Las ventajas de ser un marginado -...

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VIVIR al margen ofrece una perspectivaÚNICA. Pero SIEMPRE llega el momento deentrar en escena y ver el MUNDO desde dentro.

Charlie tiene 15 años y se ha quedado solotras el suicidio de su mejor amigo. Vive con suspadres, su popular y guapa hermana y unhermano mayor que es una estrella del fútbolamericano y que está a punto de comenzar launiversidad. Su profesor de lengua estáconvencido de que Charlie posee una grancapacidad intelectual. Tras conocer a Sam yPatrick empieza a comprender lo que es ser unadolescente, y comienza un viaje hacia lamadurez que le llevará a recorrer caminosnuevos e inesperados. Con ellos descubre nuevamúsica, empieza a beber, fumar y coquetear condrogas, cambia de amigos... ¡Hasta que seconvierte en un joven de verdad!

STEPHEN CHBOSKY

Traducción de Vanesa Pérez-

Sauquillo

Para mi familia

Parte

1

25 de agosto de 1991 Querido amigo: Te escribo porque ella dijo que escuchas ycomprendes y que no intentaste acostarte conaquella persona en esa fiesta aunque hubieraspodido hacerlo. Por favor, no intentes descubrirquién es ella porque entonces podrías descubrirquién soy yo, y la verdad es que no quiero quelo hagas. Me referiré a la gente cambiándole elnombre o por nombres comunes porque noquiero que me encuentres. Por la misma razónno he adjuntado una dirección para que merespondas. No pretendo nada malo con esto. Enserio.

Solo necesito saber que alguien ahí afueraescucha y comprende y no intenta acostarse conla gente aun pudiendo hacerlo. Necesito saberque existe alguien así.

Creo que tú lo comprenderías mejor quenadie porque creo que eres más consciente quelos demás y aprecias lo que la vida significa. Al

menos, eso espero, porque hay gente que acudea ti en busca de ánimos y amistad. Por lomenos, eso he oído.

Bueno, esta es mi vida. Y quiero que sepasque estoy al mismo tiempo contento y triste yque todavía intento descubrir cómo eso esposible.

Intento pensar que mi familia es una de lascausas de que yo esté así, sobre todo después deque mi amigo Michael dejara de ir al colegio undía la primavera pasada y oyéramos la voz delseñor Vaughn por el altavoz:

—Chicos y chicas, lamento informaros deque uno de nuestros estudiantes ha fallecido.Haremos una ceremonia por Michael Dobson enla asamblea escolar de este viernes.

No sé cómo se extienden las noticias por elcolegio ni por qué a menudo no se equivocan.Quizá fuera en el comedor. Es difícil derecordar. Pero Dave, el de las gafas raras, nosdijo que Michael se había suicidado. Su madreestaba jugando al bridge con una de las vecinasde Michael y oyeron el disparo.

No me acuerdo demasiado de lo que pasódespués de aquello, salvo que mi hermano

mayor vino al colegio, al despacho del señorVaughn, y me dijo que parara de llorar. Luego,me rodeó los hombros con el brazo y me dijo queterminara de desahogarme antes de que papávolviera a casa. Después fuimos a comer patatasfritas a McDonalds y me enseñó a jugar alpinball. Incluso bromeó con que gracias a mí sehabía librado de las clases de la tarde y mepreguntó si quería ayudarlo a arreglar suChevrolet Camaro. Supongo que yo debía deestar hecho un desastre, porque hasta entoncesnunca me había dejado arreglar su Camaro.

En las sesiones de orientación, nos pidierona los que apreciábamos de verdad a Michaelque dijéramos algunas palabras. Creo quetemían que algunos intentáramos matarnos oalgo así, porque los orientadores parecían muytensos y uno de ellos no paraba de tocarse labarba.

Bridget, que está loca, dijo que a vecespensaba en el suicidio cuando ponían anunciosen la tele. Lo decía sinceramente, y estodesconcertó a los orientadores. Carl, que es muyamable con todo el mundo, dijo que estaba muytriste, pero que nunca podría suicidarse porque

es pecado.Uno de los orientadores fue pasando por

todo el grupo hasta que al final llegó a mí:—¿Tú qué piensas, Charlie?Lo extraño de esto era que yo no había

visto nunca a este hombre porque era un«especialista», y él sabía mi nombre aunque yono llevara ninguna tarjeta identificativa, comose hace en las jornadas de puertas abiertas.

—Pues... a mí Michael me parecía un chicomuy si.jpgmpático, y no entiendo por qué lohizo. Por muy triste que me sienta, creo que nosaberlo es lo que de verdad me preocupa.

Acabo de releer esto y no parece mi formade hablar. Y mucho menos en ese despacho,porque todavía seguía llorando. Todavía nohabía parado de llorar.

El orientador dijo que sospechaba queMichael tenía «problemas en casa» y que creyóque no tenía a nadie con quien hablar. Tal vezpor eso se sintió tan solo y se suicidó.

Entonces empecé a gritarle al orientadorque Michael podía haber hablado conmigo. Yme puse a llorar con más fuerza todavía.Intentó calmarme diciendo que se refería a

algún adulto, como un profesor o un orientador.Pero no funcionó, y al final mi hermano vino arecogerme al colegio con su Camaro.

Durante el resto del curso, los profesores metrataron de forma especial y me pusieronmejores notas, aunque yo no me había vueltomás listo. Si te digo la verdad, creo que losponía nerviosos.

El funeral de Michael fue raro porque supadre no lloró. Y tres meses después abandonóa la madre de Michael. Al menos, eso nos contóDave a la hora de comer. A veces pienso en ello.Me pregunto qué pasaba en la casa de Michaelcuando se acercaba la hora de la cena y losprogramas de televisión. Michael no dejó unanota, o al menos sus padres no se la dejaron vera nadie. Quizá fueran los «problemas en casa».Ojalá lo supiera. Podría hacer que lo echaramejor de menos. Podría darle un triste sentido alo que hizo.

Lo que sí tengo claro es que esto hace queme pregunte si yo tengo «problemas en casa»,pero me parece que un montón de gente lo tienemucho peor que yo. Como cuando el primernovio de mi hermana empezó a verse con otra

chica y mi hermana estuvo llorando durantetodo el fin de semana.

Mi padre dijo:—Hay gente que lo tiene mucho peor.Y mi madre se quedó callada. Y eso fue

todo. Un mes después, mi hermana conoció aotro chico y empezó a poner música alegre otravez. Y mi padre siguió trabajando. Y mi madresiguió barriendo. Y mi hermano siguióarreglando su Camaro. Bueno, hasta que se fuea la universidad a principios del verano. Juegaal fútbol americano en el equipo de Penn State,pero necesitaba subir las notas este verano parapoder jugar al fútbol.

No creo que en nuestra familia hayaningún hijo favorito. Somos tres, y yo soy elmás pequeño. Mi hermano es el mayor. Esbuenísimo jugando al fútbol y le encanta sucoche. Mi hermana es muy guapa, es cruel conlos chicos, y es la hija mediana. Yo ahora sacosobresaliente en todo como mi hermana y poreso me dejan en paz.

Mi madre llora un montón con losprogramas de la tele. Mi padre trabaja unmontón y es un hombre honrado. Mi tía Helen

solía decir que mi padre era demasiadoorgulloso como para tener la crisis de loscuarenta. Todavía no comprendo a qué serefería, porque acaba de cumplir los cuarenta yno ha cambiado nada.

Mi tía Helen era mi persona favorita delmundo entero. Era la hermana de mi madre.Sacaba sobresaliente en todo cuando eraadolescente, y solía darme libros para leer. Mipadre decía que esos libros eran un pocoantiguos para mí, pero me gustaban, así queacababa encogiéndose de hombros y me dejabaleer.

Mi tía Helen estuvo viviendo con nuestrafamilia durante los últimos años de su vidaporque algo muy malo le había ocurrido.Entonces nadie me decía qué había pasado,aunque yo siempre quise saberlo. Cuando teníamás o menos siete años, dejé de preguntar sobreel tema porque un día estuve insistiendo, comosiempre hacen los niños, y mi tía Helen se echóa llorar desconsoladamente.

Entonces fue cuando mi padre me dio unabofetada y dijo:

—¡Estás hiriendo los sentimientos de tu tía

Helen!Como no quería hacerlo, paré. La tía Helen

le dijo a mi padre que no me pegara delante deella nunca más, y mi padre repuso que aquellaera su casa y que haría lo que le diera la gana,y mi madre se quedó callada y mis hermanostambién.

No recuerdo mucho más después de esoporque empecé a llorar a lágrima viva y al cabode un rato mi padre hizo que mi madre mellevara a mi cuarto. No fue hasta mucho tiempomás tarde que mi madre se tomó unas cuantascopas de vino blanco y me contó lo que le habíapasado a su hermana. Algunas personasverdaderamente lo tienen mucho peor que yo. Ytanto que sí.

Creo que ahora debería irme a dormir. Esmuy tarde. No sé por qué te he contado todoesto. Te he escrito esta carta porque mañanaempiezo el instituto y estoy bastante asustado.

Con mucho cariño,Charlie

7 de septiembre de 1991 Querido amigo: No me gusta el instituto. La cafetería se llama«Centro de Nutrición», que ya es raro. Hay unachica en mi clase de Literatura Avanzada quese llama Susan. En el colegio era muy divertidoestar con ella. Le gustaban las películas, y suhermano Frank le grababa unas cintasbuenísimas de música que compartía connosotros. Pero este verano le han quitado losbraquets y está un poco más alta, más guapa, yle ha crecido el pecho. Ahora se comporta comouna tonta por los pasillos, sobre todo cuandohay chicos cerca. Y me da pena, porque Susanno parece tan feliz como antes. Si te digo laverdad, no le gusta reconocer que está en laclase de Literatura Avanzada, y tampocosaludarme por los pasillos.

Cuando Susan estuvo en la reunión deorientación sobre Michael, contó que Michaeluna vez le dijo que era la chica más guapa delmundo, con braquets y todo. Después, le pidió

que «diera una vuelta con él», lo que encualquier colegio se consideraba como dar ungran paso. En el instituto lo llaman «salir conalguien». Y se besaron y hablaron de películas,y ahora lo echa terriblemente de menos porqueera su mejor amigo.

Es curioso, además, porque los chicos y laschicas normalmente no se hacían mejoresamigos en mi colegio. Pero Michael y Susan sí.Un poco como yo y mi tía Helen. Perdón. «Mi tíaHelen y yo». Es algo que he aprendido estasemana. Eso y a sistematizar mejor las normasde puntuación.

Estoy callado la mayoría del tiempo, y soloun chico llamado Sean pareció fijarse en mí. Meesperó a la salida de la clase de EducaciónFísica y me dijo cosas muy inmaduras como queiba a darme un «remojón», que es cuandoalguien te mete la cabeza en el váter y tira de lacadena para hacer que tu pelo dé vueltas. Éltambién parecía bastante infeliz, y se lo dije.Entonces se enfadó conmigo y empezó apegarme, y yo me limité a hacer las cosas queme había enseñado mi hermano. Mi hermano esun gran luchador.

—Ve a por las rodillas, la garganta y losojos.

Y eso hice. Y le hice bastante daño a Sean.Y entonces se echó a llorar. Y mi hermana tuvoque salir de su clase de último curso avanzado yllevarme a casa en coche. Me hicieron ir aldespacho del director Small, pero no mecastigaron ni nada porque un chico le contó aldirector Small la verdad sobre la pelea.

—Sean empezó. Fue en defensa propia.Así fue. Pero no logro comprender por qué

Sean quería hacerme daño. Yo no le habíahecho nada. Soy muy bajito. Es verdad. Perosupongo que Sean no sabía que podía pelear.La verdad es que podría haberle hecho muchomás daño. Y quizá debería habérselo hecho. Seme ocurrió que tal vez tendría que hacerlo, siSean persiguiera al chico que le dijo al directorSmall la verdad, pero Sean nunca fue a por él.Así que todo quedó olvidado.

Algunos chicos me miran raro por lospasillos porque no adorno mi taquilla, y soy elque le dio la paliza a Sean y no pudo parar dellorar después de hacerlo. Supongo que soybastante sensible.

Me he sentido muy solo últimamenteporque mi hermana está ocupada haciendo dela mayor de la familia. Mi hermano estáocupado siendo jugador de fútbol en PennState. Después del campamento deentrenamiento, su entrenador le dijo que iba aser suplente y que, cuando empiece a asimilar elsistema, será titular.

Mi padre confía de verdad en que llegue alfútbol profesional y juegue con los Steelers. Mimadre simplemente se alegra de que vayagratis a la universidad, porque mi hermana nojuega al fútbol y no hubiera habido dinerosuficiente para enviarlos a los dos. Por esoquiere que yo siga esforzándome mucho, paraconseguir una beca.

Así que en eso estoy, hasta que haga algúnamigo por aquí. Esperaba que el chico que dijola verdad pudiera hacerse amigo mío, pero creoque solo lo hizo porque era lo correcto.

Con mucho cariño,Charlie

11 de septiembre de 1991 Querido amigo: No tengo mucho tiempo porque mi profesor deLiteratura Avanzada nos ha mandado un libropara leer y me gusta leerme los libros dos veces.Por cierto, el libro es Matar un ruiseñor. Si no lohas leído, creo que deberías hacerlo, porque esmuy interesante. El profesor nos ha encargadoque leamos solo unos cuantos capítulos demomento, pero no me gusta leer los libros así.Ya voy por la mitad, y eso que acabo deempezar.

De todas formas, la razón por la que teescribo es porque vi a mi hermano portelevisión. Normalmente no me interesandemasiado los deportes, pero esta era unaocasión especial. Mi madre empezó a llorar, y mipadre la rodeó con el brazo, y mi hermanasonrió, cosa rara porque mis hermanos siemprese pelean cuando él está por aquí.

Pero mi hermano mayor ha salido en latelevisión y, hasta ahora, ha sido lo mejor de las

dos semanas que llevo en el instituto. Lo echode menos muchísimo, lo que es extraño, porquenunca hablábamos demasiado cuando estabaaquí. Tampoco lo hacemos ahora, para sertesincero.

Te diría en qué posición juega, pero como teconté, me gustaría mantenerme en elanonimato contigo. Espero que lo comprendas.

Con mucho cariño,Charlie

16 de septiembre de 1991 Querido amigo: He terminado Matar un ruiseñor. Se haconvertido en mi libro favorito del mundo, peropor otro lado, siempre pienso eso hasta que leoel siguiente libro. Mi profesor de LiteraturaAvanzada me ha pedido que lo llame «Bill»cuando no estemos en clase, y me ha dado otrolibro para leer. Dice que tengo una gran

habilidad para leer e interpretar el lenguaje, yha querido que haga una redacción sobreMatar un ruiseñor.

Se lo he mencionado a mi madre y me hapreguntado por qué Bill no había recomendadoque pasara mejor a la clase de Literatura deSegundo o de Tercero. Y le conté que Bill dijoque esas eran básicamente las mismas clasesaunque con libros más complicados y queaquello no me ayudaría a mejorar. Mi madredijo que no estaba muy segura de eso, y que yahablaría con él en la jornada de puertasabiertas. Después, me pidió que la ayudara afregar los platos, cosa que hice.

Francamente, no me gusta fregar losplatos. Me gusta comer con los dedos y sobreservilletas, pero mi hermana dice que es malopara el medio ambiente. Es miembro del clubdel Día de la Tierra en el instituto, y ahí esdonde conoce a los chicos. Todos la tratan muybien, y no me lo acabo de explicar, salvo quizápor lo guapa que es. Ella se porta muy mal conellos.

Hay un chico que lo tiene particularmentedifícil. No te diré su nombre. Pero te lo contaré

todo sobre él. Tiene el pelo castaño muy bonito,y lo lleva largo, recogido con una coleta. Creoque se arrepentirá en el futuro cuando eche lavista atrás. Siempre está grabándole cintas devarios a mi hermana de temas muy específicos.Una se llamaba «Hojas de Otoño». Incluyómuchas canciones de The Smiths. Inclusocoloreó a mano la carátula. Después de queterminara la película que había alquilado y deque él se marchara, mi hermana me dio lacinta:

—¿Quieres esto, Charlie?Tomé la cinta, pero me sentí raro porque él

la había hecho para ella. Aunque la escuché. Yme gustó muchísimo. Hay una canción llamadaAsleep que me gustaría que escucharas. Lehablé a mi hermana de ella. Y una semanadespués me dio las gracias porque cuando estechico le preguntó por la cinta, le dijoexactamente lo que yo había dicho sobre lacanción Asleep, y a este chico le emocionómucho cuánto había significado para ella.Espero que esto quiera decir que se me darábien ligar cuando llegue el momento.

Pero debería ceñirme al tema. Eso es lo que

mi profesor Bill me dice que haga, porqueescribo más o menos como hablo. Creo que poreso quiere que escriba esa redacción sobreMatar un ruiseñor.

El chico al que le gusta mi hermanasiempre es respetuoso con mis padres. Por eso ami madre le cae muy bien. Mi padre piensa quees un blando. Creo que esa es la causa de quemi hermana haga lo que hace con él.

Una noche le estuvo diciendo cosas muycrueles sobre que él nunca se había enfrentadoal matón de la clase cuando tenía quince años, oalgo parecido. Para serte sincero, yo estabaviendo la película que él había alquilado, asíque no le estaba prestando mucha atención a supelea. Se pelean todo el rato, por lo que supuseque al menos la película sería diferente, aunqueno lo fue porque era una segunda parte.

En todo caso, después de que ella semetiera con él durante más o menos cuatroescenas de la película, que creo que fueron diezminutos o así, él se echó a llorar. A llorar amares. Entonces volví la cabeza y mi hermaname señaló.

—Para que veas, hasta Charlie le plantó

cara al matón de su clase. Ya ves.Y el chico se puso coloradísimo. Y me miró.

Después, la miró a ella. Y levantó la mano y lecruzó la cara con una buena bofetada. Buenade verdad. Me quedé helado, porque no podíacreer lo que había hecho. No era propio de élpegar a nadie. Era el chico que grababa cintastemáticas de varios, con las carátulas pintadas amano, hasta que pegó a mi hermana y paró dellorar.

Lo más raro es que mi hermana no hizonada. Solo se quedó mirándolo en completosilencio. Fue extrañísimo. Mi hermana se ponecomo loca si te comes un tipo de atún que nodebes, pero aquí estaba este chico pegándole, yella no dijo ni mu. Solo se volvió más dulce yamable. Y me pidió que me fuera, cosa que hice.Después de que el chico se marchara, mihermana me dijo que estaban «saliendo», y queno le contara a mamá ni a papá lo que habíapasado.

Supongo que él se había enfrentado a sumatón. Y supongo que tiene lógica.

Ese fin de semana, mi hermana pasó unmontón de tiempo con este chico. Y se rieron

mucho más de lo que normalmente hacen. Elviernes por la noche, estuve leyendo mi nuevolibro, pero como estaba mentalmente cansado,decidí ver un poco la tele. Y abrí la puerta delsótano y mi hermana y este chico estabandesnudos. Él estaba encima de ella, y ella teníalas piernas extendidas a ambos lados del sofá. Yme gritó en un susurro:

—¡Sal de aquí, pervertido!Así que me fui. Al día siguiente, todos

vimos en la tele a mi hermano jugar al fútbol. Ymi hermana invitó a este chico a casa. No sé aciencia cierta cuándo se había marchado lanoche anterior. Estuvieron agarrados de lamano y se comportaron como si todo fueraalegre. Y el chico dijo que el equipo de fútbol delinstituto no era el mismo desde que mi hermanose graduó, o algo así, y mi padre se lo agradeció.Y cuando el chico se fue, mi padre dijo que seestaba convirtiendo en un joven excelente quesabía cómo comportarse. Y mi madre se quedócallada. Y mi hermana me miró paraasegurarse de que yo no abriría la boca. Y asífue.

—Sí. Lo es —fue lo único que pudo decir mi

hermana.Y yo imaginé a este chico en su casa

haciendo los deberes y pensando en mihermana desnuda. Y los imaginé de la mano enpartidos de fútbol a los que no prestaríanatención. E imaginé a este chico vomitando enlos arbustos de una fiesta en la casa de alguien.E imaginé a mi hermana aguantándolo.

Y me sentí muy mal por los dos.

Con mucho cariño,Charlie

18 de septiembre de 1991 Querido amigo: No te he contado nunca que estoy en clase dePretecnología, ¿verdad? Bueno, pues estoy enPretecnología, y es mi clase favorita junto con lade Literatura Avanzada de Bill. Anoche escribíla redacción sobre Matar un ruiseñor, y se lapasé a Bill esta mañana. Se supone que vamos

a hablar de ella mañana durante la hora decomer.

Pero a lo que iba es a que hay un chico enPretecnología que se llama «Nada». No bromeo.Su nombre es «Nada». Y es para partirse derisa. «Nada» se quedó con el mote en el colegio,cuando la gente se metía con él. Creo que ahoraestá en último curso. Los chicos empezaron allamarle Patty, cuando su nombre de verdad esPatrick. Y «Nada» les dijo: «Escuchad, o mellamáis Patrick o nada».

Así que empezaron a llamarle «Nada». Y sele quedó el mote. En ese momento era un reciénllegado al distrito escolar porque su padre sehabía casado con otra mujer, nueva en estazona. Creo que dejaré de poner comillas en elnombre de Nada porque es pesado y rompe elhilo del discurso. Espero que no lo encuentresdifícil de seguir. Me aseguraré de destacar ladiferencia si se da el caso.

Bueno, pues en clase de Pretecnología,Nada empezó a imitar a nuestro profesor, elseñor Callahan, con muchísima gracia. Hasta sepintó con cera negra las patillas largas. Parapartirse de risa. Cuando el profesor Callahan

pilló a Nada haciendo esto cerca de la lijadorade banda, incluso se rio, porque Nada no loestaba imitando con mala idea ni nada. Así degracioso fue. Ojalá hubieras podido estar allí,porque no me he reído tanto desde que mihermano se marchó de casa. Mi hermano solíacontar chistes sobre polacos, que sé que estámal, pero yo no hacía caso de la parte polaca yescuchaba los chistes. Para partirse de risa.

Ah, por cierto, mi hermana me pidió que ledevolviera su cinta de «Hojas de otoño». Ahorala escucha todo el tiempo.

Con mucho cariño,Charlie

29 de septiembre de 1991 Querido amigo: Tengo un montón de cosas que contarte sobrelas últimas dos semanas. Bastantes son buenas,pero otras son malas. Sigo sin entender por qué

siempre pasa igual.Antes que nada, Bill me puso un suficiente

en mi redacción sobre Matar un ruiseñorporque dijo que hago frases demasiado largas.Estoy intentando practicar para no hacerlo.También dijo que debería utilizar el vocabularioque aprendo en clase, como «corpulento» e«ictericia». Usaría aquí esas palabras, pero laverdad es que no creo que sean apropiadas enestas cartas.

Para serte sincero, no sé dónde seríaapropiado usarlas. No estoy diciendo que nodeberíamos conocerlas. Claro que deberíamos.Pero es que nunca, en toda mi vida, he oído anadie utilizar las palabras «corpulento» e«ictericia». Incluyendo a los profesores. Así que,¿qué sentido tiene utilizar palabras que nadiemás sabe o puede decir con comodidad? Yo esque no lo entiendo.

Me pasa lo mismo con ciertas estrellas decine que son malísimas actuando. Algunas deellas deben de tener por lo menos un millón dedólares, y aun así, siguen haciendo películas. Secargan a los malos. Gritan a sus detectives.Hacen entrevistas. Cada vez que veo en alguna

revista a cierta estrella de cine no puedo evitarque me dé una pena terrible porque nadie tieneningún respeto por ella, y a pesar de eso, siguenentrevistándola. Y en las entrevistas todasdicen lo mismo.

Empiezan con lo que están comiendo enalgún restaurante. «Mientras masticabadelicadamente su ensalada china de pollo, noshabló de su amor». Y todas las portadas dicen lomismo: «Nos revela los misterios de la fama, elamor, y de su reciente película/serie/álbum deéxito».

Creo que está bien que los actores haganentrevistas para hacernos pensar que son comonosotros, pero si te soy sincero, me da lasensación de que todo es una gran mentira. Elproblema es que no sé quién está mintiendo. Yno entiendo por qué estas revistas vendentanto. Y no entiendo por qué a las señoras quevan al dentista les gustan tanto. El sábadopasado, estaba en la sala de espera del dentistay oí esta conversación:

—¿Has visto esta película? —señala laportada.

—Sí. La vi con Harold.

—¿Qué te ha parecido?—Ella es un encanto.—Sí. Lo es.—Ah, tengo una nueva receta.—¿Baja en calorías?—Ajá.—¿Tienes tiempo mañana?—No. ¿Por qué no haces que Mike se la

mande a Harold por fax?—Vale.Entonces, estas señoras empezaron a

hablar sobre la actriz que mencioné antes, y lasdos lo tenían muy claro:

—Creo que es patética.—¿Has leído la entrevista en Good

Housekeeping?—¿De hace algunos meses?—Ajá.—Patética.—¿Leíste la de Cosmopolitan?—No.—Dios mío, es prácticamente la misma

entrevista.—No sé ni por qué le hacen caso.El hecho de que una de esas señoras fuera

mi madre me dio especial lástima, porque mimadre es muy guapa. Y siempre está a dieta. Aveces, mi padre la llama guapa, pero ella no loescucha. A propósito, mi padre es muy buenmarido. Solo que es pragmático.

Después del dentista, mi madre me llevó encoche al cementerio donde muchos de susparientes están enterrados. A mi padre no legusta ir al cementerio porque le da grima. Peroa mí no me importa nada ir, porque mi tíaHelen está enterrada allí. Mi madre siempre fuela guapa de las dos, y mi tía Helen fue siempre«la otra». Lo bueno es que mi tía Helen nuncaestuvo a dieta. Y mi tía Helen era «corpulenta».¡Eh! ¡Lo he conseguido!

Mi tía Helen siempre dejaba que los niñosnos quedásemos levantados y viéramosSaturday Night Live cuando hacía de canguro ocuando estuvo viviendo con nosotros y mispadres se iban a casa de otra pareja aemborracharse y jugar a juegos de mesa.Cuando yo era muy pequeño, recuerdo que meiba a dormir mientras mis hermanos y la tíaHelen veían Vacaciones en el mar y La isla dela fantasía. Siendo tan pequeño, nunca

aguantaba despierto, y ojalá hubiera podido,porque mis hermanos a veces hablan deaquellos momentos. Tal vez sea triste que ahorase hayan convertido en recuerdos. Y tal vez nosea triste. Tal vez es solo el hecho de quequeríamos a la tía Helen, sobre todo yo, y aquelera el único rato que podíamos pasar con ella.

No empezaré a enumerar recuerdos deepisodios de televisión, excepto uno, porquesupongo que viene al caso, y parece algo con loque cualquiera se puede identificar de algunamanera. Y ya que no te conozco, imagino quetal vez pueda escribir sobre algo con lo que tepuedas identificar.

Toda la familia estaba sentada viendo elúltimo episodio de M.A.S.H., y nunca loolvidaré, por muy pequeño que fuera entonces.Mi madre lloraba. Mi hermana lloraba. Mihermano estaba haciendo de tripas corazónpara no llorar. Y mi padre se fue durante unode los momentos finales para hacerse unsándwich. Bueno, no me acuerdo mucho delcapítulo en sí porque yo era demasiadopequeño, pero mi padre nunca se iba a hacerseun sándwich, salvo durante la pausa de los

anuncios, y entonces normalmente mandaba ami madre. Fui hasta la cocina y vi a mi padrehaciéndose un sándwich... y llorando. Llorabatodavía más desconsoladamente que mi madre.Y yo no me lo podía creer. Cuando terminó dehacerse su sándwich, guardó las cosas en lanevera y paró de llorar y se enjugó los ojos y mevio.

Entonces se acercó a mí, me dio unapalmadita en el hombro y dijo:

—Es nuestro pequeño secreto, ¿vale,campeón?

—Vale —dije.Y mi padre me levantó con el brazo que no

sostenía el sándwich, y me llevó hasta el salón,donde está la televisión, y me sentó en susrodillas durante el resto del episodio. Y cuandoel episodio terminó, me levantó, apagó la tele yse volvió hacia los demás. Y declaró:

—Ha sido una gran serie.Y mi madre dijo:—Inmejorable.Y mi hermana preguntó:—¿Cuánto tiempo ha estado en antena?Y mi hermano respondió:

—Nueve años, tonta.Y mi hermana replicó:—Tonto lo serás tú...Y mi padre dijo:—Parad de discutir, ahora mismo.Y mi madre dijo:—Haced caso a vuestro padre.Y mi hermano no dijo nada.Y mi hermana no dijo nada.Y años después descubrí que mi hermano

se había equivocado.Fui a la biblioteca a consultar sus datos y

descubrí que el episodio que vimos había sido elmás visto de toda la historia de la televisión, loque me parece increíble porque era como si solohubiese existido para nosotros cinco.

Ya sabes, un montón de chicos en el colegioodian a sus padres. A algunos les pegan. Y aalgunos les ha tocado una vida asquerosa.Algunos son trofeos que sus padres muestran alos vecinos, como galones o estrellas doradas. Yalgunos de esos padres lo único que quieren esque les dejen beber en paz.

Yo, personalmente, a pesar de que nocomprenda a mis padres y a pesar de que a

veces sienta pena por los dos, no puedo evitarquererlos mucho. Mi madre saca el coche paravisitar a sus seres queridos en el cementerio. Mipadre lloró viendo M.A.S.H. y confió en que leguardara el secreto, y me dejó sentarme en susrodillas, y me llamó «campeón».

Por cierto, solo tengo una caries y, pormucho que insista mi dentista, soy incapaz deusar la seda dental.

Con mucho cariño,Charlie

6 de octubre de 1991 Querido amigo: Estoy muy avergonzado. Fui al partido defútbol del instituto el otro día y no séexactamente por qué. En el colegio, Michael yyo íbamos a veces a los partidos, aunqueninguno de los dos éramos suficientementepopulares para ir. Era solo un lugar adonde ir

los viernes cuando no queríamos ver la tele. Aveces, nos encontrábamos a Susan allí, y ella yMichael se daban la mano.

Pero esta vez fui solo porque Michael ya noestá, y ahora Susan se junta con otros chicos, yBridget sigue loca, y la madre de Carl lo mandóa un colegio católico, y Dave, el de las gafasraras, se ha mudado. Estuve mirando un poco ala gente, viendo quién estaba enamorado yquién simplemente perdiendo el tiempo, y vi aese chico del que te hablé. ¿Te acuerdas deNada? Nada estaba allí, en el partido de fútbol,y de hecho era uno de los pocos que veían elpartido, sin ser un adulto. Me refiero a ver elpartido de verdad. Gritaba cosas como:

—¡Vamos, Brad! —así se llama nuestrodefensa.

Bueno, normalmente soy muy tímido, peroNada parece el tipo de chico con el que podríasir a un partido de fútbol, aunque tengas tresaños menos y no seas popular.

—¡Hey! ¡Tú estás en mi clase dePretecnología! —Nada es muy simpático.

—Me llamo Charlie —dije sin demasiadatimidez.

—Y yo Patrick. Y esta es Sam —señaló auna chica muy guapa que estaba a su lado. Yella me saludó.

—¡Hola, Charlie! —Sam tenía una sonrisamuy bonita.

Ambos me dijeron que me sentara con ellos,y parecía que lo decían en serio, así que mesenté. Escuché los gritos que Nada lanzaba alcampo. Y escuché su análisis de cada jugada. Yme di cuenta de que sabía mucho de fútbol. Dehecho, sabía de fútbol tanto como mi hermano.Quizá debería llamarle Patrick a partir deahora, ya que es así como se ha presentado, ySam también lo llama así.

Por cierto, Sam tiene el pelo castaño y unosojos verdes muy, muy bonitos. El tipo de verdeque no es consciente de lo bonito que es. Te lohabría dicho antes, pero bajo las luces delestadio, todo parecía como desvaído. Hasta quefuimos al Big Boy y Sam y Patrick empezaron afumar un cigarrillo tras otro no pudecontemplarla bien. Lo bueno del Big Boy fueque Patrick y Sam no estuvieron haciendobromas privadas que yo tuviera que esforzarmeen seguir. Para nada. Me hicieron preguntas:

—¿Cuántos años tienes, Charlie?—Quince.—¿Qué quieres hacer cuando seas mayor?—Todavía no lo sé.—¿Cuál es tu grupo de música favorito?—Puede que The Smiths porque me

encanta su canción Asleep, pero no estoy segurodel todo porque no conozco demasiado bienotras canciones suyas.

—¿Cuál es tu película favorita?—La verdad es que no lo sé. Todas me

parecen iguales.—¿Y tu libro favorito?—A este lado del paraíso, de F. Scott

Fitzgerald.—¿Por qué?—Porque ha sido el último que he leído.Esto les hizo reír porque sabían que lo decía

en serio, que no era una pose. Entonces medijeron cuáles eran sus favoritos, y nosquedamos en silencio. Comí tarta de calabazaporque la señora dijo que era de temporada, yPatrick y Sam siguieron fumando.

Los contemplé, y parecían realmente felicesjuntos. Felicidad de la buena. Y aunque Sam

me pareció muy guapa y simpática, y era laprimera chica a la que habría querido invitar asalir algún día cuando pudiera conducir, no meimportó que tuviera novio, sobre todo si era tanbuena gente como Patrick.

—¿Cuánto tiempo lleváis «saliendo»? —pregunté.

Entonces se echaron a reír. A reír aauténticas carcajadas.

—¿Qué tiene tanta gracia? —dije.—Somos hermanos —dijo Patrick, todavía

entre risas.—Pero no os parecéis —repuse.Fue entonces cuando Sam me explicó que

en realidad eran hermanastros, ya que el padrede Patrick se había casado con la madre deSam. Me alegré mucho de saberlo porque laverdad es que me gustaría pedirle a Sam quesaliera conmigo algún día. Y tanto que megustaría. Es tan bonita...

Sin embargo, estoy avergonzado porqueesa noche tuve un extraño sueño. Estaba conSam. Y estábamos los dos desnudos. Y ella teníalas piernas extendidas a ambos lados del sofá. Yme desperté. Y nunca me había sentido tan

bien en mi vida. Pero también me sentí malporque la había visto desnuda sin su permiso.Creo que debería contárselo a Sam, y de verdadconfío en que esto no impida que podamosllegar a hacer, a lo mejor, nuestras propiasbromas privadas. Sería genial volver a tener unamigo. Lo preferiría incluso a salir con alguien.

Con mucho cariño,Charlie

14 de octubre de 1991 Querido amigo: ¿Sabes lo que es la «masturbación»?Probablemente sí, porque eres mayor que yo.Pero por si acaso, te lo contaré. La masturbaciónes cuando te frotas los genitales hasta quetienes un orgasmo. ¡Guau!

He pensado que en esas películas y seriesde televisión en las que hablan de la pausapara el café, deberían tener también una pausa

para la masturbación. Pero por otro lado, creoque bajaría la productividad.

No me hagas caso. Solo estaba bromeando.Quería hacerte sonreír. Aunque lo de «¡guau!»iba en serio.

Le dije a Sam que había soñado que ella yyo estábamos desnudos en el sofá, y me eché allorar porque me sentía fatal, y ¿sabes qué hizoella? Se puso a reír. Aunque no fue una risacruel, sino una risa simpática y cálida. Dijo quele parecía muy tierno. Y dijo que no pasabanada si había tenido un sueño con ella. Y dejéde llorar. Después Sam me preguntó si meparecía guapa, y le dije que me parecía«preciosa». Entonces Sam me miró fijamente alos ojos.

—¿Sabes que eres demasiado pequeño paramí, Charlie?

—Sí, lo sé.—No quiero que pierdas el tiempo

pensando en mí de esa manera.—No lo haré. Ha sido solo un sueño.Entonces Sam me dio un abrazo, y fue raro

porque en mi familia no acostumbramos aabrazarnos demasiado, salvo mi tía Helen. Pero

después de unos instantes, pude oler el perfumede Sam, y pude sentir su cuerpo contra el mío.Y di un paso atrás.

—Sam, estoy pensando en ti de esamanera.

Entonces me miró y sacudió la cabeza.Luego, me rodeó los hombros con el brazo y mellevó caminando por el pasillo. Nos encontramoscon Patrick afuera porque a veces no lesapetecía ir a clase. Preferían fumar.

—Charlie está «charliescamente» colgadopor mí, Patrick.

—¿Ah, sí?—Estoy intentando no estarlo —me excusé,

con lo que solo les hice reír.Patrick entonces le pidió a Sam que se

fuera, cosa que hizo, y me dio algunasexplicaciones para que supiera cómocomportarme con las demás chicas y no perdermi tiempo pensando en Sam de esa manera.

—Charlie, ¿alguien te ha contado cómo vaesto?

—Creo que no.—Bueno, pues hay que seguir algunas

reglas, no porque tú quieras, sino porque tienes

que hacerlo. ¿Lo pillas?—Supongo que sí.—Vale. Mira las chicas, por ejemplo. Copian

a sus madres y las revistas y todo para sabercómo actuar delante de los chicos.

Pensé en las madres y en las revistas y enlos todos, y la idea me puso nervioso,especialmente si incluía la televisión.

—Me refiero a que no es como en laspelículas, donde a las chicas les gustan losgilipollas, ni nada parecido. No es tan fácil. Loque les gusta son los chicos que les pueda darun propósito.

—¿Un propósito?—Exacto. ¿Sabes? A las chicas les gusta

que los tíos sean un reto. Les da una especie demolde en el que encajar su actuación. Comouna madre. ¿Qué haría una madre si nopudiera preocuparse por ti y hacer que ordenestu cuarto? ¿Y qué harías tú sin que ella sepreocupe por ti y te obligue a ordenarlo? Todo elmundo necesita una madre. Y las madres losaben. Y esto les da un propósito. ¿Lo pillas?

—Sí —dije, aunque no lo había pillado.Pero sí lo bastante como para decir que sí y no

estar mintiendo.—El caso es que algunas chicas piensan

que pueden cambiar a los chicos. Y lo graciosoes que si consiguen cambiarlos, se aburren deellos. El reto se ha acabado. Lo que tienes quehacer es darles a las chicas un tiempo parapensar en una forma nueva de hacer las cosas,y eso es todo. Algunas la descubrirán pronto.Algunas, algo más tarde. Algunas, nunca. Yono me preocuparía demasiado por eso.

Pero creo que yo sí me he preocupado. Heestado preocupándome sobre este tema desdeque me lo dijo. Miro a la gente que va de lamano por los pasillos e intento pensar en cómofunciona todo. En los bailes del instituto mesiento al fondo, marco el ritmo con el pie y mepregunto cuántas parejas bailarán «sucanción». En los pasillos, veo a las chicas quellevan puestas las chaquetas de los chicos, yreflexiono sobre la idea de propiedad. Y mepregunto si alguien es realmente feliz. Esperoque lo sean. De verdad.

Bill me vio mirando a la gente y, despuésde clase, me preguntó en qué estaba pensando,y se lo dije. Me escuchó y asintió con la cabeza e

hizo ruidos «afirmativos». Cuando hubeterminado, su cara se convirtió en «cara detener una conversación seria».

—¿Siempre piensas tanto, Charlie?—¿Es malo? —solo quería que alguien me

dijera la verdad.—No necesariamente. Es que a veces la

gente utiliza el pensamiento para no implicarseen la vida.

—¿Eso es malo?—Sí.—Pero yo creo que me implico. ¿Usted no?—Bueno, ¿bailas en esas fiestas?—No bailo demasiado bien.—¿Sales con alguien?—Bueno, no tengo coche, e incluso si lo

tuviera, no puedo conducir porque tengo quinceaños, y de todas formas, no he conocido aninguna chica que me guste excepto Sam, perosoy demasiado joven para ella, y le tocaríaconducir a ella siempre, lo que no me parecejusto.

Bill sonrió y continuó haciéndomepreguntas. Poco a poco, llegó a los «problemasen casa». Y le hablé de cuando el chico que hace

cintas de varios pegó a mi hermana, porque mihermana solo dijo que no se lo contara a mispadres, así que supuse que se lo podía contar aBill. Después de contárselo, puso una cara muyseria y me dijo algo que no creo que olvidedurante este semestre o jamás:

—Charlie, aceptamos el amor que creemosmerecer.

Me quedé ahí de pie, en silencio. Bill me diouna palmadita en el hombro y un libro nuevopara leer. Me dijo que todo iría bien.

Normalmente vuelvo a casa caminandoporque me hace sentir que me lo he ganado. Merefiero a que quiero poder decirles a mis hijosque iba andando al colegio igual que misabuelos en «los viejos tiempos». Es raro estarplaneando esto, teniendo en cuenta que nuncahe salido con nadie, pero supongo que tienesentido. Normalmente caminar me lleva unahora más que tomar el autobús, pero merece lapena cuando el tiempo es agradable y frescocomo hoy.

Cuando por fin llegué a casa, mi hermanaestaba sentada en una silla. Mi madre y mipadre estaban de pie delante de ella. Y supe

que Bill había llamado a casa y se lo habíacontado. Y me sentí fatal. Había sido por miculpa.

Mi hermana estaba llorando. Mi madreestaba muy, muy callada. Mi padre fue el únicoque habló. Dijo que mi hermana no podríavolver a ver nunca más a ese chico que lepegaba, y que iba a tener una charla con lospadres del chico esa noche. Entonces mihermana dijo que la culpa había sido suya, quelo había estado provocando, pero mi padre dijoque aquello no era excusa.

—Pero ¡lo quiero! —nunca había visto a mihermana llorar tanto.

—No, no lo quieres.—¡Te odio!—No, no me odias —mi padre a veces

puede ser extremadamente tranquilo.—Él lo es todo para mí.—No vuelvas a decir eso de nadie nunca

más. Ni siquiera de mí —esta vez habló mimadre.

Mi madre elige muy bien cuándo tomapartido y, si hay algo que puedo decir sobre mifamilia, es que cuando mi madre interviene,

siempre se sale con la suya. Y esta vez no fueuna excepción. Mi hermana paró de llorarinmediatamente.

Después de aquello, mi padre le dio a mihermana un inesperado beso en la frente.Luego salió de la casa, se subió a su Oldsmobiley se alejó conduciendo. Pensé queprobablemente fuera a hablar con los padres delchico. Y sentí mucha lástima por ellos. Por suspadres, quiero decir. Porque mi padre no pierdeuna batalla. Así de fácil.

Entonces mi madre se fue a la cocina parapreparar el plato favorito de mi hermana, y mihermana me miró.

—Te odio.Lo dijo de forma distinta a como se lo había

dicho a mi padre. A mí me lo decía en serio.Muy en serio.

—Te quiero —fue lo único que pude deciren respuesta.

—Eres un bicho raro, ¿lo sabes? Siemprehas sido un bicho raro. Todo el mundo lo dice ylo ha dicho siempre.

—Estoy intentando no serlo.Entonces me di la vuelta y me fui andando

a mi cuarto y cerré la puerta y metí la cabezabajo la almohada y dejé que el silencio volvieraa poner las cosas en su sitio.

Por cierto, imagino que sentirás curiosidadsobre mi padre. ¿Nos pegaba cuando éramosniños o incluso ahora? He pensado que podríassentir curiosidad porque Bill la tuvo, después deque le contara lo de ese chico y mi hermana.Pues, por si te lo preguntabas, no lo ha hecho.Nunca les ha levantado la mano a mishermanos. Y la única vez que me dio unabofetada a mí fue cuando hice llorar a mi tíaHelen. Y cuando todos nos tranquilizamos, sepuso de rodillas delante de mí y me contó que supadrastro le había dado muchas palizas y que,en la universidad, cuando mi madre se quedóembarazada de mi hermano mayor, decidió queél nunca pegaría a sus hijos. Y se sentía fatalpor haberlo hecho. Y lo sentía muchísimo. Ynunca me volvería a pegar de nuevo. Y no lo hahecho.

Solo es severo, a veces.

Con mucho cariño,Charlie

15 de octubre de 1991 Querido amigo: Supongo que olvidé mencionar en mi últimacarta que fue Patrick quien me habló de lamasturbación. Supongo que también olvidécontarte con qué frecuencia la practico ahora,que es mucha. No me gusta mirar fotos. Solocierro los ojos y sueño con una mujer que noconozco. E intento no sentir vergüenza. Nuncapienso en Sam cuando lo hago. Nunca. Es muyimportante para mí, porque me hizo muy felizcuando dijo «charliescamente», ya que mepareció una broma privada, si se la puedellamar así.

Una noche, me sentí tan culpable que leprometí a Dios que nunca lo volvería a hacer.Así que empecé a utilizar mantas, pero lasmantas dolían, así que empecé a utilizaralmohadas, pero las almohadas dolían, así quevolví a hacerlo normal. No me han educado

muy religiosamente, pero yo creo mucho enDios. Solo que no le he puesto nunca nombre,¿sabes a qué me refiero, no? Espero no haberledecepcionado.

