LA ORTOGRAFIA DE LAS CONCHERIAS · persona singular: a yo naide me'asariao (Mercando leña), se...

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LA ORTOGRAFIA DE LAS "CONCHERIAS" Tarde o temprano todo aquel escritor que pre- tenda reflejar en su obra un habla que difiere de la acostumbrada tiene que enfrentar las limitacio- nes de la ortografía convencional, y la falta de convención en su uso inconvencional. Aparte de sus propios conocimientos de los usos lingüisticos del caso - [o la falta de ellos! - su mayor obstácu- lo en cuanto a la fonología no usual lo constituyen las reglas establecidas de nuestro sistema gráfico. Dice al propósito Víctor Manuel Arroyo, "Las limitaciones del escritor en su empe- lla de reproducir fielmente el habla popu- lar son casi inmesurables. Al considerar la dimensión de esas dificultades se llega a la admiración por los logros que algunos es- critores alcanzan, valiéndose de medios necesariamente precarios. Es una especie de milagro conseguir, con tan pobres re- cursos, la reproducción viva y sin graves adulteraciones del habla popular. .. El sistema fonémico tiene un medio de re- presenttlCión muy deficiente en los alfabe- tos ... " 1 y el sistema fonético un medio de representación . mucho más deficiente aún. El buen escritor es casi siempre un admirable lingüista nato, pero poco le interesa, como de más a su obra, la exactitud científica lingüística como Dr. Oscar Chavarrfa Aguilar tal en la transcripción del habla no convencional. Su intención primordial es la de crear un ambiente, un efecto literario, y para ello se sirve de sus pro- pias impresiones y observaciones lingüísticas, de su 'sentido del habla y de la relación habla: grafia. Logra así por regla general superar las limitaciones de la grafía tradicional, y hasta las explota ingenio- samente para su ventaja. El mal escritor, en cam- bio, a nadie engaña con su habla 'popular' confec- cionada de la nada. Pero, ¿qué es esa habla popular? ¿De qué pueblo o pueblos? Y, ¿habla popular distinta del habla ... qué? ¿La no popular? ¿Cómo se define esa habla a la cual constantemente oponemos la popular y a la cual no logramos dar nombre? En toda sociedad, en todo tiempo, los niveles y variedades de habla son .numerosos y de una rela- ción muy compleja entre sí, pudiéndose observar por lo general más de una forma de habla en un solo hablante -a veces casi simultáneas. Para los hablante s de un idioma determinado, salvo una es- casísima minoría, el aprecio de estas variedades i- diomáticas y de su dinámica suele ser vago, impre- sionista y anecdótico. La oposición habla popular: habla x se siente, se reconoce hasta cierto punto e imprecisamente, pero es rara la persona que la pue- da concretar. "Esto, parodiando a Aquileo, pasa en todas partes/pero más en Costa Rica." Y si no más, al menos no menos. La verdad es que poseemos muy escasos datos confiables, por no decir científi 4S

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LA ORTOGRAFIA

DE LAS "CONCHERIAS"

Tarde o temprano todo aquel escritor que pre-tenda reflejar en su obra un habla que difiere dela acostumbrada tiene que enfrentar las limitacio-nes de la ortografía convencional, y la falta deconvención en su uso inconvencional. Aparte desus propios conocimientos de los usos lingüisticosdel caso - [o la falta de ellos! - su mayor obstácu-lo en cuanto a la fonología no usual lo constituyenlas reglas establecidas de nuestro sistema gráfico.Dice al propósito Víctor Manuel Arroyo,

"Las limitaciones del escritor en su empe-lla de reproducir fielmente el habla popu-lar son casi inmesurables. Al considerar ladimensión de esas dificultades se llega a laadmiración por los logros que algunos es-critores alcanzan, valiéndose de mediosnecesariamente precarios. Es una especiede milagro conseguir, con tan pobres re-cursos, la reproducción viva y sin gravesadulteraciones del habla popular. .. Elsistema fonémico tiene un medio de re-presenttlCión muy deficiente en los alfabe-tos ... " 1

y el sistema fonético un medio de representación. mucho más deficiente aún.

El buen escritor es casi siempre un admirablelingüista nato, pero poco le interesa, como de mása su obra, la exactitud científica lingüística como

Dr. Oscar Chavarrfa Aguilar

tal en la transcripción del habla no convencional.Su intención primordial es la de crear un ambiente,un efecto literario, y para ello se sirve de sus pro-pias impresiones y observaciones lingüísticas, de su'sentido del habla y de la relación habla: grafia.Logra así por regla general superar las limitacionesde la grafía tradicional, y hasta las explota ingenio-samente para su ventaja. El mal escritor, en cam-bio, a nadie engaña con su habla 'popular' confec-cionada de la nada.

Pero, ¿qué es esa habla popular? ¿De quépueblo o pueblos? Y, ¿habla popular distinta delhabla ... qué? ¿La no popular? ¿Cómo se defineesa habla a la cual constantemente oponemos lapopular y a la cual no logramos dar nombre?

