La ruta del agua del paisaje y las oportunidades

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del paisaje y las oportunidades La ruta del agua, Región maravillosa. El adjetivo aplicado a la provincia de Sugamuxi se queda corto. Donde quiera que esté el observador, tiene 360 grados de belleza a su alrededor, en un recorrido que puede empezar en diversos puntos que son los más propicios para el disfrute del paisaje, la amabilidad de las gentes, la riqueza del suelo, la abundancia de algunos recursos y las oportunidades que se pueden encontrar. Lago de Tota Fotografía: Hisrael Garzonroa

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La ruta del agua Siete Maravillas EL DIARIO

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del paisaje y las oportunidades

La ruta del agua,Región maravillosa. El adjetivo aplicado a la provincia de Sugamuxi se queda corto. Donde quiera que esté el observador, tiene 360 grados de belleza a su alrededor, en un recorrido que puede empezar en diversos puntos que son los más propicios para el disfrute del paisaje, la amabilidad de las gentes, la riqueza del suelo, la abundancia de algunos recursos y las oportunidades que se pueden encontrar.Lago de TotaFotografía: Hisrael Garzonroa

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Maravilla de Boyacá, Lago de Tota

en un corredor que comienza en Pesca, al sur, y se prolonga hasta Tasco en límites con la provincia de Valderrama, encierra una gran variedad de paisajes y centros urbanos que van desde la pujanza y cre-cimiento de la capital, Sogamoso, hasta la íntima tranquilidad de las poblaciones cercanas. Entre el Lago de Tota y los impo-nentes páramos que arrancan desde Pesca y llegan hasta Pisba. Es la tierra del agua.

Contrastan en el recorrido los paisajes de altura, en los picos de los páramos, con los hermosos valles y las riberas del río Chicamocha, aguas abajo después de So-gamoso, antes de llegar al gran Cañón, la otra extraordinaria región de Boyacá hacia las provincias de Norte y Gutiérrez.

El principal centro de la región es Soga-moso, la ‘Ciudad del Sol y del Acero’, una característica que sigue siendo válida en lo profundo de su significado. Del sol, por-que es allí donde estuvo el principal centro ceremonial de la cultura aborigen, en ho-nor al astro rey, motor indispensable de la

vida para esa cultura y fuente de la energía crística, para muchos de los actuales cre-yentes. Sogamoso, pues, la tierra del culto y veneración del Dios Sol.

Y de allí también todo el potencial industrial y minero del departamento y del país. Soga-moso con la industria del acero y de la me-talmecánica, la ciudad capital de la minería del centro de Colombia. Allí está ubicada la legendaria Acerías PazDelRío, donde las últi-mas generaciones de boyacenses han tenido la fuente de trabajo, de sustento de sus in-gresos y por tanto de bienestar y seguridad económica; la industria del cemento, la in-dustria metalmecánica en diversas maneras de transformación. Sogamoso, la puerta al llano desde Boyacá o mejor, el punto de par-tida para ir a las inmensas planicies de la Orinoquía colombiana, pobladas por boya-censes en los dos últimos siglos. Sogamoso emprendedora, proletaria, liberal y libertaria, seguirá siendo el referente más importante del trabajo y del emprendimiento en el cen-tro oriente colombiano.

Desde Sogamoso para ir por las tierras del Lago de Tota, esta maravilla en medio de las paradojas de la vida presente. Hoy el

agua y su disponibilidad, es la clave del desarrollo de cualquier comunidad huma-na. El Lago de Tota es la joya de la corona en Boyacá, como lo reconoció el presiente Santos hace poco, es el símbolo nacional del agua dulce en Colombia; el Lago de Tota es el motivo más hermoso de la con-templación de cualquier paisaje en el de-partamento. El Lago es la fuente irreem-plazable para suministrar el agua de mejor calidad, a todo el gran Valle de Sugamuxi, es la gran reserva de agua dulce del país.

