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La réplica agrícola a la nueva economía Juan Velarde Fuertes ** ' Texto taquigráfico revisado por el autor el 23 de abril de 2000. " Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid.

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La réplica agrícola a la nueva economía

Juan Velarde Fuertes **

' Texto taquigráfico revisado por el autor el 23 de abril de 2000." Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid.

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Mi querido D. Manuel Gonzalo: Quiero empezar señalando migratitud. Gratitud que creo que está muy clara en tres sentidos: enprimer lugar, por lo que acabas de decir que, por supuesto es exage-rado, pero es extraordinariamente cordial, y en algunas de las cosasdichas, además, esa exageración global se disimulará con algunareferencia exacta. Por ejemplo, yo muchas veces pienso si no seré eneste momento el funcionario español que ]leva más tiempo en el ejer-cicio activo ininterrumpido, porque he pasado como Consejero alTribunal de Cuentas en 1992, poco antes de jubilarme forzosamentecomo catedrático, a los 65 años Así que no he tenido solución decontinuidad en mi estancia en la Función Pública. Como ingresé enella el 2 de abril de 1951 y a finales del año 2000 es cuando conclu-ye el actual Pleno del Tribunal sus funciones, son casi 50 años de ser-vicio, sin pausa de ningún tipo en la Función Pública. Confieso queesa es una cosa de la que me encuentro muy orgulloso, junto con,naturalmente, mi larga docencia desde 1947 hasta ahora mismo. Y elque lo hayas recordado, de verdad, de verdad, que te lo agradezcomuchísimo, y también, evidentemente, en todo lo que hay de exage-ración en lo que has señalado, muestra de tu generosidad.

En segundo lugar agradezco el que se me haya convocado paraun curso en esta Universidad. También hay ahí un punto de vetera-nía. Un poco antes de que iniciásemos este acto, me encontraba enel despacho del Rector García Delgado enseñándole el recorte de miprimera intervención en esta Universidad, que fue exactamente-venía en el Alerta de entonces- el 23 de agosto de 1951, para tra-tar una cuestión de estructura y política económica española. Desdeentonces he venido de modo asiduo a este centro académico y así dealguna manera me retrotraigo a aquellos momentos del año 1951.

En tercer término, agradezco el que se me convoque para hablar dela agricultura. Conversaciones sobre la agricultura se han tenido enmuchos ámbitos en el mundo académico. Creo que empecé a hablar deagricultura y de agricultura española con Enrique Fuentes Quintana que

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es un gran defensor de una serie de aspectos culturales, sociales, y nosólo económicos de la misma, que van a en contra de muchas opinio-nes habituales y corrientes sobre nuestra vida rural. Más adelante mehizo volver a retomar viejas cuestiones y a despejar muchas ideas y, porsupuesto, a actualizarme, una persona que está aquí, el profesor CarlosSan Juan. Por supuesto, desde Fuentes a Carlos San Juan también esamplio el censo de personas que me han obligado a reflexionar sobre laagricultura. El que, del Ministerio, me hayáis llamado más de una vezpara asesorar o para ayudar en tareas vuestras, de verdad que me alegramuchísimo y el que, porque haya participado aquí, con vuestra genero-sidad, sencillamente, al daros unos nombres y al opinar sobre algúntema, me hayas equiparado contigo, que eres realmente el único grandirector de este curso, haciendo que aparezca en el programa comocodirector, tengo que agradecerlo y agradecerlo muchísimo.

Dicho esto, para que los números rojos de los agradecimientosno sean verdaderamente considerables tengo que intentar aportaralgo para reducir este saldo negativo. Pensemos que es dentro delcontexto de la economía mundial y dentro del contexto de muyimportantes cosas que están sucediendo, como debemos tratar dever córrio está la economía española y en qué condiciones y de quémanera podemos escudriñar la situación de nuestra agricultura enella. Yo creo que, de una manera muy sintética, tendríamos quecomenzar por señalar lo que llamaríamos los elementos exógenosque, sin embargo, tienen un impacto extraordinario en el conjuntode nuestro sector rural y que en número de cinco trataré de señalara continuación. Después de esos elementos exógenos, tengo queindicar además cómo la agricultura; por sí misma en estos momen-tos, nos plantea problemas y cuestiones específicas. Además loefectúa de una manera extraordinariamente viva dentro del panora-ma de la situación agrícola mundial. Asimismo, también es necesa-rio avizorar algo de por dónde debe ir la resultante de todo esto. Yome atrevería a decir que lo que voy a plantear es una especie de ollapodrida. Por eso, ante esta especie de enorme mezcla de elementosdiversísimos que exigen algún tipo de análisis para avizorar el futu-ro, me parece que tendríamos que aplicar novísimos modelos deeconomía del caos, pues, de otro modo, parece que no es posibleaclarar, de qué forma se va a poder conducir todo esto dentro delconjunto de la economía mundial. Pero, en fin, no adelantemosacontecimientos y empecemos a señalar qué elementos exógenos sealzan ante nosotros.

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El primero de ellos, evidentemente, es la globalización. La glo-balización, ese fenómeno nuevo que afecta al conjunto de la vidaeconómica, quiero dejarlo bien sentado ante ustedes, no es sinóni-mo de intercambio internacional, pues lo internacional con su tras-cendencia hacia la agricultura existe desde hace muchísimo tiempo-remontémonos a más de un siglo-, allá cuando las anti-corn-lawsconmovían a la opinión pública, no ya de Inglaterra, sino de todo elmundo, porque había detrás un comercio internacional agrario muyfuerte. No; la globalización no es activo comercio internacional. Laaparición del sistema globalizado en los años ochenta se debe a queha surgido algo más fuerte que cualquier potencia económica con-creta que intente manejarlo, y esto de manera clara y de manerarotunda. Esto es: no hay en este momento ni una sola potencia eco-nómica que sea capaz de enfrentarse victoriosamente al conjunto deeste sistema globalizado que ha surgido como algo cualitativamen-te diferente de todo lo anterior, y que afecta a todo el planeta.

