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7/23/2019 La Llanura 79 http://slidepdf.com/reader/full/la-llanura-79 1/12 Parecía que, por n, algo había cambiado. Parecía que Arévalo renacía, en- traba en la modernidad. Parecía que los arevalenses, casi por unanimidad, estábamos de acuerdo en algo que a todos nos benecia y a nadie perju- dica. Era un sueño. El proyecto del parque uvial de Arévalo de Francisco Durán Vian (Fran), había tenido una gran acepta- ción. Incluso antes de estar acabado, la gente bajaba a pasear por las riberas del Arevalillo y del Adaja. Mucha gen- te que nunca antes había paseado por el lugar, ahora lo hacía con gran satisfac- ción y admiración. Todos coincidían en lo hermoso que era el paseo y lo gra- ticante que resultaba conocer Arévalo desde ese punto de vista, desde el fondo del valle, una alternativa más al turismo y al sano esparcimiento de los areval- enses. Mucha gente descubrió que los  puentes mudéjares vistos desde el río ganaban en espectacularidad, los hacía aún más grandes y valiosos desde este  punto de vista tan desconocido para una gran mayoría. Que la naturaleza estaba  presente a la puerta de su casa. El proyecto ya era un éxito antes de su terminación porque lograba el efec- to deseado: acercar el río y sus riberas al pueblo, hacerlo accesible para todos, que pudiera ser recorrido por cualquier visitante como una alternativa turística más. Ahora empezaba la segunda fase del mismo, la de embellecer las cuestas me- diante la plantación de árboles y arbus- tos de diversas especies. Pero pronto comienzan a surgir pro-  blemas indeseables. Empezaron a aparecer todo tipo de desechos y basuras en uno de los acce- sos al parque uvial próximo al puente de Valladolid. Mediante una iniciativa AÑO VII TERCERA ÉPOCA — NÚMERO 79 ARÉVALO —DICIEMBRE DE 2015 http://lallanura.es Escoria  popular, la mañana del dos de noviem-  bre se realizó una limpieza de tan bello rincón de la ribera del Adaja. Gracias al trabajo de los voluntarios, la zona que- dó limpia y volvió a recuperar la her- mosura que había sido empañada por los desperdicios e inmundicias. Todos los que participaron se sentían orgu- llosos, con esa sensación agradable de haber hecho algo positivo por el pueblo,  por la naturaleza, por la colectividad. Pero esa sensación de alegría pronto se tornó en rabia e impotencia. Lo que con gran esfuerzo se había limpiado, una vez más, alguien se había encar- gado de ensuciarlo. Nadie comprendía cómo, habiendo contenedores de todo tipo repartidos por los alrededores, al- guien en su sano juicio pudiera ensuciar un espacio público, a no ser que lo hi- ciera, claro está, con la única intención de hacer daño a la colectividad, al pue-  blo en su conjunto. Incomprensible para una persona medianamente educada. Mientras esto ocurría, el proyecto de  parque uvial seguía su curso. Excepto  por alguna incidencia, como el robo de varios tocones que se habían coloca- do cerca de la senda como asientos, el  paseo uvial en la ribera del Arevalillo avanzaba, más o menos, según lo pre- visto. Ahora llegaba una de las fases más delicadas del proyecto, la plantación de varias especies de árboles y arbustos, formando algunos bosquetes en las la- deras y consiguiendo una línea arbolada continua en la ribera. Se había empezado a plantar la ba-  jada del puente de los lobos con cipre- ses formadores de setos, concretamente el ciprés de Leyland (Cupressocyparis leylandii). Daba gusto ver la hilera de estas plantas a lo largo del primer tramo de bajada y rodeando la caseta del gas natural. En pocos años formarían un tu-  pido tapiz vegetal que taparía por com-  pleto esta construcción de hormigón y la vista de los pilares del puente. Pero en dos noches casi consecutivas, las del 28 y del 30 de noviembre alguien robó la totalidad de estas plantas. Ya no habría seto, ni pantalla, nada. Solo que- daban los agujeros vacíos donde antes hubo pequeños cipreses.  No exageramos si decimos que este  proyecto estaba generando ilusión entre todos los arevalenses. Cosa difícil esta de aunar ilusiones pero el parque uvial de Arévalo lo estaba consiguiendo.  No vamos a caer en el insulto, no  podemos ponernos a la altura de quien roba al bien común, a la colectividad, a todos nosotros. Solo podemos asegurar que la peor alimaña para el hombre es el propio hombre... y en Arévalo parece que de forma especial. Da rabia com-  probar cómo hay personas capaces de aprovecharse del trabajo y de la ilusión de los demás para su propio benecio. Roban al proyecto de Fran pero, en rea- lidad, nos roban a todos. Porque estos trabajos de la ribera del Arevalillo nos  benecian a todos. Da asco descubrir cómo es la naturaleza humana. La ilusión puesta en el proyecto de Fran es la ilusión de todo el pueblo y su desilusión a todos nos desilusiona, menos, claro está, a quien ha robado las plantas y ensucia una y otra vez el entorno del puente de Valladolid. Solo esperamos que el Ayuntamiento tenga en cuenta estos robos y estos depósitos de inmundicias realizados de forma rei- terada. Aunque a estas alturas del par- tido dé pena decirlo, solo aumentando la vigilancia, ejerciendo la denuncia y endureciendo el castigo, se pueden evi- tar este tipo de sucesos indeseables. Por otra parte, la educación también es la clave porque los niños y niñas de hoy serán los hombres y mujeres de maña- na. Parecía que, por n, algo había cambiado. Pero solo era un sueño. Está claro que hay gente que quiere seguir haciendo daño a la colectividad. Eso sí, una vez hecho el daño exigirán los de- rechos que como miembros de la colec- tividad a la que agreden les pertenecen.

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Parecía que, por n, algo había

cambiado.Parecía que Arévalo renacía, en-

traba en la modernidad. Parecía quelos arevalenses, casi por unanimidad,estábamos de acuerdo en algo que atodos nos benecia y a nadie perju-dica.

Era un sueño.El proyecto del parque uvial de

Arévalo de Francisco Durán Vian(Fran), había tenido una gran acepta-ción. Incluso antes de estar acabado,la gente bajaba a pasear por las riberasdel Arevalillo y del Adaja. Mucha gen-te que nunca antes había paseado por ellugar, ahora lo hacía con gran satisfac-ción y admiración. Todos coincidían enlo hermoso que era el paseo y lo gra-ticante que resultaba conocer Arévalodesde ese punto de vista, desde el fondodel valle, una alternativa más al turismoy al sano esparcimiento de los areval-enses. Mucha gente descubrió que los puentes mudéjares vistos desde el ríoganaban en espectacularidad, los hacíaaún más grandes y valiosos desde este punto de vista tan desconocido para una

gran mayoría. Que la naturaleza estaba presente a la puerta de su casa.El proyecto ya era un éxito antes de

su terminación porque lograba el efec-to deseado: acercar el río y sus riberasal pueblo, hacerlo accesible para todos,que pudiera ser recorrido por cualquiervisitante como una alternativa turísticamás.

Ahora empezaba la segunda fase delmismo, la de embellecer las cuestas me-diante la plantación de árboles y arbus-tos de diversas especies.

Pero pronto comienzan a surgir pro-

 blemas indeseables.Empezaron a aparecer todo tipo de

desechos y basuras en uno de los acce-sos al parque uvial próximo al puentede Valladolid. Mediante una iniciativa

AÑO VII

TERCERA ÉPOCA — NÚMERO 79

ARÉVALO —DICIEMBRE DE 2015

http://lallanura.es

Escoria  popular, la mañana del dos de noviem- bre se realizó una limpieza de tan bellorincón de la ribera del Adaja. Gracias altrabajo de los voluntarios, la zona que-

dó limpia y volvió a recuperar la her-mosura que había sido empañada porlos desperdicios e inmundicias. Todoslos que participaron se sentían orgu-llosos, con esa sensación agradable dehaber hecho algo positivo por el pueblo, por la naturaleza, por la colectividad.

Pero esa sensación de alegría prontose tornó en rabia e impotencia. Lo quecon gran esfuerzo se había limpiado,una vez más, alguien se había encar-gado de ensuciarlo. Nadie comprendíacómo, habiendo contenedores de todotipo repartidos por los alrededores, al-guien en su sano juicio pudiera ensuciarun espacio público, a no ser que lo hi-ciera, claro está, con la única intenciónde hacer daño a la colectividad, al pue- blo en su conjunto. Incomprensible parauna persona medianamente educada.

Mientras esto ocurría, el proyecto de parque uvial seguía su curso. Excepto por alguna incidencia, como el robo devarios tocones que se habían coloca-do cerca de la senda como asientos, el paseo uvial en la ribera del Arevalilloavanzaba, más o menos, según lo pre-

visto.Ahora llegaba una de las fases másdelicadas del proyecto, la plantación devarias especies de árboles y arbustos,formando algunos bosquetes en las la-deras y consiguiendo una línea arboladacontinua en la ribera.

