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Nivel Cero 12 Santander, 2010 Pág. 35-51 LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA EN LA REGIÓN CENTRAL DE LA CORNISA CANTÁBRICA. ¿CONTINUIDAD O RUPTURA? José YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Departamento de Prehistoria Universidad Complutense de Madrid [email protected] Alberto GÓMEZ CASTANEDO Grupo Arqueológico Attica Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Cantabria [email protected] 1. INTRODUCCIÓN Desde los años de la década de 1980 las investigacio- nes sobre la subsistencia de la transición del Paleolí- tico Medio al Superior en el norte peninsular se fo- calizaron en los yacimientos de la Cueva del Castillo, Cueva Morín, el Pendo y Lezetxiki. Nuevos estudios realizados en estos sitios han mostrado la existencia de ciertos problemas en alguno de ellos. La revisión de esta circunstancia, además de nuevos análisis llevados a cabo en otros sitios, puede contribuir a una renova- ción del estado de conocimiento que actualmente se tiene para este periodo en esta región. Los datos que se ofrecen en este texto proceden de los estudios tafo- nómicos y zooarqueológicos de los yacimientos de la Cueva del Esquilleu, Hornos de la Peña, Cueva Mo- rín, Covalejos, El Ruso, el Cuco, Cofresnedo y el Ote- ro. La información obtenida contribuye a reforzar el debate a propósito de la subsistencia en la transición del Paleolítico Medio al Superior en el norte peninsu- lar en general y en la cornisa cantábrica en particular. En este sentido, se propone cierta continuidad en las estrategias de adquisición de recursos cárnicos entre los últimos representantes de Homo neanderthalensis y los primeros Homo sapiens. 2. LA INVESTIGACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA EN LA TRANSICIÓN DEL PALEOLÍTICO MEDIO AL SUPERIOR EN EL NORTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. PROBLEMAS Y LIMITACIONES TRADICIONALES Los estudios a propósito de la subsistencia paleolíti- ca implican efectuar un tratamiento multidisciplinar que incluya análisis espaciales de las estrategias de movilidad, la gestión y adquisición de materias pri- mas y un examen detallado de la explotación de re- cursos animales y vegetales. Nuestro trabajo se centra en el análisis de las estrategias de adquisición faunís- tica empleadas por los pobladores de la cornisa can- tábrica durante la transición del Paleolítico Medio al Superior. Este tema ya fue tratado en otros trabajos (Altuna, 1989, 1992; Freeman, 1973; Straus 1976, 1977, 1992, 2010; Bernaldo de Quirós, 1980, 1982; Yravedra, 2002 a, b), sin embargo nosotros propo- nemos datos obtenidos de otros yacimientos y desde una óptica diferente, basada en los resultados de los estudios tafonómicos, cuestión no abordada en los trabajos mencionados. Los estudios referidos, que tratan la subsistencia del Paleolítico Medio al Superior del norte de la Penín- sula Ibérica, presentan una serie de limitaciones que podemos resumir en los siguientes epígrafes: - Siempre se analizan los mismos yacimientos. En la mayor parte de los estudios citados siempre se tratan los mismos emplazamientos: Morín, Pendo y Castillo (Cantabria) y Amalda, Lezetxiki y Axlor (Euskadi). Para remediar las limitaciones inheren- tes del estudio de los mismos sitios, en este trabajo aportamos datos nuevos de otros lugares como el Otero, Hornos de la Peña, el Esquilleu, Covalejos, Morín, el Cuco, Cofresnedo y el Ruso (Cantabria) que renuevan el marco de referencia utilizado. - Problemas metodológicos: La ausencia de aná- lisis tafonómicos ha condicionado la imagen del comportamiento cinegético de neandertales y Homo sapiens durante el Paleolítico (Altuna, 1972, 1989, 1992; Freeman 1973, Straus, 1976, 1977; Bernaldo de Quirós, 1980), reforzando en gran medida la idea del neandertal carroñero (Straus, 1982, 1992; Klein y Cruz-Uribe, 1994). Por el con- trario, los estudios tafonómicos realizados en otros yacimientos han demostrando empíricamente que neandertales y Homo sapiens desarrollaron similares estrategias cinegéticas sobre gran parte de recursos animales en algunos sitios (Martínez, 1998, 1999,

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Nivel Cero 12Santander, 2010

Pág. 35-51

LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA EN LA REGIÓN CENTRAL DE LA CORNISA CANTÁBRICA. ¿CONTINUIDAD O RUPTURA?

José YRAVEDRA SAINZ DE LOS TERREROS Departamento de Prehistoria

Universidad Complutense de Madrid [email protected]

Alberto GÓMEZ CASTANEDO Grupo Arqueológico Attica

Departamento de Ciencias Históricas,Universidad de [email protected]

1. INTRODUCCIÓN

Desde los años de la década de 1980 las investigacio-nes sobre la subsistencia de la transición del Paleolí-tico Medio al Superior en el norte peninsular se fo-calizaron en los yacimientos de la Cueva del Castillo, Cueva Morín, el Pendo y Lezetxiki. Nuevos estudios realizados en estos sitios han mostrado la existencia de ciertos problemas en alguno de ellos. La revisión de esta circunstancia, además de nuevos análisis llevados a cabo en otros sitios, puede contribuir a una renova-ción del estado de conocimiento que actualmente se tiene para este periodo en esta región. Los datos que se ofrecen en este texto proceden de los estudios tafo-nómicos y zooarqueológicos de los yacimientos de la Cueva del Esquilleu, Hornos de la Peña, Cueva Mo-rín, Covalejos, El Ruso, el Cuco, Cofresnedo y el Ote-ro. La información obtenida contribuye a reforzar el debate a propósito de la subsistencia en la transición del Paleolítico Medio al Superior en el norte peninsu-lar en general y en la cornisa cantábrica en particular. En este sentido, se propone cierta continuidad en las estrategias de adquisición de recursos cárnicos entre los últimos representantes de Homo neanderthalensis y los primeros Homo sapiens.

2. LA INVESTIGACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA EN LA TRANSICIÓN DEL PALEOLÍTICO MEDIO AL SUPERIOR EN EL NORTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. PROBLEMAS Y LIMITACIONES TRADICIONALES

Los estudios a propósito de la subsistencia paleolíti-ca implican efectuar un tratamiento multidisciplinar que incluya análisis espaciales de las estrategias de movilidad, la gestión y adquisición de materias pri-mas y un examen detallado de la explotación de re-cursos animales y vegetales. Nuestro trabajo se centra en el análisis de las estrategias de adquisición faunís-

tica empleadas por los pobladores de la cornisa can-tábrica durante la transición del Paleolítico Medio al Superior. Este tema ya fue tratado en otros trabajos (Altuna, 1989, 1992; Freeman, 1973; Straus 1976, 1977, 1992, 2010; Bernaldo de Quirós, 1980, 1982; Yravedra, 2002 a, b), sin embargo nosotros propo-nemos datos obtenidos de otros yacimientos y desde una óptica diferente, basada en los resultados de los estudios tafonómicos, cuestión no abordada en los trabajos mencionados.

Los estudios referidos, que tratan la subsistencia del Paleolítico Medio al Superior del norte de la Penín-sula Ibérica, presentan una serie de limitaciones que podemos resumir en los siguientes epígrafes:

- Siempre se analizan los mismos yacimientos. En la mayor parte de los estudios citados siempre se tratan los mismos emplazamientos: Morín, Pendo y Castillo (Cantabria) y Amalda, Lezetxiki y Axlor (Euskadi). Para remediar las limitaciones inheren-tes del estudio de los mismos sitios, en este trabajo aportamos datos nuevos de otros lugares como el Otero, Hornos de la Peña, el Esquilleu, Covalejos, Morín, el Cuco, Cofresnedo y el Ruso (Cantabria) que renuevan el marco de referencia utilizado.

