La técnica y la naturaleza del hombre

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LA TÉCNICA Y LA NATURALEZA DEL HOMBRE Lewis Mumford Filosofía y Tecnología (Mitcham y Mackey, Eds.)

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La Técnica y la Naturaleza del Hombre

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LA TÉCNICA Y LA NATURALEZA DEL HOMBRE

Lewis Mumford Filosofía y Tecnología (Mitcham y

Mackey, Eds.)

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El hombre y la técnica

• El último siglo ha sido testigo de una transformación radical en la totalidad del entorno humano, en gran parte como resultado del impacto de las ciencias físicas y matemáticas en la tecnología

• Nuestra era está pasando del estado primigenio del hombre, marcado por su invención de herramientas y armas, con el propósito de adquirir el dominio de las fuerzas de la naturaleza, a una condición radicalmente distinta, en la que no sólo habrá conquistado la naturaleza, sino que se habrá liberado por completo del hábitat orgánico

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El hombre y la técnica

• Con esta nueva megatecnología el hombre creará una estructura uniforme y omnienvolvente diseñada para la operación automática. En lugar de funcionar activamente como un animal que emplea herramientas, el hombre llegará a ser un animal pasivo, al servicio de las máquinas, cuyas funciones, si este proceso no cambia, serán o bien introducidas en una máquina o bien estrictamente limitadas y controladas en beneficio de organizaciones colectivas despersonalizadas

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Objetivo

• Poner en cuestión tanto los supuestos como las predicciones sobre las que se ha basado nuestro compromiso con la forma actual de progreso científico y técnico, entendido como un fin en sí mismo

• Poner en duda las teorías generalmente aceptadas sobre la naturaleza básica del hombre que han estado implícitas, durante el siglo pasado, en una sobrevaloración constante del papel de las herramientas y las máquinas en la economía humana

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Objetivo • Sugeriré que no sólo Karl Marx se equivocaba al otorgar a los

instrumentos de producción un lugar central y una función directiva en el desarrollo humano

• Incluso la interpretación, aparentemente benigna de Teilhard de Chardin aplica el estrecho racionalismo tecnológico de nuestra era a toda la historia del hombre, y proyecta hacia el futuro un estado último en que las nuevas posibilidades del desarrollo humano llegarán a acabarse, pues no quedará nada de la naturaleza original del hombre que no haya sido absorbido, si no suprimido, por la organización técnica de la inteligencia hacia un estrato universal y omnipotente de la mente

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Objetivo

• Hay serias razones para reconsiderar la imagen total del desarrollo, tanto humano como técnico, sobre la que descansa la organización actual de la sociedad occidental

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La técnica y el desarrollo del hombre

• No podemos entender hoy el papel que ha tenido la técnica en el desarrollo humano sin llegar a una comprensión más profunda de la naturaleza del hombre

• Pero esta comprensión se ha visto entorpecida, durante el último siglo, porque ha estado condicionada por un entorno social en el que han proliferado repentinamente una gran cantidad de invenciones mecánicas que arrasaron con muchos procesos e instituciones antiguos, y alteraron nuestra propia concepción tanto de las limitaciones humanas como de las posibilidades técnicas

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El hombre y las herramientas

• Durante más de un siglo el hombre se ha definido habitualmente como un animal que utiliza herramientas

• Se fundamenta en la existencia de cráneos asociados a cantos trabajados toscamente (Australopitecus) y así calificarlo como protohumano

• Crítica: hay divergencias anatómicas, tanto de monos como de hombres anteriores

• Un millón de años más tarde todavía no se había hecho ningún avance notable en el tallado de la piedra

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El hombre y las herramientas

• Muchos antropólogos, centrando la atención en los artefactos de piedra que se conservan, han atribuido de manera gratuita el aumento de la inteligencia superior del hombre al trabajo y a la utilización de herramientas, a pesar de que las coordinaciones sensomotoras requeridas en esta manufactura elemental no exigen ni evocan una agudeza mental considerable