Se había empezado a plantar la ba- jada del puente de los lobos con cipre-ses formadores de setos, concretamenteel ciprés de Leyland (Cupressocyparisleylandii). Daba gusto ver la hilera deestas plantas a lo largo del primer tramode bajada y rodeando la caseta del gas

natural. En pocos años formarían un tu- pido tapiz vegetal que taparía por com- pleto esta construcción de hormigón yla vista de los pilares del puente. Peroen dos noches casi consecutivas, las

del 28 y del 30 de noviembre alguienrobó la totalidad de estas plantas. Ya nohabría seto, ni pantalla, nada. Solo que-daban los agujeros vacíos donde antes

hubo pequeños cipreses. No exageramos si decimos que este

 proyecto estaba generando ilusión entretodos los arevalenses. Cosa difícil estade aunar ilusiones pero el parque uvialde Arévalo lo estaba consiguiendo.

 No vamos a caer en el insulto, no podemos ponernos a la altura de quienroba al bien común, a la colectividad, atodos nosotros. Solo podemos asegurarque la peor alimaña para el hombre esel propio hombre... y en Arévalo pareceque de forma especial. Da rabia com- probar cómo hay personas capaces deaprovecharse del trabajo y de la ilusiónde los demás para su propio benecio.Roban al proyecto de Fran pero, en rea-lidad, nos roban a todos. Porque estostrabajos de la ribera del Arevalillo nos benecian a todos. Da asco descubrircómo es la naturaleza humana.

La ilusión puesta en el proyecto deFran es la ilusión de todo el pueblo ysu desilusión a todos nos desilusiona,menos, claro está, a quien ha robadolas plantas y ensucia una y otra vez elentorno del puente de Valladolid. Solo

esperamos que el Ayuntamiento tengaen cuenta estos robos y estos depósitosde inmundicias realizados de forma rei-terada. Aunque a estas alturas del par-tido dé pena decirlo, solo aumentandola vigilancia, ejerciendo la denuncia yendureciendo el castigo, se pueden evi-tar este tipo de sucesos indeseables. Porotra parte, la educación también es laclave porque los niños y niñas de hoyserán los hombres y mujeres de maña-na.

Parecía que, por n, algo habíacambiado. Pero solo era un sueño. Está

claro que hay gente que quiere seguirhaciendo daño a la colectividad. Eso sí,una vez hecho el daño exigirán los de-rechos que como miembros de la colec-tividad a la que agreden les pertenecen.

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Actualidad

LA LLANURA de Arévalo.Publicación editada por:

“La Alhóndiga de Arévalo”,Asociación de Cultura y Patrimonio.

Avda. Emilio Romero, 14-B - 05200 Aré[email protected]

   Número 79 - diciembre de 2015  Depósito legal: AV-85-09

Consejo de redacción: Fernando Gómez Muriel  Javier S. Sánchez José Fabio López Sanz Juan A. Herranz López Juan C. López Pascual  Juan C. Vegas Sánchez Luis José Martín García-SanchoSegundo Bragado Jiménez

En este número:  Julio Collado, Miguel deCervantes, Fernando Retamosa Marl, Ade-la Martín López (*), Marisa Calvo Martín, Eugenio Conde Sánchez, María Patrocinio, Miguel Ángel Muñoz y Mariano Gil Marinas.

Fotografías: Juan Carlos López, Justo Muño- yerro, Luis José Martín García-Sancho, Julio Pascual Muñoz, Salvador Carrasco Álvarez y

archivo de “La Alhóndiga”.

Diseño y maquetación: “La Alhóndiga”, Asociación de Cultura y Patrimonio.

Imprime: Imprenta Cid.

Caudal ecológico para el Arevali-llo. Sigue a buen ritmo la campaña derecogida de rmas para dotar al río Are-valillo de un caudal ecológico regulado

desde la balsa de regadío de Nava deArévalo.Los puntos en que se puede rmar esta

 petición dirigida al presidente de la Con-federación Hidrográca del Duero son:- Cristalería Martín Alonso (en calleHuerta del Marqués)- Pescadería La Luz (en calle Teso Nue-vo)- Fénix Servicios Empresariales (enavda. de Emilio Romero)- Pastelería Álvarez (en calle Zapateros)- Domingo Confecciones (en plaza delArrabal)- Biblioteca Municipal (en calle de la Al-hóndiga).Para todos aquellos que hayan rmadoesta petición en la plataforma digitalchange.org, recordarles que pueden r-mar igualmente la petición en los pun-tos referidos anteriormente pues llevancómputos distintos.

Paseo por el entorno de las La-gunas de El Oso.  El pasado día15/11/2015 se realizó una visita a lasLagunas de El Oso. Empezamos el reco-rrido en la iglesia del municipio para verel verraco de granito que está expuestodelante de la entrada al templo. Después

nos dirigimos al observatorio de arri- ba donde pudimos ver varias especiesde aves acuáticas: ánade azulón, patocuchara, ánade silbón, cerceta común,ánsar común, grulla, avefría, cigüeña

 blanca… Después nos dirigimos dandoun paseo por caminos hacia el pueblode San Pascual donde pudimos ver a lasgrullas alimentarse. Algunas de estas

 bandadas superaban los dos centenaresde individuos y era especialmente atrac-tiva la formación en “uve” que adquiríanen vuelo y los reclamos atrompetados yalegres que proferían las aves durante

sus desplazamientos. También observa-mos a varios milanos reales escudriñan-do los cultivos. Finalmente regresamos aEl Oso por el camino que une estas doslocalidades, no sin antes parar en el ob-

servatorio de abajo para ver las mismasaves acuáticas desde otro punto de vista.El tiempo acompañó y la temperaturafue ideal para el paseo.

Visita cultural y micológica a LaZarza. El pasado 22/11/2015 se realizóuna visita al vecino municipio valliso-letano de La Zarza. Allí nos estaba es-

 perando un antrión de lujo: José MaríaLara Sanz, vecino de la Zarza, que nosenseñó el museo etnográco de SantaEufemia, una antigua casona reconverti-da en museo donde el tiempo parece ha-

 berse detenido, donde los aperos propiosde los diferentes trabajos agrícolas reali-zados por tiro animal de bueyes, muloso burros, se mezclan con los utensiliosy enseres propios del quehacer diario dela casa o de los trabajos del pinar y, tam-

 bién, una escuela completa con sus pupi-tres de madera y los mapas de la época.Después nos dirigimos al pinar donde,

 bajo una ligera e intermitente llovizna

 propia de estas fechas, fuimos buscandoalgunos nícalos y aprendiendo a distin-guir varias especies de setas que se danen estos pinares del corredor del Adaja.Ya, para rematar, en el bar del pueblodegustamos queso y chorizo regado conun buen vino de la zona. Y para termi-nar, toda la comitiva nos hicimos unafoto junto al monumento al nícalo, tresesculturas en granito que reproducen yhomenajean a este hongo que ha servi-do de sustento económico en el pasado amuchas familias de la zona.

Las basuras vuelven al puente delCementerio. A pesar de que, como yainformamos en nuestro número anterior,

un grupo de arevalenses habían acudi-do, a principios de noviembre, a limpiarlas basuras y desechos que se acumu-laban en el entorno del antiguo puentedel Cementerio de Arévalo, alguien se

ha encargado nuevamente de llenar dedesperdicios la zona. Pantallas de TV,ordenadores rotos, cristales machacados,ropa vieja e incluso estiercol procedentede los montones que en las cercanías seamontonan, han vuelto de ser arrojadosen la misma entrada del viejo puente.

Creemos que ya va siendo hora de quelos responsables municipales tomen car-tas en el asunto y resuelvan, de una vez

 por todas, este continuo despropósito.

Justo Muñoyerro expone en laCasa del Concejo. Desde el pasado 5de diciembre el pintor arevalense JustoMuñoyerro Rueda vuelve a exponer suobra en la Casa del Concejo de Arévalo.La muestra que puede visitarse los sába-dos, domingos y festivos, entre las 12:00y las 14:00 y las 17:00 a 20:00 horas, es-tará abierta hasta el próximo 6 de enero.

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Tertulia literaria del mes de Di-ciembre. La habitual tertulia mensualque organiza nuestra Asociación cultu-ral, tuvo lugar el pasado 4 de diciembre,viernes, en la Posada Real “Los CincoLinajes”. En ella los asistentes pudie-ron seguir analizando la incomparable

 belleza contenida en la obra de nuestromorañego San Juan de la Cruz. “La no-che oscura del alma” fue el argumentoconductor sobre el que discurrió la citadatertulia literaria de diciembre.

