La Pedagogia Del Catequista

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Un catequista, un pedagogo El catequista está llamado no sólo a "saber" sino también a saber transmitir su experiencia de fe y es aquí donde entra la Pedagogía. Las actitudes básicas que han de configurar nuestra pedagogía son las mismas que Dios manifiesta al revelarse a los hombres. Por esto fijemos nuestra atención en la Pedagogía de Jesús: La pedagogía de Jesús • Atención y respeto a las personas: Significa "sintonizar" con la otra persona. Jesús sabe que la maduración de las personas es larga y misteriosa. Por eso sabe esperar, está al lado de los que titubean. • Escucha y dialoga: Está atento a escuchar a la gente, pide opinión, hace preguntas y plantea interrogantes. Se acerca a las personas, da el primer paso, ofrece la amistad. • Confianza y valoración de las personas: Confía en las personas, sabe que son capaces de superarse si se les ayuda. Por eso tiene una actitud de valoración admirativa ante los pequeños gestos de bondad, alaba y agradece los detalles de la gente. • Gratitud: No quiere para él los grandes éxitos que consigue. Procura desviar la atención y el entusiasmo de la gente hacia su persona. • Compromiso: Reparte responsabilidades. Cree en la fuerza educativa de los hechos. Hace actuar, orienta la acción, corrige a partir de las experiencias e invita a la revisión. • Signos: Busca el lenguaje más sencillo para que la gente le entienda. El contenido es profundo y el lenguaje comprensible. • Comunidad: No es un predicador solitario. Conforma una comunidad de vida, educa con espíritu de equipo y de trabajo en conjunto. La tarea del pedagogo A continuación presentarnos algunos criterios que están orientados a nuestra buena formación como pedagogos. Somos conscientes de que cuanto sigue es sólo un esquema y merece un mayor desarrollo, La tarea de Pedagogo nos exige: • Saber programar: La catequesis es un camino de crecimiento en la fe de personas muy concretas, por eso es necesario que nuestro itinerario no sea improvisado y responda a una programación seria. Esto supone concretar los siguientes aspectos:

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Un catequista, un pedagogo

El catequista está llamado no sólo a "saber" sino también a saber transmitir su experiencia de fe y es aquí donde entra la Pedagogía. Las actitudes básicas que han de configurar nuestra pedagogía son las mismas que Dios manifiesta al revelarse a los hombres. Por esto fijemos nuestra atención en la Pedagogía de Jesús:

La pedagogía de Jesús

• Atención y respeto a las personas: Significa "sintonizar" con la otra persona. Jesús sabe que la maduración de las personas es larga y misteriosa. Por eso sabe esperar, está al lado de los que titubean.

• Escucha y dialoga: Está atento a escuchar a la gente, pide opinión, hace preguntas y plantea interrogantes. Se acerca a las personas, da el primer paso, ofrece la amistad.

• Confianza y valoración de las personas: Confía en las personas, sabe que son capaces de superarse si se les ayuda. Por eso tiene una actitud de valoración admirativa ante los pequeños gestos de bondad, alaba y agradece los detalles de la gente.

• Gratitud: No quiere para él los grandes éxitos que consigue. Procura desviar la atención y el entusiasmo de la gente hacia su persona.

• Compromiso: Reparte responsabilidades. Cree en la fuerza educativa de los hechos. Hace actuar, orienta la acción, corrige a partir de las experiencias e invita a la revisión.

• Signos: Busca el lenguaje más sencillo para que la gente le entienda. El contenido es profundo y el lenguaje comprensible.

• Comunidad: No es un predicador solitario. Conforma una comunidad de vida, educa con espíritu de equipo y de trabajo en conjunto.

La tarea del pedagogo

A continuación presentarnos algunos criterios que están orientados a nuestra buena formación como pedagogos. Somos conscientes de que cuanto sigue es sólo un esquema y merece un mayor desarrollo,

La tarea de Pedagogo nos exige:

• Saber programar: La catequesis es un camino de crecimiento en la fe de personas muy concretas, por eso es necesario que nuestro itinerario no sea improvisado y responda a una programación seria. Esto supone concretar los siguientes aspectos: ¿para quién?, ¿para qué?, ¿qué?, ¿cómo?, ¿con qué'?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿quién?, y la evaluación de cada etapa.