En toda sociedad, en todo tiempo, los nivelesy variedades de habla son .numerosos y de una rela-ción muy compleja entre sí, pudiéndose observarpor lo general más de una forma de habla en unsolo hablante -a veces casi simultáneas. Para loshablante s de un idioma determinado, salvo una es-casísima minoría, el aprecio de estas variedades i-diomáticas y de su dinámica suele ser vago, impre-sionista y anecdótico. La oposición habla popular:habla x se siente, se reconoce hasta cierto punto eimprecisamente, pero es rara la persona que la pue-da concretar. "Esto, parodiando a Aquileo, pasa entodas partes/pero más en Costa Rica." Y si no más,al menos no menos. La verdad es que poseemosmuy escasos datos confiables, por no decir científi

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cos, sobre cómo hablamos los costarricenses, tantolos de habla popular, como los de habla x, comolos de hablas que no son ni la una ni la otra.

Sin embargo si hemos de apreciar la obra deAquileo- y junto con ésta, las de Magón y de Ar-turo Agüero Chaves, quienes forman con Aquileoel triumvirato de nuestro costumbrismo tico- nonos queda más remedio que adentrarnos, hastadonde podamos con escasos recursos, y solamentehasta donde sea necesario para iluminar dicha o-bra, en la dialectología costarricense con sus mati-ces socioeconómicos concomitantes. Porque meparece patente que la dialectología de las Conche-rías no es de carácter ni regional ni de generacio-nes. Las diferencias fundamentales de habla queentraña la obra maestra de Aquileo son las quedistinguen nuestra gente 'lebuda' de la 'descalsa';las que caracterizan por un lado al tico urbano, declase económica más que acomodada, y de consi-derable formación académica formal, y por el otro,al campesino llano e ingenuo, de escasos (o de nin-gunos) logros en materia de instrucción formal+, ymenos pretensiones a ellos. (Que existen otras cla-ses sociales, otras posibles clasificaciones dialecta-les, se admite libremente, pero no vienen al casopresente.) El 'lebudo' suele ser entre nosotros per-sona bidialectal, pues domina y tiene conciencia demás de una forma de su idioma; distinción primerí-sima: la escrita de la hablad a, y de ésta sus varian-tes formal e informal o allegro. El campesino, porsu parte, suele ser monodíalectal "; tiene éste por logeneral muy poca conciencia de formas del idio-ma diferentes a la suya, la cual es más que nadahablada. En él no influyen, o influyen muy poco,las normas que rigen el idioma escrito, el cual cons-tituye el modelo para el habla formal de su compa-triota de leva.

Veamos entonces, brevemente y a grandes ras-gos, cuáles son algunas de las diferencias que pare-cen distinguir uno de nuestros dos gru'pos del otro-a la gente 'descalsa' de la 'lebuda'". Tomamos,más o menos arbitrariamente, como base de nues- ..tra breve encuesta- el habla formal dellevudo, osea, el habla de los libros, del aula escolar, cosa que·por cierto está ímplícíta en las Concherías. Nótese,por ejemplo.que cuando 'en las partes narrativas deéstas Aquileo emplea una expresión concha la po--ne siempre entre comillas: "Con dos 'cuetones' a-

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nuncian la salida de la iglesia ... " (Boda campes-tre), etc. Es decir, es el habla del campesino la quese distingue, se destaca; de manera que nuestra se-lección de base no parece tan arbitraria.

Las diferencias de léxico y de morfosintaxisentre los dos grupos que nos ocupan son las másobvias y las que más fácilmente se prestan a lacaracterización literaria del hablante. Entre éstas,los arcaísmos pertenecen casi exclusivamente ennuestro medio al habla campesina. (Dicho sea de.paso, en los más de los pueblos, el habla del poco ono letrado suele ser arcaizante.) Voces como asina,mesmo, dende, mantres, medecina, por ejemplo,rara vez se oyen en otra boca que la del campesino.

Rústicos también son los verbos reparar y es-piar (también ispiar] con el sentido de 'ver', 'mi-rar', y el verbo mercar. Lo mismo puede decirse dela colocación al final del complejo verbo+enclíticodel morfema que marca plural, i.e., pídamen, surepetición, alcánsensen,;y su redundancia, socarsen.Sirven también para caracterizar a nuestra gente decampo la simplificación de ciertos grupos conso-nánticos en el inf+encütico, decile (decirle), conta-le (contarle), vela (verla), desapartalos (apartarlos),amarrase (amarrarse),y tantísimos más; también eluso de los verbos 'ir', 'coger' y 'decir' como auxi-liares sin sentido en sí, o con muy poco: y juí yme tomé dos tragos (me tomé dos tragos), cogió yse fue (se fue), dijo a co"er{corrió o comenzó acorrer) y, para citar sólo un ejemplo más, la asimi-lación de verbos de la segunda conjugación a laprimera en el pretérito imperfecto: traiba (traía),caiba (caía), leiba (leía), etc.

Pueden considerarse también formas netamen-te campesinas giros como, por ejemplo, más peor,más mejor, muy tristísimo; el pronombre 'usted'(más bien usté) como pronombre impersonal: yusté sale a Santa Bárbaraly usté se las manda abrir'11 Barrial o la Pitaya ... (La fírmíta): la generali-zación de la forma yo del pronombre de la primerapersona singular: a yo naide me'asariao (Mercandoleña), se vienen con yo (Instantáneas) .

