La primera Navidad con ALAN II - Instituto de defensa Legal · Se repite una situación parecida a...

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nº 179 diciembre 2006 Ni tan bueno ni tan malo Fernando Rospigliosi Periodista >>> El inicio del Gobierno de Alan García suscitó demasiadas expectativas. El suspiro de alivio por la derrota de Ollanta Humala se transformó en la ilusión de que esta vez tendríamos algo diferente. Hoy día, un realista escepticismo ha atenuado considerablemente esas expectativas. El Gabinete, mucho mejor de lo que podía esperarse si se hubiera constituido sobre la base de apristas y amigos del Presidente, como en su primer gobierno, es una de las buenas señales que ha dado García. Una política económica prudente y moderada es también una buena señal. (Aunque el fracaso con el TLC podría generar dificultades.) A pesar de todas las críticas de izquierdistas y populistas, la economía sigue creciendo y la expansión ha beneficiado también a los pobres. Pero no lo suficiente. El discurso de García, desde el primer día, es que todo su esfuerzo se concentrará en ayudar a los 13 millones de pobres a superar su situación. Es un propósito loable. La primera Navidad con ALAN II El encargo: un breve ensayo sobre la situación política que se ha configurado en esta segunda mitad del año que termina. Sobre buenas y malas señales, y sobre lo que intuimos se puede esperar del Gobierno de Alan II y de la oposición. Por último, pedimos también a nuestros invitados que hicieran un esfuerzo por vislumbrar la agenda a la vista y los elementos que podrían precipitar cambios respecto de lo previsible. Nuestra intención no es presentar nada a modo de “línea correcta”, sino diversas opiniones, incluidas una de la casa y otra de un Viceministro del régimen.

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nº 179 diciembre 2006�

Ni tan bueno ni tan malo

Fernando RospigliosiPeriodista

>>> El inicio del Gobierno de Alan García suscitó demasiadas expectativas. El suspiro de alivio por la derrota de Ollanta Humala se transformó en la ilusión de que esta vez tendríamos algo diferente. Hoy día, un realista escepticismo ha atenuado considerablemente esas expectativas.

El Gabinete, mucho mejor de lo que podía esperarse si se hubiera constituido sobre la base de apristas y amigos

del Presidente, como en su primer gobierno, es una de las buenas señales que ha dado García.

Una política económica prudente y moderada es también una buena señal. (Aunque el fracaso con el TLC podría generar dificultades.) A pesar de todas las críticas de izquierdistas y populistas, la economía sigue creciendo y la expansión ha beneficiado también a los pobres. Pero no lo suficiente.

El discurso de García, desde el primer día, es que todo su esfuerzo se concentrará en ayudar a los 13 millones de pobres a superar su situación. Es un propósito loable.

La primera Navidad con

ALAN IIEl encargo: un breve ensayo sobre la

situación política que se ha configurado en esta segunda mitad del año que termina. Sobre buenas y malas señales, y sobre lo que intuimos se puede esperar del Gobierno de Alan II y de la oposición. Por último, pedimos también a nuestros invitados que hicieran un esfuerzo

por vislumbrar la agenda a la vista y los elementos que podrían precipitar

cambios respecto de lo previsible.Nuestra intención no es presentar nada

a modo de “línea correcta”, sino diversas opiniones, incluidas una de la casa y otra de

un Viceministro del régimen.

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�Política

Sin embargo, ponerlo en práctica está resultando más

difícil que decirlo.

Un aspecto clave para superar la pobreza es mejorar

servicios básicos como salud y educación. Y en este

terreno el Gobierno no solamente no ha avanzado nada,

sino que no da señales de saber qué hacer.

Su principal defecto es que no está dispuesto a em-

prender las reformas institucionales indispensables.

A pesar del reciente escándalo en el Poder Judicial,

es claro que García seguirá el camino de su primer

periodo: tratar de controlarlo con magistrados

adictos. En el Ministerio el Interior no pasa nada.