Pero también es el más amenazado, el más agredido, del que todos quieren be-neficiarse pero no en la dimensión del res-peto y el cuidado, sino en el de la depre-dación y el saqueo. Porque los cultivos de la cebolla, fuente de empleo y riqueza de las gentes de la región, van usurpando los espacios que garantizan su conservación; porque los usuarios de sus aguas, habitan-tes urbanos, piscicultores y campesinos, usan el agua sin la retribución y el cui-dado debidos, para mantener este regalo maravilloso de la naturaleza y garantizar que beneficie a los pobladores de hoy, y sirva las futuras generaciones que necesi-tarán de esta fuente más que las actuales.

Toda la región,

Plaza de la Villa, Sogamoso. La ‘Ciudad del Sol y del Acero’ alberga, entre otras, la industria cementera y metalúrgica

Fotografía: Hisrael Garzonroa

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Maravilla de Boyacá, Lago de Tota

L a maravilla profunda que hay que pro-piciar, es la de la conciencia del de-partamento y del país, para tomar las decisiones necesarias que garanticen la conservación de este extraordinario

recurso. No hay presupuestos que valgan, no hay campañas suficientes para proteger esta mara-villa, si no hay, ante todo, la conciencia de cada uno de los habitantes de la región de cuidar y mantener el espejo de agua más importante de Colombia en los territorios de la alta montaña.

El mensaje es claro y sencillo: hay que parar el uso excesivo de las aguas del lago para acueduc-tos, distritos de riego, riego de los cultivos de la cebolla, y como espacio de crianza industrial de especies como la trucha; hay que racionalizar y estabilizar el cultivo de la cebolla en sus alrede-dores, el cual presiona indebidamente el espacio de la capacidad del embalse, hay que limitar la demanda de más áreas que ingresan al mismo cultivo y presionan el uso del agua que baja de los páramos para el regadío, en vez de ser los caudales de regulación de los niveles del lago.

Para gozar de esta maravilla en los años y si-glos venideros, hay que actuar desde hoy mismo. El Lago debe ser cuidado como el más preciado

tesoro; el propio presidente Santos así lo dijo re-cientemente, cuando anunció que hay un Conpes por $40 mil millones para proteger la cuenca, justificando la decisión en la premisa de que Tota es la fuente de agua dulce más importante de Colombia.

Y alrededor del cuidado real del Lago, debe crecer la conciencia y la decisión de cuidar toda la cordillera en sus tierras de alta montaña, para prevenir los futuros desastres del clima, cuya advertencia más contundente se vive por estos días con la inclemente sequía que devasta el Piedemonte. Los pára-mos intervenidos y destruidos, ya no son las fábricas del agua cuyos caudales baja-ban para evitar los desastres en las planicies, así los tiempos del verano se prolongaran.

La maravilla, que no necesita ninguna justi-ficación, será protegida, no por los millones que se asignen, son apenas una ayuda, no desdeñable por supuesto, sino que su pro-tección deberá ser la gran concertación de las partes interesadas, cada una remune-rando lo que debe y aportando en estricto cumplimiento lo que es menester para que la fuente no desaparezca. Deben pagar lo necesario los usuarios del agua, deben res-ponder los cultivadores de cebolla, deben hacer lo indicado para mantener la indus-tria y las aguas, los piscicultores; la indus-tria del turismo, seguirá siendo, pero con las inversiones y las medidas de protección que mitiguen y dejen libre de su impacto

negativo todo el entorno, cada habitante de la cuenca del lago debe garantizar que sus aguas servidas no llegarán a la fuente sin el debido tratamiento y purificación.

Y hay que proteger los páramos y todo el en-torno que garantiza que el embalse se man-tenga en sus niveles naturales y ofreciendo su riqueza inestimable, de la cual dependen ya cientos de miles de personas; los ríos y quebradas tributarios deben ser recupera-dos y permanecer protegidos, de las desme-suras de su aprovechamiento agropecuario.

El Lago, para conservarlo como la ma-ravilla que es, tiene que ver primero con la maravilla del cambio de conciencia de

la comunidad boyacense, toda que debe comprometerse para garantizar que la fuente no se afecte y menos que se agote. Hay que proteger a toda costa estos 55 kms2 del espejo de agua con sus tres islas llamadas San Pedro, Santa Helena y Cerro Chiquito, y su extraordinaria Playa Blanca.