Podríamos notar aún más y diferentes usos delléxico y de morfosintaxis peculiares, al campesinode Costa Rica, pero.creo que para nuestro propósi-to las formas arriba citadas bastarán.

Es en la fonología de formas dialectales -es.decir de aquellas formas que se apartan de la baseque antes dejáramos por sentada- donde más pro-blemasaguardan al escritor, como ya lo notara A-rroyo, donde hay menos consenso y convención, yen donde se notan mayores inconsistencias, hastaenun mismo autor.

Cabe notar aquí, de una vez, que hay ciertasconvenciones literarias de trascripción entre nues-tros escritor.es q e no nos interesan; pues aunqueéstassuelen caracterizar casi exclusivamente a gen-te 'descalsa' (ver más adelante), en realidad repre-sentan aspectos comunes al habla normal y co-rriente de todos los ticos- del habla diaria (y úni-ca) del campesino, y del habla allegro del 'lebudo'.Me refiero más que nada a la reducción o altera-ción, trascrita de varias maneras, de grupos vocáli-cosf bá ~ ér] va'ber, va a haber; [míxito], m'hijito,mi hijito; [kes] qu'es que es; [gwároaténas] gua-ro'Atenas, guaro a Atenas (a trése un trago de gua-ro a Atenas, Un hermano); r káremursiéla 'Y. o]

[trómpeéánéo ] car'e ~urciélago,trompechancho , cara de murciélago, trompa dechanchos; [lótra] l'otra, la otra. En esta mismacategoría encontramos también, entre otras, lasgrafías usté, ciudá, mercé, etc., que aunque en laliteratura aparecen casi siempre como de hablacampesina, representan también fonetismos del ha-blaallegro del tico de leva.

De carácter algo dudoso son aquellas trascrip-ciones que nos muestran como diptongos gruposde vocales que, nos dicen las reglas, han de estar enhiato. No cabe la menor duda de que en nuestrahabla en general existe la tendencia hacia la dip-tongación de vocales en hiato; lo dudoso surge araíz de la incertidumbre de si la realización fonéti-ca es la misma en los dos grupos que aquí nosocupan.

La única manera de indicar esa tendencia dip-tongante dentro de las limitaciones de la ortografíaque tenemos a nuestra disposición, es por mediode la conversión de una de las vocales en semivo-cal: convertir e en i y o en u, pues la ortografíausual no admite signos diacríticos, además de queel lector desconoce su significado. No tiene el es-critor más remedio que escribir piar, tiatro, lioñ,

pueta, no digü eso, etc. Lo que sí no sabemos essi en nuestra habla costarricense se dan únicamente[Pior)' [puéta], [dí 'Y }!éso), o si también se oye[Pxor), [p~éta), [dí 'Y l?éso). La resolución de estaduda tendrá que esperar a que se realicen estudiosmás exactos y más profundos sobre nuestro usodel idioma. (Aunque por cierto tal resolución ennada afectará el problema literario de la transcrip-ción de variantes fonéticas.)

Ciertas otras simplificaciones, de Rafael a Ra-[el, de Micaela a Miquela, de traer a trer, de aun-que a unque, de paciencia a pacenci.a; ciertos in-tercambios vocálicos, de botella a butil/a, de boñi-ga a buñiga, de espérese a aspérese; ciertas sustitu-ciones en consonantes, de admitir a almitir, de a-taúd a ataú/, de bueno agueno; la aspiración de lat. jue por fue, jusil por fusil, etc ... son todas estasformas características casi exclusivas del habla denuestros campesinos.

Estos aspectos divergentes de la fonología e-jemplar de nuestra habla, y muchos más igualmen-te notorios, han sido explotados por nuestros escri-tores con mayor o menor éxito, con mayor o me-nor consistencia, con base únicamente en sus pro-pios .conocimientos lingüístico s, su propia expe-riencia y su propio sentido del habla.

Pero la convención ortográfica más extensa-mente explotada por nuestros escritores costum-bristas costarricenses, comenzando con Aquileaquien la inicia en serio, refleja aspectos fonológicosde nuestra habla en que estamos en completo a-cuerdo levudos y descalzos, en cuya pronunciaciónno se da diferencia alguna entre los dos grupos quenos interesan. (Ni en otros grupos costarricenses,dicho sea de paso). Me refiero a aquellos fenóme-nos de nuestra fonología llamados yeísmo y seseo-los cuales, vale observar aquí con énfasis; carac-terizanel habla de todos los costamcenses- y, alnivel ortográfico, el problema de la be de burro yla be de vaca- ¡que allá otros las llamen be yuve ! 6

Vale detenemos aquí unos instantes para re-flexionar sobre este fenómeno literario que bienmerece llamarse extraordinario. ¡Que en nuestraliteratura las diferencias entre dos hablas y, quizásmás importante; entre dos grupos de nuestra socie-