De paseo por La Isla. El pasado 29de noviembre se realizó un paseo desdela plaza del Arrabal de Arévalo hasta el

 paraje conocido como “La Isla”. Real-mente el espacio es una una isla uvialal estar separada del resto del pueblo,

 por un lado por el caz del molino de DonÁlvaro de Luna y por otro por el propiorío Adaja. Se trata de un lugar integradoen cierta forma en el casco urbano pero,también, integrado en la naturaleza pro-

 pia de la ribera. Pudimos ver alguno delos habitantes del río, como la lavande-ra cascadeña, un ave típica en los arro-

yos de montaña con pequeñas cascadas,como su propio nombre indica, pero queen invierno es habitual por estos lares dellanura y desde hace unos años tambiénes una especie reproductora. El molinoactual, al parecer, se construyó sobre losrestos de otro molino coetáneo o, inclusoanterior a Don Álvaro de Luna, impor-tante personaje que, entre otros cargos,fue valido durante el reinado de Juan II,el padre de Isabel I.

Todos los visitantes coincidieron en queel lugar podría ser utilizado para activi-

dades de turismo rural respetuosas conel medio ambiente, un entorno ideal paracombinar ocio y naturaleza en el centrode Arévalo.

Gala anual de “Ayúdanos a ayu-dar”. Se celebró el pasado viernes, 11de diciembre, la tradicional Gala Anualde la ONG “Ayúdanos a ayudar”. Comoviene siendo tradicional en los últimosaños, un notable grupo de participantes

 pusieron actividad y colorido en esta

gala que sirve, de forma fundamental, para recaudar fondos destinados a esoscolectivos que se encuentran en una si-tuación más desfavorecida.

Presentación de la novela “Coval-verde”.  “Si se vive en Covalverde, seve siempre encima el Risco, elevándose sobre los pinos, los olivares y las viñas,como alas de piedra desplegadas que se fueran a lanzar sobre el valle, protec-toras y amenazantes a un tiempo”. Asícomienza la novela “Covalverde” deSantos Jiménez Sánchez. Una bella no-vela que cuenta, mediante una exquisita

 prosa, algunos de los tristísimos hechosque ocurrieron en Cuevas del Valle entrelos años 1936 a 1939. Tuvimos el placerde presentar esa novela el pasado vier-nes, 13 de noviembre de 2015, en la Sala“Adaja” de la Posada Real “Los CincoLinajes” de Arévalo.

“Población, despoblación”. La Aso-ciación cultural “Amigos de Mesegar deCorneja” nos propone en el espacio cul-tural de Barco de Ávila la muestra “Po-

 blación/Despoblación”, una exposiciónenmarcada dentro de un ambicioso pro-yecto que pretende abrir un amplio es-

 pacio de reexión sobre la despoblación

en los pueblos de la provincia de Ávila.Se inauguró el pasado 1 de diciembre y permanecerá abierta hasta el 14 del mis-mo mes.

Ruegos y preguntas:¿Se conseguirá por n que, en el año2016, la página Web de nuestro Ayun-tamiento sea una página fácil, fun-cional, operativa, estructurada, real-mente informativa, rápida, conectadacon el ciudadano o, por contra, se-

 guirá siendo ese batiburrillo inacce-sible, incomprensible, lento, plagado

de errores, y que además, en muchasocasiones conduce a enlaces y pági-nas inexistentes, ya desaparecidas ocompletamente anacrónicas?

¿Te gusta el Teatro? El Grupo de Tea-tro “El Círculo” está buscando personasque quieran participar en la actividadteatral que desarrollan. Si estás interesa-do en hacer teatro o ayudarles en aspec-tos de montaje, vestuario, sonido, etc.

 ponte en contacto con cualquiera de sus

componentes y participa de su propuestacultural.

“Momentos” de José Alcalde Her-náez. Se presentó en la Casa del Conce-

 jo de Arévalo, el pasado jueves 19 de no-viembre, el libro de poesía “Momentos”

del autor morañego, ancado en Madrid,José Alcalde Hernáez.

Cuaderno de Cultura y Patrimo-nio número XXXI. En noviembre seha publicado el Cuaderno de Cultura yPatrimonio número XXXI. En esta oca-sión, desde nuestra Asociación culturalhemos querido rememorar algunas de lasexcursiones y paseos culturales realiza-dos en estos últimos meses, vistos desdeel particular objetivo de Julio PascualMuñoz, miembro, por derecho propio,de ese grupo de notables fotógrafos que

tenemos en Arévalo. Puede descargarseen el siguiente enlace: http://lallanura.es/CUADERNOS/CDN31.pdf .

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administradores ruines y descuidados,gobernantes torpones y tozudos, pana-deros egoístas y la funesta francesadaacabaron con los graneros quedando eledicio en el más lamentable estadode abandono.

Entre 1831 y 1833, los restos del yaabandonado lugar sirvieron de acomo-

do a una parte del Regimiento y Aca-demia de Ingenieros.

En el año 1896, don Emilio Vetieradquirió la parte central del edicio yestableció en ella la primera fábrica dealumbrado eléctrico de Arévalo.

Hacia 1953 el “aislado cuadrilon-go” en que se ubicaron Las Panerasdel Rey contenían un molino harinero,unas casas labradoras y particulares,una modesta cantina y las cuadras delos muleteros de Santibañez.

Pasan los años y la expansión urba-nística va carcomiendo lentamente losrestos del antiguo edicio hasta llegara la actualidad.

A día de hoy no queda mucho de loque fueron “Las Paneras del Rey”. Síse ha conservado, en parte, la fachadaoeste y algo de la que mira hacia el sur.Además del aparejo de sillares y loszócalos bajos, en estos tramos mejorconservados, permanecen algunas delas ventanas que bien pudieron ser lasoriginales y cuyos alfeízares son pie-zas prismáticas de granito.

En las esquinas noroeste y sureste

se pueden observar, embutidos en lasnuevas construcciones, los robustosaparejos de sillería, también de grani-to. De igual forma se han conservadoen ellas los guardacantones, potentescilindros del mismo material.

En la fachada oeste permanece la portada, toda ella formada de sillería

de granito. Sobre el bajo arco escar-zano una inscripción epigráca: “Cos-teóse esta obra por el Real Pósito de laCorte y Villa de Madrid. Año de 1757 ”.Coronando la portada, el escudo delRey en el centro y, a ambos lados, elde la Villa y Corte de Madrid.

En el ángulo noreste, en plena ave-nida de Emilio Romero, nos ha queda-do un pequeño resto exento: parte delaparejo de sillería, algo del muro deladrillo y el guardacantón.

 No deja de resultarnos chocante es-cuchar a veces a algún transeunte pre-guntarse: “¿para qué habrán dejadoaquí este testamento?”.

Pues bien, aquí tenéis la explica-ción. Es un elemento singularísimo denuestra Historia y no estaría de más, yaquí proponemos que se haga, una pla-ca informativa de qué es ese resto y dequé formaba parte; de su historia y dela importancia que tuvo en la nuestra.De esta forma, conociendo lo que esos

vestigios fueron, tal vez, podamos lle-gar a apreciarlos.

 Juan C. López 

La imagen que acompaña a estetexto es un fragmento de una fotogra-fía, perteneciente a “La Memoria Fo-tográca de Arévalo” y de la colección

de la Familia García Vara. Muestra elestado en que se encontraba, probable-mente hacia 1920 o 1930, el edicioque Marolo Perotas, como buen cro-nista que fue, nos describe de esta for-ma: “... entre el Teso Nuevo y el Par-que de Gómez Pamo, nos encontramoscon los venerables restos de un aisla-do cuadrilongo construido el año 1757 por el Real Pósito de la Villa y Cortede Madrid, el cual, fue destinado a paneras por orden del pacíco señor D. Fernando VI, lo que dió lugar a los

arevalenses, para que rotularan aquel solicitario recinto con el nombre de Las Paneras del Rey.

 El edicio era de planta baja conuna veintena de ventanas en el zócalo para facilitar el cargue y descargue,un gran patio al medio que daba en-trada a las viviendas de los empleados

 y una portada de medio punto rebaja-da y grandes dovelas, adornada conlos escudos del Rey y de Madrid que,curiosos y combinados y sin haber su-

 frido el menor deterioro se conservantodavía frente a los ciclópeos murosdel exconvento de la Trinidad ”.

Más tarde, y en atención a la impor-tancia que nuestra tierra tuvo en lo quea producción cerealista se reere, Car-los III prestó especial atención a estas paneras aumentando de forma notorialos trojes que sirvieron para evitar enla Corte la carestía del pan, favorecer yregular las épocas de siembra y evitarlas temibles hambrunas.

Durante muchos lustros, nos siguediciendo la crónica, la institución de«recio espíritu castellano y piadosaesencia» mantuvo su función, pero

Las Paneras del Rey

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En otros artículos ya he escrito so- bre la riqueza forestal del corredor delAdaja, los valores naturales, ecológicose hidrogeológicos de tan importante es-

 pacio. Pero hoy quiero contar su valorcultural.