La tarea de la protección del Lago nos co-rresponde a todos; ¡es un imperativo ineludi-ble!, para que, a su vez, siga siendo el gran generador de las oportunidades: las empre-sas de acueducto, los distritos de riego, la industria del turismo, todo a su alrededor, pues esta región es hoy una de las mejor dotadas en la infraestructura de servicios.

El espejo de agua dulce más importante de Colombia y el segundo

de Latinoamérica: el Lago de Tota

Fotografía: Hisrael Garzonroa

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Maravilla de Boyacá, Lago de Tota

Y alrededor del Lago, los pueblos de la profunda cultu-ra campesina, heredera de las ancestrales costumbres, que se confunden desde las tradi-ciones aborígenes y su mes-tizaje de siglos después de la Conquista; pueblos asentados en las magníficas campiñas de los valles, laderas y tierras de la alta montaña. Magníficos paisajes en las tierras del va-lle del mismo Sogamoso, de Firavitoba, de Pesca, de Iza, de Cuítiva y de Tota, hasta Aquitania, la capital del Lago. Hoy, más que nunca, como en los versos que Juan de Caste-llanos, estas son tierras gratas para fundar perpetua casa.

Un atardecer en el parque principal de Firavitoba para contemplar el oro de los últimos rayos del sol sobre la majestuosa fachada de su monumental iglesia, disfru-tar, paso, a paso de sus dos parques, de la armoniosa arquitectura, de la fresca brisa de la tarde en la tranquila vida de una po-blación trabajadora y próspera.

Ir a Iza, en el bello recodo del valle para apreciar el más grande inventario arquitec-tónico de cualquiera de los municipios del departamento, en proporción a su tamaño y población; desde el parque principal con sus árboles centenarios, testigos ahora de

una gran actividad que genera trabajo, re-conocimiento e ingresos para decenas de familias: la industria de los postres. Un ri-tual de cada fin de semana y ahora de to-dos los días, llegar allí para deleitar el pa-ladar con estas ricuras que ya son famosas por todo el departamento y medio país. En Iza, más de 20 familias son dueñas de una industria que nació más de dos décadas atrás. También en Iza las aguas termales agradables y medicinales.

Y seguir por la vía a Cuítiva, por el extraor-dinario paisaje de los sauces centenarios que refinan la percepción del verde líquido

de sus especiales y flexibles ramas, has-ta encontrar el pueblo tranquilo y sencillo que fue un asentamiento indígena, que lu-chó contra los españoles hacia 1550. Su nombre significa “la tierra de la esposa del capitán”. Cuenta con aguas termo-mine-rales en la vereda la Vega y colinda con el Lago en las veredas de Balcones, Boque-rón, Amarillos y Buitreros. Cuítiva una tie-rra de singulares paisajes y gente amable.

Un poco más arriba está Tota, el pueblo que un artista y el alcalde actual transfor-maron en la armonía del color y con el so-siego y el empeño de sus gentes, ahora es

El encanto del parque central de Firavitoba, es innegable

Tierra para la labranza” en lengua indígena. La mayor profundidad del Lago de Tota, alcanza los 61 metros

Fotografía: Hisrael Garzonroa

Fotografía: Hisrael Garzonroa

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Maravilla de Boyacá, Lago de Tota

un espacio urbano de los más acogedores y cálidos, casi a tres mil metros de altura. En Tota se aprecia, como en pocas otras par-tes del departamento, que cada elemento de la arqui-tectura y de los espacios del pueblo estén conjuga-dos, para exaltar su belle-za y ambiente acogedor. Tota es la “capital mun-dial del cedazo”, el viejo instrumento para cernir la harina de los excelentes cereales que se dan en sus campos pródigos y sus la-branzas ancestrales.

