LA REVOLUCION PERDIDA -I. PRELUDIO POR JOSÉ M.~ DOÑATE ...

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LA REVOLUCION PERDIDA -I. PRELUDIO POR JOSÉ M.~ DOÑATE SEBASTIA con todo aquel bagaje revanchista acu- mulado a lo largo de anteriores fracasos electoralesy revoluciones perdidas. La convivencia, pues,a lo largoya lo ancho del territorio patrio de tan enconados esti- los de deciry de pensar, de tan diferentes formasde interpretar y sentir los proble- mas,y hastade tan distintas maneras de ser (asíse definió) se hizoinsoportable. Por un fenómeno que se produce en los momentos de fuertetensión, quizápor aquellodel instintode conservación que conduce a los hombres al gregarismo, la adhesión a un partido político era a la sazón muchomás importante que en la actualidad. Parecía talmente como si no se pudiera vivir desconectado de ese cor- dón umbilicalque ata al hombreal cin- cuenta por cien, más o menos, de los miembros de la sociedad en que vive, para poderse situar lindamente contra el otro cincuenta por cien, porque en eso, al parecer,se apoya en todo el mundo la militancia política. LOSULTIMOS DE LERROUX El año 1936 lo estrenó Villarreal conel suceso insólito de la destitución del Ayun- tamiento de Usó Jarque(de base radical y elegidodemocráticamente por el pue- blo) mediante un sencillo oficiodel gober- nadorremitido por mediación del coman- dantede puestode la Guardia Civil. Ya renglón seguido, todo en un 26 de febre- ro, en medio de un proceso electora (cua- tro días antesde una segunda vuelta en elecciones al Parlamento)el emplaza- miento al frente del Municipio de una Comisión Gestora de nueve miembros del FrentePopular cuya presidencia se hizo recaer en un conocido personaje, poetay autor dramático, directivoy abastecedor del casino Centro Obrero, D. Pascual Cabrera Quemades. (1 ) Digamos de paso,del Partido Radical que, no obstante haberse dejado notar muy poco durantesus últimosmesesde gobierno de la ciudad, se despidió con la auténtica fechoría de arrancar unos cipr- ses centenarios que daban imagen al santuario de la Virgen de Gracia, y asola- do las casetas del antiguo y típicoViacru- cis que entornaban, sin recuperar siquiera los bellos retablos de antigua cerámica del país que, irremisiblemente, se perdie- ron. UNAMPLIO ESPECTRO POLITICO Partidos políticos los habíapor doce- nas,conocidos por sus siglas, símbolos y hasta por sus banderasy, alineadosen cada una de las dos únicas vertientes de acceso a la cima,al poderal que en defi- nitivase aspiraba, iba cadauno a su aire, y era, por lo general, tan enemigo de los UNAREVOLUCION QUEMADRUGA Y es necesario quedigamos estopara que de ello no se echen las culpas a la Revolución, que bastante de qué respon- der tiene la que en Villarreal, como en alguna sotras localidades, se manifestó muytempranamente, unavez conocido el resultado electoral a favor del Frente Popular. Porque, si no la guerra civil como tal, dado que su cronología está demasiado aceptada como para que nos esté permitido especular con ella, lo que es la Revolución no esperó en Villarreal a un 18 de julio para empezar. Del resulta- do de las elecciones apareció en el país unasituación que las fuerzas derechistas, y todas las demás de signo reaccionario, no estaban dispuestasa aceptar,diga- mos que deportivamente. El derecho al pataleo tuvo ocasión de manifestarse y se manifestó reiteradamente, tanto a nivel nacional como local, en pugnacon unas izquierdas que, por imperativo legal, habí- an accedido a los puestos de gobierno con toda la licitud del casoperocargadas de enfrente Como de loS de al lado, es decir, de todoS loS demás. SÓloen loS momentos difíciles, en las coyunturas crí- ticas,se apiñaban en torno a una alianza invocada bajo un signodefensivo pero no se tardaba en cambiar este signo, si la circunstancia se daba, y en el momento al que aludimos se estaba dando,hermana- doS todoSsobre la base y esquemade unoS pactospreelectorales, que prevale- cieron sobre todo en lo referido a las izquierdas. Aquelllamado Frente Popular, patrocinador del eslogan U.H.P., Unión de HermanoSProletarioS,que sacó a loS anarquistas de su tradicional posición absentista, llevándoles a las urnasy, por ende, a loS cargos edilicioS para desesperación del resto de loS federados. Se estaba llegando, pues,al momento de nerviosismo que tan bien ConoCe el soldado que sabe que va a Comenzarja batalla. El peligro, no siempre definido, pero sí localizadoen aquello "que está enfrente", lo llena todo, y todo cuantose haga para conjurarun desenlace desfa- vorableparecepoCo. LoSpartidoS crean sus símbolos e investiduras, y adoptan una estructura militar. y colegiada o indi- vidualmente sus miembros piensan en las armas, y se interesan por su manejo. UnoSy otros se espían y vigilan, y se temen, y tratan de orientarse en esta situación tan realmente inédita aun en un país dondeaquello de matarse entre her- manos por las barbas de un señor a quienjamás habían viSto, era CoSa soba- da y reciente. Pero es que lo de las barbas era 10 superficial, 10 simbólico, y detrás,o en el fondo si se quiere,de lo visible,estaban loS dogmas.el Rey o la Reina, Patria y DioS,(a veces por este orden), eran ya CoSas serias, sin importar demasiado que allá en las filas del enemigo, y bien que cambiando a veces las categorías, tam- bién se comulgaran idénticosprincipios. Peroahorala CoSa era distinta. Las pala- bras parecían haberlo dichotodo,aunque en la mayoríade loScaSoS no se había dichonada, porque loS discursos, loS miti- nes, se hacían para enardecer a loSpro- pioScorreligionarioS, demasiado Conven cidosa veces,perojamásal oponente. El intercambio de pareceres era CoSa de otro planeta. Se sabía todo ya. y se sabía todo... menoS lo que realmente iba a pasar. El alcalde radical Usó Jarque.