Hace poco ha caído en mis manosuna joya, el libro “Los trabajos y losdías de Silvestre Molona y EufemiaPalacín” del zarceño José María LaraSanz. En él relata pormenorizadamen-te la vida y las costumbres en el vecinomunicipio vallisoletano de La Zarza a lolargo del pasado siglo.

Hoy quiero basarme en una pequeña parte de este libro para relatar la rique-za cultural del pinar, todo lo que este

 bosque ha representado para el hombre,todo lo que nos ha dado a lo largo deltiempo en unos años no tan lejanos.

En cuanto a las tareas culturales del pinar en aquellos años, ante la ausenciade viveros, se empezaba con la siembrade piñones. En poco tiempo se formabauna apretada pimpollada.

A los diez años se hacía una primeraentresaca, aunque aún se dejaban más pinos de los estrictamente necesarios para el normal desarrollo del árbol porsi acaso había bajas en esta frágil edad

de pimpollo.Cinco años más tarde, es decir, a los15 años de la siembra se realizaba unasegunda entresaca y una primera oliva-ción consistente en podar las ramas más bajas de los pinos para ir dándolos laforma deseada para su explotación. Es-tos pinos de quince años reciben el nom- bre de quinzales y eran utilizados comoviguetas para el armazón de los tejados.Estos trabajos eran siempre realizadosen invierno para evitar el sangrado del pino y, por tanto, su debilitamiento.

Cada cinco años se repetían las oli-vaciones hasta dar a la copa del pino suforma denitiva: de cono truncado enlos negrales o resineros y redondeadaen los albares o piñoneros. En los pinosresineros se solía empezar el sangrado alos 50 años, cuando alcanzan los 20 cmde diámetro; en cambio, los piñonerosson productivos desde la fase de pimpo-llo, con unos ocho o diez años.

José María Lara nos habla de la or-ganización humana en el pinar. Empe-zaba por los propietarios que podían serayuntamientos o particulares. Luego es-

taban los trabajadores del pinar, llama-dos pinariegos y que estaban especiali-zados, podían ser resineros o piñeros. Ytambién los encargados de velar por el pinar: los guardas forestales y los inge-

nieros de montes que en el pasado siglovivían en el propio pinar. A todos estostrabajadores habría que añadir los obre-ros eventuales.

El resinero contrataba sus trabajoscon el administrador de la industria re-sinera, que le pagaba por los quilos demiera (resina) entregados al nal de lacampaña. Solía ser trabajador autóno-mo, cuyas habilidades pasaban de pa-dres a hijos, y explotaba una mata deentre 3500 y 4500 pinos.

Al pino se le explotaba durante 20años. Se le iban abriendo caras, hastacuatro, para provocar el sangrado queera recogido en los potes. Y en cadacara se hacían hasta 5 catas empezan-

do siempre por la parte más baja deltronco. Para estos trabajos de resinadose utilizaban diferentes herramientas yutensilios, tanto para provocar el san-grado como para recoger la miera. Ha-cha, azuela, media luna, escoda, grapas para conducir la resina al pote, puntas para sujetarlo, burra para los cortes másaltos y árganas, cántaras o toneles pararecoger la miera.

La sociedad albar era algo más com- pleja, los piñeros se quedaban con laexplotación de las piñas de los pinos

albares mediante subasta, y el dineronecesario para ello solía ser adelantado por un intermediario, entre estos traba- jadores y la industria piñonera. Por loque a veces se pillaban los dedos y los benecios no eran los esperados. Susutensilios principales eran el burro, queera el tronco de un pino joven acabadoen horca, al que se le habían dado varioscortes a modo de escalera, y un varal por el que subían a los pinos y con elque tiraban las piñas más altas. La uni-dad de medida era la quina, cinco piñas,y una carga estaba formada por 51 qui-nas, es decir 255 piñas que era el pesoque podía transportar un animal de tiro,generalmente, burro o mula.

Una vez sacados los piñones conlos restos de las piñas y trozos de leña,el piñero convertido a carbonero hacíacarbón de piña, muy demandado en lasciudades como combustible para las ca-lefacciones o braseros.

Cada cierto tiempo se producían ta-las en el pinar, aproximadamente cada70 u 80 años. La corta solía ser contra-tada por un maderista. Para talar el pino

se utilizaba el hacha de doble cara y eraderribado por los golpes alternativos dedos leñadores situados en caras opuestasdel pino. Una vez derribado el pino se ledespojaba de la copa, se le desroñaba, y

Cultura Pinariega se le cortaba en trozas con el tronzador,una rudimentaria sierra con dos mangosutilizada por dos hombres.

De la copa se sacaba la leña, yafueran cándalos o ramera, para glorias,hornos o fabricación de carbón vegetal.Del pino se aprovechaba todo, resina,

 piñón, cáscara, piñotes, tamuja, seroja,roña, quinzal, trozas, cándalo, ramera...ya fuera para combustible, para obtenercompuestos químicos o como materialde construcción.

En otras ocasiones he escrito sobreel valor natural, ecológico o hidrogeo-lógico del corredor del Adaja y sobrelo frágil que es este espacio vivo quecarece de protección. Con este artículo basado en el trabajo documental de JoséMaría Lara, pretendo reejar la cuali-dad humana de este espacio forestal, su

valor histórico, patrimonial, cultural. Yahe dicho de forma reiterada que es unalástima que en una comarca tan defores-tada como la nuestra se tenga tan pocoapego al árbol en general y al pinar en particular. A veces me duele escucharcomentarios tales como que el pinar noes un bosque, que cuatro pinos viejos notienen ningún valor, que lo mejor quese puede hacer con los pinares es talar-los y reconvertirlos en urbanizaciones,campos de golf, graveras, complejos tu-rísticos... Lo cierto es que a lo largo de

mi vida he oído muchas tonterías. Meresulta contradictorio e incomprensibleque todo pretendido progreso venga aarmar que para construir futuro hayaque destruir nuestro patrimonio, nuestrahistoria, nuestra cultura.

Pronto olvidamos.Hasta hace muy poco, los munici-

 pios que poseían pinar eran, en ciertaforma, privilegiados sobre otros que nolo poseían, pues con el pinar cubríantodos sus gastos. En nuestra comarca,Arévalo, Tiñosillos, Nava de Arévalo,San Vicente de Arévalo, El Bohodón oVillanueva de Gómez, entre otros, cu- brían todo su presupuesto con los be-necios que obtenían de la explotacióncultural y racional del pinar, concreta-mente Arévalo hasta la década de los80. Además proporcionaban empleo y protegían sus bosques como un tesoro.

Pero el hombre es de memoria frá-gil y convierte en enemigo o estorbo aquien antes le dio la vida o, al menos,le ayudó a sobrevivir en tiempos muydifíciles.

Pronto olvidamos.

Mientras tanto el corredor del Adajasigue amenazado y desprotegido.

 En Arévalo, a 5 de diciembre de 2015 Luis José Martín García-Sancho.

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Y, asiéndole del brazo, le tornó aatar a la encina, donde le dio tantosazotes que le dejó por muerto.

-Llamad, señor Andrés, ahora- de-

cía el labrador- al deshacedor de agra-vios: veréis cómo no desface aquéste;aunque creo que no está acabado dehacer, porque me viene gana de deso-llaros vivo, como vos temíades.

Pero al n le desató y le dio licen-cia que fuese a buscar su juez para queejecutase la pronunciada sentencia.Andrés se partió algo mohíno, jurandode ir a buscar al valeroso Don Quijo-te de la Mancha y contalle punto por punto lo que había pasado, y que se lo

había de pagar con las setenas. Pero,con todo esto, él se partió llorando ysu amo se quedó riendo.

Iba el mozo caminando sin saberadónde dirigir sus pasos, de modo queunas veces creía más conveniente lle-garse hasta la casa paterna de la que,ahora lo sabía, no debió salir de no ser por la natural rebeldía adolescente, yotras veces, se le venía a las mientesla gura de Don Quijote de quien leatrajo sobre manera su creencia en la

fuerza de la palabra dada.En este busilis estaba el mozo, sin

querer tomar un camino u otro, comodicen que pasó a la burra de Balaam,cuando se dio cuenta que no tenía nin-guna gana de volver a casa y enfren-tarse a las recriminaciones del padre – ya te lo decía yo, piensas que por ahíatan a los perros con longaniza y otrasde parecido jaez- y decidió imitar alCaballero de la Barba de Chivo, quesegún había oído por su tierra iba porla vida a la buena aventura sin enco-mendarse a nadie sino a una tal Dul-cinea del Toboso de cuya existencianadie sabía sin sólo él.

