Leery Leer 08

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Editoorial

ESTE NÚMERO DE LEER Y LEER ESTÁ DEDICADO A LA CIENCIA, PERO A LA CIENCIA VINCULADA A LA LITERATURA Y, POR SUPUESTO, A LA LECTURA.

Dirección editorialDoris Arroba Jácome

Coordinación editorialLaura Lecuona

EdiciónLaura Aguirre Lass de LamontIrma Ibarra Bolaños

Corrección de estiloDaniel García CastilloMarxa de la Rosa

DiseñoAngie AladroFabiola Sandoval Uribe

PortadaSegundo Pérez Cuevas

Ilustración portada¿Sientes la fuerza?, de Richard Hammond(México, Ediciones SM, 2006)

FotografíaArmando Mora HernándezLaura Aguirre Lass de Lamont

Dirección generalManuel A. Lezcano de Orléans M.

Consejo editorialSergio Nájera FrancoDoris Arroba JácomeLaura LecuonaErika OlveraSegundo Pérez Cuevas

Leer y leer es una publicaciónde Ediciones SM©, 2007 SM de Ediciones, S.A. de C.V. ISSN: en trámite Núm. de certifi cado de licitud de título: en trámite Núm. de certifi cado de reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: en trámite.

Magdalena 211, Colonia del Valle, c.p. 03100, México, D.F. Tel.: (55) 1087 8400 Fax: (55) 1087 8459

www.ediciones-sm.com.mx

Los científi cos han encontrado en la divulgación de la ciencia una manera de comunicar a la gente, a las personas ajenas a los laboratorios o al mundo académico, sus hallazgos, teorías y co-nocimientos. Recordemos que apenas hace trein-ta años no existían los libros de cien-cia para niños. Si una niña o un niño quería explorar el fascinante mundo del conocimiento —científi co, artís-tico, tecnológico o histórico— tenía que ingeniárselas con sus insufi cientes herramientas (lingüísticas y referencia-les) para acceder a textos no pensados para las mentes ni las manos infantiles, libros poco amigables e incluso aburri-dos; aún así, leía y miraba con avidez lo poco o mucho que había en casa o en la biblioteca pública: enciclopedias, libros de arte o de animales… toda la gama de volúmenes acomodados en estricto or-den, y hojear con extremo cuidado esos ejemplares dirigidos a adultos, siempre con el temor heredado de maltratar o ensuciar las páginas. Por fortuna, cada vez más editoria-les han tomado en sus manos la tarea de traducir esos conocimientos y han puesto al alcance de niños y jóvenes libros especialmente hechos para ellos, con temas, tratamientos, imágenes y formatos atractivos y accesibles. Mu-chas bibliotecas escolares han incorpo-rado, además, diversos libros de divul-gación, conscientes de que un lector no se forma con un solo tipo de texto. En este número de nuestra revista acercamos a los lectores al mundo de la divulgación y de la comunicación de la ciencia, pero sin desvincularla de esa

otra dimensión del lenguaje: la literaria. Nuestro recorrido empieza con Pe-dro Moreno, autor de libros de ciencia para todas las edades, siempre atento al carácter narrativo de la divulgación; continúa con la sección “Aula activa”, que en esta ocasión incorporó dos ta-lleres de ciencia para niños y jóvenes; María Cristina Vargas, editora de Edi-ciones SM, nos habla acerca de la labor del editor de divulgación, sus retos y satisfacciones; Gabriela Nájera, biblio-tecaria chihuahuense, escribe en la sec-ción “Entre maestros” un artículo que da fe de la buena relación que hay entre los niños y los libros. Como en cada nú-mero, en “La palabra en escena” Laura García nos explica el signifi cado de al-gunos términos, en este caso relaciona-dos con la ciencia y la divulgación; para la sección “Un gran autor para un gran premio” entrevistamos a María García Esperón, autora de la novela El disco del tiempo, que vincula la investigación ar-queológica e histórica con la mitología y la aventura; en “Libros al acecho” el divulgador Sergio de Régules comparte con los lectores un trozo de su infancia y parte de su quehacer. Inauguramos la sección “Todos so-mos lectores” con entrevistas hechas a distintos astrónomos, quienes nos platican acerca de su relación con los libros y la lectura. Finalmente, presentamos lo más re-levante del Seminario Internacional de Educación Integral, a cargo de la Fun-dación SM.

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NOMBRE SECCIÓN

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Conteenido

En el cruce de la lectura con la ciencia Entrevista con Pedro Moreno

Aula activa preescolar Taller: Siente la ciencia

Aula activa primaria y secundaria Taller: Una editorial en el salón

Entre libros Editar libros de divulgaciónMARÍA CRISTINA VARGAS DE LA MORA

De buen humor Historieta Equis y ZetaISOL Y JORGE LUJÁN

Entre maestros De belugas, dinosaurios y libros de Pedro MorenoGABRIELA NÁJERA TRUJILLO

La palabra en escenaDe ciencia y otras curiosidadesLAURA GARCÍA ARROYO

Los recomendados de SM Rutas de Lectura

Un gran autor para un gran premio Entrevista con María García Esperón

Todos somos lectores¿Qué leen los astrónomos?RAÚL MÚJICA

Conceptos, ideas en movimiento Libros al acechoSERGIO DE RÉGULES

Las novedades de Ediciones SM Literatura infantil y juvenil

Para tomar nota

Fundación SM frente a los retosde educar integralmente a las niñasy los niños de México

2a Feria Internacional de Lectura FILEC VERÓNICA MACÍAS ANDERE

Buzón del lector

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Un ilustrador mexicano, un ilustrador danés, una escri-tora danesa, unos cuantos días de trabajo en equipo y mucha creatividad. Resultado: El fabuloso viaje de Baldi-rya, un libro en honor a la reina Margrethe II de Dinamar-ca. Nuestra casa editorial, comprometida con la literatura infantil, fue honrada con la visita de la reina Margrethe, interesada en acercar la literatura a los niños del mundo. Del 11 al 20 de febrero pasados, Juan Gedovius y Ras-mus Bregnhoi enriquecieron con sus ilustraciones el texto de Iselin Hermann El fabuloso viaje de Baldirya. La obra fue presentada el jueves 21 de ese mes, en las instalaciones de Ediciones SM, en el auditorio José Vasconcelos. Durante este encuentro de dos países, el narrador Gerardo Méndez leyó el cuento ante un nutrido grupo de niños mexicanos, quienes, entre risas y aplausos, festejaron así la literatura infantil.

La Reina Margrethe II de Dinaamarca visitaEdiciones SM

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la cienciaaEN EL CRUCE DE LA LECTURA CON

Por Irma Ibarra

II: ¿Qué relación encuentras entre la ciencia y la lectura?

PM: En mi infancia, la mayoría de los tex-tos científi cos, por la jerga técnica que utilizan, me hacían imposible la lectura. Con el tiempo me surgió la idea de que alguien tenía que hacer una “traduc-ción” de lo que cada científi co intenta-ba decir. Si no, nadie iba a leer ciencia. Muchos divulgadores son “traducto-res” de algún científi co: si los puede entender un niño, también un adulto. A mí me ha gustado mucho hacer li-bros para niños porque de entrada tie-nes que asumir que ellos son lectores de imagen más que de texto; tienes que atraparlos con imágenes y un texto mi-núsculo, para que la lectura sea más un placer o una curiosidad que una obli-gación; algo para motivarlos a leer, no para hacer la tarea ni pasar un examen. Y resultó muy bien. De hecho, hacer libros me permitió “brincar” a la radio. En un libro, la imagen te ahorra las pa-labras, pero requieres la foto del animal haciendo cosas distintas: durmiendo, comiendo, apareándose, defendiéndose de algo, porque vas a contar una histo-ria. En la radio se facilitó todo eso: la experiencia de contar historias compli-cadas, en espacios muy reducidos, con palabras muy cortitas; en radio no ne-cesitas fotógrafos. Esa experiencia combinada de libro y radio ha sido muy rica. La ley de oro: enganchar a los lectores o a los escu-chas; si no, pierdes al público. No es que la gente no quiera leer temas inte-resantes: el autor tiene que hacérselos interesantes.

Pedro Moreno Hentz estudió Oceanografía en la Universidad Autónoma de Baja California, campus Ensenada, y Geología Planetaria en la Universidad de McMaster, en Hamilton, Canadá. Trabajó en el Instituto Mexicano del Petróleo, y fue invitado por el Departamento de Arqueología Subacuática del INAH para explorar el área maya en busca de la ruta comercial de la sal entre Palenque y Tulum.Escribió la colección Exploradores para Editorial Planeta. Ha hecho investigación, recopilación fotográfi ca y divulgación científi ca, e incursionado en radio, llevando a todo tipo de públicos a conocer otros lugares, otras personas y otros animales. Ediciones SM ha publicado sus libros Mi primer diccionario de fauna de México y Mi primer diccionario de fl ora de México.

II: ¿Con qué otros desafíos y obstáculos te encuentras al hacer divulgación?

PM: Con los editores, porque ellos tie-nen una idea muy mercadotécnica: se necesitan determinados libros porque hay un nicho (un tema) que nadie está cubriendo, y resulta que lo tiene la competencia, pero quieren sacarlos al mercado antes que los demás. Luego, los distribuidores: quieren libros de ta-les y tales medidas, porque es lo que se mueve en los anaqueles. A veces, tienes un tema que quieres divulgar, pero al editor no siempre le interesa. Por ejemplo, cuando hice la colección de Exploradores, había dos temas que eran muy mexicanos pero que no se podían cubrir, por ser tabúes: murciélagos y magueyes. Murciélagos, porque “los vampiros” asustan a los ni-ños… ¡Qué se van a asustar! Y el ma-guey tampoco, porque el pulque y el vicio… Si hay algo que defi ne la cultura mexicana en términos de plantas es el maguey, ¡es el árbol de la vida! No sa-camos esos dos títulos por eso.

II: Me imagino que debes tener un pie en la ciencia y otro en la divulgación, en cómo comunicar la ciencia.

PM: Sí, se necesita ser “híbrido”. Sí hay co-sas interesantes en los libros de ciencia, pero el texto en sí suele ser aburridísi-mo, porque está mal contado. La prime-ra vez que vi un documental de Jac-ques Cousteau dije: “Yo quiero ser ése, sin la gorrita. Por lo menos es una ca-rrera que me va a poner en el mar”. Esome motivó para estudiar Oceanografía;

Entrevista con Pedro Moreno

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me pareció que era diverti-da, original. Tiempo des-pués, mientras estudiaba etología, tuve que expli-carles cosas a los niños; me di cuenta de que a ellos lo que les interesa es el animal, no tú, y que lo que quieren saber acerca del animal no es lo que tú les quieres contar. Es una buena experiencia de comunicación, que no tie-nen los académicos; a ellos lo que les inte-resa es un público dócil, que no se rebele, no cuestione ni critique nada. Hoy en día se vive un repunte de la divulgación, porque cambió por com-pleto su lenguaje; hoy el público se inte-resa por estos temas, por ejemplo, el del medio ambiente, por el cambio climáti-co. Así que ahora hay más personas in-teresadas en estudiar ciencia. Pero suce-de que hay mucha lectura para niños, y para adolescentes casi no hay nada. Por eso es importante la continuidad; de pronto todas las editoriales se vuelcan sobre el mercado infantil, que es el que más crece y se renueva, y luego ahí se estancan. La idea es que tengas progre-sión, que te vayas al siguiente escalón. Resulta que los niños a los que les interesa la ciencia quieren dar un paso más allá y se encuentran con que no hay material de lectura adecuado. Si se va a lanzar el tema para niños, hay que tener pensado el siguiente paso. Esos niños a quienes atrapaste con tu libro están cre-ciendo. ¿Cuál es el chiste de promover la lectura si cuando quieran leer otras

cosas ya no hay?

