la ruta de las arañas por orozco II

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  • 8/2/2019 la ruta de las araas por orozco II

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    La ruta de las araas

    de Griselda Garca(Ediciones del Dock, 2005)

    Bien pudo haber sido Jules Verne quien escribiera La ruta de las araas, aunque por fortuna fue la

    talentosa Griselda Garca quien lo hizo en trminos de alta poesa, valindose de una inmejorable

    metfora donante de un claro sentido a este bello y muy interesante poemario, el cual alegricamente nosofrece la profundidad de los conceptos que subyacen en los versos de los poemas que lo componen.Tambin podramos expresar lo mismo diciendo que nuestra joven poeta, cuyos sagaces y enjundiosos

    textos nos ubican en este muy distinto y deslumbrante Siglo XXI, carente de respuestas para interrogantesque an continan formulndose desde la sociedad y la cultura del XX, podra haber llamado a su libro

    La vuelta al mundo en 28 poemas, claro est parafraseando al visionario escritor francs yamencionado, quien titulara en forma parecida una de sus famosas obras all por 1872.

    Un padre es una ficcin,/ satlite espa/ cordero ciego/constelacin errante/loto en el fango/tahrpobre/fantasa en trnsito/holln de la tristeza/desarraigo que no tiene fin. Hubieran bastado estos pocos

    versos del poema Un padre es mentira para entender que no estbamos ante un poemario ms y, muchomenos an, complaciente en ningn sentido, aunque la destreza en el uso de la palabra potica est

    claramente presente desde el principio hasta el final del mismo. Dice nuestra poeta en Lo que queda:

    Slo una cosa no se puede nombrar/y cuando asesta su golpe ltimo y primero/no quedan sino

    astillas,/restos de un naufragio en tierra./Hay junto a su tumba un pino joven. Con esperanza alentadoracreemos, o deseamos creer, que ese pino joven, a la manera de un centinela existencial, bien pudo

    haber crecido para brindarnos el privilegio de estos poemas que lo expresan, y que continuar hacindolopara que, entre todos, comencemos a encontrar las ya mencionadas respuestas eficientes para este nuevo

    siglo que, aqu y all, aparece complejo en lo social y lo interpersonal que conforman buena parte de laconducta.

    Desde otro ngulo totalmente distinto y especfico del anlisis, y aunque las categorizaciones no suelenser saludables, podra afirmarse que este singular libro de poemas, por momentos desafiante por lo arduo,

    fue escrito, seguramente sin tal propsito, rescatando, sea en forma directa o indirecta, la esencia de lopulsional de la teora freudiana en cuanto a la bastante clara y genricamente humana aparicin en el

    discurso potico de un concepto fronterizo entre lo anmico y lo somtico, como un representantepsquico de los estmulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma. Nuestra poeta sabe

    cabalmente que la frescura de la Poesa no permite trastiendas personales reticentes, rgidas o pacatas,

    que resten fluidez a la mirada y a la palabra en su noble afn de simbolizar lo contemplado. Lo expresadopuede notarse en la naturalidad finisecular de la concepcin de los poemas Muerte en verano y Lahistrica.

    Es sabido que las araas, como algunas mujeres, suelen hacer uso de la seda aunque estas ltimas no laproduzcan en forma directa. Frecuentemente el macho tiene que evitar que la hembra lo considere un

    alimento ms. Pensamos que es probable que la mala fama de las araas tal vez obedezca, ya que su

    peligrosidad est muy por debajo del imaginario popular, a su habitual costumbre de aguardar al acechoen lugares sombros y oscuros. El menor tamao de los machos es pronunciado. Las hembras tienden a

    permanecer en un nico lugar. En sntesis: el sueo de un verdadero matriarcado, aunque siempre

    nivelado, como el patriarcado, por la insoslayable necesidad de propagar la especie. Aguda y sutilmentedice nuestra perspicaz autora en el poema Sobreviviente: Amanezco con el pecho desnudo/junto a un

    soldado raso que fuma al sol./Un bere bere me ofrece su pipa de kif,/los otros tripulantes/han sidoenterrados de pie/junto a un muro./Escuch, acaso,/el ulular de barcos en la tormenta,/el gemir de los

    ahogados, el grito de los nios en el jardn?/Nada salvo el rumor del mar./Bajo el mosquitero de una camaen Tnger/sigo con la vista la ruta de las araas./Me cura el sueo./Con prpados pesados/me adormezco

    al sol,/inmvil quin sabe hasta cundo.La ruta de las araas de Griselda Garca es una epifana, una visin profunda y diferente del mundo que

    la rodea en este Siglo XXI y, en consecuencia, de los grandes temas implcitos que siempre jaquearon lamente del Hombre, tornendola mediante intensas represiones que, ms tarde, lo llevaran a descubrir

    otras realidades y, adems, a confrontarlo duramente con ellas.Digamos, por ltimo, que quien haga una lectura lineal de La ruta de las araas, seguramente se

    encontrar con un excelente poemario, pero aquel que sucumba ante la tentacin de medir lo sumergidodel iceberg, sin ninguna duda tendr la sensacin de hallarse en la bsqueda de s mismo.

    Jorge Orozco

    Buenos Aires, Diciembre de 2005

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