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LA REVOLUCION PERDIDA -I. PRELUDIOPOR JOSÉ M.~ DOÑATE SEBASTIA

con todo aquel bagaje revanchista acu-mulado a lo largo de anteriores fracasoselectorales y revoluciones perdidas. Laconvivencia, pues, a lo largo ya lo anchodel territorio patrio de tan enconados esti-los de decir y de pensar, de tan diferentesformas de interpretar y sentir los proble-mas, y hasta de tan distintas maneras deser (así se definió) se hizo insoportable.

Por un fenómeno que se produce enlos momentos de fuerte tensión, quizá poraquello del instinto de conservación queconduce a los hombres al gregarismo, laadhesión a un partido político era a lasazón mucho más importante que en laactualidad. Parecía talmente como si nose pudiera vivir desconectado de ese cor-dón umbilical que ata al hombre al cin-cuenta por cien, más o menos, de losmiembros de la sociedad en que vive,para poderse situar lindamente contra elotro cincuenta por cien, porque en eso, alparecer, se apoya en todo el mundo lamilitancia política.

LOS ULTIMOS DE LERROUXEl año 1936 lo estrenó Villarreal con el

suceso insólito de la destitución del Ayun-tamiento de Usó Jarque (de base radicaly elegido democráticamente por el pue-blo) mediante un sencillo oficio del gober-nador remitido por mediación del coman-dante de puesto de la Guardia Civil. Yarenglón seguido, todo en un 26 de febre-ro, en medio de un proceso electora (cua-tro días antes de una segunda vuelta enelecciones al Parlamento) el emplaza-miento al frente del Municipio de unaComisión Gestora de nueve miembros delFrente Popular cuya presidencia se hizorecaer en un conocido personaje, poeta yautor dramático, directivo y abastecedordel casino Centro Obrero, D. PascualCabrera Quemades. (1 )

Digamos de paso, del Partido Radicalque, no obstante haberse dejado notarmuy poco durante sus últimos meses degobierno de la ciudad, se despidió con laauténtica fechoría de arrancar unos cipr-ses centenarios que daban imagen alsantuario de la Virgen de Gracia, y asola-do las casetas del antiguo y típicoVia cru-cis que entornaban, sin recuperar siquieralos bellos retablos de antigua cerámicadel país que, irremisiblemente, se perdie-ron.

UN AMPLIO ESPECTRO POLITICOPartidos políticos los había por doce-

nas, conocidos por sus siglas, símbolos yhasta por sus banderas y, alineados encada una de las dos únicas vertientes deacceso a la cima, al poder al que en defi-nitiva se aspiraba, iba cada uno a su aire,y era, por lo general, tan enemigo de losUNA REVOLUCION QUE MADRUGA

