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    LA ESPAA DE LAS TRES CULTURAS:LA CONVIVENCIA ENTRE JUDOS, MUSULMANESY CRISTIANOS EN LA EDAD MEDIA

    Laura Pramo de Vega

    Resumen: La Espaa medieval ha sido frecuentemente presentadacomo un ejemplo de convivencia pacfica entre los tres grupos religiososque la habitaban: cristianos, judos y musulmanes. Sin embargo, esta tole-rancia fue ms bien ficticia, pues se basaba en el predominio de una de lascomunidades sobre las otras y de forma ms o menos frecuente se produ-can episodios de violencia. La quiebra definitiva de la armona se produjoen el siglo XIV. Destaca el antisemitismo que precedi a la definitiva ex-pulsin de los judos en 1492.

    Palabras clave: Convivencia pacfica- cristianos- judos- musulma-nes- tolerancia- violencia- siglo XIV- antisemitismo

    Title: The Spain of three cultures: the coexistence of Jews, Muslimsand Christians in The Middle Ages.

    Summary: Medieval Spain has often been presented as an exampleof peaceful coexistence of the three religious groups which inhabited it:Christians, Jews and Muslims. However, it was quite a fictitious toleranceas it was based on the predominance of some communities over the oth-ers and with greater or less frequency some violent incidents occurred.Eventually that harmony collapsed in the 14th century. It is noteworthy tomention the anti-Semitism which preceded the permanent expulsion of

    Jews in 1492.Key words: Peaceful coexistence- Christians- Jews- Muslims- toler-

    ance- violence- XIV century- anti-Semitism.

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    INTRODUCCINDurante mucho tiempo se ha hablado de la Espaa medieval como

    un paradigma de tolerancia en el que convivan armnicamente tres cul-turas: la musulmana, la cristiana y la juda. Sin embargo, al hacer un an-

    lisis pormenorizado de la situacin antes descrita, habra que desprendersede esa estampa idlica del Medievo espaol. Es ms correcto hablar de unaconvivencia pacfica que se quiebra de forma ms o menos constante. Hayque tener en cuenta que, a medida que avanza la Edad Media, la culturacristiana se convierte en la dominante y que las otras dos quedan supedi-tadas a ella.

    El anlisis de este panorama se va a abordar de una forma cronol-gica, desde los inicios de la Edad Media, que en nuestro pas coinciden

    con la cada del reino visigodo y la invasin musulmana de la pennsulaIbrica, hasta el final de esta poca histrica, con el reinado de los ReyesCatlicos.

    Dentro de este estudio de la coexistencia de las tres culturas en sueloespaol, los hebreos tendrn ms peso, pues fueron el grupo en torno alcual se suscitaron ms problemas de convivencia. Adems, fue la comu-nidad que cohabit ms tiempo con los cristianos, ya que los orgenes desu presencia en la pennsula son remotos. La arqueologa considera que la

    fecha del establecimiento de los primeros semitas en el territorio que hoyes Espaa es muy antigua, aunque no es anterior a la destruccin del Se-gundo Templo de Jerusaln por los romanos en el ao 70 d.C. Despus deesa fecha se habran ido desarrollando comunidades judas en la costa le-vantina y el sur peninsular. No puede decirse que la coexistencia de he-

    breos y cristianos sigui un desarrollo lineal, sino que se intercalanperiodos de convivencia con otros de intransigencia e incluso de acentuadahostilidad. A grandes rasgos se puede decir que en los siglos XII y XIII los

    episodios de intolerancia son menos frecuentes que en el siglo posterior,cuando los cristianos protagonizan violentos ataques antisemitas de forma

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    continuada. El hecho de que los hebreos fueran considerados como el pue-blo deicida hace que su situacin sea muy comprometida al estar rodeados

    de una mayora de religin cristiana.

    EL ANTISEMITISMO DE LA MONARQUA VISIGODALa monarqua visigoda era marcadamente antijuda y a lo largo de

    su historia desarroll diferentes medidas que coartaban los derechos deesta comunidad, tales como su confinamiento en barrios diferentes, la pro-hibicin de matrimonios mixtos con cristianos y de construir nuevas sina-gogas, les estaba vedado ocupar determinados cargos pblicosLa

    legislacin desarrollada por los reyes visigodos contra los semitas fue es-pecialmente dura en las ltimas dcadas de esta monarqua y se deba msa motivos polticos que puramente religiosos.

    En la Hispania visigtica la minora ms numerosa es la de los ju-dos. Estas comunidades se asentaban en entornos urbanos,ya que mu-chos de ellos desempeaban oficios relacionados con el comercio y laartesana. En Tarragona llegaron a ser tan numerosos que, posteriormente,los historiadores rabes se refirieron a ella como ciudad de los judos1.

    El establecimiento de judos en diferentes puntos de la pennsula cre ren-cillas con la poblacin local, hechos de los que nos informan las fuentes.Ejemplo de ello es que el soberano Sisebuto dirige a los obispos de Martos,Crdoba y Mentesa (en la provincia Cartaginense) la prohibicin de quelos hebreos que habitaban estas reas poseyeran siervos cristianos.

    No obstante, al tratarse de un grupo que generaba riqueza, los reyesvisigodos alternaron posiciones de proteccin con otras de persecucinhacia esta comunidad. Especialmente los hebreos que tenan profesiones

    apreciadas como la de mdico o comerciante fueron protegidos de formafrecuente. En todo caso, los impuestos especiales que esta comunidad pa-gaba eran demasiado lucrativos como para que la monarqua visigtica seplanteara seriamente su expulsin de la pennsula. Por ejemplo, en la ciu-dad de Toledo en el siglo VII la comunidad hebrea era tan cuantiosa queel obispo Aurasio se quejaba de que las autoridades les favorecan deforma evidente.

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    1 COLLINS, R.: Los visigodos. Coleccin Historia de Espaa dirigida por John Lynch, Ma-drid, El Pas, 2008,p. 160.

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    Atendiendo a las cifras del siglo VII, siete reyes visigodos persi-guieron a esta minora, mientras que once los toleraron e incluso prote-

    gieron. Algunas de las polticas antisemitas ms duras son las siguientes:- Sisebuto exigi en el ao 616 que los hebreos se convirtieran al cris-

    tianismo o que abandonaran el reino. Se calcula que la mitad de estos ju-dos aceptaron el bautismo y otros emigraron a las Galias2.

    - Recesvinto (653-672) lleg a decir que el judasmo era una herejaque contamina el suelo del pas y afirmaba que muchos hebreos que ha-

    ban sido bautizados retornaban a su antigua religin y se aferraban a lasleyes de la perfidia, palabras que dan una idea de los sentimientos del

    monarca hacia esta minora3.- Ervigio (680-687) volvi a decretar la conversin forzosa, lo que ge-

    ner un nuevo xodo de judos, esta vez hacia el norte de frica.- Egica (687-702) orden la confiscacin de sus propiedades y arre-

    bat a los padres la custodia de sus hijos para educarlos en la fe cristiana.Debido a todas las persecuciones que haban sufrido por parte del

    poder visigodo, los hebreos saludarn con entusiasmo la llegada de losmusulmanes a la pennsula en 711, pues se mostraban tolerantes con su

    religin. Incluso hay fuentes que les sealan como colaboradores directosde la cada de la monarqua visigoda.

    LA LLEGADA DE LOS MUSULMANESAnte el silencio documental de las fuentes visigodas es imposible

    saber si el reino se senta amenazado por la expansin musulmana.La llegada de los musulmanes a la pennsula Ibrica est directa-

    mente relacionada con el ocaso de la monarqua visigoda. El bando per-

    dedor de la guerra entre los partidarios de los hijos de Witiza y los de donRodrigo, que finalmente ser coronado como rey, decide solicitar la ayudade los musulmanes recin instalados en el norte de frica. Pero las tropasque cruzaron el estrecho de Gibraltar no slo vencieron a don Rodrigo en

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    2 VALDEN, J.:Judos y conversos en la Castilla medieval. Valladolid, Universidad de Valla-

    dolid, 2000, p.20.3 VALDEN, J.:Judos y conversos en la Castilla medieval. Valladolid, Universidad de Valla-dolid, 2000, p.20.

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    la batalla del ro Guadalete (ao 711) sino que ocuparon militarmente la an-tigua provincia romana de Hispania y se instalaron en ella.

    Ante la inexistente capacidad de resistencia del pueblo hispanovi-sigodo y de la aristocracia laica y eclesistica, los invasores se extiendenpor toda la pennsula en pocos meses, capitulando la mayora de las ciu-dades pacficamente.

    En el siglo VIII el Islam no est todava totalmente configurado de-bido a la cercana de su nacimiento. No se presenta como una religin di-ferente a las otras monotestas y reconoce a judos y cristianos comogentes del libro, ya que las tres creencias comparten el Antiguo Testa-

    mento y algunos profetas.Al existir similitudes entre las tres religiones, con frecuencia los ha-

    bitantes de la Espaa visigoda que qued bajo domino musulmn abra-zaron en Islam. Un ejemplo de que se asuma de forma normal el parecidoentre la fe musulmana y la cristiana lo encontramos en la Crnica Bizan-tino-Arbiga y la Crnica de 754, las ms antiguas conservadas en la penn-sula, que se refieren a Mahoma como profeta o caudillo y no parecenasombrarse del mensaje trasmitido por la nueva religin4.

