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  • LA RIADA DE SANTA TERESA Y LA CUNA. UNAINTERPRETACIN LITERARIA1

    MANUEL MARTNEZ ARNALDOSUniversidad de Murcia

    Resumen:

    Tomando como referente el poema de J. Selgas, La cuna vaca (1875), procedemos a unestudio comparativo a travs de diversos escritores espaoles, incluidos varios murcianos, que yasea en sus poemas, o textos en prosa, hacen mencin, a propsito de la inundacin conocidacomo la riada de Santa Teresa, acaecida en Murcia 1979, al motivo selguiano de una cunavaca, aunque en otros casos se alude a que lleva a un nio en su interior, que flota sobre las tur-bulentas aguas del ro Segura. Sin que exista dato histrico alguno que confirme tal hecho. Seatestigua, pues, en los textos manejados, una simbiosis en el proceso descriptivo de la riada yuna cuna. Ello genera un interesante motivo o bien clich literario que lejos de ser ineficaz, cons-tituye una acusada y estable expresividad en la que se funden la emocin experimentada, real ehistrica, con la ficcional y sugerente que al leer el poema de Selgas nos es dado establecer. Deah, que la eficacia simblica de la palabra cuna (vaca) manifiesta todo su poder. Y el propiojuego del texto, con sus valores polismicos y connotativos, en confabulacin con los significan-tes, puede llegar a ser una premonicin de la riada que luego tuvo lugar. De tal modo que, iso-tpicamente, se configura un eje clasemtico que posibilita, mediante unas simples alternanciasfnicas y dos variantes lxicas, una interpretacin del poema de Selgas como si de una riada setratara.

    Palabras clave: Ficcin, historia, smbolo, clich literario, anlisis comparativo, isotopa, polise-mia.

    MVRGETANA. ISSN: 0213-0939. Nmero 125, Ao LXII, 2011. Pgs. 251-262.

    1 El presente artculo constituye una revisin ampliada de la conferencia pronunciada, el 26 demarzo de 2009, en el Saln de Actos de la Cmara de Comercio de Murcia, por invitacin de laAsociacin Universitaria Rector Sabater, dentro del Ciclo Paris-Murcie. La riada de Santa Teresa (15de octubre de 1879), coordinado por el Profesor D. Jos Luis Martnez Valero.

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    Rsum:

    Rfrence au pome de J. Selgas, Le berceau vide (1875), nous procdons une tudecomparative travers diverses crivains espagnols, dont plusieurs de Murcie, qui soit.dans leurspomes ou des textes en prose, mentionne, au sujet de linondation connu sous le flot de SantaTeresa, qui a eu lieu Murcie 1979, le motif dun berceau vide selguiano, mais dans dautres casil se rfre lintrieur de prendre un enfant, flottant sur les eaux agites de la rivire Segura .Sans aucune donne historique nexiste pour confirmer ce fait. Est attest, comme dans les textesmanipuls, une symbiose dans le processus dcrivant les inondations et un berceau. Ceci cre unmotif intressant ou littraires clich de dire que loin dtre inefficace, est une expression forte etstable dans ce mlange de lmotion ressentie, relle et historique, la lecture de fiction et sugges-tive du pome que nous sommes ensemble donn Selgas. Par consquent, lefficacit symboliquedu berceau (vide) exprime toute la puissance de son. Et lui -mme partir texte,avec ses valeursde texture et connotatif, en collusion avec les signifiants, peut devenir une prmonition de li-nondation qui a eu lieu alors. Alors que, configure isotopiquement classmatiques un axe qui per-met, par un alternances phontiques simples et deux variantes lexicales, une interprtation dupome de Selgas comme sil sagissait dune inondation

    Mots-cls: fiction, dhistoire, symbole, littraire clich, lanalyse comparative, isotopie, polysmie.

    En el espacio de tiempo del que dispongo voy a tratar, bsicamente, de plan-tearles, a propsito de unos textos en los que se hace referencia a una cuna que fuearrastrada por la riada, que de manera similar a cmo nos deleitamos y gozamos conla lectura de los textos literarios, tambin stos, en ocasiones, dada su ambigedady polisemia, sin olvidar las causas de las estructuras antropolgico-comunicativasde lo potico y su carcter universal, en justa correspondencia, y valga la paradoja,se divierten, juegan y provocan a los lectores.