II: ¿Cómo surgieron Mi primer diccionario de flo-

ra y Mi primer diccionario de fauna de México?

PM: La idea fue muy simple: me

pidieron dos diccionarios, uno de animales y otro de plantas.

Defi nimos lo que la editora nece-sitaba: fotos, un texto muy breve, y

animales representativos de México. Afortunadamente sí se pudo hacer, y quedaron muy bien. Aquí hay fotos que son espectaculares. Pero si realmente quisiera meter las plantas más repre-sentativas de México tendría que haber incluido unas que no son nada carismá-ticas. Uno como autor va a enganchar al lector más fácilmente con un jaguar que con una hormiga o una polilla, que traen más benefi cios ambientales que el jaguar. Animales importantes, los in-sectos; ocho de cada diez animales son insectos, aunque no sean carismáticos. Por ejemplo, este libro tiene una con-traparte que se llama “El jaguar”, que es prácticamente un recetario de la die-ta del jaguar. En él te fuerzo a ver ani-males que no se consideran atractivos, pero que sirven para llenarle la panza al jaguar, que sí es atractivo. Estos te-mas funcionan como una introducción, pero tiene que haber una continuidad. Por ejemplo, la continuidad de estos diccionarios sería hacer un compendio de fauna de México: entonces ponemos desiertos, selvas, mares, ríos y lagunas; vemos qué tipo de animales son los más interesantes dentro de cada uno de esos ecosistemas; pasas del individuo al colectivo. Y empiezas a entender que ninguno de estos animales vive por sí mismo, que se necesita todo un entor-no para vivir. Creo que gran parte del éxito de estos diccionarios fue la imagen; a un niño le dice muchísimas cosas. En esto de acer-

car a los niños a la ciencia, pues no hay gran ciencia. Tú como autor sí tienes que documentarte muy bien: conseguir buena información, verifi cada y confi r-mada, y después traducirla, porque si le das a leer esto a alguien y no le inte-resa, es porque no hiciste bien tu tra-bajo. También es una responsabilidad, como autor, no crear la falsa imagen de que este tipo de libros son de ecología: esto no es ecología. Es un gancho para meterte al tema, es el betún del pastel, pero no es el pastel. Hoy en día estoy tra-bajando con gente que fue niña hace 60 años. La curiosidad que tiene un niño acerca de un tema es la misma que tiene una persona mayor; es increíble la se-mejanza que hay entre una generación y otra. Me gustaría que el proceso fuera simultáneo: que las editoriales lancen un libro para niños y otro para adultos, para leer en compañía.

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AULA ACTIVAAULA ACTIVA PREESCOLAR

Taller para preeescolarSiente la ciencia

Cuando se piensa en lectura y libros, generalmente se piensa en géneros como la novela, el cuento, la poesía, la fábula o las cartas. Sin embargo, en el enorme universo de los libros no sólo existe la literatura o la poesía, sino todo aquello que hemos denominado divulgación científi ca o libros de tipo informativo (también se les conoce como de “no fi cción”). Hay muchas maneras de leer los libros de ciencia, de arte o de histo-ria: puede ser de forma recreativa o por el puro gusto de conocer más acerca de algo; pero también puede leerse “para hacer”, para llevar a cabo experimentos que conduzcan al lector a plantearse más preguntas y a seguir leyendo. Los talleres que hicimos en esta oca-sión tuvieron dos objetivos principales:1. Poner al niño y al joven en contacto con el objeto mismo de conocimiento, sea éste el ciclo de vida de un animal o la manipulación de sustancias que se comportan distinto, dependiendo de su densidad, su masa o la materia que las compone. 2. Invitar a los docentes de los tres niveles de educación básica a que experimenta-ran con la ciencia, para fomentar dentro del aula el pensamiento científi co. También nos interesaba observar las reacciones de los niños durante los ex-perimentos, y que comprendieran que aunque parezcan cosa de magia, no lo son: es ciencia.

¿Ciencia para niñas y niños pequeños? Sí, en esta oca-

sión nuestros invitados fueron niños de 3 a 5 años, y los responsables del taller fueron dos entusiastas promotores de la Dirección de Divulgación de la Ciencia de la UNAM: Serafín Pérez y Ezequiel Valdivia. Hicimos dos experimentos, que se pueden reproducir en el aula o servir de punto de partida para otros.

EXPERIMENTO 1: DENSIDAD Este experimento puede trabajarse desde preescolar hasta secundaria. Su objetivo es proporcionar al alumno la noción de densidad. Los niños estuvieron muy interesados y participativos, sin perder la paciencia en ningún momento. Se sorprendieron con los resultados y quedaron motiva-dos para el siguiente experimento.

EXPERIMENTO 2: OBLECK Éste fue el experimento que más entu-siasmó a los niños. Desde hacer la mez-cla hasta el hecho mismo de tocarla, les resultó sorprendente; hubo quien soltó la carcajada cuando intentó sumergir los dedos en la mezcla y vio que fue impo-sible, y cuando los sumergía lentamente, la sustancia se escurría como un líquido. Lo interesante de experimentos como éstos es que lo mismo pueden hacerse con niños de preescolar que con ado-lescentes de secundaria; la explicación se ajusta a cada nivel.

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Experimento 1

Capas de colores (“anillos de colores”)

Concepto que se trata: Densidad.

La densidad está defi nida por la masa

contenida en cada unidad de volumen;

por ejemplo, 1 cm3 de plomo tendrá una

mayor masa que 1 cm3 de madera.

Material:

Y 5 vasos de vidrio o plástico,

numerados del 1 al 5.

Y 55 g de azúcar blanca.

Y 4 frascos de colorante vegetal, de

diferentes colores (verde, rojo, azul,

amarillo).

Y 1 tubo de ensayo por cada niño.

Y 1 gotero por cada niño.

Procedimiento: Agregar 100 ml de agua a cada uno de los vasos.À A cuatro de los vasos se les agrega

azúcar en el siguiente orden: vaso 1(5 g o una cucharada); vaso 2 (10 g o dos cucharadas); vaso 3 (15 g o 3 cucharadas), vaso 4 (20 g o cuatro cu-charadas). (Al quinto vaso no se le pone azúcar ni color.)Ã Los 4 vasos que contienen azúcar

coloréalos en el siguiente orden: vaso 4: verde; vaso 3: rojo; vaso 2: azul;vaso 1: amarillo.Õ Para obtener un “anillo” debemos

verter por el tubo 50 gotas de cada color inclinando un poco el tubo y dejando caer por la pared, con mucho cuidado, cada gota. El primer anillo será el de color verde; después el rojo, enseguida el azul, luego el amarillo. Por último aña-dimos 50 gotas de agua sin colorante ni azúcar.

¿Por qué no se

mezclan los

colores?

¿Qué explicación puedes dar?

¿Qué sucedería si primero pusiéramos el agua sin color y por último el color verde?Para hacer

experimentos en

el salón podemos

recurrir a libros

de recetas de

cocina, libros de

manualidades;

incluso en el libro

de texto encontrarás

ideas para aplicar en

el aula.

Experimento 2

Obleck

Concepto que se trata: Estados

de la materia. Aunque nos parezca

extraño, hay algunas sustancias que a

veces se comportan como un líquido

y a veces como un sólido. A éstas se

les llama “fl uidos no newtonianos”. En

este experimento las partículas de la

Maicena retienen agua, e impiden que

ésta fl uya rápido. Por eso, si se manipula

lentamente, actúa como un líquido y, si

se hace de manera rápida, se comporta

como un sólido.

Material:

Y Sobres de Maicena de 95 gr,

uno para cada niño

Y 1 plato hondo para cada niño

Y 75 ml de agua de la llave

Y Colorante vegetal (para alimentos)

Y 1 abatelenguas para cada niño

Procedimiento: En un plato hondo de plástico vaciar todo el sobre de Maicena.À En el vaso de plástico agrega 75 ml

de agua y agrega un poco de colorantey un poco de óxido de zinc.Ã Agrega el agua al plato con Maicena.Õ Con el abatelenguas mezcla lentamente hasta que se forme una masa más o menos homogénea; ésta será al mismo tiempo líquida y sólida, dependiendo de la fuerza que se imprima en ella al tocarla: si el dedo se sumerge rápido en el obleck, el dedo saldrá húmedo; si se intenta meter todo el puño, la mezcla se comporta como un sólido y el puño no se ensucia.

Mira por internet

los concursos de

albercas llenas de

obleck, donde la

gente pasa corriendo

sobre la sustancia,

para no hundirse.

Entre más rápido

corren, menores

posibilidades hay de

que se sumerjan.

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AULA ACTIVAAULA ACTIVA PRIMARIA Y SECUNDARIA

Entrar en el mundo de los libros no sólo implica ser lector. También se puede participar en la elaboración de los libros.

Conocer este proceso es una excelente manera de apropiarse de ellos y hacer

de la lectura una acción que nos lleva a otras experiencias creativas.

En este taller, impartido por el di-vulgador de la ciencia Pedro Moreno,

los niños tuvieron la posibilidad de hacer su propio libro a partir de una serie de pasos del proceso editorial. Nuestros in-vitados fueron niños de siete a trece años de edad. Lo interesante es que en esta ocasión se trató de un libro de divulga-ción “híbrido”: con información cien-tífi ca pero narrando la historia como si fuera un cuento. En el inicio Pedro dio una introduc-ción a la vida y características del ocelo-te. Los niños le preguntaron acerca de la alimentación, reproducción y forma de vida del felino.

El siguiente paso fue defi nir el conte-nido del libro; cada niño se planteó qué tipo de historia quería contar y dónde integrar las imágenes para reforzar su texto. Notamos que cada niño ponía espe-cial atención en distintos elementos: por ejemplo, hubo niñas que estaban más preocupadas por el diseño del li-bro (la parte estética); otros niños se concentraron más en la parte narrativa, poniendo más atención en la historia. Ya que el texto quedó listo, lo encua-dernaron doblando las hojas por la mi-tad y pasando por en medio un estam-bre para sujetarlas. Al fi nal todos les mostraron su libro a los demás compañeros, de ese modo nos dimos cuenta de la gran diversidad de materiales que surgieron a partir de la investigación sobre un animal como el ocelote.

Taller para primaariay secundariaUna editorial en el salón

“Relamiéndose los bigotes con toda calma, nuestro ocelote descubrió a otro ocelote. Su cuerpo se tensó, se dispuso al ataque, pero el otro no se movió. Se trataba de una hembra ocelote. Lo supo por su tamaño. Cada uno ‘fi rmó’ su espacio; ella le lanzó un gruñido y se alejó. Con cautela, él se aproximó al tronco donde un minuto antes ella había estado, y con la punta de la nariz olfateó la ‘fi rma’, para registrarla en su memoria.”

Procedimiento: Introducción al tema: explicación

acerca de la clase de animal que es el

ocelote. À Seleccionar el tema central del

libro, trama o hilo conductor para

contar la historia.Ã Elección de imágenes, revisando

la congruencia de las imágenes con

relación al texto.Õ Revisar la redacción y la ortografía.

