chaleco, consultaba elreloj que pendía de su leontina de oro ydejaba a sus mujeres rezando losmisterios dolorosos para alcanzar lagloria de la mesa verde del viejo casino.

Mi abuelo, además de romanonista,diputado y algo cacique (digámoslo sinrebozo) fue un buen jugador de mus, dejulepe y de tresillo; de todo lo cualnunca le oí presumir, dando por hechoque todo ello formaba parte de los

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fenómenos naturales, de la esencia delas cosas, que era consustancial con laexistencia de las dos Españas y con lahombría de bien. Él me enseñó en mimás tierna infancia a jugar al mus, no sinadvertirme que el tresillo era superior aéste, pero, en todo caso, que tresillo,mus y subastado eran tres juegos de muyalta dificultad intelectual, como lo sontodos los juegos de subasta y envite.

Crecí —sin querer y sin darmecuenta— y creí que podía seguirejerciendo mis derechos a jugar al mus:quedeme prontamente patidifusa alcomprobar que los jóvenes varones quehabían llegado a la suprema cienciamusística más tarde que yo,

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consideraban denigrante envidarle agrande a una mujer. Esa fue la primeraforma en la que la hidra del machismose apareció ante mis ojos: su primerahipostasis.

He sufrido mucho por ese motivo,para qué ocultarlo. Hubieron detranscurrir luengos años hasta lograr —atravesado el desierto deltardofranquismo, según expresiónumbraliana— dar con un grupo losuficientemente heterodoxo ycosmopolita (porque para entonces yahabía perdido el mus su tufillo rural)como para haber renegado de tanvergonzosa marginación.

En aquella época gloriosa, conocí a

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verdaderos monstruos/mujeres,jugadoras de mus, que habían luchado enla sombra con la obstinación de lassantas, hasta alcanzar incluso elprivilegio de formar pareja con suspropios maridos/amantes, sin que elloshubieran posteriormente de hacerantesala en el abogado matrimonialista.Una de aquellas míticas parejas mixtasera la conocida como “los Sanjacintos”,en la que uno de los socios —Teresa—conseguía frenar con acierto la faroleríadel otro socio —José Luis— másbocazas y, por tanto, más vulnerable queella.

Claro que esto no es la regla. En lapuerca realidad los hombres suelen

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intercambiarse miradas conmiserativascuando en el horizonte sagrado del musamenaza una mujer: prefieren mil vecesjugar con Abundio en una de sus horasbajas, que con una listilla portadora deovarios.

¡Ay, Dios, cómo echo de menos a miabuelo!”

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CONFESIONESDE UN MAL

JUGADOR DEMUS

¿Quién se atreve en este país a confesarque juega mal al mus? Nadie salvoFrancisco García Marquina, que escribesobre pájaros y castillos, sobre CamiloJosé Cela. Es Paco “el de las truchas”,el truchimán poeta y biólogo, todocandor y sana malicia. Un hombre bueno

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en toda la extensión de la palabra,aunque dice José Luis Martín Prieto quecuando te llaman “bueno” es que nosirves para nada. Paco sirve para todo,salvo para ganar al mus. Susinclinaciones naturales son, por esteorden: la música de viento, laspeluqueras siempre que tengan uñasrojas y largas, el jamón de york y lasgalletas María. De niño pasaba las horasdedicado a los inventos y a ver el pasode los coches fúnebres. Como diceCamilo, estaba ya en el mal camino. Deese caldo no salen los jugadores de mus.No son éstas las confesiones de unopiómano del mus.

“Llevo treinta años jugando

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perfectamente mal al mus y no creo quevaya a mejorar mi situación aunque lointente durante otros tantos. Yo creo queestos resultados tienen una causatemperamental y no podría mejorarlos ano ser que me sometiera a una profundaterapia psiquiátrica, Es decir; yo soy unmal jugador nato.

Ante una partida me hago lasiguiente reflexión: “nada más fácil quejugar al mus”. Y después de ella me veoobligado a confesar: “pero nada másdifícil que hacerlo bien”. Porque en lamedida en que me vuelvo celoso paraajustarme a la ortodoxia de la apuesta,la economía matemática y la lógica,cada vez son peores mis resultados.

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Soy remiso a cortar el mus, porquetengo una ilimitada expectativa demejora. Cuando estoy bien servido dereyes, envido a la grande. Si tengo pitos,voy a la chica. Sólo unos duples altosme animan a echarlo todo a pares. Y asíno me como una rosca. ¡Quizá yo fueraun buen jugador de mus en el Japón,pero en este país de la inspiración y laosadía, yo ando siempre por losrastrojos!

Me siento como un roussoniano entrecaníbales, un académico en las gradasde los ultrasur o un regeneracionista enel país de la lotería y el milagro. Y, paracolmo, mi educación literaria tiene untoque académico y precioso (me

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mortifica decir cursi) que me hace estarpendiente de la estética del lenguaje.Por eso me defiendo penosamentecuando debo usar un argot: Sí veo,tengo, escopeta y perro, dos más, trescerdos, un pito…

En tan miserable situación ¿cómoinsisto en asomarme a las partidas delos amigos? Ellos me invitan y yo creoque es porque les hago felices con sutriunfo. Lo cual dice más a favor míoque de ellos, a los que se les nota unaavidez más por ganar que por el juego(como se delata por las broncas que lasparejas perdedoras se echanmutuamente). Este es mi consuelo y mipequeña venganza, que me impide

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convertir mis derrotas en humillaciones.Si, soy un mal jugador que anima

mucho las timbas. Y llevo treinta añospagando todas las rondas”.

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LOS REYESDE LA

BARAJA

Baraka en árabe es el don divinoatribuido a los jerifes o morabitas, y porextensión, suerte. Baraja: conjunto deposibilidades, jugaré con dos barajas,soluciones múltiples. “Le ofrece unabaraja de posibles sendas en la continuaencrucijada de destinos” (SánchezAlbornoz)…

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“Si tu madre quiere un rey la barajatiene cuatro”, cantaban los anarquistasespañoles enrolados en la LegiónExtranjera en la decisiva batalla de DienBien Fu, en 1954, la tumba de todos losimperios. El mus fue juego de reyes yvasallos.

Don Juan, el padre del Rey, condede Barcelona, es un musista casi, casiprofesional. Un clásico del mus, tanclásico que, como ya hemos contadomás arriba, tiene mal perder y loreconoce. Son gajes del oficio.

—¿Quién le enseñó a jugar almus?, le he preguntado a Don Juan deBorbón.

—Aprendí a los siete años gracias a

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mi preceptor vasco, don Ángel Urriza,que según dicen, y sobre todo decía él,era un maestro.

—¿Quién es su pareja preferida?—Cualquiera de mis amigos.—¿Ha jugado con el Rey?—Si, pero no mucho. Juega peor que

yo.—¿Cuál es su jugada predilecta?—Solomillo “encontrado” siendo yo

mano, claro.—¿Más partidas ganadas que

perdidas, don Juan?—Muchas más ganadas. No es un

farol, sino un hecho.—¿Tiene buen perder o mal perder?—Sinceramente, malísimo.

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—¿Le relaja el mus?—Más que serenarme me entretiene.

Me entretiene y, sobre todo, me gusta.—Ha jugado, por ejemplo, con

Antonio Mingote y Alfonso Ussía.¿Quién de los dos es mejor?

—Los dos juegan bien, pero Alfonsoes menos controlable.

—¿Se considera el conde deBarcelona un buen jugador de mus?

—Modestamente, sí.Así se consideran también los

políticos en activo o en la reserva: nosólo buenos, sino los mejores, salvo elex-ministro Juan Antonio Ortega y DíazAmbrona, aunque con la ayuda deCristina Alberdi nos ganó a Jáuregui y a

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mi en el torneo del Club Siglo XXI quecon tanto acierto organizó PalomaSegrelles. Los socialistas ofrecen aCarlos Sanjuán o el ministro Corcuera.Los ministros vascos son todos muslaris,los sevillanos prefieren el billar, quizápor aquello de “naipes, mujeres y vino,mal camino”.

También en el mundillo económicose juega mucho al mus. Emilio Ybarra,presidente del Banco Bilbao Vizcayajuega muy bien. Yo aprendí al mus en laUniversidad de Deusto, pero MarioConde que también pasó por allí prefirióotros juegos. Además, a Bernardo deArrizabalaga lo habían ya deportado aValladolid para cuando Mario Conde

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llegó a orillas de la ría. Deusto fue unabuena academia. Si Mario Conde nosabe jugar al mus ¿qué hace después delas cacerías? Sí sabe en cambio Abelló,astuto donde los haya. O “los Albertos”.O el vicepresidente del Banco Central,Ahora BCHA, Fernando AbrilMartorell, el “Fernando el caótico” deotros tiempos, autor del polémico“Informe Abril” de la sanidad española.En el mus no es nada caótico. “Juegabien, engaña que da gusto”, me dice uncolega especializado en economía.

¿Dónde colocamos a Juan LuisCebrián? Es banquero pero antes quenada, periodista. Decía Hemingway queel periodismo es una profesión que hay

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que saber dejar a tiempo. Juan Luis sabehacer muchas cosas y no ha dejadoninguna. El mus de Cebrián es irónico yelegante, sin sobresaltos, lo mismo queel de su mujer, la emprendedora yadorable Teresa Aranda. TambiénAlfonso Escámez, marqués de Aguilas,se trabaja el órdago, pero sus mejoreshoras de ocio se las llevan el dominó yel frontón. José Antonio Segurado pasapor ser un musista reflexivo, pocofarolero y malo. “Sabe pasar”. Entre lossindicalistas el número uno es el vascoNicolás Redondo, secretario general deUGT, porque ni Marcelino Camacho niAntonio Gutiérrez destacan en lacofradía del Mus. Entre los Sartorius,

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Jaime es para mi el mejor. César Alonsode los Ríos y él han aprendido juntos ylo practicaron en los tiempos pasados enla cárcel. Cartas del mus desde micelda. Perdí una vez con MarcelinoCamacho. Me contó que lo habíaaprendido a los 7 años en el ferrocarrilde Burgo de Osma (Soria). “En la cárcelno nos dejaban jugar a las cartas. Echéde menos el mus. En cuanto me soltaronreanudé relaciones”.

Algunos comentaristas financieros sehan aprovechado de las partidas de muspara levantar noticias o para aclararextremos. He visto en torno al tapeteverde a un Jesús Cacho, a un CasimiroGarcía-Abadillo de El Mundo o a un

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Mariano Guindal, de La Vanguardia o aun Jesús Mota, subdirector de CincoDías. La lista se haría interminable.Daos todos por citados. Hasta hace unaño El BBV llevaba a los periodistaseconómicos en avión a Bilbao para laJunta General de Accionistas. Pero dadala afición al mus del gremio fletaronvarios autobuses con mesas y tapetes. Elmus del autobús.

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LOSDECISIVOS

ENVITESDE BLAS DE

OTERO

A Luis Carandell le enseñó Blas deOtero, uno de los grandes poetas deEspaña, ángel fieramente humano quepedía la paz y la palabra. A Luis,periodista y escritor, el del Celtiberia

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show, el cronista de la vida que pasa, leenvidio muchas cosas, su hombría debien, su bonhomía, su clara inteligencia,pero también su gurú del mus, Blas deOtero.

«Hace tiempo que no juego al mus—me dice Luis Carandell—; quierodecir, todo lo que quisiera. Pero, sialguna vez paso un rato jugando, sólojuego al mus. Me parece que es el juegode cartas por excelencia, ningún otropuede comparársele. Es un juego que sejuega, podríamos decir, “al borde delabismo” sin necesidad de que en él sejuegue dinero. Podría decirse que elpóker es también un juego “a vida omuerte”, pero sólo porque conlleva

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ganar o perder dinero. ¿Qué sería delpóker sin las apuestas? Un juegoaburrido. La razón de que el musproporcione al que lo juega una“emoción abismal” con independenciade que se ventile o no dinero es deorden filosófico. Es el único juego queempieza cuando deja de existir. “No haymus”, decimos antes de que el juegocomience. Y eso significa que se mueve,no en el orden de la existencia sino en elorden de la Nada. Es el juego de lastinieblas y no me sorprende que losborrachos, como dice la copla, lojueguen en el cementerio. En cuanto amí, aprendí a jugar al mus en mijuventud. No me venía de familia,

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sencillamente porque soy del país delsubastado, de una parte de la piel detoro que no sabe de grande ni de chica nide duples. Me enseñó este juego un granjugador y un gran poeta que como pocosnos dejó en sus versos la percepción dela Nada, Blas de Otero, durante unaestancia en mi pueblo, en Tarragona, allápor los primeros cincuenta. Nunca máshe vuelto a ver a nadie que envidara dela forma tan decisiva, tan definitiva conla que él envidaba. Sin ordaguear, dabaórdago en cada envite. De ahí que yohaya tenido siempre preferencia por elmus silencioso y entre dientes de losvascos, por el mus mudo que sólo hablapara decir apenas “pasar” o “querer”.

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Un mus así, nocturnal, abismal, un musdel reino de la Nada es el que yoquisiera ahora jugar contigo, Manu,amigo, que hace tiempo que no nosvemos y esto no es bueno.

¡No hay mus!».

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JOSÉMARÍA

GARCÍA

José María García, el as de la radio-órdago, ahí queda esto:

—¿Qué distingue al mus de otrosjuegos?

—Sólo se debe jugar con amigos.—¿Eres temperamental, José María

García? ¿Tienes mal perder? ¿Hasvivido alguna bronca fuerte por el

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mus?—Soy temperamental, no me gusta

perder a nada y suelo cabrearme, perono con los rivales sino con mi compa…

—¿Tienes sangre fría como paraaguantar los envites o los comentariosde los chuletas de este juego?

—Toda la sangre fría del mundo.—¿Prefieres el juego vasco, más

silencioso y tristón, o el másalborotado y ruidoso de losmadrileños?

—El mus sin diálogo no es mus.—¿Eres muy “ordagueador”?—Nunca me ha gustado el farol.—¿Cuántas veces has perdido los

nervios?

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—Utilizo el mus para todo locontrario.

—¿Juegas mejor al mediodía o porla noche?

—En esto como en lo otro cualquierhora es buena.

—¿Tienes pareja ideal?—Puedo jugar con una gorra… Es la

fardada típica del que sabe lo justo.—¿Eres supersticioso en el juego?—Sí.—¿Te has jugado dinero alguna

ve%?—Claro.—¿Has levantado partidas que

dabas por perdidas?—Siempre me gusta lo difícil.

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—¿Crees en el lema: “Si quieresganar no te canses de pasar”?

—Sí, creo.—¿Te gusta jugar con cuatro reyes?—Llegan muy pocas veces pero sí,

alguna sí… Otras no los ves ni en eltelediario.

—¿Te molesta que los rivales,cuando ganan, se suban a la mesa ocanten victoria en el bar, o en el lugarde la partida?

—No. Es parte de la parafernalia deeste juego. Yo también lo hago.

—¿Tienes frases favoritas, de lasque se dicen en el mus?

—Sí. Un variado repertorio. Mimaestro en esto es Antoñete.

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—¿Te importa el sitio en el que sejuega? ¿Prefieres una taberna orestaurante, o prefieres el silencio paraconcentrarte?

—Cualquier sitio es bueno…—¿Cuál es tu arma secreta?—Si la descubro deja de ser

secreta… pero creo que sólo hay una:ligar más que tu rival…

—¿Quién es el mejor jugador demus que has conocido? ¿Y el peor? ¿Elmás loco?

—El mejor, Antoñete… El peor…yo. ¿El más loco?… todos tenemos conlas cartas en la mano un acentuado gradode demencia.

—¿Te afectan los estados de ánimo

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para jugar, o desde el momento que tepones a ello te olvidas de todo?

—Si afectan, afectan…—¿Notas mucho la diferencia de

jugar contra gente de dudad o decampo?

—Sí. Los de campo juegan mejor ymás amarrado. Todo les cuesta más…

—¿Crees que el mus tiene virtudesterapéuticas?

—Tiene casi todas las virtudes…—¿Cuánto tiempo dedicas al mus?—Desgraciadamente el diez por

ciento o menos de lo que me gustaría.—¿El mus te relaja o excita?

¿Duermes bien después de una partidaexcitante? —Suelo dormir como un

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tronco… pero si gano mucho mejor.—¿Cuál es la partida más larga

que has jugado?—Recuerdo la más corta. Duró un

suspiro. Los rivales eran Antoñete y elFary… Se apuntaban de cinco en cinco.

—¿Qué condiciones son lasmejores para un buen jugador de mus?

—Ejercer de políticos. Hacer casisiempre lo contrario de lo que debes.

—Hay gente que después de asistiraños como testigo de mus, no aprende yno se entera de nada. ¿Te costó muchoaprenderlo?

—Poco.—¿Tuviste maestro?—Tengo varios… pero insisto en

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Antoñete… un genio.—¿Qué te parece la mujer como

jugadora de mus? ¿Has visto en acciónbuenas jugadoras?

—Que no me acusen de machistapero no suelen jugar bien… y la que nolo hace mal suele ser inaguantable…

—De los lances del mus, ¿cuál es tujugada preferida?

—Con buenas cartas, correrte lajugada y cazar al contrario… Es morirtede gozo… viendo la cara del rival.

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MONOPOLIODE ADOLFO

SUAREZ

He visto jugar a Jaime Campmany, aRamón Pi.

Entre los corresponsales políticos elnavarro Julián Lacalle es de los quereúnen un “curriculum” musístico másnutrido. Ha jugado con los políticos yeso le ha permitido conocerlos mejor.“Adolfo Suárez jugaba al mus, me dice

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el cronista de Diario 16, y lo hacía tal ycomo era en la “praxis” política.Monopolizaba el juego, consultaba pocoal compañero, ni siquiera lo hacía a lahora del órdago. Era la estrella únicadel espectáculo. Era “fanfa”, sepavoneaba de sus jugadas y era amenoen los lances, no por los latiguillosverbales, sino por su forma de hablar,sus gestos. Cada vez que te envidabaparecía que te iba a aniquilar. Era deesos chuletas a los que da gusto ganar.En la campaña del 89, en la planta deabajo del autobús, Ernesto Estévez (dela SER) y yo jugamos contra Suárez yJosé Ramón Caso. Les ganamos lascinco primeras partidas. Adolfo no se

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daba por vencido, pedía más y másrevanchas. Como con Caso no le salíanlas cosas a su medida cambió decompañero. Eligió un escolta que lohacía muy bien. Nos ganaron sólo dos delas siete partidas que jugamos. Eran yalas dos de la madrugada. Adolfo Suárez,añade Lacalle, nunca ha sido un buenjugador, pero entraba pronto enambiente, en la magia del mus y eradivertido jugar con él. En cambio,Agustín Rodríguez Sahagún, su cuñado,era un magnífico musista. Jugamoscuatro años de compañeros en la CasaVasca. Era muy ameno. Una de suscaracterísticas era que antes de envidarpodía pasarse hasta dos minutos

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distrayendo la atención del contrario,hablaba, hacía cosas. Intentaba engañary transmitir pistas falsas”.

Para Julián Lacalle, José AntonioSegurado no es un buen musista y sí loes en cambio el ex-ministro de Trabajocon UCD, Manuel Núñez. Ahora está enel PP como presidente de la Comisiónde Administraciones Públicas. Se sirvede latiguillos muy graciosos como “tres,Aniceto, y te meto en la boca del metro”.Virgilio Zapatero es igual en el mus queen la política. No da una pista, más alláde lo necesario, sobre lo que lleva.

Julián Lacalle no cree en eso de“jugador de chica perdedor decuartillos”. Tampoco acepta lo de “si al

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mus quieres ganar no dejes de pasar”.“Es un juego muy dinámico, dice, y aveces la mejor defensa es un buenataque”.

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CARLOSSOLCHAGA

Carlos Solchaga, navarro de Tafalla,casado y residente en Madrid. Ministrode Economía y Hacienda.

—¿Qué grado de afición tiene almus o a otro juego de cartas quepractique, tute, póker…?

—Para ser navarro mi afición al muses más bien limitada por comparación ala de mis paisanos, pero he jugadoalguna vez. También me gusta jugar al

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tute, al póker, y a la escoba.—¿Prefiere el mus vasco, más

silencioso y tristón, o el másalborotado y ruidoso de losmadrileños?

—Prefiero el de los madrileños, conmucho ruido y mucho intercambio defrases.

—¿Es muy “ordagueador”? ¿Quéórdago le produce más gusto dar?

—Soy “ordagueador” al cabo de lasegunda partida porque no tengopaciencia para jugar al mus, ya he dichoantes que soy un jugador bastantelimitado.

—¿Hace señas falsas? ¿Prefierejugar con señas?

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—No hago señas falsas, peroprefiero jugar con señas.

—¿Cree en el slogan: “Si quieresganar no te canses de pasar”?

—No, en absoluto, yo creo que hayque hablar mucho.

—¿Prefiere el mus de 4 reyes, comosus paisanos, o el de 8 reyes?

—De 8 reyes, en el de cuatro cuandono tengo cartas me desanimo, lo que nosucede casi nunca en el de ocho.

—¿Cuál es su arma secreta? ¿Quéjugada le gusta más?

—La habitual, es decir, pasar a lagrande y meter a los pares.

—¿Quién es el mejor jugador demus que ha conocido? ¿Y el peor?

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—No recuerdo, pero sí recuerdo queme han llamado la atención algunasmujeres que eran extraordinariamentebuenas jugadoras de mus.

—¿Cuál es la partida más largaque ha jugado?

—No recuerdo, pero quizá enalgunas tardes de verano casi hasta lacena, cosa que sólo ha ocurrido una vezo dos en toda mi vida, no creo que hayansido muchas más.

—¿Qué condiciones cree elministro Solchaga que son las mejorespara un buen jugador de mus?

—Yo creo que para un buen jugadorde mus, las mejores condiciones son lasdel cálculo: contar bien los tantos, ver

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las cartas que salen. O al menos, comoyo no las tengo en absoluto, son las quemás echo en falta.

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MARTINTOVAL Y

BARRANCO

El portavoz del Grupo Socialista en elCongreso, Eduardo Martín Toval,reconoce que no es un buen jugador.“Me gusta mucho envidar, como todo loque hago en la vida”, me dice. Supalmares musístico no está plagado deéxitos: “Pierdo bastante”.

Martín Toval recuerda que empezó a

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jugar al mus en la mili. “Ahora, admite,me dedico a otros juegos”. La políticano les deja tiempo libre. Otro tanto leocurre a Carlos Solchaga, ministro deEconomía y Hacienda, “Ahora juego devez en cuando en casa, con mis hijos”,me explica Solchaga.

Uno de los más chulapones, comocuando se ponía la gorra en Lavapiés, esel ex-alcalde de Madrid, el socialistaJuan Barranco. ¿Es el mus un juegomunicipal y espeso?: “Yo no es quejuegue al mus, es que lo mío es arte”,explica. “No me gusta tomar parte entorneos porque la gente se pone muyseria. La risa y la diversión son laesencia del mus. Me gusta más el estilo

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madrileño porque es más alegre, elvasco es más amarrado. Tengo porcostumbre hacer las señas al principiode la mano porque, si no, me descubrencon los ojos en la masa”. La victoria dela que se siente más satisfecho: cuandoganó por K.O. a su sucesor en laalcaldía, al flojillo José María Álvarezdel Manzano.

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¿DEDERECHAS O

DEIZQUIERDAS?(CORCUERA)

No sabemos si el mus es de derechas ode izquierdas. Quizá un centro izquierdasería el mejor sistema, elconservadurismo de la derecha unido ala audacia (al menos teórica) de la

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izquierda.José Luis Corcuera, ministro del

Interior, ha preferido la ley de seguridadque lleva su nombre a la ley del mus.Juega mucho menos que cuando vivía enBilbao: “Antes, jugaba una partidita a lasemana, ahora una al mes”. A Corcuerale ponen nerviosos sus contertulioscuando le cuentan que gana con la ayudade circuitos cerrados de televisión ycámaras invisibles que le descubren lascartas del rival. “En el mus hay genteque se calienta en los envites y yo soyuno de ellos, admite. Gano el cincuentapor ciento de las partidas. Si se tomacon deportividad, sin resquemores,relaja y sirve para hacer amistades. A

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veces hay fricciones por el hábito dejugar de una forma o de otra. Prefiero elmus que se practica en el País Vasco, unjuego más reposado que el ajetreado deMadrid. Lo que no soporto es quedespués de jugar una partida con unamigo que no ha parado de coger cartasvaya por ahí faroleando de que te hahecho trizas. Pero, hombre, es que conesos naipes no había otro remedio queperder…”

“Me gusta más el mus que elsubastado, añade Corcuera, porque en elmus es difícil perder con buenas cartas,se puede ganar sin cartas”. No tienepareja fija aunque juega con su jefe deprensa, Agustín Valladolid. “Si de algo

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estoy orgulloso es de que todavía no mehaya ganado un periodista de mi entornopor más revanchas que le heconcedido”. No es supersticioso, nosopla sobre las cartas o da la vuelta a lasilla. Cree en el mus de no demasiadosdescartes, casi al primer toque de balón.“Los buenos cortan pronto, como hacíami padre, del que aprendí mucho. Losviejos juegan mejor”. Ha jugado pococon otros políticos, pero la partida máslarga la disputó con un diputado del PP;“Julio Feo y su mujer me ganaron 3-0 enmi casa”. Añade que “en el mus el farolse termina pagando”.

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FRAGAIRIBARNE,

LA RISAAMABLE

Fraga Iribarne, Don Manuel. Poco máshay que decir.

—Juego poco a todo, por falta detiempo, me dice Fraga. Ajedrez ydominó. En todos veo una saludableevasión.

—¿Qué distingue al mus de otros

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juegos?—Como en el póker, la penetración

psicológica, pero en este caso conhumor.

—¿Es temperamental? (Eso ya losabemos). ¿Tiene mal perder? ¿Havivido alguna bronca por el mus?

—No, ni lo espero.—¿Tiene sangre fría como para

aguantar los envites o los comentariosde los “chuletas” de este juego?

—Esa es la base de este noblejuego.

—¿Prefiere el juego vasco, mássilencioso y tristón, o el másalborotado y ruidoso de losmadrileños?

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—El juego de mus nació en loscaseríos vascos.

—¿Es muy ordagueador?—A ratos.—¿Cuántas veces ha perdido los

nervios?—Pocas.—¿Juega mejor al mediodía o por

la noche?—Yo creo que es juego nocturno.

Pero no hasta muy tarde.—¿Tiene pareja ideal?—Es malo sujetarse demasiado.—¿Hace señas falsas? ¿Prefiere

jugar con señas?—Las señas discretas forman parte

de este juego.