A propósito, mi padre tuvo unaconversación seria con los padres del chico. Lamadre se enfadó muchísimo y le dio unoscuantos gritos a su hijo. El padre se quedócallado. Mi padre no entró demasiado en elterreno personal. No les dijo que habían hecho«un trabajo pésimo» educando a su hijo, ni nadaparecido.

Para él, lo único importante era conseguirque lo ayudaran a mantener al chico alejado desu hija. Una vez que acordaron esto, dejó que seocuparan ellos de su familia y volvió a casapara ocuparse él de la suya. Por lo menos, asínos lo contó.

La única cosa que le pregunté a mi padrefue sobre los «problemas en casa» del chico. Sicreía o no que sus padres le pegaban. Me dijoque no me metiera en lo que no me importaba.Porque él no lo sabía y nunca se lo iba apreguntar y pensaba que daba igual.

—No todo el mundo arrastra una tragedia,

Charlie, y aunque así fuera, no los excusaría.Eso fue todo lo que dijo. Y después nos

pusimos a ver la tele.Mi hermana sigue furiosa conmigo, pero mi

padre ha dicho que hice lo correcto. Esperohaberlo hecho, pero a veces es difícil saberlo.

Con mucho cariño,Charlie

28 de octubre de 1991 Querido amigo: Siento no haberte escrito en un par de semanas,pero he estado intentando «implicarme», comodijo Bill. Es raro, porque a veces leo un libro ypienso que soy un personaje del libro. También,cuando escribo cartas, paso los dos díassiguientes pensando en lo que llegué acomprender con ellas. No sé si esto es bueno omalo. De todas maneras, estoy intentandoimplicarme.

Por cierto, el libro que me dio Bill era PeterPan, de J. M. Barrie. Sé lo que estás pensando.Los dibujos animados de Peter Pan con los niñosperdidos. El libro en sí es muchísimo mejor. Essolo la historia de un chico que se niega a crecery que, cuando Wendy se hace mayor, se sientemuy traicionado. Por lo menos es lo que yo hesacado de la novela. Creo que Bill me la hadado para enseñarme una lección de algún tipo.

Lo bueno es que la leí y, por su fantasía, nopude pretender estar dentro. De esa formapuedo implicarme en la vida y aun así leer.

En cuanto a mi implicación en las cosas,estoy intentando ir a los actos sociales queorganiza el instituto. Es demasiado tarde paraapuntarme a algún club o algo parecido, pero apesar de ello intento ir a lo que puedo. Como elpartido de fútbol y el baile de antiguos alumnos,aunque no tenga pareja.

Me cuesta creer que alguna vez vuelva alinstituto para un partido de fútbol una vez queme haya marchado de aquí, pero la última vezque fui, fue divertido fingir que lo hacía.Encontré a Patrick y a Sam sentados en su sitiode siempre en las gradas, y empecé a hacer

como si no los hubiera visto en un año, aunquelo había hecho aquella misma tarde durante lacomida mientras me comía mi naranja y ellosfumaban.

—Patrick, ¿eres tú? Y Sam... Ha pasadotanto tiempo. ¿Quién está ganando? Madre mía,la universidad es una cruz. El catedrático meestá obligando a leer veintisiete libros este finde semana, y mi novia me necesita para pintarpancartas para su manifestación de este martes.Que la Administración sepa que vamos en serio.Mi padre está ocupado con su swing de golf, ymi madre solo tiene tiempo para el tenis.Tenemos que repetir esto otra vez. Me quedaría,pero tengo que recoger a mi hermana de sucoaching de inteligencia emocional. Estáhaciendo auténticos progresos. Me alegro deveros.

Y entonces me alejé. Bajé al puesto decomida y compré tres bandejas de nachos y unaCoca-Cola Light para Sam. Cuando volví, mesenté y les di a Patrick y a Sam los nachos y aSam su Coca-Cola Light. Y Sam sonrió. Lomejor de Sam es que no cree que esté loco porfingir que hago cosas. Patrick tampoco, pero

estaba demasiado ocupado viendo el partido ygritándole a Brad, el defensa.

Sam me dijo durante el partido que mástarde iban a ir a la casa de un amigo suyo quedaba una fiesta. Luego me preguntó si queríaacompañarlos, y le dije que sí porque nuncahabía estado en una fiesta. Había visto una enmi casa, sin embargo.

Mis padres se habían ido a Ohio al entierroo la boda, no recuerdo cuál, de un primo muylejano. Y dejaron a mi hermano como encargadode la casa. En aquella época tenía dieciséisaños. Mi hermano aprovechó la oportunidadpara dar una gran fiesta con cerveza y todo. Meordenaron que me quedara en mi habitación, loque no estuvo mal porque era ahí donde todosdejaban sus abrigos y fue divertido ver lo quellevaban en los bolsillos. Cada diez minutos máso menos, una chica o un chico borracho entrabatambaleándose en mi cuarto para ver si podíanenrollarse allí o algo. Entonces, me veían y seiban. Bueno, menos una pareja.

Esta pareja, que según supe luego, eramuy popular y estaba muy enamorada, entró atrompicones en mi cuarto y me preguntó si me

importaba que lo utilizaran. Les dije que mishermanos me habían dicho que tenía quequedarme allí, y me preguntaron si podían usarla habitación de todas maneras conmigo dentro.Dije que no veía por qué no, así que cerraron lapuerta y empezaron a besarse. A besarsedesenfrenadamente. Después de unos minutos,la mano del chico trepó bajo la camisa de lachica, y ella empezó a protestar.

—Venga, Dave.—¿Qué?—El niño está aquí.—No pasa nada.Y el chico siguió subiéndole la camisa a la

chica, y por mucho que ella dijera que no, élcontinuó. Después de unos minutos, ella dejó deprotestar, y él le quitó la camisa, y ella llevabaun sujetador blanco de encaje. Sinceramente,llegados a este punto yo ya no sabía qué hacer.Enseguida él le quitó el sujetador y empezó abesarle el pecho. Y después le metió la manodentro de los pantalones y ella empezó a gemir.Creo que ambos estaban muy borrachos. Élintentó quitarle los pantalones, pero ellaempezó a llorar muy fuerte, así que fue a por

los suyos. Se bajó los pantalones y loscalzoncillos hasta las rodillas.

—Por favor. Dave. No.Pero el chico le dijo suavemente lo guapa

que estaba y cosas así, y ella le agarró el penecon las manos y empezó a moverlo. Ojalápudiera describirlo un poco mejor sin usarpalabras como pene, pero es que en realidad fueasí.

Unos minutos después, el chico empujóhacia abajo la cabeza de la chica, y ella empezóa besarle el pene. Todavía estaba llorando. Alfinal, paró de llorar porque él le metió el peneen la boca y no creo que puedas llorar en esaposición. Llegados a este punto, tuve queapartar la vista porque empecé a sentirnáuseas, pero aquello continuó, y siguieronhaciendo otras cosas, y ella siguió diciéndoleque «no». Incluso cuando me tapé los oídospodía seguir oyéndole decir eso.

Finalmente, mi hermana entró paratraerme un bol de patatas fritas, y cuandodescubrió al chico y a la chica, ellos pararon. Mihermana se quedó muy cortada, pero no tancortada como la chica. El chico parecía algo

engreído. No dijo demasiado. Después de que sefueran, mi hermana se volvió hacia mí.

—¿Sabían que estabas aquí?—Sí, me preguntaron si podían usar la

habitación.—¿Por qué no se lo impediste?—No sabía qué iban a hacer.—Eres un pervertido —fue lo último que

dijo mi hermana antes de abandonar lahabitación, todavía con el bol de patatas fritasen la mano.

Se lo conté a Sam y a Patrick, y ambos sequedaron muy callados. Sam dijo que ellaestuvo saliendo con Dave una temporada antesde meterse en la música punk y Patrick quehabía oído hablar de esa fiesta. No mesorprendió, porque se convirtió en una especiede leyenda. Al menos por lo que me hancontado algunos cuando he dicho quién es mihermano mayor.

Cuando llegó la policía, encontraron a mihermano dormido en el tejado. Nadie sabe cómollegó hasta allí. Mi hermana estabaenrollándose en el cuarto de la lavadora conuno de último curso de instituto. Ella estaba en

su primer año en aquel tiempo. Muchos padresvinieron entonces a casa a recoger a sus hijos, ymuchas de las chicas se fueron llorando yvomitando. A esas alturas, la mayoría de loschicos ya se habían escapado. Mi hermano sehabía metido en un buen lío, y mis padrestuvieron una «conversación seria» con mihermana sobre las malas influencias. Y eso fuetodo.

El tal Dave está en último curso ahora.Juega en el equipo de fútbol. Es receptor. Vi elfinal del partido cuando Dave atrapó la pelotaque lanzó Brad para hacer un touchdown.Supuso la victoria del partido para nuestroinstituto. Y la gente de las gradas se volvió locaporque habíamos ganado. Pero yo en lo únicoque podía pensar era en esa fiesta. Pensé enello sin decir palabra durante un rato largo ydespués miré a Sam.

—La violó, ¿verdad?Ella asintió. No sabría decir si estaba triste

o es que sencillamente sabía más cosas que yo.—Deberíamos decírselo a alguien, ¿no?Sam esta vez se limitó a negar con la

cabeza. Luego me explicó por todo lo que

tendría que pasar la chica para demostrarlo,especialmente en el instituto, cuando el chico yla chica son populares y siguen todavíaenamorados.

Al día siguiente, en el baile de antiguosalumnos, los vi bailando juntos. Dave y suchica. Y me puse hecho una furia. Hasta measustó un poco lo furioso que me puse. Pensé enacercarme a Dave y hacerle daño de verdad,como quizá debería haberle hecho a Sean. Ycreo que lo habría hecho, de no ser porque Samme vio y me rodeó los hombros con el brazocomo suele hacer. Me tranquilizó, y supongoque me alegro de que lo hiciera porque creo queme habría puesto todavía más furioso si hubieraempezado a pegar a Dave y su novia mehubiera hecho parar porque lo amaba. Creo queeso me habría enfurecido muchísimo más.

Así que decidí hacer la única otra cosa quese me ocurrió y desinflé las ruedas del coche deDave. Sam sabía cuál era.

Ese viernes por la noche, después delpartido, tuve un sentimiento que no sé si serécapaz de describir alguna vez, salvo por sucalidez. Sam y Patrick me llevaron a la fiesta

esa noche, y yo iba en el asiento del medio, enla camioneta de Sam. A Sam le encanta sucamioneta porque dice que le recuerda a supadre. El sentimiento que tuve surgió cuandoSam le dijo a Patrick que buscara una emisorade radio. Y él no paró de encontrar anuncios. Yanuncios. Y una canción de amor malísima conla palabra «baby». Y después más anuncios. Ypor fin encontró una canción verdaderamenteincreíble que trataba de un chico, y todos nosquedamos callados.

Sam seguía el ritmo con la mano en elvolante. Patrick había sacado la mano fuera delcoche y hacía ondas en el aire. Y yosimplemente estaba ahí sentado entre los dos.Cuando la canción terminó, dije algo:

—Me siento infinito.Y Sam y Patrick me miraron como si

hubiera dicho lo mejor que habían escuchadonunca. Porque la canción había sido buenísimay porque todos le habíamos prestado verdaderaatención. Cinco minutos únicos en la vida quehabíamos empleado de verdad, y nos sentíamosjóvenes en el mejor de los sentidos. Despuéscompré el disco, y te diría cuál es, pero lo cierto

es que no lo entenderías a no ser que estuvierasyendo en coche a tu primera fiesta de verdad, yfueras en el asiento del medio de una camionetacon dos buenas personas en el momento en elque empieza a llover.

Llegamos a la casa donde era la fiesta, yPatrick hizo su llamada secreta con los nudillos.Sería difícil describírtela sin hacer ruido. Seabrió una rendija en la puerta y un tío con elpelo encrespado nos miró.

—¿Patrick, alias Patty, alias Nada?—Bob.La puerta se abrió, y los viejos amigos se

abrazaron. Luego, Sam y Bob se abrazaron.Luego, Sam habló:

—Te presento a nuestro amigo, Charlie.Y no te lo vas a creer: ¡Bob me abrazó!

Mientras estábamos colgando nuestros abrigos,Sam me dijo que Bob estaba «más fumado queun jodido salmón ahumado». No he podidoevitar citarlo, aunque contenga un taco.

La fiesta era en el sótano de su casa. Lahabitación estaba bastante llena de humo, y loschicos eran mucho mayores. Había dos chicasenseñándose mutuamente sus tatuajes y los

piercings que llevaban en el ombligo. De últimocurso, creo.

Un tío llamado Fritz algo se estabaponiendo morado de bollos rellenos de nata. Lanovia de Fritz le estaba hablando de losderechos de las mujeres, y él no paraba de decir:

—Que sí, nena, que sí.Sam y Patrick empezaron a fumar

cigarrillos. Bob subió a la cocina cuando oyó eltimbre de la puerta. Cuando volvió, traía unalata de cerveza Milwaukee’s Best para cada unoy a dos nuevos invitados. Eran Maggie, quenecesitaba usar el baño, y Brad, el defensa delequipo de fútbol del instituto. ¡En serio!

No sé por qué me emocionó tanto, perosupongo que cuando ves a alguien por lospasillos o en el campo de fútbol, es agradablesaber que es una persona de verdad.

Todos fueron muy simpáticos conmigo y mepreguntaron un montón de cosas sobre mí. Creoque porque era el más joven y no querían queme sintiera fuera de lugar, especialmentedespués de decir que no tomaría cerveza. Unavez me tomé una cerveza con mi hermanocuando tenía doce años y no me gustó. Para mí

es así de sencillo.Algunas de las preguntas que me hicieron

eran en qué curso estaba y qué quería ser demayor.

—Estoy en mi primer año de instituto ytodavía no lo sé.

Miré a mi alrededor y vi que Sam y Patrickhabían salido con Brad. Fue entonces cuandoBob empezó a ofrecer comida.

—¿Te apetece un brownie?—Sí, gracias.De hecho, estaba bastante hambriento

porque normalmente Sam y Patrick me llevanal Big Boy después de los partidos de fútbol ysupongo que ya me había acostumbrado a ello.Me comí el brownie, y sabía un poco raro, peroaun así era un brownie, así que me gustó. Perono era un brownie normal. Como eres mayor,supongo que sabes qué tipo de brownie era.

Después de treinta minutos, la habitaciónempezó a desvanecerse a mi alrededor. Estuvehablando con una de las chicas del piercing enel ombligo, y me pareció como si ella estuvieraen una película. Empecé a parpadear unmontón y a mirar a todas partes, y la música

sonaba densa como el agua.Sam bajó y cuando me vio se volvió hacia

Bob.—Pero, ¿a ti qué diablos te pasa?—Venga, Sam. Le ha gustado. Pregúntale.—¿Cómo te encuentras, Charlie?—Ligero.—¿Lo ves? —la verdad es que Bob parecía

un poco nervioso. Después me dijeron que eraparanoia.

Sam se sentó junto a mí y me tomó lamano, lo que fue genial.

—¿Ves algo, Charlie?—Luz.—¿Te sientes bien?—Ajá.—¿Tienes sed?—Ajá.—¿Qué te gustaría beber?—Un batido.Y todos en la habitación, excepto Sam,

rompieron en carcajadas.—Está colocado.—¿Tienes hambre, Charlie?—Ajá.

—¿Qué te gustaría comer?—Un batido.No creo que se hubieran reído más alto ni

aunque lo que hubiera dicho fuera realmentegracioso. Entonces, Sam me agarró de la manoy me hizo ponerme de pie en el bamboleantesuelo.

—Venga. Te conseguiré un batido.Mientras salíamos, Sam se volvió hacia

Bob:—Sigo pensando que eres un gilipollas.Bob no hizo otra cosa que reírse. Y Sam

acabó al final por reírse también. Y yo mealegré de que todo el mundo estuviera tancontento como parecía.

Sam y yo subimos a la cocina y ellaencendió la luz. ¡Guau! Era tan brillante que nome lo podía creer. Era como cuando ves unapelícula en el cine de día y, cuando sales afuera,no puedes creer que haya todavía luz. Sam sacóun poco de helado y algo de leche y unabatidora. Le pregunté dónde estaba el baño yseñaló a la vuelta de la esquina casi como sifuera su casa. Creo que ella y Patrick habíanpasado mucho tiempo ahí cuando Bob estaba

todavía en el instituto.Cuando salí del baño, oí un ruido en la

habitación donde habíamos dejado nuestrosabrigos. Abrí la puerta y vi a Patrick besando aBrad. Una especie de beso robado. Me oyeronen la puerta y se giraron. Patrick hablóprimero.

—¿Eres tú, Charlie?—Sam me está haciendo un batido.—¿Quién es este? —Brad parecía nervioso

de verdad, no del mismo modo que Bob.—Es un amigo mío. Tranquilízate.Entonces Patrick me sacó de la habitación y

cerró la puerta. Puso sus manos sobre mishombros y me miró directamente a los ojos.

—Brad no quiere que nadie lo sepa.—¿Por qué?—Porque está asustado.—¿Por qué?—Porque es... espera... ¿estás colocado?—En el piso de abajo dijeron que lo estaba.

Sam me está haciendo un batido.Patrick intentó no reírse.—Escucha, Charlie. Brad no quiere que la

gente lo sepa. Me tienes que prometer que no se

lo dirás a nadie. Será nuestro pequeño secreto.¿Vale?

—Vale.—Gracias.Dicho esto, Patrick se giró y volvió a entrar

en la habitación. Oí voces amortiguadas, y Bradparecía enfadado, pero no me pareció que fuerade mi incumbencia, así que volví a la cocina.

Tengo que decir que fue el mejor batido queme he tomado en mi vida. Estaba tan deliciosoque casi me asustó.

Antes de que nos fuéramos de la fiesta,Sam me puso algunas de sus cancionesfavoritas. Una se llamaba Blackbird. La otraMLK. Ambas eran muy bonitas. He mencionadolos títulos porque seguían siendo buenascuando las escuché sobrio.

Antes de que nos fuéramos, ocurrió otracosa interesante en la fiesta. Patrick bajó alsótano. Supongo que Brad ya se había ido. YPatrick sonreía. Y Bob empezó a burlarse de éldiciendo que estaba colgado por el defensa. YPatrick sonrió más todavía. No creo que hayavisto nunca a Patrick sonreír tanto. Entonces,Patrick me señaló y le dijo algo a Bob.

—Es especial, ¿eh?Bob asintió con la cabeza. Patrick entonces

dijo algo que no creo que olvide nunca.—Es marginal.Y Bob asintió fuertemente con la cabeza. Y

la habitación entera asintió con la cabeza. Y yoempecé a ponerme nervioso de la misma formaque Bob, pero Patrick no me dejó ponermedemasiado nervioso. Se sentó a mi lado.

—Tú ves cosas. Te las callas. Y lascomprendes.

No sabía que los demás pensaran cosas demí. No sabía que ellos miraran. Estaba sentadoen el suelo de un sótano en mi primera fiesta deverdad entre Sam y Patrick, y recordé que Samme había presentado a Bob como su amigo. Yrecordé que Patrick había hecho lo mismo conBrad. Y empecé a llorar. Y nadie en esahabitación me miró raro por hacerlo. Y entoncesempecé a llorar de verdad.

Bob alzó su bebida y le pidió a todo elmundo que hiciera lo mismo.

—Por Charlie.Y el grupo entero dijo:—Por Charlie.

No sabía por qué hacían eso, pero fue muyespecial para mí que lo hicieran. Sobre todoSam. Sobre todo ella.

Te contaría más sobre el baile de antiguosalumnos, pero ahora que pienso en ello, elhaber desinflado las ruedas de Dave fue lamejor parte. Intenté bailar, como habíasugerido Bill, pero normalmente las cancionesque me gustan no se pueden bailar, así que nobailé demasiado. Sam estaba muy guapa con suvestido, pero yo estuve intentando no fijarmeporque estoy intentando no pensar en ella deesa manera.

Sí me fijé en que Brad y Patrick nohablaron ni una sola vez durante todo el baileporque Brad estaba bailando por otro lado conuna animadora llamada Nancy, que es sunovia. Y me fijé en que mi hermana estababailando con el chico que no debía, aunque unchico diferente la había recogido en casa.

Después del baile nos fuimos en lacamioneta de Sam. Patrick conducía esta vez.Cuando nos acercamos al túnel de Fort Pitt,Sam le pidió a Patrick que se saliera a lacuneta. Yo no sabía qué estaba pasando.

Entonces Sam se subió a la parte trasera de lacamioneta, sin llevar puesto nada más que suvestido de fiesta. Le dijo a Patrick quecondujera, y él sonrió. Supongo que no era laprimera vez que lo hacían.

En cualquier caso, Patrick empezó aconducir verdaderamente rápido y, justo antesde que llegáramos al túnel, Sam se levantó, y elviento convirtió su vestido en un océano de olas.Cuando entramos en el túnel, todo el sonidodesapareció en el vacío y lo sustituyó unacanción en el radiocasete. Una canción preciosallamada Landslide. Cuando salimos del túnel,Sam soltó un grito de pura diversión y allíestaba: el centro de la ciudad. Luces sobre losedificios y todo lo que hace que te asombres.Sam se sentó y empezó a reír. Patrick empezó areír. Yo empecé a reír.

Y, en ese momento, juro que éramosinfinitos.

Con mucho cariño,Charlie

Parte

2

7 de noviembre de 1991 Querido amigo: Era uno de esos días en los que no meimportaba ir al instituto porque hacía un tiempoprecioso. El cielo estaba encapotado de nubes yel aire parecía darme un baño caliente. No creoque me haya sentido nunca tan limpio. Cuandovolví a casa, tuve que cortar el césped paraganarme la paga y no me importó nada. Ibaescuchando música, y disfrutando el día, yrecordando cosas. Cosas como caminar por elbarrio y contemplar las casas y el césped y losárboles de colores y que eso me bastara.

No sé nada sobre el zen o las cosas que loschinos o los indios hacen porque forman partede su religión, pero una de las chicas de lafiesta, que llevaba un tatuaje y un piercing enel ombligo, se había hecho budista en julio.Apenas habla de otra cosa, salvo de lo caros queestán los cigarrillos. La he visto varias veces ala hora de comer, fumando entre Patrick y Sam.

Se llama Mary Elizabeth.Mary Elizabeth me contó que lo que tiene

el zen es que te conecta con todo el planeta.Eres parte de los árboles y la hierba y losperros. Cosas así. Hasta me explicó que sutatuaje simbolizaba eso, pero no puedo recordarde qué manera. Así que supongo que el zen esun día como este, en el que formas parte delaire y recuerdas cosas.

Recuerdo por ejemplo un juego al quesolían jugar los chicos. Hacía falta una pelotade fútbol americano o algo así, y una persona latenía, y todos los demás intentaban placarlo. Yentonces el siguiente que consiguiera la pelotatenía que correr con ella, y los demás chicosintentaban placarlo. Esto podía seguir durantehoras. Nunca he llegado a comprender elsentido de este juego, pero a mi hermano leencantaba. No le gustaba tanto correr con lapelota como placar a la gente. Los chicosllamaban al juego «aplastar al marica». Nuncame había parado a pensar en lo que significahasta ahora.

Patrick me contó la historia de Brad y él, yahora comprendo por qué Patrick no se enfadó

con Brad en la fiesta de antiguos alumnos porbailar con una chica. Cuando ambos estaban ensu tercer año de instituto, Patrick y Bradestuvieron juntos en una fiesta con los demáschicos populares. Al parecer, Patrick solía serpopular antes de que Sam empezara acomprarle buena música.

Patrick y Brad se emborracharon mucho enesa fiesta. De hecho, Patrick dijo que Bradfingía estar mucho más borracho de lo que enverdad estaba. Se habían sentado en el sótanocon una chica llamada Heather y, cuando ellasalió para ir al baño, Brad y Patrick sequedaron solos. Patrick dijo que fue a la vezincómodo y excitante para ambos.

—Estás en la clase del profesor Brosnahan,¿verdad?

—¿Has ido alguna vez a un espectáculoláser con música de Pink Floyd en el planetario?

—«Alcohol después de cerveza: tendrásdolor de cabeza».

Cuando se les acabó la conversación sobremenudencias, se quedaron mirándose el uno alotro. Y acabaron liándose allí mismo en elsótano. Patrick dijo que fue como si el peso del

mundo entero se les hubiera quitado a ambosde los hombros.

Pero el lunes en el instituto Brad no paróde repetir:

—Tío, estaba demasiado cocido. Norecuerdo nada.

Se lo dijo a todos los que estaban en lafiesta. Se lo dijo unas cuantas veces a la mismagente. Hasta se lo dijo a Patrick. Nadie habíavisto a Patrick y a Brad liándose pero, de todasformas, Brad siguió diciéndolo. Ese vierneshubo otra fiesta. Y esta vez, Patrick y Brad secolocaron con marihuana, aunque Patrick dijoque Brad fingía estar mucho más fumado de loque en verdad estaba. Y acabaron liándose denuevo. Y el lunes en el instituto Brad hizo lomismo.

—Tío, estaba demasiado cocido. Norecuerdo nada.

Esto siguió así durante siete meses.Llegaron al extremo en el que Brad ya

estaba fumado o borracho antes de las clases.No es que él y Patrick se enrollaran en elinstituto. Solo lo hacían los viernes, en lasfiestas, pero Patrick dijo que Brad no podía ni

siquiera mirarlo por el pasillo, y mucho menoshablar con él. Y fue duro, también, porque aPatrick le gustaba realmente Brad.

Cuando llegó el verano, Brad ya no teníaque preocuparse por las clases ni nada, así quesus excesos bebiendo y fumando aumentaronmucho. Hubo una gran fiesta en la casa dePatrick y Sam con mucha gente que no erapopular. Brad apareció, lo que causó bastanterevuelo porque él sí era popular, pero Patrickmantuvo en secreto la razón por la que Bradhabía ido a la fiesta. Cuando la mayoría de lagente se fue, Brad y Patrick entraron en lahabitación de Brad.

Aquella noche lo hicieron por primera vez.No quiero entrar en detalles sobre el tema

porque es bastante personal, pero solo diré queBrad asumió el papel de la chica desde el puntode vista de dónde pones las cosas. Creo que esbastante importante que te lo diga. Cuandoterminaron, Brad empezó a llorardesconsoladamente. Había estado bebiendo unmontón. Y estaba muy, muy fumado.

Dijera Patrick lo que dijera, Brad seguíallorando. Brad ni siquiera dejaba que Patrick lo

abrazara, lo que me parece bastante tristeporque si yo lo hiciera con alguien, querríaabrazarlo.

Al final, Patrick le subió los pantalones aBrad y le dijo:

—Finge que te has quedado dormido.Entonces, Patrick se vistió y dio un rodeo

por la casa para volver a la fiesta desde unadirección distinta de la de su cuarto. Él tambiénestaba bañado en lágrimas, y decidió que, sialguien le preguntaba, diría que tenía los ojosrojos de fumar maría. Finalmente se sobrepusoy entró en la sala principal de la fiesta. Hizocomo que estaba muy borracho. Fue hacia Sam.

—¿Has visto a Brad?Sam vio la expresión de los ojos de Patrick.

Entonces se dirigió a la gente de la fiesta:—Oíd, ¿alguien ha visto a Brad?Nadie en la fiesta lo había visto, así que

algunos fueron a buscarlo. Lo acabaronencontrando en la habitación de Patrick...dormido.

Al final, Patrick llamó a los padres de Bradporque estaba muy preocupado por él. No lesdijo por qué, solamente que Brad se había

puesto muy mal en su fiesta y necesitaba que lollevaran a casa. Los padres de Brad vinieron yel padre de Brad, junto con algunos de loschicos, incluyendo Patrick, llevaron a Brad alcoche.

Patrick no sabe si llegados a este puntoBrad estaba dormido de verdad o no, pero si nolo estaba, hizo una excelente interpretación. Lospadres de Brad lo mandaron a rehabilitaciónporque el padre de Brad no quería que perdierala oportunidad de que le dieran una becadeportiva de fútbol. Patrick no vio a Braddurante el resto del verano.

Los padres de Brad nunca descubrieron porqué su hijo estaba todo el tiempo fumado ybebido. Ni nadie más. Salvo la gente que losabía.

Cuando empezó el curso, Brad evitó muchoa Patrick. Nunca iba a las mismas fiestas que él,ni a nada, hasta hace poco más de un mes. Fuela noche en la que tiró piedras a la ventana dePatrick y le dijo que nadie podía saberlo, yPatrick lo entendió. Ahora solo se encontrabande noche en campos de golf y en fiestas como lade Bob donde la gente no habla de estas cosas y

las comprende.Le pregunté a Patrick si estaba triste por

tener que mantenerlo en secreto, y Patrick medijo que no lo estaba porque, por lo menosahora, Brad no tiene que emborracharse ofumar para hacer el amor.

Con mucho cariño,Charlie

8 de noviembre de 1991 Querido amigo: ¡Bill me ha puesto mi primer notable en la clasede Literatura Avanzada por mi redacción sobrePeter Pan! Si te soy sincero, no sé qué he hechoque no hiciera en los otros trabajos. Me ha dichoque mi manejo del lenguaje está mejorando, ytambién las estructuras de mis frases. Creo quees genial estar mejorando en estas cosas sindarme cuenta. Por cierto, Bill me ponesobresalientes en el boletín de notas y en las

cartas para mis padres. Las notas de estostrabajos quedan solo entre nosotros.

He decidido que tal vez quiera escribircuando sea mayor. Solo que no sé quéescribiría.

He pensado en escribir para revistas parapoder leer algún artículo que no diga cosascomo las que he mencionado antes. «Mientras selimpiaba la salsa de miel y mostaza de loslabios, me hablaba sobre su tercer marido y elpoder sanador de los cristales». Pero, ahora enserio, creo que sería un reportero terribleporque no puedo imaginarme sentado a la mesaenfrente de un político o una estrella de cine yhaciéndoles preguntas. Probablemente solo lespodría preguntar si me harían un autógrafopara mi madre o algo así. Probablemente meecharían por hacerlo. Así que he pensado enque puede que sea mejor escribir para unperiódico porque podría hacerle preguntas a lagente normal, aunque mi hermana dice que losperiódicos siempre mienten. No sé si es verdad,así que tendré que comprobarlo cuando mehaga mayor.

Empecé a trabajar para un fanzine llamado

Punk Rocky. Es una revista fotocopiada sobrepunk rock y The Rocky Horror Picture Show.No escribo en ella, pero echo una mano.

Mary Elizabeth se encarga de la revista ytambién de las representaciones locales delRocky Horror Picture Show. Mary Elizabeth esuna persona muy interesante porque tiene untatuaje que simboliza el budismo y un piercingen el ombligo y lleva un peinado provocativo,pero cuando está a cargo de algo, actúa como mipadre cuando vuelve a casa después de un «díamuy largo». Es de último curso, y dice que mihermana es una esnob y que va por ahíprovocando. Le dije que no volviera a decir algoasí de mi hermana nunca más.

De todas las cosas que he hecho este añohasta ahora, creo que lo que más me hagustado es ir a ver el Rocky Horror PictureShow. Patrick y Sam me llevaron al teatro paraverlo la noche de Halloween. Es muy divertido,con todos esos chicos disfrazados como la gentede la película, y representándola a la vezdelante de la pantalla. Además, el público gritacosas al escenario cuando recibe unas señalesespeciales. Probablemente ya lo sabías, pero he

pensado contártelo por si acaso.Patrick hace de Frank ’N Furter. Sam de

Janet. Es muy difícil ver la película porque Samse pasea en ropa interior cuando hace de Janet.Estoy intentando en serio no pensar en ella deesa manera, pero se me hace cada vez másdifícil.

Si te soy sincero, quiero a Sam. Aunque noes como un amor de película. Solo la miro aveces y me parece que es el ser más bonito ymás amable del mundo entero. Es también muyinteligente y divertida. Le escribí un poemadespués de verla en The Rocky Horror PictureShow, pero no se lo he enseñado porque me davergüenza. Te lo copiaría, pero creo que seríauna falta de respeto hacia Sam.

El caso es que ahora Sam está saliendo conun chico llamado Craig.

Craig es mayor que mi hermano. Creo quepuede tener incluso veintiuno, porque bebe vinotinto. Craig hace de Rocky en el espectáculo.Patrick dice que Craig está «más cachas que uncruasán». No sé de dónde saca Patrick susexpresiones.

Pero supongo que tiene razón, Craig está

como un cruasán. Es también una persona muycreativa. Está pagando él mismo sus clases parael Art Institute de aquí, haciendo de modelopara catálogos de JCPenney y cosas parecidas.Le gusta la fotografía, y he visto unas cuantasde sus fotos, y son muy buenas. Hay una deSam que es sencillamente bella. Sería imposibledescribir lo bonita que es, pero lo intentaré.

Si escuchas la canción Asleep, y piensas enesos días en los que hace un tiempo precioso quete hace recordar cosas, y en los ojos máspreciosos que has visto jamás, y lloras, y esapersona te devuelve el abrazo, entonces creoque te haces una idea de cómo es la fotografía.

Quiero que a Sam le deje de gustar Craig.Bueno, supongo que estarás pensando que

lo digo porque estoy celoso de él. No lo estoy. Enserio. Es solo que Craig no escucha de verdad aSam cuando le habla. No quiero decir que seaun mal tipo por no hacerlo. Es solo que siempreparece distraído.

Es como si le hiciera una fotografía a Sam yla fotografía fuera bonita. Y él pensara que larazón de que la fotografía sea bonita es suforma de hacerla. Si la hiciera yo, sabría que la

única razón de que sea bonita es Sam.Me parece mal cuando un chico mira a una

chica y cree que su forma de mirarla es mejorque la chica en sí misma. Y me parece malcuando la forma más sincera con la que unchico puede mirar a una chica es a través deuna cámara. Me duele bastante ver que Sam sesiente mejor consigo misma solo porque un chicomayor la ve de esa manera.

Le pregunté a mi hermana sobre el tema, ydijo que Sam tiene la autoestima baja. Tambiéndijo que Sam tenía mala fama cuando estaba ensu segundo año de instituto. Según mihermana, había sido la «reina de la mamada».Espero que sepas lo que significa, porque deverdad que yo no puedo pensar eso de Sam, niexplicártelo.

Estoy realmente enamorado de Sam, yduele un montón.

Le pregunté a mi hermana por el chico delbaile. No me habló del tema hasta que leprometí que no se lo contaría a nadie, nisiquiera a Bill. Así que se lo prometí. Dijo quehabía seguido viéndolo en secreto desde quepapá se lo prohibió. Dice que piensa en él

cuando no están juntos. Dice que van a casarsecuando ambos terminen la universidad y élacabe el doctorado en Derecho.

Me dijo que no me preocupara, porque no leha pegado desde aquella noche. Y también medijo que no me preocupara, porque no levolvería a pegar de nuevo. Aparte de eso, enrealidad no dijo nada más, aunque no paró dehablar.

Fue agradable sentarme con mi hermanaaquella noche, porque casi nunca quiere hablarconmigo. Me sorprendió que me contara tantascosas, pero supongo que como estámanteniéndolo todo en secreto, no se lo puededecir a nadie. Y supongo que se estabamuriendo de ganas de contarlo.

Pero por mucho que haya insistido en queno lo haga, sí me preocupo un montón por ella.Después de todo, es mi hermana.

Con mucho cariño,Charlie

12 de noviembre de 1991

Querido amigo: Me encantan los bollos de nata, y si digo esto esporque nos han pedido que pensemos enrazones para vivir. En la clase de Ciencias, elprofesor Z. nos habló de un experimento en elque elegían una rata o un ratón, y los poníanen un extremo de una jaula. Al otro lado de lajaula ponían un trocito de comida. Y la rata o elratón se acercaban a la comida y comían.Entonces, devolvían a la rata o al ratón alextremo original de la jaula y, esta vez, poníanelectricidad por el tramo de suelo que tendríanque recorrer para conseguir el trozo de comida.Hicieron esto durante un tiempo, y la rata o elratón dejaron de ir a buscar la comida al llegara cierta cantidad de voltaje. Luego, repitieron elexperimento, pero reemplazaron la comida conalgo que les daba a la rata o al ratón un placermuy intenso. No sé qué sería eso que le dabatan intenso placer, pero supongo que algún tipode sabor especial para ratas o ratones. Encualquier caso, lo que los científicos

descubrieron fue que la rata o el ratónaguantaban mucho más voltaje a cambio deplacer. Incluso más que por comida.

No sé qué significado tiene, pero loencuentro muy interesante.

Con mucho cariño,Charlie

15 de noviembre de 1991 Querido amigo: Están empezando a llegar el frío y las heladas.El agradable tiempo de otoño prácticamente hadesaparecido. Lo bueno es que se acercan lasvacaciones, que ahora me gustan todavía másporque mi hermano volverá pronto a casa.¡Quizá incluso en Acción de Gracias! Al menosespero que lo haga por mi madre.

Mi hermano lleva sin telefonear a casaunas cuantas semanas ya, y mi madre no hablamás que de sus notas y de si dormirá, y de lo

que comerá, y mi padre siempre dice lo mismo:—Eso no le va a hacer daño.Personalmente, me gusta pensar que mi

hermano está teniendo una experienciauniversitaria como las de las películas. No merefiero al tipo de películas sobre las grandesfiestas de las hermandades estudiantiles. Másbien a una película en la que el chico conoce auna chica inteligente que suele llevar suéter ybebe chocolate. Hablan de libros y de temasintelectuales y se besan bajo la lluvia. Creo quealgo así le vendría muy bien, sobre todo si lachica tuviera una belleza nada convencional.Esas son las mejores, me parece a mí.Personalmente encuentro raras a las«supermodelos». No sé por qué.

Mi hermano, por otro lado, tiene pósteres de«supermodelos» y coches y cerveza y cosas asíen las paredes de su dormitorio. Supongo quesu habitación en la residencia de estudiantesprobablemente también tenga ese aspecto,añadiéndole el suelo sucio. Mi hermano siempreha odiado hacer su cama, pero mantenía elarmario de la ropa muy ordenado. Quién lodiría.

El caso es que, cuando mi hermano llama acasa, no cuenta mucho. Habla un poco de susclases, pero principalmente del equipo de fútbol.Hay un montón de interés en el equipo porqueson muy buenos y tienen jugadores con muchopotencial. Mi hermano dijo que uno de los chicosprobablemente será millonario algún día, peroque es «más bruto que un arado». Supongo queeso es ser bastante bruto.

Mi hermano me contó una anécdota en laque estaba todo el equipo sentado en círculo enel vestuario, comentando lo que había quehacer para jugar al fútbol en la universidad. Alfinal acabaron hablando de la puntuación delas pruebas de Selectividad, que yo todavía nohe hecho.

Y un tipo dijo:—Yo he sacado un 4.Y mi hermano dijo:—¿En qué examen?Y el chico dijo:—¿Ehhh?Y el equipo entero se echó a reír.Siempre he querido estar en un equipo así.

No estoy muy seguro de por qué, pero siempre

me ha parecido que sería divertido tener «díasde gloria». Luego tendría historias que contar amis hijos y a los amigotes con los que jugara algolf. Supongo que podría hablar sobre PunkRocky y mis vueltas a casa caminando desde elinstituto y cosas así. Quizás estos sean mis díasde gloria y ni siquiera me esté dando cuentaporque no hay en ellos una pelota.

Yo solía hacer deporte cuando era máspequeño y, de hecho, era muy bueno, pero elproblema es que me provocaba demasiadaagresividad, así que los médicos le dijeron a mimadre que tendría que dejarlo.

Mi padre tuvo una vez días de gloria. Hevisto fotos de él cuando era joven. Era unhombre muy guapo. No sé expresarlo de otramanera. Era como son siempre las fotosantiguas. Las fotos antiguas parece que sonmuy toscas y juveniles, y la gente de las fotossiempre parece mucho más feliz que tú.

Mi madre está preciosa en las fotosantiguas. De hecho, está más guapa que nadie,salvando tal vez a Sam. A veces miro a mispadres ahora y me pregunto qué les habrápasado que los haya hecho ser tal y como son. Y

entonces me pregunto qué le pasará a mihermana cuando su novio termine el doctoradoen Derecho. Y cómo será la cara de mi hermanoen un cromo de fútbol, o cómo será si nuncaaparece en un cromo. Mi padre jugó al béisboluniversitario durante dos años, pero tuvo quedejarlo cuando mamá se quedó embarazada demi hermano. Fue entonces cuando él empezó atrabajar en la oficina. Sinceramente, no sé loque hace mi padre.

A veces nos cuenta una anécdota. Es unahistoria buenísima. Tiene que ver con elcampeonato estatal de béisbol de cuando él ibaal instituto. Estaban en la parte baja de lanovena entrada, y había un jugador en laprimera base. Hubo dos outs y el equipo de mipadre estaba perdiendo por una carrera. Mipadre era más joven que la mayoría del equipodel instituto, porque estaba solo en el segundoaño de instituto, y creo que el equipo pensabaque iba a echar a perder el partido. Teníamuchísima presión. Estaba nerviosísimo. Y muyasustado. Pero, después de unos cuantoslanzamientos, dijo que empezó a sentirse «en suelemento». Cuando el pitcher levantó el brazo y

lanzó la siguiente bola, sabía exactamenteadónde iba a ir. La golpeó más fuerte queninguna otra bola en toda su vida. E hizo unhome run, y su equipo ganó el campeonatoestatal. Lo mejor de esta historia es que, pormucho que mi padre la cuente, nunca cambia.Él no es de los que exageran.

A veces pienso en todo esto cuando estoyviendo un partido de fútbol con Patrick y Sam.Contemplo el campo y pienso en el chico queacaba de hacer el touchdown. Creo que estosson los días de gloria de ese chico, y que esemomento se convertirá en una historia algúndía, porque todos los que logran touchdowns yhome runs acabarán siendo los padres dealguien. Y cuando sus hijos miren su foto en elanuario escolar, pensarán que su padre eratosco y guapo, y que parecía mucho más felizque ellos.

Solo espero acordarme de decirles a mishijos que ellos son tan felices como yo parezcoen mis viejas fotografías. Y espero que mecrean.

Con mucho cariño,

Charlie

18 de noviembre de 1991 Querido amigo: Mi hermano llamó por fin ayer, y dijo que nopuede volver a casa en ningún momento de lasvacaciones de Acción de Gracias porque vaatrasado en los estudios a causa del fútbol. Mimadre estaba tan enfadada que me llevó acomprar ropa nueva.

Sé que te parecerá que lo que estoy a puntode escribir es una exageración, pero te prometoque no lo es. Desde que entramos en el cochehasta que volvimos a casa, mi madre,literalmente, no paró de hablar. Ni un solomomento. Ni siquiera cuando me metí en elprobador para probarme pantalones «de vestir».

Se quedó fuera y expresó en voz bien altasus preocupaciones. Las cosas que dijo se oyeronpor todas partes. Primero, que mi padre deberíahaber insistido en que mi hermano volviera a

casa aunque fuera solo una tarde. Después, quemi hermana haría bien en empezar a pensarmás en su futuro y enviar solicitudes auniversidades «de reserva», por si acaso en lasbuenas no la aceptan. Y luego empezó a decirque el gris me sentaba bien.

Entiendo la forma de pensar de mi madre.En serio.

Es como cuando éramos pequeños e íbamosal supermercado. Mis hermanos se peleaban porlas cosas por las que solían pelearse siempre, yyo iba sentado en la parte de abajo del carritode la compra. Y mi madre acababa tanenfadada que empujaba el carrito cada vez másrápido, y yo me sentía como si estuviera en unsubmarino.

Ayer ocurrió igual, salvo porque ahora voyen el asiento delantero.

Cuando vi a Sam y Patrick hoy en elinstituto, ambos coincidieron en que mi madretiene muy buen gusto con la ropa. Se lo conté ami madre cuando volví a casa y sonrió. Mepreguntó si quería invitar a Sam y Patrick acenar algún día después de las fiestas, porquemi madre con las fiestas ya se pone bastante

nerviosa. Llamé a Sam y a Patrick y dijeron quesí.

¡Estoy muy emocionado!La última vez que vino un amigo a cenar

fue Michael el año pasado. Tomamos tacos. Lomás genial de todo fue que Michael se quedó adormir. Acabamos durmiendo muy poco. Casitodo el rato estuvimos hablando de chicas ypelículas y música. La parte que recuerdo conmás claridad fue cuando paseamos por elvecindario de noche. Mis padres estabandormidos, igual que la gente del resto de lascasas. Michael miró por todas las ventanas.Estaba oscuro y silencioso.

Dijo:—¿Crees que son buena gente?Dije:—¿Los Anderson? Sí. Son mayores.—¿Y esos de allí?—Bueno, a la señora Lambert no le hace

gracia que entren en su jardín las pelotas debéisbol.

—¿Y aquellos de allí?—La señora Tanner ha estado en casa de

su madre durante tres meses. El señor Tanner

pasa los fines de semana sentado en el porchede atrás escuchando partidos de béisbol. Laverdad es que no sé si son buena gente o noporque no tienen niños.

