LAFAMILIA, PUERTO Y CARCEL PARALA MUJER · PDF file... una respuesta a lo que los demás...
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Revista de Psicologta de El Salvador, 1990, Vel. IX, N'137. 265·277VCA, San Salvador, El Salvado.r, C.A.
LA FAMILIA, PUERTO Y CARCELPARA LA MUJER SALVADOREÑA*
Ignacio Martín·Baró
Departamento de Psicología y EducaciónUniversidad Centroamericana "José Simeón Cañas"
San Salvador, El Salvador
1. Estereotipos sobre la fami·lia que afectan a la mujer
A diferencias de otras espe·cies vivientes, los seres humanosnos vamos haciendo unos a otrosa través de la historia. La diver·sidad de sociedades, c'.llcl'ras,grupos y tipos es expresión de latremenda plasticidad humana yde la diversidad de posibilidadesque la historia nos abre.
Una de las formas como másnos moldeamos mutuamente los
seres humanos es a través de lainteracción cotidiana que, por supuesto, no se produce en un vacío, sino en el marco de las instituciones sociales.
En la interacción juegan unp~pcl fu~rlaTT"cT'Jtai hls ('Tepnrinsque las personas tienen sobre símismas y sobre los demás, sobrelos Ilapeles que en cada caso lestoca ··desempeñar y sobre las expectativas de las demás personasdel propio comportamiento. Loque en cada caso se hace es, en
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• ConferenciH. pronunciada en el seminario-taller "Mujeres en El Salvador:Perspectivas para la acción", organizado por el ,(l"ondo de las Narion('sUIÚdas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de Naciones Unidas para laInfancia (UNICEF), en copart.icipación con el ~inisterio de Planificación yCoordinación del Desarrollo Económico y Sociol, el 7 de Junio de 1988.
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buena medida, una respuesta alo que los demás nos exigen y,ciertamente, una expresión de loque cada cual considera que debehacer.
De ahí la importancia de examinar las creencias que en nuestra sociedad se tienen acerca dela familia, ya que esas creenciasestán condicionando en buenamanera lo que las personas intentan realizar y lograr personalmente de esa institución.
Nuestra tesis es que una seriede creencias estereotipadas sobrela familia existentes en la sociedad salvadoreñE. repercuten negativamente en el desarrollo personal y social de la mujer.
1.1. Los estereotipos
Un estereotipo es una creencia simple y relativamente rígidasobre el carácter de algún grupo,institución o proceso humano.Los estereotipos suelen tener uncarácter fuertemente evaluativo,ya sea positivo o negativo.
Los estereotipos se basan, porlo general, en un elemento deverdad, pero al que desfiguranabsolutizándolo y al que magnifican generalizándolo. Con frecuencia, los estereotipos constituyen una burda deformación de larealidad y ocultan en su simplezala complejidad de las realidadessociales. Pero ese mismo defor-
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mar y ocultar suele ser socialmente funcional, es decir, responde a una necesidad del ordensocial establecido. Tanto la veracidad parcial como el carácteremocional y, sobre todo, su funcionalidad social hacen a los estereotipos muy resistentes al cambio, incluso aunque los hechosdemuestren su falsedad.
La existencia de estereotiposen una sociedad no puede serconsiderada un rasgo accidentalo meramente folklórico. Por logeneral los estereotipos, como todas las creencias, tienen un sentido social muy claro, ya que hansido socialmente elaborados. Esimportante, por consiguiente,examinar qué función socialpueden estar desempeñando determinados estereotipos y a quéintereses concretos responden encada situación. Que los estereotipos cumplan una función socialno significa, sin más, que seanbeneficiosos para quienes los tienen; por el contrario, con frecuencia son obstáculos para lahumanización y crecimiento delas personas, ya que condicionanindebidamente sus relaciones sociales y sesgan su interacción.
1.2. Tres estereotipos sobre lafamilia en El Salvador
Examinaremos únicamentetres creencias estereotipadas so·bre tres aspectos esenciales de larealidad familiar, que nos pare-
cen representativos de otros similares y que constituyen esoque podría llamarse la ideologíafamiliar dominante en El Salvador.