- Problemas metodológicos: La ausencia de aná-lisis tafonómicos ha condicionado la imagen del comportamiento cinegético de neandertales y Homo sapiens durante el Paleolítico (Altuna, 1972, 1989, 1992; Freeman 1973, Straus, 1976, 1977; Bernaldo de Quirós, 1980), reforzando en gran medida la idea del neandertal carroñero (Straus, 1982, 1992; Klein y Cruz-Uribe, 1994). Por el con-trario, los estudios tafonómicos realizados en otros yacimientos han demostrando empíricamente que neandertales y Homo sapiens desarrollaron similares estrategias cinegéticas sobre gran parte de recursos animales en algunos sitios (Martínez, 1998, 1999,

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2005; Dari, 2003; Yravedra 2000, 2001, 2002 a, b, 2005, 2007; Landry y Burke, 2006). Han demos-trado también que en otros lugares los homínidos apenas tuvieron implicación en la acumulación de restos animales (Blasco 1995; Martínez Valle, 1996; Yravedra, 2007; Marín et alii, 2009). A pe-sar de la importancia de este tipo de investigacio-nes, todavía hay autores reacios a la utilización de la tafonomía como método de análisis (Altuna y Mariezkurrena, 2010). Así para el yacimiento de Amalda, algunos autores han ofrecido diferentes interpretaciones en función de la analítica utiliza-da. De este modo, Altuna (1990) y Altuna y Ma-riezkurrena (2010) sostienen que este yacimiento fue un cazadero de rebeco y cabra. Sin embargo, otros autores (Yravedra, 2005, 2006, 2007, 2010), muestran que los ungulados de talla pequeña, como el rebeco, no fueron aportados por el ser humano a este sitio, a diferencia de los ungulados de mayor tamaño como el ciervo, el caballo y el uro cuya acumulación si es de autoría humana. Yravedra sustenta sus afirmaciones en la ausen-cia de trazas antrópicas sobre los restos de rebeco, al contrario de lo que sucede en los animales de mayor tamaño, al tiempo que entre los restos de rebeco aparecen numerosos huesos con marcas de diente y huellas de digestión (Cf. Yravedra, 2005). En sus nuevos trabajos, Altuna y Mariezkurrena (2010) continúan apoyando la autoría humana, sin embargo otros autores (Cf. Mallye et alii, 2010

en prensa) también han discutido la implicación humana sobre los taxones de talla pequeña en este yacimiento y en otros de los Pirineos.

- Aplicación tafonómica polarizada en el Muste-riense. Durante los últimos años, los análisis tafo-nómicos están cobrando una mayor importancia (Fig. 1). Sin embargo la mayor parte de los estudios se han centrado en lugares de época musteriense. Tan sólo los yacimientos de A Valiña (Lugo), cueva de Las Caldas (Asturias), El Castillo, El Horno, El Mirón y La Fragua en Cantabria y Amalda (Eus-kadi) presentan niveles del Paleolítico Superior (Fig. 1) y de ellos sólo A Valiña, El Castillo y Amal-da tienen niveles del Paleolítico Superior inicial. En este trabajo aportamos datos de varios yaci-mientos con niveles del Paleolítico Superior que incrementa el número de niveles de este momento estudiados con este tipo de aproximación (Fig. 1).

- El análisis de la subsistencia en la transición del Paleolítico Medio al Superior debe hacerse com-parando secuencias con niveles de ambos perio-dos. Para la Cornisa Cantábrica esto se ha hecho en pocos casos. Las estrategias de subsistencia que emplearon los grupos humanos en el pasado está condicionada por varios factores, como la orogra-fía del terreno, el clima, la disponibilidad de recur-sos o las preferencias conductuales. Una forma de estudiarlas es analizar yacimientos con secuencias

Yacimientos Niveles culturales tafonómicos Referencias

Castillo Nivel 18 y 20 Musteriense- Auriñaciense Dari (2003); Landry y Burke (2006)

Morín nivel 17 Musteriense Martínez (1998, 1999, 2005)

Pendo nivel 16 Musteriense Martínez (1998, 1999, 2005)

Lezetxiki nivel VI Musteriense Martínez (1998, 1999, 2005)

Esquilleu nivel I-XXX Musteriense Yravedra (2005, 2006 a, b)

Abauntz Musteriense-Solutrense-Magdaleniense Altuna et alii (2002)

Amalda nivel VII-IV Mousteriense-Gravetiense- Solutrense Yravedra (2005, 2006 b, 2007)

Hornos de la Peña I-VMusteriense-Auriñaciense-Solutrense-Magdaleniense

Yravedra (2010)

Morín nivel 2-17, 22Musteriense-Chatelperroniense-Auriñaciense-Solutrense-Magdaleniense

Yravedra (inédito)

Otero nivel 2-9 Musteriense-Auriñaciense-Magdaleniense Yravedra (inédito)

El Ruso nivel V-III Musteriense-Auriñaciense-Magdaleniense Yravedra (inédito)

Cobalejos nivel B-L Musteriense-Auriñaciense. Yravedra 2007 (inédito)

El Cuco Auriñaciense-Gravetiense Yravedra (inédito)

A Valiña Chatelperroniense Fernández Rodríguez (2006)

Cueva de las Caldas Magdaleniense Mateos (1999 a, b, 2000, 2002)

Horno Cave Magdaleniense Costamagno y Fano (2006)

Fragua Cave Magdaleniense Marín (2004)

El Mirón Magdaleniense Marín (2009)

Fig. 1. Yacimientos de la cornisa cantábrica con estudios taxonómicos.

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largas que permitan comparar las diferentes estra-tegias que se emplearon a lo largo del tiempo en un mismo lugar. La escasez de análisis tafonómicos en niveles del Paleolítico superior ha provocado que no se pueda comparar un mismo yacimiento en distintas cronologías.

Sólo en el Castillo (Dari, 2003; Landry y Burke, 2006) y Amalda (Yravedra, 2005, 2007) se han analizado muestras del Paleolítico Medio y del Superior, permi-tiendo comparar las dinámicas subsistenciales en un mismo lugar en periodos diferentes. En ambos casos neandertales y H. sapiens explotaron los mismos re-cursos, centrados en la caza del ciervo y acompañada de caballos y uros tanto en el musteriense como el auriñaciense del Castillo (Dari, 2003; Landry y Bur-ke, 2006) como en el musteriense y el gravetiense de Amalda (Yravedra, 2005, 2007). También los datos relativos a la estacionalidad muestran semejanzas en ambos periodos (Pike-Tay et alii, 1999).

En este trabajo incrementamos la muestra de yaci-mientos con secuencias largas ya que se consideran varios lugares con niveles musterienses y auriñacien-ses, como Morín, Hornos de la Peña, El Otero, El Ruso y Covalejos. El objetivo es actualizar los datos conocidos en relación con la subsistencia de la tran-sición del Paleolítico Medio al Superior en la cornisa cantábrica y ofrecer nuevos datos de yacimientos no estudiados hasta el momento.

Desde los trabajos de Altuna (1992, 1994) y Straus (1992), las interpretaciones que se han hecho para la subsistencia de la transición en el Norte de la Penín-sula Ibérica se han centrado en los datos de las exca-vaciones del Castillo, Morín, Pendo, Axlor, Amalda y Lezetxiki. Sin embargo estos sitios presentan algunos problemas. Así, los trabajos sobre el Castillo se cen-traban en las excavaciones antiguas sintetizadas en Cabrera (1984) y Klein y Cruz-Uribe (1994) y por lo tanto no tenían en consideración los datos proceden-tes de las nuevas excavaciones. Para Morín y Pendo se asumía la autoría humana de los yacimientos y no se consideraban otros aspectos, provocando discu-siones científicas como las de L. Binford contra L.G. Freeman a principios de la década de 1980 ( Binford, 1983; Freeman, 1983). Para Lezetxiki, Axlor y Amal-da, se asumía la autoría humana de las acumulacio-nes óseas a partir de los datos de Altuna (1972, 1980 y 1990) sin considerar otras posibilidades.

Los recientes trabajos han mostrado que las colec-ciones estudiadas por Klein y Cruz-Uribe (1994) del Castillo estaban sesgadas y que el caballo no es el taxón predominante frente al ciervo (Dari, 2003; Landry y Burke, 2006). Los estudios tafonómicos de Martínez (1998, 1999, 2005) sostienen que el ser hu-mano fue el principal agente de acumulación de un-

gulados en Morín 17, Pendo XVI y Lezetxiki V, pero también que la acción de los carnívoros y de los pro-cesos hídricos tuvieron algún impacto en las acumu-laciones óseas. Montes et alii (2002, 2004) mostraron que El Pendo es un revuelto que no puede ser consi-derado como un ejemplo comparativo de garantías al registrarse un mezcla de niveles arqueológicos. Los últimos estudios realizados en Lezetxiki también po-nen de evidencia problemas geológicos y una gran incidencia de Ursus spelaeus en las acumulaciones de huesos de algunos niveles (Arrizabalaga et alii, 2005). Finalmente, en Amalda, una revisión tafonómica ha demostrado que los rebecos se corresponden con un aporte natural no antrópico (Yravedra, 2005, 2007) frente a la opinión inicial de Altuna (1990) y Altuna y Mariezkurrena (2010).