Mientras la seguridad ciudadana sigue deteriorán-

dose y la corrupción crece en la Policía, el Ministerio

de Defensa asume el liderazgo ante el vacío que deja

Interior —como en el plan de paz y desarrollo para

el VRAE—. Se repite una situación parecida a la de

2003, cuando Aurelio Loret de Mola, en Defensa, se

veía obligado a ocupar los vacíos que dejaba Alberto

Sanabria en Interior.

Allan Wagner es quien más claramente ha planteado

los cambios necesarios en Defensa. Pero es una política

individual, de él y su equipo, no del Gobierno. Su éxito

dependerá de que Wagner dure en ese ministerio.

En suma, no hay una política de reformas instituciona-

les, indispensables para que el país progrese.

Un defecto del Gobierno —hoy día notorio— es que ha

tratado de mantener permanentemente la iniciativa con

propuestas, en varios casos, demagógicas y efectistas.

Como si se tratara de una carrera de corto aliento,

de unos pocos meses y no de un gobierno que tiene

que mostrar resultados en un quinquenio. La pena de

muerte, primero para violadores de niños, luego para

terroristas, es un típico ejemplo.

Su alianza con el fujimorismo, el abandono de la lucha

anticorrupción y el absurdo ataque a las ONG son las

típicas jugadas “realistas” y “pragmáticas” a las que el

aprismo nos tiene acostumbrados hace muchas décadas.

Al final, el tiro les sale por la culata, y el costo que tienen

que pagar se vuelve más alto que los magros beneficios

que obtienen. Esto muestra que no son tan hábiles ni

sagaces como parecen.

Las discrepancias internas, en el APRA y en el Go-

bierno, llevan a fiascos como el de la Ley de la Renta

Básica, aprobada en el Congreso con votos apristas

y observada por el Ejecutivo aprista. Al final, ellos

mismos crean expectativas en la población y luego

las defraudan.

No se trata de la manida escopeta de dos cañones —o

no solo de eso—, sino de conflictos y desorden. Que

naturalmente se han agudizado luego de la derrota en

los comicios regionales y municipales.

Ahora, con un país fragmentado y con muchos líderes

locales belicosos y demagógicos, el Gobierno tiene un

desafío mayor que el de una oposición política torpe y

desarticulada.

No es inmanejable, pero requiere de prudencia y firmeza

para enfrentar los problemas que se generarán con esos

caudillos locales. Y no es seguro que el Gobierno actúe

con prudencia y firmeza.

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Sigo teniendo mis dudas

Raúl BenavidesEmpresario minero

En las postrimerías del primer Gobierno de Alan García tuve la ocasión de ir a la reunión anual del Banco Mundial en Washington. El evento principal de la Corporación Financiera Internacional (IFC por su sigla en inglés) era un almuerzo que la IFC invitaba a sus clientes. La Corporación había otorgado en el pasado cuatro créditos a Buenaventura y era accionista de nuestra empresa.

Después del discurso de su Presidente y acabado el almuerzo, un colega minero que trabajaba en ese entonces para la IFC me dijo que lo acompañara para que conociera al Presidente de la institución. Cuando me presenté ante él y le dije que venía del Perú, me preguntó: “¿Y qué hace usted aquí?”.

Tenía razón. ¿Qué hacía yo, funcionario de una empresa peruana, en un almuerzo en el que la comunidad finan-ciera internacional se reunía con sujetos de crédito, si el Perú había hecho ‘perro muerto’ y era considerado un paria?

Hace pocas semanas el flamante Presidente de la IFC organizó una reunión con sus clientes latinoamericanos en Lima y fui invitado a diversos eventos. Incluso me tocó compartir una de las mesas redondas con el nuevo Presidente de esa institución. El Perú es hoy, sin duda, uno de los países engreídos de la IFC.

Creo que esto grafica cómo ha cambiado el país. Es también curioso observar cómo el hombre que antes personificaba al diablo para todas las instituciones fi-nancieras internacionales, Alan García, es considerado hoy un ejemplo de líder latinoamericano o, debo decir, indoamericano.

Alan García, dicen muchos, se ha reconvertido y quiere mostrar que puede ser un buen gobernante y limpiar así su nombre y el del APRA, tan maltratado en su primer Gobierno.