—¿Está enferma?—¿Quién?—La madre de la señora Tanner.—No creo. Mi madre lo sabría, y no ha

dicho nada.Michael asintió.—Se están divorciando.—¿Tú crees?—Ajá.Seguimos andando. A Michael a veces le

daba por caminar en silencio. Supongo quedebería mencionar que mi madre había oídoque los padres de Michael ahora estándivorciados. Dijo que solo el setenta por cientode los matrimonios permanecen juntos cuandopierden un hijo. Creo que lo ha leído en unarevista en alguna parte.

Con mucho cariño,Charlie

23 de noviembre de 1991 Querido amigo: ¿Te gustan los días de fiesta con tu familia? Nome refiero solo a tus padres, sino a tus tíos yprimos. A mí, personalmente, sí. Por muchasrazones.

Primero, estoy muy interesado y fascinadopor cómo se quieren los unos a los otros, pero enrealidad a ninguno le gustan los demás.Segundo, las peleas siempre son iguales.

Normalmente empiezan cuando el padre demi madre (mi abuelo) se acaba la tercera copa.Es entonces cuando se le suelta la lengua.Normalmente mi abuelo solo se queja de losnegros que se mudan a su antiguo barrio, yentonces mi hermana se enfada con él, y miabuelo le dice que ella no sabe de lo que hablaporque vive en las afueras. Y entonces se quejade que nadie lo visita en la residencia. Y al finalempieza a hablar de todos los secretos

familiares, como cuando el primo tal le hizo un«bombo» a aquella camarera del Big Boy.Probablemente debería mencionar que miabuelo no oye muy bien, así que dice todas estascosas en voz muy alta.

Mi hermana intenta discutir con él, peronunca gana. No cabe duda de que mi abuelo esmás cabezota que ella. Mi madre normalmenteayuda a su tía a preparar la comida, que miabuelo siempre dice que está «demasiado seca»incluso aunque sea sopa. Y entonces la tía de mimadre se echa a llorar y se encierra en el cuartode baño.

Hay solo un baño en la casa de mi tíaabuela, así que esto se convierte en unproblema cuando la cerveza empieza a hacerefecto sobre mis primos. Se quedan de pie en lapuerta, retorcidos sobre la vejiga, y llamandurante algunos minutos hasta que casiconvencen a mi tía abuela de que salga, peroentonces mi abuelo la insulta y el ciclo empiezaotra vez. Con la excepción de una fiesta en laque mi abuelo se quedó grogui justo después decenar, mis primos siempre tienen que ir al bañoafuera en los arbustos. Si miras por las

ventanas como yo, puedes verlos, y parece comosi estuvieran en una de sus excursiones decaza. Siento muchísima lástima por mis primasy mis otras tías abuelas, porque no tienen laopción de los arbustos, y menos cuando hacefrío.

Debería mencionar que mi padre engeneral se limita a sentarse en silencio absolutoy beber. Mi padre no es un gran bebedor, paranada, pero cuando tiene que pasar tiempo conla familia de mi madre se pone «ciego», comodice mi primo Tommy. En el fondo, creo que mipadre preferiría pasar las fiestas con su familiaen Ohio. De esa forma no tendría que estarcerca de mi abuelo. No le gusta demasiado miabuelo, pero no dice nada sobre el tema. Nisiquiera al volver a casa. Simplemente no creeque le corresponda hablar de ello.

Conforme va llegando el final de la noche,mi abuelo suele estar demasiado borracho parahacer nada. Mi padre y mi hermano y misprimos lo llevan al coche de la persona que estémenos enfadada con él. Siempre ha sido mitrabajo abrirles las puertas durante el camino.Mi abuelo está muy gordo.

Me acuerdo de que hubo una época en laque mi hermano llevaba en coche a mi abuelohasta la residencia, y yo los acompañaba. Mihermano siempre ha comprendido a mi abuelo.Rara vez se enfada con él a no ser que miabuelo diga algo malo sobre mi madre o mihermana, o monte un numerito. Me acuerdo deque nevaba mucho y todo estaba muysilencioso. Casi apacible. Y mi abuelo se calmó yempezó una conversación totalmente distinta.

Nos contó que cuando tenía dieciséis añostuvo que dejar el colegio porque su padre murióy alguien tenía que mantener a la familia. Noshabló de la época en la que tenía que ir a lafábrica tres veces al día para ver si había algúntrabajo para él. Y nos habló del frío que hacía.Y del hambre que pasaba porque siempre seaseguraba de que su familia comiera antes queél. Cosas que nunca entenderemos porquesomos muy afortunados. Entonces, nos habló desus hijas, mi madre y la tía Helen:

—Sé lo que tu madre piensa de mí. Y Helentambién. Hubo una época... fui a la fábrica... nohabía trabajo... ninguno... Volví a casa a las dosde la mañana... bien cabreado... tu abuela me

enseñó sus boletines de notas... Habían sacadosolo un suficiente... y eran chicas listas. Así quefui a su habitación y les di una buena palizapara que entraran en vereda... y cuandoterminé y estaban llorando, levanté susboletines y dije... «Es la última vez que pasaesto». Ella todavía habla de aquello... vuestramadre... pero ¿sabéis una cosa?... aquella fue laúltima vez... fueron a la universidad... las dos.Me hubiera gustado haber podido enviarlasyo... Siempre quise hacerlo... Espero que Helenlo entendiera. Creo que vuestra madre lo hizo...en el fondo... es una buena mujer... deberíaisestar orgullosos de ella.

Cuando se lo contamos a mi madre se pusotriste porque él nunca le había dicho esas cosas.Jamás. Ni siquiera cuando la llevó al altar.

Pero este día de Acción de Gracias ha sidodiferente. Mi hermano había jugado un partidode fútbol, que trajimos en un vídeo para que lovieran todos mis familiares. La familia enteraestaba reunida delante de la tele, incluso mistías abuelas, que nunca ven el fútbol. Jamásolvidaré la expresión en sus caras cuando mihermano salió al campo. Fue una mezcla de

todo. Uno de mis primos trabaja en unagasolinera. Y otro primo ha estado dos años sintrabajar desde que tuvo un accidente en lamano. Y mi otro primo ha estado queriendovolver a la universidad durante siete años. Y mipadre dijo una vez que tenían envidia de mihermano porque había tenido una oportunidaden la vida y la estaba aprovechando.

Pero en el instante en el que mi hermanosalió al campo, aquello quedó olvidado y todosse enorgullecieron. Hubo un momento en quemi hermano hizo una jugada buenísima en eltercer down y todos lo aplaudimos aunquealgunos de nosotros ya habíamos visto elpartido. Levanté la mirada hacia mi padre, yestaba sonriendo. Miré a mi madre, y sonreía,aunque estaba nerviosa por si mi hermano sehacía daño, cosa rara porque era una grabaciónde un partido antiguo y sabía que no se habíahecho daño. Mis tías abuelas y mis primos y sushijos y todo el mundo sonreía también. Hastami hermana. Solo había dos personas que nosonreían. Mi abuelo y yo.

Mi abuelo estaba llorando con esa especiede llanto que es callado y secreto. Esa especie de

llanto que solo yo percibí. Pensé en él yendo a lahabitación de mi madre cuando era pequeña ydándole una paliza y levantando su boletín denotas y diciendo que era la última vez quetraían malos resultados. Y ahora creo que quizáse refiriera a mi hermano mayor. O a mihermana. O a mí. Que quería asegurarse deque él había sido el último que trabajaría enuna fábrica.

No sé si es bueno o malo. No sé si es mejorque tus hijos sean felices y no vayan a launiversidad. No sé si es mejor tener una buenarelación con tu hija o asegurarte de que tengauna vida mejor que la tuya. La verdad es queno lo sé. Me quedé en silencio y lo contemplé.

Cuando el partido acabó y terminamos decenar, todos dijeron las razones por las quedaban gracias. Muchas tuvieron que ver con mihermano o con la familia o con los hijos o conDios. Y todos lo decían en serio, pasara lo quepasara al día siguiente. Cuando llegó mi turnopensé en ello un montón porque era la primeravez que me sentaba en la mesa grande contodos los mayores, ya que mi hermano noestaba ahí para tomar su sitio.

—Doy gracias porque mi hermano hayajugado al fútbol en la televisión y porque hoyno ha habido peleas.

La mayoría de la gente en la mesa parecióincomodarse. Algunos incluso enfadarse.

Mi padre puso cara de saber que yo teníarazón, pero no quiso decir nada porque no erasu familia. Mi madre se puso nerviosa por loque iba a hacer su padre. Solo una persona enla mesa dijo algo. Fue mi tía abuela, la quenormalmente se encierra en el baño.

—Amén.Y, de alguna manera, aquello lo arregló

todo.Cuando nos preparábamos para irnos, me

acerqué a mi abuelo y le di un abrazo y un besoen la mejilla. Se limpió la huella de mis labioscon la palma de la mano y me fulminó con lamirada. No le gusta que los chicos de la familialo toquen. Pero a pesar de todo, me alegromucho de haberlo hecho, por si acaso se muere.Nunca di ese paso con mi tía Helen.

Con mucho cariño,Charlie

7 de diciembre de 1991 Querido amigo: ¿Has oído hablar alguna vez del «AmigoInvisible»? Es un juego en el que un grupo deamigos saca nombres de un sombrero y tieneque comprar un montón de regalos de Navidadpara la persona que le ha tocado. Se colocan«secretamente» los regalos en la taquilla de lapersona cuando esta no está. Después, al final,hay una fiesta, y todo el mundo revela quién esmientras da sus últimos regalos.

Sam empezó a hacer esto con su grupo deamigos hace tres años. Ahora es una especie detradición. Y en teoría, la fiesta que hay al finales siempre la mejor del año. Es la noche despuésde nuestro último día de clase antes de lasvacaciones de Navidad.

No sé a quién le he tocado yo. A mí me hatocado Patrick.

Me alegro mucho de que me tocara Patrick,

aunque hubiera preferido a Sam. Llevo variassemanas sin ver a Patrick, salvo en clase dePretecnología, porque ha estado pasando casitodo el tiempo con Brad, así que pensar en susregalos es una buena forma de pensar en él.

El primer regalo va a ser una cinta devarios. Sé que tiene que serlo. Ya tengo lascanciones escogidas y un tema. Se llama «Uninvierno». Pero he decidido no colorear a manola carátula. La primera cara tiene un montónde canciones de Village People y Blondie porquea Patrick le gusta mucho ese tipo de música.También tiene Smells Like Teen Spirit deNirvana, que Sam y Patrick adoran. Pero lasegunda cara es la que más me gusta. Tienecanciones que tratan más o menos sobre elinvierno.

Aquí van:

Asleep de The Smiths.Vapour Trail de Ride.Scarborough Fair de Simon & Garfunkel.A Whiter Shade of Pale de Procol Harum.Time of No Reply de Nick Drake.Dear Prudence de los Beatles.

Gypsy de Suzanne Vega.Nights in White Satin de The Moody Blues.Daydream de Smashing Pumpkins.Dusk de Genesis (¡antes incluso de que Phil

Collins estuviera en la banda!).MLK de U2.Blackbird de los Beatles.Landslide de Fleetwood Mac.

Y al final...

Asleep de The Smiths (¡otra vez!)

He pasado toda la noche trabajando en

ella, y espero que a Patrick le guste tanto comoa mí. Sobre todo la segunda cara. Espero quesea el tipo de segunda cara que pueda escucharcada vez que conduzca solo y que lo reconfortecuando esté triste. Espero que pueda ser algoasí para él.

Sentí algo increíble cuando por fin tuve lacinta en la mano. Pensé para mí que en lapalma de la mano tenía una cinta llena derecuerdos y sentimientos y grandes alegrías ytristezas. Ahí, en la palma de mi mano. Y penséen cuánta gente ha amado esas canciones. Y

cuánta gente lo ha pasado muy mal por culpade esas canciones. Y cuánta gente lo ha pasadomuy bien con ellas. Y cuánto significan deverdad esas canciones. Creo que sería genialhaber escrito alguna. Apuesto a que si yohubiera escrito una de ellas estaría muyorgulloso. Espero que la gente que las hayaescrito esté contenta. Espero que se sientasatisfecha. De verdad que lo espero, porque mehan hecho muy feliz. Y solo soy una persona.

Me muero de ganas de tener el permiso deconducir.

A propósito, no te he hablado de Bill desdehace tiempo. Pero supongo que no hay muchoque contar, porque sigue dándome libros que noles da a otros estudiantes, y yo sigo leyéndolos,y él me sigue pidiendo que escriba redacciones,y yo las hago. Durante el último mes o así, heleído El Gran Gatsby y Una paz solo nuestra.Estoy empezando a reconocer un patrón en eltipo de libros que Bill me da para leer. E igualque la cinta de canciones, es increíble sostenercada uno de ellos en la palma de la mano. Todosson mis favoritos. Todos.

Con mucho cariño,Charlie

11 de diciembre de 1991 Querido amigo: ¡A Patrick le ha encantado la cinta! Aunquecreo que ha descubierto que soy su AmigoInvisible, porque creo que sabe que solo yoharía una cinta así. También sabe cómo es miletra. No sé por qué no caigo en estas cosashasta que es demasiado tarde. Tendría quehaberla reservado para el último regalo.

A propósito, he pensado en mi segundoregalo para Patrick. Es poesía magnética. ¿Hasoído hablar de ello? Por si acaso no, te loexplicaré. Un chico o una chica ponen unmontón de palabras en una hoja de papelmagnético y corta las palabras en piezasseparadas. Después las pones en tu nevera yescribes poemas mientras te haces un bocadillo.Es muy divertido.

El regalo de mi Amigo Invisible no ha sidonada especial. Me ha entristecido. Apostaríacualquier cosa a que Mary Elizabeth es miAmigo Invisible, porque solo ella me regalaríacalcetines.

Con mucho cariño,Charlie

19 de diciembre de 1991 Querido amigo: Desde mi última carta he recibido pantalones«de vestir» de segunda mano. También herecibido una corbata, una camisa blanca,zapatos y un cinturón viejo. Supongo que miúltimo regalo en la fiesta será una chaqueta,porque es lo único que falta. Me han dichomediante una nota escrita a máquina que llevetodos los regalos puestos a la fiesta. Espero quehaya algo detrás de esto.

Lo bueno es que a Patrick le gustaron

mucho todos mis regalos. El regalo número tresfue un estuche de acuarelas y papel. Me parecióque podría gustarle tenerlas, incluso si no lasutiliza. El regalo número cuatro ha sido unaarmónica y un libro sobre cómo tocarla.Probablemente parezca el mismo regalo que lasacuarelas, pero es que pienso que todo el mundodebería tener acuarelas, poesía magnética yuna armónica.

Mi último regalo antes de la fiesta es unlibro llamado El alcalde de la calle Castro. Essobre un hombre llamado Harvey Milk, que fueun líder gay en San Francisco. Fui a labiblioteca cuando Patrick me dijo que era gay, einvestigué un poco porque sinceramente nosabía demasiado del tema. Encontré un artículoacerca de un documental sobre Harvey Milk. Y,como no pude encontrar el documental, busquésu nombre y encontré este libro.

No lo he leído, pero por su descripciónparece muy bueno. Espero que a Patrick le digaalgo. Me muero de ganas de que llegue la fiestapara poder darle a Patrick mi regalo. Por cierto,he hecho ya los exámenes finales del semestre yhe estado muy ocupado, y te lo habría contado

todo sobre el tema, pero es que no parece taninteresante como las cosas que tienen que vercon las fiestas.

Con mucho cariño,Charlie

21 de diciembre de 1991 Querido amigo: Guau. Guau. Puedo contártelo con pelos yseñales si quieres. Estábamos todos sentados enla casa de Sam y Patrick, que nunca había vistoantes. Es una casa elegante. Muy limpia. Yestábamos dándonos los últimos regalos. Lasluces de fuera estaban encendidas, y nevaba, yparecía mágico. Como si estuviéramos en otrolugar. Como si estuviéramos en un lugar mejor.

Era la primera vez que veía a los padres deSam y Patrick. Son muy agradables. La madrede Sam es muy guapa y cuenta unos chistesbuenísimos. Sam dijo que antes había sido

actriz, cuando era más joven. El padre dePatrick es muy alto y da buenos apretones demano. También es muy buen cocinero. Muchospadres te hacen sentir incomodísimo cuando losconoces. Pero los de Sam y Patrick no. Fueronmuy simpáticos durante toda la cena y, cuandoacabó, se fueron para que pudiéramos tenernuestra fiesta. Ni siquiera se pasaron aecharnos un ojo ni nada. Ni una sola vez.Simplemente nos dejaron creer que era nuestracasa. Así que decidimos tener la fiesta en la sala«de juegos», que no tiene juegos, sino una granalfombra.

Cuando revelé que yo era el AmigoInvisible de Patrick, todos se rieron porque ya losabían, y Patrick hizo una gran actuaciónfingiendo sorpresa, que fue algo muy bonito porsu parte. Después, todos preguntaron qué erami último regalo, y les dije que era un poemaque había leído hacía tiempo. Era un poemaque Michael había copiado para mí. Y lo heleído mil veces desde entonces porque no séquién lo ha escrito. No sé si alguna vez formóparte de un libro o si lo dieron en alguna clase.Y no sé qué edad tenía esa persona. Pero sé que

quiero conocerlo o conocerla. Quiero saber queesa persona está bien.

Así que todos me pidieron que me levantaray leyera el poema. Y no me corté porqueestábamos intentando comportarnos comoadultos y bebíamos brandy. Y yo estabaagitado. Todavía estoy algo agitado, pero tengoque contártelo ya. Entonces, me levanté y, justoantes de leer el poema, les pedí a todos que sisabían quién lo había escrito que por favor melo dijeran.

Cuando acabé de leer el poema, todo elmundo se quedó en silencio. Un silencio muytriste. Pero lo increíble fue que no era unatristeza mala, para nada. Solo algo que hizoque todos miraran a los demás a su alrededor ysupieran que estaban allí. Sam y Patrick memiraron a mí. Y yo los miré a ellos. Y creo queellos comprendían. Nada en concreto, enrealidad. Simplemente, comprendían. Y creoque es todo lo que puedes llegar a pedirle a unamigo.

Entonces fue cuando Patrick puso lasegunda cara de la cinta que hice para él y lessirvió a todos otra copa de brandy. Supongo que

parecíamos un poco tontos bebiéndolo, pero nonos sentíamos tontos. Eso os lo puedo asegurar.

Mientras sonaban las canciones, MaryElizabeth se levantó. Pero no llevaba unachaqueta en la mano. Resultó que no era paranada mi Amigo Invisible. Era el Amigo Invisiblede la otra chica con tatuaje y piercing en elombligo, cuyo nombre verdadero es Alice. Leregaló un esmalte de uñas negro al que Alice yale había echado el ojo. Y Alice se lo agradeciómucho. Yo me quedé allí, mirando por lahabitación. Buscando la chaqueta. Sin saberquién podía tenerla.

La siguiente en levantarse fue Sam, y ledio a Bob una pipa de marihuana hecha amano por los indios americanos que parecíabastante oportuna.

Hubo más regalos de la gente. Y hubo másabrazos. Y por fin, llegó el final. No quedabanadie excepto Patrick. Y se levantó y se fueandando a la cocina.

—¿Alguien quiere más patatas fritas?Todos querían. Y salió con tres tubos de

Pringles y una chaqueta. Y se acercó a mí. Ydijo que todos los grandes escritores solían ir

siempre con traje.Así que me puse la chaqueta, aunque no

sentía que realmente lo mereciera, ya que loúnico que escribo son redacciones para Bill, perofue un regalo precioso, y todos aplaudieronigualmente. Sam y Patrick estuvieron deacuerdo en que estaba guapo. Mary Elizabethsonrió. Yo creo que ha sido la primera vez en mivida que me he visto «bien». ¿Sabes a lo que merefiero? Esa sensación agradable que sientescuando miras en el espejo y tienes el pelo bienpor primera vez en tu vida... No creo quedebiéramos darle tanta importancia al peso, alos músculos y al día que tenemos el pelo bien,pero cuando ocurre, es agradable. Y tanto quelo es.

El resto de la noche fue muy especial. Yaque un montón de gente se iba con sus familiasa lugares como Florida e Indiana, todosintercambiamos regalos con aquellos para losque no éramos Amigos Invisibles.

Bob le dio a Patrick tres gramos y medio demarihuana con una postal navideña. Incluso laenvolvió en papel de regalo. Mary Elizabeth leregaló a Sam unos pendientes. Alice igual. Y

Sam también les regaló pendientes a ellas. Creoque es algo muy de chicas. Tengo que reconocerque me dio un poco de pena porque aparte deSam y Patrick nadie me hizo ningún regalo.Supongo que no somos muy íntimos, así que eslógico. Pero, aun así, me dio un poco de pena.

Y, entonces, llegó mi turno. Le regalé a Bobun tubito de plástico para hacer pompas dejabón porque me parecía que encajaba con supersonalidad. Supongo que acerté.

—Es total —fue lo único que dijo.Se pasó el resto de la noche soplando

pompas hacia el techo.La siguiente fue Alice. Le regalé un libro de

Anne Rice porque siempre está hablando deella. Y me miró como si no pudiese creer que yosupiera que le encantaba Anne Rice. Supongoque no era consciente de cuánto habla o decuánto escucho yo. Pero me lo agradecióigualmente. Después vino Mary Elizabeth. Ledi cuarenta dólares dentro de una tarjeta. Latarjeta decía algo muy sencillo: «Para gastarlosen imprimir a color Punk Rocky la próximavez».

Y se quedó mirándome con cara rara.

Entonces, todos empezaron a mirarme con cararara salvo Sam y Patrick. Creo que empezarona sentirse mal por no haberme regalado nada.Pero no me parece que debieran hacerlo, porqueno creo que ese sea el sentido, verdaderamente.Mary Elizabeth se limitó a sonreír, y dijo«gracias», y después apartó los ojos de los míos.

Por último llegó Sam. Había estadopensando en su regalo durante mucho tiempo.Creo que pensé en su regalo la primera vez quela miré de verdad. No cuando la conocí o lamiré, sino la primera vez que la miréverdaderamente, no sé si me entiendes. Loacompañaba una tarjeta.

Dentro de la tarjeta le decía a Sam que elregalo que le hacía me lo había dado mi tíaHelen. Era un viejo disco de 45 rpm que teníala canción Something de los Beatles. Solíaescucharla todo el rato cuando era pequeño ypensaba en las cosas de los mayores. Me iba a laventana de mi dormitorio y contemplabafijamente mi reflejo en el cristal y los árbolesdetrás de él y escuchaba la canción durantehoras. Decidí entonces que cuando conociera auna persona que me pareciera tan bonita como

la canción se la regalaría. Y no me refería abonita en el exterior. Me refería a bonita entodos los sentidos. Por eso se la daba a Sam.

Sam me miró emocionada. Y me abrazó. Yyo cerré los ojos porque no quería sentir nadaque no fueran sus brazos. Y ella me besó en lamejilla y susurró para que nadie pudiera oírlo:

—Te quiero.Sabía que lo decía como amiga, pero no me

importó porque era la tercera vez desde que mitía Helen había muerto que se lo oía a alguien.Las otras dos veces había sido mi madre.

Después de aquello no podía creer que Samrealmente tuviera un regalo para mí, porque deverdad que aquel «te quiero» me lo pareció. Perosí que tenía un regalo para mí. Y por primeravez, algo así de bueno me hizo sonreír y nollorar. Supongo que Sam y Patrick fueron a lamisma tienda de segunda mano, porque susregalos iban juntos. Me llevó a su habitación yme puso delante de su tocador, que estabacubierto por una funda de almohada de coloresalegres. Levantó la funda y ahí estaba yo, depie con mi traje de segunda mano, mirando unamáquina de escribir antigua con una cinta de

tinta nueva. Dentro de la máquina había unahoja blanca de papel.

En esa hoja blanca de papel, Sam tecleó:«Escribe sobre mí alguna vez». Y yo respondí,de pie allí mismo, en su habitación. Escribísimplemente: «Lo haré».

Y me alegré de que esas fueran las dosprimeras palabras que había escrito en lanueva máquina de escribir antigua que mehabía regalado Sam. Nos sentamos allí ensilencio durante un momento y ella sonrió. Y yovolví a la máquina de escribir y escribí algo:

—Yo también te quiero.Y Sam miró el papel, y me miró a mí.—Charlie... ¿has besado alguna vez a una

chica?Sacudí la cabeza negativamente. Todo

estaba en silencio.—¿Ni siquiera cuando eras pequeño?Volví a negar con la cabeza. Y ella puso

una cara muy triste.Me contó la primera vez que la besaron. Me

dijo que fue uno de los amigos de su padre. Ellatenía siete años. Y no le había hablado a nadiedel tema salvo a Mary Elizabeth y después a

Patrick, hacía un año. Y empezó a llorar. Y dijoalgo que no olvidaré. Nunca.

—Sé que sabes que me gusta Craig. Y séque te dije que no pensaras en mí de esamanera. Y sé que no podemos estar juntos. Peroquiero olvidar todo eso durante un minuto.¿Vale?

—Vale.—Quiero asegurarme de que la primera

persona que besas te quiere. ¿Vale?—Vale.Entonces se echó a llorar con más fuerza. Y

yo también, porque cuando oigo cosas así nopuedo evitarlo.

—Solo quiero estar segura de eso. ¿Vale?—Vale.Y me besó. Fue el tipo de beso del que

nunca podría hablar en voz alta a mis amigos.Fue el tipo de beso que me hizo saber quenunca había sido tan feliz en toda mi vida.

Una vez en una hoja amarilla de papel conrayas verdes

escribió un poemaY lo llamó «Chops»

porque así se llamaba su perroY de eso trataba todoY su profesor le puso un sobresalientey una estrella doradaY su madre lo colgó en la puerta de la

cocinay se lo leyó a sus tíasEse fue el año en el que el Padre Tracyllevó a todos los niños al zooY les dejó cantar en el autobúsY su hermana pequeña naciócon las uñas de los pies diminutas y sin

peloY su madre y su padre se besaban muchoY la niña de la vuelta de la esquina le

envió unatarjeta de San Valentín firmada con una

fila de Xy él tuvo que preguntarle a su padre qué

significaban las XY su padre siempre lo arropaba en la cama

por la nocheY siempre estaba ahí para hacerlo

Una vez en una hoja blanca de papel con

rayas azulesescribió un poemaY lo llamó «Otoño»porque así se llamaba la estaciónY de eso trataba todoY su profesor le puso un sobresalientey le pidió que escribiera con más claridadY su madre nunca lo colgó en la puerta de

la cocinaporque estaba recién pintadaY los niños le dijeronque el Padre Tracy fumaba purosY dejaba colillas en los bancos de la iglesiaY a veces las quemaduras hacían agujerosEse fue el año en que a su hermana le

pusieron gafascon cristales gruesos y montura negraY la niña de la vuelta de la esquina se riocuando él le pidió que fuera a ver a Papá

NoelY los niños le dijeron por quésu madre y su padre se besaban muchoY su padre nunca lo arropaba en la cama

por la nocheY su padre se enfadó

cuando se lo pidió llorando

Una vez en un papel arrancado de sucuaderno

escribió un poemaY lo llamó «Inocencia: una duda»porque esa duda tenía sobre su chicaY de eso trataba todoY su profesor le puso un sobresalientey lo miró fijamente de forma extrañaY su madre nunca lo colgó en la puerta de

la cocinaporque él nunca se lo enseñóEse fue el año en el que murió el Padre

TracyY olvidó cómoera el final del credoY sorprendió a su hermanaenrollándose con uno en el porche traseroY su madre y su padre nunca se besabanni siquiera se hablabanY la chica de la vuelta de la esquinallevaba demasiado maquillajeQue le hacía toser cuando la besabapero la besaba de todas formas

porque tenía que hacerloY a las tres de la madrugada se metió él

mismo en la camamientras su padre roncaba profundamente

Por eso en el dorso de una bolsa de papel

marrónintentó escribir otro poemaY lo llamó «Absolutamente nada»Porque de eso trataba todo en realidadY se dio a sí mismo un sobresalientey un corte en cada una de sus malditas

muñecasY lo colgó en la puerta del bañoporque esta vez no creyóque pudiera llegar a la cocina.

Ese fue el poema que leí para Patrick.

Nadie sabía quién lo había escrito, pero Bob dijoque lo había oído antes, y había oído que era lanota de suicidio de un chico. Espero que no lofuera, porque entonces no sé si me gusta elfinal.

Con mucho cariño,Charlie

23 de diciembre de 1991 Querido amigo: Sam y Patrick se fueron ayer con su familia alGran Cañón. No me siento demasiado mal alrespecto porque todavía puedo recordar el besode Sam. Me da paz y me hace sentir bien.Incluso me planteé no lavarme los labios, comohacen en televisión, pero después pensé quepodría ser demasiado asqueroso. Así que hepasado todo el día de hoy paseando por elbarrio. Incluso saqué mi viejo trineo y mi viejabufanda. Hay algo acogedor en ello.

Llegué a la colina donde solíamos ir con eltrineo. Había un montón de niños pequeños.Contemplé cómo se deslizaban a toda velocidad.Dando saltos y haciendo carreras. Y pensé quetodos aquellos niños pequeños iban a creceralgún día. Y todos aquellos niños pequeños ibana hacer lo que nosotros hacemos. Y todosbesarán a alguien algún día. Pero, por ahora,

con el trineo tienen suficiente. Creo que seríagenial si montar en trineo fuera siempresuficiente, aunque no lo es.

Me alegro mucho de que las Navidades ymi cumpleaños estén al llegar porque esosignifica que Sam y Patrick volverán pronto,porque ya empiezo a sentir que me estoy yendoa ese lugar oscuro donde solía ir. Después deque mi tía Helen nos dejara, fui a ese lugar. Sepuso todo tan negro que mi madre tuvo quellevarme a un médico y repetí curso. Pero ahoraestoy intentando no pensar en ello demasiadoporque lo empeora todo.

Es como cuando te miras en el espejo ydices tu nombre. Y llega un momento en el quenada parece real. Bueno, a veces puedo hacerlo,pero no me hace falta pasar una hora delantede un espejo. Ocurre muy rápido, y las cosasempiezan a desvanecerse. Y abro los ojos y noveo nada. Y entonces se me acelera larespiración intentando ver algo, pero no loconsigo. Esto no ocurre todo el rato, pero cuandopasa, me asusta.

Casi me ha pasado esta mañana, peropensé en el beso de Sam y la sensación

desapareció.Probablemente no debería escribir

demasiado sobre el tema porque lo reaviva todo.Me hace pensar demasiado. Y estoy intentandoimplicarme. Solo que es duro porque Sam yPatrick están en el Gran Cañón.

Mañana voy a ir con mi madre a comprarregalos para todos. Y después celebraremos micumpleaños. Nací el 24 de diciembre. No sé sialguna vez te lo he dicho. Es un día raro paraun cumpleaños porque está demasiado cerca deNavidad. Después de eso, celebraremos laNavidad con la familia de mi padre, y mihermano volverá a casa una temporada.Entonces iré a hacer el examen de conducir, asíque estaré ocupado mientras Sam y Patrickestán fuera.

Esta noche estuve viendo la televisión conmi hermana, pero ella no quería ver laprogramación navideña que estaban poniendo,así que decidí subir al piso de arriba y leer.

Bill me dio un libro para leer durante lasvacaciones. Es El guardián entre el centeno.Era el libro favorito de Bill cuando tenía miedad. Dijo que era uno de esos libros que haces

tuyos.Leí las primeras veinte páginas. Todavía no

sé qué me parece, pero resulta apropiado enestas fechas. Espero que Sam y Patrick mellamen por mi cumpleaños. Me haría sentirmuchísimo mejor.

Con mucho cariño,Charlie

25 de diciembre de 1991 Querido amigo: Estoy sentado en el antiguo dormitorio de mipadre en Ohio. Mi familia todavía está en elpiso de abajo. No me siento demasiado bien. Nosé qué me pasa, pero estoy empezando aasustarme. Ojalá volviéramos a casa esta noche,pero siempre nos quedamos a dormir aquí. Noquiero decírselo a mi madre porque soloconseguiría preocuparla. Se lo contaría a Sam yPatrick, pero no me llamaron ayer. Y esta

mañana nos fuimos de casa después de abrir losregalos. Quizá llamaran por la tarde. Esperoque no lo hicieran, porque no estaba allí. Esperoque no te importe que te lo esté contando. Esque no sé qué otra cosa hacer. Siempre mepongo triste cuando me pasa esto, y deseo queMichael estuviera aquí. Y deseo que mi tíaHelen estuviera aquí. Echo de menos a mi tíaHelen cuando estoy así. Leer tampoco estásirviendo de ayuda. No sé. Estoy pensandodemasiado rápido. Rapidísimo. Como anoche.

Estuvimos viendo en familia ¡Qué bello esvivir!, que es una película muy bonita. Y en loúnico que podía pensar era en que la películadebería ir sobre el tío Billy. George Bailey fueun hombre importante en su pueblo. Gracias aél, un montón de gente consiguió salir de losbarrios pobres. Salvó el pueblo y, cuando supadre murió, fue el único que pudo hacersecargo de todo. Quería vivir una aventura, perose quedó allí y sacrificó sus sueños por el biende la comunidad. Y, entonces, cuando aquello loentristeció, fue a suicidarse. Iba a morir porqueel dinero de su seguro de vida habría ayudado asu familia. Y entonces un ángel bajó del cielo y

le enseñó cómo sería la vida si él no hubieranacido. Cómo habría sufrido todo el pueblo. Ycómo su mujer se habría convertido en una«solterona». Y, este año, mi hermana ni siquieraabrió la boca sobre lo pasado de moda que haquedado eso. Un año sí y otro no hace uncomentario sobre cómo Mary se ganaba la vidatrabajando y que solo por el hecho de nohaberse casado no significa que su vida nohaya merecido la pena. Pero este año no dijonada. No sé por qué. Pensé que podía tener algoque ver con su novio secreto. O quizá con lo queocurrió en el coche de camino a la casa de laabuela. Yo hubiera querido que la películatratara sobre el tío Billy porque bebe mucho yes gordo y perdió todo su dinero. Quería que elángel bajara del cielo y nos enseñara que lavida del tío Billy tenía sentido. Creí que meharía sentir mejor.

Todo empezó ayer en casa. No me gusta micumpleaños. No me gusta nada. Fui de comprascon mi madre y mi hermana, y mi madre estabade mal humor por las plazas de aparcamiento. Ymi hermana estaba de mal humor porque nopodía comprarle un regalo a su novio secreto a

escondidas de mamá y tendría que volver por sucuenta más tarde. Y yo me sentía raro. Muyraro, porque mientras dábamos vueltas portodas las tiendas, no sabía qué regalo querríami padre que yo le hiciera. Sabía qué comprarleo regalarle a Sam y Patrick, pero no sabía quépodía comprarle o regalarle o hacerle a mipropio padre. A mi hermano le gustan lospósteres de chicas y de latas de cerveza. A mihermana le gustan los vales para un corte depelo. A mi madre las películas antiguas y lasplantas. A mi padre solo le gusta el golf, y no esun deporte de invierno excepto en Florida, y novivimos allí. Y ya no juega al béisbol. No legusta ni siquiera que se lo recuerden, salvo si sepone a contar anécdotas. Yo quería saber quécomprarle a mi padre porque lo quiero. Y no loconozco. Y a él no le gusta hablar de estascosas.

—Bueno, ¿por qué no te juntas con tuhermana y le compráis ese jersey?

—No quiero. Quiero comprarle algo por micuenta. ¿Qué tipo de música le gusta?

Mi padre ya no escucha demasiada músicay todo lo que le gusta lo tiene.

—¿Qué tipo de libros le gusta leer?Mi padre ya no lee casi libros porque los

escucha grabados en casetes de camino altrabajo, y los consigue gratis de la biblioteca.

¿Qué tipo de películas? ¿Qué tipo de cosa?Mi hermana decidió comprar el jersey por

su cuenta. Y se empezó a enfadar conmigoporque necesitaba tiempo para volver a latienda y comprar el regalo para su noviosecreto.

—Cómprale unas pelotas de golf y ya está,Charlie, por Dios.

—Pero es un deporte de verano.—Mamá... ¿Puedes obligarlo a comprar

algo?—Charlie. Cálmate. No pasa nada.Me sentía tan triste... No sabía lo que

estaba pasando. Mi madre intentaba ser muydulce porque cuando me pongo así es ella la quese esfuerza verdaderamente para que nadiepierda los estribos.

—Lo siento, mamá.—No. No lo sientas. Quieres comprarle un

buen regalo a tu padre. Es algo positivo.—¡Mamá! —mi hermana se estaba

poniendo furiosa.Mi madre ni siquiera la miró.—Charlie, puedes comprarle a tu padre lo

que quieras. Sé que le va a encantar. Ahora,cálmate. No pasa nada.

Mi madre me llevó a cuatro tiendasdistintas. En cada una de ellas mi hermana sesentó en la silla más cercana a la puertarefunfuñando. Por fin encontré la tiendaperfecta. Era de películas. Y encontré un vídeodel último episodio de M.A.S.H. sin losanuncios. Y me sentí mucho mejor. Entonces,empecé a hablarle a mamá de cuando la vimostodos juntos.

—Ya lo sabe, Charlie. Estaba allí, ¿o no teacuerdas? Venga, vámonos.

Mi madre le dijo a mi hermana que no semetiera donde no la llamaban, y escuchó cómole contaba la historia que ella ya sabía,quitando la parte sobre mi padre llorandoporque ese era nuestro pequeño secreto. Mimadre incluso me dijo que cuento muy bien lascosas. Quiero mucho a mi madre. Y esta vez ledije que la quería. Y ella me dijo que ellatambién me quería. Y todo estuvo bien durante

un rato.Nos sentamos a la mesa para cenar,

esperando a que mi padre volviera a casa delaeropuerto con mi hermano. Llegaba ya muytarde, y mi madre empezó a preocuparse porqueafuera estaba nevando mucho. E hizo que mihermana se quedara en casa porque necesitabaayuda con la cena. Quería que fuera muyespecial, por mi hermano y por mí, porque mihermano volvía a casa y yo cumplía años. Peromi hermana solo quería comprarle un regalo asu novio. Estaba de un humor de perros. Secomportaba como esas chicas insoportables delas películas de los ochenta, y mi madre noparaba de decir «jovencita» al terminar cadafrase.

Al final, mi padre telefoneó y dijo que,debido a la nieve, el avión de mi hermano iba allegar con mucho retraso. Yo solo oí la parte demi madre de la discusión.

—Pero es la cena de cumpleaños deCharlie... No, no espero que hagas nada... ¿loperdió? Solo estoy preguntando... No he dichoque sea culpa tuya... no... No puedo hacer queno se enfríe... estará seco... ¿qué?... Pero es su

favorito... bueno, ¿y qué les voy a dar decomer?... Claro que tienen hambre... ya llegáisuna hora tarde... bueno, podrías haberllamado...

No sé cuánto tiempo estuvo mi madre alteléfono porque no pude quedarme en la mesa aescuchar. Me fui a leer a mi habitación. Detodas formas, ya se me había pasado el hambre.Solo quería estar en un sitio tranquilo. Despuésde un rato, mi madre entró en mi cuarto. Dijoque papá había vuelto a llamar y que estaríanen casa en treinta minutos. Me preguntó si mepasaba algo, y supe que no se refería a mihermana, y supe que no se refería a ella y a mipadre peleándose por teléfono porque ese tipode cosas pasan a veces. Mi madre había notadoque llevaba todo el día muy triste y no creía quefuera porque mis amigos se hubieran ido,porque el día anterior parecía estar bien cuandovolví de montar en trineo.

—¿Es por tu tía Helen?Fue su forma de decirlo lo que empezó a

emocionarme.—Por favor, no te hagas esto a ti mismo,

Charlie.

Pero sí lo hice. Como hago siempre por micumpleaños.

—Lo siento.Mi madre no me iba a dejar hablar del

tema. Sabe que dejo de escuchar y empiezo arespirar muy rápidamente. Me tapó la boca yme enjugó las lágrimas. Me calmé lo bastantepara ir al piso de abajo. Y me calmé lo bastantecomo para alegrarme cuando mi hermano volvióa casa. Y cuando nos tomamos la cena, noestaba demasiado seca. Luego, fuimos afuera aponer luminarias, que consiste en que todosnuestros vecinos llenan de arena bolsas depapel marrón y cubren con ellas las aceras de lacalle. Entonces clavamos una vela en la arenade cada bolsa y, cuando las encendemos, la callese convierte en una especie de «pista deaterrizaje» para Papá Noel. Me encanta ponerluminarias todos los años porque es precioso, yuna tradición, y me distrae bastante de que seami cumpleaños.

Mi familia me hizo unos regalos muybuenos. Mi hermana seguía todavía enfadadaconmigo, pero a pesar de todo me regaló undisco de The Smiths. Y mi hermano me dio un

póster firmado por el equipo entero de fútbol. Mipadre me regaló algunos discos que mi hermanale dijo que comprara. Y mi madre me regalólibros que a ella le habían encantado cuandoera joven. Uno de ellos era El guardián entre elcenteno.

Empecé a leer el ejemplar de mi madre pordonde había dejado el de Bill. Y no me hizopensar en mi cumpleaños. Lo único que penséfue en que pronto me voy a examinar parasacarme el carné de conducir. Era algo bastantebueno en lo que pensar. Y entonces pensé enmis clases de conducir del semestre pasado.

El señor Smith, que es bajito y huele raro,no nos dejaba a ninguno poner la radiomientras conducíamos. Había también dos desegundo año de instituto, un chico y una chica.Solían tocarse las piernas a escondidas en elasiento de atrás cuando era mi turno. Y luegoestaba yo. Ojalá tuviera un montón deanécdotas que contar sobre las clases deconducir. Bueno, está lo de esas películas sobreaccidentes mortales en la autopista. Y tambiénlos oficiales de policía que venían a darnoscharlas. Y es verdad que fue divertido conseguir

mi permiso de conductor en prácticas, pero mispadres dijeron que no quieren que conduzcahasta que no haya más remedio, por lo caro quees el seguro. Y sería incapaz de pedirle a Samque me dejara conducir su camioneta.Simplemente, no podría.

Este tipo de cosas hicieron que metranquilizara la noche de mi cumpleaños.

A la mañana siguiente, la Navidad empezóbien. A papá le gustó un montón su vídeo deM.A.S.H., lo que me hizo mucha ilusión, sobretodo porque contó su propia versión de aquellanoche en que la vimos. Omitió la parte decuando se fue a llorar, pero me guiñó un ojopara que supiera que se acordaba. Incluso elviaje de dos horas hasta Ohio no estuvo nadamal durante la primera media hora, aunquetuviera que sentarme encima del bulto delasiento trasero, porque mi padre no paraba dehacer preguntas sobre la universidad y mihermano no paraba de hablar. Está saliendocon una de esas animadoras que hacenvolteretas en el aire durante los partidos defútbol. Se llama Kelly. Mi padre estaba muyinteresado en el tema. Mi hermana hizo algún

comentario sobre lo estúpido y machista que esser animadora, y mi hermano le dijo quecerrara la boca. Kelly se estaba especializandoen Filosofía. Le pregunté a mi hermano si Kellytenía una belleza poco convencional.

—No, tiene belleza de tía buena.Y mi hermana empezó a hablar de que el

aspecto de una mujer no es lo más importante.Yo estuve de acuerdo con ella, pero entonces mihermano empezó a decir que mi hermana noera más que una «tortillera con mala leche».Entonces, mi madre le dijo a mi hermano queno utilizara ese vocabulario delante de mí, loque resultó extraño, teniendo en cuenta queprobablemente yo sea el único de la familia quetiene un amigo gay. Quizá no, pero sí soy el quehabla de ello. No estoy seguro.Independientemente, mi padre preguntó cómose habían conocido mi hermano y Kelly.

Mi hermano y Kelly se habían conocido enun restaurante llamado Ye Olde College Inn oalgo así, en Penn State. Al parecer, tienen unfamoso postre llamado grilled stickies. Bueno,pues Kelly estaba con sus compañeras dehermandad, y estaban a punto de irse, cuando

a Kelly se le cayó un libro justo delante de mihermano y siguió caminando. Mi hermano dijoque aunque Kelly lo niega, está seguro de quedejó caer el libro a propósito. Las hojas de losárboles estaban en todo su esplendor cuando laalcanzó, enfrente de una sala de juegos. Almenos, así nos lo contó. Pasaron el resto de latarde jugando a videojuegos antiguos como elDonkey Kong y sintiendo nostalgia, descripciónque me pareció triste y dulce a la vez. Lepregunté a mi hermano si Kelly bebía chocolate.

—¿Estás colocado?Y de nuevo mi madre le pidió a mi hermano

que no usara ese vocabulario delante de mí, yotra vez resultó extraño, porque creo que soy laúnica persona de la familia que ha estadocolocado alguna vez. Quizá también mihermano. No estoy seguro. Lo que está claro esque mi hermana no. Aunque pensándolo bien,quizá toda mi familia se haya colocado, pero nole contamos esas cosas a los demás.

Mi hermana pasó los diez minutossiguientes criticando el sistema griego de lashermandades universitarias. Estuvo contandohistorias de «novatadas» y de chicos que incluso

habían muerto. Después contó que había oídoque cierta hermandad femenina hacía que lasnuevas se pusieran de pie en ropa interiormientras iban enmarcando en círculos su«grasa» con un rotulador de color rojo. Cuandollegó a este punto, mi hermano ya estaba hartode mi hermana.

