La tarea de la HOAC en la situación de los trabajadores y ... · y a proclamar un año de gracia...

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I.- UNA OPORTUNIDAD DE COMUNIÓN Pretendemos ofrecer algunas pistas sobre cómo po- demos avanzar en la tarea de la HOAC en la situa- ción de los trabajadores y trabajadoras inmigrantes, en el marco de nuestro Quehacer Apostólico Comu- nitario. Desde la perspectiva de las oportunidades que nos ofrece para vivir desde la comunión y colaborar a construir vida de comunión en el mundo obrero y del trabajo. Por eso, lo que pretendemos no es ofrecer un con- junto de tareas que hemos de hacer. Sino unas pistas para una vida que podemos aco- ger, construir y compartir (una forma de ser que se expresa en un hacer y un hacer que construye nues- tra forma de ser): un camino para construir con los demás nuestra humanidad. Teniendo en cuenta que: a) La situación de muchos trabajadores y traba- jadoras inmigrantes está marcada por el empob reci- miento y la injusticia que provoca el sistema de pro- ducción y consumo dominante en nuestra sociedad. Empobrecimiento e injusticia que es necesario com- batir para construir humanidad. Esa lucha por la jus- ticia en favor de los derechos de los empobrecidos pertenece a la entraña misma de la vida que Jesucris- to nos ofrece y propone en su Evangelio: «El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos y dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor» (Lucas 4, 18-19) Porque pertenece a la misma entraña de nuestra humanidad. b) Pero afrontar el empobrecimiento sólo es posible, como vivió Jesús, cuando nos sentimos afec- tados de verdad por el sufrimiento de los otros, de las Ponencia Curso Verano 2010 «No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres» (Pablo VI) 1 Romper fronteras, construir humanidad La tarea de la HOAC en la situación de los trabajadores y trabajadoras inmigrantes Francisco Porcar Rebollar Militante de la HOAC, Segorbe-Castellón

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I.- UNA OPORTUNIDAD DECOMUNIÓN

Pretendemos ofrecer algunas pistas sobre cómo po-demos avanzar en la tarea de la HOAC en la situa-ción de los trabajadores y trabajadoras inmigrantes,en el marco de nuestro Quehacer Apostólico Comu-nitario.

Desde la perspectiva de las oportunidades que nosofrece para vivir desde la comunión y colaborar aconstruir vida de comunión en el mundo obrero y deltrabajo.

Por eso, lo que pretendemos no es ofrecer un con-junto de tareas que hemos de hacer.

Sino unas pistas para una vida que podemos aco-ger, construir y compartir (una forma de ser que seexpresa en un hacer y un hacer que construye nues-tra forma de ser): un camino para construir con losdemás nuestra humanidad.

Teniendo en cuenta que:

a) La situación de muchos trabajadores y traba-jadoras inmigrantes está marcada por el empob reci-miento y la injusticia que provoca el sistema de pro-ducción y consumo dominante en nuestra sociedad.Empobrecimiento e injusticia que es necesario com-batir para construir humanidad. Esa lucha por la jus-ticia en favor de los derechos de los empobrecidospertenece a la entraña misma de la vida que Jesucris-to nos ofrece y propone en su Evangelio:

«El espíritu del Señor está sobre mí,porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres;me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivosy dar vista a los ciegos,a libertar a los oprimidosy a proclamar un año de gracia del Señor»

(Lucas 4, 18-19)

Porque pertenece a la misma entraña de nuestrahumanidad.

b) Pero afrontar el empobrecimiento sólo esposible, como vivió Jesús, cuando nos sentimos afec-tados de verdad por el sufrimiento de los otros, de las

2ª Ponencia Curso Verano 2010

«No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos aconducirnos fraternalmente con algunos hombres» (Pablo VI)

