Liberada del feminismo un testimonio personal de una fiel cristiana.

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87 Liberada del feminismo El testimonio personal de Carolyn McCulley Por Carolyn McCulley Hay una cierta respuesta de los hombres que tanto las mujeres cristianas como las feministas deseamos obtener: una benevolencia masculina, de tal manera que los hombres sepan vivir con las mujeres de una manera comprensiva, siendo considerados y respetuosos con aquellas que son coherederas del hermoso regalo de la vida. Las feministas seculares abordan este deseo de una manera estridente, desde una posición de enojo. A las mujeres cristianas se les enseña abordarlo con suavidad, desde una posición de confianza en Dios sabiendo que su palabra manda al hombre a vivir a la altura de este estándar (1 Pedro 3:7) y a la mujer a que lo cultive con un espíritu de gracia y de paz (v.4). En mi propia generación, ha sido claramente evidente que minimizar a los hombres a través del enojo ha tenido efectos culturales desastrosos. Les hemos dicho a los hombres que no podemos contar con ellos, y les hemos dado abundancia de formas de eludir las responsabilidades por las relaciones que inician y los hijos que procrean. Los índices culturales productos de este error continúan en ascenso: pornografía, abuso sexual, asesinatos públicos de mujeres estranguladas, hijos sin padres, y enfermedades de transmisión sexual - para nombrar algunos focos. ¡¿De qué se liberan las mujeres en este desastre?! Consecuencias impredecibles Cuando crecía en los rebeldes años 70s nunca preví estas consecuencias. Aun cuando niña, mi feminidad era una fuente de confusión para mi. Siendo la mayor de tres hijas, siempre sentí que tenía que probarle a los niños que yo era mas rápida, mas inteligente, y mas agresiva que ellos. Yo no quería tener límites, y buscaba toda oportunidad que me permitiera para demostrar mi independencia. Como me regodeaba y me jactaba cuando Billy Jeans derrotó a Bobby Riggs en un partido de tenis enormemente publicitado como la batalla de los sexos. En mi adolescencia también fui cabeza dura y no me sometía a mi padre. No respetaba sus decisiones, y buscaba la manera de desgastarlo a través de constantes discusiones. Aunque mi madre nos llevaba a mí y a mis hermanas a misa todas las semanas, yo carecía de una brújula espiritual personal, y adoptaba cualquier filosofía que estuviera de moda. Llegue a la universidad llena de la ‘sabiduría’ de la revista Cosmopolitan , pero iba a encontrarme con algo aun mas insidioso que las revistas de modas: el feminismo y el Departamento de Estudios de la Mujer . Clase tras clase se promovía la perpetua victimización, el irrespeto a todos los hombres, una declarada aceptación del lesbianismo, y el enojo militante. Yo me convertí en un asistente de enseñanza en ese departamento por un semestre antes de graduarme con un titulo en periodismo y un certificado en estudios de la mujer. Mis años 20s fueron más de lo mismo. Recuerdo que cuando tenía 29 años estaba tan confundida y deprimida que entré a terapia para entender porqué estaba tan enojada y porque todavía estaba soltera. (¡No sería que las dos cosas pudieran estar relacionadas!) Obviamente, yo no tenía una visión muy positiva de mi feminidad, y mi terapeuta no hizo mucho progreso conmigo. Sin embargo, Dios intervino gentilmente justo cuando llegaba a los 30. Realicé un viaje de placer a Sur África para visitar a mi hermana, quien vivía allí en ese entonces. Escuché el evangelio mientras estaba allí, y durante la última semana de mi visita, escuché al pastor norteamericano C.J. Mahaney, predicar en una iglesia en Cape Town. ¡El estaba tan apasionado por Jesús, y era tan real! Su relación con Cristo me llamó la atención, y decidí responder al trabajo regenerador del Espíritu Santo en mi vida, y le entregué mi vida a Cristo. Cuando regresé a casa, llamé a la iglesia del pastor Mahaney para obtener una recomendación para una iglesia evangélica en mi ciudad. El choque cultural del cristianismo Aunque yo sentía que Dios me estaba llamando a esta iglesia, yo estaba en un choque cultural. Era como estar en otro planeta - las mujeres y sus puntos de vista eran completamente desconocidos para mí.