ΠEncuadernar el libro: ya sea

engrapado o cosido con el estambre.

œ Compartir con los demás el libro

que cada quien hizo. Hacer notar los

distintos estilos y las soluciones que

cada uno encontró para hablar del

ocelote.

Recursos

Y Fotocopias del ocelote, fotografi ado

en situaciones diversas (al acecho,

olfateando su territorio, bostezando,

buscando pareja, con su cría, etc.) y de

los animales que se relacionan con él

(mono, tlacuache, liebre, rana, serpiente,

jaguar), impresas en hojas blancas. Un

juego de copias para cada niño.

Y Hojas de colores, hojas blancas tamaño

carta, tijeras, marcadores, crayones,

pegamento, lápices, bolígrafos, engrapadora

y estambre para encuadernar.

Y Diversos libros de divulgación para

niños, como modelo o referente.

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En primer lugar, con estos talleres pudimos ampliar la idea que tenía-mos de los libros de divulgación.

Este tipo de talleres, en los que se manipulan sustancias o se crea algo (un libro, por ejemplo), permiten a los alumnos entender mejor los prin-cipios o las teorías científi cas, en con-traposición a la explicación abstracta.

Es necesario incorporar al aula libros de divulgación de la ciencia. Cada niño, a su nivel, los comprende, y siempre se asombra. No se trata de “estudiarlos”, sino de disfrutarlos, tal como se disfruta un cuento o una no-vela, aunque cada género provoque en el lector cosas distintas. El placer de la lectura no está nada más en la facilidad de un texto, sino en el placer de pensar y de acceder a lo complejo.

Los experimentos pueden hacerse desde preescolar hasta secundaria. El objetivo es poner en contacto al niño o al adolescente con la ciencia y sus aplicaciones, y desarrollar en ellos una mente indagadora, abierta y dispuesta a acceder a conocimien-

tos más abstractos o a las teorías que explican el entorno natural, cultural y social en el que vivimos.

Muchas veces se requiere mayor in-tervención por parte del maestro. Es importante reconocer que tanto niños como adultos estamos en cons-tante aprendizaje y que no es necesa-rio “dominar” el tema o la materia para acercar estos libros a los niños. Lo realmente indispensable es tener la disposición para llevarlo a cabo.

Con los experimentos nos damos cuenta de las capacidades de los ni-ños, y de que aunque estemos vien-do un concepto específi co, siempre hay conocimientos suplementarios y capacidades que se ponen en juego. Por ejemplo, los niños de tres años no sabían usar un gotero ni contar hasta 60, y con el experimento de los anillos de color aprendieron ambas cosas; o que un libro no surge espon-táneamente, sino que detrás de él hay una serie de personas, con distintos ofi cios, que lo hacen posible.

Conclusiones

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Por María Cristina Vargas de la Mora

Si he visto más allá, lo hice parado en hombros de gigantes.Isaac Newton

ENTRE LIBROS

María Cristina Vargas de la Mora tiene casi veinte años involucrada en la literatura infantil y juvenil. Comenzó como promotora en el Taller de Lectura Infantil ÚTLI, A.C., en la ciudad de Guadalajara. Entre otras actividades, tenía la de participar en la FIL Niños, así como impartir talleres y administrar una biblioteca. También ha participado como promotora de libros para niñosen el Fondo de Cultura Económica. Actualmente trabaja para Ediciones SM, en donde edita libros de divulgación para niños y jóvenes,y traduce al español libros en inglés y francés.

De pequeña me gustaba bajar a la co-chera de mi casa, donde había un par de libreros que contenían, entre otros títulos, una enciclopedia ilustrada. Me quedaba horas absorta en esos libros que no contaban historias pero enseña-ban lo increíble y amplio que es nuestro mundo y me hacían sentir parte de él; me detenía en las imágenes, leía los pies de foto, veía los mapas, me maravilla-ba con los animales, con los hombres ilustres, las plantas y los monumentos. Mirar y leer los tomos era como subirse en un tren y atravesar un paisaje que todo el tiempo estaba cambiando. En la actualidad, como editora de li-bros de divulgación, mi deseo es viajar en ese tren por medio de un libro infor-mativo. Afortunadamente existen mu-chas posibilidades: por ejemplo, hacer un recorrido dentro del cuerpo humano para descubrir de qué estamos hechos y lo maravilloso de su funcionamiento; un paseo por las profundidades del mar para convivir con los animales que vi-ven en un arrecife de coral; emprender la ruta de la historia de los números, la magia del lenguaje matemático, sus tru-cos y sorpresas. Mediante los libros de divulgación el lector puede transpor-tarse desde el espacio sideral hasta el pequeño universo de un átomo. Con nuestro equipo de trabajo, esta-mos conscientes de la riqueza que existe en México y pensamos en lo que quere-mos mostrar al editar cada libro; por ello, nos damos a la tarea de editar materiales

que informen y motiven a los lectores acerca de temas locales: la diversidad de lenguas que hay en nuestro país, nuestra fl ora y fauna, los parques nacionales y reservas ecológicas, las manifestaciones artísticas y culturales, su historia, entre otros. Lo importante es transmitir el conocimiento con un lenguaje acce-sible e imágenes atractivas, así como presentar la información de una ma-nera lúdica e interesante. Existen otros ingredientes que no de-ben faltar: una pizca de humor, peque-ños bloques de información que des-pierten la curiosidad del lector, algunos “guiños” o insinuaciones que desmiti-fi quen a los grandes hombres, las cien-cias exactas y a los inalcanzables artis-tas; y algo que considero fundamental: el texto debe apelar constantemente al lector y hacer referencia a su cotidiani-dad para que sea capaz de percibir todo lo que acontece a su alrededor, y que tiene que ver con el conocimiento, los descubrimientos, los inventos, etcétera. Personalmente, me interesa invitar a los lectores a que se sientan partícipes de la construcción del conocimiento, a que no transcurran por la vida como simples espectadores. Darles, a partir de los libros, la oportunidad de acer-carse y comprometerse con el saber, no para que todos sean científi cos o artis-tas famosos, sino para que le den mayor signifi cado a su mundo y lo disfruten con gran intensidad y gozo.

La aventura de hacerlibros de divulggación

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DE BUEN HUMOR

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ENTRE MAESTROS

Cuando era niña, mis padres se encar-garon de llenar todo un librero con en-ciclopedias temáticas y libros clásicos. La colección de naturaleza de Time Life era mi favorita. Durante el verano me encantaba tumbarme en el sillón de la sala, donde se colaba el calorcito sa-brosón del sol, y libro en mano dedica-ba horas enteras a mirar las fotografías y a leer las notas de cada foto. Recuerdo haberme colmado de ballenas, delfi nes, animales de la selva, insectos asom-brosos, fl ores increíbles y hasta plan-tas carnívoras… Y siempre que jugaba “Basta” echaba mano de las palabras aprendidas en estos libros. A ve-ces mis compañeros se quedaban con el ojo cuadrado de que yo supiera tanto y no me creían que beluga fuera el nombre de un animal marino. Mi mamá nunca me dejó llevar a la escuela estos libros, ade-más pesaban mucho por sus tapas du-ras. Pero en casa sí recurríamos a ellos mis hermanos y yo. Defi nitivamente pasamos veranos deliciosos acompa-ñados por su lectura. En mi biblioteca personal todavía conservo el tomo La tierra y la fauna de África, como un te-soro a punto de despastarse y que ahora me parece tan liviano. Siendo así las cosas, ¿por qué habría de molestarme que los alumnos pre-fi eran la lectura de este tipo de libros?Como encargada de la biblioteca y como lectora fortalecida por es-tos encuentros desde la infancia, me interesa promover la lectura de ambos géneros: literario y de divulgación, pues estoy consciente de que puede haber pequeños lectores

que, como yo, encuentren delicioso el ejercicio de mirar las fotografías y leer breves cápsulas informativas. Y así ha sucedido. Igual que algunos niños me piden que les lea un cuento, nunca falta otro que pida que le lea li-bros como El Nilo, El cuerpo humano, Diccionario de fauna de México, Busca los dinosaurios, Animales de mar y tie-rra o Sobrevivientes tortugas del mar, que forman parte de nuestra bibliote-ca escolar; me siento con ellos y juntos miramos las fotografías y conversamos con alegría, asombro, incredulidad y hasta sabiduría según sea el caso:

“¿Verdad que los dino-saurios ya no

epsisten?”, pregun-ta el pequeño Rolando, buscando mi apoyo para convencer a la niña de al lado.“¿Pero verdad que este grandote comía carne?” Y se pasa el resto del recreo mirando embelesado el enorme libro de dinosaurios. Le apasiona a tal punto que hace unos días me dijo que no quería llevárselo en préstamo, sino que me lo quería comprar, para ya no tener que regresarlo; y cuando le ex-pliqué que no podía hacer eso, llamó a su abuela con la esperanza de que ella tuviera más éxito en su negociación. Claro, les recomendé la librería de la ciudad, aunque sé que tal vez será difí-cil que lo encuentren, o puede ser que les parezca muy caro. Igual le ha pasado a Ivonne, de sexto grado. Le encantan los libros acerca del cuerpo humano o de animales; el otro

De belugas,dinosaurios y libroosde Pedro Moreno

Por Gabriela Nájera Trujillo

Gabriela Nájera Trujillo nació en Chihuahua, Chih. Es licenciada en educación primaria (UPN). Profesora con 21 años de servicio, a lo largo de los cuales ha participado en los programas PALEM, PRONALEES, Rincones de Lectura, PRONAP y PNL. Actualmente es la encargada de la biblioteca en la Escuela Primaria Estatal “Melchor Ocampo” 2627. Asimismo, promueve la Red de Bibliotecarias de la Zona Escolar 89. Se ha desempeñado como asesora acompañante del Programa Nacional de Lectura y es integrante del Comité de Selección y Coordinadora Estatal. En su tiempo libre coordina su propia sala de lectura, espacio en el que lee en voz alta, cuenta cuentos a los niños y hace talleres de escritura.

Correo electrónico: [email protected] [email protected]

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día, como sintiéndose culpable por ello, se llevó un poemario, y lo devolvió al día siguiente, mientras que los otros libros los pide en préstamo durante va-rios días. Mary, la pequeña devoradora de li-bros que en el ciclo escolar pasado se llevaba uno cada día, prefi ere los de ani-males, los de la naturaleza y del espacio. Un día me sorprendió que me pregun-tara: —Oiga, maestra, ¿ya no tiene más li-bros de Pedro Moreno? Se refería a una colección de libros de este autor que tenemos en la biblio-teca; libros que, por cierto, son de los que están más deteriorados. Cuando le pregunté por qué quería precisamente ésos, me contestó de inmediato con una enorme y natural sonrisa: —Es que están bien chidos. —¿Cómo que “chidos”?