Yo recuerdo muy de cerca a Víctor Raúl en sus últimos años. Después de haber sido un revolucionario, un hombre de ideas radicales y poca tolerancia para con quienes pensaban distinto de él, se convirtió en un conciliador, un forjador de consensos.

Haya se sacrificó y sacrificó a su partido liderando la Asamblea Constituyente de 1979. Recuerdo la tole-rancia con que trató por esos años a gente como Javier Diez Canseco. Le escuché decir: “Es un buen chico. Me lo habían pintado como un intransigente, pero no lo es”. Con la intolerancia propia de mi juventud, yo no entendía cómo podía decir esto.

Víctor Raúl aprendió en los últimos años de su vida la tole-rancia y las dotes de negociador de don Ramiro Prialé.

El Víctor Raúl que yo conocí era austero por principio. Sus únicos intereses eran su partido y el país. Su vida transcurría entre vetustos muebles de la vieja casona de Villa Mercedes y sus libros. Sus mayores alegrías ocurrían cuando lo visitaban los jóvenes, a los que les contaba sus anécdotas y con quienes realizaba coloquios para discutir con ellos y, así, alimentarse de juventud.

Espero sinceramente que Alan García y el Partido Aprista se nutran de ese ejemplo del Víctor Raúl sabio

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7Política

El segundo tiempo de Alan García

Javier Barreda Viceministro de Trabajo

Nunca Alan García estuvo tan distante del poder y del país como en la década de 1990. Fujimori había copado el sentido común de muchos y eran muy pocos los opositores orgánicos a aquel régimen. El APRA en esos años recibía las más escasas votaciones. En ese periodo perdió en Trujillo en dos oportunidades. Sin embargo, y aunque fue una de las columnas vertebrales de esa oposición que por principio combatió al fujimorismo, para los escépticos pensar en el APRA o en Alan García gobernando otra vez era una situación lejana e inverosímil.

Ello no obstante, si algo ha quedado claro en la volátil política peruana es que las demandas sociales traen de regreso los proyectos y liderazgos distributivos. En el 2001 Alan García retornó al Perú y casi fue electo como Presidente. Alguien afirmó que le faltó otra polémica o una semana más de campaña que lo hubiesen llevado a Palacio de Gobierno. Pero el voto ciudadano lo obligó a esperar, y en el 2006, gracias a una creativa y sostenida campaña, logró pasar a la segunda vuelta y, luego, ganar las elecciones.

El triunfo de Alan García se debe a la suma de su capacidad de liderazgo y su discurso reivindicativo, pero además —y él es conciente de ello— a la fragilidad institucional y política de sus oponentes. Lourdes Flores se rodeó de operadores sin oficio político y Humala fue desbordado por las imágenes de su propio nacimiento. Sin embargo, con el 24 por ciento obtenido en la primera vuelta, el APRA se vio en la necesidad de establecer alianzas. No es posible gobernar un país cuya representación atraviesa por un proceso de fragmentación sin compartir el poder y generar un sentido de orden que vertebre desde el Estado la política. En 1985 el APRA no requirió alianza alguna en el Congreso. El APRA era todo y nos creímos imbatibles.

Pero este segundo momento es distinto. De ahí la necesi-dad de hacer consensos para gobernar. Si ello es así, ¿por qué la alianza con el bloque liberal y los independientes, que otros llaman “conservador”, y no con las izquierdas o el humalismo? Simplemente porque la izquierda no existe (aunque puede haber “izquierdas regionales” fragmentadas), y el humalismo no es garantía de estabi-lidad. Y mientras esas sean las reglas políticas, debemos desarrollar las reformas institucionales y sociales que la realidad nos permita impulsar. La precipitación in-dividual o colectiva ha sido el factor determinante para muchos de nuestros errores como partido (1948 y 1987). Y esta es una lección aprendida.

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y maduro, que presidió la Asamblea Constituyente y que mostró con orgullo su cheque de un sol, que correspondía a su sueldo mensual. De hacerlo así, creo que los sueños de todos los peruanos podrán ser satisfechos.

