LA VIDA MARINERA DE LA CORBETA NAUTILUS BUQUE-ESCUELA DE LA MARINA DE GUERRA ESPAÑOLA (II)

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PAGINA CUATRO EL DÍA Miúrccües, 23 de enero de 18Ü «Franqueada salida, dos tar- de; fresco Nordeste, buena mar. ¡Adiós!— ViilarniU. Así decía e! telegrama que, ei 30 de noviembre de 1892, el comandante de la «Nautiius» envió a don Antonio Peña y Go- ñi, quien luego prolongó el li- bro del ilustre marino, aquel «Viaje de Circunnavegación de \& corbeta «Nautilus» que, en 1895, fue editado por Sucesores de Rivadeneyra —impresores de la Real Casa— en sus talleres del madrileño Paseo de San Vi- cente. Días antes, don Fernando VI- liamil había dicho a Peña y Go- ñi: «Voy a hacer entrañas de marino arando la mar». Cuando el «clipper» esbelto ¿arpó tras las exclamaciones oe rigor, la tripulación estaba compuesta por su comandante, fel segundo y seis oficiales, médico, capellán y contador, 40 guardiamarinas, 90 aprendices ce contramaestre, 85 marineros, cinco contramaestres y te maes- tranza correspondiente a un ve- lero. justo a virar!... ¡Larga esco- ta de foque! [Ailá va con Dios! ¡En buenahora sea la vuelta! Ya en franquía, el viento del NO. roló al So., que era apro- ximadamente el rumbo que de- bía hacerse para las Canarias, Dos días duró este viento que hizo ganar a la «Nautilus» unas 200 millas -—«no hacia el S., como se proponía, sino hacia el NO.»— pero pronto encontró el propicio para continuar sus sin- gladuras. La «Nautilos» se mostró vele- ro rápido pues, en varias oca- siones, los otros «sailing ships» avistados por la proa a! ama- necer, ya por la tarde sólo de- íaban asomar —allá en la línea lejana del horizonte y por la po- pa— los juanetes altos y sobre- jsjsnetes. Con respecto a la escala en Las Palmas, Vülamii dice tex- tualmente en su libro: «Debo manifestar sinceramente que en ningún punto de España ha- llan los marinos de todas las naciones la hospitalidad que es propia de Santa Cruz de teneri- fe y Las Palmas». Fiestas y agasajos a los ma- de la «Nautiius», fiestas 'El 30 de de al mando de don Viliamil, zarpó de E! Ferrol en su viaje de ai mondo ES 16 de de dio en San Sebastián, donde fue recibida por la Reina Regente AI- tía don el 13 de de por última vez al puerto de Santa Cruz de Tenerife de 7 a 8 nudos-— ya eí 30 de üiclembre pasó de un hemisfe- rio a otro, cortando la Línea por ios 24° y 10 5 de longitud, «lle- E! 1 de enero, la isla de Fer- nando Noronha se dejó ver en- tie la bruma que cerraba e! ho- rizonte y, en la tarde del 5, la Amsterdam, quedaron por ba- bor, SI no se cuentan los días em- pleados en remontar el Cabo todo trapo y arrumbó al Ca bo Farewelf y ? e! 3 de julio, da de e la?udar'a la oía- """ "*" ' " " " " " corbeta «Nautilos», buque-escuela de la Armada española, cuando iniciaba uno.de sus viajes de instrucción, Huí' Por Juan Antonio Padrón Albornoz La corbeta «Náuíilus» cusndo, con todo el trapo largo, arrumbaba a San Ssbastlán. En primer térsnkio, la embarcaclcn en la cual la Reina Regente se dirigía al buque-escuela. vando ya desde los 4 de latitud f «Ñautilus» dio fondo en ía Bahía !a brisa del SE. que hallamos, i cíe Todos los Santos, o sea, a sin que mediase más que unas j ¡as tres semanas justas de ha- cios horas de caima, después de aejar ía del NE. i -se einorlarliirae ría Isi ber dejado por la popa las aguas de Canarias, —aquellos de vientos de proa y temporal— en sólo veinte días la corbeta española cruzó el In- dico a una media de 8 nudos, bien en ocasiones alcanzó y sostuvo los 12. En la nnr.he de! 15 se obser- ¡ ¿u dirigí mis pasos desde el muelle a la casa-paiacio de Lord Glasgow, que era enton- ces Gobernador General de la colonia. Fue recibido con extre- mada cortesía y afabilidad, ma- frase de la gente de proa. E! viento cargaba duro y traía em- peño especial en dar trabajo al maestro velero, rifando o lle- vándose más lona de la que ha- bíamos pendido desde nuestra salida de España, La noche del 11 de septiembre se presentó fea, y no contento el tiempo con despedazar las mayores, una gavia y un foque, la mar, que arbolaba corno si no fuese la de un Pacífico, abordó a la «Nauti- lus» s llevándose la canoa que estaba suspendida de los pes- cantes de popa». El día 25, mientras realizaba una maniobra en ¡a verga de trinquete, —todo e!ío durante un fuerte temporal del SE.—• cayó a cubierta el cabo de mar! Esteban L.etamendía. Tan graves fueron sus heridas que falleció ai día siguiente y, con las for- malidades de rigor, fue sepulta- do en la mar, Tras 37 días cíe mar —de ellos ! 22 ciñendo, incluso de vuelta y vuelta— la «Nautilos» dio fon- I oo en Valparaíso tras saludar aj j ía plaza y ai acorazado «Capí-! i tan Prat». j Fueron días de descanso y. j mismo tiempo, da instrucción j en tierra para los 'tramos es-í pañoles. A su llagada, el co- mandante de la «Nautiliís» recí-j bio del Gobierno chileno un cc-j La «Nautilos» amarró a la bo- rr.unicado que, textualmente, co-jyi destinada ai buque de la Ma- menzaba así: «El Presidente delnna de Guerra española que, Id República considera que de-! por entonces, estaba destinado Muchas fueron las atencio- nes con los marinos españoles —lanío por parte de las autori- dades chilenas como de la nu- merosa colonia hispana que allí residía— y, cuando de nuevo se hizo a la vela, de acuerdo con las instrucciones recibidas oe Madrid, arrumbó directamen- te al Cabo de Hornos para, de al!¡ ( seguir a Montevideo. A su bordo, la «Nautilos» había em- barcado dos guardiamarinas chilenos —Green y Hyat— de acuerdo con los deseos de las autoridades navales de aquel país a las que, telegráficamen- te, se accedió desde Madrid. La salida fue emocionante: «Un remolcador del Gobierno nos puso en franquía, sacándo- nos desde lo proximidad del muelle circular y diques flotan- tes, por entre las dos líneas que formaban en sus fondeade- ros los cruceros «Pinto» y «Errazuruz», cazatorpe d e r o s «Lynch» y «Conde!!*, y Jos aco- razados «Cochrane» y «Prat», cuyas dotaciones,, encaramadas en lo más alto de las bordas, saludaban afectuosamente a la ü6. ; buque que, durante varias semanas, había permanecido en puerto» siendo objsto de tantas y tan cariñosas atenciones», En quince singladuras la «Nautilus» cruzó a Cabo Pila- res y, en plena Pascua de Na* viciad, emprendió la operación ae montar el Cabo de Hornos, £ 28, con mar gruesa y chubas- cos, se recaló sobre la isla de D'ego Ramírez y, al día siguien- te ei Cabo estaba a la vista. La despedida del año fue se- ñalada pues, poco después, se desencadenó un fuerte témpo- ra 1 y, por vez primera durante e! -viaje, hubo que llamar a la auardía franca. Viento, granizo y chubascos, —todo ello acom- pañado por el sordo retumba? de los truenos— mientras, con pbricía, la «Nautllus» era go- bernada y, sin perder nada, subía por ¡a costa de Patagonia ^¡¡entras poco a poco aumenta» bo la temperatura y cedían ios temporales. Sufrió los efectos de un «pampero» frente al Golfo de San Matías y, a las -iiez de la noche del 13 de ene- r o. desde el mayor se cantó te íuz del faro del.--cerro de-Mor* < U-YILÍGO, puarto donde "la corbe- ta dio fondo al amanecer ; '-del-: c* f a siguiente. . - : .. : U j De nu'avo en si Atlántico para España los guardiarnannas que debían presentarse a exa- rn&n y, e! 12 de febrero, la cor- beta zarpó río abajo —hacia