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Romper fronteras, construir humanidadLa tarea de la HOAC en la situación de los trabajadores y trabajadoras

inmigrantes

Francisco Porcar RebollarMilitante de la HOAC, Segorbe-Castellón

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víctimas de la injusticia. Si no asumimos la responsa-bilidad ante las víctimas no habrá lucha por la justi-cia. Pero para ello necesitamos que nuestra vida semueva por entrañas de misericordia. Esa es la clavede la construcción de nuestra humanidad. De ahí lainvitación de Jesucristo: «Sed misericordiosos comovuestro Padre es misericordioso» (Lucas 6, 36). Y queproclame: «Dichosos los que tienen hambre y sed dejusticia… Dichosos los compasivos» (Mateo 5, 6-7).

c) En medio del empobrecimiento y la injusti-cia de que hemos hecho víctimas a muchos trabaja-dores y trabajadoras inmigrantes, con todos los pro-blemas que esta situación nos plantea, luchar contraese empobrecimiento nos ofrece la oportunidad desituarnos en el camino de construir juntos nuestrahumanidad. Como subraya la Comisión Pontificiapara la Pastoral de los Emigrantes: «Las migracio -nes… favorecen el conocimiento recíproco y son unaocasión de diálogo y comunión». Pero para ello ne-cesitamos reconocernos «todos llamados… a la cul -tura de la solidaridad… para llegar juntos a una au -téntica comunión de personas» («Erga migrantescaritas Christi» -La Caridad de Cristo hacia los emi-grantes- n. 2 y 9).

Necesitamos cambiar la perspectiva con la quenormalmente afrontamos las realidades sociales paraaprovechar la oportunidad de comunión que se nosofrece; situándonos en la perspectiva comunitaria dela vocación humana que subrayó el Concilio Vatica-no II: «Dios, que cuida de todos con paterna solici -tud, ha querido que los hombres constituyen unasola familia humana y se traten entre sí con espíritude hermanos (…) Más aún, El Señor, cuando ruegaal Padre que todos sean uno, como nosotros tambiénsomos uno (Jn 17-21-22) (…) sugiere una cierta se -mejanza entre la unión de las personas divinas y launión de los hijos de Dios en la verdad y en la cari -dad. Esta semejanza demuestra que el hombre, úni -ca criatura terrestre a la que Dios ha amado por símismo, no puede encontrar su propia plenitud si noes en la entrega sincera de sí mismo a los demás»(Gaudium et spes, 24).

Donación que encuentra su sentido en el amor:«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte ala vida, porque amamos a nuestros hermanos… Enesto hemos conocido lo que es el amor: en que Él hadado su vida por nosotros. También nosotros debemosdar la vida por nuestro hermanos» (1 Juan 3, 15-16).

Que se traduce en una nueva forma de ser y hacer:«Si el mal principal de la humanidad es tener como

ley de vida la lucha por la existencia, el tratamiento yel remedio divinos no podrán se otros que el implan -tar, como ley de vida, la colaboración por la existen -cia (…) Todo ello forma un TODO que puede expre -sarse con la palabra COMUNIÓN» ( G u i l l e r m oRovirosa).

Esta es la oportunidad que Dios pone en nuestrasvidas con la presencia de los trabajadores y trabaja-doras inmigrantes entre nosotros.

Esto es lo que intentamos vivir con nuestro Queha-cer Apostólico Comunitario y, en él, con nuestro Pro-yecto Evangelizador, con una dinámica de Sectoresa su servicio: luchar contra el empobrecimiento y lainjusticia, en comunión con las víctimas de ese em-pobrecimiento y deshumanización cuyo dolor senti-mos como propio, para construir comunión en lavida del mundo obrero y del trabajo de forma quecaminemos juntos en la construcción de nuestra hu-manidad.

II.- EVANGELIZAR LA CULTURAPARA CONSTRUIR HUMANIDAD

1.- En la situación de los inmigrantesconfluyen tres elementosdeshumanizadores

a) El empobrecimiento que genera el sistemade producción y consumo que los convierte en manode obra barata.