—¡Gilipolleces!Todavía no puedo creer que mi hermano

dijera eso en el coche y que ni mi padre ni mimadre dijeran nada. Supongo que, como ahoraestá en la universidad, no pasa nada. A mihermana le dio igual el taco. Continuóinsistiendo:

—No son gilipolleces. Lo he oído.—¡Cuidado con esa boca, jovencita! —dijo

mi padre desde el asiento delantero.—¿Ah, sí? ¿Dónde lo has oído? —preguntó

mi hermano.—Lo oí en la National Public Radio —dijo

mi hermana.—¡Ay, Dios mío! —mi hermano tiene una

risa muy fuerte.—Pues sí, lo oí.Mis padres parecía que estaban viendo un

partido de tenis a través del parabrisas, porqueno paraban de sacudir la cabeza de un lado aotro. No dijeron nada. No volvieron la vista.Debería señalar, sin embargo, que mi padreempezó a subir lentamente el volumen de lamúsica navideña de la radio hasta que fueensordecedora.

—No dices más que idioteces y mentiras.Además, ¿cómo ibas a saber tú nada, de todasformas? No has estado en la universidad. Kellyno tuvo que pasar por nada parecido.

—Ya, claro... Como que te lo iba a contar.—Sí... Lo haría. No tenemos secretos.—Oh, eres un tío tan sensible y moderno...Quería que dejaran de pelearse porque me

estaba empezando a enfadar, así que le hiceotra pregunta a mi hermano.

—¿Habláis de libros y de temasintelectuales?

—Gracias por preguntar, Charlie. Sí. Laverdad es que sí lo hacemos. El libro favorito deKelly resulta que es Walden, de Henry DavidThoreau. Y resulta que Kelly ha dicho que elmovimiento trascendentalista sigue siendorelevante hoy en día.

—Ohhh. Esas son palabras mayores... —mihermana sabe poner los ojos en blanco mejorque nadie.

—Perdona, ¿alguien hablaba contigo?Estaba hablando con mi hermano pequeñosobre mi novia. Kelly dice que espera que unbuen candidato demócrata desafíe a GeorgeBush. Kelly dice que, si eso ocurre, espera quepor fin aprueben la reforma educativa. Así es.La reforma educativa de la que siempre estáscacareando. Hasta las animadoras piensan enesas cosas. Y además, son capaces de pasárselobien mientras tanto.

Mi hermana se cruzó de brazos y empezó asilbar. Pero mi hermano estaba demasiadoembalado como para detenerse. Me di cuenta deque el cuello de mi padre se estaba poniendomuy rojo.

—Pero hay otra diferencia entre tú y ella.Ya ves... Kelly cree tanto en los derechos de lasmujeres que nunca permitiría que un tío lelevantara la mano. Creo que no puedo decir lomismo de ti.

Juro por Dios que estuvimos a punto dematarnos. Mi padre pisó el freno con tanta

fuerza que mi hermano casi salió despedido delasiento. Cuando el olor a quemado de losneumáticos empezó a disiparse, mi padre respiróhondo y se dio la vuelta. Primero se volvió haciami hermano. No dijo ni una palabra. Solo lomiró fijamente.

Mi hermano miró a mi padre como si fueraun ciervo que mis primos hubieran acorralado.Después de dos largos segundos, mi hermano sevolvió hacia mi hermana. Creo que de verdad lolamentaba, por cómo le salieron las palabras.

—Lo siento, ¿vale? En serio. Vamos. Parade llorar.

Mi hermana estaba llorando tandesconsoladamente que daba miedo. Entoncesmi padre se volvió hacia mi hermana. Denuevo, no dijo ni una palabra. Solo chasqueólos dedos para distraerla de su llanto. Ella lomiró. Se desconcertó al principio, porque lamirada de papá no era reconfortante. Peroentonces bajó la vista, se encogió de hombros yse volvió hacia mi hermano.

—Siento lo que he dicho sobre Kelly. Parecemaja.

Entonces, mi padre se volvió hacia mi

madre. Y mi madre se volvió hacia nosotros.—Vuestro padre y yo no queremos más

peleas. Y menos en la casa familiar.¿Comprendido?

Mis padres a veces hacen muy buenequipo. Es increíble contemplarlo. Mishermanos asintieron y bajaron la mirada.Después, mi padre se volvió hacia mí.

—¿Charlie?—¿Sí, señor?Es importante decir «señor» en esos

momentos. Y si alguna vez te llaman por tunombre y apellidos, más vale que andes concuidado. Hazme caso.

—Charlie, me gustaría que condujeras tú elresto del camino hasta la casa de mi madre.

Todo el mundo en el coche sabía queaquella probablemente fuera la peor idea quemi padre había tenido en toda su vida. Peronadie lo discutió. Salió del coche en medio de lacarretera. Se sentó en el asiento de atrás entremis hermanos. Yo me subí al asiento delantero,calé el coche dos veces y me puse el cinturón deseguridad. Conduje el resto del camino. No hesudado tanto desde que hacía deporte, y eso que

hacía frío.La familia de mi padre es un poco como la

de mi madre. Mi hermano dijo una vez queparecían los mismos primos con diferentesnombres. La gran diferencia es mi abuela. Laquiero mucho. Todo el mundo quiere a miabuela. Nos estaba esperando en el camino deentrada, como siempre. Siempre sabe cuandoalguien llega.

—¿Está conduciendo Charlie?—Ayer cumplió dieciséis años.—Oh.Mi abuela es muy vieja, y no recuerda

mucho las cosas, pero hace las galletas másdeliciosas del mundo. Cuando yo era pequeño,teníamos a la madre de mi madre, que siempretenía caramelos, y a la madre de mi padre, quesiempre tenía galletas. Mi madre me dijo quecuando yo era pequeño las llamaba «AbuelaCaramelo» y «Abuela Galleta». Tambiénllamaba a la corteza que bordea la pizza «loshuesos de la pizza». No sé por qué te cuentoesto.

Mi primer recuerdo supongo que es de laprimera vez que fui consciente de que estaba

vivo. Mi madre y mi tía Helen me llevaron alzoo. Creo que tenía tres años. No recuerdo esaparte. En cualquier caso, estábamoscontemplando dos vacas. Una vaca madre y suternerito. Y no tenían mucho espacio parapasear. Bueno, pues el ternerito estabaandando justo debajo de su madre y la mamávaca le «plantó un pino» en la cabeza al ternero.Me pareció lo más gracioso que había visto en elmundo, y me estuve riendo de aquello durantetres horas. Al principio, mi madre y la tía Helense rieron un poco, también, porque se alegrabande que yo me riera. Al parecer, yo no hablabaprácticamente nada cuando era pequeño, ycada vez que me comportaba de forma normalles daba una alegría. Pero cuando ya llevabatres horas, intentaron hacer que parara,aunque con ello solo consiguieron hacerme reírmás. No creo que fueran realmente tres horas,pero parecía que había pasado mucho tiempo.Todavía sigo pensando en eso de vez en cuando.Parece un principio bastante «prometedor».

Después de los abrazos y los apretones demanos, entramos en la casa de mi abuela, ytodo el lado paterno de la familia estaba allí. El

tío abuelo Phil con su dentadura postiza y mitía Rebecca, que es la hermana de mi padre.Mamá nos dijo que la tía Rebecca se acababa dedivorciar otra vez, así que mejor que nomencionáramos nada. Yo solo pensaba en lasgalletas, pero la abuela no las había hecho esteaño porque tenía mal la cadera.

Así que todos nos sentamos y vimos latelevisión, y mis primos y mi hermano hablaronde fútbol. Y mi tío abuelo Phil bebió. Y noscomimos la cena. Y tuve que sentarme en lamesa de los niños porque en la familia de mipadre hay más primos que en la de mi madre.

Los niños pequeños hablan de las cosasmás raras. De verdad.

Después de cenar es cuando vimos ¡Québello es vivir!, y yo empecé a ponerme cada vezmás triste. Mientras subía las escaleras hacia laantigua habitación de mi padre y miraba lasviejas fotografías, empecé a pensar que huboun tiempo en el que no eran recuerdos. Quealguien hizo realmente la fotografía, y la genteque aparecía en ella acababa de comer o algoasí.

El primer marido de mi abuela murió en

Corea. Mi padre y mi tía Rebecca eran muypequeños. Y mi abuela se mudó con sus doshijos a vivir con su hermano, mi tío abuelo Phil.

Al final, unos años después, mi abuelaestaba muy triste porque tenía dos hijospequeños y estaba cansada de servir mesas todoel rato. Entonces, un día, estaba en la cafeteríadonde trabajaba y un camionero le pidió unacita. Mi abuela era muy, muy guapa, al estilode las viejas fotografías. Salieron juntosdurante un tiempo. Y al final se casaron.Resultó ser una persona terrible. Pegaba a mipadre todo el rato. Y pegaba a mi tía Rebeccatodo el rato. Y pegaba muchísimo a mi abuela.Todo el rato. Y mi abuela no podía hacer nadaal respecto, supongo, porque esto siguió asídurante siete años.

Por fin acabó cuando mi tío abuelo Phil violos cardenales de mi tía Rebecca y por fin lesonsacó la verdad. Entonces, se reunió con unoscuantos amigos de la fábrica y buscaron alsegundo marido de mi abuela en un bar. Y ledieron una paliza tremenda. A mi tío abueloPhil le encanta contar la historia cuando miabuela no está cerca. La historia siempre

cambia, pero lo principal sigue siendo igual. Eltipo murió cuatro días después en el hospital.

Todavía no sé cómo se libró de la cárcel eltío Phil por hacer lo que hizo. Se lo preguntéuna vez a mi padre, y dijo que la gente delvecindario entendía que algunas cosas notenían nada que ver con la policía. Dijo que sialguien tocaba a una hermana o a una madre,tendría que pagar por ello, y todo el mundoharía la vista gorda.

Es una lástima que aquello durara sieteaños, porque mi tía Rebecca sufrió la mismaclase de maridos. En cambio, su experiencia fuedistinta porque los vecindarios cambian. Mi tíoabuelo Phil era demasiado viejo, y mi padrehabía dejado su ciudad natal. Ella tuvo queconseguir órdenes de alejamiento.

Pienso en cómo serán en el futuro mis tresprimos, los hijos de la tía Rebecca. Una chica ydos chicos. Me da pena, también, porque creoque la chica probablemente acabe como mi tíaRebecca, y uno de los chicos probablementeacabe como su padre. El otro puede acabar comomi padre, porque es bueno con los deportes ytiene un padre distinto del de sus hermanos. Mi

padre habla mucho con él, y le enseña cómolanzar y batear una pelota de béisbol. Yo solíaponerme celoso cuando era pequeño, pero ya nolo hago, porque mi hermano dijo que mi primoes el único de su familia que tiene unaoportunidad. Necesita a mi padre. Supongo queahora lo comprendo.

La antigua habitación de mi padre estáprácticamente como la dejó, aunque másdescolorida. En un escritorio hay un globoterráqueo que ha dado muchas vueltas. Y viejospósteres de jugadores de béisbol. Y recortes deprensa de cuando mi padre ganó el gran partidoestando en segundo año de instituto. No sé porqué, pero entiendo perfectamente por qué mipadre tuvo que salir de esta casa. Cuando supoque mi abuela nunca encontraría otro hombreporque había dejado de confiar en los demás, yque nunca buscaría otra cosa porque no sabíacómo hacerlo. Y cuando vio que su hermanaempezaba a traer a casa versiones más jóvenesde su padrastro como novios. Simplemente, nopodía quedarse.

Me tumbé en su antigua cama y miré por laventana al árbol, que probablemente fuera

mucho más bajo cuando mi padre lo miraba. Ypude sentir lo que él sintió la noche en la que sedio cuenta de que si no se iba, no tendría unavida propia. Sería la vida de ellos. Por lo menos,así nos lo contó. Quizá por esa razón la familiade mi padre ve la misma película todos los años.Tiene bastante lógica. Tal vez deberíamencionar que mi padre nunca llora al final.

No sé si mi abuela o la tía Rebecca llegarána perdonar realmente a mi padre por haberlasdejado. Solo mi tío abuelo Phil lo entendió.Siempre es raro ver cómo cambia mi padrecuando está con su madre y su hermana. Sesiente mal todo el rato, y su hermana y élsiempre dan un paseo a solas. Una vez miré porla ventana y vi cómo mi padre le daba dinero.

Me pregunto lo que dice mi tía Rebecca enel coche de camino a casa. Me pregunto lo quepiensan sus hijos. Me pregunto si hablan denosotros. Me pregunto si miran a mi familia y sepreguntan quién tiene una oportunidad.Apuesto que sí.

Con mucho cariño,Charlie

26 de diciembre de 1991 Querido amigo: Estoy sentado ahora en mi habitación despuésde las dos horas de carretera de vuelta a casa.Mis hermanos se han portado bien, así que nohe tenido que conducir.

Normalmente, de camino a casa, visitamosla tumba de mi tía Helen. Es una especie detradición. A mi hermano y a mi padre nunca lesapetece demasiado ir, aunque no dicen nada enconsideración a mi madre y a mí. Mi hermanaes más o menos neutral, pero sensible a ciertascosas.

Cada vez que vamos a la tumba de mi tíaHelen, a mi madre y a mí nos gusta hablar dealgún detalle genial de ella. Casi todos los añossuele ser sobre cómo me dejaba quedarmelevantado para ver Saturday Night Live. Y mimadre sonríe porque sabe que si ella hubierasido una niña, habría querido quedarse

levantada y verlo también.Ambos le ponemos flores y a veces una

tarjeta. Solo queremos que sepa que la echamosde menos, y que pensamos en ella, y que eraespecial. No lo escuchó demasiado cuandoestaba viva, dice siempre mi madre. E igual quemi padre, creo que mi madre también se sienteculpable. Tan culpable que en vez de darledinero le dio un hogar donde poder quedarse.

Quiero que sepas por qué mi madre sesentía culpable. Debería contarte por qué, peroen realidad no sé si debería. Tengo que hablarlocon alguien. Nadie en mi familia hablará nuncadel tema. Es algo de lo que, sencillamente, nohablan. Me refiero a aquella cosa mala que lepasó a la tía Helen que no me contaban cuandoera pequeño.

Cada vez que llega la Navidad es en loúnico en lo que puedo pensar..., en el fondo. Esla única cosa que me pone profundamentetriste.

No diré quién. No diré cuándo. Solo diréque alguien abusaba de mi tía Helen. Odio esapalabra. Lo hizo una persona muy cercana aella. No era su padre. Ella al final se lo dijo a su

padre. Este no la creyó por ser quien era lapersona. Un amigo de la familia. Aquello loempeoró todo. Mi abuela tampoco dijo nuncanada. Y el hombre siguió viniendo de visita.

Mi tía Helen bebía mucho. Mi tía Helentomaba muchas drogas. Mi tía Helen tuvomuchos problemas con hombres y con chicos.Fue una persona muy infeliz la mayoría de suvida. Iba mucho a los hospitales. A todo tipo dehospitales. Por fin, fue a un hospital que laayudó a comprender las cosas lo bastante comopara volver a la normalidad, así que se mudócon mi familia. Empezó a asistir a clases paraconseguir un buen trabajo. Le dijo a su últimomal hombre que la dejara en paz. Empezó aperder peso sin ponerse a dieta. Cuidó denosotros, para que mis padres pudieran salir ybeber y jugar a juegos de mesa. Nos dejabaquedarnos levantados hasta tarde. Era la únicapersona aparte de mis padres y mis hermanosque me compraba dos regalos. Uno por micumpleaños. Otro por Navidad. Incluso cuandose mudó a vivir con mi familia y no teníadinero. Siempre me compraba dos regalos.Siempre eran los mejores regalos.

El 24 de diciembre de 1983, un policíaapareció en la puerta. Mi tía Helen había tenidoun terrible accidente de coche. Nevaba mucho.El policía le dijo a mi madre que mi tía Helenhabía fallecido. Era un buen hombre, porquecuando mi madre empezó a llorar, le dijo que elaccidente había sido muy grave y que mi tíaHelen sin duda había muerto al instante. Enotras palabras, sin sufrir. Había dejado desufrir para siempre.

El policía le pidió a mi madre que loacompañara a identificar el cuerpo. Mi padreestaba todavía en el trabajo. Fue entoncescuando yo me acerqué, junto con mis hermanos.Ese día cumplía siete años. Todos llevábamossombreros de fiesta. Mi madre había hecho quemis hermanos se los pusieran. Mi hermana vioque mamá lloraba y le preguntó qué habíapasado. Mi madre no pudo decir nada. El policíase agachó sobre una rodilla y nos contó lo quehabía ocurrido. Mis hermanos se pusieron allorar. Pero yo no. Sabía que el policía se habíaequivocado.

Mi madre le pidió a mis hermanos quecuidaran de mí y se fue con el policía. Me parece

que vimos la televisión. Creo que no me acuerdorealmente. Mi padre volvió a casa antes que mimadre.

—¿Qué son esas caras largas?Se lo contamos. No lloró. Nos preguntó si

estábamos bien. Mis hermanos dijeron que no.Yo dije que sí. El policía se ha equivocado. Estánevando mucho. Probablemente no lo vio bien.Mi madre llegó a casa. Estaba llorando. Miró ami padre y asintió con la cabeza. Mi padre laabrazó. Fue entonces cuando comprendí que elpolicía no se había equivocado.

En realidad, no sé qué pasó después, ytampoco lo he preguntado. Solo recuerdo ir alhospital. Recuerdo estar sentado en unahabitación con luces brillantes. Recuerdo a unmédico que me hacía preguntas. Recuerdo quele dije que la tía Helen era la única que meabrazaba. Recuerdo ver a mi familia el día deNavidad en una sala de espera. Recuerdo queno me dejaron ir al funeral. Recuerdo quenunca me despedí de mi tía Helen.

No sé cuánto tiempo seguí yendo al médico.No recuerdo cuánto estuve sin ir al colegio. Fuemucho. Hasta ahí sé. Lo único que recuerdo es

el día en que empecé a mejorar porque recordéla última cosa que me dijo mi tía Helen antes deirse a conducir por la nieve.

Se envolvió en un abrigo. Yo le di las llavesdel coche porque siempre era el único que podíaencontrarlas. Le pregunté a la tía Helen adóndeiba. Me dijo que era un secreto. Yo me pusepesado, cosa que le encantaba. Le encantaba laforma en la que seguía haciéndole preguntas.Al final sacudió la cabeza, sonrió y susurró enmi oído:

—Voy a comprar tu regalo de cumpleaños.Esa fue la última vez que la vi. Me gusta

pensar que mi tía Helen ahora tendría ese buentrabajo para el que estaba estudiando. Megusta pensar que habría conocido a un buenhombre. Me gusta pensar que habría perdido elpeso que siempre quiso perder sin hacer dieta.

A pesar de todo lo que mi madre y el médicoy mi padre me han dicho sobre echarme laculpa, no puedo dejar de pensar en lo que sé. Ysé que mi tía Helen todavía seguiría viva hoy sisolo me hubiera comprado un regalo, como todoslos demás. Seguiría viva si yo hubiera nacidoun día que no hubiese nevado. Haría cualquier

cosa para quitarme esta sensación. La echotanto de menos. Ahora tengo que parar deescribir porque estoy demasiado triste.

Con mucho cariño,Charlie

30 de diciembre de 1991 Querido amigo: El día después de escribirte terminé Elguardián entre el centeno. Desde entonces lo heleído tres veces. La verdad es que no sé qué otracosa hacer. Sam y Patrick por fin vuelven acasa esta noche, pero no podré verlos. Patrickva a quedar con Brad en alguna parte. Sam vaa quedar con Craig. Los veré a ambos mañanaen el Big Boy y después en la fiesta deNochevieja de Bob.

Lo más emocionante es que voy a irconduciendo solo hasta el Big Boy. Mi padre medijo que no podría conducir hasta que se

arreglara el tiempo y, finalmente, mejoró unpoco ayer. He grabado una cinta de varios parala ocasión. Se llama «Mi primera vez alvolante». A lo mejor estoy siendo demasiadosentimental, pero quiero pensar que, cuandosea viejo, podré mirar todas estas cintas yrecordar aquellos paseos en coche.

La primera vez que he conducido solo hasido para ver a mi tía Helen. Ha sido la primeravez que he ido a verla sin que viniera nadieconmigo, ni siquiera mi madre. He hecho quesea muy especial. Le compré flores con el dineroque me han dado por Navidad. Incluso le hiceuna cinta de varios y la dejé en la tumba.Espero que no creas por eso que soy un raro.

Le he contado a mi tía Helen todo sobre mivida. Sobre Sam y Patrick. Sobre sus amigos.Sobre mi primera fiesta de Nochevieja mañana.Le he contado que mi hermano jugará su últimopartido de la temporada el día de Año Nuevo.Le he contado que mi hermano se ha ido y cómoha llorado mi madre. Le he hablado sobre loslibros que he leído. Le he hablado de la canciónAsleep. Le he contado cuando todos nossentimos infinitos. Le he hablado de cuando

conseguí mi permiso de conducir. De cómo mimadre me llevó en coche hasta allí. Y de cómoyo conduje de vuelta. Y de cómo el policía queme examinó no tenía pinta rara y ni siquieratenía un nombre raro, lo que me pareció untimo.

Recuerdo que, cuando estaba a punto dedespedirme de la tía Helen, me eché a llorar.Uno de esos llantos auténticos, además. No unllanto de pánico, cosa que hago a menudo. Y leprometí a la tía Helen que lloraría solo por cosasimportantes, porque no quiero que llorar contanta frecuencia haga de menos el llanto por latía Helen.

Después le dije adiós y conduje de vuelta acasa.

Leí otra vez el libro esa noche porque sabíaque, si no lo hacía, probablemente me echaría allorar otra vez. De pánico, me refiero. Leí hastaque quedé completamente agotado y tuve quedormir. Por la mañana, terminé el libro einmediatamente después empecé a leerlo otravez. Cualquier cosa con tal de que se me fueranlas ganas de llorar. Porque se lo habíaprometido a la tía Helen. Y porque no quiero

empezar a pensar otra vez. No de la forma enque lo he hecho esta semana. No puedo volver apensar. Nunca más.

No sé si alguna vez has sentido algo así.Que querrías dormir durante mil años. Osimplemente no existir. O no ser consciente deque existes. O algo parecido. Creo que querereso es muy morboso, pero yo lo deseo cuando mepongo así. Por eso estoy intentando no pensar.Solo quiero que todo deje de dar vueltas. Si estoempeora, tendría que volver al médico. Lascosas se están poniendo feas otra vez.

Con mucho cariño,Charlie

1 de enero de 1992 Querido amigo: Son ahora las cuatro de la madrugada, que esya el año nuevo aunque sea todavía 31 dediciembre, es decir, hasta que la gente se

duerma. No puedo dormir. Todos los demásestán o durmiendo o acostándose con alguien.Yo he estado mirando televisión por cable ycomiendo gelatina. Y viendo cómo se muevenlas cosas. Quería hablarte de Sam y Patrick yCraig y Brad y Bob y todos, pero ahora mismono me acuerdo de qué quería contar.

Fuera está tranquilo. Eso sí que lo sé. Yantes conduje hasta el Big Boy. Y vi a Sam yPatrick. Y estaban con Brad y Craig. Y me pusomuy triste porque quería estar solo con ellos.Esto no había ocurrido antes.

Las cosas se pusieron peor hace una hora, yme quedé mirando un árbol aunque era undragón y luego un árbol, y recordé aquel bonitodía en el que hizo un tiempo precioso y forméparte del aire. Y recordé que aquel día habíacortado el césped para ganarme la paga, igualque ahora me gano la paga quitando la nievedel camino de entrada. Así que empecé a quitarpaletadas de nieve de la entrada de la casa deBob, que es algo bastante chocante en unafiesta de Nochevieja.

Las mejillas se me pusieron rojas de frío,igual que la cara del profesor Z. cuando bebe y

sus zapatos negros y su voz diciendo quecuando una oruga entra en el capullo, sufre ungran tormento, y cómo se tarda siete años endigerir un chicle. Y Mark, el chico de la fiestaque me dio aquella cosa, salió de la nada ylevantó la vista al cielo y me dijo que mirara lasestrellas. Así que miré hacia arriba y estábamosbajo una cúpula gigante como una bola decristal de esas con nieve artificial, y Mark dijoque aquellas increíbles estrellas blancas enrealidad eran solo agujeros en el cristal negrode la cúpula, y que cuando ibas al cielo, elcristal se rompía, y lo único que había era unmanto blanco de estrellas, que es más brillanteque nada pero no te hace daño en los ojos. Eraun espacio vasto y abierto y de un silenciofrágil, y me sentí muy pequeño.

A veces miro afuera y pienso que unmontón de gente ha visto antes esta mismanieve. Igual que pienso que un montón degente ha leído antes los mismos libros. Yescuchado las mismas canciones.

Me pregunto cómo se sienten esta noche.No sé bien lo que estoy diciendo.

Probablemente no debería escribir porque sigo

viendo cómo se mueven las cosas. Quiero quedejen de moverse, pero no lo van a hacerdurante unas cuantas horas. Es lo que dijo Bobantes de que se fuera a su dormitorio con Jill,una chica que no conozco.

Supongo que lo que estoy diciendo es quetodo esto resulta demasiado familiar. Pero nofamiliar para mí. Solo sé que otro chico hasentido esto. El momento en que fuera todo estátranquilo y ves cómo se mueven las cosas, y noquieres, y todo el mundo está dormido. Y todoslos libros que has leído los ha leído también otragente. Y todas las canciones que te hanencantado las ha oído otra gente. Y esa chicaque te parece guapa es guapa también paraotra gente. Y sabes que si hubieras tenido estoen cuenta cuando eras feliz, te habrías sentidogenial porque estás describiendo la «unidad».

Es como cuando estás loco por una chica yves a una pareja de la mano, y te alegrasmucho por ellos. Y otras veces ves a la mismapareja y te saca de quicio. Y te gustaríaalegrarte siempre por ellos, porque sabes que, silo haces, significa que tú también eres feliz.

Acabo de recordar lo que me ha hecho

pensar en todo esto. Voy a escribirlo porque a lomejor si lo hago ya no tengo que pensar en ello.Y no me alteraré. Pero el caso es que puedo oíra Sam y a Craig haciéndolo y, por primera vezen mi vida, entiendo el final de ese poema.

Y nunca quise entenderlo. Tienes quecreerme.

Con mucho cariño,Charlie

Parte

3

4 de enero de 1992 Querido amigo: Te pido perdón por mi última carta. Para sersincero, no la recuerdo demasiado bien pero, porcómo me desperté, sé que no debió de ser muyagradable. Lo único que recuerdo del resto deaquella noche fue que busqué por toda la casaun sobre y un sello. Cuando por fin losencontré, escribí tu dirección y bajé la colinaatravesando los árboles hasta la oficina decorreos, porque sabía que si no la ponía en unbuzón del que no pudiera recuperarla, nunca laenviaría.

Es extraño lo importante que me pareció enese momento.

En cuanto llegué a la oficina de correos,eché la carta al buzón. Y ya no había vueltaatrás. Y me tranquilicé. Entonces, empecé avomitar, y no paré de vomitar hasta que salió elsol. Miré la carretera y vi un montón de coches,y supe que todos iban a la casa de sus abuelos.

Y supe que un montón de ellos verían a mihermano jugar al fútbol más tarde ese mismodía. Y mi mente jugó a la rayuela.

Mi hermano... fútbol... Brad... Dave y sunovia en mi habitación... los abrigos... el frío...el invierno... «Hojas de otoño»... «no se lo digasa nadie»... «eres un pervertido»... Sam y Craig...Sam... Navidad... máquina de escribir...regalo... Tía Helen... y los árboles se seguíanmoviendo... no paraban de moverse... así queme tumbé en el suelo e hice un ángel de nieve.

Los policías me encontraron de color azulpálido y dormido.

No dejé de tiritar de frío hasta muchodespués de que mis padres me recogieran enurgencias y me llevaran a casa. No le echaronla culpa a nadie porque solían pasarme este tipode cosas cuando era un niño y me trataban losmédicos. Simplemente me perdía y me quedabadormido en cualquier parte. Todos sabían quehabía ido a una fiesta, pero nadie, ni siquierami hermana, pensó que fuera por eso. Y yomantuve la boca cerrada, porque no quería queSam ni Patrick ni Bob ni nadie tuvieranproblemas. Pero sobre todo, no quería ver la

cara de mi madre y menos la de mi padre si oíanla verdad.

Así que no dije nada.Me quedé callado y miré alrededor. Y me di

cuenta de algunas cosas. De los puntos deltecho. O de lo áspera que era la manta que medieron. O de que la cara del médico parecía degoma. O de cómo todo se convirtió en unsusurro ensordecedor cuando dijo que quizádebería volver al psiquiatra. Era la primera vezque un médico les decía eso a mis padresconmigo en la habitación. Y su bata era muyblanca. Y yo estaba muy cansado.

En lo único que pude pensar durante todoel día fue en que nos perdimos el partido defútbol de mi hermano por mi culpa, y que ojaláa mi hermana se le hubiera ocurrido grabarlo.

Afortunadamente, lo hizo.Volvimos a casa y mi madre me hizo un té,

y mi padre me preguntó si quería sentarme aver el partido, y dije que sí. Vimos a mihermano hacer grandes jugadas, pero esta veznadie las aplaudió de verdad. Todas las miradasestaban disimuladamente puestas en mí. Y mimadre hizo un montón de comentarios

alentadores sobre lo bien que iba este curso yque a lo mejor el médico me ayudaría a arreglarlas cosas. Mi madre puede estar callada yhablar al mismo tiempo cuando está siendooptimista. Mi padre no paró de darme «toquescariñosos». Los toques cariñosos son puñetazosde ánimo suaves que se aplican en la rodilla, elhombro y el brazo. Mi hermana dijo que ellapodía ayudar a arreglarme el pelo. Era raro queme estuvieran prestando tanta atención.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué le pasa a mipelo?

Mi hermana miró a su alrededor, incómoda.Yo me llevé las manos al pelo y me di cuenta deque había desaparecido gran parte.Verdaderamente no recuerdo cuándo lo hice,pero por su aspecto, debí de haber agarradounas tijeras y cortármelo sin ton ni son. Habíatrasquilones por todas partes. Era unacarnicería. En la fiesta no me había mirado enel espejo durante mucho rato porque mi caraestaba distinta y me asustaba. Si no, me habríadado cuenta.

Mi hermana me ayudó a recortarlo un poco,y tuve suerte porque a todos en el instituto,

incluidos Sam y Patrick, les pareció que molaba.—«Chic» —fue lo que dijo Patrick.A pesar de todo, decidí no volver a tomar

LSD.

Con mucho cariño,Charlie

14 de enero de 1992 Querido amigo: Me siento como un gran farsante porque heestado recomponiendo mi vida sin que nadie losepa. Es difícil sentarme en mi habitación yleer, como he hecho siempre. Es difícil hastahablar con mi hermano por teléfono. Su equipoacabó tercero a nivel nacional. Nadie le dijo quenos perdimos el partido en directo por mi culpa.

Fui a la biblioteca y saqué un libro porqueme estaba empezando a asustar. De vez encuando las cosas empezaban a moverse otravez, y los sonidos se volvían graves y huecos. Y

no podía hacer una frase completa. El librodecía que a veces la gente toma LSD y no acabade salir de la experiencia. Decía que aumentabacierto tipo de transmisor cerebral. Decía quefundamentalmente la droga provoca doce horasde esquizofrenia, y si tú ya tienes bastante deeste tipo de transmisor cerebral, no te la quitasde encima.

Se me empezó a acelerar la respiración enla biblioteca. Era terrible, porque me acordabade algunos de los niños esquizofrénicos delhospital cuando era pequeño. Y no ayudó amejorar las cosas el que ese fuera el día despuésde que me diera cuenta de que todos los chicosllevaban puesta la ropa nueva que les habíanregalado por Navidad, así que decidí llevar alinstituto el traje nuevo de Patrick, y meestuvieron tomando el pelo despiadadamentedurante nueve horas seguidas. Fue un díamalísimo. Me salté una clase por primera vez enmi vida y fui a encontrarme con Sam y Patrickafuera.

—Qué distinguido, Charlie —dijo Patrick,sonriendo.

—¿Puedo pedirte un cigarrillo? —dije. No

pude decir «gorronearte un piti». No siendo miprimer cigarrillo. Simplemente, no pude.

—Claro —dijo Patrick.Sam lo detuvo.—¿Qué te pasa, Charlie?Les conté lo que me pasaba, lo que movió a

Patrick a preguntarme insistentemente si habíatenido un «mal viaje».

—No. No. No es eso —me estabaempezando a enfadar de verdad.

Sam me rodeó los hombros con el brazo ydijo que sabía lo que me pasaba. Me dijo que nodebía preocuparme. Que una vez que lo haces,recuerdas cómo te parecían las cosas. Nada más.Por ejemplo, cómo la carretera se llenaba deolas. Y cómo tu cara era de plástico y tus ojostenían distinto tamaño. Está todo en tu mente.

Entonces fue cuando me dio el cigarrillo.Cuando lo encendí, no tosí. La verdad es

que me pareció relajante. Sé que es malo,hablando en términos de la clase de Salud, peroera cierto.

—Ahora, concéntrate en el humo —dijoSam.

Y me concentré en el humo.

—Vale, parece normal, ¿verdad?—Ajá —creo que dije.—Ahora mira al cemento del patio. ¿Se está

moviendo?—Ajá.—Vale... Ahora fíjate en el trozo de papel.Y me concentré en el trozo de papel que

estaba en el suelo.—¿Se está moviendo el cemento ahora?—No. No lo hace.Desde «ahí lo tienes» hasta «se te va a

pasar», hasta «probablemente no deberíasvolver a tomar ácido», Sam pasó a explicar loque llamó «el trance». El trance ocurre cuandono te concentras en nada, y todo el panorama teabsorbe y se mueve a tu alrededor. Dijo quenormalmente era metafórico, pero para la genteque no debería volver a tomar ácido, era literal.

Ahí fue cuando empecé a reírme. Me sentíaliviadísimo. Y Sam y Patrick sonrieron. Mealegré de que ellos también empezaran asonreír, porque no podía soportar sus caras depreocupación.

En general, las cosas han dejado demoverse desde entonces. No me he vuelto a

saltar otra clase. Y supongo que ahora no mesiento como un gran farsante por intentarrecomponer mi vida. A Bill, mi redacción sobreEl guardián entre el centeno (¡que escribí en minueva máquina de escribir antigua!) le haparecido la mejor hasta ahora. Ha dicho queestoy «progresando» a gran velocidad y me hadado otro tipo de libro como «recompensa». EsEn el camino, de Jack Kerouac.

Ahora fumo hasta diez cigarrillos al día.

Con mucho cariño,Charlie

25 de enero de 1992 Querido amigo: ¡Me siento genial! Lo digo en serio. Tengo queacordarme de esto la próxima vez que tengauna semana horrible. ¿Alguna vez te hapasado? Que te sientes fatal, y después se tepasa, y no sabes por qué. Intento recordarme a

mí mismo cuando me siento así de bien quellegará algún día otra semana horrible, así quedebería almacenar el mayor número posible dedetalles buenos para, durante la próximasemana horrible, poder recordarlos y creer queme volveré a sentir bien de nuevo. No funcionademasiado, pero me parece importanteintentarlo.

Mi psiquiatra es un hombre muyagradable. Es mucho mejor que mi anteriorpsiquiatra. Hablamos de las cosas que siento ypienso y recuerdo. Como cuando era pequeño yuna vez me eché a andar por la calle en mibarrio. Estaba desnudo, y llevaba un paraguas,aunque no estaba lloviendo. Y me puse muycontento porque aquello hizo sonreír a mimadre. Y ella rara vez sonreía. Así que sacóuna foto. Y los vecinos se quejaron.

En otra ocasión, vi el tráiler de una películasobre un hombre acusado de asesinato, pero élno había cometido el crimen. El actor de lapelícula era uno de los que salía en M.A.S.H.Probablemente por eso lo recuerdo. El tráilerdecía que toda la película trataba de élintentando demostrar que era inocente y de

cómo podía ir a la cárcel de todas formas.Aquello me asustó un montón. Me asustó lomucho que me asustó. Que te castiguen poralgo que no hiciste. O ser una víctima inocente.Es algo que no quiero experimentar nunca.

No sé si es importante que te cuente todoesto, pero, en su momento, me pareció que eradar «un paso adelante».

Lo mejor de mi psiquiatra es que tienerevistas de música en su sala de espera. Leí unartículo sobre Nirvana en una visita, y no hacíareferencia a la salsa de miel y mostaza ni a lalechuga. Sin embargo, hablaban de losproblemas de estómago del cantante todo elrato. Era extraño.

Como te conté, a Sam y Patrick les encantasu gran hit, así que pensé en leerlo para teneralgo de qué hablar con ellos. Al final, la revistalo comparaba con John Lennon, de los Beatles.Se lo conté a Sam más tarde y se enfadó mucho.Dijo que si tenía que parecerse a alguien, seríaa Jim Morrison, pero que él no se parecía anadie más que a sí mismo. Estábamos todos enel Big Boy después del Rocky Horror, y empezóuna gran discusión.

Craig dijo que el problema es que todo elmundo siempre compara a todos con todos, yque eso le quita mérito a la gente, como ocurreen sus clases de fotografía.

Bob dijo que todo era porque nuestrospadres no quieren abandonar su juventud, y semueren de rabia cuando no puedenidentificarse con algo.

Patrick dijo que el problema era que, comotodo ya está hecho, es difícil abrir brecha. Nadiepuede ser tan grande como los Beatles porquelos Beatles ya le dieron un «contexto». La razónpor la que fueron tan grandes es que notuvieron a nadie con quien compararse, así queno había límites.

Sam añadió que si hoy en día una banda oalguien se comparaba con los Beatles despuésdel segundo álbum, habría perdido su propiavoz a partir de ese momento.

—¿Tú qué crees, Charlie?No podía recordar dónde lo había oído o

leído. Dije que quizá fuera de A este lado delparaíso, de F. Scott Fitzgerald. Hay unmomento cerca del final del libro en el que alchico principal lo recoge en su coche un señor

mayor que él. Ambos van juntos a un partido defútbol de la Ivy League de antiguos alumnos, ytienen ese mismo debate. El señor mayor esconservador. El chico está «hastiado».

Bueno, el caso es que tienen esta discusión,y el chico es un idealista, al menostemporalmente. Dice que pertenece a una«generación inquieta» y cosas así. Y dice algoparecido a: «Este no es tiempo de héroes porquenadie lo permitirá». El libro sucede en los añosveinte, lo que me pareció genial porque penséque era el mismo tipo de conversación que podíadarse en el Big Boy. Probablemente ya surgiócon nuestros padres y abuelos. Probablementeestaba ocurriendo entre nosotros ahora.

Así que dije que pensaba que la revistaestaba intentando convertirlo en un héroe, peroque después alguien podría sacar a la luz algoque le hiciera parecer menos que una persona.Y no entendía la razón, porque para mí KurtCobain es solo un tío que escribe canciones quele gustan a un montón de gente, y me parecíaque eso era suficiente para los implicados.Quizá me equivoque, pero todos en la mesaempezaron a hablar de ello.

Sam le echaba la culpa a la televisión.Patrick al gobierno. Craig culpaba a los «medioscorporativos». Bob estaba en el baño.

No sé lo que pasó, y sé que en el fondo nollegamos a nada, pero fue genial estar allísentado y hablar sobre el lugar que ocupamosen el mundo. Fue como cuando Bill me dijo queme «implicara». Fui al baile de antiguosalumnos como te conté antes, pero esto eramucho más divertido. Y era divertido sobre todopensar que había gente por todo el mundo queestaba teniendo conversaciones similares a suequivalente del Big Boy.

Se lo habría dicho al resto de la mesa, peroestaban divirtiéndose mucho siendo cínicos, yno quise estropeárselo. Así que me recliné unpoco hacia atrás y contemplé a Sam, que estabasentada junto a Craig, e intenté que eso no medeprimiera demasiado. Debo decir que sinmucho éxito. Pero en cierto momento, Craigestaba hablando de algo, y Sam se volvió haciamí y sonrió. Era una sonrisa de película acámara lenta, y entonces todo se arregló.

Le conté esto a mi psiquiatra, pero dijo queera demasiado pronto para sacar conclusiones.

No sé. Simplemente he tenido un díagenial. Espero que tú también.

Con mucho cariño,Charlie

2 de febrero de 1992 Querido amigo: En el camino es un libro muy bueno. Bill no meha pedido que escriba una redacción sobre élporque, como te dije, fue «una recompensa». Síme pidió que fuera a verlo a su despachodespués de clase para hablar de él, cosa quehice. Preparó té, y me sentí como un adulto.Incluso me dejó fumarme un cigarrillo en sudespacho, pero me insistió en que dejara defumar por los riesgos que conlleva para lasalud. Incluso tenía un folleto en su escritorio,que me regaló. Ahora lo utilizo comomarcapáginas.

Pensaba que Bill y yo íbamos a hablar

sobre el libro, pero acabamos hablando de«cosas». Fue genial tener tantas conversacionesseguidas. Bill me preguntó por Sam y Patrick ymis padres, y yo le hablé de mi permiso deconducir y la charla del Big Boy. También lehablé de mi psiquiatra. Pero no le hablé de lafiesta ni de mi hermana y su novio. Todavía sesiguen viendo en secreto, lo que, según mihermana, no hace más que «aumentar supasión».

Cuando acabé de hablarle a Bill sobre mivida, le pregunté por la suya. Fue agradable,también, porque no intentó ser guay niidentificarse conmigo ni nada. Fue simplementeél mismo. Dijo que había sido estudiante en unauniversidad del Oeste que no da notas, lo queme pareció peculiar, pero Bill dijo que fue lamejor educación que había tenido nunca. Dijoque me daría un impreso cuando llegara elmomento.

Después de ir a la universidad de Brownpara hacer un máster, Bill viajó por Europadurante un tiempo y, cuando volvió a casa, seunió a Teach for America. Cuando acabe esteaño cree que va a mudarse a Nueva York y

escribir obras de teatro. Supongo que todavía esbastante joven, aunque me pareció de malaeducación preguntarle. Lo que sí le pregunté essi tenía novia, y él dijo que no. Parecía tristecuando respondió, pero decidí no curiosearporque pensé que podría ser demasiadopersonal. Después, me dio mi siguiente libropara leer. Se llama El almuerzo desnudo.

Empecé a leerlo en cuanto llegué a casa y,si te digo la verdad, no sé de lo que habla estetío. Nunca se lo confesaría a Bill. Sam me habíadicho que William S. Burroughs escribió el librobajo los efectos de la heroína, y que debería«dejarme llevar». Así que eso hice. Seguía sintener ni idea de lo que estaba hablando, así quebajé al piso de abajo a ver la televisión con mihermana.

Estaban echando una serie cómica, y mihermana estaba muy callada y de mal humor.Intenté hablar con ella, pero me dijo que mecallara y la dejara en paz. Así que vi la seriedurante unos minutos, pero la entendí todavíamenos que el libro, así que decidí hacer misdeberes de mates, lo que fue un error porquenunca he entendido las mates.

Estuve confuso todo el día.Luego intenté ayudar a mi madre en la

cocina, pero el guiso se me cayó al suelo, así queme dijo que me fuera a leer a mi habitaciónhasta que mi padre volviera a casa, pero habíasido la lectura la que había generado todo eldesastre desde el primer momento.Afortunadamente, mi padre volvió antes de quepudiera retomar el libro otra vez, aunque medijo que dejara de «colgarme de él como unmono» porque quería ver el partido de hockey.Vi el partido de hockey con él durante un rato,pero no pude parar de hacerle preguntas sobrelos países de los que son los jugadores, y élestaba «descansando los ojos», que quiere decirdormido, pero no quería que yo cambiara decanal. Así que me dijo que fuera a ver la telecon mi hermana, cosa que hice, pero ella me dijoque fuera a ayudar a mi madre en la cocina,cosa que hice, pero entonces ella me dijo que mefuera a leer a mi habitación. Cosa que hice.

He leído ya un tercio del libro y, hastaahora, es bastante bueno.

Con mucho cariño,

Charlie

8 de febrero de 1992 Querido amigo: Tengo una cita para el baile de Sadie Hawkins.Por si no has ido nunca a uno de esos, es elbaile en el que la chica le pide la cita al chico.En mi caso, la chica es Mary Elizabeth y elchico soy yo. ¡¿Te lo puedes creer?!

Me parece que todo empezó cuando estabaayudando a Mary Elizabeth a grapar el últimonúmero de Punk Rocky el viernes antes de quefuéramos a The Rocky Horror Picture Show.Mary Elizabeth estuvo muy agradable ese día.Dijo que era el mejor número que habíamoshecho por dos razones, y ambas eran gracias amí.

Primera, era a color, y segunda, incluía elpoema que le había regalado a Patrick.

