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Artículo L'Monde - Los nuevos golpes de Estado Light

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  • 101 LE MONDE djplomatque E d i c i n 182 I agosto 2 0 1 4

    Ei intento de golpe sufrido por Rafael Correa, en 2010, representa un nuevo tipo de desestabilizacin que se repite, con variaciones, en distintos pases de Amrica Latina. Como la violencia ya no es tolerada por la opinin pblica internacional, facciones conservadoras emplean nuevos y sutiles mtodos que buscan fijar el rumbo de la poltica.

    Venezuela, Hait, Bolivia, Honduras, Ecuador y Paraguay

    Los nuevos golpes de Estado light" por Maurice Lemoine*

    S i k e ( w w w . s i k e . c o m . a r )

    M iami, 23 de septiembre de 2010. En las instalaciones del lujoso Bankers Club y bajo el auspicio del Insti-tuto Interamericanopor la Libertad y la Democracia, el anticas-trista radical Carlos Alberto Montaner presentaba la conferencia "El derrumbe de los modelos del socialismo del siglo X X I " . Entre los asistentes se encontra-ban algunos exiliados ecuatorianos muy conocidos; Mario Ribadeneira, ex minis-tro del gobierno de Sixto Duran Bailen (1992-1996) -e l apogeo dei neoliberalis-mo en Quito-,- Roberto Isaas, prfugo de la justicia tras haber provocado la quie-bra fraudulenta de su banco, Filanban-co, el ms grande del pas; el ex coronel Mario Pazmino, director del servicio de inteligencia del ejrcito, destituido en 2008 por d jefe de Estado Rafael Correa por sus lazos demasiado estrechos con la Central Tntelligcnce Agency (CIA).

    Orador dei da, el ex coronel y luego presidente ecuatoriano Lucio Gutirrez, expulsado del poder por una rebelin po-pular el 20 de abril de 2005, denunciaba la visin milenarista y mstica de los so-cialistas, su marxismo pulverizado, su populismo peligroso. Predeca la llegada de una nueva era de felicidad y progreso. Siempre y cuando, porsupuesto, se respe-taran algunas condiciones... "Paraacabar con el socialismo del siglo X X I , es nece-sario terminar con Correa!". Fue dicho e incluso grabado, A l igual que la explosin de aplausos que festej la intervencin.

    Una semana ms tarde, durante la no-che del 29 al 30 de septiembre de 2010, en Quito, en uno de los veintin salones del Swisshotel, una reunin de miembros de la oposicin se prolongaba hasta las tres de la maana. A las siete, en el canal de te-levisin Ecuavisa, el progi-ama "Contac-to directo" reciba a Galo Lara. Frente a las cmaras, este dirigente del partido So-

    ciedad Patritica (SP) mencionaba la "ley de servicio pblico" que acababa de apro-bar la Asamblea Nacional e involucraba a diversas categoras de funcionarios, en-tre ellos, ios policas. Pona fin a una se-rie de privilegios: bonificaciones, primas por la entrega de medallas y condecora-ciones, regalos navideos, etc. A cambio. Ies otorgaba otras ventajas, como el pago de horas extras y e acceso a programas de viviendas sociales. Sin embargo, las pala-bras de Lara sonaban como latigazos: "El presidente Correa les quit sus juguetes a los hijos de los policas. Por eso tiene miedo de que lo linchen! Por eso prepa-ra sus valijas para abandonar el pas!". Va-ya sorpresa... Un artculo apocah'ptico del editorialista estrella Emilio Palacio apa-reca tambin en el diario El Universo.