3. MATERIALES

El material estudiado procede de una serie de yaci-mientos. La Cueva del Esquilleu de época Muste-riense y los niveles Musterienses y Auriñacienses de Hornos de la Peña, El Ruso, El Otero, Cueva Morín y Covalejos. Junto a los materiales de estos yacimien-tos también aportamos algunos datos relativos a la tafonomía de los niveles auriñacienses y gravetienses del Cuco y los auriñacienses de Cofresnedo.

La cueva del Esquilleu (Cillorigo de Liébana, Can-tabria, X:371520, Y:4790700 hoja m T. N: 1:50000 Carreña-Cabrales) se sitúa a 350 m sobre el nivel del mar (s.n.m.), en el desfiladero de la Hermida, a 40 km de la costa. Las excavaciones de este yacimiento comenzaron en 1997 y se prolongaron en sucesivas campañas hasta 2006, bajo la dirección de J. Baena. Hasta el momento se han identificado 41 niveles, de los que 35 son de época musteriense con las si-guientes dataciones absolutas: 34380±670 BP (AA-37883; AMS) (nivel VI), 36500±830 BP (AA-37883) (nivel VIF), 36500±830 BP (AA-37882; AMS) (nivel XIF), 39000±300 (Beta-149320 AMS) (nivel XIII), 49700±1600 BP (OXA-11414 AMS) (nivel XVIII), 51034±5114BP (Mad 3299 TL) (nivel XXId) y 53491 ± 5114 BP (Mad 3300, TL) (nivel XXIII) (Baena et alii, 2005).

Hornos de la Peña (Tarriba, San Felices de Buelna, Cantabria) se halla a 280 m s.n.m. y a 18 km de la costa dentro del valle de los Corrales de Buelna, caracterizado por un paisaje montañoso abierto a varios nichos ecológicos diferenciados. Esta cueva fue excavada en 1906 por Alcalde del Río y entre 1909-1912 por el abate H. Breuil, H. Obermaier y J. Bouyssonie (Breuil y Obermaier, 1912). La estra-tigrafía publicada por Breuil y Obermaier (1912) y adaptada por Bernaldo de Quirós (1982) muestra 5 niveles que van desde el Musteriense al Neolítico. Nosotros nos centraremos en el nivel V, musteriense,

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y el IV y III auriñacienses, datados en 20930±370 BP (BM-1883R-nivel III (Soto Barreiro, 2003).

El Ruso (Igollo, Camargo, Cantabria, X: 427800, Y:4808670 UTM) se localiza en la llanura costera de la bahía de Santander a 60 m s.n.m. y a 6 km de la costa. La excavación del Ruso tuvo lugar en 1984 bajo la dirección de Emilio Muñoz Fernández. El ya-cimiento contiene 7 niveles arqueológicos que van del Musteriense a la edad del Bronce. Nosotros nos cen-traremos en los niveles musterienses V y VI y el au-riñaciense evolucionado, IVb, datado en 27620±180 BP (BETA-12036, AMS) (Muñoz, 1991; Muñoz y Serna, 1999).

El Otero (Secadura, Junta de Voto, Cantabria, N: 43º21’10’’, E.0º09’30’’ hoja 18-35 plano 1/50000 Inst. Geográfico Catastral), se ubica a 60 m s.n.m. y a 12 km de la costa. Las excavaciones de este yaci-miento tuvieron lugar en 1963 bajo la dirección de J. González Echegaray, m A. García Guinea y A. Begi-nes Ramírez (González Echegaray et alii, 1966). Los 9 niveles arqueológicos identificados van del Mus-teriense al Aziliense. Nos centraremos en los niveles musterienses (nivel 9) y en los auriñacienses (nivel 8, 6, 5 y 4).

Cueva Morín (Villanueva de Villaescusa, Cantabria, N 0º10’10’’, E 43º21’43’’ I.G.C. 1/50000 hoja 34 To-rrelavega) es un yacimiento arqueológico situado a 60 m s.n.m. y 6 km de la costa. La excavación de este yacimiento se efectuó en diferentes momentos. Car-ballo y Sierra en 1912, Carballo entre 1917-1919, y J. González Echegaray y L. Freeman entre 1966-1969 (González Echegaray y Freeman, 1978). La secuencia estratigráfica recoge un importante paquete de 22 ni-veles que van del Aziliense al Musteriense. Nosotros estudiaremos en este trabajo, los niveles 5-10 Auriña-cienses, el nivel 10 Chatelperroniense, y los Muste-rienses (niveles 11-17 y 22). Las dataciones disponibles son para el nivel 11 Musteriense, 39770±730 BP (GiF 96264) (Maillo et alii, 2001), el nivel 8 Auriñaciense 36590±770 BP (GiF-96263) (Maillo et alii, 2001), el nivel 6-7 30465±901 (SI-954), el nivel 5a 29710±340 BP (SI-953), el nivel 7 29515±840 BP (SI-955), el ni-vel 8a 27685±1285 (SI-956)-27336±735 BP (SI-952) (González Echegaray y Freeman, 1978) y el nivel 10 Chatelperroniense, 35905±6585 (SI-951a) (González Echegaray y Freeman, 1978).

Covalejos (Velo, Piélagos, Cantabria, UTM: X 424560, Y 4805500) se sitúa a 110 m s.n.m. y a 3 km de la costa en un paisaje de relieve suave. Las excavaciones de este yacimiento tuvieron lugar en 1879 bajo la dirección de E. de la Pedraja, y de H. Obermaier, R. Shallcras y L. Rozas en 1914. La fauna analizada de este trabajo proviene de las ex-cavaciones de R. Montes y J. Sanguino entre 1997 y

2003. El yacimiento presenta 2 niveles auriñacienses datados en 30380±250 (GRA 22443-AMS - nivel B), 32840±280 BP (GRA-24200-AMS-nivel C) y 10 ni-veles musterienses datados entre 40650+2300-1800 BP (AMS-nivel D techo), 41640+650-530 (AMS-ni-vel D fondo) a 101000 BP (U/TH, nivel Q) -Sangui-no y Montes, 2005-.

El abrigo del Cuco (Urdiales, Castro Urdiales, Can-tabria, UTM X 481507, Y 4804428) se sitúa a 43 mm s.n.m. y a 1,5 km de la costa. La excavación del yacimiento se desarrollo en 2006 bajo la dirección de E. Muñoz, P. Rasines, S. Santamaría y J. M Morlote. En total se han identificado 14 niveles gravetienses y auriñacienses. El nivel III, gravetiense, esta datado en 23400±250 BP (GrA-32097 AMS), el nivel XIII, auriñaciense, es datado en 30020+160-150 BP (GrA 32436 AMS) (Muñoz et alii, 2007).

Cofresnedo (Matienzo, Ruesga, Cantabria) se halla a 160 m s.n.m. La excavación de este yacimiento tuvo lugar en 2000-2001 bajo la dirección de J. Ruiz Cobo. La cueva describe ocupaciones discontinuas de humanos y carnívoros en el Paleolítico Medio y Superior. Las ocupaciones del Paleolítico Superior están datadas en el nivel 4 en 31360±310 BP (GrA-20267) (Ruiz Cobo y Smith, 2003).

Como se aprecia, todos los yacimientos analizados en este trabajo son de Cantabria y presentan un rango cronocultural parecido al estar insertos en el final del Paleolítico Medio y comienzos del Superior (40000-25000 BP). Sin embargo, todos ellos mantienen par-ticularidades propias que los hacen únicos. Cada uno se sitúa en entornos propios, con características am-bientales y climáticas particulares. Del mismo modo, cada sitio ha sido excavado en momentos diferentes con distintas metodologías de excavación y recupera-ción de restos. De forma que encontramos sitios con muestras sesgadas o preseleccionadas como Hornos de la Peña o el Otero y conjuntos con materiales re-cuperados estos últimos años con gran cantidad de diáfisis (Esquilleu, Covalejos, El Ruso, El Cuco, Co-fresnedo). Estas características propias de cada sitio han determinado que para poder analizar la subsis-tencia en la transición del Paleolítico Medio al Supe-rior escojamos yacimientos con secuencias completas de ambos momentos. De esta forma analizaremos cada yacimiento de manera individual con sus par-ticularidades propias, fijándonos en las semejanzas o diferencias que se registran durante el tránsito del Musteriense al Paleolítico Superior.

4. MÉTODOS

En nuestro estudio se ha dado gran importancia a la Tafonomía como disciplina de análisis en la evalua-ción de los procesos que operan en los yacimientos.