1.2.1. Sobre la naturaleza dela familia
Se tiende a creer que existeun tipo único de familia ideal,que correspondería a la naturaleza humana y que habría sidoquerido directamente por Dios.En un estudio con 252 matrimonios de los sectores medios yaltos de San Salvador, el 94.2%se mostró de acuerdo con que "lafamilia es una institución sagrada, querida por Dios" (MartínBaró, págs. 295-7).
La familia ideal sería monógama, patriarcal, matricéntrica yestable. La sacralización de estafamilia ideal llevaría a considerar que todas estas características surgen directamente de lanaturaleza humana y, por tanto,de Dios.
1.2.2. Sobre la distribución defunciones familiares
Se cree que la distribuciónideal del trabajo familiar asignaal hombre el papel de proveedorexterno y a la mujer el de manotenedora interna. Mientras elhombre tendría que buscar elsustento para la familia, a la mujer le correspondería el cuidado
del hogar. Dicho de otra manera,el hombre sería para el trabajosocial más amplio, mientras quela mujer debería restringirse fundamentalmente al trabajo en elhogar.
A veces, la misma creencia seexpresa de otras formas menosexplícitas. Este sería el casocuando se afirma que la mujer ysobre todo la madre debe ser "elcentro del hogar". Nada menosque un 47.2% de las 252 parejasde cónyuges entrevistadas en elestudio antes mencionado declaróque "una huena madre sólo debeaspirar a ser buena esposa y entregarse a su hogar" (ver MartínBaró, 1986, pág. 298). Por supuesto, este resultado indica queuna creencia como ésta sea aúnmantenida por la mitad de laspersonas, sobre todo si se tienecuenta que pertenecen a los sectores más escolarizados del país.
1.2.3. Sobre las relaciones en·tre padres e hijos
Está bastante extendida lacreencia de que "la crianza y educación de los hijos (principalmente en sus primeros años) essobre todo responsabilidad de lamadre". La existencia de estacreencia estereotipada no aparece con claridad en el estudio antes mencionado, pero con todoconsideramos que sí se da. A esterespecto, la práctica muestraque, en la mayoría de los casos,
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es la madre, no el padre, la queasume la representación de la familia frente a los profesores o ladirección de la escuela de los hijos, yeso aunque ambos cónyuges trabajen.
UJ. Sentido psicosocial de losestereotipos sobre la familia
¿Qué impacto pueden tenerestas creencias estereotipadas sobre las actitudes y vida de lossalvadoreños?
En primer lugar, llevan a unacomprensión de los roles familiares como si se trataran de exigencias propias de la naturalezahumana y, por consiguiente, inUclutables. Eso no quiere decirque 'elida persona se atenga orealice esos roles, ni siquiera talcomo se siente exigida, pero síque no se pone en cuestión su carácter ideal normativo. Dicho deotra manera, el que no se conforma a esos roles sabe que no estácumpliendo con su papel y/o suresponsabilidad social.
Esa naturalización de una forma de familia hace que no seconsidere seriamente condicionesalternativas para realizar la vidafamiliar, quizá más congruentescon las circunstancias en quemuchas familias salvadoreñastienen que vivir.
En segundo lugar, esas creen-
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cias estereotipadas sobre la familia asignan a la mujer un papel de subordinación social alhombre. Al ponerle como horizonte peculiar la familia y el hogar,se le discrimina laboralmente, loque se expresa tanto en la exclusión significativa de la mujer delos ámbitos más importantes dela vida social, como en el tratamiento derogatorio a la calidadde su trabajo, peor pagado enpromedio que el del hombre.Mencionemos algunos datos parailustrar este punto:
* En la gran mayoría de los hogares, la mujer apena. se desempeña como "ama de casa".ASÍ, por ejemplo, en una reciente encuesta realizada porel lUDOP con una muestrarepresentativa de 1,008 salvadoreños adultos urbanos, el39.8% de las mujeres indicóencontrarse en esta situaciónlaboral, es decir, dos de cadacincc mujeres (ver lUDOP,1988b). Pero en otra encuestarealizada también recientemente con una muestra de652 campesinos, el porcentajeelevó al 76.4%, es decir que,de cada cuatro mujeres campesinas, tres no tienen másocupación que la de los servicios domésticos (IUDOP,1988a). Lo grave de este aspecto es que no existe un salario para ese trabajo, lo quees indicativo claro del bajo reconocimiento social que tie-
nen.