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—¿Es supersticioso en el juego?AlvarezNo.—¿Se ha jugado dinero alguna vez?—Poco, porque no tengo.—¿Ha levantado partidas que daba

por perdidas?—Sólo en consenso.—¿Cree en el eslogan: “Si quieres

ganar no te canses de pasar”?—Sí.—¿Le molesta que los rivales,

cuando ganan, se suban a la mesa ocanten victoria en el bar, o en el lugarde la partida?

—Cada uno con su estilo.—¿Tiene frases favoritas, de las

que se dicen en el mus?

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—Es un juego vasco, es decir, depocas palabras.

—¿Le importa el sitio en el que sejuega? ¿Prefiere una taberna orestaurante, o el silencio paraconcentrarse?

—Es juego casero. O lo másparecido.

—¿Cuál es su arma secreta?—No tengo.—¿Quién es el mejor jugador de

mus que ha conocido? ¿Y el peor? ¿Elmás loco?

—No debo opinar; hay un premioque lleva mi nombre.

—¿Le afectan los estados de ánimopara jugar, o desde el momento que se

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pone a ello se olvida de todo?—De eso último se trata,

precisamente.—¿Nota mucho la diferencia de

jugar contra gente de ciudad o decampo?

—Cada vez menos.—¿Cree que el mus tiene algunas

virtudes terapéuticas?—Todo lo que mueve a la paciencia

es positivo.—¿Cuánto tiempo dedica al mus?—El mínimo, por desgracia.—¿El mus le relaja o le excita?

¿Duerme bien después de una partidaexcitante?

—Sí.

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—¿Cuál es la partida más largaque ha jugado?

—Ninguna; no hay tiempo.—¿Qué condiciones son las

mejores para un buen jugador de mus?—Las de un buen “cashero”.—Hay gente que después de asistir

años como testigo de mus, no aprende yno se entera de nada. ¿Le costó a ustedmucho aprenderlo? ¿Tuvo algúnmaestro en especial?

—Me costó tanto, que aún sé muypoco.

—¿Qué le parece la mujer comojugadora de mus? ¿Ha visto buenasjugadoras?

—Muchas y muy buenas.

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—¿Cree que juegan igual que elhombre? ¿En qué se diferencian?

—Como en todo, “viva ladiferencia”.

—De los lances del mus, ¿cuál essu jugada preferida?

—La risa amable.

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MATANZO

El número uno entre los políticos esÁngel Matanzo, concejal por el PP en elAyuntamiento de Madrid, distrito deCentro. “En esto del mus, señalaMatanzo, no hay números uno, dos otres. Jugar bien es difícil, aunquereconozco que estando en racha es muydifícil ganarme. Sólo temo al Rey, elúnico que puede, de postre, sacar cincoreyes, los de la baraja y el que llevaencima”. Para el concejal madrileño,

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presidente de una famosa peña, lo quedistingue al mus de otros juegos denaipes es “la picaresca”. Le gusta “enigual proporción el juego del amor y elde la amistad. No tengo mal perder, nimal ganar. Esto último es más difícil.Cuando uno no sabe comportarse en lamesa es que es un pobre de espíritu. Elpresidente de la Peña las 31 estaconvencido de que el mus “amplía lamente”. ¿Cuáles son para Ángel Matanzolas plazas fuertes del mus, las capitalesde España donde mejor se juega?:“Madrid, Valladolid, Santander y, enmenor medida, Alicante y Málaga”.Admira a las musistas: “Desempeñan unpapel importantísimo, me dice. Cuando

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pierdo ante una mujer siempre la doy unbeso”. A Matanzo le gusta jugar de tirón,sin tanteo. Como le ocurre en su cargopolítico confiesa que su juego es“atípico”. No es supersticioso, “tan sólosoy creyente”.

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UNNOTARIO

VISTO PORSU MUJER

Gabriel Baleriola, madrileño de 41años, es notario y registrador de lapropiedad. Sus destinos profesionales lehan llevado, sucesivamente, a Molina deAragón, Cangas de Onís (una hija), Reus(un hijo), Barcelona (un hijo) y Madrid(otro hijo).

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Aficiones: mus, fútbol, los Beatles,la Historia, trenes eléctricos, tocar laguitarra, lectura y hablar con curas.

Su mujer, Alicia, me dice:«Viniendo yo de una familia muy

jugona, una de las primeras cosas quepregunté a Gabriel, al poco deconocerle, fue si sabía jugar al mus.“Soy el mejor jugador de Eurasia”,respondió deseoso de ligar conmigo.“Tengo un máster en “chica” porLequeitio y soy doctor en “pares” porCestona”. No tardé mucho en descubrirque tenía pocas pero confusas ideas.Después de bastantes años de pacientesenseñanzas, creo que él podríaaplicarse, en cuanto al mus se refiere, lo

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que Groucho Marx dijo de sí mismo:“Nací en la pobreza y tras arduosesfuerzos he conseguido llegar a la másespantosa miseria”. El mus es el únicojuego de cartas que le ha llegado ainteresar y creo que ya se defiende. Él,como todo jugador de mus que se precie,sigue sosteniendo que es el mejor».

“El mus, dice Gabriel, es un juegonoble y menestral, interclasista ysupranacionalista. No se olvide quesegún las teorías de Humboldt, el musfue el juego primigenio de los pueblosibéricos”.

—¿Puedes definimos tu estilo dejuego?

—Trato de combinar la frialdad con

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el espíritu aguerrido. Al fin y al cabo elmus es juego de antiguos vascones.Precisamente un clérigo delInfanzonado, me enseñó las técnicas delórdago il buruko, de efectosdevastadores si es astutamente usado.

—¿Los mejores jugadores que hasconocido?

—En toda España hay muy buenos“musolaris”. Precisamente, durante miestancia en Cataluña descubrí el muscatalán, muy poco conocido, pero conuna fuerte personalidad y garra.

—¿Has interrumpido algunareunión de trabajo?

—No. Pero he consumido guardiasjugando al mus.

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—¿Juegas sólo al mus?—Juego sólo al mus. Los demás

juegos de cartas tienen, a mi juicio,bastante mala pata.

—¿Qué distingue al mus de otrasmodalidades?

—Que propicia el jolgorio. No haynada peor que la crispación en el juego.

—¿Eres temperamental?—Soy temperamental y tengo mal

perder. He tenido alguna bronca con mimujer que siempre trata de pasarse delista.

—¿Tienes sangre fría?—Tengo la sangre fría y la venganza

es un plato que se sirve frío. —¿Prefieres el mus vasco?

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—Prefiero el mus catalán, un pocomig i mig.

—¿Eres muy “ordagueador”?—Si no existiera el órdago, no

existiría el mus. Aunque debo confesarque me he llevado soberanas morradas.

—¿Cuántas veces has perdido?—Muy pocas.—¿Tienes pareja ideal…?—Si. Mi suegra, para la que todo lo

que yo hago está bien hecho.—¿Pasas señas falsas?—Jugar con señas falsas me parece

una bajeza. Por lo demás, suelo serparco en las señas.

—¿Eres supersticioso?—No

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—¿Has jugado dinero?—No. Nunca. Sólo la honra.—¿Has levantado partidas que

dabas por perdidas?—Bastantes veces. En general, no

suelo darme por vencido en nada. Perardua ad astra.

—¿Crees en el eslogan “si al musquieres ganar no te canses depasar…”?

—De ninguna manera.—¿Te molesta que los contrarios, si

ganan, demuestren su júbilo?—No me molesta porque yo, cuando

gano, hago “higas” y “pedorretas”.—¿Tienes frases preferidas?—A la má amb un pebrot (“a la

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mano con un pimiento” en el idioma deJosep Plá).

—¿Te importa el sitio dondejuegas?

—He jugado en los sitios másinsólitos del mundo. A la vera delmausoleo de Mao, o rodeado de leonesen Transvaal. Jugando al mus tengo muybuen conformar.

—¿Cuál es tu arma favorita?—El órdago il buruko.—¿Quien es el mejor musolari que

conoces?—Mi suegra, Lucila Gómez-Baeza,

vicesecretaria del Círculo deEmpresarios. El peor, el cura que mecasó, el Padre Honorio, que en paz

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descanse. Es muy difícil delimitar lagenialidad y la locura. Mi suegra esgenial.

—¿Te afectan los estados deánimo?

—Acumulando amarracos se olvidacualquier preocupación.

—¿Crees que el mus serena elcarácter?

—El mus es un excelente diurético.¿Quién no ha sentido fuertes apretonesde vejiga que ha tenido que reprimirhasta levantar una partida?

—¿El mus te relaja…?—Ambas cosas. Duermo

divinamente, sobre todo si he ganado.—¿Cuál ha sido tu partida más

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larga?—Una que duró dos días con sus

noches, metidos en un tren en un remotorincón de China.

—¿Qué condiciones se requierenpara esto?

—Las que reúne mi padre: buenperder, buen ganar y habilidad para elcomentario mordaz. Me costó muchoaprender.

—¿Qué te parece la mujer en elmus?

—Las mujeres son excelentesjugadoras de mus. Mi mujer y mi suegrason un ejemplo.

—¿Crees que juegan igual que elhombre, más o menos?

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—Juegan mejor. Son más taimadas.—¿De los lances del mus, cuál es tu

preferido?—El mus negro.—¿Y el mus catalán?—El mus catalán tiene personalidad

propia y está lleno de matices.En realidad, prosigue Baleriola,

pocos catalanes saben jugar al mus, dela misma forma que pocos catalanesconocen el vuit catalá, famoso entretodos los ferroviarios ibéricos.

El jugón catalán ha aprendido al musen Aragón o Castilla. Es invención tanextraña para él como la tauromaquia.Pero, dados los primeros pasos, elcatalán puede dar cien mil vueltas en

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mus (y también en tauromaquia) a losdemás iberos.

Por lo demás, los catalanes songente viajera. Pueden jugar al mus enveladas domésticas de fin de semana.Pero les encontrarás en su salsa enBorispol, Tiananmen, Manaos o laAntártida.

Durante el juego, vociferan en sulengua y discuten con apasionamientolos lances.

La mujer catalana desempeña unpapel fundamental en el asunto. Porreglas generales, juegan mujeres contrahombres. La combinación suele serletal… para los hombres.

El hombre catalán, con su punto de

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machismo —añade el notario— sueleatribuir amargamente a la “potra” laslimpias y redondas victorias de susadversarias.

Por lo demás, el mus catalán nopresenta reglas específicas que lediferencien del que se juega en Aragón oCastilla. Se juega en catalán, es muydivertido y da lugar a múltiplescontroversias, porque a los catalanes lesatrae, por encima de todo, hablar,comentar y discutir.

En el país de la xarrada el juego seconvierte en una delicia de tardesseptembrinas, que pasan como un soplocon sabor a Josep Plá.

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A LALIBERTAD

POR ELÓRDAGO

Manuel Pérez Monzón quiso ser torero.El toreo, el mus y sus chatitos de vinoson sus grandes pasiones. Tuvo elhombre la mala suerte de debutar comonovillero en las Ventas de Madrid en unafecha un poco complicada: El 17 dejulio de 1936. Al día siguiente estallaba

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la guerra civil, por lo que hubo deinterrumpir sus escarceos en el arte deCuchares y tomar el mosquetón. Comovivía en Madrid y era un poco rojocombatió en la parte republicana. Lohizo en dos regimientos, el 3 y el 27.Cruzó el Ebro el día de Santiago de1938. Cayó herido entre Gandesa yCorbera. El mus, el bálsamo deFierabrás, le curó de las heridas físicasy morales no sólo en los sucesivoshospitales de campaña por los que pasó,de Zaragoza a Deusto, sino en el campode concentración:

“Me tocó el campo de Corbán, enSantander. Allí se jugaba al mus porquelos vascos, hechos prisioneros en la

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bolsa de Santoña, lo introdujeron conéxito. Los únicos que no jugaban eranlos catalanes. Yo tenía 18 heridas en elcuerpo. Caí a las once de la mañana yhasta las cuatro de la madrugadapermanecí cubierto de arena. Mesalvaron de la hemorragia los gusanos einsectos que ayudaron a taponar lasheridas. El día 3 rompieron losnacionales el frente. Me trasladaron,herido y prisionero de guerra, hastaZaragoza, Logroño, Deusto yLiérganes”.

Manolo Pérez Monzón y yo viajamoshace muchos años a Belgrado parapresenciar un partido que jugaba laselección española de Kubala con la

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selección yugoslava para laclasificación al Mundial de Argentina.Al llegar al aeropuerto de Belgrado,Manolo pasó bajo el arco de metales. Alprimer paso sonó la alarma. Le hicieronvolver atrás, le despojaron de todos losartilugios metálicos, llaves, calderilla,bolígrafo. Pasó otra vez bajo el arco delaeropuerto y de nuevo chirrió la alarma.Esta vez le quitaron el cinturón. Desfilóbajo el controlador de metal sosteniendolos pantalones con las manos y seguíacantando la alarma. Los aduanerosyugoslavos empezaron a mirarle conaire de profunda sospecha. ¿Qué llevabaencima aquel hombre, vendedor dejuguetes, elegante, de estatura media,

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pelo negro y gafas de concha? “Como nosean las balas que aún me quedan dentrode cuando el paso del Ebro…” Se loexpliqué en inglés a los aduaneros y a lapolicía yugoslava, que estaba a punto dehacer pasar a Manolo a una habitacióncontigua: “es la metralla de la guerra”,dije. También los yugoslavos sabíanalgo de eso. “Yo combatí a las órdenesdel camarada Tito” decía Manolo, muyorgulloso. Sabía de sobra que Tito nopasó de París, aunque envió a España asus soldados con destino a las BrigadasInternacionales. Le dejaron pasar. Antesy después de aquel accidentadoencuentro con Yugoslavia en Belgradojugamos al mus y bebimos de la bota.

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“Entré en el campo de concentraciónde Corbán —explica Manolo— en enerode 1938. Se jugaba a las damas conchapas, hasta que no sé cómo aparecióuna baraja española de 40 cartas. Lesdimos tal uso a los naipes que sellenaban de mugre y había que lavarlasde vez en cuando. De tanto lavarlas y detanto jugar al mus se borraron lasfiguras. Nos vimos obligados a escribiren las cartas, “as de oros”, “puta debastos”, “siete de copas”, “elrepublicano rey de copas”, “El reyFranco”. Un día nos pilló un sargento dela guardia interior que iba armado degarrote y al que llamábamos “El Panza”,“Boris Karloff”, “El loco” etc…

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Cuando vio lo que habíamos escrito enla baraja, lo de Rey-Franco, nosreconvino: “Por hoy puede pasar, perosi os descubren con las cartas en lamano os llevan al paredón. Vosotrosveréis”.

“Nunca decíamos “órdago”, sino“Libertad” o “Viva la libertad”.Asociamos la suerte máxima del muscon nuestra ansia de libertad. A lospares los llamábamos los “civiles”.Jugábamos a ocho amarracos, que ése esel sistema que habían impuesto losvascos de la Primera Brigada. Loscatalanes jugaban sobre todo al ajedrez.Los tanteos eran piedras y más de uno sellevaba unas cuantas en el bolsillo, de

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modo que allí siempre aparecían en elmontón más piedras de las debidas. Nosjugábamos un chusco, cada uno poníauna parte del chusco. Aquel mus quehabían traído los vascos, sin señas ypoco parlanchín, era demasiado mustiopara la situación en la que nosencontrábamos. Necesitábamos algo másalegre, hablar más, excitarnos más.Cambiamos las reglas: se aceptaban lasseñas y la boca dejó de hacer juego. Elmus vasco, con su ascetismo y sumelancolía no era el más adecuado paralos campos de concentración en una duraposguerra”.

“Cuando me hicieron jefeadministrativo del botiquín cambió el

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panorama. Llegaron cartas nuevas. Elmus nos ayudó a pasar el trago, aolvidarte de todo. Cuando salí deCorbán volví a Madrid y me puse avender aceitunas y chorizo deCantimpalo. El tasquero me decía:“¡Anda Manolo, que falta uno para elmus!”. “Mira, tasquero, que me hacescisco el negocio, que si no vendoaceitunas no como”. Nos daban lastantas. Todo había cambiado desdeaquellas partidas del campo deconcentración, semiclandestinas, por lanoche, después de haber hecho el pasobersaglieri, con las rodillas hasta labarbilla, después de haber hechoinstrucción y todas las tablas de

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gimnasia. Al tocar silencio nosencerrábamos para jugar al mus. Nosiluminaba una bombilla de 25 bujías,para toda la Brigada. Ya en libertad, alórdago lo llamaba órdago y, a veces,para espanto del tasquero, se meescapaba lo de ¡Viva la Libertad!

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MECÁNICODE MOTOS

Manuel Barrios Moreno es mecánico demotos. Nació en Jerez de la Frontera enel 47 y se gana la vida en Madrid. Yocreo que Manolo juega varias partidasde mus a un tiempo, como lassimultáneas del ajedrez, en los distintosbares de la zona, entre Boix y Morer y lacalle Vallehermoso y Cea Bermúdez.Está siempre de buen humor. Se levantade una partida y va hacia otra con las

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manos metidas en los bolsillos de sumono azul. Un día, mientras jugaba conél, me dijo algo que no sabía: “En Jerezde la Frontera juegan con cuatro reyes ycuatro ases. Y con un comodín que es elcinco de oros. A la chica se la llama elcorto. Se va a treinta buenas y treintamalas y los resultados se apuntan en lamesa con una tiza. Yo aprendí en casa dePerico Villanueva”.

Manolo “el mecánico”, que trabaja alas órdenes de Don Luis en el Aquí,Jerez se ha adaptado bien al musmadrileño, aunque echa de menos lafonética gaditana. “Es verdad, echo demenos la forma de hablar. Me gustajugar al estilo de allá con cuatro reyes,

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cuatro ases y el cinco de comodín. EnJerez se juega sobre todo en lostabancos”. He mirado en el diccionariode Casares: “Tabanco es el puesto quese pone en las calles o mercados para laventa de comestibles”. Manolo,expatriado en Madrid, recuerda concariño aquella Casa Petra de Jerez,donde la vida era más dulce, el vino másbarato, y las partidas, interminables.“Nos jugábamos un zorzalito frito o vinode medio tapón que salía de la espita dela barrica”.

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UN PERROQUE SELLAMA

“MUS” Y UNACASA QUE SE

LLAMA“AMARRACO”

El perro cocker de Laura Valenzuela ydel productor cinematográfico José Luis

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Dibildos se llama “Mus”. La casa quetienen en Marbella se llama “ElAmarraco”. Con eso está dicho todo, ocasi todo, porque el mus activopertenece al pasado, a la añoranza, alrecuerdo. El tiempo, el maldito tiempo.Laura está muy atareada, aunque le diotiempo a ganarle una mano, en directo,por televisión, al concejal Matanzo.Vimos en la pequeña pantalla que elconcejal madrileño no tomó muy bien suderrota a manos de la rubia, hermosa ysonriente actriz y presentadora. JoséLuis Dibildos lleva seis años sabáticos,porque el cine está en crisis, porque sededica a leer, a hacer damerogramas ycrucigramas, y a ocuparse de su hija

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Lara. A la galbana y la familia.Laura Valenzuela tiene grandes

virtudes, la paciencia es una de ellas.Esperó trece años para casarse con sumarido, el padre de la “tercera vía” delcine español. Tardó luego otros veinteaños en volver al medio, la televisión,que la hizo popular. Chica de la CruzRoja o española en París, Laurita, comola llamaban en su época de actriz y depareja de Joaquín Prats, es hoy LadyLaura y Lady España. La clase ni seimprovisa ni se deteriora con el paso delos años. Laura triunfa en la COPE y en“Tele 5, Dígame”. Ahora, mientras JoséLuis Dibildos descansa Laura trabaja.“Mus” no para de husmear y ladrar.

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—Este —me dice Dibildos— es“Mus II”, porque “Mus I” murió hacecuatro años. Me llevé un gran disgustocuando murió “Mus I”. Vivió connosotros durante dieciséis años.Entonces fue cuando el periodista SantiArriazu nos regaló a “Mus II”.

Los dos, Laura y José, aprendieroncon su amigo Mingote, que algo tuvo quever con su boda, como veremos másadelante. Dibildos jugaba al póker hastaque Antonio le regaló su libro sobre elmus. Después le dio unas clasesprácticas y comenzó su esplendorosacarrera. Lo mismo ocurrió con Laura.Disputaron juntos varias partidas. Hastaque…

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Laura: “Le hice una faena espantosa,un estropicio, tenía treinta y una, nosfaltaban tres tantos para salimos, a ellosmuchos más, y me di el pase negro. Esedía José Luis, que tiene muy mal genio(sonríe) decidió jugar con IsabelMingote, y yo con Antonio Mingote.José Luis se puso hecho un basilisco,con razón. Por eso el cambio de pareja”.

—¿No volvisteis a jugar juntos nipor necesidades del guión?

José Luis: Eso sucedía a finales delos sesenta, y a lo largo de los añossetenta jugamos muchísimo. En ladécada de los 80 jugamos ya muy poco.Hace tres años disputé una de lasúltimas partidas, con el productor

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Emiliano Piedra, que era muy divertido,y no digamos su mujer Emma Penella,que si es divertida en la vida real, ya enel mus es ingeniosa, una delicia. Laúltima partida que jugué me la ganaronJosé María García y Santi Arriazu. Norecuerdo a quién llevaba yo decompañero. Sería un manta. Nosjugamos mil pesetas. Se las tuve que dara José María García. Fue unahumillación grande para el primerjugador del mundo, que soy yo. Hastafinal de los 70 jugábamos una partidadiaria…

—¿Habéis jugado más en unaépoca en la que se envidaba menos y lodejáis ahora que lo juega todo el

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mundo…?José Luis: “Era un poco tedioso

porque Isabel Mingote y yo ganábamossiempre”.

Laura: “He ganado trofeos que tú…”José Luis: “Te los daban porque eres

más conocida que yo”.—¿Juega Isabel Mingote tan bien

como dice su marido?José Luis: “Isabel juega de una

manera muy equilibrada, nunca se sabelo que lleva. En cambio Antonio es unhistoriador, un ideólogo o un humoristadel mus pero no juega bien. Ha hechomuchísimo por el mus. En cuanto aLaura pone buena voluntad, pero comoes más bien despistada lo hace fatal.

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Preferiría no hablar de eso por nohumillarla, pobrecita”.

Laura: “José Luis es como un loroinglés jugando al mus. Uuuufffff. A mí encambio me gusta reír, hablar, divertirme.No sé de qué se queja, porque una vezjugamos contra Julio César Fernández yotro muy bueno y los dejamos zapateros.O sea, que no hicimos mala parejamientras duró. Yo tengo reacciones pocológicas para un jugador de mus ydespisto mucho…”

José Luis: “Es cuando aplicatécnicas surrealistas… Yo no tengo ni unsólo trofeo. A ti, Laura, te los dan portráfico de influencias, por la venalidadque nos invade…”

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—¿Quién es el mejor jugador quehabéis conocido?

José Luis: “Santi Arriazu juega muybien…”

Laura: “Isabel Mingote les gana atodos…”

—¿A qué achacan ese abandono delmus, ese silencio clínico a partir de los80?

José Luis: “A los amigos con los quejugabas antes casi no los ves ya. Ya noveraneamos en el mismo sitio. Hasta enlos rodajes jugábamos al mus. Meacuerdo cuando filmamos Vote aGundisalvo, en la Costa del Sol, allápor 1978, en exteriores nos pasábamoslas horas de las pausas jugando al mus.

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Pero como llevo cinco o seis años sinhacer una película… Menos mal quenuestra hija —Lara— juega al mus.Ahora estamos más encerrados en lascasas. El mus implica una vida comúncon los amigos. Cada vez encontramosmenos grupos de amigos con tiempolibre. Lo digo con tristeza. Estáshablando con dos musistas en lareserva…”

Laura: “Con dos jubilados…”José Luis: “Con dos eméritos,

mejor…”—¿Habéis movido mucho el

banquillo: Madrid, el País Vasco,Andalucía? ¿Habéis notado mucho esasdiferencias?

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José Luis: “Los andaluces son de lomás parecido a los madrileños. Cuandohe jugado con amigos vascos, a pesardel laconismo, de que en ocasiones nohaya señas y todo eso, yo no he notadoel cambio”.

“Las mujeres que hemos conocido”,escribían Pagola y Carreño en su libro,“juegan bien al mus. Usan lashabilidades propias de su sexo:intuición, coquetería y cierta ‘pinta’ deingenuidad que las convierte enenemigos peligrosos”. Yo me acuerdo deun compañero al que le divertía el juegoy las metáforas del mus y la virilidad:“Oye, chata, que yo de pequeña nada,que tengo unos pares…” Villán y

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Martínez Reverte señalan en su Librodel mus que los naipes con las féminas“nunca se sabe como van a venir, ni sivan a seguir viniendo de la mismamanera todo el tiempo. Unas y otrascambian como el clima de los paísesextremos: a cada rato están distintas ynadie sabe por qué. Nos ponen tontoscuando nos vienen bien. Naipes yhembras son, sin embargo, caprichosos yveleidosos”.

Puede que Laura Valenzuela no estéde acuerdo. Este es un juego machista,pero la mujer se despista al sumar lostantos, parece como si estuviera ausentedel juego, en la luna de Valencia. Y tesacan 31 cuando parece que contaban

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36. Se pasan la partida hablando de otracosa “que nada tiene que ver con eljuego”. No es aconsejable, añaden losautores del Libro del Mus, que loshombres pierdan los nervios por ello. Siuno los pierde y dice con cierto tonoalto de voz eso de “pero ¿qué pasa conlos pares?, ¿lleváis pares o no?”, una delas jugadoras dirá: “Pues claro, guapo, yademás son duples”, y si el jugador secalienta más y dice: “Pues diez a tusduples y a ver si jugamos”, ellaenseñará sus duples al final de la mano ydirá al hombre: “Aquí los tienes, guapo,y no te alteres, que no he traído hoy elfrasco de valium”.

También nos advierten Villán y

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Reverte que “no deben los hombresjugar contra la mujer propia. Durantetoda la partida ella le estará diciendo asu compañera: ‘ése va de farol’ o,‘cuidado, Maite, que va cargado’… ysiempre acertará. Lo aconsejable es nojugar con ellas”. Éstos son los consejospara jugar con mujeres: no fanfarronear;vigilarlas sin que lo noten, sobre todocon los tantos; hablar poco y tragarse lagracia que se vaya a decir cuando ya setenga en los labios; no echar las manosen la mesa para apuntarse los tantos; ysobre todo ser paciente, ser paciente yaguantar todo lo que se pueda sin perderlos nervios. O sea: como en casa.