• Saber animar un grupo: las razones de saber animar un grupo no son solo culturales y pedagógicas, sino también eclesiales, pues se trata de ayudar a los catequizandos a hacer la experiencia común de la de fe la Iglesia. El grupo, una iniciación a la vida en comunidad y una expresión de la misma comunidad eclesial.

Es necesario procurar que el grupo sea un espacio para la participación, La comunicación y la creatividad. Como catequistas somos algo más que meros animadores de grupo. Somos testigos adultos de la fe de la Iglesia, que apoyamos al grupo en su caminar, compartiendo con ellos la fe.

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• Saber utilizar los instrumentos catequéticos: En la catequesis se utilizan múltiples actividades y diversos instrumentos. Estos no son trucos para hacer más agradable la catequesis. La catequesis es un acto vital y todas las actividades han de estar orientadas a que el grupo "entre en la vivencia" de la catequesis.

Los catequistas necesitarnos conocer y saber manejar las diversas técnicas y actividades: lenguaje audiovisual, expresión corporal, murales, etc. También son necesarios en la catequesis los diversos instrumentos, entre ellos se destaca el Catecismo. Para un buen catequista, todo instrumento es útil.

La Vocación del Catequista: Llamado por Dios

La vocación del catequista tiene su origen en un llamamiento de Dios a determinado cristianos, a quienes Él quiere encomendar la tarea de la educación en la fe. Algunas características de esta llamada nos ayudan a entender la espiritualidad del catequista.

Esta llamada se da en las circunstancias normales de la vida.

Los catequistas hemos de saber descubrir que nada ocurre por casualidad Es el Señor quien ha entretejido toda la trama de circunstancias que nos han llevado descubrir el llamamiento a ser catequistas. Las situaciones cotidianas se convierten en el "lugar" en que resuena la llamada del Señor.

Este llamamiento tiene su fundamento en la vocación cristiana

Fue en el bautismo donde recibimos la responsabilidad de colaborar, según nuestra capacidad, en el anuncio de la Palabra de Dios. El ser catequista es una forma concreta de ejercer esa responsabilidad. Los catequistas somos cristianos con el encargo de ser testigos del Señor en medio de la comunidad y del mundo.

Esta vocación está en línea con las grandes vocaciones bíblicas

Los rasgos de las vocaciones en la Biblia son también los rasgos de la vocación del catequista:

• Dios llama desde una situación concreta: El origen de nuestra vocación como catequistas está en la toma de conciencia de una situación determinada en relación con la catequesis en nuestra comunidad. Allí, un día sentimos la inquietud preocupante y apremiante de colaborar con Dios en su plan de salvación de los hombres.

• Nuestra Vocación es un Don de Dios: Poco a poco vamos descubriendo que nuestra vocación a ser catequista, no proviene de nuestra propia voluntad, vamos tomando conciencia de que es Dios quien nos ha llamado, es él quien tiene la iniciativa. El ser catequista es un don de Dios.

• Dios nos llama para una misión: anunciar su Palabra. El llamado del Señor no es para un bien personal. Somos enviados para el bien de los demás, la razón de ser elegidos son los otros. La misión encomendada es ser "pregoneros de la Palabra", "portavoces" del Señor.

• Hemos de confiar en el Señor: La tarea es obra del Señor y nosotros solo hemos de colaborar. Por eso es importante que nos fiemos de Dios, que pongamos nuestra confianza en él.

• La misión exige renuncias y sacrificios: En el ejercicio de nuestra tarea de catequistas descubrimos que ésta nos plantea algunas exigencias: cambiar el ritmo de vida, dedicar algo de nuestro tiempo, renuncia a algunas cosas, asistir a reuniones, preparar adecuadamente nuestra catequesis, etc.

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• La llamada del Señor abarca toda nuestra vida: El hecho de ser catequistas no es algo marginal en el conjunto de toda nuestra vida. No somos catequistas para "dedicar unas horas" al servicio de la catequesis "quedar libres" el resto del tiempo. Ser catequista no es un quehacer aislado de la vida, sino una forma de vivir la vida.