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "La isla y los barcos", 1974/01/23

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PAGINA CUATRO E L D Í A Miúrccües, 23 de enero de 18Ü

«Franqueada salida, dos tar-de; fresco Nordeste, buena mar.¡Adiós!— ViilarniU.

Así decía e! telegrama que,ei 30 de noviembre de 1892, elcomandante de la «Nautiius»envió a don Antonio Peña y Go-ñi, quien luego prolongó el li-bro del ilustre marino, aquel«Viaje de Circunnavegación de\& corbeta «Nautilus» que, en1895, fue editado por Sucesoresde Rivadeneyra —impresores dela Real Casa— en sus talleresdel madrileño Paseo de San Vi-cente.

Días antes, don Fernando VI-liamil había dicho a Peña y Go-ñi: «Voy a hacer entrañas demarino arando la mar».

Cuando el «clipper» esbelto¿arpó tras las exclamacionesoe rigor, la tripulación estabacompuesta por su comandante,fel segundo y seis oficiales,médico, capellán y contador, 40guardiamarinas, 90 aprendicesce contramaestre, 85 marineros,cinco contramaestres y te maes-tranza correspondiente a un ve-lero.

justo a virar!... ¡Larga esco-ta de foque!

[Ailá va con Dios!¡En buenahora sea la vuelta!Ya en franquía, el viento del

NO. roló al So., que era apro-ximadamente el rumbo que de-bía hacerse para las Canarias,Dos días duró este viento quehizo ganar a la «Nautilus» unas200 millas -—«no hacia el S.,como se proponía, sino hacia elNO.»— pero pronto encontró elpropicio para continuar sus sin-gladuras.

La «Nautilos» se mostró vele-ro rápido pues, en varias oca-siones, los otros «sailing ships»avistados por la proa a! ama-necer, ya por la tarde sólo de-íaban asomar —allá en la línealejana del horizonte y por la po-pa— los juanetes altos y sobre-jsjsnetes.

Con respecto a la escala enLas Palmas, Vülamii dice tex-tualmente en su libro: «Debomanifestar sinceramente queen ningún punto de España ha-llan los marinos de todas lasnaciones la hospitalidad que espropia de Santa Cruz de teneri-fe y Las Palmas».