El escultor Delfín Ibáñez ha hecho realidad dos re-ferentes ya singulares en el recorrido por el circuito del Lago: la elaboración del “cedazo más grande del mundo”, reconocido por la organización Guin-ness Récords y la presen-cia en lugares estratégicos del parque central de dos esculturas, que retratan la esencia del pueblo campe-sino trabajador y pacífico. Con estos elementos se tra-ta de mantener la tradición de la fabricación de ceda-zos, de cuyo conocimien-to de elaboración quedan cinco campesinos cuyas edades están entre los 80 y los 90 años. Ningún joven quiere aprender este arte, que se hace a partir de las crines de los caballos y de las colas de las reses.

Aquitania, la capital del lago y de la cebolla, la más próspera de las con-centraciones urbanas de la región después de So-

gamoso, con la oferta de los mejores servicios de hoteles, después de Villa de Leyva y Paipa; la gas-tronomía también evolu-ciona con un buen número de restaurantes, siendo la base del menú las exqui-sitas recetas de la trucha. De la misma forma es Aquitania la capital de la cebolla junca en Colombia, una actividad que le ha producido mucho dinero a un importante número de agricultores y comerciali-zadores que todos los días manejan el negocio entre las fincas y las principales centrales de abastos, em-pezando por la de Bogotá.

Y desde Sogamoso, par-tiendo hacia el nororiente, la experiencia de Monguí, un monumento extraordi-nario de arquitectura, an-clado en sin igual paisaje y la especial laboriosidad de sus gentes. Como en pocos lugares del departamento, Monguí a lo mejor es el único, donde la diversidad de industrias por iniciativa de sus habitantes, da tan excelentes resultados, con las factorías de producción de balones, con los talleres de hojillado, con la ebanis-tería, con la industria del turismo que se ve con gran potencial; la fascinación se da con cada calle, con las dimensiones de su parque central, con lo portentoso de su catedral y el conven-to de los Franciscanos, la más auténtica huella de la colonia en los linderos del páramo boyacense.

En el recorrido contrasta el paisaje agreste de Gámeza, con el verde uniforme de la regiónFotografía: Hisrael Garzonroa

En Tota, monumento a la tradición del cedazo. Su elaboración se ha ido perdiendo con los años

Fotografía: Hisrael Garzonroa

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Maravilla de Boyacá, Lago de Tota

Los hitos religiosos no podían faltar con tan imponentes monumentos: a finales de la década de 1920 (vamos para un siglo), a su ilustrí-simo Jorge Maldonado Calvo, Obispo de Tunja, que no estuvo del todo de acuerdo con lo que habían he-cho los Dominicos con la Virgen del Rosario, resolvió que la Virgen de Monguí, debería convertirse en la patrona, dueña y señora de los boyacenses.

A pesar de que la estructura del singular convento está en riesgo, por la presencia de unos bárbaros que convirtieron su restauración en un asunto de gua-quería, se espera que muy pronto con los recursos del Gobierno nacional, del gobierno departamental y con la cooperación de los estamentos sociales de Monguí, encabezados por el alcalde y por el párroco, se pueda otra vez restablecer la arquitectura de este edificio, que se construyó a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

Con la catedral y el convento, con la iniciativa in-dustrial de sus gentes, Monguí es otro de los hitos indiscutidos del turismo y del desarrollo en el depar-tamento. Allí la industria del balón es otro gran logro de esa comunidad, tal como lo afirma don José Fon-seca, jefe de producción de Arcuero, la empresa más importante en esta tarea. “En esta factoría son 12 empleados de base y, cuando hay más pedidos, hay más o menos de 20 a 25 personas”. En diciembre y enero hay mayor demanda de balones, asociados a los regalos empresariales y al ingreso de los estu-diantes a sus tareas.

Y también desde Monguí, se puede emprender una ex-periencia única: conocer el Páramo de Siscunsí, una de las bellezas naturales más importantes en la Cordillera, manantial inapreciable de las aguas para las laderas del Chicamocha al occidente y para las del oriente sobre la gran llanura.

