La Relación Entre El Quijote y España
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CANDALE CARMEN-VALENTINAESPAÑOL – INGLÉS, AÑO III
LA RELACIÓN ENTRE EL QUIJOTE Y ESPAÑA
En Meditaciones del Quijote de José Ortega y Gasset, el autor expone una de sus
concepciones más importantes acerca del significado de cada pueblo en el desarrollo del
universo, afirmando que éste se enriquece cuando un pueblo ejerce su energía específica y su
sensibilidad a su alrededor. Según su opinión, España ha encontrado muchos obstáculos que
le han impedido desarrollar de una manera decuada su estílo, cosa por la cual se ha aceptado
como español todo lo que se ha producido en su territorio, confundiendose las creaciones sin
fundamento con lo que realmente es España en su esencia. Pensando que la posibilidad que ha
representado España ha sido aniquilada progresivamente por la tradición, Ortega y Gasset
propone a los que todavía quieren salvarla abordar la tradición de una manera distinta, con el
fin de encontrar otra vez los lugares en donde el corazón del país todavía está latiendo. Uno
de estos lugares es, en la concepción del autor, Cervantes, cuyo estilo capta en su esencia una
filosofía, una moral, una ciencia y una política que podrían resolver los problemas actuales y
despertar el pueblo español a una nueva vida. A través de sus ensayos, Ortega y Gasset
pretende hablar de la salvación que el amor podría traer para el mundo, y usa la imagen de
don Quijote para demonstrar esta doctrina. Ortega y Gasset piensa que el alma de los
españoles ha acumulado mucho odio, un sentimiento que inevitablemente ha llevado a la
aniquilación de los valores, y el universo se ha convertido para allos en algo rígido, seco,
sórdido. Al contrario, el amor as el absoluto que enlaza todas las cosas del universo con una
atadura indestructible, siendo el arquitecto divino mandado por Dios. Por consiguente, el
autor propone a los lectores el camino del amor a través de la presentación de un hombre
dominado por el fuerte deseo de conocer, deseo que, según el autor, representa una de las
facetas del amor. Así espera él despertar en el corazón de los españoles la sensibilidad ideal
que han perdido, don Quijote representando el destino de la nación española. Él nos puede
ofrecer la llave del entendimiento de un estilo que contiene tanto la vida como el arte de
España. Cuando Ortega y Gasset dice que Dios es la perspectiva y que el pecado del Diablo
fue sólo un error de perspectiva, es inevitable pensar también en que don Quijote mira las
cosas desde una perspectiva diferente de la de los demás, la perspectiva ideal del héroe que
puede cambiar el mundo. Según Ortega y Gasset, este héroe existe en cada ser humano,
porque ser héroe es ser tú mismo, así que la perspectiva de Dios es accesible para cada uno de
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nosotros, y don Quijote sólo tiene el papel de recordarnos, a través de su actitud hacia la vida,
de nuestro infinito potencial. El autor incluso asimila el destino de don Quijote con el destino
de Cristo, refiriendose al libro Los nombres de Cristo de Fary Luis de León. Don Quijote
puede ser considerado como la parodia triste de un Cristo más divino y más sereno, que
representa para los españoles lo que Cristo representa para los cristianos. Tando Unamuno en
su libro La vida de don Quijote y de Sancho como Ortega y Gasset asimilan a don Quijote
con un Cristo español pero, mientras que en Unamuno éste aparece como un héroe de
epopeya, en Ortega se delinea la imagen de un Cristo gótico, derrotado por aprensiones
modernas. En fin, el autor expresa su intención de renovar la España caduca que ha negado en
sus meditaciones, experimentando con todas la facetas del alma la posibilidad de una nueva
España. Aún así, él afirma que aunque éste estudio es de crítica, él no pretende criticar las
cosas ni ser su juez y dar sentencias, sino que prefiere amarlas.
En La vida de don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno, el autor, igual que Ortega,
pretende despertar el pueblo español de su letargo y hacerle vivir de nuevo intensamente. Él
propone robar la tumba de don Quijote de los bachilleros, barberos, sacerdotes, duques y
canónicos, o sea de los que pretenden encadenar con la razón el ser humano, y los que
estuviero en contra de don Quijote, y eliberar de esta manera al Caballero de la Locura. Esta
tumba no significa otra cosa que una parte de nosotros que no conocemos, nuestro potencial
infinito, nuestro espítitu inagotable, que necesitamos rescatar de las manos de la razón que
nos limita en estructuras exactas y programas que no nos dejan la libertad de ser tal como
somos. Esta idea aparece también en al estudio de Ortega y Gasset, al hablar del héroe que
existe en cada uno de nosotros y del potencial del espíritu español que necesita ser despartado
otra vez. Unamuno afirma que los que sienten la necesidad de encontrar aquella parte de ellos
tendrán como guía una „estrella brillante” que se puede interpretar como Dios, que bajará en
sus almas y les alumbrará, para que brillen aún más fuerte e iluminen el cielo de la patria.