Tengo que confesar, sin embargo, que mis recuerdos del primer Gobierno de Alan García me hacen desconfiar profundamente de él. Quién sabe soy como los viejos antiapristas que sufrieron en carne propia los excesos de un partido joven y revolucionario y que nos prevenían del Víctor Raúl revolucionario, a quien consideraban poco menos que el demonio. Es posible que este Alan que escucha, que sabe hacer de buen componedor, se haya transformado como lo hizo Víctor Raúl, quien gracias a sus dotes de conciliador y su sacrificio nos devolvió la democracia en 1980.

Mucha gente me dice: “Alan ha cambiado”. Yo sigo teniendo mis dudas. Creo que lo único que nos queda es hacer votos para que así sea.

Seré el primero en aplaudir a este Gobierno si logra llevar la modernidad a las provincias más alejadas de nuestro país. Este Gobierno tiene la gran oportunidad de contar con todos los elementos para luchar contra la exclusión y la pobreza con posibilidades reales de derrotarlas o, por lo menos, avanzar muchísimo en ese camino.

Debemos esperar que Alan García y su Gobierno no sucumban ante la populachería y la demagogia, y que recuerden más bien la figura de su jefe, que lo dio todo por su partido y por su pueblo y que dejó en el recuerdo de todos los peruanos su imagen de estadista brillante, maduro y generoso.

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Ahora, por el azar o por alguna otra razón, un mismo Presidente vive dos tiempos políticos tan diferentes. En la década de 1980 había izquierda, ahora no la hay. La globalización y la caída del Muro de Berlín iniciaron un nuevo orden de pragmatismo y de electorados desi-deologizados. En esos años el APRA tenía un narcisismo colectivo en un índice mayor que el necesario. A prin-cipios del siglo XXI el pragmatismo de los ciudadanos corroe ideologías y seguridades y también hace endeble a cualquier partido (y diluye sus sólidos bolsones elec-torales). Este es nuestro nuevo contexto.

Una agenda realista

Crecer económicamente, generar empleo digno, reformar el Estado descentralizándolo y distribuir la riqueza, es parte de la agenda que se ha propuesto Alan García en esta segunda oportunidad. Ya se están impulsando los progra-mas Sierra Exportadora, Agua para Todos, Mi Empresa y Construyendo Perú, y en el 2007 se implementarán sucesivos programas de empleo juvenil y se mejorará las condiciones de empleabilidad desde la educación para el trabajo. La reforma de los programas sociales y la creación de un comando conjunto antipobreza, la alfabetización masiva y la evaluación de docentes, la simplificación ad-ministrativa y la austeridad, la instalación de la comisión para la reparación a las víctimas de la violencia, son pasos acertados aunque no destacados por los críticos, incluidos los amigos del Instituto de Defensa Legal.

La modernización interna en el Gobierno

El viejo partido ha vuelto al poder, en el contexto de un proceso mayor en el que diversos partidos y movimien-tos sociales progresistas, de izquierda, o cuestionadores

del Consenso de Washington, hacen sentir su presencia en diversos países de América Latina. Pero no para volver a una etapa Estado-centralista, sino para dar un sentido social y corregir la nefasta secuela que dejó el neoliberalismo en la década de 1990. Alejándonos del Ogro Filantrópico de Octavio Paz, pero sin caer prisione-ros de un mercado sin reglas. De acuerdo con Ludolfo Paramio: “Se pasó de una desmesurada presencia del Estado a un escandaloso déficit de Estado”.

En el 2001 Alan García propuso la refundación del aprismo. El proceso quedó trunco por resistencias internas y por el proceso electoral del 2002. La refundación se llamó luego modernización y rejuve-necimiento. Pero poco se pudo avanzar, por temores de nuestra propia burocracia; y fuimos presos de gestiones locales y regionales deficitarias. Luego, nuevamente la campaña electoral del 2006. El APRA postergaba lo importante por lo inmediato. Alan García ganó y el APRA como fuerza parlamentaria ha crecido, pero se ha debilitado en la dinámica lo-cal y regional (donde en general todos los partidos nacionales se debilitan o desaparecen).