—No sé, maestra, es que me gusta cómo vienen las fotos y lo que dicen, además se pueden leer en un ratito. Ese mismo día bajé del estante todos los libros de Moreno, siete en total, y los pusimos sobre la mesa para verlos juntas. ¡Cuánta envidia me dio no ha-ber tenido este tipo de libros en mi in-fancia! Y claro, muchos otros niños se acercaron a mirarlos. Al día siguiente le traje a Mary una revista donde aparece este autor, con fotografía y todo. Ella se emocionó mucho por la foto, y aunque la entrevista no le interesó, agradeció el detalle. Ahora ella está en secundaria y de vez en cuando se da una vuelta por aquí para ver las novedades… Por cierto, aún no me devuelve el libro Todo escualos, que arrasó en las preferencias cuando les pedí a los alumnos que eligieran en-tre ése y un cuento de ratones para que

yo lo donara a la biblioteca. Fue muy divertido, una ocurrencia de la

bibliotecaria que al fi nal valió la pena: llevé

ambos libros y los puse

en la mesa durante toda una semana, y les preguntaba cuál elegirían para que se quedara defi nitivamente en la biblio-teca. Había opiniones divididas. Hojea-ban ambos libros y comentaban sobre sus particularidades. El de los ratones es un libro con agujeros y suena bien cuando se lo leo en voz alta (sólo les leí un pedacito, como para probar); pero el de tiburones, aunque gordo y con letras pequeñísimas debajo de las foto-grafías, defi nitivamente era el que más los atraía: lo miraban en grupo y hasta se peleaban el turno para tenerlo en las manos. Finalmente, Jesús Manuel, uno de los alumnos que más leen y fi el ayu-dante en la biblioteca, hizo una obser-vación más que clara:

“Cuentos de ratones tenemos varios, libros de cuentos tenemos muchos… Pero libros de tiburones, de puros tiburones, no tenemos ni uno solo.” Y él conoce muy bien lo que hay en la biblioteca porque se pasa todos los recreos aquí. De todos modos doné ambos libros, pero confi eso que el ejer-cicio de elegir, planeado sólo como una actividad divertida, provocó en las ni-ñas y los niños refl exiones de este tipo. Dinosaurios, cuerpo humano, anima-les marinos o la posible cuarta hoja del

trébol, todas son excelentes opcio-nes para los lectores que tienen

acceso a la biblioteca.

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LA PALABRA EN ESCENA

De cienciay otras curiossidades

La ciencia no podría explicarse sin palabras y las palabras adquieren otros signifi cados cuando se refi eren a la cien-cia. Una relación que necesita colabo-ración, retroalimentación y exactitud. Algunas de las palabras que podrían defi nirse dentro de este amplio campo son las que presentamos en este núme-ro de Leer y leer, que demuestran que ciencia y lenguaje guardan una estrecha relación entre sí.

DEFINICIONES

Ciencia Si hablamos de ciencia, hay que em-pezar por decir que esta palabra abarca muchas ramas. “Conocimientos ciertos y adquiridos de lo que existe, de sus principios y de sus causas, especialmente el que se obtiene por experimentación y estudio”; así lo defi ne el Diccionario Clave de uso del español actual, que aña-de una segunda acepción: “Conjunto de conocimientos y de doctrinas organiza-das metódicamente y que cons-tituyen una rama del saber”.

Como vemos, se repite un concepto fundamental en estas defi niciones: el conocimiento. Y es que la etimología de ciencia nos lleva hasta el latín, donde el término scientia signifi ca literalmente conocimiento, del verbo scire, conocer. Es decir, usamos los conocimientos que ya tenemos y los aplicamos para descu-brir unos nuevos.

Divulgar / divulgación Curiosamente estas palabras, que se refi eren a la acción de “publicar, pro-pagar o difundir algo entre la gente”, vienen de un término que no relaciona-mos fácilmente con estos conceptos: se trata de vulgar. Y es que en latín la voz vulgus signifi ca multitud, a partir del verbo vulgare, que es “dar a conocer al público”, o lo que es lo mismo, “pu-blicar manifestar, extender… divulgar”. De hecho, en la antigua Roma existía el latín culto, el hablado por la clase alta, y el latín vulgar, el de la multitud, el que hablaba la mayoría de la gente y del que proceden la mayor parte de nuestras palabras actuales en español. La palabra vulgar no tenía ninguna connotación negativa que la ligara con lo grosero, lo obsceno o lo rudo. La vulgaridad era la parte de la cultura popular, tan importante como la de la elite de eruditos, artistas y literatos de las clases más selectas. Pero poco a poco se fue relacionando a las clases bajas con com-portamientos y palabras toscas, poco refi nadas y faltas de modales, por lo que la palabra vulgar, que representaba a dichas personas, pasó a tener un matiz despectivo y hoy se usa con el sentido de “corriente, común, impropio de una persona culta”. De la palabra vulgus, además de divulgar, divulgación y todas

sus derivaciones, se obtuvo también el término vulgo para defi nir al con-junto de personas del pueblo, especial-mente las que no tienen mucha cultura, educación o posición social destacada, en contraposición con el démos, los se-lectos, los cultos y los que gozaban de poder político y económico.

Planeta En nuestro Sistema Solar son ocho (recordemos que Plutón hace poco sa-lió de la lista por no cumplir las caracte-rísticas de todo planeta: “ser un cuerpo celeste que orbite alrededor del Sol, que tenga sufi ciente masa para que su gravedad supere las fuerzas del cuerpo rígido y le haga asumir una forma prác-ticamente esférica”). ¿Y por qué se llaman planetas? Ob-servando cada noche la bóveda celes-tial, los primeros astrónomos se dieron cuenta de los pequeños cambios que su-cedían de un día para otro. Pronto des-cubrieron que algunos de esos puntos brillantes eran estáticos, y los llamaron estrellas fijas, mientras que otros ha-cían pequeños movimientos indefi nidos

que respondían al azar, razón por la cual los llamaron estrellas errantes (en griego plánetes asters, del verbo

planasthai, “andar errante, vagar”, y “astros, estrellas”; en latín evolucionaría a planetai y siglos después en español lo heredaríamos como planeta). A sim-ple vista se detectaron cinco planetas errantes, además del Sol y la Luna, y los nombraron en honor a los dioses grie-gos: Venus (por Afrodita, diosa de la belleza y el amor, al planeta más brillan-te), Júpiter (por Zeus, dios padre, por ser el segundo más brillante), Mercurio (por Hermes, dios de los comerciantes

Por Laura García Arroyo

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y mensajero de los dioses, por estar cer-ca del Sol), Marte (por Ares, dios de la guerra, por lo rojo de su color, como la sangre) y Saturno (por Cronos, dios del tiempo, por ser el más lento). Años después, con ayuda de telescopios po-tentes, se describieron tamaños y carac-terísticas detalladas de cada uno, que demostraban que no eran errantes y que sí respondían a órbitas fi jas. Además se descubrieron otros dos planetas, Urano (en honor al dios griego, padre de Cro-nos) y Neptuno (dios del mar).

Cifra El ser humano siempre ha tenido la necesidad de contar las cosas que le ro-dean y de establecer métodos y palabras con qué expresar esto. Así nacieron los números. Ya en el siglo III a.C. se tenían noticias de que el valor cero se usaba en Babilonia y en el mundo maya, donde se representaba en su famoso calendario. Pero la palabra cifra nació más al este. Los árabes, grandes comerciantes, ya usaban un término para nombrar a cada número; pero cuando conocieron la cultura oriental descubrieron un nuevo concepto: la nada, el vacío, el cero. En la India lo llamaban shunya y se representa-ba con el signo · (un punto a media al-tura). Los árabes lo tradujeron como sifr (vacío) y lo representaron con un círculo (por eso ambos vocablos tienen la misma raíz). Años después al latín llegaría con el término zephirum y posteriormente en español esta palabra daría lugar a dos términos: cifra y cero. La primera obra donde se usó el término cero (zero en italiano) fue Liber Abaci, del italiano Fi-

bonacci, en 1202. Nuestro sis-tema numérico actual contiene 10 cifras de origen indoarábigo

La Gran Muralla China es la úni-ca obra humana que puede verse desde el espacio.

6,000 idiomas, aproximadamen-te, hay en el mundo.

En 1981 trabajadores de PEMEX des-cubrieron el cráter del meteorito que se cree que provocó la extin-ción de los dinosaurios hace 65 millones de años. Dicho cráter está situado en lo que actualmente es el pueblo de Chicxulub, en la costa de la península de Yucatán, y tiene un diámetro de 180 kilómetros.

Trivia1. ¿En qué país sigue siendoel latín un idioma ofi cial?a) Vaticanob) Filipinasc) Italia

2. ¿Por qué se le llama MarMuerto?a) Porque no existe vida en élb) Porque se han encontrado mu-

chos cadáveres en su fondoc) Porque es muy peligroso y ha ha-

bido muchas muertes en él

3. ¿Cuál es el río más anchodel mundo?a) Nilob) Amazonasc) Yang Tse Kiang

(llamadas también dígitos, porque 10 es el número de dedos con los que lógica-mente se empezó a contar).

CURIOSIDADES

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LOS RECOMENDADOS DE SM

En Ediciones SM concebimos la lec-tura como un viaje; un viaje que nos lle-va a otros mundos: algunos apacibles, otros desoladores, lejanos o maravillo-sos; mundos donde lo mismo reina el amor, la tristeza, la realidad o la fanta-sía. Lo cierto es que, una vez que le-vantamos el vuelo con la lectura, ya no queremos aterrizar. Así nacen nuestras Rutas de Lectura: como una propuesta para transitar por los libros con propósitos, temas y pro-puestas distintas: desde la risa, el amor, el miedo o la tristeza, hasta el conoci-miento, la diversidad cultural y natural.Así que bienvenido, ¡te invitamos a via-jar con nuestros libros! Encontrar placer en la lectura de un libro depende, en gran medida, de la elección del lector, es decir, del tipo de viaje que desea hacer. Queremos propo-ner un punto de partida en el que cada título despierte fascinación y entusias-mo; donde cada viaje provoque otros descubrimientos, lleve a leer más libros que complementen sus experiencias. Por eso, en este número de Leer y leer sugerimos una manera de organizar los libros que está estrechamente relaciona-da con esos posibles y múltiples descu-brimientos que puede hacer el lector, te-niendo como hilo conductor la relación entre ciencia y literatura, entre conoci-miento y esparcimiento.

Rutaas de Lectura

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LA: María, ¿qué relación piensas que existe entre tu novela y la ciencia, y qué crees que necesita saber el lector para disfrutar más de ella?

MGE: La mezcla de realidad y fi cción fue una manera de investigar. Uní los anti-guos mitos con el empeño indagador de Philippe, un chico francés que conocí en internet, y con Nuria, el personaje por medio del cual el lector hará la investiga-ción: el saber del lector crece conforme va creciendo el saber de Nuria. Hay muchas cosas que ignoramos, pero podemos aproximarnos a ellas con un conocimiento previo. Se puede par-tir, por ejemplo, de un conocimiento general, histórico y geográfi co de Gre-cia. Para leer y disfrutar esta nove-la se necesita aceptar el reto de jugar. Es un juego de avance, una lec-tura que va incorporando datos y acre-centando el conocimiento, que no se circunscribe a los límites del libro. Hay que ir a otras fuentes, a otros recursos: internet, libros, revistas, mapas o una conversación con alguien que sepa de estos temas. Cuando me dijeron que tenía que pensar cinco palabras relacionadas con-migo y con lo que escribo, las pensé en su idioma original: el griego. Estas pa-labras guardan una relación intrínseca con mis libros y con mi vida; son tan persistentes y tienen tantos sentidosque no necesitan traducción:

1 CRONOS Es el tiempo. Para los fi lósofos es quizá una de las búsquedas más inago-tables que puedan hacerse. El tiempo es “la sustancia de que estoy hecho”,

como dijo J. L. Borges, el misterio que nos constituye; aquello que portamos, también misteriosamente, fundido con la materia de la que estamos hechos. El tiempo, que nos lleva a la vejez desde la tierna infancia y que es el emblema de la sabiduría. Esta palabra se encuentra en el título de mi primera novela (El disco del tiem-po) porque es el nombre de mi prime-ra indagación, planteada en la infancia: ¿qué es el tiempo?, ¿se puede viajar a través de él?, ¿fl uye o se detiene?, ¿nos separa o nos reúne? Justamente con el paso del tiempo entendí que una de las maneras de fi jarlo es mediante la li-teratura, la creación literaria, la poesía. Una novela histórica o una crónica res-tituyen la eternidad del acontecimiento mediante esa gran creación humana que es la escritura.