    En 1879 se publica el libro de Jos Selgas, Flores y Espinas, que, entre otras,contiene la conocida composicin La cuna vaca. Poema que ya haba aparecidocon anterioridad en otras publicaciones de la poca. En 1875, en el nmero XXI deLa Ilustracin Espaola y Americana, y previamente en La Moda Elegante eIlustrada. Les recuerdo, en la versin de 1875, el poema:

    Bajaron los ngeles,Besaron su rostro,Y cantando su odo, dijeron: Vente con nosotros.

    Vio el nio a los ngelesDe su cuna en torno,

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    Y extendiendo los brazos, les dijo: Me voy con vosotros.

    Batieron los ngeles Sus alas de oro,Suspendieron al nio en sus brazos,Y se fueron todos.

    De la aurora plidaLa luz fugitiva,Alumbr la maana siguiente:La cuna vaca.

    El 15 de octubre de 1879, como ya conocemos, se produce en Murcia unadevastadora inundacin conocida como La riada de Santa Teresa.

    Riada famosa que, por su trascendencia, fue motivo de numerosos trabajosliterarios, tanto en nuestro pas como allende nuestras fronteras, en un afn derecaudar ayuda para los damnificados. En la memoria de todos est la edicin, moti-vo de este ciclo, del Paris-Murcie2, en el que colaboraron prestigiosos escritoresfranceses y espaoles: V. Hugo, A. Dumas, O. Feuillet, A. Daudet, E. Littr, E. Zola,G. Mistral, M. Ruiz Zorrilla, M. Roca de Togores (marqus de Molins), E. Castelar,A. Cnovas del Castillo, etc. Y asimismo el Murcia-Pars3, con artculos de renom-brados autores espaoles y murcianos: J. Echegaray, P. Daz Cassou, A. BaqueroAlmansa, R. Serrano Alczar, J. Martnez Tornel, Ricardo Gil, etc. Igualmente, poresas fechas, se publica, en Madrid, El libro de la Caridad4, dedicado segn seindica en un subttulo por los poetas que lo escriben al socorro de las victimas delas inundaciones en la provincias de Levante. En ste, vuelven a aparecer colabo-raciones de autores espaoles que ya haban participado, junto a otros nuevos comoBlanca de los Ros, E. Pardo Bazn, Abelardo Lpez de Ayala, Duque de Rivas,Juan Valera, y un largo etctera; junto a murcianos como R. Snchez Madrigal,Zacaras Acosta, Carlos Cano, Antonio Arnao, Federico Balart, Leopoldo AugustoCueto (marqus de Valmar), S. Marn Baldo y Juan Jos Herranz y Gonzalo (condede Reparaz), entre otros.

    Pero entre las mltiples colaboraciones hay que sealar una excepcin signifi-cativa para los murcianos: la de D. Jos Selgas. Pese al requerimiento que de modo

    2 Journal Publi au profit des victimes des inundations dEspagne, par le comit de la presse fran-aise. Numro unique. Dcembre 1879.

    3 A la Prensa de Pars, testimonio de admiracin y agradecimiento, la Prensa de Murcia. Tip. delMurcia-Pars (Tip. de Nogus), 18 de diciembre de 1879.

    4 Publicado a expensas y de rden espontnea de S. M. EL REY. Madrid, Imprenta de EnriqueRubios, 1879. Al no aparecer el colofn de edicin, en la pgina final del libro, suponemos que suedicin, como en el caso de los peridicos antes citados, tambin corresponde al mes de diciembre.

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    directo le hiciera Martnez Tornel, Selgas no colabor en ninguna de las publicacio-nes anteriormente citadas ni en otras que yo conozca. Tampoco hay datos de quevisitase Murcia en aqullas trgicas fechas y en las que ocupaba el cargo deSubsecretario de la Presidencia del Gobierno. Su nica aportacin fue un donativode 75 pesetas, como se constata en la suscripcin nacional, abierta y encabezada porel Rey, publicada por La Gaceta de Madrid.