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dad, se reduzcan al nivel de simple truco ortográfi-co es nada menos que eso: extraordinario! Losaspectos fonológicos de nuestra dialectología bre-vemente delineados en párrafos anteriores se ex-plotan de manera esporádica, superficial y pocosistemática. En cambio la y por ll, la s por e y z y,en menor grado (véase más adelante), la b por la ven la literatura que pretende transcribir el hablapopular, son cosa general y notoria-genial e inspi-rada cuando se toma en cuenta que las varias alter-nativas gráficas no representan ninguna diferenciafonética correspondiente. Estos usos gráficos, em-pleados en mayor o menor grado por casi la totali-dad de nuestros escritores, comienzan en nuestraliteratura de modo sistemático 7, creo, con Aquí-leo, e influye éste notablemente a Magón en susCuentos, y a Arturo Agüero Chaves en su Roman-cero Tico.

y nótese bien la dirección de la sustitución degrafías como elemento literario: rara vez se ve llpor y, coz por s, o v por b. En la realidad noliteraria la confusión de signos es bidireccional:tanto se puede ver 11por y, etc., como lo contrario.E! problema ortográfico real estriba precisamenteen que a un solo fonema corresponden dos o másgrafías, y por tanto no puede decirse con certezade antemano cuál signo va a aparecer en el escribirdel imperfectamente letrado. A la par del mundoideal literario unidireccional, el mundo real de to-dos los días nos ofrece: "No se apolle en la puer-ta" (letrero sobre la puerta de un autobús); "esca-zos recursos" (de un tema escolar); y un autobúsque va a Curridavat . . . seguro para hacer pareja'Conotro llamado El Vesubio.

¿En qué se basa esta convención gráfica litera-ria tan singular? O para hacer la pregunta de otromodo: ¿cómo dio el genio de Aquileo en tan inno-vadora y acertada solución a problema tan preca-rio? Es siempre sumamente peligroso tratar de leerel pensamiento de un escritor- [cuánto más a ladistancia de casi tres generaciones! Creo, sin em-bargo, que nos podemos aproximar a una idea bas-tante acertada de las intenciones de Aquileo enesta materia.

El español de Costa Rica carece al nivel fono-lógico, como se ha insinuado anteriormente, de di-ferencias sistemáticas regionales notorías.P Comodialecto del cual han desaparecido ciertas distincio-

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nes fonolégícas funcionales todavía en el dialectonormativo en el cual se basa la ortografia del idio-ma, se presta nuestra habla a errores de transcrip-ción de ciertos fonemas cuya representación gráfi-ca es ambigua. El genio de Aquileo consiste engran parte, a mi juicio, del reconocimiento de estahomogeneidad fonológica, junto con su corolarioinevitable de que la única manera de indicar en laliteratura diferencias entre hablas-más allá de lasdiferencias de morfología, sintaxis y léxico- teníaque ser por medio de distorsiones ortográficas, lascuales, por esa misma homogeneidad, no tienenbase alguna en diferencias en el habla. Y esto a su'vez implica la conciencia de una realidad sociológi-ea profunda que se manifiesta en el manejo delidioma escrito. Aquileo sabe que hay gente queescribe bien, y gente que escribe ... no tan bien;que estas diferencias en el manejo del idioma escri-to no tienen nada en absoluto que ver con el hablaen sí, ni con el manejo de ésta, sino que más bienimplican factores económico-históricos que brin-dan a un grupo oportunidades de instrucción for-mal en el manejo del idioma escrito y a otro grupono.

Porque nuestro dialecto americano carece alnivel fonológico de ciertas distinciones que el siste-ma gráfico, por estar basado en sistema fonológico'diferente, mantiene el escribir 'bien' o 'mal' depen-de en cierto grado del cultivo de la memoria visual.De tal memoria depende sin duda la habilidad de'recordar cuál palabra se escribe con b, cuál con v;si ésta lleva h y aquélla no . .. o viceversa etc. Encuanto a la relación fonema: grafía en muchas pa-labras en nuestro español americano no.hay guíaconfiable otra que esa memoria visual, la cual a suvez es producto casi exclusivo del nivel académicocursado: de ser en efecto, letrado y de mantener'viva esa memoria por medio del hábito de leer."Esto implica en nuestra sociedad estado económi-co más acomodado, pues es notorio que en CostaRica (al igual, claro está, que en otros países relati-vamente pobres) logros académicos van en relacióndirecta y estrecha con clase económica. El campe-sino aún de hoy, por su situación económica, vamuy atrás de su compatriota urbano de clase aco-modada en cuanto a oportunidades y logros escola-res. 1 O. [Cuánto más el concho de los días de Aquí-leo!

Me parece inescapable la conclusión de que

Aquileo, como lingüista nato que fue, apreciandola homogeneidad fonológica de nuestra habla, yconsciente.del nivel de alfabetización de nuestroshombres de campo comparados con los levas, esco-gió muy deliberadamente la ortografía como únicomedio eficaz de dar verdadero carácter, su matizrústico, su gracia, al habla de los conchos de sudía. Además se atuvo Aquileo a que sus lectores-(entre los cuales habrían de figurar muy pocosconchos, por cierto) reconocieran intuitivamenteaquella realidad que para él era concreta; que elcampesino no escribe el español como mandan lasreglas,que tiene un escribir imperfecto y excéntri-co. y nótese bien CiJlj: la ortografía no convencio-nal que caracteriza al descalzo no se limita a lageneralización de y, s y b; toda grafía que no sea lanormal aparece casi exclusivamente en boca cam-pesina, aún cuando se trate de fonetismos que, co-mo ya hemos visto, ocurren igualmente en el hablaallegrodel 'lebudo'. Aquileo superó las limitacio-nes de nuestro escribir con ingenio, explotando e-sas mismas limitaciones. Más de tres generacionesde costarricenses somos, junto con Rubén Darío,testigos de su acertada inspiración.