2 COSMOS Es el mundo. El mundo ordenado, bello; por ejemplo, la palabra cosmético viene de cosmos: el universo que toma nombre y sentido ante la mirada hu-mana, que es potencialmente creado-ra. El mundo es infi nito, pero la avidez de conocimiento que tiene el hombre también lo es. Dijo Heráclito: “No encontrarás los límites de tu alma, tan profundo es tu logos”. El hambre de mundo es el hambre de libros que te expliquen ese mundo; la sed de saber, de conocer, es la marca de los grandes creadores y cien-tífi cos: Dédalo, Aristóteles, Leonardo da Vinci, Alexander von Humboldt. El sistema circulatorio estaba ahí, las cor-dilleras, las montañas, los volcanes, el vuelo de las aves, las corrientes marinas; llegan ellos y los “apetecen”, los nom-

Lege lege relege… et invenies (“Lee, lee y relee... y encontrarás”, fórmula alquímica)

Entreevista conMaría García Esperón

UN GRAN AUTOR PARA UN GRAN PREMIO

María García Esperón (ciudad de México, 1964) ha sido guionista, maestra, investigadora y periodista. Es una apasionada del baile y el cante fl amenco, de las lenguas antiguas y modernas, así como de la historia y la arqueología. Ha escrito, además de El disco del tiempo, los libros Querida Alejandría, Los tigres de la otra noche y Sibila.

LA ENTREVISTA SE DESARROLLA A PARTIR DE CINCO PALABRAS, ELEGIDAS POR LOS AUTORES, QUE DEFINEN SU VIDA Y SU OBRA. EN ESTA OCASIÓN ENTREVISTAMOS A MARÍA GARCÍA ESPERÓN, GANADORA DEL PREMIO BARCO DE VAPOR EN 2004, QUIEN EN SU NOVELA EL DISCO DEL TIEMPO ENLAZA LA FICCIÓN (MITOLOGÍA Y ANTIGUOS RELATOS GRIEGOS) CON LA HISTORIA, LA ARQUEOLOGÍA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS.

Por Laura Aguirre

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bran, los dibujan; hacen el mundo para los demás, lo ordenan, le restituyen la belleza.

3 PSIQUE Es el alma o la noción del alma, como la defi nen múltiples tradiciones de sabi-duría tanto occidentales como orienta-les. El alma, la que nos reconoce y vibra cuando se asoma a través de nuestros ojos desde las obras inmortales del arte. En el Ramasseum, que era el complejo mortuorio de Ramsés II y que, se supo-ne, es el origen de la Biblioteca de Ale-jandría, había una habitación con libros (papiros) llamada “Lugar del cuidado del alma”. Los egipcios se referían al Ka, esa es-pecie de doble espiritual que los grie-gos llaman psique y que en español lla-mamos alma. El alma es lo que nos anima, a la que hay cuidar con una dosis diaria de conocimiento o logos. De ahí viene el término psico-logía: el tratado del alma. ¿No son los libros los que mejor brindan ese cui-dado, ese alimento y ese logos al alma humana?

4 EROS Es el amor: “el amor que mueve al Sol y a las demás estrellas” (último ver-so de la Divina Comedia de Dante), el motor del universo, la fuerza suprema. Se habla del amor al conocimiento y lo

cierto es que no hay conocimiento sin amor. El ruiseñor con el corazón tras-pasado por una espina, de Oscar Wilde, no es distinto a Marie Curie exponién-dose a la radiación para conocer los secretos del radio. Conocer es una de las maneras de amar, tal vez la más alta, porque aquello que se conoce intensa-mente, con igual intensidad se ama. La ignorancia justifi ca la destrucción y el odio; el amor, nunca. El amor salva, une, atrae, sostiene... Los griegos intuyeron que Eros es la fuerza de co-hesión del Universo. También entraña la inmortalidad: “Amar a alguien es de-cirle: tú no debes morir”, dijo Gabriel Marcel. En tanto que se es amado, se es inmortal.

5 MYTHOS Es el mito. El mito en su sentido pro-fundo de verdad esencial que se trans-mite con un lenguaje imaginario. Los mitos crean el mundo a su imagen y se-mejanza. Los libros, los grandes libros, también lo hacen, aportando sentido y patria, sentido de pertenencia y consejo. Las narraciones orales de las abuelas y las nanas, la Biblia, la Torah, el Corán, los poemas homéricos, la epopeya del Rey Arturo, Las mil y una noches, el Chilam Balam, los versos de Manrique, de An-tonio Machado, la poligrafía de Alfonso Reyes y los innumerables tesoros de pa-labras primordiales. Todos son palabras-

mito que ponen en nuestras manos el hilo de Ariadna (el lenguaje) para que descifremos el admirable laberinto.

*****

A cinco años de haber escrito El disco del tiempo, al presentar la cuna de los mitos griegos como una investigación que emprenden tres muchachos con las herramientas de comunicación de nuestro tiempo, me doy cuenta de que el jurado apostó, para una colección de literatura infantil, por un libro comple-jo que no ofrece la tranquilidad de la lectura única, sino la aventura de una obra que se critica a sí misma desde una actitud científi ca. El lector se convierte al mismo tiempo en alguien que quiere distraerse o divertirse, y en el investi-gador que quiere examinar evidencias, documentos, interpretaciones, incluso considerando la sospecha de la falsifi ca-ción, cuestión recurrente en la arqueo-logía, como saben los expertos: ¿y si el disco de Festos es falso? Los buenos lectores son quienes sa-ben buscar y encontrar los sucesivos te-soros escondidos en los libros, y darles múltiples sentidos. Los lectores son los grandes descubridores y científi cos que encuentran, en lo que todo mundo ha leído, lo que nadie ha encontrado. Lee, lee, relee... y encontrarás.

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¿Qué leen los astrónoomos?

Por Raúl Mújica

TODOS SOMOS LECTORES

Este cuestionario fue enviado a cuatro astrónomos del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), en Tonantzintla, Puebla. Sus respuestas muestran que existe una gran variedad de textos que gustan a los científi cos, en este caso astrónomos, y que también hay algunas constantes en sus intereses. Las preguntas del cuestionario fueron las siguientes: ¿Qué libro estás leyendo actualmente? ¿Cuál es tu libro favorito? ¿Qué libros leías de niño o de joven?

RAÚL MÚJICA(México) Actualmente estoy leyendo Asesinatos en la Academia Brasileña de Letras, de Jô Soares, thriller ameno y con un hu-mor rudo, aunque un poco previsible. Tengo muchos favoritos: los de ciencia fi cción tipo Isaac Asimov, y Cosmos, que sigue siendo inspirador para muchos de los actuales astrónomos. De joven leía

mucho, de niño poco, pero después de involucrarme hace cinco años en los procesos de preselección de Bibliote-cas Escolares y de Aula (SEP), creo que he leído todos los libros que debí leer durante mi infancia; claro que no pue-do verlos ni leerlos de la misma manera que cuando era niño, pero igual los ex-ploro con gran placer. ABRAHAM LUNA(México) Actualmente estoy leyendo los libros que compré la semana pasada en la Fe-ria Internacional de Lectura; se los leo a mis hijos, en particular una historia que me llamó la atención porque incluye el nombre, nada común, de mi hija, Aye-lén. Es muy entretenido pues mezcla historia, fi losofía, prosa y verso. No tengo un género favorito. Los que más me gustan son los de cien-cia. También me gustan, por ejemplo, los que tratan de códices, en particu-lar códices mexicanos. En realidad de niño leía poca literatura; siempre pre-dominaron los libros de divulgación o técnicos, aunque las historias de Julio Verne fueron mis favoritas. En particu-lar, hay una enciclopedia que incluía un cuento en forma de historieta, de un superhéroe creado por un científi co. Su cualidad era convertirse en lo que qui-

siera, como el dios mitológico Proteo (de hecho ése era el nombre de la en-ciclopedia). Los temas abarcaban desde el espacio hasta la célula. Eran como 20 volúmenes y lo mejor, visto retrospecti-vamente, era que incluía un diccionario de términos raros. Así aprendí, desde niño, qué eran los propergoles (un tipo de combustible utilizado en cohetes es-paciales).

EMANUELE BERTONE (Italia) El libro que en este momento ten-go sobre mi buró se llama La mente animale, de Enrico Alleva, un etólogo italiano. Lo elegí porque siempre me ha interesado todo lo que concierne al comportamiento animal (incluido el humano, por supuesto). Hace poco terminé una novela de Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas. Siempre es placen-tero leer un libro bien escrito y que de-muestra la inteligencia y la profundidad del autor al describir comportamientos humanos, que en el caso de este libro son bastante extremos. No tengo un li-bro favorito. Existen libros que, cuando llegas a la última página y los cierras, te queda una fuerte emoción, la certeza de que leer ese libro fue una experien-cia importante, y a veces la tristeza de que haya terminado. Entre otros, puedo citar ahora: •Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar: es la historia del emperador romano Adriano. Me gusta porque describe los sentimientos y las

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emociones del personaje, mostrando toda su sensibilidad y humanidad. •La gran guerra por la civilización, del pe-riodista inglés Robert Fisk. Es el relato de lo que el autor ha vivido en los países del Cercano Oriente, Afganistán, Irán, Irak, Palestina; muestra la complejidad de esa región, que no todo es blanco o negro, y enfatiza el profundo rechazo que el autor tiene hacia la injusticia. No se basa sólo en los reportes superfi cia-les de los noticieros o, aún peor, de los comunicados de la prensa estadouni-dense. •La serie Fundación, de Isaac Asimov. Leí estos libros a los 15 años y, por supuesto, sentí la fascinación de un futuro inventado, con precisión casi científi ca, por un autor que tal vez no tenía capacidad de describir con pro-fundidad el ánimo y los sentimientos de los personajes, pero que era muy bueno para generar una épica “científi ca”. •Il partigiano Johnny, de Beppe Fenoglio. Es una novela acerca de la resistencia al régimen nazi-fascista en Italia, casi autobiográfi ca, donde el protagonista, un joven estudiante de preparatoria en un pequeño pueblo del Piamonte, de-cide entrar en los grupos de partigiani (guerrilleros), que desde las montañas combatían al régimen fascista. Cuando era niño leía muchísimo; mi casa estaba llena de libros. Uno de mis autores preferidos era Gianni Rodari, escritor italiano de libros infantiles, que sabía construir historias originales y di-vertidas que cuestionaban los estereo-

tipos y lugares comunes de la literatura para niños. Los protagonistas de esos cuentos estaban entre los héroes de mi niñez. También me gustaba mucho la tecnología, buscar en las enciclopedias las ilustraciones de carros, naves, avio-nes, y los libros de ciencia fi cción. Creo que esto fue importante en mi decisión de ser astrónomo.

