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ScrdeM ELISABETH REINHARDT LA MARIOLOGÍA DE EADMERO DE CANTERBURY 131 PALABRAS CLAVE: Eadmero de Canterbury, Inmaculada Concepción, Mariología. RESUMEN: Eadmero de Canterbury (ca. 1060 - post 1128) es conocido, en Mariología, por su argumento a favor de la Inmaculada Concepción en medio de la controversia de su tiempo. En este estudio histórico-teológico se pretende una síntesis doctrinal de los dos escritos de Eadmero sobre la Virgen María: De excellentia Virginis Mariae y el posterior Tractatus de Conceptione Sanctae Mariae. Se descubre en ellos una Mariología profunda y de amplio espectro, basada en la conexión de los misterios de la fe y elaborada con el método anselmiano de las rationes necessariae, que está sostenido por la oración y le cede a veces la palabra en el discurso. Este método le permite llegar a afirmaciones audaces y sólidas cuando expone las prerrogativas de la Madre de Dios. Algunos de los temas de la Mariología eadmeriana tienen un particular interés actual. EADMER OF CANTERBURY’S MARIOLOGY KEY WORDS: Eadmer of Canterbury, Immaculate Conception, Mariology. SUMMARY : Eadmer of Canterbury (ca. 1060 - post 1128) is known, in Mariology, through his argument in favour of the Immaculate Conception, posed in the midst of the controversy of his time. This essay of both historical and theological character pretends to reach a doctrinal synthesis of the two texts of Eadmer on the Virgin Mary: De excellentia Virginis Mariae and the later Tractatus de Conceptione Sanctae Mariae. They show a rich Mariology of wide range, based on the connection of the mysteries of faith and elaborated with the anselmian method of the rationes necessariae, though on the soil of prayer which is allowed to enter occasionally in the flow of the argument. This method permits Eadmer to arrive at audacious, though solid, theses when he explains the prerogatives of Our Lady. Some of Eadmer’s Mariological themes are even of special actuality.

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ELISABETH REINHARDT

LA MARIOLOGÍADE EADMERO DE CANTERBURY

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PALABRAS CLAVE: Eadmero de Canterbury, Inmaculada Concepción,Mariología.

RESUMEN: Eadmero de Canterbury (ca. 1060 - post 1128) es conocido, enMariología, por su argumento a favor de la Inmaculada Concepción en medio dela controversia de su tiempo. En este estudio histórico-teológico se pretende unasíntesis doctrinal de los dos escritos de Eadmero sobre la Virgen María:De excellentia Virginis Mariae y el posterior Tractatus de Conceptione Sanctae Mariae.Se descubre en ellos una Mariología profunda y de amplio espectro, basada en laconexión de los misterios de la fe y elaborada con el método anselmiano de lasrationes necessariae, que está sostenido por la oración y le cede a veces la palabraen el discurso. Este método le permite llegar a afirmaciones audaces y sólidascuando expone las prerrogativas de la Madre de Dios. Algunos de los temas dela Mariología eadmeriana tienen un particular interés actual.

EADMER OF CANTERBURY’S MARIOLOGYKEY WORDS: Eadmer of Canterbury, Immaculate Conception, Mariology.

SUMMARY: Eadmer of Canterbury (ca. 1060 - post 1128) is known, in Mariology,through his argument in favour of the Immaculate Conception, posed in the midst of thecontroversy of his time. This essay of both historical and theological character pretendsto reach a doctrinal synthesis of the two texts of Eadmer on the Virgin Mary:De excellentia Virginis Mariae and the later Tractatus de Conceptione SanctaeMariae. They show a rich Mariology of wide range, based on the connection of themysteries of faith and elaborated with the anselmian method of the rationesnecessariae, though on the soil of prayer which is allowed to enter occasionally in theflow of the argument. This method permits Eadmer to arrive at audacious, though solid,theses when he explains the prerogatives of Our Lady. Some of Eadmer’s Mariologicalthemes are even of special actuality.

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El nombre de Eadmero evoca la biografía de san Anselmo deCanterbury, de la que es autor, y la doctrina sobre la InmaculadaConcepción que influyó en el desarrollo dogmático posterior. En efecto, elargumento de Eadmero, de principios del siglo XII, hizo escuela y entróen el acervo mariológico de todos los tiempos. Siempre que se hacereferencia a la historia de este dogma aparece su nombre, tanto en losmanuales de mariología como en obras de consulta, estudios especializadosy también en la predicación. Recordemos que Juan Pablo II, en una de susaudiencias generales dedicadas a la Virgen María, destacó el papel deEadmero como autor del primer tratado sobre la Inmaculada Concepción1.También en el diálogo ecuménico se ha mencionado, en fecha reciente, aEadmero como precursor de la elaboración teológica de este dogma de laIglesia católica2.

En la lectura de los escritos mariológicos de Eadmero, parcos enextensión, se advierte fácilmente la motivación y el argumento endefensa de la Inmaculada Concepción, pero al mismo tiempo se percibeun planteamiento teológico amplio y profundo, con aportaciones queno han recibido todavía suficiente atención. Esto es comprensible,porque las controversias largas y reiteradas sobre la InmaculadaConcepción hicieron que el interés de los teólogos por el autormedieval se centrase sobre todo en este aspecto. Puede ser conveniente,por tanto, rastrear los trabajos de Eadmero en busca del marco y de lascoordenadas de su mariología, atendiendo también a sus fuentes y almétodo que emplea. Comenzamos por una referencia al contextohistórico y cultural en el que escribe, con el fin de estudiar el temadesde una visión de conjunto.

1. JUAN PABLO II, Audiencia general, 5-VI-1996. La serie de audiencias generales dedicadasa la Virgen María se extiende de septiembre de 1995 hasta noviembre de 1997, antes dela catequesis sobre Jesucristo.

2. R. ELDER, “Mary in the common Latin tradition: agreement, disagreements anddivergence”, en A. DENAUX and N. SAGOVSKY (eds.), Studying Mary. Reflections on the VirgenMary in Anglican and Roman Catholic Theology and Devotion, T&T Clark, London 2007,83-84. Se trata de estudios en relación con la última fase de trabajos de ARCIC (AnglicanRoman Catholic International Commission) sobre el tema Mary: Grace and Hope in Christ,cuya declaración conjunta se publicó en 2005.

LA MARIOLOGÍA DE EADMERO DE CANTERBURY

1. El contexto

El marco histórico nos señala un hecho que afectó profundamente aInglaterra en la época que nos ocupa. Fue la conquista normanda, a partirde la batalla de Hastings en 1066. La cultura y las costumbres –tambiénreligiosas– de origen anglo-sajón experimentaron el choque de lasinfluencias continentales, venidas del otro lado del Canal de la Mancha.Este contraste se hizo sentir de modo particular en los monasteriosbenedictinos diseminados por todo el país, que eran los principalesportadores de la cultura y también los lugares de cultivo de la piedadpopular anglosajona. La relativa tranquilidad en que vivía el país se vioperturbada por la irrupción de un nuevo orden político, social y cultural.Estas circunstancias despertaron el interés de los nativos por conservar sustradiciones y escribir su propia historia, para no relegar al olvido personasy hechos, una tarea que estaba ligada sobre todo a los monasterios. Entre loshistoriadores monásticos del siglo XII destacan Eadmero de Canterbury yGuillermo de Malmesbury, interesados ambos en dejar constancia delpasado y reseñar los cambios ocurridos tras la conquista normanda, aunquetrabajan con un método y enfoque algo diferentes3.

La vida de Eadmero está ligada a Canterbury. Esta sede arzobispal seremonta a los tiempos de la evangelización iniciada en 597 por sanAnselmo, que fue el primer arzobispo y fundó la iglesia catedral,dedicándola a Cristo Salvador. Más tarde, el arzobispo san Dunstan (ca.909-988) fundó en el mismo recinto el monasterio benedictino de ChristChurch, donde se educaría Eadmero. En 1070, Lanfranco (ca. 1005-1089),que había sido prior del monasterio de Bec y después abad del de Caen,accedió a la sede de Canterbury. Ejerció su cargo con competencia, perotambién introdujo cambios como el nuevo reglamento de la comunidadmonástica de Canterbury, y normas litúrgicas que afectaban a la veneraciónde los santos locales y el calendario de fiestas4. Estas circunstancias son

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3. Cfr. R. J. BARTLETT (ed.), History and Historians. Selected Papers of R.W. Southern, BlackwellPublishing, Oxford 2004, 69-77.

4. Sobre esta cuestión puede verse: J. RUBENSTEIN, “Liturgy against History: The CompetingVisions of Lanfranc and Eadmer of Canterbury”, Speculum 74 (1999), 279-309.