En la situación de los inmigrantes se manifiestan losgraves problemas vinculados al sometimiento del tra-bajo a la mayor rentabilidad y beneficio económico.Normalmente, los inmigrantes son víctimas de las pe-ores condiciones de trabajo, más aún si son mujeres.

Gran parte de las malas condiciones de acogida delos inmigrantes y de los problemas sociales que se ge-neran en torno a la emigración, tienen su origen en elhecho de que más que como personas los emigrantesson tratados como mano de obra y, además, comomano de obra barata que juega un papel estructural endeterminados segmentos del sistema productivo, aque-llos especialmente precarizados para obtener de ellosuna mayor rentabilidad económica y presionar tam-bién a la baja el conjunto de las condiciones labora-les. Para comprender lo que es tá ocurriendo es muyimportante subrayar este carácter estructural y no co-yuntural de los actuales movimientos migratorios: sonun elemento importante del funcionamiento del siste-ma productivo global que atropella a los trabajadores.

Frecuentemente los trabajadores emigrantes son elprototipo de lo que representa ser un trabajador pre-cario. Si a ello unimos su mayor indefensión por sucondición de “extranjeros”, a veces indocumentados,los emigrantes constituyen una parte importante delsector más débil, vulnerable y empobrecido delmundo obrero y del trabajo. Su situación se ha vistoagravada con la crisis económica, precisamente porsu mayor vulnerabilidad.

b) La deformidad de nuestro mundo, marcadopor las desigualdades y el empobrecimiento.

Que es producto del capitalismo globalizado, de ladeformada orientación del desarrollo que extiende, yde los estilos de vida y de cultura consumista quenormaliza, elemento este último de una enorme im-portancia pero del que no existe la debida concien-cia social: la forma de vida consumista y la culturaconsumista son el mayor obstáculo para combatir elempobrecimiento.

Esta deformidad de nuestro mundo es el origen dela sustitución práctica de la migración como derechopor la migración como injusticia:

«El fenómeno migratorio… plantea… un auténticoproblema ético: la búsqueda de un nuevo orden eco -nómico internacional para lograr una distribuciónmás equitativa de los bienes de la tierra (…) De ahítambién la necesidad de un trabajo más incisivo paracrear sistemas educativos y pastorales con vistas auna formación en la “dimensión mundial”, es decir,una nueva visión de la comunidad mundial concebi -da como una familia de pueblos a la que, finalmente,

están destinados los bienes de la tierra, desde unaperspectiva del bien común universal» (Erga migran-tes, 8).

«Las grandes corrientes migratorias de masas quellaman a las puertas del bienestar, son síntomas de lainfelicidad; ninguna ley, por severa que sea, y ningúncontrol, por exigente que sea, podrá defender las for -talezas del bienestar. Si entre los países del Norte ylos del Sur no se establecen relaciones de justicia, nopodrá haber ni felicidad ni paz duradera. La alterna -tiva a la pobreza… es la justicia y la comunión, queson el otro nombre de la felicidad» (Joaquín GarcíaRoca, «El mito de la seguridad», PPC, Madrid 2006,pp. 42-43).

c) Una mentalidad que dificulta afrontar el em-pobrecimiento que padecen muchos inmigrantes yque es un obstáculo para afrontar el fenómeno mi-gratorio desde la perspectiva de la comunión.

Este es un elemento decisivo, porque condicionaprofundamente nuestra manera de situarnos ante losinmigrantes.

En nuestra reciente historia de país receptor de in-migrantes hemos construido una imagen dominantede la inmigración muy marcada por tópicos y mie-dos, frecuentemente promovida por una propagandaque manipula descaradamente la realidad.

Estamos bastante lejos de considerar de verdad elderecho a la movilidad de las personas que toman ladifícil decisión de dejar su familia y su tierra, forza-dos por la necesidad, para poder tener un trabajocon el que vivir dignamente.