    Cuando, a las ocho de la maana. Co-rrea se enter deque, para protestar contra la famosa ley, los policas llevaban a cabo, una huelga de brazos cados en el predio

    del Regimiento Quito, no dud un segun-do, recuerda su entonces ministro del In-terior, Gustavo Jalkh: "Se trata de un mal-entendido, voy a negociar directamente con ellos". Tras abandonar el palacio pre-sidencial de Carondelet, ambos se dirigie-ron al lugar. La noticia de su presencia se propag entre la multi tud de ochocien-tos miembros de las fuerzas del orden all concentrados. "Vienen los comunistas!"; "Fuera los chavistas!", en referencia, por supuesto, al presidente venezolano Hugo Chvez (fallecido en 2013).

    imprudencia presidencial Mezclados entre los policas rasos, los ca-becillas -anteojos negros, radiotransmi-sores, celulares-organizaban los distur-bios. Entre ellos, el infaitable Fidel Araujo, vocero del ex presidente Gutirrez y diri-gente de la SP, su partido.

    Empujones, insultos, gases lacrim-genos arrojados al jefe de Estado. Desde una ventana del segundo piso, adonde un puado de guardaespaldas lograron a du-ras penas hacerlo ingresar, Correa intent pronunciar un discurso: "Esta ley mejorai' sus condiciones. Trabajamos para la poli-ca, recuerden todo lo que recibieron!" (1).

    Fue abucheado. Lleg a escuchar: "Atrpenlo! Mtenlo!". Los disturbios lo aturdan. Se afloj entonces la corbata y se abri el cuello de la camisa en un ges-to de desafo: "Seores, si quieren matar al presidente, aqu est: mtenlo si les da la gana! Mtenlo si tienen valor, en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos!". Temeridad? Impruden-cia? Por su espectacularidad. el episodio no pasara inadvertido.

    Cuatrocientos soldados tomaron el con-trol dei aeropuerto Mariscal Sucre de Qui-to. Tambin fueron sitiados: la base area de Latacunga; la A.sinnblca Nacional (por la Guardia Legislativa, que se supone cst:i pnra protegerla); el puerto y los aeropuer-tos de Guayaquil, la .segunda ciudad del pas. All, a partir do las 9:00 hs. misterio-samente informadas de que las fuerzas del orden haban abandonado las calles, ban-das de delincuentes rompieron vidrieras, saquearon negocios y cajeros automticos, aterrorizaron a los ciudadanos.

    Al igual que en Venezuela aquel 13 de abril de 2002, duranic el secuestro de Chvez en el intento de golpe de Estado, decenas de miles de ciudadanos salieron a las calles en seal de apoyo a su I dcr. En cambio, una parte de la oposicin llamada democrtica condicionaba su apoyo; otra, al igual que el jefe del grupo parlamenta-rio Pachalutik-brazo poltico de la Con-federacin de Nacionalidades Indgenas del Ecuador (CONAIE)- , Clver J im-nez, invitaba a los movimientos indgena ysociales (que no la seguiran!) a confor-mar un "frente nacional" para exigir la partida del Presidente.

    Herido, asfixiado por los gases lacrim-genos, Correa debi refiigiarse en el Hospi-tal de Polica contiguo al Regimiento Quito. Asediado en el tercer piso, amenazado por los amotinados, permanecera all secues-trado ms de diez horas, hasta que, a las ocho de la ?ioche, el Grupo de Operaciones Especiales (GOE) del ejrcito y elementos leales del Grupo de Intervencin y Resca-te (GIR) de la polica fiieron finalmente a rescatarlo. En los radiotransmisores de los policas apostados fiiera del establecimien-to se captaban llamados: "Saquen a Correa y llvenselo antes de que lleguen los chus-pangos [militares]!"; "Mtenlo, maten al presidente!". Correa sali finalmente en medio de un intenso tiroteo. Un soldado que lo protega cay, mortahnente herido; otro, que ie prest su chaleco antibalas, te-na el pulmn perforado. Se encontraran cinco impactos de balas en el vehculo del

  • LE MONDE diplomatique i ii

    jefe de Estado; diecisiete en los automviles que lo escoltaron. Saldo de la jornada; diez muertos y alrededor de trescientos heridos.