Fiestas y agasajos a los ma-de la «Nautiius», fiestas

'El 30 de de al mando de don Viliamil, zarpó de E!Ferrol en su viaje de ai mondo

ES 16 de de dio en San Sebastián, donde fue recibida por laReina Regente

AI- tía don el 13 de de por última vezal puerto de Santa Cruz de Tenerife

de 7 a 8 nudos-— ya eí 30 deüiclembre pasó de un hemisfe-rio a otro, cortando la Línea porios 24° y 105 de longitud, «lle-

E! 1 de enero, la isla de Fer-nando Noronha se dejó ver en-tie la bruma que cerraba e! ho-rizonte y, en la tarde del 5, la

Amsterdam, quedaron por ba-bor,

SI no se cuentan los días em-pleados en remontar el Cabo

todo eí trapo y arrumbó al Cabo Farewelf y? e! 3 de julio, da

deela?udar'a la oía-""" "*" ' " " " " "corbeta «Nautilos», buque-escuela de la Armada española, cuando iniciaba uno.de sus

viajes de instrucción, Huí'

Por Juan Antonio Padrón Albornoz

La corbeta «Náuíilus» cusndo, con todo el trapo largo, arrumbaba a San Ssbastlán. En primer térsnkio, la embarcaclcn en lacual la Reina Regente se dirigía al buque-escuela.

vando ya desde los 4 de latitud f «Ñautilus» dio fondo en ía Bahía!a brisa del SE. que hallamos, i cíe Todos los Santos, o sea, asin que mediase más que unas j ¡as tres semanas justas de ha-cios horas de caima, después deaejar ía del NE.

i -se einorlarliirae ría Isi

ber dejado por la popa las aguasde Canarias,

—aquellos de vientos de proa ytemporal— en sólo veinte díasla corbeta española cruzó el In-dico a una media de 8 nudos,sí bien en ocasiones alcanzó ysostuvo los 12.

En la nnr.he de! 15 se obser- ¡

¿u dirigí mis pasos desde elmuelle a la casa-paiacio deLord Glasgow, que era enton-ces Gobernador General de lacolonia. Fue recibido con extre-mada cortesía y afabilidad, ma-

frase de la gente de proa. E!viento cargaba duro y traía em-peño especial en dar trabajo almaestro velero, rifando o lle-vándose más lona de la que ha-bíamos pendido desde nuestrasalida de España, La noche del11 de septiembre se presentófea, y no contento el tiempo condespedazar las mayores, unagavia y un foque, la mar, quearbolaba corno si no fuese la deun Pacífico, abordó a la «Nauti-lus»s llevándose la canoa queestaba suspendida de los pes-cantes de popa».

El día 25, mientras realizabauna maniobra en ¡a verga detrinquete, —todo e!ío duranteun fuerte temporal del SE.—•cayó a cubierta el cabo de mar!Esteban L.etamendía. Tan gravesfueron sus heridas que fallecióai día siguiente y, con las for-malidades de rigor, fue sepulta-do en la mar,

Tras 37 días cíe mar —de ellos !22 ciñendo, incluso de vuelta yvuelta— la «Nautilos» dio fon-

I oo en Valparaíso tras saludar a jj ía plaza y ai acorazado «Capí-!i tan Prat». j

Fueron días de descanso y. ja¡ mismo tiempo, da instrucción jen tierra para los 'tramos es-ípañoles. A su llagada, el co-mandante de la «Nautiliís» recí- jbio del Gobierno chileno un cc-j La «Nautilos» amarró a la bo-rr.unicado que, textualmente, co-jyi destinada ai buque de la Ma-menzaba así: «El Presidente delnna de Guerra española que,Id República considera que de-! por entonces, estaba destinado

Muchas fueron las atencio-nes con los marinos españoles—lanío por parte de las autori-dades chilenas como de la nu-merosa colonia hispana que allíresidía— y, cuando de nuevose hizo a la vela, de acuerdocon las instrucciones recibidasoe Madrid, arrumbó directamen-te al Cabo de Hornos para, deal!¡( seguir a Montevideo. A subordo, la «Nautilos» había em-barcado dos guardiamarinaschilenos —Green y Hyat— deacuerdo con los deseos de lasautoridades navales de aquelpaís a las que, telegráficamen-te, se accedió desde Madrid.

La salida fue emocionante:«Un remolcador del Gobiernonos puso en franquía, sacándo-nos desde lo proximidad delmuelle circular y diques flotan-tes, por entre las dos líneasque formaban en sus fondeade-ros los cruceros «Pinto» y«Errazuruz», cazatorpe d e r o s«Lynch» y «Conde!!*, y Jos aco-razados «Cochrane» y «Prat»,cuyas dotaciones,, encaramadasen lo más alto de las bordas,saludaban afectuosamente a laü6.; buque que, durante variassemanas, había permanecido en

puerto» siendo objsto de tantasy tan cariñosas atenciones»,

En quince singladuras la«Nautilus» cruzó a Cabo Pila-res y, en plena Pascua de Na*viciad, emprendió la operaciónae montar el Cabo de Hornos,£ 28, con mar gruesa y chubas-cos, se recaló sobre la isla deD'ego Ramírez y, al día siguien-te ei Cabo estaba a la vista.

La despedida del año fue se-ñalada pues, poco después, sedesencadenó un fuerte témpo-ra1 y, por vez primera durantee! -viaje, hubo que llamar a laauardía franca. Viento, granizoy chubascos, —todo ello acom-pañado por el sordo retumba?de los truenos— mientras, conpbricía, la «Nautllus» era go-bernada y, sin perder nada,subía por ¡a costa de Patagonia^¡¡entras poco a poco aumenta»bo la temperatura y cedían iostemporales. Sufrió los efectosde un «pampero» frente alGolfo de San Matías y, a las-iiez de la noche del 13 de ene-ro. desde el mayor se cantó teíuz del faro del.--cerro de-Mor* <U-YILÍGO, puarto donde " l a corbe-ta dio fondo al amanecer ; '-del-:c* fa siguiente. . -: .. : U j

De nu'avo en si Atlánticopara España los guardiarnannasque debían presentarse a exa-rn&n y, e! 12 de febrero, la cor-beta zarpó río abajo —hacia

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ro rápido pues, en varias oca-siones, los otros «sailing ships»avistados por la proa al ama-necer» ya por la tarde sólo de-íaban asomar —alia en la línelejana del horizonte y por la po-p¿*— los juanetes altos y sobre-íuanetes.

