La playa terapéutica de Las Arenas
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ìlbao
Olmo
La playa terapéutica de Las ArenasL OS que contem pla
mos hoy la playa de Las A renas vacía y solitaria con sus a^uas contaminadas v prohibidas,
podemos consoíarnos evocando aquellos tiempos de hace un siglo cuando la citada playa era no solo una elegante colonia veraniega sino tam bién un eficaz centro terapéutico, donde los niños encontraban recreo para el espíritu, fortalecimiento para su cuerp<^ terapia para sus dolencias. Todo esto podemos deducirlo de un artículo que se publicó el 21 de agosto de 1896 en la prensa bilbaina. El trabajo llevaba por título «La playa de Las A renas y la salud de la infancia» y lo firmaba un médico titulado como doctor del segundo distrito. El artículo comenzaba con este párrafo prom etedor:
«Reúne la playa de Las A renas cuantas condiciones puede exigírsele com o punto de recreo donde pueden ser llevados los niños a tomar baños de mar para fortalecerlos o para curarlos».
El autor del artículo después de ensalzar las excelencias de la playa donde se confundían las brisas del océano con el arom a de los pinares afirmaba que esta playa es «la aspiración del médico y la salvación del enfermo» y hacía un resumen de las enferm edades infantiles que podían curarse en aquella terapéutica playa de Las A renas, destacando dos dolencias concretas: el linfatismo y la es
crófula a las que calificaba de herencia de la actual sociedad pero que tenían un remedio, además de sencillo agradable, tal como lo explica en otro párrafo del artículo que dice así:
«Para poner un dique a la acción avasalladora del linfatis- m o y la escrófula que aniquilan al tierno ser, contamos con un medio terapéutico de suma im portancia; los baños de mar».
Después de esta recomendación, el doctor ensalzaba las ventajas de la playa de Las
A renas con un tratam iento que debía durar por lo menos tres o cuatro meses (nada de semani- tas o quincenas) y a base de sol, agua del m ar y el complemento de brisa tonificante y el arom a de los pinos porque al parecer en aquellos años. Las Arenas, más que un centro urbano era un verde pinar.
Pasa después el doctor a otro tem a tam bién im portante para la salud infantil, ya que no basta solo el agua, la brisa, el aroma de los pinos y los rayos del
cubre el cuello y sostiene a perpetuidad la transpiración cutánea, origen de no pocas anginas».
Una vez que al niño se le ha rapado convenientemente cortándole el «zarzal» de pelo para prevenir las anginas, veamos el resto de las medidas a tomar en cuanto al atuendo, alimentación y recreo. A quí las tienen tal como las citaba el doctor:
«Traje ligero y flojo de poco
sol. Todo eso estaba muy bien )ero había que complementar- o con otra serie de medidas re
ferentes a la vestimenta dei niño y sobre todo a su cabello, ya que el pelo podía ser causa de complicaciones patológicas, como podemos leerlo en este o tro párrafo del artículo en el que se enum eran las medidas higiénicas a adoptar con los «tiernos seres». Leamos:
«Una de ellas, de suma im portancia, es desprenderlos de ese zarzal de cabellos que les
abrigo, calzado de alpargata o lona, sombrero de paja, alimentación reparadora, paseos libres en la orilla del mar donde corran, canten y bailen...».
Observe el lector lo que han cambiado las aficiones de los niños en la hora de la playa. Hoy se dedican a jugar con el balde, la pala y la arena, con espíritu más bien práctico y consumista, mientras que hace un siglo cantaban y bailaban demostrando unas inclinaciones culturales y artísticas que desgraciadamente se han perdido, al parecer para siempre, porque no creo que vuelvan de nuevo los tiempos en que la infancia a la hora de divertirse en la playa, prefiera la canción y el oaile al balde y la pala.
H a pasado un siglo. Hoy las enferm edades infantiles se com baten con métodos terapéuticos eficaces y modernos pero no me negarán que eran mucho más agradables los de hace un siglo, cuando los niños combatían la escrófula y el linfatismo en ia playa de Las A renas, cantando, bailando y aspirando la brisa del m ar y el aroma de los pinos.
