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Las relacionesinternacionalesen el Siglo XXI [1]Por el Dr. Marcelo Tourio
de Lic. Carlos A. Pereyra Mele
Por el Dr. Marcelo Tourio, quien autorizo la publicacion del mismo en Dossier Geopolitico, de
este profundo trabajo elavorado para la Maestria de RR. II. de la Universidad mexicana de Jalapa,
Veracruz en el pasado mes de enero.
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Introduccin
Efectuar aunque mas no sea una prognosis aproximada de lo que habr de ser u ocurrir en este
siglo que ya transitamos desde hace ms de una dcada, resulta tarea nada sencilla. Tal vez
contribuya particularmente a tal dificultad el echar la vista atrs y advertir la cantidad de
afirmaciones dogmticas arrojadas en el pasado inmediato por las jerarquas acadmicas,polticas, sociales, intelectuales, etc. y que resultaronpese a la autoridad cuasi sacerdotal con la
que venan investidas- falsas u errneas y muy alejadas de la verdad objetiva que los hechos
posteriormente desnudaron y exhibieron a la intemperie de la realidad.
Quizs la mas voceada fue aquella que nos dijera -ad nauseam- que la cada del Muro de Berln y la
implosin del mundo sovitico traera una situacin global de mayor estabilidad, la cual vendra
montada, urbie et orbi, sobre el caballo alado de los derechos humanos y la democracia
representativa. Pues bien, nada de ello sucedi. O al menos ocurri de manera muy distinta a
como la planteaban los promocionados gures del Nuevo Orden Mundial (NOM). La
desaparicin del mundo comunista como constelacin geopoltica y an como ecmene
proveedor de paradigmas intelectuales, supuso una fragmentacin generalizada y una
inestabilidad alucinantes. All estn la disgregacin de Yugoslaviaen las puertas mismas de la
progresista Europa- o la destruccin de Irak, montada sobre la falsa premisa de las armas de
destruccin masiva, o la devastadora destruccin del medio ambiente, para comprobarlo.
Ms los falsos apotegmas no se agotan, por cierto, en los ejemplos referidos. Pareciera
tratarse de una costumbre fallida, como si columbrar el provenir fuera ms un acertijo que una
prudente reflexin sobre la Historia y los Pueblos. Con frecuencia omnipresente hemos odo
aludir, desde la ctedra universitaria a los mass media pasando por la casi totalidad de las fuentes
autorizadas, al concepto de globalizacin (en el sentido de expansin mundial del capitalismo)
como un fenmeno novedoso, gestado, nacido y criado en el vientre de aquel final de la historia
que planteaban los centros decisionales del poder mundial. Nada ms falso. O no encontramos
fenmenos globalizadores con el descubrimiento de Amrica y su incorporacin al proceso
productivo universal, o en la exasperacin expansiva de la Primera Revolucin Industrial o con la
irrupcin del colonialismo en el siglo XIX? Cuando los profesores de derecho poltico aseveran que
el estado nacional es un producto de la Revolucin Francesa, qu queda para Esparta o el
formidable edificio imperial-estatal erigido por los Hausburgos desde Espaa? Por ltimo, y como
colofn de los infinitos ejemplos de los conceptos que se afirman pero que no son, precisamos
aquel que dice que el siglo XX ha sido el de la integracin. Pues bien, y la Anfictiona griega,
varios siglos anteriores a Cristo? Y las Ligas comerciales del Bltico en el siglo XVII?
No deberan sorprendernos en absoluto estas recurrencias o repeticiones de la historia. Desde
Herclito con su devenir perpetuo a Nietszche con su eterno retorno, pasando por el corsi e ricorsi
de Vico, comprobamos sin mayor esfuerzo que el hombre y los pueblos se reiteran en sus
conductas. De all que propugnemos una absoluta prudencia intelectual como consecuencia de la
provisoriedad conceptual con que deben aprehenderse los sucesos polticos y sociales hasta tanto
los mismos no hayan sedimentado histricamente. Pretender congelar el movimiento histrico
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con definiciones dogmticas solo puede conseguir cristalizar tericamente la consideracin
intelectual de aquel, el cual seguir su rumbo por ms que se intente definirlo en las estrechas y
rgidas mrgenes de una pretensa verdad cientfica.
Los invito pues a munirnos del martillo nieztschiano para golpear con esa herramienta de
sabidura los conceptos que habremos de considerar y conforme al sonido que los mismosemitan, nos aproximemossiempre movimiento, nunca dogma cristalizado- a la verdad que los
mismos encierren. Pues de eso se trata, de llegar a la verdad desocultando lo oculto tal cual lo
propugna el gigante de Friburgo[2]. Confo en que entre todos y en esta nueva singladura
intelectual que emprendemos juntos, podamos conseguirlo.
Realidad y Poder
Considerar reflexivamente las relaciones internacionales por venir en este siglo XXI, ya transitada
su primera dcada, es una labor fascinante a la vez que riesgosa. Seduce grandemente columbrar
lo que pudiera advenir en los aos prximos y en cierto modo atemoriza lo que podamos
descubrir de ello. Nunca ms cierto aquello de que vivimos peligrosamente en un orbe plagado ypreado de riesgos desafiantes, complejsimo lugar en dondelamentablemente por cierto- no
reinan (ni gobiernan) los grandes valores del Humanismo sino los ms concretos, tangibles y
expeditivos del poder y la decisin a l anejos.
Entendemos al poder como la capacidad de imponer la voluntad propia a la ajena[3]
independientemente de las formas que revista tal imposicin, la cual podr ser ora ms elegante,
ora ms brutal, pero lo cierto es que la decisiones en las relaciones internacionales se adoptan
mucho ms por la va de la imposicin[4]que por la del consenso. Siempre ha sido as y
seguramente siempre lo sea.
De all pues que propugnemos una aproximacin al fenmeno objeto de estudio desde la realidad,
entendida esta tal cual acontecida y no como quisiramos que fuese conforme nuestras
convicciones, intereses y/o deseos. Por cierto que esto no implica que dicha realidad
necesariamente nos agrade o colme nuestras legtimas aspiraciones. Pero la realidad est all y es
esa y no otra, aunque a veces pueda parecerlo. Constituye un peligroso mundo de riesgos,
desafos y oportunidades. Un mundo en movimiento, altamente dinmico y en el cual hay
demasiadas cosas por cambiar. Partamos de la realidad pues y no de las quimeras para
comprenderlo y asirlo en su totalidad en nuestra propia mismidad. Recin entonces estaremos en
condicionesintelectuales al menos- de propugnar los cambios que se requieren para mejorar
esta, nuestra casa comn.
El mundo hoy
Comencemos metodolgicamente desde la realidad hoy imperante en nuestro planeta a los fines
de centrar el objeto de estudio en su faceta presente, para a posteriori pensar la evolucin que
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dichas situaciones iniciales podrn alcanzar en el futuro, futuro al cual habremos de considerar
como presente an no devenido.
As pues, transitamos una etapa del movimiento histrico caracterizada por una altsima tasa de
acumulacin[5]en todos los aspectos centrales del devenir humano (econmico, cultural,
educativo, tecnolgico, etc.). Ingentes recursos de todo tipo, progresiva y crecientemente se vanconcentrado en pocas manos, manos que no son meramente estaduales sino que an dentro
mismo de estados poderosos (USA, China, Rusia, Francia, Gran Bretaa, Alemania y la UE en
general), el fenmeno se replica con fruicin, arrojando a la miseria y a la desesperacin a
millones y millones de familias, tornndose una quimera la sacrosanta igualdad declamada por
el sistema dominante. Un 82 % de la riqueza mundial (o an ms conforme sean las estadsticas a
considerar) se reparte entre el 15 % de la poblacin mundial, proceso que contina sin cesar en
acumulacin ascendente. El 1% de la poblacin ms rica del planeta posee ms renta que el 25 %
del total mundial poblacional ms pobre[6]. Se comprender que una situacin as es explosiva. Y
las situaciones de tal factura suelen ser altamente inestables. Tal provisoriedad despliega grandes
interrogantes a la vez que formidables oportunidades de movilidad histrica. Y a aquella vorazacumulacin, le responde dialcticamente y per speculum, una fragmentacin en las relaciones
humanas omnicomprensivamene consideradas (familiares, poblacionales, estatales,
internacionales, etc.).