Sus intenciones con respecto a la transcripcióndel fonema /b/ merecen comentario especial. Delosefectos ortográficos del poeta, éste parece ser elque más ha ofendido a sus redactores y comenta-ristas, el menos comprendido y por eso el menosaceptable. (Aunque estoy convencido de que tam-poco se ha comprendido su uso de la y y de la s.)Léanse las palabras al propósito de Arturo Agüeroen su introducción al glosario que acompaña laedición de Concherias de la Editorial Costa Ricade 1973; dice que ha

"tomado la libertad de corregir [¡sic! ]alautor en su intento de escribir sólo B ynunca V cuando se pone a hablar a loscampesinos, ya que la distinción fonéticano se realiza entre ambos signos, pues encastellano solamente existe el sonido bila-bial transcrito con ambos. Así, pues, noexistiendo la diferencia fonética en nin-gún lugar en donde se habla español, huel-ga la generalización gráfica procurada porAquileo. Por eso en vez de biba, por ejem-plo, como escribía el poeta, hemos escritoviva ,,11

10 que me parece error rotundo de parte de donArturo. Preciamente porque no existe diferenciafonética recurre Aquileo a ese truco ortográfico,que aunque truco crea un notable efecto literario yrefleja además una realidad muy notoria en nues-tro pueblo: que es el campesino, el concho quienmás dificultad tiene con esas grafías que no corres-ponden en nuestra habla a distinciones fonológi-cas; que es el campesino, imperfectamente letradopor razones ya aludidas, quien más tiende a escri-bir biba breba, biejas, etc., (pero quien tam-bién-véase más arriba-puede con igual probabilidadescribir viva, breva, viejas.)

Asimismo trata don Arturo de generalizar lasgrafías y y s hasta ponerlas en bocas en donde, ami parecer, no caben del todo.l? En las Concheri-as hablan tres personas que pueden considerarsegente de leva y, como tal, capaces de escribir co-rrectamente el español; estos hablan poco -pues noson conchos- pero hablan: el teniente de La Se-renata; el cura de Boda campestre; y el compadrenarrador de La visita del compadre. Es de notarque en las ediciones tem~ranas y, creo yo, másfidedignas de Concherias' estos tres hablan, pordecirlo así, con buena ortografía. Al generalizar lossignos y y s, y hacer que ellos digan buya, desver-güensa y caye, en vez de bulla, desvergüenza ycalle, me parece un error que más bien traiciona laintención del poeta, y que le roba a su obra unelemento importantísimo: lo único que con acier-to distingue al descalzo dellevudo, a la clase queconfunde su ortografía de la clase que escribe bien.Mi tesis es la de que nunca se ha comprendido bienel porqué de la usanza ortográfica de Aquileo; queera su intención que aquellos tres protagonistas deleva se caracterizasen por la ortografía correctaque corresponde a la clase letrada.

De paso interesa notar que el mismo ArturoAgüero emplea el truco de distinciones netamenteortográficas en imitación, quizás inconsciente, deAquileo para distinguir entre clases en su poema"La verdulera"delRomancero Tico.Al transcribir'elhabla de la verdulera, muchacha de campo y porconsiguiente no letrada, emplea contracciones,l'oyita, l'esquina, p'oyile, etc., pero en el habla delseñor con quien ella dialoga no emplea ninguna; laverdulerita es yeísta y seseísta: dice piya, Sabani-va, ofresca, el señor en cambio es lleísta y ceceísta

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(¿zezeísta? ) y dice Sabanilla, olla, ofrezco. La ver-'dulera dice usté, y el señor dice usted. El uso de lay y de la s en el Romancero Tico no es muy dife-rente del de Concherias; don Arturo no generalizael yeísmo y el seseo en bocas donde sabe él muybien que no caben. El propósito de don Arturo,como el de Aquileo, es literario y no lingüístico;de ser al contrario el señor también tendría que'decir' Sabaniya, l'esquina, etc., pues él es en suhabla tan yeísta y seseísta como ella.

Se ha creído siempre que Aquileo se valió delos signos y y s en vez de 11 y e y z, respectivamen-te, para "indicar, como lo dice don Arturo Agüero,con ellos el yeísmo y seseo amerícanos.v+" Yo nocreo que éste sea el caso. Nótese que Aquileo uso.la grafía b en yez de v y que este uso nunca ha sidocomprendido por los redactores y comentaristasporque no parecía tener la misma función que lasgrafíasy y s, es decir, la función de indicar aspectosfonológicos del habla costarricense. O le corrigenla b sin comentario -cosa que ocurre en casi todaslas ediciones que yo he visto- o la corrigen en laconvicción de que, en las palabras de Arturo Agüe-ro ya citadas, "no existiendo la diferencia fonéticaen ningún lugar en donde se habla español, huelgala generalización gráfica .... " Pero en nuestra ha-bla los signos y y 11 s y e y z carecen de papelfonológico ni más ni menos.que la b y la v.