• La capacidad de construir herramientas ni requería ni generaba el rico equipamiento cerebral del hombre primitivo

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El hombre y las herramientas

• Segundo error: tendencia a imponer, en la interpretación de la época prehistórica, el interés abrumador del hombre moderno por las herramientas, máquinas y el dominio técnico

• Las herramientas y armas del hombre primitivo eran comunes a las de otros primates —sus propios dientes, uñas, puños— y pasó mucho tiempo hasta que fue capaz de fabricar alguna herramienta de piedra que fuera funcionalmente más eficiente que estos órganos

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El hombre y las herramientas

• Sugiero que la posibilidad de supervivencia sin herramientas extrínsecas le dio al hombre primitivo el margen de libertad que necesitaba para desarrollar aquellas partes no materiales de su cultura que, con el tiempo, enriquecieron enormemente su tecnología

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El hombre y las herramientas

• Los antropólogos han restado importancia, o han desatendido, una gran cantidad de artefactos —menos dinámicos, pero no menos ingeniosos y hábiles— en los que gran cantidad de otras especies tenían muchos más recursos que el hombre

• Existe aún una tendencia victoriana a otorgar a las herramientas y a las máquinas un estatus especial en la tecnología, y a ignorar completamente el papel igualmente importante de los utensilios (chimeneas, hoyos, ollas, trampas, cestas, establos, acequias, presas)

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El hombre y las herramientas

• En cualquier definición integral de la técnica debería parecer claro que muchos insectos, pájaros y mamíferos han hecho innovaciones mucho más radicales en la fabricación de receptáculos de lo que habían logrado los ancestros del hombre en la construcción de herramientas hasta la aparición del homo sapiens: considérense las enramadas y nidos intrincados, los diques del castor, las colmenas geométricas, los urbanoides hormigueros y termiteros

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El hombre y las herramientas

• Resumen: si el nivel de competencia técnica fuese por sí mismo suficiente para identificar la inteligencia activa del hombre, éste habría sido considerado durante mucho tiempo como un inútil sin remedio al lado de otras muchas especies

• No había nada distintivamente humano en la tecnología primitiva hasta que no fue modificada por los símbolos lingüísticos, la organización social y el diseño estético. En ese momento, la construcción de símbolos se puso muy por delante de la construcción de herramientas, que, a su vez, fomentó una habilidad técnica más cuidada.

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El hombre y las herramientas

• Conclusión: en un principio, la raza humana no adquirió ninguna posición especial en razón, únicamente, de su tendencia a emplear o a construir herramientas

• El hombre poseía una herramienta primaria multiuso que era más importante que ningún otro elemento del utillaje posterior: a saber, su propio cuerpo (por su extraordinaria plasticidad y labilidad, resultaba más efectivo para hacer uso de una parte cada vez mayor tanto de su entorno externo como de sus recursos físicos internos, igualmente ricos)

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El hombre y la cultura (símbolos)

• Gracias a un cerebro extremadamente desarrollado e incesantemente activo, el hombre disponía de más energía mental utilizable de la que necesitaba para sobrevivir a un nivel puramente animal

• Tenía la necesidad de canalizar esa energía, no sólo en la obtención de alimento y en la reproducción, sino en formas de vida que transformaban esta energía de manera más directa y constructiva en formas propiamente culturales, esto es, simbólicas

• El trabajo cultural de mejora de la vida cobró necesariamente prioridad sobre trabajo manual utilitarista

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El hombre y la cultura (símbolos)

• Ni siquiera la mano era ya una mera herramienta callosa de trabajo; acariciaba el cuerpo del amante, sujetaba a un bebé cerca del pecho, hacía gestos importantes o expresaba, en la danza ordenada o en rituales compartidos, algún sentimiento, inexpresable de otra forma, sobre la vida o la muerte o sobre un pasado recordado o un futuro inquietante

• La técnica de las herramientas y nuestra técnica de máquinas subsiguiente no son sino fragmentos especializados de la biotécnica: y por biotécnica se entiende todo el equipamiento del hombre para la vida.

