La presa de oro negro

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DIASIETE.COM 35 La presa de oro negro La presa Endhó, en Hidalgo, alimentó un vergel por décadas. Pero hoy es la principal cloaca del país, porque recibe las aguas residuales del Valle de México. Los peces murieron por la contaminación, su pestilente embalse puede olerse a kiló- metros y sus aguas negras sirven para el riego de más de 85 mil hectáreas, donde se cultivan la mayoría de las hortalizas, frijol y maíz que se consumen en el centro de la república. El siguiente reportaje documenta la vida cotidiana en el Valle del Mezquital, donde sus habitantes padecen los efectos de la contaminación. TEXTO: AMPARO TREJO FOTO: JUAN CARLOS REYNOSO

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TEXTO: AMPARO TREJO Publicado por la Revista Día Siete AÑO 7 | NÚMERO 403 http://xml.diasiete.com/pdf/403/13PRESAENDO.pdf

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La presade oro negroLa presa Endhó, en Hidalgo, alimentó un vergel por décadas.

Pero hoy es la principal cloaca del país, porque recibe las

aguas residuales del Valle de México. Los peces murieron por

la contaminación, su pestilente embalse puede olerse a kiló-

metros y sus aguas negras sirven para el riego de más de 85

mil hectáreas, donde se cultivan la mayoría de las hortalizas,

frijol y maíz que se consumen en el centro de la república. El

siguiente reportaje documenta la vida cotidiana en el Valle del

Mezquital, donde sus habitantes padecen los efectos de la

contaminación. TEXTO: AMPARO TREJO • FOTO: JUAN CARLOS REYNOSO

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A la velocidad de una lanchade motor, las perlitas de

agua negra estancada de la presaEndhó dejan en la piel el olor apetróleo viejo, a ácido añejo y enel pensamiento el excremento, elcochambre, los animales muertosy hasta las personas que han que-dado sumergidas en esta llamadala cloaca más grande del mundo,a donde llegan las aguas del Vallede México.

En las cercanías, los árboles seagitan y murmuran con el viento dela madrugada que lleva el olor de lapresa y las ventanas de las casas cer-canas se cierran totalmente, sea frío,sea calor. Kilómetros a la redonda elolor ofende el olfato, se impregna enlas paredes, en los baños, en la pielde la gente, en los corrales. Es másfuerte que el de los animales.

“Ya se pedorreó la presa”, defi-ne Marcelino Hernández, pobladordel ribereño pueblo de Xijay, enTula, Hidalgo, cuando el olor seconcentra y se extiende a sus alre-dedores “como a las cinco de lamañana”, dice.

“Es una brisa que arde en losojos”, dice Juana Guerrero delmismo poblado. En sus ojos estánlas huellas de una conjuntivitisque no cede. Dice el médico quees la presa.

A 140 kilómetros al noreste dela Ciudad de México, apenas a 15minutos detrás de las ruinas arqueo-lógicas de los toltecas, se extiendesobre mil 263 hectáreas esta presaque nació en 1957, aprovechando lasaguas del río Tula. Con el tiempo seconvirtió en un lugar turísticodonde convivían nacionales yextranjeros disfrutando de deportesacuáticos, como veleo y pesca.

“Dice mi papá que venían aesquiar”, cuenta Felícitas Reyes, de36 años, quien vive a 100 metrosde la presa y cuando niña su fami-lia vivía de la pesca y del campo,también del turismo. Ella es ahorapeón en el campo y por 100 pesosdiarios recoge maíz, calabaza, frijolejote y avena.

Los recuerdos se multiplicanapenas se toca ese tiempo. “La genteestaba muy contenta, no teníamos

agua potable, pero en la orilla hacía-mos pozos y la llevábamos en burro.Cuando no teníamos qué comer íba-mos a pescar”, recuerda Marcelino,un adolescente en ese tiempo.“Muchos nos manteníamos de ahí”.Había peces como lobina, trucha,mojarra y pez víbora.

Preparándose para la bonanzaturística, algunos ribereños constru-yeron cabañas a la orilla de la presa.

Una mañana de 1975 la luz delsol iluminó la muerte de toneladasde esos peces. A través del río Tula,llegaban las primeras aguas delEmisor Central. En un principio erael agua de lluvia que arrastraba lamugre de una ciudad que creció y se extendió sin control.

Con el olor nauseabundo demillones de peces en proceso de des-composición, los ribereños, impoten-tes, abrieron fosas a pico y pala en lasorillas para enterrarlos. “No pudimoshacer nada, entonces había mucharepresión”, ni siquiera pudieron pro-testar. Todo se acabó en ocho días,recuerda Marcelino hoy de 51 años,él se quedó sin nada.