    La poblacin local recibi bien el Islam porque no eran obligados aconvertirse, sino que se permita seguir ejerciendo la propia religin, esos, a cambio de pagar un impuesto especial. Este aspecto econmico hizoque principalmente los ms desfavorecidos se convirtieran a la fe musul-mana.

    Poco despus de la conquista, la mayora de la poblacin de lo quese conocera como al-Andalus era musulmana, aunque perduraron gran-des zonas cristianas, como Toledo y la comarca circundante. Los autcto-

    nos que abrazaron el Islam son denominados mulades, (vocablo queprocede del rabe muwalladun) y pronto constituyeron el grueso de la po-

    blacin andalus.Los ejemplos de islamizacin de la poblacin indgena son numero-

    ssimos. Cuando las gentes que habitaban un lugar adoptaban la fe predi-cada por Mahoma la iglesia se derrua o era convertida en mezquita. EnAlmonaster (Huelva) la iglesia, que formaba parte de un monasterio (como

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    4 MANZANO, E.: La expansin de los musulmanes en la Pennsula. Coleccin Historia de Es-paa dirigida por John Lynch, Madrid, El Pas, 2008, p. 216.

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    indica el nombre de la poblacin), fue reedificada en segunda mitad delsiglo IX y transformada en mezquita5.

    Muchas familias nobles hispanovisigodas abrazaron el Islam y pac-taron con los invasores para conservar su posicin de privilegio. El enten-dimiento entre ambos grupos fue posible ya que los invasores posean lafuerza militar y los indgenas los recursos necesarios para mantenerla. Sesientan las bases de una empresa comn en la que todos salen beneficia-dos. Los rabes eran vistos como garante del orden que nunca existi conla monarqua visigoda.

    Un ejemplo de pacto entre invasores e invadidos es el protagonizado

    por Teodomiro, noble visigodo y gobernador de un amplio territorio cuyocentro era Orihuela. El aristcrata estableci con los delegados de Musa(gobernador del norte de frica que dirige la conquista de Hispania) unpacto mediante el que se compromete a pagar un tributo y se niega a en-cabezar ninguna actitud hostil a cambio de que su vida, bienes y religinsean respetados. La arqueologa da fe de este acuerdo, pues en yacimien-tos como el de Minateda (Helln, Albacete), ciudad que estaba bajo domi-nio de Teodomiro, no se aprecian signos de destruccin y s de progresiva

    presencia de la nueva cultura rabe.El caso contrario lo encontramos en el yacimiento arqueolgico de El

    Bolovar (Lrida), poblado rural en el que se aprecian evidencias de des-truccin y que ya no volvi a habitarse. Las monedas halladas en el asen-tamiento, acuadas en tiempos de los ltimos monarcas godos, permitenfechar el ataque en momentos cercanos al 711, lo que la vinculara con lainvasin rabe.

    Los matrimonios entre cristianos y musulmanes fueron frecuentes.

    Sara, nieta del rey Witiza, se cas en dos ocasiones con musulmanes. Suprimer esposo le fue designado por el propio califa omeya y de l tuvo doshijos, de uno de los cuales desciende el historiador Ibn al-Qtiyya. Des-pus de enviudar, Sara se uni a un miembro del ejrcito sirio establecidoen al-Andalus, con el que tuvo un nuevo vstago, ancestro del importantelinaje de los Ban Ha.

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    5 MANZANO, E.: Los Omeyas y la formacin de al-Andalus. Coleccin Historia de Espaa di-rigida por John Lynch, Madrid, El Pas, 2008, p. 104.

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    Otros ejemplos de matrimonio mixto fueron el protagonizado por lahija del antes mencionado Teodomiro con otro miembro del ejrcito sirio

    y el de la viuda de don Rodrigo, Egilona, con Abd al-Aziz, hijo de Musa.Los descendientes de los matrimonios mixtos entre los conquista-

    dores y los miembros de las familias nobles hispanovisigodas se convir-tieron en personajes importantes de la sociedad andalus. Su identidadvisigoda queda pronto tan diluida que es muy complicado reconocer aestos individuos. Por ejemplo, que se haya identificado a los descendien-tes de Sara la nieta de Witiza es algo meramente anecdtico. Los BanHa de Sevilla, cuyo antepasado era la ya mencionada Sara, en abso-

    luto se consideraban emparentados con la antigua nobleza visigoda y sedefinan a s mismos como puros rabes pertenecientes a la tribu de Lajm,a la que se adscriba el segundo marido de la nieta de Witiza. El ejemplode esta familia muestra como los descendientes de Witiza mediante pac-tos conservaron los territorios de sus antepasados y emparentaron con losconquistadores por medio de matrimonios.

    Los enlaces mixtos fueron criticados por el pontificado y en una cartaescrita entre 785 y 791 el papa Adriano se lamenta de que en Hispania

    muchos que se dicen catlicos entregan sus hijas al pueblo gentil6. La Igle-sia hispana vea con preocupacin cmo sus miembros iban siendo asimi-lados por otra comunidad y que sus bienes quedaban integrados en laestricta herencia patrilineal rabe.

    No obstante, la Iglesia hispana no siempre mantuvo las distanciascon el pueblo invasor. En los momentos inmediatamente posteriores a 711,muchos obispos pactaron con ellos para garantizar su permanencia en lassedes episcopales de ciudades que haban cado en manos rabes. Ejemplo

    de asociacin entre eclesisticos y rabes es el del arzobispo de Toledo,Oppas, que combati al lado del poder musulmn contra las tropas dedon Pelayo, enfrentndose as a sus correligionarios. Sin embargo, partede la jerarqua eclesistica huy de las tierras andaluses para establecerseen el reino astur e incluso en Roma.

    Aunque la tnica general fue el establecimiento de pactos entre in-vasores e invadidos, tambin hubo enfrentamientos. Existieron grupos de

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    6 MANZANO, E.: La expansin de los musulmanes en la Pennsula. Coleccin Historia de Es-paa dirigida por John Lynch, Madrid, El Pas, 2008, p. 95.

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    nobles que les plantaron cara con xito y la ciudad de Huesca soport sieteaos de asedio antes de ser sometida.

    En cuanto a los hebreos, muchos colaboraron con los musulmanes enlos primeros tiempos de la conquista, pues vieron su establecimiento en lapennsula como una oportunidad para mejorar su situacin, degradadapor la monarqua visigoda. En los aos inmediatamente posteriores a 711los invasores confiaron a los judos como aliados suyos la custodia de ciu-dades como Crdoba o Sevilla.

    LA FUSIN DE LAS CULTURAS RABE E HISPANA

    La convivencia entre los musulmanes llegados a la pennsula y lapoblacin autctona hizo que ambas culturas se fundieran, dando lugar alIslam espaol, uno de los periodos ms brillantes de la historia de nues-tro pas.

    La aculturacin que experimentaron los indgenas se tradujo en quelas lenguas romances presentan numerosos prstamos de la lengua rabe,como alcalde, alguacil o algodn, que adems muestran la peculiaridad deasimilar el articulo rabe al a la palabra en cuestin.

    Una muestra ms de la integracin de los musulmanes con los ind-genas la encontramos en los cementerios, pues en muchos casos aprove-charon los de poca visigoda y enterraron en ellos a sus correligionarios.La convivencia en los camposantos de tumbas musulmanas y cristianases ms frecuente en los momentos inmediatamente posteriores a la con-quista y no sabemos si se tratara de individuos forneos o de indgenasconvertidos al Islam7. Cuando la islamizacin de la pennsula se hizo msprofunda se tiene en cuenta la prohibicin de los cementerios mixtos que

    aparece en el Corn.Los rabes, adems de trasladar a la pennsula Ibrica su lengua, cul-

    tura y religin, introdujeron numerosos adelantos en diversos campos:-en agricultura: tcnicas de regado (acostumbrados a vivir en zonas

    desrticas, los rabes intentaban optimizar el aprovechamiento del agua),muchas de las cuales adaptaron a las infraestructuras romanas ya presen-tes en al-Andalus. Cabe mencionar ingenios como la noria, los aljibes, los

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    7 MANZANO, E.: Los Omeyas y la formacin de al-Andalus. Coleccin Historia de Espaa di-rigida por John Lynch, Madrid, El Pas, 2008, p. 75.

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    canales subterrneos Asimismo trajeron nuevos cultivos como el arroz,la naranja, la caa de azcar, la zanahoria

    -en navegacin: la brjula (inventada por los chinos en el siglo IX yel astrolabio.