Y es necesario que digamos esto paraque de ello no se echen las culpas a laRevolución, que bastante de qué respon-der tiene la que en Villarreal, como enalguna sotras localidades, se manifestómuy tempranamente, una vez conocido elresultado electoral a favor del FrentePopular. Porque, si no la guerra civilcomo tal, dado que su cronología estádemasiado aceptada como para que nosesté permitido especular con ella, lo quees la Revolución no esperó en Villarreal aun 18 de julio para empezar. Del resulta-do de las elecciones apareció en el paísuna situación que las fuerzas derechistas,y todas las demás de signo reaccionario,no estaban dispuestas a aceptar, diga-mos que deportivamente. El derecho alpataleo tuvo ocasión de manifestarse y semanifestó reiteradamente, tanto a nivelnacional como local, en pugna con unasizquierdas que, por imperativo legal, habí-an accedido a los puestos de gobiernocon toda la licitud del caso pero cargadas

de enfrente Como de loS de al lado, esdecir, de todoS loS demás. SÓlo en loSmomentos difíciles, en las coyunturas crí-ticas, se apiñaban en torno a una alianzainvocada bajo un signo defensivo pero nose tardaba en cambiar este signo, si lacircunstancia se daba, y en el momento alque aludimos se estaba dando, hermana-doS todoS sobre la base y esquema deunoS pactos preelectorales, que prevale-cieron sobre todo en lo referido a lasizquierdas. Aquel llamado Frente Popular,patrocinador del eslogan U.H.P., Unión deHermanoS ProletarioS, que sacó a loSanarquistas de su tradicional posiciónabsentista, llevándoles a las urnas y, porende, a loS cargos edilicioS paradesesperación del resto de loS federados.

Se estaba llegando, pues, al momentode nerviosismo que tan bien ConoCe elsoldado que sabe que va a Comenzarjabatalla. El peligro, no siempre definido,pero sí localizado en aquello "que estáenfrente", lo llena todo, y todo cuanto sehaga para conjurar un desenlace desfa-vorable parece poCo. LoS partidoS creansus símbolos e investiduras, y adoptanuna estructura militar. y colegiada o indi-vidualmente sus miembros piensan en lasarmas, y se interesan por su manejo.UnoS y otros se espían y vigilan, y setemen, y tratan de orientarse en estasituación tan realmente inédita aun en unpaís donde aquello de matarse entre her-manos por las barbas de un señor aquien jamás habían viSto, era CoSa soba-da y reciente.

Pero es que lo de las barbas era 10superficial, 10 simbólico, y detrás, o en elfondo si se quiere, de lo visible, estabanloS dogmas. el Rey o la Reina, Patria yDioS, (a veces por este orden), eran yaCoSas serias, sin importar demasiado queallá en las filas del enemigo, y bien quecambiando a veces las categorías, tam-bién se comulgaran idénticos principios.Pero ahora la CoSa era distinta. Las pala-bras parecían haberlo dicho todo, aunqueen la mayoría de loS caSoS no se habíadicho nada, porque loS discursos, loS miti-nes, se hacían para enardecer a loS pro-pioS correligionarioS, demasiado Conven-cidos a veces, pero jamás al oponente. Elintercambio de pareceres era CoSa deotro planeta. Se sabía todo ya. y se sabíatodo... menoS lo que realmente iba apasar.

El alcalde radical Usó Jarque.

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de manera directa de esta transforma-ciÓn, {viudas, entre otros casos) reparce-laron sus campos de algarrobos, higue-ras, almendros o los pocos viñedos queaún quedaban de otra época en que estecultivo llegó a ser muy importante, entrejornaleros ansionsos de acceder a la tancodiciada como acreditada propiedad, yque las adquirieron a crédito y las rotura-ron con sudores propios y familiares.

¿UN PUEBLO LEVITICO?Modernamente Villarreal, allende sus

límites, y hasta un poco más allá, habíallegado a alcanzar mala fama. Era, adecir de los de fuera y sin que ello senta-ra damasiado mal a un determinado sec-tor de dentro, un pueblo levítico, inclinadoa la beatería ya las manifestacionesexternas de fe. Pero ésto era solamentedesde anteayer.