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Sin embargo, antes hemos procedido a la identifica-ción taxonómica y a la cuantificación de las diferentes especies animales en NISP (número de restos identi-ficados por taxón) y MNI (número mínimo de indi-viduos). El cálculo del MNI se ha hecho siguiendo a Brain (1969) quien considera la lateralidad, la edad y el sexo de cada hueso. Junto a la taxonomía, también se ha realizado la determinación de los perfiles esque-léticos. En este aspecto destacamos la identificación de las diáfisis, sobre la base del espesor de las diáfisis, su sección y las propiedades de la cavidad medular y sus superficies óseas, siguiendo los criterios de Barba y Domínguez-Rodrigo (2005a).

Cuando la asignación taxonómica no ha sido posible, los restos fueron atribuidos a animales de diferentes tallas en función del peso y el tamaño, los cuales po-demos resumir en: 1) animales de pequeño tamaño comprendidos por taxones de menos de 100 kg (Ca-pra pyrenaica, Rupicapra rupicapra, Capreolus capreolus), 2) taxones de talla media de 100-400 kg (Cervus elaphus, Equus caballus), 3) carcasas de animales grandes de en-tre 400-800 kg (Bos primigenius, Bison priscus, Dicerorhinus hemitoechus), y 4) carcasas de animales muy grandes como elefantes, >800 kg.

Para facilitar el análisis de los perfiles esqueléticos, se dividieron en regiones anatómicas. Se diferencian: 1) los huesos del cráneo que incluyen astas, cuernos, crá-neo, maxilar, mandíbula y dientes; 2) los huesos axia-les que incluyen vértebras, costilla, pelvis y escápula siguiendo los criterios de Yravedra y Domínguez Ro-

drigo (2009); 3) los huesos apendiculares superiores conformados por húmero, fémur, radio, ulna, tibia y rótula y 4) los huesos apendiculares inferiores que in-cluyen metapodios, carpos, tarsos y falanges.

El análisis de las superficies óseas y de las alteracio-nes que encontramos en ellas, así como las marcas de corte, se ha hecho con la ayuda de lupas de mano de 10X-20X tal y como propone Blumenschine (1995). Los criterios diagnósticos que hemos utilizado en la identificación de las marcas de corte son los que pro-ponen Bunn (1981), Potts y Shipman (1981). Para las marcas de diente hemos seguido a Binford (1981), Shipman (1983), Blumenschine (1988, 1995), Blu-menschine y Marean (1993) y Fisher (1995). El análi-sis de las marcas de percusión se ha hecho siguiendo a Blumenschine y Selvaggio (1988), Blumenschine (1995), y Fisher (1995).

Las marcas de corte, diente y percusión se han conta-bilizado por sección y partes anatómicas de acuerdo con los criterios de Domínguez-Rodrigo (1997) y Bar-ba y Domínguez-Rodrigo (2005b). La cuantificación de las marcas se ha hecho en base al NR de los hue-sos con buen estado de conservación de las superficies óseas

5. RESULTADOS

5.1. El Esquilleu

En este emplazamiento, la cabra predomina en todos

0 20 km

1 2

3

46

5

78

9

10

Fig. 2. Situación geográfica de los yacimientos tratados en el texto: 1. Esquilleu, 2. Hornos de la Peña, 3. Castillo, 4. Covalejos, 5. Pendo, 6. Morín, 7. Ruso, 8. Otero, 9. Cofresnedo, 10. Cuco.

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40 Nivel Cero 12 2010

los niveles seguida por el rebeco y el ciervo (Fig. 3). Bos/Bison sólo aparece en los niveles VIII, XI, XIF y XIII. En ellos, se observa un amplio espectro de mo-vilidad que implica una adquisición de animales ale-jados de la zona inmediata al yacimiento, además de la incorporación de materias primas alóctonas (Bae-na et alii, 2005). Al mismo tiempo la estacionalidad en estos niveles indica ocupaciones más prolongadas en diversas estaciones del año (Fig. 3) que difiere de lo observado en los otros niveles en los que se registran ocupaciones más estacionales.

El estudio tafonómico ha mostrado diferencias a lo largo de la secuencia. Los niveles superiores (III y IV) muestran un palimpsesto con ocupaciones humanas poco definidas en los que los carnívoros tendrían un papel importante en el aporte de recursos (Yravedra, 2006 a, b). En estas unidades se observa que los hue-sos con marcas de corte son escasos, a diferencia de las marcas de diente que superan el 50% de los restos (Fig. 3). La fragmentación de ambos niveles es infe-rior a lo observado en el resto de la secuencia, de ma-nera que sólo el 65% y el 82 % de los restos son me-nores de 3 cm. a diferencia de lo visto en otros niveles, donde más del 80 % de los huesos son menores de 3 cm. El grado de circunferencia de las diáfisis también

es diferente en el nivel III, donde un 28 % supera el 25% del radio de la circunferencia, a diferencia de los demás niveles donde el 99% de las diáfisis tienen un radio de circunferencia inferior al 25% (Fig. 3).

Desde el nivel VI-XIII las frecuencias de marcas de corte, percusión y alteraciones térmicas aumentan. Lo mismo sucede con la fragmentación de los hue-sos, y las evidencias generadas por carnívoros se re-ducen (Fig. 3). Los perfiles esqueléticos muestran un transporte completo de las cabras al yacimiento en todos los niveles y del ciervo en el nivel XIF (Yrave-dra y Domínguez-Rodrigo, 2009). Por último, en los niveles XXI, XXIII, XXV, XXVIII y XXIX se han documentado hogares con abundantes huesos calci-nados y carbonizados, muy fragmentados, que han sugerido para Yravedra et alii (2005) un uso como combustible.

5.2. Hornos de la Peña

La escasa representatividad del conjunto óseo de Hornos de la Peña está condicionada por las exca-vaciones del yacimiento a principios del siglo XX. A pesar de ello, toda la muestra ha estado sometida a los mismos condicionantes, por lo que, teniendo en

Fig. 3. Principales características zooarqueológicas y taafonómicas del Esquilleu. La estacionalidad se ha estimado mediante el desgaste dentario de los dientes de cabra siguiendo a Pérez Ripoll (1987). Las frecuencias de marcas excluyen dientes y huesos con cortical en mal estado. Pequeño (Capra+Rupicapra+Capreolus+Pequeños animales). Grande (Cervus+Bos+Equus+Grandes y animales intermedios).

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BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA

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cuenta estos factores, podemos hacer algunas valora-ciones sobre su fauna.

Los niveles musterienses y auriñacienses han propor-cionado 655 restos En el nivel musteriense el rebeco es el animal más abundante en NR y MNI, seguido del caballo y el ciervo (Fig. 4). El nivel 4, auriñaciense, muestra un predominio del caballo seguido del cier-vo, rebeco, cabra, corzo y uro. En el nivel 3 destaca el ciervo, seguido del caballo y los otros animales (Fig. 4).

El análisis tafonómico ha mostrado que tanto en el Paleolítico Medio como en el Superior los únicos ani-males con evidencias de actividad humana fueron el ciervo, el caballo y el uro. Según esto, no habría dife-rencias en las estrategias de selección de los cazadores del Paleolítico medio y los del superior. Para ambos periodos, el caballo sería la especie principal en los niveles 5 y 4 con el 56 % y 43 % de los restos y el 58 % y 55 % del MNI respectivamente. Le sigue el ciervo con el 43 % del NISP en los dos niveles y el 36 % y 33 % del MNI y después Bos/Bison con un MNI inferior al 10 %.

A partir del nivel 3 se producen diferencias. En esta unidad el ciervo es la especie principal con el 60% del MNI y el 66 % del NISP, pero por primera vez en este yacimiento se observa que el rebeco, la cabra y el corzo presentan evidencias de procesamiento huma-no (Yravedra, 2010). Esto refleja cambios en las estra-tegias de adquisición humanas al ampliar la gama de presas e incluyendo los ungulados de talla pequeña. A partir de esta unidad los animales de talla pequeña muestran marcas de corte, de percusión y patrones de edad con más cantidad de individuos adultos (Yrave-dra, 2010).

Los ciervos, caballos y uros también tienen marcas de diente que indican la acción de carnívoros sobre las carcasas. Sin embargo, también tienen marcas de corte, ligadas a procesados cárnicos que sugieren ac-tividades antrópicas sobre los animales. La presencia de marcas de corte en costillas y huesos apendicula-res superiores (húmero y fémur) o intermedios (tibia y radio) en los niveles 5-3, los patrones de fractura caracterizados por la ausencia de formas cilíndricas y las edades de los caballos y uros con predominio de adultos, indican un aporte antrópico de estos taxones.