    -en ciencias: novedades en alquimia, medicina, matemticas-el papel: inventado por los chinos siglos atrs, los rabes lo difun-

    dieron por el imperio que crearon-la numeracin arbiga: los rabes la trajeron a Europa, pero su ori-

    gen est en La India.La progresiva islamizacin de al-Andalus fue homogeneizando a la

    poblacin, de manera que en el siglo X ya se ha consolidado la identidadmusulmana de este territorio, unido tambin por el uso de la legua rabe.Adems, los grupos de judos y cristianos que conviven con esta pobla-cin musulmana son cada vez ms minoritarios.

    LAS MINORIAS TNICO-RELIGIOSAS EN AL-ANDALUSEn general, judos, cristianos y musulmanes convivan en al-Anda-

    lus de forma pacfica, lo cual no quiere decir que no se produjeran episo-

    dios de violencia entre ellos.Dentro de las ciudades andaluses, hebreos y mozrabes (cristianos

    que viven en al-Andalus pero que conservan su religin) habitaban en suspropios barrios, aunque los ltimos se mezclaron ms con los musulma-nes. A las autoridades hispanomusulmanas les resultaba ms prctico queestas minoras vivieran agrupadas para facilitar su control y el pago de lostributos que les era impuesto para poder mantener su religin. A judos ycristianos se les permita vivir bajo jurisdiccin propia (por ejemplo en ma-

    teria de alimentacin y matrimonio) siempre que sta no contradijera a lodictado por el Corn, pero si surgan conflictos entre miembros de estas co-munidades y los musulmanes prevaleca la islmica. Tambin se les im-pusieron restricciones como hacer proselitismo o testificar en contra de unmusulmn.

    Durante la poca del califato y los reinos de taifas, las comunidadesjudas de al-Andalus vivieron un periodo de esplendor en el que muchosde sus correligionarios destacaron como mdicos o cientficos y desem-

    pearon cargos de poder en la administracin. Cabe mencionar algunos-judos clebres como Hasday ibn Saprut (915-970), mdico y diplomtico

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    muy cercano al califa o el poeta malagueo afincado en Zaragoza Salo-mn ibn Gabirol (1021-1052). Pero si hay una figura que merece la pena ser

    resaltada es la de Maimnides, mdico y filsofo cordobs.Se calcula que en el siglo XI habitaban en las tierras andaluses unos

    60.000 judos, aproximadamente un 1% de la poblacin total. Los descen-dientes de los hebreos de esa centuria se referirn a ella como una edad deoro.

    Los judos, igual que los cristianos, se vieron influidos por la nuevacultura imperante en la pennsula y adoptaron la lengua rabe y asumie-ron su tradicin cientfica. Jugaron un papel fundamental en la transmisin

    de los conocimientos rabes a la Europa occidental, pues en numerosasocasiones ejercieron de traductores al dominar el hebreo, el latn y el rabe.

    Las juderas gozaban de una administracin propia basada en unasordenanzas (taccanot), de cuyo cumplimiento se encargaba un consejo deancianos y unos jueces. Los barrios habitados por los hebreos estaban cer-cados y posean su propio cementerio. Las juderas no alcanzaron un ta-mao excesivo, a lo sumo albergaban unas cuatrocientas familias. Cabedestacar por su importancia las de Crdoba, Sevilla, Tudela y Jerez.

    La juda era la comunidad ms culta de la pennsula durante la EdadMedia. La educacin y la riqueza de un buen nmero de sus miembros lespermitieron colocarse entre las lites gobernantes de los reinos taifas. Sa-muel ben Nagrela lleg a ser visir del reino taifa de Granada y su hijo Yosefhered el cargo. Otro cargo que desempeaban los judos era el de emba-

    jadores ante los monarcas cristianos, pues dominaban la lengua romanceque hablaban stos. Pero estas posiciones de privilegio le costaron caro ala comunidad juda, pues frecuentemente los musulmanes criticaban estos

    hechos.La otra minora que conviva con los musulmanes eran los mozra-

    bes, indgenas que haban optado por conservar su religin cristiana. En unprincipio se les permiti regirse por una jurisdiccin propia, conservandoel Liber Iudicium visigodo. Contaban con un gobernador que serva de in-termediario entre ellos y las autoridades andaluses. Los documentos arro-

    jan datos sobre funcionarios laicos cristianos a los que se denomina condes.A pesar de que la religin cristiana era tolerada, su prctica no era to-

    talmente libre, pues estaba sometida a restricciones como la prohibicinde edificar nuevas iglesias o restaurar las ya existentes, la obligacin de

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    realizar el culto a puerta cerrada La Iglesia mozrabe intent continuarcon su organizacin previa y adaptarse a las circunstancias. As, se man-

    tuvo la organizacin eclesistica visigoda y las dicesis conservaron su in-dependencia de las autoridades musulmanas en lo posible.

    A pesar de que algunos mozrabes ocupaban cargos en la adminis-tracin omeya, la mayora de ellos se dedicaban al campo y eran gentes decondicin humilde.

    Lgicamente, este grupo no se mantuvo ajeno al proceso de islami-zacin, sino que se fueron arabizando. De hecho, la palabra mozrabeprocede del trmino rabe mustarib, que significa arabizado. Signo de

    esta aculturacin es que adoptan el rabe, idioma oficial del imperioomeya, como lengua. Ilustrativas de este hecho son las palabras del cris-tiano lvaro de Crdoba, que en el siglo X manifiesta en una epstola queMuchos de mis correligionarios estudian las obras de los filsofos y telogos ra-bes, no para rebatirlas, sino para aprender a expresarse en rabe de la forma mscorrecta y elegante [].Los cristianos han olvidado su propia lengua y casi noqueda uno entre mil que pueda escribir a un amigo una salutacin decente enlatn 8

    Las jarchas son el mejor ejemplo de la arabizacin que experimenta-ron los cristianos de al-Andalus. Son los versos finales que se aaden a untipo de poemas cultos (muwashahah o moaxaja) compuestos en rabe o he-

    breo. La peculiaridad de las jarchas es que estn escritas mozrabe, es deciren una variedad del latn surgida en al-Andalus pero muy influenciadapor la lengua rabe. Esta variedad potica se origina en el siglo XI y es lamuestra ms antigua de poesa lrica redactada en lengua romance. Las

    jarchas presentan adems de arabismos palabras hebreas, pues no hay que

    olvidar que en la sociedad andalus convivan las tres lenguas.Existan unos impuestos que afectaban nicamente a los cristianos

    que vivan en al-Andalus, uno que gravaba la persona y otro que afectabaa las propiedades. No se puede presentar a la fiscalidad omeya como be-nigna ya que en algunos momentos alcanz tal presin sobre el pueblo,que este se rebel, como ocurri en el motn del arrabal de Crdoba del ao818. Los autores mozrabes del siglo IX se quejan de la dura fiscalidad im-puesta a sus correligionarios.

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    8 MANZANO, E.: Los Omeyas y la formacin de al-Andalus. Coleccin Historia de Espaa di-rigida por John Lynch, Madrid, El Pas, 2008, p. 103.

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    En la segunda mitad del siglo IX algunos miembros de la comunidadmozrabe protagonizaron actos de rebelda frente al poder califal. Este fe-

    nmeno es conocido como los mrtires voluntarios. Algunos cristianosde Crdoba se presentaron ante el cad (juez musulmn) y profirieron in-sultos al profeta Mahoma y al Islam, hecho que saban que era castigadocon la pena de muerte. Entre los aos 851 y 852 fueron ejecutados 27 deestos mrtires voluntarios a los que se sumarn 17 ms durante el man-dato del emir Muhammad, que fue particularmente cruel con la comuni-dad cristiana. No se trat de un movimiento popular, sino que estosindividuos procedan en su mayora de estirpes nobles. Algunos de ellos

    incluso desempeaban cargos en la administracin cordobesa. Cabe des-tacar que algunos de estos mrtires eran apstatas musulmanes que se ha-

    ban convertido al cristianismo (al parecer seran de origen indgena).El contexto en que se gesta este movimiento es de desesperacin

    para la Iglesia y para la comunidad mozrabe en general, pues ven comoavanza inexorablemente la islamizacin de la poblacin de al-Andalus,que muchas sedes episcopales y monasterios languidecen, que la tributa-cin exigida a los cristianos es cada vez ms asfixiante, que los matrimo-

    nios mixtos van restando creyentesAdems, si bien, los mozrabes noeran perseguidos por su condicin religiosa, s fueron hostigados fre-cuentemente durante los gobiernos de bd al-Ramn II y Muhammad I.

    A fines del siglo IX al-Andalus vive un periodo turbulento que seraprovechado para rebelarse contra el dominio musulmn. Esta oposicinfrecuentemente es protagonizada por descendientes de la aristocracia vi-sigoda que, aunque se haban convertido al Islam y adoptado sus usos ycostumbres, no siempre acataban la administracin omeya. As lo demos-

    tr la familia mulad de los Ban Qasi (descendientes del visigodo Casio),que gobernaban en la zona del Ebro y que en no pocas ocasiones planta-ron cara a Crdoba o `Umar ibn Hafsn, en cuya insurreccin est pre-sente el elemento religioso. Estos rebeldes crean que asistiran al final delpoder de los Omeya y que el reino asturiano sera el preludio del ocaso deal-Andalus. Los motivos de estas sublevaciones se deben ms a motivospolticos que a una resistencia al Islam pues abundan los ejemplos de quela cultura de los invasores haba sido aceptada.