1. Parte del río Tula, que lleva losdesechos residuales del DF a lapresa Endhó. 2. El viaje en lanchada una sensación de estar sobrecochambre. 3. La malla ciclónicaya no puede contener el paso dela basura. 4. Las autoridadeshacen un esfuerzo por limpiar.

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En el silencio de la resigna-ción de quienes recibieron la basu-ra, y en la indiferencia del dese-cho que arrastra el agua desde lagran ciudad, la negrura de la presaEndhó se acentuó. En 1992 incor-poraron aguas residuales alEmisor Central, además de laspluviales, y se hizo más apestosa y problemática. Hoy la presa es símbolo de una de las zonas más contaminadas del país: el Valle del Mezquital.

Los despojados“Somos afectados por todo el cochi-nero y no recibimos ningún bene-ficio”. Juana Guerrero, haciendo

honor a su apellido se armó devalor el pasado 31 de marzo y enca-ró al presidente Felipe Calderón,quien ese día presentaba un PlanHídrico a toda la nación desde lapresa Endhó.

“Ustedes vienen a lavarnos elcerebro, quédense a vivir lo queestamos viviendo”, le gritó la impo-tencia y el enojo de Juana al presi-dente. “No se han preocupado pornosotros, esa presa la han agarradopara sus campañas”.

De los originarios de Xijay, en elponiente de la presa, donde el aguaquedó muy abajo, más de 400 perso-nas perdieron todo cuando llegó elagua negra, hasta el derecho de regar

sus tierras. Hoy el lugar árido llenode cactáceas produce apenas algo demaíz en tiempo de lluvias.

Y cuando los alrededores sellenaron de moscos incubados enel lirio que infestó los alrededoresde la Endhó, perdieron hasta susanimales.

“Los moscos los dejaban ciegos,no podíamos tener nada porque losatacaban”, recuerda Abel Vilchis de67 años. En los diarios locales quedóel registro de la muerte de hombresque, ebrios, se quedaban dormidosen la calle y morían por el piquetede miles de insectos.

Sólo se quedaron las enferme-dades, el olor fétido y el anhelo dela riqueza agrícola de campos verdesy productivos que ven en las tierrasbajas al oriente de la presa, dondellega agua negra por gravedad deotros canales, no de la Endhó.

“La vida mejoró: más cosechas,más rendimientos, hasta en un 100por ciento”, reconoce el comisariadoejidal de Santa Ana Ahuehuepan,Perfecto Cervantes García, de 56años, quien vivió hasta los 12 años en

Un paraíso pestilenteTodos los días, cada habitante de los más de 20 millones que pue-blan la Zona Metropolitana de la Ciudad de México genera un pro-medio de 0.91 kilogramos de basura, pero además, por las cañerí-as dejan deslizar residuos de las casas. Por las alcantarillas el aguade lluvia se lleva también basura, y de los mercados y de las empre-sas viaja rumbo al Valle del Mezquital.

Las aguas negras llegaron a esta región de Hidalgo en 1900,pero la mugre, rica en materia orgánica, mejoró las tierras y lospobladores pobres y sin esperanzas la declararon oro negro.Actualmente se riegan 85 mil 970 hectáreas, en beneficio de 57 mil341 agricultores, tan sólo de la presa Endhó. Ninguno vive alrede-dor del embalse. •

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la presa de agua limpia y ahora gozade los beneficios del agua negra.

El agua es calientita para elregador que mete las manos y lospies, a veces desnudos, o que selanza hasta de clavado en la negru-ra para liberar las atoradas com-puertas en mal estado que danpaso al agua. Es para ellos tambiéninofensiva cuando en sus orillascomen su itacate (el alimento quese lleva para consumir fuera decasa) sin que sus manos pasen porel jabón y el agua limpia.

“Para nosotros es mucha ayudaporque no usamos abono”, cuentaJosé Luis García, de oficio regadordesde hace 20 años, mientras esperapaciente el riego de la primera de 16hectáreas a unos 200 metros de lapresa. Ocho días con sus noches uti-liza para el “remoje”, preparar la tierrapara la siembra de frijol y su patrón lepaga por todo mil 600 pesos.

Esta zona tiene el mayor rendi-miento por hectárea de alfalfa detodo el estado, según informes de laDirección de Desarrollo Agropecuariodel municipio de Tula, Hidalgo.

En el Valle, con la misma aguaresidual que va de la capital delpaís también se riega el maíz, cala-baza, alfalfa, haba y chile que llegana las mesas de los pobladores de laciudad más grande del mundo.

