La odisea de Mariátegui

download La odisea de Mariátegui

of 30

Transcript of La odisea de Mariátegui

  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    1/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones

    La odisea de MariteguiEnsayo de interpretacin marxista [1]

    Juan Dal Maso1

    ( Buenos Aires, 1977) Miembro del Comit editorial

    de la RevistaLucha de Clases.

    Este es un Artculo publicado en la Revista Marxista de Teora y Poltica Lucha deClases Segunda poca, N 2/3 Abril 2004.

    Fuente:http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47

    No vale el grito aislado, por muy largo que sea su eco; vale la prdica constante,

    continua, persistente. No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los

    hechos, a la realidad cambiante y mvil; vale la idea germinal, concreta, dialctica,

    operante, rica en potencia y capaz de movimiento.

    Jos Carlos Maritegui, Aniversario y Balance, 1928.

    I. INTRODUCCINEn busca de Maritegui

    Se ha tornado habitual el buscar afinidades electivas entre Jos Carlos Maritegui y

    Antonio Gramsci. Pero entre los muchos puntos de contacto que mantienen ambos

    intelectuales marxistas es necesario sealar uno indispensable para ubicarnos en las

    dificultades que nos plantea todo intento de recuperacin del pensamiento del marxista

    peruano: al igual que el marxista italiano, Maritegui ha sido desde su muerte objeto demltiples usos.

    Difamado luego de su muerte por no ser lo suficientemente stalinista por la fraccin

    Ravines, sindicado como populista por los historiadores soviticos [2], transformado

    1 Ha dictado charlas de la Ctedra Libre Karl Marx en Bs As, La Plata, Crdoba y Jujuy y cursos yseminarios en el IPS desde su fundacin en 2005, sobre Hegel, Marx, Trotsky, Gramsci, y sobre laconcepcin marxista de la historia y la poltica. Autor de artculos sobre diversas problematicas de teora

    marxista e intervenciones polmicas sobre el rol de los intelectuales en la tradicin nacional y en larealidad poltica actual. Actualmente reside y milita en Neuqun.

    www.historiamarxista.cl Grupo de Historia Marxista [email protected]

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb1http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb2http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb2http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb1
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    2/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 2

    durante los aos 40 en un stalinista furioso [3], recuperada su obra por el impulso de la

    revolucin cubana, reinterpretado en los 70 en clave maosta [4], disputado por las

    corrientes del movimiento indgena; su figura es hoy una sombra difusa, una sombra

    que es necesario asir y volver a delinear en su contenido concreto.

    Esta es la tarea que nos proponemos en este trabajo: recuperar el pensamiento de Jos

    Carlos Maritegui para el marxismo revolucionario de nuestros das, para enriquecer la

    teora-programa de la revolucin permanente elaborada por Len Trotsky, y para

    contribuir a un debate que se viene desarrollando desde distintas posiciones entre los

    marxistas acerca del contenido filosfico del marxismo y del aporte hecho por

    Maritegui respecto de esta problemtica [5]. Este ltimo aspecto implica volver a

    poner sobre el tapete las relaciones del marxismo con la cultura occidental.

    Por ltimo, nos proponemos hacer una contribucin para responder a una exigencia que

    nos plantea el tiempo histrico que nos toca vivir: la de pensar los marxistas con nuestra

    propia cabeza para recrear el pensamiento marxista revolucionario contra la

    canonizacin y el esquematismo.

    Dos riesgos de la interpretacin y necesidad de una lectura marxista

    Partiendo de la premisa de que, como hemos dicho antes, la figura de Maritegui es

    utilizada por corrientes polticas de todo signo, es necesario identificar claramente dos

    riesgos que aunque parecen opuestos son plenamente complementarios: la apropiacin

    oportunista y el doctrinarismo estril.

    En nuestro caso una apropiacin oportunista consistira en resaltar todos los aspectospermanentistas de Maritegui sin sealar las que creemos son sus limitaciones, lo

    cual resultara en una amalgama terica donde trotskizamos a Maritegui, en lugar de

    recuperar el hilo de su pensamiento autntico e incorporar lo que sea pertinente y

    esencial para nuestras propias ideas polticas. Contrariamente a toda amalgama o fraude

    terico, nuestro lema podra ser (parafraseando al propio JCM) mariateguizemos a

    Maritegui, como condicin indispensable para recuperarlo crticamente desde el

    trotskismo.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb3http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb4http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb5http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb5http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb4http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb3
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    3/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 3

    Ahora bien, tan nociva como la apropiacin oportunista es la crtica del doctrinarismo

    estril. Bien deca Lucien Goldman que una teora es superior a otra si es capaz de

    explicarla desde su propia perspectiva ligando sus caractersticas a las relaciones

    sociales que le dan origen. Pero invertir esta ecuacin partiendo de la superioridad de la

    teora propia como un a priori, reduce el contrapunto a una contraposicin formal de

    perspectivas, donde se termina criticando al interlocutor por lo que no lleg a decir

    antes que por lo que positivamente dijo, lo cual deja nuestro bagaje terico exactamente

    igual que antes de emprender la crtica. Esa figura es la que mejor caracteriza lo que

    aqu a falta de una definicin mejor llamaremos doctrinarismo estril y es justamente la

    ubicacin terica que queremos evitar, la cual consistira en criticar a Maritegui desde

    la Teora de la Revolucin Permanente como si sta fuera un esquema cerrado y

    quedarnos conformes y satisfechos porque ajustamos cuentas. Por el contrario, para

    enriquecer nuestra propia teora con lo que Maritegui tiene para decir, es necesario

    estudiarlo y criticarlo desde adentro para comprender la prctica poltica del

    revolucionario latinoamericano.

    Qu queremos decir? Que es necesario estudiar hasta dnde Maritegui, en la realidad

    peruana y latinoamericana que le toc vivir, hasta donde, decamos, logr recrear el

    marxismo como un pensamiento original y operante. Eso es estudiar contenido y forma

    de su pensamiento y no slo sta ltima. Es decir, hay que estudiar hasta dnde las

    respuestas que dio fueron tales y hasta dnde no, tomando en cuenta que su vida poltica

    activa en el marxismo abarca un breve perodo de 6 aos, desde su vuelta de Europa

    hasta su muerte.

    Aqu no llegaremos a un examen tan profundo. Simplemente queremos sealarlo para

    dejar sentada nuestra aspiracin hacia la totalidad. Aqu esbozaremos algunas

    cuestiones que nos permitan entender y ubicar su pensamiento terico-poltico yrescatar de l lo que mantiene vigencia.

    Maritegui como traductor y recreador del marxismo revolucionario

    En este sentido y para ir a lo esencial de esta introduccin, nuestro abordaje del

    problema consiste, siguiendo la idea de Gramsci [6], en estudiar a Maritegui como

    traductor y recreador del marxismo. Buscamos estudiar la originalidad de su

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb6http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb6
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    4/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 4

    pensamiento, dando cuenta de su relacin orgnica con la historia del Per y del mundo

    de entreguerras.

    Maritegui realiz una densa labor de traducciones, en el sentido sealado por Gramsci:

    de la Europa de la primera posguerra, devastada por la crisis econmica y la marea

    revolucionaria a la realidad del Per, hundido bajo la dominacin imperialista y la

    miseria de las masas indgenas; de la Revolucin Rusa, la Revolucin Alemana, y la

    Italia de los consejos obreros de Turn, el surgimiento del Partido Comunista italiano y

    el ascenso del fascismo al Per de la Reforma Universitaria, la vanguardia estudiantil de

    izquierda y el movimiento obrero dando los primeros pasos firmes de organizacin

    clasista; de El Manifiesto Comunista y El Capital a los Siete Ensayos, que marcan el

    surgimiento del pensamiento marxista en Amrica Latina, en una poca en que la III

    Internacional recin deca haber descubierto, desde un esquematismo de corte

    eurocntrico y antimarxista, nuestro continente; del nuevo idealismo de la filosofa

    moderna (sobre todo Croce) a una lectura del marxismo centrada en la praxis histrica

    de los hombres, contraria al mecanicismo y positivismo socialdemcrata, que abundaba

    en estas tierras en los primeros aos del siglo XX.

    Desde aqu, Maritegui acometi la empresa de crear una tradicin nacional

    revolucionaria en el Per en profunda ligazn con la realidad internacional, unindose

    (aunque en los comienzos de su declinacin) a la mayor organizacin revolucionaria de

    la clase obrera internacional: La Tercera Internacional. En esta dialctica de lo nacional

    e internacional es donde Maritegui, no obstante sus mritos presenta, como veremos en

    este trabajo, gruesas limitaciones.

    Amrica Latina: de objetos a sujetos de la historia

    Hay dos aristas centrales para pensar la importancia del planteamiento de Maritegui en

    el desarrollo del marxismo en Amrica Latina.