Según se ha observado no hay diferencias significa-tivas entre los taxones aportados en el nivel 5, mus-teriense, y el 4, auriñaciense. En ambos, el caballo y el ciervo predominan. Las diferencias surgen a partir del nivel 3, cuando el ciervo se convierte en la especie principal en MNI y NISP, y los corzos, cabras y rebe-cos se incorporan a la gama de presas aportadas por el ser humano.

5.3. El Ruso

Se trata de una pequeña cavidad situada cerca de otros yacimientos cantábricos de entidad, como El Pendo, El Juyo y Santián. El Pendo presenta mate-riales musterienses y auriñacienses que, según el estu-dio de Fuentes (1980), no muestran diferencias entre ambos periodos, predominando en los dos el ciervo seguido del caballo y los grandes bóvidos. El proble-ma del Pendo es que se trata de un palimpsesto con mezcla de materiales entre los diferentes niveles ar-queológicos según Montes et alii (2002, 2004).

En Santián, destaca de nuevo la presencia del ciervo, pero en este sitio la fauna esta descontextualizada de-bido a cuestiones metodológicas durante la recogida de los restos.

Es por ello que la fauna del Ruso sea trascendental, pues procede de la única secuencia de esta zona con materiales contextualizados que van desde el Muste-riense al Solutrense.

Los datos taxonómicos muestran al ciervo como la especie predominante en los niveles V, musteriense, y el IVb, auriñaciense. En ellos presenta el 71 % del NISP y el 33-38% del MNI. El caballo es la segunda especie más importante en los dos momentos con un 31% del MNI en el nivel V y un 20 % en el IV. Tras estos taxones siguen los grandes bóvidos y los otros animales. Los patrones de edad muestran coinciden-cia en ambos periodos, en Bos/Bison sólo hay adultos, en los équidos predominan los individuos jóvenes con el 66% y el 50% en el Auriñaciense y Musteriense y en los ciervos los individuos jóvenes oscilan entre el 33% y el 50% (Fig. 5).

La tafonomía nos muestra una situación similar a la registrada en Hornos de la Peña. Ciervos, caballos y Bos/Bison presentan evidencias de actividad antrópi-ca. Por el contrario el rebeco, la cabra y el corzo no

2/0) 29 7(6/1) 7 1(1/0) 13 2 0 13,3 28 13,3

Capra Rupicapra Cervus Capreolus Equus Bos/Bison Carnívoros %MC %MD NISP NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande

Fig. 4. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en Hornos de la Peña. MNI: MNI (Adultos/Juveniles+Infantiles). Las frecuencias de marcas de corte y diente son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación.

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42 Nivel Cero 12 2010

muestran indicios de esta actividad, sólo a partir del nivel III, de época solutrense, se observan evidencias indicativas de un aporte antrópico (Yravedra et alii, 2010 en prensa).

Los patrones de fractura, la situación de las marcas de corte y percusión en porciones de alto valor nu-tritivo como huesos superiores y elementos axiales y las elevadas frecuencias de marcas antrópicas en es-tos huesos indican un acceso temprano a los recursos cárnicos, por lo que el ser humano es el responsable del aporte de ciervos, caballos y grandes bóvidos al yacimiento (Yravedra et alii, 2010 en prensa). Por el contrario, la escasez de trazas antrópicas en anima-les pequeños no permiten interpretar que hayan sido aportados por el ser humano (Fig. 5). En cambio, la abundancia de marcas de diente en estos animales indica un protagonismo importante de los carnívoros (Fig. 5). También los animales medianos y grandes tienen marcas de diente, sin embargo las marcas an-trópicas, ligadas a procesos de descarnación y des-articulación, sugieren que los carnívoros accedieron como carroñeros después del ser humano.

Según esto, y dado que el ser humano se centra en bóvidos, caballos y ciervos podemos concluir que entre el Musteriense y el Auriñaciense continúan las mismas estrategias de subsistencia, existiendo, por lo tanto, una continuidad en ambos periodos.

5.4. El Otero

La antigüedad de las excavaciones del Otero ha con-dicionado que sólo hayamos analizado 700 huesos de este yacimiento. De este modo nos encontramos ante una muestra sesgada y preseleccionada, como se desprende de la desproporción existente entre el NR y el MNI, la escasez de huesos indeterminados entre la fauna, el predominio de dientes en los perfiles esqueléticos y la mayor representación de fragmentos epifisiarios frente a diafisiarios (Yravedra y Gómez-Castanedo, 2010 a en prensa). Por lo tanto, este ses-go óseo condiciona en gran medida el estudio y las conclusiones que pueden extraerse de esta colección.

A partir de ello, cabe decir que el ciervo es el animal

más importante, seguido del caballo y de otros ungu-lados como el rebeco, el corzo, el reno y la cabra du-rante toda la secuencia. Al contrastar la información del nivel musteriense y los auriñacienses se observan algunas diferencias. En el musteriense aparecen res-tos de jabalí, bastantes restos de carnívoros y el caba-llo es más abundante en NR y MNI que el ciervo. Sin embargo, la muestra ósea de este nivel y los estratos 5 y 6 no son muy importantes al tener menos de 30 res-tos cada uno (Fig. 6). El nivel 4, más representativo, muestra un predominio de ciervo seguido del caballo, lo cual también se observa en los niveles 5 y 6 (Fig. 6). En todas las unidades predominan los individuos adultos, seguidos de los juveniles e infantiles. La esta-cionalidad sólo se ha establecido para el ciervo en el nivel 4, indicando una mortandad que abarca todo el año, y en especial al comienzo del otoño y el final del invierno.

La escasa muestra ósea ha provocado que no se pue-da hacer un análisis tafonómico detallado de todos los niveles. La ausencia de huesos postcraneales en el musteriense no ha permitido establecer el agente responsable de la presencia de estos animales en el yacimiento. Entre los niveles 2-6, las marcas de corte que tiene el ciervo en huesos apendiculares superiores y huesos axiales sugieren un aprovechamiento antró-pico de este animal, sin embargo, hay otros animales donde la incidencia humana es incierta. En taxones como el uro o la cabra no se han identificado mar-cas antrópicas y en otros, como el caballo, el corzo o el rebeco, solo las presentan en algunos niveles (Fig. 6). En los animales pequeños, sólo se han observado trazas humanas en el nivel 4 y la unidad 2, magdale-niense, mientras que en los otros estratos no hay indi-cios de actividad antrópica.

5.5. Cueva Morín

De Cueva Morín se han analizado 6.500 restos. El ciervo es el animal más destacado seguido de Bos/Bison y los équidos, lo cual coincide con los datos de Altuna (1971, 1973). Al comparar los niveles del Pa-leolítico medio y superior observamos que entre ellos no hay diferencias. Los animales más abundantes son el ciervo y el Bos/Bison, teniendo el ciervo una repre-

V Mus 1423 3 1 179 6(4/2) 4 1 58 4(2/2) 4 1 39 6 1,9 3,5 7,5 3,4 2,2 2,6

IV b Aur 667 6 2(1/1) 117 5(3/2) 2 1 27 3(1/2) 7 2 29 6 2,5 8,4 35 8,4 0 6,4

V Mus 73% 50% 24% 40% 3% 10% Invierno-Verano y comienzo de otoño

IV b Aur 79% 50% 18% 30% 3% 20%

Capra Cervus Capreolus Equus Bos/Bison Carniv %MC %MD %MP

NISP NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande Pequeño Grande

Frecuencias de los Taxones aportados por el ser humano Estacionalidad Cervus elaphus

Fig. 5. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en el Ruso. MNI: MNI (Adultos/Juveniles+Infantiles). % Marcas de corte (MC), % Marcas de diente (MD) y % Marcas de percusión (MP) son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes (Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+indet. de talla pequeña).

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BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA

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sentación porcentual del 40-50% del MNI según los niveles. La principal diferencia que se observa entre el Paleolítico Medio y el Superior es el incremento de los ungulados pequeños (cabra, rebeco y corzo) a partir del nivel 6, auriñaciense, y la progresiva reduc-ción porcentual del Bos/Bison y del caballo a partir del Gravetiense.

En los patrones de edad, Altuna (1971, 1973) tampo-co ha observado diferencias entre ambos periodos, lo mismo sucede con la estacionalidad. Según Pike-Tay et alii, (1999) el yacimiento se ocupó desde el final del otoño a la primavera durante el Musteriense y el Au-riñaciense.