Nuestro desafío es, simultáneamente, gobernar con eficiencia el Estado y modernizar el Partido. Convocar los mejores cuadros no-apristas para gestionar y formar los mejores cuadros partidarios en la responsabilidad pública. Ser consecuentes con los principios sociales y políticos, pero, a la vez, ser conscientes de que no podemos imponer nuestro libreto a los otros (que son mayoría). Son dinámicas paralelas, complementarias, y que requieren de una conducción política diseñada para ello y para todas las acciones que es necesario desarrollar y que ya serán parte de otro momento político.

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9Política

¿Construir un proceso o sumar inmediatismos?

Rolando AmesSociólogo

>>> Después de dos décadas el Perú tiene una oportunidad para la integración social y para que su crecimiento adquiera consistencia. Muchas élites quizá se dan cuenta, pero para el poblador promedio los signos son escasos. Por eso la vida pública y la política readquieren trascendencia, y por eso es urgente la contribución de todos a lo público. El mundo es hoy muy duro con las sociedades que se retrasan; nosotros lo hemos hecho ya, y mucho. No lo repitamos hoy.

Este semestre ha sucedido a cinco años de crecimiento y a una transferencia política ordenada. El Gobierno lo ejerce el partido más organizado a escala nacional, los representantes en el Parlamento acaban de elegirse, no hay oposiciones fuertes, los grupos de poder econó-mico se entienden aunque no simpaticen con Palacio. Allí el interés en mantener vínculos positivos con las sociedades de base es evidente. El diálogo entre actores estratégicos y sectores sociales tiene puntos de conflic-to pero no bloqueos institucionales ni antagonismos irreductibles. La debilidad de los partidos ha recibido la inyección de nuevos líderes regionales y locales independientes, quizá inexpertos, pero que pueden poner en el escenario el fuerte descontento social de las mayorías y hacerlo en lo principal, institucionalmente. Las gentes calificadas de un país con los viejos rasgos de injusticia y empirismo público del Perú no debieran pedir mucho más para decidirse a contribuir a alterar los rasgos sustantivos de su sociedad.

Pasé los últimos días en dos eventos sobre esta clase de problemas de fondo: la reforma del Estado y la inclusión y el desarrollo para todos. En ambos he escuchado a nuestros mejores expertos: en la Universidad Católica el primero, en la CADE de Arequipa el segundo. El mensaje de fondo es fuerte y gruesamente el mismo. Este es un país injusto y la reducción de la política a garantizar el crecimiento eco-nómico ya no basta. Los noventas se acabaron. Debemos

decidirnos a reconocer la verdad de una realidad social dura que los propios organismos multilaterales señalan ya hace tiempo. Ha sido positivo comprobar que los empresarios invitan a hablar a varios que algunos de ellos satanizaron en la elección presidencial. Y que académicos y políticos de todas las tendencias, en la serenidad del campus univer-sitario, coinciden en priorizar las cuestiones sustantivas y en querer librarse de la política inmediatista.

La reflexión crítica ha regresado pues a la escena públi-ca. Ella no ha venido en labios de políticos. La puerta se la abrió el 47 por ciento de voto descontento de la segunda vuelta electoral y ahora es presentada por el diagnóstico de los expertos y legitimada por la escucha de miembros de élites del propio sistema actual. Estos hechos no van a decidir sin embargo lo que ocurrirá en la práctica colectiva. Concluyamos mirando entonces, contra este horizonte, los perfiles de lo que pasó en el semestre y sus perspectivas.

El Gobierno del presidente García goza de un crédito aún amplio en los medios de comunicación de Lima, pero es indispensable que él y su partido se ganen el que esa respetabilidad se mantenga aceptable cuatro años. Se han producido signos de desgaste que tienen que ver con la imprecisión, las idas y vueltas frente a asuntos importantes —TLC, por ejemplo— y con la ausencia de definiciones de políticas de cambio estructural. El que el Centro de Planeamiento siga en la incertidumbre es una prueba de lo último. El número de anuncios presidenciales de acciones de gobierno desconectadas entre sí tampoco ayuda mucho. Todo es superable, pero las tendencias de largo plazo se forman por la acumulación de los hechos menudos.