5. Las principales aportaciones de Southern sobre la vida y obra de Eadmero son: R. W. SOUTHERN,Saint Anselm and his Biographer. A Study of Monastic Life and Thought, 1059 - c. 1130,Cambridge University Press, Cambridge 21966. La misma obra, reelaborada y modificada:R. W. SOUTHERN, Saint Anselm. A Portrait in a Landscape, Cambridge University Press,Cambridge, etc. 1990. Le debemos también la edición crítica de la Vita de san Anselmo,escrita por Eadmero: The Life of St Anselm Archbishop of Canterbury by Eadmer, edited withintroduction, notes and translation by R.W. Southern, Clarendon Press, Oxford 21972.

6. Las principales fuentes son los diccionarios especializados, ad vocem: DHGE 14 (1960)1253-1254, DSp 4 (1960) 3-5, LMA 3 (1986), 1499-1500, BBKL 1 (1990), 1437,Marienlexikon, hrsg. von Remigius Bäumer und Leo Scheffczyk, Eos Verlag, Sankt Ottilien1989, II, 268-269.

7. Cfr. R. W. SOUTHERN, Saint Anselm and his Biographer..., o. c. en nota 5, 231. La fuente deSouthern son los Miracula Sancti Dunstani redactados por Eadmero: W. STUBBS (ed.),Memorials of St Dunstan, Rolls Series, London 1874, 232, 413.

relevantes para comprender a Eadmero como monje inglés en un ambientemarcado por las consecuencias de la conquista, como historiador, teólogo ysecretario de san Anselmo de Canterbury.

2. Vida y obra de Eadmero

Los datos biográficos son escasos e imprecisos. Lo más acertado será, portanto, apoyarse en algunos puntos firmes atestiguados por el propio Eadmeroy dejar el resto como conjeturas, con un cierto margen de error. Entre lasdiversas investigaciones preferimos la de Sir Richard W. Southern que dedicómuchos años al estudio de san Anselmo, incluida la vida y obra de Eadmero5.Las noticias biográficas obtenidas por otros autores coinciden a veces entre síy con Southern, pero varían –incluso considerablemente– en otros casos6.

a) Información biográfica

La fecha de nacimiento de Eadmero se sitúa generalmente en torno a1060. Procedía muy probablemente de la nobleza rural anglosajona. Seeducó, según su propia narración, en el monasterio de Christ Church. Unafecha segura es el año 1067 en que, aunque era muy pequeño, tenía edadsuficiente para recordar el incendio de la iglesia de Canterbury que ocurrió enese año y la disposición interior del templo. En sus recuerdos aparece tambiénel año 1070, fecha en que Lanfranco mandó exhumar las reliquias de sanDunstan, cuando Eadmero era niño (puerulus) y alumno del monasterio7.

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8. Cfr. ibidem, The Life of St Anselm..., o. c. en nota 5, 50.9. Cfr. R. W. SOUTHERN, Saint Anselm. A Portrait..., o. c. en nota 5, 408-409.10. Cfr. ibidem, p. 409.11. Cfr. ibidem, pp. 410-414.12. Sobre el conflicto, vid. R. W. SOUTHERN, Saint Anselm. A Portrait..., o. c. en nota 5, 339-

340; Saint Anselm and his Biographer..., o. c. en nota 5, pp. 236-237.

LA MARIOLOGÍA DE EADMERO DE CANTERBURY

En 1079, siendo un joven de unos diecinueve años (adolescens) tuvo lugar suprimer encuentro con san Anselmo, entonces abad de Bec, que visitóInglaterra y se alojó en el monasterio de Christ Church8. Entre 1089 y1093, Eadmero se interesó intensamente por reliquias de santos locales ypor recoger la documentación correspondiente, poniendo por escrito loencontrado9.

Eadmero era monje en Christ Church, cuando Anselmo fue consagradoarzobispo de Canterbury, en diciembre de 1093. Muy pronto entró aformar parte de la “casa” del arzobispo como secretario y estuvo siemprea su lado, hasta su muerte en 1109. Permaneció junto a él durante losaños de exilio motivado por la lucha de las investiduras: primero entre1097 y 1100, bajo el rey Guillermo II, y de nuevo entre 1103 y 1106,bajo Enrique I. Acompañó a Anselmo en el concilio de Bari de 1098 y enel de Roma en 1099, y durante las estancias en el monasterio de Cluny yen casa del arzobispo de Lyon. Esas andanzas le propiciaron unconocimiento directo de importantes acontecimientos de la época, comoreflejan sus escritos historiográficos10. En 1100 se produjo unenfriamiento en las relaciones con Anselmo, cuando éste supo queEadmero estaba escribiendo su vida y le ordenó destruir el texto; elsecretario accedió, pero guardó copia y continuó el relato después de lamuerte de Anselmo11.

Durante los años de sede vacante (1109-1114) estuvo Eadmero enChrist Church. En 1116, como secretario del nuevo arzobispo, Radulfod’Escures, emprendió nuevos viajes, marcados por la disputa con Yorksobre la primacía de la sede de Canterbury12, un conflicto que obligó aambos a ausentarse a Normandía. Eadmero tuvo que regresar a Canterburyen 1119 por motivos de salud. En 1120 fue nombrado obispo de SaintAndrews en Escocia; se trasladó allí, pero las dificultades político-

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13. Algunos historiadores (DHGE, LMA, BBKL) proponen 1124 y 1128, con dudas; otrossugieren 1141 por motivos mariológicos (DSp, Marienlexikon, etc.), porque ven el tratadosobre la Inmaculada Concepción como reacción de Eadmero a una carta de san Bernardo–que sitúan entre 1137 y 1138– en contra de la celebración de esta fiesta. H. Thurston,que identificó la obra como propia de Eadmero y publicó la edición crítica (1904), admitela fecha tardía por ese motivo, aunque no la da por segura; es posible que su opinión hayainfluido en los autores que optan por retrasar la fecha.

14. Cfr. R.W. SOUTHERN, Saint Anselm and his Biographer..., o. c. en nota 5, p. 240; idem, SaintAnselm. A Portrait..., o. c. en nota 5, p. 421.

15. Eadmeri Historia Novorum in Anglia, et Opuscula Duo De Vita Sancti Anselmi et QuibusdamMiraculis suis. Edited from manuscripts in the Library of Corpus Christi CollegeCambridge by M. Rule, Longman, London 1884.

16. Cfr. R.W. SOUTHERN, Saint Anselm. A Portrait..., o. c. en nota 5, pp. 247-248.

eclesiásticas relacionadas con la primacía de Canterbury le obligaron avolver en 1121 sin haber recibido la consagración episcopal. Tras la muertede Radulfo d’Escures en 1122 ejerció el cargo de chantre (precentor) delmonasterio, dedicándose al mismo tiempo a escribir. No hay certeza sobrela fecha de su muerte, y las propuestas de la historiografía son muyamplias13. Southern propone como terminus post quem el año 1128, sindescartar que haya vivido algunos años más, aunque en ese caso sin unavida activa; no ve fundamento para retrasar la fecha de la muerte hasta elaño 1141 o los siguientes14.

b) Escritos

La obra de Eadmero es mucho más amplia que su aportaciónmariológica. Su talento de cronista se manifiesta sobre todo en dos obrasmás extensas. Una de ellas, la Historia Novorum in Anglia, terminada en1122, es un relato de testigo ocular de las relaciones de Anselmo con elpoder político durante su episcopado, con algunas añadiduras posterioreshasta la muerte de Radulfo d’Escures15; el título alude a las “cosas nuevas”como usos y costumbres introducidos en Inglaterra después de laconquista16. La biografía de san Anselmo, en cambio, estaba pensada comouna semblanza, según expresa el título: De vita et conversatione Anselmiarchiepiscopi Cantuarii, que Eadmero comenzó en 1093 e interrumpió en1100 –como ya se ha dicho–, terminándola después de la muerte delarzobispo. Tiene el mérito de reseñar no sólo los hechos sino también la

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La Anunciación.

Bodleian Library. Oxford.

palabra hablada de Anselmo, aunque es evidente el cambio de contenido yestilo en la parte escrita después de 110017. Eadmero entendía ambas obrascomo diferentes y complementarias, según explica en el prefacio de labiografía18. Además, movido por su interés en historiar el pasado anglo-sajón, escribió varias vitae: de los santos Bregwin (†764), Oda (†958) yDunstan (†988), arzobispos de Canterbury; y de Wilfrid (†709) y Oswald(992), arzobispos de York19. Se conservan también varios opúsculos dehagiografías y oraciones20.