La verdad es que es un número buenísimo.Creo que me lo parecerá incluso cuando sea

mayor. Craig incorporó algunas de susfotografías a color. Sam algunas noticias«underground» sobre ciertos grupos de música.Mary Elizabeth escribió un artículo sobre loscandidatos demócratas. Bob incluyó unareimpresión de un panfleto pro-cannabis. YPatrick hizo un falso cupón anunciando una«mamada» gratis para todo el que compre unaGalleta Sonriente en el Big Boy. «¡Con algunasrestricciones!».

No te lo vas a creer, había incluso lafotografía de un desnudo (de Patrick, deespaldas, ¿no es increíble?). Sam había pedido aCraig que lo fotografiara. Mary Elizabeth lesdijo a todos que mantuvieran en secreto que lafotografía era de Patrick, cosa que todo elmundo hizo, menos Patrick.

Durante toda la noche no paró de gritar«¡Presume de ello, nene! ¡Presume de ello!», quees su frase favorita de su película favorita, Losproductores.

Mary Elizabeth me dijo que pensaba quePatrick le había pedido que pusiera la fotografíaen la revista para que Brad pudiera tener unafoto suya sin levantar sospechas, pero que

Patrick no se lo iba a confesar. Brad compró unejemplar sin mirarlo siquiera, así que quizátuviera razón.

Cuando fui a The Rocky Horror PictureShow esa noche, Mary Elizabeth estaba muyenfadada porque Craig no había aparecido.Nadie sabía por qué. Ni siquiera Sam. Elproblema era que no había nadie parareemplazar a Rocky, una especie de robotmusculoso (no estoy muy seguro de lo que esexactamente). Después de echar un vistazo atodos a su alrededor, Mary Elizabeth se volvióhacia mí.

—Charlie, ¿cuántas veces has visto elespectáculo?

—Diez.—¿Crees que puedes representar a Rocky?—Yo no estoy más cachas que un cruasán.—No importa. ¿Puedes hacer de él?—Supongo que sí.—¿Lo supones o lo sabes?—Lo supongo.—Me basta.Lo siguiente que supe es que no llevaba

nada puesto aparte de unas zapatillas y un

bañador, que alguien había pintado de dorado.No sé cómo me pasan estas cosas a veces.Estaba muy nervioso, sobre todo porque, en elespectáculo, Rocky tiene que tocar a Janet portodo el cuerpo, y Sam hacía de Janet. Patrickbromeaba con que iba a tener una «erección».Deseé con toda mi alma que no me ocurriera.Una vez tuve una erección en clase y mehicieron salir a la pizarra. Fue un momentoterrible. Y cuando mi mente recuperó esaexperiencia y le añadió un foco y el hecho deque solo llevaría un bañador, me entró elpánico. Estuve a punto de no salir a actuar,pero entonces Sam me dijo que ella queríarealmente que yo representara a Rocky, ysupongo que aquello era lo que de verdadnecesitaba oír.

No entraré en detalles sobre el espectáculoentero, pero no me lo he pasado mejor en mivida. No bromeo. Tuve que fingir que cantaba,y tuve que bailar por el escenario, y tuve quellevar una «boa de plumas» en la apoteosisfinal, a lo que yo no le habría dado ningunaimportancia porque es parte del espectáculo,pero Patrick no podía dejar de hablar de ello.

—¡Charlie con una «boa de plumas»!¡Charlie con una «boa de plumas»! —erasimplemente incapaz de parar de reír.

Pero la mejor parte fue la escena con Janet,donde tuvimos que tocarnos mutuamente. Nofue la mejor parte porque conseguí tocar a Samy que ella me tocara. Todo lo contrario. Sé quesuena tonto, pero es verdad. Justo antes de laescena, pensé en Sam, y pensé que si la tocabade esa manera en el escenario y lo hacía enserio, sería vulgar. Y aunque creo que algúndía podría querer tocarla de esa manera, noquerría nunca que fuera vulgar. No quiero queseamos Rocky y Janet. Quiero que seamos Samy yo. Y quiero que ella de verdad mecorresponda. Así que solamente actuamos.

Cuando el espectáculo terminó, todoshicimos una reverencia, y hubo aplausos portodas partes. Patrick incluso me empujó delantede los demás actores para recibir mi propioaplauso. Creo que así es la iniciación de losnuevos miembros del reparto. Yo solo podíapensar en lo agradable que era que todo elmundo me aplaudiese, y en cómo me alegrabade que nadie de mi familia estuviera allí para

verme hacer de Rocky con una «boa de plumas».Y menos mi padre.

Sí tuve una erección, sin embargo, pero nofue hasta más tarde, en el aparcamiento del BigBoy.

Fue cuando Mary Elizabeth me pidió quefuera con ella al baile de Sadie Hawkinsdespués de decir «Te sentaba muy bien eldisfraz».

Me gustan las chicas. De verdad. Porqueson capaces de pensar que te sienta bien unbañador incluso cuando no es cierto. La erecciónme hizo sentir culpable a posteriori, perosupongo que no lo podía remediar.

Le conté a mi hermana que tenía una citapara el baile, pero estaba muy distraída.Entonces, intenté pedirle consejo sobre cómotratar a una chica en una cita, ya que hastaentonces nunca había tenido ninguna, pero nocontestó. No estaba siendo antipática.Simplemente tenía la mirada «perdida en elvacío». Le pregunté si estaba bien, y dijo quenecesitaba estar sola, así que subí al piso dearriba y terminé El almuerzo desnudo.

Después de terminar, me quedé tumbado

en la cama, mirando al techo, y sonreí porque elsilencio que había era agradable.

Con mucho cariño,Charlie

9 de febrero de 1992 Querido amigo: Tengo que decir algo sobre mi última carta. Séque Sam nunca me pediría que fuera con ella albaile. Sé que llevará a Craig, y si no a Craig,entonces a Patrick, ya que la novia de Brad,Nancy, va a ir con Brad. Creo que MaryElizabeth es una persona muy lista y muyguapa, y me alegro de que sea ella la primeracita que tengo. Pero después de decir que sí, yde que Mary Elizabeth se lo anunciara algrupo, quise que Sam se pusiera celosa. Sé queno está bien desear algo así, pero lo hice.

Sin embargo, Sam no se puso celosa. Si tedigo la verdad, no creo que pudiera haberse

alegrado más, lo que fue un golpe duro.Hasta me explicó cómo tratar a una chica

en una cita, lo que fue muy interesante. Dijoque a una chica como Mary Elizabeth nodeberías decirle que está guapa. Deberíasdecirle lo bonito que es su conjunto, porque suconjunto es elección suya, mientras que su carano lo es. También dijo que con algunas chicasdebes hacer cosas como abrir las puertas delcoche y comprar flores, pero no con MaryElizabeth (y mucho menos en el baile de SadieHawkins). Así que le pregunté qué es lo quedebería hacer, y me dijo que le hiciera unmontón de preguntas y que no me preocuparasi Mary Elizabeth no paraba de hablar. Le dijeque aquello no sonaba muy democrático, peroSam dijo que ella lo hace todo el tiempo con loschicos.

Sam dijo que el tema del sexo iba a serpeliagudo con Mary Elizabeth, ya que ha tenidonovios antes y tiene mucha más experienciaque yo. Dijo que lo mejor que puedes hacercuando no sabes qué hacer durante cualquiercosa sexual es prestar atención a cómo te estábesando esa persona y besarla tú de la misma

manera. Dice que eso demuestra muchasensibilidad, cosa que por supuesto yo quierotener.

Entonces, dije:—¿Me lo puedes demostrar?Y ella dijo:—No seas listillo.Nos hablamos así de vez en cuando.

Siempre le hace reír. Después de que Sam mehiciera un truco con el zippo, le pregunté máscosas sobre Mary Elizabeth.

—¿Y si no quiero hacer nada sexual conella?

—Pues dile que no estás preparado.—¿Eso funciona?—A veces.Quise preguntarle a Sam sobre la otra cara

del «a veces», pero no quería entrometermedemasiado en lo personal, y en el fondo tampocoquería saberlo. Ojalá pudiera dejar de estarenamorado de Sam. Ojalá.

Con mucho cariño,Charlie

15 de febrero de 1992 Querido amigo: No me siento muy bien porque todo se hacomplicado. Fui al baile y le dije a MaryElizabeth lo bonito que era su conjunto. Y lehice preguntas, y le dejé hablar todo el tiempo.Aprendí mucho sobre «deshumanización», losindios americanos y la burguesía.

Pero principalmente, aprendí sobre MaryElizabeth.

Mary Elizabeth quiere ir a Berkeley yhacer dos licenciaturas. Una en CienciasPolíticas. La otra en Sociología, con unaespecialización secundaria en Estudios de laMujer. Mary Elizabeth odia el instituto y quiereexplorar las relaciones lésbicas. Le pregunté sile parecían guapas las chicas y ella me mirócomo si fuera estúpido y dijo:

—No se trata de eso.La película favorita de Mary Elizabeth es

Rojos. Su libro favorito es la autobiografía deuna mujer que era un personaje de Rojos. Nome acuerdo de su nombre. El color favorito deMary Elizabeth es el verde. Su estación favoritaes la primavera. Su helado favorito (dice que seniega por principios a tomar yogur heladodescremado) es el de cereza de Ben amp;Jerry’s,el Cherry Garcia. Su comida favorita es la pizza(mitad de champiñones, mitad de pimientosverdes). Mary Elizabeth es vegetariana y odia asus padres. También habla español con soltura.

Lo único que ella me preguntó en toda lanoche fue si quería o no darle un beso debuenas noches. Cuando respondí que no estabapreparado, dijo que lo comprendía y que se lohabía pasado genial. Dijo que era el chico mássensible que había conocido, lo que no entendíporque en realidad lo único que había hechohabía sido no interrumpirla.

Entonces, me preguntó si quería volver asalir con ella en algún momento, cosa de la queSam y yo no habíamos hablado, así que noestaba preparado para responderle. Dije que síporque no quería hacer nada incorrecto, pero nocreo que pueda imaginar preguntas para otra

noche entera. No sé qué hacer. ¿Cuántas citaspuedes llegar a tener sin sentir que estáspreparado para besar? No creo que nunca estépreparado para Mary Elizabeth. Tendré quepreguntarle a Sam sobre esto.

Por cierto, Sam llevó a Patrick al bailedespués de que Craig dijera que estabademasiado ocupado. Supongo que tuvieron unabuena pelea al respecto. Por fin, Craig dijo queno quería ir a un estúpido baile de instituto,ahora que ya se había graduado. En ciertomomento del baile, Patrick fue al aparcamientopara fumar marihuana con su orientadoracadémico, y Mary Elizabeth estaba pidiéndoleal DJ que pusiera ciertas bandas femeninas demúsica, con lo que Sam y yo nos quedamossolos.

—¿Te lo estás pasando bien?Sam no respondió inmediatamente. Parecía

triste.—La verdad es que no. ¿Y tú?—No lo sé. Es mi primera cita, así que no sé

con qué compararla.—No te preocupes. Lo vas a hacer muy

bien.

—¿En serio?—¿Quieres un poco de ponche?—Sí, claro.Después de eso, Sam se fue. Parecía

bastante triste, y deseé poder hacerle sentirmejor, pero a veces supongo que simplementeno puedes. Así que me quedé solo junto a lapared y contemplé el baile durante un rato. Telo describiría, pero creo que es el tipo de cosa enla que tienes que estar presente o por lo menosconocer a la gente. Aunque por otro lado, quizátú conocías a la misma gente cuando ibas a tusbailes de instituto, ¿sabes a qué me refiero, no?

Lo único distinto de este baile en particularfue mi hermana. Estaba con su novio. Y,mientras ponían una canción lenta, me parecióque tenían una enorme pelea porque él dejó demirarla y ella salió precipitadamente de la pistade baile hacia los baños. Intenté seguirla, perome llevaba demasiada ventaja. Ya no volvió albaile, y su novio finalmente se fue.

Después de que Mary Elizabeth me dejaraen casa, entré y encontré a mi hermanallorando en el sótano. Era un llanto diferente.Me asustó un poco. Le hablé en voz muy baja y

lentamente.—¿Estás bien?—Déjame en paz, Charlie.—No, en serio, ¿qué te pasa?—No lo comprenderías.—Podría intentarlo.—Eso sí que es gracioso. Muy gracioso.—¿Quieres que despierte a mamá y papá

entonces?—No.—Pues a lo mejor ellos podrían...—¡CHARLIE! ¡CÁLLATE! ¡¿VALE?! ¡SOLO

CÁLLATE!Entonces fue cuando de verdad empezó a

llorar. Yo no quería hacer que se sintiera peor,así que me di la vuelta para dejarla sola. Yentonces mi hermana empezó a abrazarme. Nodijo nada. Solo me abrazó con fuerza, sinsoltarme. Así que le devolví el abrazo. Era raro,además, porque nunca abrazo a mi hermana.Salvo cuando la obligan a hacerlo, al menos.Después de un rato, se calmó un poco y mesoltó. Tomó aire profundamente y se sacudió elpelo, que se le había quedado pegado a la cara.

Entonces fue cuando me dijo que estaba

embarazada.Te contaría el resto de la noche, pero

sinceramente no recuerdo demasiado. Todo esconfuso y muy triste. Lo que sí sé es que sunovio le había dicho que el bebé no era suyo,pero mi hermana sabía que sí. Y sé que élrompió con ella allí mismo en el baile. Mihermana no se lo había contado a nadie porqueno quería que corriera la noticia. Los únicos quelo sabíamos éramos ella, él y yo. Me haprohibido que se lo cuente a nadie conocido. Anadie. Nunca.

Le dije que al cabo de un tiempoprobablemente no podría esconderlo, perorepuso que no dejaría que llegara tan lejos.Ahora que tiene dieciocho años no necesita elpermiso de mis padres. Solo que alguienestuviera a su lado el sábado siguiente en laclínica. Y esa persona iba a ser yo.

—Qué suerte que ya tengo carné deconducir —dije para hacerle reír.

Pero no se rio.

Con mucho cariño,Charlie

23 de febrero de 1992 Querido amigo: He estado sentado en la sala de espera de laclínica. He estado allí durante una hora más omenos. No recuerdo exactamente cuántotiempo. Bill me ha dado un libro nuevo paraleer, pero no podía concentrarme. Supongo quees lógico.

Entonces, intenté leer algunas revistas,pero de nuevo, me resultó imposible. No tantoporque mencionaran lo que la gente estabacomiendo. Era por las portadas de las revistas.Todas tenían la cara sonriente, y cada vez quesalía una mujer en la portada, enseñaba elescote. Me pregunté si aquellas mujeres lohacían para parecer guapas o si era solo algoque iba con su trabajo. Me pregunté si tendríanelección si lo que quieren es tener éxito. Nopodía quitarme esa idea de la cabeza.

Casi pude imaginar la sesión de fotos y

cómo la actriz o la modelo, más tarde, se iba atomar un «almuerzo ligero» con su novio. Podíaverlo preguntándole cómo le había ido el día, ycómo ella no le daría demasiada importancia alo que había hecho, o tal vez, si era su primeraportada de revista, le contaría lo emocionadaque estaba por empezar a hacerse famosa.Podía imaginarme la revista en los quioscos, yun montón de ojos anónimos mirándola, y cómoalgunas personas pensarían que era muyimportante. Y en cómo una chica como MaryElizabeth se pondría furiosa porque la actriz ola modelo enseñará el escote, igual que todas lasdemás actrices y modelos, mientras algúnfotógrafo como Craig solo se preocuparía por lacalidad de la fotografía. Entonces, pensé quehabría algunos hombres que comprarían larevista para masturbarse con ella. Y mepregunté lo que la actriz o su novio pensaríanal respecto, si acaso se les ocurría. Y despuéspensé que ya era hora de que dejara de pensarporque no le estaba haciendo ningún bien a mihermana.

Entonces fue cuando empecé a pensar enmi hermana.

Pensé en aquella vez en la que ella y susamigas me pintaron las uñas, y en cómo nopasó nada porque mi hermano no estabapresente. Y aquella vez en la que me dejó queutilizara sus muñecas para hacer obras deteatro, o cuando me dejó ver lo que yo quisieraen la tele. Y cuando empezó a convertirse enuna «jovencita» y no permitía que nadie lamirara porque pensaba que estaba gorda. Ycómo en realidad no estaba gorda. Y en loguapa que era verdaderamente. Y en cómo lecambió la cara cuando se dio cuenta de que loschicos pensaban que era guapa. Y en cómo lecambió la cara la primera vez que le gustó unchico que no era de un póster de su pared. Y encómo le cambió la cara cuando se dio cuenta deque estaba enamorada de ese chico. Y entoncesme pregunté cómo sería su cara cuando salierade detrás de aquellas puertas.

Mi hermana fue quien me contó de dóndevenían los niños. Mi hermana fue también laque se rio cuando inmediatamente preguntéadónde iban.

Al acordarme de aquello, me eché a llorar.Pero no podía dejar que me vieran porque, si lo

hacían, tal vez no me dejaran llevarla en cochea casa, y podrían llamar a nuestros padres. Yno podía permitir que eso ocurriera porque mihermana contaba conmigo, y era la primera vezque alguien contaba conmigo para algo.Cuando me di cuenta de que era la primera vezque lloraba desde que le prometí a mi tía Helenno llorar salvo por algo importante, tuve quesalir afuera porque ya no podía ocultárselo mása nadie.

Debí de haber estado en el coche muchotiempo, porque mi hermana al final meencontró allí. Estaba fumando un cigarrillo trasotro y llorando todavía. Mi hermana llamó conlos nudillos a la ventanilla. La bajé. Me mirócon curiosidad. Entonces, su curiosidad setransformó en enfado.

—Charlie, ¡¿estás fumando?!Estaba enfadadísima. No te puedes hacer

una idea de lo enfadada que estaba.—¡No puedo creer que estés fumando!Entonces fue cuando dejé de llorar. Y

empecé a reírme. Porque de todas las cosas quepodría haber dicho nada más salir de allí, habíaelegido el hecho de que yo fumara. Y se había

enfadado por eso. Y yo sabía que si mi hermanaestaba enfadada, entonces no le cambiaríademasiado la cara. Y pronto estaría bien.

—Voy a decírselo a mamá y papá, ¿sabes?—No, no lo vas a hacer —Dios mío, no

podía parar de reírme.Cuando mi hermana se paró un segundo a

pensar en ello, creo que se dio cuenta de porqué no se lo contaría a mamá y papá. Fue comosi de pronto hubiera recordado dónde estábamosy lo que acababa de pasar y lo absurda que eratoda nuestra conversación. Entonces, se echó areír.

Pero la risa hizo que se mareara, así quetuve que salir del coche y ayudarla a sentarseen el asiento trasero. Ya le había preparado laalmohada y la manta, porque nos pareció quesería mejor que durmiera algo en el coche antesde volver a casa.

Justo antes de quedarse dormida, dijo:—Bueno, si vas a fumar, por lo menos abre

un poco la ventanilla.Lo que me hizo reír otra vez.—Charlie, fumando. No puedo creerlo.Lo que me hizo reír más todavía, y dije:

—Te quiero.Y mi hermana dijo:—Yo también te quiero. Pero para de reírte

de una vez.Al final, mis carcajadas se convirtieron en

risillas esporádicas, y luego pararon. Miré haciaatrás y vi que mi hermana estaba dormida. Asíque arranqué el coche y encendí la calefacciónpara que estuviera caliente. Entonces fuecuando empecé a leer el libro que Bill me habíadado. Es Walden, de Henry David Thoreau,que es el libro favorito de la novia de mihermano, así que tenía muchas ganas de leerlo.

Cuando se puso el sol, coloqué el folletosobre el tabaco en la página donde habíaparado de leer y empecé a conducir hacia casa.Me detuve unos cuantos bloques antes de llegarpara despertar a mi hermana y guardar lamanta y la almohada en el maletero.Aparcamos en el camino de entrada. Salimos delcoche. Entramos en casa. Y oímos las voces denuestros padres desde lo alto de la escalera.

—¿Dónde habéis estado todo el día, vosotrosdos?

—Sí. La cena está casi lista.

Mi hermana me miró. Yo la miré a ella. Ellase encogió de hombros. Así que empecé a contara mil por hora que habíamos visto una películay que mi hermana me había enseñado aconducir por la autopista y que habíamos ido aMcDonald’s.

—¡¿A McDonald’s?! ¡¿Cuándo?!—Vuestra madre ha preparado costillas,

¿sabéis? —mi padre estaba leyendo el periódico.Mientras yo hablaba, mi hermana se acercó

a mi padre y le dio un beso en la mejilla. Él nolevantó la vista del periódico.

—Ya lo sé, pero fuimos a McDonald’s antesde la película, y eso fue hace mucho.

Entonces, mi padre preguntó como si nada:—¿Qué película habéis visto?Me quedé congelado, pero mi hermana me

salvó con el nombre de una película antes debesar a mi madre en la mejilla. Yo nunca habíaoído hablar de ella.

—¿Era buena?Me quedé helado otra vez.Mi hermana estaba tan tranquila.—No ha estado mal. Esas costillas huelen

genial.

—Sí —dije.Entonces, pensé en algo para cambiar de

tema.—Oye, papá. ¿Echan hoy partido de

hockey?—Sí, pero solo puedes verlo conmigo si no

me haces ninguna de tus preguntas tontas.—Vale, pero ¿puedo hacerte una ahora,

antes de que empiece?—No lo sé. ¿Puedes?—¿Me dejas? —pregunté, corrigiéndome.Gruñó.—Adelante.—¿Me recuerdas cómo llaman los jugadores

al disco de hockey?—Galleta. Lo llaman galleta.—Guay. Gracias.Desde ese momento y durante toda la cena

mis padres no nos hicieron más preguntas sobrenuestro día, aunque mi madre dijo cuánto sealegraba de que mi hermana y yo estuviéramospasando más tiempo juntos.

Aquella noche, después de que nuestrospadres se fueran a dormir, bajé al coche y saquéla almohada y la manta del maletero. Se los

llevé a mi hermana a su habitación. Estabamuy cansada. Y hablaba en voz muy baja. Medio las gracias por todo el día. Dijo que no lahabía decepcionado. Y dijo que quería quefuera nuestro pequeño secreto, ya que habíadecidido decirle a su antiguo novio que elembarazo había sido una falsa alarma.Supongo que ya no confiaba en él como paradecirle la verdad nunca más.

Justo después de que le apagara las luces yabriera la puerta, le oí decir suavemente:

—Quiero que dejes de fumar, ¿me oyes?—Te oigo.—Porque te quiero, Charlie, de verdad.—Yo también te quiero.—Lo digo en serio.—Yo también.—De acuerdo entonces. Buenas noches.—Buenas noches.Ahí fue cuando cerré la puerta y dejé que

se durmiera.No tenía ganas de leer esa noche, así que

bajé al piso de abajo y vi un anuncio de mediahora sobre un aparato de gimnasia. No dejabande bombardear con un número de teléfono, así

que llamé. La mujer que respondió al otro ladodel teléfono se llamaba Michelle. Y le dije aMichelle que era un chico y que no necesitabaun aparato de gimnasia, pero que esperaba queestuviera teniendo una buena noche.

Entonces Michelle me colgó. Y no meimportó nada.

Con mucho cariño,Charlie

7 de marzo de 1992 Querido amigo: Las chicas son raras, y no lo digo para ofender.Es que no lo puedo decir de otro modo.

Ya he tenido otra cita con Mary Elizabeth.En muchos sentidos ha sido parecida al baile,salvo en que podíamos llevar ropa más cómoda.Ha sido ella la que me ha pedido salir otra vez,y supongo que está bien, pero creo que voy aempezar a preguntar yo de vez en cuando,

porque no puedo esperar siempre a que me lopidan. También, si soy yo quien lo pide, estaréseguro de que salgo con la chica que yo elijo siella dice que sí. Qué complicado es todo.

Lo bueno es que esta vez conseguí ser yo elque conducía. Le pregunté a mi padre si medejaba su coche. Fue durante la cena.

—¿Para qué? —mi padre se pone muyprotector con su coche.

—Charlie tiene novia —dijo mi hermana.—No es mi novia —dije.—¿Quién es la chica? —preguntó mi padre.—¿Qué pasa? —preguntó mi madre desde

la cocina.—Charlie quiere que le preste el coche —

respondió mi padre.—¿Para qué? —preguntó mi madre.—¡Eso es lo que estoy intentando descubrir!

—dijo mi padre levantando la voz.—No hace falta ponerse así —dijo mi

madre.—Lo siento —dijo mi padre sin sentirlo.

Entonces se volvió hacia mí—: bueno, háblamede esta chica.

Así que le hablé un poco sobre Mary

Elizabeth, quitando la parte sobre el tatuaje yel piercing en el ombligo. Estuvo esbozando unasonrisa durante un rato, intentando averiguarsi yo ya era culpable de algo. Después, dijo quesí. Podía tomar prestado su coche. Cuando mimadre llegó con el café, mi padre le contó todala historia mientras yo me comía el postre.

Esa noche, mientras terminaba mi libro, mipadre entró y se sentó en el borde de mi cama.Encendió un cigarrillo y empezó a hablarme desexo. Me había dado esa charla unos cuantosaños antes, pero entonces había sido másbiológica. Ahora decía cosas como: «Sé que soytu viejo, pero...», «cualquier precaución es pocahoy en día» y «usa protección» y «si ella dice queno, tienes que asumir que lo dice en serio...»,«porque si la fuerzas a hacer algo que ella noquiere hacer, entonces estás en un buen lío,caballero...», «e incluso si ella dice que no, yrealmente quiere decir que sí, entonces,francamente, está jugando contigo y no vale lapena», «si necesitas hablar con alguien, puedesacudir a mí, pero si no quieres hacerlo poralguna razón, habla con tu hermano», y por fin:«me alegro de que hayamos tenido esta

conversación».Entonces mi padre me revolvió el pelo,

sonrió y abandonó la habitación. Creo quedebería decirte que mi padre no es como los dela televisión. Las cosas como el sexo no le danvergüenza. Y de hecho sabe mucho sobre ellas.

Creo que estaba especialmente contentoporque yo solía besar mucho a un niño delvecindario cuando era muy pequeño, y aunqueel psiquiatra dijo que era muy normal entreniños y niñas pequeños explorar este tipo decosas, creo que a mi padre no se le quitó elmiedo. Supongo que es normal, pero no sé muybien por qué.

Bueno, pues Mary Elizabeth y yo fuimos aver una película al centro. Era lo que llamanuna película «de arte y ensayo». Mary Elizabethdijo que había ganado un premio en algún granfestival de cine europeo, y creía que iba a serimpresionante. Mientras esperábamos a queempezara la película, dijo que era una pena quetanta gente fuera a ver una estúpida películade Hollywood, pero que hubiera tan pocosespectadores en ese cine. Entonces, me contóque se moría de ganas de salir de aquí y de ir a

la universidad donde la gente aprecia este tipode cosas.

Luego empezó la película. Era en unalengua extranjera y tenía subtítulos, lo que fuedivertido porque nunca había leído una películaantes. La película en sí era muy interesante,pero no creo que fuera muy buena porque nome sentí distinto cuando acabó.

Pero Mary Elizabeth sí lo hizo. Repetía sinparar que era una película «elocuente». Muy«elocuente». Y supongo que lo era. El caso esque no entendí lo que quería decir por muy bienque lo hubiera dicho.

Más tarde, conduje hasta una tienda dediscos «underground», y Mary Elizabeth mehizo un recorrido. Le encanta esta tienda dediscos. Dijo que era el único sitio donde se sentíaella misma. Dijo que antes de que las cafeteríasse pusieran de moda no había ningún sitio parachicos como ella, excepto el Big Boy, que hastaeste año era para viejos.

Me llevó a la sección de películas y mehabló de todos esos directores de culto y degente francesa. Después, me bajó a la sección demúsica extranjera y me habló de la que era

alternativa «de verdad». Después me llevó a lasección de folk y me habló de bandas femeninascomo The Slits.

Dijo que se sentía muy mal por no habermeregalado nada por Navidad, y que queríacompensarme. Entonces me compró un disco deBillie Holiday y me preguntó si quería ir a sucasa a escucharlo.

Así pues, acabé sentado a solas en susótano mientras ella, en el piso de arriba, nosponía algo de beber. Y eché un vistazo por lahabitación, que estaba muy limpia y olía comosi la gente no viviera allí. Tenía una chimeneacon repisa y trofeos de golf. Y había unatelevisión y un buen estéreo. Y entonces MaryElizabeth bajó con dos copas y una botella debrandy. Dijo que odiaba todo lo que les gustabaa sus padres, excepto el brandy.

Me pidió que vertiera las bebidas mientrasella encendía el fuego. Estaba muy excitada,también, lo cual era raro porque ella nunca secomporta así. Siguió hablando sobre lo muchoque le gustan las chimeneas y que queríacasarse con un hombre y vivir en Vermontalgún día, cosa rara, también, porque Mary

Elizabeth nunca habla de cosas así. Cuandoterminó con el fuego, puso el disco y se acercó amí medio bailando. Dijo que estaba entrando encalor, pero que no se refería a la temperatura.

Empezó la música, y ella chocó su copa conla mía, dijo «salud» y tomó un sorbito debrandy. El brandy estaba muy bueno, porcierto, pero sabía mejor en la fiesta del AmigoInvisible. Nos acabamos la primera copa muyrápido.

El corazón me latía a toda velocidad, y meestaba empezando a poner nervioso. Me pasóotra copa de brandy y al hacerlo me tocó lamano con mucha suavidad. Después, deslizó supierna sobre la mía, y me quedé mirando cómose balanceaba. Entonces, sentí su mano en minuca. Moviéndose lentamente. Y mi corazónempezó a latir como loco.

—¿Te gusta el disco? —me preguntó en vozmuy baja.

—Mucho —era verdad, además. Eraprecioso.

—¿Charlie?—¿Ajá?—¿Te gusto yo?

—Ajá.—¿Sabes a lo que me refiero?—Ajá.—¿Estás nervioso?—Ajá.—No lo estés.—Vale.Entonces fue cuando sentí su otra mano.

Empezó en mi rodilla y fue subiendo por unlado de mi pierna hasta mi cadera y miestómago. Después, apartó su pierna de la míay se medio sentó en mis rodillas de cara a mí.Me miró directamente a los ojos y sinparpadear. Ni una sola vez. Su expresiónparecía distinta y cálida. Y se inclinó hacia mí yempezó a besarme el cuello y las orejas.Después las mejillas. Después los labios. Y todoa nuestro alrededor desapareció. Tomó mi manoy la metió por debajo de su jersey, y yo no podíacreer que aquello me estuviera pasando a mí. Nique estuviera tocando unos pechos. Y, mástarde, no podía creer el aspecto que tenían. Ni locomplicados que son los sujetadores.

Después de que hubiéramos hecho todo loque puedes hacer de cintura para arriba, me

tumbé en el suelo, y Mary Elizabeth apoyó sucabeza en mi pecho. Ambos respirábamos muylentamente y escuchamos la música y el crepitardel fuego. Cuando terminó la última canción,sentí su aliento en mi pecho.

—¿Charlie?—¿Ajá?—¿Te parezco guapa?—Me pareces muy guapa.—¿De verdad?—De verdad.Entonces me abrazó un poco más fuerte, y

durante la siguiente media hora MaryElizabeth no dijo nada. Lo único que pudehacer fue seguir allí tumbado y pensar encuánto había cambiado su voz cuando mepreguntó si era guapa, y cuánto habíacambiado cuando le respondí, y cómo Sam dijoque a ella no le gustaban ese tipo de cosas, ycuánto me empezaba a doler el brazo.

Gracias a Dios que oímos el motor de lapuerta automática del garaje en ese momento.

Con mucho cariño,Charlie

28 de marzo de 1992 Querido amigo: Por fin está empezando a hacer un poco decalor, y la gente es más agradable por lospasillos. No necesariamente conmigo, sino engeneral. Escribí una redacción sobre Waldenpara Bill, pero esta vez la hice de otra forma. Nohice una reseña sobre el libro. Escribí unaredacción fingiendo que había estado viviendosolo junto a un lago durante dos años. Pretendíque vivía gracias a la tierra y que teníarevelaciones. Si te digo la verdad, no medisgustaría la idea de hacer eso ahora.

Desde aquella noche con Mary Elizabeth,todo ha cambiado. Empezando por aquel lunesen el instituto en el que Sam y Patrick memiraron con una enorme sonrisa. MaryElizabeth les había contado la noche quepasamos juntos, cosa que yo no quería quehiciera para nada, pero a Sam y Patrick les

pareció fantástico y se alegraron mucho pornosotros dos. Sam no paraba de decir:

—No puedo creer que no se me hayaocurrido antes. ¡Hacéis una pareja genial!

Creo que Mary Elizabeth piensa lo mismo,porque se ha estado comportando de formatotalmente distinta. Es agradable todo eltiempo, pero hay algo que no cuadra. No sécómo describirlo. Es como cuando estamosfumando un cigarrillo fuera con Sam y Patrickal final del día, y todos estamos charlando sobrealgo hasta que es la hora de irnos a casa.Entonces, cuando llego a casa, Mary Elizabethme llama inmediatamente y me pregunta:«¿Qué tal?». Y no sé qué decir porque la únicanovedad en mi vida es mi paseo de vuelta acasa, que no es mucho. Pero le describo el paseode todas formas. Y entonces empieza a hablar, yno para durante un rato largo. Ha estadohaciendo esto toda la semana. Eso yquitándome pelusillas de la ropa.

En cierto momento, hace dos días, estuvohablando de libros, incluyendo unos cuantosque yo había leído. Y cuando le dije que loshabía leído, me hizo preguntas muy largas que

en realidad eran solo sus ideas con unainterrogación al final. Lo único que me dejabadecir era «sí» o «no». Sinceramente, no habíaespacio para decir nada más. Después de eso,empezó a hablar sobre sus planes para launiversidad, que yo ya conocía, así que dejé elteléfono, fui al baño y cuando volví, todavíaseguía hablando. Sé que no estuvo bien, perome pareció que si no me tomaba una pausa,haría algo todavía peor. Como gritar o colgar elteléfono.

Tampoco ha parado de hablar del disco deBillie Holiday que me compró. Y dice que quieredescubrirme un montón de cosas geniales. Y site soy sincero, no quiero que me descubra unmontón de cosas geniales si significa que tendréque oír a Mary Elizabeth hablando todo el ratode las cosas geniales que me ha descubierto.Casi parece que de las tres cosas implicadas:Mary Elizabeth, yo y las cosas geniales, a MaryElizabeth solo le importa la primera. No locomprendo. Yo le regalaría a alguien un discopara que disfrutara de él, no para que siempretuviera en cuenta que fui yo quien se lo regaló.

Además, estuvo lo de la cena. Cuando

acabaron las vacaciones, mi madre me preguntósi me gustaría que Sam y Patrick vinieran acenar como me prometió después de contarleque habían dicho que tenía mucho gusto con laropa. ¡Me hacía mucha ilusión! Se lo dije aPatrick y Sam, e hicimos planes para undomingo por la noche, y más o menos dos horasdespués, Mary Elizabeth se acercó a mí en elpasillo y dijo:

—¿El domingo a qué hora?No sabía qué hacer. Era solo para Sam y

Patrick. Esa era la idea desde el principio. Y nohabía invitado a Mary Elizabeth. Supongo quesé por qué dio por sentado que estaba invitada,pero ni siquiera esperó a comprobarlo. Ni lanzóuna indirecta. Ni nada.

Así que, durante la cena, la cena en la quequería que mis padres vieran lo simpáticos ygeniales que eran Sam y Patrick, MaryElizabeth habló todo el rato. No fue solamenteculpa suya. Mis padres le hicieron máspreguntas que a Sam o a Patrick. Supongo queporque estoy saliendo con Mary Elizabeth y esoles interesaba más que mis amigos. Supongoque es lógico. Pero aun así. Es como si no

hubieran conocido a Sam y Patrick. Y esa era laintención. Para cuando terminó la cena y todosse fueron, lo único que dijo mi madre fue queMary Elizabeth era una chica lista, y lo únicoque dijo mi padre fue que mi «novia» era guapa.No dijeron nada de Sam ni de Patrick. Y loúnico que yo pretendía de toda aquella nocheera que conocieran a mis amigos. Era muyimportante para mí.

El tema sexual también es raro. Es como sidespués de aquella primera noche tuviéramosun patrón según el cual hacemos básicamentelo que hicimos aquella primera vez, pero sinchimenea ni disco de Billie Holiday porqueestamos en un coche y todo es muy precipitado.Quizá es así como se supone que son las cosas,pero no me convence.

Mi hermana ha estado leyendo muchoslibros de mujeres desde que le dijo a su ex novioque el embarazo había sido una falsa alarma yél quiso volver con ella y ella le dijo que no.

Así que le pregunté por Mary Elizabeth(quitando la parte sexual) porque sabía quepodía ser imparcial sobre el tema, especialmenteal haberse «escaqueado» de la cena. Mi

hermana dijo que Mary Elizabeth sufre de bajaautoestima, pero repuse que había dicho lomismo de Sam en noviembre cuando empezó asalir con Craig, y Sam es completamentedistinta. No puede ser todo baja autoestima,¿no?

Mi hermana intentó explicarlo. Dijo queenseñándome todas esas cosas geniales, MaryElizabeth consigue una posición de superioridadque no necesitaría si tuviera confianza en símisma. También dijo que las personas queintentan controlar todo el tiempo la situacióntienen miedo de que, si no lo hacen, nada saldrácomo ellos quieren.

No sé si tendrá o no razón, pero meentristeció. No por Mary Elizabeth. O por mí.Sino en general. Porque empecé a pensar queno tenía ni idea de quién era Mary Elizabeth.No digo que me haya estado mintiendo, peroantes de conocerla se comportaba de un modomuy distinto, y si realmente no es como era alprincipio, me hubiera gustado que me lo dijera.Pero quizá sí sea como era al principio, y yosimplemente no me he dado cuenta. No quieroser otra cosa más bajo el control de Mary

Elizabeth.Le pregunté a mi hermana qué debería

hacer, y me dijo que lo mejor sería ser sincerosobre mis sentimientos. Mi psiquiatra dijo lomismo. Y entonces sí que me entristecí deverdad, porque pensé que quizá yo también eradistinto de cómo me había visto al principioMary Elizabeth. Y quizá estuviera mintiendo alno contarle lo difícil que me resultabaescucharla todo el tiempo sin poder intervenir.Pero solo intentaba ser amable siguiendo lasinstrucciones de Sam. No sé dónde meequivoqué.

Intenté llamar a mi hermano para hablardel tema, pero su compañero de habitación dijoque estaba muy ocupado con las clases, así quedecidí no dejar un mensaje porque no queríadistraerle. Lo único que hice fue enviarle miredacción sobre Walden para que pudieraenseñársela a su novia. Así, tal vez si teníantiempo, podían leerla y podríamos hablar deella, y tendría la oportunidad de preguntarles aambos qué hacer con Mary Elizabeth ya queellos tenían una relación de las buenas ysabrían cómo hacer que las cosas funcionasen.

Incluso si no llegábamos a hablar del tema, meencantaría conocer a su novia. Aunque fuerapor teléfono. Conseguí verla una vez en unvídeo de uno de los partidos de mi hermano,pero no es lo mismo. Aunque era muy guapa.Pero no de forma poco convencional. No sé porqué estoy diciendo todo esto. En realidad, megustaría que Mary Elizabeth me preguntaraalguna cosa aparte de: «¿Qué tal?».

Con mucho cariño,Charlie

18 de abril de 1992 Querido amigo: He armado un lío tremendo. De verdad. Mesiento fatal. Patrick dijo que lo mejor que podíahacer era alejarme durante unos días.

Todo empezó el lunes pasado. MaryElizabeth vino al instituto con un libro depoemas de un famoso poeta llamado E. E.

Cummings. La razón de que trajera ese libroera que había visto una película que hablabade un poema que compara las manos de unamujer con flores y lluvia. Le pareció que era tanbonito que salió de casa y compró el libro. Lo haleído un montón de veces desde entonces, y dijoque quería que yo tuviera mi propio ejemplar.No el ejemplar que ella había comprado, sinouno nuevo.

Durante todo el día me estuvo pidiendo quele enseñara a todo el mundo el libro.

Sé que debería haber estado agradecidoporque fue un detalle. Pero no me sentíaagradecido. No me sentía agradecido enabsoluto. No me malinterpretes. Fingí que loestaba. Pero no lo estaba. Si te soy sincero, meestaba empezando a enfadar. Quizá si mehubiera dado el ejemplar que se habíacomprado para ella, habría sido distinto. Oquizá si solo me hubiera escrito a mano elpoema que le gusta sobre la lluvia en un papelbonito. Y, desde luego, si no me hubiera hechoenseñarle el libro a todos nuestros conocidos.

Tal vez debería haber sido sincero entonces,pero no me pareció el momento apropiado.

Cuando salí del instituto ese día, no volví acasa porque de verdad que no podía hablar conella por teléfono, y mi madre no tienedemasiada habilidad mintiendo en este tipo decosas. Así que, en su lugar, fui caminando haciala zona donde están todas las tiendas yvideoclubs. Fui directamente a la librería. Ycuando la señora detrás del mostrador mepreguntó si necesitaba ayuda, abrí la bolsa ydevolví el libro que Mary Elizabeth me habíacomprado. No hice nada con el dinero. Solo melo guardé en el bolsillo.

Mientras volvía andando a casa, no podíadejar de pensar en lo horrible que era lo queacababa de hacer, y empecé a llorar. Cuandollegué a la puerta principal, estaba llorandotanto que mi hermana dejó de ver la televisiónpara hablar conmigo. Después de contarle loque había hecho, me llevó en coche de vuelta ala librería porque yo no estaba en condicionespara conducir, y recuperé el libro, con lo que mesentí un poco mejor.

Cuando Mary Elizabeth me preguntó porteléfono aquella noche dónde había estado todoel día, le dije que había ido a la librería con mi

hermana. Y cuando me preguntó si le habíacomprado algo bonito, dije que sí. Ni siquiera seme ocurrió que lo estuviera preguntando enserio, pero dije que sí de todas formas. Tan malme sentía por haber intentado devolver su libro.Pasé la siguiente hora al teléfono escuchandosu charla sobre el libro. Después, nos dimos lasbuenas noches. Después, bajé las escaleras parapreguntarle a mi hermana si podía llevarme denuevo a la librería para poder comprarle aMary Elizabeth algo bonito. Mi hermana medijo que condujera yo mismo. Y que deberíaempezar a ser sincero con Mary Elizabeth sobremis sentimientos. Quizá debiera haberlo hechoentonces, pero no me parecía el momentoapropiado.

Al día siguiente, en el instituto, le di aMary Elizabeth el regalo que fui a comprar encoche. Era un ejemplar nuevo de Matar unruiseñor. Lo primero que dijo Mary Elizabethfue:

—Qué original.Me tuve que recordar a mí mismo que no lo

decía con maldad. No se estaba burlando de mí.No estaba comparando. O criticando. Y en

realidad, no lo hacía. Créeme. Así que le contéque Bill me suele dar libros especiales para leerfuera de clase y que Matar un ruiseñor fue elprimero. Y lo especial que era para mí. Entoncesdijo:

—Gracias. Qué mono.Pero entonces empezó a explicarme que se

lo había leído tres años antes y que pensabaque estaba «sobrevalorado» y que lo habíanconvertido en una película en blanco y negrocon actores famosos como Gregory Peck yRobert Duvall, y que ganó un premio de laAcademia por el guion. Yo me tragué missentimientos después de aquello.

Salí del instituto, di un paseo y no volví acasa hasta la una de la madrugada. Cuando leexpliqué a mi padre por qué, me dijo que meportara como un hombre.

Al día siguiente en el instituto, cuandoMary Elizabeth me preguntó dónde habíaestado el día anterior, le dije que habíacomprado un paquete de cigarrillos, ido al BigBoy y pasado el resto del día leyendo el libro deE. E. Cummings y comiendo sándwiches dobles.Sabía que no me arriesgaba diciendo eso porque

ella nunca me haría preguntas sobre el libro. Ytenía razón. Después de haberse despachadosobre el tema la otra vez, no creo que necesiteleerlo por mí mismo jamás. Ni aunque quisiera.

Estoy seguro de que debería habermesincerado entonces, pero si te digo la verdad, meestaba enfureciendo tanto como cuando hacíadeporte, y aquello empezaba a asustarme.

Afortunadamente, las vacaciones deSemana Santa empezaron el viernes, yrelajaron un poco las cosas. Bill me dio Hamletpara leer durante las fiestas. Dijo quenecesitaría tener tiempo libre paraconcentrarme de verdad en la obra. Supongoque no tengo que decirte quién la escribió. Elúnico consejo que me dio fue que pensara en elprotagonista desde el punto de vista de otrosprotagonistas de libros que he leído hastaahora. Me dijo que no perdiera el tiempopensando en «lo barroco del lenguaje».

Bueno, ayer, Viernes Santo, tuvimos unespectáculo especial de The Rocky HorrorPicture Show. Lo que lo hizo especial fue elhecho de que todo el mundo sabía queempezaban las vacaciones de Semana Santa, y

un montón de chicos llevaban todavía los trajesy vestidos de misa. Me recordó los Miércoles deCeniza del colegio, cuando los niños llegabancon huellas en la frente. Siempre le daba untoque de emoción.