Así pues optó, sin más miramien-tos que el recuerdo de su hermano pe-queño Juanín, el de su hermana Sara aquien dejó en la edad del pavo y la carade ángel de su madre, tomar el cami-no menos trillado de los que le salíanal paso. Porque tampoco quería, puesera de natural bueno, ir al encuentrodel Caballero de la Luenga Palabra y

sacarle del error de su método de des-hacer tuertos, porque, según pensaba,con un descreído de la vida era su-ciente. De esta manera, sin Dulcinea

a quien encomendarse, pues la heridade amor no le había aún alcanzado,tan lleno estaba de los azotes de suamo y de los que se le escaparon a su

 padre que no hacía buen vino, acele-ró el paso cuanto pudo antes de que lanoche se le echara encima sin haberdivisado alguna venta o cabaña de ca- brero.

Reconfortado ya por haber tomadouna decisión, que nada cansa comoel alma y el cuerpo como no saber aqué rama agarrarse, Andrés, el pastor,se vio aligerado como Aquiles, y lasabarcas que antes parecían de plomo,ahora, por arte de birlibirloque eranleves como plumas de milano y pocotardó en llegar a una venta. Por la re-cua de mulas que allí vio atadas, le pa-reció ser buen lugar para comer algoy, sobre todo, para apalabrar un nuevoocio que suelen los criados ajustarse

 por san Juan o por san Pedro y era elcaso que el calendario señalaba estosdías.

Armado de valor y compuestaslas ropas lo mejor que supo, que noes cosa de aparecer desvencijado y

ojo, o de solicitar piedad sino más bien hacer valer su juventud y buenasmañas, se adelantó hasta el sitio de laventa desde el que llegaba el bullicioque con el solo pensamiento de que lavida hay que tomarla por los cuernos para que se cumpla aquel dicho quetantas veces oyó a su abuelo: no haymal que por bien no venga. Y se lle-gó hasta el patio de la venta, contento porque, como proclamó don Quijotedelante de su amo, aunque no apareceescrito en las aventuras del bueno de

Alonso Quijano hasta mucho tiempodespués, la libertad, amigo Sancho, esuno de los más preciados dones que alos hombres dieron los cielos.

 Julio Collado

El futuro de Andrés

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 pág. 7la llanura número 79-diciembre de 2015

Estando en esto, acertó a pasar por

allí un muchacho que iba de camino,el cual, poniendose a mirar con muchaatención a los que en la fuente estaban,de allí a poco arremetió a Don Quijote,y abrazándole por las piernas, comen-zó a llorar muy de propósito, diciendo:¡Ay, señor mío! ¿No me conoce vues-tra merced? Pues míreme bien, queyo soy aquel mozo Andrés, que quitóvuestra merced de la encina donde es-taba atado.

Reconocióle Don Quijote, y asién-dole por la mano se volvió a los que

allí estaban, y dijo: Porque vean vues-tras mercedes cuán de importancia eshaber caballeros andantes en el mun-do, que desfagan los tuertos y agraviosque en él viven, sepan vuestras merce-des que los días pasados, pasando yo por un bosque, oí unos gritos y unasvoces muy lastimeras, como de perso-na aigida y menesterosa. Acudí lue-go, llevado de mi obligación, hacia la parte donde me pareció que las lamen-tables voces sonaban, y hallé atado auna encina a este muchacho que ahora

está delante, de lo que me huelgo enel alma, porque será testigo que no medejará mentir en nada. Digo que estaba

atado a la encina, desnudo del mediocuerpo arriba; y estábale abriendo aazotes con las riendas de una yegua un

villano, que después supe que era amosuyo, y así como yo le vi le pregunté lacausa de tan atroz vapulamiento. Res- pondió el zao que le azotaba porqueera su criado, y que ciertos descuidosque tenía nacían más de ladrón que desimple; a lo cual este niño dijo: “Se-ñor, no me azota sino porque le pidomi salario”. El amo replicó no sé quéarengas, y disculpas, las cuales, aun-que de mí fueron oídas, no fueronadmitidas. En resolución, yo le hicedesatar, y tomé juramento al villano de

que le llevaría consigo y le pagaría unreal sobre otro, y aún sahumados. ¿Noes verdad todo esto, hijo Andrés? ¿Nonotaste con cuánto imperio se lo man-dé y con cuánta humildad prometió dehacer todo cuanto yo le impuse y noti-qué y quise? Responde, no te turbesni dudes en nada, di lo que pasó a estosseñores, porque se vea y considere serdel provecho que digo haber caballe-ros andantes por los caminos.

Todo lo que vuestra merced ha di-cho es mucha verdad, respondió el mu-

chacho; pero el n del negocio sucediómuy al revés de lo que vuestra mercedse imagina. ¿Cómo al revés? replicó

Don Quijote. ¿Luego no te pago el vi-llano? No sólo no me pagó, respondióel muchacho; así como vuestra merced

traspuso el bosque y quedamos solos,me volvió a atar a la mesma encina,y me dió de nuevo tantos azotes, quequedé hecho un San Bartolomé deso-llado. Y a cada azote que me daba medecía un donaire y chueta acerca dehacer burla de vuestra merced, que ano sentir yo tanto dolor, me riera delo que decía. En efecto, él me parótal, que hasta ahora he estado curán-dome en un hospital del mal que elmal villano entonces me hizo; de todolo cual tiene vuestra merced la culpa,

 porque si se fuera su camino adelan-te y no viniera donde no le llamaban,ni se entremetiera en negocios ajenos,mi amo se contentara con darme unao dos docenas de azotes, y luego mesoltara y pagara cuanto me debía; mascomo vuestra merced le deshonró tansin propósito, y le dijo tantas villanías,encendiósele la cólera, y como no la pudo vengar en vuestra merced, cuan-do se vio solo descargó sobre mí el nu- blado, de modo que me parece que noseré más hombre en toda mi vida.

 El Ingenioso Hidalgo DonQuijote de la Mancha Miguel de Cervantes Saavedra

Capítulo XXXI (fragmento)

El reencuentro

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 pág. 8 la llanura número 79-diciembre de 2015

En la medida que me alejo de mi fe-cha de nacimiento, la percepción del pasodel tiempo es directamente proporcional,es vertiginosa; sobre todo desde que en-grosé la lista de la estúpidamente llamada

“tercera edad”, eufemismo estulto dondelos haya.

Ese día, el del ingreso ocial en el clubde los viejos, hice el propósito de descu-

 brir otras formas de vivir, y en ello sigo.Estoy en paz conmigo, sosegado como lacalma marina donde, ni siquiera, la brisainterrumpe el instante ofrecido por la na-turaleza. Este estado de levitación inter-no permíteme perspectivas diferentes dedetalles cotidianos que antes ignoraba osucedían totalmente desapercibidos paramí, y empero, ahora me atraen como a lasmoscas la miel, avivando sentimientos y

sensaciones que endulzan esta inédita eta- pa de lo que comúnmente llamamos vida.Ayer visité la casa de un antiguo ami-

go, me recibió con un fuerte abrazo y un – ¡Bienvenido René! -, después de lossaludos de rigor me introdujo en su casa,y nos acomodamos en sus espléndidos

 butacones del siglo XVIII, restaurados yretapizados, y aunque bonitos, tengo quedecir que un poco incómodos. Mantenía-mos una conversación agradable, corrien-te, por supuesto muy intelectual, centradaen anécdotas de nuestras vivencias pasa-das juntos con los amigos y sobre todo,asunto capital en cualquier conversaciónque se precie de inteligente, entre hom-

 bres, que no es lo mismo que hombresinteligentes: De las mujeres. Mujeres conlas que nos divertíamos o hacíamos elridículo más espantoso en la mayoría delas ocasiones. Enfrascados en éstas está-

 bamos, digo, cuando en un determinadomomento, a requerimiento de su maravi-llosa señora, mi estimado amigo Rodrigotuvo que ausentarse por unos momentosviéndonos obligados a interrumpir nues-tra erudita conversación y las risotadashasta la lágrima que ello nos provocaba,así que me dejó solo en la estancia.

Di un sorbito al café que amablementeme había servido Rodrigo, -muy apasio-nado por cierto, del café- del cual presu-mió, explicándome su origen jamaicano,alabando su elaboración allá en las mon-tañas a más de dos mil metros de alturay, aunque no es correcto, incluso men-cionando su carísimo precio. Así es quemientras esperaba su vuelta, paladeaba susabor afrutado, intenso y elegante, al mis-mo tiempo que inconscientemente repa-saba los detalles de la habitación mirandode un lado a otro, arriba y abajo, un ratitoal suelo otro al techo, hasta que repenti-namente me sorprendí mirando un rincónde la sala de cuya pared colgaban jironesde vida, instantes de espacio y tiempoatrapados para la eternidad, (término estemuy grandilocuente y pretencioso), aun-que aquella es siempre más corta de lo

que pensamos. Esas ventanas cerradasde otro tiempo, imposibles de abrir parasaltar a su interior y revivir sus secuen-cias, resumían básicamente el paso fugazde Rodrigo y señora por la estación de laexistencia. Esas imágenes capturadas enalgún momento pasado no solo reejanun aspecto, no solo un rostro singular sinoque transmiten sentimientos, historia per-sonal, y constituyen un legado y testimo-nio en primera persona de alguna época ala que en general siempre nos gustaría re-tornar. También, en cierto modo muestrannuestros deseos inconscientes o conscien-tes de permanecer, de quedar, de inmorta-lidad, ansias de no perecer arrastrados porel olvido, que inevitablemente sucederá.