Recientemente, y yo se lo digo mucho a mis alumnos, me impre-sionaron las declaraciones de Poehl, el que había sido presidente delBundesbank, hechas a un periodista de Barron ŝ, precisamente en unahabitación del hotel Plaza. Recordaba de qué manera él, con el con-junto en aquel momento del resto de los G-7, había conseguido domi-nar toda una política relacionada con un dólar preocupante, que tuvolugar hace algo más una decena de años y de qué manera él conside-raba, que en este momento, eso ya es inviable. No es posible dominaral mercado global ni con los Estados Unidos aliados con los japonesesy con los alemanes o con la Unión Europea. No podemos ya manejarcon facilidad cualquier problema dentro del conjunto de la econonúamundial. Se trata de un huracán en medio del que hay que navegar. Esanavegación, que a veces es agitada por tifones, a veces por simpleviento fresco, obliga a una serie de maniobras especiales, esto es, hayque acomodarse y tener en cuenta esta nueva realidad porque enfren-tarse con ella es imposible. Así es como hay que navegar, en políticaagraria como en cualquier otro asunto económico o financiero. Ese espara mí el primer elemento exógeno con el que hay que contar.

En segundo lugar, existe en el mundo una situación también radi-calmente diferente respecto a algo que, durante mucho tiempo, acabóconfigurando grandísima parte del comercio internacional. Es la sensa-ción de que el famoso caracol contractivo de Kindleberger es verdad.Esto es; Kindleberger para explicar por qué se había producido el caosdel año 1930, dibujó un caracol donde quedaban claras las caídas en el

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tráfico originadas por restricciones al comercio intemacional mundial, queprovocaban caídas en los ingresos de todos los países, quienes reacciona-ban implantando nuevas restricciones, que de nuevo hacían descender eltráfico y con él, los ingresos de todos, provocándose, al tratar de escaparde esa caída del comercio internacional, nuevas caídas, y así hasta que seprodujo la terrible implosión de 1930 y años inmediatamente sucesivos.Esa lección se aprendió por el conjunto de los países y, sobre todo, seaprendió por los Estados Unidos a partir de la II Guerra Mundial. Termi-nada ésta, se intentó cambiar radical y absolutamente los detemúnantes dela vieja situación para impedir una nueva implosión de la economía.Ahora, de lo que se trataba, era de que ese caracol contractivo se convir-tiese en un caracol expansivo, esto es, de aumentar el comercio intema-cional, con lo cual aumentará el Producto Nacional de todos los países,con lo cual, el comercio internacional se hace más amplio, y así sucesiva-mente, esta vez en forma de círculo virluoso, o de proceso de causaciónacumulativa positiva. Eso es lo que estuvo en el fondo de aquello que sellamó, allá en el año 1947, Acuerdo de La Habana, con el que se creabala Organización Intemacional de Comercio. Aparentemente todo iba aquedar en nada, porque este Acuerdo no se ratificó como consecuencia dela Guerra Fria. L,os Estados Unidos no querían que en él participase laUnión Soviética y sus satélites. Pero como seguía considerando Nortea-mérica que los fundamentos de este Acuerdo eran buenos, optó por mon-tar, al margen de las Naciones Unidas, lo que se llamó Acuerdo Generalde Tarifas y Comercio, el GATT. Y ese GATT, a través de las diversasRondas, que han concluido por ahora con la Ronda Uruguay, ha llevado alos diversos países a fumar el Tratado de Marrakech, por el que se creó laOrganización Mundial de Comercio (OMC). Esa Organización Mundialde Comercio está ahí; es un elemento tan clave que, en este momento,insensato sería el país o la organización agraria que no estuviese pendien-te de sus decisiones, ya de Seattle, ya de lo que va a ocurrir con la Rondadel Milenio que pareŝe ser que se va a celebrar en Singapur, y así sucesi-vamente. La OMC es un elemento exógeno muy importante.

En tercer lugar hay que tener presente lo que esta sucediendo en elconjunto de los mercados emergentes. Los mercados emergentes tienenun juego cada vez más importante en el ámbito de la economía mundial,pero como consecuencia sobre todo de viejos y malos planteamientos desus políticas económicas respectivas, van a tener pésimos sistemasfinancieros y para escapar de la situación derivada de esos dañinosesquemas financieros no se les ha ocurrido otra cosa, para estabilizar suseconomías -y así atraer capitales extranjeros, porque el nivel de ahorro

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propio es, obligadamente, por sus bajos niveles de renta, bastantepequeño- que mantener unos tipos de cambio que intentan que seanfijos respecto a otra moneda, normalmente el dólar, politica que les llevaa revalorizar mucho sus monedas. EI resultado de todo esto es unaauténtica catástrofe para sus comercios intemacionales. Los déficit porcuenta corriente son verdaderamente tremendos. Según los últimosdatos que tengo aquí del primer trimestre de 1999, Argentina, en saldopor cuenta corriente, en un año, tiene un déficit de 15.500 millones dedólares; Brasil, 34.200 millones; Chile, 3.200 millones; Colombia,5.800 millones; México, 15.600 millones; Venezuela, 1.800 millones;Polonia, 7.200 millones; Hungría, 2.600 millones; etc. Puede seguirseesta relación de países emergentes y de qué manera, sus saldos por cuen-a corriente, son tenazmente negativos'. A causa de eso, estos paísesestán verdaderamente obsesionados por eliminar esa situación que leslleva sin cesar a incrementar sus endeudamientos exteriores. Tal situa-

^ Al corregir pruebas creo debo añadir los datos más recientes que tengo en el conjuntode los países emergentes según The Economist de 22 de abril de 2000.

Se observa en el cuadro siguiente de qué modo la situación es diferente en el caso de lospaíses asiáticos, de Rusia, de Venezuela -gracias al petróleo- y de la República Checa.

Sa[dos en miles de mi[lone,r de Fecha en la yue concluyenPaíses dólares (+) superávit y 9-) déficit lo.r doce meses

• en balanzas por euenta corriente contabilizados

Mundo AsiáticoChina +29,3 Diciembre 1998Hong-Kong * +0,6 Diciembre 1998India -3,8 Diciembre 1999Indonesia +4,7 Diciembre 1999Malasia +9,4 Diciembre 1999Filipinas +7,2 Diciembre 1999Singapur +21,5 Diciembre 1999Corea del Sur +22,2 Febrero 2000Taiwán +5,4 Diciembre 1999Tailandia +I 1,6 Febrero 2000/beroaméricaArgentina -12,2 Diciembre 1999Brasil -23,3 Febrero 2000Chile -0,1 Diciembre 1999Colombia -5,9 Diciembre 1999México -14,0 Dicíembre 1999Venezuela +5,5 Diciembre 1999

África y Oriente MedioEgipto -1,5 Diciembre 1999Grecia -3,5 Septiembre 1999Israel -2,6 Diciembre 1999África del Sur -0,5 Diciembre 1999Turquía -1,6 Diciembre 1999