Y por la misma vía de Monguí , yendo más al nororiente, está Tópaga, la población del carbón; la incertidumbre de los precios de este mineral, hizo que surgiera una nueva alternativa, como lo es el carbón como materia prima para la talla escultórica, cuyas obras se han vuelto de indis-cutible atractivo. Son veinte años de trabajo, han pasado aproximadamente 400 jóvenes por la cooperativa, quie-nes luego han salido a estudiar una carrera profesional en áreas distintas de la minera. “Actualmente estamos trabajando con mayores de edad, debido a los nuevos códigos de infancia y adolescencia. De los 60 muchachos que empezamos, casi todos somos profesionales”, comen-ta a modo de anécdota, Luis Alberto Álvarez Díaz, gerente Cooperativa Crecer Ltda., quien fue uno de los primeros niños artesanos.

El parque principal de Tópaga, mode-lado por los pinos enormes, apasiona-damente entrelaza-dos para soportar los vientos de las alturas, es la antesala antes de dar con el mismí-simo Satanás dentro de la iglesia, en cuyo arco toral, antes del altar, como vigilando a cada feligrés para ver si su alma estará pronto entre las lla-mas de sus dominios; allí no se sabe si ‘viejo Sata’ advierte para re-troceder o da la bien-venida a sus incan-descentes círculos.

Arco toral de la iglesia de Tópaga

Fotografía: Hisrael Garzonroa

Convento Franciscano de Monguí

Otro atractivo de Tópaga es su parque

Fotografía: Hisrael Garzonroa

Fotografía: Hisrael Garzonroa

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Maravilla de Boyacá, Lago de Tota

Más abajo está Gámeza, a donde se pue-de llegar desde Mongua por una carretera destapada pero en buenas condiciones o regresando a la vía central, partiendo de Vado Castro en el camino de Corrales. Gá-meza es la tierra de uno de los grandes jefes indígenas que poblaban estas tierras a la llegada de los españoles. Es hoy ante todo, municipio minero; sin embargo, en el casco urbano se pueden apreciar sus dos grandes atractivos: la bella iglesia y el parque principal, lleno de naturaleza y referencias de la historia local.

Regresando sobre la vía central se llega a Corrales, la población de las luces en los diciembres del nuevo siglo. Corrales, a ori-llas del río Chicamocha, con una temper-tura que empieza a calentarse, es el sitio ideal para hacer una parada de descanso y sosiego. Entre sus atractivos turísticos está el parque Juana Escobar, en honor a la in-molada heroína de la independencia; la Casa del general Juan José Reyes Patria, el templo parroquial, el salón cultural y la Semana Santa en vivo. Corrales es hoy el único municipio donde se extrae petróleo en el altiplano cundiboyacense.

Desde Tópaga, es ineludible el viaje a la vecina Mongua, por el camino a Yopal, que es el más corto desde Sogamoso. En Mongua la visión es desde otro lente. Allí está el aprecio intacto por lo más autóc-tono, desde las comidas y las bebidas, el aprecio por la naturaleza, la industria de la minería hasta el aprecio entrañable del patrimonio cultural, representado en el Museo Arqueológico ya formado por un buen número de piezas descubiertas en el territorio cercano, en las vecindades hacia la llanura, de donde la estatuaria, la ce-rámica y algunos elementos de más primitiva industria, demuestran una civilización anterior a la mú-sica en esas tierras.

Dos lagunas en lo más alto del páramo hacen de la excursión por esa tierra, una experiencia de vida, de profundo sentido de respeto a la naturaleza y de ad-miración por sus pobladores, la mayoría de campesinos, cuyas vidas han estado entre la labranza y el socavón en las minas del car-bón. En Mongua, el liderazgo de la adminis-tración ha animado a la sus habitantes a tener antes que nada la po-blación ordenada y lim-pia, con la aceptación de los pobladores que han hecho esfuerzos reconocibles para mejorar en todas sus actividades.

Quizá lo más importante de la transforma-ción de Mongua esté sucediendo en el orden cultural, con la apertura del mencionado Museo que ya dispone de sede propia y per-mite la exhibición de dos docenas de piezas del mayor interés , desde estatuaria, cráneos de antepasados milenarios y elementos do-

mésticos de la

industria que prac-

ticaban en una cultura, que se calcula existió unos 500 años

antes de Cristo, y que hoy sus rastros se pueden apreciar en este espacio del museo de Mongua, recién adecuado en la vieja ca-sona del antiguo palacio municipal.