Eadmero ha dejado finalmente dos escritos marianos que durante siglosse atribuían a san Anselmo. El primero, aunque no consta la fecha, es Deexcellentia Virginis Mariae, una meditación doctrinal destinada muyprobablemente a una audiencia monástica. Se consideraba como de sanAnselmo hasta entrado el siglo XX, pero actualmente está clara laautenticidad eadmeriana21. El Tractatus de Conceptione Sanctae Mariae, escritobastante más tarde, se atribuía igualmente a san Anselmo hasta la edicióncrítica del texto en 190422. El hecho de ser transmitido bajo ese nombre

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17. Cfr. ibidem, 410-414, 422-428.18. Cfr. The Life of St Anselm..., o. c. en nota 5, 1-2.19. Los textos se encuentran en PL 159: Bregwin (753-760), Dunstan (785-800), Wilfrid

(713-752), Oswald (761-786); el de Oda en Anglia Sacra II, pp. 78-87.20. Opuscula de Sanctorum veneratione et obsecratione, editados por A. WILMART, Revue des sciences

religieuses 15 (1935), pp. 184-219, 354-379. Comprenden, además de una breve exhortacióna la veneración de los santos, tres breves hagiografías y dos oraciones. En cuanto a otrosdos opúsculos (De beatitudine caelestis patriae, PL 159, 587-606, y De similitudinibus, ibidem,605-708), no está aclarada la autoría, ya que intervino Eadmero como redactor parcial ocompilador, cfr. R. W. SOUTHERN, Saint Anselm. A Portrait..., o. c. en nota 5, pp. 385-394.

21. El manuscrito lleva por título: Consideratio Edmeri peccatoris et pauperis Dei de excellentiagloriosissimae Virginis Matris Dei, PL 159, 557-580 (Edmer es la pronunciación inglesa deEadmer, por lo que el nombre aparece de las dos formas). Aunque constaba el nombre delautor, la obra fue atribuida posteriormente a Anselmo, hasta establecer la autoría deEadmero, cfr. R. W. SOUTHERN, Saint Anselm and his Biographer..., o. c. en nota 5, 287-290.Así, por ejemplo, en el DThC IV (1911), col. 1.977 se atribuía todavía a Anselmo.

22. El título completo en el manuscrito (del códice 371 del Corpus Christi College Cambridge)dice: De Conceptione Sanctae Mariae editum ab Eadmero monacho magno peccatore. La edición crítica:EADMERI MONACHI CANTUARENSIS Tractatus de Conceptione Sanctae Mariae, olim Sancto Anselmoattributus, nunc primum integer ad codicum fidem editus adiectis quibusdam documentiscoaetaneis a P. Herb. Thurston et P. Th. Slater, S.I., Herder, Friburgi Brisgoviae 1904. Existeuna traducción francesa (EADMER, La Conception Immaculée de la Vierge, introduction et traductionpor B. DEL MÁRMOL, Abbaye de Maredsous, Maredsous 1923) y una alemana (EADMER, DieEmpfängnis der seligen Jungfrau, übertragen von Carl Feckes, Paderborn 1954).

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contribuyó sin duda a la autoridad que se le concedía y de este modotraspasó en mucho la intención del verdadero autor, que respondía más biena un interés local, como veremos. La fecha de esta obra es incierta ydiscutida, pero podría situarse en torno a 112823.

3. El contenido de las obras sobre la Virgen María

Comenzamos el estudio de la mariología eadmeriana con unadescripción del contenido de ambas obras para destacar las características decada una y discernir su complementariedad.

a) De excellentia Virginis Mariae

La obra está estructurada en doce capítulos con un desarrollo lineal.Comienza con una invitación a contemplar despacio (ruminare) el misteriode la Encarnación, por el cual la Virgen María es Madre de Dios. El seno deMaría es el lugar (thalamus Dei, aula Dei) donde se realiza la Encarnación ytambién la vía por la cual el Hijo de Dios hecho hombre llega al mundo. Sepercibe desde el inicio la conjunción de los hechos históricos conocidos porla Revelación, la meditación sobre ellos y la reflexión teológica expresadacon una terminología muy precisa; estos tres elementos se mantienenarmónicamente enlazados a lo largo del discurso.

Después de esas palabras iniciales y una breve oración a la Virgen, comosi fuese una captatio benevolentiae, Eadmero quiere hablar de la existencia realde Santa María (capítulo II), dando por conocidas las profecías bíblicas quela anunciaron. Se atiene al hecho de su nacimiento por generación humana,

23. La discusión de los estudiosos se mueve entre las fechas de ca. 1124-1129 y los años 1140-1141, según se admita o no la influencia de la carta 174 de San Bernardo de Claraval (ca.1130) a los canónigos de Lyon, a la que reaccionaría Eadmero. H. Thurston, en suintroducción a la edición crítica (De Conceptione..., o. c. en nota 22, XXXVI-XXXVII), alno saber con seguridad si Eadmero murió en 1124, no descartaba esa hipótesis. Sobre estadiscusión, vid.: J. A. ALDAMA, “Eadmero y San Bernardo”, EphMar 10 (1960), pp. 489-498; el autor analiza con exactitud las distintas propuestas y demuestra que tal hipótesiscarece de fundamento, por lo que sitúa la fecha de la obra hacia 1127-1128. La propuestade Aldama coincide a su vez con la última sugerencia de Southern que habla de “haciafinales de los años veinte” (Saint Anselm. A Portrait..., o. c. en nota 5, p. 435).

Tabla derecha del Díptico de Wilton. Hacia 1395. National Gallery. Londres.

24. Se refiere a De Nativitate Mariae, un texto apócrifo del pseudo-Mateo, que se atribuía alevangelista Mateo y que supuestamente tradujo san Jerónimo del hebreo al latín. Narradiversos hechos milagrosos sobre el nacimiento y la infancia de María. Cfr. Marienlexikon...5 (1993), 372.

sin dar crédito a narraciones extra-evangélicas como la que se atribuíaentonces a San Jerónimo24, para evitar que “alabemos a la Virgen Maríabasándonos en cosas dudosas, cuando las fuentes autorizadas ofrecenmateria más que suficiente para quien quiera honrarla”. Considera queprecisamente por su excelencia singular entre las criaturas es necesario

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25. De excellentia..., o. c. en nota 21, 560. El texto se cita en adelante de este modo, según PL 159.26. Ibidem, 561: “qualis apparatus omnis boni putamus fiebat pro adventu coelestis Regis et aeterni in

corde sacratissimae Virginis, quae illum non solum erat transitive hospitatura, sed etiam exsubstantia sua factum hominem paritura”.

27. Ibidem: “Cum igitur in his quae tantopere Deo placent sancta virgo Maria tam excellenter illiplacuit, ut nequaquam crediderim ipsam ulla ratione excellentius placere potuisse, nimirumtenemos fide, ab omni, si quid adhuc in illa originalis sive actualis peccati supererat, itamundatum cor illius ut vere super eam Spiritus Dei, scilicet super humilem et quietam et trementemverba sua totus requiesceret, ipsam voluntati Dominicae castissimo ac simplici corde obedientemomni holocausto suavius acceptaret, virtuteque Altissimi obumbratam, Filium Dei ex illaincorporaret”.

28. Ibidem, 561-562: “Intendat, inquam, et contempletur, videat et admiretur unum Filium sibiconsubstantialem, coaeternum, coomnipotentem, ex sua natura sine initio Deus Pater genuit, et pereum omnes creaturae visibiles et invisibiles ex nihilo fecit. Hunc igitur sibi tam unicum quamdilectissimum, et in omnibus omnino aequalem, non passus est remanere solummodo suum, sedeumdem ipsum voluit in rei veritate esse beatae Mariae unicum, et dilectissimum, et naturalemfilium, nec ita ut duo essent, unus videlicet Fiius Dei, alius filius Mariae, sed idem ipse qui FiliusDei, in una persona esset filius Mariae, et qui filius Mariae, unus et idem esset in una personaFilius Dei”.

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apoyarse en un firme criterio de verdad. No obstante atisba, pensando desdela fe, que al nacimiento de María antecederían signos admirables, pero sóloDios sabe cuáles; además, el hecho de que esto permanezca oculto en Diospuede aumentar nuestra veneración25.

