Las Carmelitas

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LAS CARMELITAS Por: Marco Antonio Mariano Torres. Introducción Al sur del actual Puerto de Haifa, en Palestina, se eleva el Monte Carmelo, desde donde se domina el mar Mediterráneo. En la época de las cruzadas, hacia 1156, algunos peregrinos y algunos soldados decidieron establecerse en el monte. Es del Monte Carmelo, de donde toma su nombre la orden, nombre que significa, "Jardín o Huerta". Decidieron hacer en el monte su lugar de retiro, para dedicarse a una vida de oración, penitencia y trabajo, y solo se reunían con los demás para la celebración de ciertos actos litúrgicos. En los primeros años del siglo XIII, Alberto, patriarca latino de Jerusalén, escribió las primeras normas de vida para los ermitaños, dando inicio a su vida dentro de la iglesia católica. Para 1247, los carmelitas ya se habían esparcido por el Medio Oriente y Europa. La orden carmelita acompañó al resto de la iglesia en los cambios que se sucedían entre fines del período medieval y principios del renacimiento. En 1452 el general Jean Soreth obtuvo la autorización para crear la rama femenina de la orden. Las monjas carmelitas pasaron de Francia a otros países europeos, haciendo de España un lugar clave de la fe carmelita. Para el siglo XVI los carmelitas se habían alejado bastante de los principios y propósitos originales. Ante el estado que guardaba la orden, la hermana Teresa de Jesús se propuso devolverla a su origen y emprendió una reforma interna. Poco después Fray Juan de la Cruz se decidió a realizar lo mismo con la rama masculina. Estos hechos marcaron el nacimiento de la llamada descalces de la orden carmelita. En 1593 los carmelitas descalzos o reformados se independizaron del todo de los carmelitas calzados o mitigados, los cuales no aceptaron la reforma y se instituyeron en otra orden. En el año de 1583 en Almedóvar

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Este trabajo describe el monasterio de las Carmelitas y la influencia y pasos en su trabajo.

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LAS CARMELITASPor: Marco Antonio Mariano Torres.

Introducción

Al sur del actual Puerto de Haifa, en Palestina, se eleva el Monte Carmelo, desde donde se domina el mar Mediterráneo. En la época de las cruzadas, hacia 1156, algunos peregrinos y algunos soldados decidieron establecerse en el monte. Es del Monte Carmelo, de donde toma su nombre la orden, nombre que significa, "Jardín o Huerta". Decidieron hacer en el monte su lugar de retiro, para dedicarse a una vida de oración, penitencia y trabajo, y solo se reunían con los demás para la celebración de ciertos actos litúrgicos.

En los primeros años del siglo XIII, Alberto, patriarca latino de Jerusalén, escribió las primeras normas de vida para los ermitaños, dando inicio a su vida dentro de la iglesia católica. Para 1247, los carmelitas ya se habían esparcido por el Medio Oriente y Europa.

La orden carmelita acompañó al resto de la iglesia en los cambios que se sucedían entre fines del período medieval y principios del renacimiento.

En 1452 el general Jean Soreth obtuvo la autorización para crear la rama femenina de la orden. Las monjas carmelitas pasaron de Francia a otros países europeos, haciendo de España un lugar clave de la fe carmelita.

Para el siglo XVI los carmelitas se habían alejado bastante de los principios y propósitos originales. Ante el estado que guardaba la orden, la hermana Teresa de Jesús se propuso devolverla a su origen y emprendió una reforma interna. Poco después Fray Juan de la Cruz se decidió a realizar lo mismo con la rama masculina.

Estos hechos marcaron el nacimiento de la llamada descalces de la orden carmelita. En 1593 los carmelitas descalzos o reformados se independizaron del todo de los carmelitas calzados o mitigados, los cuales no aceptaron la reforma y se instituyeron en otra orden.

En el año de 1583 en Almedóvar

del Campo, Fray Gerónimo García de la Madre de Dios, por deseo de Santa Teresa de Jesús, promueve y logra el envío de un grupo de carmelitas descalzos a los territorios americanos y asiáticos para que su orden se sumara a la labor de evangelización que hacían otras en los territorios de la Nueva España y Filipinas, a pesar de la oposición de algunos que consideraban que ese no era el propósito de la orden.

En octubre de 1585, los once primeros descalzos entraban a la ciudad de México bajo el mando del comisario fray Juan de la Madre de Dios.