    Durante el gobierno de Abd al-Ramn II el emperador carolingioLudovico Po enva una misiva a los cristianos de Crdoba para exhor-

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    tarles a luchar contra ese monarca tan cruel e incluso les ofrece la protec-cin de su reino Y os hacemos saber si queris emigrar y veniros hacia nosotros,

    obraremos de manera que podis gozar en pleno de vuestra antigua libertad 9.La rebelin de `Umar ibn Hafsn (?-918) es destacable por su du-

    racin y porque el elemento religioso est presente en la misma. Pareceque descenda de una familia visigoda convertida al Islam y durante suinsurreccin retorn a la fe de sus antepasados. Desde la fortaleza de Bo-

    bastro logr extender su poder por gran parte de Sierra Morena y aglu-tin a muchos de los descontentos con el rgimen de los emires y a partede la poblacin mulad, a la que desagradaba los privilegios que tenan

    los de etnia rabe. Finalmente, Abd al-Rahmn III tendr el poder sufi-ciente para dominar al rebelde. Cuando manda desenterrar su cadver,comprueba que haba sido inhumado a la manera cristiana (tumbado sobrela espalda, con los brazos cruzados en el pecho y colocado hacia oriente),lo que confirmaba su bautismo.El hecho de ibn Hafsn hubiera renegadode su religin hace que la rebelin sea planteada como una lucha contra lafe islmica. Adems la proclamacin de bd al-Rahmn III en 929 como ca-lifa, es decir, jefe de los creyentes, hace que el poder poltico instaure en al-

    Andalus un orden islmico. A este panorama se enfrentan en el siglo X lasminoras religiosas que perviven en tierras andaluses.

    En las primeras dcadas del siglo XI se produce la desmembracinde al-Andalus. La convivencia entre las tres religiones fue generalmentepacfica en el nuevo orden poltico de los reinos de taifas. La comunidadmozrabe era mucho ms numerosa que la juda en estos reinos, aunqueno destacaba tanto como sta por su nivel econmico o cultural. mitad delsiglo XI.

    Las dinastas norteafricanas almohades y almorvides , que se es-tablecieron en al-Andalus en el siglo XII, se mostraron intransigentes contodas las gentes que profesaban una religin diferente a la suya. Los al-mohades fueron especialmente intolerantes y su primer califa decret laconversin o la expulsin para aquellos que tuvieran una religin dife-rente a la musulmana. Incluso a los judos andaluses que optaron porabrazar la fe islmica se les oblig a llevar signos distintivos, pues se du-daba de la autenticidad de su conversin.

    Laura Pramo de Vega 169

    9 MANZANO, E.: Los Omeyas y la formacin de al-Andalus. Coleccin Historia de Espaa di-rigida por John Lynch, Madrid, El Pas, 2008, p. 172.

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    La trayectoria vital del judo cordobs Maimnides (1135-1204) es unclaro ejemplo de esa intolerancia religiosa pues se vio obligado a abando-

    nar su ciudad natal despus de que los almohades la tomaran en 1148. Elerudito se instalar en Prximo Oriente, donde trabajar como mdicopara Saladino, en una nueva unin entre la cultura rabe y la hebrea.

    La poblacin hebrea que huy del rigorismo religioso de almorvi-des y almohades se instal en tierras cristianas o en el Norte de fricadonde haba potentes comunidades judas.

    LAS RELACIONES ENTRE ANDALUSES

    Y LOS CRISTIANOS DEL NORTEEs innegable que en la pennsula Ibrica se encontraron dos mun-

    dos que, a pesar de sus diferencias, se influyeron constantemente el uno enel otro. No exista una separacin estricta entre musulmanes y cristianosy las relaciones entre ambos alternaban la cordialidad con el rechazo e in-cluso el odio.

    A pesar de que tericamente los reinos cristianos del norte y al-An-dalus eran enemigos, sus monarcas no dudaban en establecer alianzas

    cuando les resultaba provechoso. Tal es el caso de la reina Toda de Nava-rra, que entabla relaciones diplomticas con bd al-Rahmn III a pesar dehabrsele enfrentado y vencido en la batalla de Simancas (939). Doa Todano duda en recurrir al califa cordobs con un doble propsito: solicitarayuda para que su nieto Sancho I el Craso recuperara el trono de Len delque haba sido expulsado por su primo Ordoo IV y buscar en la medicinamusulmana, ms adelantada que la cristiana en esa poca, una cura para laobesidad que sufra el depuesto monarca. Abuela y nieto sern recibidos en

    Crdoba con todos los honores y el califa se compromete a ayudarles. As,el prestigioso mdico judo Hasday ibn Saprut cura a don Sancho, que, trassu estancia en la capital andalus, recupera su reino con el auxilio de tropascordobesas. Como compensacin por la ayuda recibida, la reina navarraentreg al califa andalus diez fortalezas de la zona del ro Duero.

    Asimismo eran frecuentes los matrimonios mixtos entre cristianos ymusulmanes en el mbito de la monarqua y la nobleza para facilitar lasalianzas. Por ejemplo, Almanzor era yerno de Sancho Garcs II del reino

    de Pamplona, con cuya hija tuvo un vstago, al que se apodaba San-chuelo, aunque su nombre completo era bd al-Ramn Sanchul.

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    Alrededor del ao 1031 se produjo la desintegracin del Califato deCrdoba y su particin en los reinos de taifas. Este hecho produce un cam-

    bio en las relaciones entre cristianos y musulmanes, ya que los primerosvan tomando una posicin de fuerza y aprovechan la debilidad y frag-mentacin de estos recin nacidos reinos para exigirles el pago de unostributos a los que se denominaparias.

    En el siglo XII las campaas de Alfonso el Batallador en el interior deal-Andalus provocaron una fuerte reaccin contra las comunidades cris-tianas. Una de sus consecuencias fue que muchas iglesias fueron conver-tidas en mezquitas a la fuerza y los bienes que a ellas estaban asociados,

    arrebatados.

    LAS MINORAS DENTRO DE LOS REINOSCRISTIANOS MOZRABES

    Casi desde los inicios de la conquista musulmana de la pennsulaIbrica, los mozrabes emigraron a las tierras del norte gobernadas porsus correligionarios, aunque este flujo migratorio fue siempre variable ennmero.

    La repoblacin de los territorios que los cristianos del norte de la pe-nnsula iban reconquistando a los musulmanes era imprescindible paragarantizar que estas zonas se mantuvieran bajo su dominio. Esta repobla-cin la hicieron posible grupos de hispanos como gallegos, vascos y cn-tabros, pero tambin cristianos llegados desde al-Andalus. Por ejemplo,en San Miguel de Escalada (Len) monjes mozrabes fundaron un cenobioen tiempos de Alfonso III.

    Los reyes cristianos intentaron atraer a la poblacin mozrabe hacia

    sus dominios. Alfonso I el Batallador durante sus incursiones en tierrasmusulmanas se llev a 10.000 mozrabes para que repoblaran la antiguataifa de Zaragoza.

    Gracias a estos emigrantes mozrabes en tierras cristianas se cono-cieron inventos de origen rabe como la noria, que hicieron que el riegofuera posible en muchas zonas.

    A pesar de esta sangra de poblacin, en al-Andalus la comunidadmozrabe continu siendo una minora numerosa, que rondaba el 30% de

    la poblacin.A medida que se fue consolidando el proceso de la Reconquista, la

    Laura Pramo de Vega 171

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    poblacin mozrabe se fue integrando en el rito litrgico romano que ejer-can los dems cristianos de los reinos hispnicos.

    JUDOSLos hebreos no se repartan de forma homognea por todo el terri-

    torio cristiano; por ejemplo en el norte peninsular su presencia es escasa.Las comunidades ms prsperas de la pennsula durante los siglos XIII yXIV son las de Toledo y Barcelona, que agrupaban a unas 350 y 200 fami-lias respectivamente, siendo la primera de ellas el centro del judasmo his-pano.

    Durante los siglos XII y XIII los hebreos no son obligados por ley avivir apartados de los cristianos, pero tienden a agruparse en sus propios

    barrios llamados juderas o calls en Catalua y Mallorca. Dentro del espa-cio urbano, los barrios judos parecan ciudades en miniatura, pues alber-gaban edificios pblicos, sinagogas, baos, hospital, escuela, hornos ydiversos comercios. La judera estaba rodeada por una muralla que ga-rantizaba la separacin fsica con los cristianos, como deseaban autorida-des civiles y religiosas, y a la vez protega a la comunidad que all viva de

    posibles ataques.Los judos se dedicaban a oficios que nada tenan que ver con el tra-

    bajo de la tierra (especialmente trabajaban en la artesana y el comercio,destacando muchos en el ejercicio de la medicina), lo que haca que loscristianos pensaran que buscaban modos de ganar dinero con poco es-fuerzo, segn se desprende de documentos de la poca.