En la oposición, las debilidades causaron sorpresa, la

total desubicación del Partido Nacionalista del Perú en

las elecciones regionales y locales y el perfil impreciso

de la derecha democrática. Las victorias de Castañeda

y de Unidad Nacional en Lima, siendo importantes,

no cubren el vacío. Varios medios de comunicación

sectarios son como un partido más empresarial y ver-

tical que político democrático que defiende la política

económica de los noventas y el aliento a imponer el

orden público por la fuerza. No es poca cosa, pero, a la

luz de la agenda que IPAE preparó para esta CADE, estos

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No todo es como parece Glatzer TuestaDirector de ideeleradio

El origen del Gobierno actual. Cuando Alan García fue elegido y, junto con él, un Congreso en el que ninguna fuerza política tendría mayoría, coincidíamos en que el mensaje era concertar. En que los votos eran prestados y un sector importante pedía el cambio. García pareció entenderlo. Hasta que —como era previsible— UPP-PN comenzó a desintegrarse y muchos oportunistas se empe-zaron a subir al carro. Entonces la cosa cambió. Ya no era tan importante concertar sino “gobernar” echando mano de la experiencia de un partido con tradición. Bastó una directiva multipartidaria en el Congreso, que le dio cabida hasta al fujimorismo, para contentar a todos. Mercedes Cabanillas y su bancada hicieron el resto: manejar con habilidad política las cosas en el Legislativo.

Mostrando la mejor cara. Con el pasado que García cargaba sobre los hombros, elegir a su Gabinete y a quien lo presidiría era clave para dar buenas señales. Entonces, optó por técnicos en algunos ministerios y políticos cercanos en otros, y salvaguardó los más apetecibles, como el Mimdes, Educación, Salud, Vivien-da, Agricultura. A la cabeza, un hombre de confianza, Jorge del Castillo, representante del ala más dialogante para unos, derechista para otros, y el más conveniente para el resto.

Como las pugnas internas en el partido nunca fueron poca cosa, avanzar en algunos temas como el Consejo de Reparaciones ha sido muy importante, aunque en otros haya tenido que ceder para no generarse más conflictos. Hasta cuándo durará, eso es todavía incierto.

La oposición, bien gracias. A estas alturas Ollanta Humala es una anécdota; lo que sí se mantiene son los problemas y las demandas que encarnó coyunturalmente. Lourdes Flores ha decidido mantenerse al margen a pesar de que ha dicho que “hay más fuegos artificiales y nada de cambio responsable”. Sus colaboradores han optado,

sin el menor reparo, por un Ministerio, una Embajada o una instancia deportiva.

Un ambiente de intolerancia. Con escaso contrapeso y con un buen nivel de aprobación en las encuestas, el Gobierno entendió que era mejor que todos pensára-mos parecido, y García afirmó que las voces contrarias eran producto del fracaso, el pesimismo o la envidia. El Presidente quiso poner plazo a los balances aduciendo que cien días eran insuficientes. Pero lo más notorio y grave fue el ataque primero, y el intento de control después, contra las ONG, con el argumento de la trans-parencia. Se hizo así eco a una propuesta fujimorista que protagonizó el abogado de Fujimori, Rolando Souza, hoy incomprensiblemente Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.

Fujimori, un tema judicial. Miremos al futuro. Causa preocupación que mientras Fujimori dilata su proceso de extradición para que sus seguidores ganen espacio en la política peruana, hecho que se tendrá en cuenta en Chile más allá de los indicios razonables de responsabilidad en los delitos por los que es acusado, aquí se diga que Toledo es el Presidente más corrupto de la historia.

Yo sigo siendo el Rey. El Presidente está convencido de su papel protagónico, y quiere reafirmarlo. El Congreso levantó temas como la renta básica, la homologación de los sueldos de los magistrados, la pena de muerte y la es-tabilidad laboral, que generaron una gran polémica. Luego fue desautorizado y “corregido” por el Ejecutivo, que adujo el argumento de la responsabilidad y la mesura, pero dio el mensaje de que es García quien tiene la última palabra. Lo mismo pasa en el ámbito partidario, cuando dice que será candidato a la Municipalidad de Trujillo si de recuperar la tierra de Haya de la Torre se trata. Si bien ha señalado que Mauricio Mulder no tiene la culpa del fracaso, lo cierto es que lo mantendrá controlado por un tiempo.

periódicos no expresan ya a las capas más inteligentes del empresariado peruano. Ojalá sea así.