    Algo m s q u e i n s u b o r d i n a c i n Error de un movimiento espontneo? Desde haca varias semanas, una lluvia de correos electrnicos y panfletos ha-ba inundado el seno de la institucin po-licial. Todos, desvirtuando sus trminos, denunciaban la famosa ley. En los hechos, algunas facciones acostumbradas a !a im-pu nidad haban visto con malos ojos la de-tencin y condena de miembros de una unidad especializada, el Grupo de Apo-yo Operacional (GAO), responsables de torturas y desapariciones. En cuanto a la Comisin de la Verdad, creada para escla-recer los crmenes de la represin en los aos 80 (2), algunos habran prescindido con gusto de ella. A lo que se suma la po-ltica social del presidente Correa, su cer-cana a los gobiernos progresistas de la re-gin y la integi-acin de Ecuador en el seno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra Amrica (ALBA), el cierre de la base militar estadounidense de Manta: ba-jo el elegante barniz de la defensa de sus intereses, se manipul a los policas. Ese 30 S (30 de septiembre) no se trat de una simple insubordinacin, sino claramente de un intcn to de golpe de Estado.

    "Normalmente, aconsejados por sus equipos de segiu-idad, los presidentes no se exponen y permanecen encerrados en Carondelet, donde se encuentran ms bien atrapados", ob.serva Oscar Bolilla, miembro de la Comisin 30 S, encargada de establecer la verdad sobre el levanta-miento. El ministro de Cultura, Francisco Velasco, completa la idea: "Con los poli-

    cas acantonados en los cuarteles, grupos de delincuentes generando caos afuera y obligando a los ciudadanos a permane-cer en sus casas, el escenario era perfecto para que, al cabo de algunos das de una rebelin cada vez ms intensa, un gru-po de militares, vinculados a diputados de la oposicin y a los sectores ligados a los intereses internacionales, declarara un vaco de poder e interviniera, en nom-bre de la 'gobernabilidad'". Se sabe aqu cmo los generales se han comportado

    Washington an concibe la democracia como una herramienta para el buen funcionamiento del mercado.

    en el pasado, durante rebeliones -popu-lares aqullas y no violentas- contra los presidentes Abdal Bucaram (1997), Ja-mil Mahuad (2000) y Gut irrez (2005): cuando la agitacin alcanz su paroxis-mo, el ejrcito los solt, y, para calmar los nimos, dio su aval a su destitucin.

    Paradjicamente, con la temeridad que ie reprocharon en reiteradas oportunida-des, desplazndose al Re^miento Quito y dejando al descubierto la conspiracin, el jefe de Estado alter el escenario previsto

    -darle una "salida constitucional a la cri-sis"- y salv la "Revolucin Ciudadana".

    Durante los dos das siguientes, la opo-siciny los medios de comunicacin loca-les no se privaran de dar una versin muy particular de los hechos: no hubo intento de golpe de Estado; no hubo secuestro; no hubo intencin de asesinar al presidente; el nico responsable de la situacin era... el propio Correa. En El Universo, un edi-torial de Palacio rec lamar a incluso su comparecencia ante la Corte Penal Inter-nacional (CPI) por "crimen de lesa huma-nidad", ya que "ordeii al ejrcito disparar contra un hospital". El artculo generara una accin judicial por parte del presi-dente, una polmica sobre la "libertad de expresin" y el exilio de Palacio.

    En el exterior, la mayora de ios perio-distas re tomaran todos estos argumen-tos, o, en el mejor de los casos, los difun-diran sin cuestionarlos: "La oposicin [...] considera que la imprudencia y la arro-gancia del presidente generaron los exce-sos", escribi por ejemplo Le Monde el 12 de enero de 2011.