A cinco kilómetros del casco urbano se halla El Morro de Use, una cúspide de superficie plana desde donde se pueden observar los Llanos Orientales, la Sierra

del Cocuy y los valles de Tundama y Su-gamuxi; y muy cerca de aquí, está la La-guna Negra de aguas cristalinas, pero con fondo oscuro por la característica del sue-lo, donde habitan cantidad de trucha arco iris. Por el mismo camino la Laguna de la Estrella y la Reserva Natural de la Cande-laria, a 17 km del pueblo y 3.950 msnm.

Desde Mongua se pude llegar a Yopal, la capital del Casanare, la carretera está ha-bilitada en su mayor parte de recorrido; se espera que esta vía esté terminada y pavi-mentada para el bicentenario de la Cam-paña Libertadora.

Este territorio lo gobernó el cacique chibcha Gamza, quien está representado en esta escultura (a la derecha), en el parque de Gámeza

Mongua es tierra de respeto y tradición arqueológica

Fotografía: Hisrael Garzonroa

Fotografía: Hisrael Garzonroa

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Maravilla de Boyacá, Lago de Tota

Inversión Contrato Plan

El proyecto vial

Sogamoso - Tasco

Desde Corrales se sigue para Tasco, el municipio carbonero al pie del Páramo de Pisba en su entrada suroccidental. Como dato curioso, Tasco no corresponde a nom-bre nativo, al parecer alguien lo introdujo como reminiscencia de antiguo pueblo de las montañas de Mesopotamia. A Tasco llega la carretera del carbón y la ecología en la gran inversión del Contrato Plan.

Sin embargo, lo auténticamente importante de Tasco es su riqueza hídrica inventariada en el número de sus quebradas; al límite con Betéitiva se encuentra el rio Chicamo-cha, y de ahí por la pendiente oriental es-tán las quebradas Hoya Grande, Hoya de Ganado, Culebriada, El Cadillal, Patarroyo, Tasajeras, el Playón, Tasajeritas, Las Guai-pas, La Mermeja, El Mortiño, La Leonera, Llano Grande, Llano de la Casa, El Sosque y La Carbonera. Y en lo más alto, superior a los 3.500 msnm, las lagunas del Oro, la del Barro, la de los Patos, Laguna Negra, Laguna Verde, La Colorada y Laguna Bra-va. Y hacia la vertiente del Piedemonte, en sus páramos nacen otros importantes ríos que irrigan la altillanura.

Para completar el recorrido de esta maravilla, el ideal es regresar de Tasco por Betéitiva y de allí subir a Otenga, un paradisiaco valle escondido entre las montañas, para seguir a Floresta y Busbanzá y regresar a Corrales.

Esta región, como las demás de Boyacá, son auténticos tesoros de la naturaleza, con el po-tencial apenas vislumbrado de la industria tu-rística; impulsar el desarrollo del turismo pero con la participación del sector privado, debe confiar e identificar los mejores proyectos

para transformar la región, especialmente en el corredor Sogamoso –Tasco, el que presenta por ahora, la más baja oferta de servicios con muy regular desempeño de calidad.

Es evidente que en esto las autoridades lo-cales y regionales deben impulsar al sector privado, para que se decida por la inversión en proyectos de hotelería y restaurantes, y la oferta de otros bienes y servicios asociados. Para empezar, en Tasco, es indispensable la construcción de un hotel de buena calidad.

Sobre 33 kilóme-tros, es fundamen-

tal para el turismo y la minería del

sector y dispondrá de

Tasco es municipio tradicionalmente minero

Calles de Corrales

Un destino por descubrir y conocer, es Busbanzá

Fotografía: Hisrael Garzonroa

Fotografía: Hisrael Garzonroa

Fotografía: Hisrael Garzonroa

$57 mil 771 millones