En relación con los perfiles esqueléticos tampoco se observan diferencias. En ambos momentos, la repre-sentación de todas las secciones anatómicas en los animales de talla media y pequeña sugieren un trans-porte completo de estos animales. Por el contrario, en los animales de talla grande se observa un transporte diferencial centrado en los elementos apendiculares superiores en detrimento de los axiales y los apendi-culares inferiores (Altuna, 1971, 1973).

La tafonomía ha mostrado que la ausencia de algu-nas secciones anatómicas puede estar condicionada por la acción de los carnívoros y las corrientes hídri-cas (Yravedra y Gómez-Castanedo 2010 b en pren-sa). Las marcas de diente observadas en epífisis y hue-sos axiales indican que los carnívoros intervinieron en el yacimiento, del mismo modo que las elevadas frecuencias de huesos rodados y pulidos indican que el agua fue un factor importante en la sedimentación (Yravedra y Gómez-Castanedo, 2010 b en prensa). Sin embargo, las frecuencias y la distribución de mar-cas de corte y percusión indican que el ser humano tuvo un gran impacto sobre las porciones cárnicas de la mayor parte de los taxones en casi todos los niveles (Fig. 7).

Las frecuencias de marcas antrópicas, su distribución esquelética y la funcionalidad a la que hacen refe-rencia sugieren que el ser humano tuvo un acceso

cárnico primario sobre los animales de talla grande, mediana y pequeña en algunos niveles, como el 17, el 4, el 3 y el 2 (Yravedra y Gómez-Castanedo 2010 b en prensa). En los demás niveles también se han observado marcas antrópicas de descarnación sobre diversidad de taxones, sin embargo, muchos de es-tos niveles son poco representativos y por tanto poco concluyentes (Fig. 7).

Según los datos taxonómicos y tafonómicos a los que nos hemos referido tenemos una cierta continuidad entre el Musteriense y el Auriñaciense, de modo que en ambos momentos se cazan las mismas presas. En los ungulados pequeños como la cabra, el rebeco y el corzo, los datos son escasos debido a la baja repre-sentatividad de estos animales en el yacimiento, pero en el nivel 17 están asociados a comportamientos hu-manos cinegéticos y entre los pocos restos que hay de estos animales en los otros niveles, también se han observado marcas antrópicas.

5.6. Covalejos

La muestra ósea analizada comprende 49.799 restos muy fragmentados, de los que el 64% son indetermi-nados (Yravedra, 2007). En total se han revisado ma-teriales de varios niveles musterienses y auriñacienses. El animal mejor representado de toda la secuencia es el ciervo, lo que coincide con las frecuencias que aporta Castaños (2005) en un estudio preliminar.

Entre los niveles musterienses y auriñacienses no se producen diferencias significativas, la principal es el aumento de Capreolus y Equus en el MNI del nivel B y la reducción porcentual del ciervo en el NISP y el MNI en el nivel B. Entre las unidades C del Auri-ñaciense y el D del Musteriense no hay diferencias taxonómicas. En las edades de las presas se observa un predominio de adultos jóvenes de entre 5-7 años en todos los niveles, y en la estacionalidad se obser-va una diferencia en la explotación de las presas, de modo que en el Musteriense se produce durante todo el año y en el Auriñaciense se focaliza entre el final del verano y el comienzo del invierno (Yravedra,

Fig. 6. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en el Otero. MNI: MNI (Adultos/Juveniles+Infantiles). % Marcas de corte y diente son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes (Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+indet. de talla pequeña).

9 Mus 28 6 1(0/1) 12 3(2/1) 2 2(2/0) 7 2 0 0 0 0

6 Aur 86 14 2(1/1) 3 1(1/0) 6 1(1/0) 0 20 100 40

5 Aur 37 4 1(1/0) 14 2(1/1) 4 1(1/0) 0 0 0 0

4 Aur 408 13 2(1/1) 20 4(3/1) 177 10(8/2) 4 2(2/0) 71 10(9/1) 12 4(3/1) 7 2 6,3 7,7 19 18

9 Mus ¿? ¿?

6 Aur 20 70% 67% 30% 23% ¿?

5 Aur 18 75% 67% 25% 23% ¿?

4 Aur 190 10% 29% 90% 71% Todo el año

Capra Rupic Cervus Capreolus Equus Bos/Bison Carniv MC % MD % NISP NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande

Frecuencias de los Taxones aportados por el ser humano Estacionalidad Cervus elaphus

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44 Nivel Cero 12 2010

2007).

Tafonomicamente el conjunto que hemos analizado presenta un buen estado de conservación, excepto en los niveles C, D y H donde el 60% de los huesos presentan rodamientos, pulidos y abrasiones produ-cidas por fenómenos hídricos (Yravedra, 2007). Junto a estos procesos, se han documentado otros que han producido desconchamientos, brechificaciones, calci-ficaciones y, sobre todo, una intensa fragmentación que ha provocado que la mayor parte de los restos del yacimiento sean menores de 3 cm.

El análisis tafonómico de los huesos con un buen es-tado de conservación de animales de diversas tallas muestra un aprovechamiento antrópico de todos los recursos animales (Fig. 8). Todos ellos presentan ele-vadas frecuencias de huesos con marcas de corte que se ajustan, según sus frecuencias y distribución, a con-sumos antrópicos primarios (Fig. 8). Además de las trazas de actividad humana, también se han observa-do marcas de diente de carnívoros. Sin embargo, su pequeño tamaño, la ausencia de huesos digeridos, la elevada fragmentación y la superposición de marcas de diente sobre trazas antrópicas previas sugieren un papel secundario para la actividad de los carnívoros. Sólo en el nivel H, el aumento de las frecuencias de trazas de diente y los menores porcentajes de huesos con alteraciones humanas, sugieren que en este nivel, los ungulados pequeños pudieran sufrir un mayor im-

pacto generado por carnívoros.

Según los perfiles taxonómicos, los patrones de edad y los tafonómicos tenemos en Covalejos continuidad entre las estrategias de subsistencia del Musteriense y el Auriñaciense, ya que en ambos periodos siempre se cazan las mismas especies en frecuencias similares, especialmente entre las unidades D y C.

5.7. El Cuco

El Cuco ha proporcionado 12.000 NISP, muy frag-mentados, que ha motivado que sólo se hayan podido determinar taxonómicamente una pequeña parte de estos huesos. Según Castaños y Castaños (2007), el ciervo es el animal más abundante seguido de Bos/Bison y Equus (Fig. 9). La gran fragmentación de los huesos del Cuco puede estar condicionada por varios factores. El estado fresco de las trazas de fractura su-giere patrones de fracturación intencional realizado por carnívoros y humanos. La presencia de marcas de corte, percusión y de diente sugieren que ambos agentes intervinieron en el yacimiento.

Las marcas de corte en huesos con paquetes muscu-lares nutritivos como el húmero, el fémur y los huesos axiales están asociados a accesos cárnicos primarios. Del mismo modo, los conjuntos con altas tasas de fragmentación son una muestra típica de las acumu-laciones óseas humanas, por lo tanto los animales del

Equus Animales Pequeños Cervus Bos/Bison Marcas de corte % Marcas de diente % Marcas de Percusión %

NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande Pequeño Grande

Fig. 7. Principales Características taxonómicas y taxonómicas en Cueva Morín MNI: Las frecuencias de marcas de corte y diente son establecidas a partir del NR excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes (Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+indet. de talla pequeña).

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BREVES APUNTES SOBRE EL PALEOLÍTICO SUPERIOR DE LA REGIÓN CANTÁBRICA

45Nivel Cero 12 2010

Cuco habrían sido aportados por el ser humano y aprovechados de forma secundaria por los carnívoros como revelan algunas marcas de diente. Más indicios de esta actividad humana los tenemos en los grados de circunferencia de las diáfisis, donde el 100 % pre-senta grados de circunferencia inferiores al 25 %.

5.8. Cofresnedo

La fauna del nivel auriñaciense estudiada por Cas-taños (2003) ofrece un predominio de animales de talla media y grande como el caballo, el ciervo o los grandes bóvidos (Fig. 9). El análisis tafonómico efec-tuado por nosotros ha mostrado que algunos huesos presentan acumulaciones, pátinas y rodamientos pro-ducidos por el agua y también marcas de diente gene-radas por carnívoros que indican su intervención so-bre los restos óseos del yacimiento (Fig. 9). Aunque la incidencia de las marcas de diente no es importante, los pits presentan dimensiones de entre 3,5 mm. y 5,4 mm. que sugieren la participación en el yacimiento de carnívoros como el lobo, la hiena, los osos o los grandes félidos.