El capítulo III versa sobre la Anunciación. Nuestro autor da porsupuesta la total pureza de María en cuerpo y alma, mantenida “bajo lacustodia constante de los ángeles” con vistas a la llegada del Rey celeste yeterno, que no sólo sería huésped suyo sino que se encarnaría de ella26. Alabala humildad, obediencia y fe de María al dar su respuesta al anuncio de laEncarnación. Y añade que si acaso en ese momento hubiese habido algúnresto de pecado original o actual, admitimos por fe que fue totalmentepurificada27. Por tanto no excluye la Concepción Inmaculada sino que señalael límite intocable del credendum; es un tema que tratará a fondo en la otraobra, como veremos. Invita después a considerar los méritos de la Virgen ya contemplar el misterio de la Encarnación redentora del Hijo de Dios,empleando los términos de los documentos magisteriales28.

En el capítulo IV, Eadmero se detiene en la relación entre Madre e Hijoque se constituye por la Encarnación (qui unico dilectionis fervore sesealtrinsecus amant); “único” significa que es un amor mutuo y exclusivo, al

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29. Ibidem, 564: “Estne, putatis, ulla mens hominis, quae modum hujus dilectionis, quam Deus ad hancvirginem habuit, queat penetrare, quando et illi, quod charius [sic] amabat, sic integre servavit, aceam tam digne et caste fecundatam, sui ipsius matrem fecit?”.

30. Ibidem, 565: “Nec mirum, ipse enim spiritus Dei, ipse amor omnipotentis Patris et Filii, ipseper quem et in quo amatur omne quod bene amatur, ipse, inquam, corporaliter, ut ita dixerim,venit in eam, singularique gratia prae omnibus quae creata sunt, sive in coelo sive in terra,requievit in ea, et reginam ac imperatricem coeli, et terrae et omnium quae in eis sunt feciteam...”.

31. Ibidem, 567: “(...) cum illum, quem te virginem concepisse, virginem peperisse, et post partumvirginem noveras permansisse...”.

tratarse de una filiación que sobrepasa la ley de procreación humana. Dichoesto, pasa a profundizar en el misterio de la virginidad y maternidad enMaría. Dios eterno, autor de los tiempos, amó a la Virgen antes de crearla“con un amor que no se puede concebir más grande” y la hizo Madre suya,dejando intacta su virginidad. María amaba la virginidad –pues entendíaque agradaba sumamente a Dios– y también la fecundidad, pues sin ella–como hija de Israel– temía atraerse la maldición de la Ley. Ante taldificultad insoluble, optó por consagrar su virginidad al Dios de la Ley,poniendo en Él toda su confianza, segura de que en su bondad y sabiduríale evitaría cualquier maldición de la Ley y cualquier pecado. Y su confianzano fue defraudada, concluye Eadmero, porque Dios no sólo resolvió esedilema inicial sino que colmó ambas aspiraciones suyas de manerainimaginable29. Llegado a ese punto, invita a sus oyentes a la contemplacióndel misterio, se dirige a la Virgen María, considera el cuidado y afecto quederrocharía en Jesús Niño, habla a Cristo del amor que le tiene su Madre,añade una consideración espiritual y termina señalando un aspecto nuevodel misterio de la maternidad divina: Dios la hizo no solamente su Madresino que por la misma Encarnación, fue constituida también reina yemperatriz de todo lo creado30.

Eadmero continúa la narración de los Evangelios y se detiene acontemplar el estado de ánimo de María (status animi) –poniéndose en sulugar– durante la pasión y muerte de Jesús (capítulo V). La descripcióndesemboca en una oración dirigida a María, en la cual expresa la fe en superpetua virginidad31 y anuncia que el inmenso dolor dará paso a la alegríade la resurrección.

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LA MARIOLOGÍA DE EADMERO DE CANTERBURY

La alegría de la resurrección que experimenta María (capítulo VI) esimpenetrable para la mente, incluso la de los ángeles, afirma nuestroautor. Con el realismo de historiador que le caracteriza se conforma con lasobriedad de la noticia evangélica. Si alguien le preguntara por qué eltexto sagrado no menciona ninguna aparición del Resucitado a María, éldiría lo que una vez “oyó a un sabio”: la autoridad de la narraciónevangélica consiste precisamente en que no deja nada pendiente, ni hayen ella nada inútil ni superfluo. Por eso, argumenta Eadmero, si el textorevelado dijese algo de esto, sería superfluo, porque pondría a María, lareina de todo lo creado, al mismo nivel de las personas a las que Cristoapareció; superfluo sería también, porque el Espíritu Santo quedescansaba en ella le revelaba más claramente el ser y los hechos de Cristo,de modo que los evangelistas tendrían que reseñar entonces todas esasrevelaciones privadas. La alegría de María aumentó cuando “vio a su Hijoascender corporalmente a los cielos”, dice Eadmero, y más aún cuandopresenció la venida del Espíritu Santo y los frutos de la Redención enmultitud de personas. Su gozo se refería al cielo, donde Cristo reinabaglorioso como vencedor de la muerte; se extendía a la tierra al ver laliberación de los hombres por quienes había muerto su Hijo; finalmentealcanzaba toda la creación, a la que veía libre de la opresión del pecado.Sigue una breve oración a María y una invitación a todos para acudir a suintercesión, como un atajo para que nuestras peticiones sean escuchadascon más rapidez.

El siguiente capítulo (VII) se titula “La alegría de Santa María por laAscensión de su Hijo”, que ya había mencionado, pero añade ahora unaspecto nuevo: por revelación del Espíritu Santo sabía la Virgen Maríaque al final de su vida sería llevada a la felicidad del cielo, vería a su Hijoigual al Padre omnipotente y Ella, bajo Él, reinaría con perenne derechosobre toda criatura. Después de una oración a Cristo plantea laconveniencia de que el Hijo precediera a la Madre para prepararle unlugar y tenerla junto a Sí, porque si a sus discípulos les había prometidoque les prepararía un lugar, con más razón lo haría con su Madre. Por otraparte, el retraso de su Asunción, lejos de disminuir el amor gozoso de laVirgen, lo aumentaba, porque su felicidad consistía en estar donde Diosla quería.

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32. Ibidem, 572: “Dies enim illa non solum te, domina, ineffabiliter sublimavit, sed coelum ipsum, quodpenetrasti, necnon ultra quae in eo sunt, nova et ineffabili gloria decoravit. Nova quidem gloriacoelum decoravit, quia priorem gloriam ejus ex praesentia tui, ultra quam dici possit aut cogitari,magnificavit. Nam cum tu, domina, illuc ascendis, nova illud et praecellenti virtutum tuarumdignitate irradias, immensaque miserationum et gratiarum luce perlustras”.

33. Ibidem, 573: “Pura enim sanctitas et sanctissima puritas piissimi pectoris ejus, omnem omniscreaturae puritatem sive sanctitatem transcendens, incomparabili sublimitate hoc promeruit utreparatrix perditi orbis dignissime fieret”. Este texto lo cita S. Pío X en la Encíclica Ad diemillum: “Ex hac autem Mariam inter et Christum communione dolorum ac voluntatis, promeruit illaut reparatrix perditi orbis dignissime fieret (Eadmeri Mon., De excellentia Virg. Mariae c.9), atque ideo universorum munerum dispensatrix, quae nobis Iesus nece et sanguine comparavit”,Documentos marianos, IV, BAC, Madrid 1954, p. 371. Vid. I. RUIDOR, “La Realeza de Maríaen Eadmero”, Estudios eclesiásticos 28 (1954), p. 125.

La continuación de estas consideraciones (capítulo VIII) es precisamente“La Asunción de María, Madre de Dios”. Eadmero imagina el recibimientode la Virgen en el cielo: “Jesús, Dios y Señor de todas las cosas (Deus etDominus omnium), Hijo de esta castísima Virgen y Señora de lo creado(domina rerum)” la acoge, en presencia de innumerables ángeles y santos.La expresión domina rerum aparece con cierta frecuencia en estos textos.Viene después una larga oración dirigida a la Virgen, que comienzadiciendo que con su presencia en la gloria celeste “añade” un nuevo brilloal mismo cielo32. No hay mención de si fue una asunción corporal: ni seafirma ni se niega, pero el contexto y la forma de expresarse permitenconjeturar que nuestro autor pensaba en la asunción en cuerpo y alma.

En los tres capítulos siguientes reflexiona Eadmero sobre el beneficioque la Virgen María supone para toda la creación. Por su altísimo gradode pureza y santidad mereció convertirse en “reparadora del orbeperdido”33. El autor se centra primero en la criatura humana (capítuloIX), mostrando su trayectoria y el camino que tiene abierto gracias a losméritos de la Virgen. Señala el estado de justicia original y la caída consus consecuencias hasta el momento en que María, venida al mundo porgeneración humana, fue hallada digna de que en ella se realizase laEncarnación salvadora. Eadmero describe los bienes que Dios otorgó alhombre a través de Ella como “mediadora” (mediatrix): liberados de laley de la muerte, somos levantados para alcanzar la gloria perdida en lacaída original; y esto con creces, porque llegamos a ser hijos de Dios “porel Hijo bendito de la Madre bendita” y por Él (ipso auctore) hermanos

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34. De excellentia..., o. c. en nota 21, 575: “Quod igitur tantum patrem et tantum fratrem sortitisumus, utique beatae Mariae ascribere debemos, cujus integerrima fecunditate in tantam diginitatemsurreximus; quam quidem dignitatem nostra natura nequaquam adepta fuisset, si illius fecundavirginitas Deum de sua substantia non genuisset”.