    Antes de Maritegui, los primeros divulgadores del marxismo y fundadores de los

    crculos y partidos socialistas, desde una filosofa de la historia de corte marcadamente

    eurocntrico y evolucionista propio de la socialdemocracia alemana, prevean unesquema del desarrollo histrico calcado del de los pases capitalistas avanzados,

  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    5/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 5

    recreando una ideologa del progreso, coincidente en lo esencial con el punto de vista

    positivista, que los ubicaba como una suerte de ala izquierda de la modernizacin

    liberal-burguesa [7].

    La primera ruptura de importancia capital que introduce Maritegui es ubicar la propia

    historia del Per en el centro del anlisis marxista. En lugar de la historia de la

    modernizacin capitalista desde fuera, Maritegui estudia la historia de la formacin

    econmico-social peruana en sus relaciones con la totalidad capitalista. Amrica Latina

    es sujeto de su propia historia y el pensamiento marxista se decide a incorporarla

    definitivamente en el campo de sus preocupaciones terico-polticas. De las vicisitudes

    de la historia peruana, subordinada al ritmo de la historia mundial, y no de un esquema

    de aplicacin universal es que se van gestando las condiciones y el sujeto para la

    revolucin socialista.

    En la misma senda de pensamiento audaz y original Maritegui rompe con la

    concepcin romanticista de la cuestin indgena tan propia de la intelectualidad

    peruana de la poca. El problema del indio es el problema de la tierra. El nuevo

    planteamiento, el planteamiento marxista de la problemtica indgena, parte de esta

    verdad fundamental y revolucionaria. No se podr jams solucionar la cuestin

    indgena sin una lucha sin cuartel contra el latifundio y los gamonales, lucha en que la

    burguesa liberal ha claudicado y que queda en manos del proletariado en alianza con

    las masas indgenas. As, uno de los aspectos ms audaces de su traduccin es el

    referido al rol delAyllu en la lucha por el socialismo.

    En el terreno filosfico, Maritegui independiz al marxismo latino-americano del

    positivismo. Esta labor tiene una importancia de primer orden si tomamos en cuenta elrol nefasto que jug esta corriente de ideas, por poner dos ejemplos conocidos, tanto en

    el sostenimiento del Rgimen de Porfirio Daz en Mxico como en la constitucin del

    higienismo social de finales de siglo XIX y principios del siglo XX en Argentina8. A su

    vez desarroll una visin del marxismo centrada en la praxis histrica del hombre,

    expresada en una constante unidad de sujeto y objeto, estructura y superestructuras,

    economa, poltica y cultura [8], no exenta de importantes contradicciones, la cual deja

    planteada un problemtica recurrente desde Marx hasta la actualidad: la relacin delmarxismo con la cultura occidental.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb7http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb8http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb8http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb7
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    6/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 6

    II. TEORA DE LA REVOLUCIN

    La III Internacional y Amrica Latina

    La III Internacional se distingui desde sus orgenes por una posicin tajante y

    contundente en apoyo de las luchas de liberacin de los pueblos coloniales, opuesta por

    el vrtice al esquematismo eurocntrico y pro-imperialista de la socialdemocracia. No

    obstante esta distincin fundamental, las posiciones de Bujarin y Stalin en el VI

    Congreso de la Internacional Comunista significaron un retroceso respecto de los cuatro

    primeros Congresos. En este contexto se nos plantea indagar acerca del tratamiento que

    haca el personal dirigente de la IC en los aos 1928-29 de los problemas de la

    revolucin latinoamericana y sus conexiones con la revolucin mundial.

    La III Internacional, descubri segn las propias palabras de sus dirigentes, a

    Amrica Latina en 1929. Ante la emergencia del podero norteamericano, empez a

    considerarse importante Amrica Latina, en la cual los EE.UU. avanzaban en desmedro

    del imperialismo britnico. Como notar cualquier lector atento el trmino

    descubrimiento es toda una confesin de partes acerca de cmo se representaban los

    altos mandos de la Internacional Comunista (IC) el desarrollo posible de la revolucin

    mundial [9]. Veamos la gnesis de este descubrimiento.

    La IC empieza a poner la vista en Amrica Latina, mientras se consolida la teora

    reaccionaria del socialismo en un solo pas como doctrina de la Internacional y la

    consigna metafsica de dictadura democrtica de obreros y campesinos para los pases

    coloniales y semicoloniales, basndose en errneas conclusiones de la desastrosaexperiencia encabezada por Bujarin y Stalin en la revolucin china (25-28) y en una

    caricaturizacin completamente esquemtica y antidialctica del pensamiento de Lenin.

    En el pensamiento de Stalin y Bujarin, los pases atrasados no estaban maduros para

    el socialismo y deban pasar por un necesario e inevitable perodo de desarrollo burgus.

    La revolucin latinoamericana era burguesa y por lo tanto no estaba planteada la lucha

    por la dictadura del proletariado. Pero despus de la traicin del Kuomintang en

    China, la burguesa colonial y semicolonial era caracterizada comocontrarrevolucionaria por quienes apenas unos meses atrs la caracterizaban como

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb9http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb9
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    7/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 7

    revolucionaria. La burguesa no era la clase llamada a dirigir la revolucin democrtico

    burguesa. Pero como en esta revolucin burguesa sin burguesa estaba prohibido

    cometer el pecado trotskista de saltar las etapas, no quedaba otra retirada ordenada

    para este embrollo terico que la fantasmagrica dictadura democrtica de obreros y

    campesinos, ni burguesa ni proletaria, ni capitalista ni socialista, que consumara la

    revolucin democrtico-burguesa latinoamericana como un mero apoyo o soporte de la

    revolucin socialista mundial.

    Importancia y originalidad del planteo de Maritegui

    Es sabido que Maritegui tuvo oportunidad de enfrentar estos planteos a travs de los

    delegados del PS del Per (organizacin simpatizante de la III Internacional) que

    participaron de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, realizada en Bs.

    As. en 1929, con dos documentos de su autora: Punto de vista Anti-imperialista y

    El problema de las razas en Amrica Latina.

    Aqu no entraremos en detalle sobre los debates de dicha conferencia, sino que

    sealaremos a grandes rasgos cules son los puntos centrales que hacen de la posicin

    de Maritegui una posicin original y revolucionaria, ya que aunque el peruano no se

    planteara superar de conjunto la estrategia de la III Internacional, s cuestion la visin

    de sta sobre la revolucin latinoamericana, en un sentido que est contenido en la

    teora de la revolucin permanente y que Trotsky desarrollara aos despus en su exilio

    mexicano. Aclaremos que aqu haremos un reordenamiento conceptual de textos

    diversos.

    Maritegui se basa en la teora del imperialismo de Lenin. Sostiene que el carcterinternacional de la economa capitalista no consiente a ningn pas evadirse a las

    corrientes de transformacin surgidas de las actuales condiciones de produccin.

    Desde este fundamento terico, defiende el carcter socialista de la revolucin,

    argumentando que la propia historia del Per ha demostrado que la burguesa es incapaz

    de asumir la realizacin de las tareas democrtico-burguesas. Estas quedan en manos

    del proletariado organizado en partido revolucionario y aliado a las masas campesinas e

    indgenas, transformndose la revolucin burguesa en socialista.

  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    8/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 8

    A su vez, plantea la relacin de la revolucin latinoamericana con la revolucin mundial

    en trminos inversos al planteo de la IC. Maritegui no propone esperar a la revolucin

    en los pases avanzados, sino luchar por la revolucin proletaria, uniendo al proletariado

    de los pases centrales y a la clase obrera y los pueblos latinoamericanos, las dos

    corrientes principales de lucha contra el imperialismo [10].

    Si tomamos el proyecto de Programa del PS del Per redactado en 1929 [11] es

    indudable que hay un importante resabio etapista en el modo cmo Maritegui se

    prefigura la dialctica de la revolucin socialista en el Per (tesis V y VIII). Pero es

    importante sealar que en las tesis VI y VII Maritegui seala que slo el socialismo

    resolver el problema de la tierra y de la educacin, en lugar de proponer una solucin

    por etapas de los mismos. Y esto es as porque la clave del pensamiento de

    Maritegui no est en la separacin de las etapas, sino en el devenir de una en la otra,

    siendo el proletariado organizado en partido revolucionario la clase dirigente del

    proceso en su conjunto.

    La limitacin ms importante de este planteamiento es que Maritegui no explicita cul

    es el rgimen [12] que dirigira esta combinacin de tareas democrticas y socialistas, lo

    cual deja abierta la puerta a diversas interpretaciones. Pero en lo esencial la formulacin

    es cercana al planteo de la Revolucin Permanente [13] y est en las antpodas del

    planteo de la IC, que determinaba apriorsticamente el carcter democrtico-burgus del

    proceso revolucionario.