No tengo la menor duda de que esa generaliza-ción de la b es parte íntegra de la misma estrategiapuramente ortográfica que también generaliza la yy la s. Y nada tiene que ver esta segunda generali-zación con el yeísmo y el seseo, es decir con distin-ciones fonológicas dialectales. De ser así, ¿cómo seexplica el uso de b en vez de v si estos dos signosno distinguen ningún fonetismo en ningún dialectodel español? ¿Porqué no generalizar la n,digamos,en vez de la m, o emplear alguna otra sustitución'igualmente sin sentido aparente? Por la simple ra-zón de que como grafías la n y la m no se confun-den como se confunden la b y la v, la y y la 11 etc.Al enmendar la grafía b los comentaristas en efec-to acusan a Aquileo de una arbitrariedad insólita,innecesaria y sin sentido, lo cual no creo probable.La generalización de la b en Aquileo, con su valornetamente ortográfico, corresponde a fines pura-mente literarios; no creo-que a Aquileo le interesa-ra la dialectología como tal. Pero también corres-

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ponde a esos mismos fines, y no a fines lingúisticos,la generalización de la y y de la s, cuya función enlas Concherías tampoco se ha comprendido, preci-samente, estoy convencido, porque esa función espuramente literaria y, si se quiere, sociológica, ynada tiene que ver con ismos de ninguna clase. Noes de ningún modo una "sinrazón de esas grafíasque a levas, curas o licenciados Aquileo los trataraortográficamente bien, mas no a los campesi-nos".' s Todo lo contrario, pues de otro modo nose podría destacar al campesino de los "levas, curaso licenciados", pues todos los ticos tenemos, entodas las clases sociales, una sola /b/, una sola tvt yuna sola /s/, pero corresponden dos grafías a cadauno de los dos primeros fonemas, y tres al tercero.y por razones que creo ya elucidadas, son los "le-vas, curas [ y ] licenciados" los que ( icasi siem-pre! ) usan correctamente esas grafías como gra-fías, y son los campesinos los que tienden a con-fundirlas.

Somos los ticos un pueblo en el cual el apegoa la buena ortografía se ha elevado casilal nivel defetichismo (aunque hay que admitir que en esto nosomos únicos). El escribir mal es casi pecado mor-tal, y al pobre diablo que confunda la 11 y la y, queescriba v en vez de b etc., se le desprecia comorudo, mal educado ... como, en fin, concho. EnAquileo esta actitud despectiva está del todo au-sente. Con su distinción ortográfica confiere A-quileo sobre el concho distinción verdadera; lo po-ne en relieve lo destaca Y siempre con cariño ycon hondo aprecio -con amor- pues el concho esel único e indudable héroe de las Concherías.

Aquileo afrontó un difícil problema litera-rio -el de indicar diferencias de clase por medio dediferencias de habla donde éstas no existen, o don-.de se ignora el carácter preciso de las pocas quehay- y lo resolvió de manera innovadora, inespera-da y genial, y con completo éxito. Consciente denuestro afán por el buen escribir, explotó éste ysesobrepuso a las limitaciones de la ortografía usualdel español; más bien la empleó a su ventaja demodo creador, basándose en su sentido de lengua-je, en su conocimiento a fondo del campesino de'Su era, y en su comprensión intuitiva de nuestra'realidad social.

Por regla general es difícil adivinar la inten-ción ortográfica original de Aquileo, por las en-miendas·-0 simples descuidos- de redactores y co-mentaristas quienes han mostrado singular falta deimaginación o reflexión en cuanto a ella. Aquileo,vale recordar, era antes que nada poeta, creadorde literatura; poco le preocupaba que a veces escri-biera 11 y a v es y, una vez v y otra b; que lasustitución de una grafía por otra que transcribe elmismo sonido no fuera regular e invariable debehaberlo dejado completamente sin cuidado. Alcontrario, es posible que esa falta de consistenciafuese deliberada; en ella yo encuentro un ciertoequilibrio visual estético. Aburriría sobremanera la.falta de una 11 de vez en cuando entre tanta y, unae o una z que otra en vez· de siempre s.;

Sin embargo sigue medio mundo arrogándoseel privilegio de re interpretar la ortografía deAqui-leo,y ese afán nuestro de enmendar, de 'mejorar'ante la ofensa que nos ofrece la mala grafía hadado lugar a anomalías raras y hasta ridículas. Así,por ejemplo, en la edición de Concherías que en1948 publicara el Gobierno de Guatemala, conprólosu de la costarricense Georgina Ibarra Bejara-no, dicho prólogo conserva en sus citas la ortogra-fía origlDal de Aquileo, pero el texto la enmienda.Leemos en el prólogo, se jue pa la milpiya, pero enel texto, • jue pa la milpilla; prólogo, Traiga pabela, texto, Traiga pa vela; prólogo, el lunes bajó alaBiya a llebar un poco 'e leña, texto, el lunes bajóa la Villa a llevar un pocue leña. Y en la edición de1973 de la Editorial Costa Rica estas líneas (deVisita de pésame) aparecen así: el lúnes bajó a laViya]a yebar un pocu'e leña, mientras que en la

Epflogo

edición de 1977 de la misma editorial (sobre estaedición véase más adelante) aparecen de esta mane-ra el lunes bajó a la Villa] a llevar un pocu'e leña.