Ahora bien, entre las mujeresque sí trabajan, la mayoría lohace en ocupaciones socialmente menos valoradas. Según estadísticas oficiales, el37.2% de las mujeres que trabajan lo hacen en eso queeufemísticamente se llama"servicio doméstico" -una delas formas de trabajo más semejantes a la esclavitud- yun 35.3% adicional lo hace enlo que MIPLA,'\[ califica como"empleados y trabajadores porcuenta propia": vendedorasambulantes, lavanderas, etc.(El Salvador, 1984).
Por otro lado, cuando las mujeres acceden a los diversosempleos, por lo general elpago que reciben es menorque el de los hombres por unmismo trabajo. Así, por cadacolón que cobre una mujer enel sector publico, el hombrecobra entre 1.20 y 1.25 colones. Incluso en el ámbito delas profesiones liberales, unhombre tiende a cobrar aproximadamente un 12.0% másque una mujer por el mismodesempeño, lo que refleja lavaloración que del trabajo hace la sociedad según el sexo dequien lo realice (ver El Salvador, 1986).
Finalmente, sólo por excepción se encontrarán mujeres
desempeñando cargos de alguna importancia social, dondese toman las decisiones fundamentales: gabinete político,dirección de grandes empresas o bancos, dirección de iglesias u otras instituciones.
Esta situación de clara discriminación se ampara en lo que sellama la ideologfa del machismo,es decir, aquel conjunto de creencias sobre la naturaleza del hombre y de la mujer que subordinala existencia de la mujer a la delhombre. El machismo está todavía ampliamente extendido ennuestra sociedad, y quizá sus aspectos menos importantes seanprecisamente aquellos que másse destacan, es decir, los concer~
nientes a las relaciones sexuales,mientras se mantiene en un segundo plano todo 10 relativo a ladiscriminación laboral, política ysocial de la mujer
En última instancia, lascreencias estereotipadas asignana la familia la función de mantener un orden social vertical, autoritario y discriminatorio, en elque la mujer constituye de hechoun ser de segunda categoría. Resulta entonces paradójico que laprincipal responsabilidad de lafamilia se le atribuya a la mujer,que se convertiría así en reproductora de un orden discriminatorio contra ella misma. En otraspalabras, la mujer, mediante eldesempeño del papel que la ideo-
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logia social dominante la atribuye, se convertiría en reproductora de su propio estado de opresi6n y discriminaci6n social.
2. La familia: puerto y cárcel
2.1. Situación real de la familia en El Salvador
Ante todo, hay que subrayarque no existe "la" familia salvadoreña, un único tipo de familia,que se acerque más o menos a lafamilia "ideal". Existen de hechomúltiples formas de estructura yorganizaci6n familiar, desde lafamilia extendida tradicionalhasta los "colectivos" de los grupos revolucionarios, desde la familia mon6gama hasta las redespoligámicas sincr6nicas (varios"frentes") o diacr6nicas (unionessucesivas). Algunas de estas formas se dan más en unos sectoresque en otros, pero no existe alrespecto una informaci6n confiable.
La evoluci6n de la vida socialestá condicionando los tipos defamilia. Así, por ejemplo, la urbanizaci6n de la existencia, la carencia o el tamaño de las viviendas predominantes, la falta delabores mediante las cuales losniños puedan contribuir al mantenimiento familiar, éstas y otrascondiciones de la vida social contemporánea en El Salvador estánrepercutiendo en las formas deestructuraci6n familiar.