    Partamos recin de la imposibilidad de la burguesa de resolver sus tareas histricas

    como un fundamento del carcter obrero y socialista de la revolucin, ms all de sus

    etapas episdicas. El otro pilar de las ideas de Maritegui que fortalece los aspectospermanentistas de su lectura es el rol que asigna al Ayllu o Comunidad. Maritegui ve

    que distintos elementos de la vieja comunidad agraria se han ido manteniendo de

    diversas formas durante la colonia y la repblica y que en esa tradicin comunitaria y

    colectiva hay fuertes componentes de socialismo prctico. Es decir que el modo de vida

    del campesino indgena y su tradicin comunitaria son contrarias a la solucin liberal

    del problema de la tierra, es decir, la particin individual, y al contrario, son mucho ms

    cercanos a la colectivizacin de las tierras propia del programa socialista [14].

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb10http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb11http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb12http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb13http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb14http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb14http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb13http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb12http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb11http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb10
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    9/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 9

    Desde aqu Maritegui seala que no es necesario un perodo obligado de desarrollo

    capitalista en el campo, a travs del surgimiento de pequea propiedad individual, sino

    que bajo la direccin del proletariado organizado en partido revolucionario es posible

    pegar un salto delAyllu a la colectivizacin socialista, en la misma sintona, aunque es

    poco probable que las haya conocido, que Marx en sus discusiones con Vera

    Zaslich [15]. Este es uno de sus aportes ms audaces para integrar el marxismo en la

    tradicin poltica y cultural latinoamericana.

    ...en las aldeas indgenas donde se agrupan familias entre las cuales se han extinguido

    los vnculos del patrimonio y del trabajo comunitarios, subsisten an, robustos y

    tenaces, hbitos de cooperacin y solidaridad que son la expresin emprica de un

    espritu comunista. La comunidad corresponde a este espritu. Es su rgano. Cuando la

    expropiacin y el reparto parecen liquidar la comunidad, el socialismo indgena

    encuentra siempre el medio de rehacerla, mantenerla o subrogarla. El trabajo y la

    propiedad en comn son reemplazados por la cooperacin en el trabajo individual.

    Como escribe Castro Pozo: la costumbre ha quedado reducida a las mingas o reuniones

    de todo el ayllu para hacer gratuitamente un trabajo en el cerco, acequia o casa de algn

    comunero, el cual quehacer efectan al son de arpas y violines, consumiendo algunas

    arrobas de aguardientes de caa, cajetillas de cigarros y mascadas de coca. Estas

    costumbres han llevado a los indgenas a la prctica -incipiente y rudimentaria por

    supuesto- del contrato colectivo de trabajo, ms bien que del contrato individual. No son

    los individuos aislados los que alquilan su trabajo a un propietario o contratista; son

    mancomunadamente todos los hombres tiles de la parcialidad [16].

    Notemos que aqu Maritegui no sostiene la quimera de una comunidad que se mantiene

    inmutable desde la poca de los Incas, sino la supervivencia de una cosmovisin y decostumbres comunitarias que hacen al indgena refractario al individualismo burgus y

    ms permeable, a condicin de tener los marxistas una poltica correcta, al colectivismo

    socialista.

    Una dcada antes, la misma Revolucin mexicana haba encontrado en la Comuna de

    Morelos una gran experiencia que combinara los ingenios estatales en manos de los

    obreros con el reparto de tierras a partir de criterios que iban desde la propiedadindividual hasta formas colectivas, segn las costumbres indgenas [17].

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb15http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb16http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb17http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb17http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb16http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb15
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    10/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 10

    Dos ejes centrales de la traduccin operada por Maritegui: la incapacidad de la

    burguesa de llevar adelante las tareas de la revolucin democrtico-burguesa y la

    persistencia de la Comunidad como un punto de apoyo para la lucha proletaria

    revolucionaria [18].

    Partiendo de una evaluacin seria de estas formulaciones salta a la vista que Maritegui

    no es en modo alguno asimilable al esquematismo del Kremlin. No slo tiene una visin

    distinta y en gran parte opuesta acerca del carcter de la revolucin latinoamericana y su

    relacin con la revolucin mundial, sino que defiende el rol dirigente de la clase obrera

    en la resolucin socialista de las tareas democrtico-burguesas, apoyndose a su vez en

    la tradicin comunitaria indgena.

    Cabe sealar que en lo referente a Amrica Latina Trotsky se ocup directamente de la

    realidad de nuestro continente casi diez aos despus que Maritegui y hay importantes

    puntos de contacto entre ambas lecturas en lo que hace a las fuerzas motrices y

    mecnica de la revolucin en Amrica Latina [19].

    Pero no obstante lo dinmico y sugerente de su pensamiento respecto de la revolucin

    latinoamericana en relacin con la revolucin mundial, claramente diferenciada respecto

    del curso bujarino-stalinista, Maritegui no buscar estructurar una teora de la

    revolucin internacional opuesta a la poltica del socialismo en un solo pas, sino que

    intentar conciliarlas.

    III. POLTICA NACIONAL E INTERNACIONAL

    Maritegui es el marxista latino-americano que ms profundamente se ha ocupado delos problemas internacionales. Basta leer las memorables pginas de La Escena

    Contempornea, entre las que se destacan Biologa del fascismo y Hechos e ideas

    de la Revolucin Rusa para comprobarlo. Asimismo las Conferencias que dict en la

    Universidad Popular Gonzlez Prada, recogidas en el volumen Historia de la Crisis

    Mundial, demuestran la preocupacin de Maritegui a su vuelta de Europa por recrear el

    internacionalismo en su propio pas. Pero queremos detenernos en el posicionamiento

    poltico que realizara Maritegui alrededor de la lucha entre revolucin permanente ysocialismo en un solo pas.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb18http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb19http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb19http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb18
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    11/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 11

    Maritegui tuvo un conocimiento bastante amplio sobre la lucha poltica al interior del

    PCUS que no tard en configurarse como una lucha por el programa internacional de la

    revolucin. En diversos artculos [20] da cuenta tanto de los debates encarados por la

    Oposicin de 1923 como de la Oposicin Unificada de 1925. Sabemos porque l mismo

    lo sealaba, que haba ledoEl Nuevo Curso de Trotsky. Aunque sorprende la confianza

    ciega que Maritegui tena en la marcha ineluctable de la Revolucin Rusa (ante el

    desplazamiento de Trotsky por Stalin haba afirmado que las ideas eran ms importantes

    que los hombres sin reparar en el contenido histrico y social de esa lucha poltica)

    creemos que hizo una toma de posicin consciente.

    En El exilio de Trotsky [21], publicado en Variedades el 23 de febrero de 1929

    (donde demuestra malestar con la deportacin de Trotsky pero no se pronuncia en

    contra de la misma), retomando los anlisis de 1925 y 1928, Maritegui apuntaba que

    Trotsky haba jugado un papel primordial en la poltica sovitica y que representaba la

    ortodoxia marxista y el sentido urbano, obrero e industrial de la revolucin

    socialista. Incluso deca que sin la crtica vigilante el gobierno sovitico poda degenerar

    en un burocratismo formalista y mecnico. Pero en el aspecto positivo del debate

    juzgaba inconsistente el programa de la Oposicin y apuntaba que la revolucin rusa

    estaba en un perodo de organizacin nacional, en el cual no era lo central el

    establecimiento del socialismo a escala internacional, sino realizarlo en Rusia. A pesar

    de su gran admiracin por Trotsky que manifestaba en el artculo, para Maritegui

    Stalin representaba y era parte de una camada de hombres que captaban ms

    profundamente el carcter nacional y los problemas polticos que en ese momento tena

    que afrontar la Revolucin Rusa.

    Creemos necesario diferenciar dos planos del debate. Uno es la valoracin de Trotsky

    por Maritegui, porque a simple vista podra sorprender que el mismo ao en que se

    manifestaba en contra de la Oposicin publicara en la Escena Contempornea

    (compilacin de diversos artculos sobre la poltica internacional, el mundo colonial y la

    literatura que l mismo seleccion), aquel artculo donde deca que Trotsky era no slo

    un protagonista, sino tambin un filsofo historiador, y crtico de la revolucin,

    concordando con sus planteamientos sobre las consecuencias de la revolucin en el arte

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb20http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb21http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb21http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb20
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    12/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 12

    y la filosofa y resaltando su rol como constructor y dirigente del Ejrcito Rojo a la vez

    que desmintiendo el mito de un Trotsky napolenico [22].

    Cul es entonces el misterio en este asunto? Ninguno, porque Maritegui reivindica al

    Trotsky de octubre, mientras que se manifiesta contrario al Trotsky oposicionista

    atribuyendo errneamente sus diferencias polticas a su distancia respecto de la vieja

    guardia bolchevique y a su carcter cosmopolita.