La imagen de la inmigración que socialmente he-mos ido construyendo está caracterizada por un con-junto de tópicos que dificultan afrontar las verdade-ras necesidades sociales que plantea la emigrac ión,pero que han calado mucho en la sociedad, tambiénen el mundo obrero y particularmente en sus secto-res más débiles y vulnerables. Una imagen que secaracteriza sobre todo por:

■Presentar la inmigración como una especie de in-vasión no deseada que demanda políticas restricti-vas. A ello va unida la insistencia en la crítica amedidas políticas que se califican de «coladero» ofavorecedoras del denominado «efecto llamada».

■Presentar una imagen de la inmigración que semueve entre considerarla una «necesidad» (necesi-

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tamos determinado tipo de trabajadores inmigran-tes que cubran huecos en el mercado de trabajo,que colaboren a afrontar los efectos del envejeci-miento de la población…) y un «problema» (mu-chos que vienen no responden a esa «necesidad» ycrean problemas de competencia, sobre todo enépoca de dificultades económicas). Esta ambigüe-dad da lugar a la demanda de políticas selectivasde inmigración, que se expresan popularmente conla frase «que vengan los que hagan falta».

■Presentar la imagen de una «buena» y una «mala»inmigración. La «buena» es la que responde a«nuestras» necesidades, la «mala» lo que no lohace. Esta dicotomía se ve muy reforzada por la di-visión que provoca una legislación restrictiva entre«legales» e «ilegales».

En el trasfondo de esta imagen predominante exis-te el problema que representa la concepción de la in-migración casi exclusivamente como «mano deobra», utilizable en función de las necesidades delmercado y que deberían «desaparecer», hacerse in-visible, cuando no es necesaria desde esta perspecti-va. Este hecho agudiza, sobre todo en épocas de cri-sis como la actual, la percepción de los inmigrantescomo competidores indeseados en el trabajo, en losservicios sociales…

Pero, sobre todo, está la mentalidad que, en lugarde la consideración de una ciudadanía universal,acorde con la consideración de la igual dignidad detodas las personas y de la común vocación a la fra-ternidad, que entiende que todas las personas, por elhecho de serlo, deben poder gozar de los mismosderechos y deberes, predomina la concepción deuna ciudadanía «nacional», que tiende a establecerdiferencias en el reconocimiento y ejercicio de losderechos y deberes de las personas. Este «nacionalis-mo» de la perspectiva deforma radicalmente la ima-gen de la inmigración. La separación entre «españo-les» y «extranjeros» aflora constantemente, sobretodo en momentos electorales o de dificultades eco-nómicas.

2.- La Iglesia y los inmigrantes: unagran paradoja

a) Sin duda, en nuestra Iglesia existen comuni-dades cristianas y organizaciones eclesiales que sonun testimonio y un signo de comunión en su acogi-da, en su trabajo con los inmigrantes y en favor delos inmigrantes.

b) Pero, en general, en nuestra Iglesia vivimosuna gran paradoja:

■Mirando y valorando la realidad desde el Evange-lio de Jesucristo, tenemos una Doctrina Social de laIglesia que ofrece elementos muy valiosos para si-tuarnos de forma distinta, radicalmente humana,ante la realidad de los trabajadores y trabajadorasinmigrantes y ante el fenómeno de las migraciones,desde la perspectiva de lo que significa la vocacióna ser una sola familia humana. En ese sentido laIglesia podríamos hacer una aportación muy im-portante a la vida social para transformar la menta-lidad y las actitudes que nos dificultan afrontar hu-manamente el fenómeno de la migración.

■Pero no lo estamos haciendo como podríamos,porque existe en nuestras comunidades eclesialesun gran desconocimiento de lo que plantea la DSIy porque la mentalidad de muchos cristianos y demuchas comunidades cristianas está más cerca dela mentalidad dominante en nuestra sociedad quede la que propone la Iglesia. Necesitamos una pro-funda conversión en este sentido.