    La cruzada c o n t r a el " p o p u l i s m o " Pese a haber sido poco analizado (3), va-le la pena detenerse en el episodio ecuato-riano: representa un ejemplo de las nuevas estrategias implementadas para expulsar del poder a un jefe de Estado que incomo-da. Desde luego, lejos parecen estar los tiempos en que en Amrica del Sur, con la ayuda de Washington, los militares se deshacan de gobiernos constitucionales sur^dos de elecciones democrticas. Sin embargo, cuando una ola de dirigentes ca-rismlicos, de izquierda o centroizquer-da, lleg al poder a partir de 1999 movili-

    zando a los desfavorecidos, golpes de Es-tado y otros intentos de desestabilizacin, abortados o concretados, tuvieron lugar en Venezuela (2002.2003,2014), Hait (2004), Bolivia (2008), Honduras (2009), Ecuador (2010) y Paraguay (2012). Pero las fuerzas conservadoras aprendieron que, para la opinin pblica internacional, los mtodos sangrientos resultan contra-producentes y que, al menos en Amrica Latina, un "golpe" clsico ya no tiene cabi-da. Entonces, las tcnicas evolucionaron.

    Utilizada durante la guerra, la accin psicolgica tambin desempea un papel importante en tiempos de paz. A comien-zos de los aos 70, el diario chilenoE/Mer-curio prepar activamente el golpe de Es-tado del 11 de septiembre de 1973 contra Salvador Allende (4). Pero existan enton-ces, particularmente en Europa, publica-ciones progresistas capaces de desmontar esta propaganday denunciarla. Salvo esca-sas excepciones, esto ya no sucede. La ad-hesin general al neoliberalismo as como al orden impuesto por Estados Unidos y la Unin Europea, la aparicin de internet (donde lo mejor se codea con lo peor) y la generalizacin del "copiar-pegar" unifor-maron la infonnacin de los medios de co-municacin llamados "occidentales".

    Siempre igual a s mismo, en Chile El Mercurio sirvi de ejemplo a otros (5): Cla-rn y La Nacin en Argentina; O Ghboy Fol~ ha en Brasil;fi/Nac/ona/, TalCitalyEl Uni-versal en Venezuela; La Hora, El Comercio y El Universo en Ecuador; La Tribuna, El Heraldo y La Prensa en Honduras; El De-ber y La Razi en Bolivia; El Tiempo y Se-mana en Colombia. Sin olvidarse de CNN. The Wall Street Journal, The Washington Post o Miami Herald en Estados Unidos, ->

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  • 12 {LE MONDE dpIomatique E d i c i n 182 I agosto 2014

    -> Financial Times en Reino Unido, El Pas, El Mundo y ABC en Espaa, Le Monde, Li-beration y los medios pblicos audiovisua-les en Francia, por slo citar a algunos.

    Semejante paisaje autoriza la imple-mentacin, sin que todos sus actores sean siquiera conscientes de participar en ellas, de sutiles "psy-ops" (operaciones psicolgicas), destinadas a manipularo desestabilizar internamente a los gobier-nos en cuestin, y dar una imagen negati-va de estos en el exterior. Se ubican enton-ces mucho ms all de la necesaria crtica de las polticas llevadas a cabo. Continua-mente repetido, el trmino "populismo" (6) permite, por ejemplo, relegara un se-gundo plano la reduccin de la pobreza, la redistribucin de la riqueza y los avances sociales a veces muy importantes de los pases en cuestin, transformando sus de-cisiones soberanas en "polticas irrespon-sables incompatibles con la democracia".

    En Venezuela, a comienzos de los aos 2000, ante la perspectiva del intento de golpe de Estado contra Chvez, la opinin pblica sufri el bombardeo de ttidos es-candalosos de El Nacional y, entre otros, de El Universal -"Talibanes en la Asam-blea Nacional", "Ocnibre negro", "Terro-ristas en el gobierno"- y llamados a derro-car al presidente: una etapa comparable a la preparacin de aitillera que precede al asalto en una campaa niilitai'.