Finalmente, las elecciones regionales y municipales abren a un escenario nuevo. Ellos están en esos territorios provincianos y rurales que son los de la pobreza y el des-contento. De allí debieran venir las presiones para lograr

los cambios que hacen falta, pero también la capacidad de diálogo que permita enraizar nuestra débil democracia. El escándalo hace ganar ráting y avisaje, pero nos hunde en el inmediatismo que destruiría otra vez a las fuerzas democráticas. Los millones de peruanos en pobreza y los que queremos democracia y respeto al otro en este país, no nos lo merecemos.

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11Política

La voz de las regiones. Se ha configurado un nuevo mapa político. En enero próximo, los presidentes regionales y los alcaldes recién elegidos podrán impulsar cambios significativos en la vida política y social del país. La descentralización, por ejemplo. El peso personal de algunos presidentes regionales y el origen ideológico y partidario de otros pueden significar ese contrapeso (que no es confrontación necesariamente), básico en cualquier democracia. Pero es posible también que primen —en ese sentido, creo, caminará el Gobierno Central— el pragmatismo y la negociación bilateral. Ahora se cuenta con recursos y con un Gobierno que sabe hacer política. En lo que sí tiene que ir pensando el régimen es en cómo preve-nir los conflictos sociales que pueden agudizarse. No bastará que el Premier viaje de un lado a otro a firmar acuerdos y compromisos; es preciso institucionalizar un sistema que evite problemas mayores.

La opción por los más pobres. Lo más significativo de este periodo, marcado por elecciones generales, municipales y regionales, ha sido la incorporación, en el discurso y en el pobre debate, de temas que an-tes no encontraban un lugar predominante. Hoy es políticamente correcto hablar de los excluidos, de la fragmentación, de las brechas sociales y del crecimiento económico que no se siente en el día a día de la mayoría.

Hasta los empresarios han dedicado la última CADE al tema de la inclusión social, sazonándolo con papa huayro, amarilla, tumbay y huamantanga. Si esto fuera del todo cierto, estaríamos asistiendo a la solución del principal problema de nuestro país. Sin embargo, creo que este convencimiento es más circunstancial que auténtico. Cuando, hace ya más de tres años, la CVR presentó su Informe final, que muestra de manera franca el país que hoy dicen reconocer, reaccionaron virulentamente y atacaron a sus integrantes.

Por eso debemos ver con particular atención cómo aborda el tema el Gobierno. Emprender un “shock de inversiones” ayudará sin duda en lo inmediato, pero este no debe desarrollarse al margen de una reforma integral del Estado, que la administración de García no está promoviendo e impulsando. Llegar pronto y de manera directa a los pobres, sin pasar por un proceso de descentralización, de fiscalización y desarrollo de capacidades, dará muchos réditos políticos en el corto plazo y un lugar preferente en la fotografía. Pero una vez que eso pase los problemas se mantendrán, y así reaparecerá la frustración, con lo que resultaría muy probable que de aquí a cinco años reeditemos la histo-ria del voto en contra o del outsider antisistema. ¿Las señales son más claras después de la tercera vuelta? Un poco. Creo que lo suficiente.

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Prejuicios personales Moisés LemlijPsicoanalista

Imaginemos a Ollanta Humala un poco más hábil o a sus asesores algo menos torpes, y que, entre otras cosas, hubiera llegado a tiempo al debate. Es muy probable que hubiera dado vuelta a los puntos que le había sacado Alan García y le ganara. No hay duda de que, en tal situación, innumerables Carlos Tapias y Gonzalos Garcías se habrían subido al carro para armarle una ideología ad hoc y una administración acorde. Tampoco, que empresarios empeñosos habrían ofrecido sus servicios sin mayores remilgos con la mira puesta en la consolidación de un Estado mercantilista. (Recordemos que, en un acto de honestidad ideológica, invitaron el año pasado a la CADE a Salinas de Gortari.)