Como insistía Pablo VI:

«No insistiremos nunca demasiado en el deber dehospitalidad -deber de solidaridad humana y de cari -dad cristiana- de los países que acogen a extranjeros»(«Populorum progressio» -El desarrollo de los pue-blos-, 67)

«Es deber de todos y especialmente de los cristia -nos, trabajar con energía para instaurar la fraternidaduniversal, base indispensable de una justicia auténti -ca y condición de una paz duradera. No podemosinvocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos aconducirnos fraternalmente con algunos hombres»(«Octogesima adveniens», 17).

O también la Conferencia Episcopal Española:

«La sensibilización de la sociedad en general y delos cristianos en particular es una tarea necesaria yurgente en orden a que la población de acogidaadopte una actitud positiva en relación con los inmi -grantes, evitando todo prejuicio, infravaloración, dis -criminación, racismo o xenofobia».

«Para la Iglesia, el emigrante, independientementede la situación legal, económica, laboral, en que sehalle, es una persona con la misma dignidad y dere -chos fundamentales que los demás, es un hijo deDios… El inmigrante no es “una fuerza de trabajo”…sino una persona. Con esto está dicho todo lo que adignidad humana y derechos fundamentales se refie -re» («La Iglesia en España y los Inmigrantes», 5).

3.- La situación de los trabajadores ytrabajadoras inmigrantes en elQuehacer Apostólico Comunitario de laHOAC

En las Orientaciones ofrecidas por la Comisión Ge-neral para concretar el Quehacer Apostólico Comu-nitario, en lo referido a las condiciones de vida y tra-bajo de los inmigrantes, se subrayan tres cosas:

1ª.- La necesidad de centrar nuestra atención en laintegración de los trabajadores y trabajadoras inmi-grantes en nuestros barrios, parroquias, organizacio-nes…

2ª.- La necesidad de colaborar a poner de mani-fiesto, mostrar y generar conciencia en torno al he-cho de que las condiciones de vida y de trabajo delos inmigrantes son fruto de la injusticia que generanuestro sistema de producción y consumo. Y de quelo que necesitamos socialmente es transformar y hu-manizar esa situación.

3ª.- La necesidad de colaborar a ofrecer cauces devida, incluida la misma HOAC, como ámbitos don-de los inmigrantes sean acogidos como personas ypuedan ser protagonistas en la necesidad de cambiosen nuestros ambientes e instituciones para abordar

de manera humana y solidaria el fenómeno migrato-rio.

Y se insiste, como en el planteamiento del Día dela HOAC, en que, para romper fronteras y construirhumanidad, son fundamentales dos cosas:

a) Humanizar la cultura de nuestros ambientes.

b) Para lo que es esencial la cercanía a la vidaconcreta de los trabajadores y trabajadoras inmigran-tes. La pregunta: ¿qué cercanía tenemos nosotros conlos inmigrantes?, ¿qué sabemos de su vida?, es funda-mental.

4.- La Evangelización de la culturacomo orientación fundamental denuestro Quehacer ApostólicoComunitario

Si tenemos en cuenta lo que hemos dicho sobre laconfluencia de tres elementos deshumanizadores enla situación de los inmigrantes, el peso que entreesos elementos tiene la mentalidad y las actitudes (lacultura) dominantes en nuestra sociedad (que se con-vierte en uno de los mayores, si no el mayor, obstá-culos para luchar contra el empobrecimiento), y laparadoja que vivimos en nuestra Iglesia, considera-mos que la orientación fundamental de todo lo quehagamos debería ser la evangelización de la culturapara humanizarla, colaborar la necesario cambio dementalidad, en el sentido que lo planteaba Pablo VIen «Evangelii nuntiandi» (La evangelización delmundo contemporáneo):

«Evangelizar significa para la Iglesia llevar la BuenaNueva a todos los ambientes de la humanidad y, consu influjo, transformar desde dentro, renovar a la mis -ma humanidad… si hubiera que resumirlo en una pa -labra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangelizacuando, por la sola fuerza divina del Mensaje queproclama, trata de convertir al mismo tiempo la con -ciencia personal y colectiva de los hombres, la activi -dad en la que ellos están comprometidos, su vida yambientes concretos» (n. 18).