Con respecto a la escala enLas Palmas, Villamii dice tex-tualmente en su libro: «Debomanifestar sinceramente queen ningún punto de España ha-llan los marinos de todas lasnaciones la hospitalidad que espropia de Santa Cruz de Teneri-fe y Las Palmas».

Fiestas y agasajos a los ma»rtfx>s de la «NautiSus», fiestasy agasajos una incluyeron una•lachada» que fue del máximoagrado de Viilamii que dijo alrespecto: «Excuso decir quedesde el primer momento mesentía apasionado por esta cla-se de sport, en que el hombredemuestra su destreza, fuerzamuscular y coraje para e! com-bate cuerpo a cuerpo».

Cuando llegó el momento dela partida, la «Nautiius» se hi-zo a ia vela y contestó a loshonores con que le saludaronotros buques de guerra en puer-to, La fragata francesa «Melpo-mene» —con la que años des-pués coincidiría más de unavez en aguas de Santa Cruz deTenerife— formó la guardia enel castillo y, mientras su bandade música batía marcha, la do-tación, con el comandante a lacabeza, saludó al velero espa-ñol.

Igual hizo el acorazado H.M.S.«Narcissus», de ia Roya! Navy,fondeado entonces en aguas delpuerto grancanario. La «Nauti-ius», en frase de Villamíl, «alhallarse frente a frente de cadauno de ellos arría sus sobres,como si quisiera indicar, a! su-primir las veías más altas, queEspaña descubre la cabeza y lainclina llena de reconocimientoante tan valioso homenaje».

Rumbo al Sur, ¡a «Nauíilus»inició la primera de sus singla-duras hacia Bahía, su siguienteescala,

«Creíamos que la flojedad dela brisa nos obligaría a fondearo voltejear sobre aquella costa,pero no sucedió así. Con el soltomó más fuerza el viento, ymuy luego la «Nautiius» se se-paró de la tierra a fin de evitarsu abrigo; y archivando cadauno de sus tripulantes, allá enlo más recóndito de su corazón,un recuerdo de su estancia enlas Canarias, todos pusieron susojos en ese punto que la ¡ma-¡gmacíón finge y coloca en elhorizonte; punto que entoncesera Bahía, que será Australia!después, para convertirse luego!en el querido hogar que ya que-!da por la popa.

Aquella misma tarde pudimosver el famoso Pico de Teidemostrando su cumbre por enci-ma de las nubes. Era la últimatierra española que veíamos, yera también la que más se le-vantó sobre eJ nivel de! mar».

La «Nautiius» arrumbó a pasara unas 80 millas al Oeste de tasislas de Cabo Verde y, despuésjée entrar en plena zona de losalisios —Adonde dio una medial

I fueron sus heridas que talleciój si día siguiente y, con las for-| rnalídades de rigor, fue sepulta-í do en la mar.

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La corbeta «Nauíilus» cuando, con todo e! trapo largo, arrumbaba a Sssi Sebastián. Esi primer término, la embarcación en íacual la Reina Regente se dirigía al buque-escueta.

j ia plaza y ali tan Prat».

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Fueron días cíe descanso

vando ya desde los 4 de latitud.a brisa del SE. que hallamos,bm que mediase más que unasdos horas de calma, después de

•Naiitilús» dio fondo en ía Bahíace Todos los Santos, o sea, a¡as tres semanas justas de ha-ber dejado por la popa las aguasde Canarias,cejar la del NE.»

Las singladuras de ta "Nautilus"En el viaje hasta Ciudad del

Cabo, la «Nautilus» se mantu-vo voltejeando cerca de la isla06 Tristán de Acunha mientras,en dos botes, varios de sus tri-pulantes se dirigieron a tierra

habían permanecido atracadosjunto a ella.

A las dos de la tarde se lar-gó todo el trapo y, dice Villa-imil; «Recuerdo que la insisten-cia de algunos de a bordo en

y volvieron con la sorprenden- mirar hacia ía ciudad, que que-noticia de que —-según un

oficia! de la Marina francesa-—&n la pequeña isla de Ni-ghtinga-íe, el año anterior había sidoavistado un náufrago, de nacio-nalidad española, que no quisoaceptar la oferta de protecciónofrecida.

En las aguas de Ciudad delCabo, ía «Nautiius» sesteó unoscías y, durante ellos, la tripu-lación repasó la jarcia y arbo-ladura, tarea que alternó con vi-scas a la ciudad y excursionesa! interior.

«Para llegar a Australia porla ruta que seguimos, hay quedejar atrás este extremo delÁfrica, poner proa a Oriente ynavegar 6,000 millas sin inte-rrupción, es decir, sin escalaa.guna».