De Sur a Norte y de Este a Oeste del territorio patrio, los reservistas bien uniformados, entrenados y disci-plinados se habrían encargado de más cosas de las que hubiéramos querido enterarnos. Para empezar, los resultados de las elecciones regionales y municipales hubieran sido diferentes gracias a ellos y a los oportu-nistas (¿Andahuaylas?).

Imaginemos ahora que Lourdes hubiera tenido una mejor estrategia de campaña y elegido un poco más acertadamen-te a su lista de candidatos al Congreso y a las vicepresi-dencias. Habría pasado ella y no Alan a la segunda vuelta, aunque seguramente a las finales igual hubiera perdido las elecciones. Se habría configurado un escenario parecido al de la Italia mussoliniana o la Alemania hitleriana. La versión humalista del chavo-evomoralismo o el evomo-ralismo chavista en su versión humalista.

Felizmente Dios fue peruano. ¡De la que nos libramos! Por ahora… pero ¿seguirá siendo peruano?

Todos tenemos nuestra agenda, intereses en común, intereses divergentes. Una agenda principal y agendas secundarias. A veces pienso que estamos de acuerdo en el qué, que el problema es el cómo y el quién. Repasemos las prioridades:

1. Reforma del Estado: Todos la piden, nadie la hace.

2. Poder Judicial: Reforma desde afuera, sin prisa ni pausa.

3. Poder Legislativo: Dos cámaras y renovación por tercios.

4. Fuerzas Armadas: Poner la bota civil encima y lim-pieza general de la corrupción militar.

5. Salud y Educación: Lo fundamental.

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13Política

6. Minería: ¡Qué se han creído! Pero no se les toca...

7. Drogas: Estaré en minoría, pero no veo otra cosa que legalizar y controlar su uso, como hacemos con el alcohol y el tabaco. Todo lo demás no funciona.

8. Corrupción: Lucha compleja. Se sabe que distorsiona y complica el progreso, pero la corrupción de Fuji-mori no fue combatida adecuadamente por Toledo. La fuerza política del fujimorismo, al parecer unido en una alianza (así sea a punto fijo) con el actual Gobierno, nos lleva a augurar que seguirá siendo un punto pendiente durante mucho tiempo más.

Otros asuntos que pueden ser incluidos como agendas ocasionales:

• La fragmentación política resultado de las últimas elecciones regionales y municipales, que han co-locado en el primer plano a los líderes regionales. Ha hecho desaparecer al humalismo, aunque desde hace tiempo es claro que una cosa son las elecciones locales y otra las generales. (Recordemos a Belmont, por mencionar solo a uno.)

• El crecimiento de la economía es casi independiente de lo político (por ejemplo, México). Claro que los dirigentes se ganan indulgencias con avemarías

ajenas. El principal motor del mundo capitalista posmoderno es la China confucio-comunista, seguida por la caótica India. Tenemos que reconocer lo impor-tante de los arreglos por intereses y necesidades. El contrato social al servicio del hombre. La ideología, si es pura, es lo que mata (Iraq, Yugoslavia, etcétera).

• El regreso de Toledo. Debe tener en la cabeza la reelección (Prado, Belaunde, García). Hay que ir pensando qué queremos.

• Ántero Flores Aráoz. Es como el cañoncito de Castilla.

• Por último, imaginemos un correlato de fuerzas diferente dentro del APRA, y en lugar de Del Castillo ¡¡a Hernán Garrido-Lecca o Mauricio Mulder como Presidente del Consejo de Ministros!!

Ya lo decía Churchill: la democracia representativa es mala, pero todos los otros sistemas son mucho peores. Así que cada uno de nosotros tiene que hacer lo mejor que pueda, seguir vigilando y tirar para adelante.

Otrosí digo. Me gustó que Alan García no fuera a la CADE. El ritual del Presidente de la República visitando a los empresarios nunca fue de mi agrado. Lo que hace falta es un poco de negociación y usar mucho más el Acuerdo Nacional.

La fuerza política del fujimorismo, al parecer unido en una alianza (así sea a punto fijo) con el actual Gobierno, nos lleva a augurar que seguirá siendo un punto pendiente durante mucho tiempo más.