    Hay que romper con el tpico de que todos los judos se dedicabanal prstamo de dinero, ya que esa era slo una pequea minora, pero al ser

    muy poderosa y el centro del odio cristiano se tiende a la unificacin. Mu-chas veces se dedicaban al comercio del dinero ante las dificultades que lesplanteaban los cristianos para ejercer otro empleo. Los prestamistas tenantan mala fama por los altos intereses que cobraban y porque su actividadera condenada por la Iglesia. Debido al antisemitismo de gran parte de lapoblacin, la palabra usurero se hace casi sinnimo de judo.

    Era un fenmeno relativamente comn que los judos asimilaran lascostumbres y la moral de los cristianos entre los que vivan, igual que su-

    ceda a los que convivan con los musulmanes. Por ello, algunos eruditoshebreos se manifestarn a favor de un claro separatismo cultural. El poeta

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    Yehud ha-Levi de Toledo (m. 1150) insta a sus correligionarios a recono-cer su singularidad y rechazar la adaptacin a las culturas cristiana e isl-

    mica. De hecho, este sabio se trasladar a Palestina en una bsqueda de laesencia del judasmo10.

    En los reinos cristianos del norte peninsular la actitud hacia los ju-dos en los siglos centrales de la Edad Media fue favorable, pues las auto-ridades eran conscientes del importante papel que esta comunidad podadesarrollar en las labores de repoblacin y organizacin del territorio. Losfueros de los siglos XI y XII garantizan la autonoma de los judos y se lespermite tener su propia lengua, tribunales, escuelas o cementerios. Asi-

    mismo, los fueros recogen el derecho de los hebreos a practicar su religiny se les confirma la propiedad de todos sus bienes. El rey Alfonso VI deCastilla y Len, que rein entre 1065 y 1109 cont en su gobierno con al-gunos miembros de la comunidad semita como Yishaq ibn Salib y su m-dico personal era el judo Yoseh Ferruziel, apodado Cidiello.

    Los semitas tenan adems un status especial al considerrselescomo patrimonio de los monarcas, relacin que les interesaba tanto a losreyes como a los judos, pues los primeros necesitaban asesoramiento y

    los segundos proteccin.A pesar de este clima favorable hacia los hebreos, sus libertades es-

    taban restringidas por algunas prohibiciones como la hacer proselitismo ola de ejercer cargos u oficios que supusieran tener jurisdiccin sobre loscristianos. Asimismo, se castigaba duramente cualquier injuria o blasfe-mia contra la fe cristiana, adems de prohibirles mantener relaciones se-xuales con los catlicos.

    A pesar de que entre los siglos XI y XIII las relaciones entre cristia-

    nos y judos fueron generalmente pacficas, la hostilidad se fue incremen-tando paulatinamente. Causas de que la inicial tolerancia hacia los judosse fuera restringiendo fueron el aumento de su nmero y, especialmente,que cada vez ocupaban cargos de mayor peso y su situacin econmicamejoraba. Hacia la segunda mitad del siglo XII llegaron a los reinos cris-tianos numerosos judos andaluses huyendo de la intransigencia religiosade las dinastas norteafricanas. La conquista de Granada por los almor-

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    10 REILLY, B.: Reconquista y repoblacin de la pennsula. Coleccin Historia de Espaa diri-gida por John Lynch, Madrid, El Pas, 2007, p. 427.

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    vides en 1090 arruin a la comunidad juda de la ciudad y muchos de susmiembros se vieron forzados a huir, como la familia de los Ibn Ezra, que

    luego se establecieron en la capital toledana. Esta inmigracin hizo au-mentar el nmero de hebreos que ocupaban cargos importantes tanto enla Corona de Aragn como en la de Castilla, ya que muchos de los proce-dentes de al-Andalus pertenecan a lites polticas e intelectuales. Las ju-deras de ciudades como Toledo y Gerona vieron aumentar sus habitantesdebido a estas migraciones. En general, la mayora de los judos andalusesse estableci en la Corona de Castilla, donde fueron bien acogidos por Al-fonso VII, influido por su almojarife Yehuda ibn Ezra.

    MUDJARESLos mudjares son la comunidad islmica bajo dominio cristiano. La

    cronologa del mudejarismo abarca desde la toma de Toledo en 1085 hastalos edictos de conversin forzosa de 1502 que los convierten en moriscos.La vida de este grupo es, por tanto limitada, pero no por ello hay que des-terrarlo de la historia pues es una evidencia que cristianos y mudjaresconviven y se aculturan mutuamente (en los segundos este fenmeno se

    tradujo en el paulatino abandono de la lengua rabe). No obstante, se tratade una minora cuyo nmero desciende de forma imparable desde el sigloXI.

    En general eran de condicin humilde y trabajaban en el campo ocomo albailes y carpinteros si vivan en un entorno urbano. Los mudja-res han dejado huella principalmente en el arte, pues no destacan en elmbito intelectual.

    No puede decirse que los mudjares se repartieran por la pennsula

    de una forma homognea. Son mucho ms abundantes en la Corona deAragn, siendo especialmente significativa su presencia en el reino de Va-lencia. En la Corona de Castilla los mudjares eran ms numerosos en elvalle del Tajo y en Murcia. En Toledo esta comunidad no es muy signifi-cativa ya que la mayora murieron o emigraron cuando los cristianos to-maron la ciudad. Sin embargo, el arte mudjar es muy importante en lacapital toledana.

    La comunidad mudjar present una gran movilidad en poca ba-

    jomedieval. El Islam consideraba que todo buen musulmn deba emigrarpara no estar bajo dominio cristiano, por lo que numerosos mudjares se

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    trasladarn al reino nazar de Granada con el objetivo de ejercer su reli-gin sin ningn tipo de restriccin. Las autoridades cristianas tratarn de

    impedir que los mudjares emigren masivamente dejando tierras sin cul-tivar dada la gran importancia econmica que tena su trabajo agrcola.Por ello se impondrn restricciones a sus desplazamientos, pues ademsse teme que colaboren con los nazares o que acten como espas paraellos.

    A pesar de las trabas que encontrarn para desplazarse, los mudja-res emigrarn clandestinamente. En ocasiones los seores tendrn difi-cultades para retener a sus vasallos mudjares, lo que les ocasiona una

    prdida sustancial de rentas. Se concedern perdones y exenciones de im-puestos para que no se vayan o para que regresen, hecho que en algunasocasiones ser aprovechado por los vasallos musulmanes como medio depresin.

    La situacin jurdica de los mudjares se basaba en las capitulacio-nes firmadas en el momento de la conquista y en cualquier caso era infe-rior a la de los cristianos, aunque vieron garantizado su derecho apermanecer en sus tierras, mantener su religin y costumbres y regirse por

    sus propias instituciones. Por ejemplo, se castigaba de forma ms dura undelito si era cometido por un mudjar que por un cristiano. En el Islamson inseparables ley y religin y los mudjares lograrn que se respete suley regida por la Sharia. As, los pleitos entre musulmanes se juzgarnsegn su ley y en sus propios tribunales, en los que la influencia cristianano ces de incrementarse a lo largo de la Edad Media. En ocasiones lospropios mudjares recurrirn voluntariamente a la justicia cristiana porno ser tan rigurosa como la islmica. Hay que tener en cuenta que el nivel

    de violencia entre los mudjares era muy alto ya que se practicaba la ven-ganza ante cualquier agresin.

    La institucin propia de los mudjares se llama aljama y era admi-nistrada por un alamn que reciba un salario a cambio. Gracias a este or-ganismo los musulmanes conservarn cierta autonoma interna pero losmonarcas cristianos no siempre respetarn su promesa de que los cargosseran elegidos por los musulmanes y se darn casos de cristianos que ejer-cen de cades (jueces).

    La mayora de los territorios de la Espaa musulmana son recon-quistados mediante capitulaciones por lo que apenas hay destruccin. Las

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    ciudades muchas veces son vaciadas de poblacin musulmana y la quepermanece tiende a agruparse en moreras, en las que tienen sus pro-

    pias carniceras, baos, zocos, hornos... Pero la segregacin fsica entrecristianos y musulmanes, aunque es algo deseable para las autoridades,no se hace de manera totalmente efectiva hasta el siglo XV, cuando au-menta la intolerancia de los cristianos hacia las minoras religiosas. Lamorera poda ser separada del recinto cristiano mediante barrancos oacequias, por lo que en ocasiones quedaba como un reducto marginal ydegradado.

