La Moral Social en El Nuevo Testamento

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LA MORAL SOCIAL EN EL NUEVO TESTAMENTO. En el NT encontramos el mensaje y la acción superadora de la división y el enfrentamiento en la injusticia de los hombres. Jesús presenta una temática social clara, muere por enfrentarse a las autoridades políticas y religiosas de su tiempo. La controversia principal está en su persona, en quién es y en quién dice ser. También hay otros elementos que conducen al conflicto, como por ejemplo a expulsión de los mercaderes del Templo. Con este gesto Jesús pone en cuestión el orden económico de esa institución, es apenas un signo, pero un signo profético relevante, una afrenta y un insulto para las instituciones. Tampoco Jesús se deja dominar por los que detentan el monopolio del conocimiento, se enfrenta en numerosas ocasiones a los escribas, fariseos y doctores de la Ley reinterpretando aquello que erróneamente había sido tergiversado, y que era una carga para el pueblo. También se opone a las autoridades romanas, muriendo en la cruz como lo hacían los sediciosos y traidores al poder establecido. En todos estos casos Jesús representa la verdad y la libertad frente al orden establecido. La justicia propuesta por Jesús con su vida está reflejada magníficamente en varios textos. Mencionamos algunos más relevantes. En Juan 8, posiblemente sea añadido, vemos una importante actitud de Jesús ante el pecado. ¿Debemos lapidar a la mujer sorprendida en pecado o no? ¿Aplicamos el amor que proclamas o la Ley que tenemos? La respuesta de Jesús es sólida: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". De alguna forma está equiparando a todos los hombres en las cuestiones sociales: todos somos pecadores a los ojos de Dios, nadie es más ni menos que nadie. Esto no implica que el pecado quede impune, sino que ante Dios todos somos pobres y pecadores. El problema podemos interpretarlo como que unos pobres pisotean a otros pobres, que a su vez pisotean a otros, pero todos iguales en méritos ante Dios. El perdón es la articulación del modo de actuar de Dios en el NT: "tampoco yo te condeno, vete y en adelante no peques más". Otro texto es el de Mt 25, 21-46, el juicio final. El día que venga el Hijo del Hombre separará a los buenos de los malos, y

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LA MORAL SOCIAL EN EL NUEVO TESTAMENTO.

En el NT encontramos el mensaje y la acción superadora de la división y el enfrentamiento en la injusticia de los hombres. Jesús presenta una temática social clara, muere por enfrentarse a las autoridades políticas y religiosas de su tiempo. La controversia principal está en su persona, en quién es y en quién dice ser. También hay otros elementos que conducen al conflicto, como por ejemplo a expulsión de los mercaderes del Templo. Con este gesto Jesús pone en cuestión el orden económico de esa institución, es apenas un signo, pero un signo profético relevante, una afrenta y un insulto para las instituciones. Tampoco Jesús se deja dominar por los que detentan el monopolio del conocimiento, se enfrenta en numerosas ocasiones a los escribas, fariseos y doctores de la Ley reinterpretando aquello que erróneamente había sido tergiversado, y que era una carga para el pueblo. También se opone a las autoridades romanas, muriendo en la cruz como lo hacían los sediciosos y traidores al poder establecido. En todos estos casos Jesús representa la verdad y la libertad frente al orden establecido.

La justicia propuesta por Jesús con su vida está reflejada magníficamente en varios textos. Mencionamos algunos más relevantes. En Juan 8, posiblemente sea añadido, vemos una importante actitud de Jesús ante el pecado. ¿Debemos lapidar a la mujer sorprendida en pecado o no? ¿Aplicamos el amor que proclamas o la Ley que tenemos? La respuesta de Jesús es sólida: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". De alguna forma está equiparando a todos los hombres en las cuestiones sociales: todos somos pecadores a los ojos de Dios, nadie es más ni menos que nadie. Esto no implica que el pecado quede impune, sino que ante Dios todos somos pobres y pecadores. El problema podemos interpretarlo como que unos pobres pisotean a otros pobres, que a su vez pisotean a otros, pero todos iguales en méritos ante Dios. El perdón es la articulación del modo de actuar de Dios en el NT: "tampoco yo te condeno, vete y en adelante no peques más".