Después del espectáculo, Craig nos invitó atodos a su apartamento para beber vino yescuchar el Álbum Blanco. Después de queterminara el disco, Patrick sugirió quejugáramos todos a Verdado Atrevimiento, unjuego que le encanta cuando tiene «el puntillo».

¿Adivinas quién escogió atrevimiento averdad durante toda la noche? Yo. No queríadecirle la verdad a Mary Elizabeth a causa deun juego.

Salió bastante bien durante gran parte dela noche. Las pruebas eran cosas como «bebeuna cerveza del tirón». Pero entonces, Patrickme lo puso difícil. Ni siquiera creo que supiera loque estaba haciendo, aunque lo hizo de todasformas.

—Besa en los labios a la chica más guapade la habitación.

Fue entonces cuando decidí ser sincero.Echando la vista atrás, probablemente no

podría haber elegido un momento peor.Se hizo el silencio en cuanto me levanté (ya

que Mary Elizabeth estaba sentada justo a milado). Para cuando me hube arrodillado delantede Sam y la besé, el silencio era ya insoportable.No fue un beso romántico. Fue amistoso, comocuando hice de Rocky y ella de Janet. Pero dabaigual.

Podría decir que fueron el vino o la cervezaque me tuve que beber del tirón. Tambiénpodría decir que se me había olvidado elmomento en que Mary Elizabeth me preguntósi me parecía guapa. Pero estaría mintiendo. Locierto es que, cuando Patrick me retó, supe quesi besaba a Mary Elizabeth les estaríamintiendo a todos. Incluyendo a Sam.Incluyendo a Patrick. Incluyendo a MaryElizabeth. Y ya no podía seguir haciéndolo. Nisiquiera como parte de un juego.

Después del silencio, Patrick hizo lo quepudo para salvar la noche. Lo primero que dijofue:

—Vaya, ¡menuda situación!Pero no funcionó. Mary Elizabeth salió

precipitadamente de la habitación y entró en el

baño. Patrick me dijo luego que no quería quenadie la viese llorar. Sam la siguió, pero antesde abandonar del todo la habitación, se volvióhacia mí y dijo con tono serio y sombrío:

—¿A ti qué coño te pasa?Fue la expresión de su cara al decirlo. Y

cuánto lo sentía. Hizo que, de pronto, todopareciera tal y como realmente era. Me sentífatal. Sencillamente fatal. Patrick se levantóinmediatamente y me sacó del apartamento deCraig. Fuimos a la calle, y lo único de lo que fuiconsciente fue del frío. Dije que debería volver ydisculparme. Patrick dijo:

—No. Yo recogeré nuestros abrigos.Quédate aquí.

Cuando Patrick me dejó fuera, empecé allorar. Era un llanto real y de pánico, y no podíapararlo. Cuando Patrick volvió, dije, llorando amares:

—En serio creo que debería disculparme.Patrick negó con la cabeza.—Créeme. No es buena idea volver ahí

dentro.Entonces sacudió las llaves del coche

delante de mi cara y dijo:

—Vamos. Te llevaré a casa.En el coche, le conté a Patrick todo lo que

había estado pasando. Sobre el disco. Y el libro.Y Matar un ruiseñor. Y cómo Mary Elizabethnunca me hacía preguntas. Y lo único que dijoPatrick fue:

—Qué pena que no seas gay —aquello mehizo parar un poco de llorar—. Aunquepensándolo bien, si fueras gay, nunca saldríacontigo. Eres un desastre —aquello me hizo reírun poco—. Y yo que pensaba que Brad estabapirado. ¡Dios mío!

Aquello me hizo reír mucho más. Entoncespuso la radio y me llevó de vuelta a casa através de los túneles. Cuando me dejó en casa,Patrick me dijo que lo mejor que podía hacer eramantenerme alejado unos días. Creo que ya telo he dicho. Dijo que, cuando supiera algo más,me llamaría.

—Gracias, Patrick.—No hay de qué.Y entonces dije:—¿Sabes, Patrick? Si fuera gay, querría

salir contigo.No sé por qué lo dije, pero me pareció que

tenía que hacerlo.Patrick se limitó a sonreír haciéndose el

chulo y dijo:—Faltaría más.Después arrancó el coche y se fue a toda

pastilla.Cuando me tumbé en la cama esa noche

puse el disco de Billie Holiday y empecé a leer ellibro de poemas de E. E. Cummings. Después deleer el poema que compara las manos de lamujer con flores y lluvia, dejé el libro y fui a laventana. Miré fijamente mi reflejo y los árbolesdetrás de él durante un rato largo. Sin pensaren nada. Sin sentir nada. Sin oír el disco.Durante horas.

Es verdad que me está pasando algo. Y nosé lo que es.

Con mucho cariño,Charlie

26 de abril de 1992

Querido amigo: Nadie me ha llamado desde aquella noche. Nolos culpo. He pasado todas las vacacionesleyendo Hamlet. Bill tenía razón. Era muchomás fácil pensar en el chico de la obra como sifuera otro de los personajes sobre los que heleído hasta el momento. También me haayudado ahora que estoy intentando descubrirqué me pasa. No me ha dado necesariamenteninguna respuesta, pero ha sido de ayuda saberque alguien más ha pasado por esto. Y sobretodo, alguien que vivió hace tanto tiempo.

Llamé a Mary Elizabeth y le dije que habíaestado escuchando el disco todas las noches yleyendo el libro de E. E. Cummings.

Ella dijo solamente:—Es demasiado tarde, Charlie.Le habría explicado que no quería empezar

a salir de nuevo con ella y que había hechoestas cosas solo como un amigo, pero sabía quecon ello no haría más que empeorarlo todo, asíque no lo hice.

Dije solamente:

—Lo siento.Y era verdad que lo sentía. Y sé que ella me

creyó. Pero cuando aquello no tuvo ningúnefecto, y no hubo nada más que un silencioincómodo en el teléfono, supe realmente que erademasiado tarde.

Patrick sí me llamó, pero lo único que dijofue que Craig se había enfadado mucho conSam por mi culpa, y que debería seguir alejadohasta que las cosas se calmaran. Le pregunté sile gustaría dar una vuelta, él y yo solos. Dijoque iba a estar ocupado con Brad y cosasfamiliares, pero que intentaría llamarme sipodía encontrar un rato. Hasta ahora no lo hahecho.

Te contaría el Domingo de Pascua con mifamilia, pero ya te he hablado de Acción deGracias y Navidad, y la verdad es que no haymucha diferencia.

Excepto que a mi padre le subieron elsueldo, y a mi madre no porque a ella no lapagan por trabajar en casa, y mi hermana dejóde leer esos libros sobre autoestima porqueconoció a un chico nuevo.

Mi hermano volvió a casa, pero cuando le

pregunté si su novia había leído mi redacciónsobre Walden, dijo que no porque había rotocon él cuando descubrió que la estabaengañando con otra. Hacía ya tiempo deaquello. Así que le pregunté si se lo había leídoél, y dijo que no porque había estado demasiadoocupado. Dijo que intentaría leerlo durante lasvacaciones. De momento, no lo ha hecho.

Bueno, fui a visitar a mi tía Helen y, porprimera vez en mi vida, esto no me ayudó.Incluso intenté seguir mi propósito de recordarcon detalle la última vez que tuve una semanagenial, pero aquello tampoco me ayudó.

Sé que todo esto lo he provocado yo. Sé queme lo merezco. Haría cualquier cosa para no serasí. Haría cualquier cosa para compensarlos atodos. Y por no tener que ver a un psiquiatraque me explique lo que es ser «pasivo agresivo».Y por no tener que tomar la medicina que meda, que es demasiado cara para mi padre. Y porno tener que hablar de recuerdos desagradablescon él. O ponerme nostálgico por cosasdesagradables.

Ojalá que Dios o mis padres o Sam o mihermana o alguien me dijeran qué es lo que me

pasa. Que me dijeran cómo ser diferente deforma que tenga sentido. Para hacer que todoesto se vaya. Y desaparezca. Sé que está malporque es responsabilidad mía, y sé que lascosas se ponen peor antes de mejorar porque esodice mi psiquiatra, pero este «peor» me resultademasiado grande.

Después de una semana sin hablar connadie, al final llamé a Bob. Sé que no debía,pero no sabía qué hacer si no. Le pregunté sitenía cualquier cosa que pudiera comprar. Medijo que le quedaban siete gramos demarihuana. Así que tomé parte de mi paga deSemana Santa y la compré.

Desde entonces, he estado fumándomelasin parar.

Con mucho cariño,Charlie

Parte

4

29 de abril de 1992 Querido amigo: Me gustaría poder contarte que todo estámejorando, pero desafortunadamente no es así.Es difícil, además, porque hemos empezado lasclases otra vez, y ya no puedo ir a los sitios a losque iba. Y ya no puede volver a ser como antes.Y todavía no estaba preparado para decir adiós.

Si te soy sincero, he estado evitándolo todo.Deambulo por los pasillos del instituto y

miro a la gente. Miro a los profesores y mepregunto por qué están aquí. Si les gustará sutrabajo. O nosotros. Y me pregunto cómo erande listos cuando tenían quince años. No conmaldad, sino por curiosidad. Es como mirar a losestudiantes y preguntarse a quién le habránroto el corazón ese día, y cómo puedearreglárselas además con tres exámenes y unaredacción. O preguntarse quién fue el que lerompió el corazón. Y preguntarse por qué.Sobre todo porque sé que si fuera a otro

instituto, aquel a quien han roto el corazón lotendría roto por otra persona, así que, ¿por quénos lo tomamos todo de manera tan personal? Ysi yo fuera a otro instituto, nunca habríaconocido a Sam ni a Patrick ni a MaryElizabeth ni a nadie aparte de mi familia.

Te puedo contar algo que ha pasado.Estaba en el centro comercial, porque es allídonde voy últimamente. Durante las últimasdos semanas, he estado yendo cada día,intentando averiguar por qué la gente va allí.Es una especie de proyecto personal.

Había un niño pequeño. Tendría unoscuatro años. No estoy seguro. Estaba llorandomuchísimo, y no paraba de llamar a su madre.Debía de haberse perdido. Entonces, vi a unchico que podría tener diecisiete años. Irá a otroinstituto, porque no lo había visto antes. Encualquier caso, este chico con pinta de tipo duro,chupa de cuero, pelo largo y todo, se acercó alniño pequeño y le preguntó cómo se llamaba. Elniño pequeño respondió y dejó de llorar.

Entonces, el chico se alejó con el niñopequeño.

Un minuto después, oí que el altavoz le

decía a la madre que su hijo estaba en elmostrador de información. Así que fui almostrador de información para ver lo que iba apasar.

Supongo que la madre llevaba muchotiempo buscando al niño pequeño, porque vinocorriendo al mostrador, y cuando lo vio se echóa llorar. Lo abrazó con fuerza y le dijo que novolviera a escaparse de nuevo. Entonces, le diolas gracias al chico que los había ayudado, yeste lo único que dijo fue:

—La próxima vez vigílelo mejor, joder.Y después se alejó.El hombre de bigote que había detrás del

mostrador de información se quedóboquiabierto. La madre igual. El niño pequeñose limpió los mocos, levantó la vista hacia sumamá y dijo:

—Patatas fritas.La madre bajó la mirada hacia el niño y

asintió, y ambos se marcharon. Así que losseguí. Fueron al lugar donde están los puestosde comida y compraron patatas fritas. El niñopequeño sonrió y se puso perdido de kétchup. Yla madre seguía enjugándose las lágrimas entre

calada y calada de su cigarrillo.Yo no paraba de mirar a la madre,

intentando imaginar su aspecto cuando erajoven. Si estaría casada. Si su hijo habría sidofruto de un accidente o planificado. Y si aquellocambiaba algo.

Vi a otras personas allí. Viejos sentados asolas. Chicas jóvenes con sombra de ojos azul ymandíbulas extrañas. Niños pequeños queparecían cansados. Padres con abrigos buenosque parecían todavía más cansados. Chicostrabajando detrás de los mostradores de lospuestos de comida que parecían haber perdidolas ganas de vivir hacía horas. Las cajasregistradoras seguían abriéndose y cerrándose.La gente seguía dando dinero y recogiendo sucambio. Y todo me resultó muy inquietante.

Así que decidí buscar otro sitio adonde ir ydescubrir por qué la gente va allí.Desafortunadamente, no hay muchos sitios así.No sé durante cuánto tiempo puedo seguirtirando sin un amigo. Antes podía hacerlofácilmente, pero eso era antes de saber cómo eratener un amigo. A veces es mucho más fácil nosaber las cosas y que tomar patatas fritas con tu

madre sea suficiente para ti.La única persona con la que he hablado

realmente durante las últimas dos semanas hasido Susan, la chica que solía salir a «dar unavuelta» con Michael en el colegio cuandollevaba braquets. La vi en el pasillo, rodeada deun grupo de chicos desconocidos. Estaban todosriéndose y contando chistes verdes, y Susan seesforzaba por reírse con ellos. Cuando vio queme acercaba al grupo, se puso «lívida». Fue casicomo si no quisiera acordarse de cómo era docemeses atrás, y desde luego que no quería quelos chicos supieran que me conocía y que antesera mi amiga. El grupo entero se quedó ensilencio y clavó los ojos en mí, pero yo ni me fijéen ellos. Solo miré a Susan, y lo único que dijefue:

—¿Lo echas de menos alguna vez?No lo dije con maldad o acusadoramente.

Solo quería saber si alguien más se acordaba deMichael. Si te soy sincero, estaba muy fumado,y no podía quitarme la pregunta de la cabeza.

Susan se quedó desconcertada. No sabíaqué hacer. Aquellas eran las primeras palabrasque habíamos cruzado desde el final del curso

pasado. Supongo que no fue justo por mi partepreguntárselo en medio de un grupo como ese,pero nunca la he vuelto a encontrar a solas, yrealmente necesitaba saberlo.

Al principio, pensé que su cara de pasmoera resultado de la sorpresa, pero al nodesaparecer durante un rato largo, supe queno. De pronto caí en la cuenta de que si Michaelsiguiera todavía por aquí, Susan probablementeya no «saldría» con él. No porque sea una malapersona o superficial o cruel, sino porque lascosas cambian. Y los amigos se van. Y la vidano se detiene por nadie.

—Siento haberte molestado, Susan. Es queestoy pasando una mala racha. Eso es todo. Túpásatelo bien —dije y me alejé.

—Dios, ese tío es un jodido friqui —oí quesusurraba uno de los chicos cuando iba por lamitad del pasillo. Lo dijo más como el queconstata un hecho que para herir, y Susan nolo rebatió. Ni siquiera sé si yo mismo lo hubierarebatido estos días.

Con mucho cariño,Charlie

2 de mayo de 1992 Querido amigo: Hace unos días fui a ver a Bob para comprarmás hierba. Quizá debería decir que siempre seme olvida que Bob no va al instituto connosotros. Probablemente porque ve mástelevisión que nadie que conozca, y sabecantidad de anécdotas triviales. Deberías verlohablar de Mary Tyler Moore. Es bastanteescalofriante.

Bob tiene una forma de vivir muyparticular. Dice que se ducha un día sí y otrono. Pesa su «mercancía» todos los días. Dice quecuando estás fumando un cigarrillo con alguien,y tienes un mechero, deberías encender primeroel cigarrillo del otro. Pero si tienes cerillas,deberías encender primero tu cigarrillo, pararespirar el «azufre perjudicial» en su lugar. Diceque eso es lo educado. También dice que damala suerte encender «tres con una cerilla». Lo

oyó de su tío el que luchó en Vietnam. Porquefumar tres cigarrillos era el tiempo que hacíafalta para que el enemigo te localizara.

Bob dice que cuando estás solo y enciendesun cigarrillo y el cigarrillo solo se te enciende amedias, significa que alguien está pensando enti. También dice que cuando encuentras unpenique, solo es «de la suerte» si está de cara.Dice que lo mejor es encontrar un penique de lasuerte cuando estás con alguien y regalarle a laotra persona la buena suerte. Cree en el karma.También le encanta jugar a las cartas.

Bob va a tiempo parcial al centro local deformación profesional. Quiere ser cocinero. Eshijo único, y sus padres nunca están en casa.Dice que solía fastidiarle mucho cuando era máspequeño, pero ya no tanto.

Lo que pasa con Bob es que cuando loconoces por primera vez es muy interesanteporque sabe normas sobre cigarrillos y peniquesy Mary Tyler Moore. Pero al cabo de un tiempode conocerlo, empieza a repetirse. Durante lasúltimas semanas, no ha dicho nada que no lehaya oído ya antes. Por eso fue tan impactantecuando me contó lo que había pasado.

Básicamente, el padre de Brad pilló a Brady a Patrick juntos.

Supongo que el padre de Brad no sabía lode su hijo porque, cuando los pilló, empezó apegar a Brad. No en plan cachetada. En plancinturón. En plan de verdad. Patrick se lo dijo aSam, quien se lo dijo a Bob, que nunca habíavisto nada parecido. Así de terrible parece quefue. Quería decirle: «Para» y: «Lo vas a matar».Incluso quería sujetar al padre de Brad. Pero sequedó congelado. Y Brad no paraba de decirle aPatrick: «¡Sal de aquí!». Y al final, Patrick lohizo.

Eso fue la semana pasada. Y Brad todavíano ha vuelto al instituto. Todo el mundo piensaque podrían haberlo enviado a una escuelamilitar o algo así. Nadie sabe nada seguro.Patrick intentó llamarlo una vez, pero cuandorespondió el padre de Brad, colgó.

Bob dice que Patrick está «bajo de moral».No te imaginas la pena que me dio cuando melo dijo, porque quería llamar a Patrick y ser suamigo y ayudarlo. Pero no sabía si debíallamarlo por lo que había dicho de esperar hastaque las cosas se calmaran. El caso es que no

podía pensar en otra cosa.Así que el viernes fui a The Rocky Horror

Picture Show. Esperé hasta que la obra huboempezado antes de entrar en el teatro. Noquería arruinarles el espectáculo a todos. Soloquería ver a Patrick hacer de Frank’N Furtercomo siempre, porque sabía que, si lo veía,sabría que se iba a recuperar. Igual que mihermana cuando se enfadó conmigo por fumarcigarrillos.

Me senté en la última fila y me quedémirando el escenario. Faltaba todavía un par deescenas antes de que Frank’N Furter saliera.Entonces fue cuando vi a Sam haciendo deJanet. Y la eché muchísimo de menos. Ylamenté tanto haber estropeado las cosas...Especialmente cuando vi a Mary Elizabethinterpretando a Magenta. Todo era muy durode contemplar. Pero entonces Patrick por finsalió a escena como Frank’N Furter y estuvogenial. De hecho, estuvo mejor que nunca enmuchos sentidos. Fue tan bueno ver a todos misamigos... Me marché antes de que acabara laobra.

Conduje a casa escuchando algunas de las

canciones que escuchábamos aquellos días enlos que éramos infinitos. Y fingí que estaban enel coche conmigo. Incluso hablé en voz alta. Leconté a Patrick que me parecía que habíaestado genial. Le pregunté a Sam por Craig. Ledije a Mary Elizabeth que lo sentía mucho y loque me gustaba el libro de E. E. Cummings yque quería hacerle algunas preguntas sobre él.Pero entonces paré porque me había empezadoa poner demasiado triste. Y también pensé quesi alguien me viera hablando en voz altaestando solo en el coche, sus miradas podríanconvencerme de que puede que lo que me pasasea incluso peor de lo que creo.

Cuando llegué a casa, mi hermana estabaviendo una película con su nuevo novio. No haymucho que contar, aparte de que se llama Erik,tiene el pelo corto y está en tercer curso deinstituto. Erik había alquilado la película.Después de estrecharle la mano, les preguntépor la película, porque no me sonaba de nadasalvo por un actor que salía en un programa detelevisión, y no me acordaba de su nombre.

Mi hermana dijo:—Es bastante tonta. No te gustaría.

Yo dije:—¿De qué trata?Ella dijo:—Venga, Charlie. Ya casi ha terminado.Yo dije:—¿Os parecería bien si me quedara a ver el

final?Ella dijo:—Puedes verla entera cuando hayamos

terminado.Yo dije:—Bueno, ¿y si veo el final con vosotros y

después la rebobino y veo hasta donde empecé averla con vosotros?

Entonces fue cuando ella paró la película:—¿No pillas las indirectas?—Supongo que no.—Queremos estar solos, Charlie.—Ah. Lo siento.Si te digo la verdad, sabía que mi hermana

quería estar a solas con Erik, pero me moría deganas de tener compañía. Sin embargo, sabíaque no era justo arruinarle la noche solo porqueechaba de menos a todo el mundo, así que le dilas buenas noches y me fui.

Subí a mi habitación y empecé a leer elnuevo libro que me había dado Bill. Se llama Elextranjero. Bill dijo que es «muy fácil de leer,pero muy difícil de “leer bien”». No tengo ni ideade lo que quería decir, pero por ahora me estágustando el libro.

Con mucho cariño,Charlie

8 de mayo de 1992 Querido amigo: Es raro cómo las cosas pueden volver a cambiartan repentinamente como lo hicieron en unprincipio. Algo sucede y de pronto todo vuelve ala normalidad.

El lunes Brad volvió al instituto.Parecía muy cambiado. No porque tuviera

cardenales ni nada. De hecho, tenía la carabien. Pero antes, Brad era un tío que siempreiba por el pasillo con energía. La verdad es que

no puedo describirlo de otra manera. Algunaspersonas caminan cabizbajas por alguna razón.No les gusta mirar a los ojos a los demás. Bradnunca fue así. Pero ahora lo es. Sobre todo conPatrick.

Los vi hablando en voz baja en el pasillo.Yo estaba demasiado lejos para oír lo quedecían, pero se notaba que Brad estabaignorando a Patrick. Y cuando Patrick empezó aenfadarse, Brad simplemente cerró su taquilla yse alejó. No es que fuera muy extraño, porqueBrad y Patrick nunca hablaban en el institutoya que Brad quería mantener las cosas ensecreto. Lo extraño fue que Patrick se hubieraacercado primero a Brad. Así que supuse que yano se encontraban en los campos de golf. Y queni siquiera hablaban por teléfono.

Después, esa tarde, estaba fuerafumándome un cigarrillo a solas, y vi a Patricktambién fumándose un cigarrillo a solas. Noestaba tan cerca como para saludarlo y no quiseinterferir en su tiempo libre, así que no meacerqué a él. Pero Patrick estaba llorando.Estaba llorando desconsoladamente. Después deaquello, cada vez que lo he visto por alguna

parte, no parecía estar allí. Era como siestuviese en otro lugar. Y creo que lo supeporque así es como la gente decía que estaba yo.Quizá todavía lo diga. No estoy seguro.

El jueves ocurrió algo realmente horrible.Estaba sentado solo en la cafetería

comiéndome un filete ruso, cuando vi quePatrick se acercaba a Brad, que estaba sentadocon sus amigotes del equipo de fútbol, y vi queBrad pasaba de él como había hecho en lataquilla. Y vi que Patrick se estaba alterando,pero Brad seguía pasando de él. Entonces, vicómo Patrick decía algo y parecía muy enfadadomientras se daba la vuelta para alejarse. Bradse quedó quieto en el sitio durante un segundoy después se giró. Entonces lo oí. Fue lobastante alto para que algunas mesas looyeran. Lo que Brad le gritó a Patrick fue:

—¡Maricón!Los colegas del equipo de Brad empezaron

a reírse. Algunas mesas se quedaron en silenciomientras Patrick se daba la vuelta. Estabafuera de sí. No estoy bromeando. Volvió comouna furia a la mesa de Brad y dijo:

—¿Qué me has llamado?

Dios mío, estaba furioso. Yo nunca habíavisto a Patrick así.

Brad se quedó callado durante un segundo,pero sus colegas lo azuzaron dándoleempujoncitos en los hombros. Brad levantó lamirada hacia Patrick y dijo en voz más baja ycon mayor crueldad que antes:

—Te he llamado maricón.Los colegas de Brad se echaron a reír

todavía más fuerte. Bueno, hasta que Patricklanzó el primer puñetazo. Es algo sobrecogedorcuando de golpe se hace el silencio en toda unasala, y entonces empieza el ruido de verdad.

La pelea fue dura. Mucho más dura que laque tuve con Sean el año pasado. No fue juegolimpio a base de puñetazos ni como se ve en laspelículas. Solo luchaban y se golpeaban. Y elque fuera más agresivo o estuviera másenfadado daba la mayoría de los golpes. Encierto punto, la pelea iba bastante igualadahasta que los colegas de Brad se metieron y seconvirtió en un cinco a uno.

Ahí fue cuando me metí yo. No podía vercómo hacían daño a Patrick, aunque las cosasno se hubieran calmado todavía.

Creo que cualquiera que me conozca sepodría haber asustado o desconcertado. Exceptotal vez mi hermano. Él me enseñó qué hacer enestas situaciones. No quiero entrar en detalles,solo diré que, cuando acabó, Brad y sus doscolegas dejaron de pelear y se me quedaronmirando. Sus otros dos amigos estabantumbados en el suelo. Uno se apretaba la rodillaque yo le había roto con una de esas sillas demetal de la cafetería. El otro se tapaba la cara.Fui un poco a por sus ojos, pero no con muchasaña. No quería que fuera muy grave.

Bajé la vista al suelo y vi a Patrick. Teníala cara bastante mal y estaba llorando mucho.Lo ayudé a ponerse de pie y después miré aBrad. No creo ni que hubiéramos cruzado dospalabras hasta entonces, pero supongo queaquel era el momento de empezar. Solo dije:

—Si alguna vez lo vuelves a hacer, se locontaré a todos. Y si no es suficiente, te dejaréciego.

Señalé a su amigo, el que se estabatapando la cara, y supe que Brad me había oídoy que sabía que lo decía en serio. Sin embargo,no repuso nada porque los guardias de

seguridad de nuestro instituto vinieron asacarnos a todos de la cafetería. Nos llevaronprimero a la enfermería, y después a ver aldirector Small. Patrick fue quien empezó lapelea, así que lo expulsaron durante unasemana. A los amigotes de Brad los expulsarontres días a cada uno por atacar en grupo aPatrick después de irrumpir en la pelea inicial.A Brad no lo expulsaron porque había actuadoen defensa propia. A mí tampoco, ya quesolamente había intentado defender a un amigoal que atacaban cinco contra uno.

Brad y yo tuvimos un mes de castigo,empezando ese mismo día.

Durante las horas de castigo, el profesorHarris no nos puso ninguna norma. Nos dejabaleer o hacer los ejercicios para casa o hablar. Noera realmente un castigo, a no ser que te gustenlos programas que echan en televisión justodespués de clase o estés muy preocupado por tuexpediente. Me pregunto si es todo unamentira. El expediente, quiero decir.

En aquel primer día de castigo, Brad vino asentarse a mi lado. Parecía muy triste. Creo quese había dado cuenta de lo ocurrido al salir del

aturdimiento de la pelea.—¿Charlie?—¿Sí?—Gracias. Gracias por pararlos.—De nada.Y eso fue todo. No le he vuelto a decir nada

desde entonces. Y hoy él no se ha sentado a milado. Al principio, cuando lo dijo, me quedé algodesorientado. Pero creo que ya lo he pillado.Porque yo no querría que un puñado de amigosmíos le dieran una paliza a Sam, ni aunque mehubieran prohibido que me siguiera gustando.

Cuando salí del aula de castigo ese día,Sam me estaba esperando. En cuanto la vi,sonrió. Yo estaba atontado. No podía creer queella estuviera allí de verdad. Entonces, vi que segiraba y le lanzaba a Brad una mirada llena defrialdad.

Brad dijo:—Dile que lo siento.Sam repuso:—Díselo tú mismo.Brad apartó la vista y se fue andando hacia

su coche. Entonces Sam se acercó a mí y merevolvió el pelo.

—Bueno, he oído que eres una especie deninja.

Creo que asentí.Sam me condujo a casa en su camioneta.

De camino, me contó que estaba muy enfadadaconmigo por hacerle lo que le hice a MaryElizabeth. Me contó que Mary Elizabeth esamiga suya desde hace mucho tiempo. Hastame recordó que Mary Elizabeth estuvo a su ladocuando pasó aquella época tan dura de la queme habló cuando me regaló la máquina deescribir. No quiero repetir lo que fue.

En fin, dijo que cuando la besé a ella envez de a Mary Elizabeth, estropeé su amistaddurante un tiempo. Porque supongo que yo legustaba un montón a Mary Elizabeth. Me diopena, porque no tenía ni idea de que yo legustara tanto. Pensaba que solo queríadescubrirme todas aquellas cosas geniales.Entonces fue cuando Sam dijo:

—Charlie, a veces eres muy tonto. ¿Losabes?

—Sí. La verdad es que sí. Lo sé. En serio.Después dijo que Mary Elizabeth y ella ya

lo habían superado, y me agradeció que

hubiera seguido el consejo de Patrick y que mehubiera mantenido alejado durante este tiempo,porque había facilitado las cosas. Así que luegodije:

—Entonces, ¿podemos volver a ser amigos?—Claro —fue lo único que respondió.—¿Y de Patrick?—Y de Patrick.—¿Y del resto de la gente?—Y del resto de la gente.Fue entonces cuando me eché a llorar. Pero

Sam me dijo que parara.—¿Te acuerdas de lo que le dije a Brad?—Sí. Le dijiste que tenía que ser él quien se

disculpara con Patrick.—Eso también va por Mary Elizabeth.—Lo intenté, pero me dijo...—Lo sé. Te estoy diciendo que lo vuelvas a

intentar.—Vale.Sam me dejó en casa. Cuando estuvo tan

lejos como para no verme, me eché a llorar otravez. Porque volvía a ser mi amiga. Y eso mebastaba. Así que me prometí a mí mismo que novolvería a liar las cosas. Y no lo volveré a hacer.

Eso te lo aseguro.Cuando esta noche fui a The Rocky Horror

Picture Show, fue muy tenso. No por MaryElizabeth. Por esa parte estuvo bien. Le dijeque lo sentía, y luego le pregunté si había algoque quisiera decirme. Y, como siempre, le hiceuna pregunta y conseguí una larguísimarespuesta. Cuando terminé de escuchar (laescuché de verdad), le volví a decir que losentía. Entonces me dio las gracias por noquitarle importancia a lo que hice ofreciéndoleun montón de excusas. Y las cosas volvieron ala normalidad, salvo porque quedamos solocomo amigos.

Si te soy sincero, creo que la causa principalde que hayamos quedado bien es que MaryElizabeth ha empezado a salir con uno de losamigos de Craig. Se llama Peter y va a launiversidad, con lo que Mary Elizabeth estáfeliz. En la fiesta en el apartamento de Craig oípor casualidad que le decía a Alice que estabamucho más contenta con Peter porque tenía«sus propias opiniones» y mantenían debates.Dijo que yo era muy dulce y comprensivo, peroque nuestra relación era demasiado

unidireccional. Ella quería una persona queestuviera más abierta a la discusión y que nonecesitara que le dieran permiso para hablar.

Me entraron ganas de reír. O quizá deenfadarme. O quizá de encogerme de hombrospor lo rara que es la gente, y sobre todo yo. Peroestaba en una fiesta con mis amigos, así quetampoco le di mucha importancia. Solamentebebí, porque me pareció que ya era el momentode dejar de fumar tanta hierba.

Lo que provocó la tensión aquella noche fueque Patrick oficialmente dejó el papel deFrank’N Furter en la obra. Dijo que no queríavolver a hacerlo... nunca. Así que se sentó y vioel espectáculo entre el público conmigo, y dijocosas que me dolió escuchar, porque Patricknormalmente no es infeliz.

—¿Has pensado alguna vez, Charlie, quenuestro grupo es igual que cualquier otrogrupo, como el del equipo de fútbol? ¿Y que loúnico que verdaderamente nos distingue es laropa que llevamos y por qué la llevamos?

—¿Sí? —pregunté. Y hubo una pausa.—Bueno, creo que todo son gilipolleces.Y lo decía en serio. Era duro ver que

hablaba tan en serio.Un tío que yo no conocía de nada hizo el

papel de Frank ’N Furter. Había sido elsustituto de Patrick durante mucho tiempo, yahora tenía su oportunidad. Era muy bueno,también. No tan bueno como Patrick, pero muybueno.

Con mucho cariño,Charlie

11 de mayo de 1992 Querido amigo: He estado pasando mucho tiempo con Patrickestos días. En realidad, no he hablado mucho.Más bien he escuchado y asentido, porquePatrick necesita hablar. Pero no es como conMary Elizabeth. Es distinto.

Empezó el sábado por la mañana despuésdel espectáculo. Estaba en la cama intentandodescubrir por qué a veces te puedes despertar y

volverte a dormir y otras veces no puedes.Entonces, mi madre llamó a la puerta.

—Tu amigo Patrick está al teléfono.Así que me levanté y me quité el sueño de

encima.—Hola.—Vístete. Voy de camino.Clic. Eso fue todo. La verdad es que tenía

mucho que hacer, ya que se estaba acercando elfinal de curso, pero parecía que íbamos a teneruna especie de aventura, así que me vestí detodas formas.

Patrick aparcó el coche diez minutos mástarde. Llevaba puesta la misma ropa que lanoche anterior. No se había duchado ni nada.Ni siquiera creo que se hubiera ido a la cama.Estaba completamente despierto gracias al café,los cigarrillos y las Mini Thins, que son esaspastillitas que puedes comprar en lasgasolineras. ¡Te mantienen despierto! Tampocoson ilegales, pero te dan sed.

Así que me subí en el coche de Patrick, queestaba lleno de humo. Me ofreció un cigarrillo,pero dije que no delante de mi casa.

—¿Tus padres no saben que fumas?

—No. ¿Deberían?—Supongo que no.Entonces empezó a conducir... rápido.Al principio, Patrick apenas habló. Solo

escuchaba música en el radiocasete. Cuandoempezó la segunda canción, le pregunté si erala cinta de varios que le había hecho por elAmigo Invisible en Navidad.

—He estado escuchándola toda la noche.Patrick sonreía de oreja a oreja. Era una

sonrisa enfermiza. Vidriosa y atontada. Subió elvolumen. Y condujo más rápido.

—Te contaré algo, Charlie. Me siento bien.¿Sabes a lo que me refiero? Realmente bien.Como si me hubiera liberado, o algo así. Como sino tuviera que fingir más. Me voy de aquí parair a la universidad, ¿verdad? Allí todo serádiferente. ¿Sabes a lo que me refiero?

—Sí —dije.—He estado pensando toda la noche en qué

tipo de pósteres quiero colgar en mi habitaciónde la residencia. Y si tendré una pared deladrillo visto. Siempre he querido una pared deladrillo visto, para poder pintarla. ¿Sabes a loque me refiero?

Esta vez solamente asentí, porque él noestaba esperando realmente un «sí».

—Las cosas allí serán distintas. Tienen queserlo.

—Lo serán —dije.—¿Lo crees de verdad?—Sí.—Gracias, Charlie.Así fue más o menos todo el día. Fuimos a

ver una película. Y comimos pizza. Y cada vezque Patrick empezaba a estar cansado,bebíamos café y él se tomaba una Mini Thin odos. Cuando fuera empezó a oscurecer, meenseñó todos los lugares en los que él y Brad seencontraban. No me habló mucho de ellos. Sololos miraba.

Acabamos en el campo de golf.Nos sentamos en el green del hoyo

dieciocho, que estaba bastante alto en unacolina, y contemplamos cómo desaparecía el sol.Patrick había comprado una botella de vinotinto con su carné de identidad falso, y nos lafuimos pasando. No hicimos más que hablar.

—¿Has oído la historia de Lily? —preguntó.—¿Quién?

—Lily Miller. No sé cuál era su nombrereal, pero la llamaban Lily. Estaba en su cuartocurso de instituto cuando yo estaba en segundo.

—Creo que no.—Pensaba que tu hermano te la habría

contado. Es un clásico.—A lo mejor.—Vale. Párame si ya la conoces.—Vale.—Pues Lily sube hasta aquí con un tío que

era el protagonista de todas las obras de teatro.—¿Parker?—Exacto, Parker. ¿Cómo lo sabías?—Mi hermana estaba colgada por él.—¡Perfecto! —nos estábamos

emborrachando bastante—. Pues Parker y Lilysuben aquí una noche. ¡Y están tanenamorados! Él incluso le había regalado su pinde actor o algo así.

A estas alturas, de las carcajadas, Patrickestaba escupiendo vino entre frases.

—Incluso tenían una canción. Algo comoBroken Wings, de ese grupo, Mr. Mister. Nisiquiera lo sé, pero espero que fuera BrokenWings, porque así la historia sería perfecta.

—Sigue —lo animé.—Vale, vale —dio un trago—. Bueno,

habían estado saliendo durante mucho tiempo,y creo que incluso se habían acostado ya, peroaquella iba a ser una noche especial. Ella habíapreparado un pequeño picnic, y él había traídoun radiocasete para poner Broken Wings.

Lo de aquella canción fue superior a susfuerzas. Se estuvo riendo durante diez minutos.

—Vale, vale. Lo siento. Así que hacen elpicnic con sándwiches y todo. Empiezan aenrollarse. Suena la música, y están ya a puntode «hacerlo» cuando Parker se da cuenta de queha olvidado los condones. Están los dosdesnudos en este green. Los dos se desean. Nohay condones. Así que, ¿tú qué crees que pasó?

—No lo sé.—¡Lo hicieron a cuatro patas con una bolsa

de plástico de sándwich!—¡NO! —fue lo único que pude decir.—¡SÍ! —fue la réplica de Patrick.—¡DIOS! —fue mi contestación.—¡SÍ! —fue la conclusión de Patrick.Después de que se nos pasara la risa floja y

de desperdiciar la mayoría del vino escupiendo

de risa, se volvió hacia mí.—¿Y quieres saber lo mejor?—¿Qué?—Que ella era la primera de la clase. ¡Y

todos conocían esta historia cuando dio eldiscurso de graduación!

No hay nada como respirar hondo despuésde reírte tanto. Nada en el mundo como el dolorde estómago por una buena causa. Tan genialhabía sido.

Así que Patrick y yo compartimos todas lashistorias que pudimos recordar.

Había un chico llamado Barry que solíaconstruir cometas en la clase de Arte. Luego,después de clase, ataba petardos a la cometa yla hacía volar y la explotaba. Ahora estáestudiando para ser controlador aéreo.

Historia de Patrick, a través de Sam

Y también había un chico que se llamabaChip que gastó todo su dinero de la paga y deNavidades y varios cumpleaños para comprarmaterial para matar bichos y estuvo yendo depuerta en puerta preguntando si podía matar

bichos gratis.Historia mía, a través de mi hermana

Había un tío llamado Carl Burns al que

todo el mundo llamaba C. B. Y un día C. B. seemborrachó tanto en una fiesta que intentó«tirarse» al perro del anfitrión.

Historia de Patrick

Y había un tío al que llamaban «Paja Jack»porque al parecer lo pillaron masturbándose enuna fiesta donde todos estaban muy borrachos.Y cada vez que se reunían los alumnos paraanimar al equipo de fútbol, la gente aplaudía ycantaba: «¡Paja Jack... plas plas plas... PajaJack!».

Historia mía, a través de mi hermano

Hubo otras historias y otros nombres.«Stacey Méteme Mano», que tenía pecho encuarto de primaria y dejaba que algunos chicosse lo tocaran. Vincent, que tomó LSD e intentótirar al váter un sofá. Sheila, que segúncuentan se masturbó con un perrito caliente ytuvo que ir a urgencias. La lista seguía yseguía.

Cuando ya terminábamos, en lo único quepodía pensar era en lo que esa gente debe desentir cuando va a los encuentros de antiguosalumnos. Me pregunto si les dará vergüenza, ysi ese es el pequeño precio que hay que pagarpor ser una leyenda.

Después de que nos despejáramos un pocola borrachera con café y Mini Thins, Patrick mellevó en coche a casa. La cinta de varios que lehice tocó un montón de canciones de invierno. YPatrick se volvió hacia mí.

—Gracias, Charlie.—De nada.—No. Me refiero a la cafetería.—De nada.Después de aquello, nos quedamos en

silencio. Me condujo a casa y paró el coche en elcamino de entrada. Nos dimos un abrazo debuenas noches y cuando estaba a punto deirme, me apretó un poco más fuerte. Y giró lacara hacia la mía. Y me besó. Un beso deverdad. Después, se separó con mucha lentitud.

—Lo siento.—No. Está bien.—En serio. Lo siento.

—No, de verdad. No te preocupes.Entonces, dijo «gracias» y me volvió a

abrazar. Y movió la cabeza para besarme otravez. Y yo le dejé. No sé por qué. Nos quedamosen su coche durante un buen rato.

No hicimos nada más que besarnos. Y nisiquiera duró mucho. Al cabo de un rato, susojos perdieron el atontamiento vidrioso del vinoo el café o del hecho de no haberse acostado lanoche anterior. Después, empezó a llorar.Después, empezó a hablar sobre Brad.

Y yo le dejé. Porque para eso están losamigos.

Con mucho cariño,Charlie

17 de mayo de 1992 Querido amigo: Parece que cada mañana desde aquella nocheme levanto embotado, y me duele la cabeza, y

no puedo respirar. Patrick y yo hemos estadopasando mucho tiempo juntos. Bebemos unmontón. Bueno, más bien Patrick bebe y yo doysorbitos.

Es duro ver a un amigo pasándolo tan mal.Y más si no puedes hacer nada aparte de «estarahí». Quiero hacer que deje de sufrir, pero nopuedo. Así que no me queda otra queacompañarlo cuando quiere enseñarme sumundo.

Una noche Patrick me llevó a un parquedonde los hombres tienen encuentros con otroshombres. Patrick me dijo que, si no quería queme molestaran, lo mejor era que no mirase anadie a los ojos. Dijo que mediante el contactovisual es como se acuerda ligar anónimamente.Nadie habla. Solo buscan sitios adonde ir. Alcabo de un rato, Patrick vio a alguien que legustaba. Me preguntó si necesitaba cigarrillos,y cuando dije que no, me dio una palmadita enel hombro y se alejó con este chico.

Yo me quedé sentado en un banco, mirandoa mi alrededor. No veía más que sombras depersonas. Algunas en el suelo. Algunas junto aun árbol. Algunas solo caminando. Todo estaba

muy silencioso. Después de unos minutos,encendí un cigarro y oí un susurro.

—¿Tienes un cigarrillo de sobra? —preguntó la voz.

Me volví y vi a un hombre oculto por lasombra.

—Claro —dije.Estiré el brazo para pasarle al hombre un

cigarrillo. Lo tomó.—¿Tienes fuego? —dijo.—Claro —contesté, y encendí una cerilla

para él.En vez de inclinarse a encender el

cigarrillo, se acercó para cubrir la cerilla connuestras manos, algo que todos hacemoscuando hace viento. Pero no hacía viento. Creoque solo quería tocar mis manos porque,mientras encendía el cigarrillo, lo hizo durantemucho más tiempo del necesario. A lo mejorquería que viera su cara bajo el resplandor dela cerilla. Para que viera lo guapo que era. Nolo sé. Me resultó familiar. Pero no podíaaveriguar de qué lo conocía.

Apagó la cerilla de un soplido.—Gracias —y exhaló el humo.

—De nada —dije.—¿Te importa si me siento? —preguntó.—La verdad es que no.Se sentó. Y dijo algunas cosas. Y fue su

voz. Reconocí su voz. Así que encendí otrocigarrillo y volví a mirar su cara, e hicememoria, y entonces fue cuando lo averigüé.¡Era el tío que presenta los deportes en lasnoticias de la televisión!

—Bonita noche —dijo.¡No podía creerlo! Supongo que logré

asentir con la cabeza, porque siguió hablando.¡De deportes! Estuvo hablando de lo malo queera tener el bateador designado en béisbol y depor qué el baloncesto era un éxito comercial yde qué equipos parecían prometedores dentrodel fútbol universitario. ¡Hasta mencionó elnombre de mi hermano! ¡Lo juro!

Lo único que dije yo fue:—Y... ¿cómo es salir en la televisión?Debió de ser la frase equivocada porque de

pronto se levantó y se fue. Fue una pena,porque quería preguntarle si creía que mihermano iba a llegar al fútbol profesional.

Otra noche, Patrick me llevó a un sitio

donde venden poppers, que es una droga que seinhala. Se les habían acabado los poppers, peroel tipo detrás del mostrador dijo que tenían algoque era igual de bueno. Así que Patrick locompró. Estaba en una lata de aerosol. Amboslo aspiramos una vez, y juro que los dospensamos que íbamos a morir de un ataque alcorazón.

En general, creo que Patrick me ha llevadoa casi todos los sitios que no habría conocido deotra manera. Un karaoke de una de las callesprincipales del centro. Una discoteca. El cuartode baño de un gimnasio. Todos esos sitios. Aveces, Patrick ligaba con chicos. A veces no. Dijoque era muy difícil hacerlo con seguridad. Yque nunca se sabe.