VAHRAM CHAVUSHYAN(Armenia) El libro que estoy leyendo se llama 1421: el año en que China descubrió el mundo, de Gavin Menzies. Mi libro favorito es El maestro y Margarita, de Mikhail Bulgakov. Cuando era más jo-ven leía todos los libros de Hovhannes Tumanian, Raffi (Hakob Melik-Hakob-yan), Arkady Gaidar, Jules Verne, James Fenimore Cooper, Mark Twain, Arthur Conan Doyle, Isaac Asimov, Stanislaw Lem, y de los Hermanos Strugackie (Arkady y Boris).

OMAR LÓPEZ CRUZ(México) Primero una queja, pues decirte qué he leído o qué estoy leyendo es una con-fesión peligrosa y comprometedora, es casi como decirte con quién he hecho el amor. Confi ando en el “anonimato” de mi confesión, te contesto. Leo muchos

libros y pocos son aquellos que termino. Parafraseando, de manera pobre, a Níkos Kazantzakis en La última tentación de Cristo: “mi curiosidad es el campo de ba-talla entre lo mundano y lo divino”. Leo sobre religión: Una historia de Dios, de Karen Armstrong; sobre historia: Noti-cias del imperio, de Fernando del Paso; sobre la lectura: Historia de la lectura, de Alberto Manguel, y sobre los límites del entendimiento humano: The road to reality, de Roger Penrose. Mis libros favoritos son aquellos que más me han sorprendido. El llano en llamas, de Juan Rulfo, porque no pue-de haber fantasía más grande que la rea-lidad a secas. Regreso a este libro cada cinco o diez años y agrego mis expe-riencias para entenderlo mejor. Y Surely you’re joking, Mr. Feyman, de Richard Feynman, un gran libro de un gran hombre de ciencia: nos ha enseñado que hacer ciencia también es divertido yque siempre se descubren cosas, hasta enlos hechos más ordinarios, cuando se adopta un nuevo punto de vista. To-dos estos libros me ayudaron a supe-rar etapas cruciales en mi adolescencia y juventud. Por ejemplo, en Azul, de Rubén Darío, descubrí la poesía, el amor pasional y el binomio de Newton. Finalmente, reafi rmé mis ganas de con-vertirme en astrónomo después de leer Cosmos, de Carl Sagan: a los 18 años empaqué mis cosas y me fui a la ciudad de México a estudiar Física y Matemá-ticas en el IPN.

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Libros al aceechoCONCEPTOS, IDEAS EN MOVIMIENTO

Tengo un amigo que un día, des-pués de cenar, encontró la manera de viajar más rápido que la luz sin violar los estatutos de doña Teoría de la Rela-tividad, cosa que no había conseguido nadie. Y no es que a nadie se le hubiera ocurrido. Cualquier adepto de la cien-cia fi cción sabe que los 300 mil kilóme-tros que recorre la luz en un segundo no son nada cuando se trata de salvar distancias cósmicas. También sabe el adepto que esos 300 mil kilómetros por segundo son la máxima velocidad posi-ble en el universo: nadie ni nada pue-de viajar más rápido, lo cual siempreha sido de lo más molesto para los es-critores serios de ciencia fi cción (los que le ponen la misma medida de cien-cia que de fi cción). Éstos casi siempre recurren a soluciones de segunda para que sus viajeros espaciales puedan re-correr las distancias que los separan de sus destinos interestelares e intergalác-ticos sin tardarse una eternidad: que la nave entre en el “hiperespacio”, que a los personajes se los trague un agujero de gusano, que se caigan en un hoyo negro… en fi n, cualquier cosa con tal de salir del apuro. Estas soluciones al problema del límite de velocidad que impone la Teoría de la Relatividad son como echar con la escoba el polvo de-bajo de la alfombra. Por oculto que esté, el polvo sigue ahí.

Sergio de Régules estudió Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM. También se dedicó a la música du-rante mucho tiempo. Desde 1999 trabaja para la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM; colabora con el museo Universum y la revista ¿Cómo Ves?, de la cual es coordinador científi co. Ha escri-to columnas en The News y Milenio, así como artículos en las revistas y suplementos ¿Cómo Ves?, Saber Ver, Hoja por Hoja, entre otras, y en el pe-riódico Reforma. Es colaborador del portal Redescolar, del ILCE. Es autor de libros como Las orejas de Saturno, El sol muerto de risa, Cuentos cuán-ticos y Después del miedo la ciencia. Algunos de ellos forman parte de las Bibliotecas de Aula y las Bibliotecas Escolares de la SEP. Es miembro ac-tivo de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técni-ca. Tiene un programa los viernes, en Radio Imagen, durante el noticiero Imagen Informativa (90.5 FM).

www.sergioderegules.googlepages.com

Entra en escena mi amigo Miguel Alcubierre, hoy investigador del Insti-tuto de Ciencias Nucleares de la UNAM. Como narro en mi libro ¡Qué científica es la ciencia!, Miguel acababa de ver un capítulo de la serie Viaje a las estrellas cuando lo visitó la musa de la relativi-dad. El asunto está narrado con detalle en el libro. Baste decir aquí que Miguel encontró la manera de deformar el es-pacio para que las cosas se puedan mo-ver a velocidades arbitrariamente gran-des sin echar por la borda la Teoría de la Relatividad. Desde entonces Miguel brilla como supernova. Aunque él no siguió por ese camino, su artículo original sobre este tema abrió una veta de investigación que han explotado varios físicos de distintos países. ¿De dónde le salieron a Miguel esas ideas? La inspiración directa, claro está, proviene de Viaje a las estrellas. Pero yo que lo conozco sé que siempre fue un ávido devorador de libros. Una infancia llena de libros es lo que formó a Miguel. Somos lo que leemos.

DESPLEGAR LAS VELAS Los barcos de antes, para moverse, desplegaban velas más amplias cuan-ta más fuerza necesitaran recoger del viento para desplazarse. Una partícula a la que se acribilla de energía en un experimento físico tiene más o menos probabilidades de captar esa energía se-gún sean sus propiedades: su masa, su carga, su tamaño. Los físicos llamamos sección de dispersión a esa capacidad de captar. Ahora bien, captar —pero no energía, sino información y signifi ca-dos— es lo que tiene que hacer una persona para desempeñarse mejor en la vida y disfrutarla más. El propósito

Por Sergio de Régules

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de la educación debería ser aumentarles la sección de dispersión a los alumnos, dotarlos del más amplio velamen para que puedan captar el mundo en toda su asombrosa riqueza y complejidad. Se ha dicho, aunque con otras pala-bras, que ésa es la función de los libros. Hoy en día ya no basta con la informa-ción que puede extraer el individuo de su propia experiencia. Por suerte exis-ten los libros, que nos liberan de ser “sólo” nosotros mismos porque nos dejan aprovechar la experien-cia de otros. El efecto de los libros es aumentarnos la sección de dispersión: un buen lector puede viajar, aprender y conocer a mucha gente —captar más co-sas a su paso por el mundo— sin levan-tarse de la silla. El libro es experiencia concentrada.

EL ENTENDEDOR (CASI) INDEPENDIENTE ¿Qué lee un científi co en ciernes? No conozco la historia lectora de ninguna persona importante en la ciencia, pero la mía es más o menos típica, por lo que me permitiré la impudicia de contarles una parte. Le debo a un libro mi prime-ra experiencia del placer de entender (y mi primer dolor de cabeza por esfuerzo mental). Era un libro que saqué de la biblioteca de mi escuela. No recuerdo ni el título ni el nombre el autor (yo tenía nueve años), pero sí que era un libro pequeño, de unos 10 por 15 cen-tímetros, y que explicaba cómo fun-ciona el motor de un coche. Nunca se me había ocurrido preguntárselo a mi papá, y quizá él no hubiera podido ex-plicármelo muy bien. Ni siquiera se me había ocurrido que aquello podía estar a mi alcance. Me llevé el libro a mi casa,

me senté en mi sillón preferido y me enfrasqué en la lectura reveladora. Para las ocho de la noche, hora en que había que estar en la cama sin re-medio, ya había entendido que la po-tencia del motor se gestaba en cuatro tiempos, durante los cuales le ocurrían cosas complicadas a la gasolina: prime-ro entraba en los cilindros como nebu-lizaciones mediadas por el carburador, luego se comprimía, después el distri-buidor hacía soltar una descarga eléc-trica a la bujía correspondiente. Con esto, la mezcla de gasolina y aire explo-taba, obligando al pistón a bajar, lo que transmitía la fuerza de la explosión al cigüeñal, que a su vez la transmitía a las ruedas. Pasado el momento culminante de la explosión —que era como el do de pecho de un motor de combustión interna— el pistón subía (mientras otro de sus compañeros explotaba: ése era el secreto de la continuidad del movi-miento), con lo cual expulsaba los ga-ses sobrantes de la combustión y que-daba listo para empezar otra vez, todo en cuestión de fracciones de segundo. ¡Ajá! Esa noche me fui a la cama muy satisfecho de saber que nada po-día ser tan complicado que me re-basara, y que para entenderlo no hacía falta que mis adultos lo su-pieran: bastaba con que hubiera un libro. El proceso se repitió con el libro Nuestro amigo el átomo, de Heinz Ha-ber, ilustrado por Walt Disney. Recuer-do especialmente la ingeniosa metá-fora que me ayudó a entender lo que era una reacción en cadena, fenómeno sin el cual no se podría extraer energía del átomo ni para bien ni para mal. En

una página del libro se veía un lugar sembrado de ratoneras. Cada ratonera tenía encima una pelota de ping-pong que salía volando al dispararse el apa-rato. Había que imaginarse qué pasaría si uno lanzara otra pelota entre las ra-toneras cargadas. La pelota caía en una ratonera y la disparaba, con lo que sa-lían volando dos pelotas, las cuales iban a dar a sendas ratoneras. Éstas saltaban. Ya había cuatro pelotas en el aire. Las cuatro pelotas se convertían en ocho y éstas en 16, y así sucesivamente. Al rato el recinto era una pesadilla de ratoneras desbocadas y pelotas enloquecidas. Eso es, más o menos, lo que sucede en un pedazo de uranio al que se bombardea con neutrones. Los neutrones son la pri-mera pelota de ping-pong, las ratoneras son los átomos de uranio y su carga de pelotas son los neutrones y protones de sus núcleos. El disparo de la ratonera es la desintegración radiactiva de un áto-mo de uranio. La cosa estaba clarísima. El término reacción en cadena pasó de inmediato a formar parte de mi léxico y de mi universo imaginario. ¡Cuántas veces habría de evocar la imagen de las ratoneras de pesadilla cuando me expli-caron con más detalle en qué consistía una reacción nuclear, años más tarde, en clase de Física en preparatoria y lue-go en la universidad! Todavía me pare-ce una alegoría luminosa.