Otro texto es el de Mt 25, 21-46, el juicio final. El día que venga el Hijo del Hombre separará a los buenos de los malos, y el criterio de separación será el amor y la justicia con otros hombres: "...tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. Entonces los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y de dimos de beber?... Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis". El texto continúa condenando a los que no hicieron el bien a sus hermanos. Lo significativo es que Cristo se identifica con los hombres, lo realizado contra los hombres es una agresión directa contra el Hijo encarnado. La imagen y semejanza de Dios es clara y visible entre nosotros, es el rostro del otro, el rostro mismo de Jesús.

Como tercer texto podemos fijarnos en la Bienaventuranzas, donde todos los valores sociales establecidos culturalmente como positivos se polarizan en sus contrarios. Si era importante reírse de todo y ser feliz, Jesús proclama que sean "felices lo que lloran porque serán consolados". Si el ideal humano es no implicarse en los problemas de los hombres, el ideal de

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Dios es hacerlo por la paz, ser perseguido a causa de la justicia y por proclamar el nombre de Jesús. De alguna forma las bienaventuranzas superan el orden establecido: felices los pobres, los mansos, los que lloran, los desposeídos, los que anhelan la justicia, los misericordiosos y los limpios de corazón. El subrayado que hace Dios no es para los que ricos, los que triunfan, los que son admirados y tienen éxito, los violentos o soberbios, los indiferentes o los malpensados, (que seguramente nunca aciertan). La felicidad está reservada para otras personas. El Reino que Cristo inaugura se construye desde unos cimientos distintos a los conocidos. No se da la vuelta a la situación social, sino que se pone una mesa, la Eucaristía, para que todos los hombres compartan en igualdad la fraternidad. Para ese banquete se necesita traje de boda.

En el resto del NT encontramos una moral social aplicada y vivida por la Iglesia apostólica de la primera hora. Es interesante comprobar como hacen una invitación a que se respete la sociedad pagana y se obedezca a la autoridad civil, con el único límite de sus convicciones morales y religiosas. Así se encuentra en San Pablo, Rom 13, 1-7 una invitación a pagar tributos, a someterse a las autoridades civiles, colaborando en la armonía y la convivencia con las demás personas. La carta de Pablo a Filemón alude a un problema con el esclavo Onésimo. Pablo no hace un discurso contra la esclavitud, sino que hace una llamada a la benevolencia y la misericordia de su amigo Filemón, para que acoja a su esclavo fugado. Es cierto que en Gálatas habla de la igualdad humana: "ya no hay ni esclavo ni libre, ni judío ni gentil, ni hombre ni mujer...", pero la aplicación de esa igualdad debe nacer en el corazón humano y extenderse a las estructuras sociales, tal y como ido sucediendo en la historia. Tal y como debemos seguir empujando hoy los cristianos.

La riqueza es condenada en algún momento como posible idolatría, alguien que se convierte en adorador del dinero. Alaba la limosna y la generosidad. Hay una condena muy fuerte en Sant 2, 2-4 que trascribimos."Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido: y entra también un pobre con un vestido sucio, y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: "tú siéntate aquí, en el buen lugar; y en cambio al pobre le decís: "tú, quédate ahí de pie, o siéntate a mi pies. ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?" De nuevo estamos ante la igualdad como criterio importante a los ojos de Dios, las apariencias engañan, el que verdaderamente conoce el corazón humano es el Señor. Hacer distinción de clases sociales no es cristiano, todos los hombres son iguales ante Dios. Esa igualdad ha quedado ratificada en la redención y en la ruptura realizada en la mesa de la Eucaristía y en el árbol de la cruz. La Eucaristía es la mesa de la nueva fraternidad humana, donde todos se sientan junto a Dios para comer, nadie es más que nadie, todos comparten a Dios mismo, la vida, los anhelos y esperanzas. En la cruz somos todos redimidos por igual, los muy pecadores y los poco pecadores, todos equiparados por Dios ante su misericordia y su gracia.