Pero sin duda el crimen literario más graveporque premeditado, cometido en el corpus deConcherías lo perpetró esta misma casa editora enesa nueva edición de 1977. Con audacia insólita e·imperdonable, y con singular falta de sentido lin-güístico o literario, se le 'corrige' a rajatabla laortografía al pobre Aquileo, indefenso ya contratales disparates literarios, para escribir "las pala-bras de acuerdo con la ortografía castellana", puesnos asegura anónimamente la editorial que "estelibro va principalmente a escuelas y colegios", y eltexto original de Concherías constituye "un rom-pecabezas cacográfico y deformador en las aulasescolares y entre lectores sin .solidez ortográfica".¡Pobres venideras generaciones de ticos que cono-cerán únicamente a un Aquileo aseado y emperifo-llado, un Aquileo de leva y corbatín, sólo por satis-facer pretensiones castizas! ¡A raíz de ese necio yciego. afán por el buen escribir, que no pasa enrealidad a mayor profundidad de la ortografía co-rrecta, se les negará a nuestros hijos y nietos alauténtico Aquileo!

Despojar así a Aquileo de su lucido traje orto-gráfico es nada menos que quitar lo concho de lasConcherías, robarles el vigor, la sutileza, y granparte del humor que han hecho de ellas indudableobra clásica de nuestra literatura. Las Concheríascon 'buena' ortografía ya no son las Concherías deAquileo, sino que pasan a ser obra anónima, páli-da, y sin la estampa certera y genial de nuestro"poeta nacional" como lo llamara Darío.

NOTAS BIBLlOGRAFICAS

Arroyo, Víctor Manuel: El bablapopular en la litera-tura'costarricense, Publicaciones de la Universidad de.Costa Rica, San José, Costa Rica, 1971, p.'13. Quizá elcomentario más extenso y más· ácido-así como el másinteresante y hasta más divertido-sobre estas limita-ciones lo hizo George Bernard Shaw en el prólogo a,su obra teatral Major Barbara, Shaw fue más quelingüista nato; conoció a fondo la fonética de su,

tiempo y fue allegado y gran propagandista de sucontemporáneo, el fonetista Henry Sweet, (Véasetambién de Shaw su obra Pygmalion, cuyo protago-nista, el profesor Henry Higgins, se dice fue basadoen la persona de Sweer.) Shaw discute, claro está, laslimitaciones de la ortografía del inglés para indicarvariaciones delhabla 'standard', y muy en particularpara rendir con alguna fidelidad el dialecto :cockney'

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de uno de sus protagonistas. No carece su discusiónde carácter polémico, pues como es bien sabido,Shaw fue siempre enemigo y crítico implacable delsistema gr.áfico del inglés y gran partidario de su re-forma radical; testó una suma considerable hacia estefin. No obstante, se trata de una crítica profunda yrazonada y bien merece estudio minucioso.Prefiero estos rodeos a los vocablos educación, edu-cados, pues tienen estos conotaciones entre nosotrosque nada tienen que ver con lo que pasa en nuestrasescuelas y colegios.Al menos así, sin duda alguna, el campesino de lbstiempos de Aquileo y el de los de hace, digamos, dosgeneraciones. Con la casi universalidad contemporá-nea de la radio y de la televisión, équién sabe cómoandarán las cosas ho día?Las observaciones que siguen a continuación no pre-tenden de ningún modo a calidad de sistemáticas niexhaustivas, ni mucho menos Be pronunciamientos excatbedra, Se basan ellas principalmente en la expe-riencia y los estudios (nada profundos) en la materiadel que escribe y nada más. Ojalá su carácter más omenos superficial, así como los errores aquí inevita-bles, impulsen al estudio serio, profundo y extendidode nuestra dialectología.González Zeledón, Manuel: Cuentos de Magón, An-tonio Lehmann, San José, Costa Rica, 1968. JoséMaría Arce, ed. Taquilla, pulpería y tercena, p 58.Nótese la variación, en la transcripción del propioautor, entre 'e y e, como realización fonética de -ade.Es curioso que aquel otro problema puramente orto-gráfico, que pone en verderas ascuas al escolar-"¿Con bache o sin hache niña? "- no haya sido casiexplotado por nuestros escritores costumbristas, Enla vida del imperfectamente letrado constituye ésteun problema ortográfico tan agudo como el que pre-sentan el yeísmo, el seseo, y las dos bes:Tan sistemático como convenga a efectos literarios;hay que recordar que para el escritor las conside-raciones de la lingüística científica son de interéssecundario a consideraciones·literarias -cuando nocarecen totalmente de interés.Que el guanacasteco aspire la sibilante sorda /s/ enciertos entornos es hecho fonético y no afecta elsistema fonológico de nuestra habla. En efecto, elhabla costarricense es bastante homogéneo en susrasgos fonológicos-al menos así hemos de presumir

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BIBLIOGRAFIA

Se han consultado las siguiente» .ediciones de Con-cberias. .1 Edición de la Imprenta Nacional, San Iose, ~a

ilegible. Fotocopia en la Biblioteca de la Universidadde Costa Rica. Contiene prólogos 'Al que leyere' deA. Zambrana y 'Cualquier cosa' del General don Ra-fael Villegas. Introducción a las Carqberias de Ro-berto Brenes Mesén. .