Se advertir ahora con mayor claridad si cabe, la falacia de los paradigmas a los cuales
aludiramos supra y que han sido fulminados por la razn contundente de la realidad. La cada
del muro no trajo los beneficios que la bendecida economa de mercado derramara en la
venturosa globalizacin que se nos pronunciaba a machamartillo. Demostraciones claras de
interesados flatus vocis que nosotros no debemos cometer el error de proferir.
Este proceso de acumulacin que es objeto de nuestra consideracin y anatema, se asienta sobre
un desarrollo tecnolgico alucinante que ha posibilitado este salto cuantitativo y cualitativo del
capitalismo en una forma que no encuentra parangn con estadios anteriores del crecimiento
capitalista. Ni las revoluciones Industriales ni el colonialismo ni las plusvalas generadas por el
trfico de esclavos son comparables con la actual acumulacin capitalista, la cual se caracteriza
por la cuasi total dominacin financiera del resto de las actividades econmicas. La irrupcin del
dinero simblico, las transacciones inmediatas entre cualquier punto del orbe, el auge de
mltiples instrumentos cambiarios, los procesos de fusiones y absorciones y la potenciacin del
fenmeno de por s globalizador del capitalismo que supone el alucinante avance tecnolgico-
comunicacional, dejaron en las manos del capitalismo en su versin financiera, la inmensa mayora
de la renta mundial. Ford, Mitsubishi, Philips y la casi totalidad de las Grandes Corporaciones
Transnacionales (GCT)[7]ya no son ms, en estricta puridad, mas que una extensin del capital de
los grandes bancos, hoy indisputados dueos de la economa global y devenidos en megas-CT.
Incluso el fenmeno de la acumulacin se replica intrafinancieramente. No otra situacin fue la
reciente eliminacin de la banca Lehman Brothers, absorbida por su colega y competidora
Goldman Sachs.
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Dicho esto, no es ninguna casualidad que prcticamente la totalidad de los pueblos del planeta se
encuentren sometidos a la servidumbre del inters del dinero, corporizada tal circunstancia en el
problema de las deudas externas de dichos estados[8]. En determinadas regiones,
particularmente Latinoamrica, dicha cuestin mantiene una dura vigencia expresada en las
ingentes sumas multimillonarias que dichos pueblos deben remesar ao tras ao al sistema
financiero transnacional, sustrayendo de tal manera enormes recursos que deberan serdestinados a la salud, educacin y bienestar de esos pueblos.
Una de las consecuencias objetivas del proceso de acumulacin descripto es la destruccin
sistemtica no solo de puestos de trabajo sino del mercado mismo; ello al aniquilar (reuniendo en
manos escasas, recursos escasos) la capacidad de compra de millones de seres humanos,
acentundose de tal forma el ethos financiero del capitalismo imperante[9]y devorndose a s
mismo continuamente en una alocada fuga hacia adelante. Pero no nos engaemos con premisas
que han demostrado su falsedad, como aquella del fin inminente del capitalismo (otra falacia
ms que se agrega a las ya apuntadas supra). Nada de eso. El capitalismo es un conjunto
vitalmente enfermo pero dotado con una impresionante capacidad para generar nuevos remediostransitorios que le permiten alargar su ciclo histrico y que le inyectan suplementos para
continuar con vida. El narcotrfico es la ltima medicacin que ha descubierto para sostener
aquella sistmica motilidad. El trasiego de la inmensa masa monetaria producto del infame
negocio, es realizada (depositada, lavada, prestada e invertida) obviamente por los bancos.[10]
A su vez, ingentes masas de drogo-dependientes suponen un efectivo mtodo de control socio-
poltico a la par que vlvula de escape al caldero del hasto, el desempleo y la falta de
oportunidades, sobre todo en los segmentos ms jvenes de las sociedades, blanco directo del
narcotrfico por la etapa psico-biolgica por la que transitan, asociada al cambio y la rebelda
generacional.[11]
Planteada la magnitud de las GCT y la Finanza transnacional, parece oportuno interrogarnos
respecto del rol del Estado-Nacin en este tiempo que transitamos. A finales del siglo pasado, no
pocas voces aseguraban su desaparicin paulatina y su sustitucin por novedosas formas de
gestin socio-econmicas; ello a grupas de una aparentemente indetenible economizacin de
las relaciones internacionales globales. Los estados nacionales aparecan como vetustas
estructuras que se erigan en anacrnicos obstculos a la unificacin mundial y a sus venturosas
promesas de relaciones ms justas y bonanza econmica y social para todos. Hoy, una vez ms, la
realidad se ha impuesto brutalmente a los hechiceros que pretendan domearla y los imperativos
geopolticos y culturales han demostrado la imposibilidad de suprimir la existencia de los estados
nacionales. Los procesos de integracin no han sido ms que una respuesta lgica al intento desubsumir dichos estados en una lgica globalizadora que persegua unificar el mercado mundial y
hacer tabla rasa con las culturas nacionales[12]. Se trata en definitiva, de mecanismos de
supervivencia ante la obliteracin ofrecida por el modelo propuesto. Una respuesta razonable a
un desafo intolerable.
Toda esta panoplia de hechos que pueblan un paisaje actual con actores internacionales
relevantes, tales como las GCT-banca transnacional y los estados nacionales[13], se enmarcan en
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una feroz disputa global por la energa, los recursos naturales y el control del conocimiento y de
los mercados, confrontacin en la cual lo ms grave, seguramente todava est por llegar.
Ahora bien cmo funciona este sistema de interactuacin GCT/estados nacionales? Aceptada
por las mismas mega corporaciones y la banca mundial la absoluta imposibilidad de gestionar las
vastsimas complejidades del mundo pos-bipolar sin la participacin de los estados y advertidosdel fuerte rechazo de las masas del orbe y de la oposicin de no pocas estructuras estatales a
desaparecer en las marismas del NOM, el poder econmico global ha optado por incidir (y decidir)
a travs de las potencias estatales. Se trata de una tarea de conjunto, que a veces se presenta de
manera superpuesta y en otras ocasiones aparentemente divorciada pero que exhibe la actuacin
de las grandes potencias como eficaces valedoras de las GCT, en un inestable equilibrio de
imposicin/negociacin poblado de contradicciones. Para el caso de los estados de rango medio y
de menor envergadura, en infinidad de oportunidades la relacin es generalmente de imposicin.
Los operadores centrales de las GCT/Finanza global son los organismos internacionales de
crdito (BM, FMI) y de los flujos comerciales (OMC) que actan como controladores de los
estados nacionales de mediano e inferior rango. Paralelamente, la corrupcin institucionalizada sepresenta como eficaz herramienta para aceitar el sistema.[14]
Denominaremos a la entente descripta (GCT/Finanza global/grandes estados nacionales) Sistema
de Poder Mundial (SPM), erigido el mismo en oligarqua global de la sociedad internacional. Sus
centros neurlgicos son Washington, Nueva York y Londres y en sustancial menor medida, Hong
Kong y Shanghai.
Crecimiento vegetativo y dinmica de acumulacin
La explosin demogrfica torna cada da ms insoportable la acumulacin que describiramos
supra. Casi siete mil millones de habitantes sometidos a una distribucin de la renta global tan
desigual no pueden menos que generar una tensin que tarde o temprano estallar de manera
incontenible. La destruccin a destajo de puestos laborales producto del trinomio ms
gente/menos recursos/mejores tecnologas, y los torrentes migratorios disparados como
consecuencia del desplazamiento de millones y millones de seres humanos que buscan un lugar en
donde encontrar su sustento[15], elevan an ms la presin de por s exasperante. Smese el
impacto ecolgico que brota de todo este desquicio global y el paisaje que asomar ante nuestros
ojos se ver desolador. Nadie pone en duda la existencia de estos hechos, ni siquiera los epgonos
del SPM.
Ahora bien, existen remedios muy distintos para sanar la enfermedad. Uno, el ms razonable,
justo y lgico sera sembrar las premisas de un nuevo orden ms justo, racional y equilibrado[16].
El otro consiste en contener la ola vegetativa e impedir que devenga en tsunami de
muchedumbres, sea como sea. Pues bien, este remedio maltusiano es por el cual se ha optado. De
all las campaas de control poblacional que pueblan todos los planes de ayuda del Banco
Mundial, FMI et alli mediante el empleo del aborto masivo y las promociones globales de hbitos y
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conductas sexuales que reduzcan las tasas vegetativas. Como estos dos puntos no alcanzan en
absoluto para alivianar la presin, quedan los terribles recursos del hambre[17], las guerras[18]y
las enfermedades[19]. Y aunque sea muy duro debemos decirlo: somos muchos, demasiados seres
humanos para el sistema econmico establecido; tal exceso poblacional conspira gravemente en
contra de las bases mismas de sustentacin de dicho sistema. Destruir masa humana en forma
cientfica y sustentable pareciera ser una de las soluciones. Un parte ms del proceso econmicode acumulacin en definitiva.