Durante la Edad Media, época funda-cional y sucesiva, las cosas no fueron así.Circunstancias que han sido ya expues-tas (2) originaron lo que para aquellaépoca se podría considerar como unaverdadera revolución al efectuarsemediante la solución económica del cen-sal, un atípico reparto de tierras que miti-gÓ, por no decir que eliminó en la villa, lasdesigualdades sociales. A finales del sigloXIV los vecinos considerados realmentepobres, y por ende sujetos a indulgenciafiscal, no eran en ella más de una doce-na, y de ésta la mitad alcanzaba a fami-lias de establecimiento reciente. Aunqueno así en el término y pueblas (Alquerias,por ejemplo), en el recinto urbano nohabía moros disponibles que hicieran elpapel de clase social inferior. Y ello pesea que como mano de obra barata fueronen más de una ocasión tan requeridoscomo difíciles de establecer. (3) De estemodo los conflictos sociales nunca fueronel pan de cada día, ni mucho menos. Ycuantos problemas en la localidad alcan-zaron a lo que bajo nuestra perspectivallamaríamos pueblo, eran problemasencajables más en lo político que en losocial porque, eso sí, la política se sentíafuertemente en una villa Real de constitu-ción y gobierno democráticos, en la quetodos y cada uno de los vecinos eran ele-gibles para los cargos rectores, comohemos tenido ocasión de demostrar. (4)

En otro orden de cosas la religión lasentían, pero de manera fuerte y viril,como se sentía en la Edad Media. Suidentidad con el cuerpo rector de la Igle-sia era menos acusada que en nuestrostiempos ya que entonces el Eclesiásticoconstituía como un Estamento o brazoque, pralelamente al Militar y al Real,poseía el territorio. Así, la vecina y colin-dante Almazora pertenecía en régimen deseñorío al obispo de Tortosa, y era con él,y contra él con quien se estaba constan-temente en pleito por causa de los apro-vechamientos (leña, pastos, caza,pesca...) en campo limítrofe, y por milotras cuestiones. Cuestiones que se acu-mulaban si nos atenemos a otro terreno,el del pago de diezmos y primicias, de losque Villarreal tenía por privilegio ciertasexenciones, por lo que cada año por Pas-cua, al publicarse preceptivamente desdee) púlpito esta contribución, el Consell,encabezado por su justicia se sentía con-

LOS ESPABILADOS SE METEN FRAI-LES

Y esta dedicación familiar no quedórestringida al elemento menos dotado,sino que alcanzó a los ricos, cuyos hijostenían vetado, desde el solio patriarcal, elacceso a los estudios superiores, cuandono a toda clase de estudios. La tierra eralo primero. Pero había, entre los segun-dones ya veces entre los mayorazgos (6)quienes con verdadera vocación o amoral estudio, o con picardía que ponemosen duda, pero que hay que contemplar,se acogían al seminario o al monasterio yentonces el patriarca quedaba desarma-do, viéndose obligado a hacerle a Diosofrenda de ese hijo al que tanto necesita-ba. No había, o había muy pocos villarre-alenses que alcanzaran la ilustración enotro terreno que no fuera el religioso. Detal modo que, cuando la ciudad tenía queresolver algún problema fuera de sus lími-tes, sea en la Corte o en la capital delReino, siempre estaba representada porun eclesiástico, y ello se prestaba a comi-dillas que trascendieron a la anécdotacuando no al chascarrillo. Y al parecer demuchos, principalmente de los artífices dela Revolución, había llegado ya elmomento de que el pueblo se sacudieraesta investidura de servilismo a una reli-gión en la que la Revolución no creía y,consecuentemente, enfilaron al Clero enel punto de mira de su odio. Porque, porotra parte, este elemento eclesial al quenos íbamos refiriendo, de tan uniformeextracción, (procedía sin excepción delsector burgués, agrario, porque aquí nohabía otra cosa, pero burgués en definiti-va) acabó naturalmente accediendo a laposesión de la tierra, con bienes a vecesimportantes, y nos referimos al terrenoparticular porque en cuanto a los otrosbienes, los de la Iglesia, ya habían tenidosu "arreglo" en tiempos de Mendizábal.(7).

LA TIERRA DESEADAAhora bien, y retomando el hilo ante-

rior, con el tiempo y sobre todo desde elsiglo pasado, con la expansión demográ-fica la propiedad se fue diluyendo, frag-mentando, atomizándose a veces, hastaalcanzar parámetros incompatibles conuna utilidad notoria, con lo que la pobla-ción menos favorecida, y el labrador prin-cipalmente, trascendió al peonaje asala-riado' o ajornalado las más de las veces ya expensas de ganarlo o no según loscaprichos del tiempo atmosférico, que-dando otros menos desfavorecidos conapenas unas hanegadas para ayudarse avivir, pero teniendo que recurrir a oficios,a actividades tenidas por "señoras" y talera el transporte de la naranja de loshuertos al almacén y de ésta al puerto,mediante caballería y carro muy bienequipados, lo que se decía "la prega",dedicándose el resto del año a tener enbuena forma sus exiguas propiedades.