José Luis Dibildos: “Si juegas con tu

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mujer te ayuda, te da una salida, unvehículo para meterte con ella. Es buenoque los matrimonios jueguen al mus. Esmejor que jueguen opuestos, que novayan de pareja. De todos modos el mussepara mucho a las parejas. No tantocomo la televisión, que separatotalmente… Como siga así la televisiónla institución matrimonial va a durarpoco. Fíjate en el problema de lasfamilias que sólo tienen un aparato detelevisión. Ese día televisan el partidode fútbol en un canal y a la misma horaen otro canal ponen un culebrón. Laguerra: o el fútbol o el culebrón. Si lafamilia tiene dos televisores cada uno seva a una habitación y entonces también

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se rompe el contacto…”Laura: “Que es nuestro caso… Tú

estás con 22 jugadores en calzoncillos yyo con una de Barbra Streisand”.

José Luis: “O ‘Vientre dealquiler’… Si Laura ve una imagen defútbol en la televisión sale corriendo. Esuna alergia total”.

—O sea, José Luis, quedamos enque es mejor que el matrimonio nojuegue de pareja.

José Luis: “Así es. Juegas con tumujer, mete la pata, se te carga lapartida, te entra un ataque de odio. Encambio jugando en contra la ganas y enpaz. No es que sea machista, me hereconvertido, estoy convencido de que

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la mujer es superior al hombre. Hepasado de un extremo a otro, me hechohembrista, pero quizá donde no sonsuperiores las chicas es en el mus. Ésees uno de los pocos terrenos en el quetodavía el hombre supera a la mujer. Yahay adelantadas como Isabel Mingote,que pueden ganar a cualquiera”.

Laura: “Tú, José Luis, sólo hasjugado con dos o tres mujeres, noconoces a las demás. No puedes llevaruna estadística exhaustiva de todas lasmujeres que juegan al mus”.

—Hay en el mus aprovechateguis,gente que juega contigo para obteneralgo. ¿Lo habéis notado en vuestromundo?

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José Luis: “No, es la relación conlos buenos amigos. Se es amigo no porel interés o por sacar alguna ventaja,aunque hay gente que quiere sacarpartido de una amistad. Ahora haymucho de eso pero espero que no ocurraen el mus”.

Laura: “Hay algún jugador que conun “perete” se permite envidar y ganarla grande, eso no se paga con nada”.

José Luis: “Yo no me quito de lacabeza aquella partida que me ganaronJosé María García y Santi Arriazu, lasmil pesetas aquellas. Y además, latelevisaron. Perder dinero porque te loquita Solchaga produciendo películas,eso es lo normal, es ley de vida, pero

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perder mil pesetas al mus…”Antonio Mingote, que a pesar de su

timidez ha trabajado como actor en sietepelículas de Dibildos, tenía un cuadrotitulado Tarde de fiesta de guardar enCastilla.

José Luis: “Una tarde que Laura y yoestábamos en su casa Mingote nos dijoal terminar la partida: ‘si os casáis osregalo el cuadro’. Había que tomar unadecisión rápida y respondí ‘venga, nosquedamos con el cuadro’”.

Hablamos de los amigos de JoséLuis, de Tono, que mandaba que letiñeran las camisas blancas, lascompraba blancas y las teñía de azul. DeJardiel Poncela, que dormía un día sí y

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otro no. “Jardiel”, me dice José Luis,“tenía pintadas por toda la casa. Y unade ellas decía a la entrada: ‘Lo malo delinfierno son los primeros días’…”

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LAEXTRANJERA

CUANDOJUEGA

Nadya Vidovich es una yugoslavacasada con el periodista José ManuelArija, subdirector de Cambio 16. Nadyaen serbocroata significa “Esperanza”, yasí la llaman cientos de taxistas,barrenderos, taberneros, serenos,vendedores ambulantes y bomberos que

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han jugado con ella al mus. Tiene 50años, treinta de los cuales los ha vividoen España. El mus ocupa un lugaresencial en las vidas de Nadya y JoséManuel. Ella habla seis o siete idiomas,es rápida como el rayo y tiene sentidodel humor, algo fundamental para jugaral mus, que aprendió en las tabernasmadrileñas. Nació en Belgrado y allíhemos jugado alguna vez. Rubia yextranjera, sus amigos los taxistas laexhiben como un caso exótico en laspartidas de Chamberí o de Fuencarral.

«El que luego sería mi marido seencontraba en el exilio en Belgrado

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porque pertenecía al FELIPE. Junto conotros compañeros del Frente deLiberación Popular jugaba al mus con elEmbajador de la República española enla Yugoslavia de Tito. Por la nochearmaban unas timbas muy ruidosas. Elmus les distraía de la lejanía de lapatria. Ese fue el primer contacto quetuve con el mus. Aquel juego no teníaningún sentido para mí. No había formade entenderlo. Escuchaba una y otra vezla palabra ‘coño’, ‘coño’, ‘coño’. Esode ‘coño’ era lo único que entendía,porque en mi idioma significa ‘caballo’.La baraja española era también algoextraña porque en Yugoslavia jugamoscon naipes americanos.

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Nos fuimos a París para casarnos.Allí, los exiliados seguían jugando almus.

Mientras servía cafés y copas logrécomprender el intríngulis de aquelextraño juego. Cuando en el año 63volvimos a España ya sabía las reglas,los rudimentos… Como no teníamosdinero para salir, nos recluimos en casa.El mus era nuestro únicoentretenimiento. Nos inventamos unasreglas para jugar entre los dos: el queperdía la partida fregaba los platos. Nome quedó más remedio que espabilar.Me hice campeona de mus sólo por nofregar los platos. Mi marido seenrabietaba: ¿será posible que me gane

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una extranjera?Puedes imaginarte la sorpresa que

causé al llegar a Toledo para conocer ala familia de José Manuel, unacomunista yugoslava frente a un personalmuy de derechas, guardias de Franco ytodo eso. Mi suegro me llevaba alcasino de Toledo. Yo era una chica muyguapa, atractiva, arrolladora, una joya,vamos. Me fijé mucho en el mus delCasino. Puse los cinco sentidos yaprendí mucho. La tasca de ‘Paniza’ enla calle General Varela fue mi academia.El dueño había sido fraile antes quecocinero. Colgó los hábitos por lasmujeres. En su bar jugaban los taxistas,y yo bajaba en la hora que me dejaban

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libre para el desayuno. Nos jugábamoslos chatos. Hice grandes amistades.

Al principio me dejaban ganar. Eranunos caballeros, pero pasó el tiempo yya no se dejaban ganar con tantafacilidad. Tuve que pagar muchoschatos. Se ponían machistas. Les sentabamuy mal perder con una mujer,extranjera y rubia. Compramos luegounas tierras en El Vellón, en la carreterade Burgos. Empezamos a construir lacasa. Mientras vigilaba las obras echabapartidas de mus con los viejecitos, conlas fuerzas vivas, el alcalde, el cura, elboticario. En una memorable partidajugué con el yerno del alcalde, contra elalcalde y un campeón de la zona. Me

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tomaron por ingenua o por honrada. Leeché cara al asunto y ganamos, con grancabreo del alcalde. Me gusta jugar congente conocida. Una vez participé en untorneo con un maderero, perdí porqueme puse muy nerviosa. Nos faltó rodajey compenetración.

A veces me acusan de hacer trampas.Pues claro que las hago. ¿Para qué va ajugar uno si no hace trampas? Miestratagema preferida consiste enbarajar las cartas y darme por arriba opor abajo del mazo según lo queconvenga. Yo no me tomo en serio elmus. Como digo, a los españoles lesmolesta mucho que les gane una mujer.He visto al alcalde levantarse

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indignado: ¡y encima extranjera! No melo ha perdonado nunca. Ten en cuentaque a esas partidas asisten los mironesdel pueblo. Perder con espectadores eslo peor que le puede ocurrir a unmachista. Se llevan un gran chasco.

Los taxistas son mejores musistasque los campesinos, en principio. Sonmás ágiles, más rápidos, más agudos. Suescuela es la mejor. Mi padre eracamionero y yo llevo algo de gasolinaen la sangre. Les tengo un respetoespecial. El mus me ha servido paraconocer gente de todas las clasessociales. Es una manera formidable detomar contacto, de introducirse en losmás divertidos ambientes. Fuera de la

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partida la gente es amable, cariñosa;dentro de ella puede ser agresiva,irritable. Se habla muy mal. Yo heheredado del mus una colección de tacosque para sí quisiera algún camionero.Soy muy mal hablada. Los que jueganpor jugar, sin pretensión de ganar, jueganmejor. Las cartas son la mejorcompañía. Hoy sigo jugando con JoséManuel, en casa, y en el pueblo. El muste transmite proximidad, intimidad, es unmaravilloso diálogo. En cambio latelevisión te divide. Quiero patentar mitrampa, mi artimaña, que como te heexplicado consiste en que al mezclar lascartas las coloco de una maneraespecial. Según esa colocación las doy

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por arriba o por abajo. Casi nunca mecogen, aunque, claro, mi marido, se losabe de sobra.

Mi juego favorito son los pares y lachica».

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EL AMORPROPIO

Por Sabino Fernández Campo

Los asturianos juegan mucho al mus,como en toda España; pero en mi patriachica la historia del mus registraentrañables rivalidades, no sólo entreparejas y tertulias locales, sino tambiénentre pueblos. “Una para Mieres y otrapara Tineo” y “Una para Cangas y otra

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para Onís” son frases que suelen oírseen la cuenca, los valles o la costa de lospueblos asturianos, a la hora de repartirlos amarracos. El mus es juego de amorpropio, que es lo más propio quetenemos cada uno, y ello explica esoscontenciosos dialécticamente épicos queson sal y pimienta de nuestra manera deser y de nuestras relaciones sociales. Enel mus ocurre que no se juega uno nadaporque se lo juega todo; es decir, eso tanespañol de ser más listo que los otros,engañándoles. Se podría hacer toda unafilosofía de ello. Me interesa destacarque, precisamente por esta causa, el musimpone unas reglas muy estrictas decaballerosidad, y pienso que es aquí, en

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el cumplimiento de la norma, donde estála clave de nuestro carácter y nuestrosenigmas históricos que tanto buscóSánchez Albornoz. A los españoles, entodo tiempo, en todo lugar, en cualquiercircunstancia, nos gusta ser más que losotros, pero no de cualquier manera sinoganándoles con el ingenio y la sátira.Connoto también el ascendientemachista del mus, ahora roto,afortunadamente, por las mismasmujeres, que se están acreditando conmuy buena disposición para rebajar lapetulancia de los “envites” masculinos.Esa pluralidad conviene.

Vivimos unos tiempos conquistadospor los derechos universales e

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igualitarios y el mus se nos iba a quedaratrás si no asume esas necesariasresponsabilidades. En cualquier caso, yen Asturias, mis paisanos de más edadrehuyen el sentarse con mujeres a lamesa a la hora de la partida, por siacaso.

Insisto en la genialidad del mus, queexige a sus partícipes emplear connobleza el engaño, reconociendo elderecho a éste con las palabras, pero nocon la conducta, a través de los años. Esuna demostración optimista y pujante denuestra personalidad colectiva queexplica la permanencia del mus y sutirón intergeneracional, cuando muchasactividades lúdicas de nuestros pueblos

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han ya desaparecido.Creo que este libro podría ser un

acertado test sobre los españoles denuestro tiempo, del que saldremosaltivos y “grandones”, seamos o nomusistas.

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POR ESONO JUEGO

AL MUS

Sir Cámara: dibujante, pensador, vivecon su mujer en un pueblo de la Vega delJarama. ¿Cómo se vive sin jugar al mus?Ricardo lo explica y su mujer también.Porque no hay mus conyugal…

«Cuando tienes un caniche y vas porla calle con él —me dice RicardoCámara— te fijas en todos los caniches,

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y parece que, al menos para tu orgullo,todo el mundo tiene un caniche. “Comodebe ser”, piensas. Cuando en este paísapenas había partidos políticos, la gentehablaba del “partido” refiriéndose alPartido Comunista de España, comodando por hecho que era el único.Cuando alguien juega al mus en este paísse presenta, por su parte, como dandopor hecho que no es el único, pero sí elmejor. Y si no lo dice si deja que se lenote en el tono y en su sonrisasocarrona, que no deja lugar a dudassobre este particular.

Y esta es la cuestión: ser o no serjugador de mus. Para ser una personanormal y completa debes saber jugar al

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mus. De lo contrario corres el riesgo deser clasificado como un raro. En estosmomentos se justifica no entender unapalabra de informática, no saber si loque tiene el Palacio de la Bolsa en elsuelo es parqué o sintasol. Lo que ya nose perdona es que el mus te resulteindiferente. Los forjadores de loshábitos de los noventa han recuperado yhan hecho propios los entretenimientosde sus padres y los han elevado a lacategoría de cultura imprescindible…De “magia del mus”, como han hecholos que siempre lo han jugado y losniñatos de última hornada y litrona.

Yo, aunque pueda parecer unenemigo feroz de este juego por lo

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anteriormente expuesto, he de decir enmi descargo que, creo, estoysobradamente justificado por mislamentables vivencias en relación con elmus.

Cuando empecé a trabajar enaquellos periódicos en los que se fundíamucho plomo y dejaban abierta la últimapágina para noticias de última hora, medi cuenta de que en los talleres habíamuchos ratos que matar en espera de lanoticia. Estos ratos los gastaban jugandoal mus, como en la redacción. Con ladisculpa de tener turno de noche, habíamuchos compañeros que hacían lomismo en espera de cerrar la edición ysalir después por ahí a echar una copa o

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lo que fuera menester. Yo intentésiempre aprender. Siempre me dijeronque ya tenía años para jugar al mus y, enel mejor de los casos, me decían quetenían una partida muy importantependiente y que ya buscaríamos un ratoperdido para echar una de aprendizaje.Así pasó el tiempo con situacionessimilares, y aunque yo no puse mayorempeño por mi parte, nunca podíapensar que aquello me acabaría quitandoel sueño.

Después me encontré con una mujerque me cautivó más que el mus.Empezamos a salir (juntos y delperiódico) y la cosa fue a más… Ya sesabe… De pronto un día, cuando me

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tomó confianza, me dijo que siechábamos un mus. Vaya por Dios…¡Salió! Vi los cielos abiertos y en él alos angelitos de copas. Por fin habíaencontrado a alguien de confianza paraaprender a jugar al mus. Pero en seguidame di cuenta de que éramos, y seguimossiendo, dos seres de carácter fuerte quele buscan las vueltas a todo y discutenpor cualquier bobada por una simplecuestión de puñetería. Ella lo intentó,pero fue imposible. No me encontraba…Por fin un día, en que fuimos de campo,un tipo insoportable, amigo de un amigo,intentó enseñarme a jugar al musaprovechando que no había mejor cosaque hacer. La luz de la lámpara de

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petróleo que había en el refugio me diosueño y el tipo se me indigestó por susmodos empalagosos. Me entraron unasganas tremendas de salir de allí.

Tiempo después nos fuimos, la mujertremenda y yo, a vivir a un pueblo. Poraquí hay gente que juega al mus. Los hevisto jugar y me da pena un tal Román,que tiene una tarjeta en la que se lee:“Román Cuenca. Asesor de Mus ypescador de truchas”. Bueno, pues nipor esas. Con lo bueno que dice que esen el mus, hay que verle arrastrándosepor la barra del mesón murmurando: “Sies que no me entran cartas…”, y yopienso que, para sufrir, ya está elMinisterio de Hacienda, y en esos

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momentos me lo pienso. Y abandono laidea de aprender porque además hay unmisticismo en torno a este juego… Undía se le ocurrió a Marianito, el hijo dela señora Electra, organizar una partidacon los jugones del pueblo de arriba. Ami mujer no le gusta jugar con extraños ymenos si son extraños, pero Marianitoya lo había acordado y fuimos para allá.Prepararon la mesa y se fueron sentando.Cuando sólo quedaba un espacio porocupar, el más figura, con bigote a loJon Idígoras, me dice: “Oye, ¿te vas asentar o qué?”. Yo miré para atrás y novi a nadie. Al momento apareció mimujer, que venía de comprar el tabaco, yaclaró, para sorpresa del personal, que

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la que jugaba era ella. “¿Y tú?”, mepreguntaron con desconfianza. “Yo soycientífico, mire usted…” No sé si se locreerían o no, pero mi mujer y Marianitozurraron, y bien, a los “reyes” de labaraja.

Yo, aparte de todo, me sientoincapaz de jugar al mus porque soy unpésimo actor. No tengo malicia, aunquetarde en llegar el cheque de lascolaboraciones. No soy vasco, como elmismísimo mus. Soy una especie decoleccionista de lo que a la mayoría lesobra: no hablo inglés, no sé nada deinformática, no tengo carnet deconducir… Como decía Santiago Amón,de él mismo y de los de su condición,

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uno de esos individuos a los que algúndía alguien estudiará por desentonar ensu época.

Y todavía se pregunta mi jefe, ManuLeguineche, que cómo es posible que mimujer pueda vivir con un tipo que nosabe jugar al mus. ¡¡Pues que lo digaella y que no se justifique narrando misvirtudes, que son cuatro cosillas peroson auténticas…!! Ah, y la última.Después de comentar con mi mujer esteencargo de Manu en el que parece quetambién ha embarcado a Alfredo Landa,otro ilustre de la baraja, dice que seríaun gustazo jugar al mus con él. No mecompadezcan, estoy acostumbrado. Perocualquier día me cabreo y rompo la

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baraja…

UNA ESPOSA QUE JUEGAAL MUS (MUY BIEN) CONUNO QUE NO SABE

No voy a mojar estas páginas con mislágrimas, aunque reconozco que estarcasada con un señor que no sabe jugar almus es una desgracia que puede induciral suicidio. Pero si a estas alturas no mehe cortado las venas tampoco lo veomotivo suficiente para solicitar eldivorcio.

Siempre me han gustado los juegosde mesa. Disfrutaba con la misma

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intensidad jugando al dominó, alparchís, al cinquillo o al palé; hasta queen 1973 un buen amigo y sin embargocompañero de Facultad y profesión,Julio Miravalls, me descubrió la magiadel mus. Durante muchos años la partidade mus fue postre obligado después deun largo día de trabajo en la redacción.Después, cuando conocí a Ricardo,intenté por todos los medios queaprendiese este noble juego. Pero senegó, no de una manera absoluta, no.Verán. Él se sentaba en la mesa con carade aprendiz. A los pocos minutos,bostezaba, se distraía… hasta que losaburridos éramos los profesores yconseguía que no le diéramos más la

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lata. No ha sido solamente el mus labestia negra. Durante el montón de añosque llevamos juntos he intentado lo delmus, he probado con el cinquillo(parece que es más receptivo a estejuego), con diversos estilos de cartas,dados, Trivial, chapas, canicas.Tampoco conseguí que introdujese en lacartera el carnet de conducir ni quehiciera buenas migas con el perro —discute con él en los mismos términos enque lo haría con un inspector deHacienda— o que vea una película devídeo sin adornar la banda sonora consus ronquidos. Sin embargo no pierdo laesperanza, porque en el fondo yo creoque a Ricardo le encantaría hacer todas

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estas cosas, pero como además detímido es un perfeccionista cree que nolo hará bien. Mientras tanto a servidorale hace polvo con esa manía anti-juego.Si se animase, una, que es bastantejugona, le daría más a menudo al naipe.Eso sí, me alienta para que eche unasmanitas con los amigos y se queda demirón. Hay que decir en su favor queestá calladito, da tabaco y además nossuele traer las copas. No hay mal quepor bien no venga.

Nosotros le exhortamos con laconfianza del que sabe que su sueño —Ricardo con cuatro cartas en la mano yenvidando— será realidad en un futuropróximo. La perseverancia dará sus

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frutos.Mientras, se disculpa diciendo que

él no tiene malicia y chispa para jugar almus. Puedo asegurar que eso es unaburda patraña, que mala leche tiene unrato largo, y chispa debe tener algunaporque lleva comiendo de ella más deveinte años. Así que no tiene disculpa.No juega porque no le da la real gana. Aesta resignada mujer sólo le quedaesperar a que el hijo de ambos crezca, yno se parezca en eso al padre, para quejuegue con ella de pareja. Hasta ahora lohe intentado con el perro pero comotiene tanto pelo, y aunque interés no lefalta, no le veo bien las señas. Unverdadero asco, oiga».

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ROMA,ACADEMIADE BELLAS

ARTES

Jaime Calatayud ganó en Roma elTorneo Internacional de Mus Italia-España. Es madrileño, nacido en 1940,funcionario del Estado (Ministerio delInterior). El campeonato se jugó en laAcademia de Bellas Artes de Roma. Lafinal la disputaron en la residencia del

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embajador Menéndez del Valle. En unacrónica fechada en Roma en octubre de1987, el ABC de Madrid daba cuenta dela victoria en ese primer torneointernacional de la pareja formada porJuan Hormaechea (director de lasucursal italiana Mondial Assistance) yde Estanislao Cubas. Los peores deltorneo, los farolillos rojos, fueron elentonces cónsul general Martínez Caro yel consejero de Información, ex-directorgeneral de TVE, Eugenio Nasarre.

Los demócratas cristianos, por reglageneral, juegan muy mal al mus. Noquieren mentir porque se condenan. Ahíestá el caso irrecuperable del ex-ministro Juan Antonio Ortega y Díaz

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Ambrona que, por mucho que se hacobijado en la sombra de GómezSoubrier, no ha aprendido ni a tenerlas.El ex-ministro de UCD reacciona mal alvocabulario de gruesa artillería queconlleva el mus y trata, en vano, delimpiar la boca de los musistas. JaimeCalatayud, organizador de los torneosinternacionales de Roma, considera aotro demócrata cristiano, EugenioNasarre, el peor jugador que haconocido. El mejor le parece el peleteroArturo Buenaventura y el más loco suprimo Vicente Granero, traumatólogo.

Jaime, que ahora está adscrito a laPolicía Judicial, cree que el mus es el“juego de los juegos, osado,

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psicológico, en el que se demuestra laeducación y la civilidad de losparticipantes. Son necesarios losreflejos, la capacidad de decisión, laintuición”. Confiesa que no tiene “malperder” aunque no han faltado lasdiscusiones. Tiene sangre fría yresponde de forma jocosa pero nohiriente. Prefiere el sistema madrileño,alborotado y sin límites. No es muyordagueador y juega mejor por lasnoches, “con copitas”. Su expresiónfavorita es “me pinchan las coronas”. Elmus le hace olvidar las preocupaciones“y a veces olvidas también que estáscasado”. El mus le esponja y le produceun gran placer “muy parecido al otro”.

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Si no duerme es por los errorescometidos, y si no los ha tenido duermea pierna suelta.

Su partida histórica la jugó en Romaen la final del III CampeonatoInternacional de Mus. “Perdíamos 2-0.Quedamos campeones por un tanteo de4-3. La pareja contraria estaba a falta deuna piedra para salirse”. Jaime insisteen que la educación, la psicología, elpase oportuno de las señas y la decisióninmediata son las reglas de oro para elmuslari. Ha conocido a algunasjugadoras “discretas”. Su lancepreferido es el del “juego o no juego,con 31 o 30, de postre”. Juega desde laépoca universitaria, cuando estaba en

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disputa un pitillo, un bocata o la partida“Super”, que consistía en todo loanterior más el “ticket” del SEU.

—¿Cómo es el mus de los policías?—Suele ser a tiros, me responde, y

con ciertos lances a modo deinterrogatorio. Se llega, si es necesario,a “esposar al contrario”, y en ocasiones,algún alto mando queda en situaciónlastimosa.

Le recuerdo a Jaime una partida quejugamos Kepa Conde y yo contra dospolicías. Estábamos los cuatro a laespera de una rueda de prensa. Loprimero que hicieron los “maderos” fuedesprenderse de las pistolas que lesmolestaban a la hora de pasar la seña de

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30 al punto, un leve movimiento dehombro. Nuestra victoria fue tan rotundaque uno de los “polis” se le quedómirando a Kepa a los ojos y le dijo: “Yonunca olvido una cara”.

Tampoco Jaime Calatayud olvidaningún rostro, haya ganado o perdido.Acepta y perdona las derrotas conalgunos de los muslaris con los quecompitió en los torneos romanos. Porentonces todos los caminos del musllevaban a Roma. En la lista figurabanex-ministros como Núñez, embajadorescomo Menéndez del Valle, JesúsEzquerra o Julio Albi… “Uno de ellos—me cuenta— tiene dos “tics”nerviosos que son exactamente las señas

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de 31 y medias por lo que es uncontrincante difícil de batir”, elPresidente del Tribunal económico-administrativo Javier Parmio (y señora),Ricardo Dolarea (y señora), que fue Jefedel Estado Mayor de la Armada enCanarias, el coronel del Ejército delAire, Jesús Melgar, Manuel Kindelán,ingeniero aeronáutico IBM, VictorianoRubio, jefe de cirugía plástica delhospital Gómez Ulla, Damián Sánchez,Juan Nieto, jefe de Iberia en Italia, Jorgedel Corral, director de Informativos deAntena 3 TV, el corresponsal de TVEGómez Fuentes o Agustín González,secretario general del Bank of America.Claro que, como dice el refrán: “Chi

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asino va a Roma, asino se ne torna”. Elque hizo progresos más rápidos en elmus romano fue Alberto Marchis,comandante de Alitalia y marido de lainigualable Paloma Gómez Borrero.Alberto se proclamó un día, a la sombradel Coliseo, campeón de mus del grupode “membrillos”.

Hay otra máxima romana que leviene al pelo al mus: “Neque protinusuno est condita Roma die”, no seconstruyó Roma en un día.

He sugerido a Jaime Calatayud queorganice un campeonato en Mus, capitalde la provincia de Mus, en la TurquíaOriental, tierra de viñedos y robles. Fuefundada por el rey armenio Mushel II en

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el siglo sexto. Estuve en la ciudad deMus después de un terremoto que lasacudió en 1966 y destruyó la mayorparte de Mus. Fue un órdago sísmico.Paul Mus podía haber servido demaestro de ceremonias. Su libroVietnam, sociología de una guerra fuemi libro de cabecera en los años deSaigón. Pero Paul Mus no sabía jugar almus.