    Los cristianos tambin llevaron a cabo constantes actos de proseli-

    tismo hacia los musulmanes, aunque no de forma tan insistente como conlos judos. No tuvieron mucho xito las conversiones, especialmente por-que la lengua rabe supona un escollo casi infranqueable para los frailes.Por ello, se crearon escuelas de lenguas orientales con el objetivo de cris-tianizarles en su propio idioma y favorecer la tarea de la conversin, a laque se dedicar fundamentalmente la orden de los dominicos. Las con-versiones voluntarias fueron escassimas y es ms sencillo que se produz-can en zonas en las que los mudjares sean una minora muy pequea y

    haya, por tanto, mucha convivencia entre ambas religiones. Todo musul-mn que renuncia a su religin es excluido de su comunidad y se convierteen objeto del odio de la misma, habiendo incluso noticias de asesinatos deconversos a manos de sus antiguos correligionarios. Por parte de los cris-tianos tampoco son bien acogidos los conversos, a los que se les llama re-negados o tornadizos. No obstante, no existi un problema conversomusulmn como s ocurri en el caso de los judeoconversos. La formacinreligiosa de los conversos es casi nula de forma mayoritaria aunque se co-

    nocen casos de conversiones sinceras y de antiguos musulmanes que lle-gan a ser sacerdotes y predicarn entre los que fueron sus correligionarios.Iglesia y autoridades se esforzarn porque las conversiones sean volunta-rias y que los conversos reciban una formacin cristiana.

    Desde el siglo XIV los derechos de los mudjares van reducindose.Aunque los reyes cristianos se haban comprometido a respetar sus pecu-liaridades religiosas, paulatinamente se van imponiendo restricciones,como impedirles llamar a la oracin en voz alta o confiscarles sus mez-

    quitas cuando quedan dentro de barrios cristianos. No obstante, muchasveces estas disposiciones no entran en vigor o se suavizan para evitar re-

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    beliones, especialmente en los lugares en los que la poblacin musulmanaes mayoritaria, como el reino de Valencia.

    A lo largo del siglo XV la hostilidad entre cristianos y musulmanesno hizo sino crecer. Sin embargo, el arte mudjar es un signo de que almenos en este aspecto hubo convivencia.

    Tambin pueden analizarse las relaciones entre las dos minoras re-ligiosas de la pennsula Ibrica: judos y musulmanes. Aunque vivan enespacios fsicos diferentes (juderas y moreras) hay noticias de peleas entreambos grupos. Durante la poca de predominio islmico, los hebreos es-taban sometidos pero tras la conquista cristiana sern ellos quienes domi-

    nan a los mudjares a travs de los prstamos monetarios. El nmero deconversiones entre islamismo y judasmo es prcticamente insignificante.

    EL EJEMPLO DE LA CIUDAD DE TOLEDOLa ocupacin de Toledo en 1085 por Alfonso VI es de gran trascen-

    dencia para los cristianos ya que se trata de una ciudad de importancia es-tratgica, debido a su situacin geogrfica, y simblica, pues haba sido lacapital del antiguo reino visigodo aniquilado por el enemigo islmico. Para

    los musulmanes de la pennsula Ibrica la prdida de esta urbe fue unacatstrofe ya que era considerada un smbolo igual que para el bando cris-tiano.

    Toledo es conocida como la ciudad de las tres culturas debido a laconvivencia en ella durante la Edad Media de las tres religiones: musul-mana, juda y cristiana. Su carcter multitnico se refleja todava hoy en lamorfologa urbana en la que ha perdurado el trazado irregular islmico yedificios religiosos musulmanes y judos.

    Cuando la ciudad de Toledo se rinde el 6 de mayo de 1085, AlfonsoVI y el rey de la taifa toledana, al-Qadir, firman unas capitulaciones en lasque se acuerda la entrega del alczar y el tesoro real al monarca castellano.Convertido ya en amo de la ciudad, el rey cristiano impondr unas con-diciones a sus cerca de 28.000 habitantes, de los que un 15% eran judos yun 20% mozrabes.

    A los musulmanes se les tratar de forma similar a como se hacacon otras poblaciones islmicas tomadas por los cristianos. Se les garantiz

    sus propiedades y el libre ejercicio de su religin a cambio de pagar unimpuesto anual al rey. Asimismo, se les dio libertad para abandonar Toledo

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    si as lo deseaban y llevarse sus bienes. La mezquita central de la ciudadcontinu en manos de los fieles musulmanes pero otras del reino taifa que-

    daron en manos del monarca cristiano.No pocos musulmanes, en su mayora de familias poderosas, deci-

    dieron abandonar la ciudad del Tajo, atendiendo a los consejos del alfaquAbu Muhamad ibn al-Azzal. Otros musulmanes toledanos decidieronadoptar la fe cristiana.

    La comunidad mozrabe de Toledo estaba fuertemente arabizada:hablaban rabe, vestan como los musulmanes De hecho, despus de laconquista cristiana de continan generando documentos en este idioma.

    En el ao 1090, los nuevos dueos de la ciudad, correligionarios suyos, lesotorgan un fuero mediante el que se respetan sus particulares tradicionesde origen visigodo (por ejemplo mantienen seis iglesias en la ciudad enlas que practican su propia liturgia y a las que se denomina parroquiasmozrabes).

    En ese mismo ao, Alfonso VI promulg la Carta inter Christianos etJudaos, mediante la que equiparaba el trato que se le daba a los hebreoscon el de la mayora religiosa. Eran considerados servi regis, es decir los

    monarcas deban protegerlos.Los judos, cuya presencia en Toledo se remonta a poca romana, vi-

    van en su propio barrio, la Judera Mayor, situado en la parte sudoeste yrodeado por una muralla. Dicha comunidad aument su nmero en elsiglo XII con la afluencia de correligionarios suyos que huan del fanatismoreligioso instalado en al-Andalus. La llegada de estas gentes hizo que na-ciera un nuevo barrio en las inmediaciones de la catedral, la Judera Menor,de corta vida, pues fue destruida durante los episodios de violencia anti-

    semita acontecidos a finales del siglo XIV. La toledana era la judera msimportante de Castilla.

    En Toledo, los hebreos ejercieron oficios relacionados con la artesa-na y el comercio, aunque destacaron en la vida intelectual urbana. La cer-cana a la Corona y su actividad como prestamistas y recaudadoresdesataron el rechazo de los cristianos. En los siglos XII y XIII los judos to-ledanos vivieron una poca dorada, en la que fomentaron una riqusimacultura. El establecimiento de fueros propios para cada grupo hizo que se

    creara un clima de convivencia pacfica que ha sido propuesto como ejem-plo en numerosas ocasiones. No obstante, esta tolerancia se fue restrin-

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    giendo paulatinamente. Slo un ao despus de la conquista el nuevo ar-zobispo de la ciudad ocup la mezquita mayor y la consagr como cate-

    dral en una ceremonia presenciada por Alfonso VI, el mismo monarca quehaba prometido respetarla.

    La comunidad mudjar no fue muy numerosa en el Toledo de los si-glos XII y XIII. Destacan los albailes mudjares, que crearon un estilo pro-pio que imprimi a la arquitectura toledana rasgos genuinos. El hecho deque los mudjares ejercieran profesiones humildes hizo que los cristianosno sintieran los recelos que les inspiraban la condicin socioeconmica delos judos. An as las autoridades cristianas dictaron algunas normas que

    separaban a ambas comunidades. Por ejemplo, se prohibi a los mudja-res casarse con cristianos y no se les permiti ejercer determinadas profe-siones y cargos pblicos. No obstante, vivan dispersos por la ciudad, enla que conservaban mezquitas como la de Torneras y la del Cristo de laluz, que a mitad del siglo XII sern convertidas en iglesias.

    La Escuela de Traductores de Toledo es un modelo de convivenciaentre las tres comunidades religiosas que habitaban la ciudad del Tajo.

    La presencia en la capital toledana de mozrabes y judos que do-

    minaban la lengua rabe y el latn favoreci que se produjera en ella un im-portante ambiente cultural. En este ambiente intelectual se gest la Escuelade Traductores despus de la conquista de Alfonso VI.

    La principal labor de la Escuela era la traduccin de obras cientficas,filosficas y literarias del rabe al latn y tambin al castellano, prueba dela importancia que haba alcanzado esta lengua. El mayor logro de estainstitucin fue la transmisin de las ciencias de la Antigedad y de Orientea la Europa cristiana medieval.

    En dicho centro participaron intelectuales de las tres religiones ycada una de las comunidades desempe un papel importante. Los mu-sulmanes eran depositarios de las civilizaciones bizantina, india y persa,cuyas culturas haban recopilado, mientras que los cristianos deseaban re-descubrir los saberes antiguos. La comunidad hebrea sirvi de enlace entrelos otros dos grupos al ser polglotas de forma frecuente.

    El prestigio de esta institucin hizo que fuera conocida en toda laCristiandad y que numerosos intelectuales europeos se desplazaran a To-

    ledo en busca de manuscritos rabes, como Hermann el Alemn o el es-cocs Miguel Escoto.

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    El mayor esplendor de la Escuela de traductores se produjo duranteel reinado de Alfonso X el Sabio, que auspici la traduccin de textos ra-

    bes a la lengua romance, labor en la que trabajaron judos toledanos.