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Liberada del feminismoEl testimonio personal de Carolyn McCulley

Por Carolyn McCulley

Hay una cierta respuesta de los hombres que tanto las mujeres cristianas como las feministas deseamosobtener: una benevolencia masculina, de tal manera que los hombres sepan vivir con las mujeres de unamanera comprensiva, siendo considerados y respetuosos con aquellas que son coherederas del hermosoregalo de la vida.

Las feministas seculares abordan este deseo de una manera estridente, desde una posición de enojo. Alas mujeres cristianas se les enseña abordarlo con suavidad, desde una posición de confianza en Diossabiendo que su palabra manda al hombre a vivir a la altura de este estándar (1 Pedro 3:7) y a la mujer a quelo cultive con un espíritu de gracia y de paz (v.4).

En mi propia generación, ha sido claramente evidente que minimizar a los hombres a través del enojoha tenido efectos culturales desastrosos. Les hemos dicho a los hombres que no podemos contar con ellos,y les hemos dado abundancia de formas de eludir las responsabilidades por las relaciones que inician y loshijos que procrean. Los índices culturales productos de este error continúan en ascenso: pornografía, abusosexual, asesinatos públicos de mujeres estranguladas, hijos sin padres, y enfermedades de transmisión sexual- para nombrar algunos focos. ¡¿De qué se liberan las mujeres en este desastre?! Consecuencias impredecibles

Cuando crecía en los rebeldes años 70s nunca preví estas consecuencias. Aun cuando niña, mi feminidadera una fuente de confusión para mi. Siendo la mayor de tres hijas, siempre sentí que tenía que probarle alos niños que yo era mas rápida, mas inteligente, y mas agresiva que ellos. Yo no quería tener límites, ybuscaba toda oportunidad que me permitiera para demostrar mi independencia. Como me regodeaba y mejactaba cuando Billy Jeans derrotó a Bobby Riggs en un partido de tenis enormemente publicitado comola batalla de los sexos. En mi adolescencia también fui cabeza dura y no me sometía a mi padre. Norespetaba sus decisiones, y buscaba la manera de desgastarlo a través de constantes discusiones. Aunquemi madre nos llevaba a mí y a mis hermanas a misa todas las semanas, yo carecía de una brújula espiritualpersonal, y adoptaba cualquier filosofía que estuviera de moda.

Llegue a la universidad llena de la ‘sabiduría’ de la revista Cosmopolitan, pero iba a encontrarme conalgo aun mas insidioso que las revistas de modas: el feminismo y el Departamento de Estudios de la Mujer.Clase tras clase se promovía la perpetua victimización, el irrespeto a todos los hombres, una declaradaaceptación del lesbianismo, y el enojo militante. Yo me convertí en un asistente de enseñanza en esedepartamento por un semestre antes de graduarme con un titulo en periodismo y un certificado en estudiosde la mujer. Mis años 20s fueron más de lo mismo. Recuerdo que cuando tenía 29 años estaba tanconfundida y deprimida que entré a terapia para entender porqué estaba tan enojada y porque todavía estabasoltera. (¡No sería que las dos cosas pudieran estar relacionadas!) Obviamente, yo no tenía una visión muypositiva de mi feminidad, y mi terapeuta no hizo mucho progreso conmigo. Sin embargo, Dios intervinogentilmente justo cuando llegaba a los 30. Realicé un viaje de placer a Sur África para visitar a mi hermana,quien vivía allí en ese entonces. Escuché el evangelio mientras estaba allí, y durante la última semana demi visita, escuché al pastor norteamericano C.J. Mahaney, predicar en una iglesia en Cape Town. ¡El estabatan apasionado por Jesús, y era tan real! Su relación con Cristo me llamó la atención, y decidí responder altrabajo regenerador del Espíritu Santo en mi vida, y le entregué mi vida a Cristo. Cuando regresé a casa,llamé a la iglesia del pastor Mahaney para obtener una recomendación para una iglesia evangélica en miciudad.