* Sólo saldo de la balanza comercial de bienes y servicios

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ción, o sea, tal crecimiento del crédito de otros países, acaba generandotraumas paza salir de una situación tan delicada, que normalmente con-cluye con alguna de las denominadas crisis de la deuda externa, terriblespara cualquier país. La salida ^no podría encontrazse en un aumento delas exportaciones de energía, de materias primas y de productos alimen-ticios, artículos típicos de los países emergentes en el conjunto de la eco-nomía mundial, lo que supondría una presión sobre todos estos merca-dos emergentes? La presión como sucede siempre, de los acreedores, esrealmente fuerte, y, de ahí procede el tercer elemento que tenemos quetener en cuenta de una manera continua, y que por sí mismo genera unatendencia a la caída en los precios de los artículos alimenticios en losmercados mundiales. Pero, junto con esto apazece un cuarto elemento,que se llama los Estados Unidos. Los Estados Unidos que, en este caso,tendríamos que decir que se comportan como un país emergente. Susuma a los demás convierte a ese conjunto en algo especialmente poten-te y grande, porque la enorme capacidad diplomática norteamericana hapasado a aliazse con estos países en vías de desarrollo. El problema nor-teamericano es, por supuesto, un tanto complejo. En primer lugar, estepaís, en este momento, tiene un déficit en su balanza por cuenta corrien-te extraordinariamente grande. Sólo en el mes de abril de 1999, la balan-za comercial norteamericana, tuvo un déficit de 25.500 millones dedólares. En un año, también concluido en abril, la balanza comercial,tenía un déficit de 270,9 millones de dólares; en el primer trimestreanualizado de 1999, esto es, en el año que termina el primer trimestre de1999, el déficit de la balanza por cuenta corriente norteamericana era de246.100 millones de dólares 2. Eso ^,qué genera? En primer lugaz, que la

(Continuación)

Saldos eti miles de millones de Fecha en la que concluyenPaíses dólares ( +) superávit y 9-) déficit los doce meses

en balanzas por cuenta corriente contabilizados

Países de EuropaCentral y Oriental

República Checa +1,2 Diciembre 1999Hungría - 1,8 Febrero 2000Polonia -12,5 Febrero 2000Rusia +25,6 Diciembre L999

z La situación ha seguido empeorando. En enero de 2000 la balanza comercial norteame-ricana tuvo un déficit de 34.740 millones de dólares; en los doce meses que concluyen en enerode 2000, el déficit acumulado de la balanza comercial fue de 385.500 millones de dólazes; eldéficit de la balanza por cuen[a corriente anualizado, que concluye en el cuarto trimestre de1999, era de 338.400 millones de dólazes.

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deuda externa de los Estados Unidos, que se puede calcular aceptable-mente por la diferencia entre las inversiones de todo tipo que los norte-americanos hacen al exterior y las que los extranjeros hacen en los Esta-dos Unidos, según una estimación muy reciente fue, consolidada, en elaño de 1998, de 1,24 billones de dólares, -por supuesto billones espa-ñoles, millones de millones de dólares norteamericanos, o sea 1,24 tri-llions, como dicen en Estados Unidos-. Es el país que soporta una deudaextema más fuerte, con cifras que se encuentran por encima de las decualquier otro. Esto, naturalmente, motiva que los Estados Unidos pasena tener una preocupación considerable. En el año de 1998, Norteaméri-ca invirtió fuera de sus fronteras, 422.000 millones de dólares, y losextranjeros invirtieron en activos de los Estados Unidos, 603.000 millo-nes de dólares. Esto hace que la deuda externa vaya aumentando de unamanera continua, fruto de ese considerable déficit y de las cifras norte-americanas negativas de ahorro neto. Esa corriente de capitales orienta-da hacia Estados Unidos es, pues, necesaria para que funcione su eco-nomía. Es claro que molesta al muy orgulloso nacionalismo de los Esta-dos Unidos, pero, sobre todo, irrita porque complica muchísimo laorientación de la política económica norteamericana, porque no puedepermitirse el lujo de adoptar medidas que perturben, de algún modo, esallegada de fondos. Además, esto exige, para mantener con cierta como-didad la financiación de estos déficit, en primer término, que el dólar seala moneda única mundial de reserva.

Es cierto que en medio de todo esto ha surgido el euro. Ya séque, por circunstancias coyunturales, el euro no está precisamenteen el mejor de sus momentos. Incluso habría que decir que es posi-ble que haya inaugurado el que en el futuro puede ser denominadoel peor de sus momentos. Pero si Vds. examinan de verdad lo queestá pasando en los mercados financieros internacionales, observa-rán que ya hay multitud de operaciones financieras que anterior-mente se hacían en dólares de los Estados Unidos y que, para lograrun reparto de riesgos o una mayor comodidad de ciertas finan-ciaciones, para aprovechar los tipos de interés más bajos, empiezana hacerse, como se dice con un barbarismo, nominadas en euros. Siesto es así, y lo es cada vez de manera más frecuente, será posibleque el euro, a poco que las circunstancias resulten favorables, seacapaz de recortar en su favor parte del mercado del dólar i,Qué quie-re decir esto? Quiere decir algo muy importante. En el momento enque el dólar no sea la única moneda mundial de reserva y que notenga este monopolio, los Estados Unidos van a tener que jugar for-

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zosamente con esta otra situación y como consecuencia tendrán quemover con fuerza al alza, aunque no les apetezca, los tipos de inte-rés -más aun de lo que ya lo están haciendo en estos momentos- deforma tal que puede producirse algún mal cuarto de hora a efectosde esa entrada de fondos en los Estados Unidos. Por decir algo muyconcreto. Estados Unidos, como consecuencia de su enorme volu-men de consumo -recordemos que se ha dicho, irónicamente, que elnorteamericano dice "consumo, luego existo"- necesita la llegadade ahorro exterior forzosamente. Ese ahorro exterior por ahora seobtiene sin mayores problemas. En buena parte, esto se debe alefecto riqueza que existe en la Bolsa norteamericana. Este efectoriqueza -si invierto en valores de las Bolsas de los Estados Unidosy esos valores van a subir de precio automáticamente- ha creadouna situación típica de burbuja especulativa, una situación de apues-ta a que cada persona crea que cualquier conjunto de valores impor-tantes de los Estados Unidos va a seguir subiendo de precio, aunqueun enorme porcentaje de analistas señale que el mercado se puedevenir abajo. Si eso ocurriese, naturalmente, puede ser grande lacorriente de fondos que comenzaría a salir de los Estados Unidos,no sólo porque exista el euro, sino porque los Estados Unidos noresulta un mercado financiero atractivo. La única solución para vol-ver a atraerlos puede ser el subir los tipos de interés e incluso incre-mentarlos de una manera muy clara. Pero tal decisión, sin embargqno resolvería nada, porque acabaría eliminando la posibilidad delefecto riqueza, porque es la antítesis de la posibilidad de subir laBolsa entre otras cosas, porque el PIB se resentiría de modo claro.Los Estados Unidos, o si se prefiere, esa pareja que gobierna la eco-nomía de los Estados Unidos -y hay que confesar que la gobiernamuy bien-, compuesta por Larry Summers y por Greenspan-, cuan-do hace alguna declaración, cuando, de alguna manera, intentaorientar a la opinión pública del país, no oculta que comprende desobra que Norteamérica se encuentre en una situación financieramuy inestable, a no ser que consiga arreglar de alguna manera, enalgún grado, la situación económica exterior del país. Como los.norteamericanos son exportadores importantes de productos agra-rios, de ahí que, por todos los cauces diplomáticos posibles, presio-nen con el fin de abrir mercados por doquier para esos bienes. Actú-an casi con la fuerza de la desesperación, al comprender que susituación es tan delicada que, de pronto, puede convertirse el con-junto de la misma en una burbuja explosiva. La presión norteame-