Esto escribió don FernandoViiiamil, comandante de la «Nau-tiius» cuando, arranchada a sonde mar, la corbeta española—en la estela de un remolca-dor-— abandonaba las aguas deCiudad del Cabo al mediodía del13 de febrero y cambiaba lasseñales de despedida y corte-sía con dos buques de guerra,aiemán uno y ruso el otro, que

Ofcba por la popa ,me hizo fijaren los destellos que desde unade las azoteas se dirigían hacianosotros. Indagué y supe que

—aquellos de vientos de proa ytémpora!-— en sólo veinte díasla corbeta española cruzó el In-dico a una media de 8 nudos,si bien en ocasiones alcanzó ysostuvo ios 12,

En la noche dei 15 se obser-vó una aurora boreal, fenómenointeresantísimo que duró ochohoras y que quedó reflejada eneí Cuaderno de bitácora con to-do detalle por los oficiales quetuvieron a su cargo las guardiasde noche,

Esto, y !a pesca de bonitos, j—hubo días en que se captura-ron catorce, con un peso medioce 30 libras— rompió un tanto

monotonía de las singladuras ]

Zü dirigí mis pasos desde elmuelle a la casa-palaclo deLord Glasgow, que era enton-ces Gobernador General de lacolonia. Fue recibido con extre-mada cortesía y afabilidad, ma-

a» mismo tiempo, de instrucciónen tierra para ios trinóos es-jpañoles. A su llagada, el co- jmandante de la «Nauíilus» recí- jbio da! Gobierno chileno un GG-; La «Nauíilus» amarró a ía bo-nr.unicado que, textualmente, co- y* destinada ai buque de la Ma-

reentras poco a poco aumenta-ba la temperatura y cedían lostemporales. Sufrió los efectosde un «pampero» frente al

Lynch» y «Conde!!», y los acó-¡Golfo ríe San Matías y, a lasrazados «Cochrane» y «Prat»,j rliez de la noche del 13 de ene-

¡:o. desde el mayor se cantó Nfu¿ del faro del cerro de MOIVJIcvídso, puerto donde Sa corbe-ta ¿Ho fondo al amanecer • del;c* fa siguiente, - . . - ;

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¡ sanjdaban afectuosamente a laJ ae¡ buquo que, durante varías| semanas, había permanecido en

Da nuevo en e! Atlántico

menzaba así: «E! Presidente deid República considera que de-

de Guerra española que,por entonces, estaba destinado

para España los guardiamarlnasque debían presentarse a exa-men y, el 12 de febrero, la cor-beta zarpó río abajo —hacia

laiiamil-—

«Nautilus» —dice V i -sprimer buque con !

bandera española que había jfondeado en las aguas de esta |ccionía, tanto, que hasta des- jpues de amarrados nos creían jai-siríacos, por la semejanza de jcolores de ¡as banderas nació-

» s^^,^ *,,•**•& u w v« V J *JMf\f «•] M W 1 , . L • I i t~ I *

ocho días de permanencia en el >'• •' 1 de abni' ,la corbeta dioCabo habían sido tiempo suf¡-!:onao en Port Adela1-1-cíente para que algunos de losmuchos jóvenes que iban a bor-c«c interesaran más de un cora-zón de las hermosas inglesascue habían visitado ía «Nauti-ius», las cuales, por medio deespejos bien combinados, en-viaban, en rayos de africano so!,un último adiós a sus amigos»,

E! Cabo despidió a la «Nautl-iüs»> con seis días de vientosQ6 proa y, a! séptimo» estallóe¡ temporal con toda su furia.Pasada ia tormenta, la corbetaarrumbó a Port Adeiaide y, paraello, atravesó en su derrota elindico Sur, tangenteando en va-rios puntos el límite de lasbancas de hielo en la estaciónque corría. El viento favorecióía marcha de la «Nautilus» enUs inmediaciones de ías Cro-zei — antes había dejado por es-tribor los archipiélagos desier-tos de Príncipe Eduardo y Ma-non— y cruzó entre las Kergue-len y San Pablo que, con las

Victoria, Melbourne y Sydneyfueron las siguientes metas del 1peripío de la «Nautiius», cuya 1tripulación fue siempre bien re- jc-bida y homenajeada en todosos puertos.

En Newcastle, e! comandantede ía «Nautiius» tuvo ocasiónde visitar una fragata de cua-tro palos que, con 4.000 tone-ití&as de carbón, se preparabapara hacerse a ia vela rumboa Chile, «Salió el mismo día quenosotros para Wellington y, desu capitán recibí noticias acer-ca del Estrecho de Cook».

El 21 de junio, la «Nautilus»zarpó y, ya en franquía, largó

A remolque del «Hércules», la «Nauíilus» —con e! aparejo cargado y aferrado— hace su entrada e«n El Ferrol, donde dio porterminado su viaje de vuelta al mundo. * • • • -

ia zarpa- dei puerto de La Habana efe innumerables embarcaciones.

n.festándome en los primerosmomentos que, habiendo perté-necido a la Marina Real ingie-

j sa, en la que había servido has-| ta alcanzar el empleo de capi-tán dé navio, conocía a Españay a sus antiguas posesiones deUltramar, y por lo tanto teníavo dos motivos para pareceríaSimpático: ser marino español,y ser Comandante del primerbuque de guerra que allí daba& conocer nuestra bandera».

Los marinos de la «Nautilus»pi dieron contemplar durantesus excursiones el monte Eg-íViont, el mismo que, según 'el

I capitán Cook, más se asemejaa nuestro Teide.

En aguas delPacífico

De nuevo en ía mar, la «Náu-íiiv.s» arrumbó a Valparaíso. «Aios tres días de dejar el puertono cabíamos en la mar, según

be aprovecharse ía llegada aaguas chilenas de! buque-es-cíela «Nautilus» de la ^.Marinaa e Guerra española para demos-trar a esta nación, y en espe-cias a su Marina, nuestro reco-nocimiento por fas espontáneasy generosas manifestacionesce que han sido objetos los bu-ores de la Armada chilena enocasiones en que han tocado enpuertos españoles. En conse-cuencia, se procederá a ofrecera« Comandante de dicha navetvdos los elementos que nece-site, y si éstos no se encontra-sen en ios arsenales, queda V.S.—Comandante Genera! de Ma-r.na— autorizado para adquirír-k'S en plaza». Al mismo tiempo,ét jefe de la Marina chilena re-cibió órdenes de poner a dis-posición de los marinos españo-les cuantos elementos necesí-tosen y, más tarde el presiden-te Montt —-que como capitánce navio pasó por Santa Cruz06 Tenerife— recibió a don Fer-nando Viiiamil. ¿

B la Estación Nava! de Américaas. Sur. Cerca se encontrabauna fuerza naval brasileña que,oí mando de! almirante Gosal-vez, estaba compuesta por eíuucero «Tiradentes», e! moni-tor «Bahía» y dos transportesarmados, así como un vapor deíe. Armada uruguaya.