Con el servicio de café con las manos,me acerqué a dos rostros que posaban

 juntos, un hombre y una mujer, ambos, defrente, me miraban jamente, muy serioslos dos, portaban galas de boda de prin-

cipios del siglo XX. Bajo sus cabezas seapreciaban los inicios de sus cuerpos quea la altura del pecho se difuminaban en-vueltos paulatinamente por una densa nie-

 bla hasta desaparecer. Sus miradas duras,limpias, me hablaban. Un escalofrío merecorrió la columna vertebral seguida deun apacible estado de confort. Sentí latransferencia de sus experiencias vividasy la futilidad de aquellos esfuerzos rea-lizados para materializar sus anhelos yaquellos usos, costumbres y rutinas queimponían la moda, el pensamiento social,

 político y religioso de su época que tantoles condicionaron, elementos todos ellostan breves como una primavera. Deba-

 jo, sobre una mesita, una mujer joven,de perl, con un posado en escorzo muyelegante, el pelo recogido, mostraba un

 precioso cuello largo que desembocabacomo un torrente de agua cristalina enunos hombros desnudos adornados conun vestido de escote “palabra de honor”.La imagen, sensual, turbadora, ávida porexprimir la vida, se contraponía con unosojos cargados de tristeza y frustración porsu condición de mujer en una sociedad demoralidad pacata en la que la virtud car-dinal de la templanza, entre otras, fueron

santo y seña para alcanzar la perfeccióndel alma camino de la santidad, o padeceren este mundo la pena de la opinión de losdemás y en el otro el fuego eterno.

A su derecha, un poco más atrás, un joven vestido con uniforme militar delejército de tierra, marcial, solemne, ves-tido con una sahariana con botones demadera, llevando sobre el pecho las cade-retas con dos cordones y un correaje ne-gro para dar más esplendor al uniforme y,sobre la testa del apuesto joven, una gorrade borlas. Me habló de su comandante yla extremada disciplina que imponía, de lanovatada a un tipo de Logroño, del fuerteretroceso del mosquetón al disparar, y delas ganas que tenía de terminar para ca-sarse con su novia de toda la vida. En otrolugar de la estancia estaban encarceladosen el tiempo un grupo de jóvenes, chicos

y chicas, colocados anárquicamente, unosde pie, otras en cuclillas, cuidando, esosí, de no enseñar las bragas, y en primer

 plano, como no podía ser de otro modo,el acaparador del grupo, un melenudo congafas de sol tumbado de costado a los piesde todo el elenco, apoyando la cabeza ensu mano y el codo en el suelo. Saludan,hacen momos, y se ríen, rebosan felici-dad… viven en “aquellos buenos tiem-

 pos” pero no lo saben aún. Me hablan,me cuentan cosas, pero no les entiendo,todos parlan a la vez, dan voces, supon-go que dicen tonterías divertidas, no les

 presto mucha atención. Justo enfrente,dos parejas: una de ellas sujeta en brazosun bebé al que están bautizando. Al niñose le nota molesto, enfadado, cabreado, sicabe, ¡vamos, con un berrinche testicularque no veas!, es lógico, él no sabe por quéle mojan con agua fría. De todas las ma-neras es igual, jamás se acordará de esta

 broma de sus padres ¿o sí?, y a lo peor esel origen de la rebeldía contra los progeni-tores, como hizo Zeus con su padre Cro-nos. Y que quizás, ésta sea la causa, que,en un día lejano, un prestigioso psicólogono será capaz de descubrir para curar alchaval de sus rarezas. Solo escucho el si-lencio del templo, roto por el llanto delnuevo socio. Encima del aparador, sepa-rados, en sendos marcos, un niño vestidode marinero, con un devocionario entrelas manos rodeadas con un rosario decuentas blancas, y una niña con un trajede novia, ¡Tan joven!; porta una vela en-cendida iluminando su rostro, al que dotade una pureza extraordinaria pasando a lacursilería. El niño es mayor, seguro quees el primogénito. El Chico me cuentaque está deseando ver los regalos que lehan traído por tomar la comunión, aunqueignora completamente lo que signica,solo sabe que su mamá le ha dicho quelo hacen todos sus amigos, que tiene quehacerla y que le regalaran muchas cosas.La niña, solo quiere terminar e irse consus amigas para presumir de vestido y co-rretear por la plaza con una muñeca.

Estos soplos prisioneros que nos ro-dean en nuestras casas, nos cuentan, nos

recuerdan, nos proyectan, nos animan, nosdesencadenan melancólicos, nos motivan para luchar por la vida de los nuestros, los presentes y los ausentes que vivirán mien-tras alguien les recuerde. Estas imágenesinmóviles son la vida y la historia de cadacual y sus gentes. En estos pensamientosestaba cuando oí:

-Perdona, que te haya dejado solo tan-to tiempo ¿Te habrás aburrido?- Me diceRodrigo a su vuelta.

-No, en absoluto, he estado acompa-ñado de mucha gente, que me han conta-do cosas.

- ¿Qué dices?… ¡Si aquí no hay nadie!-¡Es broma!, Rodrigo.Apuré el café y ambos frente a la ven-

tana mirábamos al innito.

Fernando Retamosa Marl 

Soplo

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 pág. 9la llanura número 79-diciembre de 2015

Últimamente, oímos hablar de laempatía, que es un término en boca demuchos pero en la piel de muy pocos.

Empatía es, según la RAE, la iden-ticación mental y afectiva de un suje-to con el estado de ánimo de otro.

La denición más gráca que yohe oído es “ponerse en los zapatos delotro”.

Es decir, ponerse en el lugar delotro, calzarse unos zapatos que no sontuyos y andar con ellos.

Te invito a hacer la prueba. Si notienes experiencia en ponerte muchostipos de zapatos... ¡a ver dónde llegas!

Y es que pensemos en los pies. Los pies nos levantan cada mañana de lacama, nos llevan a cualquier sitio quequeramos llegar, son nuestro medio detransporte, que nunca llega tarde ni sequeda sin gasolina. ¿Qué haríamos sinellos? No seríamos, no podríamos sernosotros mismos. Son casi quienes nosdenen: nos indican cómo pisamos,dónde vamos... y la manera que tene-mos de “vestirlos”, de “adornarlos”,de “ocultarlos”, también es una parte

importante de nosotros. Zapatos, bo-tas, zapatillas, chanclas... innidad demaneras de mostrar u ocultar al mundonuestros pies.

Y aquí es donde hay que pararse a pensar:

Si nos ponemos unos zapatos muyapretados, nos harán daño. No tendre-mos un respiro para nuestros pies, queestarán doloridos y ahogados sin poderser ellos mismos. No parece una buenaopción.

Vamos pues a coger otros zapatos.Estos zapatos son más grandes, de-

masiado para nuestros pequeños pies,no cierran bien, y cuando caminamoscon estos “zapatones” no vamos a sa-

 ber dónde tenemos que ir. Nuestro pieva a querer ir por un lado, pero el zapa-to... ¡a saber por dónde va!

Ahora, en lugar de pensar en zapa-tos y pies, vamos a pensar en nosotros,en nuestra manera de ver el mundo yde relacionarnos con él y quienes nosrodean.

Si establecemos un sistema de re-laciones tan estricto como los zapatosque nos quedan pequeños, si nos aho-gamos en un reducido zapato, si novemos más allá y nos dejamos atrapar por situaciones que nos asxian, comoesos zapatos, no vamos a poder avan-zar mucho en la vida.

Si por el contrario nos ponemos za- patos enormes que no nos denen unobjetivo, si las relaciones con los de-más son difusas, si no nos comprome-temos con nada, quizás tampoco avan-cemos demasiado...

La inseguridad, el miedo, la angus-tia, serán los zapatos que nos lleven ennuestro caminar y denitivamente noson los mejores compañeros de viaje.

Pero hablábamos de empatía.

Dejamos de pensar en nuestros pro- pios zapatos y empieza nuestro ejerci-cio para trabajar y potenciar la empa-tía, ese “ponernos en el lugar de las personas de nuestro alrededor”.