El choque cultural del cristianismoAunque yo sentía que Dios me estaba llamando a esta iglesia, yo estaba en un choque cultural. Era como

estar en otro planeta - las mujeres y sus puntos de vista eran completamente desconocidos para mí.

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Recuerdo haberme reunido con mi pastor y su esposa al poco tiempo de haber empezado a asistir y haberhecho una burla de la sumisión. ¡No podía creer que todavía hubiera alguien que creyera en esa parte de laBiblia! Mi pastor sabiamente me preguntó si a mi me gustaba leer, y luego me recomendó leer el libroRecuperando la masculinidad y la feminidad bíblicas - una lectura teológica que no se recomiendatípicamente a una persona que tiene dos meses de convertida.

Dios utilizó esa conversación para comenzar a reorganizar mis conceptos de feminidad y sexualidad,y a renovar mis puntos de vista de toda la vida sobre el aborto, la inmoralidad sexual, y hasta la sumisión.Leí la palabra de Dios ansiosa por descubrir porqué mis nuevos amigos de la iglesia tenían puntos de vistatan diferentes a los de todos los demás que yo conocía. De Génesis, entendí que la creación está llena delos propósitos de Dios. De los evangelios, entendí que la redención está llena de propósitos. Me di cuentaque él era muy serio en cuanto a la pureza sexual antes del matrimonio y la fidelidad dentro del matrimonio.También me convencí de que el aborto es un terrible acto de egoísmo para no tener que enfrentar lasconsecuencias del pecado sexual. Igualmente importante, supe que Dios me había hecho mujer, y que éltiene tareas y roles específicos para mi que lo glorificarán a él ante un mundo todavía incrédulo. Poco apoco, iba preocupándome más de su gloria, y no de la mía.

A medida que estudiaba la Biblia, también estudiaba los matrimonios de mis nuevos amigos, ansiosapor conocer como se veía en la vida real este concepto cristiano del benevolente liderazgo masculino y lagozosa sumisión femenina. Aunque no era perfecto, lo que veía era atractivo. Veía hombres que sacrificabansus propias preferencias y placeres para asegurarse que sus esposas y sus hijos fueran cultivadosespiritualmente. Estos eran hombres que tomaban en serio su responsabilidad de ser siervos líderes. Ellosno veían el matrimonio como una trampa o a sus hijos como un impedimento para sus propias diversioneso pasatiempos del fin de semana. En lugar de eso, sus familias eran vistas como regalos dignos de su arduotrabajo.

Asimismo, veía que mis amigas casadas buscaban respetar y hacer crecer a sus esposos. Yo estabaacostumbrada a escuchar las quejas de las mujeres sobre lo inútiles y poco confiables que son los hombres -pero esto no era lo que escuchaba de las mujeres maduras en mi iglesia. Su sumisión parecía - me atrevoa decir - ¡¿liberadora?! Ciertamente parecían libres de mucha de la discordia, sarcasmo, y decepción queyo me encontraba en los matrimonios modernos.

Poco a poco, comencé a notar que el trabajo en equipo de estos matrimonios reflejaba el trabajo enequipo en la iglesia. Mientras los hombres casados tenían la responsabilidad de guiar a sus familias, estosmismos hombres eran llamados a someterse a los líderes espirituales que Dios había puesto sobre ellos. Dehecho, cuando yo me enfocaba en las limitaciones que yo percibía en la sumisión de una esposa hacia sumarido, demostraba que no había comprendido que la sumisión es lo que ciñe todo el concepto decristianismo. Mi mayor ejemplo de sumisión es mi Señor, cuya obediente sumisión garantizó mi redención.Como Hebreos 5:7 dice, «Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y suplicas con gran clamory lagrimas al que le podía liberar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente».

Con el tiempo, a medida que crecía en conocimiento del Señor y de su palabra, me di cuenta que laindependencia que me había esforzado tanto en proteger cuando era inconversa era un simple auto-engaño.Como criatura finita, era completamente dependiente de Dios hasta por mi propia vida y respiración. Nohabía sido independiente. Más bien, había sido terca. Pude comprender que la sumisión simplemente medespoja de mi orgullo y no mi dignidad como ser creado a la imagen de Dios mismo.