35. Ibidem, 576: “Omnes igitur rerum formae informi quadam et contumeliosa obfuscatione tegebantur,eo quod ipsi, qui Deum suum incessanter offendebat, ministrare se subdi sine intermissionecogebantur”.

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suyos. El papel de María en el don de la filiación divina que recibimosnosotros se basa en su “virginidad fecunda”34. Este don llega a superfección definitiva en el cielo, cuando todos los salvados se vensemejantes a Cristo y coherederos con él, a la vez que experimentan demodo inimaginable el amor fraterno y contemplan a María reinandojunto a su Hijo sobre todas las cosas, una criatura humana como elloshecha reina de los ángeles.

Se amplía después esta perspectiva (capítulos X y XI), mostrando elprovecho que María aporta a la creación entera. El pecado de origen afectóa todas las criaturas materiales en un doble aspecto: el hombre perdió susderechos sobre ellas al desordenarlas, y las criaturas mismas quedaroninjustamente oprimidas al tener que obedecer a quien había negado laobediencia debida al Creador. Este mal afectaba a todas las cosas creadas ensu misma constitución35, “hasta que empezó a existir María”: al encarnarseen Ella el Hijo de Dios, la naturaleza humana podía recuperar en Él sudignidad originaria y ninguna criatura había de sufrir ya violencia en suconstitución natural (species), sino que todas ellas podían ser liberadasvolviendo a su condición primigenia y a su dignidad inicial de ser útiles alhombre creado a imagen de Dios.

Eadmero señala también otro aspecto de la relación entre las criaturasmateriales y el hombre (capítulo XI). La condición corpóreo-espiritual en laque había sido creado, le permitía descubrir, a través de las cosas creadas, latrascendencia sublime del Creador. La disminución de esta capacidad por elpecado de origen no sólo afectó al hombre, sino también a la dignidad delas mismas cosas naturales como medio de conocimiento de Dios. Este bienfue puesto de nuevo al alcance del hombre por Cristo Redentor nacido deMaría, y también las otras criaturas recuperaron su honor y su dignidad; nose trata de una meta ya alcanzada, sino de una llamada dirigida al hombre

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36. Ibidem, 577: “Verum, in cognitionem Dei homine per hunc Agnum revocato, omnis etiam aliacreatura in statum suae conditionis et honore proprii congenitique decoris est revocata”.

37. Cfr. ibidem, 578.38. Cfr. ibidem. Las dos primeras comparaciones están citadas en la Encíclica Ad caeli Reginam

(11-X-1954), de Pío XII, hablando de Eadmero como piissimus S. Anselmi discipulus,Documentos marianos, IV, BAC, Madrid 1954, p. 801; vid. I. RUIDOR, “La Realeza deMaría...”, o. c. en nota 33, p. 125.

39. Según Geenen, la primera parte (nn. 1-20) es propiamente la exposición sobre laInmaculada Concepción, mientras que la segunda (nn. 21-41) considera los aspectossoteriológicos de la maternidad divina de María, cfr. G. GEENEN, “Eadmer, le premierthéologien de l’Immaculée Conception”, Virgo Immaculata, Acta Congressus Mariologici-Mariani, vol. V, Academia Mariana Internationalis, Romae 1955, 90-136, aquí pp. 118 y123; DSp 4 (1960), 3. La obra De Conceptione... se citará en adelante según la edición deThurston y Slater, con la numeración de párrafos que utiliza. El texto, excepto algunospárrafos y con diferente grafía, se encuentra en PL 159, 301-318.

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y con él a toda la creación, junto con el ofrecimiento de los medios parapoder seguirla36. Nuestro autor, mediante una analogía con el obrar divino,formula en cuatro tesis lo que deben a María tanto las criaturas racionalescomo las irracionales37: 1) Dios en su potencia es Padre y Señor de todo;María es por sus méritos madre y señora de todas las cosas (mater et dominarerum) en cuanto las repara. 2) Dios, Señor de todo, constituye, por supropio poder, cada cosa en su naturaleza; María, domina rerum, restituye, porel mérito de la gracia, la dignidad originaria a todas las cosas. 3) Diosengendró de su sustancia al que dio origen a todas las cosas; María, de supropia carne, dio a luz al que restituyó todas las cosas en el decoro de laprimera creación. 4) Ninguna naturaleza (nulla rerum species) subsiste sinopor obra del Hijo de Dios; nadie se libra de la ley de la condenación si nole absuelve el Hijo de María38. La obra termina en una larga oración dirigidaa la Virgen María, que desarrolla la confianza en su misericordia y poder deintercesión.

b) De Conceptione Sanctae Mariae

Esta obra no está estructurada en capítulos, aunque es posible distinguirdos partes39. Como explica Eadmero, la ocasión es un 8 de diciembre,festividad de la Inmaculada Concepción, que antiguamente se celebraba enmuchas partes, que fue suprimida después y recuperada más tarde, auqueno en todos los lugares. Lo lamenta y quiere dar razones que justifiquen la

40. Cfr. De Conceptione..., o. c. en nota 22, 1-3. 41. Remito al estudio ya citado en nota 23: J. A. DE ALDAMA, “Eadmero y San Bernardo”...,

pp. 497-498.42. De Conceptione..., 6: “Nec mirum: fundamentum siquidem et quasi quoddam seminarium civitatis

et habitaculi summi boni in ea ponebatur, et mansio lucis aeternae et templum, quod corporaliterinhabitaret ille incorporeus et incircumscriptus et creans simul et vivificans omnia spiritus,parabatur”.

43. Cfr. R. W. SOUTHERN, Saint Anselm. A Portrait..., o. c. en nota 5, p. 420.

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celebración40; esa intención reaparece en distintos momentos del hiloargumental, como un interés por hacerlo entender a sus lectores. El texto ylos hechos que rodean la obra permiten pensar que en el propio monasteriode Eadmero, en Christ Church, aún no se había logrado introducir de nuevola fiesta y que había personas empeñadas en impedirlo41. Concede granimportancia a “la fe de los sencillos” que en su amor devoto a la Madre deDios no escatiman ninguna muestra de honor y alabanza. Aunque laSagrada Escritura sólo anuncia su venida, sin dar noticia de su nacimientocomo en el caso de Jesucristo y de Juan el Bautista, él quiere plantear lacuestión de su origen –la concepción–, mostrando que no es absurdo nicontrario a la fe el hecho de que los sencillos la estimen tanto42.

Sin embargo, al basarse en la fe de los sencillos, no asume todas las fuentesque la alimentan. Así, no se hace eco de los escritos apócrifos que rodeaban dehechos milagrosos la concepción, el nacimiento y la infancia de María.Tampoco asume, ni menciona siquiera, la leyenda de Aelsi, el abad deRamsey, que supuestamente tuvo una aparición de la Virgen María por el año1085, en la que recibió la promesa de librarse de un grave peligro marítimosi difundía la fiesta de la Inmaculada Concepción. Estos relatos circulaban ensu época y se consideraban como argumento a favor de la fiesta43.

Eadmero parte de lo que está realmente revelado y es objeto de fe: elmisterio de la Encarnación. Desde este misterio, le parece congruente queel mismo origen de Santa María –su concepción– estuviera preparada porDios de un modo tan sublime que excede nuestra capacidad de entender.Aporta argumentos de la Sagrada Escritura, en primer lugar la profecía deIs 11, 1-2, que cita literalmente según la Vulgata, y explica que María es elretoño que sale de la raíz de Jesé, y la flor es Cristo en quien habita laplenitud de la divinidad. Si la concepción de María era el fundamento de la

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44. De Conceptione..., o. c. en nota 22, 9: “Magnificentiam tamen operationum virtutis divinae quadamquasi mentis lippitudine pro posse considerans, videor mihi videre quia, si quid originalis peccati inpropagatione matris dei et domini mei extitit, propagantium et non propagatae prolis fuit”.En este sentido distinguirá la teología posterior entre generación activa y pasiva,cfr. J. L. BASTERO DE ELEIZALDE, María, Madre del Redentor, Eunsa, Pamplona 1995, p. 240.