Don EmilianoK-Toño Frade Villar
A SI es como era conocido popularmente éste extraordinario chimbo. D on Emiliano de Arriaga ha si
do, a mi modesto entender,el hom bre que elevó el cariño por su pueblo a límites insuperables. Tenía yo ganas de traer su figura a esta sección pues la verdad es que le profeso auténtica veneración. Recuerdo que mi aita, siendo yo un chaval, me hacía leer sus escritos costumbristas que reproducía «Vida Vasca» o sus libros, para coger «sustansia bochera» como él la llamaba. Lectura que por cierto no me costaba en absoluto hacer pues era de una amenidad, curiosidad y gracia incomparables.
Pero vayamos a desgranar su; cintamente la vida de D on Emiliano. U n día de un fresco febrero, concretam ente el cuatro del año 1844 vio la luz por prim era vez colándose ¡wr una rendijita de la contraventana del segundo piso del número tres de Artecaile. Descendiente de una familia de gran raigambre bilbaina, pues presumía con orgullo de ser pariente directo del M ozart bilbaino, Juan Crisòstomo de Arriaga, nuestro in
signe músico, que fallecido a tem prana edad fue reconocido como compositor de talla mundial y el mas insigne que hemos tenido en la Villa. ¡Y mira que hemos poseído cantidad! Pero no me quiero desviar del asunto. El intentar m eter en este modesto artículo la vida de este polifacético personaje bilbaino es prácticamente imposible, pues dada su gran cultura, estuvo metido de lleno en toda actividad que sirviera para m antener y enaltecer el ambiente de su querida villa natal. En la faceta que más destacó, sin duda, fue en aquellos escritos costumbristas que tanta fama le dieron pues, con aquella gracia que poseía, parecía que era uno más de aquellos personajes chirenes que con tanta gracia describía ya que conocía al dedillo la vida de todos aquellos irrepetibles jersonajes que poblaban Chim- )olandia. Hombre poseedor de
una admirable pluma, dejó innumerables obras de carácter local. Las más destacadas podríamos citar como «Revoladas», «La pastelería» o «Chi- plis-Chaplas» y sobre todo esa joya titulada «Lexicón del bilbaino neto», diccionario de las voces y giros del habla bilbaina de nuestros mayores, hoy des
graciadamente desaparecida, que yo humildemente, recomendaría que fuera de obligada lectura en nuestros colegios si de verdad tuviéramos un poquito de cariño por el pueb o que nos ha visto nacer. Pero estoy hablando como lo que soy, un romántico forofogoitia de las cosas de la Villa y en ese aspecto. tengo que reconocer, que hay veces que me paso. Pero lo que sí es cierto es que el «Lexicón bilbaino» ha sido como mi catecismo bochero, la fuente donde he bebido para, continuando los pasos de mi padre, seguir con la tradición tan bilbaina de los escritores costumbristas en la que tan fecunda ha sido nuestro Bilbao. Pero...
Sigamos con nuestro entrañable D on Emiliano de Arriaga. que fue archivero municipal y como gran conocedor de idiomas que era fue presidente del Colegio de Intérpretes de Buques, además de, cónsul de Costa Rica y Nicaragua. Hemos comentado ya que K)seía una sólida cultura,o que le hizo ser elegido
presidente del Ateneo, y presidente de la Biblioteca de Buenas Lecturas. H a
ciendo honor a su ascendencia musical era un gran melómano y fue presidente de la Sociedad Filarmónica y compuso música para magníficas obras localistas. siempre con Bilbao en el corazón, como «Chimberiana», «Bilbainescas» o «Rapsodia bilbaina» por nom brar algunas pequeñas muestras de la categoría musical de este hombre insigne. Aunque la mayoría de sus escritos eran en «bilbaino» fue, por supuesto, un gran defensor del euzkera y del nacio
nalismo, dado su parentesco con Sabino de A rana a
quien idolatraba, y llegó a ser teniente de alcalde en nuestro Ayuntamiento en el año 1880, labor que fue ponderada por todo e mundo,
dado su talante cariñoso con todas las clases sociales, y es que era un fenómeno para todo. Decían de él que tenía más anécdotas chirenes suyas que las que contaba de os demás. Y no
me extraña, pues era un chirene de ¡aúpa! En definitiva, otro bilbaino de pro que no tiene un monumento en su pueblo. Y van...