    No obstante, el motivo de la riada no habr de quedar circunscrito a las fechasinmediatas al evento, sino que se incorporar, con el paso de los aos, como ele-mento tpico en poesas populares, leyendas y textos costumbristas murcianos.Aunque lo interesante a destacar, al menos desde una perspectiva crtico-psicoana-ltica y en el imaginario colectivo, es que en un buen nmero de los textos referidosal trgico acontecimiento siempre aparecer, en total simbiosis y paralelismo, unacuna; como si fuera un eco, reminiscencia o proceso transferencial de transmisindel poema selguiano.

    Si atendemos a las colaboraciones literarias que, en los meses siguientes a lariada, aparecieron en publicaciones como las referidas, podemos comprobar comoen algunas de ellas, el motivo de la riada y la cuna que flota sobre las turbulentasaguas del ro Segura est presente. En El libro de la Caridad, diversos escritoresaluden a ello en sus poemas: Faustina Sez de Melgar, en El nuevo Moiss:Cuando todo lo inundaba / Grit agonizante un hombre: / Socorred al hijo mo, /que va en una cuna de roble5; Blanca de los Ros, en El ngel de las aguas: Ques lo que flota, tembloroso y vago, / Sobre las turbias olas encrespadas? / [] No,no es un cisneno es niebla, es una cuna / Triste despojo que el turbin arrastra /Y en ella un nio va6; E. Pardo Bazn, en La inundacin: y la infelice madre/ [] v la cuna arrastrada ya muy lejos7; Antonio Alcalde Valladares, en El nuevoMoiss (coincide en el ttulo con F. Sez de Melgar): y entre cadveres iba / lapobre cuna flotando. / El nio, hermoso, tranquilo, / Aunque el agua el lecho cim-bre, / Duerme en su cuna de mimbre, / Como Moiss en el Nilo8; Federico dePalma y Camacho, en Limosna y plegarias: La cuna que desaparece, / Llevandodormido al infante; / La madre casi espirante / Junto al hijo que perece9.

    En tanto que si manejamos textos costumbristas y poesas populares, en aosposteriores, y siguiendo un orden cronolgico, encontramos el motivo de la cuna yla riada en diversos textos. As, en Las caracolas, de P. Jara Carrillo, podemos leer:[] A lo lejos, de vez en cuando, se vea aparecer por en medio de aquel mar pes-

    5 Cfr. El Libro de la Caridad, cit., pp. 7-9, p. 7.6 Ibid., pp. 21-29, pp. 22-23.7 Ibid., pp. 45-48, p. 47. 8 Ibid., pp. 135-139, p. 138.9 Ibid., pp. 141-146, p. 143.

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    tilente la cuna vaca, como una barquilla trgica10; en Ababol, de Antonia deMonasterio de Alonso Martnez, se describe: De pronto la corriente de agua arras-tr una cunita huertana de madera tosca; dentro iba metido un chiquitn, que son-rea desconociendo el peligro y sintiendo placer al verse mecido por el movimien-to de las aguas. [] Fue un nuevo Moiss en su manera de viajar; pero no tuvo lasuerte de encontrar una princesa que le salvara.11; en Visiones del pasado, de JosA. Jara Lpez, leemos: _ Maere; paece una cuna! Qu lstima, Dios mo! Hevisto en ella a un nene que va manoteando!.. [.] An no haba terminado de profe-rir su exclamacin de pena la cuitada Dolores, cuando su padre, silencioso, intrpi-do, como todos los hombres del panocho linaje, sin vacilar ni detenerse un punto,se lanz de cabeza a la corriente, decidido a salvar a la criatura que en la cuna ane-gndose lloraba [] Triste ser indefenso que an viva, tal vez porque la mano deDios omnipotente, retard unos minutos el fin de la tragedia, por tratarse de unngel! [.]. El estremecimiento que produjo en las aguas la cada de aquel hroe sinnombre, hizo que zozobrara la cunita donde iba navegando la inocencia, y el nioinfortunado dej pronto de llorar 12; y cercano a nuestros das, en el relato pre-cisamente titulado La riada de Santa Teresa, de R. Garca Velasco, se puede leer:Como vio un grupo de personas que imploraba ante la Virgen de los Peligros seuni a ellas para rezar tambin. Cuando de pronto oy decir que en la vorgine queel agua formaba cerca de los molinos del ro se divisaba una cuna que daba vueltascon un cro que deba estar muerto. [.] _ Y mi zagal _aadi la ta Baltasara_ sinpensarlo dos veces, se subi a la baranda y se tir al ro pa allegar braceando andeestaba la cuna, que agarr con una mano y con la otra nad hincia la orilla. [.] Y lasorpresa de tos jue cuando se vido que el zagalico vena dormido; estaba vivo;13.Y si pasamos de la prosa al verso, en La ri, de Francisco Frutos Rodrguez : Yallega el agua a la cuna / pon a la criatura en la cesta / y has en ella otra cunica / consus ropicas ms nuevas / [] Mi como el agua la lleva! / Paece un barquico ejubete! / [] Que los ngeles te guarden!14.