«Alcanzar y transformar con la fuerza del Evange -lio los criterios de juicio, los valores determinantes,los puntos de interés, las líneas de pensamiento, lasfuentes inspiradoras y los modelos de vida de la hu -manidad» (n. 19).

«Posiblemente podríamos expresar todo esto di -ciendo: lo que importa es evangelizar…la cultura y

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las culturas del hombre…, teniendo siempre comopunto de partida la persona y teniendo siempre pre -sentes las relaciones de las personas entre sí y conDios» (n. 20).

Para afrontar un problema fundamental que plan-tea en nuestras vidas la cultura consumista que domi-na nuestra sociedad. Expresado tal como lo hacía-mos en el Cuaderno «Cultura consumista y libertaddel hombre» (pp. 6-7 y 28-30), podemos resumirloasí:

«Nuestra crisis ha vuelto a poner en evidencia algoque nos parece normal: el sufrimiento de los débiles,de los empobrecidos, de los oprimidos, de los explo -tados. Decimos que nos parece normal porque éstos–débiles, empobrecidos, oprimidos, explotados– noson producto de la crisis, existían antes de la misma,lo que la crisis ha hecho ha sido incrementar su nú -mero y nuestro miedo.

(…)Si no asumimos la responsabilidad ante las vícti -

mas, no habrá lucha por la justicia. Si en nuestra vidano dejamos que “el sufrimiento hable con elocuen -cia”, nuestra verdad será todo lo racional que quera -mos, pero no será justa; al no serlo, no será humana;y al no serlo, no será cristiana.

Si nuestra sociedad se mueve guiada por el princi -pio de la satisfacción; si la satisfacción hedonista per -sonal se convierte en el principio vital de nuestra exis -tencia, ¿cómo dejar que el sufrimiento hable conelocuencia?, ¿cómo incluir en nuestras vidas la res -ponsabilidad ante el sufrimiento de las víctimas? (…)Pensamos que se ha introducido un mecanismo en lasociedad y en nuestra vida que nos induce a mover -nos guiados por el principio de la satisfacción perso -nal y a alejarnos de todo lo que puede incomodar -nos, especialmente el dolor y el sufrimiento de losotros».

(…)«Jesucristo nos ha revelado que el hombre encuen -

tra la felicidad cuando sale de si mismo para servir alotro, especialmente para servir al empobrecido. Esteservicio se concreta en el binomio amor-justicia:amor que se realiza en la justicia y justicia que se fun -damenta en el amor. La libertad encuentra su sentidomás profundo cuando se pone al servicio del amor yde la justicia (…) Nuestra cultura ha devaluado la pa -sión por la justicia porque ha generado una brechaimportante entre la razón y el amor (…) Lo que laIglesia decimos…es que Dios, en su hijo Jesucristo,ha unido amor y justicia en una existencia humanaplena (…) Amo, luego existo; practico la justicia, lue -

go existo. Amo practicando la justicia, entonces soylibre. No somos libres para elegir lo que nos satisfaceprescindiendo de todo lo demás, somos libres paraamar practicando la justicia».

Mostrar esto último con nuestra vida y acción es lomejor que podemos aportar para combatir el empo-brecimiento que padecen nuestros hermanos y her-manas inmigrantes y caminar en la dirección deconstruir juntos comunión en el mundo obrero y deltrabajo.

III.- UNA DINÁMICA DE VIDA YACCIÓN

En las Orientaciones ofrecidas por la Comisión Ge-neral para concretar el Quehacer Apostólico Comu-nitario hay elementos suficientes para ayudarnos aconcretar en vida y acción lo que aquí hemos plan-teado. No vamos ahora a repetir lo que se dice enesas Orientaciones, sólo llamamos la atención sobrealgunas insistencias que convendría que tuviéramosen cuenta:

1ª.- La de los trabajadores y trabajadoras inmigran-tes es una situación que podemos plantearnos todaslas Diócesis, con independencia de que tengamos ono una dinámica de Sectores en torno a ella. Pues setrata de una manifestación fundamental del empo-brecimiento y deshumanización que padece el mun-do obrero y del trabajo que tiene una estrecha rela-ción con todas las demás situaciones en las quedesarrollamos nuestro Quehacer Apostólico Comuni-tario: todas ellas las padecemos trabajadores españo-les e inmigrantes, normalmente estos últimos conmayor vulnerabilidad.