El papel de las grandes potencias
Retomemos la consideracin de uno de los actores esenciales de las relaciones internacionales, el
Estado-Nacin. El mismo, sea operando como unidad o integrado en sinergias asociativas y/o
confederales, ha retomado con fuerza el rol histrico-poltico que los escribas del NOM le haban
restado. Los intereses de todo tipo que orbitan las relaciones internacionales convocan a los
estados a disputarlos. Veamos pues la etiologa de dichas disputas.
EE.UU. contina siendo la primera potencia militar, econmica y tecnolgica del orbe, situacin
que conforme a la proyeccin de estadsticas y curvas de produccin, habr de dejar paso en el
transcurso de las dos prximas dcadas a la Repblica Popular China como primera potencia
econmica del mundo. Ms dudoso resulta asegurarlo en los planos militar y tecnolgico. Sea
como fuere, aqu est el ncleo duro de las relaciones internacionales en este siglo XXI que
discurre. Los dems estados, en su gran mayora, habrn de jugar sus piezas, pocas o muchas,
buenas o no tanto, en esta nueva disputa bipolar que sin duda alguna ya est presente en supor
ahora- versin soft.
Analicemos, si bien someramente, las estructuras de las dos potencias para poder considerar
mejor su proyeccin de poder externo. EE.UU. constituye un estado biocenico gil, con probada
vocacin global, una cultura sencilla erigida a partir de un idioma de fcil accesibilidad convertido
en lingua franca mundial y una poblacin que, superado con largura el sndrome Vietnam, confa
en sus lites para la consecucin de sus objetivos nacionales. Posee el mayor poder destructivo
del globo, domina sin competidores de fuste el espacio exterior y en su territorio se encuentra
asentada la inmensa mayora de los centros decisorios del SPM. Mantiene asimismo una red de
alianzas que se extiende a todos los extremos del planeta.
China a su turno, posee la mayor masa demogrfica del planeta a partir de la cual genera inmensas
plusvalas que sustentan el impresionante proceso de acumulacin interna que viene desplegando
desde las reformas de Deng; emplea parte sustancial de dicha acumulacin para mejorar el nivel
de vida de su poblacin y para desarrollar altas tecnologas; ello bajo la frrea conduccin de una
estructura eficaz y centralizada; disfruta de una cultura milenaria y aunque el mandarn es el
idioma hablado por mayor cantidad de gente en el mundo, carece de proyeccin externa. Su
situacin geopoltica no goza de las ventajas biocenicas de los EE.UU., dado que disfruta de un
acceso parcial a aguas abiertas en tanto que continentalmente se encuentra limitando con estados
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y regiones que son objeto de presencia y aproximacin por parte de elementos exgenos a sus
intereses nacionales. Esta posicin geopoltica es el taln de Aquiles de la Repblica Popular.[20]
Beijing ha comenzado una acelerada insercin en frica, Amrica Latina y Asia.[21]Es a su vez, el
primer tenedor de bonos de deuda norteamericana y emplea agresivamente la carta econmica
para ganar espacios en el mundo. Conciente de su debilidad militar y tecnolgica relativa con los
EE.UU. y de su compleja situacin geopoltica, es sabedor que no debe ni siquiera pensar en lasolucin armada de sus controversias.[22]
Sin duda alguna, Washington sabe que es solo cuestin de tiempo que China lo supere
econmicamente. En el mientras tanto, la Casa Blanca y los crculos de poder norteamericanos
han venido sosteniendo una continuada poltica de cerco geopoltico respecto del espacio
territorial chino a los fines de mejorar su capacidad negociadora y eventualmente disuasoria. En
dicha frecuencia geoestratgica es que consideramos la presencia militar estadounidense en Irak y
Afganistn; los acuerdos nucleares con la India; la intensificacin de sus acciones militares en
Pakistn (un tradicional aliado de Beijing as como enemigo sempiterno de Nueva Delhi); la
profundizacin de los vnculos con Kazajistn y Tadjikistn y otras repblicas ex soviticas y lasolidificacin de los vnculos con Japn y Corea del Sur. Las diferencias con el estado de Israel (hoy
significativas, otrora impensables) por el drama palestino y el contencioso nuclear con Irn y el
laissez faire acordado con las petromonarquas del Golfo en la situacin que aqueja a Siria, deben
ser ledas en aquella dinmica de cerco.
China, absolutamente conciente de la maniobra norteamericana y advertida del desafo que la
misma le plantea, parece haber adoptado una inteligente poltica de contencin, particularmente
desplegada a desarrollar an ms su economa, profundizando su relacin con frica[23]y
Amrica Latina y continuando con el aumento del nivel de vida interno a la par que atesorando
ms bonos del tesoro norteamericano cual eficaz mecanismo disuasorio ad intra de los EE.UU.[24]
Ms que nadie se llame a engao: ambas potencias se encuentran trabadas en una lucha sutil y
profunda por los recursos naturales del planeta y por la supremaca mundial. Para seres humanos
como nosotros, situados[25]en un determinado espacio y en un determinado tiempo, se trata
de saber, conocer y luego decidir a los fines de mejor aprovechar y/o ubicarse en el conflicto
planteado. Y de generarintelectualmente en primera instancia- una matriz productora de poder
que nos permita succionar poder desde una situacin exgena aunque conveniente para aquella
mecnica por nosotros diseada. No haremos hechicera pseudo-cientfica ni recurriremos al
horscopo para alumbrar el futuro, pero sin dudas que los niveles de conflictividad de las dos
potencias irn in crescendo y seguramente adoptarn modalidades ms peligrosas que las vistas
hasta la fecha. Somos testigos de un fascinante y harto complejo contencioso dentro mismo del
SPM, el cual habr de proceder para controlar que aquel no se salga de cauce ya que son infinitos
los negocios por hacer a caballo de las dos potencias.
Qu podemos decir de Rusia y su enorme poder actual y potencial? Este actor de primera
dimensin internacional persigue recuperar su otrora condicin de superpotencia luego del
cataclismo sufrido por la implosin de la Unin Sovitica. Sus vastsimos recursos naturales,
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situados en el mayor espacio territorial del planeta, su inmenso recurso militar-nuclear y la firme
instalacin de una lite gubernativa dura a la vez que flexible, permiten avizorar una evolucin
dirigida a restaurar, al menos en gran parte, aquel podero de antao, proceso que se encuentra
en plena etapa de ejecucin. La Comunidad de Estados Independientes (CEI) que Mosc impulsara
cual herramienta de reagrupamiento/federacin del mayor nmero de estados desprendidos tras
la fragmentacin de la URSS, transita un complejo y difcil camino. La fractura con Ucraniaentidad vital para la sinergia intentada desde el Kremlin- parece ser irreversible, ms atrada
aquella por la estela de los intereses geoestratgicos de la UE. que por la mal recordada gida
moscovita. En este sentido, no han sido pocas (ni lo sern en el futuro, advertimos), las
controversias de Mosc con la OTAN, que no abandona su voluntad de expandirse hacia el
Este[26]y que en la intencin separatista de Georgia respecto de los territorios de Abjasia y en el
pedido de ingreso de aquella a la OTAN, encontr su mximo nivel de ruptura. El inmediato
frenazo militar de Mosc, marc la decisin rusa de impedir cualquier expansin ulterior de la
OTAN hacia el mbito de su ecmene geopoltico, aunque su capacidad de proyectar poder
externo se mantenga particularmente restringida[27]. No obstante ello, la OTAN persiste en
desplegar su escudo antimisiles en Polonia y la Repblica Checa, dos estados ex-comunistasabsorbidos por la estructura UE-OTAN.[28]
Estamos convencidos que todos los movimientos de Occidente estn dirigidos a presionar a Mosc
a los fines de ofrecer a Rusia co-gestionar, aunque in minimun partibus, un orden mundial que
soporte a China como socio en dicha estructura, pero que no signifique para Washington/Nueva
York, la prdida del vrtice de ese proceso. Tal ingeniera global es difcil pero no imposible; ello
atento a que los tres estados no cuestionan el nuevo orden poscomunista ni el SPM en su
conjunto, vale decir la economa de mercado, el capitalismo global y el rol de la finanza
transnacional en el gerenciamiento del mismo. Volveremos sobre estos puntos ms adelante.