VERANO Y ASOMBRO Un día, cuando yo tenía 12 años, mi mamá llegó del súper con libros, como hacía de vez en cuando. Uno de esos li-bros era El reto de las estrellas, de Patrick Moore y David A. Hardy, un libro gran-de de pastas duras negras con el título en letras futuristas y cautivadoras ilus-

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CONCEPTOS, IDEAS EN MOVIMIENTO

traciones de astronautas dando saltos de gigante en el terreno accidentado de un asteroide. El libro todavía tiene pegada en la contraportada una etiqueta verde que dice “Oferta. $29.90”. Por menos de 30 pesos me enteré de que se estaba construyendo una nave reutilizable lla-mada “transbordador espacial” (cuando leí el libro el transbordador ya estaba casi listo), y de que había planes para esta-ciones espaciales, bases en la Luna, naves que aterrizarían en Marte y sondas para explorar Titán, la luna más grande del sistema solar. En la página 16 había una ilustración de la superfi cie de Marte con un promontorio de roca en medio de un paraje desértico, todo iluminado por un lejanísimo sol verde en un cielo entin-tado. El sol de esa ilustración resaltaba tanto que no se podía leer la página sin tenerlo presente todo el tiempo, como si brillara con luz propia como el sol de verdad. Ese mismo verano las naves Vi-king aterrizaron en el planeta rojo y to-maron fotografías del entorno. El suelo marciano resultó ser más rojizo y el cielo más luminoso que en las ilustraciones hi-potéticas de El reto de las estrellas. Com-parar las ilustraciones del libro con las fotografías reales fue muy formativo para mí: los científi cos podían equivocarse y no por ello quedaban en ridículo. Des-pués aprendí que equivocarse es parte fundamental de la vida de un científi co.

Algunas de las maravillas que pro-metía el libro se realizaron durante mi adolescencia y temprana juventud, y sigo esperando las que no. El reto de las estrellas me proporcionó mi primera visión panorámica de nuestro lugar en el universo y la voluntad de exploración de la especie humana. Por si fuera poco, los autores generosamente añadían al fi nal unos capítulos más especulativos —menos científi cos, quizá, pero más evocadores— sobre las exploraciones del futuro más remoto. Tal vez llegará el día en que, no contentos con explorar nuestro rinconcito de espacio, nos lan-cemos a otras estrellas. El reto de las es-trellas me llenó el verano de asombro.

LAS ESTRELLASSE MUEVEN No era mi primer libro sobre el es-pacio y la astronomía. En 1972, en la feria del libro de mi escuela, me com-pré el libro Fun With Astronomy, de Mae e Ira Freeman. Me costó mucho trabajo leerlo porque estaba en inglés y a mis ocho años no se podía esperar que fuera yo muy ducho en lenguas extranjeras. Con todo, algo colegí de mi lectura. Recuerdo de manera espe-cialmente vívida la frase “Mantén fi ja la vista para ver moverse las estrellas”, que estaba impresa junto a la fotografía de un niño en una silla plegable de madera que mira un cielo salpicado de estrellas desde el pórtico de su casa en el cam-po. ¿Las estrellas se mueven? Ésa sí que era una novedad. Decidí comprobarlo. A falta de pórtico en el campo, puse mi silla frente al ventanal de la sala-come-dor de nuestro departamento en la co-lonia Cuauhtémoc, que daba a nuestro

estacionamiento y a los traspatios de todos los edifi cios vecinos. Encima de este paisaje urbano se veía una buena parcela de cielo. ¿Conque las estrellas se mueven? Eso lo vamos a ver. Me senté. Mantuve fi ja la cabeza. Esperé como si quisiera ver moverse la manecilla ho-raria de mi reloj (adquisición reciente, como el libro). ¡Se movían! Y aquello no era más que el refl ejo de la famosa rotación de la Tierra, fenómeno tan ca-careado por las maestras de la escuela pese a ser difícil de creer. Pues bien, ahí estaba la prueba ante mis ojos, gracias no a la escuela, sino a un libro. El bre-vísimo capítulo sobre los cometas tenía a pie de página una foto que decía: “El cometa Halley, que nos visitará otra vez en 1986”. Falta-ba muchísimo tiempo, pero yo me puse a esperar. Un libro también puede enseñar a tener paciencia.

EVASIÓN Los libros de divulgación científi ca eran sólo una parte de mi vida de lec-tor. El primer libro que leí fue El prín-cipe y el mendigo, de Mark Twain. Tenía siete años e iba en primero de primaria cuando mi mamá decidió que ya estaba grandecito para poder leer en la cama yo solo. Me puso el libro en las manos (el ejemplar había sido suyo cuando era niña) y me dijo: “Lees un ratito y cuan-

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do te canses, marcas dónde te quedaste y metes el libro debajo del colchón para seguir mañana”. Esa costumbre me ha durado hasta hoy. El príncipe y el mendigo fue el pri-mer Everest literario que coroné. Al terminarlo me sentí orgulloso, como el alpinista que llega a la cima, pero al mismo tiempo melan-cólico. Esa noche descubrí la tristeza de tener que abandonar a unos personajes con los que me había encariñado. Era como separarse de un amigo de carne y hueso. Todo buen lector conoce esa tris-teza. Más tarde, con otros libros, el do-lor de la separación fue tan insoportable, que en ese momento volví a empezar el libro. Así me pasó con El señor de las moscas, de William Golding, pocos días antes de cumplir 13 años. De hecho, la historia de los niños ingleses que fundan en una isla una sociedad tan defectuosa y destinada al fracaso como la de sus pa-dres me embelesó tanto, que leí el libro cuatro veces en el lapso de una semana: leía en la cama, en el coche de camino a la escuela y de regreso, en clase, en recreo y por la tarde, después de comer. Fue una experiencia muy intensa, aunque quizá no tan vívida como la de leer Mila 18, de Leon Uris, por la misma época. Con ese libro sobre la vida de la resistencia judía en el gueto de Varsovia durantela ocupación alemana en la Segunda

Guerra Mundial sentí como nunca lo que es entrar en una historia. Durante la lectura se

me olvidaba que estaba leyendo y me creía niño judío en el gueto. Un día estaba yo oculto en un sótano a punto de morir de hambre y de frío, enfermo y sin saber dónde estaban mis padres, muerto de miedo porque arriba los ale-manes estaban haciendo una inspección, cuando se me ocurrió cerrar el libro. El sótano desapareció, los alemanes se esfu-maron. No me encontraba en Varsovia en invierno, sino en Cuernavaca en pri-mavera, y todo era luz y alegría de vivir. Bueno, no todo. Tan absorto había esta-do yo en mi lectura, metido en un salva-vidas en medio de una alberca, que el sol me achicharró y al poco rato no podía ni enderezar las rodillas del ardor.

LA EMBOSCADADE LOS LIBROS Para ser franco, no sé si es verdad que somos lo que leemos, como dije antes. O más bien, no sé si esa afi rmación es verdad en el sentido de que nuestras lec-turas nos determinan, pero creo que sí es verdad que lo que elegimos para leer dice mucho acerca de nosotros. Quizá haya una infl uencia mutua entre lo que por accidente nos cae entre las manos y nuestros gustos como lectores, y en ese caso tal vez valga la pena no desoír las recomendaciones del escritor francés Daniel Pennac. En su libro Como una novela, Pennac aboga por una lectura ajena a todo fi n utilitario, especialmente entre los apren-dices de lector. Que la lectura no sea una obligación. La lectura como casti-go —o como manda— resulta contra-

producente. Usted como buen lector, ¿no deja libros a medias? ¿No se cansa de leer por temporadas? Daniel Pennac enumera los diez derechos del lector, que se han de observar para que la li-teratura no se convierta en instrumen-to de tortura. He aquí algunos de los derechos del lector según Pennac: el de no leer, el de saltarse páginas, el de dejar un libro a medias. Los buenos lectores que conozco ejercen estos derechos por lo menos ocasionalmente. ¿Por qué no concedérselos a los estudiantes? Eso sí: hay que tener libros por to-das partes, libros al acecho del niño o el adolescente desprevenido que pueda un día abrirlos por descuido y quedar enganchado para siempre. ¿Qué tipo de libros? De todo: novelas, cuentos, divulgación científi ca (¡no olvidar la di-vulgación científi ca!). Se trata de dotar a nuestros estudiantes del más amplio ve-lamen, de ofrecerles un menú variado. Si es necesario, dice Pennac, incluso se les puede leer en voz alta. Todo con tal de aumentar su sección de dispersión, que no es más que la posibilidad (no la seguridad) de cosechar de la vida más experiencias y más sensaciones. ¿Quién querría negarse esta posibilidad?

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¡OH, LOS COLORES!Jorge Luján y Piet Grobler

CÓMO SE BESADE VERDADHolly-Jane Rahlens

DONDE SURGENLAS SOMBRASDavid LozanoGarbala

EL SÍNDROMEDE MOZARTGonzalo Moure

LUCAS Y YOAudrey O’Hearn

ENCUENTROCON FLOLaura Escudero

LA OTRA CARADEL SOLGloria Cecilia Díaz

EL LOBOMÁS BUENODEL MUNDOAgnès de Lestradey Constanza Bravo

EL TAXI DE LOSPELUCHESJuan Villoro y Diego Álvarez

YO VEOAlejandroMagallanes

Literaturainfantil y juvenil

LAS NOVEDADES DE EDICIONES SM

CONTIGOAnne Lauprête

ENTRE DOSES MEJORAnne Lauprête

¡ES ELEMENTAL!Robert Winston

TIERRA ROJA,RÍO AMARILLOAnge Zhang

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PARA TOMAR NOTA

MAYO

XXXIV Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.Del 24 de abrilal 12 de mayo

JULIO22° Congreso Mundialde Lectura.Del 28al 31, Costa Rica

SEPTIEMBRECongreso Mundial de la IBBY.Del 5 al 10, Copenhague, Dinamarca

OCTUBRE

XVIII Feria Internacional del Libro Monterrey.Del 11 al 19

Feria del Libro de Frankfurt.Del 15 al 19

NOVIEMBRE

27ª Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil.Del 10 al 19, Centro Nacional de las Artes, ciudad de México

DICIEMBRE

22ª FIL Guadalajara.Del 29de noviembreal 7 de diciembre

Museo CiudadMás informaciónen Explora León Guanajuatowww.explora.edu.mx/web/index.html

Museo TecnológicoComisión Federalde ElectricidadMéxico D.F.www.museosdemexico.org

Descubre Aguascalientes www.descubre.org.mx/home.html

Trompo MágicoGuadalajara www.trompomagico.jalisco.gob.mx

ImaginaPueblawww.imagina.pue.gob.mx

Museo de Historia Natural México D.F.www.sma.df.gob.mx/mhn

Planetario AlfaMonterreywww.planetarioalfa.org.mx

Museo del DesiertoSaltillowww.museodeldesierto.org

Museo Sol del NiñoMexicali www.sol.org.mx

Museo de Ciencia yTecnología de Veracruz, A.C.Veracruzwww.muciteve.com

Museo de la Luz-UNAMMéxico D.F.www.luz.unam.mx

Museo El RehiletePachucawww.rehilete.org.mx

Papalote, Museo del Niño México D.F.www.papalote.org.mx

Universum,Museo de las Ciencias de la UNAMMéxico D.F.www.universum.unam.mx

Papalote Móvil I, Museo del Niñowww.papalote.org.mx

La Burbuja,Museo del NiñoHermosillowww.laburbuja.org.mx

Museo Universitario de Ciencias y Arte, MUCAMéxico D.F.www.muca.unam.mx

Planetario Luis Enrique Errodel Instituto Politécnico NacionalMéxico D.F.www.planetario.ipn.mx

Sociedad Astronómica de México A.C.México D.F.www.sam.astro.org.mx

Museos de ciencia y tecnología en México

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Fundación SMSM frente a los retos de educar integralmente a las niñas y los niñosde México

Miles de preguntas en torno a la edu-cación inquietan a los involucrados en el desarrollo de las niñas y niños mexicanos, por ello la generación de espacios para el análisis conjunto de los problemas y la búsqueda de soluciones permite a la Fundación SM poner su granito de arena en la construcción de un México mejor.