2ª.- Todas las Diócesis podríamos plantearnoscómo dar continuidad al trabajo realizado con mo-tivo del Día de la HOAC en torno a esta situación

de los inmigrantes, planificando a medio plazo ob-jetivos concretos a lograr en la Diócesis, según semanifieste en su realidad la situación de los trabaja-dores y trabajadoras inmigrantes, y según sus posibi-lidades.

3ª.- En nuestra vida y acción en torno a la situaciónde los trabajadores y trabajadoras inmigrantes es muyimportante que demos el mayor relieve a colaboraral necesario cambio de mentalidad en los ambientesobreros, al que antes nos hemos referido en el senti-do de evangelizar - humanizar la cultura, porque lamentalidad social dominante en torno a la inmigra-ción es quizá le mayor obstáculo para afrontar la deforma humana.

En este sentido, conviene que tengamos en cuentaque nuestra colaboración al cambio de mentalidad yactitudes sociales tiene un campo muy importante deactuación en el cambio de mentalidad en nuestrascomunidades eclesiales, para que la Iglesia puedacolaborar más y mejor a difundir y extender en losambientes sociales otra manera de situarnos ante larealidad de los trabajadores y trabajadoras inmigran-tes.

Para colaborar a este cambio de mentalidad, esmuy importante:

a) Mostrar las manifestaciones concretas del empo-brecimiento que sufren los trabajadores y trabaja-doras inmigrantes, ayudando a reflexionar sobre la«anormalidad» de sus causas y consecuencias.

b) Crecer y ayudar a otros a crecer en cercanía a lavida concreta de los trabajadores y trabajadoras in-migrantes.

c) Mostrar y narrar los signos positivos que existen ennuestra sociedad y en nuestra Iglesia en la manerade situarse ante la realidad de los trabajadores ytrabajadoras inmigrantes: es posible y más humanosituarse de otra manera. Mostrar las experienciasde comunión que existen para promoverlas y ex-tenderlas.

d) Difundir los planteamientos de la Doctrina Socialde la Iglesia, ayudando a pensar, sentir y valorar larealidad desde las claves que nos ofrece y a con-vertirlas en un instrumento valioso para la pastoralde la Iglesia.

4ª.- En la perspectiva de la integración de los traba-jadores y trabajadoras inmigrantes en nuestros ba-rrios, parroquias, organizaciones…, es muy impor-tante que nuestra manera de situarnos sea la debuscar promover espacios comunes de encuentro,

vida y acción para buscar combatir juntos el empo-brecimiento y la deshumanización que padece elmundo obrero y del trabajo, y para juntos construircomunión en esa realidad del mundo obrero y deltrabajo, desde la valoración positiva de la diversidady las oportunidades de enriquecimiento que a todosnos ofrece. En ese sentido es muy importante:

a) Promover las experiencias sociales y eclesia-les de encuentro

b) Ofrecer la misma HOAC, su vida y acción,como espacio y ámbito de encuentro.

5ª.- En nuestra tarea sobre la situación de los traba-jadores y trabajadoras inmigrantes deberíamos plan-tearnos la importancia que para ella tienen nuestrasrelaciones internacionales, particularmente nuestrapertenencia y participación en el Movimiento Mun-dial de Trabajadores Cristianos, y el Fondo de Solida-ridad Internacional.