Debemos destacar que EE.UU., China y Rusia concentran en sus espacios territoriales y en su
proyeccin econmica externa, la inmensa mayora de los recursos naturales del orbe, para lo cual
tambin coincideny en manera alguna paradjicamente- como los tres estados con mayores
presupuestos militares del mundo[29]. Su decisin de respaldar sus pretensiones con las
herramientas que sean necesarias para ello (incluidas por cierto las blicas) se muestra as con la
contundencia de los hechos incontrovertibles.
China y Rusia, junto con la India y Brasil han conformado lo que denominan BRIC, que no
constituye una estructura orgnica formal sino un sistema de intercambio de opiniones y
potenciales sinergias de colaboracin, aunque estas relativas en grado sumo. Ms bien lo
entendemos como una carta mutua de negociacin en la frecuencia de sus respectivos intereses
globales. Baste con analizar las profundas diferencias geopolticas entre la India y China y entre
sta y Rusia y se tomar una dimensin ms prxima del por qu de nuestro escepticismo de
considerar al BRICal menos a la fecha- como algo ms que un acrnimo.
La India y el Brasil constituyen otros ejemplos de estados con una enorme vocacin por consumar
su proceso de expansin, previa solucincomo corresponde a una dinmica racional- de sus
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profundas fracturas sociales internas. Ambos estadosanlogamente con lo que sucede desde
hace tres dcadas en China- se encuentran en pleno proceso de invertir gigantescas masas de
capital para proporcionar mejores niveles de educacin, trabajo y salud a sus poblaciones
nacionales de manera tal de fortalecer sus proyectos de desarrollo[30].
India, el segundo pas ms poblado del mundo con mil cien millones de habitantes, dotado de unacultura milenaria y con elevados niveles de crecimiento econmico y singularmente tecnolgico,
mantiene una relacin estratgica especial con EE.UU.; ello como soporte a su gravsimo
contencioso fronterizo con Pakistn por la zona de Cachemira a la vez que como una baza de
complicado empleo a jugar por Washington en su tarea de aproximacin y cerco a China Popular.
Y es que nada est decidido an en esta situacin altamente dinmica que es la disputa por el
poder mundial. Todas las posibilidades estn abiertas. La lucha clsica entre los estados nacionales
demuestra la vitalidad del rol histrico-poltico de los mismos, ms no puede ignorarse en estas
disputas el absolutamente significativo rol del complejo financiero transnacional, a lo cual nos
referiremos infra in extenso.
Brasil, cuyo crecimiento econmico le permitir ser en las prximas dos dcadas, una de las cinco
o seis primeras economas del orbe, posee una demostrada vocacin expansiva y una clase
dominantela burguesa paulista- con una determina voluntad nacional, presta a explotar al
mximo los enormes recursos naturales que dispone[31]. Ello no obstante, no creemos que pueda
alcanzar niveles de proyeccin global; no al menos en esta centuria que trasegamos. Sus
profundas divisiones sociales y sus limitaciones tecnolgicas[32]conspiran para la consecucin de
dichos objetivos de mxima. Ahora bien, su preponderante rol en Amrica Latina habr de
permitirle en los inmediatos aos venideros, consolidar un liderazgo que ya ejerce sutilmente y de
hecho ante la continuada despotenciacin de la Argentina, sumida sta en un inslito proceso
debilitante de su propia mismidad.
Europa como problema
Consideremos ahora esa fusin difusa que es Europa, ese pequeo apndice del Asia
conforme Paul Valery[33], que tras haber desarrollado un singular modelo de integracin se
encuentra hoy navegando en aguas turbulentas. Pero qu es Europa desde un punto de vista
geopoltico y que rol le podemos prefigurar en este siglo XXI ya iniciado?
En primer lugar debemos destacar que tanto la CEE como la posterior UE han seguido un
parmetro principalmente econmico como paradigma de su dinmica integracionista. Tratndose
de un espacio devastado durante la Segunda Guerra Mundial y a la postre objetivamente ocupadopor dos potencias extra-continentales, el experimento integrador (a partir esencialmente del
acuerdo Francia-Alemania de mediados/finales de los 50) ha resultado altamente exitoso[34]a
pesar del tembladeral por el cual hoy atraviesa. La arquitectura erigida por las burguesas
industriales, inicialmente franco-alemanas, y a cuyo edificio se fue sumando paulatinamente el
resto de la Europa continental ubicado en el Oeste geopoltico, permiti sacarla del marasmo en
el cual se encontraba. Mientras el esfuerzo denodado de millones de europeos occidentales -Plan
Marshall mediante- generaba desarrollo con el cual detener el por entonces temible rolo sovitico,
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la OTAN proporcionaba el paraguas militar protector al fenmeno integrativo en proceso, el cual
evolucion desde la CEE (con el crucial ingreso britnico en 1973) hasta las singulares estructuras
de la UE que hoy conocemos, incorporando a varios estados otrora integrantes del Pacto de
Varsovia y el COMECON tras el desplome sovitico (Polonia, Rumania, Repblica Checa,
Eslovaquia, etc.). La unificacin alemana signific el cenit del proceso de integracin.
Ms es en esta digresin en donde detectamos los dos inconvenientes centrales, diramos bsicos
de Europa para considerarla un estado nico o una federacin de estados que le permita
operar geopoltica e histricamente como una unidad plena, y que, en nuestra opinin,
constituyen insolubles rmoras para la consecucin de dichos fines. Entendemos que Europa
carece de dos elementos bsicos para actuar como un player internacional pleno en el juego
estratgico mundial: no posee poltica exterior comn propia y no tiene brazo armado propio para
sustentar tal poltica de proyeccin externa. Los rganos burocrticos pergeados para intentar
dotarse de una conduccin estratgica en cuestiones no meramente econmicas (consejos de
ministros, troika comunitaria, presidente de la UE, comisario de Asuntos Exteriores, etc.) no
han podido lograr articular una poltica comn en hechos esenciales para los intereses estratgicosde una Europa nica. La UE no tiene una visin comn hacia aspectos vitales de la situacin
internacional (Medio Oriente, frica, China, Rusia, Afganistn) ni la tuvo para situaciones
gravsimas como la ocurrida con la espantosa guerra de la ex Yugoslavia, acaecida en el seno
mismo del continente europeo y que no pudo ser detenida sin la participacin de EE.UU. a travs
de la OTAN, brazo armado del conjunto atlntico yankee-europeo, no de Europa como estado
orgnico. Resulta difcil si no imposible, hablar de un estado como unidad operativa y actuante
en las relaciones internacionales, si no se posee poltica exterior propia y fuerza armada que la
sustente. Nada de eso tiene hoy Europa[35]y nada permite prever que lo tendr en el futuro. Hoy,
la UE transita horas delicadas, consecuencia de la excesiva financiarizacin de su economa; el
tiempo dir si puede salir airosa del desafo de su perniciosa transnacionalizacin[36]econmica osi comenzar una paulatina disgregacin que no pocos factores de poder quisieran[37]. Por
nuestra parte confiamos en que el euro se mantendr, la UE continuar su complicada marcha
conviviendo con un segmento importante de su poblacin euroescptica y Berln profundizar
su calidad de principal beneficiario del esquema alcanzado por la UE. No habr ni ejrcito
europeo ni poltica exterior europea que merezca as ser llamada. Gran Bretaa y Francia
mantendrn sus propias polticas exteriores y de empleo nuclear y Alemania continuar
desnuclearizada, cual un coloso sin puos.
Considerando a los estados europeos como unidades operativas externas en plenitud, no hay duda
que tanto Gran Bretaa como Francia han devenido en dos actores de incidencia decreciente en laliza global. El Reino Unido, con su especial alianza con los EE.UU.[38], ha actuado como un
constante controlador del proceso de construccin europea; una suerte de ejecutante
anglosajn disonante de la sinfona constructiva de la Europa continental[39]. Su carcter insular,
sus fuertes lazos econmicos y culturales con los estados independizados de su Imperio, el centro
financiero del SPM en la city londinense, ms el eje Washington-Nueva York-Londres, explican el
perfil ralentizador que el Reino Unido ha desplegado continuamente con la UE. Su rechazo al euro
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as como a rubricar la Carta Social europea y su disposicin a ejercer, a veces en forma
desembozada, una poltica exterior propia en sintona con Washington y en detrimento de una
comn europea, son algunas de las muestras del euroescepticismo britnico siendo Gran
Bretaa la responsable de la existencia de al menos dos Europas. Todas estas caractersticas as
como la posesin de su armamento nuclear, no podran ser explicadas sin la particular relacin
transatlntica que la une con su socio americano.