De Montevideo, la corbeta es-pañola siguió a Buenos Airesuonde, después a la plaza y alos buques ds guerra allí basa-ccs. dio fondo y atracó en unaaársena cercana a la Plaza de¡e Vicíona. El recibimiento fuemagnífico y, entré agasajos yexcursiones, la tripulación deía «Nautilus» pasó su estanciaen el puerto de la capital argen-tina.

El comandante Viiiamil fue in-stado a visitar y pasar un díaen eí crucero «9 de Julio» que,recientemente adquirido enG^an Bretaña, era entonces lanías moderna unidad en aguas

e América del Sur. En e! tra-satlántico «Cádiz» embarcaron,

Montevideo, donde desembarvcaria e! práctico— y, ya en lamar aita y libre, dio todo el tra*po y arrumbó a San Juan dsPuerto Rico,

El 25 de marzo de 1894, mien-tras ía -ciudad celebraba la Pas-cua de Resurrección, Sa «Nautl*iüs» entró en puerto yf al pre-sentarse a ías autoridades, elccmandaníe Viüamil supo quere habían recibido órdenes paraqut la «Nautiius» esperase allrlo llegada ds¡ vapor correo deJa Trasatlántica Española. Pre-vio acuerdo con Montojo, comaridante de Marina en PuertoR?co f y con e! jefe de la. Comi-

CPasa a ía página 8)

$$&£^^REPRODUCCIONESFOTOGRÁFICAS:

Joan HERNÁNDEZ

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PAGINA OCHOE l D Í A Miércoles, 23 de enero de 1974

(Viene efe ¡a página 4}

sión Hidrográfica, Sos guardam?.-nnas de ía corbeta comenzarone¡ levantamiento de planos dela cosía y, además del servicioreglamentarlo, visitaron y estu-diaron las fortificaciones de ¡afsja.

A mediados de abrí!, la cor-beta se hizo de nuevo a ¡a ve-ía y, tras cinco días de buennavegar, quedó encalmada cercaoe 48 horas y, ya el 26f se metióce ¡Seno en la corriente del Gol-fo y, a la una de la tarde delr¿?, recaló sobre el faro del Ca-bo Barnegat. Tomó práctico y,a! anochecer, fondeó cerca delfuerte Lafayette para, al día si-guiente, hacer su entrada enNueva York.

Con el cónsul de España—don Arturo Baldasano y Tope-te— el comandante Villamil ocu-pó lug-ar preferente cuando sedescubrió e! monumento a Cris-tóbal Colón en eí Central Parkyf más tarde, fue invitado a vi-sitar el Arsenal de Brooklyn, iocual también hicieron luego losoficiales y gu-ardamarinas de lacorbeta.

Grata fue la estancia —-entrelas excursiones figuró una a lasCataratas del Niágara™ y, des-pués de tres semanas en Nueva York, la corbeta españolaarranchó a son de mar y, e! día26 de mayo, se hizo a la velacon rumbo a Plymouth.

Tras fargas la estacha del re-molcador, la «Nautilus» —quezarpó junto con «cinco o seisde los grandes trasatlánticos»—comenzó sus singladuras. Y de-cía Villamii: «Viendo esos bu-ques, que representan un pesode diez a doce mil toneladas,movidos con una velocidad de18 a 20 millas por hora, aterrala Idea de un choque al navegar,como navegan a veces, días ydías envueltos en la espesa nie-bla, tan frecuente en determina-dos puntos de este Océano. An-te tal cálculo, no se explica quehaya quien, por mero caprichode viajar, se exponga a arros-trar los terribles peligros queson consiguientes a una coli-sión. Varios vapores .pasaron pornuestro costado mientras ven-cíamos la distancia entre elpuerto propiamente dicho y San-dy-Hook, donde quedamos a mer-ced del poco viento que reinaba,ciñendo para separarnos de es-tos lugares tan a propósito paraque un pobre velero sea pasadopor ojo, en cuanto la niebla fa-vorezca con su denso velo ¡aconsecución de estos sinies-tros».

El comandante Vi¡!Iarnil llevósu barco lejos de las derrotasseguidas por los témpanos dehielo y, a su llegada a Plymouth,supo que días antes había arri-bado un «liner» de la Anchor Li-ne quef a medía travesía, em-bistió a una de estas bancas flo-

rezca especia! mención, si bienpudimos apreciar la completa or-ganización de prácticas paramanejar los torpederos, a losque diariamente veíamos manio-brar, y el procedimiento rápidopara que un buque de la impor-tancia del «Latouche-Tréviíie» pa-sase de la situación de arma-mento a la de pruebas, resulta-do de los cuales me fue fácilenterarme, por ser su Coman-dante antiguo amigo mío».

Cinco días permaneció la«Nautilus» en Cherburgo y, conviento favorable, se hizo de nue-vo a la vela «con la cariñosadespedida que expresaba pormedio de señales hechas conbanderas la fragata «Iphigénie»,y después de navegar unas cuan-tas horas en medio del hervide-ro formado por las fuertes co-rrientes, quedamos en caima,preparándonos para soportar Lascontrariedades que son consi-guientes a estas cortas trave-sías».