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El hombre y la cultura (símbolos)

• Según esta interpretación, uno puede muy bien dejar abierta la cuestión de si los patrones estandarizados y el orden repetitivo, que llegaron a jugar una parte tan importante en el desarrollo de herramientas ya desde tiempos muy tempranos, proceden o no simplemente de la construcción de herramientas

• ¿No procederán en el mismo grado, si no mayor, de las formas de rituales, canciones y danzas; formas que existen en un estado de perfección entre pueblos primitivos, a menudo con un acabado más exquisito que el de sus herramientas?

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El hombre y la cultura (símbolos)

• La exactitud ritual en las ceremonias precedió con mucho a la exactitud mecánica en el trabajo; y de que hasta la división rigurosa del trabajo llegó primero a través de la especialización en los oficios ceremoniales

• La deuda de la técnica con el juego y el manejo lúdico de instrumentos, con el mito y la fantasía, con el rito mágico y la memorización religiosa, todavía no ha sido suficientemente reconocida

• Johann Huizinga, en Homo ludens, llega incluso a tratar el juego mismo como el elemento formativo de toda cultura

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El hombre y la cultura (símbolos)

• En cada una de sus etapas, las expansiones y transformaciones tecnológicas del hombre han ido menos encaminadas al propósito de incrementar directamente la provisión de alimentos o el control de la naturaleza que a utilizar su propio almacén de inmensos recursos internos y a expresar sus potencialidades supraorgánicas latentes

• El control del hombre sobre el entorno psicosocial por medio de la elaboración de una cultura simbólica común fue una necesidad más imperiosa que la de controlar el entorno externo y, como debe inferirse de esto, precedió a esta última y la dejó atrás en gran medida.

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El hombre y la cultura (símbolos)

• La aparición del lenguaje —una culminación laboriosa de las formas más elementales de expresión y transmisión de significado— fue incomparablemente más importante para el desarrollo humano ulterior de lo que pudo haber sido el picado para hacer una gran cantidad de hachas de mano

• Además de las coordinaciones relativamente simples requeridas para el empleo de herramientas, la delicada interacción de los muchos órganos que se necesitan para la creación del discurso articulado fue un avance mucho más sorprendente y debió de haber ocupado gran parte del tiempo, de la energía y de la concentración mental del hombre primitivo, puesto que el producto resultante, el lenguaje, era infinitamente más complejo y sofisticado en los albores de la civilización que el utillaje de herramientas egipcio o mesopotámico

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El hombre y la cultura (símbolos)

• Sólo cuando el conocimiento y la práctica pudieron almacenarse en formas simbólicas y transmitirse de boca en boca, de generación en generación, fue posible evitar que cada nueva adquisición cultural se disolviera en el momento en que se producía o con la generación que moría. Entonces, y sólo entonces, se hizo posible la domesticación de animales y plantas.

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El hombre y la cultura (símbolos)

• La visión que presentamos sostiene que el hombre es preeminentemente un animal que utiliza la mente, construye símbolos y tiene autodominio; y el locus principal de todas sus actividades yace en su propio organismo. Hasta que el hombre no comprendiera algo de sí mismo, poco podía comprender del mundo que le rodeaba

• En este proceso de descubrimiento y transformación de sí mismo, la técnica, en sentido restringido, por supuesto que hizo un buen servicio al hombre como instrumento subsidiario, pero no como el principal agente operativo en su desarrollo

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El hombre y la cultura (símbolos)

• El desarrollo original del hombre primitivo estaba basado, según la afortunada expresión de André Varagnac , en «la tecnología del cuerpo», consistente en el uso de las capacidades sumamente plásticas del cuerpo como expresión de una mente, todavía informe y desestructurada, antes de que ésta lograra, por medio del desarrollo de símbolos e imágenes, sus instrumentos técnicos inmaterializados más apropiados.