Las noches en las que ligaba con alguiensiempre lo entristecían. Es duro, además,porque Patrick empezaba cada noche muyanimado. Siempre decía que se sentía libre. Yque esa noche estaba predestinada. Y cosas así.Pero al final de la noche, se ponía triste. A veceshablaba sobre Brad. A veces no. Después de unrato, todo perdía interés para él, y se leacababan las cosas que lo mantenían atontado.

Bueno, pues esta noche me ha dejado encasa. Ha sido la noche en la que hemos vueltoal parque donde hay encuentros entre hombres.Y la noche en la que ha visto a Brad allí con untío. Brad estaba demasiado metido en lo queestaba haciendo como para fijarse en nosotros.Patrick no ha dicho nada. No ha hecho nada.Solo ha vuelto caminando al coche. Y hemosregresado en silencio. Por el camino, lanzó labotella de vino por la ventana. Y cayó al sueloestrepitosamente. Y esta vez no ha intentadobesarme como todas las noches. Solo me hadado las gracias por ser su amigo. Y se haalejado conduciendo.

Con mucho cariño,Charlie

21 de mayo de 1992 Querido amigo: El curso está a punto de terminar. Nos queda

más o menos un mes. Pero a los de último curso,como mi hermana y Sam y Patrick, solo lesqueda un par de semanas. Luego, tienen elbaile de fin de curso y la graduación, y estántodos muy ocupados haciendo planes.

Mary Elizabeth va a llevar a su nuevonovio, Peter. Mi hermana llevará a Erik.Patrick va con Alice. Y Craig accedió a ir conSam esta vez. Incluso han alquilado unalimusina y todo. Aunque mi hermana no. Ellava a ir en el coche nuevo de su novio, que es unBuick.

Bill se ha puesto muy sentimentalúltimamente porque siente que su primer añode enseñanza está tocando a su fin. Al menos,eso es lo que me ha dicho. Tenía la intención demudarse a Nueva York y escribir obras deteatro, pero me ha dicho que ya no está segurode querer hacerlo. Le gusta mucho enseñarLiteratura a los chicos, y cree que tal vez puedaencargarse también del departamento de Teatroel año que viene.

Supongo que ha estado pensando muchoen esto porque no me dio ningún libro para leerdesde El extranjero. Eso sí, me pidió que viera

un montón de películas, y que escribiera unaredacción sobre lo que pensaba de todas ellas.Las películas eran El graduado, Harold yMaude, Mi vida como un perro (¡que tienesubtítulos!), El Club de los Poetas Muertos, yuna película llamada La increíble verdad, queha sido muy difícil de encontrar.

Vi todas las películas en un día. Fuebastante guay.

La redacción que escribí fue muy parecidaa las últimas redacciones que escribí porquetodo lo que Bill me dice que lea o vea es muyparecido. Salvo cuando me hizo leer Elalmuerzo desnudo.

Por cierto, me dijo que me había dado eselibro porque acababa de romper con su novia yse sentía filosófico. Supuse que esa era la razónde que estuviera triste aquella tarde cuandohablamos de En el camino. Me pidió disculpaspor haber dejado que su vida privada afectara asu docencia, y las acepté porque no sabía quéotra cosa hacer. Es raro pensar en tusprofesores como personas, incluso tratándose deBill. Supongo que desde aquello se hareconciliado con su novia. Ahora están viviendo

juntos. Por lo menos, eso es lo que me ha dicho.Bueno, en el instituto Bill me ha dado mi

último libro para leer este curso. Se llama Elmanantial, y es muy largo.

Al darme el libro, Bill me dijo:—Sé escéptico con este. Es un libro

buenísimo. Pero intenta ser un filtro, no unaesponja.

A veces creo que Bill se olvida de que tengodieciséis años. Pero me alegro mucho de que lohaga.

No he empezado a leerlo todavía porqueestoy muy retrasado con mis otras clases,después de haber pasado tanto tiempo conPatrick. Pero si puedo ponerme al día,terminaré mi primer año de instituto con todosobresalientes, que es algo que me hace muyfeliz. Casi no conseguí sobresaliente en mates,pero entonces el profesor Carlo me dijo quedejara de preguntar «¿por qué?» todo el tiempoy que simplemente siguiera las fórmulas. Asíque lo hice. Ahora saco la nota máxima en todosmis exámenes. Ojalá supiera para qué sirvenlas fórmulas. Sinceramente, no tengo ni idea.

Estaba pensando antes que al principio

empecé a escribirte porque me daba miedoempezar el instituto. Hoy me siento bien, lo quees curioso.

Por cierto, Patrick dejó de beber aquellanoche que vio a Brad en el parque. Supongoque se encuentra mejor. Solo quiere graduarsee irse a la universidad ya.

Vi a Brad en el aula de castigo el lunesdespués de haberlo visto en el parque. Y teníael mismo aspecto de siempre.

Con mucho cariño,Charlie

27 de mayo de 1992 Querido amigo: He estado leyendo El manantial durante losúltimos días, y es un libro excelente. Leí en lacontracubierta que la autora había nacido enRusia y vino a América cuando era joven.Apenas hablaba inglés, pero quería ser una

gran escritora. Me pareció muy admirable, asíque me senté a intentar escribir una historia.

«Ian MacArthur es un tipo maravilloso yencantador que se asoma al mundo con placer através de sus gafas».

Esa era la primera frase. El problema fueque no se me ocurrió la siguiente. Después deordenar mi habitación tres veces, decidí dejar aIan en paz durante un rato porque estabaempezando a enfadarme con él.

La semana pasada tuve mucho tiempo paraescribir y leer y pensar porque todos estánatareados con el baile de fin de curso y lagraduación y los horarios del año que viene. Elpróximo viernes es su último día de clase. Y elbaile es el martes, lo que me pareció raro porquepensaba que sería en fin de semana, pero Samme dijo que los institutos no pueden celebrarsus bailes en la misma noche, porque si no, nohabría suficientes esmóquines y restaurantespara todos. Dije que me parecía muy bienpensado. Y luego el sábado es su graduación.Todo parece muy emocionante. Ojalá meestuviera pasando a mí.

Me pregunto cómo será cuando yo me vaya

de aquí. El tener un compañero de habitación ycomprar champú. Pensé en lo genial que sería ira mi baile de último curso dentro de tres añoscon Sam. Espero que caiga en viernes. Y esperoser el que dé el discurso en la graduación. Mepregunto cómo sería mi discurso. Y si Bill meayudaría a hacerlo, si no se fuera a Nueva Yorka escribir obras de teatro. O a lo mejor lo haría,incluso estando en Nueva York escribiendoobras de teatro. Me parecería todo un detallepor su parte.

No sé. El manantial es un libro muybueno. Espero estar siendo un filtro.

Con mucho cariño,Charlie

2 de junio de 1992 Querido amigo: ¿Tú tuviste una gamberrada en tu último año?Supongo que sí, porque mi hermana ha dicho

que es una tradición en un montón deinstitutos. Este año, la gamberrada fue lasiguiente: algunos de último curso echaron enla piscina alrededor de seis mil sobres de zumode uva en polvo Kool-Aid. No tengo ni idea de aquién se le ocurren estas cosas o por qué, solo séque la gamberrada de último año parece quemarca el fin de curso. Qué tiene esto que vercon una piscina llena de zumo me supera, perome alegré mucho de no tener natación.

La verdad es que está siendo una épocamuy emocionante, porque todos hemos estadomuy ocupados terminando el curso. Este vierneses el último día de instituto para todos misamigos y mi hermana. Han estado hablando sinparar del baile de fin de curso. Incluso laspersonas como Mary Elizabeth, a las que lesparece una «farsa», no dejan de hablar sobre la«farsa» que es. Es muy gracioso presenciarlo.

Pues en estas fechas ya todo el mundo haresuelto a qué universidad va a ir el año queviene. Patrick va a ir a la Universidad deWashington porque quiere estar cerca delambiente musical de allí. Dice que cree quequiere trabajar para una compañía discográfica

algún día. Quizá ser publicista o una de esaspersonas que descubren nuevos grupos. Sampor fin decidió marcharse pronto al curso deverano en la universidad de su elección. Meencanta esa expresión. Universidad de suelección. Universidad de reserva es otra de misfavoritas.

El caso es que Sam ha sido aceptada en dosuniversidades: la universidad de su elección yuna universidad de reserva. Podría haberempezado en la de reserva en otoño, pero parair a la universidad de su elección tenía quehacer este curso especial de verano, como mihermano. ¡Eso es! La universidad es PennState, con lo que es genial porque ahora puedovisitar a mi hermano y a Sam en el mismo viaje.No quiero pensar todavía en que Sam se va a ir,pero me pregunté qué pasaría si ella y mihermano empezaran a salir, lo que es absurdoporque no tienen nada en común, y Sam estáenamorada de Craig. Tengo que parar de haceresto.

Mi hermana va a ir a una «pequeñauniversidad de Humanidades del Este» llamadaSarah Lawrence. Casi no lo consigue, porque

costaba mucho dinero, pero entonces logró unabeca académica a través del Rotary Club o elMoose Lodge o algo parecido, lo que me pareciómuy generoso por su parte. Mi hermana va aser la segunda de su clase. Yo creía que iba aser la mejor, pero tuvo un notable cuando pasópor esa mala racha con su ex novio.

Mary Elizabeth va a ir a Berkeley. Y Aliceva a estudiar cine en la Universidad de NuevaYork. Yo ni siquiera sabía que le gustaran laspelículas, pero supongo que es cierto. Las llama«films».

Por cierto, terminé El manantial. Ha sidouna experiencia realmente fantástica. Esextraño describir la lectura de un libro comouna experiencia realmente fantástica, pero esque me ha hecho sentir así. Era un librodistinto a los demás porque no trataba sobre seradolescente. Y no era como El extranjero o Elalmuerzo desnudo, aunque me ha parecidofilosófico en cierta manera. Pero no era como situvieras que esforzarte en buscar la filosofía.Era bastante directa, me pareció, y lo mejor esque tomé lo que la autora escribió y lo apliqué ami propia vida. Quizá eso es lo que significa ser

un filtro. No estoy seguro.Había una parte en la que el protagonista,

que es un arquitecto, está sentado en un barcocon su mejor amigo, que es un magnate de laprensa. Y el magnate dice que el arquitecto esun hombre muy frío. El arquitecto replica que siel barco se estuviera hundiendo, y solo hubierasitio para una persona en el bote salvavidas,con mucho gusto entregaría su vida por elmagnate de la prensa. Y luego dijo algo así:«Moriría por usted. Pero no viviré para usted».

Algo así. Creo que la idea es que cadahombre o mujer tiene que vivir su propia vida yluego decidir si la comparte con los demás. Talvez es eso lo que hace a la gente «implicarse».No estoy muy seguro. Porque no sé si a mí memolestaría vivir para Sam una temporada.Aunque pensándolo bien, ella no querría que yolo hiciera, así que quizá el mensaje del libro seamucho más agradable de lo que parece. Almenos eso espero.

Le hablé a mi psiquiatra del libro y de Bill yde Sam y Patrick y todas sus universidades,pero él insiste en hacerme preguntas sobre miniñez. El caso es que siento que no hago más

que repetirle los mismos recuerdos. No sé. Diceque es importante. Ya veremos.

Escribiría un poco más hoy, pero tengo queaprenderme las fórmulas de mates para elexamen final del jueves. ¡Deséame suerte!

Con mucho cariño,Charlie

5 de junio de 1992 Querido amigo: Quería hablarte de nosotros corriendo. Habíauna puesta de sol preciosa. Y estábamos en lacolina. La colina que hay que subir para llegara l green del hoyo dieciocho donde Patrick y yoescupimos vino de la risa. Y solo unas horasantes, Sam y Patrick y toda la gente que quieroy que conozco tuvo su último día de institutopara siempre. Y yo estaba muy contento porqueellos estaban contentos. Mi hermana incluso medejó abrazarla en el pasillo. La palabra del día

fue «enhorabuena». Pues Sam y Patrick y yofuimos al Big Boy y fumamos cigarrillos.Después, fuimos caminando, para hacer tiempohasta que llegara el momento de ir al RockyHorror. Y estuvimos hablando de cosas que enese momento parecían importantes. Y nosquedamos mirando esa colina. Y entoncesPatrick empezó a correr hacia la puesta de sol.Y Sam inmediatamente lo siguió. Y yo vi sussiluetas. Persiguiendo al sol. Entonces, me echéa correr. Y todo era tan bueno que mejor nopodía ser.

Aquella noche, Patrick decidió hacer deFrank’N Furter una última vez. Estaba tanfeliz de ponerse el disfraz... y todo el mundo sealegró de que hubiera decidido hacerlo. Fuebastante conmovedor, la verdad. Hizo la mejoractuación que yo le había visto jamás. Quizá nosea objetivo, pero no me importa. Fue unespectáculo que recordaré siempre.Especialmente su última canción.

La canción se llama I’m Going Home. En lapelícula, Tim Curry, que interpreta alpersonaje, llora durante esa canción. PeroPatrick estaba sonriendo. Y quedó perfecto.

Incluso persuadí a mi hermana para queviniera al espectáculo con su novio. He estadointentando conseguir que venga desde queempecé a ir, pero nunca ha querido. Aunqueesta vez sí. Y como ni ella ni su novio habíanvisto antes el espectáculo, eran técnicamente«vírgenes», con lo que tendrían que hacer unmontón de cosas humillantes para ser«iniciados» antes de que empezara elespectáculo. Decidí no decírselo a mi hermana, yella y su novio tuvieron que subir al escenario eintentar bailar el Time Warp.

Quien perdiera el concurso de baile teníaque fingir que practicaba sexo con un enormemuñeco de peluche, así que inmediatamente lesenseñé a mi hermana y a su novio cómo bailare l Time Warp, para que no perdieran elconcurso. Fue gracioso ver a mi hermana bailarel Time Warp en el escenario, pero no creo quehubiera sido capaz de verla fingiendo hacerlocon un peluche gigante.

Le pregunté a mi hermana si quería venira casa de Craig para la fiesta que habíadespués, pero dijo que uno de sus amigos iba adar una fiesta, así que iría a esa. Me pareció

bien, porque al menos había venido alespectáculo. Y antes de marcharse, me volvió aabrazar. ¡Dos abrazos en un día! Cómo quiero ami hermana. Sobre todo cuando se porta bien.

La fiesta en casa de Craig fue genial. Craigy Peter compraron champán para homenajear atodos los que se estaban graduando. Ybailamos. Y charlamos. Y vi a Mary Elizabethbesar a Peter con cara de felicidad. Y vi a Sambesar a Craig con cara de felicidad. Y vi que aPatrick y a Alice ni siquiera les importaba nobesar a nadie porque estaban demasiadoemocionados hablando de sus futuros.

Entonces me limité a sentarme allí con unabotella de champán junto al reproductor deCDs, y estuve cambiando las canciones paraque fueran con el espíritu de lo que estabaviendo. Tuve suerte, también, porque Craigtiene una excelente colección de discos. Cuandola gente parecía un poco cansada, ponía algodivertido. Cuando parecía que querían hablar,ponía algo suave. Fue una forma genial desentarme a solas en una fiesta y aun asísentirme parte de ella.

Después de la fiesta, todos me dieron las

gracias porque les parecía que había sido lamúsica perfecta. Craig dijo que debería hacer deDJ para sacar algo de dinero mientras esté en elinstituto, igual que él hace de modelo. Penséque era una buena idea. Tal vez podría ahorrarun montón para poder ir a la universidadincluso si no funcionara lo del Rotary Club o elMoose Lodge.

Mi hermano dijo hace poco por teléfono quesi llega al fútbol profesional no tendré quepreocuparme en absoluto del dinero para launiversidad. Dijo que él se encargaría de ello.Tengo muchas ganas de ver a mi hermano.Vuelve a casa para la ceremonia de graduaciónde mi hermana, que es todo un detalle.

Con mucho cariño,Charlie

9 de junio de 1992 Querido amigo:

Es la noche del baile de fin de curso. Y estoysentado en mi habitación. Ayer en el institutofue duro, porque ya no conocía a nadie puestodos mis amigos y mi hermana han acabadolas clases.

Lo peor fue la hora de comer, que merecordó cuando todos estaban enfadadosconmigo a causa de Mary Elizabeth. Ni siquierapude comerme mi bocadillo, y eso que mi madreme preparó mi favorito, porque creo que sabe lotriste que voy a estar ahora que todos se hanido.

Los pasillos parecían distintos. Y los detercer curso de instituto se comportabantambién de forma distinta porque ahora son losmayores. Incluso se habían hecho camisetas. Nosé a quién se le ocurren estas cosas.

No puedo hacer más que pensar en queSam se va dentro de dos semanas a laUniversidad de Penn State. Y Mary Elizabethva a estar ocupada con su nuevo chico. Y mihermana va a estar ocupada con el suyo. YAlice y yo no somos muy amigos. Sé que Patrickestará cerca, pero me temo que tal vez ahoraque no está triste no quiera pasar tiempo

conmigo. Sé que está mal pensarlo, pero esoparece a veces. Así que la única persona con laque podría hablar sería mi psiquiatra, y ahoramismo no me apetece la idea porque siguehaciéndome preguntas sobre mi infancia, yestán empezando a ser raras.

Tengo suerte de tener tantos deberes quehacer y de que no me quede demasiado tiempopara pensar.

Solo espero que esta noche sea genial parala gente para la que tiene que serlo. El novio demi hermana apareció en su Buick, y llevaba unfrac blanco con «faldones» sobre un traje negro,que por alguna razón no quedaba bien. Su«fajín» (no sé cómo se escribe) iba a juego con elvestido de mi hermana, que era azul celeste yescotado. Me recordó aquellas revistas de lascaras sonrientes. Tengo que parar de desvariar.Venga.

Solo espero que mi hermana se sientaguapa, y que su nuevo chico le haga sentirseguapa. Espero que Craig no haga que Samsienta que su baile de graduación no es especialpor el hecho de que él sea mayor. Lo mismoespero de Mary Elizabeth con Peter. Espero que

Brad y Patrick decidan hacer las paces y bailendelante del instituto entero. Y que Alice ensecreto sea lesbiana y esté enamorada de lanovia de Brad, Nancy (y viceversa), para quenadie se sienta excluido. Espero que el DJ seatan bueno como todo el mundo dijo que yo fui elviernes pasado. Y espero que las fotos de todossean fantásticas y que nunca se conviertan enfotografías antiguas y nadie tenga un accidentede coche.

Eso es lo que de verdad espero.

Con mucho cariño,Charlie

10 de junio de 1992 Querido amigo: Acabo de volver a casa después de clase y mihermana sigue todavía dormida porque llegómuy tarde de la fiesta que organizaba elinstituto para después del baile. Llamé por

teléfono a casa de Patrick y Sam, pero ellostambién siguen durmiendo. Patrick y Samtienen un teléfono inalámbrico que siempretiene poca batería, y la madre de Sam sonabacomo una madre de los dibujos animados deSnoopy. Waaa Waaa Wuuu...

Hoy he tenido dos exámenes finales. Unode Biología, en el que creo que he sacado lanota máxima. El otro en la clase de Bill. Elexamen era sobre El Gran Gatsby. Lo único queme resultó difícil del examen fue que me habíahecho leer el libro hacía tanto tiempo que mecostó recordarlo.

Después de entregar el examen, lepregunté a Bill si quería que le hiciera unaredacción sobre El manantial, ya que le habíadicho que lo había terminado y él no me habíapedido que hiciera nada. Dijo que no sería justohacerme escribir otra redacción teniendo tantosexámenes esta semana. En su lugar, me invitóa su casa para pasar el mediodía del sábado consu novia y con él, lo que suena divertido.

Entonces, el viernes iré al Rocky Horror.Después, el sábado, me pasaré por casa de Bill.Luego, el domingo, veré cómo todos se gradúan

y estaré con mi hermano y toda mi familia porla graduación de mi hermana. Después,probablemente vaya a casa de Sam y Patrickpara celebrar la suya. Luego tendré dos díasmás de clases, lo que no tiene lógica porque yahabré terminado todos mis exámenes. Perotienen preparadas algunas actividades. Por lomenos eso he oído.

La razón de que esté planificando todo conantelación es porque me siento horriblementesolo en el instituto. Creo que ya lo he dichoantes, pero cada día se me hace más cuestaarriba. Tengo dos exámenes mañana. Historia yMecanografía. Después, el viernes, tendré losexámenes de las clases que me quedan, comoEducación Física y Pretecnología. No sé si habráexámenes de verdad en esas clases. Sobre todoen Pretecnología. Creo que el profesor Callahansolo nos pondrá algunos de sus viejos vinilos.Hizo lo mismo cuando íbamos a tener unparcial, pero nada será igual sin Patrickhaciendo playback. Por cierto, tuve un diez enmi examen de mates de la semana pasada.

Con mucho cariño,

Charlie

13 de junio de 1992 Querido amigo: Acabo de volver de casa de Bill. Te habríacontado esta mañana lo que pasó anoche, perotenía que ir a casa de Bill.

Anoche, Craig y Sam rompieron.Fue muy triste verlo. Durante los últimos

días, he oído hablar mucho sobre el baile, ygracias a esos sitios para revelar fotos enveinticuatro horas, he visto cómo iban todos.Sam estaba preciosa. Patrick muy guapo. MaryElizabeth, Alice y el novio de Mary Elizabethestaban todos fantásticos también. Lo único fueque Alice se puso desodorante en barra de colorblanco con un vestido sin tirantes y se le veía.No creo que importe, pero al parecer Alice seemparanoió con ello toda la noche. Craigtambién estaba guapo, pero llevaba traje en vezde esmoquin. Sin embargo, no rompieron por

eso.En realidad, parece que el baile salió muy

bien. La limusina resultó increíble, y suconductor les dio marihuana a todos, con lo quela cena cara les supo mejor todavía. Se llamabaBilly. La música del baile la puso una banda deversiones realmente mala llamada The Gypsiesof the Allegheny, pero el batería era bueno, asíque todo el mundo se lo pasó bien bailando.Patrick y Brad ni siquiera cruzaron la mirada,pero Sam dijo que a Patrick no le importó.

Después del baile, mi hermana y su noviose fueron a la fiesta que organizaba el institutopara después. Era en una discoteca conocida delcentro. Dijo que fue superdivertido con todostan elegantes y bailando la música que poníaun DJ en vez de The Gypsies of the Allegheny.Incluso había un humorista que hacíaimitaciones. Lo único malo fue que, una vez quete metías en la fiesta, no podías salir y volver aentrar. Supongo que los padres pensaron queeso evitaría que sus hijos se metieran en líos.Pero a nadie pareció importarle. Se lo pasaronfenomenal, y además había bastantes quecolaron alcohol a escondidas.

Después de la fiesta, a las siete en punto dela mañana todos se fueron al Big Boy a portortitas o beicon.

Le pregunté a Patrick qué le había parecidola fiesta, y dijo que fue muy divertida. Dijo queCraig había reservado una suite de hotel paratodos ellos, pero que al final solo fueron Craig ySam. De hecho, Sam quería ir a la fiesta queorganizaba el instituto, pero Craig se enfadómucho porque ya había pagado por la suite. Sinembargo, no rompieron por eso.

Ocurrió ayer en la casa de Craig despuésdel Rocky Horror. Como ya te he contado, elnovio de Mary Elizabeth, Peter, es muy amigode Craig, y parece que se metió en medio.Supongo que le gusta de verdad MaryElizabeth y ha llegado a apreciar a Sambastante, porque fue él el que lo destapó todo.La gente ni lo sospechaba.

Básicamente, Craig ha estado poniéndolelos cuernos a Sam desde que empezaron a salir.Y cuando digo poner los cuernos, no me refieroque se emborrachara una vez y se liara con unachica y luego se sintiera culpable. Hubo variaschicas. Varias veces. Borracho y sobrio. Y creo

que nunca se sintió culpable.La causa de que Peter no dijera nada al

principio fue porque no conocía a nadie. Y noconocía a Sam. Pensaba que solo era una chicatonta de instituto, ya que eso fue lo que Craigsiempre le dijo.

Bueno, pues después de conocer a Sam,Peter no paró de decirle a Craig que tenía quecontarle la verdad, porque no era solo una chicatonta de instituto. Craig siempre prometía quelo haría, pero nunca lo hacía. Siempreencontraba excusas. Craig las llamaba«razones».

«No quiero arruinarle el baile de fin decurso».

«No quiero arruinarle la graduación».«No quiero arruinarle el espectáculo».Y al final, Craig dijo que no tenía sentido

contarle nada de nada. Ella estaba a punto dedejar la ciudad para irse a la universidad.Encontraría un novio nuevo. Él siempre habíatomado «precauciones» con las otras chicas. Nohabía nada por lo que preocuparse en esesentido. ¿Y por qué no dejar que Sam tuvieraun buen recuerdo de toda la experiencia?

Porque Sam le gustaba mucho y no quería herirsus sentimientos.

Peter consintió esta lógica aunque lepareciera mal. Al menos, eso es lo que dijo. Peroentonces, después del espectáculo de ayer, Craigle dijo que se había liado con otra chica la tardedel baile. Ahí fue cuando Peter le dijo a Craigque si no se lo contaba a Sam, lo haría él. Enfin, Craig no dijo nada, y Peter siguió pensandoque aquello no era asunto suyo, pero entoncesescuchó sin querer una conversación de Sam enla fiesta. Estaba hablando con Mary Elizabethde que Craig podría ser «el hombre de su vida»y de que estaba pensando qué hacer para quela relación funcionara a distancia mientras ellaestuviera en la universidad. Cartas. Llamadasde teléfono. Vacaciones. Y puentes. Para Peter,esa fue la gota que colmó el vaso.

Se acercó a Craig y le dijo:—O le dices algo ahora, o se lo contaré todo.Así que Craig llevó a Sam a su dormitorio.

Estuvieron allí durante un rato. Después, Samfue directamente desde el dormitorio a la puertaprincipal, sollozando en silencio. Craig no saliócorriendo detrás de ella. Esa probablemente fue

la peor parte. No es que crea que debería haberintentado volver con ella, pero sí haber corridodetrás de ella de todas formas.

Solo sé que Sam estaba destrozada. MaryElizabeth y Alice la siguieron para asegurarsede que estaba bien. Yo también habría ido, peroPatrick me agarró del brazo para que mequedara. Quería saber qué estaba ocurriendo,supongo, o a lo mejor pensó que Sam estaríamejor en compañía femenina.

Pero me alegro de que nos quedásemos,porque creo que nuestra presencia evitó unapelea bastante violenta entre Craig y Peter.Gracias a que estábamos allí, lo único quehicieron fue gritarse el uno al otro. Así fue cómooí la mayoría de los detalles que te estoycontando.

Craig decía:—¡Que te jodan, Peter! ¡Que te jodan!Y Peter decía:—No me eches la culpa a mí de haberle

puesto los cuernos desde el principio. ¡¿La tardede su baile de graduación?! ¡No eres más que uncabrón! ¡¿Me has oído?! ¡Un jodido cabrón!

Ese tipo de cosas.

Cuando pareció que la situación se iba aponer violenta, Patrick se interpuso entre losdos y, con mi ayuda, sacó a Peter delapartamento. Cuando salimos, las chicas sehabían ido. Así que Patrick y yo nos montamosen el coche de Patrick y llevamos a Peter a casa.Todavía estaba furioso, así que «despotricó»contra Craig. Así fue cómo oí el resto de losdetalles que te estoy contando. Al final, dejamosa Peter en su casa y nos hizo prometerle quenos aseguraríamos de que Mary Elizabeth nopensara que él la estaba engañando, porque noera así. No quería que le creyera «culpable porasociación con ese gilipollas».

Se lo prometimos, y entró en el edificiodonde está su apartamento.

Patrick y yo no sabíamos bien qué era loque Craig le había contado a Sam exactamente.Ambos deseamos que le hubiera dado unaversión light de la verdad. Lo suficiente paraalejarla de él. Pero no lo suficiente para hacerque perdiera la fe en todo. Quizá sea mejorsaber toda la verdad. Sinceramente, no lo sé.

Entonces hicimos un pacto para nocontárselo a no ser que descubriéramos que

Craig había hecho que pareciera «una nadería»y Sam estuviera dispuesta a perdonarlo. Esperoque no llegue a ese punto. Espero que Craig lecontara lo suficiente para alejarla de él.

Dimos vueltas en coche por todos loslugares donde pensamos que podríamosencontrar a las chicas, pero no las vimos.Patrick pensó que probablemente estaríandando vueltas en coche, intentando que Sam se«enfriara» un poco.

Así que me dejó en casa. Dijo que mellamaría mañana cuando se enterara de algo.

Recuerdo que me fui a dormir anoche y medi cuenta de algo. Algo que me pareceimportante. Me di cuenta de que durante eltranscurso de la noche no me alegré. No se mepasó por la cabeza que significara que yo podríaempezar a gustarle a Sam. Lo único que meimportó fue que le hayan hecho sufrir. Y creoque me di cuenta en ese momento de querealmente la quería. Porque no salía ganandonada, y no me importaba.

Fue difícil subir los escalones hasta la casade Bill aquella tarde porque no había recibidoninguna llamada de Patrick en toda la mañana.

Y estaba muy preocupado por Sam. Habíallamado por teléfono, pero no había nadie.

Bill parece otro sin traje. Llevaba puestauna camiseta vieja de la universidad donde hizoel máster. Que era Brown. La universidad. Noel máster. Su novia llevaba sandalias y unbonito vestido de flores. Hasta tenía pelo en lasaxilas. ¡En serio! Parecían muy felices juntos. Yme alegré por Bill.

Su casa no tiene mucho mobiliario, pero esmuy acogedora. Tienen montones de libros,sobre los que pasé media hora haciéndolespreguntas. Había también una foto de Bill y sunovia cuando estaban juntos en Brownhaciendo el máster universitario. Bill porentonces tenía el pelo muy largo.

La novia de Bill hizo la comida mientrasBill preparaba la ensalada. Yo me senté en lacocina, bebiendo ginger ale y contemplándolos.La comida era un plato de espaguetisvegetarianos porque la novia de Bill no comecarne. Bill tampoco come carne ahora. Aunquela ensalada tenía trocitos de beicon artificialpara vegetarianos, porque el beicon es lo únicoque ambos echan de menos.

Tienen una colección muy buena de discosde jazz, y los estuvieron poniendo durante todala comida. Después de un rato, abrieron unabotella de vino blanco y me dieron otro gingerale. Entonces empezamos a charlar.

Bill me preguntó por El manantial, y lerespondí, asegurándome de haber sido un filtro.

Después me preguntó qué me habíaparecido mi primer año de instituto, y lerespondí asegurándome de incluir todas lashistorias en las que me había «implicado».Después me preguntó sobre chicas, y le respondílo enamorado que estaba de Sam y también ledije que me preguntaba lo que diría la mujerque escribió El manantial sobre cómo llegué adarme cuenta de que la quería.

Cuando terminé, Bill se quedó muy callado.Carraspeó.

—Charlie... Quiero darte las gracias.—¿Por qué? —dije.—Porque ha sido una experiencia

maravillosa enseñarte.—Ah... me alegro —no sabía qué otra cosa

decir.Entonces, Bill hizo una pausa muy larga, y

su voz sonó como la de mi padre cuando quieretener una conversación importante.

—Charlie —dijo—, ¿sabes por qué te hedado tanto trabajo extra?

Negué con la cabeza. Aquella expresión ensu cara me dejó sin palabras.

—Charlie, ¿sabes lo listo que eres?Negué con la cabeza de nuevo. Estaba

hablando en serio. Resultaba raro.—Charlie, eres una de las personas con

más talento que he conocido jamás. Y no lo digoen comparación con mis otros estudiantes. Lodigo en comparación con todas las personas quehe conocido. Por eso te he dado ese trabajoextra. Quería saber si te habías dado cuenta.

—Supongo que sí. No lo sé —me sentíamuy raro. No sabía a qué venía todo aquello.Solo había hecho algunas redacciones.

—Charlie. Por favor, no me malinterpretes.No intento hacerte sentir incómodo. Solo quieroque sepas que eres muy especial... y la únicarazón por la que te lo digo es que no sé sialguien más te lo ha dicho alguna vez.

Levanté la vista hacia él. Y entonces no mesentí raro. Sentí como ganas de llorar. Estaba

siendo tan bueno conmigo... y la forma en laque su novia me miraba... supe que aquellosignificaba mucho para él. Y no sabía por qué.

—Así que, cuando el curso termine y dejede ser tu profesor, quiero que sepas que sialguna vez necesitas algo, o quieres descubrirmás libros, o quieres enseñarme cualquier cosaque escribas o cualquier cosa en general,siempre puedes acudir a mí como un amigo. Teconsidero un amigo, Charlie.

Empecé a llorar un poco. De hecho, creoque su novia también. Pero Bill no. Parecíamuy firme. Solo recuerdo las ganas deabrazarlo. Pero nunca lo había hecho antes, ysupongo que Patrick y las chicas y la familia nocuentan. No dije nada durante un rato porqueno sabía qué decir.

Así que, finalmente, me limité a comentar:—Tú eres el mejor profesor que he tenido

nunca.Y él dijo:—Gracias.Y eso fue todo. Bill no insistió en que lo

visitara el año que viene si necesitaba algo. Nome preguntó por qué lloraba. Solo me dejó

entender a mi manera lo que tenía que decirmey dejó las cosas estar. Aquello fueprobablemente lo mejor.

Después de unos minutos llegó el momentode que me fuera. No sé quién decide estas cosas.Simplemente ocurren.

Así que fuimos a la puerta y la novia de Billme dio un abrazo de despedida, que fue undetalle muy bonito teniendo en cuenta que nola conocía más que de ese día. Entonces Billextendió la mano y yo se la agarré. Y nos dimosun apretón. E incluso le robé un abrazo rápidoantes de decir «adiós».

Cuando iba conduciendo a casa, pensabasolamente en la palabra «especial». Y pensé quela última persona que había dicho eso de míhabía sido mi tía Helen. Me sentía lleno degratitud por haberla oído otra vez. Porquesupongo que a todos se nos olvidan las cosas aveces. Y creo que todo el mundo es especial a sumanera. Lo creo de verdad.

Mi hermano vuelve a casa esta noche. Y lagraduación de todo el mundo es mañana.Patrick todavía no ha llamado. Lo llamé yo,pero seguía sin haber nadie en casa. Así que

decidí salir y comprar regalos de graduaciónpara todos. No he tenido tiempo de hacerlohasta ahora.

Con mucho cariño,Charlie

16 de junio de 1992 Querido amigo: Acabo de volver a casa en autobús. Hoy ha sidomi último día de clase. Y ha llovido. Cuando voyen autobús, normalmente me siento en lamitad, porque he oído que sentarte delante esde empollones y sentarte detrás es de macarras,y todo esto me pone nervioso. No sé cómollaman a los «macarras» en otros institutos.

En cualquier caso, hoy he decididosentarme delante con las piernas sobre elasiento entero. Estaba medio recostado con laespalda en la ventana. Lo he hecho para podermirar al resto de la gente del autobús. Me

alegro de que los autobuses escolares no tengancinturones de seguridad, o si no, no habríapodido hacerlo.

Lo único que noté es lo cambiados queestaban todos. Cuando éramos pequeños,solíamos cantar canciones en el autobús devuelta a casa el último día de curso. La canciónfavorita era una de Pink Floyd, lo descubrí mástarde, llamada Another Brick in the Wall, PartII. Pero había otra canción que nos gustabatodavía más porque acababa con un taco. Eraasí:

No más lápices / no más libros / no másmiradas sucias de profesores / cuando elprofesor toque la campana / tirad los libros ycorred como cabrones.

Cuando terminábamos, mirábamos alconductor durante un segundo lleno de tensión.Entonces, nos echábamos todos a reír porquesabíamos que podíamos meternos en un lío porhaber dicho una palabrota, pero al ser tantosevitaríamos cualquier castigo. Éramosdemasiado pequeños para saber que al

conductor le daba igual nuestra canción. Que loúnico que quería era irse a casa después deltrabajo. Y quizá dormir la mona de lo que habíabebido en la comida. En aquella época dabaigual. Los empollones y los macarras estabanunidos.

Mi hermano volvió a casa el sábado por lanoche. Y estaba incluso más cambiado que loschicos del autobús escolar en comparación con elprincipio de curso. ¡Tiene barba! ¡Me alegrétanto! También sonríe diferente y es más«caballeroso». Todos nos sentamos a cenar, y lehicimos preguntas sobre la universidad. Papá lepreguntó por el fútbol. Mamá le preguntó porlas clases. Yo le pregunté por todas lasanécdotas divertidas. Mi hermana le hizopreguntas nerviosas sobre cómo es «de verdad»la universidad y si ganaría «siete kilos denovata». No sé lo que significa, pero supongoque se refiere a lo que engordas.

Esperaba que mi hermano se pusiera ahablar y hablar de sí mismo durante un ratolargo. Solía hacerlo cada vez que había unpartido importante en el instituto, o el baile degraduación, o algo. Pero parecía mucho más

interesado en cómo estábamos nosotros,especialmente mi hermana con su graduación.

Así que mientras todos hablaban, de prontome acordé del presentador de las noticias dedeportes y de lo que había dicho sobre mihermano. Me emocioné un montón. Y se loconté a toda mi familia. Y esto fue lo que pasócomo consecuencia.

Mi padre dijo:—¡Oye! ¡Fíjate en eso!Mi hermano dijo:—¿En serio?Yo dije:—Sí. Estuve hablando con él.Mi hermano dijo:—¿Dijo algo bueno?Mi padre dijo:—Cualquier noticia ya es buena noticia.No sé de dónde saca mi padre estas cosas.

Mi hermano insistió:—¿Qué dijo?Yo dije:—Bueno, creo que dijo que los equipos

universitarios presionan mucho a losestudiantes de sus equipos —mi hermano

asintió—. Pero dijo que eso forja el carácter. Ydijo que Penn State tenía un ojo buenísimo consus fichajes. Y te mencionó.

Mi padre repitió:—¡Oye! ¡Fíjate en eso!Mi hermano dijo:—¿En serio?Yo dije:—Sí. Estuve hablando con él.Mi hermano dijo:—¿Cuándo hablaste con él?Dije:—Hace un par de semanas.Y entonces me quedé helado porque de

pronto recordé el resto. El hecho de que conocí aese hombre en el parque de noche. Y que le diuno de mis cigarrillos. Y el hecho de queestuviera intentando ligar conmigo. Me quedéahí sentado, esperando a que cambiaran detema. Pero no lo hicieron.

—¿Dónde lo conociste, cariño? —preguntómi madre.

Del silencio que se hizo en la habitación sepodía oír el vuelo de una mosca. E intentéimitar lo mejor posible mi cara de cuando no

puedo recordar algo. Y esto es lo que me pasabapor la cabeza: «Bueno... vino al instituto a daruna charla en clase... no... mi hermana sabríaque es mentira... lo conocí en el Big Boy...estaba con su familia... no... mi padre meecharía la bronca por molestar al “pobrehombre”... lo dijo en un telediario... pero hedicho que estuve hablando con él... espera...».

—En el parque. Fui con Patrick —dije.Mi padre dijo:—¿Estaba allí con su familia? ¿Molestaste al

pobre hombre?—No. Estaba solo.Aquello fue suficiente para mi padre y para

todos los demás, y ni siquiera tuve que mentir.Afortunadamente, la atención se desvió de mícuando mi madre dijo lo que siempre le gustadecir cuando estamos todos juntos celebrandoalgo.

—¿A quién le apetece un helado?Nos apetecía a todos excepto a mi hermana.

Creo que está preocupada por los «siete kilos denovata».

La mañana siguiente empezó temprano.Todavía no había tenido noticias de Patrick ni

de Sam ni de nadie, pero supe que los vería enla graduación, así que intenté no preocuparmedemasiado. Todos mis familiares, incluidos losdel lado paterno de Ohio, vinieron a casaalrededor de las diez. Las dos familias enrealidad no se caen nada bien, salvo los primosmás jóvenes, porque somos unos ingenuos.

Hicimos un gran brunch con champán, eigual que el año pasado por la graduación de mihermano, mi madre le dio a su padre (miabuelo) zumo de manzana espumoso en vez dechampán porque no quería que seemborrachara y montara una escenita. Y él dijolo mismo que había dicho el año pasado:

—Este champán es bueno.No creo que notara la diferencia, porque es

bebedor de cerveza. A veces, de whisky.Alrededor de las doce y media, el brunch ya

había acabado. Los primos fueron los quecondujeron, porque los adultos estaban todavíaalgo borrachos para conducir hasta lagraduación. Excepto mi padre, que había estadodemasiado ocupado grabándolos a todos conuna cámara que había alquilado en elvideoclub.

—¿Por qué comprar una cámara cuandosolo la necesitas tres veces al año?

En fin, mi hermana, mi hermano, mi padre,mi madre y yo, cada uno tuvimos que ir en uncoche distinto para asegurarnos de que nadie seperdía. Yo fui con todos mis primos de Ohio, queenseguida sacaron un porro y lo empezaron apasar. No fumé nada porque no tenía ganas, ydijeron lo que siempre dicen:

—Charlie, eres un gallina.Bueno, todos los coches estacionaron en el

aparcamiento, y salimos. Y mi hermana le chillóa mi primo Mike por bajar la ventanillamientras conducía y despeinarla.

—Estaba fumando un cigarrillo —fue surespuesta.

—¿No podías esperar diez minutos? —fue lade mi hermana.

—Es que la canción era genial —fue suúltima palabra.

Entonces, mientras mi padre sacaba lavideocámara del maletero y mi hermanohablaba con algunas de las chicas que segraduaban, que eran un año mayores y«atractivas», mi hermana fue a buscar a mi

madre para sostenerle el bolso. Lo increíble delbolso de mi madre es que necesites lo quenecesites, sea cuando sea, lo tiene. Cuando yoera pequeño, solía llamarlo el «botiquín deprimeros auxilios», porque aquello era todo loque necesitábamos entonces. Sigo sin averiguarcómo lo hace.

Después de retocarse, mi hermana siguió lasenda de birretes de graduación hasta el campode fútbol, y todos nos abrimos paso hasta lasgradas. Yo me senté entre mi madre y mihermano, ya que mi padre se había ido a buscarel mejor ángulo para la cámara. Y mi madreestuvo todo el rato haciendo callar a mi abuelo,que no dejaba de hablar de la cantidad denegros que había en el instituto.

Como no podía hacerle parar, mencionó mihistoria sobre el presentador de deportes deltelediario hablando de mi hermano. Esto hizoque mi abuelo llamara a mi hermano para quese acercase a hablar del tema. Fue muyinteligente por parte de mi madre, porque mihermano es la única persona que puedeconseguir que mi abuelo deje de montar unnumerito, ya que no se muerde la lengua.

Después de la anécdota, esto fue lo que pasó:—¡Dios mío! Mira esas gradas. Cuánta

gente negra...Mi hermano le cortó.—Vale, abuelo. Vamos a hacer un trato. Si

nos avergüenzas otra vez, voy a llevarte encoche de vuelta a la residencia y no verásnunca a tu nieta dar un discurso —mi hermanoes muy duro de pelar.

—Pero entonces tú tampoco verás eldiscurso, señor importante... —mi abuelotambién es muy duro de pelar.

—Sí, pero mi padre lo está grabando todo.Y puedo arreglármelas para conseguir ver lacinta, y tú no. ¿Verdad?

Mi abuelo tiene una sonrisa muy rara.Sobre todo cuando es otro el que gana. No dijonada más sobre el tema. Solo empezó a hablarde fútbol y ni siquiera mencionó que mihermano jugaba en un equipo con chicosnegros. No te imaginas lo mal que lo pasamos elaño pasado, ya que mi hermano estaba en elcampo graduándose en vez de en las gradasparándole los pies al abuelo.

Mientras hablaban de fútbol, estuve

buscando a Patrick y Sam, pero lo único quepude ver fueron birretes de graduación en ladistancia. Cuando empezó la música, losbirretes empezaron a marchar hacia las sillasplegables que habían colocado en el campo. Fueentonces cuando por fin vi a Sam andandodetrás de Patrick. Fue un alivio. No te podríadecir si la vi feliz o triste, pero me bastó verla ysaber que estaba allí.

Cuando todos los chicos se sentaron en lassillas, paró la música. Y el director Small selevantó y dio un discurso sobre lo maravillosaque había sido esa promoción. Mencionóalgunos logros que había conseguido elinstituto, e hizo hincapié en que necesitabanayuda en la venta de pasteles del Día de laComunidad para recaudar fondos para unanueva aula de informática. Luego presentó a lapresidenta de la promoción, que dio un discurso.No sé lo que hacen los presidentes depromoción, pero la chica dio un discurso muybueno.

Entonces llegó el momento de que los cincoalumnos más destacados hicieran su discurso.Esa es la tradición del instituto. Mi hermana

era la segunda de su clase, así que dio el cuartodiscurso. El mejor estudiante va siempre alfinal. Entonces, el director Small y elsubdirector, que Patrick jura que es gay,entregaron los diplomas.

Los primeros tres discursos fueron muyparecidos. Todos citaban canciones pop quetenían algo que ver con el futuro. Y durante losdiscursos, me fijé en las manos de mi madre.Las apretaba cada vez con más fuerza.