45. Ibidem, 10.46. Cfr. ibidem, 13.

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morada del Sumo Bien, ¿cómo podía mancharse con el pecado de origen?Trae a colación también el hecho de que el profeta Jeremías y Juan elBautista fueron santificados antes de nacer, y por eso ve congruente que laMadre de Dios, revestida de una dignidad mucho mayor, esté libre de todamancha de pecado desde el mismo origen de su existencia. De todos modos,si acaso se hubiera dado alguna sombra de pecaminosidad en la concepciónde María, afectaba sólo a quienes la engendraban, pero no a la que eraengendrada44. Para ilustrarlo, acude al conocido símil tomado de lanaturaleza: el interior de la castaña se desarrolla perfectamente sin estar encontacto con las espinas de la envoltura exterior; si Dios hace esto con elfruto de un árbol, ¿acaso no puede hacer algo similar con el ser humano quehabía elegido para habitar corporalmente en él? Aunque por generaciónnatural humana María hubiera sido concebida entre las espinas del pecado,el poder divino podía mantenerla lejos de ellas. Esta explicación concluyecon la frase lapidaria: Potuit plane. Si igitur voluit, fecit45.

Hecha esta afirmación, Eadmero se dirige a la Virgen María que, al serelegida como Madre de Dios, es la obra más digna de todas cuanto hizo elCreador y por eso mismo Señora y emperatriz del universo. Es cierto –dicecitando Rom 5, 12– que en Adán todos pecaron, pero como Ella no es unacriatura más sino de una dignidad mucho mayor, su concepción no podíaestar sometida a la misma ley de los demás seres humanos; más bien, por elobrar poderoso de Dios –impenetrable para la mente humana– tenía que estarlibre de toda contaminación de pecado. Aquí interrumpe el modo de oracióny añade dos argumentos más. Como Cristo vino para restablecer la paz rotapor el pecado, convenía (decebat) que su Madre estuviera totalmente libre decualquier contagio de pecado en toda su existencia. Además, si Dios mediantesu gracia preservó de pecar (servavit) a los ángeles fieles, ¿cómo no era capazde preservar (servare) de toda mancha de pecado a la que sería su Madre?46.

47. De Conceptione..., o. c. en nota 22, 12. Ya se había expresado antes (n. 9) en estos términos. Lorepetirá de otro modo, poniendo el acento sobre el carácter opinable de ambas posiciones y lalibertad de exponer la suya propia, mientras no hubiese una decisión magisterial de la Iglesia(nn. 13 y 20).

48. Cfr. ibidem, 17. Esta afirmación se convertirá en oración dirigida a María (n. 18).49. De Conceptione..., 18: “Te igitur, domina, quam in tantum culmen praedestinavit et extulit divina

potentia, quam tot praerogativis ditavit cuncta disponens dei [sic] sapientia, quam sibi matrem elegitad mundo subveniendum ipsa omnium salvandorum ineffabilis misericordia, crederimne, quaeso, temorte peccati, quae per invidiam diaboli occupavit orbem terrarum, in tuo conceptu potuissepraegravari?”.

50. Ibidem, 19.51. Ibidem, 21.52. Cfr. ibidem, 25.

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En medio de esta explicación, como en otros lugares de la obra, nuestroautor hace una declaración explícita de atenerse a la fe de la Iglesia: si es una“sentencia católica” que María no estuvo libre de pecado original hasta laAnunciación, no lo va a negar, pero él tiene un planteamiento más elevado(altior consideratio) y que nadie le censure por ello, a no ser que exista certezade que es contrario a la fe cristiana47.

Después argumenta Eadmero la Inmaculada Concepción de María desdeotra perspectiva: la salvación. Dios haciéndose hombre quiso liberar a lahumanidad del estado en que se encontraba tras el pecado original.Predestinó y preordenó para ello a María (praedestinata fuit et praeordinata)48.Conforme a la sabiduría divina, la naturaleza de la cual el Hijo de Dios sehacía hombre tenía que ser humana y estar previamente limpia de todocontagio de pecado49. Y Dios podía extraer de la massa peccatrix unanaturaleza inmune de pecado. Ahora bien, sería impropio de Dios –enquien no se da el sí y el no– que no llevase a término este plan50. Nosencontramos de nuevo con el razonamiento potuit - voluit - fecit.

Igual que en la otra obra, Eadmero afirma que el Hijo de Dios se hizohombre únicamente para salvarnos y expiar el pecado de Adán. Pero no sólonos recuperó lo perdido, sino que nos alcanzó una mayor felicidad en el cieloque si los primeros hombres no hubieran pecado51. Describe, desde laperspectiva del cielo, los bienes de la Redención: contemplar a Cristo glorioso,la alegría de los ángeles al ver a los hombres redimidos, la Virgen María comoReina y Señora. Elogia la excelencia de la Virgen con expresiones similares alas que empleaba en la obra anterior, que terminan en forma de oración52.

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53. Son los números 27-41, que abarca el resto de la obra.54. Ibidem, 37: “Gaude igitur et exulta, humana natura; omnia quippe tibi prospera christus filius

sanctae mariae paravit, dum se ex ea propter te in substantiae tuae veritate creavit”. El textooriginal escribe los nombres con minúscula.

55. Ibidem, 41: “Sis igitur deletis ac dimissis peccatis nostris, tali erga nos, propter dulcem amoremducissimae matris tue, ut reipsa experiamur te misericordiam illam veraciter esse, quam ipsa pioore confessa est se ob salutem generis humani de suae carnis substantia verum hominem genuisse.Amen”.

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Al mismo tiempo recuerda Eadmero la realidad histórica del pecado original,que era de soberbia y desobediencia. Lo hace dirigiéndose a los protagonistas dela Redención53: a Eva, a Adán, a ambos juntos, a Dios en cuanto Creador yRedentor, a quien debemos estar agradecidos, amar y obedecer, y esperar en Élcon segura confianza. Se dirige también a los hombres pecadores diciéndoles queteniendo a Cristo no cabe desesperar. A Cristo le dice que acogemos con gozo elconsejo que él mismo nos da para nuestro mayor bien, que es acudir a su Madrepara que nos guíe y socorra. Sigue una larga oración a la Virgen, sobre su poderde intercesión, recordándole su papel en la historia de la salvación, sumisericordia que está en continuidad con la de Dios Padre y Dios Hijo. Despuéshabla a la humanidad, invitándola –en términos muy concisos– a alegrarsede la salvación obrada por Cristo, Hijo de María54. Acude nuevamente aMaría con peticiones concretas, y termina la obra hablando a Cristo55.

4. Características de la mariología de Eadmero

Como ya se ha podido observar, las dos obras que se acaban de reseñardestacan por su riqueza doctrinal, no sólo en los temas específicamentemarianos. Están en continuidad con la tradición y han sido elaboradas con unmétodo de recursos variados. Consideremos sucesivamente estos tres aspectos.

a) El contenido de la mariología eadmeriana

La base de las reflexiones mariológicas de Eadmero es la existencia reale histórica de María que conocemos por la Revelación y coloca esta noticiabajo la luz de los misterios más altos de la fe: la Trinidad, la creación–particularmente la del hombre con su elevación sobrenatural y su caída- yla Encarnación redentora.

56. Southern habla de un cambio de parecer en Eadmero por la proximidad a Anselmo cuandoescribió esa obra, cfr. Saint Anselm. A Portrait..., p. 435. De modo similar: G. GEENEN,“Eadmer, le premier théologien de l’Immaculée Conception...”, o. c. en nota 39, p. 99 y 111;“Eadmer”, Marienlexikon..., o. c. en nota 6, II, 268. Cecchin afirma incluso que Eadmero secontradice en ambas obras: A. M. CECCHIN, “Bulla Ineffabilis Deus et Eadmerus”,Marianum 4 (1944), 97-107, aquí p. 102. En cambio, Spedalieri interpreta que en laprimera obra el autor habla en términos hipotéticos, y en la segunda se pronunciaclaramente, cfr. F. SPEDALIERI, “Anselmus per Eadmerum. De mente S. Doctoris circaImmaculatam B. V. Conceptione”, Marianum 5 (1943), 205-217; Ruidor opina queEadmero expresa en la primera obra veladamente lo que afirma de modo claro en lasegunda, cfr. I. RUIDOR, “La Concepción Inmaculada en el siglo XII”, Estudios eclesiásticos28 (1954) 445-472, aquí p. 464.

57. Supra, nota 27.58. Cfr. F. M. MILDNER, “The Immaculate Conception in England up to the time of John Duns

Scotus”, Marianum 1 (1939), p. 208.