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hasta aquel día en que.se hagan estudios más exten-sos y más detallados.Esto no implica que todo letrado estime y cultive laen el mismo grado - lni mucho menos! Perohuelga observar que ella no puede cultivarse sin laprevia adquisición de la base sólida de las letras.Dejamos fuera de nuestros cálculos la clase urbanano acomodada por la simple razón de que de eIiasabemos casi nada fuera de que existe.Pero se le escaparon unas cuantas. Todavía en esaedición de 1973 el compadre de'La visita del compadre dice, "Bea, pa que bea/qu'es que entienden porla mala ... " y en el Romancero rico del propio donArturo leemos (en Aurora): "Es braba? " ... "Enveses." (Agüero Chaves, Arturo:!Romancero rico, E-ditorial Aurora Social Ltda., San' José, Costa Rica,1953, p 143.) En los Cuentos de Magón, después deuna lectura nada cuidadosa, encuentro sólo que ~aChepa, en La consigna, dice que está "muy rendidadi'andarp'arriba y p'abajo vendiendo güebos ... "

Dice al propósito, en la nota que acompaña el glosa-rio de la edición de 1973 de Concherías de la Edito-rial Costa Rica,"Las palabras de este glosario, en lo posible, apare-cen con una grafía que trascribe la fonética costarri-cense, como la generalización de los signos S y Ypara indicar el seseo y el yeísmo, fenómeno fonéticode toda la América hispana y de parte dela mismaEspaña: cabesa por cabeza, bombresiyo por hombre-cillo, etc. Tal fue la intención del poeta, pero debidoposiblemente a su gravedad cuando corregía las prue-bas de su libro en' un sanatorio de Barcelona, nologró por completo su propósito, y así nosotros lohemos logrado en esta edición." Una nota al mismoefecto ya había aparecido en ediciones previas deConcberias editadas por don Arturo.En cuestión de grafía las ediciones de Concberiaspresentan grandes problemas -.Aquileo se las ha teni-do que ver con redactores empeñados, pero con lamejor intención del mundo, en 'mejorar' su ortogra-fía adivinando sus intenciones en esa dirección, o a'corregirla' por una razón u otra. Sobre este puntovéase el epílogo.En el prólogo a las Concherías publicadas por Libre-ría Lehmann, véase la Bibliografía, No. iii.Concberlas, Editorial Costa Rica, San José, Costa Ri-ca, 1977. Nota editorial, p 8. .

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II Edición del Gobierno de Guatemala, Guatemala,1948; colección 'Los Clásicos del Istmo' con prólogode la Lcda. Georgina Ibarra Bejarano.

',lIl Edición de Librería Lehmann, San José, sin fecha.Contiene foto de Aquileo y fotocopia del diploma<fue en 29 abril de 1953 le otorgara la AsambleaLegislativa de Costa Rica. Reproduce, de edicionesanteriores, prólogos de A. Zambrana y Rubén Darío.

Contiene prólogo de Arturo Agüero Chaves y notasde Carlos Gagini y Roberto Brenes Mesén.

IV Edición de Trejos Hermanos, San José, 1953. Contie-ne copia de un retrato de Aquileo y nota preliminarde Arturo Agüero Chaves, Reproduce los prólogos deA. Zambrana y Rubén Darío.

v Edición de Editorial Costa Rica, San José, 1973. Pre-facio de Joaquín Gutiérrez, y reproducción del pró-logo de Darío. Contiene un Glosario con nota intro-ductoria de Arruro Agüero Chaves.

'VI Edición de Editorial Costa Rica, San José, 1977.Contiene nota editorial y el prefacio de Joaquín Gu-tiérrez de la edi ón anterior; reproduce el prólogo,de Darío. Hay un glosario un poco diferente al de laedición de 1973.

Agüet,o Chaves, Arturo¡ RonrancerorJ ICO, Editorial TrejosHermanoss San José, Costa Rica, 1940.2da' 'edición, Editorial Aurora Social, Ltda., SanJosé, Costa Rica, 19S3.

Arroyo, Víctor Manu~l: El babla popular en la lit,lI7'aturacostarricense, Publicaciones de la Uuiversidadde Costa Rica, San José, Costa Rica, ,1971.

González Zeledón, Manu~l: Cuentos ¡de Maf(Ón, José MaríaArce, OO., Antonio, Lehmann, Sari José, CostaRica. 1958.

Se ha consultado además, en la preparación del pre-sente estudio, una selección bastante amplia dé obras deautores costarricenses, entre los cuales figuran prominen-temente Pío Luis Acuña, Fabián Dobles, Luis Dobles Se-greda, Carlos Luis Fallas, Ricardo Fernández Guardia,Joaquín García Monge, Joaquín Gutiérrez, Carmen Lyra,Joaquín Vargas Coto V otros.