Los otros, los más pudientes, se ocu-paron desde el siglo pasado hasta la pri-mera mitad del actual, al acceder al aguasubterránea, en sustituir los cultivos,mediante el expeditivo procedimiento deromperle la crisma a la tierra a base dedinamita, y mano de obra cuyas posibili-dades cuantitativas llegaron a no satisfa-cer la demanda, teniéndose que importarelemento humano de otras zonas de laprivincia, y hasta del bajo Aragón. Es la"invasión" de los churros, primera de estesiglo, que tuvo sus consecuencias porqueabarató el trabajo, con el consiguienteenfrentamiento de patronos y obreros eincluso entre éstos mismos, creándoseenemistades que llegaron a ser trascen-dentes. Otras veces al no poderse ocupar

UN HAMBRE PROLETARIA

En cuanto al proletariado (adpotemosel término) llegó al año 36 borracho dedemagogia anticlerical, fácilmente induci-da, y como ansioso de revancha por unosagravios que no siempre resultabandemostrables. Pero a veces sí, yeso eralo que se hacía valer. y si toda la dema-gogia revolucionaria se apuntó, incial-mente, contra el Clero, las consecuenciasalcanzaron de lleno a la Religión misma,

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ya sus símbolos.Por lo demás, los tiempos eran difíci-

les para el trabajador, pues era fuerte lacrisis económica y, para ceñirnos al terre-no, en Villarreal el jornalero (el proletario)pasaba hambre, sobre todo en invierno,cuando el comercio de la naranja sufría elparón técnico que siempre sucede a laNavidad, agravado por los temporales delluvia tan del momento, lo que obligaba alas organizaciones o grupos de filántro-pos, ayudados a veces por el propioAyuntamiento, los partidos y hasta lassociedades de riego, a colaborar con suaportación o a recabar de los particularsla participación necesaria para llevar a nopocos hogares algo con que mitigar laapremiante penuria de aquellos días,solemnes por tantos conceptos. Pero lacosa no era más que una limosna, al final cabo que, cumplido su efecto inmedia-to, dejaba en quien la recibía como unresabio de ofensa.Destrucción de los muros de viejo Calvario.

UN CALVARIO QUE DA PENA...No es de extrañar, pues, que anticián-

dose a la norma revolucionaria, a "la fór-mula" que se aplicó abiertamente a raízdel levantamiento militar, en villarrealsufriera el clero el primer impacto de lasituación que se avecinaba si bien, ydigamos que menos mal, no en su propiacarne, sino en algo tan menos sensiblecomo los viejos muros de un calvario.

Era éste un monumento que habíatenido su época, como pórtico o antecam-po de lo que había sido cementerio muni-cipal. Entornado por una vieja pared demampostería típica del país (piedracementada con barro y con revoque exe-rior de cal y arena, o tierra también), elrecinto rectangular que ocupaba toda lasuperficie de la actual plaza del Labrador,tenía a los lados, en sentido perpendicu-lar a la ciudad, dos filas de capillitas quecontenían las estaciones de un viacrucis,y un entorno de cipreses centenarios quedefinían la belleza del lugar, y en cabeza,como presididento, una hermosa capillaque, siguiendo el estilo neoclásico, cons-truyÓ el Ayuntamiento en la década de lossesenta del pasado siglo (se puso la pri-mera piedra en 1865) aplicando el dineroque se tenía, destinado a las cárceles departido y que no se llegaron a terminar.(8) El presupuesto fue de 86.745 reales,de los que 9.000 proc~dían del legadotestamentario d~ un tal Jaime Insa (huboun notario así llamado). y se realizó laobra con cierta resistencia por parte delgobernador, que preguntó si es que nohabía nada más necesario en que invertirese dinero y el informe desfavorable delos letrados que llevaron al Consistorio alconvencimiento de que era más urgenteconstruir escuelas, y dejar la capilla redu-cida allegado de Insa. (9)

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...y UN CEMENTERIO QUE TE DIREDetrás estaba el cementerio que se

usó como tal desde 1816 en que se tras-ladó allí el que había en la actual plaza deColón, y se utilizó hasta 1895 cuando,previa llamada de atención del Dr. Florssobre su mal estado e incapacidad, a lavista de posibles epidemias coléricas, seconstruyó el actual. (10) Pero, a la sazón,en 1936, aparte de que el conjunto resul-taba ya incómodo para la expansión de laciudad por aquel sector, oponiéndose acualquier plan de urbanización, incluso alos poco exigentes de la época, el cemen-terio propiamente dicho estaba hecho unaverdadera lástima, con los monumentosfunerarios arruinados, rotas y dispersasen sus fragmentos las lápidas, y las case-tas sin techo, dejando a la última fila demuertos expuesta a la contemplación delos vecinos de la calle de la ermita, si esque tenían ánimos para asomarse al bal-