    Se observa, pues, en los textos manejados, esa completa simbiosis entre el pro-ceso descriptivo de la riada y la referencia a una cuna en el mismo. La cuna vaca,en el caso de Jara Carrillo, conservando o calcando el estereotipo grupo binario ymicrotextual que estableciera Selgas; y escuetamente cuna, cunita, cunica, cuna deroble o cuna de mimbre, en los restantes autores. Adems, tambin es de subrayar,

    10 Cfr. Las Caracolas, T. II, Murcia, Sucesores de Nogus, 1964, p. 261. Primera edicin enCuadernos Coleccionables, Murcia, Tip. El Liberal, 1919. La cursiva es nuestra.

    11 Cfr. Ababol. Novela sobre costumbres de la huerta de Murcia, Salamanca, EstablecimientoTipogrfico de Calatrava, 1922, p. 72. La cursiva es nuestra.

    12 Cfr. Visiones del pasado (novela histrica de puro ambiente huertano), Murcia, Tip. La Verdad,1929, pp. 106-107. La cursiva es nuestra.

    13 Cfr. La riada de Santa Teresa, Cuadernos Murcianos, n 36, Murcia, 1980, pp. 295-296. La cur-siva es nuestra

    14 Cfr. La ri, en Aquella Murcia, Murcia, Ed. La Verdad, 1950, p. 58.

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    que alguno de esos autores repite, en sus poemas, sintagmas y palabras clave yaexistentes en el poema de Selgas. Y varias son las preguntas que nos asaltan, anteesa reiterada conexin riada-cuna, establecida por tan amplia nmina de escritores.Realmente ocurri el hecho que de manera tan insistente se nos ofrece?, culesson los factores que determinan la anterior duda, y la consiguiente interrelacinentre relato e historia?, hasta qu punto es determinante la influencia del poema deSelgas, o es simplemente la funcin y el valor esttico, semitico y psicolgico delobjeto el que desencadena todo el proceso y, a la vez, posibilita nuevas representa-ciones formales?

    De atender a los testimonios de la tradicin popular murciana de tipo oral, oquizs a las noticias de la prensa, de donde posiblemente F. Sez de Melgar, Blancade los Ros o E. Pardo Bazn, tomaron informacin, dada la inmediatez de sus tex-tos respecto al trgico suceso, habramos de creer que el hecho aludido sucedi enrealidad. Pero si, por el contrario, nos remitimos a los acontecimientos descritos enlos textos poticos y narrativos, la incredulidad se apodera de nosotros. Mxime,cuando constatamos que unos autores hacen que se salve el nio que va en la cunay otros que perezca en las crecidas y turbulentas aguas del Segura.

    No obstante, poco relevante o en un segundo plano queda, para la propues-ta que les quiero trasmitir, la mayor o menor realidad histrica del suceso. Loque me interesa refrendar, y de modo bsico, es que el hecho de situar la cuna(vaca o no) en la riada, se vuelve en algo coherente y explicativo en la medidaen que se transforma en poema o relato. Es decir, la poesa y la narracin, encuanto tales, y en el caso que nos ocupa, no es algo preexistente y que en reali-dad ha sucedido y que el autor al tener conocimiento del suceso se presta a con-tarlo. No, el relato es el resultado del trabajo del discurso potico y narrativosobre la historia15. Nos situamos, pues, ante un autntico proceso de transforma-cin que, a la larga, nos conduce hacia nociones de carcter psicolgico y psico-analtico como los de rememoracin, repeticin, perlaboracin o modelotransferencial de trasmisin16. Con lo que se llega a un proceso de interrelacinentre el discurso potico y narrativo, y la historia que es difcil la distincin;hasta el punto de que ese discurso potico o narrativo adquiere la consideracinde histrico. Dicho en otros trminos: la verdad del relato se fundamenta en laconviccin. Una conviccin que en el caso de nuestros poetas y narradores deri-va de la propia forma del poema o del relato. Textos con un mayor valor comu-nicativo y emocional que informativo e, incluso, artstico. Siendo, precisamente,