    Desde aqu puede entenderse cmo en 1929 segua reivindicando la figura de Trotsky a

    pesar de adherir en general, no sin contradicciones como hemos visto en el debate sobre

    la revolucin latinoamericana, a la poltica de Stalin y Bujarin. A pesar de que

    obviamente consideramos errnea su toma de posicin, es importante destacar que

    Maritegui se mantuvo muy lejos de los corifeos del Kremlin que agitaron la calumnia

    del trotskismo contrarrevolucionario tan sueltos de cuerpo como aos despus

    pasaran de defender el pacto entre Hitler y Stalin a la reivindicacin del buen vecino

    Roosevelt, de acuerdo con los bandazos de la poltica exterior moscovita.

    En el terreno de la teora y la estrategia marxista creemos ver un doble error de

    Maritegui. Por un lado confundi un profundo proceso de reaccin social al interior de

    la URSS (al que los trotskistas, aludimos como el Thermidor sovitico) con una retirada

    tctica de la arena internacional en funcin de la reorganizacin nacional de la Unin

    Sovitica. El burocratismo que Maritegui vea posible en realidad estaba en acto.

    Por otra parte, al ubicarse en el debate ruso desde un punto de vista centralmente

    nacional (ruso), Maritegui invertira las relaciones entre los problemas internacionales

    y los problemas internos que planteaba la revolucin rusa, creyendo posible solucionarlos segundos sin ubicarse desde los primeros. De hecho todos los anlisis referidos a la

    lucha entre la Oposicin de Izquierda y el stalinismo muestran un intento de conciliar el

    hecho del socialismo en un solo pas con el ideal internacionalista [23].

    As no hay en el peruano ningn anlisis crtico de las desastrosas derrotas de la IC

    durante los aos 20. Maritegui analiza el desarrollo del movimiento obrero ingls, en

    especial de la tendencia laborista, pero no nombra la traicin de la huelga minera por ladireccin de la TUC (la central obrera britnica), que el PCUS embelleci alegremente a

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb22http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb23http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb23http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb22
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    13/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 13

    travs del Comit Anglo-Ruso entre la TUC y los sindicatos soviticos. Las denuncias a

    las masacres perpetradas por Chang Kai Shek contra los comunistas van acompaadas

    de un notorio silencio acerca de la poltica seguida por el PC bajo direccin de Stalin y

    Bujarin.

    Son estas ambigedades y lagunas sobre las que se apoyan diversas corrientes polticas

    latinoamericanas, particularmente el Partido Comunista Argentino, para reciclarse en

    clave socialista pero desde una perspectiva de colaboracin de clases. Los ex-

    codovillistas, ahora gradualistas, intentan construir a Maritegui como referente de un

    frentepopulismo alternativo al stalinismo [24]. En esto los comunistas argentinos

    no hacen ms que seguir a los intelectuales del PC cubano que buscan rehacer a Mella y

    Maritegui como exponentes de la va nacional al socialismo y del frenteamplismo

    burgus. Por su parte Otto Vargas, quien critica esto como el peor de los oportunismos

    socialdemcratas, se basa en un fraude terico similar como es afirmar que Maritegui

    tena un pleno acuerdo con la burocracia moscovita [25].

    Para terminar, creemos haber ilustrado con fundamentos suficientes la dialctica trunca

    que Maritegui estableciera entre internacionalismo y poltica nacional. Trotsky

    planteara esta problemtica en trminos que se ajustan perfectamente al debate que nos

    ocupa:

    La hora de la desaparicin de los programas nacionales ha sonado definitivamente el 4

    de agosto de 1914. El partido revolucionario del proletariado no puede basarse ms que

    en un programa internacional que corresponda al carcter de la poca actual, la de

    mximo desarrollo y hundimiento del capitalismo. Un programa comunista

    internacional no es ni mucho menos, una suma de programas nacionales o unaamalgama de sus caractersticas comunes. Debemos tomar directamente como punto de

    partida el anlisis de las condiciones y de las tendencias de la economa y del estado

    poltico del mundo, como un todo, con sus relaciones y sus contradicciones, es decir,

    con la dependencia mutua que opone sus componentes entre s. En la poca actual,

    infinitamente ms que durante la precedente, slo debe y puede deducirse el sentido en

    que se dirige el proletariado desde el punto de vista nacional de la direccin seguida en

    el dominio internacional y no al contrario. En esto consiste la diferencia fundamental

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb24http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb25http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb25http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb24
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    14/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 14

    que separa, en el punto de partida, al internacionalismo comunista de las diversas

    variedades del socialismo nacional [26].

    Para utilizar las propias palabras de Trotsky, el pensamiento de Maritegui tendr una

    tensin constante entre el internacionalismo comunista y el socialismo nacional. Esta

    contradiccin es la que no permite a Maritegui desarrollar sus importantes aportes

    tericos sobre la revolucin latinoamericana hacia una teora poltica que aborde el

    problema de la revolucin contempornea en sus mltiples conexiones. En este sentido

    entendemos que los puntos de vista de Trotsky explican (en el sentido de Goldman

    que citamos en la introduccin) los de Maritegui pero no a la inversa [27].

    IV. MARITEGUI Y LA FILOSOFIA DEL MARXISMO

    El contenido filosfico del marxismo es un tema controvertido, al que se han dado

    diversas respuestas desde diferentes matrices interpretativas. La heterogeneidad ya

    presente en la generacin posterior a Marx y Engels se profundizara con la Revolucin

    Rusa y las corrientes marxistas posteriores a la III internacional.

    Aqu nos interesa analizar cmo Maritegui se planteaba esta problemtica, a la que

    prestaba una gran atencin. Tiene a su favor que su reflexin estaba ligada

    profundamente a otras definiciones que trascendan el mbito de la filosofa, tales como

    el carcter imperialista de la poca y las condiciones histricamente concretas en que se

    planteaba la lucha por la revolucin obrera y socialista.

    Una recepcin italiana del marxismo

    Maritegui conoci el marxismo a travs del prisma del panorama poltico y cultural de

    la Europa de la primera posguerra, en especial de Italia. A eso nos referimos cuando

    hablamos de una recepcin italiana del marxismo.

    Muchos autores han sealado las temticas coincidentes del pensamiento de Maritegui

    y Gramsci. Otros marcan puntos de contacto con el joven Lukcs [28]. Lo cierto es quehay algo que une a estos tres marxistas: las especiales caractersticas de su trnsito hacia

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb26http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb27http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb28http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb28http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb27http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb26
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    15/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 15

    el marxismo. Tanto Maritegui como Gramsci y Lukcs estn ligados a lo que se ha

    dado en llamar la reaccin antipositivista de las primeras dcadas del siglo XX [29] y su

    recepcin del marxismo ha sido hecha a travs del tamiz de distintas corrientes

    filosficas ajenas a la rbita cultural de las tradiciones alemana y rusa, predominantes

    en la II y III Internacional respectivamente. En el caso de Lukcs, sern entre otros

    Georg Simmel y Max Weber y en el caso de Gramsci y Maritegui Benedetto Croce y

    Georges Sorel (ste ltimo tambin influir en Lukcs, va Erwin Sazb, segn l

    mismo Lukcs seala en el conocido prlogo de 1967 a Historia y Consciencia de

    Clase).

    Necesitamos aqu hacer una pequea digresin. De alguna manera la escena

    contempornea, para tomar su propia expresin, se presenta a Maritegui como un vasto

    campo donde tiene lugar la emergencia de lo nuevo. Un claro ejemplo de esto es el

    seguimiento que realiza de las vanguardias artsticas. Unos aos ms tarde de su regreso

    al Per, ya en la direccin de la revistaAmauta intervendr polmicamente planteando

    la relacin contradictoria entre arte, revolucin y decadencia [30].

    El eje argumentativo ser que no todo el arte nuevo por el hecho de ser nuevo es

    revolucionario, sino que en realidad expresa a la vez el rostro de la revolucin y el de la

    decadencia. Maritegui toma el ejemplo del futurismo y trae a colacin el caso de

    Bontempelli, quien el ao de los consejos de fbrica se haba sentido casi comunista,

    mientras que el ao de la marcha sobre Roma se haba sentido casi fascista. Traemos a

    la memoria esta cuestin porque nos parece que de alguna manera sirve para pensar un

    poco la relacin que Maritegui se propone establecer con las corrientes filosficas que

    se ubican desde la crtica del positivismo y el racionalismo. Porque a pesar de la

    distancia crtica que Maritegui mantiene con la modernidad, no participar de cualquiercrtica de la misma sino que buscar diferenciar las tendencias revitalizantes de las

    decadentistas.

    Maritegui, que era un intelectual de gran sensibilidad hacia los cambios culturales,

    considera que el mundo moderno se inclina despus de la guerra hacia una concepcin

    heroica y voluntarista de la vida [31]. Es decir que considera tanto a la Revolucin

    Rusa como a ciertos cambios culturales en la ciencia, el arte y la filosofa comoexpresiones de un nuevo espritu de poca. Para Maritegui hay una crisis del

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb29http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb30http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb31http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb31http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb30http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb29
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    16/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 16

    conjunto de la civilizacin occidental que une el surgimiento de esas filosofas con el

    ascenso revolucionario del proletariado y por tanto buscar establecer un dilogo entre

    el marxismo y dichas corrientes, especialmente Sorel y Croce.