Estas dos realidades pueden ser un buen instru-mento para ayudar a conocer, mostrar y comprendermejor el empobrecimiento del mundo obrero y deltrabajo en su dimensión mundial, hecho que está enel origen del fenómeno de las migraciones. Así comopara ofrecer cauces concretos de solidaridad y comu-nión con los trabajadores y trabajadoras de los paísesempobrecidos.

6ª.- En ese mismo sentido, la situación de los traba-jadores y trabajadoras inmigrantes es una oportuni-dad para crecer en conciencia de lo que significanuestra vocación a ser una sola familia humana. Másen concreto, para que reflexionemos y ayudemos areflexionar a otros, en nuestra Iglesia y en nuestromundo obrero, los cambios que está pidiendo denuestros estilos de vida la situación de los empobre-cidos del mundo, a que nos planteemos qué signifi-ca para nuestra vida la situación de los empobreci-dos.

IV.- UNA CONSIDERACIÓNFINAL: UN CAMINO PARA VIVIRLA MÍSTICA HOACISTA

La dinámica de vida y acción que aquí hemosplanteado es relativa en sus contenidos concretos;puede ser ésta o puede ser otra, la podemos concre-tar de una manera o de otra. Esto ocurre con todonuestro Quehacer Apostólico Comunitario. Pero loque no podemos dejar de hacer es concretarlo y vi-virlo. Sin ese «hacer» no podemos construir nuestro«ser», no podemos ser lo que queremos.

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Cuando en nuestra última Asamblea General ha-blamos de la necesidad de «ser místicos en el cora -zón del mundo obrero», como algo fundamentalpara colaborar a luchar contra el empobrecimiento yla deshumanización que padecemos en nuestromundo obrero y del trabajo, no estamos hablando dealgo distinto a lo que aquí hemos intentado plantear,sino de la manera de vivirlo.

Porque, como sabemos, la mística es la experienciade vivir en Jesucristo y de experimentar el Misterio deDios en nuestra vida. Y la mística hoacista es vivir esaexperiencia de Jesucristo en nuestra existencia obre-ra, que se convierte así en una manera de ser y hacerque es camino de humanización y comunión.

Esa experiencia de Jesucristo nos lleva y la hace-mos al «encontrarnos con Él en la historia humana.Él está presente en la vida de nuestros prójimos, en elsufrimiento y en los anhelos de nuestros compañerosdel mundo del trabajo… Ser contemplativos en lavida obrera. Y oír en esas realidades el clamor delSeñor unido al clamor de las víctimas del mundoobrero y del trabajo» (Acuerdos de la XII AsambleaGeneral, pág. 71).

Así, nuestro Quehacer Apostólico Comunitario esexpresión y camino para vivir la mística hoacista.

Como decía Guillermo Rovirosa, a Cristo no lo po-demos encontrar ni experimentar desgajado de suCuerpo, los empobrecidos. Rovirosa vivió su conver-sión a Cristo en la entrega a los pobres, en el descu-brimiento del rostro de Cristo en los trabajadores. Asílo explica: «Fue mi segunda conversión. La primera,me hizo encontrarme con mi mismo en Cristo; la se -gunda, hizo que me sumergiera en el Cuerpo Místi -co. Los aspectos personal y social se complementa -ban el uno al otro».

Y esa experiencia es la clave desde la que Roviro-sa lee toda su vida. Tal como explica en «El primertraidor cristiano: Judas de Keirot, el apóstol»: la «trai-ción», lo que nos aparta de nuestra verdadera huma-nidad, consiste en buscarse uno a si mismo, trazar lavida de acuerdo a los propios planes y no abando-narse al Amor de Cristo. Lo contrario, la fidelidad, vi-vir realmente nuestra humanidad, lo encontramoscuando nos abandonamos al Amor de Cristo, cuan-do buscamos construir nuestra vida desde la confian-za en el Dios que nos ama. De la única manera enque podemos hacerlo: en el amor al prójimo, en elamor a los empobrecidos. Amor hecho de pobreza,humildad y sacrificio, y que busca la comunión debienes, vida y acción.

De esto, y no de otra cosa, es de lo que se trata.