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ricana se acentúa porque comienzan a desarrollar los Estados Uni-dos la que yo he llamado en otro contexto, "política de Sansón en eltemplo de los filisteos": Si no se cumplen los deseos de Sansón, laruina será general. O lo que es igual, la única manera de aliviar estatensión amenazadora es actuar de otra manera en el conjunto delmercado internacional, y concretamente, facilitando las exportacio-nes agrícolas internacionales. La alianza del grupo de Cairns y deEstados Unidos, aparte de algunos otros, podemos darla por des-contada.

Quinta cuestión. En medio de todo esto está Europa, y en Euro-pa también ocurren una serie de acontecimientos importantes. Escierto que en Eurapa, ha habido la que podríamos llamar la tenta-ción Lafontaine, pero ya ha sido sobrepasada. En este momento,para la solución de los problemas de Europa, es evidente que todoslos países están decididos a aliviarlos por el sendero de la oferta;esto es, están dispuestos a hacer una escasa presión al conjunto delgasto público, con el fin de lograr que la carga de la deuda públicase alivie, para disminuir la carga impositiva, para hacer que los mer-cados sean más flexibles. Esta política, poco a poco, va siendo asu-mida por Alemania y Alemania es quien tiene un mayor poder coac-tivo en el conjunto de Europa, y como consecuencia de todo ello,Alemania, que había presionado al Banco Central Europeo para quebajase los tipos de interés, accede a que éstos se muevan al alza yaceptará diversas políticas de restricción del gasto. En este sentido,la Política Agrícola Común que existe, aumenta el .gasto públicoalemán. De ahí que pueda decirse que ha sido milagroso lo queEspaña ha conseguido en la Cumbre de Berlín. En los Cuadernos deAgricultura, Pesca y Alimentación, se publica un artículo excelentede Jaime Lamo de Espinosa donde expone las cifras que ha logradoEspaña. Realmente, alcanzar esas cifras, hacer que España pase deser receptor neto de 43.228 millones de euros a serlo de 47.748, esun éxito realmente extraordinario. Sí que hay que añadir que cuan-do comparemos el 2000 con el 1999, las cosas no van a ser tan bue-nas ni muchísimo menos. También, sin embargo, que lo que llegapor el Fondo de cohesión, más lo que llega por los Fondoŝ estruc-turales constituyen unas cifras tan altas que muestran que se halogrado un éxito diplomático extraordinario. Pero este triunfo deAznar, de Rato y de Loyola de Palacio será forzosamente el últimode los logros diplomáticos comunitarios posibles; esas cosas se con-siguen una vez y una vez logradas, no vuelven a poder repetirse,

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porque resulta imposible dentro de una situación europea de hoyque obliga a restringir el gasto público con los países que son con-tribuyentes netos, como Alemania. Hay que eliminar y liquidardeuda pública en ellos, y la carga impositiva que soportan debe sermás liviana. Todo eso hace que tengamos que prepararnos, comoconsecuencia de esto que se acaba de indicar, para que la PAC-IV,concluya por ser una PAC forzosamente muy diferente. Lo será sólopor eso, ignorando las otras circunstancias que les he señalado que,de alguna manera, también van a actuar. Veo por lo tanto ahí unaserie de elementos, una serie de factores que nuestra agricultura ten-drá que aceptar.

Ahora bien, junto con todo esto, nosotros también tenemos queempezar a movernos en relación con una serie de cuestiones queestán directamente ligadas con el tema de nuestra agricultura. Pase-mos, pues, a las cuestiones específicas de la misma. ^Cuál es la pri-mera? Nosotros estamos integrados dentro de la Unión Europea ydentro de esa Unión Europea, nos encontramos con que hay unapolítica que, dentro de las políticas comunes que han existido, laque tiene la vanguardia y la que tiene la persistencia es, desde losviejos tiempos de Sicco Mansholt y de la reunión de Stressa, la lla-mada significativamente Política Agrícola Común. Esto es algoimportante, que existe. Ahora bien, esa política agrícola común daunos subsidios por ocupado rural muy diferentes según los países.Existen algunos datos muy dispares, pero conviene comenzar aaclarar las cosas. Nosotros nos encontramos con que él resultado detodo esto es que España, con los datos de 1997, ocupa, en subsidiopor ocupado rural a través de la política agrícola común y, unifi-cándolo todo en dólares, el puesto décimo de los quince países. Osea, estamos en una situación muy retrasada -fruto, entre otrascosas, de la mala negociación efectuada para nuestra incorporacióna la CEE- y con diferencias notables respecto a los que están en losprimeros puestos. España recibió en 1997, 4.901 dólares y quienesocupaban el puesto quinto, como era el caso de Francia, recibían9.683 dólares por ocupado. Creo que está clara la diferencia detrato. Esta diferencia de trato va a estar continuamente presente enlos negociadores y en las presiones españolas, porque si hay unaPolítica Agrícola Común, lo que continua e incansablemente se vaa exigir es que aquí no pueden aplicarse las leyes de la granja queprodujeron la rebelión famosa de Orwell. Aquí no puede haber unosmás iguales que otros. Por tanto, si existe una Política Agrícola

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Común, hay que lograr, respecto a España que efectivamente seauna política agrícola común.