Francia a su turno contina disociada entre su fidelidad atlntica y su atraccin continental, en una
suerte de dislocacin de la praxis francesa. Disiente con Washington acremente en pblico ms
generalmente en los hechos acta en forma coincidente[40]; compite por el liderazgo europeo con
Alemania pero se contenta con manifestaciones polticas ante la evidente superioridad germana;
interviene brutalmente en sus ex colonias africanas pero siempre declara hacerlo por los grandes
ideales democrticos. Su actual intervencin en Mali, operando con la cobertura semntica de la
guerra contra el terrorismo fundamentalista, no alcanza a ocultar una burda operacin por el
control de los vastos recursos minerales de dicho pas a la par que una maniobra de contencin a
la inaudita expansin china en el continente africano, en otra coincidencia ms con los EstadosUnidos. Idntica colusin atlntico-empresarial se produjo con motivo de la participacin gala en
el derrocamiento de Gaddaffi en Libia, operacin efectuadaaqu ya no para enfrentar al
terrorismo islamista sino en resguardo de los derechos humanos del pueblo libio- que supuso
a la par que la expulsin de la presencia de Beijing en la zona (y de paso de la geopoltica
berlusconiana[41]italiana), el reparto del excelente petrleo libio entre compaas americanas,
inglesas y francesas. Business are business para el SPM.
Cuando reiteradamente aludimos al armamento nuclear, lo hacemos en la conviccin que
constituye una herramienta esencial para la elaboracin poltica estratgica de los Estados que
persiguen una proyeccin global; Francia lo posee[42], Alemania no. Y mucho dudamos que pueda
llegar a tenerlo, al menos en las prximas dcadas de este Siglo XXI.[43]
Anlogamente que Brasil con el Mercosur, Alemania ha encontrado en las estructuras de la UE el
mejor instrumento para acrecentar su elocuente podero econmico. Aunque pueda parecer
paradjico, la actual crisis europea est siendo aprovechada por Berln para incrementar su
capacidad decisoria econmica-poltica, consecuencia ello de la fortaleza industrial germana as
como de la relativamente menor presencia financiera parsita en la economa alemana en
comparacin con otros estados europeos[44]. El manejo de la poltica monetaria desde Frankfurt
no es ms que la aceptacin de la Europa del euro del carcter directriz de Alemania, lo cual ha
convertido a la Sra. Merkel en una suerte de moderna faraona a la cual, casi lastimosamente, los
dirigentes europeos concurren al besamanos de la asistencia financiera cuando no del permiso
imprescindible para adoptar decisiones en sus propios estados.
Alemania, mutatis mutandi al Japn, a ms de cargar an con el estigma de la aplastante derrota
en la Segunda Guerra Mundial, son vistos como estados particularmente complicados en orden a
incorporarlos al sistema mundial de poder. La objetiva negativa del resto de sus competidores a
que integren como miembros permanentes el Consejo de Seguridad, reforma de la Carta de la
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ONU mediante, as como el tcito veto a que puedan dotarse de armamento nuclear, constituyen
claras muestras de los importantes lmites que marcan el posible camino de dichas potencias a
aspirar a mayores rangos de capacidad independiente de actuacin.
El terrorismo y los derechos humanos como argumentos polticos multipropsitos
Estamos por ante dos conceptos polismicos que requieren una esmerada consideracin a los
fines de comprender qu intereses pueden acoplarse a ellos en la lucha por la supremaca global
y/o en una determinada regin o circunstancia, mxime cuando son empleados (ms bien
arrojados) de manera indiscriminada y continua.
Sin pretender efectuar toda una exgesis semntica e histrica del trmino terrorista, diremos
someramente que si bien durante el transcurso de la confrontacin bipolar Este-Oeste fue
esgrimido con fruicin por el Oeste para desprestigiar las acciones llevados a cabo por expresiones
polticas que representaban, en no pocos casos, a comunidades polticas legtimas en sus luchas de
Liberacin Nacional (OLP, SWAPO, CNA de Nelson Mandela, etc.), a partir del colapso sovitico el
polo triunfante (sorprendido por la celeridad de la cada de aquel) debi rpidamente crear unnuevo enemigo[45]: el terrorismo islmico. Para ello ech mano a la densa trama de intereses
comunes entre el sistema capitalista triunfante y el Estado de Israel, al cual ha venido sosteniendo
poltica, econmica y militarmente desde la creacin del mismo en el ao 1948.
Poco tiempo despus de la implosin sovitica, EE.UU. y sus aliados procedieron a poner en caja al
Irak de Saddam Hussein[46], quien cay en la celada que le fuera tendida en Kuwait. El monstruo
del terror islmico fue empleado sin importar que el partido Baas del dictador iraqu representara
una versin rabe laica, no confesional. La posterior invasin a Irak en 2003, se justific (a ms de
la alegada posesin de armas de destruccin masiva) en el supuesto apoyo que Saddam le
brindaba a los terroristas islmicos, situacin a la que nadie con una informacin mnima pudojams dar crdito alguno.
Pero fue el ms que singular ataque a las Torres Gemelas en 2001[47]el que precipit la accin
militar directa en contra de un enemigo difuso, inasible, elstico y precisamente por dichas
caractersticas, de aplicacin tendenciosa a todo aquel que no encuadrara en los cnones dictados
por el NOM y el SPM. Vino ipso facto la invasin a Afganistn[48]y la lucha contra el nuevo
moloch, una fantasmagrica y nunca bien definida red terrorista islmica: Al Qaeda, que
amenazaba el american way of life y que sera muy til como argumento para domear ad
intram al propio pueblo norteamericano mediante la inoculacin del temor, de manera harto
similar como cuando se levantaba cual un espantajo la amenaza comunista[49]. La irrupcin deAl Qaeda fue tan funcional a los intereses globales del mundo anglosajn que de no haber
aparecido en escena, habra que haberla inventado. Todo aquel que osara levantarse contra el
universo de intereses de Washington/Nueva York/Londres fue objeto de anatema terrorista.
Volveremos sobre este tema al final de nuestro trabajo.
Resulta hoy claro que la confrontacin Este-Oeste durante el transcurso del mundo bipolar, de
alguna manera hibern diversos conflictos que aguardaban su instante histrico para emerger a la
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superficie. Como queda dicho, casi contemporneamente a la cada del Muro, cual si fuerzas
latentes hubiesen despertado, comenz a advertirse que la pregonada estabilidad que se
anunciaba, no era tal. Chechenia, la regin Augur en China y otros puntos del globo fueron (y son)
teatro de fuertes confrontaciones entre las autoridades gubernativas y la insurgencia armada. A
estas ltimas, sin excepcin, les fue dispensado el mote de terroristas.
Excede largamente a este trabajo ofrecer un completo estudio del fenmeno, pero concluiremos
el acpite expresando que as como no negamos en absoluto la existencia de acciones y grupos
que hacen del terror su forma de actuacin justificada en la disimilitud de fuerzas (y a los cuales
resulta legtimo responderles), tampoco dudamos de la instrumentacin que en numerosas
ocasiones se efecta de dichos actos violentos.
A su turno, y en relacin con el concepto derechos humanos[50]tambin advertimos que puede
ser considerado desde mltiples aristas, siendo algunas de ellas reveladoras del doble standard o
rasero con el cual se comportan las grandes potencias. De manera anloga que con el terrorismo,
afirmamos que han existido y existen mltiples hechos que expresan espantosas violaciones a los
derechos fundamentales de la persona humana a todo lo largo y ancho del orbe; pero tambin
manifestamos que en no pocas ocasiones el argumento de los derechos humanos es esgrimido
con segundas non sanctas intenciones.