Por otro lado, la presencia de marcas de corte y per-cusión (Fig. 9), la intensa fragmentación y las fre-cuencias de marcas que tienen los elementos apen-diculares sugieren un protagonismo antrópico en la acumulación de los restos óseos. En los animales de talla grande y media, las marcas de corte de los ele-mentos apendiculares superiores indican un tempra-no acceso cárnico a las carcasas. En los animales pe-queños, la escasez de restos ha condicionado que no hayamos podido observar más trazas, pero las marcas de descarnamiento sobre diáfisis y huesos axiales y algunas de desarticulación indican accesos antrópicos primarios.

5.9. Otros yacimientos

Además de los yacimientos analizados, en la introduc-ción se hizo mención de que en otros lugares como El

Castillo o Amalda, con niveles del Paleolítico Medio y Muperior, cuentan con análisis tafonómicos.

En la Cueva del Castillo, los estudios zooarqueológi-cos y tafonómicos de Dari (2003) y Landry y Burke (2006) proponen al ser humano como el principal responsable del aporte de animales al yacimiento. Ambos estudios han determinado que la ocupación del Castillo durante el nivel 20, musteriense, y el 18, auriñaciense, se produjo desde el final del verano a comienzos del invierno. Los patrones de edad mues-tran en ambos trabajos un predominio de adultos jó-venes en los dos niveles. Taxonómicamente los dos estudios se muestra como el ciervo es la especie prin-cipal seguido del rebeco, el Bos/Bison y los caballos (Dari 2003; Landry y Burke, 2006).

Según los datos existentes para el Paleolítico Medio y el Superior, puede observarse en este caso una cierta continuidad en el comportamiento cinegético de los pobladores del Castillo. En ambos momentos se lle-van a cabo unas estrategias parecidas que conllevan la explotación de animales de diferentes ambientes. En el caso de otros yacimientos próximos con crono-logías musterienses, como La Flecha, los restos faunís-ticos identificados muestran un aspecto similar al del Castillo con predominio de ciervo y presencia de otros taxones como caballos, bóvidos, rebecos y cabras.

En la cueva de Amalda también se ha documentado continuidad entre las estrategias de subsistencia del Paleolítico Medio y el Superior. En los niveles grave-tienses y en el estrato musteriense de Amalda el ser humano se centró en la explotación de los cérvidos, équidos y grandes bóvidos, ocupando el yacimiento entre el verano y el otoño (Yravedra 2005, 2006 a, 2007).

En Lezetxiki, aunque no tenemos datos tafonómicos sobre el agente responsable de la acumulación ósea del yacimiento, taxonomicamente el nivel 5, muste-riense, y el 4, auriñaciense, ofrecen una representa-

Cervus Capreolus Cap+Rup+Rang Equus Bos/Bison Carnívoros Marcas corte % Marcas diente % Marcas percusión %

NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI NISP MNI Pequeño Grande Pequeño Grande Pequeño Grande

Fig. 8. Principales Características taxonómicas y tafonómicas en Covalejos. Las frecuencias de marcas de corte, percusión y dientes son establecidas a partir del NISP excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes (Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+Rangifer+indet. de talla pequeña).

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ción faunística similar, donde el ciervo predomina con el 63% de los restos en el nivel 5 y el 54% en el 4, los grandes bóvidos siguen con el 25% en la unidad 5 y el 18% de la unidad 4 y a continuación la cabra y el rebeco (Altuna, 1972).

En relación con otros sitios con faunas conocidas del Paleolítico Medio o el Superior, como Labeko Koba, Axlor, Arrillor, Atxagorta, Bolinkoba, Arenillas, Ras-caño, etc., la ausencia de datos tafonómicos no permi-te conocer la implicación que tuvo el ser humano en la formación de estos yacimientos. La consideración de utilizar en nuestras observaciones sólo aquellos yacimientos que cuenten con análisis tafonómicos se debe a que en algunos lugares, como los yacimientos musterienses de los Moros de Gabasa (Blasco, 1995) o Abauntz (Altuna et alii, 2002), se observaron apor-tes diferenciados de especies en función del agente responsable. Así en estos lugares, el ser humano es el principal agente de acumulación de animales como el ciervo o el caballo, mientras que los carnívoros fueron los máximos responsables acumuladores de cabras y rebecos (Blasco, 1995; Altuna et alii, 2002).

9. DISCUSIÓN Y CONSIDERACIONES FINALES

Estudiar las estrategias de subsistencia implica llevar a cabo un trabajo multidisciplinar que contemple el tratamiento de diferentes disciplinas. En este texto nos hemos centrado en un análisis de esta problemá-tica a partir del estudio zooarqueológico y tafonómi-co de varios yacimientos.

Planteábamos al comienzo del trabajo los problemas que ha padecido la investigación de la subsistencia en la transición del Paleolítico Medio al Superior en el norte de la Península Ibérica durante los últimos años. Con nuestro trabajo se intenta remediar esta problemática y se aportan soluciones. Desde una perspectiva metodológica proponemos análisis tafo-nómicos que nos permitan reconocer qué procesos han intervenido en la formación de los yacimientos y en la acumulación de los recursos animales. Frente a la monotonía descrita en los análisis de subsistencia focalizados en los yacimientos de Morín, Pendo, Cas-tillo, Lezetxiki, Amalda y Axlor, ofrecemos los datos

de otros lugares como Hornos de la Peña, Covalejos, Morín, Otero, El Ruso, El Esquilleu y las revisiones estrictamente tafonómicas del Cuco y Cofresnedo. Dentro del análisis de estos sitios se plantea el estudio de los niveles musterienses y los del Paleolítico Supe-rior, por lo que se amplia la gama de yacimientos de este último periodo con análisis tafonómicos. Por otro lado, se investiga el problema de la subsistencia desde el caso particular de cada yacimiento, prestando es-pecial atención a la evolución que se produce en cada lugar, analizando las diferencias o semejanzas entre el Paleolítico Medio y el Superior.

En función de los datos manejados y los proporciona-dos por otros yacimientos, como Amalda y El Casti-llo, podemos concluir que, generalmente, se dan las mismas prácticas cinegéticas en el Musteriense que en el Paleolítico Superior Inicial.

Analizando cada caso, en el Esquilleu de cronologías musterienses, se observa como casi no cambian las es-trategias cinegéticas sobre la cabra durante toda la se-cuencia. Sólo al final del Paleolítico Medio se amplía la movilidad en la ocupación del yacimiento cazando y transportando carcasas de ciervo y grandes bóvidos en los niveles XIF y XIII.

La larga secuencia de Morín en los niveles musterien-ses y auriñacienses muestra cierta continuidad entre las estrategias de subsistencia. Taxonómicamente durante toda la secuencia predomina el ciervo con frecuencias similares en ambos periodos. Sólo a par-tir del nivel 6 se dan pequeños cambios al aumen-tar la representación de animales de talla pequeña como el corzo, el rebeco o la cabra. Los patrones de edad muestran un predominio de adultos en ambos momentos y la estacionalidad, según Pike-Tay et alii, (1999), sugiere un aprovechamiento de las carcasas entre el final de otoño y el comienzo de la primavera.

La Cueva del Ruso también muestra una gran conti-nuidad en las estrategias de subsistencia entre ambos periodos. Durante toda la secuencia el ciervo es el animal más llevado al yacimiento, junto a équidos y grandes bóvidos, con frecuencias similares en los dos momentos. Por el contrario, la presencia de animales pequeños está más relacionada con la actividad de los

CUCO

Grav 27 9 3 34 2 50 3,1 0 2,9 0 2,1

Aur 115 14 1 14 18 14 21,2 9,5 10,1 3,6 7,3

COFRESNEDO

Aur 42 27 28 72 4 28,0 20,5 7 6,4 9,3 3,5

Cervus Cap+Rup+Capreo Equus Bos/Bison Carnívoros Marcas de corte % Marcas de diente % Marcas de Percusión %

NISP NISP NISP NISP NISP Pequeño Grande Pequeño Grande Pequeño Grande

Fig. 9. . Principales Características taxonómicas y tafonómicas del Cuco y Cofresnedo. Frecuencias de Marcas de corte y percusión son establecidas a partir del NR excluyendo dientes y huesos con mal estado de conservación incluyendo en animales grandes (Bos+Equus+Cervus+indet. Talla grande y mediana); animales pequeños (Capra+Rupicapra+Capreolus+Rangifer+indet. de talla pequeña).