    El mito de la revolucin social: Voluntarismo y racionalidad histrica

    Los debates sobre las relaciones de Maritegui con las ideas de Sorel, van desde la

    afirmacin de la identidad de ambas perspectivas hasta la negacin de dichas

    relaciones [32]. Lo cierto es que Maritegui no se reivindicaba soreliano, sino que

    sostena que Sorel, apoyndose en la filosofa de Bergson, haba contribuido a la

    regeneracin revolucionaria del marxismo con su crtica del evolucionismo y pacifismo

    socialdemcrata.

    Maritegui se delimita de la socialdemocracia decretando el fin de todas las tesis

    evolucionistas y analizando crticamente el universo cultural de Marx y Engels [33].

    Sostiene que las convulsiones de la 1 Guerra Mundial y la primera posguerra

    constituyen una crisis del conjunto de la civilizacin occidental. Desde aqu se

    desarrolla su crtica de la filosofa de la historia y del positivismo propios de la

    ideologa burguesa del perodo anterior.

    En este sentido jugar un rol central el mito, idea tomada de Sorel. El mito de la

    revolucin social dar al movimiento revolucionario del proletariado la fe combativa

    que el racionalismo y el evolucionismo burgueses han evaporado de la cultura

    occidental. Ahora bien, sera un error identificar la reivindicacin del mito

    exclusivamente con una construccin ahistrica e irracionalista [34]. Porque si bien es

    innegable un elemento irracionalista y ahistrico del mito, entendido como unanecesidad metafsica, igualmente innegable es que Maritegui sostiene la vitalidad del

    mito de la revolucin social desde una perspectiva historicista (a diversas pocas

    histricas corresponden diversos mitos, sujetos a un proceso de auge, decadencia y

    muerte), donde el mito es una construccin colectiva destinada a realizar los fines de la

    clase revolucionaria.

    Toda esta construccin terica est encaminada a afirmar la centralidad de la voluntadhumana contra el determinismo pasivo y rgido de los reformistas. Maritegui

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb32http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb33http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb34http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb34http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb33http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb32
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    17/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 17

    sintetiza el carcter de la naciente marea revolucionaria en la frmula que toma de Jos

    Vasconcelos: pesimismo de la realidad y optimismo del ideal [35], de notoria

    similitud con la que Gramsci toma de Romain Rolland: pesimismo de la razn y

    optimismo de la voluntad.

    Pero como Maritegui no participa de cualquier crtica de la modernidad y se delimita

    claramente de las tendencias ms decididamente decadentistas, su voluntarismo se

    recortar sobre un trasfondo de racionalidad histrica que contiene la accin conciente

    de la clase obrera y el mito revolucionario. Contra la burguesa que se retracta de su

    pasado afirmativo y racionalista, cayendo en las ms variadas formas de misticismo, el

    proletariado reclama para s la continuidad de la empresa civilizadora, superando la obra

    del capitalismo en la sociedad socialista [36].

    Filosofa de la praxis y mtodo de interpretacin histrica

    Uno de los intelectuales que ha trabajado con mayor rigor sobre el universo cultural de

    Maritegui interpreta de la siguiente manera las relaciones del marxista peruano con el

    filsofo idealista Benedetto Croce: la influencia de Croce -sin duda es esto lo que hace

    que resulte tan importante- no se dejar sentir directamente; o, mejor dicho, no lo ser

    siempre como cabra esperar. Maritegui no ser crociano, ni se ver simplemente

    influido por ese idealismo neohegeliano que elabora el pensador napolitano. Ms bien

    se tratar de una influencia mediatizada: ora a travs de los pensadores que como

    Gobetti pertenecen a la corriente crociana, ora merced a ciertos temas sobre los cuales el

    propio Croce se hace el mediador [37].

    Este rol de mediador que juega Croce en la lectura mariateguiana del marxismoabarca desde la polmica de Antonio Labriola contra Aquiles Loria hasta la

    reivindicacin (sorprendentemente errnea) de las aristas morales de la teora

    econmica de Marx. Pero hay dos aspectos en los que a nuestro entender muestra una

    influencia decisiva: el anlisis historicista de las fuentes filosficas del marxismo y la

    definicin del marxismo como un mtodo de interpretacin histrica, contrapuesta a la

    visin del marxismo como cosmovisin o al decir de Croce como filosofa de la

    historia.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb35http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb36http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb37http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb37http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb36http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb35
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    18/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 18

    As como Sorel ser el anticuerpo contra el evolucionismo y el positivismo, Croce ser

    de alguna manera el punto de referencia contra aquellos que buscan asimilar el

    marxismo con el materialismo vulgar. Ahora bien, cunto gan y perdi el marxismo

    de Maritegui en esa empresa es algo que veremos en los prrafos que siguen.

    No es cuestionable en s mismo el hecho de querer establecer un dilogo terico con

    corrientes filosficas ajenas a la tradicin del marxismo, pero esta es una problemtica

    que reviste aristas complejas. La primera de ellas: es el marxismo una filosofa, o

    mejor dicho, contiene el marxismo una concepcin filosfica propia? Cules son los

    alcances de esa concepcin? Qu respuestas da Maritegui a estas preguntas?

    Nuestra lectura es que el marxismo no es un sistema filosfico en el sentido tradicional

    del trmino, es decir, no es una construccin terica cerrada y esquemtica, sino una

    teora en permanente recreacin y devenir, al ritmo de los avances y retrocesos del

    movimiento histrico y social del cual es expresin consciente, pero s contiene en su

    cuerpo terico todos los elementos de una filosofa, vale decir de una concepcin del

    mundo, del hombre y de la historia.

    Filosofa de la praxis la defini Antonio Labriola, quien tuviera un importante lugar en

    la formacin ideolgica del joven Trotsky. Labriola sealaba la originalidad del

    marxismo y su independencia respecto del darwinismo y el positivismo e incluso su

    hostilidad frente a este ltimo, remarcando tres aristas: una concepcin del hombre y de

    la historia, la crtica de la economa poltica y de la sociedad capitalista y la poltica

    revolucionaria para subvertir dicha sociedad. Tres dcadas despus Gramsci marcaba la

    necesidad de seguir el camino trazado por Labriola, afirmando la completa originalidad

    y autosuficiencia del marxismo como una concepcin independiente de todas las

    vertientes ideolgicas burguesas, aunque estableciera dilogos y luchas ideolgicas conlas mismas.

    Maritegui por su parte est embarcado en la empresa de conciliar el marxismo con la

    concepcin heroica y voluntarista de la vida a la que hacamos alusin anteriormente

    Cmo estructurar sus argumentaciones y que posiciones expresar?

    Maritegui es contrario a la idea de que el marxismo est superado junto con elpositivismo del siglo XIX. Buscar demostrar que si bien es cierto que el marxismo es

  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    19/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 19

    una concepcin eminentemente moderna, mantiene una distancia crtica tanto con el

    positivismo y el cientificismo como con la filosofa de Hegel. En este sentido se

    apoyar en Benedetto Croce: El materialismo histrico no es, precisamente, el

    materialismo metafsico o filosfico, ni es una Filosofa de la Historia, dejada atrs por

    el progreso cientfico. Marx no tena por qu crear ms que un mtodo de interpretacin

    histrica de la sociedad actual. Refutando al profesor Stamler, Croce afirma que el

    presupuesto del socialismo no es una Filosofa de la historia, sino una concepcin

    histrica determinada por las condiciones presentes de la sociedad y del modo como

    sta ha llegado a ellas. La crtica marxista estudia concretamente la sociedad

    capitalista. Mientras el capitalismo no haya trasmontado definitivamente, el canon de

    Marx sigue siendo vlido [38].

    Como vemos, Maritegui afirma que la vigencia del marxismo responde a la existencia

    misma del sistema capitalista; ahora bien, en su intento de despegar al marxismo de la

    cosmovisin ochocentista, no slo cita sino que repite la interpretacin crociana del

    marxismo como mtodo de interpretacin histrica. Pero el planteamiento de Croce no

    ser para reivindicar la vigencia del marxismo sino para reducirlo en el marco una

    filosofa idealista de la historia: [El materialismo histrico] no debe ser una nueva

    construccin a priori de filosofa de la historia ni un nuevo mtodo del pensamiento

    histrico, sino simplemente un canon de interpretacin histrica [el subrayado es

    nuestro, N. de R.]. Este canon aconseja prestar atencin a lo que se denomina el sustrato

    econmico de las sociedades para mejor comprender sus configuraciones y sus

    vicisitudes [39].