    15 Propuesta que incide en la tesis de P. Ricoeur, segn la cual el relato no es inherente a la histo-ria (vase Paul Ricoeur, LHistoire et le Recit, en Temps et Rcit, I, Paris, Seuil, 1983, pp. 137-312.

    16 Sobre los primeros conceptos vase, en especial, Sigmund Freud, La technique psychanalitique,Paris, P.U.F., 1981, pp. 112-114; en cuanto a la nocin de modelo transferencial, Jacques Lacan,Escritos I, Mxico, Siglo XXI, 1978, 3 ed., pp. 37-48.

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    esa fuerza sentimental la que propicia una amplia red en su poder de conviccin.Un discurso, sobre todo el popular y costumbrista, que sita ante nosotros la his-toria del deseo pasado. La verdad del poema y del relato, dir Lacan, dependetanto del discurso del deseo como del acontecimiento histrico.

    Y en ello representa un papel importante el clich literario, que puede consti-tuir un hecho trillado, pero en absoluto ineficaz; pues representa una acusada yestable expresividad17 Pensemos en la novela policiaca o en la del oeste, por ejem-plo, construidas sobre unas mismas pautas o clichs narrativos. La idea, por tanto,que el lector tiene del mundo representado es lo que cuenta, y no el conocimientoefectivo de su realidad o acontecer histrico. La representacin potica que estable-ciera Selgas es lo que proporciona un autntico poder de conviccin; poco importael hecho de que ste escribiera el poema, segn sus bigrafos, tras la muerte prema-tura de sus dos primeros hijos: Justina y Carlos. Lo interesante es que se crea unainterferencia de imgenes desde el presente hacia el pasado, segn consideracionesde H. Weinrich, que genera asociaciones a partir de palabras clave con un alto poderpolisenso y connotativo tan amplio y suficiente como para que despierten en ellector un crculo cerrado o asociacin de ideas que reconoce cada vez que se le pre-senta como un elemento del sistema18. Y as, cuna, o simplemente canasta o canas-tilla, es smbolo del seno materno del que toma el relevo inmediato. Y se asocia,desde una visin bblica, al salvamento de Moiss en el ro (como hemos podidocomprobar en la reiteracin de los ttulos de F. Sez de Melgar y A. AlcaldeValladares: El nuevo Moiss; o en idntica alusin en el texto de Antonia deMonasterio). Y por consiguiente al viaje por ello la cuna tiene a menudo la formabarca o barquilla; paece un barquico!, nos dir F. Frutos Rodrguez sobre lasaguas: matriz que navega. De modo similar, arca se asocia con diluvio, y, aunquems espordicamente, tambin aparecer en la riada, como se puede apreciar en elcitado texto de Jara Lpez, o en otros, como sera el caso de Jos Ballester, en surelato La tremenda riada de Santa Teresa19.

    Hay, pues, todo un proceso que no se configura a partir de una realidad vividay su posterior representacin o descripcin en el poema, como de primera intencinpueda sugerirnos el poema de Selgas respecto a su experiencia vital, sino que, porel contrario, nos puede mostrar tambin de qu manera la representacin crea la

    17 Cfr. Michael Riffaterre, Ensayos de estilstica estructural, Barcelona, Seix-Barral, 1976, p. 195.Vase tambin sobre la funcin y trascendencia del clich literario y los estereotipos: Ruth Amossy yAnne Herschber Pierrot, Strotipes et clichs, Paris, Nathan, 1997, pp. 53-61.