    Primer elemento del acondiciona-miento destinado a la prensa y las diplo-macias extranjeras: la "sociedad civil" ma-nifestaba su descontento. Expresin m-gica! El anuncio de una movilizacin de la "oposicin de derecha" reviste un sentido que el lector promedio puede descifrar perfectamente; ta presentacin de una "sociedad civil" por definicin simptica reviste otro sentido, aun cuando sta -pe-ro para qu precisarlo?- slo representa, a la salida de las urnas, a una minora.

    En el marco de la crisis que estall en febrero de 214, se reemplazara el trmi-no "sociedad civil" por el de "estudiantes", ms presentable que "extrema derecha en accin". Cabe recordar que, en Chile, bajo ei gobierno de Allende, dos movimientos desernpeaion un papel clave durante la preparacin del golpe: el poder femenino, con sus marchas "de las cacerolas vacas" -justificadas por las penurias en gian parte orquestadas-, y laFederacin de Estudian-tes de la Universidad Catlica (FEUC)...

    Hacer que corro sangre Para reforzar la imagen de una multitud pacfica enfrentando a una dictadura, con-viene poder mostrar a vctimas inocentes. El 11 de abril de 2002, siempre en Venezue-la, mientras la famosa "sociedad civil" se manifestaba, un grupo de francotiradores mataron a varios dess miembros (as co-mo a partidarios del presidente). Se haba encontrado la excusa para que un grupo de militares detuviera a Chvez, acusado de haber enviado a sus "milicias", sus "cami-sas pardas", a reprimir la oposicin. Doce aos ms tarde, los colectivos (de todo t i -po; sociales, culturales, educativos, depor-tivos, etc.), sistemticamente calificados con el adjetivo de "paramilitares", sufren la misma campaa de demonzacin.

    Los famosos francotiradores, ofrecien-do la ventaja de no poder ser identificados, tambin fuei'on utilizados, indirectamente esta vez, para provocar el derrocamiento de Fernando Lugo en Paraguay. Mientras que, desde que asumi el poder, sus opo-sitores mencionaban regularmente, bajo los pretextos ms diversos, la "destitucin" del presidente, un conflicto campesino brind la ocasin de poner en marcha la operacin. sta se desarroll el 15 de junio de 2012, en un lugar llamado Marina Kue, cuando una ntei-vencin policial contra

    una ocupacin de tierras arroj el saldo, al trmino de un tiroteo, de diecisiete muer-tos: once campesinos y seis policas. La res-ponsabilidad del drama se atribuy a los "sin tierra", que habran tendido una em-boscada a las fiierzas del orden.

    Sinembargo,el dirigente campesino Vi-dal Vega (entre oros testigos), que llev a cabo una investigacin paralela, afirm que "infiltrados" habran desatado el tiro-teo disparando a la vez contra sus compa-

    Las fuerzas conservadoras aprendieron que, al menos en Amrica Latina, un "golpe" clsico ya no tiene cabida.

    eros y lospolicias. Al trmino de un juicio poltico exprs, hbilmente impulsado por el Congreso, el episodio permiti destituir a Lugo, acusado de haber fomentado, con su poltica, la violencia contra los dueos do las tierras. Y Vega fue asesinado por dos sicaros encapuchados (7).

    El 2H de junio de 2009, fue Honduras, miembro del ALBA, el que sirvi de labo-ratorio para este tipo de "golpe de Estado constitucional" -los ms fciles de conse-guir quesean aceptados, ya que los golpis-tas pueden utilizar la expresin "renuncia forzada" (y hacer que la prensa internacio-nal, no muy cuidadosa con ei vocabulario, .se refiera al "presidente depuesto")-. Los parlamentarios destituyeron a Manuel Zelaya con un pretexto falaz: su supues-ta intencin de hacerse reelegir violando la Constitucin, cuando en realidad haba querido organizar una consulta, sin carc-ter vinculante, sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (8). Pe-ro el inters de la tcnica utilizada reside sin embargo en lo que sigui.