    LA QUIEBRA DE LA CONVIVENCIA EN LA BAJA EDAD MEDIALa crisis poltica, econmica y social que afect a Europa en el siglo

    XIV fue un caldo de cultivo para el odio interreligioso en los reinos de Cas-tilla y Aragn. La llegada a la pennsula de la epidemia de Peste Negraagudiz el sentimiento antisemita al tomarse a los hebreos como chivoexpiatorio. Incluso se les lleg a acusar de provocar la enfermedad enve-

    nenando las fuentes de las ciudades. La animadversin que los cristianosexperimentaban hacia los judos tena races religiosas al ser consideradosel pueblo deicida, pero esta hostilidad tambin se deba a los recelos quedespertaban los hebreos que haban logrado alcanzar una alta posicin so-cioeconmica. La ayuda prestada por los semitas al pueblo invasor isl-mico todava era recordada en la baja Edad Media.

    Desde el siglo XIII el antijudasmo gana terreno tanto entre el pue-blo como en el plano legislativo. El concilio de Zamora de 1312 insta a los

    regentes de Alfonso XI a ejecutar lo acordado en el IV Concilio de Letrn(1215) respecto a la minora juda: reclusin en barrios apartados y obli-gacin de llevar alguna seal distintiva (la vestimenta de los judos eramuy similar a la usada por los cristianos).

    La indumentaria impuesta a los judos variaba en los diferentes pa-ses. En Espaa en algunos momentos tuvieron que vestir una tnica negracon una capucha puntiaguda y llevar una rodela de color rojo, distintivode forma redonda cosido a la ropa. Por su parte, los rabinos recomenda-

    ban a sus correligionarios no vestir ropas suntuosas, para no despertar laenvidia de los cristianos.

    Esta tendencia del pueblo, autoridades e Iglesia castellanos y arago-neses est en sintona con lo que sucede en el resto de la Cristiandad eu-ropea de la poca. De hecho, a fines del siglo XIII se producen la expulsinde esta minora de Inglaterra y quemas colectivas del Talmud en Francia.

    El siglo XIV es el de la definitiva quiebra de la convivencia entre lasdiferentes comunidades que habitaban en suelo espaol. El clima antihe-

    braico estall de forma violenta en diferentes ocasiones a lo largo de estacenturia. En 1309 fue asaltada la judera de Palma de Mallorca y en 1328

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    corrieron la misma suerte varias navarras. En el ao de la peste, el 1348,fueron atacados barrios judos en Catalua, Aragn y Andaluca.

    A pesar de que a lo largo del siglo XIV el antisemitismo avanzaba deforma imparable, durante los reinados de Alfonso XI (1312-1350) y espe-cialmente Pedro I (1350-1369) los hebreos vivieron an tiempos esplendo-rosos porque estos monarcas les permitieron ocupar cargos importantesen su corte.

    Durante la guerra civil entre Pedro I de Castilla y su hermanastro elbastardo Enrique de Trastmara se recrudeci la hostilidad hacia los ju-dos. En mayo de 1355 las fuerzas del futuro Enrique II atacaron el barrio

    judo de Toledo. Durante todo el conflicto blico los partidarios de Enriqueesgrimieron la supuesta judeofilia del rey Pedro, que haba patrocinadola sinagoga toledana de Ha-Levi en 1357 y haba colocado al semita Sa-muel Levi al frente de su gobierno, para sealarlo como indigno para go-

    bernar. El bastardo real se refera al monarca legtimo como perro judoo el rey de los judos.

    La actitud antijuda mostrada por Enrique de Trastmara tena doblepropsito: pretenda ganarse el apoyo de pueblo y clero, a la vez que hacer

    desaparecer la deuda que los nobles haban contrado con los banqueroshebreos. Sin embargo, una vez entronizado, se vio obligado a recurrir alos financieros judos para la administracin del reino.

    En este ambiente de hostilidad las predicaciones de algunos clrigosexacerbaron an ms los nimos de los cristianos. Ejemplo de ello fue Fe-rrn Martnez, arcediano de cija, que no slo deca que los hebreos deban

    bautizarse, sino que exhortaba a que se les agrediera fsicamente. Sus par-tidarios atacaron la judera de Granada en 1391.

    Ese ao 1391 es especialmente dramtico para los judos sefardes.En verano fueron atacadas juderas de toda la pennsula como las de Se-villa, Barcelona, Toledo o Valencia. Durante estos asaltos se cometieronrobos, incendios, desperfectos e incluso asesinatos. Un rabino describa elasalto de la judera sevillana, la primera en ser atacada en 1391, con las si-guientes palabras: prendieron fuego a sus puertas y asesinaron en ella amuchos; nios y mujeres fueron vendidos a los musulmanesy otros mu-rieron mrtires, mas la mayora se convirti al cristianismo11. Por ejemplo,

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    11 CANTERA, E.: Los judos en la Espaa medieval: Sefarad Revista Historia National Ge-ografic, n 74, p. 56.

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    en Barcelona campesinos y habitantes de la ciudad asaltaron la judera yprcticamente aniquilaron a toda su poblacin.

    Estos trgicos sucesos ocasionaron que las grandes comunidades he-breas espaolas se dispersaron, buscando sus habitantes pasar desaperci-bidos en ciudades ms pequeas, y se produjo una gran oleada debautismos. Muchas juderas quedaran prcticamente destruidas, aunquese hicieron intentos de restaurarlas. Los grupos de hebreos subsistieronfundamentalmente las de las zonas rurales en las cuencas de los ros Tajo,Ebro y Duero.

    En toda la Europa del siglo XV se suceden las acusaciones de que

    los judos cometan asesinatos rituales. Estas supuestas acciones siempresiguen un esquema similar, pues los sacrificados seran varones cristianosde corta edad. En Espaa cabe destacar los supuestos sacrificios de unosnios en La Guardia (Toledo) y Seplveda (Segovia). Tambin es frecuenteque se acuse a los hebreos de robar y profanar hostias consagradas. La di-fusin de estos supuestos hechos hizo un dao irreparable a esta minora.

    Los mudjares tenan un menor peso socioeconmico en la Espaabajomedieval que los judos, pero la creciente animadversin de los cris-

    tianos hacia las minoras religiosas tambin les afect. Con la crisis delsiglo XIV tambin se toma a esta comunidad como chivo expiatorio. Seproducirn asaltos a moreras, especialmente en aquellos lugares dondela poblacin cristiana es la ms numerosa. En ocasiones son los predica-dores los que alientan a atacar al infiel y Corona e Inquisicin son parti-darias de la segregacin de las dos comunidades. El da santo de las dosreligiones ser fuente de conflictos (por ejemplo se intentar restringir eltrabajo dominical de los mudjares) y predominar un odio religioso que

    se manifiesta en ataques a los smbolos del otro credo. En los lugares de po-blacin mixta es frecuente la buena vecindad entre ambos grupos. La gue-rra de Granada agudizar el sentimiento antiislmico entre la poblacincristiana.

    La cada del reino nazar, ltimo reducto musulmn en la pennsulaIbrica, tuvo consecuencias tanto para sus habitantes como para sus co-rreligionarios que habitaban en lugares de mayora de cristiana.

    Durante los ocho aos inmediatamente posteriores a la toma de Gra-

    nada la ciudad y sus alrededores continuaron siendo fundamentalmentemusulmanes pues la mayora de su poblacin permaneca en la fe predi-

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    cada por Mahoma. Aunque se introdujo una lite dirigente cristiana mu-chos lderes musulmanes continuaron desempeando cargos. El primer

    arzobispo de Granada, Hernando de Talavera se marc como objetivo lo-grar la conversin de los musulmanes, aunque no dirigi contra ellos unapoltica religiosa agresiva. Alguna de las medidas que tom fueron las si-guientes: formar clrigos que hablaran rabe para favorecer las conver-siones, el dilogo con religiosos musulmanes, la recogida de niosmusulmanes pobres a los que se cuidaba y converta al cristianismo

    En 1499 estall en las Alpujarras una rebelin musulmana, hechoque fue aprovechado por el Cardenal Cisneros, ms inflexible que Her-

    nando de Talavera en el tema de las conversiones, para justificar el bau-tismo forzoso de esta minora. La cristianizacin de los mudjares tuvolugar en el ao 1502 y a partir de ese momento son llamados moriscos. En1609 los moriscos que quedaban en la pennsula Ibrica son expulsadosdefinitivamente.

    EL PROBLEMA DE LOS CONVERSOSEl miedo ante el creciente antisemitismo hizo que muchos miembros

    de esta minora religiosa se convirtieran al cristianismo y hasta emparen-taron con familias de cristianos viejos para escapar de la intolerancia. Per-sonajes de renombre como Salomn Ha-Levi, rabino y el hebreo ms ricode Burgos, se bautiz, adoptando el nombre de Pablo de Santa Mara. Conel tiempo y tras doctorarse en teologa, se convirti en obispo de la citadaciudad castellana y persigui implacablemente a sus antiguos correligio-narios.