La primera casa que los descalzos tuvieron en la Nueva España fue San Sebastián Atzacoalco, de donde rápidamente se diseminaron por todo el país. Puebla, Atlixco, Valladolid (Morelia), Guadalajara y Celaya fueron fundaciones carmelitas en el siglo XVI.

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En 1595, a diez años de su llegada, se determinó constituir un nuevo territorio carmelita independiente del de España: la Provincia de San Alberto de Indias.

Origen de la Orden y su desarrollo hasta el siglo XVI

Históricamente el origen de nuestra Orden no puede determinarse con certeza absoluta. Dos opiniones hay acerca de este punto: la tradicional, que señala como fundador al profeta Elías; y la moderna, que señala que nuestra Orden tuvo su origen en el siglo XII, durante las primeras cruzadas.

Si bien San Elías no se puede considerar fundador en sentido estricto, se le considera fundador y padre en sentido espiritual, ya que es el inspirador y dechado de la vida de los Carmelitas, al igual que San Benito lo es de las diversas ramas de su Orden, o San Agustín, de los Agustinos.

1. La Regla Primitiva de los CarmelitasConsta por los testimonios de la Epistola Cyrilli (opúsculo anónimo escrito poco después de 1247), que gobernando la Orden san Brocardo, el Patriarca de Jerusalén, Alberto, dio a los Carmelitas una norma de vida que constituyó su Regla Primitiva. Es san Alberto de Jerusalén quien le dio forma legal y aprobación canónica a la Regla Primitiva de la Orden.

Los años de patriarcado de San Alberto colocan la composición de la Regla entre los años 1206 y 1214. Como fecha más probable proponen los historiadores modernos el año 1209.

La primitiva Regla de los Carmelitas se distingue por su claridad y orden. Se pueden distinguir en ella, además de la dedicatoria, prólogo y epílogo, cuatro partes o capítulos principales. En el primero se habla de la organización jurídica de los ermitaños. El capítulo segundo trata de la organización externa del monasterio. El capítulo tercero regula la vida monástica interna; la última parte de la Regla propone los ejercicios de la vida espiritual personal de cada monje.

Respecto del sentido y espíritu de la Regla hay que hacer notar lo siguiente: 1) La Regla fue dada a Ermitaños que ya vivían de ese modo en el Monte Carmelo.2) Por consiguiente, la Regla no introduce la vida eremítica; más bien la regula y confirma jurídicamente. Esto se deduce de aquellas palabras: “como me pedís una regla adaptada al fin de vuestra vocación, comprometiéndoos a guardarla en lo sucesivo”. En otras palabras, la Regla no constituye el fundamento de la vida eremítica de la Orden, sino su apoyo.

Cuando los Carmelitas pasaron a Europa y no pudieron observar su “propósito” de vida estrictamente eremítica, pidieron al Papa algunas modificaciones de su Regla, para que fuera adaptada a las nuevas circunstancias y le diera definitiva estabilidad. La ocasión se presentó cuando, a raíz de la prohibición del Concilio Lateranense IV (1215) de fundar nuevas órdenes religiosas, los Carmelitas fueron molestados por algunos obispos. Recurrieron entonces a la Santa Sede. El Papa Honorio III concedió la aprobación de la Regla de san Alberto el 30 de enero de 1226, por medio de la Bula Ut vivendi norman.

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3. Traslado y expansión de la Orden en Occidente (s. XIII-XIV) Lo que principalmente determinó a los Carmelitas a pasar a Occidente fue la persecución continua que los mahometanos promovían en Tierra Santa contra la Orden. Se concede así licencia para que algunos Hermanos abandonaran los Santos Lugares, volvieran a sus países de origen y edificaran allí monasterios de esta Religión.

Los primeros monasterios en Occidente, de los cuales tenemos noticia cierta y que son mencionados por Guillermo de San Vico, son: Frontanis (Chipre), Mesina (Sicilia), Valencianas y Les Aygalades, cerca de Marsella (Francia).

En el año 1287 se contaban ya 9 provincias: Tierra Santa, Sicilia, Inglaterra, Provence, Tuscia, Francia, Lombardía, Aquitania, Alemania. Y para mediados del siglo XV la Orden constaba de 33 provincias.