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LOSCIEGOS

Los ciegos juegan al mus. El Presidentedel Consejo General de la O.N.C.E. esuno de ellos. José María Arroyo nacióen un pueblo de Burgos, Melgar deFermental, el 5 de septiembre de 1949.Se licenció en derecho por laUniversidad de Deusto. “Es uncastellano leal, orgulloso de su origen.Entusiasta de su tierra y de su gente,sobrio y entrañable para todo”, dice su

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biografía oficial. Y añade: “José MaríaArroyo Zarzosa, partiendo de la firmezade sus convicciones, ha sido siempremás partidario del trabajo efectivo quede los golpes de efecto y de las accionesespectaculares”. ¿Lo dirá por alguien?Arroyo juega así al mus. Dicen que es unmaestro en el dominó. Escribió JoséMaría de Cossío, que nació en elcastillo de Sepúlveda y fue director deEl Norte de Castilla de Valladolid, que“el jugador de dominó no necesita luz, eldominó es un juego para ciegos, y lostantos negros, marcados en las fichascon hoyos profundos, están hechos máspara el tacto que para la vista. Aljugador le basta, pues, con el tacto, y al

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espectador, con el sonido, pues según lacalidad de la ficha que ha de colocarse,así es el golpe que el jugador da conella. La blanca doble resbala por elmármol como si fuese de puntillas, ycuando queda sola en la mano de unjugador, éste la muestra siempre alcontrario con una amable sonrisa; encambio el seis doble, la ficha queprimero se rompe en todas las cajas dedominó, es impulsiva, ruidosa, y, aveces, un poco trágica. Recuerda a esoshombres camorristas que llevan siempredetrás de sí el escándalo, añade Cossío.Todas las mesas rotas en los cafés sehan roto por el golpe terrible del seisdoble, y a su paso por el mármol, como

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un negro por la nieve, tiemblan lasfrágiles copitas de licor y los pequeñosplatillos de metal”.

Don Paco escribió en Testigo de unaépoca que el dominó es el juego delorden y de la simetría. “Un tres no ha decasar sino con un tres, y un cuatro con uncuatro, y las fichas dobles mantienen esadisciplina cruzándose, de trecho entrecho, como para mantener, en unperfecto equilibrio, toda la teoría deljuego”.

El mus, en cambio, es una teoría delcaos y el desequilibrio, la ruptura delorden, una puñalada a Descartes encuanto uno se descarta. Su símbolo sonlas de Hontanares. Hay un Hontanares

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en Avila, otro en Guadalajara, partidojudicial de Brihuega (cereales, vino,patatas y miel), un Hontanares enValencia, municipio de Castielfabib, yun Hontanares de Eresma, provincia deSegovia (produce cebada, garbanzos,también para las partidas, y trigo). Lasde Hontanares: dos a la grande, tres a lachica y cuatro a pares, aunque otrosteóricos como Fernández-Sanz ponen lode tres a la mayor, cuatro a chica y cincoa pares.

¿Cómo juegan al mus los ciegos?José María Arroyo responde de estamanera: “Es muy sencillo, el traille espara nosotros un elemento decomunicación básico para leer y

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escribir. Se aplica también a la baraja.Las cartas están marcadas, en el sentidomás positivo de la expresión. Porejemplo un as de oros lleva en dosesquinas alineadas diagonalmente la A yla O transcritas al Braille. De todosmodos, añade el presidente del Consejode la O.N.C.E., el mus es un juego fácilpor la escasez de cartas que se manejan,aunque eso sí, se puede complicar todolo que se quiera.

—¿Dónde y cuándo aprendió ajugar al mus?

—A los 16 años, en mi pueblo,Melgar, de Fermental, en el bar de unamigo mío.

—Entonces pertenece de lleno a la

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escuela castellana…—De lleno. Es la escuela de la

austeridad y la espera, la prudencia. Sejuega piedra a piedra salvo que haya quedecidir al final o se vaya perdiendo. Mijuego es tranquilo, tal vez algún farolillopara descolocar…

—¿Con quién juega?—Juego casi siempre en Melgar, de

vacaciones. No tengo pareja estableaunque lo hago casi siempre conLeoncio Guerra, que además de un granamigo y un gran jugador, es mi chófer.

—¿Utiliza algún tipo de señas deinteligencia?

—No utilizo las señas de losvidentes, como es lógico. En partidas

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serias y entre caballeros no falseo lasseñas, pero sí podría utilizar algunosgestos, pequeños golpes sobre la mesa,etc…

—¿Son muchos los ciegosaficionados al mus?

—Hay pocos, pero el que lo es, loes de verdad y con todas lasconsecuencias, un forofo del mus.

José María Arroyo nunca dice“estoy ciego” cuando no le entran cartas,pero se le ensancha el alma cuando lellegan los duples de ases-reyes que esuna jugada que borda, aunque, asegura,“a nadie le amarga la bonita o la 31 conpares, de mano”.

—¿Sienten conmiseración por el

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ciego, cuando pierde?—No, nunca. Juego con gente

conocida. No les afecta que yo seaciego. Si lo hiciera con desconocidosestoy seguro de que no perdonarían.Nadie se deja ganar al mus.

En otros tiempos en los pueblos ycasinos de Castilla se jugaba al tresillo.“En los pueblos, escribe Cossío, dondela vida no ofrece sino pequeñas batallasy pequeñas pasiones familiares, sonconvenientes estos simulacros degrandes luchas en el juego. Y el tresillono es sino el compendio de todas laspasiones humanas. ¡Gran artificio, estetresillo, para probar los caracteres! Eneste juego la lucha se plantea como en

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los negocios de la vida, y aunque existenalgunos tresillistas hipócritas, lageneralidad de los hombres se dan aconocer en el tresillo. Algunosindividuos reservados no juegan altresillo, porque no quieren descubrirse.Es un juego un poco comprometido”. Sejuega entre tres, con nueve cartas. Sontres sus lances principales: entrada,vuelta y solo.

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LASTABLAS DELA LEY DEL

MUS

José María Fernández-Sanz es de esaspersonas a las que después de una breveconversación telefónica crees haberconocido de toda la vida. El autor deTratado del mus es cordobés,inteligente, abierto y con sentido delhumor. Y, además de recojerse en este

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libro fragmentos sustanciales de dichotratado (ver más adelante) se ofrece acontribuir con lo que sigue:

«Me pide nuestro amigo Manu que ledicte un decálogo o reglas de oro parajugar al mus, probablemente con la ideade ganarme. Pero pienso que no existenesas reglas y que, de haberlas, no sonningún misterio.

En el mus hay cuatro lances,importantísimos todos ellos, y es difícilresumirlos en unas normas orientativas,pues cada jugada —la Grande, la Chica,los Pares y el Juego o No Juego— tienensu propia picardía y filosofía. El mus esun juego de envite y los envites entran yadentro del campo de la idiosincrasia de

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cada jugador y la psicología de loscontrarios. Así, lo más importante delmus es saber con quién se juega y contraquién. De todo esto se podría escribirmuchísimo, pero por cumplir con loprometido y a fuer de ser sincero y nopresuntuoso, las 10 reglas que me hanhecho llegar a ser Campeón, Profesor,Doctor y Gran Maestro del Mus sepueden resumir, basándome simplementeen frases y dichos típicos sacados delpropio juego, en el siguiente decálogo:

1o. Tener buenas cartas. Y a serposible, siempre, con el solomilloen el bolsillo. Te dirán que así ganacualquiera; pero, mira, más vale

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piedra en mano que amarracovolando. De todas formas, aunque nosean muy buenas, de postre, conpares y juego, cortar siempre poreso de: A la mano con un pimiento.

2o. Ligar buenas cartas. Como, porejemplo, dos reyes y un caballo. Esoes una jugada cañón. Y hay quienes,a pesar de ello, piden descartes. Yo,de primeras dadas, ni lo pienso: Condos reyes-caballo, no me callo…

3o. Coger buenas cartas aunque sean ala pequeña; pues por mucho quedigan que jugador de chica,perdedor de mus, también hay otro

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refrán que dice con tres ases deprimera, corta el mus y vocifera. Ysi lo sabes jugar, verás la cantidadde piedras que le vas a ganar.Independientemente de que todobuen jugador de mus se debe ganarhasta la chica.

4o. Procurar ligar siempre la 31.Tampoco es mala jugada. Y sinembargo hay quienes la infravaloranbuscando algo mejor sin calcularque vale más que las medias y tantocomo los duples; si encima tambiénla lleva tu compañero, pues ¡olé! Ysi además son Dos reyes con treintay una, pues jugada cual ninguna.

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5o. Aunque se vaya cargado, forrado —señal de que efectivamente se hancogido buenas cartas— de postre nopasar nunca señas. Error quecometen hasta grandes jugadores quese precian de ser campeones. Pero sino se tiene destreza ni habilidadpara pasar la seña correspondiente,más vale jugar a ciegas y sorprenderal final hasta al propio compañero.Una seña cogida, es apuestaperdida.

6o. Sean las que sean las cartas ligadas,vigilar descaradamente altantearse, pues por una sola piedra

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se suelen perder muchas partidas yhay quienes se apuntan de máscantando alegremente… y una por sicuela… Y a veces hay tantosdespistados que cuela de verdad.

7o. Mentir como un bellaco; mentirmucho y por si las moscas, comodicen los castizos, jugar amarrado,arañando; ganando piedras y decuándo en cuándo —sobre todocuando se va con ley y por lo tantose tienen buenas cartas— permitirseuno el lujo de soltar un par deórdagos. Eso desconcierta al másplantao. Así que la consigna: jugararrastrao. Y el aleluya: Ese debe

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ser tu plan, poquito a poco y altran-trán.

8o. Tener muy en cuenta el tanteo, enrelación con los contrarios, a lahora de echar o aceptar unaapuesta fuerte. Un envite, es unquerite; pero antes de revolverte,mira cómo va la suerte, pues porganar una sola piedra, se pierdenmuchas partidas enteras.

9o. A pesar de llevar buenas cartas,farolear en su justo momento;teniendo la suficiente psicologíapara saber cuál es ese momento.

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10o. Procurar jugar —preferiblementecon buenas cartas— como se debejugar al mus: avasallando conalegría y humor, haciendo partidasamenas, divertidas y dándoles eseaire especial de juego castizo,entretenido, de envite dicharachero yempaque tabernero. Y si se sabendecir frases y vocablos típicos delmus, mejor.

Estos 10 principios se cierran condos grandes consejos:

1o. Amar al prójimo procurandoderrotarle, achicándole antes deempezar a jugar; es decir,

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aniquilándole moralmente inclusoantes de sentarse a la mesa y sacarlos amarracos. Ganándole miedo alos demás, comiendo totalmente lamoral del contrario, pues

Si al mus quieres ganar,no dejes al contrario ni

respirar…

2o. Jugar siempre, además de conbuenas cartas —no sé si lo herecomendado antes— con la “quintacarta”. Esa quinta carta que es unomismo: habilidad, agudeza, gracia,rapidez de reflejos… todo ello suple

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la posible mala suerte, hasta a lafamosa jugada del Tío Perete. Poreso esa quinta carta es insustituible,la más importante y con la que deverdad hay que saber jugar. De laque no nos debemos descartarnunca. Con ella, mi más acertadoconsejo sería: Jugar para ganarsiempre, pero jugar siempre parapasar el rato; ya que unos tienen queganar a otros que tienen que perder.Filosofía musística que me recuerda—y termino— a una copla que oíhace muchos órdagos en mi tierra:

El mus es, como la vida,

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un juego lleno de azares.Hay quien la vive a lo

grandey luego sucumbe a los

pares…»

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LAS LEYESSECRETASDEL MUS

Juan Gómez Soubrier es el Gran Chantredel mus. Hombre de las más diversasaficiones culturales, lo mismo escribe unlibro sobre el Museo del Prado quesobre los toros o sobre la gastronomíamadrileña. He visto su casa nimbada dehumo, con varias mesas de juego enplena ebullición. Para Juan el mus no es

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una pasión inútil. Ha escrito un librodivertido, Como dárselas de experto enmus. Da mucho gusto ganarle. Hay genteque sale de su casa a altas horas de lamadrugada con la mirada turbia delperdedor, de aquel Hermann del cuentodel ruso Puchkin Azar en el juego, queperdió una partida crucial frente aChekalinsky. Hermann, que creía haberganado con un as, descubrió que teníauna dama de picas. “En aquel instante lepareció que la dama de picas lesonreía”. Hermann enloqueció por suerror. “Está en el manicomio deObujowsky, en la celda 17. No contestaa las preguntas que le dirigen y murmuracon extraordinaria rapidez: tres, siete,

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as; tres, siete, as”. A tanto no hanllegado los amigos de Juan, pero sí esverdad que muchos de ellos no hanpodido conciliar el sueño, abrumadospor el peso de la derrota y por laresponsabilidad de los errores. A mí nome gusta hacer de menos a loscontrarios, pero todavía recuerdo elabrazo que nos dimos Kepa CondeZabala y yo una noche al bajar a la callede Conde de Peñalver después dehaberle ganado al gran teórico del mus,Juan Gómez Soubrier. Hace poco le vijugar contra el tenista Santana y PatxiAndión.

Juan es murciano de origen, o seaque nació fuera del mapa del mus. En

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Murcia se juega al truque. Se inició enel Mesón del Segoviano, en la CavaBaja, con Lucio “El Atómico” y conEsteban. Allá por 1956 se iba a lasmanifestaciones de la Universidad y porla tarde a la Cava Baja. “Ellos, los de laCava Baja”, me dice Juan, “meenseñaron a estar en el mundo, a nometer la pata”. Por aquellos años, Lucio,el tasquero, mostraba una tarjeta en laque se leía: “Aficionado del Atlético deMadrid”. Hoy, los Reyes, entre otros,van a su casa, y Lucio ve los toros desdela contrabarrera del 8. O sea, que Juantiene “mucha taberna” a sus espaldas.Dice don Lorenzo Ruiz contertulio deJuan que “la gente que no tiene taberna,

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ni sabe jugar al mus ni sabe tratar a lasmujeres”. José Luis de Vilallonga, dosveces Grande de España, ha escrito deGómez Soubrier que “sabe de vinos ycigarros puros, de versos del Siglo deOro. Se entiende bien con un duque o unfontanero, pero mal con la clase media”.Juan cree que el erotismo y el mus sonlos motores del mundo. Le gusta esaatmósfera de “perversa ingenuidad” delas primeras películas de Vadim con laBardot. Juan cree que el mus es mejorafrodisíaco que el polvo de cuerno derinoceronte.

Me he atrevido a pedirle undecálogo sobre el mus, quizás menostécnico, quizás más filosófico que el

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precedente de Fernández-Sanz. Las diezreglas de oro, las leyes secretas delmus: Juan confiesa en su libro que en1968, en unión de Vicente de Gregorio,ganó veintiséis tardes seguidas. Hay quereconocer que Juan ganó con EnriqueGómez del Prado de compañero “elúnico campeonato de mus organizadopor el Estado español”. He aquí los diezmandamientos del autor de Comodárselas de experto en mus;

1. EL MUS SOY YO.— Nadie sabecuánta modestia hace falta parareconocer que usted es EL REY DELMUS… y el único PRESIDENTEDE SU REPÚBLICA.

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2. EL MUS COMO ARTE DE PESCA.— Los peces pequeños rápidos yastutos atraviesan sus agujeros; losgrandes ordagueantes y valientesrompen sus hilos. Tan sólo lostibios, los burócratas y los quenacieron membrillos perecerán entresus redes.

3. NUNCA CORREGIRÁS ALCOMPAÑERO.— Recuerda conpaciencia que siempre podrásasesinarlo cuando acabe la partida.

4. SOBERBIO EN LA DERROTA,ALTIVO EN LA VICTORIA.—¿Qué otra cosa se creía usted que fue

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la indiferencia olímpica?

5. AL CONTRARIO ALABARÁS PORDELANTE Y POR DETRÁS.—Algún consuelo necesitarán lospobrecillos, hombre.

6. EL MUS ES COSA DE HOMBRES.— Frase que jamás debepronunciarse y aún menos trasperder contra aquella dama que tevapuleó como sólo lo hace uncaballero.

7. JUGAR DINERO AL MUS, VERLOS TOROS POR TELEVISIÓN YCOITEAR POR CARTA.— Son lastres cosas más tontas que puede

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hacer un nacido de madre despuésde comer por teléfono.

8. EL MUS ES UN NOBLE JUEGOTABERNARIO.— A pesar de elloalgunos cantamañanas se empeñan yempeñan en hacerlo divertimento desalón, escuela de marujos y aliviosde luto.

9. AMA AL MUS COMO AL MUSMISMO.— Si amas la lucidez y lahipocresía social, juega al bridge. Site priva el dinero hazlo al póker enun garito y con desconocidos.Solamente si tienes amigos jugarásal mus(como los viejos hidalgos lo

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hacían al tresillo).

10. NUNCA OLVIDES EL MUS.— Alfin y a los cabos es el máximo placerque se puede disfrutar con la ropapuesta… a menos que juegues enverano, naturalmente.

EXORDIO.— No niegues el saludo atodo aquel que no juegue al mus. Uno decada diez mil puede ser tratable, ytampoco hay que generalizar.

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3

APÉNDICE YANTOLOGÍA

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EL AZAREN EL MUS

Antonio Correcher Jáuregui, Presidentede la Comisión Internacional de Mus

Me piden que escriba algo sobre el mus.Pensé en recopilar estudios realizadospor eruditos sobre su origen, vasco o no.Pero me ha parecido pedantería por miparte y excesivo atrevimiento tratarsobre ello, aún haciéndome eco de

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ilustres historiadores, filólogos ytratadistas, que han desarrollado el temacon suficiente profundidad: el PadreLarramendi, Urquijo, Schuchardt,Baraibar, Mingote y un largo etcétera.Por ello, sobre su posible origenrepetiré lo que contesté en una entrevistaque me hizo la Televisión Vasca: Parami modesta opinión, su origen es vasco,pero si no lo fuera, merecería serlo, y loque resulta indudable es que los vascosle han dado ese carácter que tan bien seamolda a nuestra idiosincrasia y formade ser y obrar.

Tampoco quiero hacerelucubraciones sobre el tanto por cientoexacto de azar que tiene el mus, aunque

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de ninguna manera estoy de acuerdo enque únicamente la suerte gane o pierdapartidas en el mus.

En otros juegos de barajas (tute,escoba, janremi, etc.), dentro de susdiferentes matices, si un jugadormemoriza las cartas que van saliendo ycuenta los tantos que se llevan, ya nopuede mejorar. Por el contrario, enjuegos de envite, especialmente elpóker, influye la serenidad del jugador,el saber hacer un buen farol, estudiarautomáticamente el cálculo deprobabilidades, etc. Pero se juegametálico y también puede influir eldicho de jugar por necesidad, perderpor obligación.

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Y sin embargo, en el mus,especialmente por tener cuatro lances elmismo juego, caben infinitascombinaciones y cabe, con peorescartas, ganar el juego.

Azar: en el Campeonato Mundialcelebrado en Santiago de Chile, sedieron unas circunstancias en torno almus que, no había observado conanterioridad y posiblemente no vuelva aver.

Jugándose a cuatro reyes (habitual yreglamentado para nuestrascompeticiones mundiales), y haciendoyo de Juez internacional, sin descarte,obtuvo un jugador contramano la treintay una real (tres sietes y una figura). Algo

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difícil que sin embargo suele ocurrir.Pero el caso es que esta jugadacoincidió con que el mano tenía treinta yuna. Teniendo en cuenta que es bastantedifícil ligar treinta y una con cuatroreyes, de dadas, y más difícil conseguirtreinta y una real, ciñéndonos al cálculode probabilidades hay que reconocerque existen poquísimas de que se denestas circunstancias. Vuelvo a repetir:sin descarte, mano treinta y una,contramano treinta y una real. Peroverdaderamente fue de pasmo que en lamisma partida se repitiese tal caso. Y siuna vez es brujería, dos veces en lamisma partida resulta casi imposible. Sise hubiese dado tal circunstancia en los

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mismos jugadores, casi podría pensarseen una especial habilidad para prepararla baraja, pero al darse en jugadorescontrarios no cabía tal cosa.

Que media el azar en el mus, nadiepuede negarlo, así como que hay buenos,mediocres y malos jugadores. Y ello noempece para que una pareja mediocregane todas las partidas de uncampeonato. Por ejemplo: en elPremundial, con parejas de reconocidasapiencia, hasta la fecha nadie harepetido título. Unicamente los dosúltimos años han repetido final las dosmismas parejas, aunque con resultadosdiferentes.

Otro: en las primeras eliminatorias

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de los Premundiales, han sidoeliminadas parejas que parecían tenermucha chance, como Campeones delaño anterior, Campeones delIntersociedades, Campeones delCampeonato de Irún, etc., y sin embargohan salido campeones y por lo tantorepresentantes de Euskadi en losMundiales de Mus parejas que, a mientender y coincidiendo con opinionesde algunos expertos, no eran jugadoresexperimentados. Sin citar nombres,recuerdo unos Campeones que era elprimer torneo al que se presentaban ynadie podía sospechar que llegarían acampeones. Azar.

Todos sabemos que es bastante

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corriente, en eliminatorias a dospartidas y desempate, que una parejavenza por 4 a 0 la primera partida, vaya3 a O en la segunda y los contrarioshagan los 4 chicos para empatar laeliminatoria y los otros cuatro paraganar el desempate.

Para mí hay varias cosasfundamentales en un buena pareja demus. Primera el entendimiento entreellos. Que exista en la pareja un jugadortemperamental y otro frío y pensador,que es quien debe dirigir la partida. Quese consulten siempre, hasta para querero dejar el tanto. Que estudien, en lasprimeras escaramuzas, la psicología ycomportamiento de los contrarios. Que

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el jugador temperamental sea capaz(previa positiva consulta con sucompañero), de aceptar un órdago apares con dos cuatros.

Y conservar frío y sereno elpensamiento, muy especialmente cuandofaltan pocos tantos para terminar elchico (que es cuando verdaderamentehay que saber jugar) haciendo,rápidamente, el cálculo mental de lostantos que pueda sacar con su jugada yde los que le está permitido, por eltanteo, dejar a sus contrarios.

Todos hemos visto partidas en queun jugador tenía el chico ganadosimplemente con ganar su jugada,cediendo a sus contrarios los tantos de

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no querer, pero, inconscientemente, haquerido (él o el compañero) a grande ochica por estimar que tenía mejorescartas que sus contrarios. Y ha perdidouna partida ganada por obcecarse yacalorarse, bien por no contar los tantosque faltaban o por no consultarse amboscompañeros, perdiendo la frialdad y laserenidad necesarias.

Por el contrario, recuerdo unapartida, entre buenas parejas, en la quele faltaba al mano un tanto y a los otrosseis. Cogió el mano treinta y una, quitóel mus y sin consultar con su compañeroni permitirle querer ni a grande, ni achica ni a pares, no teniendo suscontrarios juego sacaron, antes que él;

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una de grande, otra de chica, otras dedeje de pares, dos de medias y una depares; total seis piedras, perdiendonaturalmente el chico el de treinta y una.

También es anecdótico el final departida en la que al mano le faltaba untanto e, independientemente de los dejesde los otros tres lances, pegó, un pocoen broma, treinta y dos a juego, siendoquerido; pero como no era órdago y secuentan primero la grande, la chica y lospares, sus contrarios se salieron antesque él, cuando le bastaba con pegarórdago para, sin discusión, ganar elchico.

Estos son descuidos que no puedepermitirse una pareja que se considere

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buena, aunque en el juego de mus, y enello reside su principal grandeza, todosnos consideramos, si no los mejores, sítan buenos como el mejor, y siempre queperdemos una partida le echamos laculpa a la suerte (“no he visto nada”), alcompañero (“no me ha sabidoentender”) o a cualquier otro motivo oexcusa, sin reconocer nunca que hemosjugado mal.

Por todo ello, el mejor consejo a losmusistas es que no pierdan nunca laserenidad, que consulten siempre con sucompañero y que no den jamás porperdida una partida, a pesar de quecuenten con amplia desventaja. Si siguenestos consejos y tienen suerte ganarán y

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si no tienen suerte…

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TRATADODE MUS [*]

por José María Fernández-Sanz(AMPLIACIÓN A LA TERCERA EDICIÓN)

Desde que vio la luz por primera vez elTratado de mus (marzo de 1975) hallovido mucho. Tanto, que elDiccionario de la Lengua Española, ensu última edición de 1984, ha incluidocomo vocablo digno de citarse uno más

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correspondiente a la mecánica del mus.Se trata, dentro del lance de los pares,de la jugada denominada medias, que enesta 20a edición el Diccionario incluyeerróneamente como media, en singular, yla define, en su cuarta acepción, de lasiguiente forma:

Media: En el juego del mus, reuniónde tres naipes del mismo valor comotres reyes, tres cincos, etc., en una mano.

El juego del mus sigue tomandoimportancia y está continuamente enboca y mente del vulgo, de tal forma quepor cuarta vez preocupa al Diccionariode la Lengua, el cual se ocupa de él alhaber incluido, por etapas sucesivas, endiversas ediciones, estas voces

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musísticas: en la de 1843, mus; en la de1869, amarraco; en la de 1914, órdago;y en esta de 1984, media. Esperemosque en próximas ediciones se incluyantambién perfectamente definidas: la 31,el punto, la grande, la chica… aunquerealmente no hará falta, porque para esoya tenemos el gran Vocabulario delprofesor Mácfer (que soy yo),imprescindible para jugar al mus, y lasfrases típicas y pareados.

Así, poniéndome en marcha (típicafrase del mus), he aquí algunasobservaciones importantes:

1. ACLARAR

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Cuando tuve la acertada o infeliz idea deescribir todo un Tratado de mus (sí,infeliz, porque a muchos les supo muymal; todavía no me lo hanperdonado…), me encontré con lasorpresa de que todo el mundo hablabade escribir el reglamento, los estatutos,las bases, etc.; pero la verdad era que nohabía en el mercado del libro casi nadaescrito sobre dicho juego; y lo poco queencontré por aquel entonces era tanconfuso y contradictorio, que más queclara información lo que producía era ungalimatías de ideas y reglamentososcuros que, sinceramente, trabajillo mecostó ordenar esas ideas, definirconceptos, inventar relatos e historias a

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mi manera y a ciegas, hasta dar con algode verdad.

Y, sin embargo, parece ser que lapublicación de mi Tratado fue como unresorte que despertó los ánimos de losanónimos autores, y desde entoncesempecé a recibir cantidad dedocumentación buena, interesante,curiosa y tan atractiva que sólo con ellapodría escribir ahora un nuevo Tratado.Lo que puede que algún día haga enbeneficio del mus y desesperación de mieditor, que, como el lector podráobservar, sólo me ha permitido estaintroducción aclaratoria (la verdad,sigamos aclarando) en beneficio delpropio lector y consumidor, pues lo hace

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con el único fin de encarecer mucho elprecio de esta nueva edición.

