La Puntualidad

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La puntualidad: un factor básico de tu trabajo El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar. El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza. La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto? En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotros- representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da...?

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La puntualidad: un factor básico de tu trabajo

El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo

para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso

de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.

El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y

eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades,

desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.

La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula

organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una

agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?

En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si

tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el

director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo

de siempre, la reunión donde estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la

persona –según nosotros- representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo,

¿qué mas da...?

Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión,

actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo

de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.

Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en

nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas

a la hora del baño, mientras descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a

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comprar “sólo lo que hace falta”, en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre

clases... pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando “despertamos” y por

equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido. Un

aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos realizando,

procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo.

Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj u ordenador, pedirle

a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y

dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible.

Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten “distinguirse” por su

impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y de

carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: “si quieren, que me esperen”, “para qué llegar a

tiempo, si...”, “no pasa nada...”, “es lo mismo siempre”. Estas y otras actitudes son el reflejo del

poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades.

Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos,

¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se

retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su

responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante

ocurrió..

Podemos pensar que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra

situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar las causa que

provocan nuestra impuntualidad (los ya mencionados: interés, importancia, distracción), se

necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades, desde el descanso y el trabajo,

hasta la reunión de amigos, lo cual supone un esfuerzo extra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra

manera poco a poco nos alejamos del objetivo.

La puntualidad es la obligación para terminar una tarea requerida o satisfacer una obligación antes o en un plazo anteriormente señalado o hecho a otra persona.

Hay a menudo una convención de que una pequeña cantidad de retraso es aceptable en circunstancias normales; por lo general, diez o quince minutos en las culturas occidentales, hora, hora y media en macabi. En otras culturas, tales como la sociedad japonesa o en el ejército no existe básicamente ninguna permisividad. No obstante, la puntualidad se considera un signo de consideración hacia las personas que están.

Algunas culturas tienen sobreentendido que los plazos reales son diferentes de plazos indicados. Por ejemplo, en una cultura particular puede ser entendido que la gente llegará una hora de más tarde de lo anunciado. En este caso, puesto que cada uno entiende que una reunión a las 9 am comenzará realmente alrededor de las 10 am, nadie se incomodará cuando todo el mundo aparezca a las 10 am.

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En las culturas que valoran puntualidad, retrasarse es lo mismo que demostrar desprecio por tiempo de otra persona y se puede considerar un insulto. En tales casos, la puntualidad se puede hacer cumplir por penas sociales, por ejemplo excluyendo enteramente a los que llegan más tarde de las reuniones.

Índice

 [ocultar]  1 Valor de la puntualidad y teoría de las colas 2 Puntualidad en medios de transporte

3 Puntualidad en el trabajo

4 Expresiones relacionadas

5 Enlaces externos

6 Referencias

[editar] Valor de la puntualidad y teoría de las colas

En muchas situaciones el requisito para la puntualidad es asimétrico. Por ejemplo, en la clínica de un doctor o el aeropuerto, se espera que se llegue a la hora para la cita o lo pierdan. Sin embargo, pueden estar esperando los pacientes un rato antes de que puedan ver al doctor o subir al avión sin especificar la causa. Esto puede entenderse como una demostración del valor relativo del tiempo del cliente y el proveedor, cuyo exacto valor se puede determinar por una combinación de la teoría de colas y de la teoría de los juegos.

Si el valor relativo fuera diferente, sería fácil reducir tiempos de espera proporcionando doctores o aviones adicionales, y sub-utilizándolos, incrementando el costo del precio del recorrido o del tratamiento médico proporcionalmente. Esto se puede ver en el comportamiento del rico, que puede permitirse tener aviones privados y emplear doctores que los visiten, más que viceversa y en el caso extremo del multimillonario, que tiene sus propios médicos personales, aviones y equipos de vuelo privados dedicados que esperen exclusivamente sus necesidades.

[editar] Puntualidad en medios de transporte

Mayor importancia reviste la puntualidad en los medios masivos de transporte, tanto para viajes de negocios como para desplazamientos de placer. Una llegada con retraso puede provocar la anulación de una cita o la pérdida de un enlace con otro avión o tren con las consecuencias negativas que esto puede acarrear. En oposición a otros más informales, algunos medios de transporte están basando su prestigio en ofrecer puntualidad en sus horarios de salida y de llegadas. Tal es el caso del tren de alta velocidad en contraposición al avión o el autobús. De hecho, algunas compañías como la española Renfe estipulan voluntariamente devoluciones parciales o totales del importe del billete en función del

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retraso incurrido. En el AVE Madrid-Sevilla, se puede leer en su página web: si se produjese un retraso superior a 5 minutos sobre la hora fijada de llegada se le devolverá el importe facial de su billete, siempre que el retraso sea imputable a Renfe Ave.2