Su puesta en escena (ms all de la famosa Declaracin Universal de Derechos Humanos de 194 ,
fue dispuesta durante la Presidencia Carter[51]en 1977 y como herramienta estratgica poltica-
psico-cultural en contra de la Unin Sovitica. Sus resultados fueron devastadores para sta,
particularmente en el transcurso de la Presidencia Reagan. Los epgonos del mundo dominante
advirtieron que lo que sirvi para despear a la URSS bien podra ser de utilidad para asfixiar a los
hipotticos enemigos de los nuevos directores de la escena mundial. Los derechos humanos
convertidos en una nueva suerte de religin, vendran a cumplir un papel preponderante en el
nuevo orden que advena tras la cada del muro de Berln. Desde entonces las violaciones de los
mismos han sido esgrimidas como excusa falsamente moral para esconder oscuras
intenciones[52]. La existencia real de groseras violaciones a los derechos fundamentales en
prcticamente todos los lugares del mundo, casi sin excepcin, no invalida para nada el argumento
que estamos considerando. Fue as que todo aquel que tuviera una concepcin distinta a la de la
weltauschang dominante, quedara expuesto al anatema de violador de los derechos
humanos. El concepto pareca calzar como un guante en la oportuna mano del mundo islmico,
convertido en el nuevo enemigo de EE.UU. y la civilizacin[53]. Incluso se realizaron
conferencias internacionales[54]para determinar declogos de comportamientos humanos, fuera
de los cuales, comenzara el amplio terreno de las violaciones a derechos fundamentales. Se ha
buscado as, establecer parmetros homogneos y universales de las conductas humanas, lo cual
podra llegar a constituir, vaya paradoja, una vulneracin al derecho humano a la diversidad. Tales
intentos han naufragado en la multiplicidad de culturas (e intereses) imperantes.[55]
El estado de Israel y el conflicto de Medio Oriente en el marco del mundo islmico
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Consideramos ahora uno de los desafos ms graves y sugerentes que viene aquejando al mundo
entero desde que la Asamblea General de Naciones Unidas[56]decidiera partir Palestina y crear
Israel con la aquiescencia de todos los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. No habremos de
efectuar una resea histrica sobre este conflicto sino que intentaremos aproximarnos al
significado que detenta un estado particularmente singular ubicado en el punto nodal de una
urdimbre de intereses geopolticos, estratgicos, econmicos y an religiosos de todo tipo.
El estado de Israel constituye una presencia objetiva en el heartland del mundo rabe musulmn,
operando cual punta de lanza atlntico-occidental de dicho espacio, labor estratgica para la cual
es protegido principalmente por los Estados Unidos y su poderossima comunidad juda. Durante
el transcurso de la confrontacin bipolar, Israel constituy un claro baluarte en defensa de los
intereses globales del Oeste, desplegando un conjunto de actividades que fueron desde la
contencin del terrorismo palestino hasta la provisin de armas e instructores para
espantosos regmenes anticomunistas de Amrica Latina, frica y Asia.[57]Posteriormente,
liberado el mundo de las cadenas del enfrentamiento Este-Oeste, la justicia de la causa palestina y
el masivo apoyo mundial obtenido por sta, fueron arrinconando al estado de Israel en ellaberinto de perseguir una solucin militar a un problema poltico. Pese a la presin de la opinin
pblica mundial, Israel ha continuado con su poltica de erigir el Eretz Israel (Gran Israel),
haciendo de los Territorios Ocupados (T.O.) un inmenso solar en donde afincar colonias como
metodologa de expansin territorial. Dichos colonos, provistos de una mesinica visin religiosa
del Eretz Israel, constituyen el sector ms reluctante a dialogar en la bsqueda de la paz y son
apoyados por los vastos recursos de todo tipo que se congregan en el poderoso lobby judo-
americano American Israel Political Affairs Committee (AIPAC).[58]
No obstante la existencia de estas posturas extremas, la idea de cambiar paz por territorios fue
abrindose camino tanto en el interior del estado de Israel como en su importantsima dispora.
Tal factibilidad de alcanzar un acuerdo ha generado consecuencias de amplsimo espectro en el
seno de la comunidad juda mundial y por cierto en el estado de Israel mismo, dividiendo a aquella
y a ste entre sectores afines a acordar con los palestinos en particular y el mundo rabe en
general un modus vivendi pacfico promovido por la devolucin de los T.O. a sus legtimos dueos
(con la aceptacin del status de Jerusaln propugnado por la ONU), y sectores que rechazan
completamente tales propuestas, aduciendo motivos de origen mesinico-religioso para tan
rotunda negativa. Se ha producido as una fractura transversal tanto en el interior del estado de
Israel cuanto en la singular vastedad de la comunidad juda que habita en distintas y distantes
regiones del orbe. Tal fractura ha alcanzado a los aparatos de seguridad israeles y an a sus
Fuerzas Armadas[59], cual epifenmeno de la divisin estructural que carcome al estado de Israelmismo.[60]Tal circunstancia habr de tener enorme gravitacin en los prximos aos y dcadas
del siglo que pisamos. Dichas consecuencias no habrn de limitarse solamente al espacio del
Medio Oriente o al mundo islmico en general, sino que sus efectos se expandirn globalmente tal
cual explicaremos mas adelante.
Israel es hoy un estado rodeado de vecinos hostiles y en los cuales las cicatrices de las guerras
trabadas con aquel, y por sobre todo, la ocupacin de Jerusaln y la Ribera occidental del Jordn,
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le garantizan un odio profundo de las masas rabes y musulmanas (no slo de las palestinas),
humilladas por la continua unilateralidad impuesta desde Tel Aviv. La denominada Primavera
rabe, si bien abreva en las esperanzas defraudadas de millones de rabes, y no obstante sus
dismiles expresiones, oculta sin duda un importante factor de resentimiento hacia el fracaso
colectivo de la dirigencia rabe en su impotencia por poner coto al continuo uso de la fuerza de
Israel contra el Pueblo palestino y dems rabes vecinos, libaneses principalmente. Y es que Israeles omnipresente en cualesquier anlisis que emprendamos en relacin con esta parte crucial del
planeta y de la historia.
Su taln de Aquiles lo constituyen la fractura producida en su seno, tal cual quedara expuesto
supra, y el enorme desequilibrio demogrfico con respecto al universo hostil que le circunda (unos
siete millones de judos rodeados por una muchedumbre de ms de cien millones de rabes),
desbalance que tiende notablemente a incrementarse en el futuro inmediato atento a la
exasperacin vegetativa de la poblacin rabe. Tan temible dato, incontrastable por lo dems, ha
llevado a los importantes sectores de opinin y de poder en Israel (y fuera de l) que entienden la
paz como nico escape al callejn sin salida en que se encuentra su estado, a comprometerse anms en la bsqueda de una paz real. Por el contrario, los sectores reactivos a renunciar al Eretz
Israel afincan en la inocultable superioridad militar de Israel, su carta ms preciada y cuasi nico
argumento para enfrentar el desafo. En tal sentido, el arsenal nuclear israel es la prima donna de
tal posicin.[61]El inconveniente de tal postura es que la historia ha demostrado repetidamente
que a posiciones rgidas suelen generalmente oponrseles conductas inflexibles.
Las tecnologas duales[62]como matrices productoras de poder
Una nueva piedra en el zapato israel es el desarrollo nuclear que la dirigencia iran ha iniciado a
los fines de equilibrar el notorio desbalance estratgico que existe en la regin como consecuencia
del podero militar del estado hebreo. En el corolario de una sideral inversin en tecnologas
duales,[63]Tehern ha completado el manejo del ciclo de combustible nuclear siendo dicho
programa advertido como una gravsima amenaza para Israel y sus aliados, principalmente EE.UU.
y varios estados de la UE, particularmente Gran Bretaa.
El libre desarrollo y posterior disposicin de tecnologas duales es una potestad que pone los pelos
de punta a quienes pretenden continuar siendo los detentadores exclusivos de dicho oligopolio
cientfico. De all las prohibiciones, trabas y controles de todo tipo que tales poseedores erigen
para mantener en sus cofres blindados la disposicin de poder (o en otros trminos, la
administracin de libertad) que tales conocimientos implican. En definitiva, lo que la Repblica
Islmica de Irn persigue lograr con su carrera nuclear es algo que ya han alcanzado algunos de losestados que le niegan tal posibilidad (entre ellos el mismo Israel, EE.UU., Gran Bretaa y Francia):
disuasin[64]o lo que es lo mismo, paridad estratgica en relacin con terceros para desenvolver
con libertad su propia poltica exterior y resguardar de tal manera los intereses externos e internos
que estima legtimos. Ningn estado poderoso que deba enfrentar un contencioso internacional,
cualesquiera fuera ste, admitir la posibilidad que su contraparte goce de la libertad que otorga
la disuasin, ya que de lo contrario deber negociar, no imponer. Se advierte claramente pues que
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la disuasin es poder y que las tecnologas duales constituyen poderosos motores de ese proceso
liberador. Es ni ms ni menos que lo hecho por India y replicado por Pakistn con motivo de su
contencioso fronterizo por Cachemira. Es exactamente lo que persigue Corea del Norte con su
notorio desarrollo nuclear y misilstico: negociar de igual a igual con USA (ms que con su par de
Corea del Sur) su status poltico y su viabilidad econmica. En la actualidad, solo un puado de
estados se ha animado a asumir el desafo de alcanzar los mximos niveles de disuasin. El tiempoinmediato dir si tales hechos son imitados por otros (Brasil, Turqua?).