2. DOCUMENTARSE

El presente apartado —repito— tienepor objeto explicar e informar sobrealgunos conceptos que al parecer noquedaron muy claros en el Tratado(cuyo texto respetamos íntegro) yampliar con este prólogo los capítulosde frases y dichos, pareados yvocabulario, con todo lo que me han idocomunicando y enviando amigos,excelentes lectores y aún críticosseveros pero con buenas intenciones, asícomo material que personalmente he

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seguido recogiendo y apuntando durantemis lances y correrías sobre los verdestapetes de las propias mesas de juego.Helos aquí:

A. Frases y dichos del mus

“A la mano, lumbre”.— Lo mismo quela frase “A la mano con unpimiento”. Pero aquí la palabralumbre tiene una fuerza másagresiva, pues significa que se llevaalgo más que un “pimiento”, y comola mano se meta a algo, se le va aresponder con eso: con lumbre,candela, fuego…; el caso es que va asalir que arde.

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“Al tun-tun”.— Cuando un jugadoradvierte a su compañero que van ajugar “al tran-tran”, los contrariosle contestan: “Al tun-tun”. El juegode palabras se suele decir tambiéninadvertido, es decir: jugar “al tun-tun” y los contrarios decir: “al tran-tran”.

“Dale un toquetín”.— Significa envidarflojillo. Ver cómo están loscontrarios. “¿Qué hago?”…—“Dale un toquetín”. Aunque luegose envide fuertemente.

“Dos plumas que se dejó el ave”.— Altantear, olvidarse de apuntar dos

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tantos. Se le advierte al contrario alfinal con un poco de retintín yregodeo, incluso señalando sobre lamesa dos piedras.

“Duples cojos”.— Dícese curiosamentecuando se lleva “rey-caballo-asas”,que, como puede observarse, no sellevan duples. Pero se suele decir ylos jugadores veteranos lo saben.Por eso es importante conocer todaslas frases y dichos del mus

“Engordar para morir”.— Se sueledecir para poner “nerviosillos” a loscontrarios, que al ver que se hanquedado con mucha diferencia en el

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tanteo, por ejemplo 30 a 5, empiezana ordaguear a todo para apuntarsetodo también. Y se les mete miedodiciéndoles eso: que no les va aservir de nada, que se van aequivocar y que todo es “engordarpara morir”. Ver “La mula del tíoFloro”.

“La jugada del sastre”.— Consiste enllevar unas “medias” muy raras. Tanraras que es llevar “tres cuatros”.Por lo del “sastre” sería más lógicollevar “sietes”. Pero no. El mus esasí de curioso y particular.

“La mula del tío Floro”.— Se les dice a

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los que van perdiendo cuando, apesar de defenderse bravamente,terminan efectivamente vencidos. Lafrase completa es: “Os ha pasado lomismo que a la mula del tío Floro,que estuvo toda la noche nadandopara ahogarse de madrugada”. Esmás o menos lo mismo que“engordar para morir”.

“Ni mus, ni… mangas”.— “Ni mus,ni… eso”. No necesita comentario.

“Por las orejas”.— Di cesesocarronamente como contestación ala pregunta de si se llevan o setienen pares, dando a entender que

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los únicos pares que tiene el jugadorque lo dice son un par de orejas. Osea, que no ligó ni eso. “¿Pares?”.“Por las orejas”. O “en las cejas”.

“¿Rey-caballo?”.— Pregunta que sehace al compañero cuando loscontrarios envidan a la grande, comoqueriéndole indicar que si llevaaunque sólo sea un rey y un caballo,que acepte el envite, porquesospecha que los otros van decamello o que han cortado el mus aotra suerte. También, cuando elcompañero no nos hace dichapregunta y en las mismascircunstancias uno de los jugadores

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lleva estos dos naipes, le orientaafirmándole: “Escopeta y perro”. O“Rey-caballo ¿quiero?”.

“Se le pone mal ojo a la gata”.—Lamentación castiza cuando se vaperdiendo. Viene a significar, másfinamente, lo mismo que: “No megusta nada la orina del enfermo”.

“Si tienes ley, querer”.— Se suele decircuando los contrarios envidan fuertey el tanteo está muy alto y “no sepuede perder ni una piedra más”.

Y quiere decir, pues, eso: que si nose va de farol y se lleva jugadacomo para ganar el envite, querer.

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“Son muchas”.— No querer un enviteporque son muchas de verdad lasque envida el contrario. O porque setiene tan mal juego, que un simpleenvite también resulten muchas comopara poder querer. A veces, el queenvida, para que se quiera, baja laapuesta: “Sólo dos”. Pero, a pesarde ello, se le contesta: “Siguensiendo muchas”.

“Sopas con ondas”.— Les vamos a dareso, una gran paliza… les vamos aganar.

“Treinta y una y pares si me ayudas”.—Orientación al compañero cuando

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nos pregunta qué tal vamos o quéllevamos. Aunque se presuma dellevar todo eso, casi siempre sueleser mentira.

“Una para Mieres y otra para Tineo”.— Frase, como puede adivinarse,empleada mucho en Asturias paracobrar 6 piedras: un amarraco y unapiedra. Es como “Una y una”, “Arriy arri”, “Una para acá y otra paraallá”.

También: “Una para Cangas y otrapara Onís”.

“Uno y cuatro, zapato”.— En el tanteo,cuando se apunta uno una piedra y ya

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tiene cuatro. Al darle al compañeroel amarraco (cuyo valor es de cincopiedras), se suele decir esta frase oaleluya musística muy empleada enel norte de la Península.

“…Y pares”.— Humorada que entradentro de la picaresca del mus.Dícese en el tanteo final cuando alcontar, a pesar de no tener pares elcontador, parece que se los va aapuntar. Inmediatamente loscontrarios, si están atentos, le chillany el jugador, que cuenta o se tantea,suelta su humorada. Así, el diálogosería: “…y pares”.— “¡No tienespares!”.— “Y …pares, pares de

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contar”. Y también “Paro yo decontar”.

B. Pareados y aleluyas

Los hay impresionantes: filosóficos,senequistas, sentenciosos, resignados,agresivos, serenos, moralistas,geográficos, doctrinarios, compasivos,regionales, insultantes y hastaescolásticos e ideológicos, pero todosellos aceptados por los cuatrojugadores, festejados por los mirones,que a veces no saben de qué va la cosa,y con una gracia tremenda sobre todocuando se dicen en el momento másoportuno y psicológico para conseguir el

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efecto previsto: derrotar moralmente alos contrarios.

Por ello, hay que aprendérselos parasaber lo que quieren decir si los sueltael adversario, y lo mejor seríasentenciarlos ante nosotros con uncastizo:

“Si en el mus quieres ganar,no te canses de pasar”.

O también:

“Dos reyes, caballo, siete,al órdago compromete”.

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“Es jugada cual ninguna,dos reyes con treinta y una”.

Otra advertencia:

“Haz señas con cuidado,pues los hay que ven… de

lado”.

Precisamente sobre los “mirones”,otra versión de la clásica “los mironesson de piedra e invitan a tabaco”,probablemente inventada por alguien delgremio de la viruta:

“El mirón ha de ser de tal

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maneraque parezca de madera”.

Finalmente, dos importantesconsejos para los principiantes:

“Con juego y pares malos ala vista,

quitar mano es deber debuen musista”.

“No toleres jamás que losmirones

con tus naipes te quierandar lecciones”.

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Etc., etc. Depende de cómo vaya eljuego, y así se calentará la boca“inventando frases y pareados justodurante la misma partida, con tal graciay sentido que llegan a transmitirserápidamente formando parte deldivertido argot musístico. Así nacen losdichos. Como me pasó a mí en ciertaocasión en que los contrarios no hacíannada más que envidarme, con ley, con lafamosa de “Hontanares” un montón deveces y yo sin poder hacerles frente.Hasta que ligué y les grité:

—¡Las de “Aranjuez”!—¿Y eso qué es? —me preguntaron

lógicamente extrañados.—Pues —se me ocurrió—, dos a la

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grande, tres a la chica y a los pares“diez”.

Y ya lo he oído envidar por ahí enmás de una ocasión, inclusoapropiándose el apostador supaternidad.

C. Vocabulario

ARRI-ARRI.— Sinónimo de “una y una”al tantear. Es decir, apuntarse 6piedras: un amarraco y una piedra.

ARRUGARSE.— Echarse atrás despuésde envidar debido al revoque delcontrario. Ver “achicarse”.

BOCARRANA.— Se llama así al “cinco

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de bastos”, porque si lo observamoscon buenos ojos, efectivamenteparece una rana o la boca de la rana.Ver frases del Tratado y anular sudefinición, porque está malexplicado. Realmente significa quees una carta mala o de mal agüero.Que no se liga nada con ella: ni la31… Y que es como “pedir mus”.Así, cuando el compañero pregunta“¿Qué llevas?”, se le contesta: “Elbocarrana… con el bocarrana, no segana”. Y cuando se lleva de verdad,se suele enseñar, para que lo veantodos, el 5 de bastos.

BUSILIS.— En la Rioja, intríngulis del

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mus. Al ganar un envite conpoquísima ley: “¿Pero cómo hasquerido eso?”.—“¡Ah!, ahí está elbusilis” (la gracia, el valor, lacorazonada).

CABEZOTAS.— Forma de llamar tambiéna los reyes en algunas provincias.“¿Cuántos cabezotas me quitas?”.Ver “barbas”, “frailes” y“monarcas”.

FORQUINIANA.— Parecido al envite dela “Hontanares”, pero envidándose a“todo”, es decir, de golpe a lagrande, a la chiva, a los pares y aljuego. Si no se especifica cantidad,

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normalmente consiste en envidar dospiedras a cada uno de esos lances: 2a la grande, 2 a la chica, 2 a lospares y 2 al juego. Dicen que lainventó el gran jugador de mus DonEmiliano Arangüena.Humorísticamente, y si hay ley, se lesuele revocar con la“contraforniquiana”.

CONTRAFORQUINIANA.— Revocar a laforquiniana con 4 a la grande, 4 a lachica, 4 a los pares y 4 al juego. Ver“forquiniana”.

FRAILES.— Apodo metafórico eirrespetuoso que se les da también a

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los reyes. De suyo, aquí se refiere alos cuatro auténticos reyes, es decir,a los que tienen “faldones”. Perocomo el mus se juega con ochoreyes, se les llama así a todos. Ver“barbas”, “cabezotas” y “monarcas”.

GARCILASO.— Además de ser un poetaespañol del siglo XVI, natural deToledo, o un historiador hispano-peruano, pariente del anterior, delmismo siglo y apodado “El Inca”…(¡qué cultura!), eso sirve comopareado para indicar “que se pasa”al lance del que se esté hablando.“Paso - Garcilaso”. Es decir, que sepasa también.

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GUIÑÁ.— Dícese de la 31 al juegocuando se ha visto hacer la seña:“Cuidado, que ése lleva la guiñá”.

MADRILEÑA.— (La madrileña).Consiste en llevar al juego 37. Escurioso, pero es un tanteo que serepite mucho en el mus y que inclusose suele ganar el juego con él. Eldicho debe de obedecer al númerode algún tranvía de Madrid, ¡digoyo!

MONARCA.— Otro apodo dado a losreyes: “¿Cuántos monarcas llevas?¿…me quitas?”. Ver “barbas”,“cabezotas”, “frailes”.

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MUSOLARI.— También, aunque menosempleado, jugador de mus.

RESPONDÓN.— Dícese al contrariocuando revoca rápidamente a unenvite: “Me ha salido respondón”.

TIRARSE EL NO.— En la Rioja, noquerer un envite. El clásico “porqueno”.

VELAZQUEÑA.— Engañar a loscontrarios de forma que se crean quelleva uno la clásica de “los tresases” cuando resulta que realmentelo que lleva uno es nada menos que“la bonita” o “el solomillo”: tresreyes y un as. Empleada mucho en

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Medina del Campo y centro deCastilla: “Ese lleva la velazqueña”.

ZAPATO.— En el norte, metáfora del“amarraco” al tantearse. Ver enfrases “Una y cuatro, zapato”.

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EL MUS

por Diego Urbino

El origen del mus se remonta aaquellos tiempos en que,según la cita del eusquerólogode Vera de Bidasoa, “Losárboles acudían por sí solos a

los caseríos para evitar que losmoradores tuvieran que salir a cortarlospara calentarse”.

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En el momento del parto del mus,nadie que hoy viva se encontrabapresente. De ello se aprovechan otrospueblos que pretenden reivindicar lapaternidad del juego vasco.

¿Su origen vasco hemos dicho?…Pero no faltan los aguafiestas que ponenen duda su estirpe.

Los diccionarios, que se vanplagiando unos a otros, resolvieron ya lapapeleta con elocuente sobriedad: Mus(voz vasca). “Cierto juego de naipes yde envite”.

Sabido es que un invento no llega aser importante hasta que las grandespotencias se lo disputan, a ningún paísse le ocurre reivindicar los inventos

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pelones. En tal sentido, el mus debe serun invento transcendental para laHumanidad si hemos de juzgar por lascábalas que se han montado sobre suoriundez. El Tirol austríaco, Francia, losárabes, Castilla, la latinidad y losEstados Unidos presentaron yaargumentos para intentar demostrar queel mus posee genes foráneos.

El nombre de algunos inventos es sucertificado de origen. Así, y ciñéndonosa juegos naiperos, sabemos que el tutees de origen italiano: Tutti, todos,refiriéndonos a los cuatro reyes o cuatrocaballos que al reunirse en una manodeciden la victoria por K.O.

Pero, ¿y la palabra mus?

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Consultamos un viejo libraco yencontramos: “Mus. Juego de cartas, deus o ust, desierto o vacío, precedido de“m”, que indica abolladura,aplanamiento y es la voz quecontinuamente dice y repite cadajugador…” etcétera. Nadie consiguióentender con claridad qué relaciónpuede existir entre un desierto abolladoy el mus, tal como pretendió Novia deSalcedo, el autor de tal libro. Pero almencionar a Novia de Salcedo se aclaratodo, pues aquel jurisconsulto vizcaínofue quien en el siglo pasado perpetró elpintoresco Diccionario EtimológicoVascongado, que hoy no toman en seriomás que algunos optimistas ineruditos.

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Mucho más crédito merece nuestroandoaindarra Padre Larramendi, el granAitá Mañuel. Dice así, en El imposiblevencido:

“Dásele el nombre de mus porque esjuego en el que los compañeros seentienden por señas de los labios, ojos,etcétera, y de rnusu que significa labios,hocico, cara”.

Tal origen vasco del vocablo mus,de musu, cara, hocico, ya convencemucho más.

Pero además, el famoso jesuíta deAndoain merece en este punto un créditosin tasa, como testigo excepcional quefue de las partidas de mus que sejugaban en Guipúzcoa hace mucho más

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de dos siglos. En la Corografía deLarramendi se lee

“Entre los grandes (los adultos)guipuzcoanos, los juegos son los denaipes, en todas sus especies: Revesino,malillo, cientos y otros nombres, y losde envite. Pero el juego tan antiguo en elPaís Vasco como los propios naipes esel juego del mus, y son el grande, elchiquito, parejas y juego. Piérdese unlance y gánese otro; piérdense los otrostres, y en el cuarto dice el perdioso¡órdago!, que hace temblar alganancioso, y si responde iduqui seacaba la partida. Es juego muy divertidopor lo que se engañan, por lo que sehabla y por las muecas y señas que se

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hacen con los ojos y modos de mirarse,y sobre todo, con el labio y el hociquilloque sacan; y es de donde se llamó mus aeste juego. Hay mus viejo y nuevo, conmás o menos reyes”.

Este testimonio del andoaindarra notiene desperdicio. Está escrito en 1.756y es la más vetusta referencia que DiegoUrbino ha encontrado al rastrear lagenealogía del mus. Compárese esafecha, 1.756, con la fecha en se que sitúala primera referencia que se conoce deljuego del póker: según los americanos,el póker apareció citado por primeravez en 1.829, en un libro de un talCowell. Hubo una época en que losgamblers del Mississipi practicaban el

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póker con antifaces negros, para nodejar traslucir sus emociones. Losantifaces tendrían también aplicación enel mus, aunque hay pocas cosas menosinescrutables que la fisonomía de unguipuzcoano que juega al mus.

Según Larramendi, en 1.756 era yaviejo en Guipúzcoa el mus de cuatroreyes, y se denominaba mus nuevo alque se jugaba a ocho reyes.

Y cuando Larramendi sugiere que elmus es tan antiguo en el país (vasco)como los propios naipes, no hace másque confirmar la cepa ancestral deljuego euskaldún.

Acaso ahondando, ahondando, unNovia de Salcedo redivivo, pretendía

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demostrar que el juego del mus seinventó antes de la propia baraja. Parael vasco, tal como en la divisa de lasfuerzas aéreas yanquis, lo difícil secumple en seguida, pero lo imposiblecuesta un poco más. Zarauz antes que“Zarauz”, decía en su escudo la casa deeste nombre. El mus antes que el naipe,podría escribirse en la empresaheráldica del juego de Maitagarri, laninfa jugadora del mus que retozaba porlos helechales y robledos deEuskalerria.

Pero los científicos, que todo loestropean con sus verdades, decidieronque el mus es invención posterior a labaraja.

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Dos palabras vernáculas presentesen la infraestructura del mus que sejuega en todas partes corroboran suorigen vasco. Se trata, claro, de órdagoy amarreco. No hay vasco que ignoreque órdago está compuesto del adverbioor, ahí, y la flexión verbal dago, está.¡Ahí está! En cuanto a amarreko quieredecir “de diez”.

¿Por qué se habla de diez y elamarreco es sólo de cinco peladillas?Se trata de la erosión del tiempo: ladevaluación.

También los duros antiguos eran deplata, y hoy no son ni duros ni nada.

Miguel de Unamuno, con laautoridad de su formidable preparación

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filológica, ya se refirió a los vocablosórdago y amarreco al escribir:

“En el famoso trío de los vicios —las mujeres, el vino y el juego— puededecirse que los vascos cuando pecan,pecan más por los dos últimos que porel primero. No hay sino que contemplarla vida de los estudiantes vascos ennuestras Universidades. Respecto aljuego, sólo haré notar que el envite máspopular en España, el mus, juego deapuesta, procede, como la boina, delPaís Vasco, según lo acreditan las vocesamarreco y órdago”.

El gusto del vasco por la apuesta esotra de las pruebas que confirman ellinaje vasco del mus. El vasco no es le

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petit peuple qui danse au sommet desPirennées, según la manoseadadefinición de Voltaire, sino un puebloque apuesta en los Pirineos.

Cuando surge en un parleta amistosacualquier pequeña discrepancia, eleuskaldún la corta por la tremenda:

—¡Cien a cincuenta a que no!En potencia apostante, el vasco sólo

le iguala, no le supera, al inglés. Elinglés inventó el póker; el euskaldúninventó el mus.

El frontón continúa siendo el mayormercado de apuestas. Y el deporte rural.Y las pizarras de muchos bares:Quinientas a cien a que la Real sí dosgoles.

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Pero en el rico repertorio de losapostalaris vascos faltaba unainstitución que les permitieraabandonarse sibaríticamente a su pasión,sin merma alguna para las haciendas. Esdecir, nació el mus como fruto maduro.El mus es la fórmula ideal paradedicarse a la rotación de las apuestasincesantes, en forma de amarrecos. Sóloal final de la partida puede costar elimporte de alguna meriendilla oconsumición, una opípara cena, o, a lomás, un langostinillo en marisquería delujo.

En suma, el mus, juego deapostalaris de amarrecos, es natural quenaciera en Vasconia.

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Por otra parte, el mismo desarrollomonosilábico del mus (baiez¡ bost,¡mus!, bi, etcétera) se adapta al caráctersilente y escueto de los vascos, tal comouna txapela de Tolosa se adapta a uncráneo braquicéfalo. Con la brillanteexcepción de los bertsolaris yditxolaris, es difícil confundir a unvasco con un ave parlera del Brasil. Elvasco es enemigo de los juegos floralesy de todo tipo de chácharas decorativas.

“Raza muda”, dijo don Pío. YOrtega, que tanto veraneó en Zumaya:“Ser vasco es, sin duda, una renuncianativa a la expresión verbal”.

Dentro de tal línea, el mus es eljuego ideal de los vascos. Larramendi se

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refirió a los hociquillos que sacan paracomunicarse entre sí, pero nunca hablóde un juego de cotorras al estilo de laMeseta Central. Los órdagos se cerrabancon un sobrio y grave ¡Iduki! Ya entiempos de Larramendi, los vascosmezclaban la diversión con la frugalidadde dicción. Al mismo tiempo quedivertido, el mus tenía que ser recio,enjundioso, como corresponde al geniode la raza de Aitor. Alegría y gravedad,combinadas.

Que hasta el aurresku se bailaba conlevita.

El mus nació y medró en loscaseríos vascos, mientras por fuera caíasin prisa y sin pausa el sirimiri. Los

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países donde el Sol es extravertido handado al mundo juegos más propios delaire libre como el chito, el marro o losgallitos. Pero el mus fue inventado paraamenizar las veladas de invierno en lacocina del caserío vasco, a veces sóloseparada del establo por los pesebres,por los que las vacas asomaban sumirada tierna.

Se ha discutido mucho sobre si elmus es un juego de azar, ya que cuandolo juegan dos guipuzcoanos estánperdidos los contrarios. Sin embargo,este último argumento va perdiendofuerza desde que los campeonatos deBenalmádena o Benidorm los suelenganar los vallisoletanos o los

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malagueños.Y ahí se entra en una polémica: ¿El

mus debe jugarse con señas o sin señas?Sabido es que existe el mus

primitivo, con señas y muecas a lomacaco: el mus que describióLarramendi. Por otra parte, existe el musmoderno, sin señas: el mus politécnico,basado en intuiciones y cálculostípicamente museros. Contra la creenciade que las señas fueron una novedadcastellana, existe la evidencia históricade que no fue así. En Madrid y en el Surse sigue jugando al mus primitivo, conun riquísimo surtido de pantomimasfaciales, pero los vascos, inventores deljuego, practican hoy un mus más

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depurado, sin señas.Observad una partida de mus en

Marruecos. Parece un juego dechiquillos: los jugadores seintercambian señas a la velocidad delcine cómico. Aquella semeja unareunión social de chimpancés poseídosdel baile de San Vito. Los jugadores, sindejar de moverse, se espían unos aotros, sin apartar sus miradas de búhodel rostro de sus oponentes. Están tanpendientes de las muecas, que olvidan laexplotación musera del naipe queposeen en su mano. En suma, los títis delParaguay, los conejos leporinos y lasmujeres prefieren el mus con señas. Loshombres de ciencia prefieren el mus sin

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señas. Pero aquellas artesgesticulatorias dan, claro, cierta ventajaa vallisoletanos y malagueños.

Se ignora la razón, pero el hecho esque muchos tontainas consideran el muscomo un jueguecillo del zurriburri,propio de algunos templos en los que secultiva la devoción al zumaque. Graveerror. El mus es mucho más hondo ynoble que todo eso: ni sirve paraextirparse mutuamente el dinero, comopuede ser de uso en algunos peladeros ygaritos, o en el bingo, ni existe otrojuego de cartas que pueda presentar unaejecutoria de nobleza tan rancia. Que elmus, zorruno, pero honrado.

Otros juegos de baraja se abrieron

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paso en círculos sociales de mayorespretensiones, tal como el bridge, que enel fondo no es más que un subastado quese hizo cursi.

Algunos observadores pococaladizos hablan del mus con unregustillo de chicha y nabo. A esta formade mirar el mus por encima del hombrocontribuyó un pasacalle para orfeón, quealcanzó una difusión inmerecida:

… que yo no puedo vivir contanta luz;los borrachos en el camposanto, juegan al mus…

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Se trata de un cántico báquico, conletra muy tonta y absurda, que pretenderetratar al pueblo que la inspiró como unatajo de beodos irreverentes. Pero todaesa leyenda de los trompascementeriales nació de la necesidad deencontrar una palabra consonante querimara con luz. ¿Avestruz?, ¿Arcabuz?,¿Jesús?, ¿Patatús?… Lo más manejable:mus. El vate acaso no se dio cuenta delperjuicio que iba a ocasionar:

El mus, un juego de inmaculadaestirpe y cuyos pergaminos se remontana edad lejana, se vio de pronto, sinquererlo, involucrado en turbioscompadrazgos con los profanadores detumbas.

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Pero el juego de Maitagarri suposiempre resurgir corito y puro de todoslos avatares. Hoy, el mus está de modaen los hoteles cosmopolitas. Lo juegaGiscard d’Estaing con sus invitados, enlos salones del Elíseo. Quién sabe simañana se jugará en Moscú, con rubloscomo amarrecos y ante un vaso devodka.

Desde las sidrerías vascas y latxalaparta, el mus ha conquistado losmás peripuestos salones del snobismo.Pero su encumbramiento no se debe aninguna pamplina de sangre azul, sino asus méritos intrínsecos. En efecto, elmus supera al póker en variedad dejugadas, al bridge en cálculos

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combinatorios. Y al gillote, a la perejila,a la birlanga y a la mona en astuciaszorrunas.

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COMODARSELAS

DEEXPERTOEN MUS [*]

por Juan Gómez Soubrier

La leyenda del mus

Una noche de todas las noches ocurrió

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que don Luis de Zarandona perdió unórdago a pares en su mismísima casasolar. Los altos zarzales que la rodeaban—origen y prez de su apellido—retemblaron cuando se alzó su vozarrónpor encima de la ejecutoria de hidalguíaen la que campaban tres lobos sobre elárbol sacrosanto. Toda la anteiglesia deIzpaster repitió en asombrado eco lasorprendente frase: Maldito juegoaustrohúngaro.

Los presentes intercambiaron susespantadas miradas.

A lo largo y ancho de los siglos laúnica primacía discutida al nacimientovasco del MUS había sido la de algúncastellano osado, riojano liberal o

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acendrado navarro. Pero afirmar que setrataba de un juego nacido junto a lasfrías cimas del Tirol era demasiado. Alcomprobar la sorpresa de loscontertulios el señor de Zarandona dijo:“El MUS se juega desde tiempoinmemorial en Austria, algo que pudocomprobar el doctor Schuchardt cuando,en la frontera del siglo XIX al XXanduvo por estos valles estudiandonuestra lengua en compañía de otrosinvestigadores igualmente lingüistas.Aprendió por estos parajes el juego y lopusieron en práctica una noche en elrefugio de montaña austríaco en quehabían buscado cobijo en el alto de unacacería. El descubrimiento lo realizó

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una vieja ama de llaves tirolesa queservía el café. Al contemplar la partidacomentó que ella sabía aquel juegodesde niña y que siempre se habíapracticado por tales lugares”.