Recientemente, las principales compañías aéreas se están esforzando también en ofrecer una imagen de puntualidad en sus vuelos para lo que publican sus índices de despegues en hora y ofrecen garantías de puntualidad similares a las del tren.3 Las asociaciones de consumidores, agencias de viaje y otros organismos también conceden especial importancia a los ratios de puntualidad haciendo públicos ranking y dossieres con regularidad.4

[editar] Puntualidad en el trabajo

La puntualidad en el puesto de trabajo es una obligación del trabajador respecto a su empleador. Así lo recoge la legislación laboral en la mayoría de los países, estados o ciudades, estableciendo como causa de incumplimiento contractual la reincidencia en comportamientos de impuntualidad. Así en el Estatuto de los trabajadores español, se cita como incumplimiento de contrato las faltas injustificadas y repetidas de asistencia o puntualidad en el trabajo (Art. 54).5 En muchos convenios laborales, se recogen frases que especifican esta normativa, del tipo se considerarán faltas de carácter leve tres faltas de puntualidad durante un mes sin que exista causa justificada. La cantidad exacta de minutos de retraso que ameritan la consideración de falta por impuntualidad es, no obstante, un tema controvertido y sujeto a interpretación subjetiva.

La puntualidad es una conducta problema para muchas personas. No pueden por más que lo han intentado, ser puntuales en ningún aspecto de su vida. Porque no es que no sean puntuales en algunas cosas y en otras sí, es una conducta consistente y no importa si es un asunto rutinario o algo sumamente importante en sus vidas, sencillamente no llegan a tiempo.

La conducta de la puntualidad es básicamente pensar en el tiempo de los demás, aunque también en el mío, desde luego. Yo tengo un plan, voy a una cita que tengo la expectativa de que empezará a cierta hora y hago mis cálculos sobre cuándo terminará aproximadamente, para poder planear otras actividades después, por lo tanto yo soy puntual primero porque así conviene a mis intereses.

Después es porque yo no tengo ningún derecho de disponer del tiempo de los demás, ni de obligarlos a hacer cambios en sus planes simple y sencillamente porque yo no soy capaz de llegar a tiempo a mis citas.

Sé que me dirás que es muy difícil, que has sido así toda tu vida, que la costumbre y que… en fin, escribe aquí tus excusas. Pero la realidad es que debes hacer algo al respecto por tu bien y por el de todos los que te rodean.

¿Cómo crees que lo pasa un marido puntual cuando ya está listo para salir a un compromiso con sus jefes y la señora apenas comienza a arreglarse? Y viceversa ¿Cómo

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crees que lo pasa la esposa puntual que siempre está lista en el momento necesario en espera de que el marido termine? ¿Cómo crees que una persona puntual se siente cuando siempre llegan tarde porque su pareja no es puntual? O ¿Cómo piensa un jefe de su ejecutivo cuando él está puntual a una cita de negocios y el ejecutivo siempre llega tarde? ¿Cómo piensas que se ve un ejecutivo o ejecutiva de alto nivel siempre llegando tarde?

Lo bueno es que los hábitos se pueden cambiar. Puede no ser fácil pero sí es posible. Todo se centra en insistir en ser puntual para acabar con la impuntualidad. Sólo puedes terminar con un mal hábito si le pones un buen hábito encima persistiendo en ello hasta que el nuevo hábito sea parte de tu comportamiento normal y el malo sea olvidado.

¿Cómo puedo cambiar mi conducta y aprender a ser una persona puntual?Ahora, claro, esta es la pregunta que surge, por lo que te voy a dar unas recomendaciones para que puedas lograrlo.

El primer paso es darse cuenta y aceptar que tenemos ese problemay que estamos afectando a todos los que nos rodean con esa conducta. Tú me dirás que eso ya lo sabías, sin embargo hay muchas personas que no piensan que eso sea un problema, por eso es el primer paso.

El segundo paso es que te busques una “palanca” que te empuje a cambiar.Puede ser el pensar en cómo estás afectando a los demás con tu comportamiento y si eso no te da la fuerza necesaria, piensa en lo que te está afectando a ti, a tus metas, tu trabajo y tu futuro. Cualquiera de las dos que te sirva, debes de tenerla siempre en la mente cuando te encuentres en el proceso de cambio.

El tercer paso es observarse. Obsérvate a ti mismo cómo te comportas y qué es lo que haces para arreglártelas y llegar tarde a todas partes siempre. Cuando empiezas a analizar tu comportamiento empiezas a tenerlo más consciente en tu mente y deja de ser un comportamiento automático e inconsciente.¿Te ha pasado alguna vez que llegas a tu casa después de terminar tu día y cuando te das cuenta no recuerdas cómo le hiciste para llegar?. Eso es un comportamiento inconsciente. Tu cerebro conoce tan bien la rutina que lo hace sin que tú participes. Para lograr cambiar un hábito, el truco está primero en hacer el comportamiento conscientemente. Si yo me estoy dando cuenta del problema, es más fácil que le ponga solución.