La segunda cuestión es que tenemos que tener en cuenta que lassubvenciones agrícolas van a existir siempre, porque existen desdehace muchísimos años prácticamente en todo el mundo. Es algoabsurdo el que creamos que no vayan a existir subvenciones agra-rias de una u otra manera. La verdad es que las estadísticas nos lohan mostrado claramente. Las de la OCDE muestran el equivalentede las subvenciones a la producción por hectárea en dólares. Efec-tivamente esa cifra es, para la Unión Europea, de 526 dólares porhectárea. Pero esa es una magnitud que en Japón queda sobrepasa-da de una manera monstruosa -es de 8.062 dólares por hectárea-,porque Japón es un país, contra lo que se nos trataba de vender porsu propaganda, verdaderamente proteccionista. Pero es que alcanza,en los países de lo que queda de la vieja EFTA, cifras asimismo con-siderables: Noruega más de dos mil dólares por hectárea; Suiza,más de tres mil. Todas, por supuesto, son más altas que las de losEstados Unidos que tienen también una cifra aceptable de 60 dóla-res de subvención a la producción por hectárea pero que se com-pleta con ŝna ayuda en forma de tipos de interés especiales y muyreducidos. Todo esto, naturalmente, señala que no van a existir sub-venciones de las magnitudes presentes, pero que durante muchísi-mos años van a existir subvenciones a la producción. Y ese es unhecho que también tenemos que tener presente.

La tercera cuestión es quién paga esto. Las subvenciones tieneque pagarlas alguien. En síntesis las subvenciones las pagan, senci-llamente, en primer lugar, los consumidores. Pero aquí es probableque llegue algún tipo de alivio, derivado de la lucha contra la infla-ción, porque todos sabemos, en el Indice de Precios de Consumo, e]juego que acaba teniendo el tema de la carga sobre los consumido-res para que paguen cualquier subvención. Entonces si no son losconsumidores los que van a soportar, en adelante, esa carga, ^quié-nes la van a experimentar vía Hacienda, y vía compensación fiscalentre aquellos que tienen mayores niveles de renta o en relación conpaíses que tienen mayores niveles de renta? Sólo si se resuelve bienesta cuestión, los productos pueden ser más baratos y pueden estassubvenciones financiarse de manera tolerable. Claro que si no que-remos tener inflación y si no queremos tener de ninguna manerapresiones fiscales nos vamos a encontrar con problemas muy serios.Por lo tanto no he de disimular la complicación que esto tiene, sobre

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todo derivada del nacionalismo. Tal complicación deriva efectiva-mente del nacionalismo, porque lo que está sucediendo es que sibien la política agrícola es común, al mismo tiempo también cadauno de los países está tratando de moverse al mazgen de la comi-sión. El profesor Sumpsi recientemente empleaba una expresiónmuy clara. Decía que los Estados miembros del conjunto de laUnión Europea están ganando el partido a la Comisión, "y por gole-ada en muchos aspectos". ^,Por qué? Porque en cada uno de esospaíses están haciendo presión ciertos intereses concretos y ese inte-rés vago, general, que es Europa, se deja a un lado. Y al dejarse a unlado, como todos tratan de conseguir mejorar, al final ocurre que laComisión cede. La Comisión no está, pues, montando una auténti-ca política agrícola europea y riosotros tenemos que jugar dentro deesa muy áspera situación. Nacionalismo, presión sobre consumido-res, presión sobre el conjunto del mundo tributazio y del mundo fis-cal, son fuerzas que actúan con intensidad, y van a determinar loque España va a conseguir, cómo vamos a tener que acabar actuan-do, de qué manera se va a acabar transformando esa realidad. El artede la política va a tener mucho que decir. Se trata de un tema serioy muy importante que, evidentemente, hay que completarlo con lacuarta cuestión.

Ésta determina hacia dónde hay que orientar esta ayuda, porqueel éxito alcanzado, de una mayor producción es cosa evidente. Loque observamos es que nosotros, ahora mucho más que hacia eseaumento de la producción, según lo que se está diciendo, parece serque vamos a apostar por un modelo de agricultura familiar basado,no sólo en la competitividad como primer pilar, sino tambiéri en eldesarrollo rural y en la conservación de la naturaleza que se pasa aconstituir como un segundo pilaz dentro de la Política AgrícolaComún. Por lo tanto, en este momento, tenemos que conducir nues-tra política agraria, el conjunto de nuestros movimientos teniendoen cuenta que:

Punto 1°: las explotaciones familiares son uno de los objetosfundamentales de la Política Agrícola Común y ^qué ocurre conellas? Estas explotaciones gazantizan una cosa. Como la oferta delos productos agrarios se hace en mercado de bienes de demandamuy rígida, y como las cosechas tienen siempre violentas oscilacio-nes derivadas de los precios, lo que sabemos por economía elemen-tal, es que eso produciría, por sí mismo, en el mercado libre, osci-

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laciones brusquísimas y profundísimas derivadas de cómo es lademanda y de cómo es la oferta. Se trata de la vieja ley de King,bien conocida por todos. La aceptación de tales oscilaciones esincompatible con la continuidad de las explotaciones familiares yque de ellas las familias vivan aceptablemente. Por lo tanto, esto vaa obligar a una serie de medidas restrictivas de lo que se consideramercado libre de productos rurales.

Punto 2°: La segunda cuestión que ha surgido es un manda-miento nuevo: el de defender el medio ambiente. Yo recuerdo en eldiario de Jiinger cuando hablaba de lo bien que estaba esta política,-él era muy aficionado a la botánica y muy experto en cuestiones dela naturaleza- porque, decía que así estaban proliferando toda unaserie de pájaros granívoros, antes muy perseguidos porque como losgirasoles que se han plantado nadie los recoge, esos pájaros hanaumentado y ciertas razas no tienen visos de extinguirse. Esto tienetambién sus tensiones, sus enlaces ecológicos y sus complicaciones.Porque todo esto de la ecología es algo que dicho así, alegremente,parece muy fácil. Es complicadísimo y está horriblemente mal estu-diado porque no hay sobre ésta exámenes estadísticos serios, y losanálisis de los problemas concretos los conocemos muy mal. Estode que mejora el medio ambiénte con simples medidas como laspuestas en marcha hasta ahora, realmente no sabemos si va a ocu-rrir. Algo intuimos, por ejemplo, de que aumentará el oxígeno, peroel futuro lo conocemos de manera muy tosca. Pero, de todas mane-ras, ése es un elemento nuevo con el que va haber que jugar conti-nuamente.

