La traducción, sospecha e inspiración (Roberto Raschella)

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La traduccin: sospecha e inspiracin

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enero, 2005

La traduccin: sospecha e inspiracin

Por Roberto RaschellaEn qu consiste realmente el oficio de traductor, si es que existe tal oficio? Es posible sostener la posibilidad de la traduccin de los textos que en su original tienen ya la marca indeleble de una lengua y de una potica determinadas, de un perodo histrico cercano o no al traductor? Dejando de lado las acostumbradas referencias filosficas, y sin necesidad de caer en una actitud puramente pragmtica, acaso la propia prctica de la traduccin a lo largo de los aos pueda darnos alguna respuesta a estos interrogantes.En primer lugar, dira que el ejercicio de cierta sospecha en cuanto al original, sospecha puntual sobre vocablos y significaciones particulares del escritor traducido, trtese de un narrador, un poeta o un ensayista, es casi indispensable. Sospecha unida a un conocimiento que desde un punto de vista ideal y casi imposible supone el conocimiento absoluto de la obra total del autor en cuestin, en cuanto no hay vocablo o giro que en el habla de todo hablante y qu otra cosa es el escritor no est sujeto a la historia personal, del sentimiento y de la cultura. En el caso especfico del italiano, la famosa figura del "traduttore traditore" no es tan simple como parecera a primera vista: es que la palabra "tradire" esconde, entre sus significados, no slo el de traicionar sino tambin el de reflejar, y todo reflejo, todo espejo, supone una traicin pero tambin una aproximacin. El traductor, fatalmente, refleja y tambin traiciona, y traiciona en relacin con su propio mundo potico e ideolgico, tanto en el caso del traductor "profesional" como en el del escritor puesto a traducir por deseo o por necesidad. Es decir, no hay objetividad absoluta posible en el ejercicio de la traduccin, lo que no implica arbitrariedad o descuido del criterio filolgico, criterio que, por otro lado, pertenece tambin al dominio de la literatura propia. Por ejemplo, qu valor potico esencial aparece en el trmino "borgata", tan utilizado por Pasolini? "Borgata", que no es exactamente nuestra villa miseria de los aos sesenta, ni tampoco el simple casero de los suburbios. Por el contrario, cmo traducir eficientemente el trmino "villa", que en italiano es la residencia de los sectores altos, o tambin la residencia veraniega? Otro caso interesante es el de las semejanzas engaadoras, con diferencias cuasi de mala ortografa, como sucede con la palabra "venefico", que en italiano con total respeto por la ascendencia latina es todo lo contrario del castellano "benfico", porque significa venenoso, txico. Otro caso sera el de la abusiva confianza en la propia memoria sin la ayuda del diccionario: entonces, alguien pudo alguna vez traducir "farfalle" (mariposas) como golondrinas, despertando en el lector la duda de que dichas golondrinas pudieran romper los vidrios de la habitacin al chocar contra ellos. Siempre es bueno sospechar, entonces, sospechar en relacin con el contexto, circunstancial o histrico. Tambin, cuando nos enfrentamos a textos que han sido objeto de gran cantidad de traducciones anteriores, y en el necesario recurrir a la confrontacin del propio trabajo con alguna de ellas, qu decir por ejemplo de la ciudad de Alessandria, traducida siempre como Alejandra en las cannicas y repetitivas traducciones de El prncipe, con un Csar Borgia desplazndose eventualmente a manera de verdadero patatrs desde el corazn mismo de Italia hacia Egipto, cuando la ciudad mencionada es nada ms que Alessandria, en el norte de Italia?Y si hablamos de sospecha, tambin podemos hablar de inspiracin, esa inspiracin socorredora, especialmente ante determinados textos que ya desde la primera lectura ofrecen dificultades de comprensin y de decisin de estilo, tal como personalmente me sucediera en uno de los fragmentos de Historias de la ciudad de Dios, fragmento magistral por otro lado, en el que Pasolini, partiendo de una imagen anecdtica, falsamente anecdtica, con el choque de los troles de dos trolebuses y su consiguiente destello de luz, llega a una deslumbrante visin pica de Roma. Cuestin de arrojo era, al fin de cuentas, atreverse