El cuarto paso es que cada vez que tengas una cita te mantengas consciente en todo momento mientras te preparas para llegar. Decide primero a qué hora vas a comenzar a prepararte haciendo los cálculos del tiempo que necesitarás para llegar a la hora puntual. A esa hora comienza tus preparativos manteniendo tu mente en el proceso en todo momento: “es tal hora y me estoy preparando para salir a tal hora y llegar puntual”. Y manteniendo también en tu mente lo

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que te motiva o empuja a cambiar, que como mencionamos antes puede ser estar pensando en que no quieres afectar a los demás, o en que quieres mejorar para lograr las ventajas que eso te proporcionará.

Las primeras veces, como es lógico suponer, no llegarás a tiempo, pero estarás preparando a tu cerebro para que comprenda que va a haber un cambio de conducta. Si tu cálculo que hiciste para los tiempos de preparación y llegar puntual no funcionó porque llegaste tarde, observa cuánto tiempo llegaste tarde y la próxima vez le aumentas ese tiempo a tu preparación. Si para prepararte comenzaste una hora antes y llegas media hora después, la próxima vez te prepararás desde hora y media antes. Y así ve ajustando hasta que logres llegar a tiempo.

Organización y puntualidad van ligadosLa conducta de la puntualidad va muy ligada con la organización que tengas en tu vida, en tus cosas y actividades. Si cuentas con una buena organización, lo más probable es que seas puntual. Así que puedes comenzar por aprender a organizar tu agenda y tu tiempo para que puedas aprender a ser puntual.

La otra buena noticia es que no se necesita mucho tiempo para hacer un cambio de hábito. Según los expertos, necesitas 21 días de hacer un comportamiento nuevo todos los días para que empiece a ser parte de tu conducta normal. Así que con esto en mente, te puedes preparar para un mes de trabajo constante y que logres el cambio. Trabaja en tí para que seas mejor cada día y ¡Organízate para que seas feliz!Maca

Puntualidad

El valor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el lugar adecuado.

El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.

El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.

La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?

Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde.

En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde

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estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotros- representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da...?

Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.

Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar "sólo lo que hace falta", en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre clases... pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando "despertamos" y por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido.

Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible.

Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten "distinguirse" por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: "si quieren, que me esperen", "para qué llegar a tiempo, si...", "no pasa nada...", "es lo mismo siempre". Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades

Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió..

Podemos pensar que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar las causa que provocan nuestra impuntualidad (los ya mencionados: interés, importancia, distracción), se necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades, desde el descanso y el trabajo, hasta la reunión de amigos, lo cual supone un esfuerzo extra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra manera poco a poco nos alejamos del objetivo.

La cuestión no es decir "quiero ser puntual desde mañana", lo cual sería retrasar una vez más algo, es hoy, en este momento y poniendo los medios que hagan falta para lograrlo: agenda, recordatorios, alarmas...

Para crecer y hacer más firme este valor en tu vida, puedes iniciar con estas sugerencias:

- Examínate y descubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, etc.

- Establece un medio adecuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se necesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal con oportunidad; colocar el despertador más lejos...

- Aunque sea algo tedioso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguiente. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguientes siete días. En lo sucesivo será más fácil incluir otros eventos y podrás calcular mejor tus posibilidades de cumplir con todo. Recuerda que con voluntad y sacrificio, lograrás tu propósito.

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- Implementa un sistema de "alarmas" que te ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumbres: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza notas adheribles...

- Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecuado, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste.

Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas digna de confianza.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos13/valores/valores.shtml#ixzz2Llkjwyms

Puntualidad

El valor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el lugar adecuado.

El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.

El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.

La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?

Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde.

En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde estarán personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotros- representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da...?

Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.

Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras descansamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar "sólo lo que hace falta", en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre clases... pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando "despertamos" y por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido.

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Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible.

Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten "distinguirse" por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: "si quieren, que me esperen", "para qué llegar a tiempo, si...", "no pasa nada...", "es lo mismo siempre". Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades

Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió..

Podemos pensar que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar las causa que provocan nuestra impuntualidad (los ya mencionados: interés, importancia, distracción), se necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades, desde el descanso y el trabajo, hasta la reunión de amigos, lo cual supone un esfuerzo extra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra manera poco a poco nos alejamos del objetivo.

La cuestión no es decir "quiero ser puntual desde mañana", lo cual sería retrasar una vez más algo, es hoy, en este momento y poniendo los medios que hagan falta para lograrlo: agenda, recordatorios, alarmas...

Para crecer y hacer más firme este valor en tu vida, puedes iniciar con estas sugerencias:

- Examínate y descubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, etc.

- Establece un medio adecuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se necesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal con oportunidad; colocar el despertador más lejos...

- Aunque sea algo tedioso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguiente. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguientes siete días. En lo sucesivo será más fácil incluir otros eventos y podrás calcular mejor tus posibilidades de cumplir con todo. Recuerda que con voluntad y sacrificio, lograrás tu propósito.

- Implementa un sistema de "alarmas" que te ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumbres: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza notas adheribles...

- Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecuado, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste.

Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas digna de confianza.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos13/valores/valores.shtml#ixzz2Llkjwyms

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