• Desde el comienzo, la base del desarrollo ulterior del homo sapiens no se debió tanto a la creación de herramientas más efectivas cuanto a la creación de modos significativos de expresión simbólica.

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El hombre y la cultura (símbolos)

• Las concepciones predominantes en el siglo XIX estaban hasta tal punto comprometidas con la noción del hombre como homo faber —el fabricador de herramientas—, más que con las de homo sapiens —el constructor de la mente—.

• Se desechó con el descubrimiento de las obras de arte en Altamira. Había resistencia a admitir que los cazadores de la época glaciar, cuyas armas y herramientas se habían descubierto recientemente, hubiesen podido tener el ocio o la inclinación mental necesarios para producir arte; y no formas rudimentarias, sino imágenes que daban muestras de capacidades de observación y de un alto grado de abstracción.

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El hombre y la cultura (símbolos) • El uso del término técnica en griego clásico no hace distinción

entre producción industrial y arte; y durante la mayor parte de la historia humana, estos aspectos eran inseparables; uno tenía relación con las condiciones y funciones objetivas y el otro atendía a necesidades subjetivas y expresaba sentimientos y significados que se podían compartir

• Nuestra era todavía no ha superado la peculiar parcialidad utilitarista que considera la invención técnica como primaria y la expresión estética como secundaria o, incluso, superflua; y esto significa que aún nos queda por reconocer que, hasta nuestra época, la técnica ha surgido de la totalidad del hombre en su relación con cada parte del medio, al utilizar todas sus aptitudes para aprovechar al máximo sus potenciales biológicos, ecológicos y psicosociales

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El hombre y la cultura (símbolos)

• Las herramientas y las armas, lejos de dominar siempre el utillaje técnico del hombre, como sugieren de un modo demasiado precipitado los artefactos de piedra, constituyeron tan sólo una pequeña parte del aparejo biotécnico: y la lucha por la existencia, aunque a veces fuera severa, no absorbió la energía y vitalidad del hombre primitivo, ni le desvió de su necesidad más fundamental de ordenar y dar sentido a cada parte de su vida. En ese esfuerzo más amplio, el ritual, la danza, la canción, la pintura, el tallado y, sobre todo, el lenguaje discursivo debieron de tener un papel decisivo durante mucho tiempo.

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El hombre y la cultura (símbolos)

• En el momento de su origen, entonces, la tecnología guardaba relación con toda la naturaleza del hombre. La técnica primitiva estaba centrada en la vida; no estaba centrada en el trabajo de manera restringida y, aún menos, en la producción o en el poder

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El hombre y la máquina colectiva

• En el momento en que la historia se hizo visible en forma de documentos escritos, esa economía centrada en la vida, una verdadera politécnica, fue desafiada y, en parte, reemplazada por una serie de innovaciones técnicas y sociales radicales.

• Hace cinco mil años, nació una monotécnica, esta vez, dedicada al aumento de poder y de riqueza mediante la organización sistemática de actividades cotidianas según un patrón mecánico rígido

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El hombre y la máquina colectiva

• La expansión del poder cobró prioridad sobre el cuidado y la mejora de la vida mediante una coacción humana implacable y una organización mecánica

• El principal signo de este cambio fue la construcción de las primeras máquinas complejas y de gran potencia

• Y de ahí el comienzo de un régimen nuevo, aceptado por todas las sociedades civilizadas posteriores en las que el trabajo en una única tarea especializada, segregada de las actividades sociales y biológicas, no sólo ocupaba todo el día sino que, cada vez más, iba absorbiendo toda la vida

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El hombre y la máquina colectiva

• Con la formación de las primeras máquinas colectivas, el trabajo, con su disociación sistemática del resto de la vida, se convirtió en una maldición, una carga, un sacrificio, una forma de castigo

• Y, como reacción, este nuevo régimen pronto provocó el despertar de sueños compensatorios de prosperidad sin esfuerzo, emancipados no sólo de la esclavitud sino del trabajo mismo

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El hombre y la máquina colectiva

• La máquina nunca fue descubierta en una excavación arqueológica, por una simple razón: estaba compuesta casi en su totalidad de partes humanas.