Pensemos en esa persona atareada,agobiada, que parece siempre estarde mal humor... quizás, y sólo quizás,le aprieten los zapatos. Quizás si nos ponemos sus zapatos, descubriremosque esos zapatos, que esas cargas quelleva en la espalda, asxian, que tiene

una gran responsabilidad, un gran pro- blema, o muchos y repartidos... si nos ponemos sus zapatos por un momento,quizás, y sólo quizás, entendamos porqué tiene cara de que huele mal todoel tiempo.

De pies y zapatos

Informamos a comerciantes e industriales de Arévalo y Comarca que esta revista está elabo-rando su reserva de anunciantes para el próximo año 2016.

Es nuestra intención seguir aumentando la tirada tanto en la edición de papel como en laedición digital. La de papel cuenta actualmente con una cantidad de 500 ejemplares. Encuanto a la edición digital, tiene, en la actualidad una emisión de más de 3.500 suscriptores.

Si estás interesado en reservar un espacio para anunciarte en “La Llanura” debes ponerteen contacto lo antes posible con nosotros a través de nuestro correo: [email protected]

Ahora vamos a hacer otro ejercicio:

Pensad en esa persona que pareceque no le importa nada, en esa “ove- ja desacarriada”, en esa persona que parece incapaz de asumir responsabi-lidades ni compromisos... ¡ponte sus

zapatos! ¿Qué notas? ¿Son grandes?¿No hay cordones que sujeten? ¿Nohay normas que estabilicen? ¿No hayequilibrio en su interior?

Entonces, quizás, entendamos aho-ra que los cordones están para atarlos.Que las normas nos ayudan a estable-cer, sobre todo con los más pequeños,una rutina y una seguridad, que conzapatos grandes no se puede caminarmuy lejos.

Los zapatos nos denen: denen la

educación que recibimos, los valores por los que nos guiamos, y ponién-donos los zapatos de los demás com- prenderemos mucho mejor por quéactúan como lo hacen. Si nos jamosen los nuestros propios, nos entende-remos también mucho mejor. A veceses bueno sentarse a un lado del cami-no y descalzarse, pararse a pensar porqué, cuándo, cómo... y todo lo que seos ocurra.

Elegir el zapato de nuestro númeronos lleva toda una vida, pero merecela pena.

Cuidado con las botas que ocultanquiénes somos, cuidado con las sanda-lias que nos dejan al descubierto y noshacen demasiado vulnerables. Cuida-do con los tacones que nos alejan dela realidad y cuidado, mucho más, conlos zapatos planos que no nos dejanvolar.

Hay un zapato para cada ocasión.

* Ade Marlo

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 pág. 10 la llanura número 79-diciembre de 2015

Nuestros poetas El majuelo

Mi abuelo lo cuidaba

con mucho mimo para poder saborear un delicioso vino.

Siempre pendientedel imprevisible cielo,en invierno las nevadasy el dañino hielo.

Precisaba de aguay se preocupaba de ello,hasta tal punto lo queríaque era el más bello.

Llegaba la vendimia,una auténtica esta,todos participábamosde esa alegría maniesta.

Después de acariciar la uva entre las manos,nuestros pies como testigosde este gran milagro.

Al n un manjar nacido de la tierra,nos brindará lo mejor si la respetamos de veras.

 Marisa Calvo Martín.

 Estación

Llueve otoño,las hojas no cesande cubrir el suelocon un tupido velo,ese suelo asfaltadocuya humedad traspasa

hasta el mismo tuétano.Una a una se desprendende la savia que las alimenta para convertirse en simplehojarasca, basuraque resulta barrida.

Las gotas empapana los esqueléticos árbolesmientras los coloridos paraguasambientan el paisaje.

El viento azotacon fuerza y brío,transporta las hojashasta el lugar más recóndito e inimaginable.

 Marisa Calvo Martín.

La calle Entrecastillos

A esta calle tan gentilquiero hacer una poesía,ya que en ella yo vivíy la siento un poco mía.

Calle alegre y bulliciosacon gracia y con mucha sal,ya que de mucho era dueñala señora “Bacalá”.

Paco y Maíto, carteros,nos traían las noticias,mientras Bene ceba el cerdo para hacer la longaniza.

Gentes de varias culturasy condición muy sencilla,ya que payos y gitanos

convivían en familia.La calle también teníacentro para educación, pues la señorita Píadaba a los niños lección.

Los Caninas que llegabana las tres de la mañana,con una hermosa merluzaque la Tota rebozaba.

Los niños a merendar  junto a las escalerillas,a comer el blanco pan

untado de mantequilla.Allí pasaban la tardecomo el tiempo entre costuras,mientras cortan unos trajes... jáque me río de la hechura.

Sale Damiana campantecon un trozo de chorizo,que devora en un instantecon solo darle un mordisco.

Don Emilio el abogadoapaciguaba a la gente,

y Moisés el practicantenos pinchaba en el culete.

 No puedo nombrar a todos porque el papel se me acaba,y esta, mi mala memoria,me juega malas pasadas.

Hoy la calle está desiertay las viviendas suspiran, por aquellos que no estány lamentan su partida.

Si a alguien esto sienta malhumilde pido perdón,yo con un cierto pesar termino en el MIRADOR.

 María Patrocinio

 Evocación

De Marolo leí la redondilla, primera de mi infancia, en los carteles.Olor a vino y pan, cuero y manteles;legado y verso y rima en gacetilla.

Con mi padre y Marolo, trigo y trilla,me empapé de la feria y sus laureles,de la rural sonrisa y de los elesabrazos compañeros de Castilla.

Con Marolo gocé del buen festejo, porque festejo fue toda su vida,y su saber de castellano viejo.

Escudriñó su pluma los rincones

y aquel perl de la ciudad sabida, para darla al viajero a borbotones.

 Eugenio Conde Sánchez 

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 pág. 11la llanura número 79-diciembre de 2015

Durante el incendio, fueron sacados al-gunos cuadros, en los que estaban en-marcados los títulos de la ciudad.

 Miguel Ángel Muñoz  Diario de Ávila- 18/12/1980

(Viene de página 12) con lágrimas en los ojos al ver cómo secaía el reloj, las agujas y la campana.Los vecinos de los pisos colindanteshabían abandonado sus respectivas ca-sas. Comentarios miles en contra delinecaz servicio de los bomberos y la pasividad de los que allí estábamos. Y

hay una pregunta en la calle: ¿Se pudoevitar el daño de la planta primera delAyuntamiento habiéndolo desalojado al principio?

Las llamas ocuparon el Ayuntamiento.Los bomberos de Ávila llegaron so- bre las cuatro y media. Entre otras co-sas que pudieron rescatar pudimos verunos sillones del salón de sesiones, uncuadro de Isabel la Católica que fue sa-cado desde el balcón. Dentro, entre lasllamas, estaba el pendón de Castilla, ladistinción del título “Muy Humanita-

ria” concedido en 1946; otros cuadrosde gran talla y un sinfín de cosas. Ya nohabía solución alguna. Las llamas ha- bían ocupado casi todo el edicio.

La noticia corrió como pólvora en laciudad acudiendo en masa a la Plazadel Real, mientras que en la provinciase daba la noticia del trágico suceso através de la emisora provincial.

 Miguel Ángel Muñoz  Norte de Castilla- 19/12/1980

(fragmento)

 pleta de gente con motivo del mercadosemanal. Sobre esa hora el humo hizoacto de presencia en la plaza del Real.Algunos que percibieron la masa negrase dirigieron hacia el Arco del Alcocer,desde donde comprobaron que en elAyuntamiento había fuego. Más tarde

se comprobó que en la segunda plantadel edicio, habilitado para los Juzga-dos, salían llamas de la parte izquierdalindando con la calle de Santa María.

Allí la gente contemplando el penosoespectáculo versaba los primeros co-mentarios: ¡Ha sido un atentado! ¿Ylos bomberos? Luego, sin conrmaciónocial, supe que el siniestro fue cau-sado por un recalentamiento de la chi-menea de la calefacción del Juzgado.Los bomberos locales con sus escasosmedios llegaron al lugar. Su actuación

fue penosa y las llamas corrían a vér-tigo por todo el tejado. Pero desde quese descubrió hasta que ocupó la primera planta del Ayuntamiento se pudo salvaréste. Pero la gente no pudo entrar pororden de la autoridad.Sobre las cuatro y cuarto el tejado esta- ba totalmente en llamas ante centenaresde arevalenses que presenciaban condolor e indignación el triste espectácu-lo. Los bomberos locales no podían so-focar el siniestro. ¿Por qué? La respues-ta la debe dar la comisión municipal de

este servicio urgente. Muchas personas

Marceliano Marinas nos cuenta...(Sigue de La Llanura nº 78)

 —¿Además de la Benecencia Mu-nicipal, qué más servicios de carácterobligatorio tienes?