Soltera y totalmente femenina Una vez que comprendí el dulce fruto de la sumisión femenina, todavía tenia que descubrir cómo aplicarlaa mi vida diaria. Una de las áreas en las que he luchado es cómo debe verse la feminidad en una mujersoltera. Dado que el Señor hizo a la mujer para ser una ayudadora, los perfiles de la feminidad bíblicausualmente son esculpidos a través de las relaciones con los demás - como esposa, madre, hija, hermana,tía. Aunque yo soy definidamente hija, hermana, y tía, no soy (todavía) esposa ni madre. Pero sé que Diosme creó a su imagen, y que me ha dado este regalo de la soltería en esta época de mi vida. Estos no sonconceptos mutuamente excluyentes, pero todavía tengo dificultades con cómo expresar los dos para la gloriade Dios.

Al final de 1998, me mudé para tomar un trabajo como parte de un ministerio misionero y para serviren una iglesia local pastoreada por el pastor que conocí en Sur África, C.J. Mahaney. Un año después, asistía una serie de seminarios sobre el libro de Tito impartidos por su esposa, Carolyn Mahaney. A través de susenseñanzas, me di cuenta que de las siete cualidades que Pablo le dice a Tito que les pida a las mujeres

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mayores que enseñen a las mujeres jóvenes, solo dos de ellas son explícitamente dirigidas a las mujerescasadas, y una a las madres. Eso deja por lo menos cuatro cualidades para todas las mujeres, solteras ocasadas. A pesar de mi estado civil, yo debo tener auto control, ser pura, cuidar de mi casa, y ser generosa.Esa es una orden difícil de cumplir, pero no significa que debo ignorar las otras tres. Hay implicaciones paralas mujeres solteras en los mandamientos de amar a sus esposos y a sus hijos y de ser esposas sujetas a susesposos. Basadas en ese pasaje, las siguientes son algunas maneras en las que Dios me ha dado la gracia deaplicar a mi vida las virtudes que se mencionan en Tito 2, y de disfrutar genuinamente mi feminidad comomujer soltera. «Que amen a sus esposos»

Por toda la basura mundana que yo había absorbido en los temas de feminismo, inicialmente leí unnúmero de libros sobre el matrimonio cristiano. He continuado leyendo ampliamente sobre el matrimoniocristiano, y cuando ha sido apropiado, he asistido a seminarios. Quiero tener una visión bíblica delmatrimonio si el Señor me da ese regalo. Pero hay una aplicación práctica para mi vida ahora mismo. Creoque puedo servir a mis hermanas casadas al apoyar sus matrimonios. En nuestras conversaciones y con misobservaciones sobre sus vidas, quiero poder ayudar a mis amigas casadas a pensar bíblicamente acerca desus matrimonios y a pensar lo mejor de sus esposos. En cuanto a las no creyentes, quiero estar preparadapara explicar el misterio de Cristo y la iglesia en la institución del matrimonio. Mientras el mundo nos diceque no tenemos conocimientos validos que compartir a menos que hayamos experimentado un aspectoparticular de la vida, la palabra de Dios nos equipa para el discernimiento sabio, sin importar nuestrasexperiencias - o quizás, a pesar de ellas. Finalmente, si Dios me da el regalo del matrimonio, quiero amara mi futuro esposo desde ahora a través del desarrollo de una perspectiva bíblica sobre el amor, elmatrimonio, y el papel de una esposa antes de casarme. Me doy cuenta que la «mujer virtuosa» que semenciona en Proverbios 31 le trae a su esposo «bien y no mal TODOS los días de su vida» - los días antesy los días después del matrimonio. Lo que estoy sembrando en estos días de mi vida es parte del diseño deDios para bendecir a mi esposo - sin mencionar darle la gloria a el sin importar mi estado civil. «Que amén a sus hijos»