    Se calcula que hasta dos tercios de los judos espaoles cambiaron de

    religin pero esta masiva conversin no solucion los problemas de con-vivencia, pues los cristianos nuevos eran vistos con recelo y se esforzaronmucho por borrar de su pasado cualquier resto de su antigua religin.Puede decirse que el antisemitismo es sustituido por el odio hacia los ju-deoconversos.

    Los hebreos conversos eran apodados marranos o tornadizos ysufran por parte de los cristianos viejos la misma hostilidad que antes desu conversin. Adems, que estuvieran bautizados les abra las puertas de

    cargos en los concejos a los que antes no podan optar, lo que exacerbabala hostilidad hacia ellos.

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    A pesar de que las autoridades eclesisticas sealan que los cristia-nos nuevos deben ser aceptados, se continuar mirndolos con recelo y se

    les acusa de haberse convertido buscando beneficios personales y de con-tinuar ejerciendo su antigua fe. Este clima hace que la Iglesia empiece ahablar de la necesidad de vigilar a los conversos para conocer si eran cris-tianos sinceros. Esta labor la llev a cabo la Inquisicin.

    En este ambiente surgen los estatutos de limpieza de sangre comoun nuevo recurso para marginarlos. Su finalidad era analizar que los as-pirantes a ejercer un cargo pblico o a ingresar en rdenes o cofradas re-ligiosas no tuvieran antepasados judos o musulmanes. Afortunadamente,

    estos estatutos no estuvieron tan extendidos como se cree y no fueron muynumerosas las instituciones laicas o religiosas que los adoptaron.

    La desconfianza hacia los judeoconversos perdur hasta despus dela expulsin de 1492.

    En cuanto a los mudjares que se convertan al cristianismo, des-pertaron unos recelos semejantes a los judeoconversos, si bien, es ciertoque la inquina que el pueblo hispano senta hacia los hebreos era muchoms aguda.

    LAS ACTUACIONES DE LA INQUISICINEl Tribunal de la Inquisicin se instaur en Castilla en 1478 con el

    pretexto de velar por la pureza de la fe catlica y persigui a los judeo-conversos con gran virulencia. Parece que su establecimiento se debi es-pecialmente a la voluntad popular que reclamaba que se investigaran lasfalsas conversiones y se castigara a los marranos que judaizaban. A losconversos se les segua acusando de deicidas y se pretenda incluso su total

    eliminacin, en lo que se hace evidente un sentimiento racista hacia loshebreos.

    Las actuaciones de la Inquisicin nicamente podan dirigirse a loscristianos pues no tenan margen de actuacin respecto a los que profe-saban otra fe, pero s hacia los conversos. No obstante, las condiciones devida de los judos y los musulmanes se degradaron mientras que el citadotribunal eclesistico ganaba poder. Las Cortes de Toledo de 1480 confir-man la poltica de apartamiento de estas dos minoras respecto a la ma-

    yora cristiana. As las autoridades municipales se vieron obligadas aconfinar a judos y mudjares en recintos amurallados que ya existan o se

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    sealaron entonces. A estos barrios se les denominaba juderas o moreras.Comenz de esta manera una renovacin urbana en muchos lugares en la

    que se bloquearon calles, se tapiaron ventanas e incluso se dividieron fa-milias. La Inquisicin, a partir de las declaraciones de miles de procesados,conclua que un porcentaje muy elevado de judeoconversos proseguapracticando su antigua religin y que este fenmeno se produca porquecontinuaban en contacto con las comunidades hebreas que vivan en lasciudades cristianas.

    Las primeras actuaciones de la Inquisicin fueron poniendo los ci-mientos de la posterior expulsin de esta minora religiosa. Las primeras

    expulsiones de judos se producen en Andaluca y es significativo en elnorte peninsular el ejemplo de la localidad vizcana de Balmaseda.

    La Inquisicin argumenta la expulsin de los hebreos con la necesi-dad de separar a los judeoconversos de sus antiguos correligionarios paragarantizar una conversin sincera. No obstante, no se puede basar la ex-pulsin de 1492 en una sola motivacin, sino que sera ms correcto hablarde una conjuncin de razones econmicas, sociales, religiosas...

    LA EXPULSIN DE LOS JUDOS DE ESPAAEl reinado de los Reyes Catlicos fue decisivo tanto para los judos

    como para los conversos. Sabedores de su importancia econmica para sumonarqua, el matrimonio real mostr actitudes protectoras hacia la mi-nora hebrea. Sin embargo, los monarcas tendrn la opinin de que el con-tacto entre judos y cristianos (ya sean nuevos o viejos) es perjudicial parala fe catlica, por lo que aceptan en las Cortes de Toledo de 1480 el confi-namiento de los judos en barrios apartados. El siguiente paso fue su de-

    finitiva expulsin.El 31 de marzo de 1492 Fernando e Isabel publicaron por medio de

    las Chancilleras de Aragn y Castilla dos edictos muy similares por losque obligaban a sus sbditos de religin juda a abandonar sus reinos siantes del 31 de julio de ese ao no se haban bautizado. Asimismo se in-formaba a los cristianos de que si ayudaban a algn hebreo a desobedecerlas rdenes seran castigados con la prdida de sus bienes. A los semitasque decidieran no convertirse al cristianismo el edicto les permita sacar de

    la pennsula sus bienes muebles, salvo caballos y mulas, metales preciososy moneda espaola.

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    La decisin de la expulsin de los judos no debe atribuirse nica-mente a los monarcas sino que la influencia e incluso presin de la Inqui-

    sicin jugaron un papel decisivo. Esta medida fue presentada comonecesaria pues era de vital importancia separar a los judeoconversos desus antiguos correligionarios para que su cristianizacin fuera verdaderay efectiva. Con el cumplimiento de este edicto concluy la desintegracinde la que fue durante varios siglos la mayor comunidad juda de Europa.

    Parece que la cifra final de los hebreos que se negaron a cambiar dereligin y que, por consiguiente, se vieron obligados a abandonar la pe-nnsula, fue de entre 50.000 y 70.000 personas. Durante el verano de 1492

    se produjo dentro de los reinos de Fernando e Isabel un importante movi-miento forzoso de poblacin.

    El destino de los expulsados fue diverso. Algunos optaron por noabandonar la pennsula y establecerse en los vecinos reinos de Portugal(donde el 3% de la poblacin era de religin juda) y Navarra, en los quesu presencia era tolerada, aunque por poco tiempo, pues en ambos luga-res se seguirn los pasos dados por Isabel y Fernando. Otros destinos fue-ron Italia, el Imperio Otomano o el norte de frica.

    Los exiliados sufrieron muchas penalidades durante sus viajes, puesalgunos fueron desposedos de sus bienes por los capitanes de los barcosque tomaron y otros fueron saqueados e incluso asesinados ya en su des-tino final. Antes de emprender el viaje, los judos se vieron obligados adesprenderse de sus propiedades, lo que hizo que el precio de stas se des-plomara. A pesar de las disposiciones de las autoridades, muchos cristia-nos ocuparon de forma ilegal las casas y las tierras que haban sidoabandonados por los exiliados. Asimismo se cobr unos precios abusivos

    en las aduanas de la frontera a los judos que se dirigan a Portugal.Desde la proclamacin de los edictos de expulsin, se produjeron

    numerosas predicaciones en ciudades y pueblos para promover los bau-tismos de hebreos. El resultado de estas campaas de conversin fue im-portante pues numerosos judos decidieron convertirse al cristianismo.

    Debido a la relevancia econmica de la comunidad hebrea parece in-cuestionable que la verdadera intencin de los Reyes Catlicos era que seconvirtieran, no que abandonaran sus reinos, pues los monarcas eran cons-

    cientes de que la prdida de ciudadanos productivos no favoreca el des-arrollo de los dominios de la Corona. Por ello en noviembre de 1492

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    emitieron un nuevo edicto por el que se proclamaba la acogida de aque-llos exiliados que volvieran a Castilla y Aragn bautizados. Adems se

    dispona que les fueran restituidos los bienes que haban abandonadoantes de su partida. Los bautismos deberan llevarse a cabo en Portugal oen alguna localidad fronteriza. No se ha podido cuantificar el nmero dehebreos que regresaron a sus antiguos lugares de residencia. Estos retor-nos reavivaron las sospechas de la Inquisicin sobre la falsedad de estas re-cientes conversiones.

    Aunque con la expulsin de los judos los reinos hispnicos no hacenms que seguir a las que se produjeron en otros pases europeos dentro de

    los episodios de intolerancia religiosa que se suceden en la Baja EdadMedia, para los hebreos la salida forzosa de Sefarad es uno de los hechosms relevantes de su Historia, de un rango semejante a la destruccin deltemplo o el Holocausto. No se puede olvidar la vertiente humana de estehecho histrico, lo traumtico que fue el exilio para los judos, pues ellosse sentan tan espaoles como los cristianos.

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