Cuando anunciaron el nombre de mihermana, mi madre estalló en un aplauso. Fuerealmente fantástico ver a mi hermana subir alestrado, porque mi hermano fue algo así como elnúmero 223 de su promoción y, porconsiguiente, no llegó a dar un discurso. Yquizá no sea objetivo, pero cuando mi hermanacitó una canción pop y habló del futuro, sonógenial. Le eché una mirada a mi hermano, y élme la echó a mí. Y los dos sonreímos. Entonces,miramos a mi madre, y estaba hundida en unsilencioso mar de lágrimas, así que mi hermanoy yo le agarramos una mano cada uno. Nosmiró y sonrió y lloró con más ganas. Entonces,ambos apoyamos la cabeza en sus hombros,

como un abrazo lateral, lo que le hizo llorartodavía más. O quizá hicimos que lloraratodavía más. No estoy seguro. Pero nos dio unpequeño apretón en las manos y dijo «misniños», muy suavemente, y volvió a llorar.Quiero tanto a mi madre... No me importa si escursi decirlo. Creo que en mi próximocumpleaños voy a comprarle un regalo. Creoque esa debería ser la tradición. El hijo reciberegalos de todo el mundo y él compra uno parasu madre, ya que ella también estuvo allí. Creoque sería bonito.

Cuando mi hermana terminó su discurso,todos aplaudimos y gritamos, pero nadieaplaudió ni gritó más fuerte que mi abuelo.Nadie.

No recuerdo lo que dijo el mejor de lapromoción, salvo que citó a Henry DavidThoreau en vez de una canción pop.

Entonces, el director Small se puso de pieen el estrado y pidió a todos que se abstuvierande aplaudir hasta que se hubieran leído todoslos nombres y entregado todos los diplomas.Debería mencionar que esto tampoco funcionóel año pasado.

Así que vi a mi hermana recoger sudiploma y a mi madre llorar otra vez. Y luego via Mary Elizabeth. Y a Alice. Y a Patrick. Y aSam. Fue un día genial. Incluso cuando vi aBrad. No me molestó.

Todos nos encontramos con mi hermana enel aparcamiento, y el primero que la abrazó fuemi abuelo. Es un hombre muy orgulloso a sumanera. Todos dijeron cuánto les había gustadoel discurso de mi hermana, incluso si no eracierto. Entonces, vimos a mi padre atravesar elaparcamiento llevando triunfalmente lavideocámara por encima de su cabeza. No creoque nadie le diera un abrazo más largo a mihermana que mi padre. Yo miré alrededorbuscando a Sam y Patrick, pero no pudeencontrarlos por ninguna parte.

En el camino de vuelta a casa para lafiesta, mis primos de Ohio encendieron otroporro. Esta vez, le di un tiro, pero me siguieronllamando gallina. No sé por qué. A lo mejor esque los primos de Ohio es lo que hacen. Eso ycontar chistes.

—¿Qué tiene treinta y dos piernas y undiente?

—¿Qué? —preguntamos todos.—Una cola del paro en el oeste de Virginia.Cosas así.Cuando llegamos a casa, mis primos de

Ohio fueron directos a por las bebidas, porquelas graduaciones parecen ser la única ocasiónen la que todos pueden beber. Por lo menos asífue el año pasado y este. Me pregunto cómoserá mi graduación. Parece que queda muylejos.

Bueno, mi hermana pasó la primera horade la fiesta abriendo todos los regalos, y susonrisa crecía con cada cheque, jersey o billetede cincuenta dólares. Nadie es rico en nuestrafamilia, pero parece que todo el mundo ahorralo bastante para este tipo de eventos, y todosfingimos ser ricos por un día.

Los únicos que no le dimos a mi hermanadinero o un jersey fuimos mi hermano y yo. Mihermano le prometió llevarla un día a comprarcosas para cuando se vaya a la universidad,como jabón, que pagaría él, y yo le compré unacasita de piedra tallada a mano y pintada enInglaterra. Le dije que quería regalarle algoque hiciera que se sintiera como en casa incluso

después de irse. Mi hermana me dio un beso enla mejilla por el detalle.

Pero lo mejor de la fiesta fue cuando mimadre se acercó a mí y me dijo que tenía unallamada. Fui al teléfono.

—¿Diga?—¿Charlie?—¡Sam!—¿Cuándo vas a venir? —preguntó.—¡Ahora! —dije.Entonces, mi padre, que se estaba bebiendo

un whisky sour, gruñó:—Tú no vas a ir a ningún sitio hasta que

tus familiares se vayan. ¿Me oyes?—Esto... Sam... tengo que esperar hasta

que mis familiares se vayan —dije.—Vale... Estaremos aquí hasta las siete.

Después te llamaré desde dondequiera queestemos —Sam sonaba verdaderamente feliz.

—Vale, Sam. ¡Enhorabuena!—Gracias, Charlie. Adiós.—Adiós.Colgué el teléfono.Te lo juro, creí que mis familiares no se

iban a ir nunca. Cada anécdota que contaban.

Cada rollito de salchicha que se comían. Cadafotografía que miraban, y cada vez que oíadecir «cuando eras así de alto» con el gestocorrespondiente, era como si el reloj se parara.No es que me molestaran las anécdotas, porqueno era así. Y los rollitos de salchicha la verdades que estaban muy buenos. Pero quería ver aSam.

Alrededor de las 21:30 todos estabansaciados y sobrios. A las 21:45 se acabaron losabrazos. A las 21:50 la puerta de la casa estabaya despejada de coches. Mi padre me dio veintedólares y las llaves de su Oldsmobile, diciendo:

—Gracias por quedarte. Significaba muchopara mí y para la familia.

Estaba achispado, pero lo decía de verdad.Sam me había dicho que iba a una discoteca delcentro. Así que cargué en el maletero los regalospara todos, me monté en el coche y me alejéconduciendo.

El túnel que lleva al centro de la ciudadtiene algo especial. De noche, es magnífico.Simplemente magnífico. Empiezas a un lado dela montaña, y está oscuro, y la radio está a todovolumen. Al entrar en el túnel, el viento

desaparece y las luces del techo te hacenentornar los ojos. Cuando te adaptas a las luces,puedes ver a lo lejos el otro lado mientras elsonido de la radio se atenúa hasta desparecerporque las ondas no llegan hasta allí. Entonces,estás en medio del túnel, y todo se transformaen un sueño tranquilo. Aunque ves cómo seacerca la salida, parece que tardas muchísimoen llegar. Y por fin, cuando ya pensabas quenunca llegarías, ves la salida justo delante de ti.Y la radio vuelve con más potencia de la querecordabas. Y el viento te está esperando. Ysales volando del túnel para llegar al puente. Yahí está. La ciudad. Un millón de luces yedificios y todo parece tan emocionante como laprimera vez que la viste. Es verdaderamenteuna gran entrada en escena.

Después de pasar alrededor de media horadando vueltas por la discoteca, por fin vi a MaryElizabeth con Peter. Ambos estaban bebiendowhisky sour, que Peter había comprado porquees mayor y le habían sellado la mano. Le di laenhorabuena a Mary Elizabeth y le preguntédónde estaba todo el mundo. Me dijo que Alicese estaba colocando en el baño de chicas, y que

Sam y Patrick estaban bailando en la pista. Dijoque me sentara hasta que volvieran, porque nosabía exactamente dónde estaban. Así que mesenté y escuché a Peter discutir con MaryElizabeth sobre los candidatos demócratas. Denuevo, me pareció que el reloj se paraba.Necesitaba tanto ver a Sam...

Después de tres canciones más o menos,Sam y Patrick volvieron, completamentebañados de sudor.

—¡Charlie!Me levanté, y nos abrazamos todos como si

no nos hubiéramos visto en meses. Teniendo encuenta todo lo que había pasado, supongo quees normal. Después de soltarnos, Patrick se tirósobre Peter y Mary Elizabeth como si fueran unsofá. Luego le quitó a Mary Elizabeth el whiskyde la mano y se lo bebió.

—¡Eh, imbécil! —fue su respuesta.Creo que estaba borracho, aunque no ha

estado bebiendo últimamente, pero Patrick hacetambién ese tipo de cosas sobrio, así que nuncase sabe.

Entonces fue cuando Sam me agarró lamano.

—¡Me encanta esta canción!Me llevó a la pista de baile. Y empezó a

bailar. Y empecé a bailar. Era una canciónrápida, así que no lo hice muy bien, pero nopareció importarle. Solo bailábamos, y eso erasuficiente. La canción terminó, y luego vino unalenta. Me miró. Yo la miré. Entonces, me tomóde las manos y me atrajo hacia sí para bailarlento. Tampoco sé muy bien cómo bailar unalenta, pero sí sé balancearme.

Su susurro olía a zumo de arándanos yvodka.

—Te he estado buscando hoy en elaparcamiento.

Deseé que el mío todavía oliera a pasta dedientes.

—Yo también te he estado buscando a ti.Después nos quedamos callados durante el

resto de la canción. Me agarró un poco másfuerte. Yo la agarré un poco más fuerte a ella. Yseguimos bailando. Fue el único momento entodo el día en el que realmente quise que el relojse parara. Y estar así durante mucho tiempo.

Después de la discoteca, volvimos alapartamento de Peter, y le entregué a todos sus

regalos de graduación. Le di a Alice un libro decine sobre La noche de los muertos vivientes,que le gustó, y le di a Mary Elizabeth una cintade Mi vida como un perro con subtítulos, que leencantó.

Luego, le di a Patrick y a Sam sus regalos.Hasta los había envuelto de forma especial.Había utilizado la sección de tiras cómicas deldominical, porque es a color. Patrick destrozó elpapel para abrir el suyo. Sam no lo rompió. Solodespegó la cinta adhesiva. Y ambos miraron loque había en el interior de cada caja.

Le había regalado a Patrick En el camino,El almuerzo desnudo, El extranjero, A este ladodel paraíso, Peter Pan y Una paz solo nuestra.

Le había regalado a Sam Matar unruiseñor, El guardián entre el centeno, El GranGatsby, Hamlet, Walden y El manantial.

Debajo de los libros había una tarjeta queescribí utilizando la máquina que me compróSam. Las tarjetas decían que aquellos eran misejemplares de todos mis libros favoritos y quequería que Sam y Patrick los tuvieran porqueeran mis dos personas favoritas del mundoentero.

Cuando ambos levantaron la vista de lalectura, se quedaron callados. Nadie sonrió nilloró ni hizo nada. Nos quedamos sencillamenteallí, con el alma al descubierto, mirándonosmutuamente. Sabían que decía en serio lo quehabía escrito en las tarjetas. Y yo sabía quesignificaba mucho para ellos.

—¿Qué dicen las tarjetas? —preguntó MaryElizabeth.

—¿Te importa, Charlie? —preguntó Patrick.Negué con la cabeza, y ambos leyeron sus

tarjetas mientras iba a llenar mi taza de cafécon vino tinto.

Cuando volví, todos me miraron, y les dije:—Os voy a echar mucho de menos. Espero

que os lo paséis fenomenal en la universidad.Y, después, empecé a llorar porque de

repente me di cuenta de que se iban a ir todos.Creo que Peter piensa que soy un poco raro.Entonces, Sam se levantó y me llevó a la cocina,diciéndome por el camino que todo estaba«bien». Cuando llegamos a la cocina, ya mehabía calmado un poco.

Sam dijo:—¿Sabes que me voy dentro de una

semana, Charlie?—Sí. Lo sé.—No empieces a llorar otra vez.—Vale.—Quiero que me escuches.—Vale.—Me da mucho miedo estar sola en la

universidad.—¿De verdad? —pregunté. Nunca me lo

había planteado.—Igual que tú tienes miedo de estar solo

aquí.—Ajá —asentí.—Así que te propongo un trato. Cuando me

agobien demasiado las cosas en la universidad,te llamaré, y tú me llamarás cuando te agobiendemasiado las cosas aquí.

—¿Podemos escribirnos cartas?—Claro que sí —dijo.Entonces me eché a llorar otra vez. A veces

soy una auténtica montaña rusa. Pero Samtuvo paciencia.

—Charlie, voy a volver al final del verano,pero antes de pensar en eso, vamos a disfrutarnuestra última semana juntos. Todos nosotros.

¿Vale?Asentí y me tranquilicé.Pasamos el resto de la noche bebiendo y

escuchando música como siempre, pero esta vezera en casa de Peter, y fue mejor que en la deCraig, la verdad, porque la colección de discosde Peter es mejor. Fue cerca de la una de lamadrugada cuando se me ocurrió de repente.

—¡Oh, Dios mío! —dije.—¿Qué pasa, Charlie?—¡Mañana tengo clase!No creo que pudiera haberles hecho reír

más fuerte.Peter me llevó a la cocina para hacer café y

así despejarme para conducir a casa. Me toméalrededor de ocho tazas seguidas y estuve listopara conducir en unos veinte minutos. Elproblema fue que, cuando llegué a casa, estabatan despierto por el café que no me pudedormir. Para cuando llegué al instituto, estabaque me moría. Afortunadamente habíanterminado los exámenes, y lo único que hicimosen todo el día fue ver documentales educativos.Creo que nunca he dormido mejor. Me alegré,también, porque el instituto es muy solitario sin

ellos.Hoy ha sido distinto porque no he dormido

y no conseguí ver a Sam ni a Patrick anocheporque tuvieron una cena especial con suspadres. Y mi hermano tenía una cita con unade las chicas «atractivas» de la ceremonia degraduación. Mi hermana estaba ocupada con sunovio. Y mis padres estaban todavía cansadosde la fiesta de graduación.

Hoy, prácticamente casi todos los profesoreshan dejado que los alumnos estemos sin hacernada y charlemos después de entregar nuestroslibros de texto. Sinceramente, no conocía anadie, excepto quizá a Susan, pero después deaquella vez en el pasillo, me ha estado evitandomás que nunca. Así que la verdad es que nohablé. La única clase que estuvo bien fue la deBill porque tuve la oportunidad de hablar conél. Fue difícil despedirme de él cuando terminóla clase, pero dijo que no era una despedida.Podía llamarlo cada vez que quisiera durante elverano si quería hablar o pedirle libros, y esohizo que me sintiera un poco mejor.

Un chico con los dientes torcidos llamadoLeonard me llamó «pelota» en el pasillo después

de la clase de Bill, pero me dio igual porque creoque no había entendido nada.

Me comí el almuerzo fuera, sentado en unbanco donde todos solíamos fumar. Después mecomí un bollo de chocolate y encendí uncigarrillo como deseando que alguien me pidierauno, pero nadie lo hizo.

Cuando terminó la última clase, todo elmundo estaba celebrándolo y haciendo planespara el verano. Y todo el mundo vaciaba sustaquillas tirando trabajos viejos y notas y librosal suelo del pasillo. Cuando llegué a mi taquilla,vi al chico flacucho que había tenido la taquillacontigua a la mía durante todo el año. Nuncahabía hablado realmente con él.

Me aclaré la garganta y dije:—Hola. Soy Charlie.Lo único que dijo fue:—Lo sé.Después, cerró la puerta de su taquilla y se

alejó.Así que abrí mi taquilla, puse todos los

trabajos viejos y las cosas en mi mochila, ycaminé por el pasillo sobre los desechos de librosy trabajos y notas hasta salir al aparcamiento.

Entonces me monté en el autobús. Y entonces teescribí esta carta.

La verdad es que me alegro de que el cursohaya terminado. Quiero pasar mucho tiempocon todos antes de que se vayan. Sobre todo conSam.

Por cierto, he acabado sacando todosobresalientes en el curso entero. Mi madreestaba muy orgullosa y ha puesto mis notas enla nevera.

Con mucho cariño,Charlie

22 de junio de 1992 Querido amigo: La noche antes de que Sam se fuera ha hechoque toda la semana se me haya quedadoborrosa. Sam estaba histérica porque no solonecesitaba pasar tiempo con nosotros, sino quese tenía que preparar para marcharse. Ir de

compras. Hacer maletas. Cosas así.Cada noche, nos juntábamos todos después

de que Sam se hubiera despedido de algún tíosuyo o hubiera tenido otra comida con su madreo hubiera comprado más cosas para launiversidad. Estaba asustada, y hasta que nose tomaba un sorbito de lo que fuese queestuviéramos bebiendo o una calada de lo quefuera que estuviésemos fumando, no setranquilizaba y volvía a ser la misma Sam.

Lo único que realmente ayudó a Sam apasar la semana fue su comida con Craig. Dijoque quería verlo para «cerrar» de algunamanera esa historia, y supongo que tuvobastante suerte al hacerlo, porque Craig fue tancomprensivo como para decirle que había hechobien al cortar con él. Y que era una personaespecial. Y que lo sentía y le deseaba muchasuerte. Es curioso qué momentos elige la gentepara ser generosa.

Lo mejor fue que Sam dijo que no le habíapreguntado por las chicas con las que podríaestar saliendo, aunque quería saberlo. Nosentía rencor. Aunque estaba triste. Pero erauna tristeza optimista. El tipo de tristeza que

solo requiere el paso del tiempo.La noche antes de marcharse, estuvimos

todos allí en la casa de Sam y Patrick. Bob,Alice, Mary Elizabeth (sin Peter) y yo. Nossentamos en la alfombra de la sala «de juegos»,recordando cosas. «¿Te acuerdas del espectáculoen el que Patrick hizo esto... o te acuerdas decuando Bob hizo aquello... o Charlie... o MaryElizabeth... o Alice... o Sam...?».

Las bromas privadas ya no eran bromas. Sehabían convertido en historias. Nadie sacó arelucir los nombres prohibidos ni los momentosmalos. Y nadie se entristecía mientraspudiéramos retrasar el día siguiente con másnostalgia.

Después de un rato, Mary Elizabeth, Bob yAlice se fueron, diciendo que volverían por lamañana para ver cómo Sam se iba. Así que soloquedamos Patrick, Sam y yo. Ahí sentados. Sinhablar apenas. Hasta que empezamos nuestropropio «te acuerdas de cuando». «¿Te acuerdasde cuando Charlie se acercó a nosotros porprimera vez en el partido de fútbol... y teacuerdas de cuando Charlie desinfló las ruedasa Dave en el baile de antiguos alumnos... y te

acuerdas del poema... y de la cinta de varios... yPunk Rocky a color... y te acuerdas cuandotodos nos sentimos infinitos...?».

Después de decir aquello, todos nosquedamos callados y tristes. Durante el silencio,recordé una cosa que no le he contado a nadie.Un día que íbamos andando. Solo nosotros tres.Y yo estaba en medio. No me acuerdo de adóndeíbamos o de dónde veníamos. Ni siquierarecuerdo en qué estación del año fue. Solorecuerdo caminar entre ellos y sentir porprimera vez que formaba parte de algo.

Finalmente, Patrick se levantó.—Estoy cansado, chicos. Buenas noches.Entonces nos desordenó el pelo y subió a su

habitación. Sam se volvió hacia mí.—Charlie, tengo que meter en la maleta

algunas cosas. ¿Te quedarías conmigo un rato?Asentí, y subimos las escaleras.Cuando entramos en su habitación, me di

cuenta de lo que había cambiado desde la nocheen la que Sam me besó. Había quitado las fotosde la pared, y las cómodas estaban vacías, ytodo estaba en un gran montón encima de lacama. Me dije a mí mismo que no iba a llorar

pasara lo que pasase porque no quería que Samsintiera más pánico todavía.

Así que solo la observé hacer la maleta, eintenté fijarme en el mayor número de detallesposible. Su pelo largo y sus muñecas finas y susojos verdes. Quería recordarlo todo.Especialmente el sonido de su voz.

Sam me habló de muchas cosas, intentandodistraerse. Habló del largo viaje en carreteraque tenía que hacer al día siguiente, y de quesus padres habían alquilado una furgoneta. Sepreguntaba cómo serían sus clases y cómo seríaeventualmente su carrera. Dijo que no queríaunirse a ninguna hermandad femenina peroque tenía ganas de ver los partidos de fútbol. Seestaba poniendo cada vez más y más triste. Porfin, se volvió:

—¿Por qué no me pediste salir cuandoocurrió todo lo de Craig?

Me quedé ahí, en el sitio. No sabía quédecir. Lo dijo en voz baja.

—Charlie... después de aquello con MaryElizabeth en la fiesta y nuestro baile en ladiscoteca y todo...

No sabía qué decir. Sinceramente, no tenía

ni idea.—De acuerdo, Charlie... Te lo pondré más

fácil. Cuando pasó todo lo de Craig, ¿quépensaste? —quería saberlo de verdad.

Dije:—Bueno, pensé un montón de cosas. Pero

sobre todo pensé que el que estuvieras triste eramucho más importante para mí que el queCraig hubiera dejado de ser tu novio. Y si esosignificaba que nunca podría pensar en ti deesa manera, siempre que tú fueras feliz, estaríabien. Ahí fue cuando me di cuenta de que tequería de verdad.

Ella se sentó en el suelo conmigo. Habló envoz baja:

—Charlie, ¿no lo pillas? Yo no puedosentirlo. Es encantador y todo eso, pero a veceses como si ni siquiera estuvieras ahí. Es genialque puedas escuchar y ser un paño de lágrimaspara alguien, pero ¿y si ese alguien no necesitaun paño de lágrimas? ¿Y si necesita los brazos oalgo así? No puedes quedarte ahí sentado yponer las vidas de todos los demás por delantede la tuya y pensar que eso cuenta como amor.Sencillamente, no puedes. Tienes que hacer

cosas.—¿Como qué? —pregunté. Tenía la boca

seca.—No lo sé. Como agarrarles las manos

cuando llega la canción lenta, para variar. Oser el que le pide salir a alguien. O decirle a lagente lo que necesitas. O lo que quieres. Comoen la pista de baile, ¿querías besarme?

—Sí —dije.—Entonces, ¿por qué no lo hiciste? —me

preguntó muy seria.—Porque pensaba que tú no querías que lo

hiciera.—¿Por qué lo pensabas?—Por lo que dijiste.—¿Por lo que te dije hace nueve meses?

¿Cuando te dije que no pensaras en mí de esamanera?

Asentí.—Charlie, también te dije que no le dijeras

a Mary Elizabeth que era guapa. Y que lehicieras muchas preguntas y que no lainterrumpieras. Ahora está con un tío que hacejusto lo contrario. Y funciona porque así esPeter realmente. Está siendo él mismo. Y actúa.

—Pero a mí no me gustaba Mary Elizabeth.—Charlie, no me estás entendiendo. Lo que

quiero decir es que no creo que hubieras hecholas cosas de otra forma aunque te hubieragustado Mary Elizabeth. Por ejemplo, puedesacudir al rescate de Patrick y pegar a dos tiposque están intentando pegarle a él, pero ¿ycuando Patrick se hace daño a sí mismo? ¿Comocuando fuisteis a ese parque? ¿O cuando tebesaba? ¿Querías que te besara?

Negué con la cabeza.—¿Entonces por qué le dejaste?—Solo intentaba ser su amigo —dije.—Pero no lo fuiste, Charlie. En esos

momentos no estuviste siendo su amigo enabsoluto. Porque no fuiste sincero con él.

Me quedé sentado muy quieto. Miré alsuelo. No dije nada. Muy incómodo.

—Charlie, te dije que no pensaras en mí deesa manera hace nueve meses por lo que teestoy diciendo ahora. No a causa de Craig. Noporque no pensara que fueras genial. Es soloque no quiero ser el amor platónico de nadie. Sile gusto a alguien, quiero que sea mi verdaderoyo la que le guste, no la que piense que soy. Y

no quiero que se lo guarde. Quiero que me lodemuestre, para poder sentirlo también. Quieroque sea capaz de hacer lo que quiera hacerestando conmigo. Y si hace algo que no megusta, se lo diré.

Sam estaba empezando a llorar un poco.Pero no estaba triste.

—¿Sabes que le echaba la culpa a Craig porno dejarme hacer cosas? ¿Sabes lo tonta que mesiento ahora por eso? Quizá él no me animabade verdad a hacerlas, pero tampoco me prohibiónada. Aunque, después de un tiempo, yo nohacía cosas porque no quería que cambiara laidea que él tenía de mí. Lo que quiero decir esque no fui sincera. Así que, ¿por qué me iba aimportar si me quería o no, cuando ni siquierallegó a conocerme de verdad?

Levanté la vista hacia ella. Había paradode llorar.

—Bueno, mañana me voy. Y no voy a dejarque me vuelva a pasar eso con nadie. Voy ahacer lo que quiera hacer. Voy a ser quien soyen realidad. Y voy a averiguar qué soy. Peroahora mismo estoy aquí contigo. Y quiero saberdónde estás, qué necesitas, y qué quieres hacer.

Esperó pacientemente mi respuesta. Pero,después de todo lo que había dicho, me imaginéque debía hacer sencillamente lo que meapetecía hacer. Sin pensarlo. Sin decirlo en vozalta. Y si no le gustaba, que me lo dijera. Ypodíamos continuar haciendo las maletas.

Así que la besé. Y ella me devolvió el beso.Y nos tendimos en el suelo y seguimosbesándonos. Y fue dulce. Y gemimos en vozbaja. Y nos quedamos en silencio. Y quietos.Subimos a la cama y nos tumbamos sobre todaslas cosas que no estaban en las maletas. Y nostocamos mutuamente sobre la ropa de cinturapara arriba. Y después bajo la ropa. Y despuéssin ropa. Y fue precioso. Ella era preciosa. Tomómi mano y la deslizó bajo sus pantalones. Y latoqué. Y no me lo podía creer. Era como si todotuviera sentido. Hasta que metió la mano bajomis pantalones, y me tocó.

Entonces fue cuando la detuve.—¿Qué pasa? —preguntó—. ¿Te he hecho

daño?Negué con la cabeza. De hecho, me había

gustado. No sabía qué pasaba.—Lo siento. No pretendía...

—No. No lo sientas —dije.—Pero me siento mal —dijo.—Por favor, no te sientas mal. Ha sido muy

bonito —dije. Estaba empezando a enfadarmede verdad.

—¿No estás preparado? —preguntó.Asentí. Pero no era eso. No sabía lo que era.—No pasa nada si no estás preparado —

dijo. Estaba siendo muy amable conmigo, peroyo me sentía fatal.

—Charlie, ¿quieres irte a casa? —preguntó.Supongo que asentí porque me ayudó a

vestirme. Y después se puso la camisa. Y quisedarme cabezazos contra la pared por ser taninfantil. Porque amaba a Sam. Y estábamosjuntos. Y lo estaba arruinando todo.Arruinándolo, sin más. Fatal. Me sentía fatal.

Me llevó afuera.—¿Necesitas que te lleve a casa? —me

preguntó. Tenía el coche de mi padre. No estababorracho. Sam parecía muy preocupada.

—No, gracias.—Charlie, no te voy a dejar conducir así.—Lo siento. Caminaré entonces —dije.—Son las dos de la mañana. Te voy a llevar

a casa.Fue a otra habitación a recoger las llaves

del coche. Yo me quedé en el vestíbulo. Queríamorirme.

—Estás pálido como un fantasma, Charlie.¿Quieres agua?

—No. No lo sé —empecé a llorar con ganas.—Mira. Túmbate aquí en el sofá —dijo.Me tumbó en el sofá. Trajo un paño

húmedo y me lo puso en la frente.—Puedes dormir aquí esta noche. ¿Vale?—Vale.—Pero cálmate. Respira hondo.Hice lo que me dijo. Y justo antes de

quedarme dormido, dije algo.—No puedo volver a hacerlo. Lo siento —

dije.—No pasa nada, Charlie. Duérmete —dijo

Sam.Pero yo ya no hablaba con Sam. Estaba

hablando con otra persona.Cuando me quedé dormido, tuve este

sueño. Mis hermanos y yo estábamos viendo latelevisión con mi tía Helen. Todo iba a cámaralenta. El sonido era espeso. Y ella estaba

haciendo lo que hacía Sam. Entonces fuecuando me desperté. Y no sabía qué diablospasaba. Sam y Patrick estaban mirándomedesde arriba. Patrick me preguntó si queríadesayunar. Supongo que asentí. Nos fuimos ycomimos. Sam todavía parecía preocupada.Patrick parecía normal. Tomamos huevos conbeicon con sus padres, y todo el mundo habló detrivialidades. No sé por qué te estoy contando lode los huevos con beicon. No es importante. Noes nada importante. Mary Elizabeth y todos losdemás vinieron a la casa, y mientras la madrede Sam estaba ocupada comprobando las cosaspor segunda vez, todos salimos al camino deentrada. Los padres de Sam y Patrick semetieron en la furgoneta. Patrick estaba en elasiento del conductor de la camioneta de Sam,diciéndoles a todos que los vería en un par dedías. Entonces Sam fue abrazando ydespidiéndose de cada uno. Como volvería apasar unos días en casa hacia el final delverano, era más un hasta luego que un adiós.

Yo fui el último. Sam se me acercó y me dioun abrazo largo. Al final, me susurró al oído.Dijo un montón de cosas maravillosas sobre

cómo no pasaba nada porque no estuvierapreparado la noche anterior y cómo me iba aechar de menos y cómo deseaba que me cuidaramucho mientras ella no estaba.

—Eres mi mejor amiga —fue lo único quepude decir para corresponderla.

Sonrió y me besó en la mejilla, y fue comosi, por un momento, la parte negativa de lanoche anterior desapareciera. Pero a mí meseguía pareciendo un adiós más que un hastaluego. El caso es que no lloré. No sabía lo quesentía.

Al final, Sam se subió a su camioneta yPatrick la puso en marcha. Y sonaba unacanción buenísima. Y todos sonrieron. Inclusoyo. Aunque yo ya no estaba allí.

Hasta que dejé de ver los coches en ladistancia, no regresé, y las cosas empezaron aponerse feas de nuevo. Pero esta vez, muchopeor. Mary Elizabeth y todos estaban llorando,y me preguntaron si quería ir al Big Boy ohacer algo. Les dije que no. Gracias. Necesitabairme a casa.

—¿Estás bien, Charlie? —me preguntóMary Elizabeth. Supongo que estaba

empezando a tener mala cara otra vez, porqueparecía preocupada.

—Estoy bien. Solo estoy cansado —mentí.Me subí al coche de mi padre y me alejé. Y

era como si escuchara las canciones de la radio,pero la radio no estaba encendida. Y cuandollegué al camino de entrada de mi casa, creoque me olvidé de apagar el coche. Fuidirectamente al sofá del salón donde está la tele.Y era como si viera los programas de televisión,pero la televisión no estaba encendida.

No sé qué me pasa. Es como si lo único quepudiera hacer es seguir escribiendo estosdisparates para no derrumbarme. Sam se haido. Y Patrick no volverá a casa en unos días. Yes que me es imposible hablar con MaryElizabeth, ni con mi hermano, ni con nadie demi familia. Excepto tal vez con mi tía Helen.Pero ella no está. Y aunque estuviera, no creoque pudiera hablar tampoco con ella. Porqueestoy empezando a sospechar que lo que soñésobre ella anoche era cierto. Y que, después detodo, las preguntas de mi psiquiatra no eranraras.

No sé lo que debo hacer ahora. Conozco

gente que lo tiene mucho peor que yo. Lo sé,pero me está asfixiando de todas formas, y nopuedo dejar de pensar que el niño pequeño quecomía patatas fritas con su mamá en el centrocomercial va a crecer y pegar a mi hermana.Haría cualquier cosa por no pensarlo. Sé queestoy pensando demasiado rápido otra vez, yque está todo en mi cabeza como el trance, peroahí está, y no se irá. No puedo parar de verlo, yél sigue pegando a mi hermana, y no va aparar, y quiero que pare porque en verdad noquiere hacerlo, pero es que no me escucha y nosé qué hacer.

Lo siento, pero tengo que parar de escribirahora esta carta.

Aunque antes quería darte las gracias porser una de esas personas que escucha ycomprende y no intenta acostarse con la genteaun pudiendo hacerlo. Lo digo en serio, y sientohaberte hecho pasar por todo esto cuando nisiquiera sabes quién soy, y nunca nos hemosconocido en persona, y no puedo decirte quiénsoy porque prometí guardar todos aquellospequeños secretos. Es solo que no quiero quepienses que escogí tu nombre al azar en la guía

telefónica. Me moriría si pensaras eso. Así quepor favor, créeme si te digo que me sentí fatalcuando Michael murió, y que vi a una chica enclase, que no se dio cuenta de que yo estaba allídelante, y que estuvo hablándole mucho de ti auna amiga suya. Y aunque no te conocía, sentícomo que sí, porque me pareciste una buenapersona. El tipo de persona a la que no leimportaría recibir cartas de un chaval deinstituto. El tipo de persona que comprenderíaque son mejor que un diario porque en ellashay comunión, y un diario puede serdescubierto. Pero no quiero que te preocupespor mí, o que pienses que me has conocido, nique sigas perdiendo el tiempo. Siento muchohaberte hecho perder el tiempo porque laverdad es que significas mucho para mí yespero que seas muy feliz en la vida porque deverdad creo que lo mereces. De verdad lo creo.Espero que tú también lo pienses. Bueno, puesya está. Adiós.

Con mucho cariño,Charlie

Epílogo

23 de agosto de 1992 Querido amigo: He estado en el hospital durante los últimos dosmeses. Hasta ayer no me dejaron salir. Elmédico me dijo que mis padres me encontraronen el sofá del salón. Estaba completamentedesnudo, sin hacer otra cosa que mirar latelevisión, que estaba apagada. No hablaba nireaccionaba, dijeron. Mi padre incluso me diouna bofetada para despertarme, y como teconté, él nunca me ha pegado. Pero nofuncionó. Así que me trajeron al hospital dondeme ingresaron cuando tenía siete años despuésde que mi tía Helen muriera. Me contaron queestuve sin hablar ni reconocer a nadie duranteuna semana. Ni siquiera a Patrick, que debió devisitarme durante ese tiempo. Asusta pensarlo.

Lo único que recuerdo es haber echado lacarta al buzón. Lo siguiente que supe es queestaba sentado en la consulta de un médico. Yme acordé de mi tía Helen. Y empecé a llorar. Y

el médico, que resultó ser una mujer muyagradable, empezó a hacerme preguntas. Y lasrespondí.

No me apetece hablar de las preguntas ylas respuestas. Pero más o menos comprendíque todo lo que soñé sobre mi tía Helen eracierto. Y tiempo después me di cuenta de queocurría cada sábado cuando veíamos latelevisión.

Las primeras semanas en el hospital fueronmuy duras.

Lo peor fue estar sentado en la consultacuando la médica les contó a mis padres lo quehabía ocurrido. Nunca he visto a mi madrellorar tanto. O a mi padre tan enfadado. Porqueen su día no se dieron cuenta de lo que pasaba.

Pero desde entonces la médica me haayudado a resolver muchas cosas. Sobre mi tíaHelen. Y sobre mi familia. Y sobre mis amigos.Y sobre mí. Hay muchas fases que atravesar eneste tipo de cosas, y ella lo ha hechoverdaderamente bien en todas.

Lo que más me ayudó, en cambio, fue laépoca en la que pude tener visitas. Mi familia,incluidos mi hermanos, siempre venía esos días

hasta que mi hermano tuvo que volver a launiversidad para jugar al fútbol. Después deaquello, mi familia venía sin mi hermano, y mihermano me enviaba postales. Incluso me contóen su última postal que había leído mi redacciónsobre Walden y le había gustado mucho, lo queme hizo sentir fenomenal. Como la primera vezque vi a Patrick. Lo mejor de Patrick es queincluso cuando estás en el hospital sigue siendoél mismo. Suelta bromas para hacerte sentirmejor en vez de hacerte preguntas sobresentirte peor. Incluso me trajo una carta deSam, y Sam decía que iba a volver a finales deagosto, y que si me recuperaba por entonces,ella y Patrick me llevarían conduciendo por eltúnel. Y esta vez podría ponerme de pie en laparte trasera de la camioneta si quería. Ese tipode cosas me ayudaron más que nada.

Los días en los que recibía correo eranbuenos, también. Mi abuelo me envió una cartamuy bonita. También mi tía abuela. Tambiénmi abuela y el tío abuelo Phil. Mi tía Rebeccaincluso me mandó flores con una tarjetafirmada por todos mis primos de Ohio. Erabonito saber que estaban todos pensando en mí,

como también fue bonito cuando Patrick trajo aMary Elizabeth y a Alice y a Bob y a todos avisitarme. Incluidos Peter y Craig. Supongo quehan vuelto a ser amigos. Y me alegré de quevinieran. Y también me alegré de que MaryElizabeth hablara casi todo el rato. Porquehacía que las cosas parecieran más normales.Mary Elizabeth incluso se quedó un poco másque los demás. Me alegré de tener laoportunidad de hablar con ella a solas antes deque se fuera a Berkeley. Y también me alegrépor Bill y su novia cuando vinieron a vermehace dos semanas. Se van a casar ennoviembre, y quieren que vaya a su boda. Esbonito tener cosas que esperar.

El momento en el que empezó a parecerque todo iría a mejor fue un día que mishermanos se quedaron en el hospital después deque mis padres se fueran. Esto fue en algúnmomento de julio. Me hicieron un montón depreguntas sobre la tía Helen, porque supongoque a ellos no les pasó nada. Y mi hermanoparecía muy triste. Y mi hermana muyenfadada. Fue en esa época cuando las cosasempezaron a aclararse porque ya no había

nadie a quien seguir odiando después deaquello.

Me refiero a que miré a mis hermanos ypensé que algún día serían una tía y un tío,igual que yo sería un tío. Como mi madre y tíaHelen fueron hermanas.

Y podríamos sentarnos y hacernospreguntas y sentirnos mal por los demás yculpar a un montón de gente por lo que hicierono no hicieron o por lo que ignoraron. No sé.Supongo que siempre habrá alguien a quienculpar. Quizá si mi abuelo no le hubierapegado, mi madre no sería tan callada. Y quizáno se habría casado con mi padre porque élnunca levanta la mano. Y quizá yo no habríanacido. Pero me alegro de haber nacido, así queno sé qué decir al respecto, sobre todo porque mimadre parece feliz con su vida, y no sé qué másse puede pedir.

Siento que, si culpara a mi tía Helen,tendría que culpar a su padre por pegarle y alamigo de la familia que le hacía cosas cuandoera pequeña. Y la persona que le hacía cosas aél. Y a Dios por no parar todo esto y cosas queson mucho peores. Y lo hice durante un tiempo,

pero después ya no pude más. Porque no iba aninguna parte. Porque no se trataba de eso.

No soy como soy por lo que haya soñado yrecordado sobre mi tía Helen. Eso es lo quecomprendí cuando las cosas se quedaron ensilencio. Y creo que es muy importante saberlo.Hizo que todo se aclarara y encajara. No memalinterpretes. Sé que lo que pasó fueimportante. Y necesitaba recordarlo. Pero escomo cuando mi médico me contó la historia dedos hermanos cuyo padre era muy alcohólico.Un hermano se convirtió de mayor en unpróspero carpintero que nunca bebía. El otrohermano acabó siendo un borracho perdidocomo su padre. Cuando le preguntaron alprimer hermano por qué él no bebía, dijo quedespués de ver lo que la bebida le había hecho asu padre, nunca había podido ni probarlo.Cuando le preguntaron al otro hermano, dijoque creía que había aprendido a beber en lasrodillas de su padre. Así que supongo que somosquienes somos por un montón de razones. Yquizá nunca conozcamos la mayoría de ellas.Pero aunque no tengamos el poder de elegir dedónde venimos, todavía podemos elegir adónde

vamos desde ahí. Todavía podemos hacer cosas.Y podemos intentar sentirnos bien con ellas.

Creo que si alguna vez tengo hijos y estándisgustados, no les diré que la gente se muerede hambre en China ni nada parecido porqueno cambiaría el hecho de que estén disgustados.E incluso si otra persona lo tiene mucho peor,eso realmente no cambia el hecho de que tútienes lo que tienes. Bueno y malo. Como lo quemi hermana dijo cuando yo llevaba ya unatemporada en el hospital. Dijo que estaba muypreocupada por ir a la universidad, y encomparación con lo que yo estaba pasando, sesentía muy tonta. Pero no sé por qué se iba asentir tonta. Yo también estaría preocupado. Yen serio, no creo que yo lo tenga mejor ni peorque ella. No sé. Es diferente. Quizá sea buenoponer las cosas en perspectiva, pero, a veces,creo que la única perspectiva es estar allí deverdad. Como dijo Sam. Porque está bien sentircosas. Y ser tú mismo al respecto.

Cuando me dejaron salir ayer, mi madreme trajo de vuelta a casa en coche. Eramediodía y me preguntó si tenía hambre. Y dijeque sí. Entonces me preguntó qué quería, y le

dije que ir al McDonald’s como solíamos hacercuando era pequeño y me ponía enfermo y mequedaba en casa en vez de ir al colegio. Así quefuimos. Y fue muy agradable estar con mimadre y comer patatas fritas. Y más tarde, esanoche, estar con mi familia durante la cena yque las cosas fueran como habían sido siempre.Esa fue la parte más increíble. Que todocontinuaba. No hablamos de nada serio nisuperficial. Solo estábamos juntos. Y esobastaba.

Bueno, hoy mi padre ha ido a trabajar. Ymi madre nos ha llevado a mi hermana y a mí acomprar cosas de último minuto para mihermana porque se va a la universidad dentrode poco. Cuando volvimos, llamé a casa dePatrick porque había dicho que Sam estaría devuelta por entonces. Sam contestó al teléfono. Yfue muy agradable volver a oír su voz.

Más tarde, se pasaron por casa en lacamioneta de Sam. Y fuimos al Big Boy igualque hacíamos siempre. Sam nos habló de suvida en la universidad, que parecía muyemocionante. Y yo le hablé de mi vida en elhospital, que no lo parecía. Y Patrick hizo

bromas para que todo el mundo fuera sincero.Después de irnos, nos subimos en la camionetade Sam, y como Sam me había prometido, nosdirigimos hacia el túnel.

Alrededor de un kilómetro antes de llegar altúnel, Sam paró el coche y yo me subí detrás.Patrick puso la radio muy alta para que yopudiera oírla, y mientras nos acercábamos altúnel, escuché la música y pensé en todas lascosas que la gente me ha dicho durante elúltimo año. Pensé en Bill diciéndome que yo eraespecial. Y en mi hermana diciéndome que mequería. Y mi madre, también. E incluso mipadre y mi hermano cuando estaba en elhospital. Pensé en Patrick diciéndome que erasu amigo. Y pensé en Sam diciéndome quehiciera cosas. Para estar realmente allí. Y pensésencillamente en lo genial que es tener amigos yfamilia.

Mientras entrábamos en el túnel, nolevanté los brazos como si volara. Solo dejé queel viento me corriera por la cara. Y empecé allorar y a sonreír al mismo tiempo. Porque nopodía evitar sentir tanto amor como sentía pormi tía Helen por comprarme dos regalos. Y

tanto deseo porque el regalo que le habíacomprado a mi madre por mi cumpleaños fueramuy especial. Y porque mis hermanos y Sam yPatrick y todos fueran felices.

Pero sobre todo, lloraba porque de repentefui consciente del hecho de que era yo el queestaba de pie en ese túnel con el vientocorriendo por mi cara. Sin preocuparme de verel centro de la ciudad. Sin ni siquiera pensar enello. Porque estaba de pie en el túnel. Y estabarealmente allí. Y aquello era suficiente parahacerme sentir infinito.

Mañana empiezo mi segundo año deinstituto. Y lo creas o no, no tengo ningúnmiedo de ir. No sé si tendré tiempo para escribirmás cartas, porque podría estar demasiadoocupado intentando «implicarme».

Así que, si esta acaba siendo mi últimacarta, por favor, piensa que las cosas me iránbien, y que aun cuando no sea así, pronto searreglarán.

Y yo pensaré lo mismo de ti.

Con mucho cariño,Charlie

Agradecimientos

Solo quería decir sobre los que aparecen enla lista que este libro no existiría sin ellos, y lesdoy las gracias con todo mi corazón. Greer Kessel Hendricks

Heather NeelyLea, Fred y Stacy ChboskyRobbie ThompsonChristopher McQuarrieMargaret MehringStewart SternKate DegenhartMark McClain WilsonDavid WilcoxKate WardTim PerellJack HornerEduardo Braniff

Y por último...

Al doctor Earl Reum por escribir un poemaprecioso.

Y a Patrick Comeaux por recordarlo mal

PC
Texto tecleado
cuando tenia catorce años

Sobre el autor

Tras el éxito de esta novela en EstadosUnidos, Stephen Chbosky escribió el guión parala película del mismo título protagonizada porLogan Lerman y Emma Watson. Es autor devarios guiones para películas de cineindependiente americano, además de llevarguión y producción de la serie de televisiónJericho.

Título original: The Perks of Being a

Wallflower

© Del texto: 1999, Stephen Chbosky© De la traducción: 2012, Vanesa Pérez-

Sauquillo© De la imagen de cubierta: © Getty Images

© Del diseño de cubierta: 2012, BeatrizTobar

© De esta edición: 2012, Santillana Ediciones

Generales, S.L.Avda. de los Artesanos, 6

28760 Tres Cantos – MadridTeléfono 91 744 90 60Telefax 91 744 92 24

www.librosalfaguarajuvenil.com

ISBN ebook: 978-84-204-0355-7Conversión ebook: Alma María Díez