Tengamos hijos o no, las mujeres somos llamadas a cuidar la nueva vida a nuestro alrededor en muchasformas. Antes de convertirme en cristiana, no estaba muy interesada los niños. Asumía que algún día tendríahijos, pero era indiferente con los niños a mi alrededor y no me interesaba pasar ningún tiempo con ellos.Esta es una de las áreas en las que Dios ha hecho un tremendo cambio en mi vida. Al pasar de los años, hetenido ricas relaciones con muchos niños. El Señor también me ha dado la oportunidad de evangelizar niños.Hasta he creado un club informal con unos seis niños en mi vecindario. Ellos llegan por refrescos y videosy yo comparto el evangelio y oro con ellos. Aunque no tengo mis propios hijos, tengo tres sobrinas y un sobrino en los cuales invertir. Se requiereplaneamiento para estar involucrada en sus vidas, pero vale la pena cultivar esas relaciones. Puesto que heexperimentado indirectamente los sacrificios de la maternidad cuando he ayudado a mis hermanas en estosaños, tengo una ventana hacia ese aspecto de la feminidad. A través de este tiempo juntos, he desarrolladoamistades de uno a uno con estos pequeños parientes que espero que florezca a través de las diferentesépocas de nuestras vidas. Quiero ser un pariente importante en sus vidas, no una tía lejana. Eso significarenunciar a las oportunidades de pasar mis vacaciones con mis amigos para pasarlas con mis sobrinas queviven lejos. Eso significa renunciar a eventos sociales los fines de semana para cuidar a mi sobrino y sobrinaque viven cerca, o tomar un día libre durante el verano para planear un día especial de aventuras con ellos.Pero también significa que soy la beneficiaria de mensajes de correo electrónico chistosos, dibujoselaborados, «tesoros» especiales envueltos en gruesas capas de papel y cinta adhesiva, y grandes abrazoscuando toco a sus puertas. De alguna manera, no me parece ningún sacrificio. Quizás esto contribuyó a lareciente decisión de una de mis hermanas y su esposo de nombrarme guardián de sus dos hijas en caso deque ellos mueran en un accidente. A pesar de que soy soltera, ellos pensaron que yo podría guiar a sus hijaslo más cerca posible a sus valores. ¡No hay palabras para expresar lo que ese acto de confianza significópara mí! «Que tengan auto dominio»

Mi mayor reto en cuanto a auto dominio como mujer soltera es en el área de la especulación sobre loshombres y el matrimonio. Creo que no estoy sola en esto. Sé que he sido llamada a esperar y a confiar, pero

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es tan fácil para mi hacer lo opuesto - ya sea a intentar manipular las circunstancias a mi favor, o aquejarme cuando otros son bendecidos con el cortejo o el matrimonio. Con los años, el Señor ha hechomucho por matar en mi el pecado de la auto-lástima por las esperanzas de matrimonio pospuestas, y unode los frutos de eso es que ahora sirvo gozosamente a muchas parejas como organizadora de sus bodas. Peroel contentamiento puede ir y venir en mi vida. A veces siento que el gozo baña mi alma como las olas quebañan la costa. Otras veces siento que se va como el agua que retrocede cuando baja la marea. Esto no esotra cosa que el resultado de cambiar mi enfoque: cuando el gozo parece alejarse, me doy cuenta que heestado observando críticamente mis circunstancias en lugar de estar contemplando la gloria a Dios.

Una forma especifica en la que hago esto es cuando me encuentro «probando» a los hombres en mimente. A juzgar por las conversaciones que he tenido con muchas mujeres solteras, esta es una tentaciónmuy común. Tendemos a conocer hombres solteros, buenos y atractivos, e inmediatamente nos imaginamoscómo seria cortejar y casarnos con este hombre. Convencidas de que esta es una posibilidad, comenzamosa analizar cada uno de sus movimientos mientras discutimos cada escenario con nuestra «red de amigas».Una buena amiga mía le llama a esto «noviazgo imaginario» - ¡una frase invaluable! Ejercitar el auto-control en esta área como mujer soltera es poner límites razonables a las conversaciones con nuestras amigassobre nuestros intereses románticos. El hecho de hablar hace que nuestros deseos se conviertan enexpectativas, lo que eventualmente se convierte en una exigencia. En mi vida, he descubierto que me metoen problemas cuando registro en mi diario cada interacción que tengo con un hombre soltero, o cuandohablo sobre este hombre con muchas de mis amigas. Para mi, auto-control significa limitar estas detalladasconversaciones a mis compañeras de confianza y a aquellos que están sobre mi en el Señor, como el líderde mi pequeño grupo o mi pastor y su esposa. Ellos saben que soy débil, y me animan a mantener mienfoque a donde pertenece. «Cuidadosas de su casa»