4. Mitigación de la Regla PrimitivaAlgunas causas que motivaron la petición de modificar la Regla fueron: a) Se les decía que no podían continuar existiendo como Orden religiosa a causa de la prohibición del Concilio Lateranense IV. b) Como eran ermitaños, consideraban que sólo debían vivir en la soledad de los desiertos por lo que no los dejaban tener casas en las ciudades y poblaciones. c) Se les negaba el derecho de celebrar los oficios divinos para no disminuir los ingresos económicos de algunos párrocos.

Finalmente otras dificultades nacían del tenor de algunas prescripciones de la misma Regla de san Alberto que, dadas las circunstancias, no podían observarse como era debido. A este propósito escribe Siberto de Beka:

“Habiendo recibido los religiosos de esta Orden su Regla de manos del Obispo Alberto la experiencia continua y diaria les enseñó que algunos puntos de dicha Regla eran tan dudosos, que era necesario esclarecerlos o corregirlos; otros eran tan dificultosos, que precisaba mitigarlos”.

Todos estos motivos hicieron que san Simón Stock, siguiendo los deseos del Capítulo de Aylesford en el que había sido nombrado General, recurriera a la Santa Sede suplicando protección contra los enemigos de la Orden y la modificación de la Regla primitiva.

El 26 de julio de 1247, el Sumo Pontífice Inocencio IV encomendó el asunto al Cardenal Hugo de san Caro, titular de Santa Sabina y al obispo Guillermo, titular de Tortosa en Siria. Ambos prelados pertenecían a la Orden de Predicadores. Éstos, después de algunos meses presentaron al Papa la regla “declarada, corregida y mitigada”. Inocencio IV confirmó las modificaciones por ellos introducidas el día 1 de octubre de 1247, por medio de la Bula Quae honorem Conditoris omnium.

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La Regla de san Alberto quedó sustancialmente íntegra. Con todo se le añadieron algunas cosas, se mitigaron otras o simplemente se modificaron.

Adiciones: Mención explícita de los votos de castidad y pobreza. Permiso de fundar en desiertos. La refección en común. La posesión de algunas cosas en común.

Mitigaciones: Quitando la palabra “siempre” se permitió: comer fuera del convento. Comer alimentos cocidos con carne y en los viajes por mar la misma carne. Se restringió el tiempo de silencio. Se mitiga la pobreza absoluta de la Orden.

Modificaciones. El rezo del Oficio divino. La distribución de las cosas comunes: se da a cada uno lo necesario por mano del prior, o por un hermano encargado por él para este oficio.

Reforma TeresianaEntre las reformas de la diferentes órdenes religiosas que tuvieron lugar en España durante el siglo XVI, la más conocida es, probablemente, la que surgió en el seno de la Orden del Carmen por iniciativa de Santa Teresa de Jesús. Ésta, después de haber dado inicio en 1562 al movimiento en el campo femenino, en 1568, con la colaboración de san Juan de la Cruz, suscitó algo parecido en el ámbito masculino de la Orden.

Los Carmelitas Descalzos se desarrollaron rápidamente como institución y en número, lo que los condujo en breve tiempo a constituirse primero como provincia y después como congregación, con una amplia autonomía dentro de la orden de pertenencia.

El 24 de agosto de 1562, con sólo 13 monjas, inauguró Santa Teresa de Jesús su primer convento de Carmelitas Descalzas, el de San José de Ávila. En la Cuaresma de 1563 fue a vivir allí con sus monjas y cambió su apellido de Cepeda y Ahumada por el de Jesús.

Santa Teresa de Jesús, al intimar con Dios topó con las almas: con la problemática pavorosa de su salvación o condenación. De un lado, Dios; del otro, esos tres mundos ilimitados de los paganos, de los herejes y de los simples pecadores. ¡Y en medio estaba ella! ¡Con infinitas ansias maternales y sin saber qué hacer con ellas! ¡Cómo salvar almas! Fue entonces cuando Dios, viniendo en ayuda de su fiel esposa, le manifestó su próximo y radiante porvenir con estas palabras: «Espera, hija, y verás grandes cosas» (Fundaciones 1,8). Porque esas grandes cosas eran su Reforma, de la que saldrían ejércitos de apóstoles que han trabajado denodadamente hasta nuestros días en aquellos tres mundos para reintegrarlos al Reino de Dios.