    18 Vase, en especial, el captulo de Herald Weinrich, El pasado, en Estructura y funcin de lostiempos en el lenguaje, Madrid, Gredos, 1968, pp. 95-136.

    19 En l podemos leer la siguiente descripcin: Queriendo salvar alguna ropa, una chica que habasalido ya de casa con la familia, volvi, y sorprendindole la crecida, acert a introducirse en un arca,a bordo de la cual bog a la deriva, pudiendo despus salvarse (Cfr. Jos Ballester Nicols, La tre-menda riada de Santa Teresa, en Estampas de la Murcia de ayer, Murcia, Imp. Belmar, 1977, p. 395).

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    cosa representada, y como ella la transforma en verdadera; es decir, reconocible ysatisfactoria para la lectura. Con lo que se funden, en este punto, la emocin expe-rimentada, real e histrica, con la ficcional y sugerente que al leer el poema deSelgas nos es dado establecer. Estaramos ante una significacin de carcter lgicoy otra no lgica, irracional. Se conjuga, pues, toda una dinmica, sentimental,semitica y esttica en torno al objeto y, especialmente, al discurso que lo provocaen su dimensin esttica desde un acontecimiento o suceso que implica o desenca-dena una respuesta social generalizada.

    Y fantasea, nos dice Vigotski, no el hombre feliz, sino nicamente el insa-tisfecho20. Insatisfaccin y cansera no ajenas a la naturaleza del huertano mur-ciano que ve en la cuna el elemento adormecedor, trasunto del seno materno, enel que poder navegar ante las desdichas de las continuas riadas. Pero que semanifiesta en la gradacin que se extiende desde una funcin esttica, pasandopor la emocin imaginaria hasta integrarse en una realidad social. De tal modo,que el objeto cuna desencadena en el sujeto una serie de resonancias que haceque ste lo asuma para s como blsamo o lenitivo en su lucha contra la adversi-dad del entorno meteorolgico. Hay, en la autonoma del texto respecto a suautor, una especie de juego, de magia y fantasa. De ah que la eficacia simbli-ca de la palabra, como es en el caso de cuna, es an mayor cuando se asocia convaca, aquello que no tiene contexto, ni referencialidad. Y es entonces cuandola fuerza del significante se manifiesta en todo su poder. Y hasta tal punto sepatentiza la irona secreta y el juego del texto en confabulacin con los signifi-cantes, que el propio poema de Selgas se transforma en una premonicin de lariada que habra de llegar meses despus.

    En la edicin de 1879, Selgas introduce una variante lxica respecto a anterio-res ediciones: sustituye extendiendo por agitando, lo que contribuye, an ms,desde la inconsciencia del autor, a la sensacin de ahogo en las aguas. La gradacinsmica y el valor connotativo que va de extendiendo a agitando es manifiesto res-pecto a la persona que pide auxilio. Incluso la unin sintagmtica con torno, pormedio de la conjuncin, intensifica el valor de agitando frente a extendiendo; el queha cado en algo que gira, en el recodo que forma el cauce del ro y en el cualadquiere por lo comn mucha fuerza la corriente, segn la acepcin de torno delD.R.A.E21; esa persona ya no extiende los brazos, sino que los agita de forma simul-tnea tanto para pedir auxilio como para intentar librarse del torno de agua que loenvuelve y atrapa. Es ms, en torno se sita al final del verso 6, de los 12 que con-figuran lo que podramos llamar el proceso de dinamismo temtico del poema, al

    20 Vase Liev Semionovich Vigotsky, Psicologa del arte, Barcelona, Barral, 1972, p. 103.2 1Diccionario Real Academia Espaola de la Lengua, edicin de 1970. Torno: 7 acepcin.

    Recordemos que R. Garca Velasco, en su texto, nos describe que en la vorgine que el agua forma-ba cerca de los molinos se divisaba una cuna que daba vueltas.

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    margen de los cuatro ltimos que representan un sentido relajante en su estatismodescriptivo. Tras la tempestad viene la calma. Con lo que el poema, en su estructu-ra formal semeja un remolino de turbulencias, como los que se producen en los roscaudalosos o en las riadas, ocasionado por el verso 6 (recordemos que R. GarcaVelasco nos describe que en la vorgine que el agua formaba cerca de los molinosse divisaba una cuna que daba vueltas).