    El 28 de junio un comando militar de-tuvo a Zelaya, lo hizo subir a un avin con destino a Costa Rica y reprimi violenta-mente a sus partidarios que salieron a las calles. Sin embargo, ei ejecutor del trabajo sucio, el general Romeo Vsquez. entreg inmediatamente el poder al presidente del Congreso, Roberto Micheletti. La manio-bra fue perfecta: "sometidos al poder ci-vi l" , los militares permitieron una "suce-sin presidencial". Pronto, el rqfimen ;.'joI-pista de Micheletti sera rebautizado 'go-bierno de transicin". En 2002, en Vene-zuela, una vez que cometieron el delito, los generales y almirantes traidores haban procedido del mismo modo entregando las llaves del palacio presidencial al patrn de los patrones Pedro Carmona.

    En resumen, mientras que en el pasado los militares, trashaberactuadoenfavorde tal o cual faccin, permanecan enel poder, actualmente regresan a sus cuarteles. Civil, ladctadurase vuelve ti-ansparente, y nadie puede denunciar a un nuevo Augusto Pi-nochet. Bastar con organizai-, unos meses ms tarde, elecciones "controladas", sus-pendiendo la breve marginacin del pas por parte de la comunidad latinoamerica-na (o internacional), y listo (9).

    A comienzos del siglo X X I , Washing-ton todava concibe la democracia co-mo una mera herramienta que permite el buen funcionamiento del mercado. La "nueva izquierda" latinoamericana es-capa a su tradicional hegemona ponien-do fin a la gi-an novela de la globalizacin

    feliz: nacionalizando sus recursos natu-rales, afirmando su independencia. Qu hacer? Bajo el gobierno de Richard Nixon y Ronaid Reagan, armados con su biblia -la "doclrna de segiu-idad naci)nal"-, las cosas eran claras: para mantener el con-trol, se trataba de librar una guerra total, generalizada, absoluta. Con George W. Bush, lo siguen siendo: Estados Unidos est directamente implicado en el intento de golpe de 2002 en Venezuela.

    En Bolivia, pas que, gobernado por el indio Evo Morales, "ya no tiene amos sino aliados" (10), el embajador estadouniden-se Philip Goldberg, quien lleg en octubre de 2006, mantuvo continuas relaciones con la oposicin de la Meda Luna, los de-partamentos ricos en hidrocarburos y gas de Santa Cruz, Tarija. Beni y Pando (II). De 2004 a 2006, haba dirigido la misin esta-dounidense en Prstina, en Kosovo. Como por casualidad, con la lucha contra el pro-yecto "estatal, autoritario e indigenista" ("indigenista" reemplaza aqu a "populis-ta") de Morales, Bolivia, "satlite del cha-vismo" (12), entr a su vez en un proceso de... balcanizacin.

    A partir del 4 de mayo de 2008, los departamentos de la Media Luna orga-nizaron sucesivamente referendums ilegales para aprobar un estatuto de au-tonoma que se pareca mucho a una de-claracin de independencia. Estallaron violentos disturbios. Grupos de choque "autonomistas" sembraron el terror, to-maron aeropuertos y edificios del go-bierno. En septiembre, grupos parami-litares asesinaron a treinta campesinos en el departamento de Pando.

    En ningn momento se producira la tradicional proclama golpista sobre la "to-ma del poder". Pero, al igual que en Vene-zuela en 2014 (l.^), se trataba de hacer que corriera sangre -fuera a travs de la "vio-lcncaespontnea"ode la represin guber-namental de esa "violencia espontnea"-. Y de volver al pas ingobernable con el ob-jetivo de lograr una condena general por partedela "comunidad internacional" que tornara aceptable la renuncia foiv.ada o la separacin del jefe de Estado.