 —El del hospital, que hace trein-ta años que le atiendo; el del Instituto

 Nacional de Higiene Rural desde su fundación y el del Seguro de Enferme-dad desde su implantación. Y creo que

 si fuera necesario, aún dentro de miavanzada edad, no regatearía esfuerzoalguno en algo más, porque una de las

 satisfacciones mayores que puedo reci-bir es cuando me sonríe uno que estu-vo a punto de perder su vida y le prestéasistencia.

 —¿Qué servicio te ha proporciona-do mayor impresión?

 —El accidente ferroviario; pero encompensación recibí los plácemes delas autoridades provinciales y locales

 y el agradecimiento de muchos de los familiares de las víctimas, cuyas cartasaún conservo.

 —¿Sigues aún teniendo sanguijue-las?

 —No. Los antibióticos las desahu-ciaron denitivamente de mis tarros.

 —¿No me habrás mentido en nada?

 —Mira —me dice—, la mentira en sentido comercial es obligada. Un an-tiguo proverbio judío dice que el co-merciante que no sepa mentir ya puedecerrar su tienda. Yo, en esta profesión,

 si alguna vez hice uso de ella fue paralevantar el ánimo del deprimido o parahacerle ver lo contrario al que estabaa punto de morir; ahora, en el resto demis profesiones, creo que los demáscompetidores no llegaron a revalidar-me.

 —Una última pregunta ¿Cuál fue larazón que te llevó a ser peluquero delteatro local?

 —El ver la belleza de las que inter-venían, porque en aquellos momentoscreo que a su lado me rejuvenecía. Susojos se encandilan como las baterías de

un escenario, recordando pasajes delayer, y dice que es una pena que estono pueda resurgir de nuevo.

Me levanto. Inicio la marcha altiempo que me brinda el porrón —que

acepto encantado—, hago unas gárga-ras y le estrecho la diestra en señal dedespedida. El rato que pasé junto a élhuelga decir que fue agradable.

Y cuando solo me encontré fuera desu hogar, pensé que si Arévalo dio hi- jos de historial brillante, éste es de losque pueden engarzarse en el escudo denuestra ciudad, y si sobre el papel nodejó huellas de su meritoria labor es-

critas con la pluma, con la aguja en elcuerpo de sus clientes dejó escritas las páginas más dignas de alabanza.

Ya se encuentra en cuarto menguan-te. Los años hacen mella en su dura ta-rea; pero aún cuando sigamos oyendo elrastrear de sus pies por las calles de laciudad, deseemos su larga vida, pues eldía que le toque la jubilación, si algunoha de notar su falta de asistencia domi-ciliaria, yo me consideraré de los pri-meros, pues gracias a su participaciónen mis enfermedades, tengo la suerte

de que mis paisanos me sigan llamando«REVIVE».

 Mariano Gil Marinas Mensual Arévalo- enero de 1954

EL AYUNTAMIENTO DE ARÉVA-LO, DESTRUIDO POR EL FUEGO.EL INCENDIO SE INICIÓ EN LASDEPENDENCIAS DEL JUZGADO YSE EXTENDIÓ CON RAPIDEZ.EL ARCHIVO HISTÓRICO PUDOSER RECUPERADO.

Arévalo vivió en la tarde del martesunas horas de verdadero drama. Nohabía rostro en la calle que no reejarael estupor y pena de lo ocurrido en elAyuntamiento y Juzgados. En unas ho-

ras quedaron estas dependencias com- pletamente destruidas. Los arevalensescontemplaban cómo a pasos aceleradosse quedaban sin Casa Consistorial enmedio de gritos, lágrimas, sirenas deurgencia por las calles. Todo ello den-tro de la desorientación de los más altosresponsables de dirigir la extinción delfuego originando el estado catastrócoen que ha quedado el edicio que guar-daba en su interior la historia de Aré-valo, de sus habitantes y registro civil.

Eran las tres de la tarde, cuando la pla-

za de José Antonio se encontraba re-

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 pág. 12 la llanura número 79-diciembre de 2015

UN VORAZ INCENDIO DESTRU-YE TOTALMENTE EL AYUNTA-MIENTO DE ARÉVALO NO SE LAMENTARON DESGRA-

CIAS PERSONALES“Al ver cómo caía el reloj fue como sime hubiera arrancado un trozo del alma.Toda la vida viéndolo y oyendo suscampanadas...” Esta era la emociona-da frase de una mujer arevalense. TodoArévalo estaba conmovido. Gran partede sus habitantes se hallaban congrega-dos en la plaza del Real, presenciandolos trabajos de los bomberos intentan-do atajar el fuego que, poco a poco, ibaconsumiendo el edicio del Ayunta-miento, de airosa fachada renovada no

hace muchos años. El fuego ha dejadoel edicio del Ayuntamiento reducidocasi exclusivamente a sus muros exte-riores y esta mañana, cuando todavíahumeaba ligeramente, la emoción de losarevalenses se había sustituido en algu-na medida por indignación y malestar, porque se pensaba que si la bomba de presión del servicio contra incendiosde la localidad hubiera funcionado, talvez no hubiera pasado de un ligero si-niestro, con escasas pérdidas, y porquesi los propios arevalenses hubieran sos- pechado en los primeros momentos lamagnitud que adquiriría el fuego, talvez, al principio, hubieran podido sal-var algunos documentos. Pero las cosasocurren y las lamentaciones nada solu-cionan.

SE INICIÓ EL FUEGOEl edicio del Ayuntamiento alberga nosólo las dependencias municipales, sinotambién las de los Juzgados de Instruc-ción y de Distrito. Y fue precisamenteen estas dependencias, donde se hallan

las calderas de la calefacción, donde co-menzó el fuego. Los últimos empleadossalieron a las tres y cuarto de la tarde, yquince minutos después ya ardía parte

Clásicos Arevalenses del tejado. El fuego fue detectado porlas señoras de la limpieza.De cinco a diez minutos tardaron en lle-gar los bomberos de Arévalo, pero consus pobres medios no pudieron atajarel fuego. La bomba de presión, que enlas pruebas había funcionado perfec-

tamente, no funcionó. Se dio entoncesaviso a Ávila y a Medina del Campo y pronto llegó una dotación de la capitalde la provincia y otra de la Diputaciónde Valladolid, con base en Medina. Conlos medios de estas dos dotaciones, seinició el trabajo en serio, cuando el fue-go había tomado ya un gran incremento,favorecido por la abundante madera.

A LAS DOS DE LA MAÑANA SE-GUÍAN LOS TRABAJOSDesde los primeros momentos se halla-

 ba en el lugar el alcalde de Arévalo y pronto llegaron el teniente coronel jefede la Comandancia de la Guardia Civilacompañado por un teniente, quienes,con la ayuda de los miembros de laGuardia Civil de Arévalo, organizarony coordinaron los trabajos de las distin-tas dotaciones de bomberos, para evitarque el fuego alcanzara a las viviendas próximas.También se trasladaron a Arévalo el al-calde de Ávila, concejal delegado delServicio contra Incendios, arquitecto

y aparejador municipal y el secretario provincial de U.C.D.. Posteriormente setrasladaron a la ciudad arevalense el go- bernador civil, diputados provinciales yel propio presidente de la Diputación,cuando regresó de viaje. Todas las auto-ridades continuaban a las dos de la ma-ñana en Arévalo, hora en la que seguíanlos trabajos de extinción, aunque ya sehabía controlado el fuego.

OTRAS DOTACIONES DE BOM-BEROSEn vista de la dicultad de los trabajos,

de Ávila llegaron a Arévalo nuevas do-taciones del servicio municipal contraincendios, con personal y material, unadotación del servicio contra incendios

de la Diputación provincial y otra do-tación de Coca (Segovia). Colaboraronigualmente varias cubas hormigoneras,transportando en sus tolvas miles de li-tros de agua.A la una de la madrugada, las campanasdel reloj, que habían caído al primer piso

en los primeros momentos, cayeron al portal, donde ya había entrado público para llevar a cabo trabajos de extinciónen el interior. Afortunadamente no cau-saron daños personales, como tampocolos ocasionó el propio incendio.

LOS ARCHIVOSSobre la total destrucción del edicio,hay que lamentar los daños sufridos porlos archivos, tanto del Ayuntamientocomo de los Juzgados. Es pronto todavía para hacer una evaluación de los daños

en ambos sentidos. Por lo que se reereal edicio, en algunas zonas se ha des-truido más de lo que se creía y en otras,sin embargo, existen trozos de edica-ción, tal vez menos dañadas de lo quecabía suponer. En cuanto a los archivos,se sabe que el Histórico de la ciudad seha salvado íntegro. También parece quealguna parte de los de los Juzgados, quese encontraban en archivadores metáli-cos, pueden haberse salvado. Todo estose irá aclarando a medida que puedacomprobarse lo existente. Los Juzga-

dos, de momento, se han trasladado alantiguo edicio de Sindicatos.

(Sigue en página 11)