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Tan importante o más que esaevoluci6n lo constituye el cambiode demandas que el orden socialplantea a la familia. Así, porejemplo, cada vez se exige menosque la familia eduque o cure asus miembros, o que cumpla latarea de asignarles un rol social.En este sentido, ese tipo de funcionalidad social tradicionalmente desempeñado por la familiaestá pasando a otras instituciones. Lo cual hace que sobre la familia se empiece a plantear otrotipo de demandas, no menos im·portantes para el orden social establecido.
Finalmente, un análisis sobrela situaci6n de la familia en lascircunstancias actuales de ElSalvador tiene que prestar atenci6n primordial a las consecuencias de la guerra que se vive yadesde hace ocho años. Señalaremos aquí tres aspectos:
a. La guerra supone, ante todoun empeoramiento grave delas condiciones econ6micas dela mayoría de la poblaci6n. Lacrisis econ6mica afecta sobretodo a través del desempleogeneralizado que suele constituir una de las condicionesmás críticas para la vida familiar. Dada la situaci6n laboral antes señalada, la mujeres menos directamente afectada que el hombre por este de·sempleo, y siempre le queda elrecurso de asumir el papel ho·
gareño que se le asigna comoideal. Pero indirectamente lamujer recibe el impacto deldesempleo masculino, no s610en cuanto que se siente presionada a consegnir recursospara el hogar, sino en cuantoque tiene que soportar la frustraci6n y problemas que el desempleo tiene en el hombre.
b. Las campañas masivas de represión y terrorismo, así comolas acciones bélicas han causado la desintegraci6n y eldesplazamiento de miles defamilias salvadoreñas. Es difícil cuando no imposible encontrar en ciertos departamentosde la república alguna familiaque no haya sufrido la muerte, asesinato o desaparici6n dealgún miembro o parientemuy cercano. Y, corno bien sesabe, son cerca del millón laspersonas que han sido desgarradas violentamente de suslugares de vivienda y trabajo.Muchas de esas familias hantenido que huir al extranjero,con destinos muy diversos.Otras han ido pasando de lugar en lugar, de refugio en refugio, hasta terminar cerca dedonde viven otros parientes,las más de la veces en zonasmarginales semiurbanas, alimentando cinturones de miseria de las ciudades y el caldode cultivo humano para ladelincuencia menor (prosti-
tuci6n, ladronismo callejero,etc.). Otras, finalmente, handecidido regresar a sus lugares de origen, arriesgando díatras día sus vidas en medio delas presiones insurgentes y dela incomprensiva violencia oficial. Todas estas familias -yse trata de la quinta parte delas familias salvadoreñas-enfrentan unas condiciones demáxima adversidad para cualquier cosa que se parezca auna vida familiar normal o aun desarrollo familiar armonioso.
c. La guerra, el terremoto del 10de octubre de 1986 en el áreametropolitana, y la crisis econ6mica generalizada han impactado en forma particularlas condiciones habitacionalesde la familia salvadoreña.Probablemente no es exagerado afirmar que una de cadados familias carece de algoque pueda ser considerado como una vivienda, incluso aplicando criterios mínimos.
El desempleo, el desplazamiento forzoso y la falta de vivienda son tres aspectos quemuestran el grave deteriorode las condiciones de vida delas familias del país causadopor la guerra. Y es a esa fa·milia concreta, no a la familiaideal, a la que la mujer es llamada como su único destino.
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2.2. La familia, puerto de lamujer
No todo es negativo en la familia, ni mucho menos. Para lamujer salvadoreña, el hogar representa sus dominios. Socialmente, es el ámbito que se leasigna para su realización. Por logeneral, en el hogar la mujercuenta con un poder incuestionado y una capacidadad de decisión muy amplia. Es en el hogary en todo lo relativo a la vida familiar, donde la mujer recibemás atención y respeto, y una delas pocas áreas en las que seescucha su parecer.