    E incluso, isotpicamente, una serie de lexemas nos ofrecen un semismo queposibilita un eje clasemtico que determina una lectura como si de una riada se tra-tara. Lexemas como bajaron, besaron, cantando, batieron, suspendieron, connota-tivamente poseen un rasgo en relacin con agua. Al margen de un anlisis smicoms preciso, con el simple manejo de diccionarios como el de la Real AcademiaEspaola o el de Uso del espaol, de Mara Moliner, podemos deducir que bajarest ms prximo a las aguas que a los ngeles, que, por ir de un lado para otro oproceder del cielo implicara descender. Besar, cantar, suspender, por su poliva-lencia smica, connotan rasgos afines al agua y al espritu de los ngeles; lo mismoque batir, aunque ms cercano a agua en cuanto que connota la idea de destruir oderribar; no obstante en el D.R.A.E. se puede leer: Batir las alas y los remos.Yhasta me atrevera a insinuar que el poema, biogrficamente, en cuanto texto-objeto, en su propia historia literaria, discurre como una riada. Y bien sabemos losmurcianos que, cada cierto perodo de tiempo, el ro Segura nos sorprende con ave-nidas o riadas de ms o menos magnitud. Tal como aconteci con el poema: prime-ro se manifest con timidez en revistas de la poca, y logr su mximo apogeo alser incluido en el libro de 1879.

    Bastara, por lo que les acabo de exponer, unas simples alternancias fnicas ydos variantes lxicas para que el poema se interprete como una descripcin de lariada que meses despus acaeci. Y que sera la siguiente:

    Bajaron las aguas,Besaron su rostro,Y cantando su odo dijeron: Vente con nosotras.

    Vio el nio a las aguasDe su cuna en torno, Y agitando los brazos les dijo: Me voy con vosotras.

    Batieron las aguasSus olas de lodo, Sumergieron al nio en sus brazosY se fueron todos.

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    De la aurora plidaLa luz fugitivaAlumbr la maana siguiente:La cuna vaca.22

    Y es quiz, por lo que les comento, por lo que D. Jos Selgas y Carrasco noquiso participar literariamente en pro de los damnificados por la inundacin. Yahaba publicado su texto sobre la riada. O si lo prefieren, y desde otra perspectiva,es la autonoma del texto y la funcin mgica del poema, mezcla de la funcin prc-tica y de la simblica, la que condiciona nuestra lectura e interpretacin.

    (Este trabajo es resultado de una investigacin realizada en el pro-yecto de investigacin de referencia FFI2008-03188/FILO, conce-dido por la Direccin General de Investigacin del Ministerio deEducacin y Ciencia)

    22 El carcter polismico del texto amalgama la funcin prctica y la funcin simblica. Mediantela primera entramos en contacto con la realidad, como es el caso de la riada; y a travs de la segundase destaca al objeto, la cuna, y su condicin esttica. Sin embargo, el objeto, como signo esttico noacta sobre la realidad sino que se proyecta en ella. De tal modo que mientras mantengamos la fun-cin simblica y esttica del objeto cuna respecto a la funcin prctica caben variantes sinonmicas,como hemos podido apreciar en los casos de barquilla y cesta. Pero cualquier otra alternancia, porcercana que est fonticamente, conlleva la ruptura de la magia del signo esttico, y, lo que es msimportante, se aniquila el sentimiento y la emotividad inscrita en la comunicacin literaria del texto.Tal y como sucediera con la parodia que del poema de Selgas hiciera Jos Fernndez Bremn, quienpor cierto tambin colabor en El libro de la Caridad, al titular su poema como La cuba vaca, y ver-sificar del modo siguiente:

    Con mucho misterioLlegaron dos prjimos,Y dijeron tentando la cuba:Bebamos un poco!

    Rod por la espitaEl vino espumoso,Que deca al caer en sus bocas:Me voy con vosotros!

    Quedaban del vinoLos ltimos sorbos,Suspendieron la cuba los hombresY rodaron todos.

    Cuando doa AuroraEntr al otro daSe encontr a la maana siguienteLa cuba vaca.

    (Almanaque de la Filoxera, 1880, p. 67).

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