    Esta posicin de Croce, contra la que Labriola y luego Gramsci en los Cuadernos

    discutieran con dureza, es la que toma Maritegui en su intento de revitalizar almarxismo frente al evolucionismo socialdemcrata y la crtica idealista. No slo toma

    textualmente la definicin mtodo de interpretacin histrica sino que usa la misma

    palabra canon, lo cual hace innegable la presencia de Croce en un problema terico

    fundamental. Incluso reivindicar las ideas de Croce acerca de la plusvala como

    categora moral [40].

    Qu resulta de todo esto? Que en su dilogo con Croce Maritegui pierde ms de loque gana, puesto que adscribe a una lectura sobre el carcter del marxismo que tiende a

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb38http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb39http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb40http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb40http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb39http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb38
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    20/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 20

    negar su independencia y originalidad como concepcin del mundo y reducirlo a un

    criterio de interpretacin histrica, asimilable en el idealismo neohegeliano.

    Este punto del debate es fundamental, porque si el marxismo es nicamente un mtodo

    de interpretacin histrica, las respuestas sobre los problemas filosficos que

    trascienden esa interpretacin, tales como cul es la relacin del hombre con la

    naturaleza, cul es el carcter concreto y diferenciado de la realidad humano-social, cul

    es la relacin entre determinaciones objetivas y voluntad consciente, por tomar slo

    algunos (y Maritegui ha prestado al ltimo en particular una atencin enorme) de los

    que constituyen una pregunta permanente en la cultura occidental desde Homero hasta

    nuestros das, esas respuestas decamos, habr que ir a buscarlas a otras concepciones

    filosficas, con lo cual el proletariado resultar dependiente en ltima instancia de la

    cosmovisin burguesa. En esto a Maritegui se le escap la operacin ideolgica

    fundamental de Croce, sealada con toda claridad por Gramsci.

    De esta manera la mediacin de Croce acercar a Maritegui a todo un espectro de

    posicionamientos tericos del filsofo italiano que haban sido refutados por un

    marxista clsico como Antonio Labriola, casi treinta aos antes [41].

    V. LA ODISEA DE MARITEGUI Y EL MARXISMO QUE QUEREMOS

    (RE)CONSTRUIR

    Posiblemente odisea no sea el trmino que mejor se ajusta a la vida y obra de

    Maritegui. Sera mejor hablar de un aprendizaje. Pero lo cierto es que ambas figuras, la

    primera previa a la escisin dolorosa de la subjetividad y la segunda, propia del sujeto

    moderno, nos remiten a la doble enseanza que nos deja el legado mariateguiano.

    As como en Goethe y Hegel, constructores poticos y filosficos de grandes recorridos

    en los que el sujeto se hace a s mismo experimentando e interiorizando todas las formas

    posibles de actividad humana y arribando a la ansiada meta que es a la vez una

    reformulacin del punto de partida; la vida y obra del revolucionario peruano a quien la

    experiencia europea, que consideraba su mejor aprendizaje, haba instalado en su

    interior la conviccin de peruanizar el Per y concurrir a la fundacin del socialismoperuano, nos remite al sentido de ese mismo obrar humano donde se construye la

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb41http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nb41
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    21/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 21

    historia y se realiza la filosofa. As cuando Maritegui deca que su vida era una saeta

    que tena que llegar a hacer blanco, intentaba, sin duda, restarle importancia a su figura

    y realzar el contenido mismo de la accin, estrechando a travs de la historia su

    pensamiento y el de aquellos dos gigantes alemanes.

    En ese recorrido, parafraseando la frase favorita de Marx, nada de lo humano le fue

    ajeno. El futurismo, el surrealismo, el grupo Clart, El Inca Gracilaso, Jos

    Vasconcelos, Ricardo Palma, Manuel Gonzlez Prada, Haya de la Torre, James Joyce,

    Croce, Gobetti, Sorel, Gorki, Lenin, Trotsky, Lunacharsky, LOrdine Nuovo, la

    Revolucin Rusa, la Revolucin alemana, la poltica italiana, las luchas anti-coloniales

    en Turqua y la India, el fascismo y muchos otros temas fueron parte del universo

    cultural en que Maritegui se desempe y que a su vez contribuy a constituir en

    pginas de fina prosa y ardor revolucionario.

    Si para Engels el proletariado alemn sera el heredero de la filosofa clsica alemana, la

    propia accin poltica de Maritegui al interior de la clase obrera del Per apuntaba a

    hacer del proletariado peruano, no slo un receptor de lo mejor de la cultura

    occidental y de la experiencia revolucionaria internacional, sino un constructor activo de

    su propia tradicin en la lucha por una sociedad sin opresin ni explotacin.

    Decamos que vida y obra de Maritegui representan una doble problemtica: por un

    lado el aprendizaje del intelectual revolucionario latinoamericano, que se sumerge de

    lleno en el drama humano en busca de la sntesis entre lo ms genuino de la tradicin

    nacional y continental y el marxismo como la formacin terica y la fuerza poltica de

    clase ms avanzada de la arena internacional. Por el otro, la propia odisea del marxismo

    en sus complejas relaciones con la cultura moderna, con la filosofa, la ciencia, laliteratura, el arte y el psicoanlisis, la cual nos plantea con fuerza la pregunta acerca de

    qu marxismo queremos (re) construir.

    Consideramos pertinente esta reflexin porque en los inicios del siglo XXI, remontando

    largas dcadas de reaccin poltica e intelectual, ningn marxista serio puede pensar la

    reconstruccin del marxismo revolucionario como una mera restauracin del

    pensamiento de la III Internacional antes de su burocratizacin. Esto no slo sera una

  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    22/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 22

    ingenuidad sino que sera un crimen de lesa historicidad que despojara al marxismo de

    su carcter vivo y dialctico.

    Y aqu es dnde el pensamiento de Maritegui mantiene una profunda vitalidad,

    poniendo sobre la palestra no slo los nudos centrales de la problemtica

    latinoamericana sino tambin la conviccin de que el desarrollo terico poltico e

    ideolgico del marxismo slo es posible en estrecha conexin con la lucha de clases y

    en dilogos y polmicas con lo ms sugerente y avanzado de la filosofa, las ciencias y

    la cultura mundial.

    Este dilogo con el pensamiento de Maritegui apunta a prefigurar y contribuir a esa

    reconstruccin revolucionaria y anti-dogmtica que ser la mejor recreacin-realizacin

    de su legado.

    NOTAS

    [1] Una primera versin de este artculo ha sido publicada en Rebelin el 10 de

    diciembre de 2002, firmado con el seudnimo Gabriel Lanese. Hemos hecho

    correcciones sustanciales y otras modificaciones. Si bien hemos mantenido muchos

    aspectos sealados en la primera versin introdujimos otros que no estaban presentes.

    As tambin hemos ampliado las fuentes bibliogrficas.

    [2] Ver V. M. Miroshevski, El populismo en el Per. Papel de Maritegui en la historia

    del pensamiento social latinoamericano (1941) en Jos Aric, Maritegui y los

    orgenes del marxismo latinoamericano, segunda edicin corregida y aumentada,Mxico DF, Ed. Pasado y Presente, 1980, pgs. 55 a 70.

    [3] Ver Jorge Del Prado, Maritegui, marxista-leninista, fundador del Partido

    Comunista Peruano (1943), en Jos Aric, op cit. pgs. 71 a 90.

    [4] Comit Central del Partido Comunista del Per, octubre de 1975, Retomemos a

    Maritegui y reconstituyamos su partido, versin electrnica.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh1http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh2http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh3http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh4http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh4http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh3http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh2http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh1
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    23/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 23

    [5] Entre los autores argentinos Nstor Kohan, Marx en su (Tercer) mundo, Bs. As., Ed.

    Biblos, 1998. Del mismo autor De Ingenieros al Che, Bs. As., Ed. Biblos, 2000. El

    mismo tema est tomado en el libro de Horacio Tarcus El marxismo olvidado en

    Argentina. Del mismo autor ver Maritegui en Argentina o las polticas culturales de

    Samuel Glusberg, Bs. As., Ed. El Cielo por Asalto, 2001. Como nuestra perspectiva es

    muy distinta a la de ambos autores creemos necesario introducir una aclaracin al

    respecto. En el caso de Kohan sealamos tres aspectos sustanciales que nos distancian

    profundamente de su perspectiva: en primer lugar que el linaje del marxismo

    latinoamericano que intenta construir incluye curiosamente a figuras con posiciones

    divergentes respecto del stalinismo criollo y otras que, como Hctor Agosti, fueron

    siempre intelectuales orgnicos del stalinismo argentino. De aqu que si bien Kohan

    asume una posicin crtica frente al stalinismo, no dedica la menor atencin a las

    corrientes trotskistas que, con sus aciertos y errores se opusieron de conjunto a la

    burocracia staliniana. Por ltimo, partiendo de que ...en Stalin, Mao y Trotsky -ms

    all de sus evidentes diferencias polticas- subyace una misma interpretacin de la

    filosofa marxista... la lucha de los trotskistas por el programa y la estrategia marxistas

    aparece en el nivel de disputas y rencillas polticas, las cuales habran jugado el papel

    de ocultar los fuertes lazos comunes que la vertiente stalinista y la trotskista

    mantuvieron en torno de la filosofa del marxismo (Marx en su (Tercer..., op.cit., pgs.