Personalmente, no hay que olvidar todo lo que de bello hay opuede haber en el matrimonio yen la maternidad. Vivir el amor,formar un hogar, dar vida a unoshijos, son tareas en gran medidagratificantes y, de hecho, muchasmujeres sienten que su existencia cobra un valioso sentido conesas vivencias.
Más aún, aunque en ello haymucho de endulzamiento del limón ácido, no cabe duda quebastantes mujeres desarrollanvirtudes admirables en la ejecución de sus papeles, nada fáciles,como esposas y como madres,comb mantenworas de un hogary corazón real de sus familias.Ahí, ciertamente, radica lo quede verdad hay en la imagen mitificada de la madre, objeto de
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cantos y poesías.
Estos aspectos positivos de lavida familiar son los que permiten afirmar que la familia es elpuerto más seguro que social ypersonalmente nuestra sociedadofrece a la mujer. No pocas mujeres anclan su existencia en esepuerto sin llegarse a cuestionar-o sin poderse cuestionar- si elmar de la vida ofrece otros horizontes.
2.3. La familia, cárcel de lamujer
Pero si para muchas mujeressalvadoreñas la familia constituye un puerto de acogida, dondeobtiene poder y respeto, dignidady campo para el desarrollo de susvirtudes, para otras muchas elpuerto se convierte en cárcel. Incluso ocurre con frecuencia que,al principio de la vida conyugal,mientras el amor esta fresco y loshijos pequeños, el puerto familiarresulta acogedor, estimulante,gratificante; pero cuando el amorentra en una fase más madura olas vicisitudes de la vida lo apagan (y con frecuencia no tienenque transcurrir muchos añospara que esto ocurra), cuando loshijos crecen y van desarrollandosu propia vida fuera del hogar,la esposa y madre queda solitariaen la casa, rodeada de soledad yvacío, sin una tarea significativani un horizonte estimulante parasu existencia. Y entonces, el ho-
gar que hasta entonces habíasido puerto se convierte en prisión. Cualquier lirismo al respecto es una hiriente ironía, y losmitos sobre la mujer dejan aparecer al desnudo su engaño enajenador.
La primera y más objetivaconfirmación de esta tesis nos laofrecen las propias estadísticas.Según los datos del Ministerio dePlanificación (1986), en el áreametropolitana de San Salvadorun 26.4% de los hogares tendríana una mujer como cabeza de familia, lo que significa las más delas veces f hogares constituidospor madres solteras o abandonadas, mujeres que han sido ma·dres por abuso o por engaño, madres cargadas de hijos por sucesivos varones que o se asientanen otros hogares o no quisieronamarrase con esa mujer. Es obvioque algunos de estos hogares loserán de viudas o de mujeres quepor propia voluntad permanecensin compañero, pero se sabe queestos son minoritarios.
Ahora, bien, no es el mismo elsignificado de la familia para unamujer que mantiene su uniónconyugal que para aquella queha sido engañada o abandonada.Es más, sabe que, incluso muchos hogares que mantienen launión conyugal, la mujer se encuentra no menos engañada oabandonada por su compañero,quien centra su amor en segundoo tercer frente, o que simplemen·
te sigue allí porque así lo exigenlas conveniencias materiales olos convencionalismos sociales.En todos estos casos, el hogar representa con frecuencia para lamujer una auténtica cárcel.
Aun prescindiendo de las familias irregulares, el poner comodestino prioritario de la mujer larealización en el hogar, aunqueposibilite ciertas gratificacionespersonales, supone más que nadaun empobrecimiento tanto parala existencia de la mujer comopara la misma familia.