    En Bolivia, apostandoa la movilizacin popular antes que a la represin militar, Morales, apoyado adems por la Unin de Naciones Suramericanas (UNASUR), harafacasar el plan. Hace falta decirlo? Cuando, el 10 de septiembre de 2008, La Paz le dio setenta y dos horas al embajador Goldberg para abandonar el pas, la fiebre separatista baj bruscamente.

    Cuando los acontecimientos del 28 de junio de 2009 conmocionaron a Honduras, Barack Obama reemplazaba a Bush en la Casa Blanca. Sin embargo, el avin que procedi al traslado forzo-so de Zelaya de Tcgucigalpa a San Jos de Costa Rica (treinta minutos de vue-lo) hizo escala en la base mil i tar esta-dounidense de Palmerola, situada des-de los aos 80 en territorio hondureno. Pero, nadie se dio cuenta de nada!

    "Cuando le pregunt al presidente Co-rrea si Estados Unidos estaba detrs del 30 S, me respondi: 'No existen pruebas, pero... nunca hay que descartar esa posi-bilidad"', seala sonriente, en Quito, Juan Paz y Mio (14). Posteriormente, el pre-sidente ecuatoriano precisara su pensa-miento cuando, desligando de responsa-bilidad directa al presidente Obama, pon-dra en tela de juicio a ta CIA: "De lo que tenemos certeza es de que hay [en Estados Unidos] grupos de extrema derecha, nu-merosas fundaciones que financian a los gi-upos y a muchos que conspiran contra nuestro gobierno..." (15).

    En 1983, a instancias de Reagan y bajo la gida del Congreso, se cro la National Endowment for Democracy (NED), des-

    tinada a "promover la democracia" en o mundo. Junto con la Agenciapai'ael Desa-rrollo Internacional (USAID), el instituto Republicano Internacional (IRI). el Insti-mto Nacional Demcrata (NDl) y el Insti-tuto de Estados Unidos parala Paz (USIP), pero tambin con una nebulosa do think tanks y fundaciones -Freedom House, Opon Societ>' Instituto, etc.-, e incluso con oficinas de regiones alejadas, como Otpor ("Resistencia"), surgida en Serbia a fines del siglo pasado, la oposicin y sus organi-zaciones no gubernamentales (t)NG) son financiadas y preparadas tanto ideolgica como tcnicamente.

    Slo en el perodo 2013-2014,14 mi-llones de dlares llegaron por diver.sos canales a la oposicin venezolana, tanto para las campaas electorales como pa-ra las "protestas pacficas" de 2014, que presentan todas las carac ter s t icas do una rebelin antidemocrtica. La Mesa de la Unidad Democrtica (MUD) reci-bi lO.OOO dolaros para un proyecto de intercambio con organizaciones bolivia-nas, nicaragen.ses y argentinas cono) fin de "compartir las lecciones aprendidas en Venezuela y permitir adaptar su expe-riencia a dichos pases" (16).

    Slo suele recordarse, tratndose do la Repblica Bolivariana do Venezuela, el in-tento de golpe de Estado de abril do 2002. En realidad, antes y dospu.s, In ofensiva nunca ces. Diciembre de 2001; huelga general (organizada por la patronal); di-ciembre de 2002-onero do 2003: dososta-bilizacin econmica por la paralizacin do la empresa petrolera nacional, militares llamando al lovantamionto desdo la "zona liberada" do la plaza Altamira (barrios ele-gantes de Caracas); 2004: primeias ^'im-rimbas (bloqueos de calles y barricadas), incursin de un centenar do paramilita-res colombianos cerca de Caracas; 2014... "Aqu aplican loque la izquierda llamaba in 'combinacin do todas las formasdo lucha'. Ysi nnohacclalista de acUjres implicados, .son los mismos desdeel comienzo; las mis-mas cstructin"as, con algunas variantes. Lo que va cambiando, cada ve/., os o mtido ", nos confa el ministro del Interior venezo-lano Miguel Rodrguez Torres.

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    respire, RruiioLcprin(.v,Paris,3l.=i,

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