• Estas partes se reunían en una organización jerárquica bajo el dominio de un monarca absoluto, cuyos manda-tos, secundados por una coalición del clero, la nobleza armada y la burocracia, lograban una obediencia como cadavérica por parte de todos los componentes de la máquina.

• Llamaremos a esta máquina colectiva arquetípica —el modelo humano para todas las máquinas especializadas posteriores— la megamáquina

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El hombre y la máquina colectiva

• Sólo por medio de la invención deliberada de dicha máquina de gran potencia pudieron aparecer esos colosales trabajos de ingeniería que marcaron la edad de las pirámides, tanto en Egipto como en Mesopotamia, a menudo en tan sólo una generación. La nueva técnica alcanzó un punto culminante temprano en la gran pirámide de Gizah

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El hombre y la máquina colectiva

• Características de esa máquina de poder

1) Los organizadores de la máquina derivaban su poder y autoridad de una fuente cósmica. La exactitud en la medición, el orden mecánico abstracto y la regularidad obligatoria de esta máquina de trabajo surgieron directamente de observaciones astronómicas y cálculos científicos abstractos: este orden inflexible y predecible, incorporado en el calendario, se transfería luego a la reglamentación de los componentes humanos

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El hombre y la máquina colectiva

• Características de esa máquina de poder

2) Los defectos sociales graves de la máquina humana —entonces y ahora— eran, en parte, compensados con los soberbios logros en el control de las inundaciones, la producción de grano, la construcción urbana que, claramente, beneficiaban a toda la comunidad. Esto preparó el terreno para el crecimiento de todos los ámbitos de la cultura humana: el arte monumental, la ley codificada y la investigación sistemática y el registro permanente del pensamiento

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El hombre y la máquina colectiva

• Características de esa máquina de poder

2) Los defectos sociales graves de la máquina humana —entonces y ahora— eran, en parte, compensados con los soberbios logros en el control de las inundaciones, la producción de grano, la construcción urbana que, claramente, beneficiaban a toda la comunidad. Esto preparó el terreno para el crecimiento de todos los ámbitos de la cultura humana: el arte monumental, la ley codificada y la investigación sistemática y el registro permanente del pensamiento

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El hombre y la máquina colectiva

• A pesar de que el trabajo de la máquina se presta a inmensas empresas constructivas que una comunidad de pequeña escala no podría siquiera contemplar y, mucho menos, llevar a cabo, el resultado más llamativo, no obstante, se ha logrado por medio de las máquinas militares, en actos de destrucción y de exterminio humano colosales

• Lo que sugiero es que más tarde o más temprano debemos tener la valentía de preguntarnos: esta asociación de poder y productividad desorbitantes con una violencia y destrucción igualmente desorbitantes ¿es meramente accidental?

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El hombre y la máquina colectiva

• En una palabra, lo que los economistas modernos recientemente denominaron la era de la Máquina tiene su origen no en el siglo XVIII, sino en el mismo comienzo de la civilización. Todas las características destacables de la misma estaban presentes desde el comienzo, tanto en los medios como en los fines de la máquina colectiva

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El hombre y la máquina colectiva

• Sugiero, por tanto, que las tareas monótonas repetitivas impuestas por la Megamáquina, que en su forma patológica asociaríamos con una neurosis compulsiva, sirvieron, sin embargo, como todo orden ritual restrictivo, para disminuir la ansiedad y para defender al trabajador mismo del frecuente impulso demoniaco del inconsciente que las tradiciones y costumbres de la aldea neolítica ya no controlaban

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El hombre y la máquina colectiva

• En resumen, la mecanización y la reglamentación mediante ejércitos de trabajo, ejércitos militares y, finalmente, mediante los modos derivados de la organización burocrática e industrial, complementaron y fueron sustituyendo el ritual religioso como medio de enfrentarse a la ansiedad y de fomentar la estabilidad psíquica en las grandes poblaciones