Punto 3°: La tercera cuestión es que en todos los países existe unfantasma, e] de si vamos a tener garantías de que vaya a existir unaproducción abundante de alimentos para los aumentos de población.La presión de la población sería capaz de originar problemas. Yasabemos que España ha Ilegado a la asíntota del crecimiento demo-gráfico. Nunca pasaremos de los 40 millones de habitantes. Inclusoesos 40 millones de habitantes van a ir disminuyendo a lo largo deltiempo. Pero la plena garantía de que esos alimentos, ante cualquiertrauma que pueda ocurrir, vayamos a disponer de ellos, porque exis-te un porcentaje grande que se recolecta en España ^no va a tenerque jugar de alguna manera? ^Y no va a jugar en la Política Agrí-cola' Común? Por supuesto que sí. Incluso puede decirse que estájugando de una manera muy clara. Por otra parte ha surgido un

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nuevo planteamiento. Si observamos las tablas input-output de laeconomía española, desde aquella viejísima del año 1954, observa-mos que existen unos cambios radicales y fundamentales que haestudiado maravillosamente bien el profesor San Juan. Expongá-moslo sintéticamente. Si observábamos en esa TIOE los enlacesfundamentales de la agricultura en el año 1954, con el resto del con-junto del sistema económico, veíamos que había dos realidadesdiferentes en España: el mundo de la agricultura cuyos inputs,cuyos insumos fundamentales, no tenían nada que ver con los quetenía la industria y los servicios, y éste de la industria y los servi-cios. Estaban desconectadas las dos cosas. Actualmente, esa cone-xión existe y es una conexión profunda e intensísima. Buena partede la misma viene determinada porque ha surgido una situaciónnueva derivada de la notable ampliación, y ampliación creciente, dela industria agroalimentaria. Los consumidores ya no comprandirectamente del campo. Los productos agrarios tienen que estarmuy homogeneizados si se quieren vender. La industria agroali-mentaria española realmente es una de las nuevas y grandes reali-dades que han aparecido delante de nosotros. Todo este sector agro-alimentario español a partir de los años 80, y aquí no hago más quetomar las informaciones de personas que, como el profesor SanJuan, han trabajado a fondo esto, ha experimentado algunos cam-bios muy importantes. En primer lugar, el conjunto español de nues-tra industria agroalimentaria ha dejado de estar dominada porempresas medias y pequeñas, PYMES, y ha pasado en buena partea encontrarse en el ámbito de grandes multinacionales europeas ynorteamericanas. Se trata de una realidad nueva y muy importante.Estas empresas, naturalmente, compran directamente a los agricul-tores, pero lo hacen de otra manera. Por otra parte, también hay otrocambio fundamental, que se genera en relación con la distribución.Esa alteración en la distribución se deriva de la aparición de gran-des cadenas multinacionales pero, simultáneamente, en los merca-dos locales hay toda una serie de productos que, como los artesana-les, como los productos tradicionales, crean otro mercado agrarioespecial. Hay mercados nacionales cubiertos por empresas multina-cionales y hay mercados locales donde existen huecos para lasempresas locales, donde además surge otro problema, el de la polí-tica relacionada, en parte con cuestiones electorales, y en parte pormotivos socioculturales más profundos, con la protección al peque-ño comercio, a pesar de que éste sea encarecedor. Los problemas

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que inmediatamente se plantean lo hacen en torno a la necesidad deuna reforma estructural absolutamente precisa para que de estamanera de ahí se pueda derivar algún tipo de mejora en la flexibili-dad del conjunto de los mercados. La resultante, i,cuál va a ser?^Cómo vamos a actuar en ese mundo de las multinacionales, en esemundo de lo que queda de las empresas medianas y pequeñas, enese mundo presidido por la industria agroalimentaria que está ahí yque se hace presente con su derivación hacia el conjunto del comer-cio más sus enlaces con el mundo financiero? Todo esto plantea unamodiFicación radical de viejos planteamientos. No se va a parecernada lo que se derive de ahí con lo que ocurría en España simple-mente en los años ochenta. Y en el año 2000 y no digamos en e]2100, el panorama que se va a contemplar será extraordinariamen-te diferente.

Además de esto, hay otra cuestión donde tenemos una ciertaventaja, en principio, pero sólo una cierta ventaja. ^Qué ocurre conel I+D en España? Por supuesto que los avances que ha tenido la.biotecnología, van a tener consecuencias, sobre todo en relacióncon unas pocas grandes novedades que han surgido en el mundomoderno y que señalaba el profesor Echenique en la vecina Uni-versidad del País Vasco Este físico decía: El siglo XX lo definire-mos en el futuro porque empezó con el descubrimiento de la ecua-ción fundamental de Einstein -la posibilidad de convertir la materiaen energía-; en segundo lugar aparecían los genes y, en tercer tér-mino, aparecieron los ordenadores. Y esas tres grandes novedadestecnológicas basadas en descubrimientos científicos, son las queestán cambiándolo todo. Los ordenadores que alteran los mercadose impulsan la globalización y lo que ocurre relacionado con la gené-tica está cambiando la agricultura. Simultáneamente, aparece otroproblema derivado de las polémicas en torno a los riesgos que secalifican de sanitarios, que muchas veces se complican con tenden-cias larvadas de proteccionismo que acaban surgiendo en muchoslugares Por poner un ejemplo, en este instante un tema está latentepero puede planteársenos en muy breve plazo. Los economistasahora mismo escuchamos a los biólogos para saber en qué términos,de verdad, se encuentra la cuestión. Me refiero a los productostransgénicos. Realmente, esos pánicos ante ellos, ^hasta qué puntoson pánicos proteccionistas? Esta pregunta tengo que trasladarla alos biólogos. Estos miedos que existen a los productos trasgénicos,muchas veces no tienen ninguna base. ^Tiene razón The Economist