El empobrecimiento de la mujer se puede sintetizar en trespuntos:
a) la mujer se vuelve dependiente del hombre, en una relación unilateral de sumisión.Es el hombre el. que determina el destino de la mujer, suéxito o fracaso el que, en elmejor de los casos, definesubsidiariamente el éxito ofracaso de la mujer;
b) la mujer entra en una vía segura de frustración existencialtan pronto como supera laetapa inicial de fuerte demanda a su papel familiar comomadre. Llegada a su edad deadulta madurez, la mujer seencuentra sin una tarea significativa, sin un horizonte parasu existencia personal, sin unquehacer que le permita desarrollar y realizar sus poten-
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cialidades humanas;
c) la mujer estrecha su mundode relaciones interpersonalesal ámbito de los seres máscercanos, perdiendo la posibilidad de enriquecer su existencia y la de otros a travésde una gama más variada depapeles (no s610 el de esposa ymadre) y de contactos sociales. La posesividad machista yla celotipia simplista de muchos hombres cierra más ymás herméticamente esemundo ya de por sí pequeñode las relaciones familiares yparafamiliares.
El destino excluyente de lamujer al hogar produce tambiénun empobrecimiento de la familia:
a) como la familia es el únicoámbito para su realizaci6n lamujer tiende a concebir expectativas y plantear demandas ala vida familiar poco realistas.y es que la mujer tiene quelograr todos sus anhelos y satisfacer todas sus necesidadesexistenciales al interior de lafamilia, lo que se traduce enuna continua sobredemandatanto al c6nyuge como a loshijos. Muy frecuentementeeste exceso de demanda semanifiesta en una exigenciade sometimiento a las normascaseras más triviales y de continuas gratificaciones afectivas;
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b) el encerramiento casero de lamujer repercute en su encerramiento experiencial, sinque pueda aportar a la vidafamiliar más elementos quelos surgidos entre las paredesdel hogar. Con frecuencia, este empobrecimiento experiencial se traduce en un empobrecimiento de la relaci6n conyugal y de la relaci6n materna; la esposa y madre no expresa más que trivialidadescaseras y no tiene nada interesante o significativo queofrecer a la vida familiar. Lossuplementos femeninos de losperi6dicos con más tiraje ennuestro país son una excelente expresi6n de este aterrador empobrecimiento existencial de la mujer sin más horizonte que su matrimonio ysu hogar.
En este marco de la familiacomo cárcel de la mujer, se produce actualmente cierta liberaci6n femenina, que no es tal. Lamujer, forzada por las presionesecon6micas y una visi6n más liberal de la vida, entra en el mundo del trabajo remunerado. Perocon frecuencia la participaci6n enel mundo masculino de la vida nose ve correspondido por una correlativa participaci6n el hombreen el mundo femenino del hogar.Así, la mujer añade a su cargahogareña la carga de otro trabajo. Y aunque éste le abra nuevos horizontes, la cocina y las tareas caseras se encargan de ce-
rrárselo, agobiada por una sobrecarga que no le saca de su situaci6n de dependencia respecto alhombre y de alienaci6n existencial.
3. La familia como opción
Sería impropio sacar de estaexposici6n una visi6n puramentenegativa de la familia. El problema no radica tanto en la instituci6n familiar, cuanto en la ideología que hace de ella el destino exclusivo de la mujer, como si fuerael único puerto que la naturalezahumana y en última instanciaDios mismo le ofreciera. Porqueentonces, con frecuencia el puerto se convierte en cárcel y la relaci6n prometida en frustraci6n,con detrimento no sólo para lamujer sino para la familia misma.
¿Cuál es entonces la alternativa? La alternativa radica en tomar conciencia del carácter histórico de la familia y, por consiguiente, de su posible diversidadde acuerdo a las exigencias de cada situaci6n y a las necesidadesde las personas.
¿Cuáles son las formas másadecuadas de la vida familiar enlas circunstancias actuales de ElSalvador? ¿Cuáles son las funciones que deben exigirse a hi ramilia en la presente situaci6n y encuáles es necesario eximirle deresponsabilidad? ¿Cuál es la definici6n de roles más conveniente
para que la familia salvadoreñapueda satisfacer adecuadamentetanto las justas demandas sociales como las demandas no menosjustas de las propias personas?En mi opinión, la respuesta a estas interrogantes no viene delllamado sentido común", sino quedebe ser objeto de una reflexi6n yanálisis muy concienzudo. Dichoen otros términos, resulta contraproducente suponer que ya conocemos la mejor forma de organizaci6n y vida familiar, sin previamente haber analizado las condiciones concretas de nuestra sociedad y las necesidades específicasque estas circunstancias plantean.