Como la expresión de incredulidadse reflejase ampliamente en los rostroscircundantes, Zarandona hubo de aclararque de semejante suceso había sidotestigo don Julio de Urquijo y que paramenores dudas, lo había publicado elaño 1917 en la Enciclopedia Vasca(Euskalherriaren Alde) en su página115, donde cualquier escéptico podrárecuperar la fe de Santo Tomás y ver yleer —esa otra forma del tocartomasiano— la referida historia en que

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también participó Urquijo.El conocimiento de esta leyenda,

certificada nada menos que en la Bibliavasca, le permitirá, cuando menos,desahogarse de un mal paso y un juegoperdido —he de suponer, lector amado,que jamás perdiste una partida completa— con la frasecita de don Luis yquedarse en la gloria tras espetarle a loscontrarios: Maldito juegoaustrohúngaro.

De la palabra mus y suvariada prosapia

Volvemos otra vez a las andadas encuanto a la etimología de la palabra

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MUS, de origen vasco según laAcademia de la Lengua Española y cuyanaturaleza eusquera niega el mismo Juliode Urquijo en la Enciclopedia Vasca de1.917, postura que también ha sostenidonada menos que el eminente vascófiloResurrección María de Azcue.

Ni el Tesoro de la LenguaCastellana de Covarrubias de 1611, niel Diccionario de Autoridades de laAcademia de 1732 recogen el vocablo yla primera referencia que conocemos lahace el jesuíta —curiosa coincidenciaclerecial— Manuel de Larramendi en1.756 al publicar su obra Corografía deGuipúzcoa. En esta antigua descripciónafirma el jesuíta que “el juego del MUS

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es tan antiguo en Guipúzcoa como losmismos naipes”.

José María de Iribarren supone queel jesuíta Larramendi atribuye esteorigen como derivados de las voceseusqueras musu —labio— y mustur —morro u hocico— con lo que entramosen el tradicional baile de etimologías…

El maestro Corominas

“Si hablamos de la etimología decualquier palabra usada en la lenguacastellana, moriremos en el maestroCorominas”, suele repetir un viejoamigo cuando caemos en la eterna einacabable discusión de las palabras.

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Dice Joan Corominas que la palabraMUS proviene del vasco MUS o MUX yéste del francés mouche, propiamentemosca, señalando que la procedenciafrancesa ya fue señalada por Schuchardtnada menos que en la Beihefte ZurZeitschrift Für Romanische Philologie,Halle en la primera década del sigloXX. También allí el ilustre investigadorde la lengua eusquera afirma que sejuega en las montañas bávaras. No ganauno para sustos al acercarse a lossesudos investigadores. El Diccionariode la Academia lo incluyó por primeravez en su novena edición —1843— y alautor le es grato imaginar —para nodejar que la fábula sea el patrimonio

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exclusivo de los eruditos académicos—que fue su tatarabuelo Dusso y Valientequien lo incluyera. Podemos leer allí:Juego de naipes que se usa en algunasprovincias. La Academia no se metió enbelenes y se limitó a dar cabida a lapalabreja sin atreverse a bautizarla.Posteriormente incluiría las palabrasÓrdago y Amarraco.

El profesor Mácfer

El buen humor y mejor hacer de JoséMaría Fernández-Sanz le llevaría aescribir su Tratado de Mus, exitosaobra en la que investiga sus andanzaspor el MUS bajo el seudónimo de

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Profesor Mácfer. Examina en su obra ladoctrina vasca, la castellana y hasta unasupuesta andaluza con notoria brillantezy gracejo. Afirma que en losdiccionarios vascos que han manejadono figura la palabra MUS ni las deamarraco u órdago.

En cuanto a MUS que ahoraconsideramos es más cierto que eldiccionario Vasco-Español-Francés delsacerdote Resurrección María de Azcuela incluye desde su primera edición en1.905 y, por supuesto, en la ediciónfacsímil publicada por la GranEnciclopedia Vasca en 1969. Dice allí:1. Juego de cartas que tiene su origenen el País Vasco./ 2. Palabra con que

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en dicho juego se anuncia el deseo derenovar cartas sin jugar nuevapartida./ 3. Capote./ 4. Cabizbajo,meterse de cabeza en el agua.

No es mala hipótesis etimológica laque apunta la última aceptación y noanda lejos de la filosofía de este juegosin par la idea de dar una zambullida ala pareja contraria.

No figura en los diccionarios vascosamarraco ya que se trata de lacastellanización de la voz amarreko quesignifica tanto como diez, y su actualvalor como equivalente a cinco tantos noha de extrañar mayormente sino a uno deesos cambios que la palabra —comotodo ser vivo— sufre y goza a lo largo

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del tiempo.

¡Órdago!

La voz órdago no ha de figurar endiccionario vasco alguno ya que no esuna palabra sino una frase compuesta dedos palabras cuyo significado es Ahíestá y que se usa cuando un jugador estádispuesto a poner un juego total en elenvite, con independencia del tanteoparcial que figure en ese momento en lacontabilidad.

En castellano ha sido adoptadocomo una palabra y en los diccionariosde castellano figura normalmente comovoz de origen vasco con su significación

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de ahí está. La locución familiar deórdago en el sentido de excelente seformó por alusión a la audacia eimportancia del envite en cuestión,señala Corominas.

Su primera documentación, segúneste investigador está en el LéxicoBilbaíno de Arriaga, de 1.896,señalando que puede ser anterior ladocumentación madrileña delcostumbrista Ricardo de la Vega.

¡Anda la órdiga!

En su libro El Juego del Mus losnotables y sabios periodistas JavierVillán y Javier Martínez Reverte afirman

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la indiscutible superioridad de Madrid—que no de los madrileños, fauna tanescasa como la castiza y que ni siquieraellos comprenderían de modo total— enel juego del MUS. Los dioses nos librende tomar aquí partido por esta y no otrateoría pero… Lo que se demuestraindubitable es la pronta y triunfalacogida que Madrid, como rompeolas ycatadora de todas las Españas, dispensódesde siempre al jueguecito.

Si ya en 1908, Pastor Molinaanotaba una deformación madrileña deórdago en la locución de sentidoequivalente ¡Anda la órdiga!, tresdécadas antes —falleció en 1873— lafrase No hay mus se registra por

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primera vez en una obra del castizo deLos Madriles Bretón de los Herreros.

María Moliner señala su usogeneralizado en la locución de órdagocomo expresión ponderativa que seaplica con el significado de muy grande,muy bueno, muy bonito, muy guapa, etc.,y pone como ejemplos: “Nos dieron unacomida de órdago”. “Se han compradoun coche de órdago”. “Iba con una chicade órdago”, expresiones todas ellas quedeseamos fervientemente que el amablelector —o lectora— escuchen confrecuencia a lo largo de la larga vidaque el autor —desde estas líneas— lesdesea.

Don Miguel de Unamuno señaló

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precisamente la voz órdago como una delas aportaciones del euskera alcastellano, y lo hizo nada menos que enel Congreso de los Diputados el año1.932.

Sin tus ni mus

En este baile sin fin de las etimologías,se ha llegado a pretender involucrar almismísimo padre de la gramáticacastellana Elio Antonio de Nebrijaquien, en su Diálogo de la lengua, citala frase Sin Tus ni Mus.

De estas dudas vino a sacarnos Elporqué de los dichos de José MaríaIribarren: Los que suponen que la

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palabra mus es castellana y muy antiguaporque aparece en la expresión “sindecir Tus ni Mus” deben tener en cuentaque estas fórmulas de repetición de lasegunda voz (que comienza a menudocon la letra M) suele carecer de sentidocomo ocurre en “Sin decir Oxte niMoxte” o en “Sin chistar ni mistar”. “Nichuz ni muz”, “Titos y Mitos”, “Tiquis-Miquis”, “Ajilis-Mójilis”, “Toca-Moca”. La expresión “Andar de la Cecaa la Meca” es buen ejemplo. No sepusieron de acuerdo los sabios.Covarrubias dijo que la Ceca de marrasera una casa de devoción en Córdoba ala que acudían los fieles árabes. Ellicenciado Correas la relaciona con el

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énfasis de otras frases comunes.Dejemos de andar a trancas y

barrancas para no ser llevados enopiniones de Zutanos y Menganos,Fulanos y Ulanos que nos alejarían atroche y moche de nuestro asunto. Lomejor sería —como casi siempre—hacer caso a Sancho Panza, SanchoZancas, o como ustedes gusten llamar aquien Cervantes apeló de tantasmaneras, y seguir su consejo: “Y lo quesería mejor y más acertado,… fueravolvernos a nuestro lugar… dejándonosandar de ceca en meca y de zoca encolodra, como dicen”. O sea, volvamosa hablar del mus.

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Las definiciones del mus

Una vez aparcadas en el desván de lamemoria todas las discusionesetimológicas que nos han llevado desdebeso a hocico y desde mosca a lloriqueosin mayor provecho de nuestras almas,es bueno conformarse con la suculentaconclusión de que, en cualquier caso,mus es el único ejemplo de palabra quedenomina un juego sin representar sumayor jugada. Bien al contrario laexpresión Soy mus quiere decir tantocomo no llevo una buena jugada y, pormí, más vale volver a comenzar elreparto de la jugada. La contradicción

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alcanza su cénit cuando resulta que a lafrase no hay mus se inicia realmente eljuego. Con afirmar que el mus es eljuego más divertido del mundo nohabremos llegado a su definición perohabremos expresado su esencia, de lamisma manera que hiciera el jesuítaLarramendi hace dos siglos y pico.

Desde Mingote al profesor Mácferhay una larga tradición que señala elcarácter de juego de locos quecaracteriza al mus.

En esta línea es necesario recoger ladefinición redonda de Fernández-Sanz:Se puede afirmar que el mus es un juegode locos para psicólogos. Mejor es unjuego de psicólogos locos. Más

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divertido: es un juego donde lospsicólogos se vuelven locos. Y también,cursi: es un juego locamente alocado.

Estas definiciones, me temo, estándirigidas a contentar a quienes no estánduchos en el juego y son contadas poraquellos que prefieren echar balonesfuera y alejar del oyente las ganas deiniciarse en sus reglas.

El extremo contrario tampoco falta yhay un libro que nada menos se titulaque El Mus y las funciones directivasdando razonable explicación del cúmulode cualidades necesarias para supráctica.

Vamos aquí a proponerle dosdefiniciones, y no para que elija entre

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ellas, sino para que pueda usarse de lasmismas en razón del estado de ánimoque le asista.

DEFINICION DEL MUS TIPO A:“Juego de naipes españoles decuarenta cartas que se practica alenvite entre gentes bien nacidas y decuyas normas yo soy el únicodepositario auténtico desde la nochede los tiempos”.

DEFINICION DEL MUS TIPO B:“Maldito juego austro-húngaro en elcual unos ignorantes membrillos,asistidos por los demonios de donHeraclio y don Fournier han

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obtenido una pírrica victoria ante laincontestable superioridad denuestros conocimientos”.

Decir cuál de las dos definiciones hade usarse en caso de haber ganado operdido queda a su natural buen criterioy mejor arbitrio.

Aquí se recogen las primeras reglasdel mus con sus áridas y fructíferasvariantes, así como un misterioso musilustrado de incierto prestigio, y susglosas de prehistoria. Introito

La adolescente más atractiva quejamás haya caminado sobre nuestraverde hierba encaminó sus pasos a la

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prestigiosa lencería.—¿Tiene juegos de cama? —

inquirió indiferente.—Sí, señorita. De soltera y

matrimonio, de cama camera y anchonormal, lisos o bordados, blancos oestampados…

—Gracias, pero no deseaba por elmomento ningún juego concreto.

Tan sólo deseaba saber si podríausted proporcionarme el reglamento.

Si no la virtud, la prudencia síresplandecía en la firme actitud de lajoven sin par. El placer de fijarnoslibremente unas normas y cifrar elplacer en el hecho de lograr un triunfosimbólico nos distingue del resto de los

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animales vivos. Pensadores tan gravescomo el filósofo Johan Huizinga hanllegado a la conclusión de que somos“el mono que juega”, ese homo ludensque se propone metas no finalistas.

El reglamento más antiguodel mundo

Tiene en las manos, cuidadoso lector, elreglamento más antiguo del mundo. Nosreferimos, claro está, al reglamento delmus, en cuya fecha de redacción más deun musolari sitúa la creación delUniverso y la mayoría de ellos elinstante feliz de su auténtico nacimientoa los placeres de la vida.

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Se trata de un obrita sin fecha deedición, pero que puede —y debe—fecharse hacia la última década delpasado siglo por sus característicastipográficas y demás señales visibles detinta, papel y aspecto. Fue publicado porun editor oculto tras el sabroso yfilantrópico alias de El Defensor deMadrid, bajo la rúbrica de “Bibliotecapara la defensa del bolsillo” figurandoen su contraportada otros no menossugestivos títulos encaminados adefender al ignorante de diversospeligros de jugadores de ventaja y otrosgéneros de tahúres. Tan elegantereglamento se expendía al público aljusto y módico precio de dos pesetas.

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En este reglamento y suspeculiaridades de lenguaje resplandecenlos arcaísmos. Desde la repetición de lapalabra principiar, que hoyalternaríamos con iniciar, comentar oempezar, hasta el uso y abuso de losgerundios que harían estallar de ira adon Ramón del Valle Inclán. Se negó enla solemne ocasión de una transfusión desangre don Ramón a que ésta le fuesefacilitada por un poetastro, con lasiguiente frase lapidaria: “No quiero susangre, la tiene llena de gerundios”. Encuanto al juego en sí hemos de resaltarel hecho de que no corría la mano aldarse mus todos los jugadores, sino quese volvía a repartir el naipe al mismo

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jugador. La evolución parece equitativa.Hay lugares, cada vez más escasos,

en los que se juega en silencio, y a elloparece referirse el Defensor del Bolsillocuando afirma: “Toda palabra relativa aljuego pronunciada por un jugador,aunque sea inadvertidamente, tiene queser sostenida aunque le cueste lapartida”. El mismo espíritu informa laregla en la que el Defensor aclara que sise enseña un caballo antes que un rey alcomparar la jugada a grande ya notendrán validez los reyes que se lleven.En partidas de amigos —las únicas quemerecen el nombre de tal— no esconcebible tal rigidez y es broma de usoy aún abuso corriente y moliente.

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En algunos reglamentos decampeonatos actuales, y debido, sinduda, al mucho dinero puesto en juego,se dictan normas que tiendan a prevenirla utilización de bromas que pudierenresultar pesadas, como la de afirmar elpostre que lleva juego únicamente paraamargar un querite inexistente eirrelevante pero que puede soliviantarmás de un ánimo no excesivamentesereno.

El estudio de las señas, a las quellama señas de inteligencia, nos hacesuponer que se trataba de la variante enla que se juega únicamente con cuatroreyes y cuatro ases, ya que, en casocontrario, no tendría sentido advertir

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que se lleva un solo rey o as. Lapeculiaridad de la señal de duples —enla que se hacía un doble torcimiento deboca a ambos lados-hace más difícil suvisibilidad que la actual manera dehacerla, subiendo ambas cejas. Lasdistintas señas para indicar que se llevajuego distinto a la treinta y una están endesuso y complicarían no poco laspartidas a quienes ya tienen bastantedificultad para guiñar un ojo si han dejugar con ambos. Aunque hay quienopina que el que no sabe guiñar los ojosa voluntad y placer no merece ni jugar almus ni ligar con representante alguno delcontrario sexo.

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Se hacen señas a voluntad

Aquí se observa una profundamodificación en el concepto y prácticadel mus. No solamente no se podíamentir con la boca, a diferencia de laactual costumbre de que con la bocavale todo, sino que era práctica habitualalgo que nos resultaría inconcebible: lasseñas se podían variar a gusto de loscompañeros, con lo que desaparece laposibilidad de hacer señas falsas y sucorrespondiente sanción. El defensor loargumenta y defiende. Lo cierto es queaplicar tal sistema evitaría más de unadiscusión; pero no imaginamos la más

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remota posibilidad de reimplantación detal costumbre.

Las reglas de oro del rey delmus. Deben leerse en secretoy arrancar luego estaspáginas.

Regla única, perla peregrina y ungüentouniversal para lograr fama de expertomusolari sin comerlo ni beberlo:

¡NUNCA JUEGUE AL MUS!

Va usted a responderme in mente,curioso lector, que no todo el que no

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juega al mus pasa por experto en dichasartes. Y yo convendré en ello no sinañadir algo.

Si usted se niega a jugar al mus yacompaña la negativa de una corta seriede refranes, proverbios, apotegmas ydiversos géneros de chascarrillosdespreciativos de sus presuntoscontrincantes puede alcanzar unenigmático prestigio como musolariexperto sin llegar a tener quedesenfundar un naipe: “¡La Federaciónme prohíbe jugar con neófitos,educandos, catecúmenos, y otras suertesde pardillos!”.

Con la pequeña molestia deaprenderse de memoria esta frasecita —

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cuya patente se halla en tramitación—puede conseguir no tan sólo ocultar unasupina ignorancia musística, sino aúnhacerse pasar por Rey del mus.

Así anduvo manteniéndose unconsumado periodista que acudía cadamartes a mi partida casera habitual hastaque finalmente aprendió y tuvo la osadíade sentarse y jugar.

Más le hubiera valido al buenescritor apócrifo y amigo lejanomantenerse en su frasecita que faltarle alrespeto a los tapetes queriendo hacergala en ellos de las suertes del envite.

Mas si no tiene otro remedio quedemostrar en el tapete su valía, ponga enmarcha la ¡Regla Suplente!

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Regla suplente

¡AL PRIMER TAPÓN,ZURRAPA!

Pronuncie usted esta frase con el aplomode un viejo destripador de toneles o unimpasible inaugurador de espichasasturiano. Al final y al cabo ya casinadie sabe el significado literal desemejante frasecita referida aldesasosiego que produce empezar mal lacata de un vino o una sidra.

Sus enemigos creerán que, nada másiniciar la partida, su moral andaresquebrajada porque es usted incapaz

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de superar una ancestral tendencia ajugar mal, regalar tantos y cometerimpericias. ¡Ay de los ingenuos en eljuego del mus!, ¡Vae victis! Lo únicoque ha sucedido es que usted ha puestoen marcha la segunda regla de oro:confiar al enemigo. En la primeraocasión, usted ha perdido tres o cuatrotantos —que nada decidirán a lo largodel encuentro— sin motivo aparente.

La natural tendencia que impulsa alos humanos a sobrevalorarse leconfirmará para sus adentros que esusted un jugador impulsivo y farolero aquien será rentable aceptar órdagos yamarrekos durante toda la tarde. Y sepresentarán desarbolados a la mayor

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parte de las propuestas que usted leshaga. Como semejante ingenuidad eratan solo un ardid legítimo que novolverá repetir hasta el inicio de lasiguiente partida, caerán una y otra vezen el garlito que creían haberlepreparado. Podrá usted contestarme quetal regla —presuntamente dorada—solamente producirá sus naturalesefectos la primera vez que usted seenfrenta con una pareja; permítamerecordarle que se le ha olvidado lainmensa capacidad de conducirse portópicos y tropezar en las mismas piedrasque caracteriza al cachorro bípedo eimplume. Hay ciudadanos —inclusoamigos y hasta algún ex-conocido— a

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los cuales tengo convencidos desde haceun cuarto de siglo de ser uno de losjugadores más insensatos y osados quejamás caminaron su naipe sobre unverde tapete, y sus embotados sentidosles han impedido advertir que soy unode los más correosos, taimados y cautosmusolaris de todo el reino. Uno de ellosmorirá como arpa vieja sin llegar adiscernir ni un ápice mis característicascomo musolari —quizás en ningún otroaspecto, ya que observador tan superfluono suele enterarse de nada—, lo cual nole impidió llegar a ser ministro (y,además, de Educación) a tan celoso yextremado extremeño.

Se trata, pues, de un regalo

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envenenado del que únicamente podríaexcusarse un niño si se lo ofrece unancianito de pulcro aspecto a la puertade un colegio. Ninguna excusa podráaducir el pretencioso y pretendidomusolari si leyese los Retacos del GranDiccionario de Ciencias y Arte deCorte que compuso el experimentadoSeñor Tomate al referirse a la palabraObsequio: “Cebo para cazar aves devuelo muy remontado”. O sea, quesiempre ha habido, hay y habrá quienesgusten de caer en trampas para elefantes.Son gentes que con tal de poner unabomba a alguien son capaces de situarlaen el barril en que se han sentado ajugar. Con su pan se lo coman.

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EL LIBRODEL MUS [*]

por Javier Villán, Celedonio Perellón yJavier Martínez Reverte

DEFINICIONES YSIGNIFICADOS

Órdago. El absoluto, el abismo. El ser oel no ser. No es cuantificable comola eternidad. Quiere decir: se acabólo que se daba, no va más. O lo que

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es lo mismo, va todo. Da igual quese esté a falta de una piedra o a faltade veintinueve. El órdago es lanegrura total o el resplandor máscegador. Depende de si se gana o sepierde.

La raya. Igual que el órdago, pero conmenos metafísica. La expresión hade acompañarse de un significativotrazo del dedo índice de la manoderecha —o de la izquierda si eljugador es zurdo— sobre el tapete.

Perete. Forma rimada de designar a lapeor combinación de cartas quepuede llegar a la mano de un

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jugador: el cuatro, el cinco, el seis yel siete. En algunas regiones sellama perete real al perete concartas de un mismo palo. Seaconseja, cuando a un jugador lellegue a la mano provocar como seael descarte general, si es necesariorecurriendo a la amenaza física a loscontrarios. Peterete, es una variantede algunas regiones.

Treinta y una real. Es la jugada queforma tres sietes y una figura, aunqueen algunas regiones se especificaque esa figura debe de ser la sota deoros. Normalmente, hay que acordarantes de comenzar el juego si vale o

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no la treinta y una real, pues su valores, teóricamente, superior a la treintay una normal, y vence a la mano.

Solomillo. Tres reyes de la baraja y unpito forman el solomillo, jugada quese interpreta como la superior acualquier otra, pues sirve para lagrande, los pares y el juego… yapurando mucho, si nadie lleva unas, gana también a la chica. Alsolomillo se le llama también laniña bonita.

La seca. Originaria, seguramente, delmedio rural, en el que sequía seidentifica con el desastre y la

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calamidad, se designa con estapalabra a la treinta y una sin pares.No es, sin embargo, jugadadeleznable, pues puede servir, sobretodo de mano, para debilitar elpoder de los contrarios que cortaroncon duples y juego.

Envidar. Como su propio nombre indicasignifica invitar. Hay envitesarrogantes y pusilánimes, mesuradosy fanfarrones. Los hay para despistary para disuadir. El envite es la basey la dinámica del mus. Todo searregla o se desarregla con envites.Envite quiere decir apuesta y cuandose dice envido, hay que especificar

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la cuantía de los tantos apostados.De lo contrario se entiende que seapuestan únicamente dos.

Revidar. Es contestar, cautamente, al nomenos cauto envite con que se hainiciado el juego. Vale por dos, esdecir lo mismo que el enviteprecedente contrario. La fórmula esla siguiente: Envido, revido. Y latraducción exacta en tantos: dos, dosmás.

Querer. Aunque representa un acto dela voluntad, no por ello evidenciaese movimiento del ánimo que sedefine como amor. Es la forma

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convencional del aceptamiento ysuele encerrar intenciones aviesas opor lo menos la voluntad clara deganar el envite aceptado.

Cerrar. Es un verbo que se utiliza, casiexclusivamente en su formaimperativa, cuando el compañero,ante un envite, muestra excesivasalegrías. En estos casos, la ordentajante ¡cierra! es aviso de quehemos detectado el peligro y de quese acepte, como máximo, la apuestaofrecida por los contrarios, sin caeren la imprudencia de enzarzarse enuna apuesta mayor.

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Un grajo. Un mus negro, esto es: cuandoun jugador da mus llevando muybuena jugada, pasa para hacer creera los contrarios que no tiene nada, yespera su apuesta para subirles.

Cartulario. Expresión despectiva quecalifica a las cartas malas. Jo, quécartulario. También se llamacartonaje.

El mazo. Tres reyes y un caballo formanesta jugada, de difícil respuesta en lagrande y en los pares, sobre todo deprimeras dadas. Si has aceptado unenvite del que lleva el mazo, cuandolo pone sobre la mesa al final de la

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jugada sabe igual que un martillazoen los dedos.

Vaca. Cuando se juega una partida aquien antes haga tres juegos detreinta tantos, cada uno de los juegosse llama vaca.

Only you. Forma de llamar a los tresreyes y un pito. Tal expresión vienede la siguiente gilipollez: solomillo,sólo tuyo, sólo tú, only you.

Musolaris. “Se llama así, en Euskadi, alos levantadores de piedras ycortadores de troncos que pretendíanser buenos jugadores de mus y loúnico que hacían, realmente, era

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adorar a Mus…solini” (extraído delDiccionario de Coll).

Cojones. En esta ocasión no se trata deun taco, sino de una gentileza que sedice a los contrarios cuando cogenmuchas cartas: sois unos cojones.

La manita de un cerdo. Cuando todoslos jugadores dan mus y se descartande las cuatro, se utiliza estaexpresión para calificar a quien harepartido los naipes. Convieneutilizarla con psicología, pues aveces ocurre que quien dio las cartasmalas va perdiendo, y si le tocan lasnarices puede transformarse, de

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cerdo, en león. A más de un jugadorle faltan varios dientes por haberempleado la expresión en momentosinoportunos.

Correr la mano. Cuando el juego demus se inicia, en su primera jugadaes mano aquel que corta el mus, sinque valgan señas, y la baraja vacorriendo de mano en mano hastaaquel que lo corta.

Pares de cuatro. En algunas zonas deAndalucía donde se juega al mus —que no son muchas— se llaman así alos duples. De la misma forma, lasmedias son conocidas como pares

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de tres. Semejante barbaridadconceptual no extraña a nadie enesas zonas, sobre todo en Lepe.

Duples del campo. Expresióndespectiva de origen urbano,tabernario, que contiene un elementode desdén hacia lo campesino, loagrario. Se llama así a los duples depoco valor; por ejemplo dos cuatrosy dos cincos.

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ROMANCEDE LOSDUPLES

Don Fructuoso de la Pestaña,alabardero de la Corte, 1712.