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Un punto clave en este marco es la predestinación y preordenación deMaría como Madre del Verbo Encarnado conforme a la voluntadomnipotente y la sabiduría de Dios. Aquí radica, para nuestro autor, laexcelencia de María en un doble aspecto: la plenitud de gracia y lainmunidad total de pecado, incluida la ausencia de toda mancha o sombrade pecado original que se interpusiese entre Dios y Ella. En este últimoaspecto se percibe un contraste entre ambas obras, porque en De excellentiase expresa con enorme cautela, dando la impresión de admitir –con otrosteólogos de su tiempo– que María no fue totalmente purificada de pecadooriginal hasta el momento de creer al mensaje del ángel en la Anunciación.En efecto, algunos estudiosos piensan que Eadmero cambió de parecer entreambas obras, mientras que otros ven una continuidad56. Aunque es difícilsaber cuál era la mente de Eadmero en un momento y otro, una lecturaatenta del primer texto57 –considerado en su contexto– permite pensar quehablaba de una hipótesis, no de algo real: “si acaso quedaba algún resto depecado original o actual”, fue limpiado en ese momento... Es posibletambién que por prudencia no quisiese levantar una polémica con Anselmoy otros teólogos de prestigio, tratándose de un tema sobre el que no existíaaún ninguna declaración vinculante del Magisterio.

Eadmero al hablar de “concepción” se refiere al origen o primermomento de la existencia de María, que expresa de diversas maneras(conceptionis eius exordium, primordia conceptionis eius, primordia creationis illius)sin atender a las cuestiones biológicas que se discutían en el Medioevo58.

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59. En concreto, la fórmula definitoria: “...beatissimam Virginem Mariam in primo instante suaeconceptionis fuisse singulari omnipotentis Dei gratia et privilegio, intuitu meritorum Christi IesuSalvatoris humani generis, ab omni originalis culpae labe praeservatam immunem...” (DS 2803).

60. Para Cecchin, María como futura Madre del Redentor era eximida, por virtud divina, dela ley del pecado original, y no en función de los méritos de Cristo (Cfr. A. M. CECCHIN,“Bulla Ineffabilis Deus et Eadmerus”..., 106-107. Geenen discrepa de Cecchin y opinaque Eadmero implícitamente pensaba en una pre-redención de María, porque “nopregravar” era igual a “pre-redimir”, como algo incluido en el decreto de la Encarnación,aunque Eadmero no especifique “en atención a los méritos de Cristo” (cfr. G. GEENEN,“Eadmer, le premier théologien de l’Immaculée Conception”..., o. c. en nota 56, pp. 121-122. Según Del Mármol, en cambio, Eadmero no admite en María ningún debitum peccati,ya que la sublimidad de su predestinación excluye de derecho y de hecho cualquiercontacto con el pecado y el reino del demonio (cfr. B. del Mármol, “MarieCorrédemptrice: Eadmer enseigna-t-il que Marie rachetante fut rachetée?”, VirgoImmaculata, Acta Congressus Mariologici-Mariani, vol. V, Academia Mariana Internationalis,Romae 1955, pp. 194-201.

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Las objeciones doctrinales de los adversarios a la Inmaculada Concepcióneran dos, aunque en realidad una sola: la universalidad de la transmisión delpecado original y la universalidad de la redención. Nuestro autor sale alpaso de estas cuestiones, que no ignora, resolviéndolas desde el plano másalto: la predestinación de María como Madre del Redentor universal lapreserva de todo contagio de pecado. La lectura desde la definicióndogmática de la Bula Ineffabilis Deus ha llevado a algunos estudiosos aplantear si Eadmero pensaba en María como “pre-redimida” en atención alos méritos de Cristo59. Las respuestas no son unánimes60. No es éste el lugarpara discutir la cuestión, ya que nos hemos propuesto estudiar la doctrinade Eadmero en su propio contexto y no es necesario proyectar sobre él lasreflexiones teológicas posteriores. En cualquier caso se puede decir que suplanteamiento tiene amplitud suficiente para dar cabida a precisionesposteriores.

Volviendo a los textos de nuestro autor, nos ofrece una exposiciónprofunda y bella de la confluencia de dos misterios marianos, la virginidadperpetua y la maternidad divina: la virginidad, iniciativa por parte deMaría, parece inicialmente excluir la fecundidad, pero este deseo natural detoda mujer es colmado por el plan de la maternidad divina que Dios realizaen Ella con su libre consentimiento. Todo ello es presentado como unmisterio de amor de Dios que se expresa también en la singular relación deamor mutuo entre Madre e Hijo que no tiene igual en ninguna filiación

61. Cfr. De excellentia..., o. c. en nota 21, 565.62. Por ejemplo, en relación con la resurrección de Cristo (ibidem, 568) y su propia asunción al

cielo (ibidem, 570-571). 63. De excellentia..., o. c. en nota 21, 571: “multa [...] quae in se non solum simplici scientia, sed in ipso

effectu, ipso experimento didicerat de mysteriis ejusdem Domini Nostri Jesu Christi”.64. Es un aspecto todavía poco estudiado en Eadmero. Una exposición escueta, en relación con

la Encíclica de Pío XII Ad caeli Reginam se encuentra en: I. RUIDOR, “La Realeza deMaría...”, o. c. en nota 33, pp. 125-129.

65. A título de ejemplo, reparatrix (De excellentia..., o. c. en nota 21, 573), reconciliatrix (ibidem,580), omnium peccatorum propitiatori aula, singulare totius saeculi propitiatorium (DeConceptione..., o. c. en nota 22, 9), aula universalis reconciliationis (ibidem, 13).

66. De excellentia..., o. c. en nota 21, 574.

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puramente humana. Eadmero muestra también cómo, a través de Cristo, lafecunda virginidad de Maria se extiende a todos los que llegan a ser hijosde Dios por la gracia y herederos de la vida eterna.

En ambas obras destaca la relación íntima y profunda de María con elEspíritu Santo, que se manifiesta de diversas maneras. Desde el inicio de suexistencia la preparó “construyendo” en Ella la morada del VerboEncarnado y descansó en Ella como Amor personal de Dios para obrar laEncarnación, constituyéndola al mismo tiempo en Reina del universoentero61. Además, Eadmero afirma que el Espíritu Santo le reveló unacomprensión más profunda de los hechos y de la doctrina de Cristo, por loque estaba en condiciones de confirmar en la fe a los apóstoles62. Por elmodo de expresarse el autor, era una instrucción similar a una revelaciónprivada, pero a la vez un conocimiento experimental63.

La doctrina de Eadmero sobre el puesto de María en el universo creadoes de una especial riqueza, donde destaca la solidaridad ontológica entre loshombres y las demás criaturas corpóreas. En cuanto futura Madre de Diosle corresponde una relación con toda la creación, corpórea y espiritual, queno tiene ninguna otra criatura: es Reina y Emperatriz del universo yespecialmente del hombre64. Lo es por su singular disponibilidad ycolaboración con la obra de la Redención, y en este sentido Eadmero lallama reparadora del orbe perdido, reconciliadora y propiciatorio65. Por sucorrespondencia plena al plan de Dios mereció ser, para los hombres,mediadora (mediatrix)66. En este aspecto destaca Eadmero, como hemosvisto, que el ejercicio de la mediación de María es algo querido por

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La Inmaculada Concepción (Diego Velázquez). National Gallery. Londres.

67. Del Mármol argumenta que Eadmero considera a la Madre del Redentor, con su pureza sinigual, en un orden distinto y superior al de las demás criaturas, siendo sólo Dios mayor queElla; y concluye que no puede ser “Corredentora” y a la vez “redimida”, cfr. B. DEL

MÁRMOL, “Marie Corrédemptrice...”, o. c. en nota 22, p. 201.

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Jesucristo que nos aconseja acudir a su Madre. En cambio no utiliza el términode corredemptrix que es bastante posterior, pero su mariología da cabida a estadignidad en cuanto resalta, por una parte, la separación absoluta de todopecado y, por otra, la compenetración con la persona y obra del Redentor67.

68. Cfr. De excellentia..., o. c. en nota 21, 570: “...perenni iure dominaturam”; ibidem, 575: “...et jurematerno caelo terraeque cum eodem suo filio praesidentem”.

69. De Conceptione..., o. c. en nota 22, 18: “...quam in tantum culmen praedestinavit et extulit divinapotentia, quam tot praerogativis ditavit cuncta disponens dei sapientia, quam sibi matrem elegit admundo subveniendum...”; cfr. ibidem, 11. Geenen hace notar este hecho, señalando que Eadmerohabla en este contexto siempre de praerogativa, o de insignia o merita, nunca de privilegia, cfr.G. GEENEN, “Eadmer, le premier théologien de l’Immaculée Conception...”, o. c. en nota 39,p. 94, nota 9.