Ciertamente, dos conclusionespueden sacarse de esta exposici6n:
a) El hogar y la familia no pueden seguirse proponiendo como horizonte necesario parala mujer salvadoreña, algosin 10 cual una mujer no puede considerarse plenamentetal, y mucho menos como horizonte exclusivo y aun excluyente. Por el contrario, ese ho·rizonte debe quedarse abiertoa la opci6n de cada mujer, sinque los estereotipos sociales laestigmaticen como rara por elhecho de que decida no entrarpor ese camino. Pero esta posibilidad social requiere eliminar toda discriminaci6n sexual, de tal manera que todoslos ámbitos de la vida huma-
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na se abran en forma equitativa tanto al hombre como a lamujer.
b) Es necesario redefinir losroles conyugales al interiordel hogar y la familia. No puede seguirse manteniendo latradicional división del trabajo familiar, asignando al hombre la búsqueda del sustento ya la mujer la conservación delhogar y la educación de loshijos. Cómo sea esa redefinición de papeles, no es del casoen este momento, pero ciertamente debe orientarse a unaparticipación conjunta en leeducación de los hijos y unarepartición mucho más equitativa de las cargas del hogar.En todo caso, la experienciapuede ser en este sentido unbuen punto de referencia paravalorar alternativas.
Si nuestro país está en guerraes porque muchos de los supuesto's en que se fundaba nuestra sociedad están siendo radicalmentecuestionados. Entre estos supuestos, están algunos de los quehan justificado la discriminaciónsocial de la mujer y su subordinación al hombre. Las investigaciones realizadas me llevan apensar que el momento actual nodenota tanto una crisis de la familia en El Salvador cuanto unacrisis de la ideología familiar dominante en el país. Si esta conclusión es acertada, de ella sesigue que es esencial desarrollar
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un trabajo sistemático de desideologización, es decir, de descubrimiento de lo que la familia esrealmente en nuestro país y delos intereses sociales a los que laideología dominante sobre la familia pretende servir, atribuyendo a la naturaleza y a Dios lo quees fruto de una historia.
Por 10 general, seminariostalleres como el presente terminan enunciando una serie de recomendaciones orientadas sobretodo al área legal y a los mediosde comunicación social. Eso son,ciertamente, dos ámbitos cruciales, en los que hay mucho quecambiar. Pero en mi opinión hayotros tan importantes o inclusomás. Mencionaré simplementedos:
a) Los educadores. Bajo muchosrespectos, son los maestros losque trasmiten a los niños, primero, y a los adolescentes después, una imagen sobre suidentidad y sus roles en cuanto hombres O mujeres, así como sobre sus horizontes existenciales. Creo sinceramenteque los maestros necesitanuna nueva conciencia sobre larealidad del hombre y de lamujer, menos naturalista ymás histórica, menos mítica ymás social. Parte importantede los educadores son los religiosos -sacerdotes, pastores, religiosas-- que ayudan asellar los mitos sobre los pa·peles sexuales sacralizándolos
en nombre de Dios. Hay, portanto, una importante tareaQue realizar de conscientización a todos los educadores.
b) Ustedes mismas. No me consta, pero me atrevo a pensarque muchas de ustedes contribuyen voluntaria o involuntariamente, a su propia situa~
ción de discriminación social.Con frecuencia, atribuyen alos varones de sus propias familias un machismo que enverdad no tienen, y ello lesinhibe para proponerles cambios que quizás aceptarían.En todo caso, se trata de unatarea importante, y nada másasequible que comenzar poruno mismo. Mal podremosexigir a otros un respeto haciala mujer, cuando las propiasmujeres, aquellas que han tenido una oportunidad para tomar conciencia del problema,prefieren dejar las cosas comoestán y seguir ancladas en elpuerto del hogar, aunque esepuerto ya se haya convertidoen una cárcel.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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