(Transcripción, Antonio Mingote)

Los Duples quiero cantar,dignos son de que se canten,que por pequeños que sean

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al jugador bien complacen.Cuando de primeras dadas

te reparten cuatro Ases,¡qué esplendorosa firmezaen su arrogante desplantepara envidar la primeray dejar la Chica en pasey echar con desenvoltura

—pues tu Grande prestigiaste—a los pares un envite

que a los contrarios espante!Con los Duples de Ases Reyes

bien envidas a la Grande,y si envidas a la Chica

puede que también la ganes,sin contar con el envite

de tres piedras a los Pares

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si es que no ha visto tu señael atento contrincante,

aunque si no te lo aceptanbien podrás después cobrarle.

Y los Duples con Figurasy dos Cincos, qué agradable

ganar los Pares y luego¡treinta al Punto inapelable!Mas si tienes cuatro Sotas,aunque golfas, respetables,no dejes que el femenino

grupo llegue a atolondrarte,que en Duples hay con frecuencia

parejas más importantes,y los Duples moderados

no son muy recomendables,que otros más voluminosos

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pueden escachifollarles.Pero si son cuatro Reyesbien puedes regocijarte,pues además de envidar

modestamente a la Grande,para que con la modestia

tu adversario no se escame,y de envidar a la Chicapara intentar engañarle,

un envite fragorosopuedes echar a los Pareso sea ¡doscientas piedras!

que es un Órdago espantable.Ya a los Duples he cantado,dignos son de que se canten,

Rendido pido disculpaspor osar aconsejarte.

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Y con esto y el deseode que la partida ganes

aquí acaba de los Dupleseste sentido romance.

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EL PÓKERDE LAS

TABERNAS

“Diego Urbino, de alguna manera, hacolaborado a poner al mus dentro de lamás limpia genealogía de los juegos”.Así lo expresa Santiago Aizarna en elprólogo que escribe referido a lapublicación del libro El mus de losvascos. Magnífico trabajo de síntesis alconjugar con todo acierto los distintos

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factores que ensamblan, en conjugaciónperfecta, el carácter de la raza, sumanera de ser y comportarse dentro deun reducido ámbito —la taberna— quelo transporta con sentido solidario haciaun mundo de entendimiento que, por susoledad y por su individualismo, resultainapreciable. Merece la penareproducir, aunque por razones deespacio lo hagamos parcialmente,algunos conceptos tan claros ydefinitorios del mus, su raigambre yasentamiento en el alma popular vasca.

«Cuando se habla de los juegos, delas diversiones típicas de loseuskaldunes, se habla de deporte con lapelota, de fenómenos como el

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bertsolarístico, de actividades como elcontrabandismo, pero casi nunca figuraen primer lugar el mus. A pesar de ello,el mus tiene una pertenencia a lo vascoperfectamente atribuida y que pocos sela niegan. En el mus yo diría que sereintegra un poco ese almadesparramada del vasco, y que tanaprovechada es por muchos para sussolapadas maquinaciones. No sé si se hadicho, pero yo diría aquí que el mayorenemigo del vasco es esta su almadesparramada, esta su pesadumbre desoledad y su alegría de solitariedad,porque es éste un juego sádico-masoquista en que el alma del vasco secomplace. Más que la disensión, la falta

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de entendimiento entre ellos es notoria,puesto que el individualismo, que paramí constituye una virtud —y quizás lamás preciada—, hace que el vasco tengaesa conciencia de lo esencial tanarraigada, que desdeña lo adventiciobrotado de la comunidad, de lasociedad. Aristotélicamente el hombrepodrá ser un animal sociable, perodesde esquemas vascos, yo creo quepodemos desdeñar perfectamente aAristóteles. Quizás porque loaristotélico en nuestro país es el peso, eldetritus, la evacuación que sobrenuestras costumbres y modos de ser haefectuado la formación latina de loseclesiásticos, que tanta importancia,

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para bien o para mal, han tenido sobre elpueblo vasco.

»Pero volviendo al mus, yo creo quenos interesaría centrarnos en su carácterintegrador. ¿En qué forma realiza estafunción? ¿Cómo y de qué manera puedeconstituir el juego del mus un nexo deunión, cuando el alma dispersa delvasco tiende a irse cada una por susfueros, y ni siquiera la gastronomía —otro de sus factores de unión— hace quela solitariedad del vasco se regolfe en elcalor de uno con los otros?

»De la soledad del vasco y de susdisgregaciones anímicas noscercioramos, mejor aún, desde elpatetismo de esa figura como

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entremetida, como insertada en laestampa de una plástica definitoria.Reingresemos junto con él en elambiente de la taberna, que es un lugarnetamente vasco, y que, pese a la famosapoesía de Baltasar de Alcázar, yo creoque tiene más raigambre, más ambienteintegrador en lo vasco que en locastellano. Y así se nos definiría lataberna desde el ángulo de la poesíapopular vasca, en trozos como el dePello Joxepe, el negador de su propiapaternidad, que comienza:

Pello Joxepe tabernan dalaaurra ¡ayo da Larraul’en

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»y que si sirve para acunar el rorromecido en la música sin par de unagarganta insustituible, como es lamaternal, se inserta, sin embargo, en otramúsica, ésta también de nanairreversiblemente, y en donde la tabernahace acto de presencia de una maneracontumaz:

Aurtxo txikia negarrez dagoama emaiozu titia,

aita gastua tabernan dagopikaro jokularia…

»Ya no es aquí solamente la tabernala que se nos presenta, la que se nos

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desciñe como elemento de unacaracterología que, sin duda alguna, nospervivirá en las notaciones quefuésemos haciendo sobre el hombrevasco. Y es que esta segunda canciónnos introduce también el otro elementoque no ha de faltar: el juego, y que es unelemento de absoluta trascendencia en loeuskaldún.

»Sobre la relación entre el juego y elhombre euskaldún se ha escrito mucho.Y es que hay entre los dos unaidentificación total. El soporte de todoel deporte rural, por ejemplo, está en laapuesta, es decir, en el juego. Y nodigamos de ese otro deporte universalde origen vasco que es la pelota. Toda

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ella, en sus diversas manifestaciones,está fundamentada en la apuesta.Quitadle a la pelota los jugadores, loscorredores de frontón, y seguramentehabréis matado la pelota. Sí, el juegopervivirá en las aldeas, en lascontraparedes de las iglesias, encualquier lugar donde una pared haga unángulo de 90 grados con un piso llano,pero lo que sí es definitivo es que habrádesaparecido de los frontones, por lomenos desde ese profesionalismo que essu vida, su razón de pervivencia.

»Y es en el mus donde se aúnan, serefunden, estas dos característicasespecíficamente vascas. Es, si se quiere,un juego pequeño, un juego que

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difícilmente puede llevarle a quien en élse aventura a la pérdida de la hacienda,o de la mujer, o de la yunta de bueyescomo a veces ha ocurrido con losdeportes rurales o las traineras, pero sísuficiente para entrar en el hervor, en elapasionamiento del juego, que es lo quese busca. Difícilmente se podría decirque haya un juego en donde con menospeligro de una pérdida cuantiosa seentable la pasión del juego, puesto queel mus, al contrario de lo que pudieraocurrir en el póker, por ejemplo, no esun juego en el que se prodiguen lasgrandes apuestas, sino que,generalmente, lo que está por medio esel consumo del vino que durante la

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partida se realiza. Y habría que hablar,ya que lo hemos mencionado avuelapluma, de la partida, y de quéforma ésta se individualiza en el mus.Echar la partida es un término hasta deun cierto esoterismo, según y cómo seentienda, con enclaves ciertos yrotundos en la psicología, en lacaracterología de los protagonistas, quecomo muy bien sugiere Diego Urbinoson todos los vascos, al menos.

»A uno, de cualquier manera, y porpertenecer a esta raza de que se habla,no se le despinta ni la figura un tantodostoievskiana, un tanto tolstoiana, deesa especie de mujik vasco que se iniciaen la metafísica de las divagaciones

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espirituosas ante una botella de mediolitro de vino en la taberna, y que lo tienebien presente a través de pasadasexperiencias pueblerinas. Romper esacostra de solitariedad es lo que se lograa través del mus, que es un juego demucha más serenidad, de mucha máspatxara de la que suelen ser otrosjuegos de naipes de hábito común entrelos vascos».

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LA TÉCNICADE LOS

PROMEDIOS

“La técnica de los promediosaplicada al mus, no sirve paraganar siempre.

Pero, ¿lo que entretiene?…”

Diego Urbino. El Mus de losVascos

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¿Se podría jugar al mus por medio deordenadores electrónicos? Acasosaldría demasiado caro. Y además, elmus queda a medio camino entre elmilagro y la ciencia.

Aún no ha habido ningún sabioalemán que haya escrito el mamotretoZur Theorien der Mus und Ordaguen.Destacados ingenieros soviéticos enelectrónica, como Butenko, tampoco hanintentado someter el mus al tratamientocibernético.

Sin embargo, los aritmógrafospueden contribuir al esclarecimiento demuchos hechos que se producen en laschambas del mus. El cálculo de

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probabilidades es de gran ayuda para elmusista.

La corazonada, esa clarividenciaintuitiva del muslari, ayuda a éste aacertar en un cincuenta por ciento de loscasos. Eso: la mitad. En la otra mitad, seequivoca, por lo cual la corazonadaqueda reducida a las mismasprobabilidades de un cara o cruz… Porello, a la larga, los datos facilitados porla ciencia suministrarán mayoresoportunidades de acierto que los quepuedan aportar los horóscoposparticulares de los campeones.

Cierto individuo, casado con unaesposa de conducta irreprochable,explicaba a dos de sus amigos:

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—Supongamos (sólo suponer, ¿eh?)que mi esposa me engaña tres veces porsemana. Vosotros dos contáis conetxekoandres púdicas y virtuosas. Peroentonces llega un sociólogo provisto debolígrafos y compases, y se dedica ainvestigar el asunto. Después de sometersus datos a tratamiento en unacomputadora IBM, el sociólogodeducirá que a cada uno de los tres nosengaña nuestra esposa una vez porsemana.

¡El promedio! El promedio es hoy elídolo mágico que hay que venerar con lafrente en el suelo. Desde la renta percápita hasta la utilización del espacioplayero en La Concha, lo importante es

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el promedio.El cálculo de probabilidades aporta

al mus cifras y balances que nos invitana la meditación. Cifras, en suma, queningún musista inteligente debe ignorar.

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ORÍGENESDEL MUS

por Kepa Derteano

Lo conocimos en Valencia(Venezuela) que es dondeactualmente reside; se llamaKepa Derteano y Basterra,vasco, y con gran afición al

mus, ese juego que él llama “Ciencia,Religión y Deporte”. Es autor de

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varias obras, destacándose entre otrasHuellas y El rebelde, un libro depoemas con mucha fuerza expresiva.Ha escrito también algunos ensayosmitológicos sobre los orígenes del mus,donde pone de relieve, con muchohumor, sus conocimientos religiosos,lingüísticos y dialécticos a partir de loque él cree fuera su remota cuna: elparaíso terrenal. Estas son sus teorías:

Nos vamos a referir al filósofoOrígenes.

Hoy, en los albores del año 2000,cuando se están descubriendo ydescifrando pergaminos y documentos

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transmitidos por sabe quién desde losmás remotos tiempos de la vida del serhumano, acaso por seres de otrasgalaxias que los fueron almacenando enlassersettes (los casetes galácticos enrayo láser que en esos universos es hoyun juego para los embriones congeladosde la serie humánidos).

El hecho cierto es que, gracias unavez más a Manu y Peru, por lo cual undía la Humanidad entera tendrá querendir un homenaje a Etxano-Zornotza-Amorebieta, área terrenal dondeaparecieron estos superagentesdescendientes vivos de Noé, gracias aellos, digo, sabemos de manera real ypositiva bastante sobre el mus en el

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Paraíso Terrenal.El mus es un juego. Y una ciencia. Y

ya sabemos que es una Doctrina. Y todoello encierra los medios para escudriñarla mente del ser humano, para hacer unbuen examen de conciencia, unpsicoanálisis, un buen Gobierno, parasaber si la esposa le oculta algo, paraconocer el futuro de la monarquía, elmercado negro de las medias, losreflejos superciliares, el mal deParkinson, y para usar un vocabularioque, en ocasiones, y contra toda normade conducta y caballerosidad, teniendoen cuenta que el MUS es un juego decaballeros y sacerdotes de los templos,atenta contra los Dioses del Olimpo.

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Pues bien, el mus, según estasreferencias que me han sido dadas aconocer como archivero galáctico dedicho juego, se remonta al ParaísoTerrenal.

Por conveniencias doctrinarias anadie se le ocurrió investigar, y menosdivulgar, el verdadero nombre de losprimeros pobladores del llamadoParaíso Terrenal.

Por todo el Universo, hasta este díay momento trascendental, en el que y porel cual ustedes van a compartir elsecreto y el conocimiento, amigoslectores y aprendices de brujos, se lesdenominó como Adán y Eva.

¡Pues no!

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No eran Adán y Eva.Esos fueron los nombres que los

invasores dieron a sus originalesacepciones. ¿Producto detransformaciones lingüísticas …o afánde destruir el idioma de los vascos?

Nos inclinamos por este último yperverso designio común a todos losinvasores de Euskalherria, cuna del mus.

Adán se llamaba: an-dana. Quequiere decir, en euzkera: AN.— allí yDANA.— todo.

Esto es lo que Dios le dijo alseñalarle el Paraíso: “¡an-dana!”¡¡ALLÍ… TODO!!

Y no, como algunos enemigos delhombre en el Primer Congreso

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Internacional de la Mujer, han dicho quese debía a que el PRIMER HOMBRE,exclamó: ¡A mi me llaman ANDANA!(aunque era verdad).

Y el nombre de Ella, de Eva, era elde: ez-ba. Que fue la respuesta que ledio la hembra al Señor, cuando leenseñó el Paraíso, y ella, asombrada,incrédula, le dijo: “¡No, si así es!”, deEZ.— no y BA.— mira anda, que no telo creo.

Queda demostrado que tanto Andanacomo Ezba, que fonéticamente pasaron aser Adán y Eva, que los dos primerospobladores de esta tierra hablaban entreotras lenguas, tales como la lenguaviperina, el euzkera, el vasco.

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Sabemos que ANDANA y EZBA, osea ADAN Y EVA, tuvierondescendientes y que ligaban o seempataban entre ellos. Ese, desdeluego, es un problema que allá ellos. Ytodos se espiaban para ver si pescabanen el puchero algo más sabroso delcocido.

Un día, Andana, o Adán, le dijo aEzba, Eva, en euzkera:

—¡Ekarri mosubat!Y el hijo, que andaba detrás de una

hermana que corría tras el aita, vio losresultados de aquella frase mágica y nicorto ni perezoso, intentó decir lomismo, pero… ¡¡¡se equivocó!!!

Y dijo:

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—¡Ekarri MUS o vete!Y en ese instante le guiñó

picarescamente un ojo. La niña levantólas cejas incrédula; el macho se mordiólos labios, la catira le sacó la lengua yle torció el morro. El joven,eróticamente excitado con tantaprovocación, le gritó:

—¡¡¡MUS!!!Y, ella, femenina al fin, mirándole

cara a cara para ver si tenía pares, lerespondió:

—¡Ni MUS ni porras!¡Ay, para qué se lo dijo!… ¿Para

qué?Para achuchar a Andana (Adán). Y

éste, muy morrosko, se echó p’alante, y

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le dio todos los envites que quiso: a lagrande, a la chica, a los pares, al juego,a los dup-les (que luego se llamóToples), y… jugó. Hasta que Ezba(Eva), que no había dicho esta boca esmía, puso las cartas boca arriba.

En este instante llegó Adán Zar ypreguntó:

—¿Nun dago (¿Dónde está?).A lo cual, Adán Gaste respondió,

señalando a la vencida Eva:—¡Órdago! (¡Ahí (or) está (dago)!)Esta escena, como es lógico, se

propagó por todo el Paraíso y por lasGalaxias. Y se enteró Jaungoika (Dios).Además porque siempre hay un chivatoque tiene envidia de todo.

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Y bajó desde el Cielo, los llamó, yles mandó a jugar a otra parte.

Con el destierro, en todo el orbeaprendieron a jugar al MUS.

El MUS: juego de baskos.Y como no se podían comer

manzanas, los baskos decidieronfabricar sidra. Y jugar al MUS.

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REGLAMENTODE HERACLIO

FOURNIER

Breve Introducción al Juegodel Mus

El singular atractivo y especialescaracterísticas del juego del MUS, hanconvertido a este apasionante juego enel más conocido y popular a todos los

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niveles sociales.Sin duda alguna, es el REY de los

juegos de naipes españoles, cuyapráctica habitual favorece el cultivo deamistades entrañables, dentro de unmarco de excelente distracción y sanacompetitividad por el natural deseo devencer.

El auge y la garra de este juegohacen que, cada día más, proliferen losTorneos y Campeonatos de MUS, concarácter local o a nivel nacional, conmultitudinaria y apasionadaparticipación en todos los casos.

Las reglas del MUS, que aparecencomplicadas inicialmente, no lo son enrealidad, aún cuando el dominio del

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juego y la habilidad en pasar las señas,tan peculiares en este juego, requierenen verdad un cierto aprendizaje.

Por otra parte, si bien este juegotiene desde siempre su Reglamentoespecífico, que Fournier editó y divulgóhace ya tantísimos años, también esverdad que han surgido algunasvariantes regionales, por ejemplo: elpoder hablar expresando jugadas realeso no, jugar con 4 Reyes y 4 Ases enlugar de 8 Reyes y 8 Ases como espráctica general, algunas nuevas señasadicionales, etc., pero sin llegar nunca amodificar las reglas realmente básicas.

Respetando, por supuesto, laspeculiaridades o variantes específicas

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de cada región, a las que nos hemosreferido, y sin ánimo de sentar cátedra,entendemos, sin embargo, que debemosmantener invariables las reglas de juegode siempre, a las que se ajustan una granmayoría de jugadores, como baseabsolutamente válida para lascompeticiones entre jugadores dediferentes regiones.

Reglamento del Juego delMus

Es un juego de origen vasco, en el quese utiliza una baraja española de 40cartas.

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Número de jugadores. Puede jugarseindividualmente entre 2 o másjugadores hasta un máximo de 6, oentre 4 o 6 jugadores, formando doscampos contrarios de 2 y 3jugadores, respectivamente; pero lapartida más interesante y la que másse juega es la de cuatro jugadores,jugando por parejas de compañeros,cuyo reglamento es el que vamos aexplicar.

Orden y valor de las cartas. El ordende las cartas de mayor a menor es elsiguiente: Rey o Tres-Caballo-Sota-7-6-5-4-3-Dos o As. No hay triunfoni distinción de palos.

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El valor de las cartas en cualquierade los cuatro palos es el siguiente:

Cada Rey, Tres, Caballo o Sota vale10 puntos; las demás cartas, su valornatural representado por el índice,excepto los Doses, que como losAses valen un punto.

Los Reyes tienen el mismo valor quelos Treses, y los Doses igual que losAses para todas las jugadas, lo cual,para efectos del juego equivale ajugar con 8 Reyes y 8 Ases.

Hay quienes prefieren jugarsolamente con los 4 Reyes y con los4 Ases, en cuyo caso los Treses y

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los Doses conservan su valornatural.

Sorteo de parejas. Cada jugador tomauna carta. Los dos jugadores quetengan las cartas mayores juegancontra los otros dos jugadores quetengan las cartas menores.

Quien sacó la carta más alta eligesitio y es el jugador mano,sentándose frente a él su compañero,y a su derecha, el jugador contrarioque sacó la mayor carta.

Distribución de cartas. El jugadorsituado a la izquierda del mano,después de bien barajadas las cartas,

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las ofrecerá a cortar al jugador de suizquierda, quien al cortar no podrálevantar ni dejar menos de 3 cartas.

Aquel tomará de nuevo el mazo,distribuyendo cuatro cartas a cadajugador, de una en una, comenzandopor el jugador mano, que es elsituado a su derecha; la dirección osentido para dar las cartas, así comopara jugar, es de izquierda aderecha.

Explicación de las Jugadasdel Mus

Cada jugador, con sus 4 cartas, podrá

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formar las jugadas que se explican acontinuación:

Grande. Consiste en tener cartas lo másaltas posible, atendiendo al orden delas mismas.

Ejemplos: R-R-S-7, o R-3-R-4, etc.(recuérdese que los Treses sonReyes). Gana el segundo ejemplo.

Chica. Es una jugada inversa a laanterior, que consiste en tener cartaslo más bajas posible, atendiendo asu orden.

Ejemplo: C-7-4-As, o S-4-As-Dos,etc. (recuérdese que los Doses son

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Ases). Gana el segundo ejemplo.

Pares. Es tener dos o más cartas iguales.

Par. Si sólo se tienen 2 cartasiguales.

Ejemplos: R-R-S-6 o R-S-S-5, etc.Gana el primer ejemplo por ser lapareja de Reyes de orden superior ala de Sotas.

Medias: Cuando se tienen 3 cartasiguales.

Ejemplos: S-S-S-Dos, o C-6-6-6,etc. Gana el primer ejemplo por serlas Sotas de orden superior a losSeises.

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Duples: Consiste en tener dos parejas.

Ejemplos: C-C-7-7, o R-R-As-Dos,etc. Gana el segundo ejemplo por serla pareja de Reyes de orden superiora la de Caballos. Si al par superiorhay empate, gana el segundo parmayor; por ejemplo: R-R-C-C ganaa R-R-S-S. Duples gana a Medias oPar. Medias gana a Par.

Juego sí. Se tiene juego cuando la sumadel valor de las cuatro cartas de lamano es 31 o más, siendo el mejorpunto 31, siguiendo el de 32, y deéste salta a 40, descendiendo a 37,36, 35, 34 y 33, que es el peor punto.

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Ejemplo: R-R-S-5=35 puntos, o 3-R-C-2=31 puntos. Gana el que tengamejor; en este caso, el segundoejemplo.

Juego no. Cuando la suma del valor delas cartas es inferior a 31 puntos. Enesta jugada el mejor punto es 30 ydesciende hasta 4, que es el peor.

Solamente tiene valor esta jugada enel caso de que ninguno de los cuatrojugadores tenga juego.

Empate: En ninguna de las jugadas delMUS puede haber empate. Cuandodos o más jugadores tengan lasmismas cartas, gana el jugador mano

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o el más cercano al mano.

Marcha del juego

Después de distribuidas las cuatrocartas a cada jugador, examinará cadacual las suyas, para estudiar lasposibilidades de su jugada.

El jugador mano iniciará el juego,manifestando:

Si desea jugar con sus 4 cartas iniciales,sin ir al descarte, en cuyo caso dirá:No hay Mus.

O si prefiere mejorar su juego inicial,yendo al descarte de alguna o detodas sus cartas, en cuyo caso dirá:

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Mus. En este caso, el jugadorsiguiente deberá manifestar si deseacortar el Mus, diciendo: No hayMus, o si desea mejorar su juegoinicial, yendo al descarte, diciendo:Mus; y así, sucesivamente, cada unode los jugadores, al llegarle su turnode juego, deberá manifestar si deseao no ir al descarte. Pero en elmomento que un jugador, al llegarlesu turno de juego, corta el Musdiciendo: No hay Mus, ningunopodrá descartarse, comenzando ajugar el mano en la forma que luegose explicará.

Si el jugador que da las cartas, al

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hacer la distribución inicial en cadajuego parcial, descubre una de éstasinadvertidamente, hay Mus vistoobligado, pudiendo quedarseservido quien lo desee, sin ir aldescarte; pero si uno o másjugadores quedan servidos, no podráhaber un segundo descarte.

El descarte. Para que pueda efectuarseel descarte, es necesario que loscuatro jugadores diga Mus,procediendo el que dio las cartas adistribuir a cada jugador las quesolicite a cambio de su descarte, quepuede ser hasta un total de sus 4cartas, comenzando por el mano.

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Este descarte podrá realizarsecuantas veces lo deseen los cuatrojugadores, manifestándolo cada vez,en la forma ya explicada.

En el momento que se acaben lascartas del mazo sin haber podidocompletar la mano de todos losjugadores, se tomarán y barajaránlos descartes de todos, salvo cuandosea un solo jugador el que falte, encuyo caso queda su descarte aparte,completándose sus cartas con las delos demás jugadores.

Los descartes se dejarán sobre lamesa hacia abajo para que no

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puedan verse las cartas.

Ningún jugador podrá descartarseantes de que le llegue su turno dejuego.

Anuncio de las jugadas. El Mus es unjuego en el que no se juegan cartaspara ganar bazas, sino que cadajugador, con las 4 cartas que tiene ensu mano, y que no enseñará hasta elfinal de cada juego parcial, deberáhacer ver a los jugadores contrarios,en cada uno de los lances o jugadas,que posee cartas superiores. Sinembargo, hay casos en que procuraráhacer ver lo contrario, con objeto de

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sorprender a los contrarios y mostrarmejor juego que ellos.

El jugador mano es el primero queen cada lance o jugada manifiesta sidesea pasar, envidar (lo cual quieredecir que se juega dos piedras), ohacer una apuesta mayor, y cadauno de los demás jugadores, porturno riguroso de juego (inverso a lamarcha del reloj), deberá manifestarsi pasa, si acepta el envite, o si loaumenta.

El jugador mano deberá hacer elanuncio de la jugada por un ordenriguroso ya establecido, que es el

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siguiente: Grande, Chica, Pares,Juego sí, Juego no.

Es muy curiosa la forma de jugar alMus, pues se sobreentiende siempreel lance o jugada que correspondejugar sin necesidad de queexpresamente lo anuncie el mano,por lo que es costumbre iniciar lasjugadas de Grande y Chicadiciendo: Paso, o Envido, voy atanto. La jugada de Pares se iniciadiciendo Sí (si se tiene Pares) o No(si no los tiene). Cada uno de losdemás jugadores, al llegarle suturno, dirá Sí o No, iniciándose losenvites en el caso de que más de un

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jugador tenga Pares. El lance deJuego se iniciará en la misma formaque el de Pares, diciendo cada unode los jugadores, al llegarle su turnode juego, Sí o No. Si ningún jugadortiene Juego, se hacen los envitesentre los jugadores que deseenenvidar al mejor punto de Juego no.

Un jugador podrá pasar, sin quedareliminado, siempre que ningúnjugador anterior a él haya envidado,pudiendo entrar en el juego alllegarle su segundo turno de hablar,aceptando o aumentando los envitesanteriores; pero si un jugador pasasedespués de haber envidado algún

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jugador anterior a él, quedadefinitivamente eliminado de eselance o jugada. Si un jugador noaceptara en su segundo turno dehablar los reenvites superiores alsuyo, quedará, asimismo, eliminadode esa jugada.