70. Nos basamos en el estudio de Geenen, aunque se refiere sólo a la segunda obra: G. GEENEN,“Eadmer, le premier théologien de l’Immaculée Conception”..., o. c. en nota 39, pp. 122-126.

71. Para De Conceptione, B. del Marmol al hacer la traducción francesa, ha identificado las citas de laSagrada Escritura, cfr. G. GEENEN, “Eadmer, le premier théologien de l’ImmaculéeConception...”, o. c. en nota 39, p. 123, nota 58. Para De excellentia, la edición de PL identificalas citas bíblicas.

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Todos estos aspectos resplandecen de modo especial en la glorificaciónde María en el cielo. Como se ha visto, dedica un capítulo de la primeraobra a la Asunción de la Virgen. No plantea la cuestión de la asuncióncorporal: no la afirma ni la niega, pero el modo de exponer su glorificaciónen el cielo sugiere que la concebía en forma plena y definitiva, con el cuerporesucitado. Se expresa con la suficiente amplitud para dar cabida a estemisterio. La glorificación de María como Reina de todo lo creado no es paraEadmero una perfección añadida, sino que pertenece a su elección comoMadre de Dios, como un derecho otorgado por Dios mismo68.

Si consideramos el contenido de mariología eadmeriana en su conjunto,advertimos que la “excelencia” de María con todas las facetas que se acabande describir estaba ya in nuce en la misma predestinación como Madre deDios y se despliegan en el curso de su vida, resplandeciendo después demodo perenne en el cielo. Quizá por esto no habla Eadmero de “privilegios”sino de “prerrogativas”69.

b) Las fuentes

No es fácil averiguar las fuentes concretas de Eadmero, porque rara vezindica alguna; a esto se añade que las ediciones existentes se centran casiexclusivamente en establecer el texto70.

Es evidente que se apoya ampliamente en la Sagrada Escritura, quereproduce a veces textualmente según la Vulgata, tanto del Antiguo comodel Nuevo Testamento. Los textos aparecen de modo natural en eltranscurso de la exposición, dando la impresión de que han sido meditadosy asimiladas por el autor71.

LA MARIOLOGÍA DE EADMERO DE CANTERBURY

72. Cfr. De Conceptione..., o. c. en nota 22, XVII.73. Cfr. F. SPEDALIERI, “Anselmus per Eadmerum...”, pp. 205-217. En concreto, advierte

Spedalieri, se debe comprender adecuadamente el texto de Cur Deus Homo (II, 16), teniendoen cuenta que el planteamiento negativo sobre la Inmaculada Concepcion en este lugar noes de Anselmo sino de Boso, su interlocutor, y que debe leerse a la luz del De Conceptuvirginali y de las oraciones Ad sanctam Virginem Mariam, sobre todo la tercera.

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En cuanto a los Padres, casi nunca aparece una referencia nominal enestos textos. Se pueden identificar expresiones de san Agustín y se hallanrastros de la patrística griega, a la que seguramente tenía acceso, tanto enCanterbury como en sus viajes.

Se encuentran expresiones literales de los grandes concilios cristológicosy del Símbolo Quicumque. Influye también como fuente doctrinal laLiturgia, sobre la que seguramente meditaría con un sensus fidei; es muyprobable que estuviera en contacto con la liturgia greco-bizantina.

Entre los autores de su época, la fuente que se reconoce con más facilidades san Anselmo. Lo advertía ya Slater al presentar la edición crítica deltratado De Conceptione Sanctae Mariae; en su opinión, esta obra ilustra ycorrobora con argumentos sólidos el pensamiento anselmiano sobre la purezatotal de María que le convenía para ser la Madre de Dios72. Spedalieri, en unestudio comparativo de textos, llega a la conclusión de que existía una gransintonía entre Anselmo y Eadmero en los temas marianos, también conrespecto a la Inmaculada Concepción, y señala numerosas influenciasanselmianas en De Conceptione Sanctae Mariae. Contra los que insisten en lasdiscrepancias afirma este autor que, por una parte, se debe hacer una lecturaconjunta de los textos de san Anselmo respetando sus diferentes géneros eintenciones, y por otra parte tener en cuenta su método teológico de lasrationes necessariae73. En definitiva, se puede conceder la proximidad delpensamiento eadmeriano al de san Anselmo en los temas marianos, y afirmaral mismo tiempo la aportación propia de Eadmero.

c) El método

La audacia de la fe lleva a Eadmero a emprender su trabajo especulativodesde los misterios más altos, y por muy lejos que estén de la capacidadracional humana no teme adentrarse en ellos con la humildad agradecida

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del creyente. Se percibe el eco del principio anselmiano de fides quaerensintellectum. Es evidente que aprendió de su maestro el método de las rationesnecessariae, mostrando que no es absurdo lo que creemos sino que posee unacohesión lógica, aunque no sea fruto de lógica humana. En esta tarea parecetener a la vista constantemente la conexión de los misterios. Al mismotiempo mantiene el contacto con la realidad histórica, ateniéndose a lasobriedad de lo comprobado en las fuentes.

Junto a esto se advierte un gran respeto a lo que se llamaría más tardesensus fidelium, que para Eadmero es la fe de la gente sencilla, que se admiraante la grandeza de Dios y de sus designios. Al mismo tiempo distingueesta actitud creyente de una credulidad fácil, propensa a las leyendaspiadosas.

En el trabajo teológico de nuestro autor destaca la precisión dellenguaje, ateniéndose de modo casi literal a las fórmulas dogmáticas delMagisterio. Al mismo tiempo permanece abierto al horizonte de losmisterios divinos que superan infinitamente el pensamiento humano. Sucriterio y regla de verdad es la Revelación tal como es custodiada ydeclarada por el Magisterio. Con este enfoque distingue las cuestionesintocables, en cuanto ya definidas, de aquellas que están todavía abiertas.Es prudente en el modo de expresarse y se le ve evitar la polémica quepodría oscurecer la verdad. En todo caso, si polemiza, es acerca decuestiones prácticas como la celebración litúrgica de la fiesta de laConcepción de Santa María; pero para justificar su legitimidad no discutesino que busca el fundamento teológico.

La raíz de este equilibrio y pensamiento profundo es, sin duda, lacontemplación habitual de las verdades reveladas a través de la liturgia y laoración propias del espíritu benedictino, que se percibe en la mismaestructura de los textos. Así, los párrafos en forma de oración no soncomentarios piadosos añadidos, sino modos de conexión espontánea y vitalcon personas reales conocidas por la fe; no interrumpen realmente el hilo dela exposición, sino que la enriquecen. En este aspecto, unido al trabajoespeculativo, se percibe la influencia de san Anselmo, sin que se trate deuna mera imitación. En efecto, la lectura de ambos autores lleva a descubrirlas coincidencias y los rasgos característicos de cada uno, pero estorequeriría un estudio aparte.

LA MARIOLOGÍA DE EADMERO DE CANTERBURY

5. Conclusión

Al final de este bosquejo histórico-teológico se puede afirmar queEadmero nos presenta una mariología completa, aunque el aspecto másconocido sea su argumento sobre la Inmaculada Concepción. En realidadofrece bases teológicas para todo el desarrollo posterior de la doctrina sobrela Virgen María, tanto para las definiciones dogmáticas de la InmaculadaConcepción y de la Asunción corporal, como para la doctrina sobre lamediación y la corredención.

Un tema menos estudiado, pero de gran interés actual, sería la relaciónde la Virgen María con la creación en su totalidad, considerada en laperspectiva cristológica y soteriológica. Se pueden descubrir, en elpensamiento de Eadmero, sugerencias para plantear en clave mariológicael uso responsable de las cosas creadas por parte del hombre y elrestablecimiento del orden de la creación, incluido el sentido del trabajohumano. También abre la perspectiva de la naturaleza como medio deconocimiento de Dios. Como es lógico, no se trata de forzar el pensamientodel autor medieval sacándolo de su contexto, sino de ir a buscarlo en sucontexto y en los textos para descubrir tesoros de valor perenne y por tantoaptos para orientarnos en el mundo actual.

Queda patente que la obra mariológica de Eadmero no se agota en unareferencia histórica del dogma de la Inmaculada Concepción. Sesobreentiende, por otra parte, que tal cometido requeriría unos estudiosdetallados sobre los textos que hemos considerado para averiguar las fuentesy, sobre todo, para lograr una edición crítica del De excellentia VirginisMariae.

Elisabeth REINHARDT

Facultad de Teología

UNIVERSIDAD DE NAVARRA

ELISABETH REINHARDT

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