En su libro de las Fundaciones, santa Teresa narra también el momento en el que se propuso

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que su Reforma llegara incluso al Nuevo Mundo (Indias) con el propósito de llevar la salvación a las almas:«A los cuatro años [de la Reforma], parece era algo más, acertó a venirme a ver un fraile francisco, llamado Fray Alonso Maldonado, harto siervo de Dios y con los mismos deseos del bien de las almas que yo, y podíamos poner por obra, que le tuve yo harta envidia. Este venía de las Indias poco había. Comenzó a contar de los muchos millones de almas que allí se perdían por falta de doctrina, e hizo un sermón y plática animándonos a la penitencia, y fuese. Yo quedé tan lastimada de la perdición de tantas almas, que no cabía en mí. Fui a una ermita con hartas lágrimas; clamaba a Nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo por ganar algún alma para su servicio, pues tantas llevaba el demonio, y que pudiese mi oración algo, ya que yo no era para más.»

«Pues andando yo con esta pena tan grande una noche, estando en oración, representó Nuestro Señor de la manera que suele, y mostrándome mucho amor, a manera de quererme consolar, me dijo: “Espera un poco, hija, y verás grandes cosas.” Quedaron tan fijadas en mi corazón estas palabras, que no las podía quitar de mí. Y aunque no podía atinar, por mucho que pensaba en ello, qué podría ser, ni veía camino para poderlo imaginar, quedé muy consolada y con gran certidumbre que serían verdaderas estas palabras; mas el medio cómo, nunca vino a mi imaginación.»

Desde este importante momento Teresa de Jesús ya no descansará más hasta su muerte. De lleno entregada a la salvación de las almas a través de sus fundaciones, que irán surgiendo por los campos de España, como logrados frutos de su maternidad inexhausta: Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas (1575), Sevilla (1575), Caravaca (1576), Villanueva de Jara (1580), Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1581) y Burgos (1582).

La Reforma Teresiana se constituyó en provincia autónoma en 1581 y en congregación de observancia en 1587. Terminó configurándose como nueva orden religiosa dentro de la familia carmelitana el 20 de noviembre de 1593, once años después de la muerte de Teresa.

Teresa de Ávila no sólo dirigió su Reforma a las monjas, sino que también alcanzó a los frailes. La semilla que sembró en San José de Ávila alcanzó alturas que ella no pudo imaginar. Así, el Padre General de la Orden del Carmen, P. Rúbeo, le concedió licencia para fundar otros monasterios reformados de frailes.

Fray Juan de Santo Matía, llamado posteriormente en la Reforma Fray Juan de la Cruz, fue el brazo derecho necesario para que la Santa iniciara el cambio entre los religiosos. Fray Juan contaba con un conocimiento profundo de la vida e historia de la Orden del Carmen y aportó, en el marco teresiano, soluciones propias, ideadas por él, que la Santa, por ser mujer, no se le podían ocurrir para la vida carmelitana reformada de hombres.

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Apoyada en quien después la Iglesia llamaría San Juan de la Cruz, Santa Teresa inició su Reforma en una pequeña casa, dentro de un caserío llamado Duruelo, el 28 de noviembre de 1568. Allí, tres religiosos junto con san Juan de la Cruz tomaron de manos del Padre Provincial de los Carmelitas Calzados el hábito reformado, y solemnemente renunciaron a la Regla mitigada y prometieron la primitiva de San Alberto y aprobada por Inocencio IV. Este fue el comienzo de la Orden del Carmen Descalzo entre los frailes.

La semilla de la Reforma entre los frailes, lanzada con avidez por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz en el vallecito de Duruelo, germinó tan pujantemente, que comenzó enseguida a multiplicarse. La vida de soledad y mortificación, de oración y apostolado, llevada por los primitivos descalzos, llamó mucho la atención en toda la región castellana y numerosos postulantes se acercaron a las puertas del humilde cenobio duruelense. Después de una visita al convento de Duruelo en 1569, el padre Provincial Fray Alonso González trató de impulsar el desarrollo de la Reforma. Para eso nombró Prior del Convento al Padre Antonio de Jesús, y superior y maestro de novicios al Padre Juan de la Cruz. De este modo, las primeras hornadas de Carmelitas Descalzos salieron íntegras de las manos expertas de Fray Juan. Todo esto hizo que la Reforma Teresiana fuese entre los frailes una realidad tan sorprendente como entre las monjas, y su desarrollo rápido y universal. Esta fue la Reforma del Carmelo que llegó a la Nueva España en el año de 1585.