Terminación de cada lance o jugada.Cada una de las jugadas o lances delMus termina, iniciándose la jugadasiguiente, en el momento que losenvites de aquella jugada quedaronequilibrados, o en el caso de quetodos los jugadores hubiesenpasado.

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Termina un juego parcial en el momentode haberse jugado todas y cada unade las jugadas que se señalaroncomo obligatorias: Grande, Chica,Pares, Juego.

Al final de cada juego parcial, todoslos jugadores tienen la obligación deenseñar sus cartas para que noexistan dudas sobre los pares yjuegos negados, cobrándose losdejes de envite.

Terminación de un juego completo. Unjuego completo se compone de losjuegos parciales necesarios para quecada una de las parejas de

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compañeros alcance o sobrepase eltotal de 40 piedras u 8 amarracos, ytermina cuando, al verificar el tanteoal final de un juego parcial, secomprueba que una de las parejas decompañeros ha alcanzado osobrepasado dicho total.

También queda terminado un juegocompleto en el momento que unjugador acepta un ÓRDAGO, sinnecesidad de hacer tanteo alguno;todos los jugadores mostrarán suscartas para ver quién gana.

Nota. Si se hace un envite muyfuerte, aún cuando sea muy superior

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a las 40 piedras u 8 amarracos de lapartida, y un jugador lo acepta, eljuego no gana ni se pierde todavía, yhay que continuar jugando hasta elfinal, ya que solamente cesa eljuego, terminándose en el caso de unÓRDAGO aceptado por otrojugador, y gana el jugador que tengamejores cartas a la jugada que cedióel ÓRDAGO.

Terminación de la partida. Una partidade Mus se compone de 3 juegoscompletos; así pues, gana la partidala pareja de compañeros que antesgane 3 juegos completos de 8amarracos.

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Vocablos que se emplean eneste Juego

Mus. Cuando un jugador dice Mus,indica que quiere ir al descarte dealguna o de todas las cartas de sumano.

Paso. Significa que no se quiere envidaro que se achica uno hasta ver quéhacen los demás jugadores.

Envido. Significa que un jugador apuestasolamente 2 piedras.

Y yo (envido). Es la réplica al envidoapostando otras 2 piedras más.

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Y yo (reenvido). Es la réplica a un envitepor el doble del mismo.

Quiero. Indica que se acepta ofrecidapor otro o por otros jugadores.

No quiero. Indica que no se acepta laapuesta ofrecida por otro o por otrosjugadores.

No queremos. La negativa en pluralobliga al compañero a esta decisión.

Órdago. Quiere decir que se apuestantodas las piedras o amarracos de unasola vez, con el cual se gana o sepierde el juego completo de 8amarracos.

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Deje o no. Llámase así a la piedra quese lleva un jugador por la noaceptación de un envite suyo.

Piedra. Llámase a cualquier cosa quesirva para marcar los tantos; suelenemplearse alubias, garbanzos opiedras pequeñitas.

Amarraco. Representa el valor de cincopiedras.

Está prohibido decir en el curso deljuego otras palabras que las especialesdel Mus, porque podrían ser señasconvenidas entre los compañeros, y paraeso están las señas oficiales.

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No debe pronunciarse inadvertidamenteninguna palabra relativa al juego,porque obliga a sostenerla aunque cuestela partida.

Señas de Inteligencia

No se permite decir ni enseñar alcompañero las cartas que se tienen. Noobstante, los compañeros podránentenderse por medio de señas, ya queel interés está en ocultar a sus contrariosla jugada real que se tiene, ayudándoserecíprocamente durante el juego.

Las señas más comúnmenteadmitidas son:

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Morderse el labio inferior: Indica quese tiene 2 Reyes para la jugada aGrande. Para indicar que se tienen 4Reyes, se repite la seña dos veces.

Sacar la punta de la lengua: Indica quese tienen 2 Ases para la jugada aChica. Para indicar que se tienen 4Ases, se repite la seña dos veces.

Se tuercen un poco los labios,apretados, hacia cualquier lado:

Para indicar que se tienen Medias; sia continuación de esta seña se hacela de 2 Reyes (morderse el labioinferior), quiere decirse que setienen 3 Reyes; si se hace la de 2

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Ases (sacar la punta de la lengua),quiere decirse que se tienen 3 Ases.

Se elevan las cejas: Para indicar que setienen Duples; si a continuación deesta seña se hace la de dos Reyes ola de 2 Ases, significa que ése tienenDuples con Reyes o con Asesrespectivamente.

Tanteo del juego ypuntuación

Como cada pareja de jugadores hace sujuego en común, la puntuación es comúna ambos, por lo cual suelen llevar losdos el tanteo, uno las piedras y el

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compañero los amarracos.Al comenzar a jugar se coloca un

platillo en el centro de la mesa, quecontiene las piedras necesarias parajugar una partida.

La cuantía de las apuestas de cadajugada se retendrá en la memoria, paraapuntarse al final de cada juego parcial.Los dejes o renuncios se apuntan en elacto.

Al final de cada juego parcial, losjugadores que lleven el tanteo cogerándel centro de la mesa tantas piedrascomo tantos ganen ellos o suscompañeros, dejándolas ante sí parapoder ver en todo momento las que cadauno tiene.

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Al realizar la cuenta, debe hacerseen voz alta, para que los contrarioscomprueben el tanteo, debiendoexpresar cuántas se toman y por qué.

Cuando el jugador que lleva lacuenta de las piedras tiene delante de sícinco, dice: Un amarraco, y sucompañero toma una piedra, y las otrascuatro se echan en el platillo del centro.

Cuando al final de un juego parcialuna pareja de compañeros ha alcanzadoo sobrepasado las 35 piedras, uno deellos debe decir: Adentro, y acontinuación se echan todos losamarracos al platillo del centro de lamesa. Esto tiene por objeto advertir alos jugadores contrarios que se está a

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punto de ganar el juego completo.

Valor de las Jugadas por elorden en que han decobrarse

El No o deje vale 1 piedra

La Grande en pase vale 1 piedraLa Chica en pase vale 1 piedraEl Par vale 1 piedraLas Medias vale 2 piedrasLos Duples vale 3 piedras

Juego Si

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De 31 vale 3 piedrasLos demás juegos* vale 2 piedrasJuego No vale 1 piedra

* De 32, 40, 37, 36 a 33.

Cuando a una pareja de compañeros lefalten muy pocas piedras para terminarun juego completo, hay que tenerespecial cuidado con los envites uÓRDAGO, y recordar que lo primeroque se cobra es el No o deje, y si ambasparejas de compañeros están a punto determinar, como las piedras que valecada jugada se van cobrando por el

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orden indicado ganará la pareja dejugadores que primero alcance los 8amarracos o las 40 piedras.

Por ejemplo: Si se pasó a Grande,el que la tenga mayor se lleva unapiedra, y si estaba a falta de una piedra,se sale y gana el juego completo, etc.

Cobro de las Jugadas

Grande y chica. Si todos los jugadorespasan, sin que nadie envide, al finaldel juego parcial, el jugador quemejor jugada tenga a Grande sellevará una piedra, y el jugador quemás jugada tenga a Chica, se llevaráotra piedra.

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Pero si un jugador envida y nadieacepta su envite, se llevará en elacto una piedra en concepto de dejeo No aceptación de envite, dándoseya con ello por cobrada la jugada.

Pares y juego sí. Si todos los jugadorespasan sin que nadie envide, al finaldel juego parcial, el jugador quemejor jugada tenga se llevará elvalor de la misma, añadiendo laspiedras que por estas jugadas lepueden corresponder también a sucompañero.

Si un jugador envida y nadie aceptasu envite, se lleva en el acto una

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piedra por deje, pero al final deljuego parcial se llevará también elvalor de su jugada, más el valor dela de su compañero, aunque suscartas fueran peores que las decualquier otro contrario.

Juego no. Si todos pasan y no hayenvite, el que mejor punto tenga sellevará una piedra. Si un jugadorenvida al punto y nadie acepta, selleva en el acto una piedra de no odeje, y cobrará otra de punto al final,aún cuando éste fuera inferior al deotro jugador.

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El jugador que renuncia a un envite, noaceptándolo, pierde todo derecho alcobro de la jugada a que corresponda,aún cuando al mostrar las cartas, al finaldel juego parcial, se viera que era mejorsu jugada.

En cualquiera de las jugadas, ganan lascartas del compañero que las tenganmejores aún cuando el que hubieraenvidado o dado el ÓRDAGO lastuviera peores que las del jugadorcontrario que aceptó.

El jugador que hubiere olvidadollevarse alguna piedra, pierde el

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derecho a hacerlo en el momento que secorta la baraja para distribuir las cartasdel siguiente juego parcial.

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MUSINDIVIDUAL

(llamado francés)

Esta modalidad del Mus se juegasiempre individualmente y pueden tomarparte hasta 8 jugadores, si bien lapartida ideal son 5 jugadores,empleándose la baraja española de 40cartas.

El valor de las cartas y el de lasjugadas es igual al del Mus corriente,

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descrito anteriormente, con excepcióndel juego sí., en el cual las jugadasllevan el siguiente orden y valor:

1.o 31 Real (*) 5 tantos2o 33 (**) 4 tantos3.o 31 normal 3 tantos4.o 32-40-37-36-35-34 2 tantos

* Formada por 3 sietes y una figura** Formada por 1 siete, 1 seis y dos

figuras

El jugador que da las cartas repartecinco a cada participante, con laobligación de descartarse de una. En

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esta modalidad de juego nunca hayMUS.

Al principio del juego cadaparticipante cogerá 8 o 10 piedras otantos, según se convenga, siendo elobjeto del juego el conseguir quedarsesin ninguna. Pierde por tanto el juegoaquel jugador que tenga aún piedras ensu poder, cuando sus oponentes hayanconseguido desprenderse de las suyaspropias, bien metiéndolas en el plato delcentro de la mesa por sus jugadas ocargándoselas a los de envites uÓRDAGOS.

Inicia el juego el jugador manodiciendo, por ejemplo, 2 a GRANDE, ysi nadie acepta el envido mete una de

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sus piedras al platillo central, y así encada una de las distintas jugadas. Encaso de que uno o varios acepten elenvido, que deberá hacerse por rigurosoorden de derecha a izquierda, se dejansobre la mesa el total de piedras jugadasy se las llevará aquel que tenga peorjugada al finalizar el juego parcial ydescubrir las cartas.

Cuando algún jugador envidaseguirán hablando por orden de derechaa izquierda el resto de los participantesaceptando o no el envido. Una vez quehaya hablado el último, pueden aceptarel envido también aquéllos que hayandicho paso y que estén delante deljugador que primero ha envidado. A

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continuación podrán comenzar losreenvidos, esta vez de izquierda aderecha y una vez llegue el turno alprimer jugador que tome parte en lajugada, podrá iniciarse una nueva seriede reenvidos, ahora de derecha aizquierda, y así sucesivamente, es decir,cada vez en un sentido. Naturalmente losjugadores que en un principio noaceptaron un envido, no pueden tomarparte en la serie o series de reenvidos.El jugador que al llegar su turno noacepte el reenvido, se llevará todas laspiedras o tantos que hasta entonces esténen litigio, y la jugada sigue su cursoentre el resto de los participantes.

Si dos jugadores o más (no siendo

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todos los componentes), se juegan eltotal de las piedras o el ÓRDAGO a unajugada, no siendo ésta la última (juego sío punto), se enseñarán las cartas entreellos para dilucidar a quién lecorresponde quedarse con todas laspiedras o tantos, por tener peor jugada, yel que pierda continuará tomando partecon los restantes participantes, en lasjugadas que puedan quedar en este juegoparcial.

El jugador que interviene en unÓRDAGO y pierde se llevará el total depiedras del oponente u oponentes aúncuando el número de tantos o piedras ensu poder sea inferior al de suscontrarios. Ahora bien, si el que envida

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en primer lugar lo hace por el total desus piedras, los contrarios podránaceptar el envido de este número depiedras, pero no reenvidar con un mayornúmero que puedan tener en su poder.

Al finalizar el juego parcial, cadajugador meterá al platillo tantas piedrascomo le correspondan por cada jugadaque gane, cuyo valor y forma de contares igual al del Mus corriente, aexcepción del “juego sí” arribaindicado.

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ELREGLAMENTO

DE LOSVASCOS

Transcripción del reglamento de musque rige en los sucesivos campeonatosmundiales, y que fue aprobado en laJunta General de Delegadoscelebrada en San Sebastián el 4 deOctubre de 1987, según consta en elLibro de Actas de la Federación

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Internacional de Mus de ComunidadesVascas.

MODALIDAD

1) Se jugará a cuatro reyes y cuatro ases,con baraja española de 40 cartas,por lo que cada naipe tendrá el valorque representa.

2) Cada juego o chico consistirá en 40tantos (8 amarrakos de 5 tantos) ycada partida será de cuatro juegosganados.

REPARTO

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3) Para comenzar la partida, el juez demesa barajará los naipes y repartiráuna carta a cada jugador, y el quetenga la carta mayor será mano. Sihubiese empate, volverá a repartircartas a los que tengan igualdad enla carta mayor.

4) El jugador izquierda de la mano, aquien le corresponderá repartir labaraja, mezclará ésta y se la dará aljuez de mesa, quien a su vez labarajará devolviéndola al dador,quien dará a cortar a su respectivaizquierda, que obligatoriamentedeberá cortar o dejar más de unacarta.

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5) El reparto se hará por la derecha, deuna en una y siempre por arriba.

6) Ningún jugador podrá ver las cartashasta el total reparto de las mismas.

7) Si en el reparto de las barajas sedescubriera involuntariamente unade ellas, se dará mus visto,pudiendo descartarse cada jugadorde las cartas que desee o de ninguna,siempre por mano.

Si se descubre una carta después dehaber habido descarte, ya no existiráel mus visto y se continuará lajugada normal.

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8) Cualquier otra anomalía involuntariaen el reparto de las barajas, comodar de más o de menos, apareceralguna carta vuelta, etc., salvo laindicada en el artículo 7), supondráanular el reparto, volviéndose abarajar todos los naipes y arepartirlos nuevamente.

9) De haber mus se descartará pormano, dejando las cartas que deseenencima de la mesa. Luego y tambiénpor mano se irá pidiendo la cantidadde cartas que cada uno se hadescartado, que se darán esta vezjuntas a cada jugador.

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CONSULTAS

10) Una vez repartidas las cartas ydebidamente vistas por cada uno delos cuatro jugadores, el manoconsultará con su compañero paradar o no mus. Si decidieran dar mus,invitarán a sus contrarios aconsultarse diciendo “somos mus”,éstos decidirán si dan o quitan elmus.

ENVITES Y QUERITES

11) Las palabras quiero, queremos uórdago, siempre cierran juego, no

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pudiendo el compañero del que laspronuncia invalidar la jugada aunquesea mano; aunque se permite, noobstante, el “quiero por mi parte” o“yo no quiero” que permiten alcompañero, si así lo desea,reenvidar más.

12) Si se considera que doscompañeros, al unísono, expresandiferentes conceptos, valdrá laapuesta mínima, esto es, si a la vezuno dice quiero y el otro “órdago”,valdrá el “quiero”. O si uno dice“dos más” y el otro “diez más”,valdrá únicamente el “dos más”.

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NAIPES A INDICAR

13) En los envites únicamente podrándecirse al compañero las siguientesbarajas:

En la jugada de grande: máximo dedos cartas.

En la jugada de chica: máximo dedos cartas.

En los pares: Unicamente se podráindicar al compañero la clase depares que se tiene (pares, medias oduples) sin determinar de qué son.

En el juego: se podrá decir la suma

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que se tiene, tanto para querer comopara dejar.

En el punto: igual que en el juego.

TURNOS DE ENVITE

14) La grande, chica, pares y juego opunto se envidarán por separado,por mano, a su respectivo turno yuna vez terminada la jugada anterior.

JUGADAS

15) En todas las jugadas valdrá siemprela jugada mayor, y en caso deigualdad vence siempre la mano.

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16) La treinta y una real, compuesta detres siete y una figura cualquiera,gana a la treinta y una normal,aunque esta última sea de mano.

TANTEO

17) Los dejes se irán contando en elacto, a medida que se produzcan; alterminar la jugada se descubriránpor cada jugador sus cartas, y secontarán; por turno, la grande,chica, pares y juego o punto, bajo elsiguiente tanteo:

Grande: Se contarán los enviteshabidos. De haber envidos o dejes,

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no se contará ningún tanto más. Noasí si ha habido pase, apuntándoseun tanto el que tenga mayor jugada.

Chica: Igual que a la grande.

Pares: Primero los envites,apuntándose, además, un punto depares, dos de medias o tres deduples por cada uno de losjugadores de la pareja ganadora. Dehaber habido deje, contaránigualmente los tantoscorrespondientes cada uno de lapareja que retiró el deje. En el pasecontarán los dos jugadores de lapareja en el que uno de ellos tenga

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mayor jugada.

Juego: Igual que los pares,contabilizándose dos por juego otres por treinta y una (la real valeigualmente tres) por cada jugador dela pareja ganadora.

Punto: De haber habido quieros odejes, se contará un punto porpareja. De existir pase, tambiéncontará solamente un tanto el jugadorque mejor punto tenga.

SEÑAS

18) Las únicas señas permitidas son las

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consideradas legales:

Dos reyes: Mover el labio inferior.

Dos ases: Sacar la punta de lalengua.

Medias: Mover la comisura de loslabios hacia un lado.

Duples: Levantar las cejas.

Treinta y una: Guiñar un ojo.

Treinta: Guiñar un ojo. (Esta señasólo podrá hacerse después de lajugada de pares).

Ciego (no tener nada): cerrar losojos.

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EQUIVOCACIONES

19) Cantar pares, no teniendo: Si elcompañero del que cantóequivocadamente no tiene tampoco,se invalida cualquier jugada habidaa pares, apuntándose, naturalmenteel contrario, los tantos quecorresponden a su pares.

Si el compañero tiene, y loscontrarios también, cualquier jugadaa pares quedará invalidada,apuntándose los contrarios el dejede pares y los tantos que lescorrespondan.

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No cantar pares teniendo: No valdránesos pares, ni para envites ni paracómputo de tantos, considerándoseque no lleva pares.

Cantar juego, no teniendo: Si algunode los otros tres jugadores tienen,los contrarios se apuntarán el dejede punto y el tanto correspondiente.

Si el compañero tiene y loscontrarios no, no influye para nadaen la jugada

Si el compañero no tiene y loscontrarios sí, tampoco varía lajugada, anulándose cualquier envitehabido.

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Si el compañero y los contrariostienen, se invalidarán los envites oquerites habidos, apuntándose loscontrarios el deje y los tantos queles correspondan por sus jugadas.

No cantar juego, teniendo: Si ningunode los otros tres jugadores lleva, seinvalidarán las jugadas habidas apunto, anotándose los tantos que sujuego valga.

Si el compañero tiene y loscontrarios no, se anotarán los tantosque valga su juego, así como los desu compañero.

Si su compañero tiene y alguno de

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los contrarios también, su juegoquedará invalidado como si notuviera, valiendo solamente el juegode su compañero, tanto para envitesy querites como para el cómputo detantos.

Si su compañero no tiene y loscontrarios sí, estos últimos seapuntarán el deje de juego y lostantos que les correspondan.

De corregirse la equivocación antes deexistir envites: Deberá enseñar quépares o juego lleva, siendo entoncespotestativo de sus contrarios elpasar o envidar, no pudiendo ni el

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equivocado ni su compañeroenvidar, sino únicamente y si así lodesean querer el envite que hayasido hecho.

* * *

Notas

a) Es obligatorio dejar las cuatro cartasdescubiertas sobre la mesa altérmino de cada jugada.

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b) Queda prohibido levantarse de lamesa durante el transcurso de unajugada, hasta el término de ésta. Lasausencias de la mesa durante eltranscurso de una partida serán lomás leves posibles, y siempre conpermiso del juez de mesa.

c) Cualquier duda en la interpretaciónde este reglamento, así comocualquier caso no contemplado en elmismo, será decidido por el juez demesa nombrado al efecto. Si algunapareja no estuviera de acuerdo contal decisión, podrá recurrir a lacomisión que se nombrará, la cualfallará en privado, sobre la justicia

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o no de la reclamación.

d) Siendo norma en todo juego de enviteque no se puede pensar parareenvidar, si se piensa un tiempoprudencial, únicamente se podráquerer o dejar.

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LASAFICIONES

DE LOSESPAÑOLES

(1)

(1) Encuesta de Equipamiento, Prácticay Consumos culturales realizada por elGrupo Metis para el Ministerio deCultura (Enero 1991) sobre una muestrade 15.000 individuos.

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Aficionados

Hanpracticadoúltimos 12

meses

Aficionadosque practican

entretenimiento% %

Practicaruna afición

artística(pintura,dibujo,

cerámica,etc…)

11’2 6’8

Tocar uninstrumento

musical8’5 5’3

Cantar en

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un coro uorfeón

3’1 5’3

Escribirpoesía,cuentos,novelas,artículos,

etc.

6’3 4’4

Hacerfotografía 15’4 12’6

Hacer cine 1’1 0’5Hacervídeo 2’4 1’9

Cultivarflores,

jardinería, 32’7 29’2

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cuidar elcésped

Cultivar unhuerta oárbolesfrutales

13’3 10’4

Cuidaranimales

domésticos25’2 28’7

Cazar 8’3 4’6Pescar 97 6’3Hacer

montañismo 9’1 6’3

Practicarotros 21’3 17’7

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deportes

(*) Entretenimiento que más del 80% desus aficionados los practicaron en losúltimos 12 meses.

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Aficionados

Hanpracticadoúltimos 12

meses% %

Cocinarplatos

especiales,ensayarrecetas

27’5 24’1

Hacer punto,bordado,labores

28’5 21’8

Hacertrabajosmanuales 8’1 5’4

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(modelismo,papel maché,

etc.)Hacer

trabajosprácticos

(carpinteríaelectrónica,mecánica,

etc.)

10’9 8’9

Hacerestudios,

observacioneso

experimentoscientíficos 1’9 1’3

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(botánica,zoología,

astronomía,etc.)

Hacer unacolección(sellos,

monedas,minerales,

etc.)

13’1 9’8

Hacerpasatiempos,

solitarios16’2 14’4

Practicarjuegos de

salón (billar, 15’4 12’8

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futboMn, etc.)Practicarjuegos de

mesa,(mus y otros

juegos debaraja,ajedrez,

domino, etc.)

35’4 30’9

Jugar conmáquinas

electrónicas5’5 4’8

Jugar conjuegos deordenador

4’5 3’9

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Bailar endiscotecas,

salas defiesta,

verbenas

27’8 23’0

Danza, ballet,bailes

regionales4’6 1’8

Entre los considerados aquí, losentretenimientos más extendidos en elpaís son los que se relacionan con tareasdomésticas:

cultivar flores, jardinería, cuidar elcésped.

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hacer punto, bordado, labores, etc.cocinar platos especiales, ensayarrecetas.cuidar animales domésticos.

Otros ocios extendidos entre lapoblación son:

practicar juegos de mesa: es el másasiduo en los últimos 12 meses.bailar en discotecas, salas defiestas, verbenas.hacer deporte.

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DOSNOTICIAS

DE MUS

CONDUCTORES EN HUELGAJUEGAN PARTIDA MUS EN GRANVIA BILBAO

Bilbao, 26 Nov. (EFE).— Lostrabajadores de la empresa vizcaína detransporte de viajeros por carreteraEncartaciones, S.A., en huelga desde elpasado día 12, volvieron a cortar hoy la

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Gran Vía de Bilbao frente a laDiputación foral, sentándose a jugar unapartida de mus a modo de curiosaprotesta.

Si días pasados los huelguistascortaron la circulación rodada a su pasopor el mismo enclave disputando unpartido de fútbol, hoy lo han hechomediante la instalación de seis mesas,alrededor de las cuales los conductoresecharon una partida de cartas duranteuna media hora.

Fecha: 12.04.91

CINCUENTA HORAS DE MUS ENBALMASEDA PARA ENTRAR EN

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EL «GUINNESS»

Balmaseda (Vizcaya), 12 de Abril(EFE).— Las parejas formadas porPedro Mirandona y Jacinto Bengoetxea,de Kortezubi, y por José Luis Haro ySantiago Romaña, iniciaron hoy enBalmaseda una prueba de resistenciajugando al mus, que durará cincuentahoras e intentará figurar como record enel Libro Guinness.

Según José Antonio Basteguieta,Marko, alcalde de Kortezubi y promotorde varias iniciativas que ya figuran en elGuinness, que junto a Rafael Laia deBalmaseda, organiza este evento, “nohay una marca anterior de resistencia

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jugando al mus y con esto se pretende,además de conseguir una marcauniversal, que el mus se conozca en elmundo”.

El tiempo de juego real se haestablecido en cincuenta horas, desde elmediodía de hoy hasta las doce deldomingo 14 de abril, en las que losjugadores dispondrán de seis o sietehoras de descanso.

Mirandona y Bengoetxea, campeonesde mus el año pasado en Kortezubi,consideran que lo fundamental para esteintento de record es tener buenentendimiento en la pareja y suerte.EFE

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MANUEL LEGUINECHE.(1941-2014) Uno de los másprestigiosos y reconocidoscorresponsales de guerra que ha dado elperiodismo español, Manu Leguinechenació y creció en el pueblo vizcaíno deArrauzúa. Comenzó a ejercer laprofesión periodística en el semanario

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Gran Vía de Bilbao. Con tan solo 20años se desplazó a Argelia para cubrirla independencia del país africano. Elrigor de sus crónicas le llevó, en losaños siguientes, a relatar conflictosinternacionales como el de India yPakistán en 1965, la guerra de Vietnam,el conflicto civil en Nicaragüa, la guerradel Líbano y la guerra de Afganistán delos años 80. También ha ejercido unaimportante labor como escritor y entresus obras destacan La Tribu (1980) o Yopondré la guerra (1992). Ha recibidocuantiosos galardones como el PremioNacional de Periodismo en 1980 o elOrtega y Gasset en 1991. Fueobsequiado con la Medalla de la Orden

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del Mérito Constitucional en 2007.

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Notas

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[*] Emilio Morollón falleció pocos díasantes de la publicación de este libro. <<

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[*] Tratado de mus. Unión Editorial,Madrid. <<

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[*] Cómo darselas de experto en el mus.Editorial Mondadori, Madrid. <<

Page 912: La Ley Del Mus - Manuel Leguineche

[*] El libro del mus, Ediciones Torre-Manrique. <<