en el sentido de que "...Ios terrenos queocupa el calvario están destinados a finesreligiosos y la Iglesia sigue utilizando enese sentido y por tanto no ha lugar ni acambio de uso ni a venta y obrando asíinterpretamos fielmente la Constitución dela República." (12)

cón. No digamos de la hierba, crecida yseca en múltimples ciclos, con evidentepeligro de incendio y no era raro encon-trarse por la calle con algún hueso saca-do por los perros. En cuanto a la capilla,donde ordinariamente se habían venidocelebrando oficios, la asistencia del vecin-dario se había hecho escasa desde que,al lado mismo, se instalaron los frailesCarmelitas Calzados.

Así pues, en 3 de abril la presidenciainforma a la Corporación "de haber mani-festado al sr. cura arcipreste el deso delAyuntamiento referente a la urbanizacióndel Calvario y saneamiento del cemente-rio viejo a fin de que se gestione la cesiónde aquellos terrenos". ( 11) La contesta-ción del cura no se hizo esperar (si huboalguna dilación fue por la ausencia deltitular de la Diócesis), mediante oficio de13 de abril en el que puso de manifiestola opinión de la Secretaría del Obispado,

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DIA 21

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d. 10. Mártir.. d.1 6 d. Octubr.

Grandes Carreras de Blclclelas

NOCHE DE SOMBRASA la Constitución de la República no

le importaba gran cosa que el conjuntocalvario-cementerio hubiera sido propie-dad municipal hasta su inscripción en elRegistro a favor de la Iglesia, en circuns-tancias que no es del caso examinar por-que a la Revolución, en realidad, aún leimportaba menos la cosa. y buena prue-ba de ello es que a los pocos días, lanoche del1.Q de mayo, la ciudad cerró losojos al paso de numerosas escuadras dehombres que, con indumento ad-hoc yportadores de herramiento como a modode armamento, la cruzaron de parte a-parte al amparo de sus sombras calleje-ras y como en orden abierto, de aproxi-maciÓn, hasta su acceso al calvario,dando cuenta de sus muros en tiempoverdaderamente récord. Su mal estadocolaboró no poco al éxito de la operación.Pero los cipreses, estos otros cipreses,que por apuntar al cielo aparecían comoen perpétua oración, fueron perdonados,dejados para más adelante, cuando senecesitaran para fabricar fusiles simula-dos con los que practicar la instrucciónmilitar, y esta vez ya, en orden cerrado.

Resulta curioso, y ello da idea de latensión ambiental del momento, que nin-gún organismo, partido político ni entidadlocal alguna elevaran su protesta al Ayun-tamiento. Tan sólo el semanario Villarreal,que respondía en su tendencia informati-va a la filiación derechista de su propieta-rio cuadro de redacción, se manifestó,aparte numerosas noticias sueltas, conuna información cuyo contenido no nosconsta más que en cuanto afecta a lostitulares. El resto fue censurado al cienpor cien. y tampoco la iglesia protestó.Mosén Pedrós, el arcipreste, haciendouso de la calma y prudencia que le eranreconocidas, envió a los cuatro días unescrito al alcalde solicitando licencia parareconstruir los muros de aquel calvariocuya propiedad vindicaba una vez más.(13) Y, hasta aquí, la beligerancia de laIglesia pero no toda la beligerancia. Un talMosén López, desde el púlpito de la capi-lla del Hospital, de la que era titular, sedespachó a sus anchas contra la revolu-ción de España, sin tener en cuenta (oteniéndolo) que la revolución de Españatenía allí ojos y oídos. y recibió del gober-nador, aparte la reprimenda del caso, unasanción económica de no poca conside-ración. (14)

UNAS FIESTAS DEL SANTO SINSANTO

A todo esto se echa encima el 17 de

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algo, y volvió hablando andaluz: Figueret,¿Cuándo toreas? iEr dijuns!

Aún después de las fiestas la plazasiguió funcionando a base de veladasbenéficas con sus oportunos concursos(el nada original del vestido de cuatropesetas) y becerradas que dieron luci-miento (pero no gloria) a una tal Encarna-ción Reverter, joven y agraciada peluque-ra que hizo lo que pudo pero no llegó apromocionar a la mujer de Villarreal alnivel que se pretendía. La afición al toreopasaba, pues, por un buen momento ypor las noches era frecuente encontrarseal final del paseo del Sedre con "cuadri-llas" de jóvenes aspirantes que se ejerci-taban y tomaban lecciones sobre elmanejo del capote. No en balde teníaVillarreal a Ernesto Vernia, uno de losmejores toreros "de salón" de su época.