“El mugrero se los regresamoscompuesto”, dice de muy buenhumor el regador de 35 años.Además, en las cercanías se pue-den ver cultivos considerados ile-gales para la zona como betabel,cilantro, coliflor, col y otras hortali-zas, con igual destino.

Estudios realizados a media-dos de los años ochenta advertíande la presencia de metales comomercurio, cadmio y cromo en lastierras y en los cultivos, señalaban

que los chiles cosechados en estazona reportaban contenido demetales pesados en las hojas.

La bióloga Graciela Sierra, dela Facultad de Ciencias de laUNAM, quien realizó muestreoscon métodos por absorción atómi-ca en una zona regada por 100 añoscon agua residual en el Valle delMezquital, advierte: “Los fosfata-dos contenidos en los detergentescrean salinación en los suelos conun porcentaje de infertilidad, sonlos más dañinos”. Aunque, agrega,“sólo encontramos metales pesa-dos en la raíz de las alfalfas viejas,es decir, sembradas hace cuatro ocinco años, en la leche de vaca hayplomo y en plantas es casi nulo”.

En el Valle del Mezquital, con la mismaagua residual que va de la capital del paístambién se riega el maíz, calabaza, alfalfa,haba y chile que llegan a las mesas de lospobladores de la Ciudad de México...

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Por lo tanto, la especialistahace un llamado a limpiar lasaguas residuales, pero de metalespesados. “Sacar las aguas residua-les por el río Tula y de ahí alPánuco y al Golfo de México fue lagran idea, pero no previeron lasconsecuencias”. Si ahora van a tra-tar las aguas, “que sea de metalespesados, no de materia orgánica”.

Un espejo de basuraEntre junio y julio un ejército derecolectores caminan en las orillasde la presa recogiendo basura. Lasllantas abundan, plásticos de todotipo, además de la materia orgáni-ca, botellas, animales y hasta cadá-veres. La presa tiene un azolve de44.4 millones de metros cúbicos: esuna enorme laguna de estabiliza-ción que saca agua de mejor cali-dad de la que entra.

“En el diseño de cualquierpresa se considera como una varia-ble la capacidad de azolves, canti-dad que ya ha sido rebasada en lapresa Endhó”, explica la bioquí-mica Rosalba Montelongo, de la

subdirección de Asistencia Técnica y Operación de la ComisiónNacional del Agua. Pero no consi-deran el desazolve porque es muycostoso, señala.

En 2007, en época de estiaje,se recogieron dos mil 200 tonela-das sólo de plásticos y cinco mil500 toneladas de basura en lasorillas. Desde el 30 de diciembrede 2005 ya no hay lirio y ya nohay moscos.

El Gobierno del Estado, a tra-vés del director del ConsejoEstatal de Ecología, Roberto ReyesMonzalvo, mantiene la zona conprogramas de limpieza y de edu-cación ambiental, además deestudios sobre salud.

Desde 1980 se reportaban pro-blemas de salud, no sólo enferme-dades gastrointestinales, sino unincremento en casos de cáncer.Actualmente, los servicios públicosde salud reciben cada año máscasos de cáncer y de malformacio-nes y mutaciones genéticas, quemantienen bajo gran discreción. Alrespecto, Reyes Monzalvo reconoce

que hay problemas. “Hace mes ymedio comenzó un estudio quepretende identificar la correlaciónentre la salud pública y la contami-nación en la región Tula-Tepeji”. ElCongreso del Estado destinó 4.5millones de pesos, pero aún nohay resultados.

Hay cinco plantas de trata-miento de aguas residuales en pro-ceso de construcción como partedel Programa de SustentabilidadHídrica del Valle de México. Unade ellas, que será la más grandedel mundo, según la Conagua, lle-vará aguas grises a la presa. Lapoblación ribereña desconoce todoesto, pero hay la expectativa derecobrar los peces en la zona, aun-que se anunció que las obras con-cluirán hasta 2012.

“¿Cree que la veamos?, ¿va atardar mucho?”, pregunta don AbelVilchis, de 67 años, que le ha toca-do vivir todo, desde que en elfondo de la presa se quedó enterra-do un pueblo, que a veces asomalas cúpulas y el campanario. Él sólose queda triste. •

1. José Luis García es regador.“El mugrero se los regresamoscompuesto (como hortalizas)”,dice. 2. El centro de Santa AnaAhuehuepan, a orillas de la presa.3. Trabajos de desazolve. 4. Lasllantas son la basura más común.

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