    39 y 47-48 respectivamente). Ahora bien, la inconsistencia del planteo del autor es que

    en un prrafo pinta a Trotsky como una partidario de la ontologa mecanicista y en el

    prrafo siguiente reivindica la ley del desarrollo desigual y combinado formulada por

    Trotsky. La nica forma de salir de este embrollo es aplicar el criterio gramsciano de

    buscar la filosofa de los hombres polticos en su praxis (vale decir en su accin y en sus

    ideas polticas), criterio que Kohan aplica en todos los casos posibles menos en el de

    Trotsky quien, dicho sea de paso, hizo aportaciones fundamentales para comprender larealidad latinoamericana y ubicar a la clase obrera en la vanguardia de la lucha anti-

    imperialista. En cuanto a Horacio Tarcus nos basta con su propia confesin de partes:

    terminar con la izquierda leninista dogmtica y entrar en la era de la capacidad de

    gestin, como los trotskistas brasileos que estn en el PT (La izquierda vive y

    sobrevive de los homenajes, Pgina/12, 06/02/2003). Curiosamente lo medular del

    pensamiento mariateguiano apunta en la direccin contraria. El odio visceral de Tarcus

    hacia la militancia revolucionaria no puede ocultar que su marxismo humanista es unvelo (no tan) sutil y sobre todo engaoso para la reivindicacin lisa y llana del

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh5http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh5
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    24/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 24

    reformismo y la subordinacin al estado burgus. En esto est claramente a la derecha

    de Kohan, que reivindica la perspectiva de la revolucin y la lucha anticapitalista.

    [6] Ver El materialismo histrico y la filosofa de Benedetto Croce, Bs. As., Ed. Nueva

    Visin, 1984, pgs. 72 a 80.

    [7] Ver Jos Aric, La Hiptesis de Justo, Escritos sobre el socialismo en Amrica

    Latina, Bs. As., Ed. Sudamericana, 1999. Este juicio no incluye ni a Recabarren ni a

    Mella.

    [8] Durante las dos primeras dcadas del S. XX, el senador socialista argentino Enrique

    Del Valle Iberlucea, escribi algunos ensayos de divulgacin donde defenda el

    planteamiento de Antonio Labriola en polmicas con Aquiles Loria e Ives Guyot.

    Despus de la revolucin rusa promovi la adhesin del PS a la III Internacional,

    liderando el sector tercerista, pero al ser derrotado en la lucha interna del PS, decidi

    quedarse en el mismo a pesar de que un importante sector de la base tercerista rompi

    con el PS para entrar al PSI. Ver Emilio Corbire, El marxismo de Enrique del Valle

    Iberlucea, Bs. As., Centro Editor de Amrica Latina, 1987.

    [9] Los documentos publicados por la IC en 1921 y 1923 referidos a Amrica Latina

    pueden consultarse en Michael Lwy, El marxismo en Amrica Latina, Mxico, Ed.

    Era, 1982. Dichos documentos esbozan una posicin distinta de la expresada por

    bujarinistas y stalinistas al momento que estamos comentando y ms cercana a las

    posiciones de Maritegui y Mella.

    [10] Aniversario y Balance, Obras, Tomo II, La Habana, Casa de las Amricas, 1982,pgs. 240-243. En este punto coincide objetivamente tanto con el desarrollo que hace

    Trotsky en la teora de la revolucin permanente acerca de que la revolucin puede

    empezar tanto en los pases avanzados como atrasados, siendo parte de un proceso

    que contina a nivel internacional y tiene su culminacin a escala mundial, como con

    los debates de Trotsky contra los apristas durante el exilio mexicano en torno a la

    revolucin latinoamericana y la lucha anti-imperialista.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh6http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh7http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh8http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh9http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh10http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh10http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh9http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh8http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh7http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh6
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    25/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 25

    [11] JCM, Principios programticos del Partido Socialista, Obras, Tomo II, op.cit.,

    pgs. 216-220.

    [12] En El problema de las razas en Amrica Latina utiliza la formulacin gobierno

    de obreros y campesinos un tanto ambigua, pero ms cercana por el contenido a la

    dictadura del proletariado que la frmula de la IC que era esencialmente contra la

    dictadura del proletariado.

    [13] (Tesis 8) La dictadura del proletariado, que sube al poder en calidad de caudillo

    de la revolucin democrtica, se encuentra inevitable y repentinamente, al triunfar, ante

    objetivos relacionados con profundas transformaciones del derecho de propiedad

    burguesa. La revolucin democrtica se transforma directamente en socialista,

    convirtindose con ello en permanente. Len Trotsky, La Teora de la Revolucin

    Permanente (compilacin), Bs. As., Ed. CEIP Len Trotsky, 2000, pgs. 520-521.

    [14] Congruentemente con mi posicin ideolgica, yo pienso que la hora de ensayar en

    el Per el mtodo liberal, la frmula individualista, ha pasado ya. Dejando aparte las

    razones doctrinales, considero fundamentalmente este factor incontestable y concreto

    que da un carcter peculiar a nuestro problema agrario: la supervivencia de la

    comunidad y de elementos de socialismo prctico en la agricultura y la vida indgenas.

    JCM, El Problema de la Tierra, en Siete ensayos de interpretacin de la realidad

    peruana, versin electrnica.

    [15] Analizando la gnesis de la produccin capitalista digo: en el fondo del sistema

    capitalista est, pues, la separacin radical entre productor y medios de produccin... labase de toda esta evolucin es la expropiacin de los campesinos. Todava no se ha

    realizado de una manera radical ms que en Inglaterra... Pero todos los dems pases de

    Europa occidental, van por el mismo camino (El Capital, edicin francesa, p. 316). La

    fatalidad histrica de este movimiento est, pues expresamente restringida a los pases

    de Europa occidental. El por qu de esta restriccin est indicado en este pasaje del

    captulo XXXII: La propiedad privada, fundada en el trabajo personal... va a ser

    suplantada por la propiedad capitalista fundada en la explotacin del trabajo de otros, enel sistema asalariado (op. cit, pg. 340). En este movimiento occidental se trata, pues, de

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh11http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh12http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh13http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh14http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh15http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh15http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh14http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh13http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh12http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh11
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    26/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 26

    la transformacin de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad

    privada. Entre los campesinos rusos, por el contrario, habra que transformar su

    propiedad comn en propiedad privada. El anlisis presentado en El Capital no da, pues,

    razones, en pro ni en contra, de la vitalidad de la comuna rural, pero el estudio especial

    que de ella he hecho y cuyos materiales he buscado en las fuentes originales, me ha

    convencido de que esta comuna es un punto de apoyo de la regeneracin social en

    Rusia, mas para que pueda funcionar como tal ser preciso eliminar primeramente las

    influencias deletreas que la acosan por todas partes y a continuacin asegurarle las

    condiciones normales para un desarrollo espontneo. Carta de Carlos Marx a Vera

    Zaslich, en Nstor Kohan, Marx en su (Tercer..., op.cit., pg. 263. Jos Aric seala que

    si bien este texto haba sido publicado en vida de Maritegui, es poco probable que este

    lo hubiese conocido, por lo cual en esto actu segn sus propios criterios.

    [16] JCM, La comunidad bajo la repblica. El problema de la Tierra en Siete

    Ensayos..., op.cit..

    [17] Adolfo Gilly analiza detalladamente este proceso y la importancia de las

    tradiciones indgenas en el mismo: Su trayectoria (la del campesino indgena

    mexicano, N. de R.) social y cultural es propia y especfica. Lo opone al mundo

    capitalista otra lnea de defensa diversa de la del campesino propietario europeo. Y sus

    tradiciones comunales, en una poca de revoluciones sociales, pueden cumplir una triple

    funcin: servir como parte de la estructura y sostn de los organismos de la lucha

    revolucionaria; enlazar la comprensin individual con la perspectiva colectiva; y servir

    de apoyo para la transicin a una organizacin productiva y social superior (la cursiva

    es nuestra) y contina el autor Esta misma argumentacin expone para Per, en 1928,

    Jos Carlos Maritegui en sus Siete Ensayos de interpretacin de la realidad peruana.Gilly, La Revolucin Interrumpida, Mxico, Ed. Era, 1994, pg. 70. Es importante

    sealar que los procesos latinoamericanos de lucha de masas tuvieron de Chiapas en

    adelante una fuerte impronta de los pueblos originarios, demostrando la potencialidad

    de sus tradiciones y reivindicaciones, las cuales han sido en ms de una oportunidad

    llevadas a callejones sin salida en funcin de alianzas con sectores burgueses o militares

    nacionalistas (Ecuador), polticas de presin sobre los partidos democrticos

    (Mxico), o mesas de negociacin donde las bases ven frustradas sus expectativas(Bolivia). No es casualidad que una poltica constante de direcciones como el EZLN,

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh16http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh17http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh17http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh16
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    27/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 27

    Vargas o Morales y Quispe haya sido la nula bsqueda de la unidad con el movimiento

    obrero. Las sucesivas encerronas en que se ha visto el movimiento de los pueblos

    originarios sin esa unidad son una prueba fehaciente de la necesidad de la misma y de la

    vigencia de las posiciones de Maritegui al respecto. La reciente insurreccin obrera,

    campesina, indgena y popular de Bolivia, que tuvo su sector de avanzada en los

    trabajadores y el pueblo de El Alto, vuelve a mostrar la enorme potencia que tienen los

    pueblos originarios en la confluencia con la clase obrera (que se dio como dinmica

    objetiva del proceso y no como poltica efectiva de las direcciones), y la importancia de

    esta problemtica desde el punto de vista de la estrategia y la teora poltica marxista.