Digamos que, a pesar de las circuns-tancias (o a favor de ellas, por aquello delos "beneficios") la plaza siguió funcionan-do hasta que la guerra trajo a Villarrealuna expedición de chasis de camionesrusos para carrozar, y la industria localdel ramo se hizo cargo de todos y cadauno de sus tablones.

suyo, sin preocuparse demasido de loque estaba pasando. A base de gramolao patifón se bailaba en los masets, porPascua, y por navidad en las casas parti-culares, y las horas de asueto vespertinose pasaban tan tontas como se suelenpasar las de un paseo pueblerino en eldel Cedre, o la calle Mayor en invierno,dando vueltas arriba y abajo, a la esperade cruzarse con la joven de buen ver dela que a veces se alcanzaba la sonrisa...y muy poco más.

El tonto del pueblo a la sazón no eradel pueblo. Era un tal Paquito Palomaresque se había dejado caer para hacer latemporada de la naranja y la hizo, no sólodesde el ángulo laboral sino dentro delgastronómico, pues se decía de él que,sobre todo en los días de paro, no comíaotra cosa. Pero si descontamos el colorverdoso de su piel, su apariencia no eramala, a su paso por las calles, hinchadoel pecho y la frente alzada, y mirando delreojo de un acusado estrabismo a las chi-cas con las que se cruzaba, con su cami-sa oscura, su pañuelo atado al cuello -puntas colgantes sobre el hombro-, y unsombrero flexible, al muy acusado estiloargentino de un Gardel que, para deses-peración de una buena parte de la juven-tud local había faltado hacía muy poco.Se hacía llamar el ídolo de las mujeres,en los programas de mano en que seanunciaban a veces sus actuacionesboxísticas, de cuyo deporte era un culti-vador bastante receptivo, dado el calibrede las palizas que recibió. Pero, eso sí,con todo el estilo de un Dempsey o cual-quier otro virtuoso del ramo. (15)

mayo y "Ios otros" se preparan a celebrarlas fiestas. Son las fiestas de San Pas-cual, pero sin Pascual que valga. Toros,cucañas, verbenas, y hasta la elección deuna Miss villarreal con lo que la ciudad seponía al día, pues la cosa estaba demoda, reciente aún lo de Pepita Sampercomo Miss España. La elección fue unéxito pero no tuvo continuidad pues, alinterrumpir la guerra esta práctica, quedóluego en suspenso y hasta con un levematiz político que los franquistas no echa-ron en saco roto, con lo que no se volvióa celebrar el concurso, y hasta no hacemucho tiempo continuaron siendo "lasMises" aquellas hermosas señoritas elegi-das en aquella ocasión entre el clamorpopular, y mereciendo incluso corridas detoros en su honor.

El día 17 no hubo misas a las queasistiera más o menos representado elelemento oficial, pero se inauguró unaplaza de toros de madera instalada en ungran patio de la calle de Onda. Allí secelebraron por la noche las verbenas, yse lidiaron toritos expresamente traídosde Guadalajara, de la ganadería de Ber-nardino Giménez, para una cuadrilla dediestros indígenas: Ernesto Girona, unpanadero supersticioso, que no tolerababromas relacionadas con la cosa de lamuerte, y se las gastaban, claro; "El Cos-setero", un cerrajero bastante valiente yhonrado en el ruedo, y otros que contribu-yeron al lucimiento del espada que goza-ba de más favor entre el público, "ElFigueret". Había estado éste en Andalu-cía, a donde tenía que ir cualquier preten-diente a la montera que se tuviera en

...PARA UNA JUVENTUD ALEGRE

La política estaba sin embargo en elambiente y parecía como envolverlo todo,afectando a toda la población y puededecirse que no había neutrales. No obs-tante loS más jóvenes vivían un poCo al

margen, adoptando, por imperativo o porconvehcimiento patriarcal, la línea ideoló-gica familiar. Y aun sin poderse evadir del

polémico ambiente loS jóvenes iban a lo

Poema manuscrito del presidente de la ges-tora municipal Pascual Cabrera.