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carnívoros y hasta los niveles solutrenses no hay indi-cios de que sean aportados por el ser humano. Los patrones de estacionalidad indican ocupaciones dis-continuas, centradas en momentos concretos como el verano, el final de la primavera o los comienzos del invierno en el Musteriense y desde el otoño al co-mienzo de la primavera en el Auriñaciense. Por últi-mo también en los dos momentos se dan estrategias cinegéticas focalizadas en cérvidos jóvenes, menores de 5 años.

En Hornos de la Peña la especie principal del yaci-miento en los dos momentos es el caballo seguido del ciervo y los bóvidos. Las capturas antrópicas se cen-tran en estos animales al contrario de lo que sucede con los ungulados pequeños que son aportados al yacimiento por carnívoros. Es a partir del Solutrense cuando empiezan a producirse cambios al incorporar cabras y rebecos en las capturas.

En Covalejos también se da esta continuidad. To-dos los animales, incluidos los ungulados de tama-ño pequeño como la cabra, el corzo o el rebeco son aportados por el ser humano. La representación taxonómica muestra que el ciervo es la especie más seleccionada, incluido en el Auriñaciense, donde su-pone el 50% del MNI. La única diferencia respecto al Musteriense es el incremento del corzo que desplaza al Bos-Bison como segunda especie más importante en la unidad b y, que la ocupación del yacimiento se da por un periodo de tiempo más limitado entre el final del verano y el comienzo del invierno. Por otro lado, las capturas en ambos periodos se centran sobre indi-viduos adultos próximos a los 5 años.

En el Otero los datos referentes al Musteriense son muy escasos y poco concluyentes. En el Auriñaciense se observa que el ciervo y el caballo son las especies principalmente aportadas por el ser humano, y solo al final del Auriñaciense también hay evidencias que lo indican para los animales pequeños. En relación con las capturas, el nivel 4 indica que se dan princi-palmente entre el verano y el comienzo del invierno y que en el caso de los ciervos se suelen cazar indivi-duos de aproximadamente 5 años de edad.

En El Cuco y Cofresnedo sólo se han dado niveles del Paleolítico Superior. En ellos la especie predominante es el ciervo en El Cuco y el Bos-Bison acompañada del ciervo en Cofresnedo. Junto a estos animales apare-cen también ungulados de pequeño tamaño como el rebeco, la cabra o el corzo (Castaños, 2003; Castaños y Castaños, 2007). El estudio tafonómico ha mostra-do que todos los animales son aportados y aprovecha-dos por el ser humano.

Además de la intervención humana que hemos men-cionado en estos yacimientos, es importante destacar

que en todos ellos, independientemente de que ha-blemos de niveles musterienses o del Paleolítico Supe-rior es frecuente que intervengan otros agentes como los carnívoros. En algunos lugares, como Amalda, Hornos de la Peña, El Ruso o El Otero 4 su inter-vención ha sido la principal responsable del aporte de pequeños ungulados como el rebeco, la cabra o el corzo. Por otro lado en estos sitios y en todos los demás analizados, también han intervenido como carroñeadores de las carcasas aportadas por el ser humano. Esto nos indica dos cosas, por un lado que carnívoros y humanos alternaron la ocupación de los yacimientos y por otro, que la utilización humana de los asentamientos no debía prolongarse por grandes espacios de tiempo, ya que las carcasas fueron mani-puladas poco tiempo después por los carnívoros.

En cuanto a las estrategias cinegéticas del Musterien-se y el Auriñaciense, en todos los lugares el ciervo es la especie principal, sólo en el Esquilleu, ubicado en un medio abrupto propio para animales de medios rocosos, se aprecia un predominio de la cabra.

En los demás casos, ciervos, caballos y grandes bóvi-dos son las especies más capturadas. Incluso en algu-nos sitios como Abauntz, nivel musteriense, (Altuna et alii, 2002), los Moros de Gabasa (Blasco, 1995) y en los casos antes mencionados de Hornos de la Peña, El Ruso, El Otero 6 o Amalda, son las únicas especies que se cazan. Esto plantea varios interrogantes.

- El predominio de los ungulados de tamaño me-dio y grande como especies cinegéticas ¿Puede relacionarse con hábitos conductuales selectivos humanos o está más bien determinado por los condicionantes del entorno?

- El que no se cacen en ciertos sitios ungulados de pequeña talla ¿se debe a una cierta incapacidad cinegética sobre estas especies?, ¿puede estar con-dicionado por preferencias cinegéticas sobre otras especies?, o sencillamente, ¿se prefirió explotar otro tipo de medios ecológicos, menos accidenta-dos que los propios de la montaña?

Aún siendo necesarios más trabajos de futuro que puedan ofrecer matizaciones más concretas, nosotros proponemos algunas respuestas.

En lugares como el Esquilleu, la caza de cabra y re-beco puede estar condicionada por el entorno donde se ubica el yacimiento, pero en otros sitios abiertos a una variedad de nichos ecológicos también se cazan estos animales. Así en Morín, El Castillo, Covalejos, Otero 4, El Cuco y Cofresnedo hay evidencias cine-géticas sobre estas especies en el Musteriense y en el Paleolítico Superior Inicial. Por tanto la incapacidad cinegética no es una respuesta válida.

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Por otro lado el hecho de que en El Otero 6, Abauntz, Hornos de la Peña y El Ruso no se cacen estos ungulados puede estar relacionado con hábitos conductuales. En estos yacimientos, la presencia de estos animales se debe a acumulaciones hechas por carnívoros, por lo tanto esto indica que estaban en el entorno del yacimiento y que si no los aportaron los cazadores musterienses o auriñacienses fue por motivos selectivos. Paradójicamente a partir del Solu-trense o el final del Auriñaciense sí se producen apor-tes antrópicos de estos animales en El Ruso, Abauntz (Altuna et alii, 2002), Hornos de la Peña y El Otero 4.

Por lo tanto la presencia o ausencia de ciertos ani-males puede venir determinada por el entorno del yacimiento como en el Esquilleu, los hábitos selecti-vos humanos y también por la gestión que se haga del territorio o de las especies animales en función de sus comportamientos ecológicos.

En la llanura costera los cérvidos, équidos y bóvi-dos son frecuentes en el Cuco, Morín, Covalejos y el Otero. En estos lugares la adquisición de recursos de roquedo implica dos posibilidades distintas. Por un lado puede ser una explotación de recursos alternati-vos procedentes de otro tipo de medios más alejados, relacionados con una gestión del territorio de amplio espectro; O bien puede tratarse de una captación es-tacional aprovechando los movimientos migratorios que hacen los ungulados de montaña ante la rigu-rosidad invernal. En la cornisa cantábrica la proxi-midad entre la costa y la montaña se limita a poco más de 60 km en las áreas más alejadas. Esto propicia que en reducidos espacios se den gran cantidad de medios abiertos a multitud de posibilidades. Los va-lles, colinas, llanuras y medios de relieves suaves se alternan entre la costa y las cumbres más escarpadas.

Esto hace que los yacimientos permanezcan abiertos a multitud de biotopos y que al ser tan corta la distan-cia entre la montaña y el mar, los movimientos esta-cionales de los ungulados no sean muy grandes. Ante esto no debe extrañarnos la variabilidad taxonómica que describen los yacimientos del norte peninsular. Si a esto añadimos que algunos sitios fueron ocupados durante el invierno (Morín, El Ruso, El Otero nivel 4 y Covalejos), ello puede facilitar la adquisición de cabras y rebecos que durante los inviernos de condi-ciones rigurosas suelen descender a valles o territorios de temperaturas más suaves.

Este trabajo ha pretendido ser el inicio de estudios posteriores que profundicen en el análisis, desde pers-pectivas tafonómicas, de las estrategias de subsistencia paleolíticas en el norte de la Península Ibérica. Ante el estudio zooarqueológico de un emplazamiento ar-queológico y una vez que la fauna esta determinada, debe hacerse un análisis tafonómico que caracterice el grado de implicación humana en la formación del yacimiento. El análisis bajo esta perspectiva de otros lugares, así como el de la estacionalidad de las ocu-paciones permitirá comprender mejor cómo eran las estrategias económicas de cada lugar y cómo era la gestión del territorio, así como las causas de la ex-plotación diferencial de unos recursos u otros. Este trabajo es sólo una primera aproximación al análisis de las estrategias de subsistencia en la transición del Paleolítico Medio al Superior de la región cantábri-ca. De momento, nuestros datos indican que en esos momentos se produjo una continuidad en dichas es-trategias y de ocupación de los yacimientos en cortos espacios de tiempo que permitió la alternancia de carnívoros y humanos en diversos yacimientos como Amalda, Hornos de la Peña, El Ruso y El Otero 4.

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