    [18] Estos son dos ejes claros de los Siete ensayos.... Diversos autores coinciden en

    sealar la influencia de Piero Gobetti y su Il Rissorgimiento senza eroi, en este abordaje

    de la defeccin de la burguesa ante sus tareas histricas. Ver Robert Paris, La

    formacin ideolgica de Jos Carlos Maritegui, Mxico, Ed. Pasado y Presente, 1981,

    pgs. 154 a 175.

    [19] Ver Len Trotsky, Escritos Latinoamericanos, Bs. As., Ed. CEIP, 1999.

    [20] El partido bolchevique y Trotsky (1925), Trotsky y la oposicin comunista

    (1928), en JCM, Obras, Tomo II, op.cit..

    [21] Versin electrnica en www.marxists.org.

    [22] JCM, La Escena contempornea, Lima, Ed. Amauta., 1988, pgs. 92-96.

    [23] En esto no coincidimos con Michael Lwy quien sostiene que Maritegui no tomapartido en el conflicto entre Stalin y la oposicin de izquierda. Lwy, op. cit., pg. 20.

    [24] El PCA ha descubierto recientemente que la creacin heroica de la que

    hablaba Maritegui se frustr en China con el intento de Mao Tse-tung de copiar el

    modelo sovitico mientras que Deng Xiao Ping, el iniciador de la restauracin

    capitalista, habra sido un exponente de la audacia leninista. La adulacin no termina

    ah sino que contina en el socialismo de Jiang Zeming y Hu Jintao, el mismo que haincluido a los capitalistas como miembros plenos del PCCh y su flamante sucesor

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh18http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh19http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh20http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh21http://www.marxists.org/http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh22http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh23http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh24http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh24http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh23http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh22http://www.marxists.org/http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh21http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh20http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh19http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh18
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    28/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 28

    (Athos Fava, China, un largo camino, Nuestra Propuesta N 606, 10 de octubre de

    2002). Y este vergonzoso y rastrero contrabando ideolgico pretende disfrazarse de...

    marxismo creador!!!!????

    [25] Ver Otto Vargas, El marxismo y la revolucin argentina, Tomo II, Bs. As., Ed.

    Agora, 1999, pgs. 524 a 535. El secretario general del PCR hace suya la forzada

    interpretacin del CC del PCP a que hacemos alusin en la nota 4, donde se transforma

    a Maritegui en un terico del bloque de las cuatro clases y tributario del Pensamiento

    de Mao Tse-tung.

    [26] Len Trotsky, Crtica del Programa de la IC en La Teora de la Revolucin

    Permanente, op.cit., pg. 309.

    [27] Es importante destacar la potencialidad que hubiera tenido en Amrica Latina la

    confluencia de Maritegui y la Oposicin de Izquierda, si el marxista peruano hubiese

    desarrollado un planteo crtico del conjunto de la estrategia de la Comintern.

    [28] Ver Robert Paris, op. cit., pgs. 144 y 148.

    [29] Si hubiera que encontrar, entre tantos otros, un rasgo para definir la crisis cultural

    del Novecientos, ese podra ser el sentimiento, en la conciencia de la intelectualidad, de

    la prdida de la nocin de totalidad de la vida [...] si entendemos la confusa palabra

    positivismo como sometimiento al determinismo evolucionista, en una atmsfera

    cultural dominada por el darwinismo social, la revuelta intelectual de principios de

    siglo puso, en su conjunto, las bases conceptuales para fundar una teora de la accin

    despojada de residuos utilitaristas y naturalistas, cuyo ltimo y paradigmticorepresentante habra sido el ingls Herbert Spencer. J.C Portantiero, Gramsci y la

    crisis cultural del Novecientos en Los Usos de Gramsci, Bs. As., Grijalbo, 1999, pgs.

    171 y 184. Es necesario destacar que los artculos ms recientes publicados en este libro

    dan cuenta de un intento del autor por adscribir a Gramsci al marxismo occidental en

    lugar de a la III Internacional (como sostena en el ensayo de 1975 publicado apenas

    unas pginas antes). Toda una confesin de partes de un intelectual que ha hecho el

    trayecto con que Leopoldo Lugones se describa a s mismo en su madurez: a los 18aos rompa vidrios, a los 30 los colocaba y a los 40 se decidi a fabricarlos.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh25http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh26http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh27http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh28http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh29http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh29http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh28http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh27http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh26http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh25
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    29/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 29

    [30] JCM, Arte, Revolucin y Decadencia (1926), versin electrnica.

    [31] JCM, Defensa del Marxismo, Lima, Ed. Amauta, 1985, pg. 65.

    [32] Ver Luis Villaverde Alcal Galiano, El sorelismo de Maritegui y Robert Paris,

    Maritegui: un sorelismo ambiguo, en Jos Aric, op. cit., pgs. 145 a 161, donde

    estn ilustradas con claridad las diversas posiciones en torno a este tema.

    [33] JCM, La crisis mundial y el proletariado peruano, Historia de la Crisis Mundial,

    Obras, Tomo I, op.cit., pgs. 233-235.

    [34] Ver R. Paris, op. cit., pg. 144. La problemtica del mito en Maritegui ser tratada

    con mayor amplitud en prximos artculos.

    [35] JCM, Pesimismo de la realidad y optimismo del ideal, en Obras, Tomo I, op.cit.,

    pgs. 421-424.

    [36] JCM, Breve eplogo en Veinticinco aos de sucesos extranjeros, Obras, Tomo I,

    op. cit., pg. 317. Tambin en Defensa del marxismo est presente esta problemtica.

    [37] Robert Paris, op. cit.

    [38] JCM, Defensa del Marxismo, op.cit., pgs. 40 y 41.

    [39] Robert Paris, op. cit., pg. 165, tomado de Benedetto Croce Materialismo histrico yeconoma marxista, pgs. 106-107, Bs. As., Ed. Imn, 1942.

    [40] Es paradjico que Maritegui cite a Croce en Defensa del marxismo para

    fundamentar su polmica con De Man, ya que mientras el peruano intentaba apoyarse

    en Croce contra De Man, los crculos crocianos y el mismo Croce se apoyaban en De

    Man contra el marxismo, por lo que se tornaba imposible discutir contra De Man sindiscutir contra Croce y menos adecuado intentar apoyarse en Croce contra De Man.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh30http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh31http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh32http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh33http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh34http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh35http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh36http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh37http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh38http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh39http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh40http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh40http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh39http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh38http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh37http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh36http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh35http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh34http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh33http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh32http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh31http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh30
  • 8/14/2019 La odisea de Maritegui

    30/30

    Grupo de Historia Marxista - Colaboraciones 30

    [41] Los intentos de adscribir a Maritegui en la tradicin de quienes entienden el

    marxismo como filosofa de la praxis resultan un tanto forzados si no se toman en

    cuenta estos elementos que oponen a Maritegui y Gramsci en un problema esencial. A

    la vez tenemos que aclarar que entre los mismos pensadores que habitualmente se

    incluyen en esa tradicin hay importantes diferencias en cuestiones sustanciales, como

    botn de muestra bastan las crticas y debates de Markovic contra Lukcs alrededor del

    mtodo dialctico que no viene al caso introducir aqu. Por ltimo sera interesante

    analizar ms profundamente qu es lo que se entiende por praxis, ya que para Marx el

    rol activo del sujeto, su capacidad de transformar la naturaleza y construir la realidad

    humano-social est profundamente relacionado con el carcter objetivo del sujeto

    mismo, es decir que la categora de la praxis niega superando, lo cual quiere decir

    incorporando, los desarrollos del materialismo pre-marxista. De lo contrario caeramos

    en el absurdo de una praxis inmaterial, lo cual est ms cerca de las concepciones

    prehegelianas de la praxis como actividad moral en los marcos del dualismo filosfico.

    En este sentido han trabajado Labriola, Gramsci, Markovic, Kosik e incluso Adolfo

    Snchez Vzquez.

    http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh41http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=47#nh41