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el aludido, que había estado en el Terciopor llevarse a uno por delante, allá en sujuventud, llevaba en esta ocasión, escon-dida en la cintura, una pistola Luger. (16)

El Alzamiento, pues estaba en puer-

en nuestro fuero.(7) No cabe duda de que la ley de desamorti-

zación promulgada a instancias de aquel gabineteresultó fatal para el tesoro artístico y monumental,aparte las consecuencias económicas y de todoorden para el sector afectado. Pero puede que enotro orden de cosas librara al clero de entonces delos estragos que luego y fatalmente hubo de sufrir.

(8) (A.M. Vill. N.Q 122. Actas, 1861. Fol. 53.Acuerdo: "En vista de que el cobertizo que ahoraexiste en el cementerio es indecoroso e insignifi-cante, que se construya en él una capilla y undepósito de cadáveres. Que se invierta en esto eldinero destinado a las cárceles de partido, queestán paralizadas y no hay forma de terminar.

(9) Ibid. Actas 1864, fols. 45 vQ, 57 vQ, 62 y 69

y QUE VIVA EL FAQUIOYa todo esto, con toda la frivolidad

que puede ser estimada en este ambien-te, la cosa iba por dentro. Unos falangistaque de Burriana vinieron a vender elperiódico "Arriba" fueron detenidos y, alencontrárseles porras, apaleados por laGuardia Municipal. La gente se armaba, ylos partidos se vigilaban, se espiabanunos a otros, como tratando de obtenerventaja en una situación de rompimiento,que nadie sabía cómo ni cuándo iba avenir, pero que todos fatalmente intuían.Y se tomaba como ejemplo de lo quepodía pasar lo que ya había sucedido enRusia, en Italia o en Alemania. A un talSantiago Ortiz le encarcelaron por gritar"viva el Fascio", y no fue el único. Otrohubo que un día, después de animarsecon unos cuantos copazos de aguardien-te, se puso a dar, desde el centro de laPlaza Mayor unos vivas al faquio, quefueron oídos desde todos los ángulos,comprendido el de la jefatura de policía,cuyos titulares aparecieron tratando desuavizar la cosa, por las buenas, hasta elextremo de buscar a su propia mujer,para que se hiciera cargo de él, le induje-ra a callar, y se lo llevara. Pero no lo con-siguiÓ hasta que ella misma, y una de sushijitas, le corearon con otros vivas alFaquio que, al fin, le dejaron satisfecho. Yes que, en reservado, se pudo saber que

tas,

vQ.

NOTAS(1) En las memorias de Azaña aparece este

hecho, que se reprodujo en Sierra Engarcerán,CuIla, Rosell y Villafranca, como un atropello y serefiere, tomándolo del diario "República", cómo elalcalde Usó Jarque denunció al Juzgado de Ins-trucciÓn la ilegalidad de este hecho. Azaña,"Memorias". tomo IV pag. 630. Lo tomamos de A.González Sobaco "Los partidos políticos durantela Segunda República en Castellón". Col. Universi-taria. Diputación de Castellón. Pág. 465.

La denuncia de Usó Jarque llegó al Supremopues en el mes de Abril, ya instacncia de este altotribunal, el juez de Instrucción del Partido pidiócertificación de los nombramientos y tomas deposesión de los componentes del Ayuntamientodepuesto. (A. M. vill. 76-1936).

(3) Los intentos de crear morería en la villa se

malograron siempre.(4) "DATOS..." vol. VI. pág.110 y sucs.(5) Un miembro del Consell que se prestó a

informar a la Iglesia de ciertos acuerdos fue inha-bilitado a perpetuidad para la ostentación ydesempeño de cargos en la villa, y obligado ade-más a deshacer un palomar que en su casa tenía,apoyado en parte en el muro de la casa comunal.

(6) y nos referimos a los mayores de entre loshijos; la institución del mayorazgo no entró nunca

(10) Ibid. Actas 1890. Fol. 96.(11) Actas, 46. Sesión 3 de abril de 1936. Fols.

16 y 17 rQ. En la sesión del día 17 el Sr. Pitarchsaca de nuevo la cuestión y el alcalde informa deciertas dificultades pero asegura que se reaundarála gestión para urbanizar aquellos lugares y cons-truir un edificio escolar. Ibid. fol. 22.

(12) A.M. vill. 76-1936.

(13) Ibid.

(14) Ibid.(15) La guerra se lo tragó, no se volvió a saber

más de él.(16) A.M. Vill. 76, 1936. Hasta el punto en que

se puede esconder un pistolón de ese calibre,claro. Curiosamente sobrevivió, pues nadie seacordó de ir a por él en los momentos en que pormucho menos, se mataba a la gente. Luego, alláal final, fue detenido y enrolado como castigo enun batallón de trabajo. Al final, volvió a casa.