Nueva escala, Brest en estaocasión, —allí se encontraban,entre otros, los acorazados «Du-puy de Lome» y «Charles Mar-teíl»—- donde, con tres veleros-escuela, estaba la célebre fra-gata «Borda», en la cual se lle-vaban a cabo los exámenes delos aspirantes para la Marina deGuerra.

El día 13, al mediodía, la «Nau-tilus» zarpó y, con todo el apa-rejo largo, arrumbó a las cos-tas españolas. En la noche del15 se reconoció la luz de Machi-chaco y, a la mañana siguiente,estaba cerca de la Concha deSan Sebastián de acuerdo conlas instrucciones que el prácti-co entregó a Villamil.

E\ comandante escribió en suDiario: «Cuando me cercioré pormis propios ojos de que S.M, laReina Regente con sus Augus-tos hijos venía en la traineraque se acercaba a nosotros, or-dené el saludo de ordenanza,arriando sobre y petifoques, quevolvieron a izarse al estallar e!último de los 21 cañonazos, pre-parando en seguida la gente ala banda de estribor para salu-dar a la voz, en cuanto dismi-nuyese la distancia. Así se hizomomentos después, notando queen mi voz y en la de todos vi-braba como nunca el sentimien-to del amor por la patria y e! nomenos grandes de agradecidoscorazones hacia la genuina re-presentación de ésta.

Se empezaban a cargar so-bres, juanetes y mayores en losmomentos en que SS.MM. y AA.RR., ,al costado mismo de ia«Nautilus», mostraban deseosde subir a bordo, para lo cual imandé arriar la escala y deseen- idi por ella para recibir el más ¡valioso cargamento que puedeentrar en un buque de guerra».

Así, con ía visita real, Siegoa España ía «Nautiíus» despuésde un viaje que, sobre todos los

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| las numerosas escalas, figuró¡ una en la base naval de Crons-tandt. Su comandante, eí citadocapitán de fragata Rodríguez yMarvan, fue recibido por el Zary, tras realizar visitas oficialesen otros puertos, la corbeta re-gresó a España.

Vuelve a nuestro puerto a fi-nes de 1900 y, mientras izabaun bote, falló uno de los apare-jos y dicha embarcación cayóen cubierta. Resultó alcanzadoel guard¡amariña Roig que, lue-go, falleció en el Hospital Mili-tar de ía plaza y fue sepultadoen eí cementerio de San Rafaeiy San Roque.

Nuevos comandantes —Azcá-rate Méndez, Quevedo, Márquezy Moreno Eliza— y, con éste úl-timo, marchó a La Habana a iosdiez años de la guerra. Fue apa-teósico el recibimiento, y otrotanto ocurrió cuando la corbetase hizo a la vela con rumbo aEspaña.

Los camandantes Núñez, Du-ran, Barrera y Magaz la tuvierona su cargo hasta 1914 y, des-pués de maridaría don SantiagoMéndez y don Antonio Trulién-que, se hizo cargo de ella donAntonio Mendívil, su último co-mandante y primero que luegotuvo el actual «Juan SebastiánElcano*.

Al mando de Mendívii, »a«Nautilus» llegó a Santa Cruz deTenerife el 13 de mayo dé 1922,Entonces se encontraba en puer-to el célebre «Vasco de Gama»,de la Marina de Guerra pórtu-

¡ guesa, así como el transporte«Salto», de la Armada uruguaya. La «Nautilus» —que venía deFunohal— cruzó ante ¡a proa del«Ceramic», el célebre «cuatropalos» de la White Star Line,y dio fondo en la dársena. Trasella lo hizo el citado «Üner» in-glés —que con numerosos pa-sajeros procedía de Australia,vía Ciudad del Cabo— y, mástarde, llegaron los «Delfín»,«Águila», «Pacuare» «León y Castillo», «Esperanza» y «Tacáron-te».

Cuando el día 20 la «Nauti-lus» se hizo a la vela con rum-bo a Dakar, de vuelta encontra-da se cruzó con los trasatlánti-cos españoles «San Carlos» e«Infanta Isabel» que, con el fri-gorífico inglés «Pakeha» —elmismo que se disfrazó de acora-zado durante la segunda guerramundial— se dirigían a tomar íabocana del puerto.

Así, con despedida de «Üners»gallardos, se fue de la mar san-tacrucera la corbeta «Nautiius»,aquejla que, a su llegada a ElFerrol el 30 de septiembre, que-dó allí y -—pocos meses más tar-de™ fue dada de baja. Desarma-da, la «Nautilus» esperó el des-guace y, convertida su estampaen informe maderamen, se fuede la mar uno de los pocos«clippers» que entonces, comopiezas de museo, sobre ella flo-taban. Subastada en 1932 —sepagaron 15.000 pesetas por ella— la «Nautilus» fue desmantela-da seguidamente en La Grana.