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El hombre y la máquina colectiva

• El trabajo metódico y repetitivo proporcionó un medio cotidiano de autocontrol; un agente moralizante más penetrante, más efectivo y más universal que el ritual o la ley. Esta contribución psicológica, hasta ahora inadvertida, posiblemente fuera más importante que las ganancias cuantitativas en la eficiencia productiva

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La megamáquina en la actualidad

• Las formas antiguas de biotécnica están siendo o bien suprimidas o suplantadas y en la que el aumento extravagante de la Megamáquina misma se ha convertido, de un modo cada vez más compulsivo, en la condición del avance técnico y científico continuado.

• En la actualidad, este compromiso incondicional con la Megamáquina supone para muchos la meta principal de la existencia humana.

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La megamáquina en la actualidad • Todo el proceso de desarrollo técnico se ha vuelto

cada vez más coactivo, totalitario y —en su expresión humana directa— compulsivo y denodadamente irracional; en efecto, absolutamente hostil a las manifestaciones de vida más espontáneas que no pueden introducirse en la máquina

• ¿No debemos, de hecho, cuestionarnos si el destino probable de este sistema no es incompatible con el desarrollo ulterior de las potencialidades específicamente humanas?

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La megamáquina en la actualidad • Si de verdad el hombre debe su inteligencia

principalmente a la tendencia a construir herramientas y a utilizar las mismas, ¿con qué lógica le quitaremos ahora sus herramientas, convirtiéndolo en un ser sin función ni trabajo, condicionado a aceptar sólo lo que le ofrece la Megamáquina: un autómata dentro de un sistema más grande de automatización, condenado al consumo compulsivo, de igual forma que una vez fue condenado a la producción compulsiva? ¿Qué quedará, de hecho, de la vida del hombre, si la máquina, o bien controla una función autónoma tras otra o, si no, ésta es extraída quirúrgicamente —quizás, alterada genéticamente— para que se adecúe a la Megamáquina?

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La megamáquina en la actualidad • Debemos continuar preguntando por la consistencia

básica de nuestra actual mentalidad científica y educacional, que está presionando ahora para cambiar el locus de la actividad humana del entorno orgánico, del grupo social y de la personalidad humana, a la Megamáquina considerada como la última expresión de la inteligencia humana, y separada de las limitaciones y cualificaciones de la existencia orgánica.

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La megamáquina en la actualidad • Desde nuestro privilegiado punto de vista actual,

podemos ver que los inventores y consoladores de la Megamáquina, desde la edad de las pirámides en adelante, han estado obsesionados de hecho con el delirio de una omnisciencia y omnipotencia, inmediatos y futuros

• Las nociones de poder absoluto de la era nuclear, de inteligencia computacional infalible, de productividad expansiva sin límites, etc., que culminan en un sistema de control total ejercido por una elite industrial-científico-militar, se corresponden con la concepción del rey divino de la edad de bronce

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La megamáquina en la actualidad • Desde nuestro privilegiado punto de vista actual,

podemos ver que los inventores y consoladores de la Megamáquina, desde la edad de las pirámides en adelante, han estado obsesionados de hecho con el delirio de una omnisciencia y omnipotencia, inmediatos y futuros

• Las nociones de poder absoluto de la era nuclear, de inteligencia computacional infalible, de productividad expansiva sin límites, etc., que culminan en un sistema de control total ejercido por una elite industrial-científico-militar, se corresponden con la concepción del rey divino de la edad de bronce

• Los medios técnicos y científicos son totalmente racionales, pero los fines últimos son descabellados

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La megamáquina en la actualidad • Desde nuestro privilegiado punto de vista actual,

podemos ver que los inventores y consoladores de la Megamáquina, desde la edad de las pirámides en adelante, han estado obsesionados de hecho con el delirio de una omnisciencia y omnipotencia, inmediatos y futuros

• Las nociones de poder absoluto de la era nuclear, de inteligencia computacional infalible, de productividad expansiva sin límites, etc., que culminan en un sistema de control total ejercido por una elite industrial-científico-militar, se corresponden con la concepción del rey divino de la edad de bronce

• Los medios técnicos y científicos son totalmente racionales, pero los fines últimos son descabellados

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La megamáquina en la actualidad • Hoy sabemos que los organismos vivos pueden usar

sólo cantidades limitadas de energía; así como las personas sólo pueden utilizar cantidades de conocimiento y experiencia limitados. «Demasiado» o «demasiado poco» son igualmente fatídicos para la existencia orgánica.