Esto ha sido todo un reto para mí como mujer soltera pues trabajo fuera de la casa para mantenerme.Tengo que ser muy cuidadosa para planear mi horario para poder estar mi casa una o dos noches a lasemana. Esto es difícil tratándose de mi ocupada iglesia, pero esta virtud de Tito 2 me da una visión deprioridad.

Luego están los quehaceres domésticos. En mis 20s, yo vivía con montañas de ropa sucia y periódicos.Mi casa era el lugar de paso entre mis compromisos externos. Yo no tenía ninguna visión de ladomesticidad. Sin embargo, después de ver los modelos de las artes domesticas, deseaba cambiar. Comencéa practicar la cocina, a ofrecer cenas, a comprar decoraciones para el hogar, y hasta escogí mi propio juegode china fina. Eso fue un gran paso porque es difícil visitar tiendas de china sin tener que admitir que notienes una fecha para la boda. Ahora Dios me ha bendecido con mi propia casa, y estoy tan feliz de anidarallí que hasta tengo que revisar ¡que no tengo ramas y hojas en mi cabello antes de irme a trabajar! Aunque a las mujeres solteras no nos damos el lujo de estar ocupadas con nuestras familias, sí podemosestar ocupadas en asuntos del reino de los cielos. Nuestras casas pueden ser el lugar donde podemos orarcon otros, consolar a otros, evangelizar a otros, y servir a través de la hospitalidad. Romanos 12:13claramente nos dice que practiquemos la hospitalidad y alabemos a Dios, y este mandato no hace diferenciasentre solteras y casadas. No importa la estructura de nuestro hogar, nuestras casas pueden ser faros deesperanza y hospitalidad en nuestra comunidad. Sólo por esta razón, me encanta tomar fotografías deaquellos que han estado en mi casa y desplegarlas junto a ese versículo bíblico de Romanos. La libertad de Cristo Pablo exhortó a los Gálatas a recordar que «para la libertad Cristo nos hizo libres». Antes de miconversión, yo veía el cristianismo como una carga, una religión con muchas reglas y leyes. No estabacapacitada para ver que mi propio pecado era la esclavitud mas grande. Como lo hemos hecho todos desdeAdán y Eva, yo culpaba a otros por la opresión del pecado en mi vida. Yo creía que necesitaba ser liberadade los hombres que desprecian a las mujeres, de los trabajos estereotipados, y de las «cargas» de la moralsexual tradicional. No podía ver que mi propia justicia, orgullo, enojo y obstinación causaba mas daño a mifelicidad real que cualquier percepción de disminución de mi libertad. Cuando Cristo inauguró su reino, sorprendió a todos - incluyendo a sus propios discípulos - con el«mundo opuesto» que el introdujo. Todo estaba «al revés» del pensamiento natural de los hombres. Losmás grandes eran los siervos. Había que orar por nuestros enemigos y hasta amarlos. Lo que nos haceimpuros viene desde dentro de nosotros, de nuestros corazones, no de lo que nos ponemos. Para tener vida

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eterna, debemos nacer de nuevo.No tiene sentido a primera vista, pero la Biblia promete que la sabiduría de Dios «es locura para el

mundo» (1 Corintios 1:18-21). De lo que estoy mas agradecida es que me liberó de mi frívola manera depensar y de las ataduras del pecado, y me guió al camino eterno.

Carolyn McCulley es la especialista en mercadeo y medios de comunicación para el ministerio misioneroSovereign Grace Ministries. Ella es también autor independiente que escribe para varias publicaciones.Este artículo fue publicado en la página web de CBMW, y es traducido con permiso. Se puede visitar estapágina en inglés al: www.cbmw.org