Aquí encontramos la idea que el pueblo español, si está unido y radia su luz interior, tiene la
capacidad de cambiar el destino del país. En este sentido, Unamuno se refiere al poder de don
Quijote de cambiar a las personas que se encuentra a través de su inocencia y su amor
incondicional hacia las personas. Unamuno exhora a la gente creer locamente en su ideal,
asegurandoles que aun si se acaba sólo con una injusticia, esto puede tener mucha influencia
en el desarrollo del país. Nuevamente habla sobre el hecho de que para conseguir todo se
necesita la fe, y no la ciencia o el arte, que no dejan la libertad que el espíritu necesita. Igual
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que Ortega y Gasset, Unamuno habla sobre el deseo de conocer que debe animar al ser
humano en su evolución, deseo que, para Ortega, es una faceta del amor, y que, si es sincero,
siempre les llevará al fondo de su ser, haciendole llorar al sentir una profunda sed de océanos,
universos, eternidad. El autor también advierte que en este camino pueden aparecer muchos
obstáculos que no dejan al hombre concentrarse en lo esencial y le distraen la atención,
obstáculos que pretenden matar su iocencia y su honesto ideal, igual que la pasó a don Quijote
en su camino, al encontrarse con gente que no entendía su perspectiva. En este sentido, don
Quijote representa para Unamuno, igual que para Ortega y Gasset, la imagen del alma
española, un alma en busca del amor, de la honestidad y la verdad, que debe enfrentarse a los
impedimentos impuestos por la tradición y la razón. Al final de la introducción, Unamuno
habla sobre la búsqueda de la tumba de Dios, para que lo salvemos y nos rescate de la nada.
Podemos entender de esta afirmación que el autor considera a don Quijote como el
representante de Dios, como la encarnación del amor, de la inocencia, de la honestidad y de
los altos ideales pero, al mismo tiempo, esto se refiere a la estructura interior del ser humano,
que es buena en su esencia y necesita ser rescatada del infierno que le rodea para poder
cambiar el mundo exterior. En otras palabras, Unamuno dice que Dios y el heroismo de don
Quijote se encuentran en cada uno de nosotros y sólo al ser consciente de ellos y expresarlos
el pueblo español tiene la oportunidad de salir adelante. Unamuno subraya el hecho que don
Quijote ha empezado su aventura en una edad en que su bondad y sus valores eran ya bien
formados. A través de su decisión de recorrer el mundo como caballero que había perdido su
juicio, don Quijote hizo el mayor sacrificio en el altar de su pueblo: demonstró a su pueblo y
al mundo entero con el precio de su razón que la verdadera fe lleva a hechos concretos que
pueden cambiar el mundo. Hay varias lecciones que don Quijote pretende enseñar a su
pueblo, como la búsqueda de la inmortalidad y el deseo de permanecer siempre en el recuerdo
de su pueblo, la humildad al salir por la puerta de atrás cuando empieza su aventura por el
mundo, la sumisión ante la voluntad de Dios, o la idea que la inocencia pura y el amor
incondicional pueden amansar hasta los más crueles e insensibles corazones, que se delinea
cuando las prostitutas al principio se ríen de él y terminan cuidandolo. También, don Quijote
recuerda a su pueblo que significa la fe autentica y el poder de ésta cuando, encontrandose
con dos comerciantes, les pide que declaren que su Dulcineea es la más hermosa mujer, aun
sin verla nunca. Para él, creer sin ver es la más alta forma de la fe, la fe que debe cultivarse en
las almas de los españoles para renovar su pueblo. Hay que mencionar también el episodio en
que se encuentra con Pedro Alosno y el caballero dice que él sabe quien es, o sea está
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consciente de la misión que Dios le ha encomendado y está dispuesto a cumplirla, aun con el
precio del desprecio de los demás. Su afirmación lleva a la idea de que cada uno tiene que
saber quien quiere ser y cada uno quiere ser, en el fondo de su corazón, una manifestación de
Dios en tiempo y espacio. Don Quijote representa el español que conoce su identidad y su
meta y, más que esto, sabe com llegar a ella. La muerte de don Quijote aparece en la visión de
Unamuno aún más gloriosa que la vida, porque el hidalgo renuncia, en la plenitud de su fe, a
todo lo anterior, y hace el mayor sacrificio: renuncia a la gloria y renuncia no a si mismo, sino
que a algo más grande, o sea a su obra, que es don Quijote, el ideal que ha dado al mundo
para salvarla.
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