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cuando se ríe del Príncipe de Gales por sus gritos de alarma ante elimpacto que las variaciones trasgénicas pueden tener sobre la salud,sobre todo si pensamos que la civilización del Neolítico se basó enuna serie de avances trasgénicos, sin ir más lejos, productores denuestro trigo? ^O realmente ahí hay un problema serio que tenemoslos humanos que abordar de alguna otra manera? Dejemos a un ladoel que se empleen también ciertos productos para aumentar la pro-ducción agraria, como anticriptogámicos e insecticidas, que puedenoriginar complicaciones para los consumidores. Hagámoslo porque,además de esto, ha aparecido lo que algunos economistas llaman eldel efecto Gi ffen. Sabemos todos que el efecto Giffen nos enseña que,conforme sube el nivel de renta, ciertos productos dejan de consu-mirse o, si queremos, que hay ciertos productos que al subir sus pre-cios ven que aumenta su demanda, y esa demanda es, precisamente,la efectuada por los grupos más pobres, que se ven obligados a con-sumirlos. Giffen, se dice, que lo descubrió con la patata irlandesa ynosotros lo tenemos observado en el pan, cómo los mexicanos bienrecientemente lo experimentaron con las tortillas de maíz. Esos efec-tos Giffen ahora se están trasladando. Tal traslado tiene lugar haciaun conjunto de productos que habíamos considerado, tradicional-mente, que eran productos ricos, pero que, al saber los grupos másadinerados, a través de informaciones diversas, que su consumogenera, o bien enfermedades, o bien ataques a la estética, dejan dedemandarse. Es lo que ocurre con la mantequilla, con el azúcar, conel vino y los licores, o con el tabaco. De pronto, nos encontramos conque esos efectos Giffen están actuando continuamente y que tendría-mos que calificar esa situación como la de la aparición de nuevosbienes inferiores. Esto va a cambiar muchas cosas.

De todo lo dicho se deduce que la política agraria que ha depracticar España, tiene, en primer lugar, forzosamente, que resta-blecer la situación de una cierta equidad en el panorama comunita-rio. En segundo lugar, tiene que aclarar de dónde van a llegar losfondos y de qué manera va a intervenir, en relación con otros paísesy en relación consigo misma, esto es, ^va a gravar a los consumi-dores? i,va a aumentar a los impuestos? En tercer término, lasexplotaciones familiares, ^qué hacemos con ellas? ^las vamos aproteger? ^eso es muy caro? La defensa del medio ambiente, eco-nónúcamente, ^cómo se va a medir y hasta dónde se va a llegar?Esas vaguedades de la defensa del medio ambiente ^cómo se van aacabar determinando? ^Qué seguridades debemos tener? i,Qué des-

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pensa debemos tener absolutamente segura y cuál debe ser una polí-tica de precaución ante este problema?

Además de todo ello, es preciso plantear en España el efectoWallenberg. Todos sabemos cual es. Los economistas solemos lla-mar efecto Wallenberg al que señala que una multinacional, ademásde buscar la máxima rentabilidad, no es absolutamente pasiva por loque se refiere a los intereses nacionales del lugar donde tiene sudomicilio básico. Wallenberg lo señaló con aquel grito que dijo en elmomentó de morirse: "y ipor encima de todo, Suecia!", recomen-dando cómo debían orientar sus negocios sus herederos. Esa Sueciaexiste en todas partes, y existe también en este terreno de la agroali-mientación de una manera verdaderamente emocional además.

También es necesario en relación con todo esto, jugar y saberqué puedo sobrenadar, o qué no puedo sobrenadar, en un mundoglobalizado, a pesar de ayudas de todo tipo. Asimismo es absoluta-mente preciso el que existan reformas estructurales de mercados alos cuales, votantes y grupos de presión se van a oponer de maneraemocional l,Qué hacer con nuestro I+D en el terreno agroalimenta-rio? ^Hasta dónde puede avanzar? i,Hasta dónde podemos tratar deconseguir libertades ahí? En suma ^qué disparates tenemos que pro-curar no efectuar? Todo esto dentro de esa nueva situación mundialque se nos ofrece como marco obligado. En resumen, lo que se nospresenta en este momento, es un panorama extraordinariamenteconfuso.

El otro día, leí un texto de un gran poeta nicaragŝense, que pasópor aquí hace mucho tiempo, José Coronel Urteche, al que yoaprendí a admirar precisamente en esta Universidad MenéndezPelayo. Lo titulaba de modo original, en griego. Cuando consulté aun helenista si conocía su procedencia, me dijo: -"Se trata de unpárrafo de Homero que dice: «Con subidas y bajadas, por veredas ypor trochas, lo que tenemos que procurar es llegar»"-. Y aquí, ennuestra agricultura hay •ubidas y bajadas, trochas y veredas com-plicadísimas. Es evidente que lo que tenemos que procurar es llegar,llegar hacia un mundo agrario que el conjunto de la sociedad espa-ñola, con sus políticos al frente, tiene que acabar determinando.Nosotros, los técnicos, los economistas, los ingenieros, los juristas,lo que tenemos que procurar es, sencillamente, aliviar todo lo posi-ble esas idas y venidas por trochas y por veredas complicadísimasque se alzan delante de nosotros, delante de nuestra agricultura, eneste año 2000.

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PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DEAGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACIÓN

SERIE ESTUDIOS

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3. Propiedad, herencia y división de la explotación agraria. La sucesión en elDerecho Agrario. Director: José Luis de los Mozos. 1977. 293 p. (agotado).

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86. Pérez Rubio, José Antonio. Yunteros, braceros y colonos. La políticaagraria en Extremadura, 1940-1975. 1994. 612 p.

87. La globalización del sector agroalimentario. Direc[or: AlessandroBonnano. 1994. 310 p.

88. Modernizaciótt y cambio estructural en la agricultura española.Coordinador: José María Sumpsi Viñas. 1994. 366 p.

89. Mulero Mendigorri, A. Espacios rurales de ocio. Significado general yaná[isis en la Sierra Morena cordobesa. 1994. 572 p.

90. Langreo Navazro, Alicia y García Azcárate, Teresa. Las interprofesio-nales agroalimentarias ett Europa. 1994. 670 p.

91. Montiel Molina, Cristina. Los montes de utilidad pública en la Comu-nidad [^alenciana. 1994. 372 p.

92. Ia agricultura familiar ante las nuevas políticas agrarias comunitarias.Miren Etxezarreta Zubizarreta et al. 1994. 660 p.

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93. Estimación y muílisis de la balanza comercial de productos agrarios yagroindustriales de Navarra. Director: Manuel Rapún Gárate. 1995. 438 p.

94. Billón Currás, Margarita. La exportación hortofrutícola. El caso delalbaricoque en fre.rco y la lechuga iceberg. 1995. 650 p.

95. California y el Mediterrárieo. Historia de dos agriculturas competido-ras. Coordinador: José Morilla Critz. 1995. 499 p.

96. Pinilla Navarro, Vicente. Entre la inercia y el cambio: el sector agrarioaragonés, 1850-1935. 1995. 500 p.

97. Agricultura y desarrollo sostenible. Coordinador. Alfredo CadenasMarín. 1994. 468 p.

98. Oliva Serrano, Jesús. Mercados de trabajo y reestructuración rural:una aproximación al caso castellano-munchego. 1995. 300 p.