¿Qué valores deben promover-se como parte del aprendizaje inte-gral para formar ciudadanos? ¿Cómo orientar la organización y la gestión escolar al aprendizaje integral? ¿Cómo favorecer la participación de los padres en el aprendizaje de sus hijos? La ge-neración de respuestas ha sido múltiple y la aplicación de salidas, diversa.

De acuerdo con Elisa Bonilla, di-rectora de Relaciones Institucionales de la Fundación SM, los retos que en-frenta hoy la educación son evidentes en nuestro país y es una cuestión que debe afrontar y superar no sólo el pro-fesor, sino que requiere la concurrencia de todos: gobierno, empresa y sociedad civil deben sumar fuerzas para encon-trar la respuesta idónea.

Como parte de sus objetivos en la promoción de la formación y especiali-zación del personal docente, la Funda-ción SM celebró en el Hotel Sheraton del Centro Histórico, el pasado 7 y 8 de marzo, el primer Seminario Inter-nacional de Educación Integral.

Elisa Bonilla resaltó el interés pri-mordial de la Fundación por generar un diálogo informado y plural, que en-riquezca y permita contar con nuevos elementos para el mejor desempeño de las tareas que cada uno de los asistentes tiene a su cargo. “Nos hemos propues-

to abarcar todo el espectro de actores, para estar en mejores posibilidades de comprender las complejidades del fe-nómeno educativo”, resaltó.

A partir de la pregunta ¿Cómo fa-vorecer el aprendizaje en la escuela primaria?, en un día y medio, expertos internacionales, investigadores, repre-sentantes de organizaciones sociales y funcionarios educativos compartieron interesantes conceptos con cientos de personas vinculadas al quehacer es-tratégico para la transformación de la educación. El seminario, integrado por tres sesiones de trabajo, cada una enca-bezada por una conferencia magistral, se compuso del mismo número de me-sas redondas compuestas por investiga-dores, representantes de organizacio-nes sociales y funcionarios educativos en temas de gran relevancia, como la organización y la gestión escolar orien-tadas al aprendizaje integral, los valores que deben promoverse como parte del Juan Eduardo García Huidobro.

Fernando ReimersMaría Rosa Buxarrais

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aprendizaje para formar ciudadanos, y los retos de la escuela primaria para fa-vorecer la participación de los padres en el aprendizaje de sus hijos.

Dentro de este contexto no podía faltar una refl exión sobre la debatida cuestión de los retos de la educación primaria hoy: aprendizaje, formación docente y gestión. La intervención de Juan E. García Huidobro, doctor en Ciencias de la Educación y en Fi-losofía por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, resaltó los retos de la educación primaria hoy: aprendizaje, formación docente y gestión, donde destacó la desigualdad educativa en el mundo, y reiteró que América Latina registra una situación más evidente res-pecto a la falta de una educación igua-litaria por niveles socioeconómicos y puso énfasis en la fuerte necesidad de una educación pública de calidad.

Fernando Reimers, actual coordi-nador de los programas de Educación Global y de Políticas Educativas Inter-nacionales de la Universidad de Har-vard, planteó que una formación inte-gral en la educación debe desarrollar tres dimensiones de la ciudadanía. Den-tro de éstas, destacó las cognoscitivas, para que los estudiantes aprendan qué es la convivencia pacífi ca; las actitudina-les, basadas en gestos positivos y dispo-siciones afectivas que sean favorables al ejercicio de la ciudadanía, y por último las de competencias para resolver pací-fi camente confl ictos interpersonales y grupales.

Asimismo, María Rosa Buxarrais Es-

trada, doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación y licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona, habló de las necesidades imperantes en la edu-cación y resaltó la de un equilibrio psi-cológico y social para que las personas sean éticamente responsables, respeten a los demás, desarrollen la capacidad para construirse un futuro, y se conviertan en agentes activos y críticamente autó-nomos. De la misma forma, mencionó la importancia de formar la capacidad de implicarse en proyectos colectivos orientados a incrementar la integración

social y disminuir las desigualdades, profundizando en la democracia y con-vertirla en su forma de vivir.

Con este seminario, la Fundación SM fortalece su compromiso con la promoción de la formación y especia-lización del personal docente y reitera su interés por llevar a cabo futuras ac-tividades para favorecer este objetivo. Asimismo, confi rma el apoyo y dispo-sición para trabajar en conjunto en la construcción del escenario del futuro que todos queremos para las niñas y niños de México.

Elisa Bonilla, Alba Martínez, Germán Cervantes y Alma Carrasco

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2a Feriaa Internacionalde Lectura FILEC

Provocar encuentros con la lectura es el objetivo primordial de la Feria In-ternacional de Lectura. Ser el detona-dor, el pretexto entre el lector y el libro que lo espera. Y no se trata sólo de la lectura de libros: también puede leerse el universo a través de telescopios, en-contrarse con la escritura por medio de un taller, participar en una mesa de dis-cusión, encontrarse con un autor o un científi co y conversar con él. Se trata de saber que hay más personas con intere-ses similares a los nuestros. El objetivo de la FILEC es que cada una de las acti-vidades ofrecidas provoque el contacto real y permanente con la lectura. La pequeña pero poderosa ONG Con-sejo Puebla de Lectura, junto con el Instituto Nacional de Astrofísica, Óp-tica y Electrónica (INAOE), ha logrado sumar la participación de muchas per-sonas a esta fi esta anual. Durante la segunda edición de esta fe-ria se registraron 20,000 visitantes, 72 talleres diferentes, 24 presentaciones de

libros, más de 70 sellos editoriales, 300 visitas guiadas a los telescopios, ocho horas de maratón de lectura, un semi-nario de cultura escrita, 60 presentacio-nes de narradores, 26 conferencias, tres mesas de discusión, 86 escuelas que lle-varon a más de 6,000 alumnos, 3,000 personas que vieron el oscuro cielo de Tonantzintla a través de un telescopio durante la Noche Astronómica, y doce meses de pensar, preparar, buscar, pro-mover, convencer, programar, discutir, ajustar, sufrir, reír, y hablar y hablar de la FILEC. La FILEC tiene una característica muy peculiar: su escenario, un observatorio, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, antes conocido como el Observatorio Astrofísico Na-cional de Tonantzintla, sitio que ha albergado a personajes de la literatura como Carlos Fuentes, Elena Ponia-towska y Fernando Benítez, o a cientí-fi cos renombrados como Luis Enrique Erro, Guillermo Haro y Paris Pishmis.

Cuatro días al año este espacio abre sus puertas a todo aquel que tenga curio-sidad por la lectura y la ciencia, sin im-portar su edad, con el pretexto de com-prar un libro, asistir a una conferencia o simplemente conocer el lugar, que tan-tas historias guarda y desea compartir. Este sitio, dedicado a la investigación y a los estudios de posgrado, en febrero se pone de fi esta, se llena de gente, de música, de cuentos y, por supuesto, de libros. La 3a FILEC ya está gestándose. En 2009 celebrará el Año Internacional de la Astronomía y tendrá a Francia como país invitado; ofrecerá el Segundo Se-minario Internacional sobre Cultura Escrita, dedicado a la divulgación de la ciencia, además de venta y exhibición de libros, talleres, presentaciones de cuen-tos, música, pantomima, conferencias, mesas de discusión, proyecciones… y lo que se acumule en el camino. Te invi-tamos a participar en la FILEC 2009, del 12 al 15 de febrero.

Por Verónica Macías AndereDirectora del Consejo Puebla de Lectura, A.C.

Leer ofrece uno de los mayores placeres que puedetener el ser humano, el de comprender. Pero su poderno está sólo en las ideas; consiste en que nos permite

comprender con todos los sentidos, con todo el cuerpo.Alberto Ruy Sánchez

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Ediciones SM celebra el reconocimiento que obtuvo ¡Ven, hada!de Alejandro Magallanes en el marco de la Feria del Libro Infantil deBolonia 2008. Este libro fue acreedor a la Mención Honorífica dentro

de la categoría New Horizons del Bologna Ragazzi Award,uno de los premios más prestigiosos en el ámbito

de las publicaciones para niños.

Un gran reconocimientopara un gran libro

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Dirección:Las cartas para nuestra revista pueden ser enviadas por correo a:Irma Ibarra, SM de Ediciones, Magdalena 211, Colonia del Valle, México, D.F., c.p. 03100, Del. Benito Juárez. Quinto piso.Correo electrónico:[email protected]: (55) 1087 8459Tel.: (55) 1087 8400

Por favor, asegúrese de incluir su nombre completo, dirección y teléfono. También puede enviarnos una foto tamaño infantil, para incluirla en esta página, junto con su carta.Por razones de espacio, las cartas pueden ser sintetizadas. Las ventajas de la biblioteca escolar

Soy bibliotecaria, y una maestra amiga mía me prestó el últi-

mo número de Leer y leer. Pensé entonces en la importancia de

tener libros diversos en la escuela. Me parece que una biblioteca

dentro de la escuela es como tener una extensión del mundo,

de la imaginación y del conocimiento; es contarle al niño acer-

ca del mundo que lo rodea, de maneras distintas, universales

y posibles. Por ello, el maestro bibliotecario es fundamental,

porque está comprometido con la comunidad, conoce sus ne-

cesidades de información, es capaz de proponer líneas de acción

y de seleccionar títulos que acerquen a los alumnos a la ciencia

y a la literatura de una manera sencilla, sin juzgar su capacidad

de entendimiento. De ahí la importancia de que tenga claro

cuáles son las características de los buenos textos científi cos o

literarios, para incluirlos en la estantería, e invitar al maestro de

grupo a utilizarlos dentro del salón de clases, como comple-

mento de los libros de texto.

El bibliotecario que sabe lo importante que es la selección

de materiales de lectura cumple con la misión de la biblioteca

escolar según el manifi esto* IFLA/UNESCO: “Ofrecer servicios de

aprendizaje, libros y otros recursos, a todos los miembros de la co-

munidad escolar para que desarrollen el pensamiento crítico […]. La

biblioteca escolar es un componente esencial de cualquier estrategia a

largo plazo para la alfabetización, educación, provisión de información

y desarrollo económico, social y cultural.”

Atentamente,

Julieta A. Hermosillo, Facultad de Filosofía y Letras,

Colegio de Bibliotecología, UNAM. Marzo de 2008.

*Manifi esto de la biblioteca escolar (UNES/FLA), 1999

[en línea]. Página consultada el 5 de febrero de 2007.

www.ifl a.org/VII/s11/pubs/mani-s.htm

Asesorías en selección de acervosEn Ediciones SM tenemos una gran experiencia en la selección de materiales para bibliotecas. Si le interesa diseñar un plan de lectura especial para su escuela, le ofrecemos una asesoría gratuita con nuestro equipo de especialistas, para analizar y seleccionar los mejores libros para sus alumnos.

Haga una cita con nosotros:Irma Ibarra 1087 8400, ext. [email protected]

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BUZÓN DEL LECTOR