a traducir; arrojo que implicaba tambin cierta dosis de audacia y de libertad frente al original, eso s, sin las fciles transcripciones a que nos tienen acostumbrados los editores encargados de nivelar y de normalizar, justamente en un texto que era por naturaleza "anormal", casi delirante.Sospecha, inspiracin, aun olvido. Qu quiero decir con olvido? Cuando el libro aparece, creo, lo ms saludable para el traductor sera no releer su trabajo, no controlar, tanto porque la distancia entre su material y el definitivo, a la luz de esa nivelacin y normalizacin, puede resultar "trgica", como por la proliferacin de la sospecha, que lo puede llevar a renegar de su traduccin.Pero hay an otro aspecto de la relacin entre la traduccin y el autor de la traduccin que puede resultar revelador: es prcticamente imposible que ese trabajo no toque en cierto modo el carcter de la escritura del traductor-autor, y ms an cuando la traduccin obedece a un inters cultural y potico manifiesto, por qu no a un verdadero amor: cmo imaginar que Alberto Girri, por ejemplo, no se vio "alterado" por Lee Masters o Ral Gustavo Aguirre por Ren Char? Pero uno de los nudos de la cuestin, relacionado acaso con los aspectos ya sealados, consiste en la relacin que se establece entre la lengua de partida y la lengua de llegada. Qu queda de la primera en la segunda? Puede reconocerse de algn modo la primera en la segunda? Sin tener en cuenta los posibles vicios sintcticos o las contaminaciones semnticas, en ese mundo vastsimo de las homonimias que a veces resultan fatales, es permisible una voluntad de conservacin del tono de la lengua de partida en la lengua de llegada? Un tema, sin duda, abierto a la polmica y a la diversidad de actitudes. Y qu decir de la percepcin del ritmo original, de la doble negacin, de las citas dialectales a veces histricas como en los libros del gran antroplogo Piero Camporesi, plagados de citas textuales del mundo acadmico y popular italiano de la regin vneta en los siglos XV y XVI? Qu decir de los pronombres que al ser omitidos pueden convertir a un texto en su perfecto opuesto o en un verdadero galimatas, o de los sustantivos que en el caso del italiano son de gnero femenino, y en castellano masculino, traducidos por algunos como femeninos en el sexo, tal el caso de "volpe" (zorro)? Los pronombres, el "ci", el "vi", el "ne" italianos, "los piojos de la lengua", como deca el gran Carlo Emilio Gadda. O de la pretensin de reducir una metfora a su significado literal, a su referente, como suele decirse, o a la inversa, de la introduccin de una metfora donde ella no existe.A los criterios de sospecha, de inspiracin, deberamos agregar, aunque parezca obvio, el de fidelidad, una fidelidad que a la vez supone modestia y tambin posibilidad de creacin. Si se permite la comparacin, algo semejante a cuanto debera suceder con las regies opersticas que, sin saltar por encima del autor y de su poca, son capaces de innovar y por qu no de enriquecer. Y en el caso de la poesa, debe conservarse la rima en detrimento del sentido, o intentar una operacin rtmica y acentual que reemplace a la primera, conservando la frescura y el discurrir perfecto de la lengua original?En definitiva, el mundo de la traduccin es, ni ms ni menos que el mundo de la creacin literaria, un mundo de alternativas y de opciones que bien pueden no excluirse segn las necesidades puntuales de cada texto.

Roberto Raschella (Buenos Aires, 1930) ha publicado los libros: Malditos los gallos (poesa); Finnegan's, 1978; Poemas del exterminio (poesa), Tierra Firme, 1988; Dilogos en los patios rojos (novela), Paradiso, 1994; Si hubiramos vivido aqu (novela), Losada, 1998. De prxima publicacin: Tmida hierba de agosto (poesa), Alcin, Crdoba. Es director de la revista La ballena blanca. Traducciones principales: Galvano della Volpe, Rousseau y Marx; Galvano della Volpe, Crisis crtica de la esttica romntica; Pier Paolo Pasolini, Historias de la ciudad de Dios; Gabriele d'Annunzio, El inocente; Italo Svevo, Cuentos; Nicols Maquiavelo, El prncipe; Luigi Pirandello, Seis personajes en busca de autor; Piero Camporesi, El pan salvaje; Piero Camporesi, El pas del hambre; Giovanni Verga, Cuentos; Gianni Rodari, Gramtica de la fantasa; Alberto Arbasino, El annimo lombardo y Bla Bartk, Ensayos sobre la msica popular.