99. Hacia wi nuevo sistema rural. Coordinadores: Eduardo Ramos Real yJosefina Cruz Villalón. 1995. 792 p.

100. Catálogo monográfico de los 99 libros correspondientes a esta Serie.101. López Martínez, María. Análisis de la industria agroalirnentaria espa-

ñola (1978-1989). 1995. 594 p.102. Carmona Ruiz, María Antonia. Usurpaciones de tierrus y derechos

comunales en Sevilla y su "Tierra" durnnte el siglo XV. 1995. 254 p.103. Muñoz Torres, María Jesús. Las importaciones de cítr-icos en la Repú-

blica Federal de Alemania. Un enfoque cuantitativo. 1995. 174 p.104. García Muñoz, Adelina. Los q^ce no pueden vivir de lo suyo: trabajo y

cultura en el campo de Calatrava. 1995. 332 p.105. Martínez López, Alberte. Cooperativismo y transfonnaciones agrarias

en Galicia, 1886-1943. 1995. 286 p.106. Cavas Martínez, Faustino. Las relaciones laborales en el sector agra-

rio. 1995. 651 p.107. El campo y la ciudad (Sociedad rural y cambio social). Edición a cargo

de Me Antonia García León. 1996. 282 p.108. El sistema agroalimentario español. Tabla input-output y análisis de las

relaciones intersectoriales. Director: Antonio Titos Moreno. 1995. 431 p.109. Langreo Navarro, Alicia. Historia de Ia industria láctea española: una

aplicación a Asturias. 1995. 551 p.110. Martín Gil, Fernando. Mercado de trabajo en área.r rurales. Un enfoque

integrador aplicado a la comarca de Sepúlveda. 1995. 619 p.111. Sumpsi Viñas, José María y Barceló Vila, Luis V La Ronda Uruguay y

el sector agroalimentario español (Estudio del impacto en el sectoragroalimentario español de los resultados de la Ronda Uruguay). 1996.816 p.

112. Forgas i Berdet, Esther. Los ciclos del pan y del vino en las paremiashispanas. 1996. 562 p.

113. Reformas y políticas agrarias en la historia de España (De la llustra-ción al primer franquismo). Coordinadores: Angel García Sanz y JesúsSanz Fernández. 1996. 406 p.

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114. Mili, Samir. Organización de mercados y estrategias empresarinles enel subsector del aceite de oliva. 1996. 383 p.

115. Burgaz Moreno, Fernando J. y Pérez-Morales Albarrán, Me del Mar.1902-1992. 90 años de seguros agrarios en España. 1996. 548 p.

116. Rodríguez Ocaña, Antonio y Ruiz Avilés, Pedro. El sistema agroindus-trial del algodón en España. 1996.

117. Manuel Valdés, Carlos M. Tierras y montes públicos en la Sierra deMadrid (sectores central y meridional). 1996. 551 p.

118. Hervieu, Bertrand. Los campos del futuro. 1996. 168 p.119. Parras Rosa, Manuel. La demanda de aceite de oliva virgen en el mer-

cado español. 1996. 369 p.120. López Iglesias, Edelmiro. Movilidad de la tierra _v dinámica de las

estructuras en Galicia. 1996.121. Baz Vicente, María Jesús. Señorío y propiedad foral de la alta nobleza

en Galicia. Siglos XVI y XX. La Casa de Alba. 1996.122. Giráldez Rivero, Jesús. Crecimiento y transformación del sector pes-

quero gallego (1880-1936). 1996. 123 p.123. Sánchez de la Puerta, Femando. Extensión y desarrollo rural. Análisis

y práxis extensionistas. 1996.124. Calatrava Andrés, Ascensión y Melero Guilló, Ana María. España,

Marruecos y los productos agroalimentarios. Difzcultades y potenciali-dades para las exportaciones de frutas y hortalizas. 1996. 286 p.

125. García Sanz, Benjamín. La sociedad rural ante el siglo XXI. ]996.126. Román Cervantes, Cándido. Propiedad, uso y explotación de la tierra

en la comarca del campo de Cartagena. (Siglos XIX y XX). 1996.127. Estructuras agrarias y movimientos campesinos en América Latina

(1950-1990). Coordinadores: León Zamosc, Estela Martínez y ManuelChiriboga. 1996.

128. Casado, Santos. Los primeros pasos de la ecología en España. Los natu-ralistas del cambio de siglo y la introducción a la ciencia ecológica(Coedición con el CSIC.). 1996.

129. Transformaciones agrarias y cultura material en Anda/ucín Oriental yNorte de Marruecos. González Alcantud, J.A. et al. 1996.

130. Iriarte Goñi, J. I. Bienes comunales y capitalismo agrario en Navarra./ 855-1935. 1996.

131. Azcárate Luxán, Isabel. Plagas agrícolas y forestales en España (SiglosXV/II y XIX). 1996.

132. Baumeister, Martín. Campesinos sin tierra. Supervivencia y resistenciaen Extremadura (1800-1923). 1996.

133. Domínguez Martín, Rafael. La vocación ganadera del norte de España.Del modelo tradiciaial a los desafios del mercado nuendial. 1996. 448 p.

134. Díaz Méndez, Cecilia. Estrategias familiares y juventud rural. 1997.328 p.

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135. Gonzalo, Manuel y Lamo de Espinosa, Jaime (directores). Oportunida-des para la inversión y el comercio agroalimentario español en Améri-cn. 1997. 492 p.

136. Cadenas Marín, Alfredo y Cantero Talavera, Catalina. Implicacionesagroalimentarias de la adhesión a la Unión Europea de los PECO.1997. 206 p.

137. Mbrilla Critz, José; Gómez-Pantoja, Joaquín y Cressier, Patrice (eds.).Impacto.r exteriores sobre el mundo rural mediterráneo. 1997. 660 p.

138. Recopilación Ponencias Seminario. La comercialización y la distribuciónde productos perecederos agroalimentarios y pesqueros. 1998. 274 p.

139. Gonzalo, Manuel y Sainz Vélez, José (directores). El derecho públicode la Agricultura: Estado actual y perspectivas. 1998, 494 p.

140. Quintana, J.; Cazorla, A. y Merino, J. Desarrollo rural en la UniónEuropea.• Modelos de participación social. 1999, 258 p.

141. Andrés Pedreño Cánovas. Del jornalero agrícola al obrero de las fac-torías vegetales: Estrategias familiares y nomadismo laboral en laruralidad murciana. 1999, 376 p.

142. Eduardo Ramos Real. El desarrollo rural en la Agenda 2000. 1999,624 p.

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