Hacia un cambio de paradigmas en el tablero estratgico mundial
Los sectores duros del estado de Israel y del lobby sionista en EE.UU. apoyan la solucin militar
contra Irn antes de que el mismo logre articular su primera ojiva atmica[65]. De proceder as,
seguramente no alcance con un ataque convencional para eliminar el peligro que Israel arguye
existe en su contra. Tal accin disparara una eclosin en todo el mundo, no solamente en el
islmico, que pondra en serio entredicho el liderazgo norteamericano, con China y Rusia
aguardando su oportunidad ante tamao dislate.
Ahora bien estn dispuestos no solo los EE.UU. sino el SPM a mantener las insostenibles polticasexpansivas del Eretz Israel o por el contrario, presionarn para inclinar la balanza hacia el lado de
quines aceptan la poltica de paz a cambio de territorios y recin despus vetar la proliferacin
nuclear en la regin? Continuar Washington apoyando una poltica que solo ha servido para
enajenarle la aceptacin de millones y millones de personas que para colmo habitan territorios
repletos de petrleo? No parece infinitamente ms razonable para la prosecucin de los
intereses globales de EE.UU. y sus aliados atlnticos, poner coto a visiones mesinicas y
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ultrafundamentalistas de un problema solucionable? Menos creemos que el SPM soporte un
conflicto armado de imprevisibles consecuencias en una zona de elevadsima densidad y que
presenta soluciones razonables.
Los fanticos del Eretz Israel, seguramente anonadados con su propio inmenso poder
(principalmente de base financiera en Nueva York y Londres; ms el soporte del AIPAC y elargumento nuclear ya descripto), no advierten que en su confrontacin global con China, EE.UU.
no puede continuar con la hemorragia de potenciales aliados que ya consideran a los crculos
dominantes de USA como escandalosamente irracionales y peligrosos. Son fuerzas que no dudarn
en ponerse del lado de China o Rusia ahora que a nadie se le ocurre en su sano juicio, por
relacionarse o acordar con dichos estados, se vean afectados los derechos que las gentes del orbe
entienden bsicos, tales los de propiedad privada o libre disposicin de los bienes propios. La
conformacin del Eretz Israel ya es inviable. China constituye un desafo superior al convite de
sostener lo insostenible.
La sutil disminucin en la diatriba antiterrorista por parte de la Casa Blanca (en donde la
muerte de Bin Laden aparece como muy oportuna)[66]; la inesperada y casi instantnea
Primavera rabe[67]; el descabezamiento de las cpulas de los servicios de inteligencia y del
Pentgono[68]paralelamente a la designacin de funcionarios de altsima jerarqua[69]con
vocacin dialoguista a la par que refractarios al lobby del AIPAC y las maniobras de cerco
geopoltico ya descriptas, avalan la presuncin de que nos encontremos por ante una
aproximacin indirecta para confrontar con China y mantenerla contenida.
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Dr. Marcelo Tourio
Algunas reflexiones finales
Con la provisoriedad que hemos propugnado al inicio de este trabajo y ante una situacin
internacional tan altamente dinmica y cambiante amerita una reflexiva prudencia, diremos que
en los prximos aos (pensar en trminos ms largos parece descabellado) asistiremos a una
disputa cada vez mayor por el manejo y control de los recursos naturales (con el agua como un
bien muy preciado), confrontacin en la cual los flujos energticos (gas y petrleo) habrn de
descollar por su magnitud. La puja por las soberanas alimentarias continuar ocupando el mismo
nivel de importancia que el factor energa y el control de las herramientas tecnolgicas ser tanto
o ms rgido que hasta el presente.
La estructura econmica continuar con la praxis que hemos descripto, mantenindose el SPM (a
travs del FMI, BM, OMC y dems) en su rol de rbitro y promotor de plusvalas en el marco
general de una agresiva lucha por los mercados. El proceso de acumulacin seguir impertrrito su
camino. Solamente una situacin de extremada gravedad (la cual hasta resulta complicadoimaginar), podr modificar tal esquema. De all que la pobreza estructural, el hambre, las
enfermedades, el desempleo y las migraciones, continuarn tambin su curso. Creo muy previsible
en tal perspectiva, presenciar un crecimiento demogrfico sostenido y un mayor impacto en
perjuicio del medio ambiente global. La violencia, ora desembozada, ora ms soterrada, sern los
corolarios del diagrama. El narcotrfico continuar su marcha ascendente como aportante de
flujos financieros al sistema a la vez que como metodologa de control poltico-social y los
fundamentalismos religiosos sern vlvula de escape, a la vez que proveedores de argumentos de
retaliacin al SPM imperante. En tal finalidad, es casi seguro que presenciaremos resonantes (e
hiperpublicitados) actos terroristas as como imprevistas luchas en el interior de estados
dscolos como la terrible guerra civil que sacude a Siria.
Los estados nacionales continuarn siendo actores centrales en la arena mundial, particularmente
las grandes potencias y las estructuras de integracin o asociativas o confederales. Las
organizaciones internacionales continuarn participando en la administracin de una nueva
multilateralidad digitada desde el SPM. La ONU aumentar sus actividades y continuar siendo
caja de resonancias ambivalente de la realidad internacional; seguramente deber efectuar
reformas que reflejen los profundos cambios producidos y a producirse[70]. La Corte Penal
Internacional adquirir mayor protagonismo, probablemente al costo de transformarse
definitivamente en un tribunal tnico[71], con una ley penal internacional aplicada
implacablemente a individuos ubicados fuera del SPM.
El dominio del espacio ultraterrestre seguir en manos de EE.UU., la potencia hegemnica
tecnolgica, al menos, atento a las significativas inversiones efectuadas por otros estados, circa
2030/40.
La confrontacin USA-China, que es ya un dato central de la lucha por el poder mundial, habr de
constituirse en un futuro inmediato, en el pivote central sobre el cual habrn de girar los sistemas
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de alianzas de las relaciones internacionales. Existen argumentos tanto a favor de sostener la
hiptesis que dicha confrontacin ser de maneras pacficas como en contra de la misma.
Confiemos en que EE.UU. acepte el convite en paz. El SPM influir para ello; no le conviene en
absoluto que su orden mundial se desmadre en una guerra termonuclear.
Europa proseguir con su declinante estrella y perder protagonismo internacional a manos de laCuenca del Pacfico y el timonel asitico. Los cambios y transmutaciones culturales, no solamente
econmicas, sern de enorme magnitud y de alcance global. Amrica Latina seguir al Brasil si
quiere ser[72]. frica continuar como proveedor de materias primas esenciales y recursos de
todo tipo, con muy pocas oportunidades de articular un proyecto comn, dividida y debilitada por
sus desencuentros tnicos, religiosos y tribales.[73]
Lo que suceda con y dentro mismo del estado de Israel y la poderosa comunidad financiera
internacional a l vinculada, revestir una importancia fundamental no solo para el Medio Oriente
sino para el resto del mundo. All se decidirn, en no mucho tiempo ms, cursos de accin de
dimensiones globales.
Queda pues planteado el tema y ofrecida la invitacin intelectual a pensar el mundo, nuestra
casa comn, desde nuestro propio ser y nuestros propios intereses, en este joven y fascinante
siglo que transitamos plagado de desafos, peligros y oportunidades. Espero haber podido
contribuir a ello.
Agradezco muy especialmente a la Directora del Mster, Profesora Dra. Milagros Otero Parga, la
generosa ocasin que me brindara de compartir mis ideas y reflexiones con tan distinguidos
colegas.-
Citas:
[1]Trabajo elaborado para el Mster en Relaciones Internacionales, Negociacin y Protocolo
dictado en la Escuela Jacobea de Posgrado, Veracruz, Mxico, en conjunto con la Universidad de
Santiago de Compostela, Espaa, enero de 2013.