• Incluso demasiado conocimiento abstracto sofisticado, aislado del sentimiento, de la evaluación moral, de la experiencia histórica, de la acción responsable e intencionada, puede producir un desequilibrio serio, tanto en la personalidad como en la comunidad. Organismos, sociedades, personas humanas no son sino recursos delicados que regulan la energía y la ponen al servicio de la vida.

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La megamáquina en la actualidad • Si la técnica ha de volver a ser puesta al servicio del

desarrollo humano, el camino del avance llevará, no a la expansión de la Megamáquina, sino al cultivo deliberado de todas esas partes del entorno orgánico y de la personalidad humana que han sido suprimidas por ampliar la mediación de la Megamáquina

• Sólo cuando el juego y el trabajo forman parte de un todo cultural orgánico, pueden satisfacerse los requisitos multifacéticos para el crecimiento humano completo. Sin trabajo serio responsable, el hombre pierde progresivamente el contacto con la realidad.

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La megamáquina en la actualidad • En lugar de que la liberación del trabajo sea la mayor

contribución de la mecanización y la automatización, yo sugeriría, más bien, que es la liberación para el trabajo, para un trabajo más educativo, que forme la mente, que sea gratificante para uno mismo, sobre una base voluntaria, la que puede llegar a ser la contribución más saludable de una tecnología centrada en la vida.

• Esto puede que resulte ser un contrapeso indispensable para la automatización universal: en parte, protegiendo al trabajador, relevándolo del aburrimiento y de la desesperación suicida, que sólo se puede aliviar temporalmente mediante anestésicos, sedantes y narcóticos, y, en parte, dando rienda suelta a los impulsos creativos, a las funciones autónomas y a las actividades significativas.

Page 52: La técnica y la naturaleza del hombre

La megamáquina en la actualidad • Aliviado de la dependencia abyecta de la Megamáquina,

todo el mundo de la biotécnica quedaría, entonces, abierto de nuevo al hombre; y aquellas partes de su personalidad que han estado inutilizadas o paralizadas por un uso insuficiente deberían volver a ponerse en juego con mayor energía que nunca.

• La automatización es, realmente, el fin propio de un sistema puramente mecánico; y, una vez puestos en su sitio, subordinados a otras metas humanas, estos ingeniosos mecanismos servirán a la comunidad humana de manera tan efectiva como le sirven al cuerpo humano los reflejos, las hormonas y el sistema nervioso autónomo

Page 53: La técnica y la naturaleza del hombre

La megamáquina en la actualidad • La autonomía, la dirección autosuficiente y la

autosatisfacción son los fines propios de los organismos; y el mayor desarrollo técnico debe apuntar al restablecimiento de esta armonía vital en cada estadio del crecimiento del hombre, poniendo en juego todos los aspectos de la personalidad humana, no solamente aquellas funciones que sirven a los requisitos técnicos y científicos de la Megamáquina.

Page 54: La técnica y la naturaleza del hombre

La megamáquina en la actualidad • Ha llegado el momento de que nuestro actual

compromiso global con la máquina, que surge en gran medida de una interpretación unilateral de las primeras fases del desarrollo técnico del hombre, sea reemplazado por una imagen más completa tanto de la naturaleza humana como del medio técnico, puesto que ambos han evolucionado juntos.

• Ese es el primer paso en dirección a una transformación del hombre mismo en todas sus facetas, de su trabajo y de su hábitat.