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j "Casino de Fasnía1'CONVOCATORIA • ;<

De conformidad con : f óV dis-puesto en nuestro Reglamento,se convoca <a Junta General Or-dinaria a los señores socios pro-pietarios, que habrá de cele-brarse eí día 26 de Sos corrien-tes en su loca! social, a las die-cinueve horas en primera con-vocatoria y media hora después,cualquiera que sea eí número deasistentes con arreglo al si-guiente '- '7/1

ORDEN DEL DÍA J1,—Lectura y aprobación^ sí

procediera, del acta de la sesiónanterior. ; |

2.—lectura de la MemoriaReglamentaria,

3.—Presentación de cuentas ysu aprobación si procede. U-

4.— Presupuestos generalespara el año entrante y sü&apro-bación si procediera. - ":J

5.-—Elección de los puestosdirectivos vacantes que hubie-re a la fecha de esta Junta,

6.—Ratificación por parte dela Junte General del aumentode la cuota mensual acordadaen la última Junta General,

7.—-Ruegos y preguntas./

Pasma, a veintiuno de enerode 1974.—-P. A. de ¡a J. D.—EJSecretario,-—Vto. B.no.-—. El Pre-sidente. ....',

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ciamos la distancia entre eipuerto propiamente dicho y San-dy-Hook, donde quedamos a mer-ced de! poco viento que reinaba,ciñendo para separarnos de es-tos lugares tan a propósito paraque un pobre veiero sea pasadopor ojo, en cuanto ia niebla fa-vorezca con su denso velo laconsecución de estos sinies-tros».

El comandante Vil lamí! llevósu barco lejos de las derrotasseguidas por los témpanos dehielo y, a su llegada a PSymouth,supo que días antes había arri-bado un «liner» de la Anchor Li-ne que, a media travesía, em-bistió a una de estas bancas flo-tantes y resultó con la proa des-trozada.

La «Nautíkis» recaló sobre elfaro de Land's End y, tras reco-nocer el Cabo Lizard, arrumbóen busca de la luz de Eddystoney, al amanecer del 18 de junio,su proa apuntó a la bocana deipuerto de Píymouth. Saludó a laplaza y al acorazado «Benbow»y, mientras recibía las salvas re-glamentarias, dio fondo cercadel Arsenal.

El comandante VJilamil visitóe las autoridades —entre ellasal almirante Sir Algernon Lyons— y, mientras el vicecónsui tíeEspaña, el señor Beilamy, aten-día a los marinos españoles, iosJefes del Arsenal pasaron unainvitación para que los aficialesy guardarnannas visitasen dichoes tableci m lento nava I.

Con el jefe de la ComisiónNaval española en Londres —en-tonces desempeñada por el al-mirante Cervera— el comandan-te de la «Nautílus» visitó el Ar-senal de Devonport, Londres,los principales astilleros y fac-torías navales y, tras cinco díasde estancia, el velero se prepa-ró para hacerse a la mar conj&rm'bo a Cherburgo.

Rumbo a EspañaYa en el citado puerto gafo,

la «Nautilus» fondeó cerca de lafragata «Iphigénie», buque-escue-la de la Marina de Guerra fran-cesa con la que, en alguna oca-sión, coincidió en aguas de San-ta Cruz de Tenerife, ocasión enla que, para completar ei cua-dro de la mar pintada de Darcos,también se encontraba la «Nau-tilus» holandesa.

Tras las visitas protocolarlas—una de ellas a! vicealmiranteCuverville, jefe del Departamen-to Marítimo— se organizaronexcursiones a París y, también,al Arsenal y buques de ia Ma-rina gala surtos en el puerta.«Dos días consecutivos se em-plearon en recorrer las diferen-tes dependencias del Arsenal,en el cual nada vimos que me-

braba como nunca el sentimien-to del amor por la patria y e! nomenos grandes de agradecidoscorazones hacia la genuin-a re-presentación de ésta.

Se empezaban a cargar so-bres, juanetes y mayores en losmomentos en que SS.MM. y AA.RFL, ,al costado mismo de ia«Nautilus», mostraban deseosde subir a bordo, para lo cualmandé arriar la escala y descen-dí por ella para recibir el más jvalioso cargamento que puedeentrar en un buque de guerra», 1

Así, con la visita real, íiegó'a España la «Nautilus» despuésde un viaje que, sobre todos losocéanos del mundo, duró veintemeses, viaje que finalizó cuan-do —a las ocho de la mañanadel 11 de agosto de 1894— diofondo en aguas de El Ferrol.

La vida marinera dela "Nautilus"

Tras un recorrido completo decasco y aparejo, la «Nautüus»volvió a ser arranchada a sonde mar para un nuevo crucerode instrucción y, al mando deicapitán de fragata don Julio delRío Díaz, el 13 de octubre zar-pó de El Ferrol y, después detocar en Marín, Cádiz y Las Pal-mas, llegó a Santa Cruz de Te-nerife. Tras varios días de es-tancia zarpó rumbo a San Juande Puerto Rico, Santiago de Cu-ba, La Habana y Punta Delgada,puerto de donde regresó al Fe-rrol.

En noviembre de 1895 vinoal mando del capitán de fragatadon Alberto Balseyro y Casajúsy, al año siguiente —con el mis-mo comandante— volvió cuando,en crucero de instrucción, navegaba de San Vicente de CaboVerde a Fuñona I, Lisboa y El Fe-rro!.

En noviembre de 1897 —almando del capitán de fragata donJosé Romero y Guerrero— zarpó de La Carraca y, tras hacerescala en nuestro puerto, siguióa Río de Janeiro, Ciudad del Ca-bo, Santa Elena y Funchal. Esta-ba programada la visita a alyunos puertos del Caribe pero, an-te la guerra con Estados Uni-dos, el comandante Romero re-cibió órdenes para, desde SantaElena, regresase a España.

En 1898 y año siguiente llevóa cabo sus cruceros de instruc-ción por aguas de la Penínsulay Mediterráneo —llegó rvastaAlejandría— y, ya en el viaje si-guiente, al mando del capitánde fragata don Gabriel Rodrí-guez y Marvan, volvió a ¿antaCruz de Tenerife, de donde si-guió a Montevideo.

Al año siguiente, la «Nauti-lus» marchó al Báltico y, entre

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