[2] Heidegger, Martin, Lgica-La pregunta por la Verdad, Alianza Editorial, Madrid, 2004.
[3] Confrntese al respecto toda la obra de Carl Schmitt, particularmente Teologa Poltica y Teora
de la Constitucin, como as tambin el original pensamiento de Donoso Corts o ms
contemporneamente a Samuel Huntington. .
[4] Advirtase sino la actuacin del Consejo de Seguridad de la ONU, el cual procede como rgano
oligrquico de la Sociedad Internacional y en absoluto como un ente promotor de la paz y la
seguridad internacionales tal cual le constrie la Carta de San Francisco. Es el caso tpico y
paradigmtico del acuerdo de un puado de estados (y de intereses especficos) para cogestionar
en comnen la medida que dichos intereses coincidan- sus decisiones, impuestas al resto de la
comunidad internacional.
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[5] Tomo este concepto del socilogo y economista egipcio Samir Amn, respecto de cuya obra
recomiendo vivamente su atenta lectura y consideracin.
[6]Ambas estadsticas de la UNESCO, 2009.
[7]Ntese que empleamos el trmino transnacional en vez del ms comn multinacional
atento a que ms que las mltiples filiales que posea una GCT en otros tantos estados, lo que le
otorga su tono y densidad es precisamente el carcter transnacional del emporio, esto es, su
calidad de estar ms all o por encima de las naciones o estados. General Dynamics o Unilever
por citar algunas, invisten un poder muchsimo ms importante que la prctica totalidad de los
estados en los cuales operan. Su capital es sustancialmente mayor que el PBI de los estados en los
cuales se afincan. Ni hablar de los bancos. Tal el poder de las modernas GCT.
[8]Estados Unidos de Amrica es el primer deudor del mundo. Si bien la composicin y origen de
dicha deuda es distinta a la del otrora denominado Tercer Mundo, el dato sirve para tener una
dimensin de la labilidad en la cual se halla asentado el sistema econmico mundial, leucmico
por la supremaca de una economa especulativa por sobre la economa productiva.
[9]Expresado terica y prcticamente en el denominado neoliberalismo.
[10]Para un sistema que ha engendrado el colonialismo, el trfico de esclavos y la carrera de
armamentos entre otros agrios frutos, no debera sorprendernos que acoja en sus brazos al
comercio mundial de drogas prohibidas.
[11]El narcotrfico se erige as en singular vector poltico de naturaleza binaria: generador de una
inmensa masa dineraria sostenedora del sistema y valiossima fuente de control poltico en las
franjas ms jvenes (y potencialmente ms peligrosas e inestables) de las sociedades.
[12]No otra cosa constituyen la UE, el MERCOSUR, la CELAC o la CEI con Mosc como centro
articulador.
[13]Que tal como queda dicho, expresan su poder en no pocos casos mediante las sinergias
confederales y estructuras regionales referidas supra.
[14] De all que consideremos a la corrupcin estructural anidada en un estado ms como un
fenmeno poltico que como uno delictivo. Para el caso, las similitudes (y complicidades) con el
narcotrfico son evidentes.
[15]La disputa por los puestos laborales, en ocasiones feroz ya que la escasez de aquellos sereplica en los estados a los cuales afluye la mano de obra desocupada, se expresa como reaccin y
en no pocas ocasiones, mediante el intolerante rostro del racismo. Es una de las explicaciones al
crecimiento y persistencia del Front National de la familia Le Pen en Francia.
[16]Las sociedades con razonables standares de justicia social, educacin y salud, generan
crecimientos vegetativos negativos. Tal parece la ms razonable metodologa para contener
naturalmente la explosin demogrfica.
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[17] Anualmente mueren por causa del hambre en el orbe unas 40 millones de personas,
cantidad similar a la producida en la mayor conflagracin blica de la historia que dur casi seis
aos (1939-1945).
[18]La guerra de los Grandes Lagos en frica Central entre las etnias tutsis y hutus, acaecida en la
ltima dcada del siglo pasado, produjo en tres aos unos cuatro millones de muertos, sin que talcatstrofe haya propiciado intervencin humanitaria alguna.
[19] Anualmente mueren por malaria en el mundo unas tres millones de personas, enfermedad
fcilmente evitable con sencillas campaas de salud de relativo bajo coste.
[20] Con sus viejas disputas fronterizas con Rusia (ro Ussuri) y la India, su problema intestino con
el Tibet, la presencia estadounidense en Afganistn, Pakistn y las islas Aleutianas, la rusa en las
Kuriles as como con su flota del Pacifico en Vladivostok, el archipilago japons cual barrera hacia
el Ocano Pacifico, Taiwn reclamada por Beijing pero protegida por USA, y Corea del Sur
penetrando con su pennsula en el Mar Amarillo, se comprender que en cierta medida los chinos
se sientan asfixiados geopolticamente. En tal frecuencia debe entenderse la botadura de suprimer portaaviones en el ao 2012 cual una modalidad efectiva de proyectar poder martimo.
Como comparacin, USA detenta ms de veinte portaaviones nucleares que surcan todos los
mares del globo.
[21]La participacin china en explotaciones minerales y petroleras en frica alcanza ya
dimensiones de gran magnitud. Por detrs del conflicto armado de Darfur, se encuentra una sorda
disputa petrolera entre USA y China. En Turkmenistn, capitales chinos han construido el
ferrocarril de alta velocidad que une los dos estados. Asimismo en Latinoamrica, China est
adquiriendo gigantescas extensiones de tierras y capitales e ingenieros chinos habrn de aportar
su dinero y tcnica para horadar Nicaragua y construir un nuevo canal interocenico, el cual estarfinalizado en los prximos 15 aos y superar con creces al Canal de Panam. Advirtase el desafo
que tal ingenio supone para la hegemona norteamericana en su patio trasero.
[22] Lo cual no ha impedido ciertas situaciones de tensin como las ocurridas con determinados
vuelos de incursin estadounidenses sobre su espacio areo, las disputas insulares con el Japn, el
status de Taiwn y Corea del Norte y el apoyo de Washington a la disidencia china.
[23]La brutal actuacin de USA, UK y Francia en la cuestin Libia en el ao 2011 fue una
demostracin, entre otras cosas, de la decisin de dichas potencias occidentales de frenar y
advertir a Beijing respecto de su rol africano.
[24]Parece razonable que Washington (y Nueva York) habrn de sentirse tentados a contenerse
en relacin con los chinos si saben que su propia economa depende de que los bonistas
orientales puedan dormir tranquilos. Cosas de la interdependencia econmica y de la
arquitectura de la globalizacin financiera en curso.
[25] Creemos con Heidegger que el hombre no es un sujeto arrojado al cosmos despojado de
toda vinculacin con su mbito geogrfico, cultural e histrico. Por el contrario, entendemos que
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el hombre se ubica, se sita en un lugar y en un tiempo concretos (dassein-ser ah). De all que
carezca de sentido prctico hablar del hombre universal.
[26] En una rediviva reedicin del principio Drang nach den Osten del general-filsofo Karl
Haushofer.
[27]Advirtase sino la escasa cantidad de bases y facilidades portuarias en el exterior que la flota
sovitica posee en la actualidad comparada con el nmero que exhiba en la era sovitica. Hoy les
queda la base de Tartus en Siria (al menos por ahora atento a la volatilidad de la situacin en ese
pas) y muy pocos puntos de aprovisionamiento ms.
[28] Sistema armamentstico que se pretende establecer en dichos estados con la excusa de la
amenaza de vectores iranes, cuando en realidad de lo que trata la OTAN es tornar ineficaz la
disuasin rusa de sus misiles de alcance intermedio dirigidos a Europa Occidental.
[29] Segn un reciente estudio del Instituto para la Paz de Estocolmo, EE.UU. gasta anualmente
700 mil millones de u$s, seguido por China con 170 mil millones y Rusia con 54 mil millones.Advirtanse las significativas diferencias. Brasil es el cuarto mayor presupuesto en la actualidad
con 35 mil millones. Los gastos militares son esenciales para medir el grado de proyeccin de
poder que un Estado se proponga efectuar en un futuro inmediato y la voluntad poltica dispuesta
a tales fines. Los gastos en educacin y cultura (quede claro que entendemos a la tecnologa como
un epifenmeno de la cultura de un conjunto humano especfico), tambin constituyen un reflejo
de aquella voluntad colectiva de ser de un puebl