La Reforma Teresiana en México1. Origen de la fundación de los Carmelitas en MéxicoNo cabe duda que la fundación de la Reforma en nuestra Patria vino a hacer realidad los anhelos de S. Teresa. Ya sabemos cuál fue su reacción ante las tristes noticias que el P. Maldonado le llevó de las Indias: "... yo quedé tan lastimada de la perdición de tantas almas que no cabía en mí. Fui a una ermita con hartas lágrimas; clamaba a nuestro Señor, suplicándole diese medio como yo pudiese algo para ganar algún almas para su servicio, pues tantas llevaba el demonio…" (Fundaciones 1, 7).

Felipe II, movido por el celo de las almas y para cumplir con la obligación que tenía de enviar misioneros a las Indias, viendo en los Descalzos las cualidades necesarias para esta labor, manifestó “a N.P. Fr. Juan de la Cruz y al P. Jerónimo Gracián que era Provincial entonces y a otros prelados de la Religión, que sería servicio de Nuestro Señor y gusto suyo que viniesen..., a fundar a la Nueva España, ofreciéndoles que él les haría la costa y les sería amparo en aquellas tierras”.

Grandes eran los favores que la Descalcez había recibido de su Majestad para que su deseo fuera desatendido; pero mayores eran las aficiones misioneras del P. Gracián. Por eso, siendo Provincial, y poco antes del Capítulo de Lisboa, decidió enviar cuatro religiosos bajo la presidencia del P. Juan de la Madre de Dios. Al pedir la licencia al Consejo de Indias, su Presidente le pidió que enviase no cuatro, sino doce religiosos en honra de los doce apóstoles.

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2. Primeros Carmelitas en la Nueva EspañaEn la patente que se dio se nombran los siguientes: F. Juan de la Madre de Dios, que venía como Vicario Provincial, F. Pedro de S. Hilarión, F. Ignacio de Jesús, Fr. Ángel, Fr. Bernardo, Fr. José de Jesús María, Fr. Anastasio de la Madre de Dios, Fr. Diego de Santiago, Fr. Pedro de los Apóstoles y Fr. Arsenio de S. Ildefonso.

Embarcados en Sevilla, precisamente en la flota que traía al Excmo. Sr. D. Álvaro Manrique de Zúñiga, Marqués de Villamanrique, séptimo Virrey de la Nueva España, arribaron al puerto de S. Juan de Ulúa (Veracruz) el 27 de septiembre de 1585, día de S. Cosme y Damián. Era Arzobispo de México D. Pedro Moya Contreras; gobernaba la Iglesia Sixto V. Era Provincial el P. Nicolás de Jesús María (Doria).

Grande gloria es para nuestra Provincia el poder contar a S. Juan de la Cruz y al P. Jerónimo Gracián como Superiores nombrados de ella. Sólo las circunstancias históricas no permitieron que esto se hiciera realidad. La erección canónica de la Provincia de S. Alberto de México se realizó en 1594.

3. FundacionesEl objetivo que traían nuestros Carmelitas era, sin discusión, predicar el Evangelio. Venían con su mente puesta en las regiones de Nuevo México. Pero tanto este intento misional como el de Filipinas y el de California fracasaron, principalmente por la corriente Dorista que prevaleció en la Congregación de España.

El primer convento fundado en la Nueva España fue el de S. Sebastián, en la Capital, el 19 de enero de 1586. Las fundaciones se fueron sucediendo con relativa rapidez, y durante el Virreinato se tuvieron las siguientes: • Puebla, Ntra. Señora de los Remedios, 1586. • Atlixco, Ntra. Señora del Carmen, 1589. • Morelia, Ntra. Señora de la Soledad, 1593. • Guadalajara, Ntra. Señora de la Concepción, 1593. • Celaya, Ntra. Señora del Carmen, 1597. • Desierto de los Leones, Ntra. Señora del Carmen, 1606. • San Ángel, Santa Ana, 1613. • Querétaro, Santa Teresa, 1614. • Salvatierra, San Ángelo, 1644. • Tacuba, San Joaquín, 1689. • Toluca, La Concepción, 1698. • Oaxaca, La Santa Cruz, 1699. • Orizaba, Santa Teresa, 1735. • San Luis Potosí, San Elías, 1738.

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• Tehuacán, Ntra. Señora del Carmen, 1745.• Traslado al Desierto de Tenancingo en 1801.

Bibliografía:

Obras consultadas en línea:

http://www.museodeelcarmen.org

http://www.ocd.org.mx/01Carmelitas/_mexico.html